En un año la pandemia desnudó la crisis capitalista y las desigualdades

Por: Aram Aharonian 

Ya ha transcurrido un año desde el comienzo de la crisis y, lamentablemente, todavía no tenemos un plan de acción mundial. Hace ya un año que vivimos en una pandemia, que colocó en el centro todo aquello que hasta entonces estaba en la periferia y visibilizó el vínculo umbilical entre la crisis capitalista y la socioecológica, los supuestos modelos de desarrollo y la salud, dejando a la intemperie las enormes desigualdades sociales entre personas y entre países.

La pandemia del COVID-19 es incomparable con otras: sabemos que cambiará el mundo, pero no tenemos certezas cómo ni hacia dónde. En esta pandemia de incertidumbres, famosos filósofos como Slavoj Zizek, Byung-Chul Han o Giorgio Agamben arriesgaron predicciones que variaban entre el fin del capitalismo, variopintas teorías conspirativas y futuros sombríos de más aislamiento e individualismo.

Todas estas predicciones tienen algo en común: carecen de evidencias. Seguramente no haya un modelo único de sociedad para después de la peste y, entonces, lo que harían falta son pensamientos serios y fundados con perspectiva histórica y social. Porque no cabe duda de que el mundo será muy distinto y los problemas fundamentales serán el desempleo, el hambre y la necesidad de alimentar a millones y millones en todo el orbe.

Pero sin ideas ni imaginación responsable y rigurosa es imposible pensar soluciones progresistas que permitan construir sociedades más equitativas y mejor preparadas para combatir no solo epidemias sino otros problemas, con especial atención a los más necesitados y urgidos en un mundo instalado en la derecha y con fuertes tendencias irracionalistas y autoritarias, con destellos xenófobos y discriminatorios..

En lo que respecta a nuestra América Lapobre, la debacle económica amenaza con terminar de hundir los avances conseguidos y también el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, más que necesarias en épocas de crisis económica, social, sanitaria, ambiental, máxime cuando dos técnicos del Fondo Monetario Internacional presagian el apocalipsis para mediados del año próximo.

Entonces,  cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica, el mundo, de repente, se enciende: hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas, señalan Philip Barrett y Sophia Chen,  en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021).

Allí señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”. Lo dice el FMI: Amén

Pandemia de obviedades

La pandemia nos ha llenado de obviedades. La primera lección que debemos aprender es que debemos invertir más en nuestros sistemas de salud pública, sobre todo después del escándalo de los negociados de las trasnacionales farmacéuticas  y el acaparamiento de las vacunas por los países más ricos, que parecen no tener en su vocabulario la palabra solidaridad o creen que ésta sólo se trata de un sindicato polaco anticomunista.

La segunda, es que aunque todos los seres humanos somos huéspedes potenciales del virus, éste no es democrático en dos aspectos fundamentales, ya que supone un mayor riesgo para algunas personas y  sus impactos económicos no se sentirán por igual en todas las partes del mundo, recayendo sobre todo sobre los países en desarrollo.

La crisis ha demostrado el grave peligro que supone el ocaso del multilateralismo y la desunión mundial. Se han perdido muchas vidas debido a la incapacidad de los líderes mundiales -y de cada país- para trabajar juntos. Quedó al desnudo lo fracturado que está el sistema internacional y reveló lo peligrosa que es esta situación.

¿Será que la naturaleza está poniendo a prueba nuestro sistema de respuesta global para ver cómo podríamos manejar algo mucho peor en el futuro?, se preguntan algunos románticos. La forma en que hemos manejado la pandemia nos quita esperanza de que estemos capacitados, de que podamos manejar algo un poco más complicado como el cambio climático o el aumento de la influencia de la inteligencia artificial.

Los optimistas esperan que la pandemia haya servido como campana de atención para la humanidad. Hay un nacionalismo mal entendido y difundido: el nacionalismo significa cuidar a tus compatriotas; no odiar a los extranjeros. Si todos los países cooperaran existe la posibilidad de que la covid-19 sea la última gran pandemia de la historia. Si…

En el centro de la pandemia

América Latina, que suma apenas un ocho por ciento de la población mundial, se convirtió en el epicentro de la pandemia, con más muertes en el mundo. Y, paralelamente se fue produciendo una relegitimación o retoro a un Estado fuerte, pese a gobiernos neoliberales. Este retorno demuestra también –y paralelamente- un repliegue hacia agendas nacionales y no regionales o multilaterales.

El Covid-19 provocará el cierre de 2,7 millones de empresas en América Latina y el Caribe, y la pérdida de unos 8,5 millones de puestos de trabajo, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La pandemia magnificó los problemas estructurales que arrastraba la región y el choque del distanciamiento y cierre de actividades se comió siete años de avances regionales en materia de desarrollo social.

El regreso a las clases presenciales de escolares y liceales en varias de nuestras capitales estuvo tensionado por muchísimas dudas y una única certeza: nada es igual que antes. Las formas de convivir entre niños, familias y docentes se redefinen día a día, y cambian de escuela en escuela. ¿Cómo se aprende y se enseña cuando el futuro a corto plazo no ofrece garantías? Problemas edilicios, malabares pedagógicos, reencuentros, expectativas y nuevas formas de vincularse a la distancia

En general, ante la pandemia, nuestros Estados apostaron a intervenir a través de políticas públicas sanitarias, económicas y sociales, pero la pandemia desnudó las limitaciones estructurales y coyunturales. El covid-19 puso en el centro los debates sobre las urgencias de una transición económica, ecológica y social, que trascendió de los planteos de activistas e intelectuales –incluso algunos de ellos elaborados años atrás- a la agenda pública.

Y las reuniones por internet promovieron debates y manifiestos de científicos, intelectuales y académicos, que abarcaban desde el cambio climático y una agenda verde, hasta una renta básica universal y la condonación de la deuda externa de los países pobres.

Desde la academia se insiste en que la pandemia generó cambios importantes en la conciencia colectiva en América Latina y la expansión de un ambientalismo popular en varios países. Pero lo cierto es que el virus acentuó aún más las desigualdades sociales y territoriales existentes y dejó un cóctel explosivo, con ingredientes como el hacinamiento y la falta de acceso a la salud, la insuficiencia de la estructura sanitaria, el desempleo,  la informalidad, la brecha de género, la pobreza creciente.

Este año de pandemia nos ha llenado de metáforas y conceptos con los que tratamos  de catalogarla,  pero siempre conservado el lenguaje político de la metáfora bélica, la alusión a la guerra contra el virus, que sirvió para ocultar y desdibujar las causas estructurales de la crisis, apuntando sólo a los síntomas, con lo que se esperaba lograr la cohesión social frente al daño, ante un enemigo invisible y desconocido.

Mientras seguimos con el barbijo puesto y el temor (¿o terror?) en nuestros corazones, la pandemia marcó un repliegue generalizado a las agendas nacionales, relegando o poniendo en discusión el valor del  multilateralismo y los liderazgos mundiales, debido a la realidad comprobada de la falta de estrategias cooperativas e internacionalistas.

En el último año, en plena emergencia, la paralización de las actividades económicas se tradujo en una reducción de 7% de la emisión de gases de efecto invernadero, a pesar de que el neoextractivismo no cesó sino que se aceleró como apuesta de los gobiernos a la exportación agrícola y minera en busca de divisas que apuntalaran una reactivación económica en esta etapa que algún publicista vende como “la nueva normalidad”.

La crisis produjo estallidos sociales en varios países de la región, pero no cayó ningún gobierno. Los que pagaron los desastres de sus gobiernos fueron los ministros de salud, cargo que se convirtió como el más inestable desde la aparición de la covid-19 hace ya más de un año. Perú, Ecuador, Bolivia y República Dominicana han cambiado de titular de la cartera de Salud al menos tres veces en los últimos de doce meses. En Argentina y Perú, la vacunación con privilegios tumbó a los ministros.

Desde el 26 de febrero de 2020, cuando se registró el primer caso de coronavirus en Latinoamérica, una veintena de ministros de sanidad –que habían ganado gran capacidad de gasto y por ende poder político- han debido abandonar sus cargos. Las causas, desde divergencias políticas hasta fallos estratégicos, desde corrupción en la compra de insumos y medicinas hasta en el proceso de distribución y aplicación de las vacunas

Había una vez algo llamado trabajo

Millones y millones de personas sin trabajo en todo el mundo. Gente que muere de hambre, que mendiga, más delitos, más violencia, esperanzas rotas y sueños destrozados. Más de cien millones de personas se verán ahogados en  la pobreza extrema, informa el Banco Mundial. Otra década perdida para América Latina, y van…

Según un informe de la CEPAL sobre el rol de las cuidadoras durante la pandemia, la misma en Latinoamérica dejará a 118 millones de mujeres viviendo en la pobreza, lo que implica un 22% más que en 2019. En este mismo informe se detalla que 15,2% de las mujeres quedaran desempleadas, seis puntos más que en 2019.

Alrededor de 13 millones de mujeres en nuestra región vieron desaparecer sus empleos o limitarse su desarrollo laboral por la pandemia de Covid-19, que exarcebó las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Dos mil millones de personas, más del 61 por ciento de la población empleada en el mundo, se ganan la vida en la economía informal sin acceso al diálogo social; el 58 por ciento de las mujeres y el 63 por ciento de los hombres del mundo trabajan en la economía informal.

Aquí también las mujeres, tienen muchas más probabilidades que los hombres de pertenecer a los segmentos más vulnerables de la economía informal como trabajadores domésticos, trabajadores a domicilio o trabajadores familiares auxiliares, lo que significa que tienen poca o ninguna protección contra el despido y poco acceso a la protección social, incluida la licencia de enfermedad remunerada.

La pandemia ha puesto de manifiesto amplias deficiencias y desigualdades en el mundo del trabajo, y las ha acentuado. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del sector informal, que se encontraban en una situación muy desfavorable antes de que comenzara la crisis, han padecido algunas de sus peores consecuencias.

Por otro lado, ha aumentado la concienciación pública sobre la labor, a menudo compleja e infravalorada, de determinados grupos, en particular los trabajadores de los sectores sanitario y de atención social y los servicios de limpieza, así como los trabajadores domésticos, cuya labor ha sido y sigue siendo primordial para superar la pandemia.

Y como si todo esto fuera poco, la ONU informa que más de 30 millones de personas en más de tres docenas de países, están a solo un paso de la declaración de hambruna y 10 millones de ellas se encuentran en grave riesgo de morir de hambre. Pero la causa principal de esta situación no es la pandemia, que ha acelerado procesos de empobrecimiento en el mundo entero, sino que se trata de una consecuencia directa de los conflictos armados vigentes y que ni siquiera el coronavirus detuvo.

¿Futuro?

No, no habrá una recuperación rápida, posiblemente –dicen los optimistas- una recuperación frágil y débil. Es que estamos sufriendo el fuego de la crisis capitalista. Tantas esperanzas hechas añicos, hambre y miseria no por causa de un virus, sino para recuperar la rentabilidad del capitalismo.

Lo cierto es que no podemos respirar,  no es sólo el covid… el capitalismo nos está matando.

Fuente e imagen: Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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Entrevista a Rubis Camacho: “Escribo por vocación y destino, siempre con la misma felicidad”

Por: Wilkins Román Samot 

Rubis Marilia Camacho Velázquez (Puerto Rico, 1959-) es una destacada mujer de la palabra divina y también de la escrita, destacándose como poeta, cuentista y novelista. Estudió su bachiller en Artes con concentración en Bienestar Social en la Universidad de Puerto Rico (B.A., 1981), continuando estudios teológicos en Divinidad en el Seminario Evangélico de Puerto Rico (M.D.,1984). Realizó estudios doctorales en Derecho en la Universidad Interamericana de Puerto Rico (J.D.), al cabo de los cuales se desempeñó como Jueza Administrativa. Tiene una maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón (M.A, 2007), y estudios doctorales en Literatura Puertorriqueña y del Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (Ph.D.). Camacho Velázquez tiene publicados otros trabajos creativos. Uno de éstos, su primer libro de cuentos intitulado Cuentos traidores (2010) fue premiado por el Pen Club de Puerto Rico y el Instituto de Literatura Puertorriqueña en el 2011. El Ateneo Puertorriqueño le destacó como uno de los mejores libros del 2010. En el 2012, la editorial puertorriqueña Boreales le publicó su novela Sara: La historia cierta en Puerto Rico, y la editorial Letra Negra en Guatemala. Ese mismo 2012 salió también publicado por Letra Negra su segundo libro de relatos, El fraile confabulado. Tiene un poemario de amor en el amor lésbico, intitulado Safo: Ritual de la Tristeza (2015) publicado por Indeleble Editores en Guatemala. Su poesía lesbo-erótica es una muestra de los misterios de su vida pastoral religiosa y de que Dios obra por senderos de amor al prójimo como o desde sí o nosotros entre nosotros acá. Camacho Velázquez ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirles con vosotros.

 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Recientemente publicó Tu rostro en la memoria (2018).¿De qué trató o tratas en esa vuestra primera novela?

– Rubis Marilia Camacho Velázquez (RMCV, en adelante) –

“Tu rostro en la memoria” es mi segunda novela. Abordé este género en el 2011 con un texto breve titulado “Sara: La historia cierta”, publicada por Boreales (una segunda edición en el 2012 por Letra Negra Editores/ Guatemala).

“Tu rostro en la memoria” relata la historia de Medrash: celtíbero, mercenario en las filas del ejército cartaginés (año 218), soldado al comando del gran Aníbal, sobrevivió a la fatalidad de la guerra para contar un hecho alucinante que vivió camino a la batalla de Tesino. Ese día, montado en el caballo, armado con espada y escudo, luchó con un hombre pequeñísimo. El hombrecito no tenía armas, pero no lo pudo matar. Otras historias se tejen alrededor de esta narrativa de viaje, mostrando los aspectos más controvertidos de la historia humana.

 WRS – ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

– RMCV – Examinaba algunos textos de Borges, cuando topé con el dato de su interés por la vida de los caballeros y soldados antiguos.  Procuré lecturas de esa naturaleza, y confirmé la riqueza y el gran reto de investigación que planteaba el desarrollo de una novela en semejantes contextos. La lectura de “Salambó”, novela histórica escrita por Gustav Flaubert (publicada en el 1862), cuya acción tiene lugar en el siglo III a. C., también avivó el interés por recrear espacios muy antiguos y construir personajes cuyas vidas bordearan los límites. A esa factura responden los personajes de “Tu rostro en la memoria”. Luego, meses de investigación sobre el mundo bélico (mapas de rutas, armas, estrategias de guerra, etc.) y la cultura cartaginesa (códigos religiosos, gastronomía, música, objetos caseros, costumbres, ritos de iniciación y ritos de tránsito, política, vestimenta, fauna, flora, medicina, arquitectura, etc.).

 WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Tu rostro en la memoria y vuestro trabajo creativo-investigativo entonces y hoy?

– RMCV – Asumo el oficio de escribir como un ejercicio del pensamiento o la razón, un acto de reverencia al lenguaje, es una manera de guardar palabras y emociones en un baúl imaginario para que el tiempo no destroce ni borre las historias o los versos.  Escribo por vocación y destino, siempre con la misma felicidad. Así era, antes de escribir “Tu rostro en la memoria”, y así desarrollo mis nuevos trabajos. Por supuesto, mis trabajos creativos o enfoques temáticos evolucionan, porque la escritora cambia. Cada vez tengo menos certezas, menos claridades, menos teorías, menos conocimiento; cada día confirmo la inutilidad de las fórmulas (piadosas o no) en relación a todo aquello que se vincule con lo humano. El mundo es un caos con algún orden interno (desconocido por mí), sumamente misterioso. Entonces, la pasión al escribir es la misma, pero mi literatura se convierte poco a poco en meras preguntas.

 WRS – ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueña-caribeña y su memoria personal o no de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?

– RMCV – La caribeñidad (ese concepto que apela a la conciencia colectiva de ser hijos e hijas de islas del bello Caribe) es una realidad de luz y color, sonidos y texturas, sabores y aromas, decires y cantares, que inevitablemente intervienen el carácter de sus habitantes. Mi escritura está plagada de esa luz, de esa esencia, de esa cultura natural. No obstante, toma un matiz diferente cuando la realidad me establece que soy escritora caribeña, habitante de una colonia, un país invadido. La zozobra de vivirlo se cuela, también, en cada texto, personaje, verso, aun cuando los lectores no lo adviertan, aun cuando yo no lo advierta. Es una especia de hiedra que subsiste en la pared, a un punto en que pared y hoja resultan un todo indivisible. Creo, sufro, pienso, disfruto y lucho la literatura desde esos contextos.

 WRS – Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona y escritora, con su época actual de escritora en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

– RMCV – En esta desembocadura o asomo a eso que llaman “madurez”, persigo modos lúdicos que facilitan mi fluir como mujer plural, como ente real e imaginario que desarrolla un discurso literario. Es una enorme responsabilidad. Se requiere cierto balance para escribir (aunque desarrollemos los temas del caos), pero los tiempos que enfrento son de una abominable corrupción y menosprecio por la vida. Mi trabajo creativo abre puertas y pregunta, cierra puertas y discurre, y termina aislándose para buscar en mis adentros.

 WRS – Rubis, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo e investigativo a su quehacer literario?

 RMCV – Puerto Rico goza en estos momentos de un auge insospechado en el oficio de escribir; gente de todas las edades escribe, publica y participa de certámenes. En ese sentido, no es fácil delinear los perfiles de un núcleo generacional, si pensamos que las generaciones en la literatura se definen por las coincidencias temporales y preocupaciones temáticas, por un uso particular del idioma, por la forma en que enfrentan los mismos eventos, etc. Celebro los proyectos literarios de mis compatriotas, pero no siento pertenecer a una generación o tradición literaria particular, a la manera de la generación del 30 y su enfrentamiento a la dicotomía: España o Estados Unidos (sus definiciones de lo puertorriqueño, el jíbaro como símbolo, los temas del café y el tabaco, etc.), o a la manera de la generación del 40 y 50 y su atención al tema de la Guerra de Corea, la emigración a Estados Unidos, el urbanismo, etc. No me preocupa la inserción, porque las redes de información derribaron las fronteras, de modo que la comunidad temática o generacional; si se quiere, es mucho más amplia. Creo que mis enfoques temáticos tienen que ver con mis constantes cuestionamientos existenciales. Convivo con mis dudas, somos hermanas, pero en silencio, un tipo de clandestinaje o clausura.

 WRS – Ha logrado mantener una línea de creación literaria enfocada en la novela, la poesía y el cuento. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

– RMCV – Las redes sociales permiten una difusión extraordinaria, así como la concreción de nuevos vínculos con escritores, escritoras, editoriales, gestores culturales, ferias, festivales, etc. En ese sentido, agradezco la recepción que tienen mis trabajos literarios (y los de mis compañeros) en y fuera de Puerto Rico. No obstante, sé que solo la buena literatura prevalece en el tiempo, más allá de los premios (con sus métodos de juicio tan desprestigiados), más allá del ruido mediático, más allá de las ventas. Será el tiempo y la academia quienes determinen algún día quién queda y quién desaparece.

 WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera una escritora puertorriqueña o no? O, más bien, una escritora, sea esta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

– RMCV – Soy una escritora puertorriqueña. Cuando me siento a escribir, no puedo dejar en la puerta mi identidad, mi cultura visual, musical, literaria, religiosa, política, gastronómica, espiritual, amorosa… Ejerzo mi oficio desde mi cuna, es decir, mi puertorriqueñidad.

 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo y su formación en la Universidad de Puerto Rico?

– RMCV – Me alegra que enciendas mis memorias en la Universidad de Puerto Rico. La sombra de sus arboledas, el viento entre las hojas, los estudiantes descansando sobre la hierba, los discursos fervorosos, los libros ardientes, la poesía de Gibran, de Matos Paoli, de Pura de Hamilton, los cursos con Maldonado Denis, el teatro y sus hechizos, La Biblioteca General, los rincones de Sociales… Fue un tiempo de asombro, desconciertos y valiosas decisiones ideológicas; una jungla tan diferente al patio de mi escuela superior. Durante ese tiempo, nunca me visualicé como escritora, aunque amaba la literatura. Todo me preparaba para ello. Debo a la escuela pública de mi país, a la Universidad de Puerto Rico, y a los ministros que pastorearon la iglesia protestante en la que crecí, mi deslumbramiento por las palabras y mi necesidad de comunicar.

 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo y a la temática ficcional del mismo? ¿Cómo ha variado?

– RMCV – He publicado seis libros: “Cuentos Traidores”, “El fraile confabulado”, “Sara: La historia cierta”, “Safo: Ritual de la tristeza”, “Tu rostro en la memoria” y “Curriculum Vitae”. Quienes me han leído reconocen mis constantes o manías temáticas. Eso ha permitido la identificación de cierto sector que apoya mi forma de contar.

No escribo pensando en el público (aunque lo recomienden para atrapar a los lectores), detesto la fórmula hollywoodense: violencia, sexo y muerte. Permito que la historia me hable, que me trace el camino, que se vierta y se devele. Luego, el goce de contar. Esto no ha cambiado.

 WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes pendientes?

– RMCV – Próximamente publicaré dos libros (terminados hace algún tiempo): “Las madreselvas son unas flores” (relatos verídicos) y “Los huesos de la cereza” (novela).

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/escribo-por-vocacion-y-destino-siempre-con-la-misma-felicidad/

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Brasil: ¿Por qué llegamos a Jair Bolsonaro? Una disquisición histórico-filosófica sobre nuestra barbarie

¿Por qué llegamos a Jair Bolsonaro? Una disquisición histórico-filosófica sobre nuestra barbarie

Leonardo Boff

2021-01-05

Hay un sinnúmero de excelentes análisis del anti-fenómeno Jair Messias Bolsonaro, predominando los de tipo sociológico, histórico y económico. Creo que debemos cavar más profondo para captar la irrupción de este Negativo en nuestra historia.

La reflexión occidental, debido a los límites culturales de nuestro arraigado individualismo, apenas ha desarrollado categorías analíticas para analizar totalidades históricas. La Filosofía de la Historia de Hegel está llena de prejuicios, incluso sobre Brasil, y tiene pocas categorías aprovechables. Arnold Toynbee, en sus 10 volúmenes sobre la historia del mundo, trabaja con un esquema fértil pero limitado: desafío y respuesta (challenge and response), con el inconveniente de no dar relevancia a los conflictos de todo tipo inherentes a la historia. La Escuela Francesa de los Annales, en sus variaciones (Lefbre, Braudel, Le Goff) incluía varias ciencias pero no nos ofreció una lectura de la historia en su conjunto. No dejan de ser inspiradoras las categorías desarrolladas por Ortega y Gasset en su famoso estudio sobre los Esquemas de las crisis y Otros ensayos (1942).

Tenemos que tratar de pensar por nosotros mismos y preguntarnos con una actitud filosofante, es decir, que busca causas más profundas que las meramente analíticas de los científicos: ¿por qué en Brasil ha llegado a jefe de Estado este siniestro personaje histórico, que desafía cualquier comprensión psicológica, ética y política?

Debemos decir de antemano que todo lo que existe no es fortuito, porque es el fruto de algo preexistente, de larga duración, que corresponde dilucidar a la razón. Además, hay que pensar siempre de forma dialéctica: junto a lo negativo y las sombras, acompañan siempre las dimensiones positivas y portadoras de alguna luz. No se nos concede tener sólo luz o tinieblas. Todas las realidades son crepusculares, mezclando luces y sombras. Pero nuestro enfoque en esta reflexión está en las sombras, porque son las que nos causan problemas.

Voy a echar mano de algunas categorías: las sombras reprimidas, la teoría del caos destructivo y generativo, la comprensión transpersonal del karma en el diálogo entre Toynbee y el filósofo japonés Daisaku Ikeda, y los principios de thanatos y eros, asociados a la condición humana de sapiens y simultáneamente demens.

Las cuatro sombras reprimidas por la conciencia colectiva

La conciencia brasileña está dominada por cuatro sombras que nunca hasta hoy han sido reconocidas e integradas. Entiendo la categoría “sombra” en el sentido psicoanalítico de la escuela de C.G. Jung y sus discípulos, que la convirtieron en una categoría ampliamente aceptada por otras escuelas. La sombra sería los contenidos oscuros y negativos que una cultura con su consciente/inconsciente colectivo se niega a asimilar y por lo tanto reprime y se esfuerza por alejarlos de la memoria colectiva. Esa represión impide un proceso coherente y sostenido de individuación nacional.

La primera que aparece es la sombra del genocidio indígena. Según Darcy Ribeiro, habría inicialmente una población de unos 5-6 millones de indígenas con cientos de lenguas, hecho único en la historia del mundo. Fueron prácticamente diezmados. Quedan los actuales 900.000. Recordemos las masacres de Mem de Sá del 31 de mayo de 1580, que liquidó a los Tupiniquim de la Capitanía de Ilhéus. Durante un kilómetro y medio a lo largo de la playa a pocos metros de distancia unos de otros yacían cientos de cuerpos de indígenas asesinados, relatados como gloria al rey de Portugal.

Peor aún fue la guerra declarada oficialmente por D. João VI, apenas llegado a Brasil huyendo de las tropas de Napoleón, que diezmó a los Botocudos (Krenak) en el valle del Río Doce, porque pensó que eran incivilizables e incatequizables. Esta guerra oficial manchará para siempre la memoria nacional. Ailton Krenak, cuyos ancestros sobrevivieron, nos recuerda esta vergonzosa guerra oficial de un emperador despiadado, considerado bueno.

El gobierno actual, de una ignorancia supina en antropología, considera a los pueblos indígenas originales como subhumanos, que deben ser forzados a entrar en nuestros códigos culturales para ser humanos y civilizados. El descuido que ha mostrado ante sus reservas invadidas y su abandono ante la Covid-19 roza el genocidio, y es susceptible de ser llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes contra la Humanidad.

La segunda sombra es nuestro pasado colonial. No hubo un descubrimiento de Brasil sino una invasión pura y simple, destruyendo el idilio pacífico inicial descrito por Pero Vaz de Caminha. Se produjo un encuentro profundamente desigual de civilizaciones. Pronto comenzó el proceso de ocupación y violencia debido a las riquezas de aquí. Todo proceso colonialista es violento. Implica invadir tierras, someter a los pueblos, obligarlos a hablar el idioma del invasor, incorporar sus formas de organización social y la completa sumisión deshumanizadora de los dominados. De este proceso de sumisión surgió el complejo del mestizo, pensando que sólo es bueno lo que viene de afuera o de arriba, inclinar siempre la cabeza y abandonar cualquier veleidad de autonomía y de proyecto propio.

La mentalidad de muchos de los estratos dirigentes todavía se considera en cierta forma coloniales, por mimetizar los estilos de vida y asumir los valores de sus patronos, que han ido variando a lo largo de nuestra historia. Hoy es una expresión humillante para toda la nación que el actual jefe de Estado haga un viaje especial a los Estados Unidos, salude a la bandera norteamericana y preste un rito explícito de vasallaje al presidente Donald Trump, extravagante, egocéntrico y considerado por notables analistas estadounidenses como el más estúpido de la historia política de ese país.

La tercera sombra, la más perversa de todas, es la de la esclavitud, nuestra verdadera barbarie. El escritor e historiador Laurentino Gomes, en sus dos volúmenes sobre La Esclavitud (2019/2020) nos cuenta el infierno de este proceso de inhumanidad. Brasil fue campeón de la esclavitud. Solo él importó, a partir de 1538, unos 4,9 millones de africanos que fueron esclavizados aquí. De los 36 mil viajes transatlánticos, 14.910 fueron destinados a puertos brasileños.

Estas personas esclavizadas eran tratadas como mercancía y llamadas “piezas”. Lo primero que hacía el comprador para “domesticarlos y disciplinarlos” era castigarlos, “que haya azotes, que haya cadenas y grilletes”. La historia de la esclavitud ha sido escrita por la mano blanca, presentándola como blanda, cuando en realidad fue crudelísima y se prolonga hoy en día contra la población negra, mulata (54,4% de la población) y pobre, como ha demostrado irrefutablemente Jessé Souza en La élite del atraso: de la esclavitud a Bolsonaro (2020). Una vez que la esclavitud fue abolida en 1888, no se les dio ninguna compensación, fueron dejados al dios-dará y hoy en día constituyen la mayoría de las favelas. Nunca se les reconoció la más mínima humanidad. La clase dominante transfirió a ellos su odio hacia los esclavos, se acostumbró a humillarlos, a ofenderlos hasta que perdieron su sentido de dignidad.

Esa sombra pesa enormemente en la conciencia colectiva y es la más reprimida, con la afirmación mentirosa de que aquí no hay racismo ni discriminación. En el gobierno eso ha sido desenmascarado por la violencia sistemática contra esta población, estimulada por el propio jefe de Estado que ha mantenido una política necrófila. Esta sombra por su inhumanidad inspiró a personas sensibles, como el poeta Castro Alvez. Resonarán para siempre sus versos en Vozes d’Africa:

“Oh Dios, ¿dónde estás que no respondes? ¿En qué mundo, en qué estrella te escondes / embozado en los cielos? Hace dos mil años te mandé mi grito / que en balde, desde entonces, recorre el infinito… /¿Dónde estás, Señor Dios?” . Este grito sigue siendo hoy tan lacerante como entonces.

Jessé Souza, en su obra ya mencionada, mostró de manera convincente cómo la clase dominante, para impedir cualquier avance de las mayorías marginalizadas, proyectó sobre ellas toda la carga de negatividades que acumuló frente a los esclavos, esa “massa damnata”: exclusión, discriminación y verdadero odio que nos asombra y revela niveles increíbles de deshumanización.

La cuarta sombra es la constitución de un Brasil sólo para pocos. Raymundo Faoro (Los dueños del poder) y el historiador y académico José Honório Rodrigues (Conciliação e reforma no Brasil, 1982) nos han hablado de la violencia con la que se trataba al pueblo para establecer un orden, fruto de la conciliación entre las clases opulentas, siempre con exclusión intencionada del pueblo.

José Honório Rodrigues escribe: «La mayoría dominante siempre ha sido alienada, antiprogresista, antinacional y no contemporánea. El liderazgo nunca se reconcilió con el pueblo; le negó sus derechos, destruyó sus vidas, y tan pronto como le vio crecer le negó poco a poco su aprobación, conspiró para volverlos a poner en la periferia, el lugar que cree que les pertenece» (Reconciliação e Reforma o Brasil, 1982, p.16). ¿No es eso exactamente lo que la mayoría dominante y sus aliados hicieron con Dilma Rousseff primero y después con el candidato Lula? Cambian las estrategias pero nunca sus propósitos de un Brasil sólo para ellos.

Nunca ha habido un proyecto nacional que incluyese a todos. Se proyectó siempre un Brasil para pocos. Los demás que se fastidien. Así surgió no una nación, sino que, como mostró detalladamente Luiz Gonzaga de Souza Lima en un libro que seguramente será un clásico, A Refundação do Brasil: rumo a uma civilização biocentrada (2011), fue fundada la Gran Empresa Brasil, internacionalizada desde sus inicios, en función de atender a los mercados mundiales desde ayer hasta los tiempos actuales. Así tenemos un Brasil profundamente escindido entre unos pocos ricos y las grandes mayorías pobres, uno de los países más desiguales del mundo, lo que significa, un país violento y lleno de injusticias sociales. Machado de Assis ya había observado que hay dos Brasiles, el oficial (este de pocos) y el real (de las grandes mayorías excluidas).

Una sociedad montada sobre una bifurcación, sobre una injusticia social perversa, nunca creará una cohesión interna que le permita saltar hacia formas de convivencia más civilizadas. Aquí siempre imperó un capitalismo salvaje que nunca consiguió ser civilizado. Y cuando los hijos e hijas de la pobreza pudieron acumular una fuerza política básica suficiente para alcanzar el poder central y satisfacer las demandas básicas de las poblaciones humilladas y ofendidas, pronto los descendientes de la Casa Grande y la nueva burguesía nacional se organizaron para hacer imposible este tipo de gobierno de inclusión social. Le dieron un golpe vergonzoso, parlamentario, mediático y jurídico, para así garantizar los niveles de acumulación considerados entre los más altos del mundo y mantener a los pobres en el lugar que les corresponde, en la periferia y en la marginalidad pobre y miserable.

El escritor Luiz Fernando Veríssimo en un twitter del 6 de septiembre de 2020 lo resumió bien: “El odio está en el DNA de la clase dominante brasileira, que históricamente derriba, por las armas si fuera necesario, cualquier amenaza a su dominio, sea cual sea su sigla”. Esta clase de ricos, que ni elite es porque esta supone cierto cultivo de humanidad y de cultura, sustenta al actual gobierno ultraderechista y fascistoide porque no les amenaza su forma abusiva de acumulación; por el contrario, el ministro de Hacienda, Guedes, discípulo de la escuela de Viena y de Chicago comparece como el gran demoledor de la soberanía nacional. El presidente no sabe ni entiende nada de lo que puede ser soberanía nacional.

El caos destructivo y generativo

Otra categoría que podría ayudarnos a entender mejor nuestra actual situación sombría es la del caos en su doble función destructiva y constructiva.

Todo comenzó con la observación de fenómenos aleatorios como la formación de nubes y particularmente de lo que se vino a llamar el efecto mariposa (pequeñas modificaciones iniciales, como el batir de alas de una mariposa en Brasil que puede, al final, provocar una tempestad en Nueva York debido a la interdependencia de todos los factores). Además de esto se tuvo la constatación de la creciente complejidad que hay en la raíz de la emergencia de formas de vida cada vez más altas (cf. J.Gleick, Caos: criação de uma nova ciência,1989). El universo se originó de un tremendo caos inicial, la gran explosión. La evolución se hizo y se hace para poner orden en este caos.

El sentido originario es el siguiente: el caos posee una dimensión destructiva; pone fin a un cierto tipo de orden que llegó a su clímax. Pero por detrás del caos destructivo se esconden dimensiones constructivas de un nuevo orden. Y viceversa, por detrás del orden se esconden dimensiones de caos de tal forma que la realidad es dinámica y fluctuante siempre en busca de un equilibrio. Ilya Progrine (1917-2993), premio Nobel de Química en 1977, estudió particularmente las condiciones que permiten la emergencia de la vida. Según este gran científico, siempre que existe un sistema abierto, siempre que hay una situación de caos (lejos del equilibrio) y hay una no-linealidad de los factores, la conectividad entre las partes genera un nuevo orden (cf. Order out of Chaos,1984). En este contexto irrumpió la vida como un imperativo cósmico.

Innegablemente en Brasil estamos viviendo una situación de gravísimo caos. En el contexto de la Covid-19 que está destruyendo casi 200 mil vidas, tenemos un Presidente totalmente inoperante y sin preocupación con el destino cruel de su pueblo, un negacionista con una estupidez y arrogancia propias de personas autoritarias con señales de insania mental. Un jefe de Estado debe ser una persona de síntesis (sim-bólico) y no de división (dia-bólico) y vivir personalmente las virtudes éticas y cívicas que quiere ver en los ciudadanos. Este hace exactamente lo contrario, incentiva odios, miente descaradamente y pierde totalmente el sentido de la dignidad del cargo que ocupa.

Las autoridades que tienen poder, como el Congreso Nacional, el MPF, el STF y otras, se revelan negligentes, asistiendo inertes e irresponsables al genocidio que está ocurriendo. Creo que la historia será implacable con las omisiones de estas autoridades que muestran tanto desinterés con el destino de millones de familias que lloran a sus muertos. El presidente actual cometió tantos actos de grave irresponsabilidad que merecería jurídica y éticamente un impeachment o una pura y simple destitución por un acuerdo de líderes apoyados por multitudes en las calles.

Nos consuela el hecho de que dentro de ese caos humanitario hay un orden más alto y mejor. ¿Quién va a desentrañarlo y hacer que se supere el caos?

Necesitamos conformar un frente amplio de fuerza progresistas y opuestas a las privatizaciones y a la neocolonización del país para desentrañar el nuevo orden, oculto en el caos actual, que quiere nacer. Tenemos que hacer ese parto aunque sea doloroso. En caso contrario, continuaremos siendo rehenes y víctimas de aquellos que siempre han pensado corporativamente sólo en sí, de espaldas y, como ahora, contra el pueblo.

La interpretación occidental del Karma transpersonal

Finalmente voy a valerme de una categoría oriunda del Oriente, que releída a la luz de las nuevas ciencias de la Tierra y de la vida nos puede aportar elementos esclarecedores. Se trata de la categoría del Karma, objeto de un largo diálogo de tres días entre el historiador Arnold Toynbee y el filósofo japonés Daisaku Ikeda (cf. Elige la vida, Emecé. Buenos Aires, 2005).

Karma es un término sánscrito que originalmente significa fuerza y movimiento, concentrado en la palabra “acción” que provoca su correspondiente “re-acción”. Una interpretación transpersonal parece importante, porque, como ya dije antes, en Occidente no disponemos de categorías conceptuales que expliquen un sentido de devenir histórico de toda una comunidad y de sus instituciones en sus dimensiones positivas y negativas.

Cada persona está marcada por las acciones que ha practicado en vida. Esta acción no está restringida a la persona sino que connota a todo su ambiente. Es una especie de cuenta corriente ética cuyo saldo cambia constantemente según las buenas o malas acciones realizadas, es decir, los “créditos y débitos”. Incluso después de la muerte, la persona, en la creencia budista, lleva esta cuenta en los renacimientos que pueda tener, hasta conseguir que la cuenta negativa se ponga a cero.

El gran historiador y pensador Toynbee da otra versión, en el marco del paradigma occidental, que me parece esclarecedora y nos ayuda a entender un poco también nuestra historia. La historia se compone de redes relacionales en las que se insertacada persona, ligada a las que le precedieron y con las que están presentes. Hay un funcionamiento kármico en la historia de un pueblo y sus instituciones según los niveles de bondad y justicia o de maldad e injusticia que han producido a lo largo del tiempo. Así reflexionó Toynbee.

Esto sería una especie de campo mórfico que permanecería impregnando todo. La hipótesis de muchos renacimientos no es necesaria, como presupone la tradición oriental, porque la red de vínculos garantiza la continuidad del destino de un pueblo (p. 384). Las realidades kármicas impregnan las instituciones, los paisajes, configuran a las personas y dejan sus huellas en la cultura de un pueblo. Esta fuerza kármica actúa en los procesos socio-históricos, marcando los eventos benéficos o maléficos. C.G. Jung en su psicología arquetípica había notado de alguna manera este hecho.

Apliquemos esta ley kármica a nuestra situación bajo la nefasta regencia de Bolsonaro. No será difícil reconocer que tenemos un karma muy pesado, a gran escala, derivado del genocidio indígena, de la sobreexplotación de la fuerza del trabajo esclavo, de la colonización depredadora, de las injusticias perpetradas contra gran parte de la población, negra, mestiza y pobre a causa de la burguesía adinerada e insensible, arrojada en la periferia, con familias destruidas y erosionadas por el hambre y las enfermedades.

Tanto Toynbee como Ikeda concuerdan en esto: la sociedad moderna (nosotros incluidos) sólo puede ser curada de su carga kármica a través de una revolución espiritual en el corazón y en la mente (p. 159), en la línea de la justicia compensatoria y de políticas sanadoras con instituciones justas, como viene pregonando insistentemente el Papa Francisco en sus encíclicas sociales y ecológicas, Laudato Si y Fratelli tutti. Sin esta justicia mínima la carga kármica no se deshará.

Pero ella sola no es suficiente. Es necesario el amor, la solidaridad y una compasión universal, especialmente con las víctimas. Es la propuesta central y paradigmática de la Fratelli tutti del Papa Francisco. El amor será el motor más eficaz porque, en el fondo, él “es la última realidad” (p. 387). Una sociedad incapaz de amar efectivamente y de ser menos malvada, jamás deconstruirá una historia tan marcada por el karma negativo e inhumano, realizado extrañamente dentro de una cultura acuñada por el cristianismo, día a día traicionado. Este es el desafío que la actual crisis sistémica nos suscita.

No predicaron otra cosa los maestros de la humanidad, como Jesús, Buda, Isaías, San Francisco, el Dalai Lama, Gandhi, Luther King Jr y el Papa Francisco. Sólo el karma del bien redime la realidad de la fuerza kármica del mal. Y si Brasil no hace esta reversión kármica permanecerá de crisis en crisis, destruyendo su propio futuro como lo está haciendo, entre mentiras, fake news, ironía y burla del necrófilo e insano presidente de este país.

La función iluminadora de los principios thanatos y demens

Estas son expresiones bien conocidas en Occidente y no se necesita mayor explicación. Vale la pena recordar que estos son principios y no simplemente dimensiones accidentales. El principio es lo que hace que todos los seres lo sean, o sin los cuales los seres no irrumpen en la realidad. Así es como Sigmund Freud desarrolló el principio del thanatos que acompaña al de eros que conviven en todo ser humano. El thanatos emerge como esa pulsión que lleva a la violencia, la destrucción y, al final, a la muerte. Tenemos lo Negativo en la condición humana al lado de lo Positivo y lo Luminoso, estos creemos que finalmente triunfarán.

El intercambio de cartas entre Freud y Einstein desde 1932 sobre la posibilidad de superar la violencia y la guerra es bien conocido. Freud respondió que es imposible superar directamente el thánatos, solo reforzando el principio del eros a través de lazos emocionales y el trabajo humanizador de la cultura. (cf. Obras completas III: 3, 215). Pero termina con una frase desoladora: “hambrientos pensamos en el molino que muele tan lentamente que podemos morir de hambre antes de recibir la harina”.

Ambos principios para Freud tienen algo eterno y deja en abierto qué principio escribirá la última página de la vida. Pero el principio del thanatos puede a veces en la historia impregnar a todo un pueblo e inundar la conciencia de sus líderes produciendo tragedias político-sociales.

Estos comportamientos muestran igualmente el principio demens presente junto con el sapiens en el ser humano. Vivimos en una civilización globalizada que está bajo el dominio de lo demens. Basta recordar los 200 millones de muertos en las guerras de los dos últimos siglos y el principio de autodestrucción ya montado con armas nucleares, químicas y biológicas, capaces de acabar con la vida humana y con nuestra civilización, armas que la Covid-19 ha evidenciado como bastante ridículas.

Este principio de demencia se muestra claramente en los asesinatos intencionados de negros, pobres, personas con otra opción sexual y en un feminicidio perverso. Todo ello respaldado por un presidente con claros síntomas de psicopatía, tolerado vergonzosamente por aquellas autoridades que podrían y deberían denunciarlo por delitos de responsabilidad social, hacerlo dimitir o someterlo democráticamente a un impeachment jurídico. Quizás ellos mismos ya estén infectados con el virus de lo demens, lo que explicaría su indulgencia y omisión culposa.

Conclusión: lo oculto y lo reprimido salieron de los sótanos y se encendió una luz

El sentido de nuestra disquisición tiene este significado: todo lo que estaba escondido y reprimido en nuestra sociedad ha salido de los sótanos donde ha estado escondido durante siglos en el vano intento de negarlo o de hacerlo socialmente aceptable, incluso de pintarlo color de rosa, como también lo hacen varios ministros indignos que ven incluso ganancia en la esclavitud y el estado colonial. Pero basta un poco de luz para deshacer esta densa oscuridad. Ahora se ha vuelto visible y luminosa. Ya no hay forma de ocultarla.

Somos una sociedad contradictoria donde encontramos, al mismo tiempo, brillantez en la ciencia, en la literatura, en las artes visuales, en la música y en la riquísima cultura popular, hecha generalmente a contracorriente pesar de toda la opresión, y en tantos otros campos. Al mismo tiempo, somos una sociedad que ha internalizado al opresor, se ha hecho eco de la voz de los dueños, conservadora y hasta atrasada en comparación con países similares al nuestro. En cierto sentido somos crueles y despiadados con nuestros semejantes afectados por las maldades perpetradas por los estratos ultrarricos, sin ningún sentido de compasión por los millones que caen en el camino sin que ningún samaritano se compadezca de ellos. Pasan sin verlos y lo que es peor, despreciándolos, como si no fueran de la misma nación o de la misma familia humana.

Y todavía se confiesan cristianos sin tener nada que ver con el mensaje del Maestro de Nazaret. Los ateos éticos y humanitarios están más cerca del Dios de Jesús, de la ternura del humilde y defensor de los humillados y ofendidos, que estos cristianos meramente culturales que usan el nombre de Dios para defender sus nefastas políticas individualistas o corporativas, de un Brasil sólo para ellos. Están lejos de Dios por negar a los hijos e hijas de Dios, llamados por el Juez Supremo “mis hermanos y hermanas menores” en quienes el mismo Jesús se esconde.

Hay mucha verdad en lo que escribió la filósofa Marilena Chaui: «La sociedad brasileña es una sociedad autoritaria, una sociedad violenta, tiene una economía depredadora de los recursos humanos y naturales, convive naturalmente con la injusticia, la desigualdad y la ausencia de libertad y con los índices espantosos de las diversas formas institucionales -formales e informales- de exterminio físico y psíquico y de exclusión social y cultural” (500 años. Cultura y política en Brasil, nº 38 p. 32-33). El idílico sueño de Darcy Ribeiro de que Brasil se convierta en la Roma tardía y tropical se desvanece en las “densas sombras”, como dice el Papa Francisco en Fratelli tutti (cap. I). Celso Furtado, entristecido, al final de su vida escribió todo un libro: Brasil: la construcción interrumpida (1993).

Todas estas nubes oscuras se han condensado en los últimos años y han conseguido sus sacerdotes y acólitos que las asumen conscientemente, queriendo llevar a Brasil a tiempos premodernos. Si por lo menos lo llevasen a la Edad Media, que tuvo su grandeza desde las majestuosas catedrales hasta las grandes sumas teológicas. El Brasil de este proyecto atrasado e irrealizable se ha convertido en una farsa grotesca y en irrisión internacional.

El conjunto de estas vastas sombras y el dominio de lo Negativo se ha vuelto más denso en la figura del actual jefe de Estado y el gobierno asociado a su proyecto. Es la consecuencia de esta antihistoria y su encarnación más perversa. Representa lo peor que ha pasado en nuestra historia y conscientemente o inconscientemente intenta llevarla a su término final. Pero no lo logrará porque en la historia los mecanismos de la muerte y el odio nunca han logrado realizar su propósito; ni siquiera Hitler con todo su poder militar y científico consiguió sentar las bases de un Reino de Mil Años como soñaba.

Los procesos históricos no son ciegos y sin rumbo. Guardan un Logos secreto que marca el camino de las cosas en consonancia con el proceso de la cosmogénesis y genera, a partir del caos, órdenes superiores con nuevas posibilidades y horizontes insospechados. ¿Cuál será nuestro lugar, como pueblo y como nación, en todos estos procesos? Ellos marcan la dirección, pero todos tenemos que recorrerla y construirla. No nos es permitido pisar perezosamente sobre las huellas ya hechas; tenemos que imprimir nuestras huellas. Tampoco podemos llegar demasiado tarde, porque esta vez el camino no tiene vuelta.

Ojalá estemos atentos a lo que la historia nos exigirá, a pesar del reaccionarismo y protofascismo de Bolsonaro y sus seguidores. Como dijo una vez Platón, “todas las grandes cosas surgen del caos”. Las nuestras pueden tener el mismo origen.

Fuente de la Información: https://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=1012
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Suicidio adolescente: cómo desarrollar un «semáforo familiar» para entrar en alerta

Por: María Paz Badilla.

Los adolescentes quieren cambiar el mundo, su impulso vital los lleva a ser soñadores y activos. Entonces, ¿por qué hay jóvenes que deciden poner punto final a sus vidas? María Paz Badilla, de Fundación Ideas para la Infancia, nos da algunas claves para estar alertas.

Hace algunos años atrás, la prestigiosa psicóloga María José Rodrigo -quien ha liderado la revolución de la parentalidad positiva en Europa- vino a nuestro país a compartir sus conocimientos con nuestra Fundación. Una de las cosas que recuerdo de esa visita, es que al contarle todo lo que en Chile hacíamos por nuestros niños, ella nos quedó mirando y enfática nos dijo: “Qué botados que tienen en Chile a sus adolescentes”. Y claro, ella de inmediato se dio cuenta que cuando se trata de los jóvenes y el poder abordar sus problemáticas asertivamente, al parecer estamos llegando demasiado tarde.

Así mismo, no es casualidad que hace algún tiempo atrás un grupo de adolescentes a quienes les preguntaba por los desafíos de esta etapa de la vida, me dijeran que lo más difícil era lidiar con la presión que la sociedad ejerce sobre su futuro señalando: “No quieren entender que somos adolescentes hoy, siempre nos ven como un proyecto de personas adultas”.

Así también, daban cuenta de lo difícil de establecer relaciones de confianza con sus pares: “Tienes amigos, pero hay que estar atentos a que no te defrauden”, aludiendo a la presión del tema del bullying y el acoso escolar.

Miedo al rechazo, presión social, estrés, tensión respecto a ser alguien en la vida, necesidad de afecto, bullying, sensación de soledad y malos tratos, son algunos de los factores que hoy ponen en riesgo a nuestros hijos y que nos han llevado a ser, según los índices de la OCDE, el país número 13 en tasas de suicidio. Por otra parte, junto con Corea del Sursomos los únicos dos países del mundo en que las tasas de suicidio infantil y adolescente crecen cada año, en vez de disminuir.Esta es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 a 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para aquellos de entre 5 a 14 años.

No son cifras de las que podamos sentirnos orgullosos, sin embargo, es necesario que estas estadísticas nos lleven a preguntarnos: ¿cómo podemos detectar a tiempo ese dolor para prestar una ayuda oportuna y dejar de lamentar hechos como estos?

Este es un tema que no debe movilizarnos sólo por nuestros hijos, es necesario entender que es un problema a nivel global. ¡Sí! Hoy muchos de nuestros jóvenes han preferido quitarse la vida antes que vivirla y eso es mucho más que un simple dato estadístico.

Dejar de lado el tabú y verbalizar “suicidio” sin trancas sociales

Es preciso que como sociedad perdamos el miedo a hablar de la depresión y del suicidio adolescente en nuestras familias y empecemos a asumir, tomar conciencia y responsabilidad, de que esta es una problemática que debe trascender los tabúes sociales. ¿Cómo podemos comenzar a asumir esta responsabilidad?

Perdiendo el miedo a hablar sobre el tema, a verbalizar la palabra suicidio sin juicios, ya que aún es un tema tabú y esa cualidad lleva a que se esconda, muchas veces atormentado a los adolescentes en crisis, y no pudiendo contar lo qué les pasa por miedo a dañar a sus seres queridos.

Cuando un tema toma fuerza, ya sea porque aparecen casos que resultan ser mediáticos, por una experiencia cercana o por aparecer en alguna serie de televisión (13 Reasons Why), es preciso pesquisarlo y hacerlo parte de las reflexiones y conversaciones cotidianas, que formarán un criterio social y con esto una conciencia colectiva al respecto. Para prevenir, es necesario crear una comunidad sensible, que priorice temas tan dolorosos como este.

Las conductas suicidas

Según el Ministerio de Sanidad y Política Social de España, se definen cuatro tipos de conductas suicidas:

1. El suicidio frustrado: cuando ha existido la intención de quitarse la vida pero sin los resultados esperados.

2. La amenaza de suicidio: cuando se verbaliza y expresa el deseo de quitarse la vida en situaciones que pueden ser críticas para el adolescente.

3. Las conductas auto-lesivas: que llevan a generarse daño o lesiones a sí mismo.

4. Suicidio consumado: cuando la muerte se concreta.

Se puede comprender que el suicidio como fenómeno tiene diferentes manifestaciones y puede gestarse de forma progresiva, teniendo siempre cualquiera de estas conductas un carácter grave y que debe activarnos a tiempo. “Las conductas suicidas se expresan de menor a mayor gravedad, es decir, ideación, amenaza, intento y por último suicidio consumado”.

Duele el hecho de pensar que una etapa de la vida que se caracteriza por su impulso vital, por alojar ese complejo mesiánico en donde sentimos que somos superpoderosos y soñamos con cambiar el mundo, pueda transformarse en la etapa más aterradora de nuestra vida. Tanto así que prefiramos despedirnos del mundo en que vivimos.

¿Qué podemos hacer los adultos?

En primer lugar, estar atentos y no dar por sentado o normalizar conductas que pueden ser potenciales riesgos para la salud mental de nuestros hijos. Generalmente, toda experiencia de suicidio se vincula a algún trastorno de salud mental, en particular la depresión.

Luego, entender cómo el contexto relacional (con quiénes se vincula) en el que nuestros hijos se desarrollan, tiene un impacto en su bienestar y en favorecer o bien obstaculizar su salud mental.

Y por último, crear comunidad. Estar bien conectados entre padres, familias y colegios para entender mejor el mundo de los adolescentes de hoy. Comprender desde un lugar de empatía y compañía, más que desde el juicio y la imposición de normas.

Semáforo familiar: una metáfora de la prevención

Comprender las causas del suicidio adolescente, no es tarea fácil. La depresión y con esta la decisión de quitarse la vida, resulta ser una problemática que tiene su origen en una combinación de factores tanto a nivel biológico, psicológico, social y contextual. Se da en personas que se encuentran en una condición de vulnerabilidad, generalmente asociada a problemas de salud mental. Esta complejidad hace que sean diferentes las variables o riesgos que puedan potenciar estas conductas.

Desde los adultos, resulta fundamental estar en conocimiento de estos riesgos para detectarlos a tiempo. Para esto, usaremos la metáfora del semáforo y sus tres luces como un mapa que guíe la detección de posibles peligros y oportunidades:

  • Luz roja: para identificar conductas o situaciones de alto riesgo.
  • Luz amarilla: para identificar conductas y situaciones que debemos monitorear.
  • Luz verde: para identificar conductas o situaciones que actúan como fuente de protección.

Mientas más expertos seamos en detectar e identificar la zona de alerta o de monitoreo, antes podremos llegar a prestar apoyo a nuestros jóvenes cuando lo necesiten. Revisemos algunas ideas que pueden ayudarnos a construir nuestro semáforo familiar.

Luz roja: ¡Riesgo! ¡Actúa ya!

En lo individual:

  • Cambios bruscos de ánimo de forma recurrente y/o reactividad emocional o irritabilidad.
  • Baja autoestima.
  • Tendencia a percibir constantemente de forma pesimista y desesperanzada la vida.
  • Baja energía, baja motivación hacia cosas que antes eran divertidas.
  • Altos niveles de estrés, angustia y una baja sensación de autoeficacia para manejar estos estados emocionales.
  • Aislamiento social.
  • Infringirse lesiones o dañar el propio cuerpo.
  • Abuso en el consumo de alcohol y drogas.

En lo familiar:

  • Relaciones familiares hostiles, agresivas, críticas y maltratantes.
  • Falta de comunicación y baja expresión de los afectos familiares.
  • Falta de calidez emocional.
  • Bajos niveles de cohesión familiar.

Respecto del contexto:

  • Crisis o situaciones estresantes que el joven sienta que lo sobrepasan o no puede manejar (cambio de ciudad, muerte de algún familiar, divorcio).
  • Sensación de sobrecarga, estrés o temor relacionado al ámbito social o académico.
  • Bullying o acoso escolar.

Luz amarilla: ponle ojo

  • Monitorear uso de redes sociales y su exposición en ellas.
  • Saber qué programas ven en la televisión o a través de internet: no se trata de prohibir sino de acompañar y estar enterados, ya que esto nos da claves para futuras conversaciones con ellos.
  • Nivel de satisfacción personal: indagar respecto a cuán contentos se sienten con su vida.
  • Sentimientos diarios: preguntar todos los días cómo se sienten.
  • Rendimiento en el colegio: estar en constante vinculación con sus profesores y otros apoderados es fundamental, así también conocer sus amigos y amigas.

Luz verde: tu hijo está o se siente protegido

  • Presencia de protocolos de acción en los colegios para abordar el bulliyng y el acoso escolar, que activen una ayuda oportuna.
  • Relaciones de amistad que contribuyen a reforzar la autoestima positiva y la pertenencia social.
  • Relaciones familiares cercanas, afectuosas y donde hay espacio para la expresión de todo tipo de emociones.
  • Comunicación constante.
  • Capacidad reflexiva de los jóvenes respecto de sí mismos y los demás.

Prevenir la depresión y el suicidio adolescente, es una tarea social que nos compete a todos. Tener buenos sistemas de alerta, depende de cuán involucrados e informados estemos para activar un apoyo real a la vida de nuestros jóvenes.

En la Fundación Ideas para la Infancia, hemos desarrollado un programa de trabajo para mejorar la convivencia familiar para padres y madres de adolescentes llamado “Vivir la adolescencia en familia”. A partir de esta experiencia, nos dimos cuenta que los padres tienden a desconectarse de sus habilidades vinculares, para priorizar la relación con sus hijos, las habilidades más formativas que se centran en monitorearlos, orientarlos y supervisarlos. Incluso en algunos casos, dejan de lado el desarrollo de un vínculo afectivo que nutra esa relación. Gracias a este programa, muchos padres ya están trabajando en no dejar de lado estas habilidades, centrales para la práctica de la crianza en este ciclo de la vida de sus hijos.

Fuente del artículo: https://www.eldefinido.cl/actualidad/plazapublica/10087/Suicidio-adolescente-como-desarrollar-un-semaforo-familiar-para-

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Redes de escuelas: hacia la complicidad horizontal

Por: Antoni Tort

El sistema educativo ha ido abriéndose, primero, hacia el entorno de los centros educativos. Ahora estamos en un momento en el que estos conforman redes horizontales, complicidades para abordar nuevos caminos.

Red de escuelas verdes, red de escuelas históricas, red de escuelas en barracones, red de escuelas insumisas, red territorial de educación infantil, red de escuelas sostenibles, red de escuelas libres, red de escuelas Magnet, red de escuelas de nueva creación, red de escuelas inquietas, red de escuelas asociadas a la Unesco, red de escuelas Waldorf, red de centros innovadores, red de escuelas Tándem, red de escuelas interculturales, red de escuelas creativas, red de escuelas promotoras de salud, red de escuelas por los derechos humanos, red de escuelas para la sostenibilidad…

Y podríamos seguir unos párrafos más, alargando una lista que, efectivamente, es mucho más extensa. Seguramente hay redes de todo tipo, condición y origen. Hay redes de escuelas fuertemente tuteladas por la administración o la corporación de turno y redes de escuelas creadas justamente para huir de las tutelas. Redes alimentadas desde entidades internacionales y redes promovidas desde el territorio más inmediato. Redes creadas por necesidades sociales perentorias y redes para profundizar en estrategias didácticas. Redes de amistades y redes de conveniencia, redes de escuelas que comparten cambios profundos y redes de escuelas que se encuentran poco más allá de una denominación bienintencionada. Redes de escuelas que solo se vislumbran virtualmente y redes de escuelas que se encuentran físicamente, que ríen y comen juntas. Es un mapa rico y dinámico en el que aparecen redes nacidas desde la contestación y la resistencia, o bien debido a la falta de recursos, o como escape ante las limitaciones corporativas y administrativa del sistema en su conjunto.

No se trata, pues, de seguir jugando al quién es quién sino de constatar que lo importante es el con quién. La situación es estimulante y quizás estamos ante una nueva etapa en la configuración de nuestros sistemas educativos. En un primer momento, las instituciones escolares fueron concebidas con altos muros, marcando distancias con su entorno, como centros que se autodefinían a partir de una lógica institucional muy vertical. Una clara jerarquización, evidente tanto en las grandes congregaciones religiosas como en los emergentes sistemas escolares estatales. Una jerarquización y monolitismo, que no impedía pero sí obstaculizaba que la vitalidad y los cambios se colaran por los resquicios del sistema. En un segundo momento, esta tradición verticalizada y centralizadora fue modificándose con la toma de conciencia colectiva respecto de la necesidad de conectar las instituciones escolares con el entorno, con una mayor racionalización en la organización de los diferentes actores intermedios del sistema educativo (inspección, delegaciones supra municipales, ayuntamientos, mapa escolar…) y con la aparición de servicios educativos para el conjunto de las escuelas de un territorio…

Hoy mismo, algunos centros educativos construyen su proyecto pedagógico desde la autonomía intelectual sin esperar la aquiescencia o la venia correspondiente, yendo más allá de una lectura restrictiva y temerosa que las administraciones hacen de la autonomía escolar. El proyecto pedagógico autoimpuesto manda y se trata de encontrar acompañantes en el camino. Parafraseando a Ivan Illich, (en declaraciones en una de las últimas entrevistas que le hicieron), “se trata de alimentar una reflexión con círculos de amigos comprometidos con un esfuerzo común”. Quisiera pensar que estamos ante una potenciación de una horizontalidad creativa y dinámica que aporta aire fresco al añejo sistema verticalizado. Una horizontalidad que teje complicidades para abordar nuevos caminos para responder a inquietudes profesionales y a retos sociales y culturales.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/12/redes-de-escuelas-hacia-la-complicidad-horizontal/

Fuente imagen: http://www.blog.amayapadilla.com/wp-content/uploads/2014/06/redes-sociales.jpg

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