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Capitalismo, tecnología y movimientos sociales

Por: Sofia Scasserra

¿Qué pueden hacer la izquierda y los movimientos sociales frente a las fake news, el poder algorítmico y el «big data»? ¿Qué papel pueden jugar frente al nuevo capitalismo tecnológico?

Hablar de nuevas tecnologías está de moda. La palabra cyber se repite una y otra vez. Todo lo que la contiene se nos presenta como algo interesante, novedoso, atractivo e inentendible. En definitiva, se nos muestra como algo mágico. Ciertamente, el espacio web ofrece una herramienta que es cada vez más técnica y, en algunos casos, incomprensible. Sin embargo, las dificultades en la comprensión no deberían ser la excusa para que los movimientos sociales no formen parte del debate tecnológico y, sobre todo, político, respecto de la tecnología.

La tecnología es una herramienta y, como tal, su destino no está escrito de antemano. Es innegable que se ha apoderado de buena parte de nuestras vidas y que ha formateado nuestras relaciones económicas, políticas y sociales. Pero esto no significa que no podamos otorgarle una dirección: definir hacia donde queremos que se conduzca. La posibilidad de utilizar la tecnología para el bien (y que sus beneficios alcancen a todos) es tan real como la posibilidad de que sea utilizada de mala manera y que sus beneficios sean acaparados por unos pocos. En lo que se refiere a la tecnología, lo central es su diseño y su regulación. Esto puede evitar que sea conducida hacia donde quieren quienes hoy detentan su poder.

Propiedad de los datos

El primer gran tema de debate a escala global es el de la propiedad de los datos. De más está decir que el «big data» generado a cada momento desde cualquier dispositivo electrónico (principalmente el teléfono móvil, pero también cualquier otro conectado a la red) es hoy el mayor generador de ganancias a escala global. Se dice que los datos son el nuevo «oro de Potosí», evocando una materia prima altamente valiosa que el mundo más desarrollado extraía explotando a América Latina, sin dejar absolutamente nada en la región. Sin embargo, en el caso del oro, la propiedad se define de forma clásica: le pertenece a quien la posee. En cambio, en el caso de los datos, las cosas son más complicadas. Además de que pueden ser copiados, el acceso a los datos habilita la generación de ganancias, incluso cuando no se tiene su propiedad. El fuerte lobby existente en la Organización Mundial de Comercio (OMC) para conseguir la propiedad de los datos y prohibir el acceso por parte de gobiernos, evidencia esta situación. Se necesita una regulación que los transforme en «oro» para eliminar cualquier posibilidad de repartir las ganancias y esto es lo que las grandes empresas de tecnología están impulsando.

En este contexto, se debate sobre la propiedad de esos datos: ¿son de los usuarios que los generan? ¿Son de la empresa que facilita el software para «producirlos»? Dado que un individuo solo frente a una trasnacional como Google tiene un poder nulo de negociación de derechos, ¿son propiedad del Estado o este tendría una nueva función: ser un mediador sobre permisos y controles frente a estas empresas? Se trata de preguntas hoy sin respuestas.

Entre las posturas más radicales se encuentra aquella que asegura que «los datos son de aquel que los produce». El productor, por tanto, debería ser dueño de la mercancía y el poseedor de los medios de producción. «Si los datos son míos, deben pagarme por tomarlos», es la postura que se deriva de esta afirmación. Si lo que genera ganancias a las empresas es el manejo de datos y el dato existe porque el ciudadano lo genera, este debería tener alguna retribución por la extracción de los mismos. Como es evidente, los empresarios asegurarán algo bien distinto. Argumentarán que el usuario ya tiene una paga y esta es la posibilidad de utilizar una aplicación de manera gratuita. Esto, según ellos, es una forma de retribución. Sin embargo, lo cierto es que, al igual que los canales de televisión, también obtienen ganancias por publicidad, por venta de servicios corporativos y por venta de datos. Efectivamente, los niveles de ganancia que perciben no tiene relación alguna con los beneficios sociales que entregan por el uso de aplicaciones.

A este panorama se le debe sumar la pérdida de beneficios sociales en términos de diseño e implementación de políticas públicas por falta de acceso a la información por parte de los Estados y el avasallamiento de derechos como la privacidad, la desinformación y la obligatoriedad de aceptar términos y condiciones para poder utilizar una plataforma donde muchas veces se ceden derechos. Una visión más moderada llevaría a establecer marcos regulatorios reales para que la propiedad quede en manos de las empresas, pero con un Estado que se reserve la potestad de exigir acceso a los mismos en caso de ser necesario, que gestione permisos a través de mecanismos intermedios de control social (organismos de control autárquicos) y que estipule otros esquemas innovadores de regulación.

El algoritmo

Aunque hasta hace tiempo era desconocida para los ciudadanos de a pie, la palabra «algoritmo» ya está en boca de todos. Los algoritmos pueden ser definidos como un conjunto de instrucciones ordenadas que permiten solucionar un problema concreto. Hoy son claves en el desarrollo de la inteligencia artificial y la industrialización digital.

Numerosos análisis indican que, con la presencia cada vez más marcada de los algoritmos, el capitalismo del conocimiento se encuentra en jaque, dado que una vez que se conoce un código fuente solo hace falta copiarlo para replicar una tecnología. Por este motivo, los códigos fuente que implementan los algoritmos están protegidos por leyes de propiedad intelectual que preservan su secreto. Este punto es tan sustancial e importante que ya fue incluido esto en diversos acuerdos de libre comercio y creó una verdadera caja negra donde se tejen las normas que regulan y ordenan a la sociedad. Los algoritmos regulan todo: el orden de resultados en una búsqueda de Google, la cantidad de veces en la que una máquina de un casino declara un ganador y hasta la asignación de beneficios sociales por parte de un Estado. Estos algoritmos son secretos y generan controversias. Resulta cada más evidente que, en algunos casos, se necesita acceder a ese código para auditarlo y saber que no hay discriminación, verificar que no se incumplan derechos, comprobar que el algoritmo esté hecho de una forma contraria a la ley o simplemente que no tenga fallos que repercutan en la vida humana de manera negativa. Por otro lado, el debate en torno a la propiedad intelectual ha arrojado bastante evidencia de que, cuando no existen secretos, la sociedad se beneficia. Esto se ha hecho patente en áreas como la de la medicina, donde el conocimiento por parte de los usuarios, les permite acceder a medicaciones a mejor costo y sabiendo los componentes de las mismas. Lo mismo ocurre con los algoritmos. Una postura radical implicaría pedir la apertura de códigos. Es decir, que no estén amparados por las leyes de propiedad intelectual y que todos puedan acceder a mejorarlos y auditarlos. En cambio, una postura más conservadora implicaría pedir que el Estado solo tenga algoritmos de código abierto, revisables y auditables. En la esfera privada, podría existir mecanismos legales para poder auditar en caso de sospecha de discriminación y que esa auditoria pueda ser llevada adelante tanto por auditores públicos como privados. Desde el Estado deberían fomentarse y protegerse licencias creative commons, un sistema por el cual cada ciudadano puede patentar nuevas ideas y determinar que su idea puede ser utilizada por todos.

Seguridad informática

Las filtraciones de noticias, los hackeos de cuentas y sitios web y los robos de información están a la orden del día. Son la demostración palpable de que la seguridad informática es un asunto de primer orden. Aunque los casos conocidos son aquellos que por su magnitud han sido más amplificados por los medios de comunicación, el problema afecta a la ciudadanía en su quehacer cotidiano. Sin embargo, son muchos los ciudadanos que ni siquiera son conscientes o perciben el problema.

La encriptación de información es de suma importancia para proteger nuestros datos personales, nuestra privacidad y nuestro dinero. Un mal sistema de seguridad equivale a dejar la puerta de nuestra casa abierta y esperar a que los ladrones (que en este caso pueden provenir de cualquier país del mundo) no ingresen a nuestro domicilio. Pero los sistemas seguros son, en su mayoría, caros. Cuanto más seguros, más caros. No es extraño, entonces, que se estén volviendo propiedad de los ricos y poderosos del mundo. De hecho, en la OMC se están impulsando negociaciones para dejar a criterio de cada empresa el nivel de seguridad informático que tendrá, sin que el Estado tenga la potestad de regular estándares mínimos. Esto conduciría a la creación de empresas de alta gama con elevados estándares de seguridad, pero accesibles solo para los ricos. En contrapartida, habría empresas con estándares más bajos, accesibles para los sectores más vulnerables de la sociedad. Estos estarían más expuestos a robos y hackeos. Lo cierto es que existen soluciones más económicas, pero la falta de conciencia también suma a la irresponsabilidad y al manejo de costos. En el mundo contemporáneo, resulta inadmisible que las empresas decidan sobre la seguridad informática de todos los ciudadanos y que manejen los datos de los usuarios con desconocimiento de la población. Es necesario establecer estándares mínimos para todos. En los casos que sea necesario, se puede incluso subvencionar a las pequeñas y medianas empresas para que puedan acceder a estos niveles de seguridad y no se vean obligadas a cerrar sus negocios por no poder competir. La seguridad informática no debería ser un lujo para pocos.

Empresas y censura

Otra cuestión importante es la cantidad de contenido que se publica en la web, sobre todo en las redes sociales. Existe una corriente de pensamiento que está haciendo lobby para que las empresas tomen la función de policía y eliminen los discursos de odio de las redes. Esto suena suena bien en un principio. Censurar los contenidos machistas y de odio en la web para que no esparzan su odio a través de internet y poder controlar la formación de opinión publica hacia discursos más constructivos. Pero lo cierto es que estos discursos no dejarán de existir por censurarlos y siempre encontraran cómo filtrarse. Por otro lado, es cuestionable otorgarles semejante poder a grandes empresas trasnacionales que podrán decidir, bajo sus criterios y estándares, qué censurar y qué no. Muchas personas dirán que hoy ya ejercen ese poder de censura (y es cierto) pero no están avaladas por ley y, cuando lo hacen, se forman importantes campañas en su contra. En muchos casos, de hecho, se ven obligadas a reestablecer las cuentas censuradas y a cambiar sus políticas debido a la mala imagen que les depara la censura. Si se asumiera la decisión de otorgarle a las empresas el poder de policía en las redes sociales: ¿qué garantizaría que no bloqueen comentarios políticos por considerarlos de odio, aun cuando no haya insultos expresos? ¿Y si bloquearan videos de manifestaciones? La amplificación de las manifestaciones en Chile, por poner solo un caso, se produjo en las redes sociales. Lo que se veía allí era sustancialmente distinto a lo que relataba el discurso de los grandes medios. Si las empresas hubiesen tenido el monopolio de la censura en redes, los ciudadanos no podrían haber accedido a la información real de lo que allí sucedía. Darle a las empresas la capacidad de intervenir podría en jaque la libre circulación de información en las redes y fomentaría la información sesgada. No debe haber habilitación para censurar contenido de ningún tipo, incluso incitaciones al odio. Distinto es el caso de actividades ilegales como la pedofilia o el tráfico de fauna silvestre que sí debe ser perseguido por su carácter ilegal.

Cámaras, vigilancia

Buena parte de las ciudades más importantes del mundo se llenaron de cámaras de reconocimiento facial. Están por todos lados, reconocen a la población y, según dicen las autoridades, cooperan con la eliminación del delito. Lo cierto es que ya son evidentes las fallas del sistema. De hecho, ha habido serios inconvenientes con sistemas que reconocen como sospechosa a gente que no está siendo buscada. Ciudadanos y ciudadanas inocentes de delitos se han visto privados de su libertad durante largas horas. El daño causado en términos de humillación y tiempo perdido es irreparable. Pero este no es el único problema. Un Estado que tiene esa capacidad de control sobre su población puede usarlo para mal. Las manifestaciones en contra del gobierno podrían ser controladas simplemente reconociendo a los participantes y tratando de amedrentarlos a posteriori. Una dictadura con estos sistemas podría producir verdaderas masacres. Es por ello que los sectores más radicales consideran que se debe reclamar la eliminación de los sistemas de reconocimiento facial de todo espacio público. De hecho, ya existe una declaración mundial de especialistas sobre el tema. Una postura más moderada sostendría la necesidad de reclamar por una moratoria, pidiendo que no se siga avanzando en esta dirección y que la capacidad ya instalada vaya eliminándose progresivamente.

Huelgas y desconexión laboral

Las nuevas tecnologías impactan en el mercado de trabajo. En este sentido, es necesario comenzar a pedir por nuevos derechos laborales a ser conquistados. Los trabajadores estamos conectados 24 horas al día. Aun cuando no respondamos un mensaje de trabajo, seguimos teniendo nuestros teléfonos celulares y recibiendo mensajes laborales que se acumulan en la bandeja de entrada. El derecho a desconexión laboral es necesario hoy, más que nunca. Pero no es el único derecho a conquistar. También los empleadores manejan enormes cantidades de información laboral y privada de los trabajadores. Se vuelve fundamental la protección de los datos de los trabajadores a fin de que esos datos no sean utilizados en contra del mismo trabajador ni puedan alimentar sistemas algorítmicos de gestión laboral. Por otro lado, los sistemas automáticos están logrando autonomía al punto de que los trabajadores pueden estar de paro, pero el sistema sigue funcionando (como el Home Banking), quitándole visibilidad al reclamo de los y las trabajadores. Así como no se pueden contratar trabajadores para reemplazar a los que están en huelga, no debería poder activarse los sistemas automáticos que reemplazan a los trabajadores. Necesitamos resignificar el derecho a huelga a fin de que no se pierda este importante instrumento de visibilización cuando la negociación falla.

Estos son solo algunos de los nuevos problemas que enfrentan nuestras sociedades en la actualidad. Las organizaciones sociales, en articulación con especialistas, pueden y deben dar estos debates. Ante los cambios que se están produciendo, esa reflexión -con perspectiva humana, solidaria y latinoamericana- resulta cada vez más imprescindible.

Fuente e imagen:  https://nuso.org/articulo/capitalismo-tecnologia-y-movimientos-sociales/

 

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Estamos llamados a hablar por los débiles: un manifiesto para la pedagogía crítica

Por: Henry Giroux

Henry Giroux , uno de los principales exponentes de la pedagogía crítica, escribe incisivamente sobre el daño que está causando la ‘reforma’ escolar en los Estados Unidos, cuyo objetivo es destruir cualquier comprensión viable de la conexión entre la educación y la educación de los ciudadanos críticos. La lucha para desafiar este asalto neoliberal en su sistema educativo también es muy relevante para el contexto británico a medida que los educadores progresistas luchan por nuevas formas de pedagogía crítica, acción colectiva y responsabilidad social.

Zonas muertas y centros de castigo.

Algunos de nosotros que ya hemos comenzado a romper el silencio de la noche hemos descubierto que el llamado a hablar es a menudo una vocación de agonía, pero debemos hablar. Debemos hablar con toda la humildad apropiada para nuestra visión limitada, pero debemos hablar . – Martin Luther King hijo.

Si los multimillonarios de derecha y los apóstoles del poder corporativo se salen con la suya, las escuelas públicas se convertirán en «zonas muertas de la imaginación», reducidas a espacios antipúblicos que asaltan el pensamiento crítico, la alfabetización cívica y la memoria histórica (he tomado el término de David Graeber, «Zonas muertas de la imaginación», HAU: Journal of Ethnographic Theory 2, 2012: 105-128.) Desde la década de 1980, las escuelas se han convertido cada vez más en centros de pruebas que debilitan a los maestros y les quitan el poder a los estudiantes. También han sido reconfigurados como centros de castigo donde los jóvenes de minorías pobres y de bajos ingresos son severamente disciplinados bajo políticas de tolerancia cero de maneras que a menudo resultan en ser arrestados y acusados ​​de crímenes que, en la superficie, son tan triviales como el castigo es duro. . 2 Bajo el impulso del capitalismo de casino para privatizar la educación, Las escuelas públicas se han cerrado en ciudades como Filadelfia, Chicago y Nueva York para dar paso a las escuelas charter. Los sindicatos de docentes han sido atacados, los empleados públicos denigrados y los docentes reducidos a técnicos que trabajan en condiciones deplorables y aturdidoras.

La reforma escolar corporativa no está simplemente obsesionada con las medidas que degradan cualquier comprensión viable de la conexión entre la escolarización y la educación de ciudadanos comprometidos. El movimiento de reforma también está decidido a subfinanciar y desinvertir recursos para la educación pública para que la educación pública pueda estar completamente divorciada de cualquier noción democrática de gobierno, enseñanza y aprendizaje. A los ojos de los reformadores multimillonarios y los titanes de las finanzas, como Bill Gates, Rupert Murdoch, la familia Walton y Michael Bloomberg, las escuelas públicas deberían transformarse, cuando no se privaticen, en complementos de centros comerciales y prisiones.

Al igual que el espacio muerto del centro comercial estadounidense, los sistemas escolares promovidos por los no reformadores ofrecen la seducción ideológica vacía del consumismo como la última forma de ciudadanía y aprendizaje. Y, adoptando la dura mentalidad de almacenamiento de los guardianes de la prisión, los no reformadores respaldan y crean escuelas para estudiantes pobres que castigan en lugar de educar para canalizar a las poblaciones desechables hacia el sistema de justicia penal donde pueden alimentar las ganancias de las corporaciones privadas de prisiones. La militarización de las escuelas públicas que el Secretario Arnie Duncan admiraba y apoyaba tanto mientras era el CEO del Sistema Escolar de Chicago no fue solo una estratagema para inculcar prácticas de disciplina autoritarias contra estudiantes etiquetados despectivamente como rebeldes, si no desechables. También fue un intento de diseñar escuelas que rompieran la capacidad de los estudiantes de pensar críticamente y los convirtieran en reclutas dispuestos y potenciales para servir en guerras sin sentido y mortales libradas por el imperio estadounidense. Y, si tales esfuerzos de reclutamiento fallaron, los estudiantes fueron puestos rápidamente en la cinta transportadora de la tubería de la escuela a la prisión. Para muchos jóvenes de minorías pobres en las escuelas públicas, la prisión se convierte en parte de su destino, al igual que las escuelas públicas refuerzan su condición de ciudadanos de segunda clase. Como señala Michelle Alexander: «En lugar de que las escuelas sean una vía de acceso a la oportunidad, [están] alimentando nuestras cárceles». (Jody Sokolower, «Las escuelas y el nuevo Jim Crow: una entrevista con Michelle Alexander», Truthout (4 de junio de 2013) .) la prisión se convierte en parte de su destino, al igual que las escuelas públicas refuerzan su condición de ciudadanos de segunda clase. Como señala Michelle Alexander: «En lugar de que las escuelas sean una vía de acceso a la oportunidad, [están] alimentando nuestras cárceles». (Jody Sokolower, «Las escuelas y el nuevo Jim Crow: una entrevista con Michelle Alexander», Truthout (4 de junio de 2013) .) la prisión se convierte en parte de su destino, al igual que las escuelas públicas refuerzan su condición de ciudadanos de segunda clase. Como señala Michelle Alexander: «En lugar de que las escuelas sean una vía de acceso a la oportunidad, [están] alimentando nuestras cárceles». (Jody Sokolower, «Las escuelas y el nuevo Jim Crow: una entrevista con Michelle Alexander», Truthout (4 de junio de 2013) .)

Las reformas educativas impulsadas por el mercado, con su obsesión por la estandarización, las pruebas de alto riesgo y las políticas punitivas, también imitan una cultura de crueldad que las políticas neoliberales producen en la sociedad en general. Exhiben desprecio por los maestros y desconfianza de los padres, reprimen la enseñanza creativa, destruyen programas de estudio desafiantes e imaginativos y tratan a los estudiantes como meros insumos en una línea de montaje. La confianza, la imaginación, la creatividad y el respeto por la enseñanza y el aprendizaje críticos se lanzan al viento en la búsqueda de ganancias y la proliferación de esquemas de responsabilidad rígidos y de muerte. Como John Tierney señala en su crítica a las reformas educativas corporativas en The Atlantic, tales enfoques no solo son opresivos, sino que están destinados a fracasar. El escribe:
Las políticas y prácticas que se basan en la desconfianza de los maestros y la falta de respeto hacia ellos fracasarán. ¿Por qué? «El destino de las reformas depende en última instancia de quienes son objeto de desconfianza». En otras palabras, las reformas educativas necesitan la aceptación, confianza y cooperación de los maestros para tener éxito; Las «reformas» que patean a los maestros en los dientes nunca van a tener éxito. Además, las políticas educativas elaboradas sin la participación de los docentes están destinadas a equivocarse.

La situación empeora aún más porque no solo se defunde a las escuelas públicas y se ataca a los maestros de las escuelas públicas como las nuevas reinas del bienestar, sino que los republicanos y otros derechistas están implementando políticas sociales y económicas para garantizar que los estudiantes de bajos ingresos y minorías pobres fracasen. En las escuelas públicas. Por ejemplo, muchos gobernadores elegidos por el Tea Party en estados como Wisconsin, Carolina del Norte y Maine, junto con políticos de derecha en el Congreso, están promulgando políticas crueles y salvajes (como el desembolso del programa de cupones de alimentos) que impactan directamente en La salud y el bienestar de los estudiantes pobres en las escuelas. (Véase, por ejemplo, Kristin Rawls, “Carolina del Norte se convierte en la primera línea de un asalto corporativo brutal contra la educación en Estados Unidos”, AlterNet, 31 de julio de 2013.) Dichas políticas se reducen, si no destruyen,

La apropiación de la cultura por el poder corporativo.

Cuando los miembros del club multimillonario, como Bill Gates y los donantes de derecha como Art Pope, no están implementando directamente políticas que desfinan las escuelas, están financiando proyectos de investigación que convierten a los estudiantes en sujetos de prueba para un mundo que incluso George Orwell habría encontrado difícil imaginar. (Para dos ejemplos de la apropiación de la cultura por el poder corporativo y sus donantes y fundaciones, ver Katherine Stewart, «Los donantes de derecha que alimentan las guerras culturales de América», The Guardian, 23 de abril de 2013; y John Nichols y Robert W. McChesney, Dollarocracy: Cómo el complejo electoral de Money and Media está destruyendo Estados Unidos, Nation Books, 2013.) Por ejemplo, la Fundación Bill y Melinda Gates ha proporcionado $ 500, 000 subvenciones a la Universidad de Clemson para realizar un estudio piloto en el que los estudiantes usarían pulseras de piel galvánica con sensores inalámbricos que rastrearían sus respuestas fisiológicas a diversos estímulos en las escuelas. Un portavoz de la fundación argumenta en defensa de esta espeluznante obsesión por medir las respuestas emocionales de los estudiantes al afirmar que los dispositivos biométricos son una ayuda para los maestros que pueden medir el «tiempo real» (retroalimentación reflexiva), algo así como un podómetro «. (Luisa Kroll, «La Fundación Gates responde a la controversia de las pulseras GSR», Forbes, 13 de junio de 2012.)

No es la vaguedad de lo que este tipo de investigación está tratando de lograr lo que es la parte más ridícula y éticamente ofensiva de este estudio: es la noción de que la retroalimentación reflexiva puede reducirse a medir impulsos emocionales en lugar de producirse a través del diálogo y la comunicación comprometidos entre profesores y alumnos reales. ¿Cómo pueden las pulseras medir por qué los estudiantes están actuando si están hambrientos, aburridos, temerosos, enfermos o no duermen porque sus padres podrían no tener hogar? ¿Cómo abordan estos estudios problemas estructurales más grandes, como los 50 millones de personas en los Estados Unidos que pasan hambre todas las noches, un tercio de los cuales son niños? ¿Y cómo logran ignorar su propia conexión con el surgimiento del estado de vigilancia y la destrucción en curso de los derechos civiles de los niños y otros? Las investigaciones de este tipo no pueden hablar del surgimiento de una sociedad de Jim Crow en la que el encarcelamiento masivo de minorías pobres está teniendo un efecto horrible en los niños. Como señala Michelle Alexander, se trata de niños «que tienen un padre o un ser querido, un pariente, que ha pasado tiempo tras las rejas o que ha adquirido antecedentes penales y, por lo tanto, es parte de la casta inferior: el grupo de personas que pueden ser discriminados legalmente por el resto de sus vidas ”. Y el efecto de tal lucha diaria es mortal. Ella escribe: Como señala Michelle Alexander, se trata de niños «que tienen un padre o un ser querido, un pariente, que ha pasado tiempo tras las rejas o que ha adquirido antecedentes penales y, por lo tanto, es parte de la casta inferior: el grupo de personas que pueden ser discriminados legalmente por el resto de sus vidas ”. Y el efecto de tal lucha diaria es mortal. Ella escribe: Como señala Michelle Alexander, se trata de niños «que tienen un padre o un ser querido, un pariente, que ha pasado tiempo tras las rejas o que ha adquirido antecedentes penales y, por lo tanto, es parte de la casta inferior: el grupo de personas que pueden ser discriminados legalmente por el resto de sus vidas ”. Y el efecto de tal lucha diaria es mortal. Ella escribe:

. . . Para estos niños, sus posibilidades de vida disminuyen considerablemente. Es más probable que se críen en la pobreza extrema; es poco probable que sus padres puedan encontrar trabajo o vivienda y, a menudo, no son elegibles incluso para cupones de alimentos. Para los niños, la era del encarcelamiento masivo ha significado una tremenda cantidad de separación familiar, hogares destrozados, pobreza y un nivel de desesperanza mucho, mucho mayor, ya que ven a tantos de sus seres queridos entrando y saliendo de la prisión. Los niños que tienen padres encarcelados tienen muchas más probabilidades de ser encarcelados.

A diferencia de las formas de investigación educativa social y éticamente insensibles respaldadas por los llamados reformadores, un estudio reciente ha relacionado las pruebas de alto riesgo con tasas de graduación más bajas y tasas de encarcelamiento más altas, lo que indica que tales pruebas juegan un papel importante en la expansión de «la maquinaria de la tubería de la escuela a la prisión ”, especialmente para estudiantes de bajos ingresos y estudiantes de color. La mayoría de los críticos del club de los multimillonarios ignoran estos problemas. Pero varios críticos, como la profesora de educación de la Universidad de Nueva York, Diane Ravitch, han planteado preguntas importantes sobre este tipo de investigación. Ravitch argumenta que Gates debería «dedicar más tiempo a mejorar la sustancia de lo que se enseña». . . y renunciar a toda esta manía de medición «. (Stephanie Simon,» Biosensores para controlar la atención de los estudiantes «, Reuters, 12 de junio de 2012. ) Tales críticas son importantes, pero podrían ir más allá. Tales esfuerzos de reforma son más que colapsar la enseñanza y el aprendizaje en un reduccionismo instrumental que se aproxima a la capacitación más que a la educación. Como señala Ken Saltman, los nuevos no reformadores son contrarrevolucionarios políticos y no simplemente educadores equivocados. (Kenneth Saltman, The Gift of Education: Public Education and Venture Philosophy, Palgrave Macmillan, 2012.)

Noam Chomsky tiene razón al argumentar que ahora estamos en un período general de regresión que se extiende mucho más allá de la educación. (Daniel Falcone, «Noam Chomsky sobre Democracia y Educación en el siglo XXI y más allá», Truthout, 1 de junio de 2013.) Este período de regresión está marcado por desigualdades masivas en riqueza, ingresos y poder que están alimentando una pobreza y una crisis ecológica y socavando todas las esferas públicas básicas centrales tanto para la democracia como para la cultura y las estructuras necesarias para que las personas lleven una vida digna y de participación política. La carga de crueldad, represión y corrupción ha roto la espalda de la democracia, por débil que sea, en los Estados Unidos. Estados Unidos ya no es una democracia, ni es simplemente una plutocracia. Se ha convertido en un estado autoritario impregnado de violencia y dirigido por los comandantes financieros,

La soberanía corporativa ha reemplazado a la soberanía política, y el estado se ha convertido en gran medida en un complemento de las instituciones bancarias y las industrias de servicios financieros. Adicta a «la desmovilización política de la ciudadanía», la élite corporativa está librando una reacción política contra todas las instituciones que sirven a la democracia y fomentan una cultura de cuestionamiento, diálogo y disidencia. (Sheldon S. Wolin, Democracy Incorporated: Democracia gestionada y el espectro del totalitarismo invertido, Princeton University Press, 2008.) Los apóstoles del neoliberalismo se preocupan principalmente por entregar las escuelas públicas al capitalismo de los casinos para transformarlas en lugares donde todos menos Los niños privilegiados del 1% pueden ser disciplinados y limpiados de cualquier impulso crítico. En lugar de aprender a convertirse en pensadores independientes, adquieren los hábitos debilitantes de lo que podría llamarse un trastorno de déficit moral y político que los vuelve pasivos y obedientes frente a una sociedad basada en desigualdades masivas en poder, riqueza e ingresos. El poderoso movimiento actual de reforma no basada en las empresas está unido al desarrollo de modos de gobierno, ideologías y pedagogías dedicadas a restringir y retrasar cualquier posibilidad de desarrollar entre los estudiantes esas formas críticas, creativas y colaborativas de pensamiento y acción necesarias para participar en un sustantivo democracia.

El discurso del lucro y el lenguaje del mando.

El núcleo de las nuevas reformas es un compromiso con una pedagogía de la estupidez y la represión orientada a la memorización, la conformidad, la pasividad y las pruebas de alto riesgo. En lugar de crear estudiantes autónomos, críticos y comprometidos cívicamente, los no reformadores matan la imaginación mientras despolitizan todos los vestigios de la enseñanza y el aprendizaje. El único idioma que conocen es el discurso del lucro y el lenguaje disciplinario de mando. John Taylor Gatto señala algunos elementos de esta pedagogía de la represión en su afirmación de que las escuelas enseñan confusión al ignorar los contextos históricos y relacionales. (John Gatto, Dumbing Us Down: The Hidden Curriculum of Obligory Schooling, segunda edición revisada New Society Publishers, 2002.

Una pedagogía de la represión define a los estudiantes en gran medida por sus defectos más que por sus fortalezas, y al hacerlo los convence de que las únicas personas que saben algo son los expertos, cada vez más extraídos de las filas de la élite y los líderes empresariales actuales que encarnan los nuevos modelos. de liderazgo bajo el actual régimen de neoliberalismo. Grandes líderes históricos que exhibieron una conciencia social elevada como Martin Luther King Jr., Rosa Parks, Nelson Mandela, John Dewey, Paulo Freire y Mahatma Ghandi son relegados al basurero de la historia. A los estudiantes se les enseña a preocuparse por sí mismos y a considerar cualquier consideración por los demás como una responsabilidad, sino una patología. Las preocupaciones éticas en estas circunstancias se representan como obstáculos a superar. El narcisismo junto con una noción incontrolada de individualismo es la nueva normalidad.

Bajo una pedagogía de la represión, los estudiantes están condicionados a desaprender cualquier respeto por la democracia, la justicia y lo que podría significar conectar el aprendizaje con el cambio social. Se les dice que no tienen derechos y que los derechos se limitan solo a quienes tienen poder. Esta es una pedagogía que mata el espíritu, promueve la conformidad y es más adecuada para una sociedad autoritaria que una democracia. Lo alarmante de los nuevos no reformadores de la educación no es solo cómo han fracasado sus políticas, sino el grado en que las liberales y conservadores de los partidos demócrata y republicano ahora adoptan dichas políticas a pesar de su evidente fracaso. El estudio de Enfoque más amplio y audaz para la educación proporciona una lista de tales fallas que son instructivas. Los resultados de las medidas de no reforma observadas en el estudio incluyen:

Los puntajes de las pruebas aumentaron menos, y las brechas de rendimiento crecieron más en las ciudades de «reforma» que en otros distritos urbanos. Los éxitos reportados para estudiantes seleccionados se evaporaron al examinarlos más de cerca. La rendición de cuentas basada en pruebas provocó una rotación que redujo las filas de maestros experimentados, pero no necesariamente malos maestros. El cierre de escuelas no envió a los estudiantes a mejores escuelas ni les ahorró dinero a los distritos escolares. Las escuelas charter interrumpieron aún más los distritos al tiempo que proporcionaban beneficios mixtos, particularmente para los estudiantes con mayores necesidades. El énfasis en las reformas orientadas al mercado ampliamente promocionadas atrajo la atención y los recursos de iniciativas con mayor promesa. Las reformas pasaron por alto un factor crítico que impulsa las brechas de logros: la influencia de la pobreza en el rendimiento académico. El cambio real y sostenido requiere estrategias que sean más realistas, pacientes y múltiples. – Elaine Weiss y Don Long, la retórica de las reformas educativas orientadas al mercado triunfa sobre la realidad: los impactos de las revaluaciones docentes basadas en exámenes, el cierre de escuelas y el aumento del acceso a las escuelas charter en los resultados de los estudiantes en Chicago, Nueva York y Washington, DC, en general , Enfoque más audaz para la educación 22 de abril de 2013.

El entusiasmo servil de las animadoras por las políticas educativas impulsadas por el mercado se vuelve particularmente insostenible moral y políticamente a la luz del creciente número de escándalos que han estallado en torno a los puntajes de las pruebas infladas y otras formas de trampas cometidas por los defensores de las pruebas de alto riesgo y las escuelas charter. (Kirp, «Por qué los escándalos de trampa y las rebeliones de los padres están en erupción en las escuelas de Nueva York, Washington, DC y Atlanta.) David Kirp ofrece un comentario importante sobre la seriedad y el alcance de los escándalos y los recientes reveses de la reforma educativa orientada al mercado . El escribe:

En la última elección de la junta escolar de Los Ángeles, un candidato que se atrevió a cuestionar la excesiva dependencia de los resultados de las pruebas en la evaluación de los maestros y la indecorosa prisa por aprobar las escuelas autónomas ganó a pesar de los $ 4 millones acumulados para derrotarlo, incluido $ 1 millón del alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg. y $ 250,000 de News Corp. de Rupert Murdoch. La ex superintendente de Atlanta, Beverly Hall, agasajada por aumentar los puntajes de las pruebas de sus estudiantes a toda costa, ha sido acusada de un escándalo de trampa masiva. Michelle Rhee, la ex jefa de escuela de Washington DC que es la favorita de la multitud de la rendición de cuentas, se enfrenta a acusaciones, basadas en un memorando publicado por el veterano corresponsal de PBS John Merrow, que conocía y no hizo nada para detener el engaño generalizado. En un artículo de opinión del Washington Post, Bill Gates, que ha gastado cientos de millones de dólares en la promoción de altas apuestas, evaluación de los maestros basada en pruebas, hizo un cambio radical e instó a un enfoque más amable y gentil que los maestros pudieran adoptar. Y los padres en el estado de Nueva York organizaron una rebelión, diciéndoles a sus hijos que no tomen un examen de rendimiento nuevo y no probado.

Si bien las pedagogías de la represión se presentan en diferentes formas y se dirigen a diferentes audiencias en diversos contextos, todas comparten el compromiso de definir la pedagogía como un conjunto de estrategias y habilidades para usar con el fin de enseñar el tema prescrito. En este contexto, la pedagogía se convierte en sinónimo de enseñanza como técnica o práctica de una habilidad artesanal. Aquí no se habla de conectar la pedagogía con la tarea social y política de resistencia, empoderamiento o democratización. Tampoco hay ningún intento de mostrar cómo el conocimiento, los valores, el deseo y las relaciones sociales siempre están implicados en el poder. Cualquier noción viable de pedagogía crítica debe rechazar tales definiciones de enseñanza y sus imitaciones proliferativas, incluso cuando se afirman como parte de un discurso o proyecto radical. En oposición a la reducción instrumentalizada de la pedagogía a un mero método que no tiene un lenguaje para relacionarse con la vida pública, la responsabilidad social o las demandas de la ciudadanía, la pedagogía crítica trabaja para iluminar las relaciones entre el conocimiento, la autoridad y el poder. Por ejemplo, plantea preguntas sobre quién tiene control sobre las condiciones para producir conocimiento, como los planes de estudio promovidos por maestros, compañías de libros de texto, intereses corporativos u otras fuerzas.

Desarrollar una pedagogía crítica.

Central para cualquier noción viable de lo que hace que una pedagogía sea crítica es, en parte, el reconocimiento de que la pedagogía es siempre un intento deliberado por parte de los educadores para influir en cómo y qué formas de conocimiento y subjetividades se producen dentro de conjuntos particulares de relaciones sociales. En este caso, la pedagogía crítica llama la atención sobre las formas en que el conocimiento, el poder, el deseo y la experiencia se producen en condiciones específicas de aprendizaje, y al hacerlo rechaza la noción de que la enseñanza es solo un método o se elimina de las cuestiones de valores, normas y poder, o, para el caso, la lucha por la agencia misma y el futuro que sugiere para los jóvenes. En lugar de afirmar su propia influencia para ejercer autoridad sobre temas pasivos, La pedagogía crítica se sitúa dentro de un proyecto que considera que la educación es fundamental para crear estudiantes que sean ciudadanos socialmente responsables y comprometidos cívicamente. Este tipo de pedagogía refuerza la noción de que las escuelas públicas son esferas públicas democráticas, la educación es la base de cualquier democracia que funcione y los maestros son los agentes más responsables para fomentar esa educación.

Este enfoque de la pedagogía crítica no reduce la práctica educativa al dominio de las metodologías. En cambio, enfatiza la importancia de comprender lo que realmente sucede en las aulas y otros entornos educativos al plantear preguntas como: ¿Cuál es la relación entre el aprendizaje y el cambio social? ¿Qué conocimiento es más valioso? ¿Qué significa saber algo? ¿Y en qué dirección se debe desear? Sin embargo, los principios y objetivos de la pedagogía crítica abarcan más. La pedagogía trata simultáneamente sobre el conocimiento y las prácticas que los profesores y los estudiantes pueden participar juntos y los valores, las relaciones sociales y las visiones legitimadas por dichos conocimientos y prácticas. Tal pedagogía escucha a los estudiantes, les da voz y papel en su propio aprendizaje, y reconoce que los maestros no solo educan a los estudiantes sino que también aprenden de ellos.

Además, la pedagogía se concibe como una práctica moral y política que siempre está implicada en las relaciones de poder porque ofrece versiones y visiones particulares de la vida cívica, la comunidad, el futuro y cómo podríamos construir representaciones de nosotros mismos, de otros y de nuestros ambiente social. La pedagogía ofrece un discurso para la agencia, los valores, las relaciones sociales y un sentido del futuro. Legitima formas particulares de conocer, estar en el mundo y relacionarse con los demás. Como observó Roger Simon, también “representa una versión de nuestros propios sueños para nosotros mismos, nuestros hijos y nuestras comunidades. Pero tales sueños nunca son neutrales; siempre son los sueños de alguien y, en la medida en que están implicados en organizar el futuro para otros, siempre tienen una dimensión moral y política «(Roger Simon, Central a mi argumento es la suposición de que la política no es solo sobre el poder, sino que también «tiene que ver con juicios políticos y opciones de valor)» (Cornelius Castoriadis, «Instituciones y autonomía». En Peter Osborne (ed.), A Critical Sense, Routledge, 1996.) indicando que las cuestiones de educación cívica y pedagogía crítica (aprender a convertirse en un ciudadano calificado) son fundamentales para la lucha por la agencia política y la democracia. La pedagogía crítica rechaza la noción de estudiantes como contenedores pasivos que simplemente beben conocimiento muerto. En cambio, abarca formas de enseñanza que ofrecen a los estudiantes el desafío de transformar el conocimiento en lugar de simplemente «procesar los conocimientos recibidos» (Chandra Mohanty, «Sobre la raza y la voz: desafíos para la educación liberal en la década de 1990», Cultural Critique, Winter 1989-1990 .) Bajo tales circunstancias, La pedagogía crítica se convierte en directiva e interviene del lado de producir una sociedad democrática sustantiva. Esto es lo que hace que la pedagogía crítica sea diferente del entrenamiento. Y es precisamente el fracaso en conectar el aprendizaje con sus funciones y objetivos democráticos lo que proporciona fundamentos para los enfoques pedagógicos que despojan lo que significa ser educado de sus posibilidades críticas y democráticas.

La pedagogía crítica se vuelve peligrosa en el momento histórico actual porque enfatiza la reflexión crítica, cierra la brecha entre el aprendizaje y la vida cotidiana, comprende la conexión entre el poder y el conocimiento difícil, y extiende los derechos e identidades democráticas mediante el uso de los recursos de la historia. En lugar de ver la enseñanza como una práctica técnica, la pedagogía en el sentido crítico más amplio se basa en la suposición de que el aprendizaje no se trata de memorizar los conocimientos y habilidades muertos asociados con el aprendizaje para el examen, sino de participar en una lucha más expansiva por los derechos individuales y la justicia social. El desafío fundamental que enfrentan los educadores en la era actual del neoliberalismo, el militarismo, y el fundamentalismo religioso es proporcionar las condiciones para que los estudiantes aborden cómo se relaciona el conocimiento con el poder de la autodefinición y la agencia social. En parte, esto sugiere proporcionar a los estudiantes las habilidades, ideas, valores y autoridad necesarios para alimentar una democracia sustantiva, reconocer formas de poder antidemocráticas y luchar contra las injusticias profundamente arraigadas en una sociedad y un mundo basados ​​en desigualdades económicas, raciales y de género sistémicas.

Cualquier noción viable de pedagogía crítica debe entenderse como central para la política en sí misma y, en lugar de desconectar la educación pública de cuestiones sociales, económicas y políticas más amplias, debe conectarlas con tales fuerzas como parte de una crisis más amplia tanto de educación como de democracia. Como mínimo, la educación debe verse como parte de un proyecto emancipatorio que rechaza la privatización y la corporatización de las escuelas públicas y las fuerzas fiscales y financieras que apoyan los sistemas escolares inicuos. Para que la pedagogía sea importante, debe apoyar una cultura y las relaciones de poder que brinden a los maestros un sentido de autonomía y control sobre las condiciones de su trabajo. Los docentes deben ser vistos como intelectuales públicos y un valioso recurso social, y las condiciones de su trabajo y autonomía deben ser protegidas. En este caso, la pedagogía crítica debe rechazar la enseñanza subordinada a los dictados de la estandarización, la manía de medición y las pruebas de alto riesgo. Estos últimos son parte de una pedagogía de represión y conformidad y no tienen nada que ver con una educación para el empoderamiento. Un aspecto central del llamado a una pedagogía crítica y a la cultura formativa e institucional que lo hace posible es la necesidad de reconfigurar el gasto gubernamental y pedir menos gasto en muerte y guerra y más en financiamiento para la educación y los programas sociales que lo hacen posible. Una base para una sociedad democrática. Las escuelas son algo más que una utilidad medible, la lógica de la instrumentalidad, las pruebas abyectas y la capacitación para adormecer la mente. De hecho, como proyecto moral y político, la pedagogía es crucial para crear los agentes necesarios para vivir, gobernar y luchar por una democracia radical. Además, es importante reconocer cómo la educación y la pedagogía están conectadas e implicadas en la producción no solo de agentes específicos, una visión particular del presente y el futuro, sino también cómo el conocimiento, los valores y los deseos, y las relaciones sociales siempre están implicados en poder. El poder y la ideología impregnan todos los aspectos de la educación y se convierten en un recurso valioso cuando se involucran críticamente en torno a cuestiones que problematizan la relación entre autoridad y libertad, ética y conocimiento, lenguaje y experiencia, leyendo textos de manera diferente y explorando la dinámica del poder cultural.

La educación como proyecto democrático es utópica en su objetivo de expandir y profundizar las condiciones ideológicas y materiales que hacen posible una democracia. Los maestros deben poder trabajar juntos, colaborar, trabajar con la comunidad y participar en investigaciones que informen su enseñanza. En este caso, la pedagogía crítica rechaza la estructura atomizadora de la enseñanza que informa las nociones tradicionales y orientadas al mercado de la pedagogía. Además, la pedagogía crítica debe proporcionar a los estudiantes el conocimiento, los modos de alfabetización, las habilidades, la crítica, la responsabilidad social y el coraje cívico necesarios para que puedan participar ciudadanos críticos dispuestos a luchar por una sociedad sostenible y justa.

Estamos llamados a hablar por los débiles.

La pedagogía crítica es un antídoto crucial para el ataque neoliberal contra la educación pública, pero debe estar acompañada e informada por movimientos políticos y sociales radicales dispuestos a hacer que la reforma educativa sea central para el cambio democrático. La lucha por la educación pública está indisolublemente conectada a una lucha contra la pobreza, el racismo, la violencia, la guerra, los presupuestos de defensa hinchados, un estado de guerra permanente, asesinatos sancionados por el estado, tortura, desigualdad y una serie de otras injusticias que revelan una visión impactante de lo que Estados Unidos se ha convertido y por qué ya no puede reconocerse a sí mismo a través de las visiones morales y políticas y las promesas de una democracia sustantiva. Y esa lucha exige tanto un cambio de conciencia como la construcción de movimientos sociales que tengan una base amplia y alcance global.

La lucha por reclamar la educación pública como una esfera pública democrática necesita desafiar las pedagogías regresivas, las comunidades cerradas y las zonas de guerra culturales y políticas que ahora caracterizan a gran parte de la América contemporánea. Estos sitios de exclusión terminal exigen más que hacer visible e interrogar críticamente el espectáculo de crueldad y violencia utilizado para dinamizar los aparatos culturales decadente del capitalismo de casino. Exigen un encuentro con nuevas formas de pedagogía, modos de testimonio moral y acción colectiva, y exigen nuevos modos de responsabilidad social. Como Martin Luther King, Jr. insistió:

Estamos llamados a hablar por los débiles, por los que no tienen voz, por las víctimas de nuestra nación y por aquellos a quienes llama enemigos, ya que ningún documento de manos humanas puede hacer que estos humanos sean menos nuestros hermanos.  Martin Luther King, Jr., «Más allá Vietnam: un momento para romper el silencio. ”Centro de información. Discurso pronunciado el 4 de abril de 1967 en una reunión de clérigos y laicos preocupados en la Iglesia Riverside en la ciudad de Nueva York. http://www.informationclearinghouse.info/article2564.htm.

Podemos actualizar el discurso de King para abarcar a los débiles, sin voz y víctimas de nuestra nación que ahora están representados por los jóvenes de bajos ingresos y minorías pobres que habitan en las escuelas públicas y cada vez más en las cárceles. Estos son los jóvenes desechables de una América autoritaria; son el exceso que recuerda dolorosamente a la élite la necesidad de disposiciones sociales, la viabilidad del bien público y los principios de la vida económica que necesitan un replanteamiento sustancial.

Bajo el neoliberalismo, se ha vuelto más difícil responder a las demandas del contrato social, el bien público y el estado social, que han sido empujados a los márgenes de la sociedad, vistos como un obstáculo y una patología. Y, sin embargo, tal dificultad debe superarse en el impulso de reformar la educación pública. La lucha por la educación pública es la lucha más importante del siglo XXI porque es una de las pocas esferas públicas que quedan donde se pueden hacer preguntas, desarrollar pedagogías, construir modos de agencia y movilizar deseos, en los que se puedan desarrollar culturas formativas que nutran pensamiento crítico, disidencia, alfabetización cívica y movimientos sociales capaces de luchar contra esas fuerzas antidemocráticas que están marcando el comienzo de tiempos oscuros, salvajes y terribles.

Este artículo fue publicado originalmente en Truth Out, en www.truth-out.org.

Fuente e Imagen: https://www.culturematters.org.uk/index.php/culture/education/item/2492-we-are-called-to-speak-for-the-weak-a-critical-pedagogy-manifesto
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El Capitalismo, sus médicos y sus medicamentos. Filosofía de la Salud

Por: Fernando Buen Abad

Una sociedad enferma lucra, incluso, con las enfermedades

Mientras la salud (o las enfermedades) de los pueblos sean un negociado de mercachifles en el que estén prendidos como vampiros muchos laboratorios, universidades, instituciones gubernamentales, hospitales y médicos… mientras existan personas y pueblos enteros sin seguridad médica… mientras reinen los hábitos y las manías patológicas que inoculan las mafias publicitarias en contra de la salud pública… viviremos una injusticia monstruosa que se ha naturalizado como parte del decorado miserable de las sociedades divididas en clases. Todos los días, durante las madrugadas, las filas de personas a las puertas de los hospitales, en espera de una consulta, padecen listas enromes de violaciones a los derechos humanos mientras, por ejemplo, la industria farmacéutica (13 de los 20 más voraces) instalada en Puerto Rico, recibe beneficios fiscales caimánicos y mueve saludables fortunas en el orden de 60 000 millones de dólares.

El capitalismo entrena a los médicos, a las enfermeras y a los trabajadores de la salud como se entrena a un ejército de mercenarios vendedores de análisis cínicos, estudios diagnósticos, cirugías, medicamentos y terapias. Las materias y reflexiones humanísticas, la conciencia social, brillan fulgurosamente por su ausencia y precariedad. Les uniforman las cabezas con aspiraciones y sueños burgueses (estereotipados hasta las náuseas) para que exhiban impúdicamente su lealtad convenenciera a los negocios de dueños de los laboratorios que ya antes entrenaron a sus jefes. “Pfizer es actualmente la mayor compañía farmacéutica, y se reporta 45 mil millones de dólares de rentabilidad. Las empresas multinacionales entre ellas Glaxo Smith Kline, Merck & CO., Bristol-Myers Squibb, AstraZeneca, Aventis, Johnson & Johnson, Novartis, Wyeth y Eli Lilly, acapararon el 58,4% del mercado alrededor de 322 mil millones de dólares en ganancias”.1

Hay que ver los desplantes de prepotencia y petulancia que pasean muchos jefes de sección, de guardia, de departamento… en cada clínica, hospital o laboratorio frente a las enfermeras, los estudiantes y los trabajadores que deben aprender primordialmente a convertir su humillación en buenas calificaciones, diplomas, nombramientos especiales o premios… como la asistencia a congresos, la publicación de “papers” y los regalitos de los laboratorios. No nos asustan, ni silencian, los medicuchos que se envuelven con enjambres terminológicos y estadísticos par inmolarse en el reino de la erudición archi-especializada y donde no sólo no se aceptan las denuncias más obvias sino que éstas son vistas como desplantes de “mal gusto”. De esos bonzos demagogos, tecnócratas y burócratas, están repletas las academias y asociaciones de especialistas… y muchos hospitales. No todos, claro… claro. Pero. Muchos estudiantes son adiestrados con excelencia “técnica” para sustentar la servidumbre de clase que justifica el negocito y justifica también algunas dádivas de la filantropía médica que, con su ética mesiánica, beneficia a algunos pobres en hospitales para pobres y con burocracia para pobres.

 

¿Es esto muy exagerado?

Los médicos, las enfermeras y los trabajadores de la salud suelen ser amaestrados para que adopten, como suyas y originales, ideas reaccionarias y conductas mediocres. Su heroicidades se reduce a ser serviles y mansos con el negocio y llevar al reino de su individualismo las glorias de las cuentas bancarias y los bienes terrenales. Su heroicidad tiene por alma mater una vanidad inmisericorde entrenada diariamente en el campo de concentración a que someten a sus “pacientes” y a los familiares de ellos. Muchos “doctorcitos” se hacen pagar su magnanimidad con agradecimientos eternos, y halagos, gracias a extorsionar a todo mundo con el viejo truco de regatear información, hablar con tono didáctico y condescendiente, jugar a que el tiempo nunca les alcanza y sacarse de la manga soluciones milagrosas. Muchas bajo el método de la escopeta… algún perdigón le pegará a la perdiz. Cuantos más medicamentos ensayen… mejores regalitos mandarán los laboratorios. Existe un ranquin internacional de premios en hoteles, líneas aéreas y merchandising variopinto. Lo aprenden los médicos, las enfermeras y los trabajadores de la salud desde las primeras lecciones.

Sueñan con infectarnos la vida con saliva de burócratas serviles a la carnicería neoliberal son “doctores” de inoculados de epidemia usurera entre los mercados farmacéuticos caldo infecto de la demagogia neoliberal el peso de la miseria y el crimen, el hambre, el desempleo, la injusticia galopante. Nosotros lo pagamos. Ellos se autonombran “doctores” para esconder su prepotencia y suficiencia de ignorantes funcionales indolentes a la miseria, desnutrición, hospitales destruidos, escuelas desvencijadas, podredumbre y hediondez a diestra y siniestra. Depresión, mal humor, desesperanza, hartazgo, tristeza, melancolía rabia… furia… odio. Cansancio y soledad, trabajadores humillados. Ancianos victimados con indolencia… enfermos carcomidos por la burocracia. Los niños miran atónitos el futuro que les heredamos. Es una Monstruosidad. Vivimos infestados de negligencia. Los más pobres están más desprotegidos, no están bien alimentados, no pueden ir al doctor, imposible pagar medicamentos y en general no tienen posibilidad de atender su salud. No es poca cosa.

Nosotros sabemos que la guerra contra la medicina corrupta debe ser una guerra contra el capitalismo, también. El negocio de los laboratorios farmacológicos ha sacado una tajada monstruosa. Y no hemos visto lo peor. Sabemos que las corporaciones fabricantes de medicamentos son dueñas de la seguridad de miles o millones de personas. Reina el cinismo. Sabemos que la crisis sanitaria expresa la irracionalidad capitalista. Los monopolios imponen sus negocios como si fuesen políticas de salud e imponen condiciones de mercado para especular con medicamentos y precios. Son dueños de la salud de millones de seres humanos.

 

¿Y el pensamiento ético en materia de salud?

Está claro que la pachanga obscena de comerciar con las enfermedades, al alcanzar sumas millonarias en cualquier moneda, requiere gerentes gubernamentales encargados de legalizar la tranza e idear mecanismos creativos para sacarle más jugo a las víctimas. Por eso construyen hospitales cuyo sello de clase garantiza un modelo de consumo perfecto para el nivel de corrupción alcanzado por los “doctorcitos” y sus compinches. Por ejemplo construyen hospitales para consumir los mil y un productos que, encarecidos a precio de gobierno, mejor convengan a las empresas proveedoras; por ejemplo gastarán a manos llenas los impuestos de los pueblos para congraciarse con empresas fabricantes de aparatologías y artículos de toda índole, para, recurrentemente, tapizar la ruta de las entregas con diezmos a granel para los intermediarios; por ejemplo pondrán salas de espera, quirófanos, habitaciones, pasillos, oficinas y salas de urgencias… al servicio de la lógica “fordista” aplicada a la atención médica. Todo esto tributario de desentenderse rápido de los “pacientes” para que no engorden los gastos que pudieran amenazar la pachanga de las corruptelas. Hoy, en la obscenidad extrema del sistema de corrupción médica, los pacientes son obligados a llevar a los hospitales sus sábanas, tenedores, agua, vendas y bacinicas… no hay muchos médicos protestando por eso.

Muchos médicos, y sus compinches, gustan de celebrar cifras de eficiencia y atención a los pacientes. Se embriagan en estadísticas exitosas que desbordan gráficas powerpoint, libros, tratados y enciclopedias. Si cada página editada con guarismos triunfalistas implicara a una persona atendida con eficiencia… no habría crisis sanitaria en el mundo. Y la medicina habría dejado de ser una industria burguesa para ser un derecho socialista inalienable.

En la cúspide del alma mater en los médicos medicamentalizados (es decir con la mente puesta en ayudar a vender medicamentos muchos de ellos innecesarios) están los laboratorios farmacéuticos anudados todos en una red multinacional de inversionistas que, cómo en todo comercio, rigen sus tareas por las leyes capitalistas de la oferta y la demanda. ¿Nos sorprendería saber cuántas veces han inventado epidemias, pandemias y contagios para hacer circular millones de vacunas, jeringas, pastillas, cremas o ungüentos? La base material capitalista de esta industria mundial sustenta una cúspide ideológica -metodológica- vestida de “ciencia” en la que se han protocolizado operaciones técnicas con operaciones financieras donde los que ganan son los dueños del negociado. ¿Se ofenderán mucho con este retrato?

¿Es poco filosófico?

No son pocos los médicos que viven de mentir y de mentirse. Fabrican fantasías y explicaciones desopilantes para ganar la “confianza” de sus pacientes-clientes. Si hubiese una colección mundial sobre las fantasías inventadas por muchos médicos sobre el comportamiento del organismo humano, y su relación con los químicos prescritos, tendíamos una enciclopedia del horror monumental. La “filosofía” burguesa de la “industria de salud” ha producido durante su historia un monstruo insaciable enredado con las más deplorables anécdotas de corrupción e impunidad. Lo que menos les importa es la erradicación de las enfermedades porque tal cosa disminuye los ingresos farmacéuticos. No importa que muchos de los productos “médicos” (de quirófanos, farmacias, hotelería hospitalaria y toda la parafernalia) no tengan eficacia probada… lo importante es cubrir las metas mensuales en materia de ventas y cobros. Es esa su “filosofía” y punto.

Su “filosofía” no se compromete con una lucha efectiva contra las enfermedades que agobian a los trabajadores, lo que importa son las regalías y el secuestro de las patentes para gozar de exclusividad en el usufructo de una enfermedad y más si se vuelve epidemia. Sin importar (hay casos de infamias insondables) cuán tóxicas sean para las personas las medicinas, las operaciones o los tratamientos, ni sus consecuencias colaterales, las enfermedades asociadas ni la muerte (que el capitalismo también ha convertido en negocio)

Su “filosofía” también consiste en invertir millonadas, para esconder bajo el tapete, los planes de negocios relativos a la investigación que ellos llaman “científica”. No es el bien social lo que determina inversiones ni lo que determina las políticas sanitarias… es descarnadamente, la búsqueda de beneficios financieros privados para un puñado de monopolios alcahueteados por los gobiernos serviles. Si para eso hay que manipular y falsificar datos, si para eso hay que publicar revistas, organizar congresos y entregar “premios nobel”… no se detendrá una industria tan pesada. No tendrá pruritos metodológicos o morales, una industria deshonesta que se disfraza con la palabra Ciencia para esconder su “filosofía” de los negocios.

La lista de ligerezas y errores con que se maneja la fabricación industrial de medicamentos es enorme. Hay denuncias y debates que generalmente se esconden porque afean el panorama. La industria farmacéutica tiene controles sobre la inmensa mayoría de publicaciones especializadas y las revistas de divulgación científica. La industria farmacéutica gasta fortunas en publicidad y en regalos para sus médicos favoritos. Se trata de una dictadura del negocio farmacéutico.

Los médicos son la tercera causa de muerte en los EE.UU.: causan 250.000 muertes por año.2 No todos, claro, no todos.

¿Está todo tan mal?

Contamos con Cuba, por ejemplo. Algunas tareas indispensables para superar las patologías generadas por la industria médico-farmacéutica del capitalismo deberían pasar a estas horas por la expropiación, sin pago, y bajo control obrero, de todo el negociado obsceno que hoy deambula impunemente por el mundo. No hay alternativas. El capitalismo es un delito3 y una maquinaria infernal de producir crisis ecológica, enfermedad y muerte. A estas horas es preciso reformular todas nuestras concepciones teórico-metodológicas en materia de salud y de políticas socialistas de salud. Aprovechar los mejores logros, los que son realmente útiles y liberarlos de las garras del capitalismo. Reformular nuestras ideas y preconcepciones sobre el organismo humano sus interdependencias con la naturaleza toda, su desarrollo y su situación actual.

Reformular la investigación científica y los principios mismos de la actividad médica adaptados a la realidad concreta y las urgencias de esta etapa. Transformar los modelos de enseñanza y la educación médica en todos sus niveles. A estas horas es inexcusable garantizar la salud y los servicios en condiciones que permitan soberanía política en políticas concretas, democracia médica revolucionaria, erradicación del rezago médico y de las enfermedades de la pobreza. Prevención socialista y planificación, educación y la cultura de la salud, empleo digno para los trabajadores de la seguridad social… afincar una Filosofía socialista de la salud que privilegie la vida digna como un derecho concreto e inalienable. Vincular el problema de la salud con la preservación de los ecosistemas. Garantizar condiciones materiales de existencia, justas y democráticas. Los más avanzados descubrimientos de la medicina no pueden ser propiedad privada de un puñado de capitalistas. El movimiento obrero debe exigir su nacionalización inmediata al lado de la nacionalización de los grandes bancos, los latifundios y los monopolios que someten nuestras vidas a la dictadura del Capital. Sólo una economía socialista planificada racionalmente podrá desarrollar la riqueza de los conocimientos en materia de salud para ponerlos realmente al servicio de la humanidad y su desarrollo. Eso será realmente curativo.

1    http://www.militante.org/medicinas-laboratorios-monopolios-y-nuestra-salud

2    http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia/ciencia_industryweapons02.htm

3    Antonio Salamanca http://www.aporrea.org/ideologia/a97634.html

Fuente: https://kaosenlared.net/el-capitalismo-sus-medicos-y-sus-medicamentos-filosofia-de-la-salud/

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‘El Foro’, el documental que nos cuela en Davos

Redacción: La Marea

Por primera vez, el Foro Económico Mundial ha permitido grabar su reunión en Davos para un documental.

Los líderes políticos y económicos del mundo son plenamente conscientes de que están llevando el planeta al desastre con el aumento de la desigualdad, la consecuente pérdida de credibilidad del sistema democrático representativo y la crisis climática. Lo son y los vemos admitirlo sin pudor en el documental El Foro, que se emitirá esta noche en TV3.

Nunca hasta ahora el Foro Económico Mundial había permitido grabar el backstage de su evento más conocido, el encuentro más importante de líderes políticos, empresariales y algunos sociales que se celebra anualmente en las montañas suizas de Davos.

1.500 jet privados, cientos de todoterrenos negros blindados, decenas de helicópteros militares recalan cada enero en este puerto de montaña, desde 1971, para analizar supuestamente los retos más importantes de su momento. Al menos ese es el objetivo según explica el fundador y presidente del Foro, el economista suizo Klaus M. Schwab. “El comité para mejorar el estado del mundo”, leemos bajo el logo de esta entidad que durante unos días reúne a los CEO de BP, Nestlé, Monsanto y las mayores compañías del mundo con los representantes políticos, supuestamente para que establezcan alianzas público-privadas que “cambien en sistema”, dice en un momento del documental Schwab. Algo disparatado si tenemos en cuenta que esta fundación, en la que trabajan unas 800 personas, está fundada por mil corporaciones transnacionales. 

El documental El Foro, rodado durante casi más de un año -desde la preparación de la reunión de 2018 hasta mediados de 2019– es una oportunidad de ver ‘cara a cara’ cómo se relacionan, se mueven y se dirigen al resto de los asistentes Donald Trump, Jair Bolsonaro y Theresa May, entre otros representantes políticos. Pero también la aparente confianza que gente como Schwab y sus trabajadores tienen en conceptos como la responsabilidad social corporativa mientras se sientan con los responsables de las plantaciones de aceite de palma en Indonesia, a los que mediante una diplomacia suave intentan convencer de las bondades de las plantaciones sostenibles. “Todos son humanos, todos”, repite un alto directivo del Foro en referencia a su capacidad de influir a todas las capas de poder, desde presidentes hasta secretarios de sindicatos.

Todo esto mientras vemos cómo Schwab, un hombre que está en las antípodas de la ostentación y el histrionismo, hace llamadas para conseguir que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, acuda al Foro y se le ocurre que una buena manera de seducirlo sería ofreciéndole sentarse al lado de un premio Nobel; cómo las primeras sillas de las conferencias inaugurales están destinadas a los perennes influencers (Leonardo DiCaprio, Bono…) y cómo algunas de las entrevistas de los medios internacionales más importantes son un masaje de espalda para Schwab.

Porque sí, es Schwab el verdadero protagonista del documental: un hombre que considera que no hay que combatir el cambio climático, sino cambiar el sistema, y que se puede hacer desde dentro, casi susurrando frases contundentes a Aung San Suu Kyi, líder birmana que ha justificado el genocidio de los rohinyás, para que permita retornar a un millón de estos; con ministros indonesios que se jactan de controlar el Parlamento…

Pero la verdadera obsesión del economista es la cuarta revolución industrial, una apuesta del Foro Económico Mundial que cuenta con una sede en San Francisco para asesorar a gobiernos en la implantación de tecnología dirigida al control de las fronteras, movilidad sostenible como los coches autónomos y los drones. De hecho, una de las imágenes más bucólicas del documental es cuando el profesor Schwab viaja a Ruanda para comprobar la buena marcha de una empresa a la que han apoyado económicamente para desarrollar el transporte de sangre mediante drones a los hospitales. “El cambio de la legislación para permitirlo ha sido fundamental”, le recuerda Schwab al ‘emprendedor social’, como le llaman, haciendo hincapié en la capacidad de influencia del Foro. Al menos en los países empobrecidos, habría que añadir.

El alter ego del profesor suizo es Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional. Asistimos a las reuniones que mantiene con su equipo para decidir si acudir al evento y, en caso afirmativo, cómo y para qué. “Gastamos mucho dinero y tiempo a veces intentando comunicarnos con estos ‘chicos malos’. Enviamos barcos, nos colgamos de edificios… Y en realidad no podemos conseguir nuestro objetivo sin este grupo de gente (…). Son los que pueden cambiar el rumbo y evitar la catástrofe. Así que tenemos que lidiar con ellos”, sostiene uno de sus asesores.

Morgan tiene las hechuras de la activista con capacidad de influencia: se reúne con Schwab para decirle que no basta con lo que está haciendo, se presenta a Bolsonaro y le entrega su tarjeta mientras le pregunta por el Amazonas, pero, sobre todo, es capaz de reconocer con entusiasmo el potencial de una niña que ha aparecido recientemente en la luz pública: Greta Thunberg. Consigue que se proyecte un vídeo de ella antes de la conferencia de Al Gore en el Foro, y habla entusiastamente de la joven activista ante todos los micrófonos. Porque, como vemos en la cinta, Thunberg es el elemento disruptivo, la nueva pantalla, el nuevo tiempo que se abre y que arrastra incluso a Schwab.

Thunberg llegó al enclave suizo cuando aún era relativamente desconocida, en enero de 2019, como representante de la incipiente revuelta mundial juvenil de los Viernes por el climalas imágenes más emocionantes de la cinta: miles de jóvenes en numerosos rincones del planeta alzando la voz por lo que en Davos llevaban dándole vueltas desde 1991 sin adoptar ninguna medida efectiva real.

Tras la partida de Bolsonaro, encargado de impartir la conferencia inaugural de 2019 en su primer viaje internacional, los todoterrenos, jets y helicópteros alzan el vuelo… Meses después, el primer ministro canadiense Justin Trudeau anuncia la prohibición de los plásticos de un solo uso en Canadá para 2021, Costa Rica se proclama como el primer país del mundo descarbonizado… mientras el Amazonas arde.

El Foro, un documental dirigido por el alemán Marcus Vetten, es una ventana a una forma de entender la gobernanza global que languidece, pero que en su agonía se resiste dando coletazos a perder su poder mientras arrasa con todo, mientras nos arrasa.

Fuente: https://www.lamarea.com/2020/01/28/el-foro-el-documental-que-nos-cuela-en-davos/

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Las protestas francesas muestran que es la visión de Macron la verdadera utopía: Slavoj Zizek

Europa/Francia/12-01-2020/Autor(a): Slavoj Zizek/Fuente: www.rt.com
Por: Slavoj Zizek
Las continuas protestas en Francia ponen al descubierto la bancarrota del sistema que representa Emmanuel Macron. Sería una solución un cambio radical del orden capitalista, que defienden los gustos de Corbyn y Sanders.

Con el avance de las huelgas de los trabajadores del transporte público francés, algunos comentaristas incluso comenzaron a especular que Francia se acerca a una especie de momento revolucionario.

Si bien estamos lejos de eso, lo que es seguro es que el conflicto entre el estado (abogando por una nueva legislación de jubilación unificada) y los sindicatos (que rechazan cualquier cambio de lo que consideran sus derechos difícilmente ganados) no deja espacio para el compromiso.

Para un izquierdista, es demasiado fácil simpatizar con los trabajadores en huelga: Emmanuel Macron quiere privarlos de las condiciones de jubilación que tanto les costó ganar. Sin embargo, también se debe tener en cuenta que los trabajadores de los ferrocarriles y otros transportes públicos se encuentran entre aquellos que aún pueden permitirse el lujo de ir a la huelga. El estado los emplea permanentemente, y el dominio de su trabajo (transporte público) les da una posición sólida para negociar, razón por la cual lograron obtener un sistema de jubilación tan bueno, y su huelga continua consiste precisamente en retener a este privilegiado posición.

Además, uno no debe olvidar que están abordando estas demandas en el gobierno de Macron, y que Macron representa el sistema económico y político existente en su mejor momento: combina el realismo económico pragmático con una visión clara de una Europa unida, además se opone firmemente -racismo y sexismo de inmigrantes en todas sus formas. Por supuesto, no hay nada de malo en luchar por retener los elementos del estado del bienestar que con tanto esfuerzo ha ganado y que el capitalismo global actual tiende a prescindir. El problema es que, desde el punto de vista, no menos justificado, de aquellos que no disfrutan de esta posición privilegiada (trabajadores precarios, jóvenes, desempleados, etc.), estos trabajadores privilegiados que pueden permitirse el lujo de ir a la huelga no pueden sino aparecer como su enemigo de clase. contribuyendo a su desesperada situación, como una nueva figura de lo que Lenin llamó » aristocracia de los trabajadores «, y los que están en el poder pueden manipular fácilmente esta desesperación y actuar como si estuvieran luchando contra privilegios injustos en nombre de los trabajadores verdaderamente necesitados, incluidos los inmigrantes.

Las protestas marcan el final del sueño de Macron. Recuerde el entusiasmo acerca de que Macron ofrece una nueva esperanza no solo de derrotar la amenaza populista de derecha sino de proporcionar una nueva visión de la identidad europea progresista, que llevó a filósofos tan opuestos como Jurgen Habermas y Peter Sloterdijk a apoyar a Macron.

Recordemos cómo cada crítica izquierdista de Macron, cada advertencia sobre las limitaciones fatales de su proyecto, fue desestimada como «objetivamente» apoyando a Marine Le Pen. Hoy, con las protestas en curso en Francia, nos enfrentamos brutalmente con la triste verdad del entusiasmo pro-Macron. Macron puede ser el mejor del sistema existente, pero su política se encuentra dentro de las coordenadas liberal-democráticas de la tecnocracia ilustrada.

Entonces, ¿qué opciones políticas hay más allá de Macron? Hay políticos izquierdistas como Jeremy Corbyn y Bernie Sanders que abogan por la necesidad de ir un paso decisivo más allá de Macron en la dirección de cambiar las coordenadas básicas del orden capitalista existente, mientras permanecen dentro de los límites básicos de la democracia parlamentaria y el capitalismo. ¿Cual es la solución?

Inevitablemente quedan atrapados en un punto muerto: los izquierdistas radicales los critican por no ser realmente revolucionarios, por aferrarse a la ilusión de que es posible un cambio radical de manera parlamentaria regular, mientras que los centristas moderados como Macron les advierten que las medidas que defienden no son bien pensado y desencadenaría un caos económico: imagine a Corbyn ganando las últimas elecciones en el Reino Unido e imagine la reacción inmediata de los círculos financieros y comerciales (fuga de capitales, recesión …).

En cierto sentido, ambas críticas son correctas: el problema es que ambas posiciones desde las que se formulan tampoco funcionan: la insatisfacción en curso indica claramente los límites de la política de Macron, mientras que los llamados «radicales» a una revolución simplemente no son fuertes. suficiente para movilizar a la población, además no se basan en una visión clara de qué nuevo orden imponer.

Entonces, paradójicamente, la única solución es (por el momento, al menos) involucrarse en la política de Sanders y Corbyn: son los únicos que han demostrado que provocan un movimiento de masas real.

La izquierda radical no debería involucrarse en algunos complots oscuros y planear cómo tomar el poder en un momento de crisis (como lo hacían los comunistas en el siglo XX). Debería funcionar precisamente para evitar el pánico y la confusión cuando llegue la crisis. Un axioma debería guiarnos: la verdadera utopía no es la perspectiva de un cambio radical, la verdadera utopía es que las cosas pueden continuar indefinidamente de la forma en que están sucediendo ahora. El verdadero » revolucionario » que socava los cimientos de nuestras sociedades no son los terroristas externos y los fundamentalistas, sino la dinámica del capitalismo global en sí.Tenemos que trabajar con paciencia, organizarnos y estar listos para actuar cuando estalle una nueva crisis, con la creciente insatisfacción popular, con una catástrofe ecológica inesperada, con una revuelta contra la explosión del control y la manipulación digital.

Y lo mismo vale para la cultura. A menudo se escucha que la guerra cultural de hoy se libra entre los tradicionalistas, que creen en un conjunto firme de valores, y los relativistas posmodernos, que consideran las reglas éticas, las identidades sexuales, etc. como resultado de los juegos de poder contingentes. ¿Pero es éste realmente el caso? Los últimos posmodernos son hoy conservadores. Una vez que la autoridad tradicional pierde su poder sustancial, no es posible volver a ella; todos esos retornos son hoy una falsificación posmoderna.

¿Trump promulga valores tradicionales? No, su conservadurismo es una actuación posmoderna, un gigantesco viaje al ego. Jugando con los » valores tradicionales » , mezclando referencias a ellos con obscenidades abiertas, Trump es el último presidente posmoderno, mientras que Sanders es un moralista anticuado.

Fuente: https://www.rt.com/op-ed/477819-france-protests-macron-utopia/

Imagen: Ella_87 en Pixabay

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Haití y la raza: tensiones y contradicciones para el feminismo antirracista y plurinacional (I)

Por: Diana Carolina Alfonso

Tanto la historia como el presente del pueblo haitiano pueden servir de vidriera para la historia del continente. El rol de las mujeres haitianas presiente revanchismo colonial y revolución social.

En el relato oficial de los años ‘90, las aperturas neoliberales se predisponían a diseñar al brazo del capitalismo internacional un porvenir marcado por el fin de la historia. Es decir, el fin de las ideologías y procesos de masas de carácter universalista, como el comunismo, el anarquismo, e incluso el mismo liberalismo filosófico republicano. El fin de la historia, como premisa destructiva de las históricas utopías emancipadoras mundiales, condensaba además un proceso de largo aliento, cuyo quiebre estratégico tendría que ver con el desgaste de los Estados de bienestar.
A este discurso nordocéntrico (situado en las realidades del norte de poder internacional: EE.UU. y los países céntricos de Europa) debemos sumar los procesos de descolonización en África y Asia. Lo que el neoliberalismo lee como fin de la historia, las periferias mundiales lo vivimos como el deterioro de la dominación eurocéntrica, con sus formas de dominación directa colonial. Como lo atestigua Frantz Fanon en los Condenados de la tierra, los procesos de descolonización, aunque tuvieron por objetivo la destrucción del sistema colonial europeo y estadounidense, fueron fuertemente torpedeados por el colonialismo interno y la cooptación estratégica de los mandos altos y medios de poder.
Las burguesías nacionales habían sido educadas durante décadas en el corazón imperial europeo. En la actualidad, aunque formalmente las periferias del mundo gocemos de aparatos autónomos devenidos de luchas cruentas contra la dominación extranjera, como Constituciones, Sistemas Educativos e Instituciones Financieras Nacionales, en la realidad estamos lejos de gozar de autonomía política, financiera o cultural.
La colonialidad persistente es un grave lastre de las dependencias colonialistas. El resultado es el reforzamiento de discursos y prácticas basados en el odio racial, clasista y machista.  En el caso haitiano, el racismo sexo-genérico está relacionado con una impronta de clase.
Las viejas élites mulatas de Pétionville (Ciudad de Petión, en nombre del prócer revolucionario mulato, letrado y propietario) coordinaron la vida política y económica del país durante años, dejando a fuera a la totalidad de la población. En la actualidad el cuerpo jurídico está en francés y los Liceos prohíben el creol al 99% del pueblo que habla la lengua local.
En una operación historiográfica desastrosa Jean-Jacques Dessalines, referente máximo de la revolución anti esclavista, por negro e iletrado, es degradado y puesto linealmente, codo a codo con Petión. Otra de las operaciones historiográficas de la colonialidad del saber, fue borrar el papel prominente de las mujeres en la revolución. Cécile Fatiman, la responsable de convocar la rebelión dedal de la revolución en Bois Caimán, ha sido totalmente olvidada. Olvido premeditado, dicho sea de paso, por las lógicas del poder epistemológico patriarcal y colonial.
En el libro más leído sobre revoluciones al interior de nuestras academias, El Siglo de las Revoluciones de Eric Hobsbawm, la revolución haitiana -primera revolución independentista de la modernidad, primera gesta anti esclavista de la historia universal moderna- solamente aparece en dos menciones: un renglón sobre esclavitud y un pie de página.
En Haití, la colonialidad racista y misógina es un lastre del revanchismo que tuvo que pagar la Nación por atreverse a reventar las cadenas de la esclavitud y gritar, por vez primera en el continente “Libète ou lanmò”, libertad o muerte en palabras del gran Dessalines.  Tras el terremoto del 2010, Haití viene sufriendo un total desguace de sus recursos.
El negocio de la lástima campea. Según el sociólogo Lautaro Rivara, de la Brigada Dessalines, el negocio de la ayuda internacional, vehiculizado por cientos de ONGs de los centros de poder, ha provocado un desdoble total de la economía.
El capital que circula a través de la llamada ayuda internacional ronda buena parte del Producto Interno Bruto del país. Sin embargo, el injerencismo internacional no puede pensarse sin la ocupación del territorio y de la humanidad que en él habita.  Tras el terremoto, más de un millón y medio de personas fueron evacuadas a las periferias de Puerto Príncipe y otras urbes en campamentos totalmente desprovistos de acondicionamiento digno para la vida. En esos días se registraron 250 casos de violación, cifra nimia si se tiene en cuenta la globalidad del proceso destructivo que se ha perpetrado desde entonces.
En los últimos dos años el pueblo haitiano se ha rebelado contra el imperialismo que les empuja a la muerte, la explotación o la prostitución. En mayo de este año, las organizaciones de izquierda, movimientos políticos, y organizaciones juveniles, tomaron las calles para reclamar contra la violencia sexual devenida tras la ocupación del país por organismos como la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) donde la bota militar de los países participantes franquearon toda ética, violando, abusando laboralmente y explotando sexualmente a mujeres, niños y niñas.
La movilización se llevó a cabo en las inmediaciones de la Universidad de Quisqueya en la capital, Puerto Príncipe. Bajo el hashtag #PaFèSilans (“No te calles”, en creol haitiano) surgió el primer movimiento masivo de mujeres que esboza definiciones programáticas de carácter feminista, urgentes para la democratización de la vida nacional.  Uno de los requerimientos fue la creación de un cuerpo jurídico que tipifique la violencia contra las mujeres y las infancias.
Ya en el 2015 había sido llevado a cabo un proyecto que no pudo adelantarse por el cierre del Parlamento. Otra de las medidas que exigen las mujeres tiene que ver con la capacitación efectiva en problemas de violencia sexo-genéricas. Al día hay una total escasez de capacitación en el tema, como de políticas de asistencia y acompañamiento a víctimas. En síntesis, Haití expresa la inagotable fuerza del revanchismo colonial. Al agravio del hambre se suma la total desregulación del mercado de trabajo.
El peso de las maquilas textiles agudizan las pésimas condiciones de vida de las mujeres que mal viven para trabajar en los talleres. La miseria de las maquilas es la esclavitud del presente y tiene cuerpo de mujer.  Ver a Haití es ver un futuro posible. Tanto si nos movilizamos para cambiar la historia, a pesar de los límites de la imaginación, como si nos quedamos viviendo y parasitando al rededor de la lástima como cualquier ONG.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263139
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Atilio Borón: El capitalismo por su funcionamiento normal es una máquina de generar pobreza

Redacción: m24

Entrevistado en InterCambio el sociólogo y politólogo argentino Atilio Borón, analizó causas y factores determinantes de los retrocesos y las derrotas consecutivas que vienen registrando los progresismos e izquierdas latinoamericanas durante la última década, con las dramáticas consecuencias sociales, desmantelamientos estatales y pérdidas de soberanía que aquellos desenlaces representan para los países de la región.

Borón caracterizó que lo que hubo en su país de origen en los últimos cuatro años del gobierno liberal presidido por el empresario Mauricio Macri “fue un plan de saqueo”.

A diferencia de lo que piensan muchos críticos de ese proceso en el sentido de que fracasó, la realidad es que éste triunfó largamente y con contundencia ya que su objetivo “no era desarrollar” Argentina sino instrumentar “un proyecto de saqueo” y transferencias de ingresos y riquezas hacia el gran capital representado por Macri y sus respaldos internos y externos.

Se trató del “mismo” proyecto para “Brasil con (Jair) Bolsonaro”, por eso importa que en otros países de la región “la gente mire el vecindario” para comprender lo que está en juego en los procesos políticos y electorales. Siempre “se puede bajar” más de donde se está “y Macri lo ha probado, y Bolsonaro lo ha probado”, recalcó el reconocido académico y experimentado activista.

Borón se está sintiendo “muy impresionado por lo de Chile”, ya que hasta el levantamiento popular del 18 de octubre el país trasandino “era un sonámbulo político transitando por el mundo”, hasta que sus masas “se dieron cuenta del saqueo” de que son objeto desde la dictadura. Allí son apropiados y saqueados “no solo el cobre y el salmón” sino también “el bolsillo popular”. “A la gente la asaltaron de una manera impresionante”.

Ese proceso se dio “primero” con “el terror de los años de (Augusto) Pinochet” y “después” con “el engaño de la Concertación”, hasta que “ahora te tenés que endeudar para comer”. En Chile “la universidad pública es paga, la educación pública es paga, la salud es paga” y también “la seguridad social (…) es una estafa gigantesca”.

Destacó que eso no es así en Argentina “gracias a Amado Boudou, fue el que vio eso y dijo ´es una estafa´”. Entonces “lo convenció a Néstor (Kirchner), que no estaba muy convencido” y éste le pidió al exministro de Economía y ex vicepresidente que redactara un informe para explicarlo. El informe fue tan contundente que Kirchner frenó un proyecto para privatizar totalmente la previsión social. Esto le valió a Boudou un castigo judicial orquestado por los capitales ligados a la previsión privada, dado que “les sacó de la mano un negocio de centenares de miles de millones de dólares”.

El entrevistado precisó que en el régimen previsional chileno, todos los ciudadanos aportan una cuota y pagan “comisiones exorbitantes” a una AFP “menos las Fuerzas Armadas y de Seguridad”, cuyos integrantes mantienen el régimen previo a la privatización impuesta por la dictadura.

Después reseñó las resignaciones de ingresos y mecanismos por los que el Estado argentino con Macri se desfinanció y debilitó hasta la debacle en apenas cuatro años. “Y si no hubiera sido por el entramado social que se armó” en el país para compensar la merma de ingresos en los bolsillos de gran parte de la población, “la pobreza” se ubicaría “en el 60%”.

“Cuando ponés la economía al servicio del capital financiero, el resultado es esto”, recordó. Se trata de algo “inevitable” dado que esa opción opera sobre un hecho de carácter estructural, como que “el capitalismo por su funcionamiento normal es una máquina de generar pobreza”, una evidencia que el teólogo y político inglés “Tomás Moro” ya había verificado hace cinco siglos para el entonces incipiente capitalismo británico.

“Es una ley de hierro” la que vuelve a confirmar que “si no tenés un Estado fuerte” que al menos regule y mitigue esas desigualdades y asimetrías, “el resultado es lo que tenés en Argentina y en Brasil”, entre otros ejemplos.

Después de caracterizar las situaciones socioeconómicas y políticas que golpean otra vez a los países de la región, abrió el análisis de las razones que vienen conduciendo a las mismas. En cuanto a esto, mencionó las campañas político-mediáticas mediante las que se transmite “una mezcla de mentira” y de “manipulación mediática”, incluyendo “en Chile también” otro factor como “la sensación de que ibas a vivir del crédito toda tu vida”.

Asimismo, en varios procesos progresistas, como ocurriera con el campo nacional y popular en Argentina, los movimientos, partidos, conductores y gobernantes creyeron en “un infantil economicismo” consistente en “pensar que si a la gente le das mejores condiciones de vida, eso genera una actitud política favorable a hacer cambios, hacia las reformas sociales”, señaló.

“En segundo lugar, el absoluto desdén por las tareas de educación política, formación de los cuadros y de la opinión pública”, anotó el sociólogo. “En tercer lugar, la absoluta impericia en comunicación, la imprevisión en comunicación política en la Argentina de Kirchner, en el Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales”, cuando este “es un tema fundamental”, apuntó.

Fuente: http://m24.com.uy/atilio-boron-el-capitalismo-por-su-funcionamiento-normal-es-una-maquina-de-generar-pobreza/

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