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Reino Unido: North-South divide in school standards contributed to Brexit vote, warns outgoing Oftsed chief

Reino Unido/Diciembre de 2016/Autor: Josie Gurney-Read/Fuente: The Telegraph

RESUMEN: La brecha en el número de buenas y excelentes escuelas secundarias en el norte y sur de Inglaterra ha crecido este año, dijo el jefe saliente de Ofsted. Sir Michael Wilshaw advirtió que la desigualdad educativa contribuía a los sentimientos de «negligencia» que llevaron al voto Brexit y dijo que la división entre regiones estaba «desestabilizando el país». El año pasado, el organismo de vigilancia de las escuelas informó una diferencia del 11 por ciento en la proporción de buenas y excelentes escuelas secundarias en las regiones del Norte y Midlands en comparación con el resto del país. Pero las cifras revelaron hoy que la brecha se había ampliado a 12 puntos porcentuales. Significa que hay 135,000 más estudiantes de secundaria que se enseñan en escuelas con bajo rendimiento en el norte de Inglaterra que en el sur.

The gap in the number of good and outstanding secondary schools in the North and South of England has grown this year, the outgoing head of Ofsted has said.

Sir Michael Wilshaw warned that educational inequality contributed to feelings of «neglect» which led to the Brexit vote and said that the divide between regions was «destabilising the country».

Last year, the schools watchdog reported an 11 per cent difference in the proportion of good and outstanding secondary schools in the regions of the North and Midlands compared with the rest of the country.

But figures today revealed that the gap had widened to 12 percentage points.

It means that there are 135,000 more secondary school children being taught in under-performing schools in the North of England than in the South.

Speaking at the launch of the Ofsted annual report, Sir Michael Wilshaw warned that «fissures» in education standards contributed to feelings of «alianation» that led to the Brexit vote.

«Education has the power to bring people together, but it can also divide, » he said. «Regions that are already less prosperous than the South are in danger of adding a learning deficit to their economic one.

«Recent political history shows what can happen when large parts of the population feel alienate because they feel they are not being dealt with fairly.»

«It breeds into the sense that [people in the North and Midlands] are not getting a fair crack of the whip,» he continued.

«If they sense that their children and young people are being denied the opportunities that exist elsewhere that will feed into the general sense that they are being neglected.»

«It wasn’t just about leaving the European Union and immigration,» he continued, «it was the sense of disconnection with Westminster.»

According to today’s report, there are now more than twice as many secondary schools judged to be inadequate in the North and Midlands (98) compared with the South and East (44), and of the 10 worst performing local authority areas, seven were north of The Wash,

Furthermore, of the 13 local authority areas where every secondary school inspected was rated either good or outstanding this year – all were in London or the South East of England.

In Liverpool, half of all secondary schools were rated less than good, compared with three in 10 for Manchester, and just one in 10 for inner London.

Sir Michael said: «Shockingly, the North and the Midlands are home to nearly three-quarters of the secondary schools judged inadequate for leadership.»

«This is not a result of unfair inspection practice. Every Ofsted region in the North and Midlands is below the national level on every measure; Progress 8, Attainment 8 and the Ebacc»

He added: «The geographical divides within the country are most acute for children on free school meals, the most able pupils and those who have special educational needs.

The North West was described as being of «particular concern», with the proportion of its secondary schools rated good or outstanding only increasing by 3 percentage points since 2011 – well below the national percentage points increase of 13.

Speaking in what was his final speech as chief inspector, Sir Michael called on the Government to appoint a «high profile minister for the North», to «bang heads together across the regions and make sure action is urgently taken.»

Today’s report also showed that:

  1. For the sixth year in a row, the proportion of good and outstanding nurseries, pre-schools and childminders has risen to 91 per cent;
  2. The proportion of good and outstanding primary schools has also risen from 69 per cent to 90 per cent in five years;
  3. There are 1.8 million more pupils in good or outstanding maintained schools than in 2010;
  4. Pressures on the recruitment of secondary school teachers have not abated with 15 out of 18 curriculum subjects with unfilled training places this year.

School Standards Minister Nick Gibb said: «We want every child to have access to an excellent education, regardless of their background or where they live.

«We know there is more to do, and that’s precisely why we have set out plans to make more good school places available, to more parents, in more parts of the country – including scrapping the ban on new grammar school places, and harnessing the resources and expertise of universities, independent and faith schools.

«As the Secretary of State has made clear, we are also determined to put technical education in this country on a par with academic routes.»

Fuente: http://www.telegraph.co.uk/education/2016/12/01/north-south-divide-good-secondary-schools-widening-warns-outgoing/

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J.C. Juncker, presidente de la comisión Europea: «La falta de amor es la principal debilidad de la UE»

29 de noviembre de 2016/Fuente: es.euronews.com

¿Cual sería el golpe fatal para Europa? Brexit, populismos, crisis de los emigrantes, la difícil situación económica? La Unión Europea atraviesa uno de los peores momentos de su historia. Las futuras citas electorales en Austria, Italia, Francia y Alemania son riesgos que amenazan la existencia misma de la Unión. ¿Quien mejor que el presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker para hablar de estos asuntos?

Mi comisión será la de la última oportunidad

– Isabel Kumar, euronews: Usted dijo hace dos años, al principio de su mandato: “mi comisión será la de la última oportunidad”. ¿Cómo evalúa al día de hoy la supervivencia de la Unión Europea?

– Jean-Claude Junker, presidente de la Comisión Europea: Bueno, la Unión Europea no está confrontada a su propia existencia.

– I.K.: ¿De verdad que no?

– J.C.J: Usted ha dicho que las elecciones francesas, alemanas amenazan la supervivencia de Europa y eso no es verdad. Las elecciones en Francia y Alemania no plantearán a los electores de esos países una pregunta sobre la existencia de la Unión Europea. Pero dije, tiene usted razón, que que la Comisión que tengo el honor de presidir sería la de la última oportunidad. Lo que quería decir con eso es que la Unión Europea entra en una fase de última oportunidad porque la brecha entre los ciudadanos y la acción pública y política de la Unión Europea se amplía casi todos los días y yo he querido ponerle remedio a eso.

Se busca alma para Europa

– I.K.: Exactamente, lo que se le reprocha a las instituciones europeas es estar alejadas del pueblo europeo. Tengo la pregunta de una internauta, a los que les hemos pedido que nos envíen preguntas para esta entrevista. Es de Moussa Bourema: ¿Cual es la mayor debilidad de la Unión Europea?

– J.C.J: La falta de amor. No sabemos mucho de los otros. ¿Qué saben los lapones, del norte de Sicilia? Qué saben los italianos, del sur de Polonia? Nada. Y hará falta que nos interesemos más los unos por los otros.

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Conferencia «A Soul for Europe»: Se busca urgentemente…un alma para Europa

El título no podría ser más adecuado para expresar el momento de Europa y del proyecto europeo, amenazado en múltiples direcciones, bajo una inacabada crisis […]

Schulz, la pérdida de un apoyo

– I.K.: Y en este momento crítico de la Unión Europea usted está a punto de perder uno de sus más queridos aliados, un aliado poderoso también, me refiero al presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz. Es un duro golpe para usted que llega en uno de los peores momentos.

– J.C.J: No, yo no atribuiría a esta salida de Martin Schulz motivos tan cualitativamente elevados. Pero es verdad que he trabajado bien con Martin Schulz que por cierto, fue mi oponente a la presidencia de la Comisión. El y yo fuimos cabeza de lista, él de los socialistas y yo de los democristianos. Pero supimos establecer entre nosotros vínculos de trabajo intensos, incluso de complicidad. Porque nunca en la historia reciente de Europa las relaciones entre el parlamento europeo y la Comisión Europea han sido tan intensas y cordiales como lo han sido durante su presidencia del Parlamento.

– I.K.: ¿Pero su salida no va a debilitarle a usted?

– J.C.J: Yo no diría tanto pero va a faltar una complicidad que voy a echar de menos.

La UE: ¿Fortaleza o castillo de naipes?

– I.K.: Pero cada día más tenemos la impresión de que la Unión Europea es un castillo de naipes. En unos días los austriacos van a votar en unas elecciones presidenciales que podrían llevar al poder a un líder de la extrema derecha. Y esto podría llevar a un reféndum sobre la adhesión a la Unión Europea. ¿No le parece que todo esto es cada vez más preocupante?

– J.C.J.: Pero no podemos ni negar ni suprimir el derecho de los pueblos de Europa a expresarse por sufragio universal. Con respecto al referéndum sobre la adhesión a la Unión Europea, creo que no es prudente organizar tales debates. No porque dude del resultado final sino porque añadiría controversias a las ya de por si numerosas que hay en el seno de la Unión Europea. Por otro lado no creo que el próximo presidente de Austria, sea quien sea, vaya a lanzarse a una aventura como esa.

– I.K.: Lo cierto es que lo dice y lo ha anticipado.

– J.C.J: Si, bueno, yo he aprendido a diferenciar entre las declaraciones de campaña y las realizaciones concretas. Es bastante poco probable que uno se acostumbre a decir que las declaraciones de campaña son una cosa y que lo que se haga después sea otra diferente. Es una negación de la democracia. No se puede decir lo que sea durante las campañas electorales.

Austria, elecciones de alto riesgo

– I.K.: ¿Cree usted que Austria podría sufrir sanciones?

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– J.C.J.: Nosotros decretamos sanciones en un momento autobiograficamente débil cuando la extrema derecha accedió a funciones de Gobierno en Austria. Fue un error porque no hace falta sancionar, castigar a un pueblo porque haya hecho una mala elección. Hay que discutir, dialogar, pelear con una realidad política que sea como la que usted describe, pero como el presidente austriaco tiene una función protocolaria …

– I.K.: ¡Por ahora!

– J.C.J: … más que tener una función de influencia política, no me complico mucho con ello a pesar de que yo no querría que el candidato de la extrema derecha ganara.

Juncker: La Comisión ofreció flexibilidad a Italia

– I.K.: El mismo día será Italia la que celebre un referéndum. Si pierde le podría costar el puesto al primer ministro Mateo Renzi y eventualmente acercar a los euroescépticos al poder. Euroescépticos que podrían poner el euro en peligro. Se abre un nuevo frente.

– J.C.J: Yo mantengo unas relaciones tranquilas con el primer ministro italiano.

– I.K.: ¿Tensas?

– J.C.J: No. Bueno, si. En apariencia tensas, pero estamos de acuerdo en lo esencial cuando hablamos cara a cara. En tanto que Comisión hemos hecho mucho por Italia e Italia ha hecho mucho por la Unión Europea. La manera en la que Italia lleva la crisis migratoria es de desde luego, ejemplar. Italia tiene razón cuando se queja del hecho de que otros europeos, no todos los europeos, de que otros europeos son insuficientemente solidarios con Italia. Porque Italia ha hecho esfuerzos enormes en la crisis migratoria y en la gestión de sus consecuencias.
Durante la campaña electoral para las elecciones europeas y ante el parlamento europeo en muy numerosas ocasiones incluido el momento de mi discurso de investidura he hecho un llamamiento a los europeos a ser solidarios con Italia y Grecia.

*- I.K.: Pero Italia le pide que sea usted más solidario con ella y también más flexibilidad presupuestaria. Lo que parece es que usted es más flexible con Portugal y con España. ¿Va usted a mostrar la misma flexibilidad con Italia? *

– J.C.J: Italia pudo gastar un poco más en 2015 y 2016 sin que se lo tuviéramos en cuenta. Con respecto al Pacto de Estabilidad, 19 mil millones de más. Si la Comisión no hubiera introducido en el arsenal de interpretación del pacto de Estabilidad elementos de flexibilidad, Italia debería gastar diecinueve mil millones menos de lo que va a hacer en estos momentos. Así que no tengo la impresión de que hayamos sido exageradamente severos con respecto a Italia. Constato por lo demás, que en otros países, Alemania, Austria, Holanda, soy criticado por ser demasiado blando con respecto a Italia. Haría falta que los estados miembros se pusieran de acuerdo en un mismo análisis.

Le Pen, ¿una bomba que no explotará?

– I.K.: Pasemos ahora a otras elecciones a las que me he referido al principio de esta entrevista. Porque, está claro que Francia va a ser lo más destacado en abril. Es la pregunta de un internauta, Robert Biddle, : “Si Marine Le Pen resulta elegida, ¿sería eso el úiltimo clavo en el ataúd del proyecto europeo?

Francia – Marine Le Pen consolida su liderazgo en los sondeos http://rfi.my/2gk6c6N 

Marine Le Pen consolida su liderazgo en los sondeos

La candidata del ultraderechista Frente Nacional estará en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017, según un nuevo sondeo. El primer ministro Manuel Valls juzga

– J.C.J: Es una hipótesis que no contemplo.

– I.K.: ¿Cual es la hipótesis que usted no contempla?

– J.C.J.: La hipótesis de que la señora Le Pen sería la futura presidenta de la República francesa. No lo va a ser.

– I.K.: ¿Es de verdad realista el que después del brexit usted pueda decir algo así con toda certeza?

– J.C.J: Mire, no hay que confundir ni a la gente ni a los países. El brexit tiene otras causas profundas que no podría tener una improbable victoria de la señora Le Pen en Francia. Así que no hay que hacer una amalgama que me parece peligrosa.

– I.K.: Piense en el caso de que fuera elegida. Creo que hace falta anticiparlo como una posibilidad, dados los resultados de las últimas encuestas.

– J.C.J: Usted se sigue fiando de las encuestas …

– I.K.: ¿Pero esta Unión Europea sobreviviría si llega a ser presidenta? Es una pregunta fácil.

– J.C.J: Eso es algo que no se plantea.

*- I.K.: En noviembre Alemania celebrará también elecciones. Entre la canciller alemana Angela Merkel y puede ser que frente a ella su aliado Martin Schultz, ¿por quién votaría? *

– J.C.J: Cada vez que interfiero en un debate electoral o en un referéndum en un país me preguntan a quien votaría yo. Soy democristiano, eso es evidente, y eso no es un contra argumento con respecto al señor Schultz, al que aprecio de una manera que con frecuencia molesta a otros democristianos.

¿Creará un precedente el brexit?

– I.K.: El brexit ha cambiado la correlación de fuerzas y ha llevado a la Unión, puede que a un punto sin retorno. Tengo una pregunta para usted de nuevo de un internauta

– J.C.J: ¿Es británico?

– I.K.: No sé si es británico. Por su nombre yo diría que es alemán. Nikolas Neumann.

– J.C.J: Sí, es alemán.

– I.K.: Nikolas Neumann pregunta si el Reino Unido servirá de ejemplo para disuadir a otros candidatos a la salida de la Unión.

– J.C.J: Creo que la pregunta no se plantea en esos términos. Respecto al Reino Unido, yo no tengo un espíritu de revancha. Es la voz del pueblo británico vía el sufragio universal.
No quisiera que otros siguieran su ejemplo, pero no hay una necesidad de revancha. Hay que solucionar en primer lugar los problemas que se les plantean a los británicos, y después a los europeos. Trataremos que las relaciones entre las Islas británicas y el continente sigan siendo armoniosas, pero sabiendo que los británicos no pueden pretender tener las mismas ventajas que los Estados miembros de la Unión.

– I.K.: ¿Con qué estaría dispuesto a hacer concesiones? ¿Y qué no es negociable?

– J.C.J: En primer lugar usted no es la primera ministra británica, Theresa May, y por lo tanto no le revelaré, cosas sobre las que he de informar y que ya he dado a conocer a la primera ministra británica. Pero hay una línea roja, “a red line” como dicen los ingleses. Si el Reino Unido, su industria de exportación, sus servicios financieros quieren beneficiarse de los beneficios del mercado comunitario y si quieren tener acceso directo al mercado interior de la Unión Europea, será necesario que nuestros amigos británicos respeten los principios fundacionales que rigen el mercado interior. Por lo tanto, no es concebible que puedan beneficiarse del mercado interior sin respetar, por ejemplo, el principio de la libre circulación de trabajadores. No será posible.

Las relaciones entre EE.UU. y Europa sobrevivirán a la era de Donald Trump

– I.K.: En medio de estas crisis, tenemos a Donald Trump, que como usted ha mencionado le resulta difícil de valorar y apreciar.

– J.C.J.: Bueno, si a veces a mí me cuesta entender mi propia psicología, ¿cómo voy a aventurarme a examinar la psicología de los demás? Ya veremos más adelante. Las relaciones entre EE.UU. y Europa sobrevivirán…

– I.K.: ¿Y a Donald Trump? ¿Cómo le ve usted?

– J.C.J.: No le conozco. Pocos son los europeos, a parte de Nigel Farage, lo que le conocen personalmente. Ya veré, cuando tenga la oportunidad de entrevistarme con él, de abordar en detalle los temas que en este momento están en juego.

Moscú, respeto pero con sanciones

– I.K.: Y una de las cuestiones en juego son las relaciones con Rusia. El presidente Barack Obama y algunos líderes europeos dijeron que querían mantener las sanciones contra Moscú. Con Donald Trump en el poder en pocos meses, es algo sólo a corto plazo.

– J.C.J.: Nosotros no dependemos de las decisiones sobre política exterior de Estados Unidos. Estados Unidos hará lo que quiera hacer. Los europeos tienen sus propios intereses y deben gestionar su propio campo de acción.

– I.K.: ¿Apoya usted el mantenimiento de las sanciones?

– J.C.J.: Por el momento no veo argumentos que aboguen por el levantamiento inmediato de las sanciones contra Rusia. Pero me gustaría que hubiera un entendimiento que vaya más allá del marco ordinario. No se puede construir la seguridad en Europa sin Rusia. Eso hay que saberlo. La Unión Europea ocupa un área de 5,5 millones de kilómetros cuadrados. Rusia mide 17,5 millones de kilómetros cuadrados. Debemos tratar a Rusia como un gran conjunto y como una nación llena de orgullo. Hay que conocer la Rusia profunda, y sin embargo ignoramos muchas cosas sobre Rusia. Y me gustaría que con Rusia, dialogáramos de igual a igual, pues Rusia, no es tal como decía el presidente Obama “una potencia regional”, ese es un grave error de apreciación.

Las difíciles relaciones entre Turquía y la UE

– I.K.: Hablemos de Turquía pues es muy importante respecto a la gestión de la crisis migratoria. El presidente Erdogan profiere amenazas. ¿Es posible seguir negociando con él? ¿Puede seguir siendo un socio válido?

– J.C.J.: Turquía no sólo es un socio importante respecto a la crisis de migratoria. Evidentemente que lo es ya que Turquía acoge en su territorio a más de tres millones de migrantes y refugiados. Lo que Europa no hace. Así que me gustaría que Europa que se abstenga de dar lecciones a Turquía respecto a este tema. Turquía, Jordania y el Líbano están haciendo mucho más que Europa.
Así que hay que ser más modestos cuando se evocan estos temas. Pero, respecto a lo demás, Turquía es un socio clave para la UE y sus Estados miembros, por la localización en la que se encuentra. Dicho esto, Turquía ha avanzado mucho en términos de democracia durante la última década. Pero en los últimos dos años, especialmente en los últimos meses desde el golpe de julio se está apartando de Europa y cada día se está alejando más de Europa.

-I.K.: ¡Y viceversa!

– J.C.J.: No, no, en absoluto. No hay una animosidad contra lo turco. La cuestión que se plantea es si Turquía cumplirá o no todas las requisitos que debe cumplir para ser miembro de la Unión Europea. Creo que Turquía no se ha hecho la pregunta y por lo tanto nunca ha llegado a formular una respuesta.

– I.K.: Pero, ¿puede usted hablar con un presidente que es cada vez más y más autoritario?

– J.C.J.: Yo tengo que hablar y negociar con mucha gente. Incluyendo a personas cuya compañía no es muy agradable para mí. La Unión Europea tiene vínculos con regímenes destestables. Y de hecho, nadie se plantea la cuestión. Se habla de Turquía, es cierto, pero no se habla nunca de Arabia Saudí. Nosotros tenemos relaciones con todas las dictaduras, porque hemos de participar en la organización del mundo. Tengo reuniones regulares con el presidente de Turquía, que de vez en cuando son reuniones a cara de perro. Le conozco desde hace 17 o 18 años. Es decir, que nos conocemos…

El comisario Oettinger le saca los colores a Europa

– I.K.: Dentro de su propia comisión hay conflictos. Estoy pensando en el comisario Günther Oettinger, acusado en un escándalo de conflicto de intereses, de hacer comentarios racistas, xenófobos y sexistas. Pero usted, sigue apoyándole, incluso le ha promovido. Eso provoca cierta indignación, ¿no le parece?

– J.C.J.: Sí, bueno … no todo enfado es una indignación justificada. Yo no le he dado una promoción al Comisario Oettinger, sino que he reemplazado a la Comisaria del Presupuesto Kristalina Georgieva, que dejaba la Comisión Europea, por el Banco Mundial, por un Comisario que es miembro de la Comisión desde hace siete años y que conoce cómo funcionan los presupuestos de la Unión Europea. Y pocas personas los conocen tan bien como el comisario Oettinger. Él pronunció un discurso en Hamburgo con alusiones totalmente injustificadas y a petición mía se disculpó ante cualquier persona que pudiera haberse sentido herida por sus palabras. Y respecto al conflicto de intereses, yo no lo veo así, pudo haber un desacierto, pero no una falta.

Bruselas trata de meter en vereda a los comisarios

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– J.C.J.: Es cierto que los miembros de la Comisión no deberían aceptar regalos que van más allá de un cierto precio, y es lo que hacen. Es cierto que cualquier contacto con un grupo de presión debe hacerse público, y eso es lo que hacen los miembros de la Comisión… Y el hecho de que el Sr. Oettinger, a petición del gobierno húngaro haya utilizado un avión puesto a su disposición por alguien que, sí, es un grupo de presión de alguna manera…

– I.K.: …así que sigue defendiéndole…

– J.C.J.: No, lo que creo es que la prensa debería ser menos maliciosa. El Sr. Oettinger respondió a una pregunta parlamentaria el 19 de mayo de 2016 respecto a ese viaje tan criticado hoy.. ¿Por qué después de tantos meses, la prensa internacional vuelve de nuevo a este caso. ¿No lo vió en aquel momento?

– I.K.: Porque ustedes tardaron unos meses antes de responder

– J.C.J.: Esto es grotesco, escuche no juegue a la periodista simplista. Todo estaba disponible en mayo y volvemos sobre este asunto…

– I.K.: No vuelvo sobre este tema para crear controversia, sino porque hay una serie de cuestiones, como aquellas declaraciones racistas y xenófobas que fueron toda una provocación … por eso vuelvo sobre el tema de los deslices del comisario Oettinger…

– J.C.J.: Creo que usted echa todo en el mismo saco. De hecho hemos cambiado el código de conducta de la Comisión y de eso se ha hablado muy poco. Yo propuse y me aseguré de que se respetara un período de “cool-off”, es decir, un periodo de dos años para los miembros de la Comisión, que no podrán aceptar otro puesto en el que haya un conflicto de intereses. Y debido al caso Barroso y su contratación por parte de Goldman Sachs, he propuesto que el Presidente de la Comisión, tenga una moratoria de tres años.”

– I.K.: ¿Pero bastarán tres años?

– J.C.J.: Tres años son 36 meses.

El plan Juncker

¿Qué es el ‘plan ‘? con @dimitribaruahttp://esradio.libertaddigital.com/castilla-y-leon/2016-11-21/que-es-el-plan-juncker-1276587126/  vía @euranetplus_spa

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¿Qué es el ‘plan Juncker’?

El Plan de Inversiones para Europa quiere movilizar 315 000 millones en inversiones privadas y públicas en tres años

– I.K.: Para terminar, usted ha completado dos años de su mandato, y aún le quedan tres… ¿Qué se propone hacer de manera diferente?

– J.C.J.: Pues hacemos muchas cosas de forma diferente. La Comisión, que tengo el honor de presidir, ha presentado 10 prioridades, que se centran en los principales problemas de nuestro tiempo y ya no se preocupa por los pequeños problemas que pueden resolverse mejor a nivel nacional, por cada Estado, por los municipios, o a nivel regional. No queremos interferir de una forma casi obscena en la vida diaria de los ciudadanos europeos. Nos centramos en los grandes temas, la Europa digital, la Unión de la Energía, la Unión de los mercados de capitales y la política común de seguridad y defensa europea. En lo que se refiere a las competencias de la Comisión Europea, nos moderamos en los detalles, pero tenemos una gran presencia respecto a los temas importantes.

Fuente:http://es.euronews.com/2016/11/26/jc-juncker-presidente-de-la-comision-europea-la-falta-de-amor-es-la-principal?utm_medium=Social&utm_campaign=Echobox&utm_source=Twitter&utm_term=Autofeed#link_time=1480192834

Imagen:  static.euronews.com/articles/350740/1000x563_350740.jpg

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A disputa antiglobalizacion entre la extrema Derecha y la Izquierda

Por: Emir Sader

La globalización neoliberal buscó imponer un nuevo sentido común en el mundo: sería imposible oponerse a la globalización económica, cada país tendría que abrirse inevitablemente hacia el mercado mundial, cada economía tenía que hacer sus adecuaciones correspondientes, con el debilitamiento de los Estados nacionales. Los grandes capitales, a su vez, buscarían desterritorializar sus inversiones, buscando las mejores condiciones de exploración de la fuerza de trabajo, de los recursos naturales, así como de acceso a los nuevos mercados mundiales.

Se pretendía que todos ganarían, salvo los que tardaran en rendirse a esa ola supuestamente inexorable y avasalladora. Los Tratados de Libre Comercio serían los pasaportes hacia ese inmenso mercado mundial, con cada región preparándose para competir con las otras en las mejores condiciones.

La unificación europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte serían apenas los primeros pasos hacia esa nueva configuración mundial que, sin darse cuenta, iba dejando atrás contingentes cada vez más grandes de desamparados, de excluidos, de olvidados, de marginalizados, de huérfanos de la globalización. Países enteros, sectores de la economía, contingentes enormes de trabajadores, se fueron sintiendo como victimas impotentes de la globalización, que era la fiesta del capital internacionalizado.

La actitud frente a los inmigrantes en Europa fue definitoria de la nueva configuración política e ideológica del continente. La extrema derecha se ha fortalecido en la crítica a la llegada de los inmigrantes, redespertando con fuerza los sentimientos chovinistas y racistas que alimentan a esa corriente. A la vez critican la renuncia a la soberanía nacional representada por la Unión Europea y por el euro.

Al mismo tiempo que las políticas de austeridad han pasado a desgastar aceleradamente a los partidos tradicionales, dado que tanto los conservadores como los socialdemócratas se unieron en la política suicida asumida como una especie de destino inexorable impuesto por la globalización neoliberal. La extrema derecha pasó a disputar con las nuevas corrientes de la izquierda los espacios que habían quedado vacíos por la asimilación de los partidos tradicionales a la unificación europea y a su moneda común.

El Brexit fue tan solamente la proyección internacional del malestar y del rechazo a la globalización como respuesta de sus víctimas. No por acaso sectores de la clase obrera blanca, víctimas de la desterritorialización de las inversiones hacia países periféricos y, según la propaganda, de la llegada de los inmigrantes, fueron protagonistas del Brexit, al igual que componentes esenciales de la votación de Donald Trump.

Junto a esa crítica, se difundió la crítica a la política tradicional, a la forma de hacer política, cada vez más parecía entre sí, de parte de los partidos tradicionales. La rotación entre la derecha tradicional y la social democracia dejo’ de funcionar como alternancia real, para tan solamente hacer suceder en el gobierno a modalidades cada vez más similares de aplicación de formas de neoliberalismo.

Al Brexit se suma ahora la victoria de Trump en EEUU, que se asemeja a ella no solamente por la sorpresa respecto a las encuestas, sino principalmente por ser un tipo de protesta en contra de la globalización y la política tradicional, de la que Washington y su más legítima representante, Hillary Clinton, son los símbolos.

La izquierda que no se ha rendido al neoliberalismo, sino que lucha por su superación, tiene que participar de esa disputa en los dos frentes: por una parte, no rendirse a la globalización neoliberal y sus Tratados de Libre Comercio, ahora en retracción. Tiene que proponer y promover un nuevo orden mundial, del que los Brics son el eje emergente.

Y debe, a la vez, proponer nuevas formas de hacer política, distanciándose radicalmente de las formas tradicionales, con liderazgos transparentes, con estrechos vínculos populares, con critica a toda forma de desvío de recursos públicos, con formas de rendición de cuentas regulares, con mandatos parlamentarios limitados en el tiempo, con refundación del Estado por medio de la Asamblea Constituyente, que genere un Estado realmente democrático, en su forma y en su contenido, representante de la ciudadanía, al que deben tener acceso en igualdad de condiciones todos los individuos.

Se trata ahora de una fase de la globalización neoliberal que se cierra con nuevos fenómenos, del que el Brexit y la elección de Trump son sus expresiones más claras. Se abre un nuevo campo de disputas sobre la geopolítica mundial y nuevas formas de hacer política. Le toca a la izquierda formular nuevas perspectivas para estar a la altura de esos nuevos desafíos.

Fuente: http://www.albatv.org/La-disputa-antiglobalizacion-entre.html

Fotografía: nodal

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El giro de Trump hacia lo desconocido

Por: Claudio Katz

El triunfo de Trump ilustra cómo la derecha capitaliza actualmente el descontento popular generado por la mundialización neoliberal. Esa victoria profundiza las tendencias emergieron con el Brexit y el crecimiento de partidos reaccionarios de Europa.

La localización protagónica de este proceso en la primera potencia es un acontecimiento mayúsculo. Estados Unidos es el epicentro de la globalización capitalista y sus procesos internos impactan sobre todo el planeta.

Las causas del ascenso de un personaje tan nefasto están a la vista. Trump encarna el fastidio con la degradación social que padece la principal economía del mundo. Pero más complejo es dilucidar el significado de la convergencia entre los votantes conservadores habituales y la masa de trabajadores blancos empobrecidos.

Las clasificaciones de Trump como outsider, populista o fascista abren mayores interrogantes. ¿Intentará concretar su proclamado giro hacia el proteccionismo? ¿Modificará las alianzas internacionales para consumar un repliegue hacia el aislacionismo? ¿Precipitará un viraje general hacia la desglobalización?

DECEPCIÓN Y HARTAZGO

En un país con bajísimo nivel de concurrencia a los comicios, Trump logró convocar a todos sus sufragantes. Por el contrario potenció la deserción de los votantes del partido demócrata y afianzó el abandono que ya sufrió Obama en todas las elecciones de medio término. Se impuso el voto castigo contra una gestión que defraudó a sus adherentes.

Los primeros decepcionados fueron los afroamericanos, que bajo el gobierno del primer presidente negro afrontaron mayores padecimientos. La desigualdad socio-racial aumentó y los asesinatos policiales destruyeron familias a un ritmo vertiginoso.

Las cárceles retratan este hostigamiento racial. Casi el 40% de los apresados son afroamericanos. Uno de cada seis integrantes de esa comunidad ha estado en prisión desde el 2001. Un sistema medieval racista de encarcelamiento que rige en el país continuó penalizando a los pobres y a las minorías.

Obama defraudó, en segundo lugar, a la comunidad latina. No implementó la ansiada reforma migratoria y deportó a 2 millones de indocumentados. Además, mantuvo en pie el alambrado que se construye en la frontera con México desde 2006. Trump exige completar y perfeccionar ese muro.

También fueron decepcionados los que esperaban una recuperación de las libertades democráticas. Se mantuvieron las leyes de persecución y espionaje interno instauradas por Bush. Con el pretexto de “luchar contra el terrorismo” fueron reforzados todos los mecanismos del Estado policial.

Los presos políticos emblemáticos de la lucha afroamericana (Mumia), portorriqueña (Oscar López Rivera) e indígena (Pleiter) siguieron en la sombra. Guantánamo no fue cerrada y se redobló la persecución del FBI contra el periodismo crítico.

Pero el sector más desengañado con Obama fueron los asalariados, que continuaron soportando un deterioro mayúsculo de su nivel de vida. La contraparte de esa degradación fue la convalidación del socorro otorgado a los bancos.

También la deslocalización de empresas continuó destruyendo el viejo tejido industrial. Desde 1994 emigraron quince fábricas por día sepultando 6 millones de puestos de trabajo. Las compañías que pagaban en Michigan 20 dólares por hora, desembolsan actualmente en México tres dólares por la misma labor.

Las consecuencias sociales de esta reconversión han sido escalofriantes. Se masificó el consumo de drogas, los niveles de educación y salud cayeron brutalmente y declinó el promedio de vida de los asalariados blancos.

Hillary no sólo defendió esta gestión demoledora del sueño americano. Careció del encanto y la novedad que ofreció Obama y no pudo disimular la red de corrupción que forjó en torno a la Fundación Clinton. El rechazo a una candidata con poco carisma y nula decencia gatilló la victoria de Trump.

UNA SORPRESA CON MUCHAS EXPLICACIONES

El perfil reaccionario de un presidente estadounidense no es una novedad. Trump encarna una vieja tradición rural y protestante, que con el TEA Party afianzó el perfil ultra-conservador de los líderes republicanos.

El millonario extremó todos los tópicos de esa tendencia, con retóricas machistas, insultos a las minorías y denigraciones de la mujer. Tildó de violadores y traficantes de drogas a los dirigentes de incontables comunidades.

No se privó, además, de exhibir su afinidad con la Asociación Nacional del Rifle, en un país sacudido por balaceras cotidianas. Repitió todos los delirios de la derecha cristiana sobre el creacionismo anti-darwiniano y ponderó la enseñanza religiosa para atacar el aborto y el matrimonio igualitario.

Pero Trump logró desbordar este cerrado entorno derechista al conquistar la adhesión de los trabajadores blancos empobrecidos. Capturó el voto de los distritos industriales con un doble mensaje de crítica a los empresarios (que deslocalizan plantas) y a los inmigrantes (que “usurpan” puestos de trabajo).

Su discurso xenófobo fue brutal. Culpabilizó a los extranjeros por el desempleo, exigió el cierre de las fronteras y reclamó deportaciones masivas. Obtuvo su nominación cuando potenció esa retórica chauvinista.

El apoyo que logró en la clase obrera no atenúa en lo más mínimo su carácter reaccionario. Algunas miradas edulcoradas olvidan este dato, al resaltar exclusivamente su captura del descontento popular. Ciertamente canalizó ese malestar, pero en una dirección muy regresiva y contrapuesta a los intereses de los oprimidos.

Trump reavivó los prejuicios de los trabajadores frente al nuevo patrón inmigratorio de los hispanos, que mantienen su identidad sin repetir la asimilación a la sociedad estadounidense.

En ese cuadro de gran mutación demográfica y cultural, el millonario ensanchó también la grieta con las minorías que obtuvieron logros legislativos bajo la administración demócrata. Impugnó todas las políticas asistenciales y focalizadas de esa gestión.

Trump se embanderó con los slogans de la anti-política. Descargó sus municiones contra la “casta de Washington”, aprovechando el generalizado hastío con los privilegios a la partidocracia.

El locuaz demagogo se calzó el disfraz de individuo ajeno a esos contubernios y usufructuó del desprestigio que comparten los demócratas con los republicanos. Las diferencias que separaban ambas formaciones se han diluido y desde hace muchos años los asalariados no se alinean con los primeros y las élites acomodadas no sostienen a los segundos. ¿Pero Trump ofrece algo distinto?

OUTSIDER, PERO NO ANTISISTEMA

El nuevo presidente exhibe con orgullo su condición de potentado y reforzó la idealización del capitalista que impera en Estados Unidos. Reavivó también la fábula que asimila el éxito en los negocios con la capacidad para dirigir un país. Olvidó recordar cómo refutaron esa creencia los últimos millonarios que habitaron la Casa Blanca.

Pero Trump combina un cuantioso manejo de recursos propios con la marginalidad política previa. Es un outsider que llega a la presidencia sin pasar por el filtro del Congreso o las gobernaciones. Desde la periferia del partido republicano logró doblegar al establishment de esa organización.

Primero se instaló como figura pública a través de un reality show que escenificaba su propia vida como descarnado capitalista. Luego construyó su carrera desafiando a los popes de la comunicación que objetaban ese estilo. Por esa vía capturó el creciente malestar de la población con los medios, que manipulan encuestas y políticos según las conveniencias del momento.

Con esa beligerancia contra los formadores de opinión Trump afianzó su imagen de personaje divorciado de las oscuridades del poder. Emergió como un outsider, pero no es ajeno, ni contrapuesto al sistema. Es un exponente de la clase dominante que oprime al pueblo estadounidense. Con una nueva carga de brutalidad y demagogia pretende contrapesar la desprestigiada hipocresía de los Obama-Clinton.

Trump es un servidor de la clase capitalista. La imagen de extraviado que difunde la elite neoliberal oscurece esa función. Ciertamente dice cosas horripilantes e inverosímiles pero su estrategia no es alocada. Pretende recomponer un sistema político carcomido por la crisis económica que desató el colapso financiero del 2008.

Muchos piensan que intentará esa reorganización con los métodos del populismo. Pero cuestionan la demagogia y el nacionalismo sin aclarar su singularidad política. Trump tenderá a ejercer el gobierno en forma más directa sorteando una estructura institucional en crisis.

Seguramente adoptará una actitud más cesarista frente a los contrapesos que filtran la práctica presidencial. Pero las facultades que tendrá para designar titulares de la Corte Suprema, no le ahorrarán duras negociaciones con el establishment republicano.

Quizás la trayectoria de Berlusconi sirva como antecedente para anticipar la conducta de Trump. Al igual que el norteamericano emergió del universo mediático frente al colapso del sistema político. Finalmente puso en práctica una gestión muy derechista sin alterar el status quo.

Trump es visto también como un líder fascista que podría repetir las tragedias del siglo XX. Su discurso racista tiene muchos ingredientes de este tipo. La gritería contra los inmigrantes rememora la violencia del Ku Klux Klan, que tiene un potencial heredero en las milicias de los suprematistas blancos. Un conocido exponente de esos cavernícolas (Banon) ha sido designado en un alto cargo.

Pero estos elementos distan de configurar un escenario próximo al fascismo. Esta modalidad no está en la agenda próxima de la clase dominante. Se avecina una crisis con otro tipo de disyuntivas.

CONTRADICCIONES ECONÓMICAS

Dado el récord de mentiras que acumula Trump sus próximos pasos son imprevisibles. Ha sido ridiculizado como un acabado exponente de la “pos verdad”. No esperaba llegar a la presidencia y carece de equipos. Por eso recién en las próximas semanas se sabrá qué porcentaje ensayará de sus pomposos anuncios. Deberá clarificar en qué consiste su intento de “hacer nuevamente grande a América”.

Trump prometió efectivizar un acelerado proceso de reindustrialización, premiando a las empresas que reinviertan en el país. Pero el monto de los subsidios -para compensar las diferencias de beneficio que genera la deslocalización- es monumental.

Las compañías que emigran no son marginales. Agrupan a un importante segmento de corporaciones que ha internacionalizado sus procesos de fabricación. ¿Cómo hará Trump para que vuelvan a Detroit las firmas automotrices afincadas en las maquilas de la frontera mexicana?

Los dilemas no se concentran en un sólo sector. En las últimas décadas se reforzó significativamente todo el segmento mundializado de las empresas, en desmedro de las viejas fracciones que únicamente producen y venden para el mercado interno.

Esta misma contradicción se extiende al plano financiero dada la elevadísima internacionalización de los bancos estadounidenses. Esas entidades constituyen el principal pilar de la globalización y encabezaron la resistencia a todos los intentos de regulación nacional. Bloquearon especialmente la segmentación de operaciones y la reducción de las comisiones que intentó Obama.

Trump despotricó contra Wall Street y prometió penalizar a los banqueros. Pero pertenece al partido que ha obstruido una tibia reforma para supervisar las operaciones riesgosas.

Las relaciones con los bancos son claves para un proyecto de reindustrialización basado en gigantescos planes de obra pública. Ese programa requerirá montos descomunales de financiación que el nuevo presidente no aclaró cómo serán recolectados.

Trump sólo anticipó beneficios fiscales. Prometió suprimir los impuestos federales a los hogares modestos y ratificó su disposición a retomar las políticas “ofertistas” (de menores gravámenes al patrimonio) que implementaron Reagan y Bush. Si concreta ese jolgorio recibirá cálidos aplausos de sus colegas, pero no tendrá un solo dólar para la reconstrucción industrial.

La insoslayable captación externa de fondos es otra incógnita. Estados Unidos arrastra una monumental deuda pública, que en gran parte es solventada con el crédito chino. Por eso el proveedor asiático cuenta en la actualidad con un inmenso acervo de bonos del tesoro. Si Trump confronta comercialmente con China para apuntalar su modelo industrial: ¿cómo mantendrá la indispensable financiación del acreedor oriental?

El gran enigma subyacente es la capacidad de la economía estadounidense para preservar el ciclo de tasas de interés negativas, que permitió la recuperación en los últimos años. Si el costo nulo del dinero se revierte no sólo podría reaparecer la recesión. Reavivaría la traumática reorganización pendiente del sistema bancario.

Todas las iniciativas de Trump potencian a una peligrosa tendencia alcista de las tasas de interés. Su estrategia tiene cierto parentesco con el “Reganomics” de los años 80, que bajo el impulso del gasto militar, las políticas fiscales expansivas y la restricción monetaria generó un superdólar muy adverso a la economía estadounidense.

El país ya afronta el mismo dilema que corroe a Inglaterra luego del Brexit. Cumplir allí con el mandato de salida de la Unión Europea plantea dos riesgos explosivos: abandono de los bancos que sostienen la City londinense y eventual secesión de Escocia. Disyuntivas de la misma magnitud se avizoran en Estados Unidos.

¿UN GIRO AISLACIONISTA?

Trump agitó en la campaña drásticas propuestas de giro proteccionista. Prometió elevar los aranceles de importación, gravar los productos fabricados en China y revisar todas las normas monetarias impositivas que afectan al sector manufacturero. Rechazó el control del medio ambiente y propuso reabrir las minas de carbón ¿Podrá implementar semejante viraje?

Algunos analistas estiman que se sumará a una tendencia que ya está en curso en la economía mundial. Recuerdan que actualmente el comercio crece por debajo de la producción. Mientras que en 1985-2007 los intercambios mundiales aumentaban a un ritmo dos veces superior que al PBI, en los últimos cuatro años sólo acompañaron el nivel de actividad.

Pero la economía estadounidense no sintoniza necesariamente con ese rumbo. Se recuperó más rápidamente que Japón y Europa por el comportamiento dinámico de sus sectores internacionalizados. Esa ventaja le permitió exportar gran parte de la crisis a sus rivales. Cualquier giro proteccionista afectaría de inmediato la altísima rentabilidad de esos sectores. La alta tecnología, por ejemplo, quedaría afectada de inmediato.

El principal test será la actitud de Trump frente a los tratados de libre comercio, que Obama negociaba aceleradamente con varios gobiernos de Asia y Europa. La oposición a esos convenios fue una bandera central del millonario. Pero esa actitud choca con la estrategia propiciada por el establishment, para afrontar la crisis económica con mayor liberalización comercial. Por eso la suscripción de tratados no se detuvo, a pesar del estancamiento del comercio.

No sólo Obama y Bill Clinton fueron abanderados de esos convenios. Todas las administraciones republicanas apuntalaron acuerdos que aseguran incontables beneficios a las empresas globalizadas.

En este terreno ha prevalecido hasta ahora un doble discurso. En todas las campañas florecen críticas a los tratados, que luego el ganador archiva cuando asume el gobierno. Por eso la revisión de los convenios fue un caballito de batalla no sólo de Trump, sino también de Hillary. ¿Qué hará el nuevo presidente con el TTP, el TTIP, e NAFTA y la multitud de TLCs bilaterales que Estados Unidos suscribió con sus socios?

La irritación de las élites neoliberales con cualquier cambio en este campo es mayúscula. Proclaman que “la noche cayó sobre Washington” por haber urgido a un aislacionista.

En el bando opuesto del progresismo algunos críticos del Trump reaccionario ven con simpatía al Trump proteccionista. Estiman que introduce un giro positivo en la globalización, que acelerará el colapso de la nefasta apertura comercial. Pero olvidan a quién elogian. No cabe esperar virajes alentadores de semejante troglodita.

Hasta ahora ningún país del Primer Mundo ensayó un giro antiliberal o anti globalizador. Los pequeños cambios de algunos gobiernos socialdemócratas de Europa se deshicieron en pocos días. Los intentos más perdurables en América Latina también fallaron.

En realidad la presidencia de Trump no define el fin de la globalización, por la misma razón que el descalabro del 2008 no implicó el fin del neoliberalismo. Sólo inaugura una crisis mayor de ambos procesos.

¿REPLIEGUE DEL IMPERIALISMO?

Trump abusó de la pirotecnia electoral en la política exterior enunciando todo tipo de disparates. Pero planteó un novedoso realineamiento con Rusia para confrontar con China y fue acusado por Hillary de connivencia directa con Putin.

Ese chisporroteo puso de relieve una divergencia de estrategias en el Pentágono, que se tradujo en la guerra de mails filtrados por el PBI, para desprestigiar a ambos candidatos.

Todo el establishment político-militar coincide actualmente en apuntalar las guerras regionales que refuerzan el control imperial. Por eso implementaron la destrucción de cuatro estados en Medio Oriente (Afganistán, Irak, Libia, Siria) y ejecutan bombardeos permanentes, que naturalizan la matanza de la población civil. Lo mismo sucede en varias zonas de África.

Obama ha busca un mayor compromiso de sus socios europeos y árabes con esas agresiones. Por eso intentó mantener el control estadounidense de las operaciones con menos tropas en el terreno.

Pero preservó también una problemática indefinición sobre la prioridad del adversario ruso o chino, conservando una presión indistinta sobre ambos. Por eso incentivó las provocaciones en Ucrania y los despliegues de misiles en Europa del Este contra el primer contendiente y el rearme naval contra el segundo adversario.

Cómo esta ambigüedad suscita el temor de una eventual alianza de ambas potencias contra Estados Unidos, viejos consejeros (como Brezinski) sugieren optar por un curso más selectivo. La disyuntiva de Trump-Hilary entre mayor enemistad con China o Rusia refleja una reorientación en curso, que a su vez traduce la tensión tradicional entre sectores belicistas (asociados al complejo militar industrial) y vertientes negociadoras (vinculadas a las empresas transnacionales).

La conducta a seguir en la guerra en Siria será la primera prueba de esa definición. La victoria de Trump fue muy festejada por Israel, que espera la prometida reversión de los acuerdos con Irán y una actitud más beligerante contra todos los descalificados “musulmanes”.

Pero si el nuevo presidente quiere implementar una aproximación con Rusia deberá defraudar a los halcones, que a través de Hillary proponían subir la apuesta de intervención contra el régimen de Assad.

En cualquier caso Trump sólo evalúa cursos imperiales para ajustar las acciones del sheriff del mundo. Estados Unidos actúa como protector militar del capitalismo global y no considera ningún abandono de ese rol.

Trump pretende descargar sobre sus aliados una mayor porción de los costos de la dominación imperial. Por eso propone reformular la OTAN, otorgar mayor protagonismo a Europa e introducir a Corea del Sur en el club atómico. Intentará reforzar el curso ya iniciado con la mayor intervención de Francia en Medio Oriente.

Algunos analistas olvidan la vigencia de la estructura imperial a escala global, cuando suponen que el declive de Estados Unidos desembocará en un repliegue de la primera potencia. Estiman que Trump concretará esa reclusión, al reconocer de hecho la pérdida de hegemonía de su país.

De ese diagnóstico surgen curiosos pronósticos de un próximo período signado por actitudes negociadoras de Estados Unidos. Se imagina la gestación de un contexto que abrirá grandes márgenes para la autonomía europea y las políticas nacionales de la periferia. El acuerdo con Rusia es visto como el principal eslabón de esa retirada yanqui.

Pero ese escenario pacifista no parece muy congruente con los objetivos y el temperamento de Trump. Con su victoria no desembarca una paloma a la Casa Blanca.

EL IMPACTO SOBRE AMERICA LATINA

El nuevo presidente ha sido muy explícito en sus planes para México. Construir el muro y expulsar a los inmigrantes. Cualquiera sea el grado de cumplimiento de esas amenazas su intención agresora es nítida.

La variante más tenue de su proyecto supondría mayores atribuciones a la policía fronteriza o un ultimátum a México para que contenga a los migrantes dentro su territorio. En lo inmediato prepara una gran redada contra los indocumentados para acelerar su expatriación.

La esperada revisión de todos los acuerdos con México ya desató una gran devaluación de la moneda azteca y obviamente Peña Nieto no prepara ninguna resistencia. Recibió a Trump en el pico de sus insultos contra los inmigrantes.

Lo que suceda con México clarifica la política latinoamericana. El millonario no ha dicho que hará frente a Cuba y Venezuela. Tuvo frases conciliatorias hacia Chávez, pero al mismo tiempo ensalzó al golpismo anti bolivariano. Aceptó la distensión con Cuba, pero se fotografió con los gusanos más retrógrados de Miami. Su afinidad con Uribe abre interrogantes sobre el proceso de paz en Colombia.

Conviene recordar que Hillary promovía un endurecimiento hacia la región. Propició la militarización de Colombia, apuntaló a los golpistas en Venezuela e intervino directamente en Honduras en el derrocamiento de Zelaya. Es difícil suponer que Trump adoptará una actitud más benevolente. Pero su triunfo ha modificado el tablero regional.

Clinton aseguraba la continuidad del sostén aportado por Obama a la restauración conservadora en Sudamérica. Promovía la reconstitución del protagonismo de la OEA sobre el nuevo tejido derechista. Aunque Trump mantenga la misma agenda, su presidencia modifica la sintonía actual de Estados Unidos con los gobiernos conservadores. Su agresión contra México obstruye la combinación de zanahoria con garrotes que auspiciaba Hillary.

Con Trump tambalea también la Alianza del Pacífico que sintetizaba todos los proyectos de la restauración económica neoliberal. La ratificación de los tratados bilaterales y la apertura comercial han quedado en el limbo. Además, si trepan las tasas de interés se revertirá la afluencia de fondos que tuvo la región en la última década.

Muchos analistas debaten cuál será el grado de intervención del imperio sobre la región. Algunos advierten la inminencia de mayores atropellos y otros avizoran un respiro. Quienes identifican a Trump con el repliegue aislacionista suponen que podría aflojar la presión tradicional sobre América Latina. Pero la experiencia indica que Estados Unidos nunca “olvida” a su “patio trasero”.

UNA CALDERA EN GESTACIÓN

Trump defraudará a sus electores. No limpiará la casta de políticos de Washington, ni devolverá los empleos de calidad en la industria. Pero mucho antes de lidiar con esa decepción deberá afrontar una intensa resistencia en las calles. En 25 ciudades del país ya irrumpieron manifestaciones de rechazo y se prepara una gran marcha de repudio para el día de su asunción.

En todo el país se registra un significativo resurgimiento de la acción popular directa. Varios movimientos retoman esta tradición. Los militantes de Black lives matter (la vida de los negros importa) encabezan las protestas contra la violencia policial racista. Los movimientos de indígenas defienden con bloqueos los recursos naturales y los indocumentados mantienen sus demandas de legalización. En las cárceles se ha concretado la primera huelga de prisioneros sometidos a la explotación laboral. Estas iniciativas retoman la práctica callejera que reapareció en el 2011 con los ocupantes de Wall Street.

Pero también emerge la oposición en el plano político. En la reciente elección fue nuevamente visible el escandaloso sistema antidemocrático de colegios electorales. Trump es presentado como el indiscutible ganador de los comicios, cuando prácticamente empató con Clinton en el número de votos. En cualquier otra nación esa paridad habría suscitado una crisis de legitimidad. Muchos manifestantes cuestionan esa anomalía.

La mayor mutación política subyacente antecedió a Trump con la llegada de Sanders. El líder independiente desembarcó con una propuesta progresista en el Partido Demócrata y casi gana la interna. Suscitó un gran entusiasmo con su propuesta de dividir a los bancos y universalizar el sistema de salud y educación. Se negó a recibir aportes de las grandes empresas y promovió la sindicalización de los trabajadores.

Sanders reivindicó una tradición socialista que ha sido asumida sin prejuicios por sectores de la juventud. Pero finalmente aceptó sostener a Hillary a pesar del enorme rechazo que generaba esa figura, obstruyendo la construcción de otra opción. Su impacto ilustra las grandes posibilidades de expansión que tiene la izquierda estadounidense, si logra superar la subordinación al partido demócrata.

Con el resultado de la elección norteamericana comienza un nuevo período de la crisis global. El colapso del 2008 ilustró la dimensión económica de esa convulsión y el ascenso de Trump retrata el alcance político de ese torbellino. Un tercer capítulo de ese proceso se está gestando con protagonismo desde abajo y búsqueda que una alternativa popular.

Fuente: http://katz.lahaine.org/?p=279

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Escocia anuncia la gratuidad de la educación superior para los europeos

Escosia / http://ecoaula.eleconomista.es/ / 16 de Noviembre de 2016.

Hace frente al ?Brexit? intentando atraer talento comunitario siempre y cuando comiencen la universidad en 2017 o antes. Los británicos también podrán estudiar sin pagar matrícula, pese al anuncio de Swinney.

Escocia quiere hacer frente al Brexit británico y la posible huída de universitarios extranjeros. En estos momentos hay más de 125.000 estudiantes de la Unión Europea en alguna universidad inglesa (en torno al 5 por ciento del total), pero la realidad es que los datos indican que el número de estudiantes europeos que ha solicitado plaza ha bajado un 9 por ciento este año a causa del resultado en el referéndum británico, según datos del Servicio de Solicitudes y Admisión de Universidades de Reino Unido (Ucas, por sus siglas en inglés). Los datos muestran que, para septiembre de 2017, tan sólo han solicitado plaza 6.240 estudiantes de la UE, 620 jóvenes menos que en 2016.

John Swinney, ministro de Educación de Escocia, ahora ya no quiere cobrar a los estudiantes ingleses, irlandeses (del Norte) y galeses unas 9.000 libras (9.970 euros) al año por cursar una carrera en su territorio, como anunció hace unas semanas. Ahora, niega que se vaya a discriminar a estos estudiantes. El Gobierno ha prometido que los estudiantes de la UE seguirán recibiendo enseñanza gratuita en las universidades escocesas, con un coste para el país de 300 millones de libras (332 millones de euros). Esto atraerá a estudiantes de todo el mundo que no quieran pagar las altas tarifas del Reino Unido.

El Gobierno ha garantizado financiar los cursos de los estudiantes de la UE, incluso después del Brexit, siempre y cuando comenzaran la universidad en 2017 o antes.

Una nación diferente

Cabe destacar que Escocia es una nación dentro de este Estado, por lo que pueden hacer lo que quieran en competencia educativa. Su sistema es gratuito, no hay gastos directos de matrícula para estudiantes de grado de países de la Unión Europea. Las tasas universitarias para los alumnos de primer Grado están cubiertas por la Agencia Escocesa de Concesión al Estudiante (Students Awards Agency for Scotland, SAAS).

En una conferencia reciente del partido SNP (Partido Nacional Escocés, por sus siglas en inglés), el ministro encargado de velar por la posición de Escocia en Europa en las negociaciones del Brexit, Michael Russell, indicó que había que estar atentos al desarrollo de las negociaciones, puesto que los delegados del partido han considerado una moción sobre si el país debería prepararse para un segundo referéndum de independencia «si no existe una solución viable para salvaguardar nuestra membresía (en la UE) como parte del Reino Unido». Además, «de negociar como nación», añadió.

Fuente: http://ecoaula.eleconomista.es/universidades/noticias/7950969/11/16/Escocia-anuncia-la-gratuidad-de-la-educacion-superior-para-los-europeos.html

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Reino Unido: «Ethnicity: Italian or Sicilian?» UK schools provoke row with online form

Europa/Reino Unido/16 Octubre 2016/Fuente y Autor: thelocal
Resumen:El embajador italiano en el Reino Unido ha intervenido después de los padres se quejaron de la distinción que se hace entre Italia, Sicilia y Nápoles en los cuestionarios del distrito escolar. Al seleccionar su origen étnico de un menú desplegable que aparece en los sitios web del distrito escolar, los italianos en el Reino Unido se enfrentaron a una elección sorprendente. Se les pidió a definirse como sea ‘italiana’, ‘Italian – Sicilia’, ‘Italian – napolitano’ o ‘Italiano – Otros’.
The Italian Ambassador to the UK has intervened after parents complained about the distinction made between Italy, Sicily and Naples in school district questionnaires.

When selecting their ethnicity from a drop-down menu on school district websites, Italians in the UK faced a surprising choice. They were asked to define themselves as either ‘Italian’, ‘Italian – Sicilian’, ‘Italian – Neapolitan’ or ‘Italian – Other’.

Complaints initially came from parents in Bradford, north England, but it became clear this was not an isolated case, and that several school districts in England and Wales differentiated between northern and southern Italians.

The Italian Embassy «intervened, requesting the immediate removal of this categorization», it said on its official Facebook page on Tuesday evening.

It also found time to give the UK authorities a quick Italian history lesson, reminding them: «Italy is a unified country, since March 17th, 1861.»

Ambassador Pasquale Terracciano told Ansa the choice was a «local initiative» and that rather than being discriminatory, the three options were probably motivated by a desire to identify any «non-existent linguistic needs».

He added however that «the road to hell is paved with good intentions».

Italy and Brexit

The incident comes at an important moment for Italian-British relations, after the UK voted to leave the European Union in June, leaving the thousands of Italians who study and work in the UK with an uncertain future. The vote was particularly bad news for Italian youngsters, many of whom move to the UK where they can often find better employment opportunities..

While UK Prime Minister Theresa May has said she «expects» to be able to guarantee the rights of Italians living in the UK, no promises have been made.

Furthermore, the shock of the ‘No’ vote appears to have made PM Matteo Renzi about his own upcoming referendum on December 4th.

Although Italy’s referendum is about constitutional reforms, it is feared that the wider consequences of a win for the ‘No’ camp could include a boost for the populist Five Star Movement, who want Italy to hold its own EU referendum.

Fuente de la noticia: https://www.thelocal.it/20161012/english-schools-criticized-for-differentiating-between-italians-sicilians-and-neapolitans

Fuente de la imagen: https://www.thelocal.it/userdata/images/article/7de81c5248e838c30880c7e4f1b8d382262befd3069dcb26deb9833e0e636d83.jpg

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Apuntes sobre geoeconomía desde el Sur (2015-2016)

Alfredo Serrano Mancilla

I. La resistencia hegemónica de los Estados Unidos

El país hegemón se resiste y hace lo imposible para recuperar el terreno perdido en el siglo XXI. Estados Unidos necesita del monopolio del dólar para sostener su endeudamiento billonario en lo comercial (505.000 millones de dólares) y en lo fiscal (59,4 billones de dólares). La economía made in USA depende interna y externamente del poderío de su moneda a escala global. Así lo reconoce por ejemplo el mismo Jared Bernstein (economista jefe entre 2009-2011 del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y miembro actual del equipo económico de Barack Obama) en el mismo New York Times: “el papel del dólar como moneda de reserva mundial pasó a ser un principio fundamental de la política económica de Estados Unidos». Sin embargo, en la última década, el proceso progresivo de desdolarización en la acumulación mundial de reservas hace peligrar precisamente la posición exclusiva dominante de los Estados Unidos en materia geoeconómica. 

Dos variables son claves para comprender la dimensión de este fenómeno: 

1) La participación del dólar en las tenencias de reservas mundiales pasó de representar el 71,1% en 2000 hasta el 60,7% en 2011; esta evolución se explica por el creciente rol del yuan chino que ya es usado como moneda de reserva en un total 40 bancos centrales; y 

2) A los Estados Unidos tampoco le conviene económicamente que el intercambio comercial entre grandes países se realice cada vez más en monedas propias sin necesidad de transitar por el dólar (Rusia con China, Japón con China, también previsto para los BRICS).

En lo que llevamos de siglo XXI, Estados Unidos tampoco cuenta con el monopolio en relación a las grandes transnacionales, pero sí va dando signos de recuperación en este pasado 2015. En la última década, fueron apareciendo grandes corporaciones mundiales con casa matriz en China, América Latina, Rusia, India; además de las que ya existían en Japón y en Europa. Antes del estallido de la crisis, Estados Unidos solo tenía 34 compañías entre el centenar de empresas más valiosas del mundo. No obstante, durante este periodo de gran recesión, las empresas estadounidenses han sabido recuperar posiciones. En la actualidad, ya disponen del 54% de ese top 100 mundial. El dato demuestra recuperación del capital estadounidense en el tablero global pero aún insuficiente para aseverar que su hegemonía es la misma que la que ostentara en el siglo pasado. Los países emergentes se han convertido a día de hoy en países suficientemente emergidos y protagónicos. El ejemplo de China es el más destacado en este sentido que en la actualidad cuenta con un significativo 11% en dicho top 100 mundial (a fines de s.XX sólo tenía el 2%). Otro ejemplo es que en la clasificación Fortune 500 -que reúne a las mayores empresas del mundo por facturación-, el número de compañías cuya sede está en algún país emergente ha pasado de 21 en el año 2000 a 132 en 2014 (95 de ellas son chinas). 

Estados Unidos no ha perdido la hegemonía pero sí la debe compartir con otros bloques económicos consolidados a nivel mundial. Frente a ello, la estrategia económica estadounidense se ha centrado fundamentalmente en vencer en la guerra de las expectativas económicas. Durante todo el año 2015, la Reserva Federal (FED) ha anunciado una subida de la tasa de interés que finalmente se ha producido a final de año y en escala menor. El objetivo era (y aún es) realizar un efecto llamada a los capitales financieros que se habían ido de casa en busca de otros destinos más rentables. Pero además con esta subida y con la apreciación del dólar en el último año, pretende decirle al mundo que la economía estadounidense está en plena forma.

Luego de unos años de una excesiva expansión monetaria, usada para sanear a grandes bancos y fondos de inversión recomprando buena parte de su deuda intoxicada, Estados Unidos anuncia al mundo que está preparado para crecer y volver a ser el único epicentro de la economía mundial. Su deseo es claro: hacer resucitar al Consenso de Washington como único centro de gravedad del nuevo orden geoeconómico mundial. No lo tendrá fácil, pero tampoco hay que infravalorar su capacidad para lograrlo. No se debe olvidar que tiene nuevos aliados gracias a sus invasiones y a nuevos movimientos de ajedrez (Irán). Además, su imperio en la economía del conocimiento en pleno auge del mundo tecnológico le permitirá seguir ganando terreno en esta guerra de posiciones económicas a nivel global. También cuenta con otra arma de destrucción masiva: el monopolio de las agencias de calificación de riesgo (Moody’s, Standard & Poor`s, Fitch). El mundo financiarizado aún pivotea fuertemente sobre suelo norteamericano. Su arquitectura económica-financiera internacional aún continúa siendo soporte de las relaciones geoeconómicas (FMI, OMC, BM, CIADI, etc.).

A pesar de este gran hard power, Estados Unidos no está solo en la escena mundo; lo sabe y buscará como sea poder resarcirse para gobernar económicamente el planeta tal como lo hizo en las últimas décadas del siglo pasado. El tablero y sus piezas están servidos. La partida para el 2016 recién comienza; veremos cómo acaba. 

II. Sobre el precio del petróleo

A pesar de la consolidación de las nuevas fuentes energéticas, el petróleo sigue siendo el rey. Este recurso fósil representa un tercio de la matriz energética mundial. Su papel geoeconómico es indiscutible. El siglo XXI se ha caracterizado por un Gran Cambio en este asunto debido fundamentalmente a la recuperación del rol de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) frente a la AIE (Agencia Internacional de la Energía). Los países OPEP fueron paulatinamente recobrando su protagonismo y soberanía en relación a la determinación del precio a nivel internacional. A junio del 2014, el precio por barril alcanzó hasta 115 dólares. Sin embargo, desde ese momento, se ha producido un derrumbe continuado. El año 2015 acabó con un precio por debajo de 40. Su valor alcanza el mínimo de los últimos 11 años.

Son muchos los factores en juego para explicar esta caída tan abrupta. Mucho se dice acerca de que todo se debe a un incremento de la oferta petrolera en este último tiempo. Se han sucedido varios hechos claves en este sentido: 

1) aumento de la producción de la producción de esquisto en Estados Unidos que se fue aprovechando de la subida pasada de los precios (pasó desde los 5,1 millones de barriles diarios en 2009 hasta los 9,32 millones en los que terminó el año 2014)

2) Arabia Saudí ha sobrepasado la producción de 9 millones de barriles al día

3) Irak ya está por encima de los 4 millones de barriles al día, y 

4) y además, en clave de expectativas, Irán prevé un aumento de su producción petrolera en 500.000 barriles por día a partir de este año gracias al levantamiento de las sanciones (debido al pacto con Estados Unidos). 

Es por tanto cierto que este incremento de oferta petrolera tiene mucho que ver en el descenso del precio. Sin embargo, no es la única razón de esta situación. El mismo Congreso de Estados Unidos considera que, «el 30% del precio del petróleo se debe a la especulación de los Fondos de Inversión y grandes bancos»; y la consultora Goldman Sachs considera que el impacto de este fenómeno es del 40% en el precio. Esto quiere decir que no todo se debe a un frío calculo de oferta y demanda, sino que a esta explicación hay que sumarle el interés especulativo de los grandes capitales mundiales en base a claves geopolíticas/geoeconómicas.

Se prevé un leve incremento de la demanda del crudo a nivel internacional. Pero la oferta seguirá creciendo al menos en el corto plazo. No parece fácil imaginar un acuerdo pleno entre los países OPEP para reducir la cuota ofertada. Arabia Saudí no parece querer hacer nada para incrementar los precios a pesar que su record en déficit fiscal (es actualmente del 15% de su PIB). Irán ha anunciado que aumentará sus exportaciones petroleras. Por otro lado, Estados Unidos, con estos precios tan bajos, no podrá mantener la cuota de producción del petróleo de esquisto tal como ha venido ya sucediendo en el año pasado. Un precio tan bajo del petróleo tiene un efecto inmediato en la rentabilidad económica de este tipo de inversiones. Si el precio continúa a la baja, habrá mucha producción que cesará porque no podrán soportar los actuales costes de producción. Nuevamente, el factor tecnológico se convierte en determinante en este asunto para quien quiera sobrevivir a precios tan reducidos.

La guerra del precio del petróleo está servida sobre la mesa. Existen multiplicidad de predicciones. Algunos analistas consideran que el objetivo a largo plazo del reino saudita es mantener bajos los precios para, de esa forma, dejar fuera de mercado a los productores de petróleo no convencional o de esquisto. Si esto fuera así, entonces sí, el precio podría volver a remontar hasta valores impredecibles. La mayoría de estudios internacionales (Westpac, Barclays, Wells Fargo, Unicredit y Société Générale) estiman el valor en un intervalo entre 41-60. Según Goldman Sachs, el año que viene la sobreoferta mundial será de 580.000 barriles diarios; así que los inventarios seguirían llenándose. Moody’s cree en su informe petrolero anual que el desequilibrio del mercado petrolero se prolongará hasta más allá de 2016. Lo mismo considera la Agencia Internacional de la Energía.

La ecuación sobre los precios del petróleo no se resuelve en base a la matemática. La (geo)economía política tiene mucho que decir en este asunto. Arabia Saudí e Irán compiten por su posición hegemónica en Oriente Medio. El conflicto en Siria tampoco puede pasar desapercibido en esta discusión. El intento de castigar a Rusia, quien elevó en un 7,5% sus exportaciones de petróleo en 2015, es otro elemento clave para entender lo que pasará en la evolución de los precios del petróleo. El fin de la prohibición a las ventas del crudo de Estados Unidos fuera del país es otro ingrediente en este gran maremágnum petrolero.

Es complejo hacer predicciones sobre el precio a partir de cuotas de oferta y demanda petrolera teniendo en cuenta que lo que está en juego son las cuotas de poder geopolítico. Detrás de todo ello, el pulso entre la OPEP y la AEI está en el centro de la actual batalla geoeconómica en materia petrolera. 

III. Los ataques contra los BRICS, contra China

El comercio Sur-Sur cada vez es más importante a nivel mundial. Pasó de suponer un 6% en 1985 a un 24% en 2010; mientras que el comercio Norte-Norte retrocedió al 38% en ese mismo periodo); en materia de inversiones extranjeras directas, las de flujo Sur-Sur ya son casi 50%. Por su parte, los BRICS representan al 45% de la población mundial, el 25% del PIB mundial, el 41% de las reservas de divisas y 45% de la producción agrícola del mundo. Su comercio intra bloque supone el 17% del comercio mundial. Este grupo de países además viene construyendo una arquitectura financiera paralela a la hegemónica, con su propio Banco de Desarrollo y su Fondo de Reservas; y como se ha dicho anteriormente, realizan una gran parte de su transacciones comerciales sin necesidad de pasar por el dólar.

China es indudablemente el vértice principal de este nuevo pentágono geopolítico. Poco a poco, Pekín va configurándose como la única potencia capaz de establecer, a medio plazo, una verdadera ‘rivalidad estratégica’ con Washington. Tan es así que el mismo FMI reconoció recientemente que la economía china es la mayor del mundo. China representa el 16,479% del PIB mundial medido en Paridad de Poder Adquisitivo, frente al 16,277% de Estados Unidos. La reciente creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) pretende reforzar esta posición en el terreno de lo financiero. El BAII pretende rivalizar con el FMI y BM, y también con el Banco Asiático de Desarrollo (creado en 1966, y muy controlado por Japón). Ni Tokio, ni Washington se han adherido al BAII; pero ya se han adherido unos 57 países, entre ellos los BRICS (Brasil, Rusia, la India y Sudáfrica), así como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Australia, Corea del Sur, Israel, etc. Esto constituye una enorme victoria diplomática de China en materia financiera internacional.

A pesar que el FMI todavía no le concede mayor cuota de participación a China en su actual estructura [1], sí se ha aprobado la inclusión del yuan chino en su cesta de monedas de reserva, integrada hasta ahora sólo por el dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina y el yen. Esto tiene un importante valor simbólico y real en el camino de la internacionalización del yuan como moneda referencia a nivel global.

Desde el inicio del siglo XXI, China viene aumentando sus inversiones directas en el exterior, alcanzando una media de 200.000 millones de dólares al año; en este sentido, las inversiones chinas comprometidas para América Latina son de 250.000 millones de dólares para los próximos diez años. Con América Latina también se han incrementado de manera espectacular los intercambios comerciales (entre 2000 y 2013, se multiplicaron por 22). 

Estos datos reflejan que la transición geoeconómica es un hecho en gran medida debido al papel de China. El Consenso de Beijing, como muchos lo denominan, actúa como contrapeso al Consenso de Washington. Estados Unidos no está solo en este mundo. Lo saben y por ello reaccionan contra los BRICS y contra todo aquel país que no se atenga a su mandato. Así vienen procurando en los últimos meses construir un sentido común global, en lo económico, de que todo es culpa de los BRICS, todo es culpa de los países emergentes, todo es culpa de China. Lo han hecho y lo seguirán haciendo. Llueven los estudios que afirman que los BRICS, y muy particularmente China, no podrán continuar siendo países de destino de inversiones a escala global. Se percibe este intento de restauración conservadora neoliberal a nivel mundial en lo económico para que todo vuelva a la hegemonía de antes, a la del siglo XX.

La campaña contra China tiene visos que continuarán en el año 2016. Que el modelo económico chino tiene graves fallas estructurales no lo discute nadie, pero tampoco es riguroso decir que se acabó el milagro chino, que ya no crece como antes, que está en el pleno colapso financiero. Todo suena a un excesivo ataque coral contra las expectativas económicas Chinas. Resulta preciso ser cuidadoso a la hora de aseverar ciertas visiones catastrofistas que más se parecen a deseos de profecías auto cumplidas. Es fundamental tener en cuenta que no hubo milagro chino alguno; más bien todo ha sido fruto de una estrategia económica de inserción mundial muy acertada para recuperar una posición dominante, muy en correspondencia con el tamaño de país que representa. China usó su potencial exportador en un mundo económico neoliberal y posfordista en el que la fragmentación geográfica de la producción mundial les permitió insertarse ventajosamente a escala global. Así inició una senda de crecimiento de doble dígito que nunca es fácil de sostener en el tiempo. Sin embargo, no debería minusvalorarse que todas las predicciones coinciden en afirmar que la economía seguirá creciendo por encima del 6% a pesar de haber decidido cambiar su modelo económico puertas adentro. China apuesta por un proceso de sustitución de importaciones para satisfacer la demanda interna. Desea reducir su dependencia exportadora aunque ésta siga siendo clave en los próximos años. Este hecho económico será determinante a escala global porque seguramente pueda incidir en el comercio mundial, y en el precio de los commodities a escala internacional como ya ha venido sucediendo en el último tiempo.

Además, hay que destacar que China ha cambiado su patrón de relacionamiento exterior: si hace pocos años, el comercio ocupó la principal actividad económica exterior, hoy en día, han crecido las relaciones financieras y las inversiones. Esto significa que China se convierte así en un socio económico estratégico creciente más allá de las relaciones comerciales. Esto no cambiará en el año 2016, ni en los venideros. Esto justifica que los ataques contra China continuarán. Seguramente habrá nuevos intentos para afirmar un gran crash financiero en el país asiático. Ya sucedió este 2015. Si bien fue cierto que se produjeron en dos momentos consecutivos caídas abruptas del valor de las bolsas de China, también es cierto que en el primer semestre del año 2015, hubo una gigantesca capitalización bursátil en el gigante asiático. Es decir, en suma, en el año 2015 no le fue mal a la capitalización bursátil china.

En definitiva, es importante no caer en “lecturas” económicas fijadas desde el capitalismo neoliberal que procuran ir contra China para hacernos creer que se desinfla su economía y será la culpable del freno en la economía global. Ni esto ni tampoco decir que el gigante asiático tendrá su misma política económica que hace unos pocos años. 

IV. Europa y su Sur

Europa continúa entrampada en su encrucijada económica. Apenas crece. La Comisión Europea estima un crecimiento para la eurozona en 2016 de hasta el 1,9%, pero en base a valores del comercio mundial muy por encima de lo que pronostican el resto de organizaciones internacionales. La producción industrial tampoco presenta síntomas de recuperación. La productividad por hora trabajada tampoco ha crecido significativamente en los principales países de la UE. El desempleo sigue siendo elevadísimo, muy particularmente el juvenil; la pobreza y exclusión social se constituye como un gran déficit estructural de todas las economías europeas. El endeudamiento social es un principio rector conexo con las nuevas fórmulas de políticas económicas aplicadas en la Unión Europea (UE). El Estado del Bienestar europeo está más cerca de estas alturas de constituirse como el Estado de malestar que exige el capital para que su tasa de ganancia recupere los niveles exaltados de otros tiempos. Incuestionablemente, la integración por arriba desintegró a los de abajo.

La moneda única, el euro, es la moneda del pensamiento único en lo económico. Frente a la crisis europea del modelo fallido neoliberal, la salida es más neoliberalismo bajo una reconfiguración hacia dentro para insertarse de otra forma puertas afuera. Diferenciar mucho más lo que es centro de lo que supone la periferia se convierte en un objetivo básico para estos tiempos en la Europa de las dos velocidades. El patrón de desarrollo desigual europeo se exige cada vez más pronunciado en el nuevo reordenamiento interno para que la inserción exportadora de las grandes transnacionales sea la respuesta efectiva frente a la actual crisis económica. La depreciación del euro parece ser uno de los caminos elegidos para seguir vendiendo afuera lo que adentro no se compra. Y además, el BCE, luego de haberlo iniciado muy tardíamente, seguirá seguramente con su programa de compras de deuda hasta 2017 para seguir “saneando” a la gran banca privada europea. Las respuestas económicas en la zona euro continúan dando la espalda a todo lo que tenga que ver con la economía real.

Así es como el estado-nación llamado Alemania impone su modelo: un esquema supranacional europeo a su merced que le permita competir afuera. En este marco impuesto por el centro, la única alianza sin nacionalidad permitida casa adentro es aquella que existe en el plano de las transnacionales con casa matriz en la UE. Ese pacto está bien sellado por todas las grandes empresas privadas europeas, y en él, no tiene cabida el pueblo griego ni sus derechos sociales. El gran capital europeo quiere esta UE y no otra. No acepta ni tolera que a ningún pueblo del Sur se le ocurra decir lo contrario.

El año pasado 2015 se inició con la victoria del pueblo griego, y acabó con un nuevo gobierno portugués de coalición de izquierdas, y con una realidad política española más multipartidista, con la inclusión de una fuerza política, Podemos, que demanda otra economía al servicio de los ciudadanos. En medio, el pueblo griego sufrió un importante revés porque el gobierno no pudo llevar a cabo lo que la democracia y las urnas así demandaron. Alemania se impuso en Grecia y avisó a navegantes europeos que las consultas para decidir algo diferente a lo que dictamine la troika no son bienvenidas. Las llamadas “decisiones técnicas” son para los capitales europeos más importantes que aquello que emane de una elección democrática.

De todas formas, Grecia no se queda sola en este nuevo escenario europeo. El Sur europeo comienza a decir “Basta Ya” a seguir siendo denominados peyorativamente los cerditos, esto es, los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España). Esto no gustar a Alemania ni a los grandes capitales. Grecia aislada representa poco cuantitativamente en la economía europea. Pero en cambio su poder simbólico, unido a la potencial llegada de otros países del Sur que se sumen a esta interpelación del modelo europeo, ocasionaría un grave riesgo para la sostenibilidad del proyecto made in Germany. Esto no significa que estén dadas las condiciones objetivas y subjetivas para un cambio inmediato en el corto plazo. Pero sí se observa como el Sur comienza a constituirse como un nuevo todo que aparece a través de los eslabones más débiles del modelo europeo reclamando otras políticas económicas más justas, más a favor de la garantía de los derechos sociales.

La tensión está servida entre un Sur que empuja hacia otro rumbo y una superestructura económica europea que resiste los embistes. He aquí la cuestión: restauración conservadora o ruptura democrática. El euro, la arquitectura institucional política y económica europea, la presión de la gran banca privada y de los grandes capitales harán lo imposible para que nada emerja para ni siquiera proponer alternativas. La idea de Thatcher está más vigente que nunca: “no hay alternativas”. En ello se sustenta la solidez del neoliberalismo. En no permitir que aparezca otra opción posible. Sin embargo, puede que esto esté cambiando. En Grecia, a pesar de todos los sinsabores, el pueblo griego no elige a los representantes que la UE desea. En Portugal, la presencia de la izquierda en el nuevo gobierno ha dado al traste con las esperanzas de proseguir silenciosamente con la gestión efectiva de las políticas de austericidio. Lo último ha sucedido en España donde el Partido Popular tiene a dos tercios de los votos en su contra. Podemos, como alternativa real de cambio, representa el 20% del electorado y se constituye como pieza clave en los próximos años. Los que siempre presumen de democracia, ahora son los mismos que hablan de incertidumbre institucional o falta de estabilidad política cuando la mayoría en España ha decidido otro parlamento más plural, con una reveladora presencia de otras voces que critiquen fuertemente las políticas de déficit social que afecta a la cotidianidad de la ciudadanía.

Aquello que dijera Angela Merkel en un mitin de su partido en mayo de 2011 vislumbra perfectamente que su preocupación de antaño está cada vez más justificada en el tiempo presente: “No podemos tener una moneda común mientras unos tengan tantas vacaciones y otros tan pocas, o mientras en Grecia, España y Portugal la gente se jubile mucho antes que en Alemania”. El Norte queriendo conducir al Sur. El rumbo geopolítico en disputa. Y todo dependerá, en gran medida, de cómo las fuerzas del Sur sigan creciendo, consolidándose y coordinando su acción frente al norte europeo. En ello, mucho tendrá que ver también cómo se confronte contra el modelo hegemónico dominante. O se acomodan a él, y por tanto, es muy difícil que haya una mejora sostenible para las mayorías. O, por el contrario, se implementa otra política económica alternativa dentro de los límites y márgenes estrechos que concede el sistema europeo, y mientras tanto, se avanza estratégicamente en acumular fuerzas para interpelar los aspectos determinantes estructurales, y poder realizar una transformación más radical para democratizar la economía. 

V. América Latina en disputa

América Latina está más en disputa que nunca. En el tramo final del año, ocurrió un suceso muy novedoso para lo que venía siendo el siglo XXI. Es la primera que vez que un gobierno progresista en la región pierde unas elecciones presidenciales. La restauración conservadora se impuso en Argentina con una gran alianza encabezada por Mauricio Macri. En Venezuela, aunque no se ha perdido el ejecutivo, el pasado 6 de Diciembre del 2015 la Revolución Bolivariana también sufrió un importante revés electoral en la Asamblea Nacional. Después de una década ganada en muchos países de la región gracias a gobiernos que antepusieron políticas soberanas a favor de la recuperación de sectores estratégicos y políticas económicas redistributivas garantizadoras de derechos sociales, mejorando los niveles de vida en muchas dimensiones (incluida el consumo), después de estos años, se abre una nueva fase de cambios al interior de este cambio de época. Ya no se puede afirmar que la derecha regional opositora no sabe ganar elecciones en lo que va de siglo XXI en aquellos países que optaron por una vía contra hegemónica (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina). La política efectiva de cambios materiales en las condiciones de vida a favor de la mayoría ha sido insuficiente en algunos países para tener el apoyo mayoritario en las urnas (elección presidencial en Argentina y parlamentarias en Venezuela).

El abanico de las razones de este viraje electoral es muy amplio. En el caso argentino, un asunto fundamental es la elección del candidato. Ahora sí se puede afirmar que no sirve cualquiera para continuar con un proyecto de cambio por muy bien engrasado que éste esté. Scioli no es lo mismo que Cristina Fernández de Kirchner. Esto obliga a pensar con mayor responsabilidad el tema de la sucesión, quién, cuándo, cómo, qué identidad política representa. Otro tema sustancioso es la dificultad de los procesos de cambio para disputar el futuro, sin caer en un excesivo relato retrospectivo. La campaña del miedo, de la vuelta a un pasado peor, no parece suficiente para ganar. La nueva mayoría, propia del cambio de época, no cree a estas alturas que se pueda volver atrás. El nuevo ciclo histórico de transformaciones logró instalar un nuevo sentido común de irreversibilidad. Y a partir de ahí, toca pensar en el futuro; disputarlo y ganar la batalla de las expectativas para volver a encantar a las mayorías. La fidelidad se sostiene con desafíos hacia delante y sería un craso error obcecarse con querer construir la historia echando demasiado la mirada hacia atrás. Este aspecto es válido para Argentina, pero también para otros países. Se necesita reinventar una narrativa esperanzadora, de oportunidades futuras, que no rompa con el pasado, que sirva como detonante de motivación y entusiasmo. Se precisa identificar cuáles son las nuevas demandas de la ciudadanía para seguir avanzando. No sirve de nada viejas respuestas si existen nuevas preguntas.

Otro rasgo característico de esta nueva disputa que se abre en adelante es que el cambio de época ha provocado un cambio en la derecha regional. Macri no es Menem; Capriles tampoco es Caldera; ni Mauricio Rodas se parece a Nebot. La derecha del siglo XXI ya no es la del siglo XX aunque arrastre ciertos lugares comunes del pasado. Se presenta como la política de la buena onda, más amigable, revestida excesivamente de marketing, evitando exceso de confrontación. Esta nueva derecha ha venido ampliando su base de apoyo a costa de aglutinar nuevas demandas y valores más individuales (ecologismos, oenegismos, etc.) Fueron agregando siglas, creando coaliciones, alianzas territoriales. Véase Cambiemos en Argentina, y la Mesa de Unidad en Venezuela. Fueron creando una aparente unidad en medio de un mar de múltiples intereses no idénticos. Es una estrategia cada vez más poliédrica que comienza a darles algunos resultados positivos.

A estas claves, hay que sumar seguramente los errores propios de la gestión gubernamental, el desgaste propio de más de una década y la imagen de deterioro azuzada siempre por los medios de comunicación hegemónicos. Sin embargo, en estos últimos años existe una razón de peso que sobresale por encima de las demás: el flanco económico. La caída de precios del petróleo, la contracción del comercio mundial y el estrangulamiento financiero internacional constituyen un frente externo adverso que añade obstáculos a este momento histórico. Además, cada vez son más notorias las tensiones y contradicciones económicas internas propias de cualquier proceso de cambio a tan alta velocidad. El rentismo importador del siglo XXI hace tanta mella como el rentismo exportador del siglo XX; el cambio de modelo productivo es imperioso comenzando por aquellos sectores más prioritarios para sostener el alto consumo en bienes básicos para la población.

Se abre por tanto un año 2016 de alta intensidad de disputa entre diferentes modelos económicos. El debate se abre de par en par. Cada proyecto político pondrá encima de la mesa aquello que considera más oportuno para afrontar los desafíos inminentes. Esta vez sí hay una singularidad: los proyectos que eran opositores en Argentina y en Venezuela, ahora tendrán que ser protagonistas y propositivos. En Argentina, el electroschock económico de Macri ya se ha iniciado. Apenas un par de semanas de gobierno han bastado para no dejar ninguna duda acerca del modelo económico que pretende la derecha argentina para los próximos años. La apuesta es evidente: ponerse al lado del campo argentino, de las pocas grandes empresas agroexportadoras, permitiéndoles que sean ellos una suerte de “para Banco Central”, con capacidad suficiente para elegir qué hacer con los dólares del país. No solo eso, sino a cambio de dar “libertad” en comprar dólares, el país se endeudará de manera externa-eterna para las próximas décadas. Se acabó la soberanía y cualquier ilusión de seguir caminando hacia la independencia económica del país.

En Venezuela, la oposición tendrá que decidir, sí o sí, en el seno de la Asamblea Nacional si su propuesta es pedir prestado al FMI, volver a liberalizar el tipo de cambio, llevar a cabo políticas de ajuste en detrimento de la inversión social, o descapitalizar el país poniendo a la venta los activos más importantes de los sectores estratégicos. Es momento de no poder esconderse. Tendrán que dejar de criticar para pasar a proponer. No están acostumbrados a ello pero tendrán que hacerlo dada su nueva fuerza parlamentaria.

A partir de ahí, se inicia un pulso entre diferentes proyectos económicos. Cada uno pondrá encima de la mesa sus cartas. Los procesos de cambio aún en marcha, muy especialmente el venezolano, deberán procurar buscar soluciones internas frente a la restricción externa que no impliquen un ajuste neoliberal. No se puede superar este momento negociando los derechos sociales. Por ejemplo, en Venezuela, el Estado de las Misiones ha de ser precisamente el músculo económico a utilizar para la nueva etapa. La inversión social ha logrado realmente crear un nuevo universo económico siempre minusvalorado por el neoliberalismo. La cara económica de lo social es preciso valorarla en su justa medida. No es marginal ni desdeñable que el Estado haya puesto en funcionamiento una maquinaria de políticas públicas inclusivas a favor del área social para una mayoría ciudadana. Hay que aprovecharlas, hay que utilizarlas eficazmente como efecto multiplicador en lo económico. La nueva matriz de políticas públicas tiene un gran potencial económico para afrontar este escenario externo adverso. Esta nueva economía que pivota en torno a lo social ha de ser aprovechada como detonador para un salto adelante en lo productivo. Por ello, es imprescindible una nueva política de compras públicas a favor de un nuevo tejido productivo, democratizado, más eficiente. Por ejemplo, en Venezuela, se requiere internalizar la actividad económica derivada de la Misión Vivienda, de otras misiones relacionadas con el sistema de alimentación, con la sanidad, con la educación.

Lo interno ha recobrado además más importancia ahora que “el país económico” es más amplio, más incluyente. Gracias a la mejora en las condiciones sociales, económicas y laborales, la democratización del consumo en estos procesos ha sido significativa garantizando así una sólida demanda interna. Centrar la política económica en cambiar la matriz productiva a favor de una nueva oferta interna es cuestión imprescindible. En este sentido, también cabe planificar una oferta supranacional, a nivel regional, poniéndose de acuerdo entre los países amigos para conjuntamente repensar cómo realizar la gran transformación productiva latinoamericana, considerando además un mundo con cadenas globales de valor muy fragmentadas geográficamente. A veces, puede ser más rentable producir cualquier insumo con alto valor agregado insertándose inteligentemente en el mundo en vez de querer producir cada bien pero teniendo que importar gran parte del valor agregado.

A esta vía interna hay que añadir también lo tributario porque es posiblemente el camino más confiable para compensar la caída de los ingresos públicos por los bajos precios del petróleo. La soberanía tributaria se erige en estos tiempos en la senda más sostenible para hacer irreversible todo lo logrado en lo social. Hay margen de maniobra suficiente para recaudar más fondos públicos bajo principios de justicia social. En Venezuela, por ejemplo, se ha dado un paso acertado en este sentido con la última decisión acerca de eliminar los ajustes por inflación que utilizan los grandes capitales para dejar de pagar impuestos; la implementación del impuesto sobre transacciones financieras también constituye un mecanismo acertado para evitar que el capital financiero evada impuestos. Una política de tolerancia cero contra la evasión y elusión fiscal se hace cada vez más indispensable. Los impuestos directos todavía tienen gran capacidad para recaudar.

Se precisa también una revisión de la regulación de la inversión extranjera directa para que los dividendos no sean repatriados en su totalidad hacia las casas matrices. Más bien, hay que buscar las fórmulas para que la ganancia generada dentro de casa se vuelva a reintegrar en el orden económico interno, y multiplicarlas productivamente. Esta tarea no es únicamente obligatoria para Venezuela; también para Ecuador y Bolivia. Hay que encontrar alternativas a los Tratados Bilaterales de Inversión de neoliberalismo pero con efectividad. Frente a la limitación financiera internacional, se precisa explorar mejor los mecanismos de atracción de inversiones productivas a favor del modelo de desarrollo que se pretende construir en adelante.

Se hace necesario además un uso más eficaz de las divisas: una suerte de acupuntura en la colocación de las escasas divisas para que el modelo económico interno florezca. Es por ello que el cambio de paradigma recientemente aprobado en Venezuela, va en el buen camino. Se sustituye el viejo mecanismo de entrega de divisas a cambio de demostrar que no se puede producir por otro que permite acceder a las divisas (para las necesidades de importación de los insumos productivos) bajo el requisito de cumplir con una determinada cuota obligatoria de producción. Esta es la verdadera discusión de la política cambiaria: cómo, cuánto, cuándo, y a quién otorgarles divisas para darles el uso más productivo posible evitando la utilización ociosa y especulativa de las mismas. Luego de ello, sí que será necesario revisar la política de tipo de cambio frente una economía mundial en la que el dólar se aprecia, pero también en la que existen otras monedas cada vez más relevantes en el ámbito del comercio internacional.

En esta gran batalla geoeconómica tampoco se puede descuidar el papel de las translatinas, que son las nuevas multinacionales de origen latinoamericano y con casa matriz en América Latina, nacidas del boom económico en la región y que aprovecharon el mundo neoliberalmente globalizado. Este nuevo tejido empresarial (un gran capital privado latinoamericano) tienen gran capacidad económica para hacer y deshacer a su antojo en cada uno de los países del continente. Son actores decisivos en este nuevo tempo económico: tienen fuerza suficiente para provocar guerras económicas efectivas si quieren, pero también pueden ser aliados sostenedores de procesos si lo desean. No es un tema baladí ni para que sea pasado por alto. Empresas como Vale, Cemex, Latam, Mexichem, Odebrechet, Embraer, Falabella, Femsa, Avianca, América Movil, Copa Airlines, son entre otras, claves en el panorama geoeconómico regional y mundial. Conforman en realidad un nuevo modelo de integración económica para la región: piensan en otra hoja de ruta económica más a favor de su tasa de ganancia. El rumbo de los próximos meses y años dependerá en gran medida de qué tipo de políticas económicas afronten esta nueva realidad geoeconómica. No hacer nada frente a ello es permitir que se afiance una alianza del gran capital latinoamericano, a lo europeo, que solo necesite los Estados-nación para que le acomoden las instituciones a su antojo.

Son estos algunos elementos económicos fundamentales en esta nueva década en disputa. La presión desde afuera, así como las tensiones adentro, fuerza a elegir un camino u otro. El punto de bifurcación está a la vuelta de la esquina. Hay que decidir si la restricción externa se convierte en restricción interna, o si por el contrario se aprovecha estas circunstancias adversas para dar un paso adelante avanzando en la verdadera independencia económica. Porque de no ser así, la región también tiene otro bloque neoliberal que avanza aunque no sea sin problemas sociales casa adentro. La Alianza del Pacífico continúa con su política económica de bobo aperturismo al mundo, cediendo soberanía en los sectores estratégicos, y políticas públicas cada vez más anti sociales. Este revival del ALCA para el siglo XXI avanza con sus tratados de libre comercio desmantelando el pequeño tejido productivo nacional que existía en estos países, destruyendo al campesinado, generando una mayor dependencia importadora en bienes básicos, y lo que es más grave, acuciando un patrón de acumulación cada vez más concentrado en pocas manos a costa del mal vivir de las mayorías. A esta opción del Pacífico, hay que sumarle la interna en Mercosur, con una Argentina representada ahora por Macri, con un empresariado brasileño que empuja y empuja para que se firme un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

La geoeconomía latinoamericana está en pleno movimiento, y este año 2016 será decisivo. La Unasur y la Celac han optado por la vía política dejando de lado casi todo lo que tiene que ver estrictamente con lo económico (como si esto no fuera también político). Aún tiene mucho por delante para poder avanzar (por ejemplo, por qué no una agencia latinoamericana de calificación de riesgo). La Alianza del Pacífico no quiere dejar esta oportunidad de intento restauración neoliberal a escala global. Mercosur es a día de hoy un gran interrogante con una correlación de fuerzas cambiante. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América  (ALBA) ha de emerger y reapropiarse de una agenda económica regional que ha perdido relativamente en los últimos años. Lo que suceda en Venezuela será determinante para la región, pero también lo será cómo Bolivia continúe saltando escollos, entre ellos el más inminente, el referéndum que habilitaría una nueva reelección del Presidente Evo Morales. No hay que olvidar a Ecuador que, luego de haber aprobado una enmienda constitucional que permite la reelección presidencial indefinida pero no aplicable para el caso de Rafael Correa, viene de un año de alto voltaje político. En este caso, el país dolarizado ha de superar la restricción externa como si fuese interna. En suma, este eje de cambio, de ruptura con el viejo modelo neoliberal que partió de diferentes procesos constituyentes, afronta su etapa más complicada en este cambio de época, en el que lo económico tiene un papel privilegiado.
Nota
[1] Para adoptar una decisión importante en el seno del FMI es necesario el 85% de los derechos de voto; Estados Unidos dispone del 16,74% de los votos; la UE unida también posee más del 30% de los votos para vetar; China sólo tiene el 3,81% de los votos.

Alfredo Serrano Mancilla, Doctor en Economía, Director CELAG.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=207468
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