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Educación en tiempos de coronavirus. Pensando en los que no están (16-6-20)

Por: Alberto Croce.

El Sistema Educativo está haciendo un gran esfuerzo para sostener una situación que se vuelve cada vez más difícil. En este último tiempo he escuchado a varios docentes decir que la experiencia de “educación en casa” ya está agotada. Como están agotándose docentes y estudiantes para poder sostenerla.

Realmente no es sencillo hacerlo.

Acabo de conversar con estudiantes de escuelas de gestión estatal de 8 provincias de nuestro país. Todes me señalan que, a estas alturas, no es el tema de la conectividad el que les preocupa. Lo realmente difícil es sostener esta experiencia en la que muchas veces no entienden, no se sienten bien acompañades, no saben qué futuro tendrá ni para qué les servirá realmente el esfuerzo que están realizando.

Sin pandemia, el 70% de les pibes estudia y termina la secundaria. Con la pérdida de presencialidad y los problemas de conectividad, ese número se desploma preocupantemente. Los más optimistas dicen que solo la mitad de aquel 70% es la que puede  seguir las propuestas para hacer en casa.  Pero hablando con les pibes, la situación es más desalentadora.  Una situación que puede representar un “promedio” es que en un aula de 25 estudiantes, de 7 a 10 se conectan a una clase por zoom, de 12 a 15 entregan los trabajos propuestos y de 10 a 15 no se sabe nada de ellos.  Pero esto no quiere decir que los que entregan trabajos están aprendiendo algo… Muchos lo hacen solo por cumplir y ni siquiera entregan trabajos realizados por ellos mismos…

Lo que más me cuentan les pibes es una gran desorientación, angustia y  desmotivación… (Y hablamos de pibes de 8 provincias… no sólo del AMBA).

Cuando les pregunto qué deberíamos hacer para lograr recuperarlos, piensan que docentes, centros de estudiantes y organizaciones tienen que salir a buscarlos. Pero la escuela tiene que pensar cosas nuevas para atraerlos.

*“Ya que todo va a cambiar y no volverá a ser cómo antes, ¿no podríamos esforzarnos por inventar una nueva escuela que sea mejor?”*, se preguntaba una estudiante de Santa Fe.

Otra decía que quizás era la oportunidad ideal para que en todas las aulas nos sentáramos en círculo, ya que esto sería posible siendo 15 estudiantes.

También hablaban de que les pibes tenían que sentir que en la escuela se iban a hacer cosas que les interesaban.

Me llamó la atención una cuestión bastante generalizada: *“Tenemos miedo que al volver nos exijan demasiado. Y eso puede desalentar el regreso de cualquiera.”*  En este punto, la sensación es que les estudiantes temen que sus docentes no sean suficientemente sensatos y no puedan manejar las exigencias que les lleguen del mismo Sistema Educativo y las trasladen, sin más, a les estudiantes.

 

*El desafío del volver a las escuelas, será volver con todes.* Si no lo logramos, la pandemia habrá lastimado profundamente a lo más profundo de nuestra sociedad y habrá muchas más víctimas que las que nos cuentan todos los días. Ojalá que nuestra sociedad se preocupe bastante más  por sus “students” que por sus “runners”…

 

Fuente del artículo: https://albertocesarcroce.wordpress.com/2020/06/16/educacion-en-tiempos-de-coronavirus-pensando-en-los-que-no-estan-16-6-20/

 

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Educación: tiempo de “parar la pelota”

Por: Ricardo Braginsky.

 

Cuando a principios de marzo se detectó al primer contagiado de coronavirus en el país, todos los argentinos compartíamos una certeza: el sistema de salud no iba a estar preparado para hacer frente a una situación similar a la que mostraban las noticias que llegaban de España o de Italia.

Certeza más imágenes fuertes, el resultado fue un consenso inédito, en el país, en torno a esas primeras medidas de aislamiento social. Nos olvidamos de todo tipo de grietas. Todos nos encuadramos, sabíamos que al sistema de salud había que darle tiempo.

Lástima que, en el apuro, no advertimos que en otras áreas de la vida social argentina, el país tampoco estaba preparado para enfrentar una pandemia de estas características. Y que esas áreas también necesitaban tiempo para adecuarse bien.

Una escuela en Shangai. Imágenes de la "nueva normalidad" educativa.

Una escuela en Shangai. Imágenes de la «nueva normalidad» educativa.

Una de ellas es la educación. Definido el aislamiento, incluso unos días antes del decreto presidencial, todo el sistema educativo pasó a una “continuidad pedagógica a distancia”. Así, de la noche a la mañana, sin tiempo para planificar. Las escuelas de todos los niveles y de todas las regiones del país debieron adaptarse a la educación sin presencia física: las públicas y las privadas, las urbanas y las rurales, las que atienden a familias más acomodadas o a las más vulnerables. Todas.

Después de tres meses de semejante experiencia colectiva, lo que queda claro es que no todas las escuelas ni los estudiantes y sus familias están preparados por igual. Quizás sí, aquellos sectores del país que combinan familias con cierto capital cultural previo, más buena conectividad para poder recibir clases a través de videoconferencias. Pero en el resto, difícil. Abundaron las fotocopias, los mensajes de WhatsApp. El esfuerzo de muchos padres que hacen lo que pueden.

Una escuela en la India. Imágenes de la "nueva normalidad" educativa.

Una escuela en la India. Imágenes de la «nueva normalidad» educativa.

Los ministros de Educación de todo el país están diseñando por estos días cómo será la vuelta a las aulas. Hay distintos esquemas en análisis. El Gobierno porteño avanza con el modelo israelí, de cuatro días de clases cada dos semanas. La única provincia que, por ahora, presentó una propuesta formal es Catamarca, donde no hubo ni un sólo caso de Covid-19.

Quizás sea éste el mejor momento para “parar la pelota”, levantar la vista y mirar para adelante. El desafío es enorme: porque lo que viene no es un regreso a la presencialidad que teníamos, sino más bien un paso hacia la “nueva normalidad” educativa, que nadie sabe bien cómo será.

Pero la diferencia es que ahora sí hay tiempo. La vuelta no sería antes de agosto, coinciden los ministros. Es tiempo de pensar y ver cómo esta vez se incluye a todos los argentinos.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-tiempo-parar-pelota-_0_pc5RFyjlB.html

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Educación, pandemia, más inequidad

Por: Rafael Orduz. 

El cierre de escuelas y colegios abre signos de interrogación: ¿se ahondarán las inequidades en la educación en Colombia? ¿Hay terreno abonado para achicarlas?

Las “preexistencias”, expresión tan rutinaria en ésta época de pandemia, son conocidas.

Aunque Colombia ha avanzado en materia de cobertura en todos los tramos educativos, subsisten desigualdades en el acceso y en la calidad, que condenan a millones de niños de hoy a estar del lado de los pobres en el mercado laboral de mañana. Sí, es cierto, el promedio de años de escolaridad ha aumentado: para los mayores de 25 años está hoy por encima de diez años en las siete ciudades de más población en Colombia, cuando en 1984 era de siete años (La República, 18/3/20). Sin embargo, se trata de un promedio: en los niveles de menor ingreso, los años de asistencia a la escuela no pasan de seis…

Cobertura insuficiente en la educación inicial, la de la primera infancia, aquel tramo en el que según el nobel Heckman, de la Universidad de Chicago, se presentan las mayores tasas de rentabilidad social.

La calidad, no solo por lo que marcan las pruebas PISA, deja mucho que desear. Los bajos salarios de los docentes, los sistemas de evaluación, la disparidad existente entre las facultades de educación, factores que convergen en las deficiencias.

Desarticulación entre la educción básica, media y secundaria, por un lado, y la superior, por otro. Sistema curricular desactualizado, relacionado con otro dato aterrador: el desempleo de quienes cuentan con “kilometraje” en años de escolaridad.

Más sobre el tema

¿Estamos preparados para retornar a clases en agosto?

Colombia, el país en busca de culpables

Interrumpir el olvido

El DANE (diciembre 2019) informa de las tasas de desempleo por niveles de escolaridad pre-pandemia: los hombres con educación universitaria culminada registraban un 9% de desempleo y las mujeres del 11.2%, sin contar el agobiante subempleo… En este país que, antes de la pandemia, se jactaba de tasas de crecimiento de la economía superiores al promedio latinoamericano, necesitado de técnicos y tecnólogos, las mujeres graduadas en tales ámbitos sufrían un desempleo cercano al 16% y los hombres de más del 9%. Algo, definitivamente, anda mal.

Desigualdades regionales dramáticas en desfavor del campo, de las zonas PDET.

Y llega el confinamiento, necesario pero que no puede ser permanente, añadiendo una vertiente a la inequidad: el nivel de conectividad, por una parte, y la disponibilidad de dispositivos, por otro. El DANE ya nos ha dicho que el 50% de los hogares carece de posibilidades de acceso a internet, con el impacto descomunal que ello tiene sobre la educación de, quizás, cinco millones de niños y jóvenes de la educación básica y media.

Más allá de si se accede o no a internet, la pérdida de contacto presencial entre los docentes y los alumnos complica las cosas, particularmente en las zonas más vulnerables, tanto urbanas como rurales. En las primeras, problemáticas como el embarazo adolescente o del maltrato en familia, que no aparecen en las estadísticas de cobertura, son enfrentadas, muchas veces, por los maestros. Son ellos quienes han jugado un papel de primera línea en las relaciones con la comunidad, muchos en contextos de conflicto armado, situaciones que persisten en zonas que sirven de corredores al narcotráfico.

Aun en contextos de hogares que cuentan con dosis de conectividad que permiten el telestudio, aflora otro problema: la falta de preparación de los profes para enseñar en los contextos virtuales.

La inequidad en el acceso a la educación de calidad se agrava con el coronavirus. Dadas las “preexistencias” mencionadas, quizás sea ésta la oportunidad para pensar en un sistema educativo que permita altos retornos para la sociedad y sus ciudadanos, así como de articular y aprovechar experiencias valiosas de aula de docentes que se han desempeñado en contextos adversos a bajos costos.

Fuente del artículo: https://www.elespectador.com/opinion/educacion-pandemia-mas-inequidad/

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La escuela cerrada: costos pedagógicos desiguales

Por: Emilio Tenti Fanfani*

La experiencia indica que todas las catástrofes, tanto las naturales, como las sociales (el COVID-19 combina ambos factores) perjudica más a los desposeídos. Eso sucede con los terremotos, las inundaciones, las sequías o las crisis económicas y financieras. Los que más pierden son los que menos tienen. Esto pasa en el caso de la suspensión generalizada del servicio educativo en casi todo el mundo.

Esta experiencia inédita hace evidente realidades que en tiempos normales no se ven a primera vista:

  1. En la escuela las nuevas generaciones aprenden cosas que la familia no puede enseñar, porque no tiene los recursos necesarios para hacerlo, en primer lugar la competencia pedagógico/profesional y en segundo lugar el tiempo y otros recursos didácticos. Ojalá que la emergencia nos recuerde que hay cosas importantes que solo se pueden aprender en esas instituciones especializadas que llamamos escuelas, colegios o universidades.
  2. La emergencia también permite tomar conciencia que la escuela no solo enseña, sino que también cuida de los niños y adolescentes, función que en una etapa anterior del desarrollo de nuestras sociedades correspondía a la familia y en especial a las madres. Cuando la escuela suspende su funcionamiento, la mayoría los niños quedan “abandonados a su suerte”, ya que la mayoría de las madres se han incorporado al mercado de trabajo. Este fenómeno es particularmente relevante en las familias de los sectores populares. Esta constatación debería servir para valorizar el papel multifuncional de la escuela en los procesos de reproducción social.

El reconocimiento social del valor de la escuela debería favorecer, entre otras cosas, un plan de inversión en su estructura física con el fin de garantizar un piso común de calidad e higiene del edificio escolar, objetivo pendiente en el sistema educativo nacional. Al mismo tiempo habrá que aprovechar la ocasión para mejorar los mecanismos de comunicación entre los ministerios, las instituciones escolares y las familias para potenciar el diálogo y la interacción entre estas instancias. Lo que se tuvo que hacer por necesidad deberá potenciarse y mejorarse en tiempos normales.

La situación excepcional que vive el mundo obligó a las instituciones y agentes escolares a desarrollar una oferta de educación a distancia, la mayoría de las veces en forma apresurada y con recursos insuficientes e inadecuados. El Estado argentino, en sus diversas instancias, desde los ministerios de educación a las propias instituciones desplegó una serie de iniciativas tendientes a ofrecer oportunidades de aprendizaje a través del uso de las nuevas tecnologías de enseñanza con el fin de garantizar una cierta continuidad en el trabajo escolar.

La necesidad de actuar en forma rápida obligó a utilizar diversos recursos disponibles (plataformas, medios masivos de comunicación, interacción directa de los docentes con sus alumnos usando distintos dispositivos, etc.). En muchos casos las circunstancias obligaron a improvisar, ya que no había tiempo para programar, desarrollar y luego implementar programas específicos. Más allá de estos esfuerzos dignos de apreciación, las condiciones objetivas conspiran contra los intereses de aprendizaje de los sectores sociales más desfavorecidos.

Es probable que para estos sectores lo más oportuno sea ofrecer materiales (audiovisuales, impresos, etc.) de interés para adultos, niños y adolescentes con el fin de fomentar la lectura recreativa, desarrollar el gusto por la misma, así como la realización de juegos. En relación con esto, sería bueno divulgar las 10 cosas que el pedagogo italiano Francesco Tonucci sugiere hacer a los padres con sus hijos. Cosas simples (como cocinar juntos, explicar cómo funciona el sistema eléctrico de la casa, construir muñecas o pelotas de trapo, reconstruir la historia familiar revisando un álbum de fotografías, leer juntos un periódico o un cuento, etc.) que “educan” más allá del curriculum escolar cuyo cumplimiento tanto desvela a muchos pedagogos formalistas. La emergencia obliga a utilizar la imaginación para darle una dimensión educativa a múltiples objetos, procesos y experiencias que se pueden vivir en el interior del hogar o en el barrio (allí donde en verdad no existe una vivienda digna de ese nombre).

El tiempo que vivimos nos debe inducir a reflexionar porqué las nuevas generaciones se sienten más atraídas por los ambientes virtuales que por los reales. ¿Porqué nos cuesta tanto que nos atiendan en la casa y en las aulas y dejen de lado su celular? La actual obligación de recurrir a la realidad virtual debería convertirse en una oportunidad para aprovechar sus potencialidades en el plano de la realidad, tan propicia para la creación, la modelación, la transformación, capacidad que muchas veces no tiene la realidad escolar preacondicionada, regulada, programada para recorrer un camino con etapas preestablecidas de desarrollo de determinadas competencias evaluables. En este sentido la emergencia puede ser una oportunidad para repensar la realidad escolar con sus tiempos y espacios fragmentados entre aulas, grados, materias, horarios preestablecidos, etc. etc. Estos son momentos en que ciertas transformaciones que en tiempos normales tardan mucho tiempo en concretarse, se pueden precipitar por la fuerza de la necesidad. Pasada la emergencia, habrá que analizar qué pudimos aprender de la improvisación, qué cosas debemos perfeccionar, qué cosas retener, qué cosas rescatar y cómo articular la realidad espacio-temporal de la escuela con las posibilidades que ofrece la realidad virtual.

Más allá de lo que se hace y pueda hacer en estas circunstancias y la creatividad desplegada por padres de familia, maestros y niños, es preciso ser realistas. Una vez más, los más perjudicados son los sectores desposeídos, ya que en su caso se conjugan dos pobrezas, la pobreza de la oferta de educación a distancia y la pobreza de los necesarios recursos familiares, de diverso tipo como el espacio habitacional precario, el hacinamiento, los ambientes insalubres e inseguros, la pobreza o ausencia de equipamientos tecnológicos, la conectividad a internet, el nivel clima educativo del hogar, la presencia de los adultos y su disponibilidad de tiempo para acompañar las actividades escolares de los niños y adolescentes, etc.

El sistema escolar también tiene sus amplias zonas de pobreza. Según un informe reciente del Banco Mundial que usa datos del programa PISA (2018), poco más de la mitad de los sistemas educativos encuestados dijeron que la mayoría de los estudiantes de 15 años están en una escuela sin una plataforma efectiva de apoyo de aprendizaje en línea. Este es el caso en todos los países participantes de América Latina y el Caribe. Por otra parte también existen limitaciones por parte de los docentes, ya que en la Argentina en opinión de los directores sólo el 55% de los docentes tienen “recursos profesionales efectivos para aprender cómo usar dispositivos digitales”.

El mismo informe del Banco Mundial reconoce que existe una fuerte asociación entre los recursos tecnológicos y humanos del sistema escolar y el nivel socioeconómico de los alumnos. Esto implica que quienes más perderán en materia de aprendizaje serán los que ocupan las posiciones más desfavorecidas en las distribuciones de recursos sociales estratégicos tales como la propiedad, el ingreso, el poder y el conocimiento. Desde ya habrá reflexionar sobre el tiempo de post-emergencia y redefinir las políticas educativas tendientes a fortalecer la escuela pública para dejarla en mejores condiciones para contrarrestar la fuerza de las inercias que tienden a reproducir las desigualdades sociales de todo tipo que presenta la sociedad argentina actual.

*Profesor e investigador de la UNIPE, Universidad Pedagógica Nacional

http://ahoraeducacion.com/category/tendencias-educacion/

«La escuela cerrada: costos pedagógicos desiguales»

https://politicayeducacion.com/la-escuela-cerrada-costos-pedagogicos-desiguales/

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-escuela-cerrada-costos-pedagogicos-desiguales/

Imagen: https://pixabay.com/photos/pencil-wood-pencil-education-1486278/

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Altibajos de aprender en casa

Por: Carlos Ornelas

El principal problema que le ven a los proyectos alternativos que impulsa la SEP es el burocratismo. Insistir en tareas y calificaciones, falta de apoyo a docentes y señalar que con clases por radio y televisión se alcanzarán los aprendizajes esperados.

“El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información”, es una de las máximas de Albert Einstein. El valor de la escuela reside en la convivencia y en las prácticas comunitarias. Pero el aprendizaje, lo que se dice educación, se adquiere en la vida cotidiana, en el hogar, en primer lugar, en la calle, en los mercados, en la vía pública y en el mundo del trabajo.

El coronavirus también nos educa, por la travesía amarga. Sin embargo, el encierro nos obliga a educadores, educandos, familias, sociedad y gobierno a buscarle salidas por rutas alternas. Hoy tenemos las tecnologías de la información y la comunicación que en mucho ayudan, en especial en la enseñanza media y la superior.

El jueves de la semana pasada tuve un seminario virtual con los estudiantes que asesoro en el posgrado de mi Universidad Autónoma Metropolitana, sede Xochimilco. Nos pusimos al día con las novedades de sus tesis, avances y problemas. Uno espinoso: no puede hacerse trabajo de campo. Otros, por la suspensión de sus proyectos de movilidad y el retraso en el calendario. Pero, sin haberles comentado la cita de Einstein, coincidimos en que la experiencia del encierro nos trae aprendizajes.

Era imposible deshacerse del hecho. Así que, sin que estuviera en la agenda, platicamos de la reclusión y les pedí opiniones sobre el programa de la Secretaría de Educación Pública, Aprende en Casa. Ofrecieron respuestas equilibradas, nada de blanco o negro, aunque la opinión crítica —en parte porque ven los efectos en su familia y ellos mismos— inclinó la balanza a lo negro.

Coincidimos en que es mejor buscarle salidas a lo inesperado, en lugar de nada más quejarnos o no hacer nada.

De hecho, tuvimos en línea el seminario al que siempre los convoco antes de comenzar el trimestre o en la primera semana. Una alumna, que vive y trabaja en La Laguna, no había participado en los anteriores; hoy sí lo hizo. Además, recibió felicitaciones de sus compañeros porque ya está a punto de terminar su maestría. Tal vez en junio tenga su examen de grado, será virtual, no presencial.

Cuatro de mis tutorados trabajan en educación básica, tres son maestras normalistas de origen. Observan provecho de ciertos videos, piensan que producen efectos favorables —agregan experiencia, no nada más información— si los padres ayudan, pero los padres no son maestros y no todos quieren acompañar a sus hijos. Otros simplemente no pueden por la falta de capital cultural.

Mis estudiantes ven el problema de la desigualdad social, la falta de equipos, conectividad y otros recursos pondrá cargos a la inequidad reinante.

El problema principal que le ven a los proyectos alternativos que impulsa la Secretaría de Educación Pública es el burocratismo. Insistir en tareas y calificaciones, simulación, papeleo, falta de apoyo a docentes y señalar que con clases por radio y televisión se alcanzarán los aprendizajes esperados.

Las actividades se orientan a informar, no a procurar nuevas experiencias. Se pone mucho peso en lo formal, en hacer tareas.

Una de mis estudiantes refirió que, a su hermana, quien estudia en una prepa de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo único que le encargan es hacer más tareas, mandar más evidencias que en tiempos normales; su carga aumentó.

En fin, la pandemia nos trae experiencias nuevas, también aprendemos a tener paciencia, a ser más empáticos, a buscar formas de cooperación y a trajinar en la vida de nueva manera. Casi todos llevamos registro de peripecias, problemas, al igual que de los ratos alegres. Claro, también ponemos atención a los informes, pero el conocimiento que construimos se deriva más de lo que vivimos.

Retazos

En mi artículo del domingo en estas páginas reseñé una clase del programa Aprende en Casa, sobre el neoliberalismo.

Recibí comentarios, unos críticos —con respeto, no con diatriba— porque no hice la crítica, no como unos esperaban.

¿Qué voy a hacer?

Enjuicié lo que vi; me pareció equilibrado, no propaganda. Esa va en las mañaneras. La liga del programa: https://bit.ly/3c2rLlk.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/altibajos-de-aprender-en-casa/

Imagen: https://pixabay.com/photos/school-study-learn-books-read-2051712/

 

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Mundo: La estrategia de la Unesco para que los niños se eduquen en tiempos de coronavirus

Mundo/29-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

Por: Redacción Vivir

En un momento en que el 87% de la población estudiantil mundial se ve afectada por el cierre de escuelas de COVID-19, la UNESCO está lanzando una coalición educativa mundial para ayudar a los países a ampliar sus mejores prácticas de aprendizaje a distancia y llegar a los niños y jóvenes que están en mayor riesgo.

En un momento en que el 87% de la población estudiantil del mundo se ve afectada por el cierre de las escuelas debido al Covid-19, la UNESCO pone en marcha una Coalición Mundial para la Educación, con el fin de ayudar a los países a ampliar las mejores soluciones de aprendizaje a distancia y llegar a los niños y jóvenes que corren mayor riesgo.

“Nunca antes habíamos sido testigos de un trastorno educativo de tal magnitud”, dijo la Directora General de la UNESCO, Sra. Audrey Azoulay. “La colaboración es el único camino a seguir. Esta Coalición constituye un llamamiento a la acción coordinada e innovadora para descubrir soluciones que ayuden a los alumnos y los maestros no solo ahora, sino también a lo largo del proceso de recuperación, prestando especial atención a la inclusión y la equidad”.

Desde que se cerraron las escuelas para contener la pandemia de Covid-19, los gobiernos han estado utilizando soluciones de aprendizaje a distancia y afrontando la complejidad que conlleva impartir educación a distancia, que va desde el suministro de contenidos y apoyo a los docentes hasta la orientación a las familias y los problemas de conectividad que han de resolverse. La equidad es la principal preocupación porque el cierre de las escuelas perjudica de forma desproporcionada a los alumnos vulnerables y desfavorecidos que dependen de ellas para una serie de servicios sociales, entre ellos la salud y la nutrición. “Debemos acelerar los medios de intercambiar experiencia y ayudar a los más vulnerables, ya tengan o no acceso a Internet”, señaló Angelina Jolie, Enviada Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que colaboró con la UNESCO para el establecimiento de la Coalición. (Supenden clases en colegios privados y públicos por coronavirus)

La Vicesecretaria General de las Naciones Unidas, Sra. Amina Mohamed, expresó el pleno compromiso de las Naciones Unidas con la Coalición, advirtiendo que “para millones de niños y jóvenes de entornos desfavorecidos, el cierre de las escuelas podría significar la pérdida de una red de seguridad vital –de nutrición, protección y apoyo emocional”. Añadió lo siguiente: “No es el momento de agravar las desigualdades. Es el momento de invertir en el poder de transformación de la educación. A medida que iniciamos el decenio de acción, nuestra responsabilidad como comunidad mundial es no dejar absolutamente a nadie atrás”.

Los asociados multilaterales, entre ellos la Organización Internacional del Trabajo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Organización Mundial de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos y la Unión Internacional de Comunicaciones, así como la Alianza Mundial para la Educación, La Educación No Puede Esperar, la Organización Internacional de la Francofonía, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos y el Banco Asiático de Desarrollo, se han unido a la Coalición, subrayando la necesidad de llevar a cabo una acción rápida y coordinada para apoyar a los países a fin de mitigar los efectos perjudiciales del cierre de las escuelas, en particular para los más desfavorecidos.

También se ha sumado a la Coalición el sector privado, en particular Microsoft, GSMA, Weidong, Google, Facebook, Zoom, KPMG y Coursera, que aportan recursos y conocimientos especializados en materia de tecnología, conectividad y fortalecimiento de capacidad. Las empresas que utilizan los datos de los alumnos y los datos educativos se han comprometido a respetar su uso ético.

Organizaciones filantrópicas y sin fines de lucro, como la Khan Academy, Dubai Cares, Profuturo y Sesame Street, también forman parte de la Coalición, movilizando sus recursos y servicios en apoyo de las escuelas, los docentes, los padres y los alumnos durante este período de trastorno educativo sin precedentes.

También se invita a los medios de comunicación a unirse a la Coalición, como lo ha hecho el Servicio Mundial de la BBC. A fin de apoyar a los jóvenes de todo el mundo durante el confinamiento, la BBC producirá y publicará consejos, historias y materiales educativos para ayudar a los jóvenes aislados a entender cómo el Coronavirus puede afectarlos.

Al conceder importancia a la equidad y la igualdad de género, la Coalición Mundial para la Educación atenderá las necesidades de los países, como se indicó durante las reuniones de ministros de educación celebradas por la UNESCO. Procurará satisfacer las necesidades con soluciones gratuitas y seguras, reuniendo a los asociados para hacer frente a los problemas de conectividad y contenido, entre otras cosas. Brindará instrumentos digitales y soluciones de gestión del aprendizaje para cargar los recursos educativos nacionales digitalizados, así como para organizar los recursos para el aprendizaje a distancia y reforzar los conocimientos técnicos –utilizando una combinación de tecnología y enfoques comunitarios, en función de los contextos locales. En todas las intervenciones se prestará especial atención para garantizar la seguridad de los datos y proteger la privacidad de los alumnos y los profesores.

Concretamente, la Coalición se propone:

1. Ayudar a los países a movilizar recursos y aplicar soluciones innovadoras y adaptadas al contexto para impartir educación a distancia, aprovechando los enfoques de alta tecnología, baja tecnología y no tecnológicos.

2. Hallar soluciones equitativas y lograr el acceso universal.

3. Aportar respuestas coordinadas y evitar la superposición de esfuerzos.

4. Facilitar el regreso de los estudiantes a las aulas cuando las escuelas abran de nuevo, evitando así un aumento de las tasas de deserción escolar.

“Estamos trabajando juntos para encontrar la manera de asegurar que los niños de todo el mundo puedan proseguir sus estudios, prestando especial atención a las comunidades más vulnerables y desfavorecidas”, declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud, en un mensaje de vídeo que marcaba la puesta en marcha de la Coalición, junto con la Directora General de la UNESCO y otras personalidades.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/coronavirus/la-estrategia-de-la-unesco-para-que-los-ninos-se-eduquen-en-tiempos-de-coronavirus-articulo-911346

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Los retos de la educación virtual en la era del COVID-19

Por: Carolina Botero.

 

El virus ha puesto en evidencia la enorme desigualdad en el acceso a la tecnología: veinte millones de ciudadanos no tienen internet y el 75 por ciento de los municipios no podrá tener clases virtuales. Pero tenemos algunas soluciones.

 

Los retos de la educación virtual

Una forma evidente de prevenir y contener el contagio del COVID-19 es evitar que niños, niñas y jóvenes vayan a guarderías, colegios y universidades.

Pero en Colombia esta medida supone varios desafíos que se han vuelto apremiantes tras la llegada del virus. Uno de ellos –quizás el principal– es que veinte millones de personas no tienen conexión a internet, y muchos de los que sí la tienen, acceden únicamente a través de celulares. Esto ocurre, sobre todo, en las zonas rurales.

Para que la educación virtual sea un éxito se necesitan los equipos en el centro educativo y en la casa de los estudiantes. Así mismo es necesario que educadores y estudiantes aprendan las metodologías y habilidades para el aprendizaje por fuera del aula.

Un esfuerzo indispensable

Aunque suene utópico, debemos trabajar para que todas las personas tengamos conexión a internet durante todo el tiempo y podamos navegar sin restricciones. Conformarnos con menos no debería ser una opción.

La conexión a internet es fundamental, sobre todo porque solo así es posible garantizar derechos básicos como el acceso a la educación en situaciones como la que estamos viviendo.

Recientemente la Corte Constitucional señaló que aunque el Estado no está obligado a pagar la conectividad a cualquier precio, sí debe poner en marcha un plan que aumente el cubrimiento y debe promover el uso de la tecnología en el sistema educativo. Además, indicó que -mientras la conectividad llega a todas partes-, el Estado debe ofrecer alternativas para garantizar la alfabetización digital.

Educación virtual

Foto: Super Intendencia de Industria y Comercio
¿Se puede aprovechar la tecnología para educar en un país sin conectividad?

Veinte millones de personas no tienen conexión a internet, y muchos de los que sí la tienen, acceden únicamente a través de celulares.

Un punto importante del debate es que la realidad presenta muchas zonas grises y no puede reducirse a la dicotomía de ‘hay conectividad’ o ‘no hay conectividad’. Generalmente, las políticas son diseñadas por centros de poder urbanos que ignoran estos matices y caen en generalizaciones simplistas.

Por ejemplo, en Karisma sostuvimos que las ventajas para promover la conectividad rural no deberían estar en manos solo de las grandes operadoras de telecomunicaciones, la Ley TIC debía promover soluciones locales, como las redes comunitarias para que las comunidades resolvieran sus necesidades usando sus propias capacidades. Así mismo, criticamos el proyecto de ley que prohibía el uso de celulares en las escuelas, señalando la necesidad de incorporar la tecnología en los procesos educativos que tienen lugar en las zonas rurales.

Puede leer: ¿Qué significa la virtualidad en internet?

Red Kimera: una iniciativa para aprender

En Karisma, la fundación donde trabajo, estamos buscando cómo llevar mecanismos de educación virtual a instituciones rurales donde la conectividad es muy limitada o no existe. Se trata de nivelar las condiciones para cerrar la brecha de la desigualdad.

En el resto de este artículo compartiré algunas lecciones que pueden acelerar este proceso en el futuro cercano.

Una de las iniciativas que estamos adelantando es “la Red Local Inalámbrica Kimera” que busca cubrir necesidades de conectividad local, especialmente en centros educativos rurales. Esta solución se basa en tres premisas: que sea fácil de usar para personas sin habilidades técnicas, que permita la apropiación de la herramienta por parte de la comunidad, y que funcione con los equipos disponibles en los centros educativos a los que tiene acceso la comunidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La red inalámbrica se aloja en el computador de alguno de los o las educadoras o del centro educativo, opera con Windows –el sistema más usado en Colombia en el sector educativo– y utiliza soluciones que son de software libre, es decir, que no cobran licencias, tienen actualizaciones disponibles y permiten hacer adaptaciones y ajustes.

La red permite acceder a todos los contenidos y servicios desde cualquier dispositivo con tecnología inalámbrica (celulares, tabletas o computadores) y funciona en lugares que presentan grandes limitaciones para acceder a internet. Así, permite que las y los estudiantes usen las tabletas que los gobiernos repartieron en sitios donde no había conectividad, y fomenta un escenario donde las y los educadores y estudiantes se comunican, experimentan y aprenden.

El servidor se alimenta con contenidos y servicios que las y los educadores escogen entre opciones precargadas, porque la mayoría de estos lugares tienen una conectividad intermitente que depende de la hora o de las condiciones climáticas, por ejemplo. Los contenidos son ligeros y de la libre circulación, por lo cual son soportados fácilmente por todos los dispositivos. Cada vez es más frecuente que las y los educadores y estudiantes creen nuevos contenidos.

Las comunidades que acceden a este tipo de soluciones a pesar de tener problemas de conectividad apoyan su educación con tecnología y están por lo tanto preparadas para desplegar soluciones de virtualidad en casa, durante una crisis como la que estamos viviendo.

garantizar la conectividad en todo el país

Foto: MinTIC
No se debe centralizar el problema de la conectividad en los operadores privados, deben hacerse redes comunitarias.

Este tipo de soluciones tendría un impacto importante en una amplia franja de la población porque, otro punto a considerar es que no debemos confiar exclusivamente en las estadísticas sobre desconexión. Como ha señalado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), hay comunidades que son registradas como conectadas, pero la calidad de su conexión es tan baja que no funciona para muchos fines, como el streaming. Otras comunidades se reportan como desconectadas, si tienen soluciones como la red Kimera logran un nivel de apropiación de la tecnología que no debe ser menospreciada. Estos son solo algunos de los grises a los que me referí anteriormente.

Le recomendamos: La subasta del espectro radioeléctrico: medio país sin conexión

Los dispositivos

Los dispositivos representan uno de los retos más importantes cuando pensamos en soluciones virtuales para la educación en poblaciones vulnerables.

El Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana estableció que 95 por ciento de los municipios del país no podrá utilizar la educación virtual porque ni siquiera la mitad de los estudiantes tienen computador e internet en su casa (no hablemos de servicio eléctrico).

El Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana estableció que 95 por ciento de los municipios del país no podrá utilizar la educación virtual

Ante esta realidad, el gobierno ha optado por usar la radio y la televisión para apoyar al sistema educativo. En la gama de grises, esa solución funciona para el extremo de la desconexión, aunque me preocupa que no se ocupa de los lugares donde no hay energía, es importante tener en cuenta que en muchas zonas de baja conectividad muchas hay personas –incluyendo estudiantes– tienen celulares, por lo cual podría pensarse en soluciones hibridas que les permitan no estar tanto en la franja de la desconexión.

En Karisma hemos notado que el celular es el dispositivo más utilizado por los y las estudiantes para acceder a la Red Local en los centros educativos rurales. Si contáramos a los celulares como dispositivos para la educación virtual, seguramente las estadísticas cambiarían y en una situación como la que vivimos actualmente, las y los niños y jóvenes podrían usarlos para aprender desde casa.

Esto no sucede todavía porque es necesario adaptar los contenidos escolares para poder acceder a ellos a través de los celulares. Aunque no es la mejor solución para educación virtual, si vamos a explorar con celulares valdría la pena pensar en aplicaciones y contenidos que ofrezcan características hipertextuales, que sean livianos y fáciles de usar y de instalar, y que puedan usarse sin tener conexión a internet, para que puedan ser actualizados y cambiados en la conexión de la escuela.

La crisis provocada por el COVID-19 demuestra que la desigualdad en términos de conectividad sigue siendo muy grande en Colombia y, por eso, muchos estudiantes tendrán dificultades para seguir estudiando, especialmente en zonas rurales. Debemos asumir esta situación como una invitación para cerrar la brecha y reflexionar sobre el potencial que ofrece la tecnología en materia educativa.

Lo que ocurra con la conectividad híbrida durante estos meses nos dará pistas para mejorar las condiciones de los sectores más afectados por la desigualdad tecnológica, por la llamada brecha digital. Tendremos muchas décadas de conectividades híbridas, así que debemos tomarnos en serio este tema y pedirle al gobierno que empiece a trabajar en él tan pronto superemos esta crisis.

*Directora de Fundación Karisma. Trabaja en la defensa de los derechos humanos en entornos tecnológicos, siguiendo debates sobre la libertad de expresión, la privacidad, el acceso al conocimiento y la cultura y la innovación social @carobotero

Fuente del artículo: https://razonpublica.com/los-retos-la-educacion-virtual-la-del-covid-19/

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