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El chupete del milenio, un smartphone

El niño sentado con sus padres en la mesa de un restaurant comenzó a aburrirse. Inició la manifestación que todo niño de 2 años tiene bien practicada: tirar los cubiertos de la mesa, bajarse de la silla y querer acostarse en el piso. El padre miró a la madre, ella aprobó con la mirada y el padre entregó al niño su Smartphone. El niño sonrió feliz y segundos después, silencio absoluto.

Seguro todos han presenciado una escena similar a esta. Lo que todos nos preguntamos es ¿Soy realmente mala madre o mal padre si utilizo este hipnotizador del nuevo milenio? 

Existe mucho escepticismo en el uso de nuevas tecnologías, por ejemplo, en la educación. Todos los expertos están de acuerdo en que son mucho más efectivas las interacciones cara a cara para el desarrollo de los niños tanto en las habilidades duras como en las blandas. Los experimentos han demostrado que un niño de 2 años de edad que ve un video de su madre explicándole cómo encontrar un objeto oculto, tendrá mayor dificultad siguiendo sus instrucciones que si la mamá está en la habitación con él. Hay estudios que determinan que los niños menores de 2 años y medio en realidad no entienden muy bien las pantallas en formato bidimensional. A su vez, la posición de la Academia Americana de Pediatría es bastante firme en contra de la TV para los menores de 2 años.

En esta misma línea de investigación, un estudio realizado por Patricia K. Kuhl experimentó cómo los bebés adquieren el lenguaje. El experimento consistió en exponer a los niños de 6 y 12 meses de edad, a una lengua extranjera. En el primer experimento, bebés estadounidenses fueron expuestos en 12 sesiones de laboratorio a personas que les hablaban en chino mandarín, situación similar a tener parientes orientales de visita durante unas semanas. En un segundo experimento, los niños fueron expuestos a los mismos hablantes de lengua extranjera y materiales a través de audiovisuales y grabaciones de sólo audio. Los resultados demostraron que la exposición al idioma mandarín sí tuvo efecto en los bebés que interactuaron en forma personal pero al utilizar grabaciones y videos no se registró efecto alguno. Esto sugiere que el proceso de aprendizaje requiere interacción social.

Investigaciones como estas nos llevan a pensar que las tecnologías no ayudan en los procesos de desarrollo de un niño, sin embargo, el año pasado el British Medical Journalpublicó una interesante investigación donde reveló que los niños de entre 5 y 7 años que jugaron con videojuegos, adecuados para su edad a lo largo de su vida, no mostraron ningún cambio de comportamiento negativo. Por otro lado, se encontró que los niños de la misma edad que veían más de 3 horas de televisión o videos al día tenían una mayor probabilidad de tener problemas de conducta. Estos resultados se obtuvieron a partir de un estudio de largo plazo, Millennium Cohort Study, desarrollado por un grupo de investigadores ingleses que ha estado siguiendo a 19.000 niños nacidos entre el 2000 y 2001.

Aunque existe suficiente investigación sobre el bajo efecto de la televisión  para el desarrollo cognitivo de los niños, los videos y otras herramientas de comunicación unidireccionales, aún no hay pruebas suficientes de los beneficios de las tecnologías bidireccionales o interactivas. Es decir, pocos estudios han examinado la televisión y los juegos electrónicos por separado para ver si tienen efectos similares. Cada tecnología permite diferentes interacciones con los usuarios y por tanto las evaluaciones tienen que realizarse para las diferentes opciones.

Con todos los datos anteriores podemos  volver  a nuestra pregunta inicial. El Smartphone es tan “smart” que sirve como un medio de comunicación interactivo y a su vez pasivo. Entonces, si tu hijo o hija mira más de 3 horas diarias en el youtube de tu teléfono el  mismo video de Frozen, sólo va a desarrollar rabia en ti por hacerte escuchar la misma canción una y otra vez. Ahora, si el aparato en cuestión es utilizado como un medio de comunicación interactivo, y el/la menor juega con las aplicaciones apropiadas para su edad, no hay ninguna evidencia de que esto se vuelva un problema.  Claro, que como nos indica la racionalidad, todo en su justa medida, y a su vez, entendiendo que ninguna tecnología puede suplir la interacción humana.

Todavía no hay suficiente investigación sobre el efecto de las tecnologías interactivas utilizadas para el aprendizaje y el desarrollo de los niños menores de 3 años. Si eres investigador, comparte este artículo, quizás alguno de tus colegas se anime, investigue y comparta con nosotros los resultados.

Fuente: http://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/2014/02/25/el-chupete-del-milenio-un-smartphone/

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CEPAL/ Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2016: las finanzas públicas ante el desafío de conciliar austeridad con crecimiento e igualdad

Fuente CEPAL / 23 de Abril de 2016

Durante 2015, las cuentas fiscales de América Latina registraron, en promedio, un leve deterioro, de modo que se alcanzó un déficit fiscal del 3,0% del PIB y un nivel de deuda pública bruta del 34,7% del PIB. De los 19 países considerados, en 11 se incrementaron simultáneamente el déficit fiscal y la deuda pública como proporción del PIB. La región comenzó a acumular deuda pública, sobre todo interna, después de la crisis financiera internacional de 2008, como respuesta a crecientes necesidades de financiamiento frente a un escenario de desaceleración.

Índice

Prólogo .

— I. Un panorama de las finanzas públicas de América Latina y el Caribe .

— II. Evaluación de las reformas tributarias recientes .

— III. Apuntar al corazón del problema: la evasión tributaria.

Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2016

Fuente de la reseña: http://www.cepal.org/es/publicaciones/39939-panorama-fiscal-america-latina-caribe-2016-finanzas-publicas-desafio-conciliar

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La madre ataja el caos

Aurora Lacueva

En la formación del carácter de una persona se parte siempre de una base innata: hay infantes “por naturaleza” nerviosos y otros tranquilos, se encuentran unos muy activos y otros más bien pasivos, y mientras ciertos pequeños se lanzan de inmediato a explorar lo nuevo los hay que prefieren ir poco a poco. Esa base temperamental, de origen genético y ya modificada durante el embarazo, favorece ciertas tendencias sobre otras pero no dice la palabra definitiva. En efecto, las influencias del entorno van modulando y hasta cambiando las respuestas innatas, participando así en la definición del carácter. La variedad que apreciamos entre las personas en este sentido es enriquecedora, siempre que todas y todos compartamos una deseable firmeza y una buena disposición, que nos permitan relacionarnos en forma adecuada con el mundo y desarrollar nuestro proyecto de vida sobre la base de positivas emociones.

Muchos factores pueden contribuir a formar el carácter de un niño o una niña, entre ellos por cierto la escuela; mas el principal es la familia y especialmente la madre. Las primeras relaciones de apego son cruciales: ser amado y no ignorado o rechazado. También lo son las creencias aprendidas de los padres sobre el mundo y sobre uno mismo. En su libro El cerebro infantil: la gran oportunidad, José Antonio Marina habla sobre este tema y explica cómo el niño o la niña aprenden por sus experiencias en los primeros años a ver el mundo como previsible o imprevisible, controlable o incontrolable, seguro o inseguro. Agrega que un mundo imprevisible, incontrolable e inseguro resulta aterrador. Y cita a Rainer Maria Rilke, quien en un poema le dice a la madre de un pequeño: “Inclinaste sobre los ojos nuevos el mundo amigo, apartando el extraño”. Y luego pregunta con nostalgia: “¿Dónde, ay, quedaron los años cuando tú, sencilla, con tu figura esbelta atajabas el caos bullente?”. No se trata de sobreproteger, sino de proveer estabilidad, espacios de iniciativa sin riesgos, y creencia en las posibilidades de las y los pequeños.

Le dedico este artículo a mi madre, Aurora Teruel, hoy con problemas de salud, y quien con la ayuda de mi padre y abuelos me ofreció el tesoro de una infancia feliz, llena de amor, alegría y confianza. (lacuevat@hotmail.com).

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Multipliquemos el placer

Enma Näslund-Hadley

Unos investigadores británicos llegaron a la conclusión de que las fórmulas matemáticas pueden dar a nuestro cerebro el mismo tipo de placer que la música o el arte. Ahora que se acerca el Día Mundial de la Ciencia 2014, no puedo dejar de pensar en cómo podemos lograr que nuestros estudiantes sientan este tipo de placer por las matemáticas y las ciencias.  Los puntajes recientes de la Evaluación Internacional de Aprendizaje de los Alumnos (PISA – por sus siglas en inglés) nos dicen alto y claro que la mayoría de nuestros estudiantes no creen en la belleza de las matemáticas  y las ciencias.

El problema puede ser que en América Latina y el Caribe la enseñanza de las matemáticas se suele limitar a sentarse en un escritorio y sustituir los números en fórmulas. De igual modo, en la clase de ciencias memorizamos hechos y científicos famosos de la historia. Y… ¡admitámoslo! la memorización es igual de emocionante que una visita al médico.

En realidad, las matemáticas y las ciencias van mucho más allá. Se trata de formas y patrones, relaciones espaciales y visualización, razonamiento, resolución de problemas, y hasta de la vida cotidiana. Es una herramienta para entender todo lo que nos rodea. Si las clases de matemáticas y ciencias ayudaran a los estudiantes a ver un panorama más amplio, muchos niños y niñas quedarían enganchados.

No hay una receta única para a atraer a los estudiantes al zen de las matemáticas y las ciencias. Sin embargo, hay muchos enfoques prometedores que pueden llegar a inspirar a responsables de política y educadores. Algunas escuelas y distritos escolares de los Estados Unidos ayudan a sus estudiantes a relacionarse con las Ciencias, Ingeniería,  Tecnología y Matemáticas (STEM – por sus siglas en inglés) mediante el arte (STEAM). El ArtsEdge del Kennedy Center proporciona lecciones del STEAM de composición musical en las cuales los estudiantes aplican el uso de fracciones matemáticas  a la ejecución del ritmo. Además de lograr que las matemáticas y las ciencias sean más atractivas, el arte trae consigo el beneficio de que promueve la creatividad y la innovación, habilidades del siglo 21 claves para que nuestros estudiantes afronten exitosamente los problemas complejos del mundo de hoy.

En el BID hemos colaborado con los Ministerios de Educación de varios países para desarrollar y probar modelos que usan el juego y la práctica para motivar a maestros y estudiantes a que sientan pasión por las matemáticas y las ciencias. Con el modelo Matemáticas para Todos, maestros argentinos de cinco mil escuelas, están utilizando un enfoque pedagógico basado en una obra de teatro que tiene como objetivo dar significado a las matemáticas y promover la comprensión de conceptos matemáticos en sus estudiantes. Su filosofía considera que la inclinación natural de los niños a jugar, no es una distracción, sino un aliado del aprendizaje.

En Paraguay, un contexto que presenta ciertos vacíos en la formación y en la pedagogía del docente, los maestros usan lecciones de audio interactivas que cubren el currículo de matemáticas para preescolar. Estos audios permiten a los estudiantes desarrollar sus habilidades a través de parodias, canciones y juegos. Además, desde que las aulas en Paraguay tienden a ser bilingües, el audio y los materiales escritos combinan español y guaraní.  En Perú, un programa de ciencia y medio ambiente ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades de resolución de conflictos por medio de problemas de la vida diaria que despiertan su interés y estimulan su imaginación.

Aunque los modelos de enseñanza son diferentes, estos enfoques prometedores en el aula tienen algunas cosas en común. En primer lugar, tratan de hacer que las matemáticas y las ciencias sean importantes para el estudiante, haciendo uso de los conocimientos que aportan a la clase. En segundo lugar, el maestro no es ni un conferencista alejado ni un espectador relegado que solo observa pasivamente el descubrimiento de sus estudiantes. Al contrario, el docente guía a los estudiantes en su exploración y les proporciona retroalimentación. En tercer lugar, estos modelos se implementan acompañados de desarrollo profesional intensivo para los profesores que incluye entrenamientos y tutorías en el aula de clase. En cuarto lugar, el ambiente de aprendizaje es “seguro” porque los errores se convierten en oportunidades para aprender. Por último, estos programas van más allá de promover habilidades de pensamiento crítico porque también fomentan las habilidades de pensamiento creativo.

Debemos hacer un esfuerzo por estar preparados para enfrentar los desafíos del mañana. Desde hoy, comprometámonos con despertar la pasión de todos nuestros niños y jóvenes por las matemáticas y las ciencias.

Fuente: http://blogs.iadb.org/educacion/2014/11/07/multipliquemos-el-placer/

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¿Cómo hacer que los jóvenes “ninis” transicionen a la fuerza laboral?

Claudia Uribe

En América Latina y el Caribe, aproximadamente 1 de cada 5 jóvenes entre 15 y 24 años ni estudia ni trabaja. Es decir, son los que conocemos como “ninis” y equivalen a unos 25 millones de jóvenes cuya situación afecta no solo sus ingresos (presentes y futuros), su motivación y  autoestima individual, sino también las perspectivas económicas y el bienestar de su sociedad.

Entonces, ¿Serán estos jóvenes, como algunos dicen, una “generación perdida”? Nos negamos a pensar que esto sea cierto. Creemos firmemente en que la responsabilidad de enseñarles las habilidades y oportunidades necesarias para una vida productiva está en nuestras manos y en las de nuestros gobiernos. Aunque la evidencia admite que existen muchos desafíos para ayudar a los jóvenes de manera eficaz, también dice que los programas que desarrollan habilidades para el trabajo y para la vida con pasantías y capacitación, que le dan importancia al desarrollo individual y a la autoestima y que tienen un componente de tutoría están mejor posicionados para hacerlo.

El programa de desarrollo para los “ninis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan) de Jamaica es un caso de estudio interesante, porque ofrece diferentes modalidades de atención y porque ha sido evaluado rigurosamente. Durante la última década más o menos, el Servicio Nacional de la Juventud (NYS, por sus siglas en inglés) en Jamaica, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo le ha dado a los “ninis” una segunda oportunidad para triunfar a través de diferentes iniciativas: el programa residencial CORPs, el programa no residencial CORPs y el Programa de Desarrollo Profesional (CAPS, por sus siglas en inglés). Los programas CORPs proporcionan a los jóvenes una formación en habilidades específicas del sector, así como habilidades interpersonales y generales para el trabajo, tales como la comunicación, la gestión de conflictos y la empleabilidad, complementados por las opciones de pasantías bajo  la guía de un supervisor. El programa CAP ofrece a los jóvenes dos años adicionales de educación en los que, aparte de lo académico, reciben entrenamiento en habilidades para el mercado laboral.

La evaluación de los programas se llevó a cabo por un equipo de las universidades de North Texas y de West Indies que, con el apoyo del BID, produjo algunos resultados y lecciones interesantes:

  •  Existen programas que pueden ser eficaces en el desarrollo de habilidades necesarias para el trabajo: Los participantes en todas las modalidades mejoraron su rendimiento académico, la autoeficacia y las habilidades para el trabajo con relación a los que no participaron. También se observaron aumentos en las capacidades para resolver problemas, auto-evaluarse y para reunir información ocupacional.
  • Los efectos de los programas disminuyen si no se proporcionan más oportunidades o seguimiento: De acuerdo con casi todas las maneras de medir los resultados, los efectos de los programas disminuyen después de la participación. Esto sugiere que, a fin de mantener las habilidades básicas necesarias para el éxito en el trabajo y una formación continua, los jóvenes necesitan oportunidades de formación, así como motivación y asistencia para encontrarlas (es decir, un mentor).
  • Aumentar las tasas de empleo para la juventud no es un resultado automático de la formación: El hecho de que existan niveles similares de empleo a tiempo completo tanto en el grupo experimental como en el control luego de la participación en el programa, revela la necesidad de aumentar el apoyo y seguimiento de la transición al empleo.
  •  El desarrollo socio-emocional requiere de estrategias diferentes a la formación: No hubo impacto en las escalas de riesgo y resistencia, y efectos muy bajos en el desarrollo socio-emocional. Claramente, esta es un área que necesita más atención.

Si sabes de programas destinados a ayudar a los “ninis” o tiene buenas ideas, compártelas con nosotros y únete a nuestra discusión sobre cómo construir programas más efectivos.

Fuente del artículo: http://blogs.iadb.org/educacion/2015/02/12/como-podemos-ayudar-sin-ataduras-la-transicion-de-los-jovenes-la-fuerza-laboral/

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La locura de la evaluación

Hugo Aboites

En un país donde las percepciones con las que viven y crecen niños, jóvenes y familias son de asesinatos reiterados, creciente pobreza, falta de empleo, debilidad de la economía y desesperanza política, increíblemente las políticas gubernamentales insisten en exacerbar aún más los ánimos y juegan a provocar casi hasta el límite de lo tolerable. Es el caso de la evaluación masiva de maestros y de aspirantes a la educación superior que añade, de manera desproporcionada e innecesaria, una carga enorme de hostilidad y violencia institucional.

En el caso del magisterio, si, como mostrábamos en la entrega anterior, es perfectamente posible e incluso legal desplegar una iniciativa de evaluación distinta, orientada directa y específicamente a mejorar las escuelas, ¿Qué sentido tiene ir construyendo con el discurso y los hechos la evaluación como amenaza de desempleo o reubicación para cerca de un millón (la mitad del total) de los maestros? Estimamos esa cifra porque en las recientes evaluaciones de aspirantes a docentes de educación media y candidatos a promoción (que bien pueden considerarse pruebas piloto) seis o siete de cada 10 han sido descalificados como no idóneos. La insistencia en evaluar para excluir sin duda agregará una carga enorme de conflicto y crispación social, alentada por un discurso agresivo en el que ya ni siquiera queda muy claro cuándo habla Mexicanos Primero o el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Por eso, la preocupación y creciente indignación que recorre al magisterio del país. Igual que la que se provocaría entre el empresariado cuando una campaña de proporciones y profundidad semejantes fuera organizada por el gobierno y clases populares, con base en un cambio constitucional y argumentando el bien nacional, para suprimir o desplazar a otras actividades a un contingente igualmente importante de empresarios.

Del lado de los estudiantes que aspiran a llegar a la educación media o superior las tasas son todavía más altas: hasta ocho o nueve jóvenes de cada 10 –en instituciones de la ciudad de México– no ingresan a la educación superior. Y a escala de país esto significa que más de siete millones quedan sin educación superior. Por otra parte, en el caso de la educación media superior, a partir del inicio de la evaluación masiva del Ceneval en la ciudad de México (1996) y hasta la fecha, más de un millón de jóvenes interesados en estudiar el bachillerato no llegó a inscribirse en un plantel. Estas proporciones tan altas de exclusión se explican en el fondo no por razones académicas, sino de fuerza política. En el conflicto de clases sociales en que se ha convertido el acceso (estudiantes) y permanencia (maestros) en la educación, las tasas de exclusión han estado directamente relacionadas con la fuerza política del sector correspondiente. Si para los estudiantes –carentes de una organización nacional y larga historia de resistencia– tasas aún más altas de exclusión han sido una constante desde hace más de una década, es sólo en 2012-2013 que se intenta imponer tasas similares y esto ha generado una muy importante resistencia.

Pese a estas diferencias, lo que es evidente es que la situación –agudizada por sucesos como el de Ayotzinapa– está colocando a ambos sectores poco a poco en un piso común de resistencia. Los estudiantes observan y analizan la resistencia magisterial, y en momentos y lugares específicos puede ocurrir que estas luchas no sólo coexistan, sino incluso se vinculen de manera directa. Entre esos lugares destaca, sin duda, la ciudad de México, lugar de arribo de múltiples conflictos magisteriales y estudiantiles. El hecho de que incluso los maestros de educación media superior de las preparatorias del Gobierno del Distrito Federal, junto con los del Colegio de Bachilleres, Conalep y otros, estén en la mira de la evaluación punitiva plantea un contexto nuevo y mucho más tenso, pero también uno donde si se da la oportunidad, los diversos actores pueden pensar y generar propuestas nuevas e importantes, tanto en el terreno de las demandas estudiantiles como de los docentes. En esa ruta, el primer gran paso indispensable para unos y otros y para en general distender el clima en la educación es abrir las puertas a un diálogo serio respecto de sus demandas. La decisión que ha dado a conocer el Gobierno del Distrito Federal de intervenir de manera expresa en la temática de los rechazados (aunque habrá que valorar las iniciativas concretas) envía un mensaje de reconocimiento de un problema y con ello contribuye a la discusión sobre el tema.

De todo esto se deriva la importancia de que se lleve a cabo la mesa de discusión entre la Secretaría de Educación Pública e instituciones públicas con los estudiantes rechazados, y entre Gobernación y el movimiento magisterial. Sin diálogo real no habrá conducción política del conflicto, sólo la política de contención y de represión, generada ahora por la locura de la evaluación. Y en un país donde parece que pronto también siete de cada 10 mexicanos estarán en la pobreza, esa es una opción cada vez menos aconsejable.

A Carmen Pineda, fallecida prematuramente, mujer excepcional, leal a la Universidad y a sus amigos.

*Rector de la UACM

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América Latina y Chile: ¿Hay salida del capitalismo académico?

José Joaquín Brunner

América Latina es la región del mundo con una mayor participación de matrícula privada dentro del total de la matrícula de educación terciaria. Según la cifra más reciente de la UNESCO, los 18 países latinoamericanos, exceptuando a Cuba, poseen una matrícula privada promedio de un 45% la cual, puesta al día para cada uno de ellos, podría estimarse ascendería a un 50% o más. Las cifras nacionales oscilan entre un 14% en el caso de Uruguay y un 84% para el caso a Chile. De hecho, puede decirse que en varios países de la región,  la expansión, masificación y, en ciertos casos, universalización de la educación terciaria fue producto de procesos de privatización de la provisión. En un sentido podría afirmarse que ha culminado una amplia fase de expansión privatizada de la cobertura que se inició en los años ochenta y que estuvo acompañada por numerosas transformaciones en cuanto al financiamiento y la provisión de la educación superior, así como la multiplicación de los diplomas (títulos y grados) y el crecimiento de la heterogeneidad de los productos y servicios provistos y la calidad de los mismos.

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Frente a este contexto, se observa el inicio –durante los años recientes– de lo que podría llegar a ser un verdadero cambio de marea en las políticas de educación superior en la región. Según un estudio en elaboración, 11 de los 19 países latinoamericanos han promovido “iniciativas significativas de cambio de la legislación de base de la educación superior”. Una revisión panorámica de dichos cambios permite constatar que ellos corresponden en su mayor parte a una reacción frente a lo que se consideran excesos de las políticas neoliberales que favorecieron la privatización de la expansión, la creación de mercados en el ámbito de la educación superior y el uso por parte de los gobiernos de mecanismos e instrumentos de cuasimercado para el financiamiento de las instituciones estatales. Como consecuencia los sistemas nacionales habrían perdido cohesión, crecido anárquicamente y segmentado social y académicamente, debilitado su vocación pública y capacidad de servicio al desarrollo y bienestar nacionales. En breve, habrían sido envueltos por el capitalismo académico y hoy se desenvolverían de acuerdo a sus lógicas.

Un buen ejemplo del significado y  los límites de aquel cambio de marea es la reforma en curso en Chile, aunque todavía se halla en proceso de discusión, elaboración y recién al comienzo de su concreción. Programáticamente, esta reforma se propone modificar el paradigma de la política pública en este sector. Se trataría de pasar de la educación superior entendida como un bien de consumo, se dice, a entenderla como un derecho social garantizado. Representaría un intento de desmercantilizar o descomodificar de la educación superior chilena. En otras palabras, el objetivo programático y paradigmático sería crear un espacio desprivatizado (no comercial ni competitivo) para el desarrollo de una educación pública entendida como un bien público “puro” y, por ende, exclusivamente financiado por la renta nacional. Desaparecerían los precios (de mercado) de la educación superior y ella sería sujeta a una regla de “gratuidad universal”, según proclama el gobierno de la presidenta Bachelet.

Tan ambiciosa meta choca, sin embargo, con el hecho de que el régimen de provisión chileno es, como vimos, altamente privatizado tanto en la dimensión de la provisión (84% de la matrícula es privada)  como en la dimensión del financiamiento (éste alcanza en Chile a un 2.5% del PIB, del cual al momento un 60% es aportado por los estudiantes y sus familias con el apoyo de becas y créditos subsidiados por el Estado). Por lo mismo, desprivatizar la provisión supondría traspasar una parte progresivamente mayor de la matrícula del sector privado al estatal, aumentando el tamaño actual de las universidades estatales y creando un amplio conjunto de nuevas instituciones de este tipo en las principales ciudades del país. De hecho, desde ya el Estado ha acordado crear dos nuevas universidades regionales, pero de tamaño menor, y una red de centros de formación técnica (formación de ciclo corto), uno en cada una de las 15 regiones del país. De modo que la tarea de incrementar significativamente el peso de la provisión estatal aparece aun como una cuestión incierta y constituye un formidable desafío.

Desprivatizar el financiamiento, por su lado, supondría sustituir gasto privado por gasto fiscal, incrementando el financiamiento del Estado hasta alcanzar en el límite un 100% del gasto en educación de pregrado al momento de materializarse la “gratuidad universal”. En ese momento, el fisco chileno se transformaría en líder mundial de gasto en educación superior, por encima incluso de los países nórdicos, pero con una captación de recursos por vía de impuestos inferior a la mitad de aquellos países. Es decir, se trata de un desafío aún más formidable que el anterior. Y, a todas luces, imposible de afrontar en el actual estado de desarrollo del país, con su actual carga tributaria y con los enormes déficit de arrastre en cuanto a gasto público en educación temprana y cuidado de los niños y en los niveles primario y secundario de la educación.

Adicionalmente, la reforma chilena  intentaría modificar los demás componentes del modelo de gasto público de la educación terciaria, de forma tal manera de: (i) eliminar progresivamente el actual esquema de apoyos estudiantiles basado en créditos y becas, (ii) ofrecer un trato preferente a las instituciones estatales mediante fondos basales (no condicionados), (iii) mantener los subsidios directos actuales al grupo de universidades privadas “con vocación pública” como se las denomina allí y ampliar su número, y (iv) perseverar en el uso de ciertos mecanismos de cuasimercado (como fondos competitivos y contratos de desempeño) para el financiamiento de funciones de bien público de las universidades que reciben financiamiento directo del Estado.

Las anteriores medidas serían complementadas con cambios en la gobernanza del sistema de manera de ampliar la esfera de atribuciones del Estado; el fortalecimiento de la institucionalidad de control de la calidad (acreditación); la creación de un régimen de supervisión y fiscalización del uso de los recursos (superintendencia); el establecimiento de un marco nacional de cualificaciones para ordenar la oferta de cursos y programas y la adopción de nuevas modalidades de admisión y cuotas de discriminación  positiva para fines de mejorar la equidad.

Como puede verse, se trata de un ambicioso –iluso, lo llaman otros– plan de reformas que, expresivo del cambio de marea que parece estar ocurriendo en América Latina, reúne en un solo paquete el conjunto de reformas que diferentes gobiernos vienen promoviendo separada y gradualmente durante el último quinquenio.

Su aprobación en un solo paquete supondría una alta capacidad política-técnica y luego, su implementación, un aparato administrativo y de gobernanza de la educación superior dotado de una gran capacidad de ejecución. En ausencia de esos factores parece difícil que las reformas puedan acordarse y luego llevarse a la práctica. Existe la idea, además, que el gobierno Bachelet –que ha prometido presentar esas reformas durante los próximos meses– carece del respaldo de opinión pública, de los equipos, las habilidades y el tiempo requeridos para montar y conducir una tan compleja transformación socio-política, cultural y organizacional.

En suma, y cualquiera sea la evaluación sustantiva de las reformas anunciadas, resulta difícil imaginar que en los 24 meses que restan al actual gobierno, éste pueda poner en marcha una reforma paradigmática de las políticas y del sistema de educación superior para sustraerlo de las contradicciones del capitalismo académico y elevarlo a la condición de un servicio público gratuito, de calidad y libre de las tensiones del entorno. Por el contrario, lo más probable es que –por ahora– las contradicciones del sistema aumenten y su desempeño y resultados no mejoren significativamente.

José Joaquín Brunner es Profesor Titular de la Universidad Diego Portales de Chile y Director de la Cátedra UNESCO de políticas comparadas de Educación Superior.

Publicado originalmente en nexos: http://www.brunner.cl/?p=14120

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