Mirando a los ojos de personas refugiadas centroamericanas, en tiempos de odio y miedo

Por: Amnistia Internacional/03-12-2016

Hace 10 años, llegué a México por primera vez. Con una pesada mochila sujeta a la cintura, crucé a pie el largo puente de cemento que separa México de Guatemala.

Cando crucé la frontera, un hombre con la camisa desabrochada hasta el vientre y el sudor cayéndole por el pecho miró mi pasaporte (una ojeada de no más de dos segundos), luego lo selló con una sonrisa y me dijo alegremente: “Bienvenida a México”.

Mi entrada en México no podía haber sido más fácil, porque soy de Australia y no necesito visado. Sin embargo, para los cientos de miles de hombres, mujeres, niños, niñas y familias enteras que huyen de la violencia y cruzan la frontera sur de México, procedentes de algunos de los rincones más peligrosos del mundo, la historia es muy distinta.

En lugar de una sonrisa, se encuentran con sospechas infundadas, miedo, prejuicios e incluso odio.

Perfectamente conscientes de las probabilidades de que les nieguen la entrada —y, en lugar de eso, se enfrenten a una posible deportación a la violencia y los horrores casi bélicos de Honduras y El Salvador, muchas se ven, en la práctica, obligadas a entrar clandestinamente.

 

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Cruce del río Suchuiate entre México y Guatemala. Quienes tienen visado cruzan el puente; quienes no lo tienen —incluidas las personas que huyen de la violencia de Centroamérica— tienen que fabricarse balsas con neumáticos.

Diez años después de haber cruzado ese paso fronterizo por primera vez, regresé como parte de una misión internacional de observación, y he conversado con decenas de personas cuyas vidas se han venido abajo. Hablamos con un hombre en silla de ruedas que había perdido las dos piernas cuando cayó del tren de mercancías apodado “La Bestia” sobre el cual las personas migrantes y solicitantes de asilo viajan para atravesar México. Lo llevaron al hospital en México, y de allí lo remitieron a las autoridades de migración mexicanas. Nos dijo que las autoridades de migración habían hecho caso omiso de su petición de asilo y lo habían deportado inmediatamente de vuelta a Honduras. Según contó, allí pasó cuatro días, temiendo por su vida, y luego regresó a México de inmediato. Ante el temor a ser detenido, aún no había podido presentar una solicitud de asilo.

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Una de las rutas que las personas migrantes y solicitantes de asilo se ven obligadas a tomar para atravesar México incluye viajar en lo alto de estos trenes de mercancías y arriesgar la vida.

Se calcula que unas 400.000 personas cruzan la frontera sur de México cada año. Muchas de ellas están necesitadas de protección internacional, y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ha pedido a los gobiernos de la región que reconozcan la crisis humanitaria que afecta a los países centroamericanos de El Salvador, Honduras y Guatemala.

Nuestra propia investigación ha mostrado cómo la violencia generalizada en El Salvador y Honduras convierte a estos países en algunos de los lugares más mortíferos del planeta. Hace unos días hablé con un joven pescador de El Salvador que había huido de su país con más de 30 miembros de su familia a causa de la extorsión y los impuestos de guerra que las bandas criminales (maras) les imponían en su casa, e imponían a sectores profesionales enteros de El Salvador para dejarlos funcionar. El decir no a las maras significa a menudo una condena a muerte.

México tiene un historial de recibir a personas que huyen de la violencia y de mostrar solidaridad y hospitalidad a quienes necesitan protección. En la década de 1980, decenas de miles de personas huyeron de la guerra civil de Guatemala y acudieron como refugiadas a México. Treinta años después, México parece estar olvidando aquella hospitalidad. En nuestra misión, bastante después de cruzar la frontera y estar ya en el territorio mexicano, en una franja de sólo 200 km a lo largo de la costa del estado meridional de Chiapas, pasamos por siete puestos de control de migración en los que, en ocasiones, había militares, policías federales y numerosos agentes de migración dispuestos a detener a cualquiera que careciera de documentos. En los últimos años, México ha invertido una cantidad considerable de recursos en hacer cumplir la ley e imponer la seguridad a lo largo de su frontera sur. Parte de ese dinero procede de la financiación del gobierno estadounidense a la Iniciativa Mérida, un amplio paquete de ayuda para la seguridad.

El incremento de los controles y las medidas de seguridad ha dado lugar a un aumento de las detenciones y deportaciones de personas centroamericanas desde México: en muchos casos se ha devuelto a personas a situaciones de amenazas, ataques e incluso homicidios. De todos los controles por los que pasé, destacaba uno en particular. Se trataba de un centro especial de aduanas que se alzaba en la carretera como una enorme nave espacial, un aeropuerto o una prisión. En él había agentes de la Policía Federal, un cuartel del ejército, un servicio de aduanas, focos, torres de vigilancia, y una infraestructura impresionante.

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Puesto de control de fronteras en Huixtla, Chiapas.

El problema con este enfoque de las detenciones, el cumplimiento de la ley, las medidas de seguridad y las deportaciones es que los agentes de migración mexicanos no identifican a muchas personas que corren peligro y deberían ser reconocidas como refugiadas.

En virtud del derecho tanto nacional como internacional, los agentes de migración tienen la obligación de remitir a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) a cualquier persona que exprese temor de ser devuelta a su país. Sin embargo, la gran mayoría de las personas que llegan son detenidas y devueltas a su país sin tener en cuenta sus temores. ¿A qué se debe eso? ¿De verdad creen las autoridades que unas personas traumatizadas que huyen de su país constituyen una amenaza tan grave? ¿Han escuchado sus relatos? Conocí a una mujer que me contó que, en Honduras, como mujer, no podía llevar falda o medias, ni teñirse el pelo; apenas podía hacer nada sin que las maras la amenazaran. Habló conmigo en un lateral de la carretera, sin dinero, mientras esperaba a trasladarse para encontrar un transporte que pudiera llevarla a un lugar más seguro. Otras personas de El Salvador me dijeron que sólo el transitar de un barrio a otro te pone en peligro, pues, al proceder de otro barrio, las maras sospechan que eres un posible rival.

Vivimos unos tiempos de odio y miedo extremos. A menos que escuchemos los relatos de la gente y actuemos, nuestras sociedades y políticas seguirán creando muros de prejuicios, en lugar de puentes de protección y justicia. Después de este viaje a lo largo de la frontera sur de México, más que nunca, me comprometo a dar la bienvenida a las personas refugiadas, en mi corazón y en mi sociedad. Confío en que tú puedas mirarlas a los ojos y darles también la bienvenida.

Aquí encontrarás un enlace a nuestro reciente experimento de vídeo en directo por Facebook que mira a los ojos y las historias de personas refugiadas centroamericanas en México y personas refugiadas en otros países del mundo, y te invita a contraer un compromiso de solidaridad con las personas refugiadas.

Este artículo se publicó originalmente en IPS

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Hipócrita llamamiento del G-20 a “compartir la responsabilidad” en la crisis de los refugiados 5 septiembre 2016, 15:37 UTC

Por: Amnistia Internacional.07-09-2016

La Declaración de la Cumbre del G-20 en Hangzhou, en la que se pide un mayor “reparto de las responsabilidades” a la hora de abordar la crisis de refugiados, refleja lo poco que han hecho los países del G-20 en su mayoría para compartir la responsabilidad hasta el momento; así lo ha afirmado hoy Amnistía Internacional.

En la actualidad hay 27 países en el mundo con programas periódicos de reasentamiento de personas refugiadas; sólo 9 están en el G-20. Entre los miembros del Grupo, sólo Canadá ha demostrado una apertura genuina al reasentamiento, aceptando a 25.000 refugiados de Siria desde finales de 2015 y señalando que admitirá a más. La firme postura de Alemania, al aceptar más de un millón de refugiados, no ha sido reproducida por otros Estados europeos del G-20.

Actualmente, menos de la mitad de los Estados del G-20 admiten con carácter periódico a personas refugiadas para su reasentamiento.
Audrey Gaughran

“La Declaración de la Cumbre del G-20 sobre la obligación de compartir la carga suena a palabras huecas cuando tantos países del Grupo no asumen su parte de la responsabilidad global sobre los refugiados, y la cumbre que la ONU tiene previsto celebrar este mes está condenada a no alcanzar un acuerdo. Actualmente, menos de la mitad de los Estados del G-20 admiten con carácter periódico a personas refugiadas para su reasentamiento”, ha afirmado Audrey Gaughran, directora de Asuntos Temáticos Globales de Amnistía Internacional.

“Ahora mismo, muchos países del G-20 están bloqueando activamente los planes globales para compartir la responsabilidad sobre los refugiados del mundo. En las conversaciones de la ONU, en lugar de respaldar una solución global propuesta a la crisis de refugiados, la Unión Europea, Rusia y China prefirieron seguir formando parte del problema, anteponiendo sus intereses puramente nacionales y rechazando medidas concretas. Da la impresión de que algunos miembros del G-20 dicen una cosa en público y otra muy diferente a puerta cerrada.”

Los países del G-20 deben hacer mucho más en favor de las personas refugiadas para que esta declaración no termine viéndose como insensible hipocresía.
Audrey Gaughran
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Respuesta de la UNESCO a la Crisis en Siria

www.unesco.org

El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011 y ha dado lugar a la mayor crisis humanitaria del mundo de los últimos años. La situación en el país y las condiciones de los refugiados en los países vecinos siguen empeorando.

Actualmente casi 13,5 millones de sirios necesitan asistencia y 6,5 millones de ellos se encuentran desplazados dentro de su propio país, de los cuales la mitad son niños, luchando por sobrevivir y hacer frente a la crisis. Asimismo, más de 4,5 millones de personas han huido a países vecinos, un tercio de las cuales son niños y jóvenes en edad escolar. Se estima que 8,1 millones de niños y jóvenes sirios dentro del país y en los países vecinos necesitan recibir educación.

Por otra parte, el patrimonio cultural del país está expuesto continuamente a amenazas de destrucción, pillaje y tráfico ilícito. Importantes sitios y monumentos han sido destruidos o han sufrido daños considerables.

La UNESCO se ha mostrado activa en la respuesta a la crisis, en particular brindando asistencia a los refugiados sirios y a las comunidades de acogida del Iraq, Jordania y el Líbano, y salvaguardando el patrimonio cultural de Siria. La respuesta de la UNESCO aborda las necesidades humanitarias y la ayuda para el desarrollo a largo plazo, generando complementariedades y sinergias entre estos ámbitos. Esta respuesta se integra en los procesos coordinados desde el plano nacional y se ajusta plenamente al Plan de Respuesta Humanitaria para Siria 2016 (HRP) y al Plan Regional para los Refugiados y la Resiliencia 2016-2017 (3RP).

En la esfera de la educación, la respuesta de la UNESCO se centra en la educación y el empoderamiento de los jóvenes, ofreciendo oportunidades educativas a los jóvenes afectados por la crisis en el Líbano, Jordania y el Iraq y mejorando la calidad de su enseñanza y aprendizaje, tanto en entornos formales como no formales.

Los ámbitos prioritarios de la acción de la UNESCO en Siria son la formación de docentes en materia de enseñanza técnica y profesional, los programas de aprendizaje acelerado, las actividades extraescolares y el apoyo psicosocial.

Dentro de la respuesta humanitaria a la crisis de Siria, la principal carencia sigue siendo la educación y, en particular, la educación posterior a la primaria. Sobre la base de los logros alcanzados hasta la fecha, la UNESCO se ha esforzado por consolidar aún más sus actuaciones y profundizar el alcance de su respuesta abordando las disparidades en el aprendizaje de los jóvenes de Siria, Jordania, el Líbano y el Iraq. En febrero de 2015, la UNESCO puso en marcha un programa para la reducción de las disparidades en el aprendizaje de los jóvenes, que contribuirá a facilitar el acceso a la educación secundaria y superior, mejorar su calidad y construir unos sistemas educativos que tengan una mayor capacidad de adaptación para los jóvenes afectados, de entre los 15 y los 30 años, tanto dentro de Siria como en la región.

En la esfera de la cultura, la UNESCO hace hincapié en salvaguardar el rico patrimonio cultural de Siria. Desde el inicio de la crisis, la Directora General ha insistido firmemente en ello, haciendo un llamamiento a todas las partes en el conflicto y a las autoridades sirias para que respeten y protejan el patrimonio cultural.

Además, se ha alertado y movilizado a los países vecinos, la INTERPOL y los colaboradores institucionales para hacer frente al tráfico ilícito de bienes culturales muebles. En agosto de 2013 la UNESCO organizó una reunión de alto nivel sobre la salvaguardia del patrimonio cultural de Siria, en la que los participantes aprobaron el Plan de acción de la UNESCO de medidas urgentes de salvaguardia y estrategias para después de la recuperación.

En el marco de ese Plan de acción, la UNESCO puso en marcha un “Proyecto de salvaguardia de emergencia del patrimonio sirio” de tres años de duración, orientado a atenuar la destrucción y la pérdida del patrimonio cultural y a formular medidas prioritarias para después del conflicto, así como acciones a medio y largo plazo, como forma de restaurar la normalidad y la cohesión social en Siria. En el marco del proyecto, la UNESCO creó el Observatorio Internacional del Patrimonio Cultural Sirio, que supervisa y evalúa la situación del patrimonio cultural de Siria.

Mediante sus iniciativas, la UNESCO alentó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a aprobar la resolución 2199, en la que se condena la destrucción del patrimonio cultural y se adoptan medidas vinculantes para luchar contra el tráfico ilícito de antigüedades y objetos culturales procedentes del Iraq y de Siria.

Por otro lado, en Siria y en los países vecinos (Iraq, Jordania, Líbano y Turquía) se han organizado una serie de actividades de formación sobre la lucha contra el tráfico ilícito de objetos culturales de Siria y sobre las más avanzadas herramientas de conservación y restauración del patrimonio arquitectónico. La UNESCO y el UNITAR (el Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones) firmaron un acuerdo para proteger los sitios del patrimonio cultural y natural con las tecnologías geoespaciales más modernas.

Además, la UNESCO ha llevado a cabo una campaña de concienciación en los medios sociales para sensibilizar al público en general sobre las amenazas a las que se enfrenta el patrimonio cultural de Siria, así como una campaña global, Unite4Heritage (“Unidos por el patrimonio”), que se puso en marcha en marzo de 2015. El objetivo de esta campaña, de gran popularidad, es hacer frente a la propaganda de odio, intolerancia y violencia con mensajes de unidad, tolerancia y solidaridad, y suscitar apoyo en favor de la protección del patrimonio en todos aquellos casos en que se encuentre amenazado por el sectarismo y la violencia extrema. La campaña ha generado también interés en los medios de comunicación, con la publicación de más de 500 artículos en la prensa internacional.

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África: La invisibilidad de millones de seres humanos

África/Telesur/ 5 de Julio de 2016.

Pasada la conmemoración del Día Mundial del refugiado millones de seres humanos siguen ahí, se mueven y desplazan en su propio país o emigran pues el suyo ya no es un sitio seguro. Cruzan desiertos, selvas, montañas, se ahogan en los mares que se suponen deben unir al ser humano. Viven hacinados en tiendas precarias, malnutridos, sobreviviendo, añorando sus hogares y soñando construir uno. La conmemoración del Día Mundial del Refugiado sacó de las sombras un fenómeno que debe avergonzarnos.

Para los organismos internacionales,  como es el caso del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –  ACNUR – cuya definición ha sido acordada como “aceptable” y derivado de la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, un refugiado es “una persona que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera de su país de nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él”.

La Organización para la Unidad Africana – continente con un amplio historial de refugiados y desplazados acordó definir como refugiado “a toda persona que debido a una agresión externa, ocupación, dominación extranjera o eventos que afecten seriamente el orden público de una parte de su país de origen o de nacionalidad, es forzado  a buscar refugio en otros lugares fuera de su país de origen o nacionalidad”se entiende esta definición como más amplia, pues habla de sujetos que huyen de su país no sólo problemas con el gobierno de turno, sino que también huyen del sufrimiento y del dolor.

Cuando sólo la muerte es noticia

Sin duda que el convenir sobre el qué se habla cuando se habla de refugiados, es conveniente, enmarca y nos ubica en el contexto de un drama, que como uno de sus efectos ha generado la mayor ola migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. No una crisis, sino que un éxodo forzoso como lo ha denominado The Huffington post“La mal llamada crisis de los refugiados – mejor decir el éxodo forzoso y constante de miles de inocentes por la guerra propia y la inacción de Occidente- nos ha dejado en el año pasado unas cifras escalofriantes”

“Los refugiados, según cifras entregada por ACNUR, en su informe anual con datos del año 2015, muestran un incremento de un 55% con relación a las cifras del año 2014. 65.3 millones de hombres y mujeres, migrantes forzosos y que producto de guerras de agresión, invasiones, luchas civiles, actividades de grupos terroristas huyen buscando zonas más seguras,  en momentos que las posibilidades de encontrar asilo y protección se restringen día a día, Sobre todo para aquellos seres humanos provenientes del Magreb, del Sahel, de Sudán y de Sudán del Sur,   Somalia, Eritrea, de Siria, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, Colombia, Irak y Afganistán fundamentalmente.

De esa cifra, la división conceptual nos señala que 42 millones corresponden a desplazados internos, aquellos que escapan de las zonas de guerra o devastación de un país y se trasladan a zonas “más seguras”. 20 Millones considerados como “refugiados”  es decir, aquellos que salen en busca de ese lugar que les evite la muerte, generalmente a países vecinos y finalmente 3.3 millones de hombres y mujeres que conforman ese contingente conocido como “peticionarios de asilo” y que son los que vemos aparecer en las noticias, cuando se les cierra las fronteras en Hungría, Eslovenia, mueren hacinados en camiones atestados en las carreteras de Austria, ensartados en las rejas de Ceuta y Melilla, asesinados por las bandas dedicados al transporte de migrantes, abandonados a su suerte en el desierto del Sahara o mueren ahogados por miles al tratar de llegar a las costas europeas desde puertos de Libia- 3. 500 sólo en este primer semestre del año 2016 – Cifras donde sólo algunas sociedades europeas han dado respuestas mejores que otras. En los extremos se sitúa Alemania, que ha acogido hasta ahora 476 mil solicitudes de asilo y una España amnésica y racanera, que sólo ha tramitado 15 mil solicitudes de asilo -que representa el 1% del total atenido por la Europa de los 28 y donde el derecho de asilo retrocedió a números vergonzosos: España concedió el status de refugiado a sólo 220 solicitantes.

Siria, quien sufre una cruenta guerra de agresión desde marzo del año 2011, es el país con mayor número de personas que se han desplazado internamente – 8 millones de seres humanos – a los cuales hay que sumar cinco millones de refugiados, radicados principalmente en campos de refugiados en Turquía, El Líbano, Irak y Jordania y sobre todo a partir de fines del año 2014 con un lento pero sostenido objetivo de llegar a Europa, utilizando para ello diversas vías de salida. Una Europa que el coro mediático de las grandes potencias es presentada como una región que sufre una severa crisis de inmigración cuando en realidad el número de personas que busca protección en la Europa de los 28, sólo alcanza el 0,15% del total de su población, conformada por 510 millones de habitantes. Han salido más europeos producto de la crisis económica, que refugiados provenientes de países donde los gobiernos de esa misma Europa suele hacer negocios, financiar bandas terroristas, alentar la caída de gobiernos como el libio, invadir a Afganistán, Irak o tratar de derrocar al gobierno sirio.

La ACNUR consigna que el 86% de los refugiados del mundo son acogidos por países en vías de desarrollo. Los ejemplos confirman esta información. Turquía tiene ya 2 millones de refugiados sirios. El Líbano suma 1.4 millones – el 25% de su población – Jordania tiene en su territorio a 700 mil refugiados sirios y en Irak, en la zona controlada por los Kurdos, existen 300 mil refugiados.  La República Islámica de Irán acoge, por su parte, a un millón de refugiados afganos y 200 mil iraquíes.

Medios de prensa internacionales, han destacado el tratamiento que la nación persa ha dado a los refugiados afganos “Con casi un millón de refugiados dentro de sus fronteras, casi todos procedentes del conflicto afgano, la actitud de la República Islámica de Irán constituye por su atención, dedicación y generosidad, un modelo que la propia ONU considera “un ejemplo para el mundo” que debe ser imitada. Acceso a un seguro médico universal como el que tienen los iraníes, educación gratuita para casi 350.000 niños y adolescentes afganos en las escuelas públicas, acceso a la universidad y a cursos de formación técnica y el permiso para que los refugiados elijan libremente su lugar de residencia son algunos de los rasgos del “tratamiento ejemplar” que Irán da a los desplazados” La ACNUR destaca, que durante los últimos 35 años, Irán ha sido uno de los países del mundo con mayor número de refugiados dentro de sus fronteras a pesar de haber enfrentado una guerra contra Irak, bloqueos internacionales y una situación de continua agresión por parte de Washington y sus aliados.

Tal vez el Día Mundial del refugiado tiene un mayor valor cuando hablamos de solidaridad como la entregada por la sociedad iraní, que no distingue nacionalidad para el apoyo y donde los niños y niños son una prioridad. Los datos entregados por ACNUR muestran una dramática realidad: la mitad de los desplazados forzosos son niños y de ellos 100 mil han escapado sin la compañía de adultos. Niños principalmente de Afganistán, Siria, Eritrea y Somalia. Una realidad, que sólo sale a la luz cuando alguno de esos pequeños muere ahogado en alguna barcaza volcada en el Mediterráneo o llega a las playas de algún país ribereños del otrora Mare Nostrum.

Cifras que remecen pero, que no han modificado el actuar de las grandes potencias, principalmente Estados Unidos, la propia Unión Europea – a través de la acción de países como Francia, Inglaterra y Alemania y sus socios de Oriente Medio como Arabia Saudita, Israel, las Monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico, que son quienes han catalizado, desde el inicio del despertar islámico hasta hoy el aumento de refugiados desde Siria, Libia  e Irak principalmente. Refugiados que buscan, lógicamente, mejores perspectivas de vida y encaminan su pasos y se lanzan, por ejemplo, en precarias embarcaciones a navegar, para llegar a una Europa que se resiste a aceptar su responsabilidad, en la mayor ola migratoria desde la Segunda Guerra Mundial.

El pasado 20 de junio, día en que se conmemoró el Día Mundial de los Refugiados, se constató una gran ausencia en las cifras y el análisis que hace ACNUR u otros organismos internacionales, mostrando con ello otro de los efectos de la migración forzosa: la invisibilización de los pueblos. Se trata de los refugiados palestinos, que conforman la mayor crisis de refugiados del mundo y que año a año incrementa su número. La mayor y la más antigua crisis de refugiados que tiene el mundo y cuya solución no se vislumbra cercana y donde los intereses políticos, económicos e ideológicos hacen patente que sólo una decisión firme y resuelta que obligue a la entidad sionista a retirarse de los territorios ocupados, puede hacer valer el derecho de millones de palestinos de retornar a su hogares.

Palestina: la mayor y más antigua crisis de refugiados

El 15 de mayo de cada año, desde 1948, los palestinos conmemoran la Nakba – Catástrofe o desastre en árabe – significando el inicio del éxodo de millones de hombres y mujeres, que tuvieron que abandonar su tierras,  tras el conflicto que significó la instauración de la entidad sionista en la región. Palestinos que viven, ya sea en los territorios palestinos ocupados Gaza y Cisjordania y que podríamos asimilarlos a desplazados internos bajo el poder de un potencia ocupante, tal como la propia ONU lo señala al consignar que se encuentran bajo ocupación militar. Como también en países vecinos.

Estos palestinos, para todos los efectos de la legislación internacional son considerados refugiados y deben regirse por las normas dispuestas, para aquellos que habitan en los territorios ocupados por la Autoridad Nacional Palestina – ANP – en el caso de Cisjordania y Hamas en la Franja de Gaza, que controlan la seguridad y la administración civil de las áreas urbanas y rurales. La denominada Agencia de las Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos – UNRWA) – que atiende a los refugiados palestinos, ya sea en los territorios ocupados o en países vecinos los define “como aquella persona, primero, cuya residencia habitual era Palestina entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948. Segundo, hombres y mujeres que perdieron sus hogares y medios de vida a consecuencias del conflicto de del año 1948. Tercero, aquellos que se refugiaron en alguno de los países o regiones donde opera la UNRWA y por último, son considerados refugiados los descendientes por la línea masculina de las personas que cumplen los requisitos 1 y 3.”

A fines del año 2015 la UNRWA tenía registrados – en las zonas donde opera – a más de cinco millones de refugiados de Palestina de los cuales un 33% vive en 50 campamentos distribuidos en Jordania – donde habitan 2.1 millones de palestinos – Siria con 500 mil refugiados y sintomáticamente en la Franja de gaza donde habitan 1.5 millones de palestinos, al UNRWA considera como refugiado a 1.2 millones. En Cisjordania de un total de 2.5 millones de habitantes un tercio de ellos son refugiados registrados, de los cuales 250 mil viven repartidos en 19 campamentos.

Las Naciones Unidas indica que “existen entre siete y ocho millones de palestinos que viven en zonas de Palestina administradas por la ANP o están refugiadas en tierras cercanas. Además, existen un gran cantidad de palestinos que se encuentran en el resto de Oriente Medio, América Latina, Europa y Estado Unidos  Cerca de la mitad de los palestinos son refugiados y viven bajo la tutela del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente  – OOPS – y de la UNRWA por sus siglas en inglés – Estos refugiados palestinos viven en la Franja de Gaza, la Ribera Occidental y Jerusalén Oriental. También se encuentran en Jordania, Siria, y el Líbano. Asimismo, más de un millón de refugiados viven todavía en campamentos establecidos para ellos desde hace más de cincuenta años en dicha zona”

La organización Inspiraction con un trabajo de apoyo a los de refugiados palestinos en Cisjordania consigna que existen 19 campos de refugiados en ese territorio ocupado, 9 en la  Franja de Gaza, 12  en Líbano, 10 en Siria, 10 en Jordania, y otros miles de palestinos refugiados, que  viven en Egipto, Yemen, Kuwait y Arabia Saudí. Situación que ha significado, por ejemplo, ir cambiando la fisonomía de muchos campamentos que comenzaron con tiendas inseguras, para devenir en construcciones un poco más solidas, pero igualmente bajo condiciones socio ambientales de enorme precariedad. La posibilidad de retornar a sus lugares de origen choca día a día con la realidad de una ocupación militar israelí que no cesa y que incrementa el número de colonos en los territorios ocupados, como es el caso de Cisjordania, donde ya 500 mil colonos se han asentado en dicha zona.

Cifras más o cifras menos, lo claro es que los refugiados palestinos, no sólo constituyen una bofetada en el rostro para una humanidad que suele no ver este drama, sino que una campanada de alerta respecto a que la solución, para esos millones de hombres y mujeres debe ser una prioridad si se quiere avanzar hacia la paz en la zona, tal como se debe vislumbrar y solucionar con Siria e Irak, con el pueblo afgano, con países como Sudán y Sudán del Sur, Eritrea, Somalia, parte importante de los países del África Subsahariana, sometida a las presiones políticas y económicas de las grandes potencias que alientan la división y el expolio. Solución también para el pueblo saharaui y los 200 mil hombres y mujeres que habitan hace 41 años en los campamentos de refugiado de Tindouf en la hamada argelina, producto de la ocupación de su territorio a manos de la Monarquía marroquí. Los refugiados de estos pueblos son la constatación que no puede haber paz mientras la agresión, la política del más fuerte, el desprecio a los derechos humanos sigan siendo el pan de cada día.

El conmemorar el Día Mundial del Refugiado nos llama a tener presente lo que el resto del año parece estar en las sombras, que sólo sale a la luz cuando cientos de inmigrantes naufragan y pasan a formar parte de la fosa común del Mediterráneo u otros miles tratan de llegar al sueño europeo y reciben un portazo en las narices y en su dignidad. No es posible hablar de paz sin resolver el tema de 65.3 millones de seres humanos desarraigados, maltratados, humillados y sometidos a la más miserable de las situaciones que puede vivir un ser humano. La situación de los refugiados en el mundo, de tan cotidiano y masivo ha generado la puesta en práctica de una política de hacer invisible a 65 millones de seres humanos y negarles un futuro, cerrando las puertas de aquellos países que hasta hace pocas décadas eran sociedades de inmigrantes. El hacer invisible a algunos hace manifiesta las peores y más abyectas de las miserias humanas.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/La-invisibilidad-de-millones-de-seres-humanos-20160705-0002.html

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Experts sound alarm over mental health toll borne by migrants and refugees

Fuente: .theguardian / 8 de junio de 2016

The grief of losing a child made more unbearable by the knowledge that you decided to take them in a boat that capsized; nightmares about torture;depression induced by the awfulness of living in a camp, unable to go forward or back.

As concern mounts about the conditions faced by refugees and migrants in camps across Europe, and more people die trying to reach the continent, the mental health of those who have risked everything in the hope of starting a new life inEurope is gaining more attention.

A report last year by the German Federal Chamber of Psychotherapists said 40%-50% of people arriving in Germany suffered from post-traumatic stress disorder (PTSD), with half also suffering from depression.

“They have nightmares or flashbacks to pictures or scenes. These memories feel very intense, and it is just like they are reliving the traumatising experience,” the report said. Other symptoms include jumpiness, sleep disorders, problems with concentration, and emotional numbness.

“It is shameful that people suffering with such psychological injuries do not get the help they need,” the report said.

Post-traumatic stress is just the tip of the iceberg. “PTSD is very important, but it is also the disorder that everyone jumps to, including the media. We see much more depression and anxiety disorders, and also, surprisingly, a lot of epilepsy and psychotic disorders, including schizophrenia,” said Dr Inka Weissbecker, global mental health and psychosocial adviser at the International Medical Corpsin Washington.

“There are huge amounts of anxiety – we see children bursting into tears when helicopters or airplanes fly over the camps, and we can’t understand why, until we realise what they’re associating it with,” said Harriet Zych, a nurse who worked in Idomeni – site of Europe’s largest informal refugee camp, on Greece’s northern border with Macedonia – before Greek police moved people to other locations in May.

“We came across many people in a state of collapse, whose problems turn out to be psychological rather than physical,” she said. “One man hit himself with a rock on his head until he became unconscious when he found out he couldn’t cross the border.”

Nikos Gionakis, a psychologist with the Athens-based mental health unit Babel, tells the story of Hassan, 34, who fled Syria with his four children. “Passing from Turkey to Greece, he was forced to get into a boat by smugglers. Two of his kids drowned as the boat sank. He was referred to Babel because of depression. He blames himself for not having been able to protect his kids,” Gionakis said.

The UN refugee agency, the UNHCR, says mental health disorders can hinder integration into host populations, creating long-term problems for European countries that are accepting refugees fleeing from conflicts in Syria and elsewhere.

In a paper to the European commission last year, the European Psychiatric Association said: “Acute and long-term psychiatric care needs to be provided to all asylum seekers in order to avoid reaching chronic conditions of mental disorders.”

Aid workers in Greece say diagnosis, never mind treatment, is almost impossible in the chaos of the camps and detention centres in southern Europe.

“You cannot say how many people are suffering from PTSD because diagnosis takes too long, and with such a stream of people, it is impossible. I am a trained psychologist with 40 years’ experience; it would take me two and a half hours to diagnose someone with PTSD,” said Renos Papadopoulos, director of the Centre for Trauma, Asylum, and Refugees at Essex University, who recently returned from Greece. “There is no evidence [on the prevalence of PTSD] because there cannot be evidence. The situation is complete chaos.”

“We don’t do diagnosis,” said Zoi Marmouri, a psychologist working for Médecins Sans Frontières in Idomeni. Even if diagnosis were possible, World HealthOrganisation (WHO) guidelines stipulate that clinical treatment is not appropriate for refugees on the move.

“Therapies should not be started without assurances that there can be follow-up. You have the potential to retraumatise people,” said Claire Whitney, Middle Eastmental health and psychosocial support adviser at the International Medical Corps.

The most effective treatments for PTSD include cognitive behaviour therapy with a trauma focus, eye movement desensitisation and reprocessing therapy, as well as narrative exposure therapy. But these take time as they involve slowly exposing people to their trauma, while building up their capacity to deal with it. “It cannot be rushed,” said Whitney. “When people actually have PTSD, it is one of the most complex problems to treat.”

The WHO says refugees and migrants needing diagnosis should be referred to existing non-governmental or state services. But even for those who make it into host communities, cost, stigma and language problems can lock them out of treatment.

“We have serious lacks in the services we can provide. If they need hospitalisation, there aren’t any specialised units for this,” said Gionakis.

International funds have been pledged for psychosocial support, although neither Britain’s Department for International Development nor the EU were able to provide a full breakdown.

Some experts warn there is a risk of overdiagnosing PTSD. “They are distressed, yes, but is this PTSD? Often it will not be. These are instead normal reactions to an abnormal situation,” said Papadopoulos.

The UNHCR and other agencies say much of the emotional suffering experienced by refugees and migrants is directly related to present-day stresses and concern about the future.

“People live in very difficult and inhumane conditions here in camps that are too crowded. Basic needs are not met,” says Gionakis.

The UNHCR advocates “psychological first aid”, which encourages those interacting with refugees to respond in a culturally sensitive and humane way that avoids distressing people further.

“The humanitarian principle of ‘do no harm’ is a huge part of it,” said Whitney. “What everyone was advising, for the most part, was really to focus on the most basic kinds of support, which do contribute to mental health. Often, basic needs must be provided before people are ready – and willing – to engage with therapy.”

 

Enlace original: http://www.theguardian.com/global-development/2016/jun/08/experts-sound-alarm-mental-health-toll-migrants-refugees-depression-anxiety-psychosis?CMP=twt_a-global-development_b-gdndevelopment

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