Por: DAN LA BOTZ
Hollywood ha sido el primero tocado cuando 11.500 guionistas pararon el 2 de mayo. Unos 60.000 actores y actrices siguieron el 4 de julio. 340.000 trabajadores y trabajadoras de UPS votaron a favor de la huelga si no obtienen un contrato nuevo y mejorado antes del 31 de julio [la semana anterior al vencimiento del convenio la UPS (el gigante de la paquetería estadounidense) aceptó gran parte de las reivindicaciones salariales y sociales, especialmente para las y los trabajadores a tiempo parcial y la huelga ha quedado desconvocada, como se puede ver aquí, ndt]. Asimismo, los 140.000 trabajadores del automóvil han votado por la huelga si no consiguen un mejor contrato antes del 15 de septiembre. Mientras tanto, se están llevando a cabo pequeñas huelgas de corta duración en las instalaciones de Amazon, impulsadas por trabajadores/as que intentan organizar el gigante de la logística.
¿Cuál es el trasfondo de todas estas huelgas y amenazas de huelga? La continua transformación tecnológica de la industria estadounidense está en la raíz del surgimiento del conflicto de clases. La monitorización informática, el GPS, los robots y la inteligencia artificial están desempeñando un papel cada vez más importante. Al mismo tiempo, las reivindicaciones de los sindicatos siguen siendo las mismas que las de los trabajadores y trabajadoras desde hace 250 años: seguridad laboral y, sobre todo, mayores salarios.
Una evolución tecnológica en el cine y la logística
La tecnología, impulsada por la pandemia de la Covid, ha transformado la industria del cine y la paquetería. En la industria cinematográfica, la transmisión en línea comenzó hace veinte años y solo ha crecido, convirtiéndose en la corriente principal durante la pandemia. Los estudios de cine crearon servicios de difusión en continuo y estos últimos han producido más películas. Estos cambios alteraron las condiciones de trabajo, por lo que los guionistas perdieron dinero y, a menudo, no recibieron regalías por las reposiciones de las películas que habían escrito. Al mismo tiempo, la inteligencia artificial (IA) amenaza con reemplazar a guionistas, actores y otros profesionales del sector.
En el área de entrega de paquetes, la Covid ha llevado a los consumidores a evitar las tiendas y comprar en línea. UPS y Amazon dependen de cientos de miles de hombres y mujeres que mueven cajas a través de los almacenes que, como ha dicho un empleado de UPS, son “tratados como mulas”. Tratados como mulas, pero vigilados por ordenadores. Y cada día, más y más robots recorren los almacenes, trayendo y tomando cajas de las mulas humanas. Los conductores de UPS en la calle son monitoreados por el Sistema de posicionamiento global (GPS) a medida que la empresa realiza un seguimiento de su productividad.
Una huelga del Sindicato de los Teamsters (camioneros) en UPS afectaría a toda la economía estadounidense, interrumpiendo las entregas de repuestos a los lugares de trabajo y las entregas de productos a los clientes. La Cámara de Comercio de Estados Unidos ha pedido al presidente Biden que intervenga en la huelga. El presidente de los Teamsters le ha pedido que no intervenga. Biden ha dicho que no intervendría: “Creo en los sindicatos”, dijo (aunque desafortunadamente intervino para evitar una huelga de trabajadores/as ferroviarios hace unos meses).
Regalos a la patronal y… al coche eléctrico
La industria automotriz también se enfrenta a una nueva ola de transformaciones tecnológicas. La introducción de robots en las fábricas ya ha llevado a la eliminación de decenas de miles de puestos de trabajo en las últimas décadas. Pero hoy el sindicato se enfrenta a un desafío aún mayor, ya que el gobierno y las empresas trabajan juntos, debido al papel del CO2 en el calentamiento global, para reemplazar el motor de combustión interna a base de petróleo por vehículos electrónicos (VE).
Las plantas de ensamblaje de vehículos eléctricos no solo requerirán menos trabajadores/as, sino que el gobierno estadounidense está dando miles de millones a empresas estadounidenses y extranjeras para crear las nuevas fábricas de baterías eléctricas necesarias para los vehículos eléctricos, sin exigir que esas fábricas estén sindicadas y paguen salarios sindicales. “¿Por qué la administración de Joe Biden está facilitando la codicia corporativa con dinero de los contribuyentes? ha preguntado Shawn Fain, el nuevo presidente de United Auto Workers.
La avaricia de las empresas está empeorando la situación en todos estos sectores. Fran Drescher, presidente del SAG-AFTRA (el sindicato de los y las trabajadores de los medios), ha dicho: “Somos las víctimas… mientras ellos [las empresas] alegan pobreza, dicen que están perdiendo dinero a diestra y siniestra mientras dan cientos de millones de dólares a sus directores ejecutivos. Es asqueroso. Me avergüenzo de ellos”. Tiene razón: Robert Iger de Disney, $27 millones; David Zaslav de Warner Brothers, 39,3 millones de dólares; Carol Tomé de UPS, $18,9 millones; Mary Barras de GM, $28.9 millones; Jim Farley de Ford, 22,8 millones de dólares.
Las transformaciones tecnológicas en curso demuestran la necesidad de un programa de de control democrático de las nuevas tecnologías a escala de la clase por parte de los sindicatos y los trabajadores y trabajadoras que las utilizan.
Traducción: viento sur