La capacidad de gestionar y regular las emociones en los niños es especialmente relevante en la situación de pandemia actual. El psicólogo Rafael Guerrero aporta ideas y actividades concretas para potenciar ésta y otras funciones ejecutivas del cerebro con el fin de proporcionar bienestar y seguridad en los más pequeños y sus familias.
Las funciones ejecutivas son el conjunto de capacidades cognitivas que emplea el cerebro para controlar y autorregular la propia conducta: memoria, concentración, control de impulsos, flexibilidad cognitiva, planificación, solución de problemas, regulación emocional, velocidad de procesamiento y orientación espacial.
En su último libro, ‘Cómo estimular el cerebro del niño’, el psicólogo y doctor en Educación, Rafael Guerrero, explica cuál es el papel clave en el desarrollo del niño y aporta 100 ejercicios prácticos, que serán especialmente útiles para ayudar a los niños a controlar sus impulsos, concentrarse o regular sus emociones en esta etapa de confinamiento en familia.
Pregunta: Teniendo en cuenta la situación actual, ¿qué propone para que los niños potencien funciones ejecutivas como la concentración, la memoria, la planificación… desde casa?
Respuesta: Nos brinda la posibilidad de trabajar y potenciar de manera directa las diferentes funciones ejecutivas como la concentración, el control de los impulsos, la memoria operativa, la planificación, la autorregulación emocional… Por ejemplo, algunas actividades que se pueden hacer para trabajar la concentración son los puzzles, los rompecabezas, las sopa de letras, ‘encontrar las siete diferencias’ o cualquier juego de mesa.
Para potenciar el control de impulsos podemos jugar al ‘mundo al revés’: cada vez que el niño quiera decir sí, tendrá que decir no y viceversa. Si jugamos durante un buena parte de la mañana o la tarde al ‘mundo al revés’, estaremos potenciando su control de los impulsos, ya que enseñamos a su cerebro a ‘frenar’. También se puede practicar a través del uso imágenes en las que si, por ejemplo, aparece una zapatilla los niños tienen que dar una palmada y cuando se muestre la imagen de una manos aplaudiendo, los niños tienen que dar un pisotón. Para la memoria operativa podemos deletrear palabras al revés y para la planificación hacer laberintos.
P: ¿Cómo afecta el confinamiento actual a algunas de estas funciones ejecutivas, como la regulación emocional?
R: Es evidente que influye sobre todos nosotros en mayor o menor medida. Al estar en una situación excepcional y rodeados de mucho caos, miedo e incertidumbre, nuestro funcionamiento cerebral se ve afectado. Quizás, una de las funciones ejecutivas que se ha visto más afectada es la regulación emocional. El hecho de no poder seguir con nuestras rutinas, no poder salir a la calle y tener a familiares o amigos afectados por el coronavirus (o con miedo de que se contagien) hace que la identificación y la regulación de determinadas emociones como el miedo, la tristeza o la rabia, se vean significativamente afectadas.
En estos días es habitual sentirnos más irritables y temerosos de lo normal, pues la situación extraordinaria y excepcional que estamos viviendo hace que dichas emociones afloren con mayor facilidad.
P: En su libro analiza las funciones ejecutivas que permiten establecer objetivos a largo plazo y resolver problemas. ¿Cómo se puede conseguir la ‘atracción cerebral’ por una actividad (por ejemplo, el estudio entre los niños) que no les resulta motivadora?
R: Las funciones ejecutivas se ponen en marcha cuando la actividad es novedosa así que hay que tener en cuenta que dicha actividad debe resultar, en primer lugar, atractiva para el niño. Y para ello, se pueden llevar a cabo una serie de recursos, como el principio de incertidumbre (generar un clima de intriga y curiosidad en el alumno) o plantearles actividades o resolución de problemas que se parezcan a su día a día.
De este modo, la clave la podemos situar de ‘fuera hacia dentro’ porque el proceso de aprendizaje es de fuera hacia dentro. La capacidad para mantener la concentración, la memoria, o la atracción de una tarea por parte del estudiante va a depender mucho de cómo el profesor (o adulto) se la muestre. Conforme el cerebro se va desarrollando (en el caso de los adolescentes), ya se les puede ir pidiendo un esfuerzo mayor por actividades que no quieran hacer o que no les gusten.
«En estos días es habitual sentirnos más irritables y temerosos de lo normal»
P: Los ejercicios que aparecen en su libro potencian la concentración, la memoria y otras funciones ejecutivas como el control de impulsos o el desarrollo de la planificación, ¿cómo se pueden aplicar para los estudiantes con necesidades especiales?
R: Todo hay que adaptarlo. Da igual si son niños o niñas, de Infantil o de Primaria, estudiantes con TDAH o con dislexia. En el libro aporto una serie de ideas para practicar las distintas funciones ejecutivas pero el principal objetivo es que luego el lector (padre, madre o docente) sea quien lo pueda ‘llevar a su terreno’.
P: ¿De qué formas influye un desorden de las funciones ejecutivas en el desarrollo de trastornos como el TDAH?
R: El TDAH es un trastorno de las funciones ejecutivas, es decir, con el TDAH el cerebro se desarrolla mucho más lento y de forma diferente a lo que se considera ‘normal’. Por lo tanto, como las funciones ejecutivas están en la corteza frontal y es lo último que se desarrolla, con el TDAH se adquieren mucho más tarde.
Aunque no es el único trastorno en el que las funciones ejecutivas no funcionan correctamente. En trastornos emocionales como la depresión o la ansiedad, a las personas que lo padecen le cuesta mucho concentrarse, planificarse, hacer cálculos matemáticos…
«Un niño necesita un ‘guía emocional’, un referente significativo (padre, madre, abuelo, docente…) para aprender a regular sus emociones»
P: Del cerebro emocional comenta que es involuntario, inconsciente y automático pero, en cambio, la regulación emocional debe aprenderse, no es genética. ¿Cómo pueden equilibrarse ambos procesos?
R: Además de ser involuntario, inconsciente y automático, el cerebro emocional reacciona, que no es lo mismo que responder (procesar y valorar una respuesta a una acción determinada). Es lo que se denomina como el ‘cerebro caliente’. Mientras que la regulación emocional se aprende de alguien, es decir, se repite el proceso de ‘fuera para dentro’. Así, ambos procesos se pueden equilibrar con práctica y si en clase permitimos a nuestros alumnos que puedan legitimar y etiquetar sus emociones es todo un avance. De este modo, un niño necesita un ‘guía emocional’, un referente significativo ( padre, madre, abuelo, docente…) para aprender a regular sus emociones.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/pandemia-afecta-capacidad-nino-regulacion-emocional/
Si tu hijo es de los que se ha quedado sin sus terapias por el estado de alarma, «te toca actuar», sentencia el neuropediatra Manuel Antonio Fernández.
Si tu hijo es uno de los niños con problemas neurológicos que se tienen que perder su terapia por el estado de alarma, «te toca actuar», sentencia el neuropediatra Manuel Antonio Fernández. Desde que el presidente del gobierno Pedro Sánchez diera los detalles sobre las restricciones establecidas como consecuencia del estado de alarma decretado contra la pandemia por coronavirus, «a muchos nos llamó la atención que las peluquerías y las tintorerías pudieran abrir con normalidad y no se dijera nada de las terapias de muchos menores con este tipo de dificultades».
«Es verdad -prosigue este especialista- que Sánchez aclaró que las personas dedicadas al cuidado de menores, personas mayores o con discapacidad, podrían acudir a su puesto de trabajo pero, ¿qué hacemos con los niños con problemas que necesitan terapia o para los que no poder salir a la calle se convierte en u auténtico infierno?», se pregunta este neuropediatra.
Como siempre, señala Manuel Antonio Fernández, » los que más sufren este tipo de situaciones son los más débiles. En este caso, los niños con problemas neurológicos sin terapias y sus familias se pueden convertir en los grandes damnificados invisibles del confinamiento por coronavirus».
«Tampoco quiero ni pensar lo que estará suponiendo esta situación para las familias de niños con trastornos de conducta, donde la impulsividad y la agresividad son la norma las 24 horas del día. No pueden ir a la escuela, ni a terapia, que normalmente es de grupo y el día se convertirá en 24h de terror».
Cómo pueden reaccionar los padres
Además, prosigue, «los padres de niños con problemas neurológico como trastornos del desarrollo del tipo del TDAH, los TEA o los trastornos de conducta son unos auténticos héroes en su día a día pero también son humanos». Y advierte: «la llegada casi sin previo aviso de una situación de este calibre siempre coge desprevenido a todo el mundo y en estas familias, la sobrecarga ya es enorme a nivel basal. Un contratiempo como este puede ser la puntilla que rompa el complejo equilibrio que suelen mantener en el hogar. A esto se suma que La mayoría de las familias, que normalmente suelen contar con la ayuda de los abuelos y ahora, tampoco ellos pueden echarles un cable. Está empezando a ponerse a prueba las redes de apoyo y la responsabilidad social de toda la comunidad».
Muchos padres están desesperados buscando ayuda para sobrellevar la situación e intentar establecer una cierta rutina a la vez que mantienen sus obligaciones laborales y sospechan las dificultades económicas que pueden aparecer. Estas son las recomendaciones que ofrece este neuropediatra:
¿Que pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos?
Lo mejor que pueden hacer los padres de los niños con trastornos del desarrollo, problemas de conducta y dificultades de aprendizaje es preparar cuanto antes un plan de contingencia para las próximas dos semanas ¿Cómo?
-La clave fundamental es, a pesar de todo, intentar mantener la rutina de una forma lo más normalizada posible. Para que te resulte lo más fácil posible, te dejo una serie de recomendaciones
-Establecer una hora definida para despertar y mantenerla a diario. Es fundamental para mantener una adecuada organización y percepción espaciotemporal
-Empezar la mañana con un desayuno saludable y algunas actividades en familia que incluyan movimiento para activarse de una forma positiva. La alimentación y la actividad física permiten mejorar el ánimo y evitar las tendencias sedentarias que aparecen en estas situaciones.
-Crear un horario de actividades diarias para toda la familia y una distribución de obligaciones para cada miembros en función de sus posibilidades de colaboración para ayudar a que toda la familia tenga objetivos claros y actividades en común.
–Evitar el uso continuado de dispositivos electrónicos y especialmente, seguir constantemente las actualizaciones de noticias sobre coronavirus. Esto genera un gran estrés y además dificulta mantener el ánimo y el buen humor
–Conversar con los niños para conocer su conocimiento y percepción de la situación de primera mano. No suelen hablar de las cosas que les preocupan y muchas veces sacan conclusiones equivocadas de lo que viven a su alrededor
–Mantener actividad educativa organizada siguiendo las recomendaciones de las autoridades educativas. Se están implementando medidas de educación en casa a través de diferentes entidades oficiales gracias a las nuevas tecnologías. Es importante evitar que este confinamiento repercuta negativamente en el aprendizaje de estos chicos.
–Asignar periodos del día a desarrollar actividades de ocio y diversión elegidas por los hijos e implicarse en ellas. De esta forma se potencia la diversión y la desconexión de las obligaciones.
–Desarrollar actividades y juegos que permitan a los niños liberar energía aunque no puedan salir de casa. (…)
-Muchos chicos con problemas de desarrollo tienen gustos muy definidos y para ellos puede resultar entretenido hacer maratones de esas actividades. Puede tratarse de ver películas, series o documentales, desarrollar concursos de montaje de Lego, campeonatos de juegos on line… todo esto siempre con moderación, evidentemente.
-Las herramientas tecnológicas actuales también pueden ser de ayuda. Hay dispositivos de realidad virtual que permiten desarrollar actividades de relajación e incluso mindfulness que en situaciones como esta, pueden ser de ayuda.
-Mantener unos hábitos de sueño estables tanto en horario como en duración. Con menos actividad física, es probable que les cueste dormir y esto se una a los trastornos del sueño que presentan habitualmente estos chicos. Un suplemento de melatonina puede ayudar en estos casos.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-recomendaciones-neuropediatra-para-padres-ninos-problemas-neurologicos-202003300218_noticia.html
Un nuevo estudio de la revista Science identifica por primera vez variantes genéticas que influyen en las diferencias individuales de la corteza cerebral y cómo se relacionan con el riesgo genético de trastornos como la depresión o el TDHA. Los resultados están disponibles para que la comunidad científica pueda seguir avanzando en el conocimiento de la anatomía y funcionamiento del cerebro.
La corteza cerebral –también denominada materia gris por su característico color– alberga millones de neuronas y es la encargada de procesar la información en el cerebro y responsable del razonamiento, la memoria y la atención. Al igual que las huellas dactilares, los pliegues del córtex son únicos en cada persona.
Los expertos analizaron las imágenes de resonancia magnética y el ADN de más de 50.000 personas.
Una nueva investigación, publicada en la revista Science, ha conseguido identificar 306 variantes genéticas que influyen en su estructura. Estos resultados arrojan luz sobre cómo las diferencias entre individuos que observamos en la corteza cerebral y su relación con rasgos psicológicos y neuropsiquiátricos se deben a factores genéticos.
Los genes que influyen en la extensión de los pliegues y el grosor de la corteza también influyen, en parte, en patologías como la depresión y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH.
Para llegar a estos resultados, los expertos analizaron las imágenes de resonancia magnética y el ADN de más de 50.000 personas. Durante cinco años recogieron y analizaron datos a través de protocolos estandarizados para procesar las resonancias magnéticas y realizar los análisis genéticos.
Superficie y grosor de la corteza cerebral. / Stevens Neuroimaging and Informatics Institute, Keck School of Medicine of the University of Southern California
Una aproximación al cerebro
“Estos resultados son un paso muy importante en el conocimiento actual del cerebro. Hasta ahora sabíamos muy poco sobre cómo variantes genéticas relativamente comunes en la población influyen en las diferencias en la superficie y grosor del córtex”, explica LucíaColodro, investigadora postdoctoral del grupo Psychiatric Genetics del QIMR Berghofer Medical Research Institute, en Brisbane (Australia) e investigadora colaboradora de la Universidad de Murcia (UMU).
Una proporción de los genes asociados al aumento de la superficie del córtex se relacionan con una mayor habilidad para aprender
Según resalta la investigadora, cada variante genética analizada tiene un efecto muy pequeño en la estructura de la corteza cerebral, pero en conjunto explican alrededor del 26 y 34 % de las diferencias individuales que observamos en su grosor y superficie, respectivamente.
Este estudio también evidencia que una proporción significativa de los genes asociados al aumento de la superficie del córtex se relacionan al mismo tiempo con una mayor habilidad para aprender y un mayor nivel educativo en la persona. Además, parte de los genes que se asocian con una mayor corteza cerebral, también aumentan el riesgo de párkinson.
Grupos que forman parte de ENIGMA. / ENIGMA
Colaboración mundial
El estudio se ha realizado dentro del consorcio ENIGMA y han participado más de 360 científicos de 184 instituciones diferentes. El resumen de los resultados está disponible para que la comunidad científica pueda seguir avanzando en el conocimiento de la anatomía y funcionamiento del cerebro.
Esta investigación es el primer paso para seguir conociendo la influencia de factores genéticos en el cerebro cuando se desarrolla un trastorno psiquiátrico o neurológico, que podría contribuir en la mejora de diagnósticos y tratamientos a largo plazo.
Referencia:
Grasby et al. (2020). “The genetic architecture ofthe human cerebral cortex”. Science, 367. DOI: 10.1126/science.aay6690
Fuente:
UMU
Fuente e Imagen: https://www.agenciasinc.es/Noticias/Publicado-el-primer-mapa-genetico-de-la-corteza-cerebral
En su libro, ‘El género y nuestros cerebros. La nueva neurociencia que rompe el mito del cerebro femenino’, Gina Rippon, catedrática de Neuroimagen en la Universidad de Aston (Reino Unido), trata de desmontar la idea de que el cerebro femenino es diferente al masculino por una mera cuestión de género.
Gina Rippon es catedrática de Neuroimagen en la Universidad de Aston (Reino Unido) y también la autora de ‘El género y nuestros cerebros. La nueva neurociencia que rompe el mito del cerebro femenino’ (Galaxia Gutenberg), un ensayo que se acompaña de datos basados en la neurociencia para mostrar que no existe la supuesta diferencia entre el cerebro de una mujer y el de un hombre por razones de género. La experta analiza cómo los mitos y las ideas preconcebidas en torno al funcionamiento del cerebro según el género han afectado al rol de la mujer en la sociedad o, incluso, cómo sigue influyendo en el ámbito educativo.
Pregunta: ¿Cuál ha sido la razón para que, durante tanto tiempo, se sostuviera el mito de que el cerebro del hombre es diferente al de la mujer?
Respuesta: El origen de esta cuestión se inició cuando los científicos (hombres) aceptaron el ‘statu quo’ en la sociedad, en la que los hombres y las mujeres no sólo eran diferentes anatómicamente sino que sus funciones sociales, las expectativas que la sociedad tendría o podría tener de ellos también eran diferentes. Y estos científicos se propusieron demostrar que estos dos diferenciadores estaban vinculados causalmente: lo que hacía a los hombres y mujeres anatómicamente diferentes también provocaba que sus cerebros fueran diferentes, y esto significaba que sus habilidades, sus temperamentos y personalidades también eran distintos. ¡La biología era el destino!
Esto de ‘cazar la diferencia’ impulsó poderosamente la investigación científica desde sus comienzos, y es posible que a día de hoy todavía la impulse aunque de una forma posiblemente más matizada.
«Creo que cada cerebro es diferente de todos los demás cerebros, pero estas diferencias no están determinadas por el sexo de sus dueños»
P: ¿Ha influido esa creencia ‘cerebral’ al papel que ha desempeñado la mujer en la sociedad? ¿En algún ámbito más que otro?
Absolutamente. Está bastante generalizado si te fijas en los datos globales relacionados con la brecha de género. Creo que el ‘lugar’ de la mujer en la ciencia, tanto históricamente como en la actualidad, es un gran caso de estudio de los estereotipos de género y que impregnan todos los niveles de una profesión, disciplina o institución.
P: Ahora bien, ¿existe alguna diferencia neurológica que diferencie el cerebro de una mujer y de un hombre? Entonces, ¿se les puede considerar como iguales?
No existe ninguna estructura cerebral actualmente identificada ni patrón de conectividad, áreas de descanso o actividad relacionada con las tareas que identifique de manera consistente y fiable un cerebro como masculino (de un hombre) o femenino (de una mujer).
Hay algoritmos de aprendizaje automático que han alcanzado una tasa de éxito del 85%, pero se sigue hablando de datos a nivel de grupo, es decir, promedios. La cuestión es la enorme cantidad de variabilidad en los datos de los cerebros femeninos o masculinos y que hay una enorme cantidad de superposición en esos conjuntos de datos, lo que hace que las diferencias sean cada vez más pequeñas.
‘¿De qué sexo es este cerebro?’ ¡No es una pregunta útil!
Aunque no podemos encontrar diferencias entre los cerebros masculino y femenino no significa que sean lo mismo. Creo que cada cerebro es diferente de todos los demás cerebros, pero estas diferencias no están totalmente determinadas por el sexo de sus dueños.
P: En su libro menciona conceptos como el neurosexismo. ¿Cuál es su significado?
Es un término acuñado por la filósofa, psicóloga y escritora Cordelia Fine con el que pretende llamar la atención sobre las prácticas en neuroimagen y en la propia comunidad investigadora y que sirven para crear ‘una literatura sesgada sobre la presentación de las diferencias de sexo en el cerebro como extensas, funcionalmente significativas y fijas, y que por lo tanto y de manera explícita apoyan una perspectiva esencialista de género». Además Fine añade: «El neurosexismo promueve estereotipos perjudiciales, limitantes y potencialmente autocumplidos».
P: También analiza el cerebro social, en el que tienen cabida informaciones como los estereotipos, ¿cuáles son los asociados al cerebro de la mujer y cuáles a los del hombre? ¿Cree que en la escuela se enseña de manera diferente a las niñas que a los niños por la idea preconcebida del cerebro ‘distinto’?
El cerebro social procesa las reglas externas de la sociedad en un individuo, el contexto social en el que vive su vida. Esto puede incluir las distintas reglas asociadas a los diferentes sexos, las expectativas de la sociedad, las actitudes… y que un individuo interiorizará. Estas pueden y, de hecho influyen, en las prácticas educativas (¡así que sí, se enseña de manera diferente a los niños que a las niñas!).
Para entender esto último hay una frase de Reshma Saujani, fundadora de ‘Girls Who Code’, que creo que lo dice todo: «Enseñamos a nuestros chicos a ser valientes y a nuestras chicas a ser perfectas».
Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/no-hay-diferencias-cerebro-femenino-masculino/
América/Estados Unidos/19/02/2020/autor: Felipe Garrido/ fuente: www.fayerwayer.com
A través de un implante en el cerebro los expertos podrían despertar a una personas que se encuentra en estado de coma irreversible.
Un importante hallazgo han realizado un grupo de científicos de la Universidad de Winsconsin, quienes encontraron una manera en que se podría reactivar un cerebro en una persona en estado de coma.
Pero, ¿Cómo se podría lograr algo así?. los expertos se dedicaron a estudiar una zona en el cerebro llamada Tálamo, donde se desarrollaría el estado de la conciencia.
En ella, se ha descubierto una pequeña zona de solo milímetros de largo en la que, cuando fue estimulada en cerebros de monos que estaban bajo ese estado, se pudo despertar y mantenerlos conscientes.
Cerebro y el estado de coma
Diversos escáneres sugirieron a los investigadores este importante hallazgo, donde podría ser un paso importante para algún día ser aplicado en seres humanos que lamentablemente se mantienen en este estado de conciencia.
Para realizar la activación de la zona, los investigadores insertaron una serie de electrodos en el cerebro de los monos, lograron registrar actividad en ellos en diferentes partes de su estructura cerebral. Fue en aquel momento donde identificaron la zona llamada Tálamo Lateral Central.
Como medida posterior, aplicaron un enfoque llamado Estimulación Lateral Profunda en macacos que se encontraban anestesiados, para así comenzar a administrar pulsos eléctricos profundos en esta región. Este mecanismo logra la activar el cerebro mediante un grupo de electrodos que son insertados tras una operación.
En palabras del equipo de expertos «A los dos segundos de comenzar la estimulación en los monos, los animales poco a poco comenzaron a abrir los ojos, hacer diversos movimientos corporales y además alcanzar objetivos, mirando en la habitación como si saliera de la anestesia completamente, a pesar de seguir bajo este efecto».
Luego de terminar con el proceso de estimulación, el mono volvió a dormirse de forma inmediata. El estudio fue todo un éxito para el equipo de investigación, quienes ahora se enfocarán en hacer más pruebas y certificaciones para ser aplicado en un futuro cercano en humanos.
Fuente e imagen: https://www.fayerwayer.com/2020/02/cerebro-posible-cura-estado-coma/
«Cuando comprendes cómo funciona tu mente, cuando aprendes a gestionar tus emociones y enseñas a tus hijos a gestionarlas de forma correcta, les estás impulsando para que les pasen cosas buenas. El cerebro es plástico, crece, cambia, se modifica según el entorno, el cariño y la actitud. Aprender de estos temas ayuda a mejorar nuestra vida. Además, podemos aprender a ser felices, o lo más parecido a la felicidad que se alcanza en la tierra. Los estudios respaldan esta teoría, y cuanto antes enseñas a tus hijos, más probabilidades tienes de que tu hijo se enfrente a la vida de la mejor manera posible» nos cuenta Marian en esta maravillosa ponencia. Sigue a Gestionando hijos en redes: Facebook: @gestionandohijos Instagram: @gestionandohijos Twitter: @GestionaHijos
Fuente del vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=Pmxn6Vj3_PI
Alex Beard era maestro en una escuela en el sur de Londres hasta que, después de un tiempo de sentirse estancado en su oficio como profesor, decidió partir en búsqueda de nuevas alternativas.
Y ese viaje, que incluyó más de 20 países, le sirvió a Beard para encontrarse con escuelas que incuban los principales métodos para afrontar los retos que presenta el siglo XXI.
Su recorrido terminó en el libro «Otras formas de aprender» (Natural Born Learners), en el que no solo recoge los ejemplos más destacados sino también reflexiona sobre lo que tal vez son los temas más importantes que afrontará la educación en las próximas décadas.
«La creatividad, la capacidad de resolver problemas y la importancia de los maestros son los grandes desafíos de las escuelas. Y todo esto, envuelto bajo la gran incógnita de cómo manejar las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial», señaló.
Esta es la entrevista de Beard con BBC Mundo con motivo del Festival Hay en Cartagena.
Es una buena pregunta, que nos tenemos que hacer con urgencia. Mira, yo comencé como maestro en una escuela del sur de Londres, en Kent Road -que, para que te des una idea, en el juego Monopolio es la propiedad más barata- y ahí me golpeó el hecho de que enseñaba con los métodos que utilizaba Sócrates en el ágora hace unos 2.000 años a unos niños que tenían sus celulares y vivían en el futuro.
Creo que ese es el mayor error que estamos cometiendo actualmente: las escuelas se quedaron en el pasado y, bajo estos métodos caducos, nos pasamos 12 años dentro de las aulas, por lo que es muy difícil cambiar nuestras ideas sobre cómo debe ser la escuela.
El segundo reto que afronta la educación de hoy es que no sabe con claridad en qué debe enfocarse, en qué debe centrarse teniendo en cuenta el futuro. Cuando me veo de nuevo en un aula de clases, me veo como un profesor que entrena a los niños para que superen un examen.
Para que saquen una nota aceptable, que es lo que necesitan, si hablamos en términos prácticos, para pasar de grado en el colegio.
Y eso no tiene nada que ver con formar profesionales del futuro…
Exactamente, los estamos entrenando para empleos y oficios que en el futuro van a poder hacer los robots. Me queda claro que no los estoy preparando para nada de lo que viene. Y el error que estamos cometiendo es que ponemos mucha de esa culpa en los maestros.
Lo que creo que debemos hacer es convertir al maestro o maestra en una de las personas más importantes de la sociedad. Porque al final son ellos los que van a moldear nuestra creatividad, nuestra cohesión social, los que van a sentar las bases que lleven a crear una economía fuerte y sostenible.
Debemos esforzarnos por darles autonomía y fortalecer su profesionalismo, en vez de culparlos porque las generaciones más jóvenes no dan la talla.
En ese sentido, ¿qué habilidades deben enseñar los maestros en las aulas para afrontar el futuro?
Creo que los niños requieren tres cosas. La primera es aprender a pensar, pero de una manera acorde a los retos del futuro. Deben pensar de forma crítica sobre el mundo, sobre el rol que quieren ejercer a partir de un conocimiento profundo de ellos mismos.
Lo segundo es aprender a actuar, pero especialmente cómo ser unas personas creativas. Ahora estamos afrontando retos inmensos en cuestiones ambientales, el aumento de la desigualdad, un escenario donde los trabajos actuales serán reemplazados por máquinas… Así que allí vamos a necesitar que los niños desarrollen a fondo su creatividad.
Y eso significa que los niños no solo deben aprender a ser creativos, sino también a trabajar, con la ayuda de las nuevas tecnologías, en conjunto con otras personas.
Y lo tercero, aplicar esa creatividad en la resolución de problemas que afronta el mundo moderno. Para cuidarse a ellos mismos y a las personas que los rodean.
Mientras la sociedad se polariza cada vez más, los estudiantes necesitan desarrollar su inteligencia emocional para ser capaces de conectar y sentir empatía con otras personas, ya sean de su comunidad o a nivel global.
Pero sobre todo que aprendan a comprender su propio desarrollo emocional, para que sean capaces de manejar su bienestar en un mundo en el que cada día es más difícil vivir.
Hay un tema que está presente en su libro «Nuevas formas de aprender», el papel de la educación en ayudar a buscar «el sentido en las cosas que estamos haciendo».
Una de las cosas que está transformando la forma en que entendemos la educación es la investigación sobre cómo funciona nuestro cerebro, en el campo de la psicología, el desarrollo temprano e incluso la neurociencia.
Y una de las cosas que los científicos cognitivos han encontrado es que hay una jerarquía en nuestras experiencias cuyos resultados nos llevan a aprender. Si insistimos en repetir y memorizar, entonces vas a retener una cierta cantidad de conocimiento y vas a aprender en alguna medida.
Pero, pero si las cosas que estás aprendiendo te causan una reacción emocional – o sea, te hacen sentir entusiasmado, triste, confundido, te estremecen y así- es posible que retengas más conocimiento que a través de la memorización.
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Las escuelas hoy en día no saben con claridad en qué deben enfocarse, en qué deben centrarse teniendo en cuenta el futuro»
Lo más importante de eso es que tanto los investigadores como los psicólogos han llegado a la misma conclusión: que si ese aprendizaje tiene un sentido para los estudiantes, es entonces cuando realmente ocurre.
¿Y qué significa que el aprendizaje tenga sentido?
Puede que una enseñanza tenga sentido porque hay un trabajo en particular que quieres tener y quieres que las cosas que aprendes te ayuden a conseguirlo y a ejecutarlo.
Pero esa es una visión muy estrecha del aprendizaje. Puede tener mucho sentido para ti porque es algo que amas hacer. Es importante para ti como persona. Tal vez ames las matemáticas, aprender nuevos idiomas, la música.
Y, cuando comienzas a hacer estas cosas que amas, tienen sentido para ti porque tienen que ver con tu identidad y tu manera de expresarte.
La gente incluso puede encontrar su propia autoexpresión en crear códigos. Por ejemplo, donde esta idea se convierte en una búsqueda creativa o donde puedes encontrar significado en lo que haces al ver que ayuda a resolver un problema sobre cosas que te importan en el mundo.
Por lo tanto, es posible que te interese el cambio climático, que te importe la creciente desigualdad dentro de la sociedad y si puedes aplicar el aprendizaje que se está llevando a cabo en el aula a intentar resolver problemas relacionados con esos temas que a ti te importan, entonces encontrarás significado en el aprendizaje y en la aplicación de ese aprendizaje.
El libro habla de la conexión entre el aprendizaje, la tecnología y la inteligencia artificial ¿es posible que el ser profesor pueda ser considerado una profesión obsoleta en el futuro?
Bueno… una de las razones por las que emprendí este viaje es que cuando trabajaba como profesor en Londres sentía que estaba estancado.
Veía cómo las nuevas tecnologías, las redes sociales y el surgimiento del big data estaban tomándolo todo alrededor y, de un momento a otro, mi principal interés fue saber cómo esas nuevas tecnologías, entre las que se cuenta la inteligencia artificial, se aplicaban en el campo de la docencia. Si realmente las nuevas tecnologías podían transformar el modo en que aprendemos.
Por eso, si la premisa era que los robots nos iban a quitar nuestro trabajo, mi primer destino fue Silicon Valley. Yo pensaba que, tras la estrepitosa derrota de Gary Kasparov ante Deep Blue en 1997, la inteligencia artificial iba a arrasar con todo.
Pero mi visita al Silicon Valley me enseñó otra cosa. Y allí vi por primera vez a un robot profesor. Y no era un androide que estaba de frente a un salón de clases: era, en cambio, un software de inteligencia artificial dentro de un ambiente de aprendizaje por internet.
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El problema es que yo enseñaba con los métodos que utilizaba Sócrates en el ágora hace unos dos mil años a unos niños que tenían sus celulares y ya viven en el futuro»
¿Cómo funcionaba eso?
Ellos tenían un laboratorio de enseñanza donde había un profesor y unos diez niños de 5 años, cada uno frente a un computador, con audífonos. Todos los niños estaban callados, concentrados en su computadora, donde había programas diseñados para ayudarles con su aprendizaje de lengua o con la solución de problemas matemáticos.
Lo interesante allí era que mientras el programa ayudaba a los estudiantes, a la vez «aprendía» con los datos que obtenía en cada sesión cuáles eran las debilidades y fortalezas de esos niños y automáticamente adaptaba esa experiencia para la siguiente sesión.
Así que al final se ofrecía un trabajo casi personalizado de aprendizaje, a la vez que estos datos se pasaban a los profesores, que contaban así con más información sobre cada uno de sus estudiantes.
Este es un ejemplo de lo que ha ocurrido: la inteligencia artificial no ha sobrepasado a los maestros, sino que se ha convertido en una herramienta útil, en un complemento muy necesario.
Otro ejemplo: en 2013, un estudio de la Oxford Martin School reveló que había 700 profesiones que podrían ser reemplazadas por robots en el futuro, pero ninguno de los trabajos relacionados con la docencia -o sea, maestro de primaria, preescolar, profesor bachillerato e incluso universitario- iban camino a desaparecer. Y es verdad. Y eso ocurre porque enseñar es el proceso humano definitivo.
¿Y no hay riesgos en esas convivencias con los datos y la inteligencia artificial?
Aunque haya inteligencia artificial o robots, la educación depende de la interacción humana. Aprendemos de manera natural, pero nacemos para aprender en sociedad. Nosotros conocemos las cosas de otras personas. Y en el futuro, vamos ver muchos avances tecnológicos, pero van a ser incorporados y utilizados por los maestros.
El gran riesgo es que esa inteligencia artificial logre ser mejor que los peores maestros en algunas zonas del mundo. Y el riesgo existe porque la inteligencia artificial es barata. Y tal vez no sea la mejor educación que un maestro pueda dar, pero al menos va ser más barata. Y eso es un gran peligro.
Pero esa es mi versión pesimista del futuro. Yo creo que podemos evitarla si invertimos más en los maestros, en su formación, que dé como resultado profesores más expertos y mucho más capaces de manejar adecuadamente las herramientas tecnológicas.
Pero hablando de eso, varias veces has dicho que los profesores son bastante reacios a aceptar esas nuevas maneras de enseñar, ¿por qué ocurre esto y cómo se puede resolver?
Creo que, en primer lugar, la enseñanza va ser el trabajo más importante del siglo XXI.
Estamos viviendo una era en la que los recursos de la Tierra se están agotando, nos estamos quedando sin nada.
Y lo único que es ilimitado, el único recurso ilimitado que tenemos, es la inteligencia humana, el ingenio humano, nuestra capacidad para resolver problemas. Los maestros son los que cultivan ese potencial humano.
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El único recurso ilimitado que tenemos es la inteligencia humana, nuestra capacidad para resolver problemas y los maestros son los que cultivan ese potencial humano»
Así, sostengo que enseñar es el trabajo más importante de nuestro siglo. No tengo ninguna duda al respecto, pero por el momento no estamos preparando a los maestros para que tengan el mayor índice de éxito posible en ese trabajo.
Podemos tomar el caso de Finlandia: el curso más difícil de acceder es el de maestro de primaria. Y si entras, la carrera en sí es bastante rigurosa. Es difícil de aprobar y graduarse.
En mi mundo ideal, yo formaría a los profesores de la misma manera en que se enseña a los médicos. Es decir, los profesores se graduarían de la universidad y después deberían pasar tres años combinando la enseñanza con el aprendizaje de otros profesores más experimentados.
De ese modo, en su primer día como maestros no solo estarían aplicando lo que recibieron en la universidad, sino que además continuarían con su proceso en compañía de otro profesor que le ayudaría a mejorar sus capacidades.
Hablando de la región, ¿cuál crees que son los principales desafíos que enfrenta la educación en América Latina?
El principal es el tema de la inequidad. Creo que el sistema educativo en América Latina es significativamente desigual en el mayor nivel con relación al de los niveles más bajos.
Hay unos colegios excelentes, pero la gran mayoría de ellos solo son accesibles para el sector pudiente de la sociedad. Y al mirar hacia el otro lado del espectro, tienes unas escuelas que realmente están luchando por sobrevivir.
Esa desigualdad es mucho más evidente entre centros urbanos y zonas rurales. Y ése es un desafío al que debe prestarse atención no solo de manera integral, sino urgente.
El otro gran desafío creo que es el acceso a la educación misma para muchos niños. Ya ni hablar de educación de calidad: hay lugares donde los niños solo tienen acceso a cinco años de colegio, no más.
Y el tercer punto, creo que el más crítico, son los maestros. Que es el mayor desafío también alrededor del mundo. Hay que resolver los problemas de formación, pero no solo eso, sino de capacitación, de fomento de la vocación y de que no dejen el oficio por otros trabajos mejor pagos.
Creo que tenemos que hacernos la preguntas sobre varios aspectos: ¿cómo podemos formar mejores maestros dentro de las escuelas?¿Cómo podemos hacer que la enseñanza sea una profesión atractiva para las personas?
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En América Latina hay unos colegios excelentes, pero la gran mayoría de esas instituciones solo son accesibles para la parte pudiente de la sociedad»
Muchas de las escuelas en América Latina tienen un cariz religioso o confesional, ¿eso no es un obstáculo para un proceso de aprendizaje óptimo?
Bueno, creo que hay dos elementos que son fundamentales en el trabajo que realiza la escuela hoy en día.
Por un lado, ayuda a los estudiantes a entender quiénes son como ciudadanos, como miembros de una comunidad. Y transmite los valores de esa comunidad.
Y por otro lado, está el objetivo de formar personas creativas y comprometidas con la sociedad y que deseen acceder a la mayor cantidad de conocimiento posible.
Los colegios religiosos, en la mayoría de los casos, hacen muy bien lo primero, pero el error en el que no pueden caer estos colegios es el de limitar la ejecución de proyectos educativos excitantes que ayuden a desarrollar las habilidades necesarias para afrontar el siglo XXI.
Yo estoy convencido de que lo pueden hacer. También sé que es difícil porque requiere un cambio cultural, pero si logras separar estos aspectos es posible que puedas llegar a desarrollar proyectos maravillosos.
Por ejemplo, hay un colegio en Barcelona que se llama «Escola Nova 21», que es dirigido por religiosas pero a la vez es una de las escuelas más futuristas e interesantes de todas las que visité para documentar el libro.
Allí están verdaderamente conectados con el tema de la tecnología, con que los estudiantes lleven a cabos proyectos basados en temas de la vida real, donde aprenden a colaborar entre ellos para resolver problemas en un entorno de aprendizaje natural.
Pero, a la vez, todas las maestras son monjas. Y ellas viajan por el mundo hablando sobre la educación en el siglo XXI, sobre cómo preparar a los jóvenes para afrontar desafíos económicos y sociales actuales, como la inequidad y el calentamiento global.
Otro de los proyectos del que hablas en tu libro es la Academia Khan, que en América Latina funciona, por ejemplo, en algunas lugares del Amazonas.
Sí, uno de los retos que constantemente enfrentan los lugares como América Latina es que hay algunos lugares donde el acceso desde los centros urbanos es casi imposible.
Por esa razón se deben crear nuevos modelos, para que los niños y jóvenes puedan tener una buena educación en lugares donde es muy difícil que lleguen los maestros
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En mi mundo ideal, yo formaría los profesores de la misma manera en que se le enseña a los médicos»
Y el ejemplo de la Academia Khan es muy bueno porque logra utilizar de forma adecuada las nuevas tecnologías para crear proyectos de educación a distancia, que les funcionan muy bien y que pueden ayudar al buen desempeño de los estudiantes.
Pero lo cierto es que la idea de la Academia Khan necesita de una infraestructura de acceso a internet para funcionar. Y además, aunque tengas la infraestructura, uno de los grandes desafíos que enfrentaba este lugar es la baja retención que tenían los cursos de educación a distancia.
Así que es revolucionario lo que están haciendo allí, porque entendieron el proceso de educación a distancia pero no se olvidaron de la importancia de los maestros para optimizar la educación que se imparte.
«Nos estamos moviendo hacia una sociedad que comparte sus ideas, desde una fuente de conocimiento sin restricciones», esa es una frase tuya, ¿cómo se traduce ese concepto en la educación del futuro?
Uno de los grandes problemas que tiene el sistema educativo actual es que establece una especie de competencia constante entre los estudiantes.
En Corea del Sur -que es uno de los países que visité para escribir el libro- hay un ejemplo extremo de esto: los estudiantes practican un examen a los 18 años para establecer un rango nacional que casi decide cuál es el trabajo que puedes tener y a qué universidad puedes ir.
Básicamente, toda tu salud, riqueza y felicidad, y todo el sistema educativo hasta ese momento es esencialmente una carrera para llegar tan alto como sea posible.
Y esto causa una serie de comportamientos terribles. Los cuatro o cinco años antes del examen, los jóvenes deben pasar estudiando 15 horas diarias los días de semana y el fin de semana, 12 horas. Se vuelven muy competitivos en estos centros de entrenamiento.
Allí no comparten el conocimiento. No hay colaboración. Les aterra la idea de hacer un proyecto alterno, porque eso significa que en el tiempo que ellos dedican a eso, los otros están preparando el examen.
Y eso crea un ambiente cerrado, de poca creatividad, nula colaboración. Y ahora sabemos que esos tres valores, apertura, creatividad y colaboración, son fundamentales para el mundo actual.
Estamos enfrentándonos a desafíos que solo podrán ser superados mediante la colaboración y la imaginación humana. Eso nos obliga a contar con personas que estén diseñadas para desarrollar una inteligencia colectiva más allá de una inteligencia individual.
Pero todavía vemos que en nuestros sistemas educativos los estudiantes no comparten el conocimiento ni colaboran porque están compitiendo. Incluso hay maestros que no aceptan que nadie venga a decirles cómo pueden hacer su trabajo mejor.
Una de las cosas que más me impactó cuando era maestro es que ningún colega venía a mi salón de clase y yo tampoco iba al salón de otros colegas. Parece que lo que estamos haciendo es tan vergonzoso que no merece que lo vea nadie. Personalmente, creo que hay que abrir nuestras aulas.
Hay muchos estudios y muy serios que demuestran la efectividad de los sistemas abiertos, donde se fomenta la creatividad, donde se generan más ideas, Y eso nos lo enseña la propia naturaleza: mientras un animal va creciendo, logra ser mucho más efectivo a la hora de concretar y canalizar la energía que necesita para sobrevivir.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 30 de enero y el 2 de febrero de 2020.
Fuente e Imagen: https://www.bbc.com/mundo/noticias-51229314
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