Autoridades, técnicos y sindicatos señalan importancia de que conflictos se resuelvan mediante el diálogo.
En las primeras semanas de clase de 2019 se registraron algunos episodios de violencia en centros educativos de varias partes del país que vuelven a abrir el debate sobre cómo abordar estas situaciones. Además de la preocupación por el abordaje de situaciones de violencia física o verbal, desde los distintos consejos desconcentrados de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) se están implementando estrategias para evitar que se llegue a ese punto. De todas formas, desde los sindicatos se reclama por la contratación de más técnicos para equipos multidisciplinarios que trabajen en los centros educativos, y también plantean la importancia del rol de los porteros, que no están presentes en todos los centros.
En general, entre técnicos, autoridades y sindicalistas existe acuerdo en que los episodios de violencia física en los centros educativos son casos aislados y no representativos de lo que sucede cotidianamente en esos espacios. No obstante, los distintos consejos de la ANEP y los sindicatos están preocupados por las agresiones registradas en los últimos tiempos, en algunos casos protagonizadas por estudiantes pero también por sus familias o incluso por actores externos a los centros educativos. Ello genera que los educadores deban estar preparados para abordar este tipo de situaciones y obliga a las autoridades y técnicos de la ANEP a generar mecanismos de rápida atención y de reconstrucción de los vínculos que posibilitan que tenga lugar el acto educativo.
Educación y sociedad
Si bien en el caso de primaria se registró una agresión a una auxiliar de servicio en una escuela de Soriano que tomó estado público hace semanas, al hablar de casos de violencia, la secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM), Elbia Pereira, no sólo cuenta los casos que se generan a la interna de la institución, sino que también incluye los que vienen de afuera, como robos y actos de vandalismo de los que también son víctimas algunos locales escolares. Según dijo a la diaria, debe pensarse que la educación no está alejada de la sociedad, en la que se registra “un aumento de violencia en las relaciones interpersonales”. Para Pereira “no hay un único camino de solución”, pero “no basta con decir que con educación se soluciona todo”. Agregó que si bien el sistema educativo tiene “mucho para aportar” en la mejora de la convivencia, no se cuenta con “una varita mágica para solucionar todos los problemas sociales”.
La FUM se ha reunido con varios actores políticos y judiciales para abordar el tema de la violencia, como el fiscal de Corte, Jorge Díaz, el Congreso de Intendentes y hasta el propio presidente de la República, Tabaré Vázquez. Pereira explicó que cada situación debe ser analizada en su contexto, ya que según la escuela y el territorio se pueden necesitar unos u otros dispositivos para atender estos casos. Además, está funcionando una comisión bipartita sobre salud laboral entre la Coordinadora de Sindicatos de Educación de Uruguay y el Consejo Directivo Central de la ANEP, donde se abordan las situaciones de violencia, y se generó un espacio de las mismas características en el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).
Pereira entiende que las situaciones de violencia que surgen tienen que ver con “la diferencia, la tolerancia, la empatía”, entre otros. Por lo tanto, sostuvo que es clave que en los centros educativos se apunte a “dirimir las diferencias mediante diálogos”, para lo que también es importante el trabajo con las familias de los niños y con la comunidad. En ese sentido, valoró que la escuela pública uruguaya “tiene historia de trabajo conjunto con las familias” y mencionó el caso de las comisiones de fomento.
Los paros
Abordaje
Si bien valoró positivamente la existencia de protocolos del CEIP para que los maestros sepan cómo actuar ante esas situaciones de violencia, la secretaria de la FUM entiende que “no todo se soluciona protocolizando”. Fundamentó que “la emergencia, la prevención y otras aristas que tiene este tema muchas veces no pasan por un protocolo” y, por ejemplo, los maestros pueden trabajar con los niños sobre la convivencia utilizando contenidos del programa de Primaria, no sólo a nivel teórico sino también en la práctica.
Ana Novo, coordinadora del Instituto de Formación en Servicio del CEIP, explicó a la diaria que en primaria el programa Escuelas Disfrutables cuenta con equipos en cada departamento del país, integrados por psicólogos y trabajadores sociales. Explicó que estos equipos están preparados para intervenir ante situaciones de violencia pero que, debido a la escasez de recursos humanos no se realizan muchas actividades de prevención. De todas formas, contó que desde el instituto, que apunta a la formación de maestros mientras ejercen, se ofrecen capacitaciones voluntarias para que los docentes sean capaces de identificar situaciones de violencia de las que son víctima los niños. “Se los forma en cómo manejarlas, sobre todo para que se utilice el protocolo que tiene Primaria para la intervención de distintos técnicos en casos de violencia”, contó, y agregó que también se ofrece una formación que apunta a dar herramientas para prevenir situaciones de violencia.
Además, señaló que para este año se proyecta la creación de un área nueva para estas temáticas, que será de “participación, comunicación y construcción de espacios educativos”. Novo dijo que el abordaje será tanto para situaciones dentro del aula como para otros espacios de las escuelas y sus zonas cercanas. Contó que la creación de este espacio surgió principalmente de la demandas de los maestros: “Nos plantean que para aprender matemática, lengua o ciencias naturales hay mucha bibliografía y fueron formados para eso, pero ahora se están desencadenando situaciones diferentes que no saben cómo resolver”.
La coordinadora entendió que si bien muchas veces los elementos que desencadenan las situaciones de violencia vienen desde afuera del centro educativo, los maestros también tienen que preguntarse qué tienen que ver, por ejemplo, con la agresión de un padre. “Algo tengo que ver, no soy un elemento neutral. Tengo que ver cómo recibí a ese padre, cómo lo atendí, cómo le hablé, cómo lo miré, cuánto tiempo dediqué a escucharlo. Tratamos de formar a los maestros en todo eso para poder manejar las situaciones antes de que lleguen a un golpe o un insulto”, explicó.
Con adolescentes
Marcel Slamovitz, presidente de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes), entendió que este año únicamente un episodio de violencia en un liceo montevideano ameritó un paro en la capital. Según consideró, el resto de las situaciones “son casos normales que se resuelven educativamente”, y descartó que últimamente exista “un brote de violencia, como plantean los que piden mayor represión en la sociedad”. El dirigente explicó que Fenapes ha discutido el tema y detalló: “Como profesores no tenemos una postura represiva, tenemos un análisis y una reflexión sobre la violencia en la sociedad; las oportunidades no las tiene todo el mundo”.
Slamovitz indicó que la federación concluyó que “en esta sociedad siempre va a existir violencia” y que sus reclamos únicamente apuntan a “paliar la situación”, pero no a “solucionar los verdaderos problemas”, ya que desde los liceos no pueden solucionar fenómenos sociales como el narcotráfico o la marginación. En ese sentido, Fenapes ha reclamado la presencia de equipos interdisciplinarios integrados por trabajadores sociales y psicólogos en todos los liceos. Además, sostienen que es necesario que los locales liceales cuenten con porteros y reivindican “su viejo rol”, el del funcionario “que conoce a los padres y a los estudiantes, que dialoga en situaciones conflictivas”. Según detalló el dirigente, este tipo de medidas permitirían “dar una contención y una ayuda”, porque las situaciones de violencia afectan los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Un tanto distinta es la visión de Gabriela Garibaldi, coordinadora del Departamento Integral del Estudiante (DIE) del Consejo de Educación Secundaria (CES), quien entiende que “todo lo que acontece dentro de un centro educativo es educativo”. Ese es el enfoque con el que trabaja el DIE, que cuenta con equipos psicólogos, psicopedagogos, educadores sociales y referentes de participación estudiantil que trabajan en todo el país organizados en regiones. Según contó a la diaria, una de las líneas de trabajo del departamento apunta a la convivencia y a la promoción de “los proyectos saludables que tengan que ver con los intereses y la participación de los estudiantes en los liceos”, además de “promover formas de relacionamiento en los liceos entre jóvenes, entre jóvenes y adultos y entre adultos”.
Prevención y atención
El trabajo del DIE apunta principalmente a la prevención de las situaciones de violencia, pero también se interviene cuando el episodio ya tuvo lugar. Garibaldi contó que para implementar acciones se tiene en cuenta a los estudiantes, pero también a su entorno. “Hacemos de todo, talleres con profes, con gurises. Los referentes regionales trabajan con los equipos liceales para darles voz a los gurises con los recursos que ya hay disponibles”, ilustró. Mencionó que también se realizan instancias de formación para los equipos docentes y de gestión de los liceos, y que desde el año pasado se comenzó a pensar en una forma de participación para acompañar de mejor manera a los referentes afectivos de los estudiantes. Eso hizo que este año estén trabajando en algunos liceos en espacios a los que asisten integrantes de las familias de los adolescentes, que son convocados por los propios estudiantes.
Garibaldi contó que los liceos también acuden al DIE cuando los episodios de violencia se concretan. En esos momentos tratan de “darle la palabra a todo el mundo” y “acompañar” para que los actores reflexionen y se pregunten “qué les pasó”. Consultada sobre la posibilidad de contar con más técnicos, como se reclama desde Fenapes, Garibaldi señaló que si bien en la actualidad hay psicólogos en todos los liceos de Montevideo, “es materialmente imposible” contar con un psicólogo, un educador y un trabajador social en cada uno de los 304 centros educativos gestionados por el CES en todo el país. “Por eso tenemos equipos regionales que lo que hacen es ir acompañando”, explicó. De todas formas, señaló que no se trata sólo de una cuestión de cantidad de técnicos, sino también del enfoque con el que trabajan. En ese sentido, consideró que en el mundo actual “ya no es pensable la vieja lógica del técnico apartado en una especie de gabinete, que recibe las derivaciones de los educadores y que atiende el problema como si fuera sólo del sujeto que aprende”. Según explicó, desde esa perspectiva se apuntaba a “recauchutar” al estudiante para que después volviera a la clase, pero “esa concepción no nos sirvió ni en los lugares donde teníamos la proporción de técnicos más maravillosa”, ya que “viene de un paradigma de patologización del estudiante” que no comparte.
“Nosotros trabajamos con lo que hay, a veces un trabajador social y un psicólogo, otras un psicólogo y un coordinador pedagógico; a veces hay portero y lo incorporamos al equipo. Obvio que hace falta más, pero con lo que tenemos se puede hacer mucha cosa. El asunto es cómo lo hacemos y desde qué lugar”, señaló. La coordinadora entiende que es clave generar acciones de acompañamiento o acuerdos de abordaje con los funcionarios administrativos o de portería de los centros educativos.
Preocupados
Desde la Asociación de Funcionarios de UTU (AFUTU) han planteado al Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP) “la preocupación por el tema de violencia y cómo la mayoría de las veces no es generada en el centro educativo sino en la familia o en el barrio”, explicó a la diaria la secretaria de prensa del sindicato, Lourdes Pintos. En escuelas técnicas de UTU es donde se registró la mayor cantidad de episodios de violencia que cobraron estado público en las primeras semanas de clase. Según señaló Pintos, hubo varias situaciones en centros de San José y en Montevideo, y más recientemente en Paysandú, donde, por ejemplo, funcionarios resultaron heridos al intentar separar peleas entre estudiantes.
En este último caso se valoró que parar y ocupar la escuela técnica era la mejor forma de que la comunidad hablara y reflexionara para buscar soluciones, explicó Pintos. Durante esos días AFUTU realizó asambleas en el centro educativo en las que participaron estudiantes, padres, medios de comunicación y actores políticos y sociales. Pintos detalló que la semana pasada se llevó a cabo una instancia bipartita en la que las autoridades de UTU se comprometieron a encontrar algunas soluciones, como que el centro cuente con una portería. Además, contó que se sugirió el trabajo con los equipos multidisciplinarios con los que UTU cuenta en la región, con mesas de adolescencia que funcionan en el territorio y con proyectos socioeducativos del Ministerio de Desarrollo Social.
La dirigente sindical explicó que AFUTU está intentando poner el tema de la violencia en discusión por medio de todas las formas posibles, ya que son conscientes de que no pueden resolverlo en solitario. “La clave está en pensar juntos con los demás actores sociales, en interrelación con las familias, con otras instituciones como policlínicas de ASSE [Administración de Servicios de Salud del Estado] o la Policía Comunitaria. En cada lugar hay que pensar qué es lo más adecuado”, afirmó. De todas formas, en lo que respecta a las acciones que pueden tomarse desde el sistema educativo, Pintos señaló que desde el sindicato “quieren evitar que los cargos estén ocupados por personas que se sientan solas” y que, en cambio, se sientan “respaldadas para trabajar”. Por lo tanto, entienden que es preferible el trabajo en equipo, pero advierten que no siempre hay condiciones para lograrlo.
Caso a caso
Nilsa Pérez, directora general del CETP-UTU, comparte la idea de que es necesario analizar caso por caso, ya que en cada territorio hay diferentes actores que pueden intervenir para resolver los conflictos. Según dijo a la diaria, muchas veces las situaciones que son denunciadas como hechos de violencia son “‘comunes’ dentro de lo que puede ocurrir normalmente en un centro educativo” al que asisten adolescentes, además de que “hay otros episodios que están atados a las características de la persona que los genera”. De todas formas, la directora señaló que muchas veces los equipos docentes, de dirección y de inspección realizan “acompañamientos varios” con los recursos que tiene la institución y actúan adecuadamente para atender o prevenir situaciones de violencia física.
UTU también cuenta con protocolos para este tipo de situaciones, aunque Pérez advierte que es necesario “usarlos, probarlos y ajustarlos”. Consultada sobre el rol que pueden jugar las porterías, la jerarca definió que principalmente pueden colaborar para resolver problemas que lleguen desde afuera al centro educativo y no tanto cuando el conflicto es protagonizado por actores del centro. “Muchas veces te piden cosas que no son funcionales al problema sobre el que hay que intervenir”, agregó.
“Quien ha trabajado con adolescentes sabe que frente a un pico de ira o una actitud violenta hay que estar al lado, aportarle elementos de reflexión, de análisis, para que controle esa fuerza que lo lleva a un acto violento. Lo mismo con los adultos. Después de que hiciste algo, pensá qué hiciste y por qué, el daño que generaste. Eso también es docencia. Un docente tiene que estar preparado para intervenir en este tipo de situaciones, pero no en forma solitaria; siempre hay un grupo de apoyo externo, reuniones de pares, una cantidad de recursos que hay que utilizar”, concluyó.
Impactos
Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2019/4/algunos-episodios-de-violencia-en-escuelas-y-centros-de-educacion-media-vuelven-a-plantear-el-debate-de-como-prevenirlos/