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El libro “Identidad migrante” levanta la voz contra el racismo, la esclavitud contemporánea o la vida en los campos de refugiados

Por: Enric Llopis

 

Trece entrevistas mutan en crónica y en grito de denuncia en un volumen elaborado por los periodistas Carles Senso y Vicente Tafaner durante los últimos años, con una pandemia entremedio que intensificó el miedo de aquellos y aquellas que viven bajo la mirada de la irregularidad, la desesperación y el olvido.

Trece voces que son miradas únicas y, paralelamente, universales y que claman contra la anestesia colectiva, la deshumanización y la condescendencia. Trece voces, además, que son bramidos optimistas, empáticos e esperanzados.

La migración habla. Grita, protesta. Contra la discriminación, contra el racismo. Contra la trata de personas, contra la ablación de las niñas, contra la homofobia, contra las violaciones, contra la violencia estructural. Habla Nigeria, Colombia, Afganistán. Protesta Palestina, Mali, Marruecos, el Sáhara… Reflexionan Tetrit, José, Vivian, Yolanda, Rawaa, Áurea… Y muchos y muchas más. Les sirven de cómplices, en primera instancia, los periodistas Carles Senso y Vicente Tafaner, con una dilatada experiencia tanto en el mundo de la comunicación y de la investigación científica como en la ayuda a personas migrantes. Decenas de horas de escucha que fueron altavoz, empatía, implicación. Y todo toma forma en «Identidad migrante», de la mano de Reclam Editorial.

Un volumen elaborado a través trece entrevistas que reflexionan, desde el reducido prisma de la vida de cada persona, sobre la situación de los y las migrantes, desde sus países de partida hasta el de llegada. Casos de esclavitud sexual, ablación femenina, homofobia estatal, leyes que obligaban a mujeres violadas a contraer matrimonio con sus agresores, la vida en los campos de refugiados del Líbano o Argelia, la situación de la mujer en Afganistán o la violencia estructural en Colombia.

Según explica Senso: “La vida nunca es un fragmento. La simplificación mutila el conocimiento y dilapida la empatía. Sin embargo, está este libro plagado de retazos, de vidas diseccionadas, de facciones de un todo. Conscientemente. Es una mirada particular de un mundo concreto. De ese espacio que crea cada uno de los casi ocho mil millones de habitantes de este planeta complejo, disímil y ambivalente. Para entenderlo se precisan guías globales, contextos generales y bagajes históricos. Para comprenderlo se necesitan miradas únicas, voces sinceras y la música de la proximidad. Un ejercicio político, un posicionamiento en un mundo que vive un decaimiento moral, con la propagación de mensajes de odio que enfrentan comunidades y culpan a los perseguidos. Discursos imparables en ámbitos digitales, alimentados por el ego, la salvajada más bravucona y la descontextualización más desinformativa. El relato, aquí, como respuesta. Un altavoz para el silenciado, la acallada o la amordazada. Tomar partido. Hacer que hagan. Permitir que se escuche”.

Por su parte, Tafaner aduce: “Las personas migrantes no pueden ser reducidas a cifras, a problemas geoestratégicos o a miradas condescendientes cimentadas en la perspectiva occidental y etnocéntrica. Hay que aproximarse a ellos y ellas desde un enfoque y reivindicación de derechos, conociendo sus realidades más próximas y con mirada de género. Y eso sólo es posible desde el conocimiento e interacción con la diversidad, la formación periodística constante y desacomplejada y la concepción de relatos alternativos. La compleja realidad migratoria no es posible trasladarla y traducirla desde las redacciones. Calle. Es necesaria la calle para cotejar la violencia estructural, simbólica y particular que mueve a las personas, para conocer a los testigos que han sobrevivido y reconstruyen desde la confianza en el cambio, para interactuar con los protagonistas que sólo se sinceran ante la cercanía de la vecindad, para tocar lo que ha sido negado en el lugar de partida, silenciado en el de llegada o quebrado en el interior de cada persona. La palabra como arma. La conciencia de la escucha frente al letargo oficial y el olvido. Retazos de mundo contra la anestesia colectiva. Voces que claman. Personas que ofrecen. Sociedades a través de mujeres y hombres. Problemas con voz. La mirada de la herencia de la esclavitud. Una frase que es ablación. Un gesto que muestra la trata. Una entonación que protesta por la homofobia. Racismo internacional, discriminación local”.

Carles Xavier Senso Vila es doctor en Historia y licenciado en Periodismo. Ejerce de profesor de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla la Mancha y también en el Cefire, el centro valenciano de formación del profesorado, y es jefe de prensa del Ayuntamiento de Alberic. Trabajó diez años en el diario Levante-EMV. El título de doctor lo obtuvo con Matrícula Cum Laude por una tesis sobre los medios de comunicación de la etapa final del franquismo y la Transición. Ha publicado una quincena de libros sobre temas como la deportación española a campos nazis, el papel histórico de la pilota valenciana o la expansión de la extrema derecha. En 2018 ganó el Premio Ramón Barnils de Periodismo de Investigación. Por su parte, Vicente Tafaner Portalés (20/07/1995, Alberic) es graduado en Periodismo, experto en redes sociales y asesor institucional. Ha trabajado en el diario Levante-EMV, en el Valencia CF y en el Grupo Mediapro. Ha participado en proyectos deportivos de primer nivel a través de la optimización de perfiles digitales, así como en la activación de marcas y empresas que abarcan desde el sector alimenticio hasta el educativo. Ambos dirigen, conjuntamente y siempre de la mano, la agencia Kerouac Comunicación.

FRAGMENTOS:

Tanana Traoré (Mali)

“He hablado con mis hermanas para que no lo hagan con sus hijas. Cuando me piden dinero, no les doy si lo han hecho o piensan hacerlo. Y así he conseguido convencer a dos pero esas niñas serán discriminadas en el colegio y entre sus amigas porque dicen que el clítoris, si no se lo cortan, convierte a las niñas en niños. Eso hace que algunas niñas lo hagan por su propia cuenta”.

Alex Milton (Guatemala)

“Yo soy psicólogo y no me he podido autoterapiar por el miedo que se sufre al caminar por la calle sin papeles y pensar que en cualquier momento va a aparecer la policía y te va a expatriar. Te sientes como una cucaracha. Fatal, fatal, fatal, fatal… yo tengo pavor a los policías”.

Vivian Ntih (Nigeria)

“Soy una bolsa de basura. Una simple bolsa de basura. Sólo, una bolsa de basura. Una bolsa de basura porque alguien tiene que serlo. Si hay basura, tiene que haber bolsas de basura. Unos fabrican la mierda y otros nos la comemos”.

Tetrit Taglit (Marruecos)

“Me vendieron que en Occidente existía un futuro mejor, vinculado a la dignidad como persona y por ello quise conquistarlo. Ir allí donde se me respetase. Viví muchas etapas dentro de dicha migración. Salí de mi casa cuando tenía veintidós años. Era la primera vez que dejaba a los míos y lo hice para escapar de mi violador y de la sociedad que lo amparaba”.

José Armando González (Colombia)

“Pese a que tarde o temprano las personas acabarán muertas o en la cárcel, muchas eligen el camino del narcotráfico, el de la violencia sistémica, el de la cultura de la muerte. En torno a ese submundo hay una industria brutal de prostitución, e incluso hay familias contentas porque un narcotraficante se ha fijado en su niña de trece años, porque significa una redención para ellos. También el contexto lo favorece. La presión por llevar lo último en tecnología, la ropa, los vicios, el ritmo de la vida… todo es más fácil si cuentas con el dinero de la droga. La gente se deja llevar por lo que quiere y no por lo que es realmente”.

Yolanda Campo (Colombia)

“La mujer maltratada en Colombia es una mujer preocupada, asustada, sin vida propia, con ganas de escapar, pero no puede por el temor y por el miedo. Las amenazas son constantes. Corremos el peligro de que, si ponemos una demanda a nuestras parejas, nos manden a matar. Estamos cautivas, presas. Allí te violan y te matan sin ningún tipo de reparo”.

Áurea Smith (Guinea Ecuatorial)

“Acudí a una entrevista de trabajo para incorporarme como asistenta del hogar y la niña pequeña, nada más verme, dijo que era un monstruo. ¿Por qué ocurre eso? Es lo que ven en casa. Los pequeños imitan los comportamientos de sus padres, por tanto, el problema está en la educación.

Baba Abdalahi (Sáhara Occidental)

“La juventud está cabreada, no se siente útil por lo que desarrolla un cansancio porque no ve ninguna puerta abierta. Día tras día vemos la pasividad de España en el terreno político. No en el humanitario. Pero, al fin y al cabo, esto es una causa política. Ante esta situación de inmovilidad, surgen chispas como el estallido de la guerra”.

Tahereh Heidari Rezaei (Afganistán – Irán)

“No existe libertad. Te obligan a hacer cosas que no tienen sentido, como llevar el hyjab puesto. Es un problema de base, de educación. No hay respeto por la figura de la mujer. Están sometidas a una degradación constante”.

Aysa Mustapha (València – Palestina)

“El tema de la identidad también ha sido como un viaje. Te sientes de muchos sitios pero de ninguno en concreto. Soy valenciana, también palestina, no hablo árabe, pero al final, por toda mi vida aquí, he construido toda mi personalidad en respuesta a todos los inputs que he recibido desde que nací. Siempre he tenido que justificar que era de aquí”.

Elena Alysse (EEUU – Palestina)

“La mejor fuente para contar el conflicto a una persona externa eres tú, que lo has vivido. Por ello me siento siempre en la obligación de estar actualizada con todo lo que pasa, para saber explicarlo todo. Para defender mis raíces”.

Rawaa Abu Abdou (Líbano – Palestina)

“Muchos tienen el sueño de ver el mar, que está muy cerca de allí, pero saben que si salen del campamento no van a poder volver a entrar. No hay zonas de ocio, no hay jardines, no hay nada. Es el mismo campamento de un kilómetro cuadrado que el gobierno del Líbano dio a los refugiados en 1948 pero la población crece y se queda pequeño”.

Ahmad el Sabee (Líbano – Palestina)

“Trabajé tres o cuatro años en una ONG y poco a poco pude ir avanzando. Hay gente muy formada, con tres o cuatro carreras, que no puede trabajar de nada en Líbano y se dedica a vender verduras en un carrito. Trabajamos para que nuestros hijos no tengan que vivir eso. Por ello instamos a las embajadas la obtención de una nacionalidad y un pasaporte. Era una opción. No había muchas. Otra era echarse al mar. Mucha gente trabaja muchos años para ahorrar 10.000 dólares para pagarse el viaje que, al principio parece legal, pero luego no cuenta con todas las garantías”.

Fuente de la información e imagen: https://rebelion.org

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Hiam, la refugiada que se resiste a ser invisible

Reseñas/25 Junio 2020/Autora: Melissa Silva Franco/elpais.com

Hace seis años esta mujer llegó a Arsal, un pueblo fronterizo entre Siria y Líbano. Allí comenzó una batalla en solitario, con un propósito firme: convencer a las familias de que el futuro de las niñas está en las escuelas y no en los matrimonios pactados

Los bombardeos obligaron a Hiam a meter lo que podía en dos maletas, alistar a su hijo pequeño, repartirse el peso con su marido y caminar durante tres días hasta Arsal, un pueblo de Líbano que colinda con Siria. El trayecto no fue fácil, ni barato, por lo que Hiam vendió casi todas sus pertenencias durante el camino.

“Llegué con casi nada, solo con mi carné de identidad”, recuerda esta mujer, mientras prepara un té en la cocina de su casa. Esto ocurrió en 2014, cuando Arsal duplicó su población con la llegada de familias sirias que escapaban de la guerra. En este pueblo vivían alrededor de 37.000 libaneses pero a finales de ese año ya contaba con más de 77.000 nuevos habitantes sirios.

Esta ampliación de la población colapsó el sistema de viviendas, el de sanidad y disminuyó los puestos de trabajo. Por lo que Hiam se encontró en una ciudad con verdaderas dificultades para comenzar una nueva vida.

“Entramos por los caminos verdes desde Siria hasta Arsal y al llegar nos dimos cuenta de que había miles de familias que esperaban conseguir ayuda como nosotros”. Siguió el calvario. Los días se fueron entre largas esperas, colas para adquirir comida y citas para solicitar la protección internacional. Hasta que semanas después, Hiam consiguió que los organismos internacionales le asignaran un lugar en uno de los 117 campos de refugiados que se construyeron en este poblado, de 316 kilómetros cuadrados.

Pero este lugar donde dormir se esfumó a los pocos días. Un cortocircuito en el sistema de alumbrado ocasionó un voraz incendio que consumió más de 50 casas. Hiam y su familia quedaron a salvo, pero las llamas se llevaron lo último que le quedaba como ciudadana siria: el documento de identidad. Desde entonces, Hiam se ha vuelto invisible para el sistema de refugiados en Líbano y el mundo. No tener un carné de identidad le imposibilita legalizar su situación, optar a un trabajo, estudiar y hasta el volver a cruzar la frontera de regreso a Siria. Pero Hiam se resiste a ser invisible.

La lucha por mejorar las condiciones

Ahora, Hiam vive en el campo de refugiados Al-Abra 4 de Arsal. Un espacio de 8.000 metros cuadrados donde se han instalado 160 tiendas de campaña, hechas de lona blanca, poco resistente al frío. Estas condiciones han obligado a las familias sirias a vivir inviernos de extrema dureza, en los que la capa de nieve ha llegado a cubrir hasta dos metros de altura y con temperaturas que han alcanzado los 10 grados bajo cero.

Además, el espacio es mínimo. Cada tienda de acampar mide 4×6 metros, distribuidos entre un salón (que sirve de habitación), una letrina y una cocina. El acceso al agua se da una vez cada dos días, y la electricidad es tan precaria como inconstante. “Aquí vivimos unos 400 sirios. Un 60% somos mujeres, viudas, niños y personas con alguna discapacidad física tras la guerra. No tenemos escuela, tampoco un centro de salud”.

Hiam conoce como nadie este campo. Porque desde que llegó no ha parado de implicarse en la lucha pública, tras toparse con una montaña de problemas que afectan a las mujeres como ella. Por eso, decidió formar parte de cada protesta, organizar las reuniones vecinales, visitar a las organizaciones internacionales y a los políticos locales para exigir una respuesta a la demanda de sus vecinos.

En Al-Abra 4 se creó un comité de refugiados hace cuatro años. Hiam no es solo una de las fundadoras, sino también es la única mujer que forma parte de este grupo. Un hecho poco común en un país en el que la mujer no suele tener acceso a la vida pública, ni mucho menos política.

Najwa Frossine, activista de la League for Lebanese Women’s Rights (LLWR), denuncia que aún existes innumerables barreras para que las mujeres formen parte activa del ámbito público. Frossine denuncia esta situación con un ejemplo claro: “En el Líbano, solo seis de los 128 escaños parlamentarios los ocupan mujeres y, las que están, pueden estar allí porque han heredado el cargo de su padre, marido o familiar masculino fallecido”.

El papel de Hiam en este comité de refugiados es visibilizar las demandas de las mujeres. Una de ellas es el acceso al trabajo. “Las sirias al llegar a Arsal nos encontramos con una realidad muy distinta. En Siria, nosotras teníamos una vida con más comodidades, los maridos tenían sus trabajos, nuestras casas eran nuestros reinos. Pero la guerra acabó con todo y nos trajo hasta aquí, donde no hay empleo para los hombres y a las mujeres nos ha tocado salir a trabajar de lo que sea, sin ningún tipo de protección legal”.

Esta precaria situación ha provocado que muchas de ellas sufran acoso sexual y explotación laboral. Hiam, pese a que no puede acceder a un puesto remunerado, lleva los últimos años recogiendo las denuncias de esta realidad laboral que viven las mujeres para exponerla ante las autoridades locales. Ella es un puente entre las decenas de mujeres refugiadas y el Estado libanés.

“Yo misma sé lo que es ser empleada sin papeles, que se aprovechen. Trabajé en una tienda desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche, me ofrecieron 100 euros al mes que al final ni me pagaron. Pues esto lo tienen que saber las autoridades. Por ello, lo denuncio”.

Las niñas, a la escuela

Pero la punta de lanza en la batalla de Hiam es cambiar el destino de las niñas en los campos de refugiados de Arsal. Ella ha visto como cada vez más familias optan por pactar el matrimonio de sus hijas como una salida de la pobreza y un salvavidas ante la seguridad. “En nuestro campo hay mucha inseguridad, no hay acceso a la escuela y no tenemos dinero. Esto ha hecho que muchas familias estén casando a sus hijas adolescentes para protegerlas de que las violen y porque representan una carga económica”.

Pero la espiral de violencia no termina en el matrimonio. Hiam asegura que algunas de estas adolescentes después sufren agresiones físicas, sexuales y psicológicas por parte de sus maridos. “Es una cadena negativa porque luego quedan embarazadas, y cada vez sus vidas se vuelven más limitadas”. Lona (nombre ficticio) tiene 23 años. Tres hijos. Seis años casada. Cuatro años sufriendo palizas por parte de su esposo. “No le importa violarme delante de los niños. Cuando le va mal en el trabajo, él llega a golpearme. En el médico me han dicho que mi esposo me ha hecho mucho daño en la vagina”.

Esta joven más de una vez ha sido auxiliada por Hiam, quien pese a las constantes amenazas de otros hombres o los consejos de “evitar meterse en asuntos de pareja”, no solo ha intentado intervenir a través del comité de refugiados sino que además ha informado a las autoridades. Para evitar que más niñas y adolescentes vivan el infierno de Lona, Hiam en cuanto se entera de que una familia quiere pactar un matrimonio, visita a los padres para convencerles de que la educación es mejor herramienta. No es una sola visita, Hiam habla con los padres hasta el último momento.

“Con una sola familia que convenza ya el trabajo ha valido la pena. La niña tiene que crecer, la mejor arma son los estudios. Cuando termina sus estudios, esta niña es más consciente, más sabe y más confianza tendrá en sí misma y menos miedo tendrá a los obstáculos”. Otra de las estrategias que ha diseñado es invitar a las autoridades del Ayuntamiento de Arsal a reunirse con las mujeres en el campo. Es así como Rima Krombi, exalcaldesa y actual asesora de los asuntos de las mujeres en el gobierno local ha asistido más de una vez. “Estas reuniones entre mujeres son el lugar donde trasmiten sus experiencias. La poderosa a la vulnerable y la vulnerable revela sus debilidades. Esto hace que la poderosa se sensibilice y lo trasmita a más mujeres” resume la exalcaldesa.

Para estas reuniones, Hiam se esfuerza en encontrar información valiosa para el resto de las mujeres. Por ejemplo, se reúne con médicos para que le expliquen las consecuencias en los cuerpos de las niñas al quedarse embarazadas. Una aliada es la doctora Linda Abdo, quien explica que a su consulta a diario llegan menores de edad casadas con 13 y 14 años. “Pero realmente no es una niña enferma, es una niña casada, embarazada que puede sufrir abortos. Es un embarazo peligroso porque un matrimonio tiene consecuencias físicas y psicológicas graves para estas pacientes. Otra realidad es que a la consulta vienen familias a pedir certificados de salud de estas niñas que quieren casar, pero tengo que denegarlos porque no tienen el cuerpo, ni la salud para un matrimonio”.

Mostrar al mundo

Esta lucha de Hiam, sin sueldo, no solo se extiende en Arsal. Esta refugiada camina a contracorriente para que su vida y la de las mujeres a su alrededor no se diluyan. Es por eso que desde hace más de dos años, ha recibido a distintos medios internacionales para mostrar la vida en Al-Abra4, para que otras refugiadas cuenten sus historias y para exigir a las autoridades que den respuestas. En España, la vida de Hiam será contada en el documental Nisaah, que realizan desde hace dos años organizaciones catalanas como la Associació Catalana per la Pau y la Fundacio Pau i Solidaritat.

“Antes, en este campo, muchos refugiados recibían a los medios con piedras, porque todos estábamos cansados de que nos usaran. Pero con el tiempo he entendido que los medios nos ayudan a mostrar lo que aquí vivimos a países lejanos, y eso, al menos, es una esperanza de no quedarnos tan solas”, dice Hiam.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/16/planeta_futuro/1592305481_389559.html

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Cómo afecta el cambio climático a las mujeres

Por: Leyre Flamarique

La migración masculina, las malas condiciones de trabajo y la pobreza obstaculizan la capacidad de adaptación.

Según la Organización para las Naciones Unidas (ONU), entre los grupos más afectados por el cambio climático se encuentran las mujeres, pues a nivel global son las principales recolectoras, y usuarias y administradoras tanto de agua como de combustible.

Una nueva investigación dirigida por la Universidad de East Anglia (UEA, Reino Unido) sugiere que tanto la migración masculina como las malas condiciones de trabajo junto con el fracaso institucional o la pobreza obstaculizan la capacidad de las mujeres para adaptarse al cambio climático en Asia y África.

Los autores encontraron que el estrés ambiental merma la agencia de las mujeres, definida en el artículo como la capacidad para tomar decisiones significativas y estratégicas. Esto ocurre incluso cuando las estructuras familiares y las normas sociales son favorables, o existen regulaciones legales disponibles.

 

 

 

Mujer salvando sus pertenencias en una de las cada vez más frecuentes inundaciones

Mujer salvando sus pertenencias en una de las cada vez más frecuentes inundaciones (Piyal Adhikary / EFE)

Para los autores, los resultados tienen implicaciones de cara a la implementación efectiva de acuerdos como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de desastres o los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Tanto en la literatura académica como en organismos como la ONU existe una creciente preocupación por la adaptación sostenible y equitativa en regiones críticas donde más puede afectar el cambio climático. Se trata de lugares donde la variabilidad climática, las estructuras sociales y la sensibilidad de los sistemas de subsistencia convergen para exacerbar la vulnerabilidad. Muchas de estas regiones se encuentran en África y Asia.

Según los autores del estudio, publicado hoy en la revista Nature Climate Change , tener en cuenta el género dentro de estos debates ilustra cómo las circunstancias demográficas, socioeconómicas y agroecológicas se combinan de manera compleja para impactar en los resultados del cambio climático.

Una mujer carga a su hijo en Mozambique

Una mujer carga a su hijo en Mozambique (.)

Tras examinar la vulnerabilidad de género y la forma en que se manifiesta en sistemas patriarcales, los autores dieron con la agencia como elemento clave para lograr la capacidad de adaptación de las mujeres. En el artículo la agencia fue caracterizada por presentar dimensiones tanto materiales como sociales, además de incluir la toma de decisiones en el hogar, en las instituciones comunitarias y en los mecanismos de resolución de conflictos.

 

 

Basándose en datos de 25 estudios de casos particulares a lo largo de puntos críticos en Asia (India, Nepal, Pakistán, Bangladesh, Tayikistán) y África (Kenia, Ghana, Namibia, Mali, Etiopía, Senegal), la investigación muestra cómo y de qué manera la agencia de las mujeres, contribuye a las respuestas de adaptación ante los cambios.

Los puntos críticos se clasificaban en tres regiones distintas: regiones semiáridas, montañas y cuencas fluviales alimentadas por glaciares, y deltas. Estas áreas enfrentan una variedad de riesgos ambientales que incluyen sequías, inundaciones, erosión de la tierra y deslizamientos de tierra, olas de calor y ciclones. Los medios de vida predominantes eran la agricultura, el pastoreo de ganado y la pesca, complementados por trabajo asalariado, pequeños negocios e ingresos por remesas.

Puntos críticos

Estas áreas enfrentan una variedad de riesgos ambientales que incluyen sequías, inundaciones, variabilidad de las precipitaciones, erosión de la tierra y deslizamientos de tierra

A partir del análisis cualitativo de los casos los investigadores argumentaron que el estrés ambiental debilita la agencia de las mujeres especialmente a aquellas que son jóvenes, con un nivel educativo inferior y que pertenecen a clases más bajas, o castas y etnias marginales.

“En cierto sentido, las mujeres tienen voz y agencia, ya que participan activamente tanto en la producción como en la reproducción, pero esto no contribuye a fortalecer las capacidades de adaptación a largo plazo o su bienestar”, dijo en un comunicado la autora principal Nitya Rao, profesora de Género y Desarrollo en la UEA. “Nuestro análisis sugiere que algunas condiciones comunes, como la migración masculina y las malas condiciones de trabajo de las mujeres, se combinan con el fracaso institucional o la pobreza, para restringir la capacidad de las mujeres para tomar decisiones”, añade.

 

 

El grupo encontró que, enfrentadas a problemas de supervivencia cotidiana, en ausencia de infraestructura y servicios de apoyo, las mujeres a menudo trabajan más duro, en condiciones más pobres y por salarios más bajos, en los puntos críticos estudiados. Esto supone resultados negativos de bienestar, particularmente por la desatención a su salud y alimentación.

 

Los desastres naturales como los terremotos afectan más a mujeres y niñas según la ONU

Los desastres naturales como los terremotos afectan más a mujeres y niñas según la ONU (AP / Niranjan Shrestha)

Estas barreras a las que se enfrentan ellas a la hora de adaptarse tienen, para el grupo, implicaciones en la implementación adecuada en acuerdos como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y los compromisos de adaptación con perspectiva de género como se describe en el Acuerdo de París.

Pero, según dice Rao, si se abordan de manera creativa podrían potencialmente fortalecer la capacidades adaptativas y por tanto permitir una adaptación más efectiva. La protección social, como el sistema universal de distribución pública para los cereales en la India, o las pensiones y las subvenciones sociales en Namibia, puede contribuir a aliviar las presiones inmediatas sobre la supervivencia.

Una mujer carga un cesto de flores en Indonesia

Una mujer carga un cesto de flores en Indonesia (Getty / Getty)

Rao continúa explicando que tales beneficios universales pueden apoyar procesos que fortalecen la acción colectiva a nivel comunitario. Sin embargo, se necesitan inversiones para permitir una gestión mejor y más sostenible de los recursos.

“Nuestro análisis resalta la necesidad de ir más allá de los estereotipos y los marcos simplistas y pensar creativamente sobre una gama de recursos, oportunidades e instituciones que pueden crear un entorno propicio para que las mujeres, y de hecho los hombres, ejerzan la agencia para una adaptación efectiva, equitativa y sostenible”, concluyen los autores.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/ciencia/20191125/471844999581/como-afecta-cambio-climatico-mujeres.html

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Los niños parlamentarios de Congo

Redacción: La Vanguardia

Unos adolescentes gestionan un parlamento alternativo por los derechos de la infancia

Moïse Hangi les saluda uno a uno, estrechando sus manos sucias con la suavidad y la determinación de quien ha sido uno de ellos y sabe cómo escucharles. A su alrededor, en una callejuela del mercado de Katindo, en Goma, una de las principales ciudades en el este de República Democrática de Congo, se arremolina una decena de niños de la calle. La mayoría no lleva zapatos y tiene la ropa rota. Uno de los chicos oculta una botella de pegamento Patex en una bolsa de plástico y esnifa los vapores que emanan del envase. Moïse, de 16 años, ni se inmuta: “¿Qué necesitáis? ¿Por qué estáis así?”, les suelta a bocajarro.

Los niños contestan dubitativos al principio, desencadenados después. A Moïse no le mueve la curiosidad, quiere ayudarles. Va a ayudarles. Tras una infancia difícil, que le llevó a vivir en las calles de Bukavu con sólo 12 años, Moïse dio un vuelco a su vida cuando le tendieron una mano. “Una oenegé local y Unicef me encontraron tirado, me escucharon y me pagaron un año de escuela. Si no, yo estaría igual que ellos”, dice. Moïse se aferró a aquella oportunidad con desesperación de náufrago y se destapó como un estudiante brillante, un lector voraz y un líder juvenil.

Pocos meses después, se convirtió en miembro del Parlamento de los Niños de Congo. La organización, fundada por y para niños en el año 2001, es un organismo local gestionado exclusivamente por menores de edad congoleses con el objetivo de difundir y defender los derechos de la infancia. “Estamos hartos de la violencia. La guerra en Congo afecta mucho a los niños, que sufren abusos y ven cómo derechos como la educación o dormir bajo un techo son sistemáticamente violados. Intentamos cambiar eso”, explica Moïse. No son sólo buenas intenciones.

“La guerra en Congo afecta mucho a los niños, que sufren muchos abusos”, dice Moïse

El parlamento, formado por una asamblea de 16 representantes y un alto consejo con funciones de orientadores-consultores, constituido por antiguos niños parlamentarios que ya han cumplido los 18 años, se reúne cada miércoles en un edificio color crema de la ciudad para debatir problemáticas que afectan a la infancia congolesa. Cada trimestre, se suman cuatro comisiones de 50 niños cada una para tratar medidas concretas en campos como la educación, la sanidad, la conservación o la cultura. Antes de la reunión hay una má­xima inexcusable: todos los niños-parlamentarios han tenido que patear las calles para determinar las necesidades.

“Visitamos campos de refugiados, hablamos con los niños sin hogar, vamos a orfanatos u hospitales o hacemos de intermediarios con niños soldado que han escapado de sus grupos rebeldes”. En un país donde el gobierno es ineficaz y deja de lado a gran parte de la población, el parlamento infantil es un salvavidas para los más desfavorecidos.

El miércoles por la tarde, la casa donde se celebra el Parlamento parece un punto de reunión adolescente como cualquier otro. Chicos vestidos con el uniforme escolar charlan, y un poco más allá tres chicas miran divertidas un vídeo musical en la pantalla de un móvil. El parlamento está a punto de comenzar. Cuando dan la señal, entran en la sala Soweto y todos se disponen alrededor de una mesa en forma de U, en una sala con un viejo piano en el fondo.

Todos los parlamentarios se reúnen en su tiempo libre, sin recibir dinero por participar, y ponen pasión a sus intervenciones. Después de cada discurso, se aplaude a rabiar. Dirige la reunión una chica menuda, de voz aflautada, pero con maneras de líder. Es Vanessa Kilanaji, presidenta del parlamento desde el 2017. “Es una escuela de democracia. No sólo debatimos, trabajamos para que quienes tienen poder de decisión cumplan con sus obligaciones. Hasta donde se pueda”. Además de organizar campamentos para niños pobres, recoger ropa para quienes viven en la calle o vincular a niños soldado con organizaciones de apoyo como Save the Children o Unicef, han conseguido establecer un número de teléfono gratuito para reportar violencia contra la infancia. Kilanaji, que quiere ser juez y acaba de cumplir 18 años, también subraya el valor formativo del Parlamento. “Los niños que vienen aquí son los líderes del futuro, pero aquí no sólo trabajan su proyecto personal. Si estás aquí es porque quieres ayudar a los demás”.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20190318/461083283153/congo-republica-democratica-del-congo-parlamento-de-los-ninos-del-congo.html

 

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El futuro de niños rohinyás está en peligro, advierte Unicef

Asia/Bangladesh/23 Agosto 2018/Fuente: Prensa Latina

El futuro de más de medio millón de niños refugiados rohinyás en Bangladesh está en peligro ante la falta de fondos para garatizar su educación, señaló hoy el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
De acuerdo con el reporte, tras un año del comienzo del desplazamiento masivo hacia Bangladesh de rohinyás que huyeron de Myanmar debido a la violencia y la persecución, los menores enfrentan condiciones difíciles en los campos de refugiados.

Viven en lugares muy reducidos y rudimentarios, tienen muy pocas oportunidades de aprender y no se sabe si podrán regresar a sus hogares, detalló el representante de Unicef en Bangladesh, Edouard Beigbeder.

‘Si no invertimos en educación ahora, nos enfrentamos al peligro muy real de ver una generación perdida de niños rohinyás, niños que carecen de las habilidades que necesitan para enfrentar su situación actual y que serán incapaces de contribuir a su sociedad si puedan regresar a Myanmar.’

Con el apoyo internacional, el Gobierno de Bangladesh logró poner en marcha servicios básicos para los refugiados, pero ofrecer educación ante la gran afluencia de niños resulta un gran desafío, recalcó el reporte de Unicef.

En julio de 2018, unos mil 200 centros de aprendizaje estaban funcionando y casi 140 mil niños habían sido inscritos. Sin embargo, no había un plan de estudios claro, las aulas estaban superpobladas y carecían de agua y otras instalaciones.

Por ello, el fondo para la infancia hizo un llamado a la comunidad internacional a invertir y apoyar una educación de calidad que permita obtener las habilidades necesarias, especialmente a las niñas y adolescentes que corren mayor riesgo de ser excluidas. Unicef también pidió a las autoridades de Myanmar que garantice que los niños rohinyás tengan acceso equitativo a una educación de calidad en los diferentes niveles de enseñanza.

Una solución duradera a la crisis de los rohinyás requiere abordar la situación en el norte de Rakhine, Myanmar, así como implementar las recomendaciones de la comisión asesora de la ONU, incluido un regreso seguro y el reconocimiento de los derechos básicos de esa minoría musulmana.

El Gobierno de Myanmar debe brindar protección a los niños rohinyás y a los de todos los demás grupos étnicos, añadió Unicef.

La agencia de ONU apeló en 2018 a 28,2 millones de dólares para garantizar educación a los refugiados rohinyás en Bangladesh, pero hasta ahora ha recibido poco más del 50 por ciento de esos fondos.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=204768&SEO=el-futuro-de-ninos-rohinyas-esta-en-peligro-advierte-unicef
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Bangladesh: El estigma y la discriminación, el dolor de los niños nacidos de la guerra (Audio)

Bangladesh / 24 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Radio ONU

 

 

Aunque todas estén unidas por el sufrimiento, el horror de las guerras deja diferentes tipos de víctimas. Los hijos nacidos de la violencia sexual son uno de ellos. A lo largo de su vida, afrontan el estigma y la discriminación. Intentar concienciar y mitigar los daños constituyen los principales objetivos del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos.

Los campos de refugiados en Bangladesh ven nacer 60 rohinyás al día. Muchos nacen de las violacionesque sufrieron sus madres cuando estalló la violencia en el estado birmano de Rakhine. Es uno de los últimos ejemplos de la violencia sexual que se produce durante los conflictos.

Madres e hijos son víctimas de la guerra. Este año, para conmemorar del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos que se celebra cada 17 de junio, el foco de atención se centra en los niños.

“Los niños y niñas concebidos por violación en tiempo de guerra suelen tener problemas de identidad y pertenenciadécadas después de que se han callado las armas”, asegura el Secretario General en un mensaje difundido con motivo de este día.

António Guterres señala que pueden quedar en un limbo jurídico o correr el riesgo de ser apátridas y caer presa del reclutamiento, la trata o la explotación, lo que trae consecuencias funestas para la paz y la seguridad, así como para los derechos humanos.

En una entrevista con Noticias ONU, el embajador de Argentina ante la ONU nos explica que los desafíos a los que se enfrentan estos niños nacidos de la guerra son “desgraciadamente, muchos”.

«Los niños y niñas concebidos por violación en tiempo de guerra suelen tener problemas de identidad y pertenencia décadas después de que se han callado las armas.»

“Los principales retos que afrontan son el estigma y la discriminación, y la falta de reconocimiento ante la ley y en sus comunidades. Los chicos nacidos en circunstancias de violencia sexual en conflictos armados también son víctimas. Usualmente son estigmatizados y marginalizados por sus propias familias y comunidades quienes muchas veces los consideran hijos del enemigo o ´mala sangre´”, explica Martín García Moritán.

El embajador, que preside uno de los actos que este año se celebran en la sede de la ONU como parte de la conmemoración del Día, señala que estos niños son alienados, lo que “se traduce frecuentemente en una falta de reconocimiento de la ley y en la negación de su identidad. Esto a su vez puede tener consecuencias nefastas e incluso letales.”

Mitigar y eliminar el estigma

Los estados pueden implementar varias medidas para eliminar este estigma o al menos reducirlo.

García Moritán reconoce que “no existen fórmulas únicas ni mágicas”. Pero algunas de las políticas deben empezar por reconocer a los niños nacidos de la guerra como víctimas.

“Promover la solidaridad con ellos y permitirles acceder a medidas de reparación y a servicios de apoyo y de reintegración multidisplicinarios y multifacéticos que apunten a reducir el estigma y reparar el tejido social”, son algunas de las medidas que los estados pueden adoptar.

UNICEF/Brian Sokol

 

¿Para qué sirve el Día Internacional?

El objetivo del Día Internacional es crear conciencia y visibilidad de estos temas. Las Naciones Unidas son una plataforma de discusión para abordar estos temas y para escuchar a las víctimas, lo que generar un mayor compromiso de la comunidad internacional para abordar tales desafíos.

También sirve para compartir informaciones e investigaciones recientes y experiencias de primera mano de chicos que han nacido de la guerra y que han tenido que convivir con el aislamiento y el ostracismo en sociedades de postconflicto altamente polarizadas.

“Los testimonios son desgarradores” afirma el diplomático argentino.

«Las violaciones masivas siguen siendo enfrentadas con una masiva impunidad.»

Recientemente, la representante especial del Secretario General sobre violencia sexual en conflicto, Parmila Patten, ha señalado que se han registrado avances en los últimos años, como la adopción de planes de acción conjuntos y esfuerzos para prevenir y castigar la violencia sexual.

Del mismo modo, la justicia de género está siendo progresivamente incorporada en los procesos de paz.

Sin embargo, “las violaciones masivas siguen siendo enfrentadas con una masiva impunidad, y el círculo vicioso de violencia, impunidad y venganza continúa siendo imbatibles en muchos países devastados por la guerra”.

Situación de los rohinyás

La situación en los campamentos de Cox’s Bazar, en Bangladesh, necesita una acción urgente. Patten y la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Población, Natalia Karem, han pedido a la comunidad internacional que afronten este desafío.

“Estamos profundamente preocupadas por las denuncias de mujeres y niñas, que ya han sido víctimas de penurias, violencia y abusos inimaginables, y que ahora enfrentan crecientes riesgos de matrimonio infantil, trata y violencia de género”, afirman en una declaración conjunta.

Ambas exigen que se ponga fin de inmediato a la violencia sexual durante y después del conflicto e indican que “las supervivientes de la violación y otras formas de violencia sexual continúan sufriendo traumas físicos y psicológicos agudos, lo que a menudo se ve agravado por el estigma social y el embarazo no deseado”.

Fuente de la Noticia:

https://news.un.org/es/story/2018/06/1436202

ove/mahv

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