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Libro(PDF): Hacia una nueva sociología del capitalismo

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

El presente libro de la colección «Diálogos» de CLACSO, coeditado con la Friedrich-Schiller-Universität Jena, busca avanzar en el cumplimiento de dos propósitos. El primero consiste en alimentar la discusión con la sociología crítica alemana, y en particular con una de las colectividades sociológicas de izquierda más vigorosas de Europa. Nos referimos a lo que podría llamarse la «Escuela de Jena» y cuyos referentes son Klaus Dörre, Stephan Lessenich y Harmut Rosa. El segundo propósito, más trascendental para el futuro regional, apunta al desarrollo progresivo de una nueva sociología del capitalismo y del cambio social desde y para América Latina.

Autoras(es): Esteban Torres. Guilherme Leite Gonçalves. [Editores]

Klaus Dörre. Guilherme Leite Gonçalves. Esteban Torres. Glenda Vicenzi. Jacinta Gorriti. Héctor Ignacio Ríos Jara. Ángel Vera. Guilherme Figueredo Benzaquen. Luis Fernando Rodríguez Lanuza. Fabián Andrés Villarraga Peña. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Friedrich-Schiller-Universität Jena.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-130-6

Idioma: Español

Descarga: Hacia una nueva sociología del capitalismo

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2466&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1607

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Los nuevos estudiantes

Por: Miguel Ángel Casillas

Con el inicio del año arranca un nuevo semestre en la educación superior; todos quisiéramos creer que lo haremos sin la pandemia de la COVID, sin embargo, esto es imposible pero también ineludible cuando pensamos en el diseño de los cursos o en las planeaciones didácticas que habremos de desarrollar.

Los cursos de este semestre habrán de programarse de modo híbrido, con grupos diezmados por el abandono, combinando hipotéticas sesiones presenciales con sesiones de trabajo a la distancia; volveremos a poner disponibles las lecturas y actividades en alguna plataforma de enseñanza; actualizaremos los grupos de Facebook y de WhatsApp. Habremos de continuar en clases a través de las pantallas, reactivaremos los foros de discusión, volveremos a recomendar y a descargar archivos desde el chat de la videoconferencia en que estemos conectados. Nuestros estudiantes seguirán leyendo en las pantallas de sus celulares y computadoras, descargando archivos de texto, de audio o de video para acceder al contenido de sus cursos.

Los actuales estudiantes de la educación superior, la enorme mayoría, los que llevan transcurridos cuatro semestres en pandemia y siguen bajo esa condición, no conocen físicamente las instalaciones universitarias, no las frecuentan ni les son familiares; ignoran dónde están las canchas y los espacios deportivos, las bancas y los rinconcitos. Nunca han visitado la biblioteca de su escuela: no saben a qué huelen miles de libros alineados en los anaqueles, nunca han localizado ahí un libro de papel, ni saben cómo buscarlos, nadie los ha regañado por alzar la voz o reír de un chiste para inculcarles el culto al silencio. Como la mayoría de los trámites se hacen en línea, desconocen los espacios administrativos y secretariales, no entregan oficios en papel, ni se les solicitan sellos de tinta en papel membretado.

Recluidos en sus casas, separados de sus amigos, sin interacciones físicas y corporales con sus compañeros de estudio, sin cachondear con sus novios o novias, miles de jóvenes universitarios han estado casi dos años sometidos a las medidas de control y distanciamiento social. Miles de nuestros actuales estudiantes no han socializado con sus compañeros dentro del claustro; no se conocen físicamente, desconocen su verdadero tono de voz, el color de sus ojos, su olor o su vestimenta para salir a la calle. Nunca han jugado ni sudado juntos. No hacen mítines ni protestas, tampoco bailan ni hacen fiestas sometidos por la sana distancia. Sólo se han conocido a través de las pantallas e interactuado de modo remoto a través de videoconferencias o grupos de colaboración.

Los nuevos estudiantes de la educación superior conocen a sus profesores por las pantallas, escuchan sus clases en línea o revisan los videos pregrabados. Casi nunca han discutido con ellos de viva voz, no han compartido dudas o comentarios en los pasillos o en las explanadas; mucho menos han departido con ellos en bares, fiestas y otros espacios informales. Nunca los han visto actuar en clase, gesticulando de pie incentivando la imaginación de sus alumnos.

De por si distantes del alumnado, en la actualidad los estudiantes desconocen completamente quiénes son las autoridades escolares e institucionales. Nunca el funcionariado había estado tan lejos del alumnado, nunca el gobierno institucional había sido tan opaco y la gobernanza tan autoritaria.

Aunque saben que existe físicamente, para los nuevos estudiantes, la universidad es un espacio fundamentalmente virtual, ahí han hecho su vida cotidiana de estudiantes, han tomado sus clases e interactuado con sus compañeros y profesores; en ese entorno virtual han accedido a las lecturas y realizado sus trámites administrativos. Tanto el servicio social, como las tesis y sus asesorías se están realizando en espacios virtuales, se investiga a la distancia a través de formularios electrónicos y de la etnografía digital.

Un hipotético retorno a las actividades presenciales no puede suponer un simple retorno al pasado, después de la experiencia vivida y de reconocer quiénes son los actuales estudiantes de la educación superior estamos obligados a reformar las prácticas y el contenido de la enseñanza superior. Es necesario dar prioridad al aprendizaje y diseñar estrategias relativas a las nuevas formas de estudiar, de leer y buscar información; debemos imaginar un nuevo cuaderno propio de las nuevas formas de tomar notas (con fotos, hipervínculos, imágenes, textos, etc.), así como aprovechar al máximo el potencial de los foros, chats y otros espacios de interacción y colaboración entre estudiantes.

El propio de desarrollo de la pandemia nos obliga a dejar de considerar la situación actual como transitoria y nos exige asumir plenamente que es impostergable la reforma de la enseñanza para asumir quiénes son los estudiantes actuales y cómo hemos cambiado los profesores de la educación superior.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-nuevos-estudiantes/

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Libro(PDF): La retracción del derecho a la educación en el marco de las restauraciones conservadoras. Una mirada nuestroamericana

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Los trabajos aquí presentados son parte de las producciones de los integrantes del Grupo de Trabajo de CLACSO Políticas Educativas y derecho a la educación, con el propósito de comprender la complejidad del escenario a través de estudios comparados, avanzando en la producción colectiva de conocimiento en el marco de las luchas políticas por un orden social más justo, acompañando con marcos analíticos renovados la comprensión de las nuevas dinámicas de producción y reproducción de desigualdades desde enfoques multidimensionales.

Autoras(es): Nora Gluz. Cibele María Lima Rodrigues. Rodolfo Elías. [Coordinadores]

Nora Gluz. Cibele María Lima Rodrigues. Rodolfo Elías. Myriam Feldfeber. Vicente Sisto. Javier Campos-Martínez. Andrés Felipe Mora. Maikel Pons Giralt. Pablo Martinis. Carmen Rodríguez-Martínez. Melina Costa Lima Fraga. Ana Paula Abrahamian de Souza. Oresta López Pérez. Alejandro Vassiliades. Eliza Bartolozzi Ferreira. Dalila Andrade Oliveira. Lívia Maria Fraga. Carmen Caamaño Morúa. Gabriela Walder. Laura Bareiro. Eloísa Bordoli. Stefanía Conde. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-813-015-6

Idioma: Español

Descarga: La retracción del derecho a la educación en el marco de las restauraciones conservadoras. Una mirada nuestroamericana

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2407&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1579

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Los resentidos

 

Me consta el extraordinario trabajo que cientos de profesoras y profesores realizaron durante el ciclo escolar que está por terminar…

 

Corrían los primeros meses del 2012 y se anunciaba con bombo y platillo el estreno del documental absurdamente llamado “De Panzazo”, mediante el cual, según sus directores Carlos Loret de Mola y Juan Carlos Rulfo, se abordaba el tema de la crisis de la educación de México.

La denostación hacia el magisterio había comenzado en complicidad con los gobiernos, azules y tricolores, eminentemente neoliberales. No había de otra, si la educación de nuestro país ocupaba el lugar que ocupaba, se debía, entre otras cuestiones, al desempeño de los profesores.

La maestra Elba Esther también estaba en la mira, puesto que al ser la dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores (SNTE), con todo el poder acumulado por años, había impedido el desarrollo de la educación en nuestro país. Por su parte, el Secretario de Educación, Alonso Lujambio, salió bien librado; claro, poco “podía hacer” ante el inconmensurable poder de este Sindicato.

Las salas de cine se llenaron, el mensaje se había enviado, y el camino para la llegada de Enrique Peña Nieto se había alineado.

Con la “transición” gubernamental la reforma educativa tan anunciada no vio obstáculo alguno. El Pacto por México había logrado su cometido: precarizar el ya de por sí precarizado trabajo de miles y miles de trabajadores de la educación. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se mantuvo firme. Rijosos los llamaron. ¿Por qué no quieren evaluarse si ellos mismos evalúan a sus alumnos? Fue otro de los mensajes que constantemente se enviaron solo que, quienes los difundían, olvidaron que, por años, de manera voluntaria también eran evaluados.

¡No es una reforma punitiva! Se dijo hasta el hartazgo; pero la ley era clara: te evalúas o pierdes tu trabajo. Represión, denostación y discriminación hacia una de las profesiones más nobles fue constante durante este gobierno y ¡cualquiera puede ser maestro! se convirtió en el sello distintivo de quien alguna vez fuera conocido como el sargento Nuño.

Además de la CNTE, pocas voces dentro del magisterio se escucharon, como el de una profesora del estado de Chihuahua quien, en un evento al que asistieron diferentes profesores de la República Mexicana con el Secretario de Educación, con voz firme y sin pausa asentó: ¡No hay maestros de primera o de segunda, somos maestros! Muchos lo celebramos. Por primera vez, en un evento público, con docentes evaluados en su desempeño, el funcionario que ocupaba la silla de Vasconcelos fue obligado a guardar silencio.

Desde luego, hubo quien coincidió con la política educativa del peñanietismo, y estaban en todo su derecho, puesto que diversas circunstancias laborales y profesionales habían impedido que accedieran a un trabajo, o bien, que ascendieran en su carrera profesional dada la inmensa corrupción que prevalecía en Carrera Magisterial (por ejemplo), programa que a todas luces fue corrompido por el SNTE en complicidad con las autoridades educativas locales y federales. La Secretaría de Educación, nunca fue colonizada, fue cedida a esas indeseables cúpulas políticas y sindicales. La educación, como ha sucedido y sigue sucediendo, no es una prioridad para los gobiernos.

Pasaron los años y las manifestaciones de rechazo o aceptación a la tan nombrada mal llamada reforma educativa, no cesaron, por el contrario, se incrementaron.

Curiosamente, los medios de comunicación hicieron lo suyo y mostraron la otra cara de la moneda de ese descredito. Poco a poco, ciertos políticos que hoy gozan de las mieles de Palacio Nacional, capitalizaron tales hechos y el triunfo se obtuvo sin ningún miramiento.

¡No somos iguales! Se repite cada mañana en las conferencias de prensa, pero esto no es del todo cierto. La política educativa neoliberal sigue tan presente en los pasillos, salones y oficinas de la Secretaría de Educación Pública (SEP). La llegada de Esteban Moctezuma no auguraba nada bueno.

Se desapareció al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y “dejó” de operar la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), pero en los hechos ésta nunca se ha ido, la Unidad del Sistema para la Carrera de los Maestros y las Maestras (USICAMM), es una copia mal hecha que ha convertido sus procesos en un verdadero martirio para cientos de maestras y maestros ¿Ya no son iguales? Se repite una y otra vez hasta el hartazgo, y los hechos demuestran lo contrario.

La emisión de un calendario escolar sin ningún dejo de consulta más que el dicta el viejo y arcaico autoritarismo de antaño se cumplió: las órdenes son para cumplirse. El patrón manda, los subordinados atienden, y el sindicato, ¿cuál es el papel de un sindicato?

Ahora bien, en esta ocasión, pocas no fueron las voces de rechazo ante tal hecho; la revalorización tan prometida se ha quedado en eso: en una promesa que puede convertirse en eufemismo. Y luego, la división magisterial tan lógica y esperada: unos a favor y otros en contra. ¿El motivo? Es lo de menos, porque tal división no permite dilucidar con claridad que la SEP no sabe qué hacer ante las terribles consecuencias que ha dejado la pandemia en el ámbito educativo. ¿Desconocimiento, incapacidad, ineficiencia o la realidad de las condiciones que imperan en esta materia en el país? Una realidad que, indudablemente, se liga con ese desconocimiento, incapacidad e ineficiencia que han dejado diferentes gobiernos que, dicho sea de paso, han colocado al frente de la SEP a quien han querido.

¿Se necesitaba la llegada de un miembro del magisterio a esta Dependencia para atender todo aquello que debería atenderse? La respuesta, afirmativa, podría ser la que persiga la lógica pues, con el conocimiento de lo que ocurre en aquel terreno indómito conocido como escuela, lo llevaría a marcar un camino diferente dada la sensibilidad, empatía y sabiduría que la misma experiencia profesional y personal le ha dejado. Desafortunada realidad, tristes resultados.

Curiosamente quien debería dirigir los caminos de la educación en México con tales cualidades, considera que más días al calendario escolar traería excelentes resultados ¿Sobre qué base pedagógica y didáctica se fundamentó esta decisión? Me gustaría saberlo; y no por estar resentido con tal hecho, más bien, para comprender los ajustes que, en política educativa se están haciendo.

¡Qué bueno que haya escuelas que cuenten con todo lo necesario para brindar una educación que realmente necesitan miles de estudiantes! Desafortunadamente no todas cuentan con ello, y eso lo sabemos.

Me consta el extraordinario trabajo que cientos de profesoras y profesores realizaron durante el ciclo escolar que está por terminar. Como todo en la vida, no niego que haya quienes no lo hayan hecho, pero si el cuestionar sobre una decisión que toma la autoridad sin sustento alguno más que el que le otorga el puesto que le fue conferido me lleva a ser un resentido, desde luego que soy y seré un resentido, al igual que muchos de estos valientes maestros.

¿No acaso el cuestionamiento es un principio básico que debe fomentarse en cada una de las aulas con nuestros alumnos?

No, ahora la denostación no proviene de una sala de cine; emana de una férrea simpatía que bien pudiera confundirse con fanatismo.

Fuente e imagen:  http://pulsored.com

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El currículum pandémico

Por: Sergio Dávila Espinosa

Se dice que el currículum es el conjunto de criterios, intenciones, contenidos y estrategias que establecen y guían la acción educativa en las escuelas. Es responsabilidad de las autoridades educativas delinear, dar a conocer a la comunidad y evaluar sus resultados.

En los cursos de educación, a los docentes nos enseñan a distinguir entre varios tipos de currículums, como el currículum formal, que es el escrito en los planes de estudio; el currículum vivido que es el que realmente llega a las aulas debido a los ajustes que hacen los docentes y muchas otras circunstancias no previstas; y siempre hay quien señala también la existencia de un currículum oculto, formado por todas esas cosas, no necesariamente positivas, que aprenden los niños en la escuela pero que no son enseñadas formalmente por los profesores, sino producto de la convivencia con sus pares, como los prejuicios, la discriminación, la burla, o las groserías, por señalar sólo algunos ejemplos.

Así pues, a más de un año de haberse instaurado la escuela de lejos, nuestros niños y jóvenes no sólo están aprendiendo contenidos del currículum formal y que fue adaptado por las autoridades en el programa Aprendo en Casa N (creo que ya estamos en la tercera temporada y sería prudente pensar en preparar la cuarta). Sus ojos nos ven y aprenden de nosotros. ¿Qué les estamos enseñando como adultos a las nuevas generaciones ahora que por primera vez conviven más con sus padres y familiares que con sus maestros?

Ningún programa que la SEP transmita por televisión, ninguna videoconferencia organizada por sus maestros, ninguna actividad a distancia diseñada con uso de tecnología o sin ella, ni tampoco ningún libro de texto, tiene la influencia pedagógica sobre la formación de la personalidad de los niños que el ejemplo de los adultos. Y lamentablemente, creo que el balance no necesariamente será positivo. ¿Cuáles son las lecciones que les hemos impreso en el corazón de manera inconsciente a las nuevas generaciones?

Los pilares del currículum pandémico son las características de la sociedad con la que han convivido los niños y jóvenes en este último año. Propongo algunas de las más notorias:

  • Egoísmo: Lo importante somos nosotros, el otro no importa. Por que puedo, compro todo el papel higiénico, desinfectante o vitaminas del mercado. Y nuestros hijos miraron atónitos las compras y las anécdotas triunfantes: “como ya no había muchos, me compré una caja completa”.
  • Abuso: Si puedo pasar por encima del otro, para obtener algún beneficio, no sólo se justifica, sino que es característica de mi inteligencia. Y así, nuestros niños fueron testigos de cómo jóvenes veinteañeros fueron vacunados y lo presumieron en redes sociales sin formar parte del sector salud.
  • Mentira: Con tal de vacunar a un familiar antes de lo indicado, vale llevarlo a un centro de vacunación que no le corresponde y mentir en el domicilio, edad o algún otro dato. Los niños aprendieron que, tratándose de un miembro de la familia, está bien mentir, aunque nosotros les insistamos todos los días en no hacerlo.
  • Corrupción: Si hay posibilidad, y siempre la hay, todos conocemos a alguien que está ofreciendo las vacunas “sobrantes” de las jornadas, a cambio de una cooperación. Y claro, también estas conversaciones son escuchadas por nuestros niños, esos a los que les pedimos se esfuercen por ser honestos y rectos en su actuar.
  • Autoritarismo. ¿Cuántas discusiones familiares, gritos y sombrerazos habrán tenido que presenciar los niños ahora que están en casa más tiempo junto a sus papás? Los niños han presenciado de cerca la forma en que se resuelven los conflictos. Y han aprendido sobre quién tiene voz y cuánto vale la opinión de cada miembro de la familia.
  • Machismo. Según los estudios, muchas niñas han tenido que hacer a un lado sus tareas escolares para ayudar en las tareas domésticas, especialmente la preparación y servicio de alimentos, lavado de ropa y cuidado de los más pequeños. Tareas que no son repartidas por igual entre los hijos o hijas y de las que la escuela las salvaba.
  • Incongruencia: Una sociedad que califica como prematuro el regreso a clase, pero no tiene mayor reparo en realizar reuniones familiares, asistir a fiestas, antros o playas.

El artículo 3º de nuestra vulnerable constitución indica las características de la educación que deberían recibir nuestros niños y jóvenes. Señala, y esto hace parte del currículum formal que deberá desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y menciona como criterios basarse “en los resultados del progreso científico”. Sin embargo, las autoridades han ignorado o hasta contradicho los criterios científicos sobre el manejo de la pandemia. En la mañana se quitan el cubrebocas y en la tarde se lo ponen. Recomiendan desde la Condesa o Zipolite que la gente se quede en casa y con solemnidad afirman que la población regala inmunidad.

Las autoridades no han mostrado un solo criterio de orden científico para el regreso seguro a clases presenciales. No nos han dicho si la tasa de contagio esperada puede ser mínima, de lo cual hay evidencia, dada la experiencia en los países que ya han regresado. No nos han explicado por qué se considera segura la operación de una escuela con maestros vacunados y alumnos desprotegidos. Todos hemos sido testigos de que volveremos a clases por el simple e irrefutable argumento esgrimido desde el púlpito matutino: “ya urge”. Y esto, también es parte del currículum oculto, del currículum pandémico con el que nuestros estudiantes aderezan su formación.

Fuente: educacionfutura

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Frenar la libertad

Por: Tahira Vargas García 

Tanto en el hogar, en la calle como en los centros educativos se educa con represión.

La libertad está intrínsecamente vinculada a la responsabilidad social, al ejercicio ciudadano y al desarrollo humano. Sin libertad no hay desarrollo humano.

El ejercicio ciudadano en nuestra sociedad es muy débil, nuestra población no tiene clara conciencia de sus derechos ni de su responsabilidad social. Esta responsabilidad social no se ha forjado, se ha aniquilado uno de sus principales cimientos, la libertad. Cada individuo se socializa en el miedo y en la represión en la familia, la escuela, el vecindario, los espacios laborales, la relación con el Estado y en la vida social.

La inexistencia de una construcción del sentido de responsabilidad se debe a la ausencia de libertad. Padres/madres, abuelos/as tías/os tienen miedo de ofrecerle a los/as niños/as y jóvenes espacios de libertad donde tomen sus propias decisiones y tengan control sobre lo que hacen.

Tanto en el hogar, en la calle como en los centros educativos se educa con represión, con sanciones permanentes, siempre es “no”, “no hables”, “no te pares”, “cállate”, “siéntate”, los mensajes principales están sustentados en prohibiciones y sanciones. Estas prohibiciones y sanciones generan rebeldía, agresividad, violencia y poca responsabilidad.

Ofrecerle libertad a la juventud no la convierte en una amenaza, por el contrario, la empodera e integra socialmente convirtiéndola en sujeto social.

Las instituciones sociales, escuela, familia, religiones, grupos sociales, instituciones públicas, partidos políticos, tienen miedo. Miedo a que la población adolescente y joven adquiera conciencia de derechos y asuman responsabilidad frente a su cuerpo, sus propios proyectos de vida, su conducta y su vida cotidiana.

Los conflictos intergeneracionales tienen así una matriz de miedo, resistencia al cambio, resistencia a la responsabilidad social. Así se fortalece el conservadurismo expandiéndose con ello las corrientes fundamentalistas religiosas, la intolerancia cultural, social, racial, sexual y a la diversidad en sentido general.

Ofrecerle libertad a la juventud no la convierte en una amenaza, por el contrario, la empodera e integra socialmente convirtiéndola en sujeto social.

El sostenimiento del miedo, las prohibiciones, exclusiones y represión a las libertades incrementan el autoritarismo, la violencia y la desigualdad. Necesitamos que todas las generaciones y personas asumamos sentido de responsabilidad y ejercicio ciudadano, respetemos la diversidad y rompamos con el miedo a la libertad.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY

Fuente: https://acento.com.do/opinion/frenar-la-libertad-8928653.html

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Dignidad y derechos humanos

Por: Leonardo Díaz

La justificación oficial de un reciente acribillamiento policial de ciudadanos, basado en una “confusión de identidades”.

El respeto a los derechos humanos se fundamenta en un supuesto básico: los seres humanos poseen una dignidad intrínseca por el mero hecho de ser personas.

El reconocimiento de este supuesto no está condicionado por el contexto social o cultural. Este es el motivo por el que prácticas que generan agravio, como la ablación o la violación, son condenables desde el punto ético, aunque dichas prácticas hayan estado arraigadas en tradiciones históricas o culturales.

El reconocimiento de la dignidad intrínseca de los seres humanos tampoco depende de la honorabilidad de los mismos. Si en una sociedad democrática moderna un ciudadano es declarado culpable de infringir una ley, recibe una pena que no implica la degradación de su condición humana, conservando las implicaciones legales y morales de su reconocimiento como persona.

Estos supuestos evidentes, verdades obvias en todo Estado de derecho moderno, no siempre lo son en una sociedad donde algunas veces se piensa que los derechos humanos están condicionados por la honorabilidad social, el estatus jurídico o las prácticas morales de la ciudadanía.

Es la razón por lo que en el imaginario popular dominicano resulta frecuente escuchar afirmaciones donde se estimulan prácticas arraigadas en nuestra historia política como: el maltrato físico, el abuso psicológico y la privación de las libertades civiles si se considera que la persona que sufre los daños “se lo merece” por haber violado la ley o por ser estigmatizado como un paria social.

El problema emerge de nuevo al ser testigos recientes de la incredulidad generada por la justificación oficial de un reciente acribillamiento policial de ciudadanos, basado en una “confusión de identidades”, sin que el supuesto mismo de la justificación haya sido cuestionado: la violación de los derechos humanos queda validada si quienes sufren la misma son sujetos de persecusión penal.

Tampoco se cuestiona muchas veces el “agravante” a una violación de los derechos humanos como supuestamente son: las creencias religiosas de las víctimas, o sus bondades personales. Como si la gravedad del desconocimiento a la dignidad de las personas dependiera de si la víctima es una persona religiosa o antirreligiosa; filántropa o misántropa.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/dignidad-y-derechos-humanos-8931637.html
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