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Ciencia en la aldea: los niños que ayudaron a descubrir un monasterio medieval. Austria

Redacción: the Conversation

“¡Profe! ¡Aquí hay algo! ¿Será el «anillo de la paz”? ¿Será la tumba de algún monje?“. Los alumnos de primaria del colegio público de Belmonte de Miranda (en el concejo de Balmonte) se emocionan con los primeros descubrimientos en la excavación arqueológica del monasterio de su pueblo.

La ansiada joya de la que hablan es el «anillo del abad”. Cuenta la historia que todos los abades tenían un anillo que los identificaba como rectores de un monasterio. Los alumnos se entusiasman con la posibilidad de encontrarlo. ¡Aunque ellos hacen su propia interpretación y lo llaman el “anillo de la paz”!

¿Qué es un abad?

Cuando empezaron a investigar la historia de su pueblo no sabían qué era un abad, ni dónde había estado el antiguo monasterio. Al final del curso y de la excavación arqueológica conocían la importancia del desaparecido monasterio de Santa María. Sabían cómo funcionaba y el poder que tenían los monjes en la Edad Media. ¡Incluso eran capaces de dar una conferencia sobre el tema!

Durante el curso 2018-2019, el grupo de investigación LLABOR de la Universidad de Oviedo y el Colegio Público de Balmonte de Miranda pusimos en marcha el proyecto ConCiencia Histórica. Nuestro objetivo era convertir el patrimonio cultural rural en el eje del proceso educativo. Y al alumnado en protagonista del aprendizaje investigando la historia de su propio municipio.

A menudo los recursos patrimoniales del territorio y los saberes de los habitantes locales pasan desapercibidos. La riqueza paisajística, especialmente en las zonas de montaña, eclipsa un patrimonio cultural extraordinario, poco valorado y casi olvidado debido a la despoblación del medio rural.

La increíble experiencia del curso pasado nos ha animado a continuar durante el curso 2019-2020. Y mantenemos la ilusión de prolongar su vida en el futuro, abordando otros temas de estudio, siempre relacionados con el patrimonio rural.

Taller de arqueología forense. Los niños aprenden a identificar los distintos huesos del cuerpo humano e identifican las marcas que dejan en ellos distintas enfermedades. Grupo de Investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

La historia de los paisajes y el paisanaje

El punto de partida de este proyecto son las excavaciones arqueológicas que el grupo de investigación ha realizado en la aldea de Vigaña (Balmonte).

En los últimos diez años hemos descubierto un poblado neolítico, un castro de la edad del Hierro y un cementerio medieval. Los habitantes de la aldea nos han acompañado en este viaje, aportando un conocimiento que nos ha ayudado a plantear la investigación.

Y se han asombrado ante los hallazgos. Para ellos era increíble descubrir que su hórreo se levantaba sobre un cementerio medieval. O que las leyendas sobre el castro escondían los restos de un poblado antiguo.

El esfuerzo por incorporar el conocimiento local, todo aquello que los habitantes conocen de su paisaje, ha contribuido al éxito de la investigación. Nadie conoce el territorio como aquellos que lo han trabajado durante miles de años.

Excavación en la zona del Convento, lugar en el que se localizaba antiguamente el monasterio de Santa María de Lapedo. Grupo de Investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

Arqueología en el aula

El interés del grupo de científicos por compartir sus investigaciones conectó con las propuestas educativas del colegio público. Y así nació ConCiencia Histórica: la arqueología, el conocimiento local y el método científico se convirtieron en el eje de los trabajos en el aula.

“ConCiencia Histórica – Arqueología y comunidad en la sociedad rural”, por Grupo de investigación Llabor (Universidad de Oviedo).

El objetivo es dar protagonismo y responsabilidad al alumnado en la escuela y en el municipio. Con trabajos científicos reales favorecemos el desarrollo de habilidades y la fijación de conocimiento.

La excavación arqueológica del antiguo monasterio del pueblo se convirtió en la principal actividad didáctica. Y se conectó con las materias y temas que los maestros han de impartir cada trimestre.

Dos arqueólogos profesionales en colaboración con profesores y alumnos de la universidad dirigen los trabajos. Los niños y niñas, desde los 3 a los 11 años, participan en todas las labores propias de una investigación: buscan la información histórica, preparan la excavación arqueológica, estudian los materiales encontrados y registran los datos obtenidos utilizando las nuevas tecnologías.

Como apoyo se hacen varios talleres a lo largo del curso. Algunos tienen la intención de enseñar los pasos del método científico. Por ejemplo, estudiamos lo que nos dicen los huesos sobre la vida de una persona. Y analizamos los restos de animales para saber algo más sobre la ganadería antigua.

También nos atrevemos con talleres de arqueología experimental: aprendemos a hacer cerámica y hacemos el horno para cocerla.

La construcción de una cabaña con materiales tradicionales es una de las aventuras más divertida. Pisar barro mezclado con paja para poner en las paredes resulta fascinante para el alumnado. !Y es una gran experiencia para comprender los problemas cotidianos de las sociedades en la historia!

Trabajos de construcción de una cabaña neolítica. Técnica tradicional con madera de avellano y barro pisado con paja. Grupo de investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

Los vecinos también son protagonistas

Una de las apuestas más emocionantes es revitalizar el conocimiento local. Hacemos pan en un horno antiguo del pueblo y aprovechamos la ocasión para festejar el momento con música tradicional. Los cantares de Concha o Auristela nos transportan a otros tiempos, cuando reunirse en torno al fuego era la única actividad posible durante las noches de invierno.

Además, implicamos a la comunidad sanitaria para hablarnos de comida saludable mientras hacemos pan de forma tradicional.

Toda la comunidad se implica en el proceso de aprendizaje y colabora activamente con el alumnado. Así logramos un continuo trasvase de saberes.

Y el resultado final es un servicio a la comunidad. Los alumnos han diseñado una ruta turística por Balmonte en colaboración con el Ayuntamiento: “Las chalgas de los escolinos”. En este paseo por la villa se pueden ver señalizados los restos del antiguo monasterio reutilizados en las actuales casas de la localidad.

Los talleres favorecen la transferencia de conocimiento en el medio rural. El objetivo es despertar vocaciones científicas convirtiendo al alumnado en el protagonista de las distintas fases de la labor investigadora.

Taller de pan tradicional. Los alumnos hacen la masa para hacer su propio pan. Grupo de Investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

Revalorizar el papel de las humanidades

Pretendemos sacar la investigación de las aulas universitarias y llevarla al campo. Urge equilibrar las oportunidades de las niñas y niños rurales con los que se forman en la ciudad. Y es necesario que la universidad conecte con la sociedad rural.

Los investigadores no podemos limitarnos a dar conferencias o charlas divulgativas. Debemos trabajar activamente con la gente. Así, favorecemos que se identifiquen con nuestra investigación, que en realidad es la suya, ya que estudiamos su historia.

También revalorizamos el papel de las humanidades como ciencias que generan saber científico. Las actividades realizadas por el alumnado dan valor al conocimiento del pasado para comprender el presente. Y son una herramienta adecuada para plantear opciones de futuro.

La cultura científica no es solo desarrollo tecnológico. Las humanidades, y concretamente la historia, son un pilar básico que permite comprendernos como sociedad y plantear soluciones innovadoras para el futuro.

Nuestros objetivos: investigar para conocer. Y convertir el conocimiento histórico en una herramienta que permita activar un futuro con un medio rural vivo.

Fuente: https://theconversation.com/ciencia-en-la-aldea-los-ninos-que-ayudaron-a-descubrir-un-monasterio-medieval-130965

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Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, un recordatorio de que aún queda mucho por hacer

Por: Paulette Delgado

Con el objetivo de visibilizar la desigualdad y empoderar a las mujeres, la ONU proclamó el 11 de febrero como el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”.

 

Aunque cada vez más mujeres tienen acceso a una educación superior, esto no significa que se ha eliminado la brecha de género. Según el informe de la UNESCO, Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), sólo el 35 % de los estudiantes de carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres. Y de esas, el 3 % está en carreras en el ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación, otro 5 % en matemáticas y estadísticas y un 8% en manufactura y construcción.

El informe de la UNESCO también encontró que las mujeres abandonan su profesión a tasas mucho más altas que los hombres, aún después de graduarse y encontrar trabajo. Esto representa un desperdicio de inversión social, del esfuerzo en sus estudios y es un reflejo de los problemas estructurales al involucrar y retener a las mujeres en los campos STEM. Además, esto significa una pérdida de distintas perspectivas en diseño, código, innovación y desarrollo en las distintas áreas.

Parte del problema tiene que ver con perspectiva, según explica la UNESCO: El mundo está diseñado por y para los hombres. Cosas esenciales de uso diario como cinturones de seguridad, no toman en cuenta el tamaño de las mujeres. O en fuentes tan utilizadas hoy en día, como la Wikipedia, sólo el 17 % de los perfiles de editores son de mujeres. Estos son solo algunos ejemplos de la falta de perspectiva en el área.

¿Por qué es necesario que las niñas y mujeres se interesen en las áreas STEM?

Por muchos años, se ha estereotipado a las carreras STEM como profesiones para hombres y que el género masculino es mejor en ciencias y matemáticas. Este tipo de prejuicios afecta las aspiraciones de niñas y mujeres, quienes creen que son malas para estas materias, lo cual puede impactar su sentido de autosuficiencia y pertenencia, afectando su interés y aspiraciones.

Con el objetivo de visibilizar la desigualdad y empoderar a las mujeres, la ONU proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Parte de la importancia de esta fecha es su misión de acabar con estereotipos y visibilizar que las mujeres son igual de capaces que los hombres en todas las áreas del conocimiento. Entre más mujeres haya en campos de la ciencia y la tecnología, más niñas sentirán que pueden tener éxito en estas áreas y sentirse más motivadas por estudiar carreras STEM. Si desde temprana edad las niñas se involucran en actividades y temas de estas áreas, al igual que los niños, más probabilidad tendrán de romper con los estereotipos y confiar en que pueden destacar en las áreas STEM.

“Para estar a la altura de los desafíos del siglo XXI, necesitamos aprovechar todo nuestro potencial. Ese esfuerzo exige desmontar los estereotipos de género. En este Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, hemos de asumir el compromiso de poner fin al desequilibrio de género en esta disciplina”.

– António Guterres, Secretario General de la ONU

Otra razón por la cual es necesario romper con estos estereotipos, es que las mujeres puedan sentirse cómodas en profesiones que comúnmente han sido dominadas por hombres, como por ejemplo en el área de ingeniería en sistemas. En compañías como Google, sólo el 31.6 % de sus empleados son mujeres. Con el constante cambio e innovación que hay en el mundo, es necesario reafirmarle a las niñas que pueden convertirse en expertas en el área y llegar a trabajar en este tipo de empresas. A su vez, tener más mujeres en la fuerza laboral ayudará a que más niñas tengan mujeres que sirvan como modelos a seguir que las inspiren a ser como ellas.

Debido a que las áreas STEM implican desarrollar el pensamiento crítico, lógico, creativo y analítico para resolver problemas, enseñar a las niñas desarrollarse en esas áreas las ayudarán a mejorar sus habilidades en la resolución de conflictos. Además, de ser habilidades clave para recopilar información, así como abordar problemas desde distintas perspectivas y comunicar mejor sus ideas y conceptos.

Al tener más mujeres en los campos STEM, hay más perspectivas distintas, lo que puede resultar en más y mejores soluciones y un mejor futuro para todos. Aunado a eso, debido a que cada vez el mundo está innovando y buscando cómo satisfacer necesidades del mercado, se necesitan mujeres que desarrollen productos nuevos para ellas.

Necesitamos una nueva narrativa donde se cuenten historias positivas de mujeres en los campos STEM para brindarle a las niñas modelos a seguir. Es por eso que el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia es tan importante, porque visibiliza la brecha de género en el área y busca que cada vez más mujeres se interesen por las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Como demostró el estudio de la UNESCO, sólo 35 % de los estudiantes en campos STEM son mujeres. Y según el Proyecto Colaborativo Nacional de Niñas, las mujeres ocupan sólo un 28 % del mundo laboral en STEM. Hacer que se involucren desde pequeñas en estas áreas y promoviendo su interés en las ciencias no sólo les enseñarán habilidades esenciales para el mundo laboral, sino que también las preparará para la vida.

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Cinco proyectos científicos liderados por mujeres en nuestro país para celebrar su día

Por: abc.es.

Cada vez son más las que encabezan investigaciones punteras, acortando la brecha de género en el ámbito STEM

Las mujeres solo representan un 39% del total de investigadoras en España, y aunque hay paridad en el número de tesis que defienden hombres y mujeres, solo el 21 por ciento de estas llegan a ser catedráticas.

Con motivo de la celebración, este 11 de febrero, del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, recopilamos algunas de las investigaciones más punteras que están llevando a cabo mujeres de diversos ámbitos. Hacer llegar a las niñas estudiantes su ejemplo y trayectoria puede que sea la manera de terminar con la brecha de género en el ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

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  1. ¿Cómo degradar el plástico del mar?

    Cada año entran en el océano hasta 13 millones de toneladas métricas de plástico, un material que suele contener aditivos para mejorar las propiedades requeridas para su uso y hacerlo más resistente a la degradación. Consciente y preocupada por este hecho, Cristina Romera Castillo investiga en el CSIC (Instituto de Ciencias del Mar) nuevas formas de degradación del plástico marino. Su objetivo es estudiar las condiciones medioambientales que favorecen la migración de compuestos orgánicos de los microplásticos al mar, conocer sus efectos en los microorganismos marinos y qué bacterias son las que degradan el carbono liberado por el plástico.

    «De pequeña no tenía claro lo que quería ser, supongo que mi curiosidad fue lo que me llevó al camino de la ciencia», recordaba Cristina Romera cuando su proyecto fue premiado por la Fundación L’Oreal. Aunque antes de elegir su carrera dudó entre estudiar Bellas Artes o Ciencia, se decidió por esta última para poder dar respuesta a todas las preguntas sobre el origen de la vida que hacía a sus padres desde pequeña. Así, se licenció en Química en la Universidad de Jaén y se doctoró en Ciencias del Mar en el Instituto de Ciencias del Mar-CSIC en Barcelona. Estudió en la Universidad de Florida y Miami y en la de Viena.

    Gracias a sus investigaciones se podrán tomar medidas para paliar el problema del plástico, y como ella misma señala: «La divulgación que hacemos del tema hace que la sociedad esté informada y pueda tomar medidas a la hora de consumir y elegir a sus dirigentes». En este sentido, Cristina ha escrito artículos de divulgación para Naukas y da charlas para distintos colectivos. Su investigación también ha llegado a ser publicada en revistas como National Geographic: «Este ha sido un gran logro, ya que significa que mi trabajo es relevante y ha traspasado las barreras de la comunidad científica llegando a todos los públicos», comenta. Su sueño es contribuir a paliar los efectos nocivos de la acción del hombre en el medio ambiente. Y su ejemplo a seguir, la oceanógrafa Pepita Castellví, pionera en la participación española en investigación antártica y directora de la instalación de la Base Antártica Española.

Fuente de la reseña: https://www.abc.es/familia/mujeres/abci-internacional-mujer-y-nina-ciencia-cinco-proyectos-cientificos-liderados-mujeres-nuestro-pais-para-celebrar-202002110158_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fmail.google.com%2Fmail%2Fu%2F0%2F%3Ftab%3Drm

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Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, un recordatorio de que aún queda mucho por hacer

Por: .

Aunque cada vez más mujeres tienen acceso a una educación superior, esto no significa que se ha eliminado la brecha de género. Según el informe de la UNESCO, Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), sólo el 35 % de los estudiantes de carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres. Y de esas, el 3 % está en carreras en el ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación, otro 5 % en matemáticas y estadísticas y un 8% en manufactura y construcción.

El informe de la UNESCO también encontró que las mujeres abandonan su profesión a tasas mucho más altas que los hombres, aún después de graduarse y encontrar trabajo. Esto representa un desperdicio de inversión social, del esfuerzo en sus estudios y es un reflejo de los problemas estructurales al involucrar y retener a las mujeres en los campos STEM. Además, esto significa una pérdida de distintas perspectivas en diseño, código, innovación y desarrollo en las distintas áreas.

Parte del problema tiene que ver con perspectiva, según explica la UNESCO: El mundo está diseñado por y para los hombres. Cosas esenciales de uso diario como cinturones de seguridad, no toman en cuenta el tamaño de las mujeres. O en fuentes tan utilizadas hoy en día, como la Wikipedia, sólo el 17 % de los perfiles de editores son de mujeres. Estos son solo algunos ejemplos de la falta de perspectiva en el área.

¿Por qué es necesario que las niñas y mujeres se interesen en las áreas STEM?

Por muchos años, se ha estereotipado a las carreras STEM como profesiones para hombres y que el género masculino es mejor en ciencias y matemáticas. Este tipo de prejuicios afecta las aspiraciones de niñas y mujeres, quienes creen que son malas para estas materias, lo cual puede impactar su sentido de autosuficiencia y pertenencia, afectando su interés y aspiraciones.

Con el objetivo de visibilizar la desigualdad y empoderar a las mujeres, la ONU proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Parte de la importancia de esta fecha es su misión de acabar con estereotipos y visibilizar que las mujeres son igual de capaces que los hombres en todas las áreas del conocimiento. Entre más mujeres haya en campos de la ciencia y la tecnología, más niñas sentirán que pueden tener éxito en estas áreas y sentirse más motivadas por estudiar carreras STEM. Si desde temprana edad las niñas se involucran en actividades y temas de estas áreas, al igual que los niños, más probabilidad tendrán de romper con los estereotipos y confiar en que pueden destacar en las áreas STEM.

“Para estar a la altura de los desafíos del siglo XXI, necesitamos aprovechar todo nuestro potencial. Ese esfuerzo exige desmontar los estereotipos de género. En este Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, hemos de asumir el compromiso de poner fin al desequilibrio de género en esta disciplina”.

– António Guterres, Secretario General de la ONU

Otra razón por la cual es necesario romper con estos estereotipos, es que las mujeres puedan sentirse cómodas en profesiones que comúnmente han sido dominadas por hombres, como por ejemplo en el área de ingeniería en sistemas. En compañías como Google, sólo el 31.6 % de sus empleados son mujeres. Con el constante cambio e innovación que hay en el mundo, es necesario reafirmarle a las niñas que pueden convertirse en expertas en el área y llegar a trabajar en este tipo de empresas. A su vez, tener más mujeres en la fuerza laboral ayudará a que más niñas tengan mujeres que sirvan como modelos a seguir que las inspiren a ser como ellas.

Debido a que las áreas STEM implican desarrollar el pensamiento crítico, lógico, creativo y analítico para resolver problemas, enseñar a las niñas desarrollarse en esas áreas las ayudarán a mejorar sus habilidades en la resolución de conflictos. Además, de ser habilidades clave para recopilar información, así como abordar problemas desde distintas perspectivas y comunicar mejor sus ideas y conceptos.

Al tener más mujeres en los campos STEM, hay más perspectivas distintas, lo que puede resultar en más y mejores soluciones y un mejor futuro para todos. Aunado a eso, debido a que cada vez el mundo está innovando y buscando cómo satisfacer necesidades del mercado, se necesitan mujeres que desarrollen productos nuevos para ellas.

Necesitamos una nueva narrativa donde se cuenten historias positivas de mujeres en los campos STEM para brindarle a las niñas modelos a seguir. Es por eso que el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia es tan importante, porque visibiliza la brecha de género en el área y busca que cada vez más mujeres se interesen por las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Como demostró el estudio de la UNESCO, sólo 35 % de los estudiantes en campos STEM son mujeres. Y según el Proyecto Colaborativo Nacional de Niñas, las mujeres ocupan sólo un 28 % del mundo laboral en STEM. Hacer que se involucren desde pequeñas en estas áreas y promoviendo su interés en las ciencias no sólo les enseñarán habilidades esenciales para el mundo laboral, sino que también las preparará para la vida.

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5 películas para celebrar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Por: Educación 3.0. 

La historia está llena de mujeres cuyas aportaciones han sido clave para los grandes avances del mundo científico. Las protagonistas de estas producciones son ejemplos ideales para fomentar la vocación científica entre las estudiantes más jóvenes.

El 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para apoyar a la mujer y niña en el ámbito científico-tecnológico y promover su acceso a la educación e investigación. Con motivo de ello, hemos seleccionado películas protagonizadas por mujeres científicas que dan visibilidad a la labor de la mujer en esta disciplina.

Figuras ocultas

Figuras ocultas

Su argumento combina la lucha por los derechos civiles de los ciudadanos de color en EEUU, durante la década de los años 60, y el trabajo no reconocido de tres científicas afroamericanas: Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. En concreto, relata cómo ayudó su trabajo en el proyecto de la NASA de poner en órbita al astronauta John Glenn: una misión espacial con la que EE. UU. ganó la partida a la URSS en la Guerra Fría.

  • Director: Theodore Melfi
  • Año: 2016
  • Duración: 127 minutos

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Radioactive

Radioactive película

Cuenta la vida de Marie Curie, primera mujer ganadora de un Premio Nobel de Ciencia. Refleja toda la trayectoria científica de Curie desde que decide estudiar física hasta su gran descubrimiento: el radio. Muestra la perseverancia de Marie en una comunidad científica estrictamente masculina rodeada de prejuicios.

  • Directora: Marjane Satrapi
  • Año: 2019
  • Duración: 103 minutos

La doctora de Brest

La doctora de Brest

Está basada en la historia real de Irène Franchon, neumóloga en Brest (Francia), que se hizo mundialmente conocida en 2010 por luchar contra la industria sanitaria y farmacéutica francesa al destapar un escándalo en torno a un medicamento  subvencionado por la seguridad social del país que estuvo 30 años en el mercado y acabó con la vida de 500 personas.

  • Directora: Emmanuele Bercot
  • Año: 2016
  • Duración: 128 minutos

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Ágora

Ágora película

Ganadora de siete ‘Premios Goya’, está ambientada en la Alejandría (Egipto) del siglo IV , cuando la ciudad se encontraba bajo el poder del Imperio Romano. Está protagonizada por Hipatia, una matemática, filósofa y astrónoma que tuvo que luchar por guardar todo el conocimiento y sabiduría de la legendaria Biblioteca de Alejandría durante las revueltas religiosas. La película expone su pasión por la ciencia: se empeña en resolver el enigma astronómico que plantean los planetas errantes y se emociona ante los textos científicos.

  • Director: Alejandro Amenábar
  • Año: 2009
  • Duración: 141 minutos

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Gravity

Gravity película

La doctora Ryan Stone es una brillante ingeniera médica encargada de acompañar al astronauta Matt Kowalsky en su primera expedición a bordo de un cohete espacial. Ambos sufren un accidente y quedan flotando en el espacio, completamente solos, e intentarán por todos los medios buscar una solución para volver a la Tierra. Fue reconocida con siete premios ‘Oscar’ y un ‘Globo de Oro’.

Fuente de la reseña: https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/peliculas-para-celebrar-el-dia-internacional-de-la-mujer-y-la-nina-en-la-ciencia/

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España: Conoce 4 tecnologías educativas innovadoras de los Bett Awards 2020

Redacción: Educa Web

La plataforma Fiction Express que fomenta la lectura entre el alumnado a través de la participación es la única iniciativa española que obtiene uno de los prestigiosos galardones que premian las mejores TIC educativas a nivel mundial.

La plataforma Fiction Express, que promueve la lectura del alumnado a través de su participación en la creación de libros de forma interactiva, ha sido la única tecnología educativa española que ha ganado uno de los prestigiosos Bett Awards 2020, que anualmente premia las mejores soluciones tecnológicas al servicio de la educación que se desarrollan a nivel mundial.

Entre los premiados en estos galardones destacan también algunas plataformas tecnológicas disponibles en España, tales como Mel Science, una iniciativa que ofrece clases de Química basadas en realidad virtual a través de una aplicación; o Encounter Edu, que proporciona las lecciones sobre expediciones científicas en tiempo real, para concienciar al alumnado sobre problemas globales como el cambio climático y la contaminación ambiental.

Los Bett Awards 2020 se han entregado recientemente en Londres en el marco de la mayor feria de EdTech a nivel mundial, el Bett Show 2020, que ha reunido a más de 800 empresas y 103 start-ups relacionadas con las TIC educativas. Durante la entrega de premios se otorgaron un total de 20 galardones.

Descubre a continuación cuatro plataformas tecnológicas premiadas en los Bett Awards 2020 a las que se puede acceder en España…

1. Fiction Express

Fiction Express es la única plataforma educativa española que ha sido premiada en los Bett Awards. Se trata de una iniciativa que se propone mejorar la competencia lectora del alumnado de 10 a 17 años.

Esta plataforma de lectura interactiva fomenta los hábitos lectores de los estudiantes «a través del poder de la participación y de la creación conjunta entre autores y lectores, fomentando el diálogo creativo entre ellos», explica a Educaweb Cristina Puig, fundadora de esta tecnología educativa. «Desarrollamos recursos de lectura innovadores y gamificados que mejoran sus niveles de comprensión lectora y sus resultados», añade.

La metodología de esta tecnología consta de dos partesla primera es la participación, ya que el alumnado lee un determinado libro, vota sobre cómo desea que continúe la historia y espera al siguiente capítulo para conocer el resultado de las votaciones de todos los estudiantes que están leyendo y votando con ellos. «Con eso conseguimos que quieran leer para saber cómo sigue la historia», indica Puig.

El segundo bloque de la metodología lo constituyen las herramientas pedagógicas que ayudan al alumnado a mejorar y a aprender y que constan de un cuestionario online de preguntas de comprensión lectora y recursos multidisciplinares para poder sacar el mayor partido al contenido del libro.

Actualmente, unos 120.000 estudiantes en 20 países de Europa, Asia y Latinoamérica ya utilizan la plataforma en inglés y desde septiembre también está disponible en español con la variante de América Latina y catalán.

Cada año se incorporan 18 libros nuevos por cada idioma trabajado en la biblioteca de la plataforma, en la que ya existen 110 publicaciones. «Por el momento, los libros solamente están disponibles en la plataforma, pero a medio plazo estamos trabajando en un modelo de impresión bajo demanda», explica Puig.

2. Encounter Edu

Encounter Edu ha obtenido el premio Bett en la categoría de Contenido Digital Gratuito o Recursos Educativos Abiertos (Free Digital Content or Open Educational Resources). Se trata de una plataforma educativa gratuita que vincula a los centros educativos con los problemas globales del planeta a través de lecciones en vivo y programas de educación a medida diseñados para involucrar e inspirar al alumnado de 5 a 16 años.

Esta iniciativa ofrece transmisiones en vivo de expediciones científicas alrededor del mundo y la oportunidad de que los estudiantes puedan interactuar con los investigadores y las investigadoras que las llevan a cabo. Asimismo, ofrece recursos didácticos gratuitos en diferentes formatos, actividades STEAM y cursos online para el desarrollo profesional de los docentes.

Además de acercar el mundo de las expediciones científicas a las aulas, esta plataforma contribuye a crear conciencia sobre temas globales como el cambio climático, el daño del ecosistema marino, la contaminación del mar, etc.

Encounter Edu lleva una década ofreciendo a docentes y alumnado de 96 países sus lecciones en vivo mediante un sistema de reserva, al que se puede acceder de forma gratuita.

3. MEL Science

Con el propósito de hacer que la educación científica sea fácil, interesante y atractiva, la plataforma interactiva británica Mel Science proporciona tanto a escuelas como familias recursos educativos de Química basados en la experimentación y la realidad virtual para niños y niñas de 9 a 14 años interesados en la Ciencia.

Esta plataforma tecnológica creada en 2015 proporciona a sus suscriptores juegos interactivos y recursos físicos de Química que, con ayuda de una aplicación de realidad virtual, permite a los estudiantes realizar todo tipo de experimentos de forma interactiva y sumergiéndose en el mundo de los átomos y las moléculas.

Actualmente  Mel Science ofrece 38 conjuntos de experimentos y está disponible en más de 35 países, entre ellos España. La compañía ha ganado el premio Bett Award al Innovador del Año (Innovator of the Year).

4. Twin Science and Robotics – Twin Science Kits

Se trata de un juego de codificación y robótica compuesto de módulos electrónicos que se conectan magnéticamente para que los niños y las niñas aprendan a construir robots y sepan cómo funcionan realmente los dispositivos tecnológicos, que pueden parecer complicados.

A través de esta tecnología, los alumnos y las alumnas pueden crear fácilmente robots y automóviles autónomos, lo que contribuye a desarrollar su creatividad y fomentar la innovación, según sus creadores.

Twin Science ha ganado el premio Bett Award en la categoría de Soluciones para Necesidades Educativas Especiales (Special Educational Needs Solutions) porque los Twin Science Kits están diseñados para que los alumnos y alumnas con discapacidad visual o ceguera también puedan utilizarlos.

Fuente: https://www.educaweb.com/noticia/2020/01/28/conoce-4-tecnologias-educativas-innovadoras-bett-awards-2020-19061/

 

Fuente de la imagen: https://www.google.com/search?q=ciencia+y+tecnolog%C3%ADa&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiJtJr036bnAhXStlkKHfNbAsgQ_AUoAXoECBIQAw&biw=1024&bih=489#imgrc=m3BZSaxr0pC9wM:

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Un clima enrarecido: ciencia y política del calentamiento global

Por: Manuel Arias Maldonado

Recurrir al discurso apocalíptico o usar el calentamiento global para resucitar viejas pasiones ideológicas puede alimentar la polarización y el extremismo político. El peligro es alienar a una parte de la ciudadanía y debilitar la base científica del debate público.

Ahora que los medios de comunicación han aumentado su cobertura de los fenómenos climáticos, recurriendo con ello al sensacionalismo que les es inherente, resulta habitual encontrarse una anotación que informa de los precedentes del suceso meteorológico en cuestión. Así, por ejemplo, las inundaciones que anegaron las calles de Venecia el pasado otoño fueron “las más graves desde 1966”. Esta contextualización lleva siempre a algún lector a preguntarse qué hay entonces de novedoso en el calentamiento global: si lo que pasa ahora ya pasó, entonces ¿por qué habríamos de abrazar la idea de que nos enfrentamos a una “emergencia climática” que requiere de la urgente y radical transformación de nuestras sociedades?

Se trata de un interrogante legítimo. Al menos si tenemos en cuenta que se demanda del ciudadano que deje su coche en el garaje, abandone el consumo de carne, renuncie a los viajes en avión y se piense mucho si tener o no descendencia. Semejante maximalismo es menos un efecto directo de los hallazgos científicos que una estrategia comunicativa de los actores políticos y sociales: quien pide lo más, parece razonarse, puede conseguir lo menos. Cabría así pensar que los movimientos que llaman a evitar la desaparición de la especie hacen un flaco favor a la ciencia del clima: esta no ha dicho en ninguna parte que el ser humano vaya a extinguirse por efecto del calentamiento global. Sin embargo, los planteamientos moderados no reciben ninguna atención o solo la reciben una vez que el radicalismo se ha abierto hueco a codazos en la esfera pública. Y aquí reside la paradoja de la ciencia climática, que se hace visible gracias a un activismo político que por el camino desnaturaliza sus contenidos al exagerar sus implicaciones.

Se ha sugerido que el escepticismo de una parte del público responde a factores políticos y comunicativos. Por un lado, la industria energética y los think tanks conservadores habrían lanzado una ofensiva pública contra la ciencia del clima que se apoya en las tesis posmodernas sobre la construcción social de la ciencia y la imposibilidad de discernir la verdad objetiva de las cosas. Por su parte, los medios de comunicación habrían prestigiado el negacionismo –convirtiéndolo en escepticismo– al proporcionarle un espacio informativo que no guarda equivalencia con su escasa relevancia en el mundo académico e investigador. Se habría creado así la falsa impresión de que la ciencia climática es débil o se encuentra dividida a partes iguales entre defensores y detractores de la teoría del cambio climático antropogénico. Y no es el caso: la gran mayoría de los investigadores del clima sostienen la hipótesis de que el clima terrestre se ha calentado debido a la acción humana. No es una cuestión de fe, sino de evidencia disponible.

¿O sí lo es? Es aquí donde tropezamos con una dificultad epistémica que se refiere a la naturaleza misma del empeño científico y a su relación con la realidad: ¿cómo sabemos lo que sabemos acerca del mundo y qué grado de certidumbre posee ese conocimiento? La dificultad se ve agravada en el caso de la ciencia del clima, pues su objeto solo existe gracias al funcionamiento de una densa red de satélites, modelos informáticos y estaciones meteorológicas. Esta “vasta maquinaria” –como la llama el historiador Paul Edwards– proporciona los datos necesarios para generar las simulaciones que nos permiten conocer el funcionamiento del clima terrestre: sin modelos no hay datos. Para los escépticos, esto no es ciencia tradicional sino una novedad disciplinar todavía en su fase infantil. Pero es conveniente distinguir: una cosa es la medición y observación del sistema climático global, que solo puede realizarse mediante herramientas de esta índole, y otra bien distinta la producción de escenarios de futuro mediante el procesamiento de los datos así compilados. Y ningún científico digno de tal nombre negará que la predicción del comportamiento futuro del clima está afectada por un conjunto nada despreciable de incertidumbres. Así que el problema radica en las prescripciones morales o políticas que se deducen de tales escenarios de futuro.

Se nos plantean aquí dos preguntas de raigambre kantiana: ¿qué puedo saber? y ¿qué debo hacer? O sea: ¿qué relación ha de establecerse entre lo que puedo saber y lo que debo hacer? Dicho todavía de otra manera: ¿qué tipo de conocimiento científico sobre el clima es posible alcanzar y qué prescripciones normativas pueden derivarse del mismo? Son cuestiones distintas: la ciencia aspira a un conocimiento objetivo de la realidad y la reflexión normativa quiere proveernos de razones para actuar de un modo u otro. El dibujo se complica cuando introducimos la política, pues esta se encarga de elegir cursos de acción colectivos que a todos obligan con independencia de sus convicciones morales y sin que pueda trazarse una línea recta entre descripciones científicas y decisiones políticas. Es tarea de la ciencia informar a los decisores políticos y es obligación de estos atender a lo que dice la ciencia, pero ninguna debe ocupar el lugar de la otra: la política no es una ciencia y la ciencia no debería hacer política.

A la pregunta de qué puedo saber cabe responder diciendo que el método científico garantiza la posibilidad de generar un conocimiento robusto del mundo natural. Medir la temperatura del planeta o estudiar el funcionamiento del ciclo de carbono genera resultados –en forma de datos o teorías– que no pueden reducirse a la condición de “constructos humanos”. Son, por supuesto, representaciones: ¿cómo podrían dejar de serlo? Pero no se trata de fantasías colectivas; se refieren a un mundo que está “ahí fuera”. Ya que, por decirlo de nuevo con Kant, la experiencia humana del objeto no es la misma cosa que el objeto: el objeto existe y podemos acceder a él de manera imperfecta, esto es, del modo en que nos lo permiten nuestras herramientas perceptivas. Y esto vale, mutatis mutandis, para la mesa en la que escribo y para el clima planetario.

Ni qué decir tiene que se trata de un asunto controvertido. En las últimas décadas, la sociología del conocimiento científico se ha esforzado por combatir la simplificación que nos presentaba la ciencia como una actividad libre de sesgos ideológicos o influencias sociales y dedicada heroicamente a alcanzar una verdad indisputable sobre el mundo natural. Pero no son pocos los que temen que semejante énfasis en la dimensión sociocultural de la ciencia la prive de sus privilegios epistémicos: si redujéramos la ciencia a la condición de un discurso que no vale más que otros, ¿no nos quedaríamos a oscuras? Igual que hizo la industria del tabaco en su momento, el negacionismo climático se apoya en esta caracterización para rechazar que las tesis sobre el calentamiento global puedan ser “objetivas”.

Sucede que puede defenderse una concepción de la ciencia que evite las trampas del esencialismo sin renunciar por ello a la idea de que existe una realidad independiente del ser humano y cognoscible por él. Ahí se sitúa el “realismo modesto” del filósofo Philip Kitcher, que acepta la premisa de que no hay certezas absolutas y concluye que las verdades científicas solo pueden sostenerse si se asume que podrían ser sustituidas por otras en el futuro. ¡No hay teorías “verdaderas”, sino teorías que no han podido ser refutadas! En una línea similar, el también filósofo Ilkka Niiniluoto ha defendido un “realismo crítico” que admite la falibilidad de las teorías científicas y sin embargo subraya que las teorías exitosas están más cerca de la verdad. Esto quizá nos parezca poco, pero es mucho. Porque mientras se mantengan en vigor estas teorías nos proporcionan un conocimiento del mundo que puede ser validado sin que los juicios de valor hayan de jugar forzosamente un papel en el correspondiente proceso de descubrimiento.

Nada de esto elimina la cualidad social de la ciencia: el laboratorio no es un lugar sellado. Es así necesario tener presente que los hechos científicos llegan hasta nosotros atravesando un proceso de filtrado en el que los valores de los científicos desempeñan un papel. Y es que no todos los elementos del “mundo exterior” reciben la misma atención por parte de la ciencia: unos concentran recursos y otros se dejan a un lado. Esto sucede por razones diversas que van desde las prioridades presupuestarias a las tradiciones epistémicas o los intereses personales de los investigadores. Pese a lo cual, la idiosincrasia del método científico permite abrazar un realismo modesto: hemos de confiar en la capacidad del sistema investigador para producir conocimiento válido sobre el mundo. De ser posible, sin convertir esa confianza en una fe religiosa o una ideología secular.

Podemos diferenciar entre distintos tipos de afirmaciones científicas sobre el mundo natural, incluido el sistema climático. De una parte están las afirmaciones factuales que derivan de observaciones, mediciones o comparaciones: cuál es la temperatura media en un periodo dado, cuánto CO2 absorben los océanos, qué masa forestal contiene el planeta. De otra, las teorías científicas sobre el funcionamiento de un sistema natural y su interacción con los demás. Tales teorías pueden ser hipótesis pendientes de validación o convertirse en teorías validadas por la comunidad científica. Hay que hacer notar que estas distinciones son aplicables también a la ciencia social empírica, que también realiza afirmaciones factuales y produce asimismo teorías e hipótesis. Son los teóricos políticos y demás investigadores normativos los que no pueden “validar” sus argumentos a la manera de la ciencia positiva. Su contribución consiste en ofrecer explicaciones acerca de la índole de las relaciones socionaturales y reflexionar acerca de su significado, así como discernir las prescripciones que de ahí puedan extraerse.

Desde este punto de vista, la hipótesis del cambio climático antropogénico es ya una teoría robusta que cuenta con suficiente consenso científico tras un largo proceso de validación. Pero es evidente que el debate sobre lo que debamos hacer estará condicionado no por lo que sabemos, sino por lo que creamos saber sobre el calentamiento global. ¡No es lo mismo! Y en este punto será fácil que sustituyamos el modesto realismo por la arrogancia tajante, perdiendo de vista la diferencia entre observaciones y prospecciones. No digamos ya si entran en juego el conflicto ideológico, la persuasión democrática de masas o la complejidad geopolítica: la prudencia del científico se verá así progresivamente reemplazada por el desafuero del activista o el oportunismo del actor político. Esto no tiene por qué ser negativo, pero puede serlo.

No debe olvidarse tampoco que los propios científicos también operan en la esfera pública, realizando afirmaciones normativas –sobre lo que debemos hacer– reforzadas por el prestigio social de la ciencia. Y no puede negárseles la facultad de intervenir en el debate, pues nadie tiene el monopolio de los mandatos morales o las soluciones políticas. Pero, dado que los científicos no pueden imponer las interpretaciones de sus propios hallazgos, lo deseable será que se limiten a formular alternativas de política pública o comuniquen al público los riesgos que se derivan de sus observaciones. Por su parte, ni los científicos sociales ni los ciudadanos deberían discutir teorías científicas validadas como si fueran meras opiniones o discursos, a riesgo de terminar subordinando los hechos a la ideología y generar con ello una política de la posverdad que nos priva de cualquier suelo firme. Aunque siempre se podrá cuestionar a un científico recurriendo a lo que dice otro, distinguiendo, si es posible, entre la solidez relativa de las afirmaciones de cada uno de ellos.

Va quedando así claro que la relación entre lo que puedo saber y lo que debo hacer está plagada de ambigüedades. En primer lugar, porque no podemos saberlo todo: la constatación de que se ha producido un calentamiento global de origen antropogénico no nos dice todo lo que querríamos saber sobre el funcionamiento del clima ni despeja la incertidumbre acerca de su evolución ulterior. Disponer de simulaciones informáticas que describen posibles escenarios de futuro, herramienta habitual del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, puede hacernos perder de vista que su precisión es limitada. Los modelos describen posibilidades más que probabilidades, incluyendo a menudo hipótesis sin validar; pensemos en el papel de las nubes o en la imposibilidad de saber de qué manera se comportará el trópico si la temperatura sigue aumentando. No en vano, la ciencia climática se inscribe en lo que Funtowicz y Ravetz denominan “ciencia posnormal”, que es aquella que se enfrenta a problemas endiablados en los que la interacción socionatural juega un papel decisivo y se reclaman decisiones urgentes en presencia de escenarios inciertos.

Pero si la incertidumbre es inevitable, ¿no habrá que tenerla en cuenta cuando discutamos acerca de lo que debemos hacer? Sería lo deseable. Eso no implica que hayamos de descartar las peores consecuencias del calentamiento global; basta con que no las demos por ciertas. Sin embargo, la clave del asunto estriba en que no existe una relación unívoca entre lo que podemos saber y lo que debemos hacer. Y ello por la sencilla razón de que los hechos observables (en este caso, el calentamiento antropogénico) nunca determinan sus propias consecuencias morales o políticas. Tal como ha sugerido Bruno Latour, hay descripciones científicas que nos impelen a actuar políticamente: incorporan un mandato práctico debido a la índole de lo que comunican. De ahí que los negacionistas pongan tanto empeño en desacreditar el hecho del calentamiento o nieguen su vínculo con la actividad humana: reconocida esa relación de causalidad, la pasividad es inconcebible.

Ahora bien: que los hallazgos científicos sobre el calentamiento global nos obliguen a hacer algo no nos dice qué debemos hacer. Para ser más precisos: si deseamos evitar el riesgo de desestabilización del sistema climático, habremos de reducir la cantidad de CO2 que se concentra en la atmósfera. Lo que pasa es que la ciencia no nos dice a qué ritmo debe realizarse esa reducción ni por qué medios: se trata de un objetivo general que puede alcanzarse de distintas maneras. Así que quien recurre al discurso apocalíptico con propósitos movilizadores o utiliza el calentamiento global para reverdecer viejas pasiones ideológicas se arriesga –quizá a sabiendas– a incrementar la polarización y el extremismo, alienando a una parte de la ciudadanía y debilitando la base científica del debate público. Tal vez no sepamos hacerlo mejor: la razón humana, como demuestra el culto mesiánico a Greta Thunberg, también conoce desbordamientos frecuentes. Pero bien podríamos intentarlo. ~

Fuente: https://www.letraslibres.com/mexico/revista/un-clima-enrarecido-ciencia-y-politica-del-calentamiento-global

 

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