Unos 2.800 niños refugiados que viven en centros para refugiados en Grecia pudieron volver a la escuela este año gracias a un programa de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Unión Europea y el Estado griego.
William Lacy Swing, el director general de la OIM, destacó que esta cooperación ha facilitado la integración de los niños refugiados en la sociedad griega.
«Estoy encantado de ver a estos niños volver al sistema escolar, especialmente tras las dificultades y privaciones que han soportado», dijo Swing, y añadió que «las brechas en la educación pueden ser devastadoras, no solo para el desarrollo de los niños sino para toda la sociedad».
Es el segundo año que el programa de transporte desde los campos de refugiados hasta las escuelas locales proporcionado por la OIM, junto al Ministerio de Educación griego y con el apoyo de la UE, está en marcha.
Según datos de la OIM, casi 3.000 niños fueron llevados desde 26 centros de acogida a 123 escuelas diariamente, en autobuses con acompañantes que se cercioraban de la seguridad de los menores durante el transporte.
La gran mayoría de estos estudiantes (91 %) proviene de países donde su acceso a la educación se vio interrumpido o sus escuelas fueron destruidas, como Siria (35 %), Irak (31 %) y Afganistán (25 %).
«Las clase de griego es mi favorita y no lo encuentro muy difícil de aprender. Tengo amigos griegos en la escuela. Cuando suena el timbre y salimos al recreo jugamos a la pelota en el patio juntos. ¡Me gusta mucho ir a la escuela! Sueño con ser médico cuando sea mayor», dijo Younes, de diez años y proveniente de Irak.
«Tenemos una responsabilidad para prevenir las generaciones perdidas y evitar el riesgo de niños creciendo sin ninguna educación», afirmó Jristos Stylianides, comisario europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis, y añadió que el 8 % del presupuesto de la UE para acción humanitaria está dirigido a educación.
Según el servicio de asilo griego, desde 2013 -antes de la crisis de refugiados- hasta junio de 2018 de las más de 167.300 personas que solicitaron asilo en Grecia, 54.000 eran menores de edad.
Unión Europea/05 Julio 2018/Fuente: Burgos conecta
El dinero servirá para pagar los salarios de más de 5.000 profesores y se suman a los 50 millones de ayuda humanitaria
El Pleno del Parlamento Europeo ha dado este miércoles su visto bueno al desembolso de 500 millones de euros para asegurar que la educación y escolarización de más de 300.000 niños refugiados en Turquía continúe sin interrupción.
Estos 500 millones, aprobados por 548 votos a favor, 70 en contra y 61 abstenciones, servirán para pagar los salarios de más 5.000 profesores y se suman a los 50 millones ya asignados en el presupuesto de ayuda humanitaria.
Se trata del primer pago del nuevo tramo de 3.000 millones de euros previsto por el Mecanismo para los Refugiados en Turquía (FRT, por sus siglas en inglés) para el periodo 2018-2019. Sin embargo, la Eurocámara ha incidido en que no ha habido ninguna negociación con el Consejo sobre esta extensión y que el desbloqueo de estos fondos para educación se realiza con cargo al presupuesto de la UE «sin perjuicio de su posición sobre la parte restante del segundo tramo» del mecanismo.
Además, los eurodiputados han protestado por no haber estado involucrados en la decisión de prolongar el FRT, teniendo en cuenta que representan «una autoridad presupuestaria» y que parte del mecanismo se nutre del presupuesto comunitario.
Acuerdor migratorio con Ankara
El FRT fue establecido en noviembre de 2015 en virtud del acuerdo migratorio con Ankara, como instrumento de financiación de la ayuda europea a los refugiados en Turquía. En 2016-2017 contó con 3.000 millones de euros procedentes de las cuentas de la UE y de las contribuciones de los Estados miembro. En marzo de 2018 fue aprobada una extensión para los siguientes dos años de otros 3.000 millones.
Esta semana entrevistamos a Alfredo Olmeda autor del ensayo «Del apoyo mutuo a la solidaridad neoliberal. ONG, movimientos sociales y ayuda en la sociedad contemporánea«, publicado por la editorial La Neurosis o las Barricadas.
Hace ya mucho tiempo que la palabra solidaridad perdió su significado original, que evocaba el concepto de apoyo mutuo más tradicional en la lucha obrera, la fraternidad entre iguales, el carácter colectivo, la aspiración de transformación del entorno y huía de cualquier acción de carácter asistencialista. Por contra, con la implantación del neoliberalismo capitalista como ideología predominante la palabra solidaridad adquiere un nuevo significado, que lo vincula a acciones individuales y voluntarias, sin responsabilidad con la comunidad, sin análisis político transformador y con un marcado carácter asistencialista. Esa es la forma de la solidaridad en los tiempos del neoliberalismo.
La solidaridad neoliberal actual es sin rostros, sin seres humanos. Es una solidaridad que pretende ayudar a una humanidad abstracta. Puedes apadrinar a un niño en un suburbio de Bombay, pero no sabes cómo vive el niño que tienes puerta con puerta, o el que se sienta al lado de tu hijo en el cole. Puedes aportar unos eurillos a la reproducción del pingüino de la Antártida, pero asistes impasible ante el desahucio de tus vecinos.
Hemos vivido una lucha entre solidaridad obrera y solidaridad neoliberal. Con un desmantelamiento progresivo de la primera y una implantación firme y con muchos aliados de la segunda. El terrero está abonado por el desprestigio de sindicatos, partidos políticos, organizaciones revolucionarias y el fin de las ideologías lo que propicia que las ONG se conviertan en el nuevo cauce de participación en la sociedad y canalicen esa solidaridad profesionalizada bajo la ideología neoliberal.
En España las ONGs entre 1987 y 2000 se multiplicaron por 12. Recordamos que España ingresó en la Unión Europea en 1986 (entonces era la Comunidad Económica Europea, nombre que deja más claro se que iba el rollo). La avalancha de subvenciones que se preveía favoreció una expansión brutal del Tercer Sector, que sería el encargado de gestionar esta nueva solidaridad mercantilizada. La pobreza y las desigualdades dejan de convertirse en un problema para convertirse en una fuente de oportunidades. Es la materia prima con la que trabaja este sector.
No solo las ONGs. Las empresas también forman parte de este oscuro entramado, poniendo su mejor cara y dotando de imagen solidaria a sus negocios. Llega un momento que las empresas actúan como ONGs y las ONGs como empresas. No solo eso, el asunto es más bochornoso aún: las fuerzas armadas se convierten en fuerzas de paz e imposición, y las ONGs se convierten en fuerzas de dominación. Parece todo muy loco, pero ahí está Federico Trillo para aclararlo. Nos sirven unas declaraciones que hizo siendo Ministro de Defensa: «las ONG y las fuerzas armadas persiguen los mismos objetivos: la paz, la seguridad y el tratamiento humanitario en situaciones de conflicto«.
El binomio empresas transnacionales y ONGs, con el apoyo si es necesario de las fuerzas armadas, ejecutan los fondos de ayuda al desarrollo, que se acaban convirtiendo en el arma perfecta para articular el neocolonialismo que supone la dominación de los países donantes y la subyugación de los ayudados, en un eterno desarrollo que nunca culmina y que favorece el reparto de la tarta de los negocios en estos países eternamente en vías de desarrollo.
Solo así se entiende que incluso las ONGs participasen en 2003 en Irak en lo que se llamó la Conferencia de Donantes, un ingenioso eufemismo usado para denominar el reparto del jugoso negocio que supondría la reconstrucción de Irak después de la devastación bélica que había sufrido.
En este patético escenario ¿dónde quedan los reductos de la auténtica solidaridad, fraternidad y apoyo mutuo entre iguales? ¿qué fue de la lucha obrera?
Casi un tercio de los menores sin escolarizar viven en 35 países afectados por distintos tipos de crisis y apenas el 2% de la ayuda humanitaria se destina a educación
Siria ha pasado de rozar una tasa del 100% de escolarización antes del conflicto a contar con 2,8 millones de niños fuera de las aulas. En Yemen, ya son dos millones. Sudán del Sur tiene la tasa más alta de abandono escolar en educación primaria con un 72% de la infancia fuera del sistema escolar. Y lo mismo sucede en Chad, Nigeria, Afganistán y muchos otros países asolados por conflictos u otros tipos de emergencia. Los menores de 18 años de todo el mundo sin escolarizar son 264 millones, según datos de Unicef. De ellos, 75 millones viven en 35 países afectados por distintos tipos de crisis. Sin embargo, desde 2010, menos del 2% de los fondos humanitarios se ha destinado a la educación.
La edición de este año de la Semana de Acción Mundial por la Educación, que se celebra del 23 al 29 de abril en 120 países, reivindica la importancia de que los menores acudan a la escuela incluso en las crisis y pide un incremento del presupuesto de ayuda humanitaria destinado a este fin hasta el 4%.
Uno de cada cuatro niños que no van a la escuela vive en un país asolado por conflicto y las niñas sumidas en estos contextos se enfrentan a una probabilidad 2,5 mayor de quedarse fuera del colegio en comparación con los varones. “Hay que prestar mayor atención a la educación desde el primer momento en el que se produce una emergencia”, sostiene Blanca Carazo, responsable de Programas para Unicef. “Cuando un niño deja de asistir a la escuela, se pone a riesgos a corto plazo como ser víctima de trata, explotación laboral, matrimonios precoces, reclutamiento en los combates. A largo plazo, está perdiendo una oportunidad para el futuro”, añade.
Volver a las aulas, además, contribuye a crear una rutina que puede ayudar a superar los traumas, agrega Emilia Sánchez, directora de Incidencia Política y Comunicación de Plan International. “El profesorado se convierte en un aliado clave para la protección ya que puede identificar casos más graves y derivarlos, al mismo tiempo que en las escuelas se atienden otras necesidades básicas como la alimentación, el higiene y el saneamiento”.
“Si la educación ya vive un momento difícil en general, cuando se produce un desastre natural, un conflicto como el de Siria o una crisis de tracto lento el riesgo es aún mayor para la infancia”, explica Alberto Casado, responsable de campañas de Ayuda en Acción. “Y si garantizar el derecho a la educación entre la población desplazada en asentamientos es complicado, hacerlo entre los que se encuentran en movimiento es prácticamente imposible”.
En 2016, los desplazamientos forzosos marcaron un nuevo récord con 65,6 millones de personas —la mitad de los cuales, menores— que abandonaron sus hogares, principalmente a causa de graves conflictos, pero también por otros motivos como el cambio climático, la situación económica de sus países de origen o por persecución política y religiosa.
Tan solo la mitad de la infancia refugiada o en situaciones de desplazamiento interno va a la escuela primaria y apenas un 25% de los menores asiste al primer ciclo de educación secundaria. Este porcentaje baja al 1% en el caso de los estudios universitarios, según datos de Unicef.
El conflicto en Siria, que ha cumplido recientemente siete años y que en 2017 se cobró la vida de 910 niños y niñas, solo es la cara más visible de este problema. Un 43% de la llamada generación perdida no está escolarizada. Desde el principio de la guerra, más de 300 escuelas han sido blancos de ataques, mientras que se han perdido más de 180.000 docentes, que han muerto o han huido. Los que se han quedado, además de lidiar con la escasez de infraestructuras y la falta de seguridad, no siempre pueden prestar una enseñanza de calidad, al estar hacinados en clases abarrotadas con alumnos de distintas edades.
La situación no mejora entre los niños que llegan a Europa, donde sus necesidades educativas básicas chocan con barreras legales. Por ejemplo, apenas 10 países miembros de la Unión Europea reconocen el derecho de los menores indocumentados a los estudios, mientras que cinco les excluyen de manera explícita. Una vez dentro del sistema escolar del lugar de acogida, obstáculos culturales o de idioma frenan su integración, al mismo tiempo que a menudo tienen que lidiar con xenofobia y estigmatización.
Pese a las dificultades, la educación se mantiene arriba entre las preocupacionesde las familias desplazadas, pero no siempre recibe la atención adecuada en el marco de la ayuda humanitaria y se destinan fondos escasos y de corta duración. De media, menos del 2,7% de los llamamientos humanitarios globales se destina a la educación.
“Tradicionalmente, la educación se encuentra en un limbo entre ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo y no se considera como algo que salva vidas. Esta visión es muy limitada y poco a poco se está superando, porque las crisis son cada vez más complejas”, asegura Valeria Méndez de Vigo, responsable de Estudios e Incidencia de Entreculturas.
La población siria lleva 7 años de sufrimiento, desesperación y violencia. Aldeas Infantiles SOS recuerda el terrible impacto que el conflicto ha tenido en toda una generación de niños.
Marzo es el mes que nos recuerda el inicio de este sangriento conflicto que comenzó con el arresto de un grupo de adolescentes por pintar en las paredes de su escuela en Deraa “es tu turno, Doctor”, “la gente quiere que el régimen caiga”, en referencia a Asad; tras la detención y tortura de los que eran solo unos críos, comenzaron las manifestaciones que clamaban más democracia y derechos para la población, era el comienzo de una guerra civil que ya se ha cobrado con la vida de más de 20.000 niños.
Se calcula que 3,3 millones de niños dentro del país están expuestos a artefactos explosivos
“Hay una necesidad pospuesta de abordar la atención a largo plazo de los niños que han sufrido la violencia, la pérdida y separación de su familia, la interrupción de su educación y que no han podido disfrutar de una infancia pacífica”. afirma Alia Al-Dalli, directora internacional de Aldeas Infantiles SOS para Oriente Medio y el Norte de África.
Más de 3,5 millones de niños sirios menores de siete años no conocen otra realidad que la guerra, carecen de servicios básicos, de educación y de protección. Siete años después de que estallase el conflicto, Aldeas Infantiles SOS continúa apoyando a niños y familias en situación de riesgo a través de Programas de Respuesta de Emergencia de Aldeas, ubicados en Alepo, Damasco y Tartús, y donde han prestado ayuda a 93.000 niños y 52.000 familias afectadas por la contienda. “No debemos perder de vista el efecto que este conflicto ha tenido en toda una generación de niños», Alia Al-Dalli.
En 2017 fue el año en el que mataron a más niños y niñas desde el comienzo del conflicto y más de 360 niños resultaron heridos, dejando a muchos de ellos con discapacidad, según Naciones Unidas.
Se estima que más de 8,5 millones de niños en Siria y los países vecinos continúan necesitando ayuda humanitaria
Aldeas Infantiles SOS
Aldeas Infantiles SOS, recientemente galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016, es una organización internacional, privada, de ayuda a la infancia, sin ánimo de lucro y con presencia en 134 países.
Su labor se centra en el desarrollo del niño hasta que llega a ser una persona autosuficiente y bien integrada en la sociedad. Trabaja para fortalecer a las familias vulnerables, de modo que puedan atender adecuadamente a sus hijos; protege a los niños que se han visto privados del cuidado parental, a los que brinda un entorno familiar protector en el que puedan crecer sintiéndose queridos y respetados, y acompaña a los jóvenes en su proceso de maduración e independencia.
Cuentan con un convoy listo para entrar en Guta Oriental y atender a los 200.000 niños que allí residen. Las bombas siguen cayendo sobre Guta pese a la tregua humanitaria de la ONU.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha denunciado que más de mil niños han muerto o resultado heridos de gravedad en Siria desde el inicio de 2018 a causa del conflicto. En una rueda de prensa en Ginebra, el director regional de Unicef para Oriente Medio y el Norte de África, Geert Cappelaere, ha detallado que esta cifra significa que ha muerto un niño cada hora desde que empezó el año en Siria.
«La situación continúa provocando una enorme preocupación desde la perspectiva de los niños», ha dicho Cappelaere, que ha puesto sus esperanzas en la resolución tomada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que aboga por una pausa humanitaria de al menos 30 días.
Un convoy, listo para entrar en Guta Oriental También ha anunciado que desde la aprobación de dicha resolución el pasado sábado, Unicef tiene un convoy preparado para entrar en Duma, dentro de la región de Guta Oriental, donde residen unos 200.000 niños, según el organismo.
Cappelaere ha dicho que Unicef tiene autorización para acceder a la región el próximo 4 de marzo y su carga permitirá atender a 70.000 niños con suministros médicos y de comida.
«No hemos incluido la provisión de suministros educativos ya que la salud y la alimentación son las necesidades más inmediatas y teníamos que priorizar», ha aclarado Cappelaere.
El experto ha asegurado que es consciente de que en otras ocasiones algunos suministros han sido retirados de los convoyes, sobre todo medicinas, aunque se ha mostrado esperanzado de que algo similar no ocurrirá esta vez ya que Unicef no se ha visto tan afectada como otras agencias por estos boicots. Asimismo, ha destacado que los niveles de malnutrición en Guta Oriental son «alarmantes» y que «miles de niños podrían morir» por lo que sus convoyes suministrarán alimentos terapéuticos «que permitirán estabilizar la situación».
«La malnutrición aguda no es una amenaza para la vida de un niño, sin embargo puede serlo en el caso que los niños tengan otros problemas de salud», ha dicho Cappeleare, que ha añadido que «la mala alimentación los debilita de tal forma que un resfriado puede ser letal».
Además, Cappelaere ha recordado que un centenar de niños necesitan ser evacuados de la región, algunos desde hace tiempo, ya sea por problemas de malnutrición, heridas de gravedad u otras enfermedades que no pueden ser tratadas con los recursos disponibles dentro de la provincia.
«Muchos niños pueden quedar marcados de por vida, no porque sus enfermedades no tengan solución sino porque no tienen acceso a ella», añadió, a la vez que recordó que 2,5 millones de niños huyeron del país a causa del conflicto, la mayoría de ellos refugiados en los países vecinos, de los que
un 85% vive en situación de pobreza. Unicef ha hecho un llamamiento a las partes implicadas en el conflicto y a los actores con influencia sobre ellas para detener la guerra a la vez que solicitó garantías de acceso para poder ofrecer la ayuda humanitaria en todas las regiones del país.
Varios aviones de guerra han bombardeado zonas de Guta Oriental causando un número indeterminado de víctimas poco antes de que se iniciara una nueva pausa humanitaria.
Aviones de guerra no identificados bombardearon varios puntos de Guta Oriental, el principal feudo opositor de las afueras de Damasco, causando un número indeterminado de víctimas, poco antes de que se iniciara una nueva pausa humanitaria por quinto día consecutivo.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó de que los aparatos realizaron 40 ataques desde la noche del viernes y hasta la mañana de este sábado y tuvieron como blanco las poblaciones de Duma, Harasta y Al Shifunía, causando muertos y heridos, aunque no los precisó. La ONG elevó el número de víctimas mortales en las últimas 24 horas en Duma a 19, entre ellos dos niños y tres mujeres.
Una nueva pausa humanitaria entró en vigor en la región a las 09.00 hora local (07.00 hora GMT) y se extenderá hasta las 14.00 hora local (12.00 hora GMT). Rusia propuso la iniciativa de establecer pausas humanitarias de cinco horas en Guta Oriental, tras la aprobación el pasado fin de semana de una resolución el Consejo de Seguridad de la ONU que pedía una tregua de un mes en toda Siria.
La región es desde el 18 de febrero objetivo de ataques de la aviación siria y la rusa, así como de la artillería gubernamental, que se han cobrado las vidas de al menos 636 personas, entre ellas 151 menores y 93 mujeres, de acuerdo al recuento del Observatorio.
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