La realidad de la emergencia

Por:  Roberto Patiño

Argenis es uno de los jóvenes líderes cuyo trabajo se desarrolla en el marco de Alimenta La Solidaridad Falcón. Proactivo, articulado y compenetrado con su comunidad, Argenis siempre es una voz de voluntad y trabajo. Cuando iniciamos nuestra reunión, Argenis señala con orgullo cómo Alimenta Falcón se ha mantenido en funcionamiento durante el complejo año de 2020. “A pesar de todo”, nos cuenta, “hemos llegado a los 17.000 almuerzos servidos en este año”.

Pero los logros alcanzados por Alimenta se producen en un estado Falcón que muestra todos los problemas de la crisis sistémica y la emergencia humanitaria que padece el país. El colapso de servicios primarios, la orfandad institucional de los ciudadanos, las realidades de la migración forzada, la hiperinflación y el caos generado desde la dictadura, convierten el día a día de los falconianos en una odisea ininterrumpida para sobrevivir.

Argenis nos testimonia cómo la crisis de salud lleva a madres de su comunidad a esperar en los pasillos de un centro médico para que puedan cortarles el cordón umbilical, luego de haber dado a luz en sillas o en los estacionamientos. “La situación ha llegado a un punto en que han reaparecido las comadronas ante la imposibilidad de los trabajadores de la salud de poder atender los partos”.

Hay comunidades sin servicio de agua por 7 meses y, de manera oportunista, representantes del Estado entregan una bomba de agua con fines propagandísticos, que luego no dura en funcionamiento más de tres días. En Paraguaná, entre apagones de luz, las personas aprovechan el agua que destila de los aires acondicionados cuando ocasionalmente y por breves horas hay electricidad.

Pero tal vez una de las cuestiones que más preocupa a Argenis es la falta de oportunidades para profesionales y jóvenes en su región. Nos cuenta que muchos docentes en su estado se ven forzados a sembrar conucos para poder tener alimentos a los que no pueden acceder por la situación económica y los problemas de distribución derivados de la falta de combustible. El aumento de la migración entre los jóvenes, que parten por diversas vías buscando medios de supervivencia y fuentes de trabajo para proveer a sus familias, ha aumentado en los últimos meses. De Falcón parten botes pesqueros a Curazao y Aruba, en travesías de gran peligro, en embarcaciones que exceden sus capacidades, ocupadas hasta por 30 pasajeros. Se han producido ya varios volcamientos y naufragios, que no son reconocidos públicamente por los organismos oficiales.

Frente a esta realidad, Argenis resalta la importancia de iniciativas convivenciales como las de Alimenta La Solidaridad, no solo por el abordaje que estos programas hacen de problemas tan prioritarios como la crisis alimentaria, sino también por la vinculación, el encuentro y la organización que plantea nuestro modelo. La articulación de diversos actores sociales, la creación de redes de solidaridad y apoyo, representan en estos momentos los esfuerzos más significativos de la sociedad civil para enfrentar y aliviar los problemas de la terrible situación que hoy padecemos en el país.

Para Argenis es evidente que sin un cambio político no podrán superarse los problemas que estamos atravesando, pero señala la importancia de la organización y articulación de las personas en iniciativas como Alimenta, que están lidiando con la gravedad de lo inmediato y apoyando a las personas, sometidas, reprimidas y olvidadas por el régimen.

robertopatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/la-realidad-de-la-emergencia/

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Pandemia y capitalismo renovado

Por: Marcelo Colussi

 

Estamos viviendo una pandemia que, según informan los entendidos, se podrá prolongar aún un par de meses. O incluso, según anuncian voces que se dicen autorizadas, no se extinguirá hasta que aparezca la ansiada vacuna. La diseminación del virus sigue en ascenso en ciertas regiones del planeta, así como las muertes que produce, mientras en otras ya parece haber pasado lo peor. Pero el pánico se mantiene. El miedo se apoderó de toda la humanidad, y las coercitivas medidas de contención sanitaria ya se tornaron normales, aceptadas: cuarentenas con confinamientos, toques de queda, distanciamiento de unos con otros, ley marcial. «Quédese en casa» pasó a ser la norma. Todo eso marca el paisaje mundial actual.

Es importante puntualizar esto porque, junto a esta nueva «plaga bíblica» que parece haber caído sobre la humanidad (según la catarata interminable de los medios masivos de comunicación que han logrado expandir este pánico universal), las contradicciones de base no se alteraron ni un milímetro. Asistimos, definitivamente, a una crisis sistémica monumental (financiera y del aparato productivo) más profunda aún que la del 2008, similar o peor que la de la Gran Depresión de 1930, que sectores interesados han querido atribuir a la aparición de la pandemia (lo cual no es cierto), pero que en realidad muestra las insalvables falencias de un sistema injusto, despiadado, que produce más de lo necesario, y que por sus mismos límites intrínsecos no puede satisfacer necesidades básicas de la población mundial.

El sistema capitalista está haciendo agua; la crisis bursátil empezó en diciembre del año pasado, estallando monumentalmente en los primeros meses del 2020. Los movimientos financieros, que dieron lugar a fortunas fabulosas en detrimento de la producción, estallaron, y aunque ello no se publicitó mucho -al contrario: se trató de ocultar- el sistema global entró en una crisis fenomenal. La crisis sanitaria (real, pero definitivamente amplificada en grado sumo) encontró en la crisis económica una justificación perfecta. Al final de la pandemia se tendrán unas 800,000 víctimas mortales quizá, 100 o 150 mil muertes más que con la gripe estacional. Como dice Erick Toussaint: «Aunque haya una relación innegable entre los dos fenómenos (la crisis bursátil y la pandemia del coronavirus), eso no significa que no es necesario denunciar las explicaciones simplistas y manipuladoras que declaran que la causa es el coronavirus. (…) No solo la crisis financiera estaba latente desde hacía varios años y la prosecución del aumento de precio de los activos financieros constituían un indicador muy claro, sino que, además, una crisis del sector de la producción había comenzado mucho antes de la difusión del COVID, en diciembre de 2019. Antes del cierre de fábricas en China, en enero de 2020 y antes de la crisis bursátil de fines de febrero de 2020. Vimos durante el año 2019 el comienzo de una crisis de superproducción de mercaderías, sobre todo en el sector del automóvil con una caída masiva de ventas de automóviles en China, India, Alemania, Reino Unido y muchos otros países».

Hay crisis sanitaria, pero mucho más, hay una sistemática, histórica y estructural injusticia en el sistema, que la actual pandemia de COVID-19 permite apreciar en toda su dimensión. «El hambre continúa expandiéndose año a año, cada día mueren 24,000 personas de hambre y por causas relacionadas con la desnutrición son 100,000, lo que da un total de 35 millones de muertes al año», expresó Jean Ziegler, consultor de organismos internacionales. «Cuando según datos de la FAO (Fondo para la Agricultura y la Alimentación de la ONU) en el mundo se producen alimentos para alimentar a 12,000 millones de personas [actualmente somos casi 8,000 millones] (…), cada niño que muere de hambre es un asesinato». El COVID-19, con una letalidad de alrededor del 4% (o menos, según los últimos estudios), está matando, en promedio, alrededor de 2,000 personas diarias (con una curva epidemiológica que hoy tiende a aplanarse), junto a muertes provocadas por otras afecciones que bien podrían evitarse con los cuidados respectivos (enfermedades cuya curva no se aplana; por favor, no olvidar nunca eso en los análisis: ¡¡curva epidemiológica que hoy no tiende a aplanarse!!): los 3,014 que mata cada día la tuberculosis (y, como van las cosas, seguirá matando), o los 2,430 de la hepatitis B, los 2,216 de la neumonía, los 2,110 del VIH-SIDA o los 2,002 de la malaria, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud. Dolencias que, en muchos casos, son «enfermedades de la pobreza», enfermedades que denotan la falta de atención para las poblaciones. La diferencia de clases, con una clase que lo posee todo (porque explota) y otra que vive en la indigencia (porque es explotada), sigue siendo el núcleo de nuestra organización social. ¿Podría cambiar esa estructura este germen patógeno que ha matado ya más de 350,000 personas al momento de escribir estas líneas, un 95% de los cuales son seres humanos mayores de 65 años? ¿Por qué lo cambiaría? Para el fin de la pandemia habrán muerto quizá 700 u 800 mil personas; en el mismo período de tiempo, por hambre o por causas ligadas al hambre: no menos de 15 millones. ¿Desde cuándo los gobiernos de derecha, conservadores y neoliberales, que inundan hoy el planeta, incluso con posiciones neofascistas, se preocupan tanto, pero tanto y tan insistentemente, de la salud de sus poblaciones? Algo huele raro. ¿Se sacarán ejércitos a las calles para detener el hambre? Obviamente no.

La actual pandemia de coronavirus puede marcar un parteaguas en la historia. No está totalmente claro el análisis del surgimiento del agente etiopatogénico (¿virus natural que pasó al ser humano? -algunos dicen que eso es imposible-, ¿arma bacteriológica?, en tal caso: ¿de quién?, ¿virus natural que mutó?), y mucho menos, no se sabe cómo seguirán luego las cosas, pero todo indica que este evento no es un elemento menor. Sin dudas, por la magnitud que ha cobrado el fenómeno, tendrá repercusiones grandes y duraderas. ¿Fin del neoliberalismo? ¿Final del capitalismo? ¿O nuevo capitalismo reforzado?

Seguramente cambiarán cosas, porque terminada la pandemia habrá más muertos y más pobreza. O, al menos, más pobreza para las clases subalternas, eterna e históricamente olvidadas. Tengamos cuidado con las informaciones que circulan y muestran el caos económico generado. Sin dudas, para la clase trabajadora mundial todo esto es una pésima noticia, y para muchas pequeñas y medianas empresas también. Ahora bien, de las megaempresas que manejaban el mundo hasta antes de la explosión de la crisis sanitaria, no todas saldrán golpeadas. Las petroleras, por ejemplo, probablemente sí (curiosamente la familia Rockefeller, ícono de la riqueza estadounidense, salió del negocio del oro negro en el 2017. ¿Vamos hacia las energías renovables?). Las de alta tecnología, los «Silicon Six», como se conoce a Microsoft, Google, Apple, Facebook, Netflix y Amazon, no. Al contrario: en este momento, con el encierro forzado, el consumo de estos productos se disparó sideralmente. Nunca habían ganado tanto dinero como ahora con la pandemia. Las fortunas más grandes se van acumulando en estos últimos años en las empresas ligadas a la cibernética, la inteligencia artificial, la informática, la robótica (de las que China, pareciera, ha tomado la delantera sobre el resto del mundo. Evidentemente, su imagen de fabricante de «juguetitos de mala calidad» quedó totalmente atrás). Como ejemplo representativo, el cambio que se ha venido dando en la dinámica económica de la principal potencia capitalista, Estados Unidos: para 1979, una de sus grandes empresas icónicas, la General Motors Company, fabricante de ocho marcas de vehículos, tenía un millón de trabajadores -daba trabajo a la mitad de la ciudad de Detroit, de tres millones de habitantes-, con ganancias anuales de 11,000 millones de dólares. Hoy día Microsoft, en Silicon Valley, mientras Detroit languidece como ciudad fantasma con apenas 300 mil pobladores, ocupa 35 mil trabajadores, con ganancias anuales de 14,000 millones de dólares. El capitalismo está cambiando: no se hizo menos explotador, sino que ahora explota de otra manera, con mayor sutileza (el llamado teletrabajo, ¿no es una forma de explotación también?)

«Se ha creado una simbiosis entre algunas de las mayores empresas tecnológicas y el aparato político del capitalismo», expresan Daniele Burgio et alia. Léase: las industrias de las telecomunicaciones, gigantes comerciales por supuesto, en connivencia con los gobiernos para: 1) ganar dinero, y 2) espiar (controlar) a la población. En 1998, el entonces director de la CIA, George Tenet, afirmó que «las nuevas tecnologías darán a Estados Unidos una importante ventaja estratégica. Nuestra Dirección de Ciencia y Tecnología ha elaborado un plan para crear una nueva estructura empresarial con la tarea de obtener acceso a la innovación del sector privado» (léase: participación en las Silicon Six, las empresas más rentables de la actualidad). El capitalismo más desarrollado va presentando nuevas modalidades: las más refinadas tecnologías de la información y la comunicación marcan el rumbo hoy (ahí están las fortunas más grandes), y los servicios de inteligencia de las grandes potencias marchan de la mano con ellas.

Aunque hay cambios en su forma de actuar, en su dinámica visible, el capitalismo estructural persiste: la extracción de plusvalor sigue siendo su savia vital. Y la lucha de clases, naturalmente, también persiste. Warren Buffett, uno de los grandes magnates actuales (estadounidense, financista con 90,000 millones de dólares de patrimonio), lo dijo sin cortapisas: «Por supuesto que hay luchas de clase, pero es mi clase, la clase rica, que está haciendo la guerra, y la estamos ganando».

El capitalismo cambia en su cosmética, pero no en su base. «Para salvar al capitalismo hay que modificarlo», dijo un alto directivo de una corporación multinacional. Es decir, gatopardismo: cambiar algo para que no cambie nada. La enorme clase obrera industrial urbana de las principales potencias está en vías de extinción: la robótica y el traslado de fábricas hacia el Tercer Mundo -donde se prohíben los sindicatos y la mano de obra es infinitamente más barata que en el Norte- la ha adelgazado y quebrado en las metrópolis. Nuevos negocios van apareciendo, ligados a las nuevas tecnologías. Quizá deba incluirse también en los business del futuro (además de los arriba señalados. ¿El petróleo dejará de serlo?) a la gran corporación farmacéutica, la Big Pharma, como se le conoce (o «farmamafia», como elocuentemente se la ha llamado). Según datos dispersos (dada la secretividad con que se mueven), representantes de la GAVI, la Global Alliance for Vaccines and Immunization, y su fundador y principal financista, Bill Gates con su benemérita Fundación, insisten cada vez más en la necesidad de una vacunación universal. Como todo esto de la pandemia está aún muy confuso, nadie puede asegurar categóricamente nada. «Microbios y no misiles», dijo el magnate de Silicon Valley que es el actual problema de la humanidad: ¿no llama la atención que esté tan interesado en estos temas este mecenas? Resulta sugestiva su preocupación por el asunto, por lo que pensar que allí se juegan agendas desconocidas por la opinión pública mundial no parece paranoico.

Esa gigantesca corporación farmacéutica llegó a hablar del «drogado preventivo» en el ámbito de la salud mental; o sea: consumir fármacos antes que aparezcan los síntomas. ¿Quién decide el consumo: los usuarios o los fabricantes? Eso, por supuesto, si a alguien beneficia, es a las grandes corporaciones (la gente no necesita vivir drogada, obviamente. Para eso ya tiene la televisión y las redes sociales). Curiosamente el Manual de Psiquiatría estadounidense pasó, de 106 «enfermedades mentales» en su primera edición de 1952, a 216 en su quinta edición, de 2016. ¿Crecieron tanto los «enfermos mentales» o creció la voracidad de las empresas farmacéuticas?

El capitalismo cambia, se recicla, se amolda. Y solo, no cae. Numerosas son las voces que dicen que este sistema no va más, que tiene que desaparecer, que hay que reemplazarlo. Estamos absolutamente de acuerdo. Pero ¿cómo emergerá luego de la pandemia? ¿Solo porque el neoliberalismo está agotado habrá un cambio de modo de producción? Por otro lado, ¿quién dice que está agotado? La clase trabajadora mundial, y en general los sectores oprimidos de todo el globo están golpeados: los megacapitales no. La pandemia de coronavirus, ¿por qué traería ese cambio? «El capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer», decía con exactitud el dirigente ruso Vladimir Lenin.

Que vamos hacia una superación de la globalización neoliberal y un fin del capitalismo financiero por efecto de la pandemia como más de alguno ha dicho, no es seguro. Es, en todo caso, una expresión de deseos. ¡Qué bueno si fuera cierto!, pero… ¿por qué sería así? Además -y esto es lo más importante-: ¿a qué nuevo orden social pasaríamos? Los megacapitales que, de momento, manejan el mundo -y que no son chinos, aunque allí se esté dando una acumulación sin par-, si bien están en crisis ahora, no parecen derrotados. El capitalismo sabe recomponerse; ya pasó numerosos golpes, y ha ido saliendo airosos de todos: dos guerras mundiales, Gran Depresión de 1930, otras crisis económicas, revoluciones socialistas en varios lugares, numerosas pandemias (claro que se daban en lugares «periféricos», no tocaban la casa de los amos: Estados Unidos y Europa), catástrofes naturales, movimientos guerrilleros de izquierda… El ganador de la Guerra Fría no fue el bloque socialista, no olvidarlo.

Los cambios histórico-políticos se logran solamente a base de luchas («La violencia es la partera de la historia», decía Marx), no en mesas de negociaciones. Hoy, más allá del miedo monumental que se ha inoculado en las poblaciones con el interminable bombardeo mediático sobre el virus, no se ve una organización de masas lista para dar el asalto revolucionario. Las izquierdas permanecen un tanto (o bastante) descolocadas, sin proyecto alternativo, y la post-pandemia no augura necesariamente un aumento del fervor popular transformador. ¿Se expropiaron los megacapitales y los manejan ahora las capas populares? Por supuesto que no. Si hoy hay crisis, no es solo por la pandemia; es una crisis sistémica, potenciada por la pandemia. El capitalismo en su conjunto no parece a punto de caer. Probablemente caiga, o se reduzca un poco su hegemonía, el país central: Estados Unidos. La Nueva Ruta de la Seda impulsada por China, y secundada por Rusia, no es la revolución socialista. Ese no es el referente para los explotados del mundo. Las ollas populares, comedores solidarios y redes locales de apoyo que surgieron ahora, muestran que la gente sigue teniendo valores comunitarios, de auto-ayuda. Ese no es el cambio social hacia un mundo de equidad y justica para todos, pero puede ser un interesante fermento a futuro.

 

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/a291314.html

Imagen: https://pixabay.com/

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Haití y la crisis sistémica

Por: Cristóbal León Campos.

 

La vuelta de hoja lleva otra vez a la urgencia de reconocer y difundir la extrema situación que se vive en Haití, meses de protestas y represión, años de manifestaciones cíclicas, siglos de olvido y negación. Haití es en América la crisis total del sistema capitalista y de la hegemonía imperialista de los Estados Unidos, es también, la crisis de la humanidad puesta en escena, es un grito cuyo eco no hemos alcanzado a escuchar y comprender por la ocupación en otros frentes de lucha y también por la ponderación de otras naciones como si fueran más relevantes, pero en Haití, se ponen de manifiesto no únicamente el real carácter del capitalismo por las condiciones de suprema de explotación, marginación, racismo y represión, se evidencia de igual forma, la aguda urgencia de la conformación de una alternativa de izquierda que alcance a aglutinar la esperanza en un sólo camino para dar salida a esta situación, las alianzas temporales que suelen presentarse en coyunturas particulares, en muchas ocasiones así como surgen se diluyen, dejando debilitado al movimiento o la implementación de las demandas, la insurrección tiene a los barrios populares organizándose, tomando las calles, montando barricadas, organizando marchas e incluso milicias, el pueblo está discutiendo las estrategias posibles para desafiar al régimen de Jovenel Moïse, presidente repudiado y cuya salida encabeza las demanda social. Los obreros, campesinos, estudiantes y demás sectores no han cesado en la resistencia, la profundidad de las heridas es equivalente al deseo de cambio y a la generación de conciencia proletaria que poco a poco va tomando mayor forma en el país caribeño.El actual ciclo de protestas comenzó el mes de julio de 2018, cuando el presidente, Jovenel Moïse, aumentó el costo de los productos petroleros siguiendo las indicaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el descontento se incrementó al vincularse al presidente con actos de corrupción al malversar fondos por más de dos mil millones de dólares provenientes del programa Petrocaribe y por el consecuente desabasto de combustible causado por la crisis arrastrada. Altos precios, sub-ejecuciones, contratos yuxtapuestos, obras fantasmas, liquidación precoz de fondos, evasión fiscal, nepotismo y otras acusaciones caen sobre el gobierno, temas de los que países como México saben mucho. Haití presenta movilizaciones recurrentes, la dura realidad muestra el alza de la pobreza así como de la violencia de Estado, más de cuarenta personas han sido asesinadas por el terrorismo del poder, cientos encarcelas y torturadas, junto a esto, la ocupación imperialista y neocolonial que está presente desde años atrás, impide la generación de vías alternas democráticas para el pueblo, el manto de silencio que cubre lo referente a Haití, es la cúpula de una permanente agresión por varias vías. La inflación, el desempleo y la precariedad crecen abismalmente con gran rapidez, las fuerzas productivas en lucha resisten para superar la mayor de la crisis y poner abajo al gobierno “neoliberal, antipopular, ilegítimo y antidemocrático”, tal y como lo definen los haitianos.

Los sectores sociales en resistencia han firmado un acuerdo político para sentar las bases de un gobierno de transición una vez se logre la renuncia del presidente Jovenel Moise, el pasado 9 de noviembre, se congregaron con la mira común de salir de una vez y para siempre del pesado lastre que significa cargar sobre las espaldas de los trabajadores y trabajadoras la crisis económica más larga de la historia latinoamericana, sin embargo, el presidente como es común, se aferra al poder y agudiza la represión, actitud compartida por ejemplo, con Sebastián Piñera, presidente de Chile. El acuerdo es en sí, una posible hoja de ruta, un camino que en realidad tendrá que buscar las diferentes veredas por las cuales andar, sin perder el rumbo pactado, en este proceso largo y complejo aún deben fijarse los tiempos de la transición, las estructuras y formas del gobierno futuro. Todo sin bajar la guardia en la lucha, sin dar oportunidad a qué el actual gobierno, las potencias que mantienen ocupación e intereses económicos, puedan desvirtuar el carácter emancipador de los acuerdos, la independencia de la resistencia como de la sociedad a construir es indispensable para garantizar que sean los haitianos quienes reciban los beneficios de cada uno de los logros consumados, como puede deducirse, la desconfianza de la población a las organizaciones tradicionales es alta, por ello, la independencia proletaria es indispensable para realmente hablar un nuevo gobierno y del establecimiento de las bases para reconstruir la nación.

La solidaridad internacional debe expresarse a favor del pueblo haitiano, por la salida del gobierno corrupto y opresor, por la unidad latinoamericana, en un contexto tan particular como el actual. Las luchas presentes no pueden entenderse en un contexto únicamente local o regional, la mirada global permite comprender que lo que se vive en Nuestra América y en todas las zonas en resistencia a nivel mundial, es sin dudas, la crisis final del capitalismo y del imperialismo estadounidense. La resistencia haitiana es síntoma y reflejo del nuevo mundo que habremos de crear, el proyecto socialista tiene que ponderarse como bandera, los pueblos latinoamericanos integrados deben contribuir a la reconfiguración de toda la humanidad.

Fuente del artículo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=262524

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Wallerstein sin anestesia

Por: Atilio Borón. 

 

La muerte de Immanuel Wallerstein nos priva de una mente excepcional y de un refinado crítico de la sociedad capitalista.[1] Una pérdida doblemente lamentable en un momento tan crítico como el actual, cuando el sistema internacional cruje ante las presiones combinadas de las tensiones provocadas por la declinación del imperialismo norteamericano y la crisis sistémica del capitalismo. Wallerstein fue un académico de dilatada trayectoria que se extendió a lo largo de poco más de medio siglo. Comenzó con sus investigaciones sobre los países del África poscolonial para luego dar inicio a la construcción de una gran síntesis teórica acerca del capitalismo como sistema histórico, tarea a la que se abocó desde finales de la década de los ochentas y que culminó con la producción de una gran cantidad de libros, artículos para revistas especializadas y notas dirigidas a la opinión pública internacional. Wallerstein no sólo cumplió a cabalidad con el principio ético que exige que un académico se convierta en un intelectual público para que sus ideas nutran el debate que toda sociedad debe darse sobre sí misma y su futuro sino que, además, siguió una trayectoria poco común en el medio universitario. Partió desde una postura teórica inscripta en el paradigma dominante de las ciencias sociales de su país y con el paso del tiempo se fue acercando al marxismo hasta terminar, en sus últimos años, con una coincidencia fundamental con teóricos como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Andre Gunder Frank,  Beverly Silver y Elmar Altvater entre tantos otros, acerca de la naturaleza del sistema capitalista y sus irresolubles contradicciones. Su trayectoria es inversa a la de tantos colegas que, críticos del capitalismo en su juventud o en las etapas iniciales de su vida universitaria acabaron como publicistas de la derecha: Daniel Bell y Seymour Lipset, profetas de la reacción neoconservadora de Ronald Reagan en los años ochentas; o Max Horkheimer y Theodor Adorno que culminaron su descenso intelectual y político iniciado en la Escuela de Frankfurt absteniéndose de condenar la guerra de Vietnam. O a la de escritores o pensadores que surgidos en el campo de la izquierda -como Octavio Paz,  Mario Vargas Llosa y Regis Debray-  convertidos en portavoces del imperio y la reacción.

Wallerstein fue distinto a todos ellos no sólo en el plano sustantivo de la teoría social y política sino también por su activa inserción en las luchas sociales por un mundo mejor –asiduo participante en sucesivas reuniones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, conversaciones con el Subcomandante Marcos y otros líderes populares en distintas partes del mundo, participación en eventos organizados por movimientos sociales – y, ciertamente, por sus aportes la discusión epistemológica como lo revela su magnífica obra de 1998: Abrir las ciencias sociales. En este texto propone una crítica radical al paradigma metodológico dominante en las ciencias sociales, cuyo núcleo duro positivista condena a éstas a una incurable incapacidad para comprender la enmarañada dialéctica y la historicidad de la vida social.

En línea con esta perspectiva de análisis sus previsiones sobre el curso de la dominación imperialista no podrían haber sido más acertadas. En uno de sus artículos del año 2011 advertía que “la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten.” [2] En Latinoamérica, en cambio, entre las clases dominantes, los políticos del establecimiento y el mandarinato intelectual predomina aún una visión hollyvoodense sobre la salud del imperio, misma que se penetra en buena parte de la población. Según esta perspectiva lo que Donald Trump representa es el renovado vigor del imperio y no los desesperados pataleos de quienes se resisten a admitir su lento pero inexorable ocaso.

No obstante, no había un gramo de infantil triunfalismo en ese diagnóstico cuando advertía que si bien “hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadunidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.”  O, podríamos agregar, podrán sacar ventajas los países cuyos gobiernos adopten una política de autodeterminación nacional que les permitan maximizar sus márgenes de autonomía en la economía y la política mundiales. Quienes en cambio sigan sumisos a los dictados del imperio lo acompañaran en su lenta declinación. El criminal belicismo de la Administración Trump en respuesta al irreparable derrumbe del orden mundial de posguerra que tenía su eje en EEUU confirma las previsiones formuladas por Wallerstein.

Sus pronósticos sobre el futuro del capitalismo son desalentadores para la burguesía mundial y sus propagandistas. En efecto, en una conferencia que dictara en Madrid en 2009 sostuvo que “lo que estamos viendo ahora es el colapso del periodo especulativo que arrancó en los años setenta. Hasta aquí, todo normal.” [3] Pero, agrega, hay un elemento extraordinario y este no es otro que el “fin del actual sistema-mundo capitalista y la consiguiente transición hacia otro sistema. Todavía no sabemos qué va a ocupar el lugar del capitalismo porque dependerá del resultado de una lucha política que aún se está dirimiendo.” Y remata su razonamiento sentenciando que “Podemos estar seguros de que en 30 años ya no viviremos bajo el sistema-mundo capitalista. Pero, ¿en qué sistema viviremos entonces? Podría ser un sistema mucho mejor o mucho peor. Todas las posibilidades están abiertas. La solución la encontraremos cuando se resuelva el conflicto entre lo que yo denomino el espíritu de Davos y el espíritu de Porto Alegre.”

Pero lo que no suscitaba mayores incertidumbres en el pensamiento de Wallerstein era la evolución de la creciente polarización –económica, social, cultural- que signaba al capitalismo contemporáneo. Concentración de la riqueza, el saber y el poder en manos de unos pocos, dentro de las naciones y en el sistema internacional. Esto se traducía en el primado de los enormes conglomerados oligopólicos –en la economía real, las finanzas, los medios de comunicación-, la erosión de la democracia, la desorbitada concentración de la riqueza y los ingresos y el desigual acceso a la educación y a la Internet. Un mundo polarizado, que oprime, explota y excluye a millones y que cristaliza tendencias de larga duración que lejos de atenuarse no hicieron sino profundizarse con el paso del tiempo confirmando los peores vaticinios de Wallerstein. Esta fue su última investigación, en la que tuve el enorme privilegio de ser parte de su equipo internacional de investigadores y que se tradujo en un libro que en su versión original, en lengua inglesa, aparecería a finales del 2014 y en castellano, por Siglo XXI, en el 2016. El título sintetizaba muy bien el hallazgo de los distintos integrantes de este grupo de trabajo: El mundo está desencajado. Interpretaciones histórico-mundiales de las continuas polarizaciones, 1500-2000.[4]

Dado lo anterior, ¿adónde o a quiénes debemos recurrir para nutrirnos teóricamente y capacitarnos para comprender y transformar ese mundo desencajado y caótico al que alude el libro de Wallerstein, superando definitivamente al capitalismo y dejando atrás esa dolorosa y bárbara prehistoria de la humanidad? Por supuesto, la lectura de su densa y extensa obra es imprescindible. Pero como él mismo lo afirma, “he argumentado que el análisis del sistema-mundo no es una teoría sino una protesta contra temas negados u ocultados y contra engañosas epistemologías.” [5] Se requiere mucho más que ello y en un mensaje dirigido a las jóvenes generaciones el maestro dijo, con todas las letras: lean a Marx y no tanto a quienes escriben sobre Marx. “Uno debe leer a personas interesantes” –nos dice- “y Marx es el erudito más interesante de los siglos XIX y XX. No hay dudas al respecto. Nadie es comparable en términos de la cantidad de cosas que escribió, ni por la calidad de sus análisis. Por lo tanto, mi mensaje a la nueva generación es que vale mucho la pena descubrir a Marx, pero hay que leerle, leerle y leerle. ¡Leer a Karl Marx!” Ese fue uno de sus últimos consejos para entender la naturaleza y dinámica de un sistema, el capitalismo, al que ya en el 2009 le asignaba como máximo dos o tres décadas de sobrevida. Sería bueno que en las universidades latinoamericanas se tomara nota de este consejo, habida cuenta del ostracismo al cual usualmente es relegada la obra de Marx y los marxistas, desechada por el “buen pensar” de la academia como expresiones de una ideología y no como una teoría y una filosofía que aportan más que cualquier otra a la comprensión del mundo actual. Pero como lo recordaba oportunamente Bertolt Brecht, “el capitalismo es un caballero al que no le gusta que lo llamen por su nombre”, y el marxismo precisamente tiene la osadía de hacerlo, de ahí su marginación en los claustros universitarios.  ¡Gracias Immanuel por las luces que has aportado a lo largo de tantos años! Tu obra no caerá en el olvido y estarás siempre con nosotros y con quienes prosigan sin pausa la lucha para superar históricamente al capitalismo y poner fin a la dominación del capital.

[1] Una versión abreviada de este artículo fue publicada por Página/12 en su edición impresa del día 2 de septiembre de 2019.

[2] Cf. “Las consecuencias mundiales de la decadencia de Estados Unidos”, La Jornada (México) 28 de Agosto de 2011.

[3] Carlos Prieto, “El capitalismo no existirá en 30 años”, entrevista a Immanuel Wallerstein  en Público (España) 31 de enero2009.

[4] La versión original se publicó con el título The world is out of joint. World-historical interpretations of continuous polarizations (Boulder, Colorado: Paradigm Publishers, 2014)

[5] Cf. https://www.iwallerstein.com/intellectual-itinerary/

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EEUU: Sigue la ola roja por la educación

Por: Francisco Torres.

La ola roja por la educación tiene un nuevo capítulo en Denver, con su primera huelga docente en 25 años. En Oakland, el paro podría estallar el 15 de febrero. Siguen así a Los Ángeles que protagonizó el primer gran paro docente de 2019 en los EEUU. Luchan también en Virginia y Chicago. Otra vez, el bipartidismo del ajuste. Solidaridad para que triunfen.

El lunes 11 de febrero se cumplió el primer día de huelga docente en Denver, la capital y ciudad más grande del estado de Colorado en Estados Unidos. En este distrito de 90 mil estudiantes, la docencia sale a su primera huelga en 25 años, luego de 15 meses de frustradas negociaciones con las autoridades. El 22 de enero, el sindicato Denver Classroom Teachers Association – DCTA (Asociación docentes de clase de Denver) que representa a 5.600 docentes, había votado masivamente a favor de ir al paro.

Reclaman aumento salarial en lugar que se inviertan fondos en incentivos y bonos, para poner fin a la rotación de educadores. Denver, al igual que Los Ángeles, es un distrito conducido por el Partido Demócrata y se suma así al movimiento nacional #RedForEd, hashtag asociado a la ola de paros docentes de 2018 en los estados “rojos” (por el color que identifica a los Republicanos).

Revueltas educativas del “estado rojo” que se tornan “azul”

La oleada de revueltas educativas en la América de Trump se extiende en lo que va de este 2019. Ola que se iniciara en abril de 2018 en Virginia Occidental y se extendió a Oklahoma, Arizona, Kentucky y Carolina del Norte. Se la conoció como el movimiento #RedForEd (Rojo por la Educación), porque las huelgas eran en estados “rojos”, conducidos por los partidarios de Trump.

El movimiento RedForEd viene encarando paros docentes sin precedentes en EEUU. Huelgas de carácter histórico que no se daban en 30 años. En Los Ángeles, el segundo distrito escolar del país, la última huelga había ocurrido en 1989, antes de caer el muro de Berlín. La docencia se vistió de rojo, con remeras, casacas, guantes, más banderines, pancartas, banderas, una verdadera marea roja.

Así salió a ganar las calles de Norteamérica y teñirlas de rojo, en huelgas masivas, con alto apoyo y simpatía social, para exigir a los gobiernos mejores salarios, clases menos saturadas, más cargos y nombramientos de trabajadores de la educación, apoyo a estudiantes, mayor presupuesto para la escuela pública y también frenar los avances privatistas.

Con el paro iniciado el 14 de enero en Los Ángeles, el distrito “lo más azul que se puede conseguir”(por el color “azul” de los Demócratas), como dijo el dirigente de UTLA (United Teachers Los Ángeles), queda más claro aún que la baja salarial a trabajadores de la educación, los recortes presupuestarios e intentos privatistas, son política común del bipartidismo Republicano-Demócrata. Así intentan salvar las finanzas públicas, ponerlas al servicio del capital y frenar la caída tendencial de la tasa de ganancia en las corporaciones para las que ambas fuerzas gobiernan.

Como muestra del avance de la rebelión docente, la ola roja por la educación sigue en la huelga iniciada en Denver y en el paro votado en Oakland. También en la gran movilización al Capitolio del estado de Virginia en Richmond, realizada el pasado 28 de enero. Este es otro distrito administrado por Demócratas y la manifestación convocada por el sindicato Virginia Educators United, es considerada entre las más grandes en ir a la capital del estado.

Lo mismo ocurre en Chicago, donde la docencia de cuatro escuelas chárter, en su mayoría personal no sindicalizado, salió al paro la semana pasada. Piden ganar salarios como los de las escuelas públicas y reclaman también por clases más pequeñas. Es la segunda huelga de escuelas chárter de Chicago en los últimos meses, algo inusual para el sector.

En Denver, el Mayor (alcalde) Michael Hancock es demócrata y el gobernador de Colorado, Jared Polis, es también un empresario y político demócrata. En Chicago, la tercera ciudad más grande de EEUU, el Alcalde Rahm Emanuel es demócrata y fue Jefe de Gabinete de Obama. El estado de Illinois es gobernado por J.B. Pritzker, también empresario y demócrata. No sorprende la conjunción entre ser empresarios acaudalados y gobernante demócrata.

Rebelión docente ante el ajuste global del capital

El ataque globalizado a la docencia y la escuela pública se profundizó tras el crack capitalista de 2008. Por eso, a 10 años de esa crisis sistémica del capitalismo mundial que sigue sin resolver, en el año 2018 se dio un incontable número de huelgas nacionales y estatales a lo largo del planeta, atravesando los 5 continentes. Y llegó al propio EEUU, nación del apogeo capitalista imperialista de otros tiempos, como rebote y consecuencia de la onda expansiva de la nueva coyuntura mundial que atravesamos.

La gran crisis de 2008 tuvo su origen en Estados Unidos y demás potencias, descargando una contrarrevolución económica tal que evidenció el fracaso del sueño americano y del capitalismo como sistema de bienestar. Por eso vuelven a emerger con fuerza inusitada las grandes batallas obreras, de docentes, de las mujeres y disidencias o de luchas democráticas en EEUU.

En un mundo que se polariza a ambos lados de la lucha de clases. Con masivas huelgas docentes en enero en Túnez, con el paro nacional en Colombia del 14 de febrero y la lucha docente que se va cocinando otra vez en la Argentina.

En los Estados Unidos la oleada de huelgas docentes es la reacción al impacto que sufrió la enseñanza pública por los recortes de casi un 30% en la última década, desde la crisis de 2008. Por eso la demanda de restablecer la inversión presupuestaria para educación a los niveles de 2008 en el país del Norte, sea piedra de toque de los conflictos docentes de 2018 y lo que va de 2019. También el frenar el agresivo movimiento de privatización y escuelas chárter (públicas, pero administradas de forma privada por corporaciones o grupos diversos, con personal no sindicalizado, precarizado y de más bajos salarios).

Es que, más allá de lo que se piense, el sistema educativo americano es mayoritariamente público. El 92% de la matrícula está bajo control y presupuesto de los gobiernos estatales y locales, regulados por el Departamento de Educación de EEUU. La educación es gratuita y obligatoria por 12 años (en Primaria y Secundaria, el Inicial no es obligatorio). Aunque sea bastante desigual, según el sector social y los estados. Con esta nueva ola de conflictos el 2019 se podría convertir en el segundo año consecutivo en que docentes de distintos estados se declaran en huelga. Incluso en estados donde es ilegal el paro de trabajadores públicos.

Oakland: La docencia lista para la huelga, con apoyo social

Para ver el caso de Oakland, el pasado 4 de febrero el sindicato de educadores anunció que el 95% había votado a favor de ir al paro. Tan abrumador resultado lo explica el fracaso de las tormentosas negociaciones por el contrato colectivo, las que llevan cerca de dos años entre la Asociación de Educadores (Oakland Education Association, OEA) y el Distrito Escolar Unificado de Oakland (OUSD, por sus siglas en inglés). Por tal razón vienen trabajando sin contrato desde julio de 2017.

Hay entonces un importante malestar que llevó a las bases y activistas a protagonizar sus días de “ausencias” o “sick-outs” (ausencia colectiva organizada bajo el pretexto de enfermedad, como forma de protesta) por un día en diciembre y en enero. Un ‘paro de hecho’, organizado sin aprobación del sindicato. Fue la tónica en los conflictos del 2018 en varios estados, donde las bases se organizaron por fuera o superando a sus dirigencias.

Finalmente, el 5 de febrero el sindicato convocó y la docencia movilizó hasta el Ayuntamiento de Oakland. Allí hubo muestras de apoyo del Concejo Municipal, aunque éste no tiene autoridad en la disputa. Y vienen sumando también apoyo de la comunidad y el estudiantado que ha realizado tres importantes movilizaciones en lo que va del año, abandonando aulas, ganando calles y organizando sus propias “faltas por enfermedad” en apoyo a sus docentes.

Como toda lucha social es política, lleva a conclusiones de fondo y por eso hay familiares señalando que la calidad e ingresos de los maestros es uno de los determinantes más importantes para el éxito de les estudiantes. Y apoyan el reclamo diciendo: “Entendemos que las condiciones de trabajo de los maestros son las condiciones de aprendizaje de los estudiantes, porque las vivimos todos los días”.

Oakland es la octava ciudad más poblada del estado de California, en EEUU. Ubicada en la parte oriental de la Bahía de San Francisco, a 10km de esa ciudad. Su alcandesa es Libby Schaaf, del Partido Demócrata. El estado de California también lo gobiernan los demócratas y, debido a sus políticas de ajuste, ocupa el 48 lugar entre los 50 estados americanos, en cuanto al tamaño de las clases, según su número de alumnos. Y tiene el sombrío rango 43º en el país respecto de la inversión que California realiza por estudiante.

La ciudad de Oakland tenía más de 425 mil habitantes en 2017, algo menos de la mitad de San Francisco. Y es la más diversa étnicamente del estado, con un 33% de afroamericanos, 28% de hispanos o latinos, 23% de blancos, 18% de asiáticos, más otras razas. Por eso en sus hogares, casi la mitad de sus estudiantes hablan un idioma distinto al inglés.

Con cerca de 40 millones de habitantes, California es el estado más poblado de los Estados Unidos y se volvió a ubicar como la 5ª economía del mundo (EEUU, China, Japón, Alemania y… California). Lo hizo esencialmente debido a “la alta productividad de sus trabajadores”[1], en un marco de extrema concentración de la riqueza a favor del 1% más acaudalado que genera el capitalismo. Así se puede comprobar en California que, a la pobreza en el estudiantado de Los Ángeles, se suman las carencias en Oakland, donde más del 70% de sus estudiantes recibe comidas gratis o a precio reducido.

En Oakland se iría a la huelga, luego de 9 años

El sindicato OEA representa a casi 3.000 docentes, consejeros, enfermeras, psicólogos, bibliotecaries, trabajadores sociales y docentes sustitutos del distrito de Oakland. Está afiliado a la Asociación de Maestros de California (California Teachers Association, CTA) y a la Asociación Nacional de Educación (NEA), el sindicato de docentes más grande de Estados Unidos. Su última huelga docente fue en 2010, hace 9 años y duró un día. En 1996 se fue al paro y duró 26 días.

Ante la cerrazón de las autoridades, la presión de las bases y el apoyo de estudiantes y la comunidad, la OEA finalmente organizó la votación entre el 29 de enero y el 1 de febrero para que la base definiera si lanzar o no la huelga. El resultado fue abrumador, con el 94% a favor y una votación de 2.206 a 105, con altísima participación del 84% de la docencia.

Este contundente resultado autoriza al sindicato a llamar a paro después del 15 de febrero. Ese día se espera un informe del “proceso de investigación”, un paso exigido por la ley estatal de negociaciones colectivas. Se trata de un panel de tres miembros que debe dar un informe –una especie de tribunal-, sobre el caso presentado por el gremio y por las autoridades. Si una de las partes no acuerda, el gremio es libre de llamar a paro.

Las posiciones están alejadas: La docencia reclama un aumento salarial del 12% en tres años, mientras las autoridades ofrecen solo el 5%. Al igual que UTLA de Los Ángeles, también piden por clases más pequeñas, con una reducción del número de estudiantes por cursom mucho más profunda en escuelas en las que el 75% de estudiantes es de bajos ingresos. Piden también un mayor apoyo estudiantil para eliminar las barreras del aprendizaje. Y el nombramiento adicional de consejeros, enfermeras y terapeutas para ayudar a cerca de 37.000 estudiantes del distrito. En ese sentido, denuncian que California destina la mitad de lo que gastan por estudiante otros estados como Nueva York o Connecticut. Y aun así les exigen brindar una educación de calidad.

A través de Kyla Johnson-Trammell, la superintendenta del OUSD, Oakland dice tener déficit por lo que “ofrece” reducciones marginales en el tamaño de las clases, pero solo en algunos grados de primaria, en educación física y artes. Más un límite de 15 estudiantes por docente en educación especial. Pero anuncian, como parte del ajuste presupuestario, un plan para cerrar el 27% de sus escuelas. Argumentan que las que queden tendrían mejores recursos…

Por salario y presupuesto. Ni privatización ni cierre de escuelas

Ante esto y como afirma el gremio, el contundente aval al paro implica “un mandato por mantener abiertas las escuelas de nuestro vecindario y no cerrarlas”. Mandato que debe ser respetado y no dejado de lado en la negociación. Para triunfar en defensa de la escuela pública, contra los privatizadores del distrito, respaldados por multimillonarios que aspiran a lucrar con los fondos que van a educación.

El OUSD tiene poco más de un centenar de escuelas, entre primarias, secundarias, preparatorias, programas para adultos y centros de educación infantil. Y unas 34 escuelas “chárter”, lo que constituye una importante porción administradas de forma privada, que compiten y se llevan fondos estatales, en desmedro de la pública.

A su vez, el reclamo de aumento salarial implica luchar contra la crítica retención docente en Oakland. Ya que en los últimos 12 años, en cada año hay un promedio del 19% que se van del distrito. Esto se explica porque sus salarios son los más bajos en la región. El sueldo inicial de una maestra en Oakland ronda los 46.500 dólares al año (casi U$S 3.600 al mes, lo que -comparado con los salarios en Argentina-, serían 136 mil pesos mensuales, a un dólar de $38). Pero allí alquilar un departamento de dos habitaciones cuesta unos U$S 2.800 al mes (equivalente a 106 mil pesos).

El salario docente promedio es de 63.000 dólares al año (unos 105 mil pesos mensuales) y el sueldo mejor pago ronda los 84.000 de dólares al año (más de 240 mil pesos mensuales). Otra vez, ¡qué lejos están los sueldos docentes de Argentina de países del G20, grupo que Macri elogia y al que nos dice “pertenecer”!

El aumento del 12% que pide el sindicato en Oakland le costaría al distrito apenas U$S 42 millones. Por eso la disyuntiva es crítica: Fondos para educación o para los millonarios, corporaciones y banqueros. El estado de California es el hogar de 144 multimillonarios de la lista de Forbes. Solo cuatro de ellos, los dueños de Facebook, Microsoft, Google y Tesla, concentran tal fortuna que resolvería inmediatamente las carencias presupuestarias.

A ellos se debe ajustar, poniendo un impuesto extraordinario que beneficie al 99% contra ese 1% más rico. El fastidio que emerge de la docencia y lleva a ir a paros aún en estados donde está prohibido hacerlo (como los republicanos), solo pone en evidencia las injustas diferencias sociales en el principal imperialismo y el más opulento país capitalista del planeta.

Apoyar a la docencia de Denver, Oakland, Virginia y Chicago

Antes de desatarse el paro en Los Ángeles alertamos que iban a crecer las luchas, en el marco de polarización social y política por las medidas de los Trump, Macri o Bolsonaro, junto a gobernadores y funcionarios cómplices. Por lo que gremios y centrales deben dar respuesta acorde a tal nivel de radicalización, para no ser desbordados o terminar defeccionando en medio de la disputa.

Lamentablemente, la dirigencia nacional docente de EEUU sigue mirando a otro lado, pese al reclamo de activistas y sectores de base para que la Asociación de Maestros de California (California Teachers Association, CTA) unifique las luchas del estado. Y que la Asociación Nacional de Educación (NEA) o la Federación Estadounidense de Maestros (AFT) las nacionalicen. No lo hacen porque esa dirigencia suele estar enfeudada con el Partido Demócrata y viven de los privilegios del capital: Mientras una maestra inicial en Oakland gana U$S 46 mil al año, la presidenta de la AFT tiene un salario de más de medio millón de dólares al año (U$S 514.000).

El desafío entonces es poder organizar al activismo más radicalizado y resuelto a luchar por salidas de fondo, anti sistémicas, por la unidad de clase, coordinación y extensión de los conflictos. Desde Alternativa Docente, ANCLA / MST en Anticapitalistas en Red nos solidarizamos con la lucha docente de Denver, Oakland, Virginia y Chicago. Y convocamos a la docencia argentina, latinoamericana y mundial a acercar expresiones de apoyo. Su lucha también es nuestra, contra el ajuste global a la educación, la docencia y demás conquistas sociales.

Francisco Torres, Sec. Gremial, Federación Nacional Docente, CTA Autónoma, Coordinador de Alternativa Docente, ANCLA Agrupación Nacional Clasista Antiburocrática / MST en Anticapitalistas en Red

Fuente de la reseña: http://anticapitalistasenred.org/2019/02/12/eeuu-sigue-la-ola-roja-por-la-educacion/

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