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Francisco Mora: “El cerebro sólo aprende si hay emoción”

Por EDUCACIÓN 3.0

Para Francisco Mora, docente, doctor en Medicina y Neurociencia, y catedrático de Fisiología, la clave no está en fomentar las emociones en el aula, sino en enseñar con emoción. Por eso, un “profesor excelente es capaz de convertir cualquier concepto, incluso de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante”.

A lo largo de su trayectoria profesional, Francisco Mora ha alternado su labor como docente —es, además de doctor en Medicina y Neurociencia, catedrático de Fisiología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica en la Universidad de Iowa, en Estados Unidos— con la de investigador (en España y Estados Unidos) y la de divulgador. Tanto en sus conferencias como en sus artículos y libros se centra sobre todo en el funcionamiento del cerebro, en cómo aprendemos y la influencia que tienen las emociones en este proceso. El objetivo: acercar los avances de la neurociencia al público.

Pregunta: ¿Cómo aprende el cerebro?

Respuesta: Aprender es un proceso que ya viene programado genéticamente en el cerebro de todos los organismos. Es la base de la supervivencia del individuo y de la especie, como lo puede ser comer, beber o la propia sexualidad. Aprender y memorizar en su esencia significa hacer asociaciones de eventos que producen cambios en las neuronas y sus contactos con otras neuronas en redes que se extienden a lo largo de muchas áreas del cerebro. Y, en su esencia, todos los cerebros usan los mismos mecanismos neurales de aprendizaje.

P: Y, en el caso concreto de un niño, ¿cómo aprende?

R: Un niño comienza a aprender desde el mismo momento del nacimiento, si no antes. Aprende en los primeros años a través de esos mecanismos básicos que son la imitación, la atención compartida y la empatía, como explico y pongo ejemplos en uno de mis últimos libros ‘Neuroeducación: sólo se puede aprender aquello que se ama’.

P: ¿Qué papel juegan los padres y los docentes en el aprendizaje de un niño?

R: Un papel trascendente, sobre todo en el aprendizaje de valores y normas. Los padres, con su lenguaje, su conducta y, con ella, el respeto a ciertos valores y normas, moldean, cambian la estructura física y química del cerebro del niño de una forma casi definitiva y, por tanto, su futura conducta. El maestro, definitivamente, colabora en ese proceso de manera esencial.

P: Afirma que el cerebro es plástico. ¿Qué significado tiene este concepto? ¿Qué elementos lo hacen más eficiente?

R: Plástico significa modificable. Y eso es el cerebro, no sólo del niño, sino del ser humano a lo largo de casi todo su arco vital. El cerebro cambia en su conformación anatómica, bioquímica y fisiológica, lo que influye en la conducta, en el pensamiento y en el sentimiento del poseedor de ese cerebro. Esos cambios son el resultado de lo que se aprende y memoriza a lo largo de toda una vida. Sin duda, esos procesos son más eficientes en las primeras edades. La esencia y la eficiencia del aprendizaje y de la memoria que modifica el cerebro reside en esa energía cerebral que llamamos emoción.

P: ¿Qué aporta la neurociencia al proceso de enseñanza-aprendizaje?

R: La comprensión acerca de que ‘nada se puede aprender más que aquello que se ama’. Quiero decir, que muy poco se puede enseñar y aprender bien sino esta mediado por la emoción. Y esto se basa en nuestros conocimientos actuales acerca de cómo funciona el cerebro.

Muy poco se puede enseñar y aprender bien sino esta mediado por la emoción

P: También ha hablado sobre la figura del neuroeducador y que como tal no existe en la actualidad. ¿Cuál es su papel?

R: Se le podría considerar como un maestro de referencia en relación a los nuevos conocimientos que sobre el cerebro se avecinan y que influirán, cada vez más, en la docencia y la educación. Un maestro con un grado mucho más alto que aquél que se obtiene con el de Magisterio. Un maestro conocedor de conceptos básicos en materias como la neurociencia, la neuropsicología, neurología y medicina, además, por supuesto, de la educación y la docencia. ¿Haría falta, entonces, un nuevo grado para las Universidades? De todo ello hago un sucinto esbozo en el libro ‘Neuroeducación’.

P: ¿Qué es un neuromito?

R: Una falsa verdad y en este contexto del que hablamos ‘neuro’, una falsa verdad acerca de lo que enseña la Neurociencia. El neuromito más universal y que persiste insistentemente en el acervo cultural de todas las sociedades es aquél que dice que solo se utiliza un 10% de nuestro cerebro. Tal cosa es rematadamente falsa.

P: ¿Cómo convencería a un docente de la importancia de fomentar las emociones en el aula?

R: No se trata de fomentar las emociones en el aula, sino de enseñar con emoción, lo que quiere decir haciendo curioso lo que se enseña. La curiosidad despierta la atención en el que escucha y aprende de forma automática y con ello, es obvio, se aprende mejor. Nada se puede aprender sin una atención despierta, sostenida, consciente. Y nada despierta más la atención que aquello que se hace diferente y curioso. Un profesor monótono, aburrido o repetitivo es un claro ejemplo del valor de la emoción en el que enseña. Un profesor excelente es aquél capaz de convertir cualquier cosa o concepto, aun matemático, de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante.

No se trata de fomentar las emociones en el aula, sino de enseñar con emoción

P: ¿Cómo influye Internet en el proceso de aprendizaje? Como se afirma, ¿afecta al proceso de atención que requiere el aprendizaje en los colegios?

R: Comenzamos a creer que sí; sobre todo, en el proceso de atención que requiere el estudio. Se habla de una atención corta y cambiante para Internet que afecta a la atención sostenida del estudio, lo que llamamos atención ejecutiva. Hoy día, se trata de un tema abierto a estudio y discusión.

P: ¿Cree que esa nueva revolución de una educación basada en el cerebro, Neuroeducación, se impondrá en las sociedades occidentales?

R: Creo que sí. La educación siempre ha estado basada en métodos y opiniones, es decir, el humanismo. Es ahora cuando se avecina una nueva cultura, aquélla del encuentro entre humanismo y ciencia. Y es de esta nueva cultura que se destilará esa necesidad de basar la educación en métodos como el científico, crítico y aceptado por casi todo el mundo frente a otros métodos u opiniones de tipo más personal.

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/33224.html

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El cerebro necesita emocionarse para aprender

Por:  Ana Torres Menárguez

Los nuevos experimentos en la enseñanza vislumbran el fin de las clases magistrales. Una de las tendencias es la neurodidáctica.

En el año 2010 un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT), en Boston, colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión; prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.

“El cerebro necesita emocionarse para aprender”, explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil y director del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos. En el último lustro, en España han aparecido diferentes corrientes que quieren transformar el modelo educativo y una de ellas es la neurodidáctica. No es una metodología, sino un conjunto de conocimientos que está aportando la investigación científica en el campo de la neurociencia y su relación con los procesos de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias a las máquinas de neuroimagen podemos ver la actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade Gamo. Esa información sirve a los profesores y pedagogos para decidir qué métodos son los más eficaces.

Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje de personas con dislexia o TDAH desde hace más de 20 años, observó que en la mayoría de los casos esos problemas no estaban relacionados con esos síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su equipo identificaron que el 50% del tiempo de las clases de primaria en España se basan en transmitir información a los estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en bachillerato casi el 80%. “Indagamos sobre lo que estaba sucediendo en las aulas y queríamos saber qué decía la ciencia al respecto, si ese método estaba justificado”.

Basándose en diferentes investigaciones científicas y en las suyas propias, concluyeron que para la adquisición de información novedosa el cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio derecho -más relacionado con la intuición, la creatividad y las imágenes-. “En esos casos el procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos faciales, corporales y el contexto desempeñan un papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia de la clase magistral”, explica Gamo.

Por ello, la neurodidáctica propone un cambio en la metodología de enseñanza para sustituir las clases magistrales por soportes visuales como mapas conceptuales o vídeos con diferentes apoyos informativos como gráficos interactivos que requieran la participación del alumno. Otra de las apuestas es el trabajo colaborativo. “El cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras personas”, añade.

En los últimos cinco años, Gamo ha formado en neurodidáctica a docentes de una treintena de colegios públicos en diferentes comunidades autónomas. El principal problema, en su opinión, es que las escuelas no están tomando la decisión sobre hacia dónde quieren innovar, a lo que se suma que nadie les acompaña en la implementación de las nuevas metodologías. “La direcciones de los centros están enrocadas en los métodos tradicionales basados en clases magistrales, memorización y exámenes escritos”.

En ese escenario conviven cientos de profesores y entre ellos hay quienes no se conforman con lo establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase a alumnos de sexto de primaria en un colegio concertado de Moralzarzal y desde hace dos años y medio aplica la neurodidáctica en el aula. “Mis alumnos siempre me decían que yo molaba mucho, pero que mis clases eran una porquería”, cuenta. Empezó a investigar sobre metodologías alternativas y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le valió el premio nacional sobre las TIC en el aula del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una base científica que apoyase su apuesta: hacer que sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin memorizar.

El 50% del tiempo de las clases de primaria en España se destina a que hable el profesor. En bachillerato es casi el 80%

“Mi método respeta el proceso por el que el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la atención y por último la memoria. En ese orden”. Para explicar el antiguo Egipto intenta captar el vínculo emocional de los chavales. A través de su canal de YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos con formato de tráiler cinematográfico. “Con ese material se motivan y así tengo alumnos atentos”, continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se aprenden ganando puntos en la plataforma Kahoot. Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google Earth.

Una de las plataformas de educación online basada en la neurodidáctica es Neurok. El director de la compañía, Agustín Cuenca, empezó a explorar el mundo educativo hace 10 años, cuando a su hijo de cinco años le diagnosticaron hiperactividad. “Partimos de que la formación online no funciona, solo un 10% de los que se apuntan a un MOOC -cursos online masivos y gratuitos- lo termina”. En una plataforma tradicional se encuentran contenidos, mientras que en Neurok hay debates.

Cuenca y un equipo de 10 pedagogos y profesores de universidad y primaria han aplicado los formatos de Twitter y Facebook a la educación. “Antes siempre sabías a quién pedir los apuntes. Ahora decides a quien seguir en esta red social en la que todos los alumnos comparten contenidos y debaten sobre diferentes temas. El profesor hace de guía y aporta criterio sobre qué contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más difícil de este modelo de aprendizaje, reconoce este informático, es la participación. El sistema cuenta con hashtags, menciones o notificaciones en el móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser utilizada como una plataforma de apoyo a las clases presenciales o directamente como el esqueleto de un curso online.

Eso es lo que sucede con el Máster en Neurodidáctica de la Rey Juan Carlos, un curso blended en el que el 80% del contenido se imparte en la red. Hasta ahora, también han usado Neurok en la UNED y en la Universidad de Extremadura, con la que están colaborando en una investigación para medir la calidad de los contenidos compartidos por los alumnos y su nivel de interacción en la plataforma.

“Todavía hay mucha gente que desconfía de estos métodos, pero en unos 15 años se empezarán a ver los resultados”, comenta Cuenca, que ya ha asesorado a más de 30 colegios públicos de diferentes comunidades autónomas a través de su consultora educativa Niuco. Para todos aquellos que busquen evidencias científicas de la neurodidáctica, el profesor de la Universidad de Barcelona Jesús Guillén recopila en su blog Escuela con cerebro las últimas investigaciones realizadas en diferentes partes del mundo.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/07/17/actualidad/1468776267_359871.html

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No gestione su tiempo. Gestione sus neuronas

Por: Ing. Ricardo López Rodríguez

Lejos de los recursos naturales y del avance tecnológico que ya alcanza nuestra sociedad, existen dos recursos curiosos y de alguna manera esquivos que influyen determinantemente en el progreso de nuestras carreras y, consecuentemente, en nuestra vida cotidiana y en las organizaciones a las que pertenecemos.

Además… raramente estamos conscientes de ello. Esos recursos son complementarios, pero tienen formatos opuestos:

Uno de ellos es abundante, renovable, ilimitado. Muy probablemente vamos a terminar nuestras vidas sin poder usar siquiera la mitad de su potencial, aunque estemos utilizándolo sin descanso. El otro recurso que poseemos, por el contrario, es limitado, escaso, no renovable, por lo tanto necesita ser administrado de una manera sumamente profesional, ser dado en cuentagotas, para que no haya ningún desperdicio

El recurso abundante son las NEURONAS (especialmente en el hemisferio derecho), la capacidad de crear, de hallar soluciones innovadoras, de idear, fantasear, soñar, imaginar. El otro recurso tan precioso y especial es el TIEMPO.

Esos dos recursos son la base y la medida de nuestro potencial. La buena administración de esos recursos hace que seamos eficaces. Con ello potenciamos nuestro talento, asertividad, creatividad, astucia, recursividad, intuición. La aplicación constante de estas “virtudes”, mas la ya tradicional inteligencia (en cualquiera de sus acepciones “modernas”) obviamente nos coloca en el umbral del éxito.

Siendo así, la administración del tiempo y de las neuronas es la razón directa y la medida justa de nuestra felicidad. Nos cabe por lo tanto ser especialistas en la gestión de estos recursos. Aquí comienza nuestro calvario por el desafío del cambio.

Considerando que el tiempo es un bien de características tan fugaces, sería lógico pensar que el uso económico y adecuado de ello es una práctica frecuente; sin embargo no es así. El primer error que se comete es no percibirlo como un recurso escaso. Creemos que siempre tendremos tiempo suficiente para realizar todo lo que deseamos. Desperdiciamos nuestro precioso tiempo como si fuese ilimitado. Perdemos tiempo… “un pecado”. Hay días que deseamos que el tiempo pase más rápido (¡Que inconsciencia!). Rezamos para que la semana acabe.

Siendo un bien tan perecible no deberíamos nunca perder ni siquiera un minuto, pero tiramos por la ventana de nuestros días el valioso tiempo que puede llevarnos a alcanzar todo el éxito que anhelamos. Su administración eficaz es un reto, aunque mejor está decir “administrarnos nosotros mismos” en el tiempo que disponemos, pues este es el único recurso que todos tenemos por igual.

Además, como suelo señalar en los seminarios que dicto sobre el particular: existe un “tiempo vertical” constituido por las contadas 24 horas de cada día, y un “tiempo horizontal” que dura lo que dure nuestra existencia. Es decir, “lo que no pudiste hacer hoy… pues mañana tienes otro chance de exactamente la misma duración, esto es 24 horas, y así sucesivamente !!! .

Lo paradójico es saber que con las Neuronas, un recurso tan abundante, ocurre justamente lo contrario. Ahorramos ideas, mantenemos durante años las mismas rutinas, tenemos dificultad de alterar métodos, nos quedamos atados a antiguos hábitos (decía Einstein:…”no es difícil incorporar nuevas ideas, lo verdaderamente difícil es desechar las viejas ideas)

Nuestra capacidad de tener ideas y de desarrollar soluciones está limitada por nuestras estructuras actuales. Sin embargo, podemos desperdiciar ideas tranquilamente, tener ideas inútiles, deshacernos de las ideas sin miedo, porque siempre hay posibilidades de tener más y más. Y otra cosa, lo que más impresiona en ese recurso es que cuanto más activamos nuestras Neuronas -a través del aprendizaje, de la sintonía con el mundo que nos rodea, con reflexiones sobre causa y consecuencia- cuánto más ideas tenemos, mayor es nuestra capacidad de tener ideas (decía Linus Pauling: para tener una buena idea, hay que comenzar por tener muchas ideas. Y dicho de otra manera: lo más peligroso de una idea, es que sea la única).

Las Neuronas son un recurso fabuloso. Pueden incluso maximizar el uso del recurso tiempo. Pueden transformar todos nuestros resultados, crear oportunidades, apuntar caminos, hallar soluciones inusitadas. La mayoría de las veces ni siquiera utilizamos ese vasto recurso. Esperamos que el tiempo (escaso) resuelva todos los problemas, y dejamos a las Neuronas (abundantes) fuera de acción.

Un reflejo de ello es la forma en que el mercado comercializa esos recursos. Las organizaciones contratan a causa del recurso Neuronas; sin embargo administran nuestro recurso tiempo. Quieren saber a qué hora llegamos, verifican a qué hora salimos, están focalizadas en la cantidad de horas que les vendemos por semana. Llegan a pagar por horas extras que podamos ofrecerles, pero muy difícilmente recompensan nuestras ideas, casi nunca miden nuestro uso de Neuronas, jamás remuneran por ideas extras, excepto las organizaciones de vanguardia y las personas de avanzada.

En esa práctica -de cabeza para abajo- del mercado, vendemos nuestra escasez, el tiempo y ahorramos nuestra abundancia… las Neuronas. Asumimos con las organizaciones un compromiso dictado por el reloj, no por el proyecto. Trabajamos por el número de horas, no por la tarea. Tenemos fechas, horarios y plazos en nuestro compromiso de trabajo, pero si no tenemos ideas originales, no inventamos ningún método extraordinario ni encontramos soluciones nunca antes pensadas, no hay ningún problema.

La mayoría de las veces nadie espera que usted entregue en Neuronas el valor que recibe como remuneración. Pero todo el mundo va a quedarse preocupado si usted llega una hora más tarde, o si no vuelve del almuerzo un martes lluvioso. Van a descontarle del salario el tiempo que usted no entregó a la empresa, pero no pasa por la cabeza de nadie, no pagarle su salario si durante el mes usted no tuvo ninguna idea nueva, si no propuso alguna mejora, la solución a algún problema o el aprovechamiento de alguna oportunidad.

Lo peor de todo es percibir cuánto estamos sumergidos en ese modelo, inconscientes del valor de los recursos que poseemos. No deberíamos jamás vender nuestro tiempo, siendo él un recurso tan especial. Deberíamos estar preservando nuestro tiempo de manera inteligente, administrando cada momento, decidiendo lo que tiene valor, lo que es más importante, lo que debe ser realizado aquí y ahora; eligiendo cómo vivir cada minuto, haciendo lo correcto de acuerdo con nuestros propósitos de vida.

Deberíamos, sí, vender nuestras Neuronas, ofrecerle al mercado ideas creativas. Producir soluciones a medida, con patrones globales de calidad, en un sistema just on time. ¿Para qué debemos entregar un mes entero de nuestro tiempo, para dar a luz una única idea válida, producida en apenas media hora?. El foco está en el lugar equivocado.

No tenemos tanto tiempo para venderle al mercado. Hay siempre un sin número de cosas que queremos realizar, aprender, desarrollar, disfrutar, pero nunca hay tiempo suficiente, ni siquiera para la familia, que debería ser lo primero e inaplazable. Lo que es contradictorio (es un hecho por todos conocido) es que no utilizamos de forma productiva el 100% de nuestro tiempo en las organizaciones. Y es claro también, que a las organizaciones les interesa mucho más las Neuronas que el tiempo de sus colaboradores. Minztberg dice que “.Quizás el recurso más importante que el directivo asigna es su propio tiempo.”

Son las Neuronas que pueden obtener resultados, alcanzar metas, producir con calidad, generar ganancias. Es la suma de las Neuronas actuantes de una organización la que le da valor a la Marca y crea las posibilidades futuras. No importa cuánto tiempo las personas entregan a una empresa, sino la utilización eficaz de las Neuronas durante ese tiempo, es decir la creatividad en su máxima expresión como vía hacia el éxito y felicidad en nuestros proyectos.

Fuente: https://josecristancho.com/2016/02/15/no-gestione-su-tiempo-gestione-sus-neuronas/

Imagen: https://josecristancho.files.wordpress.com/2016/02/cerebro.jpg?w=415&h=218

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El cerebro como órgano plástico

Por Maribi Pereira

Hace unos años se creía que nuestro cerebro era estático e inalterable, que nacíamos con un número determinado de neuronas que iban perdiéndose con el paso del tiempo y que nuestros genes heredados condicionaban nuestra inteligencia. Hoy en día, y gracias a los avances de la neurociencia, sabemos que existe la neuroplasticidad, una propiedad del sistema nervioso que le permite adaptarse continuamente a las experiencias vitales. Nuestro cerebro es excepcionalmente plástico, pudiéndose adaptar su actividad y cambiar su estructura de forma significativa a lo largo de la vida.

La experiencia modifica nuestro cerebro continuamente, fortaleciendo o debilitando las sinapsis que conectan las neuronas, por lo que estamos en continuo aprendizaje. Este hecho permite que independientemente del declive natural que conlleva la vejez, el aprendizaje se puede producir a cualquier edad, generando nuevas neuronas, razón por la cual nuestra inteligencia no es fija ni inmutable (Guillén, 2012).

Desde la perspectiva educativa, el concepto de plasticidad cerebral constituye una puerta abierta a la esperanza porque implica que todos los alumnos pueden mejorar. Aunque existan condicionamientos genéticos, sabemos que el talento se construye con esfuerzo y una práctica continua. Y nuestra responsabilidad como docentes radica en guiar y acompañar a los alumnos en este proceso de aprendizaje y crecimiento continuo, no solo para la escuela sino también y, sobre todo, para la vida (Guillén, 2012). Bajo esta premisa se ha diseñado el Máster en Neuroeduacación de ISEP.

Hay estudios emblemáticos en este campo. Uno de ellos es el de Eleanor Maguire con los taxistas de Londres, donde comprobó que estos aumentaban su hipocampo al tener que memorizar un complejo callejero (Maguire, E. A. et al., 2000); o el de Thomas Elbert con los violinistas, donde encontró que los sujetos incrementaban la región de la corteza cerebral que controla los dedos de la mano izquierda (Elbert, T. et al., 1995).

Recientemente, los estudios del español Álvaro Pascual-Leone han sido considerados originales y significativos. En el primero se enseñó a la mitad de un grupo de voluntarios a tocar una pieza de piano con cinco dedos. Se observó que el entrenamiento continuo conllevó un aumento en la región correspondiente a la corteza motora que era responsable de mover esos dedos. Aunque ese resultado constituía una muestra clara de neuroplasticidad, no era novedoso porque otros experimentos habían llegado a conclusiones similares. Lo realmente interesante resultó al analizar las imágenes cerebrales de la otra mitad de voluntarios a los que se puso a imaginar que tocaban la pieza. Se observó que la simulación mental de los movimientos activaba las regiones de la corteza motora que se requerían para la ejecución de los movimientos reales. Curiosamente, la práctica mental era suficiente para promover la neuroplasticidad (Pascual-Leone, A.; Amedi, A.; Fregni, F.; Merabet, M.L., 2005).

El segundo estudio de Pascual-Leone es el llamado “experimento de la venda”. Durante cinco días, a un grupo de voluntarios sanos se les vendó los ojos. Durante ese período de tiempo se les mantuvo ocupados leyendo Braille (el sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas ciegas en el que hay que desplazar los dedos sobre puntos impresos) y realizando tareas auditivas que consistían en diferenciar pares de tonos que escuchaban con unos auriculares. El análisis de los escáneres cerebrales mediante resonancia magnética funcional reveló que la corteza visual de los participantes, tras cinco días, modificó su función y pasó a procesar las señales auditivas y táctiles aumentando así su actividad. Después de retirar las vendas de los ojos, solo debían transcurrir unas horas para que la actividad se redujera (Pascual-Leone, A.; Amedi, A.; Fregni, F.; Merabet, M.L., 2005). Desde el punto de vista educativo, resulta valiosa la demostración de que el mero pensamiento provoca la neuroplasticidad.

En cuanto a procesos de aprendizaje, la atención constituye uno de los factores críticos. Resulta un mecanismo imprescindible porque la capacidad de nuestro cerebro para procesar la información sensorial entrante es limitada. La atención sobre lo que se debe aprender requiere esfuerzo continuo, motivación para ser receptivo y contar con las emociones adecuadas (Davidson, Richard, Begley, Sharon, 2012). En ese orden, la dedicación constante requiere autocontrol, lo novedoso y lo relevante facilita nuestra motivación y en un estado relajado nuestra atención (también la memoria) se encuentra en una situación más beneficiosa para facilitar el aprendizaje. Por tanto, la plasticidad cerebral permite, a través de un entrenamiento mental adecuado, que nuestro perfil emocional pueda cambiar y afectar de forma positiva a nuestra vida (Spitzer, 2005).

La dopamina es un neurotransmisor con importantes implicaciones educativas porque interviene en procesos de gratificación y motivación que son fundamentales en el aprendizaje. Se ha demostrado que el pensamiento positivo está asociado al córtex prefrontal del hemisferio izquierdo y que, en esta situación, se libera dopamina que activa los circuitos de recompensa. En un estudio realizado con ratas, se demostró que la estimulación directa del área tegmental ventral, constituida por vías de dopamina, cambió las representaciones corticales de los sonidos escuchados. Si las ratas solo escuchaban los sonidos sin ninguna estimulación eléctrica no se producía ninguna variación. La importancia de este experimento radica en el hecho de que la neuroplasticidad se daba en el córtex auditivo al estimular el circuito de gratificación de la dopamina, es decir, el aprendizaje de la tarea sonora estaba ligado a la activación de un circuito en el que interviene un neurotransmisor que sabemos cómo afecta al aprendizaje (Bao, S.; Chan, V.T.; Merzenich M.M., 2001)

En la práctica educativa, hay que saber estimular esa gratificación de la dopamina con gestos, miradas o conductas agradables. Nuestro lenguaje no verbal desempeña un papel importante en la transmisión de componentes emocionales.

Finalmente, somos la única especie que utiliza la plasticidad para perfeccionar y evolucionar el cerebro, lo que nos hace diferentes y singulares. Pero, además, cada individuo de nuestra especie es único e imprevisible y participa de su propia evolución debido a la influencia de las experiencias vividas.

La investigación en neurociencias nos hace conocer mejor nuestro cerebro y esto nos ayuda a optimizar nuestras capacidades. La formación en neuroeducación ayuda a los profesionales de la psicología y la educación a entender los distintos mapas neurocognitivos presentes en la actualidad en las aulas de nuestro país y mejorar los procesos de aprendizaje.

Fuente: http://www.isep.es/actualidad-neurociencias/el-cerebro-como-organo-plastico/

Imagen: www.isep.es/wp-content/uploads/2016/10/master-neuroeducacion-cerebro.png

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Aprender a pensar

Por: Frei Betto

Nuestra mirada está impregnada de prejuicios. Una de las miopías habituales es considerar a los niños como ignorantes. Nosotros, los adultos, sabemos; los niños no saben.

El educador y científico Glenn Doman se planteó la pregunta: ¿En qué fase de la vida aprendemos las cosas más importantes que sabemos? Las cosas más importantes que sabemos todos son: hablar, andar, moverse , distinguir olores, colores, factores que representan peligro, diferentes sabores, etc. ¿Cuándo aprendemos todo eso? Un 90% de todo cuanto es importante para hacer de nosotros seres humanos lo aprendemos entre 0 y 6 años, período que Doman considera “la edad del genio”.

Sucede que la educación fundamental se realiza en esa edad. Nacemos con 86.000 millones de neuronas en nuestro cerebro. Las sinapsis, las conexiones cerebrales, se dan de manera acelerada en los primeros años de la vida.

Glenn Doman trató a niños con deformaciones esqueléticas incorregibles, incluso con cerebro dañado. Hoy son adultos que hablan diversos idiomas, dominan la música, la computación, etc. Son personas felices, con una buena autoestima. Al conocer en Japón a un profesor que adoptó su método, fue recibido por una orquesta de niños; todos tocaban el violín. La más vieja tenía 4 años.

Doman enseña en sus libros cómo se enseña a un niño, de 3 o 4 años, a aprender un instrumento musical o a autoalfabetizarse sin asistir a ningún curso específico de alfabetización. Eso también sucedió en mi familia. Tengo un sobrino–nieto alfabetizado mediante fichas. Su madre le leía historias infantiles y luego él hacía fichas de palabras y las repetía; y de repente el niño comenzó a leer antes de ir a la escuela.

Si me preguntasen: ¿para mejorar al Brasil, qué reformas se nescesitaría hacer?Yo diría: una objetiva y otra subjetiba. La objetiva es la reforma agraria. Brasil y Argentina son los únicos países de las tres Américas que nunca conocieron una reforma agraria. Lo curioso es que somos el único país de las Américas con una superficie cultivable de 600 millones de hectáreas y con un enorme potencial de producción extractiva, como es el caso de la Amazonía. Ningún otro país del continente iguala al nuestro en posibilidad productiva.

La reforma subjetiva sería la de la educación. Todo el potencial de nuestra vida depende de la educación recibida. La educación en el Brasil nunca fue suficientemente valorada. Y sufrió un trauma durante la dictadura militar, al adoptar el método usamericano de no calificar los contenidos sino la cantidad.

Sobretodo suprimió del currículo disciplinas que nos ayudan a pensar, como filosofía y sociología, reintroducidas ahora en algunas escuelas de enseñanza media. Durante décadas estuvieron prohibidas, tanto así que en Belo Horizonte un profesor, los sábados, decidió por su propia cuenta dar clase de filosofía a los alumnos interesados. Fue tal el éxito, que la escuela tuvo que introducirla en el currículo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/05/30/aprender-a-pensar/#.V-0VY4jhDIU

Imagen:www.montessorixaltepec.com/sad/imagenes/banco/grandes/52.png

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El cerebro y la educación que viene.

Por:  Eduardo Andere.

La educación es compleja; el aprendizaje, complicado. El cerebro es complejo; la mente, complicada. Todos los cerebros humanos en lo básico se parecen, pero todas las mentes humanas en lo básico son diferentes. Y la combinación cerebro-mente es lo que produce la “magia” del aprendizaje.

Ahora, sabemos lo que se requiere para aprender, también, dónde físicamente ocurren ciertos aprendizajes, pero lo que no sabemos es cómo el impulso físico y la decodificación que preceden al aprendizaje se transforman en aprendizaje.

No sabemos cómo un conjunto de insumos como letras o palabras se transforman en significados y, menos aún, en tropos o metáforas. El cerebro funciona por el juego virtuoso de neuronas, conexiones y patrones, que se especializan para ciertos aprendizajes en ciertas regiones pero que utilizan al alimón, recursos de diferentes secciones del cerebro. Como bien lo sugieren investigaciones de una profesora de la Universidad de Stanford[1], ya desde la década de los noventa, cada neurona es como una hormiga (o una abeja) que con el trabajo conjunto producen lo que conocemos como consciencia, pensamiento y voluntad, es decir, la mente y sus productos y sus procesos. Paradójicamente ni las neuronas ni sus redes saben que saben; eso solo lo sabe la mente por el trabajo conjunto de todo el sistema.

Mis neuronas no saben su teleología, i.e., el pensamiento, pero el funcionamiento conjunto de neuronas, conexiones y patrones produce el pensamiento, lo que llamamos emociones y el pensamiento sobre las emociones. Cuando decimos, piensa con el corazón, en realidad queremos decir, considera a las emociones cuando tomas decisiones; pero las emociones pueden hacernos trucos, pueden hacernos pensar que ciertas veredas, porque nos tranquilizan o recompensan en el corto plazo, son las correctas desde el punto de vista racional; es más, pueden, en los intrincados y sinuosos caminos del cerebro, esgrimir racionalizaciones que parecen silogismos pero que en realidad son sofismas. Son los embates de la amígdala que quiere una recompensa en el corto plazo y sacrifica una mayor recompensa en el largo plazo pero menos tangible y, quizá, menos apetecible que la del corto. Cualquier persona atrapada en los encantos del enamoramiento sabe a qué me refiero.

¿Qué pueden hacer las padres de familia, los directores y maestros de las escuelas para facilitar y propiciar un diálogo positivo, constructivo entre la mente racional y el centro emocional del cerebro?

Utilizar el poco pero significativo avance de las ciencias del aprendizaje entre ellas la neurología, la psicología cognitiva, la piscología del desarrollo infantil y llevarlo a la práctica. ¿Qué empezamos a saber? El cerebro aprende con el juego; métodos estructurados de aprendizaje a temprana edad pueden perjudicar en el largo plazo el desarrollo de habilidades no cognitivas y emocionales que son cruciales para futuros aprendizajes. El juego y la exploración de los pequeños es más importante que la dirección y estructura de los papás y los maestro. No lo sabemos ahora, pero en el futuro, la disposición, gusto y entusiasmo por el aprendizaje se verán fomentados. Son más importantes la cordialidad, la compañía, el lenguaje nutrido hablado en casa y la escuela, el juego y exploración iniciados por el niño, que la instrucción formal de la maestra o de los papás para acompañar y fomentar el desarrollo natural del cerebro de los pequeños. No sirve de mucho que los niños aprendan cosas sin conocer su significado y para conocer el significado de muchas cosas se requiere tiempo. Ya habrá mucho tiempo para número y letras de manera formal, los papás y las escuelas tendrán casi diez ciclos escolares antes de que los niños se sienten a presentar la popular prueba PISA de la OCDE, cuyos resultados de la ronda 2015 se darán a conocer en todo el mundo alrededor del 6 o 7 de diciembre de 2016. (Debemos estar preparados en México para recibir no muy buenas noticias de los resultados).Mexico en PISA 2012

Cualquier ventaja cognitiva que un pequeño de preescolar estructurado lleve a la primaria sobre niños de ambientes más lúdicos y exploratorios, desaparece en los dos o tres primeros años de estudio. Además, los niños de ambientes más lúdicos y exploratorios   llevarán una ventaja sobre los estructurados: el despliegue de su potencial explorador, lúdico, social y creativo.

Concedo que nadie puede asegurar, excepto en los extremos, que tal o cual método sea mejor o peor para el desarrollo integral de los niños en su vida adulta, pues son muchos y muy variados y complejos los factores que intervienen en el desarrollo de todos nosotros, tanto genéticos como ambientales, pero la evidencia y los expertos en el desarrollo infantil parecen favorecer más los esquemas más progresistas que los más tradicionales y a los papás y maestros que acompañan en lugar de educadores que avasallan. Tan perjudiciales pueden ser los padres negligentes o “muy ocupados”, como los padres avasalladores o helicópteros.

Los padres de familia obsesionados porque sus hijos sean los mejores, los más inteligentes, genios, saturados de trabajo, cursos, actividades y artilugios desde los primeros años de vida, y que tratan a sus pequeños como “proyectos” en lugar de hijos, que están sobre ellos como padres helicópteros en lugar de padres convivientes en gozo, juego y relación de calidad, verán en el futuro, hijos tristes, cortos de mira, alejados del estudio y, sobre todo, deprimidos porque el tiempo perdido en juego, que el cerebro debió haber gozado a los 3, 4, 5 y 6 años de edad, no se recupera nunca. Si la literatura científica es correcta, esos cerebros, para cuando lleguen a los 15 años de edad, habrán aprendido que la única forma de aprender es ganar y competir; los otros cerebros habrán aprendido que la forma de aprender es disfrutar, gozar, compartir, explorar y cooperar.

El entendimiento de todo esto, que apenas empieza a llegar a los sistemas educativos del mundo y sus escuelas, definirá a la educación a partir de la tercera década del siglo XXI. Esta será la parte esencial de las reformas educativas del futuro.

La OCDE que elabora las pruebas PISA sabe esto y actualmente prepara un nuevo marco para PISA 2018 en el que se midan no solo conocimientos y habilidades sino también actitudes y valores relacionados con convivencia, cooperación, diversidad, creencias, responsabilidad, todo ello encapsulado en un concepto que le denominan “Competencia Global” y que se aplicará a través de los cuestionarios de contexto a los estudiantes. Los cuestionarios de contexto que han acompañado a las pruebas PISA en el pasado, en el futuro serán no sólo de contexto sino de competencia global. Es un reconocimiento, quizá pequeño y tardío, pero un reconocimiento por parte de la OCDE, de la importancia de las habilidades suaves o no cognitivas para el desarrollo de las habilidades cognitivas. (OCDE. 2016. Global Competency for an Inclusive World).

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-cerebro-y-la-educacion-que-viene/

Imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/09/img_7631-300×225.jpg

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Entrevista a Orlando Terré Camacho: “Si no emocionamos al cerebro, no hay aprendizaje”

18 Septiembre 2016/Fuente y Autor: rosario3

El reconocido educador cubano Orlando Terré Camacho brindará una charla en Casilda sobre su novedoso método de estimulación temprana en la educación infantil basado en las inteligencias múltiples.

El experto en educación infantil, Orlando Terré Camacho, presidente de la Organización Mundial de Educación y Desarrollo Infantil (OMEDI) y de la Asociación Mundial de Educación Especial (AMEE), vino a la Argentina nuevamente para brindar una capacitación gratuita dirigida a maestros, especialistas en educación, neuroestimuladores infantiles, psicológos, pediatras, fisioterapeutas y a las familias en general, acerca del Método NeuroPoint, del cual es creador y entrenador en todo el mundo.

Fiel abanderado de la educación inclusiva y una de las voces internacionales reconocidas en temas de infancia, estará en el día de hoy, de 18:30 a 21:30, en la ciudad de Casilda (Teatro Dante) compartiendo sus experiencias prácticas y habilitando un debate que según él describe será “un encuentro de ´ciencia y amor´: “Por un lado vamos a debatir algunas temáticas sobre el desarrollo infantil temprano y la primera infancia, intentando traducir a cada docente una mirada en torno a las prácticas reales que deben darse en el programa de estimulación del crecimiento del potencial de inteligencia del niño. Por otro lado, es un encuentro de amor porque realmente cuando hablamos de niños y de familia tenemos que tener un lenguaje coloquial seductor, que llegue a las personas”.

Orlando es creador del Método NeuroPoint, un método que se basa en la estimulación de niños y niñas en edades tempranas comprendidas entre los 0 a 6 años de vida, en la que a través de diferentes recursos metodológicos y técnicas de avanzada se potencia el área de desarrollo infantil propiciando aprendizajes tempranos y el desarrollo de las inteligencias.

Consultado acerca de en qué consiste la estimulación temprana, el especialista explica que es un modelo de intervención que se ocupa de analizar cómo estimular a través de grupos de actividades relacionadas con el desarrollo según la edad del niño y producir un efecto: “La estimulación al desarrollo está encaminada a niños y niñas en edades tempranas, para cada grupo etario hay habilidades rectoras y es ahí donde el experto, el desarrollista del proceso, debe focalizar la enseñanza”, cuenta Terré Camacho.

“Yo describo el potencial del niño a través de la teoría de Howard Gardner, que habla de la multiplicidad o las inteligencias múltiples, que son siete. El método de NeuroPoint utiliza el instrumento EBO (la evaluación basada en la observación). En esta observación siempre se detecta una marcada inteligencia, el especialista debe saber especificar cuál es esa inteligencia, por ejemplo, inteligencia musical, kinestésica, etc. La estimulación tiene que saber destinar para cada niño, un programa de estimulación, porque independientemente que esté en un mismo salón de clases, tenga una misma edad cronológica, y que creamos que tienen todos el mismo potencial, hay un potencial de inteligencia en cada uno que hay que detectar”, sostiene el especialista.

Sin embargo, este método de estimulación no se encuentra en la mayoría de las instituciones escolares. Al respecto, Terré Camacho expone: “No se aplica en primer término porque nos hemos declarado que hacemos estimulación temprana y simplemente abordamos niños. Segundo, muchas veces creemos que todo lo sabemos en relación con la infancia y no estamos trabajando con las familias. Otras veces el tradicionalismo en las prácticas educativas nos maneja. La estimulación es una cosa y la enseñanza es otra. El ejercicio de la estimulación es un ejercicio encaminado al desarrollo del potencial”.

Otro aspecto que remarca el investigador es que si no emocionamos al cerebro, no hay aprendizaje y eso parte justamente de la dinámica de las empatías del niño, de su creatividad, y sus emociones: “Para cada niño hay unidades rectoras, individualidades, por eso es importante adecuar cada programa pedagógico a esas unidades”, explica Terré Camacho y enfatiza: “Las emociones cuentan. Hay que buscar un lenguaje seductor, la sonrisa, invitar al abrazo, para que vuelva a ser la escuela de la alegría, que forma pensando en el otro, desde la diversidad. Tenemos que tener el aula preparada para que los niños aprendan felices”.

El método diseñado para la primera infancia procura una serie de metodologías prácticas para el desarrollo de las habilidades potenciales. Como explica el experto: “Incidimos en el crecimiento del niño, exploramos las fases fértiles de su desarrollo, implementamos una programación que va encaminada al éxito y la felicidad en el aprendizaje”.

Si bien el método es llevado por todo el mundo para que sea adoptado y aplicado, Orlando sostiene que el objetivo no es mercantilizar, sino formar. “Hoy reuniremos en Casilda a más de 300 docentes, de manera gratuita, no para divulgar el método sino celebrar el Día del Maestro regalando un debate. El objetivo es reflexionar en torno a lo que podemos hacer por una infancia exitosa y feliz. Por eso si nosotros no asumimos la práctica investigativa desde el soporte de una formación de los especialistas ejecutores principales de este método, nada podemos hacer”.

Por otro lado, el especialista sostiene que esta implementación debe ir acompañada de una política de Estado que acompañe las prácticas: “Las políticas de ejecución deben basarse en estudios científicos y no medidas arbitrarias. A veces aparece una metodología, nos casamos con ella, no medimos los impactos, y obligamos a los docentes a que la apliquen. Muchas veces miramos a Harvard y no miramos a otros países latinoamericanos que están desarrollando muchos proyectos educativos y que tienen realidades más cercanas. Los modelos están, hay que saber cómo llevarlos a la práctica”.

Fuente de la entrevista: https://www.rosario3.com/noticias/Si-no-emocionamos-al-cerebro-no-hay-aprendizaje-20160914-0009.html

Fuente de la imagen:  https://www.rosario3.com/__export/1473853454109/sites/rosario3/img/2016/09/14/educ.jpg_1572130063.jpg

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