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ACNUR solicita $115 millones de dólares adicionales para el retorno voluntario y la reintegración de refugiados somalíes

Somalía/28 de julio de 2016/Fuente ACNUR

EL plan también incluye la reubicación de 31.000 refugiados a Kakuma y la verificación de la población del campamento.

(ACNUR) – el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, solicitó a los donantes un adicional de $115 millones de dólares para financiar el retorno voluntario y la reintegración de refugiados somalíes del campamento en Dadaab, Kenia. El financiamiento también es necesario para la reubicación de refugiados de Dadaab hacia el campamento para refugiados Kakuma, así como para proyectos relacionados, e infraestructura en Kenia y Somalia. Anteriormente, el ACNUR solicitó $369,4 millones de dólares para la situación de Somalia. Con este pedido adicional, y con la re priorización de proyectos, el total de los requerimientos revisados del ACNUR para el 2016 para la respuesta en estos países afectados (Yibuti, Etiopía, Kenia y Somalia) es de $484,8 millones de dólares.

Posterior al anuncio del 6 de mayo del Gobierno de Kenia de cerrar el campamento Dadaab, el ACNUR presentó un plan de acción en la reunión de la Comisión Tripartita (Kenia, Somalia y el ACNUR), que tuvo lugar en Nairobi a finales de junio, y a la cual asistió el Alto Comisionado, Filippo Grandi. El plan destaca un proceso que pretende reducir la población de Dadaab, de 343.043 personas que viven ahí actualmente (326.611 somalíes), a 150.000 para finales de 2016. Los $115 millones solicitados se destinarán a una serie de actividades, incluyendo:

  • Reubicación de 16.000 refugiados no somalíes de Dadaab a Kakuma,
  • reubicación de 15.000 refugiados somalíes que actualmente están en proceso de reasentarse en Kakuma,
  • reubicación y reintegración de cerca de 42.000 de personas que se cree son kenianas, pero que están registradas como refugiadas,
  • verificación de la población de Dadaab, y una encuesta integral sobre intenciones de retorno y,
  • apoyo para un adicional de 50.000 refugiados somalíes que retornan voluntariamente de Dadaab a Somalia.

“El ACNUR está comprometido con asegurar que todos los retornos a Somalia son voluntarios y que se lleven a cabo con dignidad, seguridad y protección de los refugiados en todo momento. Para poder hacer esto, estamos solicitando a los donantes de la comunidad internacional que apoyen esta solicitud adicionales, con el fin de que los somalíes que retornen puedan volver a sus países con las mejores oportunidades posibles para reestablecerse con sus familias con paz y estabilidad”, dijo Valentin Tapsoba, Director de ACNUR para África.

Los fondos adicionales también son requeridos para un incremento propuesto en el paquete de asistencia de retorno antes de la salida de Kenia y el retorno a Somalia. Se propone que el aumento de la concesión de retorno vaya de $150 dólares a $200 dólares para somalíes que retornan por tierra. Aquellos que tengan necesidades especiales recibirían un adicional de $75 dólares. Para el pequeño número de retornados que vuelvan por aire, la concesión crecerá de $100 dólares a $150 dólares, con un adicional de $30 dólares para quienes tienen necesidades especiales. A los retornados también se les dará un paquete con productos no alimentarios.

Del lado de Somalia, se busca el apoyo de los donantes para financiar un incremento en los paquetes de asistencia a retornados. Se propone eliminar el tope de $600 dólares por familia para la concesión de reinstalación, y en lugar ofrece a los retornados $200 dólares por persona, sin importar el tamaño de la familia, una movida que debería hacer que más familias numerosas opten por retornar. Con el fin de asistir la reintegración inicial, cada familia retornada será apoyada con un pago mensual de $200 dólares mensuales durante seis meses para ayudarlos a cubrir sus necesidades básicas. La posibilidad de brindar seguro de salud para los retornados urbanos también se considerará.

Se propone un aumento en las áreas de retorno y la presencia del ACNUR, con tres estaciones de paso adicionales por agregarse en Mandera/Belet Xawa, El Khalow/Ceel Wak y Anumel/Raskamboni así como incluir Afmadow, Dinsoor y Belet Xawa a las nueve áreas de retorno ya exixtentes. El acceso a los servicios sociales básicos es vital para la reintegración exitosa y las intervenciones se centrarán en los proyectos comunitarios de rápido impacto (menos de seis meses) para crear activos comunitarios en áreas para los retornados, los desplazados internos y las comunidades de acogida. La rehabilitación y/o la extensión de escuelas, centros de salud y otras infraestructuras básicas se implementarán para sostener el retorno, con un fuerte enlace con los respectivos planes y programas de desarrollo. También se propone establecer una plataforma transfronteriza de empleos para conectar a los retornados somalíes que buscan empleo con posibles empleadores.

Si se recibe el apoyo de donadores, se propone que se aumente la asistencia alimentaria de los tres a los seis meses, posiblemente más. Una asistencia educativa de $25 dólares mensuales por niño durante nueve meses es también parte de la propuesta. El apoyo en albergue y artículos no alimentarios será aumentado con la posibilidad de monetización del paquete de productos no alimentarios existente, y el ACNUR tiene la intención de apoyar a 22.500 hogares para construir albergues permanentes localizados con $ 1.000 dólares por familia. También se considerarán soluciones localizadas para los retornados urbanos a través de pago de la renta.

Se anticipa que la mayoría de la población de refugiados remanente, aproximadamente 170.000 personas retornarían a Somalia durante el curso de 2017 y posiblemente en inicios de 2018. Hasta la fecha, 170.000 somalíes han retornado a Somalia de Dadaab desde diciembre de 2014.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/acnur-solicita-115-millones-de-dolares-adicionales-para-el-retorno-voluntario-y-la-reintegracion-de-refugiados-somalies-del-campamento-de-dadaab/

Imagen: http://www.acnur.org/fileadmin/_processed_/csm_02.2012.21_somalia_unhcr_ce20a1af1c.jpg

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Escapar de la violencia en Sudán del Sur: vidas desarraigadas, familias destrozadas

Sudán del Sur/21 de julio de 2016/Fuente: UNICEF

La violencia reciente de Sudán del Sur ha desplazado a unas 65.000 personas de la ciudad de Wau y de sus alrededores. Entre ellos se encuentran muchos niños a los que separaron de sus padres cuando huyeron sus familias. El objetivo principal es la reunificación, pero primero es necesario buscar cuidadores para esos menores no acompañados.

– Cuando escucharon el tiroteo, supieron que tenían que correr. Uno escapó solo, otro, con sus hermanos, y otro con sus hijos y sus nietos.

Todos estaban en su casa, en la ciudad de Wau, al noroeste de Sudán del Sur cuando estalló el conflicto el 24 de junio. Y todos forman parte de las 65.000 personas que han quedado desarraigadas.

Buscar cuidadores para niños que están completamente solos.

Christina, de 16 años, se refugia en un asentamiento cercano a la base de la misión de las Naciones Unidas en Wau. Estaba sola en su casa la mañana que comenzó el conflicto. Cuando tuvo el valor de salir afuera durante un momento de calma del tiroteo, vio que todos sus vecinos se habían ido. Sola y asustada, corrió hacia el bosque. Más tarde, se encontró con un grupo de personas que caminaban hacia la base y se fue con ellos.

Imagen del UNICEFChristina, de 16 años, vive en el centro de registro de UNICEF en el principal asentamiento para desplazados de Wau, Sudán del Sur. No sabe dónde están sus padres ni sus hermanos.

La niña duerme, junto con otros seis niños que no tienen familia, parientes ni vecinos que los cuiden, en el asentamiento que utiliza UNICEF para registrar a niños perdidos y separados. Asegura que no conoce a nadie en el asentamiento y no tiene ni idea de dónde se encuentran sus padres y hermanos.

“No estoy acostumbrada a estar sola”, decía tan suavemente que apenas se le oía. “No sé qué hacer”.

Ayuda para que los vecinos ayuden a los niños

La gran catedral de Wau y los edificios de su alrededor también se han convertido en un asentamiento para desplazados que acoge a 10.000 personas que viven en los huecos que logran encontrar. Nedal, de 15 años, y sus dos hermanos pequeños llegaron tarde el día 24, después de haber sido separados de sus padres en medio del pánico en el que estaba sumida su comunidad.

Gracias al centro de registro que UNICEF tiene en el asentamiento, los niños se encontraron con algunos vecinos que estaban cerca, y ahora están viviendo con una familia de acogida. Un trabajador social del gobierno, que también vive en el campamento, realiza labores de voluntario en el centro y supervisa con frecuencia el estado de los tres niños.

“La necesidad más acuciante ahora mismo es encontrar familias que quieran cuidar de los niños que están completamente solos”, dice Shafeeq Ur Rehman, Jefe de UNICEF en la oficina en el terreno en Wau. “Todas las personas de estos asentamientos luchan por sobrevivir, y asumir la responsabilidad de otro niño supone una carga adicional para ellos. Debemos ayudarlos para que puedan ayudar a los niños”.

Por otro lado, UNICEF ha creado espacios dentro del asentamiento donde los niños pueden ir a jugar y relacionarse y en el que hay cuidadores disponibles para ayudar a estos jóvenes que, a menudo, están traumatizados.Imagen del UNICEF

Cuando UNICEF viajó hasta Wau para asistir a los desplazados, inmunizaron y trataron a cientos de niños con malnutrición.

Desde el 3 de julio, UNICEF ha registrado a 31 niños no acompañados dentro de la ciudad de Wau, así como a otros 297 que han perdido la pista de sus padres y están viviendo con otros parientes o cuidadores. Además, se han registrado 130 denuncias por parte de familias de niños desaparecidos.

En busca de seguridad en el bosque

Cuando Sebit Bernado escuchó las explosiones, lo primero que pensó fue que iría en busca de ayuda a su aldea natal. Huyó sin llevarse más que una mochila pequeña, y durante dos días él y su familia caminaron por el espeso bosque hasta llegar a Mboro. Sin embargo, se encontraron con unos habitantes temerosos de que la violencia se extendiera hasta allí, por lo que durmieron en el bosque para pasar desapercibidos.

Varios miles de personas se reunieron cerca de una iglesia abandonada cuando UNICEF y sus aliados llegaron para proporcionarles servicios médicos y comida terapéutica de alto contenido energético para los niños malnutridos. Una vez distribuidos los servicios, las familias se alejaron caminando por los sucios senderos hasta desaparecer de nuevo entre los árboles.

Los cuatro nietos de Sebit estaban entre los cientos de niños que iban a ser inmunizados en Mboro. El hombre aseguró que le preocupaba que sus nietos vivieran así, y se estaba planteando regresar a Wau, aunque no a su casa. “Tal vez volvamos a vivir al asentamiento de las Naciones Unidas”, dijo. “Es difícil vivir en el bosque, pero al menos seguimos vivos. Cuando volvamos a casa, quién sabe”.

Fuente: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/southsudan_91807.html

Imagen: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/images/133xxibc1.jpg

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Mozambique: Refugiados invisibles de un conflicto inexistente

Mozambique/19 de julio de 2016/ Fuente: el país

Malawi y las agencias se afanan en acoger a miles de mozambiqueños que huyen de la violencia.

El olor a humo se extiende por el campamento y pica en la garganta. El sol empieza a esconderse, y los refugiados de Luwani encienden fuegos para preparar la cena. Mientras, la temperatura afloja en el cálido invierno de esta zona del sudeste de Malawi, a algo más de 50 kilómetros de la frontera con Mozambique. Hace unos meses, en casa de Oskar, al otro lado de la línea imaginaria que divide ambos países, también acababan de hacer la comida. Este chico de 21 años y mirada vacía almorzaba con sus padres y sus dos hermanos cuando un grupo de soldados que identifica como «de Frelimo» (el partido izquierdista que ha gobernado Mozambique desde su independencia en 1975) apareció y les hizo entrar en la vivienda. «Sentí que corríamos peligro», recuerda. Así que abrió una ventana y salió corriendo en busca de ayuda. Minutos después el humo le hizo volver la cabeza. Su casa ardía con su familia dentro.

En Luwani, un campo de refugiados que llevaba cerrado desde 2007, se escuchan decenas de historias similares: hogares reducidos a cenizas, tiroteos, soldados buscando a partidarios de «los otros» para «hablar con ellos»… Las atrocidades propias de una guerra civil como la que desangró a Mozambique entre 1975 y 1992. Tras la instauración de elecciones multipartidistas, el fin del conflicto parecía certificado y en los últimos años la antigua colonia portuguesa ha sido la joya de la cooperación internacional y uno de los países con mayor crecimiento de África. Pero «unos» y «otros», siguen siendo los mismos. Frelimo, y Renamo (el partido conservador que lucha por el poder desde entonces).

“No imaginas cómo es volver a sentirse seguro. Este lugar me da esa sensación”

Tras las presidenciales de 2014, el derrotado líder de Renamo, Afonso Dhlakama, denunció fraude electoral aunque su partido había crecido en representación. Y en marzo del año pasado anunció su intención de gobernar en las seis provincias del centro y el norte del país donde reclama legitimidad. Habitantes de esas áreas que han huido de sus tierras por los enfrentamientos entre ambas fuerzas acusan sobre todo a los de Frelimode dejar un rastro de muerte y destrucción en su persecución contra los opositores.

Ilidio, un anciano que no recuerda su edad, aún tiembla al recordar la mañana que fue a visitar a sus nietos y a medio camino vio una nube de humo que ascendía desde su pueblo. «Intenté volver a casa, pero escuché tiros. Un amigo me dijo que uno de esos disparos había matado a mi mujer». Ese temor es el que ha llevado a varios miles mozambiqueños a dejarlo todo (cuando quedaba algo que dejar) y escapar con lo puesto, a pie durante varios días, para cruzar la frontera y buscar refugio en Malawi.

Un grupo de chicos bombea agua en el asentamiento de Kapise. CARLOS MARTÍNEZ

A tres kilómetros de la aldea malauí de Kapise II, el límite entre ambos países es un camino de tierra en el que solo un mojón de piedra indica que cambias de territorio. A este pueblo empezaron a llegar hace justo un año cientos de mozambiqueños aterrorizados. Los vecinos de la comunidad los recibieron con los brazos abiertos y les cedieron terreno para que levantaran sus refugios. El hecho de que la mayoría de los que llegaban compartieran etnia y lengua (el chichewa) con la población local facilitó las cosas. «A algunos ya les conocíamos porque cruzábamos de un lado a otro para comerciar», explica William Matiwe, el jefe local. El Ejecutivo de Malawi también los admitió.

A medida que más y más personas arribaban a Kapise y otros puntos, el Gobierno y las organizaciones internacionales declararon una emergencia. Se pasó de unas 700 personas en todo julio hasta un goteo de casi 300 al día a mediados de febrero de este año, hasta superar con creces la barrera de los 10.000. Bajo la supervisión del Ejecutivo malauí y la coordinación de Acnur (el alto comisionado de la ONU para los refugiados), Médicos sin Fronteras, Acción contra el Hambre, Plan International y otras agencias y ONG acudieron a dotar a los refugiados y solicitantes de asilo de letrinas, pozos de agua, material para refugios, atención médica y hasta una escuela.

“Intenté volver a casa, pero escuché tiros. Un amigo me dijo que uno de esos disparos había matado a mi mujer”

En estas colinas de tierra rojiza, frías en esta época, decenas de inestables y minúsculas chozas de madera y paja se arraciman sin apenas dejar espacio con las construcciones locales mientras le comen terreno al bosque. La situación se tornó insostenible por la previsión de nuevas llegadas y, sobre todo, por la sensación de inseguridad. A solo dos minutos de la frontera, muchos se sentían desamparados. «En Kapise estaba muerto de miedo», recuerda el anciano Ilidio. Más aún cuando entre abril y mayo se avistaron soldados de Frelimo en una loma visible desde allí. Tampoco ayudó que miembros del Gobierno mozambiqueño insistieran en que se les dejara reunirse con los refugiados y algunos llegaran a acercarse allí— para animarles a volver, como si no pasara nada.

Porque ese es el drama. Si los refugiados y desplazados del continente africano ya cuentan poco para la comunidad internacional, es todavía más complicado aceptar tu situación cuando la lucha de la que huyes, en teoría, no existe. Las autoridades de Maputo se resisten a reconocer los enfrentamientos y solo admiten ataques de por parte de Renamo mientras desmienten noticias como la aparición de fosas comunes, aunque después se encuentren evidencias que sugieran su existencia. Y la opinión pública mundial es prácticamente ajena a todo esto.

Atardecer en el campo de Luwani.ver fotogalería
Atardecer en el campo de Luwani. CARLOS MARTÍNEZ

Para acoger a todos en condiciones, las autoridades malauís decidieron reabrir el viejo campo de Luwani, donde ya se cobijaron en su día miles de mozambiqueños junto con otros tantos ruandeses, a más de 50 kilómetros de la frontera. «No imaginas cómo es volver a sentirse seguro. Este lugar me da esa sensación», asegura Thomas, un profesor que cuenta que huyó tras esconderse entre los conejos de la casa de su hermano cuando los hombres de Frelimo fueron a buscarle allí. Le acusaban de colaborar con Renamo.

Los trabajos de reacondicionamiento en Luwani avanzan a marchas forzadas por la falta de recursos. «Tenemos que tirar de imaginación y aprovechar todo lo que nos llega», explica Fadela Novak-Irons, responsable de Acnur para la emergencia. «Eso requiere un enorme trabajo de coordinación entre todas las agencias que trabajamos aquí». Porque todo ha sucedido de improviso. «Esta crisis no estaba en el radar de nadie», reconoce Novak-Jones. Los técnicos de Acnur se afanan en demarcar zonas para levantar nuevas viviendas, cada una con su zona de cultivo (para que los habitantes del campo puedan intentar generar sus propios ingresos o alimentos), construir letrinas y zonas comunes para niños o mujeres. Ya han instalado pozos de agua, rehabilitado el centro médico y reforzado la escuela local. Las labores continúan, pero «todo depende de los fondos», señala la responsable de Acnur.

Y el principal problema, una vez más, es la comida. «Estamos contentos con la educación de los niños, pero la comida no alcanza», cuenta Hilario, de 36 años, mientras protege con una mano enorme a uno de sus cinco hijos del humo que desprende la fogata en la que su mujer prepara la cena tirando de inventiva. Hilario es de los que tuvo que huir por la amenaza de los opositores de Renamo, que se llevaron a su padre, un jefe local con los consiguientes vínculos con el Gobierno. «Me dicen que aún me andan buscando».

A mediados de abril empezaron los traslados al campo reabierto desde el asentamiento de Kapise, que Malawi quiere despejar para que sea solo un centro de tránsito para los recién llegados. Pero muchos se han negado a cambiar de lugar. Las razones son variadas. Algunas lógicas, como las de quienes esperan la llegada de familiares o conocidos antes de alejarse de su país de origen. Otras no están tan claras. Parece que gente que vivía cerca de la frontera se unió en la huida a los que procedían del interior, por miedo a que la violencia les alcanzara. Muchos de estos últimos han regresado. «Hemos visto que algunos van y vienen, otros se quedan allí. También hay quien va a cuidar sus cultivos al otro lado», explica Elsie Mills Tettey, responsable de campo de Acnur. En cualquier caso, varios rumores extendidos por Kapise desde que en Luwani hubo brotes de cólera en el pasado hasta que los traslados son tretas para lanzar a los refugiados a los cocodrilos alimentan la resistencia de quienes lo perdieron todo y fueron perseguidos.

Una hilera de refugios en el campo de Luwani.

Iris, una mujer casi en la cincuentena que está aquí con su marido Hidayat, ciego y bastantes años mayor que ella, tampoco quiere cambiar de lugar. La excusa que ofrece al personal del campo es que acaba de hacer la colada y no quiere mudarse con la ropa mojada. Aunque al final acepta que no le quedará otra, porque en Kapise donde en el último recuento a finales de junio quedaban casi 800 personas se dejará de prestar asistencia. «Iremos porque es la única opción que tenemos: no podemos volver a casa». Algunos que van y vuelven les cuentan que la lucha continúa. Allí, en Mozambique este matrimonio tenía una casa de ladrillo, animales y una granja con gente que trabajaba para ellos. Los soldados de Renamo acamparon en los alrededores y cuando llegaron los de Frelimo comenzaron los disparos. «Quemaron nuestras casas y graneros, y no pudimos traer nada».

Sus vidas, como las de Oskar, Ilidio o la de Ilario y su familia, transcurrían con tranquilidad en unos casos y con dificultades en otras, pero en paz, hasta que un día todo quedó consumido por las brasas. Ahora se dejan llevar, con la esperanza de encontrar un quehacer o tener al menos una pequeña parcela que cultivar para no depender totalmente de la asistencia. «Tal vez en Luwani nos den un trozo de terreno», suspira Iris.

El olor del humo, probablemente grabado a fuego en las pesadillas de todos estos refugiados, se hace más fuerte a medida que cae el sol. Aunque no tienen harina suficiente, Ilario, su familia y sus cinco hijos, invitan a los periodistas a cenar con ellos. Confían en que todo mejore. Y como la mayoría de los más de 1.800 nuevos vecinos de Luwani ponen de su parte para adaptarse a su nueva vida. Oskar, el chico que perdió a toda su familia, no puede ni pensar en volver. «Mozambique está lleno de matanzas, siempre hay enfrentamientos y la gente es asesinada y traicionada», escupe con rabia. «He prometido que nunca regresaré a mi país. Las experiencias que viví no me lo permiten. Haré de Malawi mi casa».

Se han asignado nombres ficticios a los entrevistados para proteger su identidad.

Este reportaje se ha realizado con la colaboración del Comité Español de Acnur (www.eacnur.org)

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/07/13/planeta_futuro/1468425753_198904.html

Imagen: http://ep02.epimg.net/elpais/imagenes/2016/07/13/planeta_futuro/1468425753_198904_1468518619_noticia_fotograma.jpg

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Los efectos de El Niño aún no han terminado: 26 millones de niños en África necesitan ayuda

África/14 de julio de 2016/Fuente: iagua

A pesar de que el fenómeno climático El Niño –activo durante 2015 y 2026- ha llegado a su fin, su impacto devastador sobre los niños está empeorando. Esto se debe a que el hambre, la desnutrición y las enfermedades continúan aumentando después de las graves sequías e inundaciones que ha generado este fenómeno, uno de los peores en la historia.

Son algunas de las conclusiones del informe de UNICEF «Aún no ha terminado: Las consecuencias de El Niño sobre la infancia«. La publicación alerta además de las grandes posibilidades de que La Niña –el fenómeno inverso de El Niño– comience su actividad en algún momento de este año, agravando aún más la dura crisis humanitaria que está afectando a millones de niños en algunas de las comunidades más vulnerables.

Los niños que viven en las zonas más afectadas ya están pasando hambre. En África oriental y meridional –las regiones que han sufrido las peores consecuencias de este fenómeno– unos 26,5 millones necesitan ayuda, incluidos más de 1 millón que necesitan tratamiento para la desnutrición aguda grave.

En África oriental y meridional unos 26,5 millones necesitan ayuda, incluidos más de 1 millón que necesitan tratamiento para la desnutrición aguda grave.

En muchos países, los recursos que ya eran escasos han llegado a su límite, y las familias afectadas han agotado sus mecanismos para superar la situación llegando a saltarse determinadas comidas o a vender sus activos. Si no se moviliza ayuda que incluya el envío urgente de suministros nutricionales para los niños pequeños, la situación podría socavar varias décadas de progreso en favor del desarrollo.

El Niño ha afectado también el acceso de poblaciones de numerosos países al agua potable y se ha relacionado con un aumento de enfermedades como el dengue, la diarrea y el cólera, que son las principales causas de mortalidad infantil. En América del Sur, y especialmente en Brasil, El Niño ha generado unas condiciones favorables para la reproducción del mosquito Aedes, que puede transmitir el virus del Zika, así como el dengue, la fiebre amarilla y la chikungunya. Si La Niña evoluciona, podría contribuir a la propagación del virus del Zika en zonas que no han sufrido sus efectos hasta la fecha.

Para UNICEF es también preocupante la posibilidad de que en África meridional, el epicentro mundial de la pandemia del SIDA, se produzca un aumento en la trasmisión del VIH como consecuencia de los efectos de El Niño. La falta de alimentos influye en el acceso a la terapia antirretroviral, ya que los pacientes tienden a no tomar el medicamento con el estómago vacío y, además, muchas personas prefieren utilizar sus limitados recursos para obtener alimentos en lugar de emplearlos en el transporte a un centro de salud. La sequía también puede forzar a las adolescentes y las mujeres a practicar relaciones sexuales transaccionales para sobrevivir. La mortalidad de los niños que viven con el VIH es de dos a seis veces mayor entre los niños que están gravemente desnutridos en comparación con aquellos que no lo están.

Millones de niños y sus comunidades necesitan apoyo para poder sobrevivir. Necesitan ayuda para prepararse ante la eventualidad de que La Niña agrave la crisis humanitaria que confrontan. Y necesitan ayuda que les permita acelerar las medidas para la reducción del riesgo de desastres y la adaptación a los cambios climáticos que están causando fenómenos meteorológicos extremos más intensos y más frecuentes”, dijo la directora de programas de emergencia de UNICEF, Afshan Khan. “Los mismos niños que han sufrido los efectos de El Niño, y que están amenazados por La Niña, se encuentran en primera línea ante el cambio climático”.

Fuente: http://www.iagua.es/noticias/unicef/16/07/08/efectos-nino-aun-no-han-terminado-26-millones-ninos-africa-necesitan-ayuda

Imagen: http://img.rtve.es/i/?w=1180&i=1467944642773.jpg

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UNESCO: Niños filipinos reconstruyen sus vidas tras el tifón, con la ayuda a largo plazo de la UNESCO

UNESCO/Filipinas/julio de 2016/unesco.org

Los niños que cursan la enseñanza secundaria y que están traumatizados por el paso del tifón Haiyan/Yolanda, son los beneficiarios de un proyecto de rehabilitación a largo plazo de la UNESCO.

La Oficina de la UNESCO en Yakarta y el Departamento de Educación de Filipinas han capacitado a 285 docentes de secundaria y funcionarios principales del sistema educativo sobre la manera más eficaz de ayudar a los niños a reconstruir y mejorar sus vidas, desde que en 2013 el tifón azotó el país, labor realizada mediante el proyecto Apoyo Psicosocial de Urgencia para Estudiantes de Secundaria.
“La recuperación y la rehabilitación no se logran de la noche a la mañana”, afirmó el Sr. Reynaldo Laguda, Subsecretario de Administración y Finanzas del Departamento de Educación. “Este proyecto específico es muy especial para nosotros, porque aborda ámbitos que a veces no reciben la debida atención en lo tocante a la recuperación. Se trata, en lo esencial, de hablar sobre las cosas que la gente no suele discutir y de dar apoyo emocional y psicológico a los estudiantes”.
El proyecto consiste en un módulo de capacitación psicosocial que se desarrolla mediante talleres para docentes sobre apoyo psicosocial en situaciones posteriores a desastres y que se transmite al aula mediante actividades especiales y objetivos prácticos de recuperación. El proyecto también brinda formación a los encargados de formular las políticas educativas a fin de garantizar que el módulo puede aplicarse en un contexto de urgencia más amplio, al tiempo que se abordan otras necesidades sociales.
Ayudar a que los niños vuelvan a soñar
Hace seis meses el proyecto recibió un apoyo adicional gracias a la publicación del Enhanced and Improved Teachers’ Manual on Psychosocial Interventions for Secondary School-aged Students During Disasters and Emergency Situations [Manual revisado y mejorado para docentes sobre intervenciones psicosociales con estudiantes de secundaria en situaciones de desastres y emergencia], financiado por el Departamento de asistencia oficial al desarrollo del gobierno de Japón.
La Dra. María Regina Hechanova, formadora de docentes, afirmó: “Cuando uno es víctima de un trauma y lo pierde todo, a veces también pierde los sueños, porque estos parecen demasiado inalcanzables, porque uno empieza otra vez de cero. Lo que tratamos de hacer es ponerlos a soñar de nuevo”.
“El docente abre una puerta después del desastre y apela a la fuerza interior de los alumnos, de manera que no se queden demasiado tiempo atrapados por el trauma”, dijo el Secretario del Departamento de Educación, Armin Luistro.
La Sra. Daisy Espuglar, profesora de matemáticas de secundaria que recientemente participó en uno de los talleres preliminares, afirmó: “Hemos aprendido a preparar nuestros corazones, nuestros cuerpos y nuestras mentes para los periodos de desastres y calamidades”.
El tifón de 2013 destruyó más de 1,2 millones de hogares y provocó el desplazamiento de 4 millones de personas. La UNESCO respondió a la situación con el envío de equipos de expertos en educación, cultura, creación de medios de comunicación, hidrología, sistemas de alerta temprana, infraestructuras resistentes y reducción de riesgos de desastres de París, Yakarta, Beijing y Bangkok.

http://www.unesco.org/new/es/education/resources/online-materials/single-view/news/philippine_children_rebuild_lives_after_typhoon_with_long_te/#.V3R8iZHhDIU

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ONU pide a los países donantes que cumplan sus compromisos de ayuda al desarrollo

Distribución de alimentos del PMA en Haití, uno de los Estados que forman parte de la categoría de Países Menos Desarrollados.

 27 de mayo, 2016 — Este viernes comenzó en la ciudad turca de Antalya la reunión de Examen de Mitad de Período del Programa de Acción de Estambul, que plantea una estrategia de 10 años para el desarrollo sostenible de los países más pobres.

En la jornada inaugural, la Administradora del PNUD, Helen Clark, leyó un mensaje enviado al evento por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.

“Él solicita una revitalización de la alianza global para el desarrollo, de manera que los países donantes cumplan con sus compromisos de ofrecer al menos el 0.2 por ciento de su Ingreso Nacional Bruto a la ayuda oficial para el desarrollo de los países más pobres, dijo.

En su mensaje, el Titular de la ONU subrayó que incluso aunque esos compromisos se cumpliesen, esa asistencia no sería suficiente.

A la reunión en la ciudad turca asisten altos funcionarios de todo el mundo para evaluar el avance alcanzado en la implementación del Programa de Acción de Estambul y el impacto en esos países, que representan el segmento más pobre y débil de la comunidad internacional.

La reunión de Antalya tiene lugar pocos días después de la Cumbre Humanitaria Mundial de Estambul, que concentró su atención en las crisis humanitarias contemporáneas, que afectan de manera desproporcionada a personas en los países menos desarrollados.

La categoría de Países Menos Desarrollados fue oficialmente establecida en 1971 por la Asamblea General de la ONU con el fin de atraer un apoyo internacional especial a los miembros más vulnerables y desfavorecidos de la familia de las Naciones Unidas.

En la actualidad, 48 Estados conforman esa lista. Su miembro más reciente es Sudán del Sur. Cuenta con 34 países de África, 13 de Asia y el Pacífico y uno en América Latina. Cuando se creó la categoría había sólo 25 Estados.

Fuente: http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=35160#.V0tI8H9Sukp

Foto:/MINUSTAH/Nektarios Markogiannis

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África en Positivo campaña de Misiones Salesianas para cambiar la imagen que tenemos del continente

África/Jesús Bastante/10 de mayo de 2016/Fuente: Religión digital

África, esperanza y vida

«La realidad nos habla de crecimiento, de personas trabajadoras, de segundas oportunidades»

Los misioneros salesianos cuentan con más de 90 escuelas de primaria y secundaria y con 80 centros de formación profesional en los 42 países en los que trabajan

Niño en África del OesteNiño en África del Oeste

(Misiones Salesianas).- Hambre, sequía, guerras, pobreza, enfermedades, corrupción… es la imagen que muchos tienen de África. Es una parte de la realidad africana. Desde Misiones Salesianas queremos ayudar a dar otra visión de ese gran continente. Porque África es un continente lleno de esperanza y de vida. Un continente lleno de riquezas y donde su población es mayoritariamente joven.

“Por ello, lanzamos la campaña ‘África en Positivo’, para dar a conocer otra realidad que nos habla de crecimiento, de personas trabajadoras, de segundas oportunidades”, explica Ana Muñoz, portavoz de Misiones Salesianas.

La educación y la formación de los jóvenes será lo que traiga los cambios a África. En muchos países, estos pasos se están dando. Por ejemplo, los misioneros salesianos cuentan con más de 90 escuelas de primaria y secundaria y con 80 centros de formación profesional en los 42 países en los que trabajan.

“Nosotros entendemos que una educación de calidad y una buena formación de los jóvenes son la clave para que el continente despegue y la pobreza vaya poco a poco desapareciendo”, añade Muñoz.

“En Occidente tenemos la idea de que África recibe mucha ayuda del exterior. La realidad es que 97 de cada 100 dólares del PIB africano provienen del trabajo y el esfuerzo de sus gentes”, explica Muñoz. Además, en toda África se están dando movimientos de la sociedad civil que piden más democracia y menos desigualdades. “Son síntomas, sin duda, de que África se mueve y nos llenan de esperanza a todos los que trabajamos allí”, dice la portavoz.

Los misioneros salesianos en el continente son algunos de los que ponen su esfuerzo cada día para ir cambiando la realidad. MISIONES SALESIANAS desde aquí quiere aportar su granito de arena con la campaña ‘África en Positivo’ para cambiar la imagen que se tiene de este continente.

Fuente: http://www.periodistadigital.com/religion/solidaridad/2016/05/10/africa-esperanza-y-vida-religion-iglesia-solidaridad-africa-positivo-misiones-salesianas.shtml

Imagen: http://www.periodistadigital.com/imagenes/2016/05/10/africa-en-positivo-campana-de-misiones-salesianas.jpg

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