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La ONU enmienda los planes climáticos de los países: deben duplicar sus objetivos para evitar la “catástrofe”

Mundo/30-10-2021/Autor: MANUEL PLANELLES/Fuente: elpais.com

Los programas actuales de los gobiernos conducen a un calentamiento de 2,7 grados. El organismo internacional reprocha que menos del 20% del gasto global en la recuperación sea realmente verde.

El cambio climático vuelve a la primera línea de la agenda internacional tras el parón obligado por la pandemia en 2020. Lo hace de la mano de la cumbre del clima que comienza el domingo en la ciudad escocesa de Glasgow y que durará dos semanas. Pero a la COP26, que tuvo que aplazarse un año por la covid, se llega con la misma certeza que se tenía antes de que el coronavirus paralizara la economía mundial e hiciera pensar a algunos que las cosas iban a cambiar también en la lucha climática: los planes de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero que los países tienen sobre la mesa siguen siendo insuficientes para que el calentamiento se quede dentro de los márgenes más seguros. Las naciones en su conjunto deben duplicar sus promesas de recorte para esta década, según se desprende del informe de situación que presenta este martes la agencia del medio ambiente de Naciones Unidas (Pnuma). El análisis también destaca que solo entre el 17% y el 19% de las inversiones puestas en marcha hasta el primer semestre de este año para salir de la crisis económica generada por la pandemia serán realmente verdes y ayudarán a reducir las emisiones de efecto invernadero.

António Guterres, secretario general de la ONU, ha avisado de que el mundo se sigue “encaminando hacia una catástrofe climática”. Y ha reprochado la falta de liderazgo internacional en esta lucha. “El futuro de la humanidad depende de mantener el aumento de la temperatura global en 1,5 grados″, ha advertido.

António Guterres: «Los líderes pueden hacer un punto de inflexión hacia un futuro más verde»

El Secretario General de la ONU, António Guterres, en la Sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York.REUTERS-QUALITY

Mantener el incremento de la temperatura entre los 1,5 y los dos grados respecto a los niveles preindustriales es, en efecto, el principal objetivo del Acuerdo de París, de 2015. Todos los firmantes presentaron planes voluntarios de reducción de sus emisiones de efecto invernadero al cerrarse aquel pacto. Pero el calentamiento medio ha llegado ya a los 1,1 grados y la suma de los programas climáticos de las naciones no llevaban a cumplir con París. Por eso se necesitaba que los países aumentasen sus esfuerzos.

Alrededor de 120 países han actualizado durante el último año sus planes. Los nuevos programas implican que las emisiones se reducirán un 7,5% más de lo que se habían comprometido los países un año antes. Sin embargo, se necesita una disminución de entre el 22% y el 50% más de lo que se han fijado las naciones en su conjunto para 2030, según el informe del Pnuma. Porque, de momento, estos planes encaminan al mundo a un calentamiento de 2,7 grados, bastante más del doble del registrado hasta ahora. Cuanto mayor sea el calentamiento global, más virulentos y frecuentes se volverán los fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor y las lluvias torrenciales.

La meta para mediados de siglo es alcanzar esas emisiones cero. Pero los estudios científicos han establecido la senda a corto y medio plazo que se ha de seguir para tener una probabilidad alta de conseguir que la temperatura no supere el umbral de los dos grados: en 2030 las emisiones anuales de la economía mundial deben rondar las 39 gigatoneladas de CO₂ equivalente (la unidad de medida que se emplea para los gases de efecto invernadero). Si se quiere conseguir el objetivo más ambicioso, que no se supere el 1,5, deberán estar en 25 gigatoneladas. En el mejor de los casos, los planes climáticos actualizados de los países llevan a unas emisiones mundiales de 50 gigatoneladas.

Camiones cargados de carbón en el desierto de Mongolia que tienen como destino China, el principal consumidor de este combustible fósil del mundo.
Camiones cargados de carbón en el desierto de Mongolia que tienen como destino China, el principal consumidor de este combustible fósil del mundo.UUGANSUKH BYAMBA (AFP)

“Sabemos que el futuro de la humanidad depende de mantener el aumento de la temperatura global a 1,5 grados”, ha insistido Guterres. “Y sabemos también que, hasta ahora, los países no están logrando mantener ese objetivo a su alcance”, ha añadido máximo responsable de la ONU. Anne Olhoff, la coordinadora del informe, reconoce que cada año que pasa se “está volviendo menos realista” cumplir con la meta de los 1,5 grados. “Y se volverá imposible dentro de unos años, a menos que la acción se acelere significativamente”, señala Olhoff a EL PAÍS.

Los países deben aumentar de nuevo sus planes de recorte de emisiones esta década, pero cada vez parece más difícil que el ser humano pueda reducir a la mitad los gases de efecto invernadero que expulsa en solo ocho años. La pandemia, por ejemplo, hizo caer las emisiones de CO₂, el principal de los gases que sobrecalientan el planeta, un 5,4%. Pero se espera que durante este 2021 vuelvan a dispararse y regresen prácticamente al nivel de 2019 al no haberse producido un cambio estructural en la economía mundial.

Planes a largo plazo

La cruz del informe son los planes para 2030. La cara más positiva son los anuncios que muchos Gobiernos están haciendo para mediados de siglo. Un total 76 países han presentado ante la ONU planes en los que prometen llegar a 2050 con emisiones netas cero —solo podrán emitir los gases que puedan ser capturados por sumideros como los bosques—. A ellos se suman otros tantos países que están anunciando objetivos similares para 2050 o 2060, como hizo hace unos meses China y acaban de hacer países que reman habitualmente contra la lucha climática como Arabia Saudí, Rusia y Australia.

El informe de la ONU señala que, si se cumpliesen todos los objetivos a largo plazo anunciados y presentados por los Estados, el calentamiento se podría quedar en 2,2 grados, bastante más cerca de los objetivos fijados por el Acuerdo de París. El problema es que esas promesas a largo plazo no concuerdan con los planes de reducción de emisiones concretos para esta década en muchos casos. Los expertos de la ONU explican que muy pocos programas nacionales fijan “un camino lineal” de reducción de emisiones para lograr las emisiones netas cero. Y solo 11 países —entre ellos España— cuentan con una ley nacional en la que se obligue a alcanzar esa neutralidad de las emisiones. “Muchos de los planes climáticos nacionales retrasan la acción hasta después de 2030, lo que genera dudas sobre si se pueden cumplir los compromisos netos cero”, señala el Pnuma. “Doce miembros del G20 se han comprometido a un objetivo neto cero, pero siguen siendo muy ambiguos”, abunda este organismo.

Guterres ha pedido a los países que participan en la cumbre de Glasgow que asuman el liderazgo en esta crisis climática y que ayuden a limpiar el planeta de gases de efecto invernadero “todos los sectores, desde la energía hasta el transporte, la agricultura y la silvicultura”. Ha solicitado también que se comprometan a eliminar gradualmente el carbón para que en 2030 no se use en los países desarrollados y en 2040 en el resto. Además, el secretario general de la ONU ha reclamado que se termine con los “subsidios a los combustibles fósiles y a las industrias contaminantes” y se fije un “precio al carbono”. Por último, ha recordado que los países desarrollados tienen la obligación de proporcionar 100.000 millones de dólares anuales de financiación climática a las naciones con menos recursos.

Metano y mercados de carbono

El informe anual presentado este martes forma parte de una serie y es la edición número 12. El estudio tiene un apartado específico referido a los beneficios de reducir las emisiones de metano, el segundo gas que más contribuye al calentamiento global y cuya concentración en la atmósfera se está disparando. La ONU recuerda que si se adoptan medidas técnicas de control ya existentes, y que tienen un bajo coste, se podrían reducir estas emisiones alrededor de un 20%.

Otro asunto en el que se centra la edición de este año es en los mercados de carbono, que permiten intercambiar derechos de emisión (es decir, que se compensen las emisiones de efecto invernadero a través, por ejemplo, de la reforestación). Según el estudio, “los mercados de carbono pueden ofrecer una reducción real de las emisiones e impulsar la ambición”. Pero se advierte de que solo será así si existen unas normas “claramente definidas” y “diseñadas para garantizar que las transacciones reflejen las reducciones reales de las emisiones y estén respaldadas por acuerdos para rastrear el progreso y proporcionar transparencia”. En la cumbre de Glasgow se debe desarrollar precisamente el artículo 6 del Acuerdo de París, que hace referencia a los mercados de carbono.

Fuente e Imagen: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2021-10-26/la-onu-enmienda-los-planes-climaticos-de-los-paises-deben-duplicar-sus-objetivos-para-evitar-la-catastrofe.html

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Clima de infierno y el agua que desaparece

Por: Sergio Ferrari

La Tierra se inflama y en muchas regiones del planeta el agua se convierte, de más en más, en un artículo de lujo. El cambio climático interpela a fondo a la sociedad civil internacional que identifica responsables políticos.

Entre ellos Jair Bolsonaro, a quien acaban de denunciar ante la Corte Penal Internacional (CPI). Por sexta vez en sus escasos 34 meses de gestión, el presidente de Brasil fue acusado ante la CPl, con sede en La Haya, Países Bajos. En esta ocasión, en la segunda semana de octubre, la ONG austríaca All Rise, lo denuncia por genocidio ecológico y crímenes de lesa humanidad.

Apenas siete días antes, el martes 5 de octubre, la profunda crisis del agua volvía a ser noticia de primera plana a raíz de un nuevo informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en Ginebra, Suiza.

Calentamiento global, catástrofe amazónica — con el Gobierno Bolsonaro como uno de los principales responsables– y crisis del agua, se entremezclan en un laberinto que parece no tener salida. El cual hace aún más actual las previsiones de los científicos y analistas que desde ya hace algunos años vaticinan que las próximas guerras serán por la disputa del vital líquido en un planeta donde el agua dulce aprovechable constituye solo el 0.5% de los recursos hídricos disponibles.

Radiografía del espanto

En 2020, 3.600 millones de personas carecieron de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura y 2.300 millones no contaron con servicios básicos de higiene.

En 2018, fueron 3.600 millones las personas que al menos durante un mes al año no tuvieron acceso adecuado al agua potable. Según el Informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2021: agua (https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/se-advierte-que-urge-tomar-conciencia-de-la-inminente-crisis-del-agua) que acaba de publicarse en Ginebra, se prevé que de aquí a 2050 esta cifra superará los 5.000 millones.

En las últimas dos décadas, los depósitos continentales del agua, los cuales incluyen todas las reservas sobre y debajo de la superficie terrestre (tanto en forma líquida, como de humedad del suelo, nieve y hielo) se han reducido a un ritmo de 1 centímetro por año. Las mayores pérdidas se contabilizan en la Antártida y en Groenlandia. No obstante, otros lugares en diversas latitudes, con alta densidad de población, también registran reducciones considerables aun cuando se trata de zonas que, tradicionalmente, han sido fuentes de abastecimiento.

En este mismo período explotó la frecuencia de los peligros hidrológicos. Así, por ejemplo, a partir del año 2000 se registra un aumento de un 134% en los desastres causados por las crecidas, en comparación con los decenios anteriores.  Y, en paralelo, el número de sequías y la duración de las mismas también creció un 29%.

A pesar de algunos avances logrados, la OMM considera que 107 países están lejos de cumplir el objetivo de gestión sostenible de sus recursos hídricos. Y concluye que, en términos generales, el mundo se encuentra considerablemente atrasado en lo que respecta a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6 – de los 17 aprobados en 2015 por las Naciones Unidas–, el cual consiste en “garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”.

En 75 países se registraron niveles de aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos inferiores a la media, y en 10 de ellos los niveles fueron sumamente bajos. El ritmo de progreso actual debería cuadruplicarse para lograr las metas mundiales propuestas para el 2030.

Nada es casual

Según la OMM, el aumento de las temperaturas está generando cambios en las precipitaciones a nivel general, lo que provoca variaciones violentas en la distribución de las lluvias y las estaciones agrícolas. Calentamiento global e irregularidades meteorológicas con repercusiones directas y nefastas tanto para la seguridad alimentaria como para la salud y el bienestar general de los seres humanos.

Por ejemplo, durante el 2020, se han registrado numerosos fenómenos extremos, todos ellos relacionados entre sí. En Asia, lluvias extraordinarias causaron inundaciones masivas en Japón, China, Indonesia, Nepal, Pakistán e India. Millones de personas se vieron obligadas a desplazarse y centenares de seres humanos perdieron la vida. Sin embargo, las graves perturbaciones provocadas por las inundaciones no se limitaron a los países en desarrollo. También en Europa ocasionaron muertes y daños generalizados.

En contraposición, el cambio climático acelerado en otras regiones ha provocado sequías. La falta de agua continúa siendo uno de los principales motivos de preocupación para muchas naciones, especialmente en África. Según ese mismo informe, más de 2.000 millones de personas viven en países que sufren estrés hídrico y carecen de un suministro de agua potable y servicios de saneamiento.

Caso emblemático

A fines de septiembre, el nivel de las reservas de agua en las centrales hidroeléctricas de Brasil, las cuales generan lo esencial de la energía del país, había descendido a un 23 %, según datos del Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) de ese país. Las previsiones son aún más preocupantes: para fin de año ese nivel podría llegar al 12 %. A modo de comparación, en 2001, cuando Brasil atravesó un grave periodo de restricción energética, las reservas bajaron a un 34%. La energía hidroeléctrica abastece más del 63% del consumo de esa nación sudamericana.

En agosto pasado la plataforma brasilera MAPBIOMAS –universidades y especialistas medioambientales– publicó un informe nacional en el que constata la reducción de casi un 16% de las superficies de agua dulce. Dicho informe subraya que la actual crisis hídrica es la peor de las que Brasil ha atravesado en los últimos 90 años. El impacto de la misma tiene consecuencias regionales, dada la importancia de la Cuenca del Amazonas compartida con otros siete países, y la Cuenca del Paraná, común con Argentina. Este mismo informe insiste en que los períodos de lluvias e inundaciones no compensan más los de profunda sequía. Hecho trascendente para un país que concentra el 53% de la reserva de agua dulce del continente sudamericano y el 12% de las reservas planetarias.

Según especialistas medioambientales, las causas de esta crisis se encuentran en
el cambio climático el cual provoca más sequías con el inevitable aumento de la temperatura y temporadas de lluvias más breves. También inciden significativamente la deforestación amazónica para facilitar la ganadería extensiva, ciertos monocultivos de agroexportación y la extracción ilegal de madera y minerales.

El calentamiento global indetenible y las distorsiones pronunciadas del agua dulce a nivel planetario estarán en el centro de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebrará en Glasgow, Escocia, entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre. Para diversos analistas, es la última oportunidad para evitar un incremento irreversible del calentamiento global. Para las voces ecologistas más críticas, ya es demasiado tarde y poco de nuevo habrá bajo el sol después de concluida la COP26.

Clima de infierno y el agua que desaparece

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Mundo: Cinco lecciones vitales del COVID-19 para prevenir una crisis climática

Por: Marc Vandepitte
Traducido del neerlandés por Sven Magnus

La pandemia global fue una muestra de lo que podría depararnos el calentamiento global, de modo que se pueden aprender muchas lecciones interesantes e importantes del período de crisis pasado.

1. Escuchar a los científicos

Desde el brote de SARS, otro coronavirus, en 2002 los científicos nos han advertido repetidamente sobre una nueva pandemia. En 2016 la Organización Mundial de la Salud colocó a los coronavirus entre las ocho principales amenazas virales, que requieren más investigación.

No hubo ninguna investigación porque no había expectativas de ganancias para las grandes farmacéuticas en ese momento. Como resultado, en 2020 no estábamos nada preparados para la llegada del SARS-CoV-2, el coronavirus más reciente.

Incluso cuando estalló la pandemia, apenas se hizo caso a los virólogos. Habían pronosticado que la propagación sería exponencial y que se necesitaba una acción urgente. A pesar de que solo una pequeña minoría de personas infectadas se enferma gravemente, la capacidad existente de las camas de la UCI podría no ser suficiente.i Desafortunadamente, los virólogos tenían razón.

La campaña de vacunación fue y está siendo socavada por las mayores tonterías anticientíficas. Se propagan principalmente desde la extrema derecha. A menudo se hace de una manera muy sofisticada y se le dedican muchos recursos financieros.

Para fines de este año contaremos más de 12 millones de muertes por COVID-19.ii Muchas de estas se podrían haber evitado. “Si hay algo que ha demostrado la pandemia”, según el Financial Times, “es el peligro de ignorar las advertencias de los expertos”.

En los últimos años los climatólogos nos han estado advirtiendo de las consecuencias imprevisibles e irreparables si no reducimos las emisiones de forma rápida y drástica. Esas graves advertencias aún no se traducen en medidas adecuadas. Por el contrario, según la ONU, las emisiones de carbono aumentarán en un 16% para 2030 en lugar de reducirse a la mitad. Esta reducción a la mitad es necesaria para mantener el calentamiento global por debajo del límite acordado de 1,5 grados. La ONU advierte de un calentamiento de 2,7 grados en base a los objetivos nacionales que ahora se han fijado.

Lección uno: si ignoramos las advertencias de los expertos, lo pagaremos caro.

2. Hacer frente a la gravedad y a la magnitud de lo que se avecina

Para gran parte de la población mundial el impacto de la crisis COVID-19 ha sido significativo: cuarentena forzada, toques de queda, cierre de escuelas y sectores económicos enteros, desbordamiento de hospitales, etc.

Eso es bastante grave, pero solo un anticipo de lo que nos puede esperar con la degeneración climática. La pandemia es temporal, mientras que los efectos del calentamiento global serán permanentes. La crisis climática es la mayor amenaza a largo plazo para nuestra salud, pero sin opción a vacuna o medicamento.

Podría alterar todo el orden mundial y causar daños irreversibles al planeta. Las consecuencias de las condiciones climáticas extremas ya son devastadoras y no hará sino aumentar. La pandemia nos costó alrededor de 16 billones de dólares. La factura por la crisis climática podría ascender a más de 500 billones de dólares.

Hasta hace poco algunas personas pensaban que su región se salvaría del calentamiento global, pero los incendios forestales extremos y los desastres por la lluvia del verano pasado han hecho añicos esta ilusión. Para 2060 alrededor de 1.400 millones de personas podrían ser refugiadas climáticas y para 2100 una quinta parte de la población mundial podría verse desplazada como resultado del aumento del nivel del mar.

La segunda lección, relacionada con la primera, es que debemos hacer frente a la gravedad y la magnitud de lo que se avecina.

3. El dinero no es problema

Para salvar al mundo de la degradación climática se necesita una transición energética completa que sea mucho mayor y más rápida que todas las anteriores en la historia mundial. En los próximos 30 a 50 años el 90% o más de la energía mundial que ahora se produce a partir de combustibles fósiles tendrá que provenir de fuentes de energía renovables, energía nucleariii o plantas de combustibles fósiles que entierren sus desechos en lugar de emitirlos.

Esto significa que a corto plazo se necesita nada menos que una transformación completa de nuestra economía y sociedad para prevenir una crisis climática.

¿Imposible e inasequible? Durante años nos han dicho que vivimos más allá de nuestras posibilidades, que no hay dinero. La atención médica era demasiado cara, las prestaciones por desempleo demasiado generosas, los salarios demasiado altos y simplemente no había dinero para asuntos sociales o culturales. El déficit y las deudas del gobierno tenían que mantenerse lo más bajos posible y, por lo tanto, había continuamente recortes en los presupuestos.

La crisis del COVID-19 acabó con ese mito. De repente sí parecía haber dinero y no poco. Durante el último año y medio, los gobiernos han repartido miles de millones de euros como si fueran caramelos. Todo el sistema monetario y financiero se centró en apoyar la economía y preservar el poder adquisitivo.

En total, los gobiernos de todo el mundo gastaron 16 billones de dólares en medidas de apoyo. Eso es 105 veces más que la ayuda anual al desarrollo. “Si en 2020 de repente se dispone de miles de miles de millones para salvar la economía y las grandes empresas, ¿por qué iba a ser imposible salvar el planeta?”, pregunta acertadamente Michel Collon.iv

Según la Comisión de Transiciones Energéticas, un prestigioso grupo de expertos sobre el calentamiento global, se necesita menos del 1% del PIB mundial al año para ser neutral en carbono a mediados de este siglo. Es una cantidad insignificante para salvar al mundo de los cambios climáticos catastróficos. Para hacernos una idea, en 2020 se estimó que los paquetes de estímulov en los países ricos representaron más del 30% del PIB.

Lección tres: La sociedad debe responder a la crisis climática con la misma urgencia y a la misma escala mundial.

4. Si lo dejamos en las manos del mercado, no lo lograremos

El Estado es ineficiente y el libre mercado lo resuelve todo: ese ha sido el dogma de los últimos cuarenta años. En consecuencia, lo mejor que se podía hacer era privatizar y desregular al máximo.

Sin embargo, durante la crisis del coronavirus el mercado falló por completo. Esto salió a la luz dolorosamente al comienzo de la pandemia debido a la escasez de mascarillas y otros equipos de protección. Afortunadamente, China pudo entonces solventar muchas escaseces graves. Por segunda vez se vio de forma dramática en la lenta producción de las vacunas en la fase inicial y luego en la escandalosa distribución de las vacunas en todo el mundo.

Una vez más quedó demostrado que el sector privado y las fuerzas del mercado son incapaces de maximizar el potencial de producción existente y priorizar las necesidades más urgentes. Muchos servicios simplemente requieren inversiones a gran escala que no son rentables si se quiere que sean accesibles para todos.vi

Frente al fracaso del mercado, durante la pandemia asistimos a drástico regreso dramático y una rehabilitación de las autoridades públicas. Quedó claro para todos que solo el Estado puede gestionar y superar una crisis de tal magnitud.

Se nacionalizaron total o parcialmente sin problemas importantes sectores de la economía. Según el Wallstreet Journal, los estímulos económicos en Estados Unidos fueron “el paso mayor hacia una economía de planificación centralizada que haya dado Estados Unidos”.

Hasta la fecha se ha dejado en gran medida a las fuerzas del mercado el abordar el calentamiento global: comercio de emisiones, impuestos al carbono, desarrollo de tecnología verde basada en las fuerzas del mercado, etc. Está claro que de esa manera no lo lograremos.

Por otro lado, una energía verde y barata suficiente se debe convertir en un servicio público, al igual que la infraestructura y la tecnología bajas en carbono necesarias para proporcionar esa energía. En el pasado los gobiernos ya lo hicieron para otros servicios públicos como defensa, salud pública, educación, investigación científica, …

Stern Review, un voluminoso expediente encargado por el gobierno británico, lo dice sin rodeos: “El cambio climático plantea un desafío único para la economía: es el mayor ejemplo de fracaso del mercado que jamás hayamos visto”.

Lección cuatro: para superar la crisis climática tenemos que romper con el fundamentalismo del mercado, al igual que con la crisis del coronavirus.

5. ‘Nosotros primero’ es miope

La campaña de vacunación se caracteriza por un escandaloso acaparamiento por parte de los países ricos a consecuencia del cual las personas de los países del Sur se vacunan poco o demasiado tarde. Según la ONU, a fecha de 30 de agosto los 30 países más pobres habían vacunado solo al 2% de su población, en comparación con el 57% en los países de ingresos altos.

Nuestra alta cobertura de vacunación puede hacernos sentir seguros, pero es una ilusión. Las personas no vacunadas son una fuente de nuevas variantes. Las regiones donde la tasa de vacunación es baja pueden convertirse fácilmente en nuevos focos de incendio porque el virus tiene muchos huéspedes vulnerables a los que atacar. Cuanto más tiempo permanezcan las personas sin vacunar, es más probable que se desarrollen nuevas variantes de covid que sean resistentes a las vacunas.

Tedros, el Secretario General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), denuncia que el nacionalismo de las vacunas es miope: “Nadie está a salvo hasta que todos están a salvo”.

En cualquier caso, no funcionará la actitud de ‘nosotros primero’. Para superar la pandemia es necesaria la cooperación y la coordinación internacionales. “Solo la aplicación de los principios de universalidad y justicia será suficiente para permitir que el mundo salga junto de esta crisis”, según un informe de la OMS.

Al igual que el coronavirus, el calentamiento global pasa olímpicamente de las fronteras nacionales, pero la situación es aún más grave en ese aspectopara los países del Sur.

Los países más pobres son los que menos han contribuido al cambio climático. Por ejemplo, durante los últimos 25 años casi el 50% de las emisiones globales han sido causadas por el 10% más rico de la población mundial. Emitieron 18 veces más por persona que el 50% más pobre.

Sin embargo, este 50% más pobre es quien sufrirá las peores consecuencias. Un estudio reciente del Banco Mundial estima que para 2050 al menos 140 millones de personas de África, Asia y América Latina abandonarán su país como resultado del estrés climático.

Y esos son todavía cálculos conservadores. Si a finales de este siglo es posible que una quinta parte de la población mundial sea desplazada por el clima, cientos de millones de ellos intentarán llegar a Europa.

Se necesitan al menos dos cosas para prevenir un desastre climático. Como ocurre con la pandemia, la cooperación internacional es indispensable. Esa cooperación es ciertamente necesaria entre los dos mayores emisores: China y Estados Unidos. Lo último que necesitamos ahora es impulsar una nueva Guerra Fría contra China.

En segundo lugar, los países más responsables de las emisiones deben asumir su responsabilidad histórica, lo cual significa que tienen que hacer el mayor esfuerzo y también poner los recursos a disposición de los países del Sur. La próxima cumbre de Glasgow debería aportar más claridad al respecto. En cualquier caso, todavía queda mucho trabajo por hacer.

Si ni siquiera logramos vacunar al mundo entero rápidamente, ¿cómo podremos resolver la crisis climática? La lección cinco es obvia: dejar de lado el nacionalismo y apostar por la solidaridad y el internacionalismo.

Notas

i Mann M, The New Climate War, Nueva York 2021, p. 239.

ii Las cifras provienen del Institute for Health Metrics and Evaluation (IMHE) de la Universidad de Washington. Son del mismo orden que las estimaciones de The EconomistLas cifras oficiales en muchos países son subestimaciones serias de las cifras de fallecimientos por COVID-19.

iii La energía nuclear no es ideal porque es muy cara, siempre existe el riesgo de un accidente nuclear y también está el problema de los desechos que se tienen que guardar durante siglos.

iv Collon M., Planète malade. 7 leçons du Covid. Tome 1 : Enquête, Bruselas 2020, p. 227.

v Se trata tanto de medidas fiscales (apoyo directo del Estado a las empresas, familias etc…) como de medidas monetarias (bancos centrales que inyectan dinero en los mercados financieros).

vi Klein N., On Fire. The Burning Case for a Green New Deal, Londres 2019, p. 81.

Fuente: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2021/10/09/covid-19-5-vitale-lessen-om-een-klimaatcrisis-te-voorkomen/

Fuente de la información: https://rebelion.org

Imagen: De Wereld Morgen [Foto: Manifestación masiva en Bruselas durante la huelga climática (©Ali Selvi)]

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Mundo: Más de 200 revistas científicas reclaman acciones urgentes contra el cambio climático

Publicaciones de primer nivel mundial como ‘The Lancet’ o ‘Nature’ publican un artículo editorial conjunto en el que se advierte de los problemas sanitarios del calentamiento global.

La comunidad científica internacional -en especial, la de primer nivel- no tiene dudas sobre los peligros asociados al cambio climático y la necesidad de actuar en defensa del medio ambiente.

Para demostrarlo, más de 200 publicaciones médicas y científicas de todo el mundo publican este lunes 6 de septiembre un artículo editorial conjunto en el que piden a los líderes internacionales que tomen medidas urgentes para luchar contra la crisis climática.

El artículo (Call for emergency action to limit global temperature increases, restore biodiversity, and protect health) está firmado por 20 científicos de prestigio internacional y recuerda la base documental acumulada en los últimos años sobre la realidad del cambio climático y su origen asociado a actividades humanas como la combustión de derivados del petroleo y carbón.

Los vehículos de combustión, diésel o gasolina, son la causa más importante de la contaminación en las ciudades .

Los vehículos de combustión, diésel o gasolina, son la causa más importante de la contaminación en las ciudades .

iStock / Akhararat _Wathanasing

Tras la exposición histórica, los expertos avalados por estas 200 revistas científicas apremian a los responsables políticos, de estados e instituciones de todo el mundo acelerar la transformación de las sociedades hacia modelos de desarrollo más sostenibles, capaces de restaurar la biodiversidad, limitar el aumento de la temperatura y proteger la salud.

Los autores confían en que su mensaje tenga eco en la próxima Asamblea General de Naciones Unidas, que arrancará el 21 de septiembre, la última gran reunión global antes de que la ciudad escocesa de Glasgow acoja en noviembre la Conferencia de Cambio Climático de la ONU (COP26).

El editorial, recogido en más de 220 publicaciones, insiste en que éste es un momento crucial para el planeta porque, a pesar de que la pandemia de covid acapara ahora esfuerzos y recursos, la mayor amenaza para la salud pública global en el futuro, advierte, es que los líderes mundiales no cumplan con el Acuerdo de París, que recomienda limitar la subida de la temperatura a 1,5 grados centígrados.

La misiva celebra que se hayan logrado avances para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aplicar políticas conservacionistas, pero recuerda que son insuficientes ya que deben estar acompañados de planes creíbles a corto y largo plazo.

Acción climática y natural

«La acción urgente sobre la crisis climática y natural no puede esperar por la pandemia», subraya un comunicado difundido por la Alianza Sanitaria para el Cambio Climático del Reino Unido (UKHACC), el organismo que ha coordinado la publicación conjunta del citado editorial.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, coincide en que los riesgos que presenta el aumento de la temperatura global, provocada por la acción del hombre, pueden «empequeñecer a los que plantea cualquier enfermedad».

«La pandemia de covid-19 terminará, pero no hay una vacuna para el cambio climático. El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) demuestra que cualquier aumento mínimo de la temperatura pone en peligro nuestra salud y futuro. Igualmente, cada medida que limita la emisiones y el calentamiento nos acerca a un futuro más seguro y saludable», declaró Tedrosen la nota de la UKHACC.

El editorial, expone este grupo, sostiene que la cooperación global solo será posible si los países más ricos efectúan más esfuerzos «para reducir su consumo y apoyar al resto del mundo», al tiempo que aumentan su contribución económica a la causa, en línea con su compromiso para aportar 100.000 millones de dólares cada año.

Ese dinero, precisa el texto, debe ofrecerse en forma de subvenciones, en lugar de préstamos, y se debería acompañar de una condonación de deudas más cuantiosas, las cuales limitan la capacidad de acción de los países más pobres.

«Aunque, históricamente, los países de ingresos bajos y medios han contribuido menos al cambio climático, soportan los efectos adversos de manera desmesurada, incluida la salud», denuncia Lukoye Atwoli, editor jefe del East Africa Medical Journal y uno de los 19 coautores del editorial.

RTIVContaminación

. AFP

Fiona Godlee, editora jefa del British Medical Journal, también opina que «2021 debe ser el año en el que el mundo cambia de rumbo», pues «nuestra salud depende de ello».

«Los profesionales sanitarios han estado en primera línea de la crisis de la Covid. Y están unidos para advertir que superar los 1,5 grados y permitir la constante destrucción de la naturaleza traerá la siguiente crisis, una crisis mucho más letal», señaló la coautura.

Esta misma urgencia es, además, una de «las mayores oportunidades» que tiene la humanidad «para promover el bienestar de las personas en todo el mundo», agregó Richard Horton, editor jefe de la revista The Lancet.

La Covid no es una excusa

«La comunidad sanitaria -agregó- debe hacer más para alzar su voz crítica y responsabilizar a los líderes políticos por sus acciones para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5 grados».

Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/20210906/7701822/mas-200-revistas-cientificas-reclaman-acciones-urgentes-cambio-climatico.html

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Expertos de China y Reino Unido alertan sobre variabilidad de lluvias por calentamiento global

Expertos de China y Reino Unido sostienen que el aumento de las precipitaciones implicará retos para los ecosistemas y la vida.

Un estudio desarrollado por el Instituto de Física Atmosférica (IAP) de la Academia de Ciencias de China (CAS) y la Oficina Meteorológica (MET) de Reino Unido, que fue publicado este jueves, revela que el calentamiento global intensifica el ciclo hidrológico y provoca un incremento de las precipitaciones.

Los resultados, divulgados en la revista estadounidense Science Advances, refieren que aproximadamente dos tercios de la Tierra enfrentarán un hidroclima más húmedo y más variable.

Atendiendo a ello, el clima seco será más seco y el húmedo más húmedo, expresándose transiciones más amplias y rápidas entre estos extremos.

De acuerdo con el estudio, aunque esta variabilidad drástica tendrá especial impacto en regiones climatológicamente húmedas, también implicará efectos vitales para los climas regionales y los servicios de los ecosistemas.

Según la investigación, el incremento de la disponibilidad de humedad provoca efectos termodinámicos que se traducen en precipitaciones variables en todo el planeta.

Los investigadores apuntan que «el aumento de la variabilidad de las precipitaciones plantea un desafío adicional para la resiliencia climática de las infraestructuras y la sociedad humana”.

El investigador del IAP/CAS, Wenxia Zhang valoró que la comprensión del ciclo hidrológico es fundamental para establecer proyecciones del cambio climático. “El calentamiento global está haciendo que nuestro clima sea más desigual”, agregó.

Los resultados de esta investigación podrían orientar la planificación de los países para adaptarse a sus propias condiciones climáticas, y con ello garantizar el acceso al agua y la seguridad alimentaria .

El estudio, titulado “Aumento de la variabilidad de la precipitación en escalas de tiempo diarias a multianuales en un mundo más cálido”, se sustentó en las proyecciones de modelos climáticos conjuntos más avanzados del MET, bajo un escenario de altas emisiones.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/alertan-variabilidad-lluvias-calentamiento-global-20210729-0021.html

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Brasil: Lo peor todavía está por llegar

Lo peor todavía está por llegar

Leonardo Boff

Las grandes inundaciones que han ocurrido en Alemania y en Bélgica en julio –mes del verano europeo– causando cientos de víctimas, asociadas a una ola de calor abrupto que en algunos lugares ha llegado a más de 50 grados, nos obliga a pensar y a tomar decisiones con vistas al equilibrio de la Tierra. Algunos analistas han llegado a decir: la Tierra no sólo se ha calentado; en algunos sitios se ha vuelto un horno.

Esto significa que decenas de organismos vivos no consiguen adaptarse y acaban muriendo. Actualmente el calentamiento que tenemos subió en el último siglo más de un grado Celsius. Si llegase, como está previsto, a dos grados, cerca de un millón de especies vivas estarán al borde de su desaparición, después de millones de años viviendo en este planeta.

Entendemos la resignación y el escepticismo de muchos meteorólogos y cosmólogos que afirman que estamos llegando demasiado tarde a combatir el calentamiento plnetario. No estamos yendo a su encuentro, estamos ya gravemente dentro de él. Argumentan, desolados, que es poco lo que se puede hacer, pues el dióxido de carbono ya está excesivamente acumulado, ya que permanece en la atmósfera de 100 a 120 años, agravado por el metano, 20 veces más tóxico, aunque permanezca poco tiempo en el aire. Para sorpresa general, este último irrumpió debido al deshielo de los cascos polares y del permafrost que va desde Canadá y atraviesa toda la Siberia. Y hace crecer el calentamiento planetario.

La irrupción del Covid-19, por ser planetaria, nos obliga a pensar y a actuar de modo diferente. Es sabido que la pandemia es consecuencia del antropoceno, es decir, del excesivo avance agresivo del sistema imperante, basado en el lucro ilimitado. Ha sobrepasado los límites soportables de la Tierra, por la deforestación –al estilo de Ricardo Salles/Bolsonaro en Brasil–, por la implantación de monocultivos y por la contaminación general del medio ambiente, que han llegado a destruir el hábitat de los virus. Sin saber adónde ir, saltaron a otros animales, inmunes a ellos, y de éstos pasaron a nosotros, que no tenemos esa inmunidad.

Vale la pena reflexionar lo que significa el hecho de que todo el planeta haya sido afectado, por un lado igualando a todos, y por otro aumentando las desigualdades, porque la gran mayoría no consigue mantener el aislamiento social, evitar las aglomeraciones, especialmente en el transporte colectivo y en las tiendas. No ha afectado a otros seres vivos, como nuestros animales domésticos.

Debemos reconocer que el objetivo éramos nosotros, los seres humanos. La Madre Tierra, reconocida desde los años 70 del siglo pasado como un organismo vivo, Gaia, y reconocida por la ONU (el 22 de abril de 2009) como verdaderamente «Madre-Tierra», nos ha enviado una señal y una advertencia: “paren de agredir a todos los ecosistemas que me componen; ya no me están dando tiempo suficiente para que pueda reponer lo que me quitan durante un año y regenerarme”.

Como el paradigma vigente todavía considera a la Tierra como un mero medio de producción, en un sentido utilitarista, no estamos prestando atención a sus advertencias. La Tierra, como superorganismo vivo que es, nos da señales inequívocas, como ahora, con las grandes inundaciones en Europa, el frío excesivo en el hemisferio Sur y la gama de virus ya enviados (zica, ébola, chikungunya, covid…).

Como somos cabezas duras y predomina una clamorosa ausencia de conciencia ecológica, es posible que estemos transitando un camino sin retorno.

Curiosamente, como ya ha sido comentado por otros, “los profetas del neoliberalismo están transformándose en promotores de la economía social porque, ante la catástrofe actual, piensan que ya no será posible hacer lo mismo que antes, y que será necesario volver a los imperativos sociales”. Lo peor que nos podría suceder es volver a lo de antes, lleno de contradicciones perversas, enemigo de la vida de la naturaleza, indiferente al destino de las grandes mayorías pobres y armándose hasta los dientes con armas de destrucción masiva, absolutamente inútiles frente a los virus.

Tenemos forzosamente que cambiar, superar los viejos soberanismos que volvían a los otros países hostiles o sometidos a una feroz competición. El virus mostró que no cuentan para nada los límites de las naciones. Lo que realmente cuenta es la solidaridad entre todos y el cuidado de unos a otros y hacia la naturaleza, para que, preservada, no nos envíe virus todavía peores. Ahora es la nueva era de la Casa Común, dentro de la cual estarán las naciones.

David Quamen, el gran especialista en virus, dejó esta advertencia: o cambiamos nuestra relación con la naturaleza siendo respetuosos, sinergéticos y cuidadosos, o ella nos enviará otros virus, tal vez uno tan letal que nuestras vacunas no puedan atacarlo y se lleve a gran parte de la humanidad.

Al no detener el calentamiento planetario y no cambiar de paradigma hacia la naturaleza, conoceremos días peores. Si no podemos detener ya el aumento del calentamiento mundial, con la ciencia y la técnica que poseemos, podemos por lo menos mitigar sus efectos deletéreos y salvar lo más que podamos de la inmensa biodiversidad del planeta.

Como nunca antes en la historia, el destino común está en nuestras manos: debemos escoger entre seguir la misma ruta que nos lleva a un abismo o cambiar forzosamente y garantizar un futuro para todos, más frugal, más solidario y más cuidadoso con la naturaleza y la Casa Común.

Hace 30 años que repito esta lección y me siento un profeta en el desierto. Pero cumplo con mi deber que es el de todos los que despertaron un día. Debemos hablar, y ahora gritar.

Leonardo Boff

Fuente de la Información: https://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=1032

 

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Brasil – Agua: ¿fuente de vida o fuente de lucro? Contra la privatización del agua

Agua: ¿fuente de vida o fuente de lucro? Contra la privatización del agua

Leonardo Boff

Hoy hay dos cuestiones principales que afectan a toda la humanidad: el calentamiento global y la creciente escasez de agua potable. Ambas obligan a profundos cambios en nuestro modo de vivir, pues pueden producir un colapso de nuestra civilización y afectar profundamente el sistema-vida.

Atengámonos a la cuestión del agua, codiciada por las grandes corporaciones para privatizarla y lucrarse enormemente. Ella puede ser tanto motivo de guerras como de solidaridad social y cooperación entre los pueblos. Ya se ha dicho que las guerras del siglo XX eran por petróleo y las del siglo XXI serán por agua potable. No obstante, ella puede ser referencia central para un nuevo pacto social mundial entre los pueblos y los gobiernos con vistas a la supervivencia de todos.

Consideremos los datos básicos acerca del agua. El agua es extremadamente abundante y al mismo tiempo escasa. Hay cerca de 1.360.000.000 km3 cúbicos de agua en la Tierra. Si tomáramos toda esa agua que está en los océanos, lagos, ríos, acuíferos y cascos polares y la distribuyésemos equitativamente sobre una superficie terrestre plana, toda la Tierra quedaría sumergida bajo el agua a tres km de profundidad. El 97% es agua salada y el 3% es agua dulce. Pero solamente el 0,7% de esta es directamente accesible al uso humano. De este 0,7, el 70% va para la agricultura, el 22% para la industria y lo que queda para el uso humano y animal.

La renovación de las aguas es del orden de 43.000 km3 al año, mientras que el consumo total está estimado en 6.000 km³ al año. Hay por lo tanto superabundancia de agua, pero desigualmente distribuida: el 60% se encuentra en sólo 9 países, mientras otros 80 enfrentan escasez. Poco menos de mil millones de personas consumen el 86% del agua existente, mientras que para 1.400 millones es insuficiente (en 2020 serán tres mil millones) y para dos mil millones no es tratada, lo que genera un 85% de las enfermedades comprobables. Se presume que en 2032 cerca de 5.000 millones de personas se verán afectadas por la crisis del agua.

El problema no es la escasez de agua sino su mala gestión y distribución para atender las demandas humanas y de los demás seres vivos. Brasil es la potencia natural de las aguas, con el 13% de toda el agua dulce del planeta, con un total de 5,4 billones de metros cúbicos. A pesar de la abundancia, se desperdicia el 46%, lo que daría para abastecer a toda Francia, Bélgica, Suiza y el Norte de Italia. Carecemos aún de una cultura del agua.

Por ser escasa, el agua dulce se ha convertido en un bien de alto valor económico. Como hemos pasado de una economía de mercado a una sociedad de mercado, todo se transforma en mercancía. En función de esta “gran transformación” (Karl Polanyi), hoy en día hay una carrera mundial desenfrenada para privatizar el agua y obtener grandes lucros de ello.

Así han surgido empresas multinacionales como las francesas Vivendi y Suez-Lyonnaise, la alemana RWE, la inglesa Thames Water y la americana Bechtel, entre otras. Se ha creado un mercado de las aguas de más de 100.000 millones de dólares. Ahí están fuertemente presentes Nestlé y Coca-Cola, buscando comprar fuentes por todas partes del mundo.

El gran debate hoy se presenta en estos términos: ¿el agua es fuente de vida o fuente de lucro? ¿El agua es un bien natural, vital, común e insustituible, o un bien económico a ser tratado como recurso hídrico y como mercancía?

Para empezar es importante reconocer que el agua no es un bien económico como cualquier otro. Está tan ligada a la vida que debe ser entendida como algo vital y sagrado. La vida no puede ser transformada en mercancía. Es uno de los bienes más excelentes del proceso evolutivo y unos de los mayores dones divinos. Además, el agua está ligada a otras dimensiones culturales, simbólicas y espirituales que la hacen preciosa y cargada de valores que en sí no tienen precio.

Para entender la riqueza del agua que transciende su dimensión económica, necesitamos romper con la dictadura de la razón instrumental-analítica y utilitarista, impuesta a toda la sociedad. Ésta ve el agua como mero recurso hídrico con el cual se puede hacer negocios. Atiende sólo a finalidades y utilidades. Pero el ser humano tiene otros ejercicios de su razón. Existe la razón más ancestral, sensible, emocional, cordial y espiritual. Este tipo de razón va más allá de finalidades y utilidades. Esta razón está ligada al sentido de la vida, a los valores, al carácter simbólico ético y espiritual del agua.

En esta perspectiva, el agua se considera un bien común natural, como fuente y nicho donde hace 3.800 millones de años surgió la vida en la Tierra. El agua es un bien común público mundial. Es patrimonio de la biosfera y vital para todas las formas de vida. No existe vida sin agua.

Obviamente, las dimensiones del agua como fuente de vida y como recurso hídrico no necesitan excluirse, pero deben ser rectamente relacionadas. Fundamentalmente el agua pertenece al derecho a la vida.

La ONU declaró el día 28 de julio de 2010 que el agua limpia y segura, así como el saneamiento básico, constituye un derecho humano fundamental.

Pero ella demanda, sí, una compleja estructura de captación, conservación, tratamiento y distribución, lo que implica una innegable dimensión económica. Ésta, sin embargo, no debe prevalecer sobre la otra, la del derecho, sino que debe hacer el agua accesible a todos. Se debe garantizar a todos gratuitamente por lo menos 50 litros de agua potable y sana al día. Corresponde al poder público, junto con la sociedad organizada, crear la financiación pública para cubrir los costos necesarios para garantizar ese derecho de todos. Las tarifas para los servicios deben tener en cuenta los diversos usos del agua, ya sea doméstico, industrial, agrícola o recreativo. Para los usos en la industria y en la agricultura, evidentemente, el agua esta sujeta a precio.

La visión predominante mercadológica distorsiona la correcta relación entre el agua como fuente de vida y el agua como recurso hídrico. Esto se debe fundamentalmente a la exacerbación de la propiedad privada que hace que se trate al agua sin el sentido de compartir ni de considerar las demandas de los demás y de toda la comunidad de vida.

Es todavía muy débil el principio de solidaridad social y de comunidad de intereses y del respeto por las cuencas hidrográficas que transcienden los límites de las naciones como ocurre, por ejemplo, entre Turquía de una parte y Siria e Iraq de otra, o entre Israel de un lado y Jordania y Palestina del otro, o también entre USA y México en lo que se refiere a los ríos Río Grande y Colorado.

Para discutir todas estas cuestiones vitales se creó en 2003 en Florencia, Italia, el Fórum Mundial Alternativo del Agua. En él se propuso la creación de una Autoridad Mundial del Agua. Ella sería una instancia de gobierno público, cooperativo y plural para tratar del agua a nivel de las grandes cuencas hídricas internacionales así como su distribución más equitativa según las demandas regionales.

Paralelamente, se formó una articulación internacional con vistas a un Contrato Mundial del Agua. Como no existe un contrato social mundial, podría elaborarse en torno a aquello que efectivamente une a todos, que es el agua, de la cual depende la vida de las personas y de los demás seres vivos. De manera semejante ahora con la irrupción de la Covid-19, urge un contrato mundial de salvaguarda de la vida humana, mas allá de cualquier soberanismo, visto como algo superado, de otro tiempo histórico.

Un papel importante es presionar a los gobiernos y a las empresas para que el agua no se lleve a los mercados ni se considere una mercancía. Es importante fomentar la cooperación público-privada para evitar que tanta gente muera por falta de agua o como resultado de un agua mal tratada. Cada día, 6.000 niños mueren de sed y unos 18 millones de niños y niñas dejan de ir a la escuela porque se ven obligados a ir a buscar agua a 5-10 km de distancia. Es importantísimo conservar los bosques y las selvas en pie y reforestar lo más posible. Son los que garantizan la permanencia del agua, alimentan los acuíferos, así como mitigan el calentamiento global mediante la captación de dióxido de carbono y la producción de oxígeno vital.

Un mundo con hambre cero, preconizado desde hace años por los Objetivos del Milenio de la ONU debería incluir la sed cero, porque el agua es alimento y no hay nada que pueda vivir y ser consumido sin agua. Finalmente, el agua es vida, generadora de vida y uno de los símbolos más poderosos de la vida eterna, ya que Dios aparece como vivo, generador de toda vida y fuente infinita de vida.

Fuente de la Información: https://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=1031

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