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Ministros en Cochabamba

DE LA EDUCACIÓN Y SUS ALREDEDORES

No me refiero a ninguna reunión de gabinete del Gobierno nacional, por supuesto. Sino a la de todos los ministros y ministras de Educación de América Latina y el Caribe, invitados a encontrarse en Cochabamba, desde ayer, por un par de días.

¿El propósito? Acordar medidas para que, efectivamente, la educación tenga un lugar central en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Si revisáramos uno por uno los 17 objetivos, hallaríamos que la educación juega un rol clave en cada uno de ellos. Poner fin a la pobreza, por ejemplo, supone, entre otras cosas, tener hombres y mujeres empoderados y habilitados para generar bienestar en sus familias y en la sociedad. Lograr el hambre cero, implica que la población adquiera conocimientos y habilidades para desarrollar prácticas agrícolas sostenibles. Disfrutar de buena salud, requiere población capaz de adoptar medidas preventivas, entre otros aspectos. Igualdad de género, agua limpia y saneamiento, trabajo decente…, en fin, son diecisiete aspiraciones de la humanidad que son compromisos de los Estados y los gobiernos. Revísenlas, apreciados lectores y lectoras y díganme una sola de ellas que no tenga que ver con la educación.

El cuarto de los objetivos, el ODS4, se refiere específicamente a una educación inclusiva y de calidad que “no deje a nadie atrás”. Par de líneas que se escriben y leen muy rápidamente, que sintetizan el derecho de todos a la educación y la responsabilidad del Estado para garantizarla a sus ciudadanos, sin ninguna exclusión.

Cambios críticos deben realizarse en los sistemas educativos para adaptarlos a la óptica del desarrollo sostenible, y para aplicar el paradigma del “aprendizaje a lo largo de toda la vida”, en la parte que les corresponde.

Porque surge la pregunta: ¿todo lo que necesitan de educación los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible tiene que ser proporcionado por las escuelas? Personalmente no creo que pueda ser así. A duras penas pueden las escuelas con los aprendizajes básicos ¿cómo podrían asumir la responsabilidad de todos los aprendizajes a lo largo de la vida? Estos van más allá de la escuela. Por tanto, no creo que sean los ministerios de Educación que deban ser los responsables…

Significa, dicho de una manera sencilla, que hay que repensar la educación no sólo como una tarea de las escuelas y de los docentes en un período determinado de la vida. Por creerlo así, toda necesidad nueva de conocimiento que va apareciendo en la sociedad, es trasladada a la escuela y a los programas escolares… Los que, por estar atiborrados de tantas cosas por saber, de tantas habilidades por dominar, de tantas actitudes y valores por cultivar… dejan de hacer lo más importante, como dominar los instrumentos para pensar críticamente, para preguntar e investigar, para aprender a trabajar en equipo…

Los aprendizajes a lo largo de la vida… tienen que formar parte constitutiva del conjunto de servicios sociales. A quien le toca administrar el agua, le corresponde generar mecanismos de educación ciudadana para que los beneficiarios de ella aprendan a usarla. No tiene sentido enseñar el amor y el respeto a la biodiversidad y a la madre tierra, si una medida política busca partir en dos la selva con una carretera. No vamos a seguir revisando los 17 objetivos del desarrollo sostenible y las responsabilidades estatales sobre ellos, porque esta columna no alcanza. El pensamiento que quiero compartir con mis lectores es que la educación no es una tarea de la escuela, solamente, sino de toda la sociedad, no es responsabilidad solamente del ministerio de Educación, sino de todo el aparato estatal. Eso es repensar la educación.

Los sistemas educativos a duras penas pueden cumplir sus actuales cometidos. El asunto es cómo el conjunto de actores sociales vuelven educativas y transforman en oportunidades de aprender todas sus acciones en los 17 campos del desarrollo sostenible.

Los ministros participantes firmarán la que, probablemente, se denomine la Declaración de Cochabamba y formularán recomendaciones de políticas nacionales y regionales. Lo que esperaría que hicieran no es recomendar más políticas educativas, sino demandar que las políticas sociales, económicas, medioambientales… sean educativas. Eso es colocar la dimensión educativa en todas las acciones del desarrollo sostenible.

El autor es doctor en pedagogía
Jorge.riverap@tigomail.cr

Fuente: http://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20180725/columna/ministros-cochabamba

Imagen tomada de: https://www.boliviaentusmanos.com/noticias/images/2507180912345672.jpg

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Australia debe revisar el modelo de escuela «industrial», dice la evaluación presidida por Gonski

El informe dice que los estudiantes deben pasar del plan de estudios basado en el año a uno que sea independiente de la edad o grado. Una nueva revisión educativa presidida por David Gonski descubrió que el modelo educativo australiano del siglo XX es perjudicial para los resultados de los estudiantes. 

Oceania/Australia/Theguardian

El sistema educativo de Australia ha «fallado a una generación» de escolares, y los resultados de los estudiantes han disminuido en lectura, ciencias y matemáticas en los últimos 18 años, lo que requiere una acción urgente del gobierno, según un informe histórico.

Una revisión presidida por el empresario David Gonski encontró que Australia necesita revisar su «modelo industrial» de educación escolar, declarando que ya no ayuda a los estudiantes a maximizar su crecimiento de aprendizaje.

El nuevo informe, titulado Through Growth to Achievement , hace 23 recomendaciones sobre los regímenes de evaluación y presentación de informes para los gobiernos federales, estatales y territoriales.

Su idea principal es que Australia necesita pasar de un plan de estudios basado en un año a un plan de estudios expresado como «progresiones de aprendizaje», independientemente del año o la edad.

Dice que el modelo industrial australiano de educación escolar, que refleja una aspiración del siglo XX de impartir educación masiva a todos los niños, es perjudicial para los resultados individuales de los estudiantes porque se centra en tratar de garantizar que millones de estudiantes obtengan resultados de aprendizaje específicos para su grado y edad. moverlos en el paso de bloqueo para el próximo año de escolarización.

«No está diseñado para diferenciar el aprendizaje o estirar a todos los estudiantes para asegurar que logren el máximo crecimiento de aprendizaje cada año, ni incentiva a las escuelas a innovar y mejorar continuamente», dice el informe.

«Australia necesita revisar y cambiar su modelo de educación escolar», dice.

El informe fue encargado por Simon Birmingham, el ministro de educación federal, después de que el parlamento aprobó el plan de financiación escolar «Gonski 2.0» del gobierno de Turnbull el año pasado .

Birmingham se reunirá con los ministros de educación estatales el viernes para analizar el informe.Gonski informará a los ministros.

El lunes, el ministro de Educación de Nueva Gales del Sur, Rob Stokes, dijo que acogía con satisfacción el hallazgo del informe de que el actual régimen de Naplan en particular está «limitado por su enfoque en el logro más que en el crecimiento».

«El informe observa que los mejores sistemas escolares están pasando de las pruebas estandarizadas a una combinación de medidas de evaluación más sofisticadas», dijo Stokes.

«Estamos cambiando de un modelo industrial de educación escolar que fue adecuado para el siglo pasado a prácticas de enseñanza nuevas y personalizadas para garantizar que los estudiantes estén equipados para ser ciudadanos productivos y comprometidos con el siglo XXI».

Birmingham le dijo a Guardian Australia que creía que el informe presentaba un «plan integral para el cambio en la forma en que vemos la enseñanza y las operaciones escolares».

Las recomendaciones del informe se apoyan en las llamadas del investigador de educación John Hattie para un «crecimiento de un año para el aporte de un año» en el aprendizaje. En lugar de centrarse en las medidas de evaluación que se centran en el alto rendimiento, Hattie dice que los niños deben recibir un año de aprendizaje sin importar en qué nivel de desarrollo se encuentren.

La idea tiene implicaciones para el modelo de evaluación escolar de Australia porque pone menos énfasis en la idea de que los estudiantes deberían estar alcanzando un cierto promedio de nivel de año.

El informe Gonski dice que los maestros y educadores han reconocido problemas con el modelo de educación industrial de Australia, pero los intentos de las escuelas para abordar el problema se han visto obstaculizados por la entrega del currículo, evaluación, prácticas de trabajo y los entornos estructurales en los que operan.

«Esto se ve agravado por la falta de evidencia basada en investigaciones sobre lo que funciona mejor en educación, la ausencia de aplicaciones en el aula disponibles para uso de los docentes, múltiples llamadas al tiempo de maestros y líderes escolares y la falta de apoyo para directores de escuelas para desarrollar su autonomía profesional y priorizar el liderazgo instructivo «, dice el informe.

Recomienda la introducción de nuevos arreglos de informes con un enfoque en el logro de aprendizaje y el aumento del aprendizaje, para proporcionar información significativa a los estudiantes y sus padres y cuidadores sobre el crecimiento del aprendizaje individual.

Recomienda que la estructura del currículo australiano se revise progresivamente durante los próximos cinco años para construir una hoja de ruta que establezca los pasos necesarios para el aprendizaje de cada materia.

También recomienda establecer una institución independiente, como un instituto nacional de evidencia, para mejorar la base de evidencia de los métodos educativos para difundir las mejores prácticas y programas de enseñanza entre escuelas, estados y sistemas.

La Comisión de Productividad identificó la necesidad de una base nacional de evidencia educativa en un informe de 2017 que concluyó que «convertiría las mejores prácticas en prácticas comunes».

Fuente: https://www.theguardian.com/australia-news/2018/apr/30/australia-must-overhaul-industrial-school-model-says-gonski-chaired-review

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Canadá: In a time of robots, educators must invest in emotional labour

Canadá/Noviembre de 2017/Fuente: The Conversation

Resumen:  Tanto los críticos de la tecnología como los defensores argumentan que los empleos humanos se están eliminando mediante la automatización del lugar de trabajo, lo que minimiza la necesidad de interacción humana.

Otra forma de verlo es que la tecnología emergente está aumentando nuestra capacidad para enfocar nuestras energías colectivas en las demandas sociales, culturales, éticas y emocionales de nuestro mundo en rápida transformación.

Todo, desde los teléfonos inteligentes hasta las ciudades inteligentes, nos está liberando para preocuparnos más por los demás y comprometer más recursos para transformar las partes de nuestras sociedades y economías donde persisten las necesidades y las desigualdades.

La automatización crea nuevas oportunidades para privilegiar, valorar y desarrollar la interacción humana, las habilidades interpersonales y nuestra comprensión mutua y apreciación por las personas.

Technology critics and defenders alike argue that human jobs are being eliminated by workplace automation, minimizing the need for human interaction.

Another way to see it is that emerging tech is increasing our capacity to focus our collective energies — on the social, cultural, ethical and emotional demands of our rapidly changing world.

Everything from smart phones to smart cities are freeing us up to care more for others and to commit more resources to transforming the parts of our societies and economies where need and inequities persist.

Automation creates new opportunities to privilege, value and grow human interaction, soft skills and our mutual understanding of and appreciation for people.

Supporting the well-being of Canadians

Canada is well positioned here. The country began long ago to shift away from manufacturing in favour of a service-based economy.

Today, as more and more baby boomers reach retirement age, health care is one of the fastest growing industries. Economic powerhouses like education, public administration, retail, finance, real estate and communications continue to grow. Service industries represent more than 70 per cent of Canada’s gross domestic product (GDP) and this share will only increase over time.

Ludwig, a two-foot-tall robot, was created by University of Toronto researchers to engage people with Alzheimer’s disease and dementia. (THE CANADIAN PRESS/Michelle Siu)

The implication, then, is that the country’s present and future depend very much on our ability to understand and meet the needs of people. This means investing in the research, education and skills training opportunities that support the well-being of Canadians.

Here again Canada is headed in the right direction. Earlier this year, Canada’s Fundamental Science Review Panel submitted its final report to Minister of Science Kirsty Duncan, on the state of basic and applied research.

The study identified gaps in the country’s research ecosystem and made recommendations to enhance Canada’s investigator-led research capacity. The panel’s remit was broad, examining research inquiry and apparatus in science, technology, engineering and math through to health sciences, social sciences and humanities.

Much of the debate that followed has focused on where and how to spend federal research dollars to improve the country’s knowledge production, innovation capacity and path to prosperity.

More of the debate needs to focus on why Canada must invest in research for end-users in the public, private and not-for-profit sectors without shortchanging teaching, learning and skills development.

The challenge of serving others

To build research capacity we need to build skills, training and knowledge translation capacity. The three go hand in hand.

The real and potential economic and social value of research carried out in Canada’s post-secondary education institutions is not well understood or communicated to the various stakeholder groups that stand to benefit.

It is not well understood, for example, that research funding distributed through our federal granting agencies is contributing to the training and skills development of undergraduate and graduate students involved in research.

Or that the toughest tasks these future workers will face won’t be technical, but interpersonal — working with, understanding and serving others.

Automation frees time and resources to invest in societal challenges such as affordable housing. Here homeless people pitch tents in Victoria’s wealthy Oak Bay in 2017 to draw attention to housing shortages for disadvantaged people across British Columbia. (THE CANADIAN PRESS/Dirk Meissner)

Canada’s research community must do more to translate and transfer the practical benefits of its work. And, alas, there’s no easy way to automate the process.

Emotional labour is key to growth

What this means for now is that we’re undermining our own potential to address complex challenges — social, scientific or otherwise — to innovate and allocate our resources. School boards, universities, polytechnics and colleges all have important roles to play. So do employers.

Studies of employers, human resources staff and job databases have shown steadily growing demand over the past 35 years for soft skills, social skills or what one writer for Aeon magazine recently called “emotional labour.”

In economic terms, these skills are the key to productivity and growth in the service industries. Which is why the time and money that technology saves us must be reinvested — in cultivating, contextualizing, communicating with and caring for people.

There will soon be an algorithm to diagnose your health problem, a driverless air taxi to take you to the hospital and a robot to perform surgery on you, while post-op or palliative care will be handled by a team of sociable machines.

If we under-invest in the research and training that support the development of social, emotional and communication skills in relentless pursuit of research commercialization or bigger and better robots, we’ll miss the crucial opportunity that new technology affords us.

Canada might up end making better things, not making things better.

Fuente: https://theconversation.com/in-a-time-of-robots-educators-must-invest-in-emotional-labour-88016

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La Buena Educación

Por Carolina Vásquez Araya

Cuando era niña se me enseñaba a nunca contradecir a los mayores.

Las sociedades están integradas por seres humanos diversos, nacidos en ambientes diferentes de padres únicos y en condiciones particulares, desde las cuales se van modelando carácter y personalidad. La niñez es, en realidad, una etapa de la mayor vulnerabilidad durante la cual las personas son entrenadas para pensar, comportarse y creer de una manera definida por los adultos de su entorno. En ese proceso inciden madres, padres, familares cercanos, vecinos, maestros y líderes espirituales.

Nadie escapa a este “modelaje” iniciático en el cual se imprimirán, como hoja en blanco, una serie de códigos, ideas, conceptos y actitudes como espejo de otros códigos, ideas, conceptos y actitudes heredados de generaciones pasadas y así hasta el infinito. Sin embargo, cuando se inicia la etapa escolar comienza un proceso de re evaluación de todo lo aprendido. Una gran oportunidad para corregir y perfeccionar el conocimiento acumulado. Es como cuando a una escultura se le quita la materia sobrante y se le agrega la que hace falta. Es un período de grandes experiencias, cuando las mentes ávidas de información absorben todo lo que se pone a su alcance y también cuando la calidad del educador y del entorno son vitales para fijar el interés del alumnado y optimizar los resultados del ejercicio pedagógico.

Resulta pertinente, entonces, preguntarse qué sucede cuando los docentes carecen de la preparación adecuada para impartir clases en el sistema educativo de un país. Cuando estos profesionales de la educación no llegan siquiera a aprobar las pruebas de aptitud básicas para optar a una plaza en ese sistema. Es de suponer, entonces, la existencia de una falla fundamental cuyo origen –estructural, por cierto- procede de políticas públicas deficientes y opuestas a priorizar la calidad educativa. Esta falta de atención a una de las bases fundamentales de todo proceso de desarrollo priva a la niñez de una formación intelectual mínima y acorde con estándares internacionales. Es decir, se provee de un sistema inservible con el único objetivo de presentar estadísticas más o menos aceptables ante una comunidad mundial crítica.

El producto de semejante sistema no puede ser otro que una serie de generaciones incompletas desde el punto de vista académico, cuyo potencial se desperdicia por razones diversas, ninguna de las cuales considera las devastadoras consecuencias que ello implica. No se propicia el análisis, los procesos de intercambio intelectual, los proyectos de investigación y tampoco se conduce a las nuevas generaciones hacia la búsqueda de respuestas a los grandes temas actuales. Estas deficiencias vienen aparejadas con una formación deficiente desde el ámbito familiar, lo cual deviene en comunidades humanas en donde las variantes del pensamiento se consideran una afrenta y suelen ser reprimidas al separarse de la norma.

La tendencia, entonces, es producir generaciones de humanos aptos para trabajos rutinarios en los cuales permanezcan durante toda su vida sin pretender cambios. Personas cuyas capacidades sean anuladas en función de un sistema productivo diseñado para ciudadanos obedientes y no deliberantes, como disciplinados soldados de una mega industria multinacional. Allí vemos, entonces, a una valiosa juventud desperdiciada sin oportunidades de crecimiento intelectual por falta de recursos, pero sobre todo por la ausencia de un Estado capaz de identificar en ella el enorme potencial de desarrollo y bienestar para la nación. Esta es la realidad en países gobernados por élites incapaces de aflojar las riendas para que el garañón abandone el trote y pueda galopar.

Elquintopatio@gmail.com

Blog de la autora http://www.carolinavasquezaraya

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José Gimeno Sacristán: Crear un currículo social es uno de los grandes desafíos para la Colombia del posconflicto

POR JOSÉ GUILLERMO PALACIO

El momento histórico por el que atraviesa el país, que llevaría al fin de 50 años de confrontación armada, exige el compromiso de todas las instituciones educativas, públicas y privadas, con la creación de un currículo académico que permita construir una sociedad más incluyente, porque el país cobra una nueva dimensión ética y política.

La afirmación sintetiza parte del amplio diálogo que EL COLOMBIANO logró con el experto español en educación José Gimeno Sacristán, considerado uno de los personajes claves en la transformación del pensamiento pedagógico español y clave en el debate intelectual en la transición de la España franquista a la democrática.

Gimeno Sacristán visitó Medellín, invitado por las universidades U. de A. y UPB., como uno de los pensadores centrales del Primer Seminario Internacional Currículo y Educación Superior, que congregó a las más destacadas figuras académicas de las principales universidades públicas y privadas del país.

Según Gimeno Sacristán, el momento actual de Colombia exige reconvertir todo el sistema de valores, evitar los prejuicios, hablar de la verdad, poner el acento en aquello que explica la división del país, debatir sobre el origen del conflicto, cómo ha desembocado en una esperanza de paz con oportunidades para todos los sectores.

 

¿Qué es posible hoy en la escuela en un mundo invadido por las tecnologías?

“Primero pondría una prevención. No creo que la escuela esté invadida de tecnologías en los sectores más vulnerables de la población. Es decir, las nuevas tecnologías están muy extendidas en determinadas capas de la sociedad, pero hay una población, a nivel mundial y en cada país, que no tiene acceso a las nuevas tecnologías. Existe una gran brecha social y cultural en la que hay que preguntarse sobre si tiene o no acceso a esas tecnologías. Hay mucha gente sin acceso todavía y hay quien es discriminado para acceder a esas herramientas”.

De todas formas,
estos desarrollos tecnológicos son un gran reto para la escuela.

 

“Es evidente que las nuevas tecnologías suponen un reto para la escuela y denuncian cómo lo hace la escuela, pero también corremos el peligro de pensar que sustituyen a la escuela y eso sería muy peligroso, porque las nuevas tecnologías tienen una peculiaridad, se distinguen de otras tecnologías que ha habido en el mundo y en la historia y la cultura en que su potencia formativa o su utilidad dependen del nivel de cultura del usuario. La nueva tecnología no vale por sí misma sino en función de cómo el usuario es capaz de utilizarla. Una tableta puede servir para ver partidos de fútbol o puede servir para hacer servicios de matemáticas. Entonces, son los profesores los que determinarán su tipo de uso y qué calidad de uso tienen las nuevas tecnologías. A partir de ahí hablaremos en plan grandilocuente y optimista con las nuevas tecnologías.

¿Tiene sentido que el gobierno, como es el caso colombiano, llegue a entregar tabletas por todos lados, incluso en zonas donde no hay siquiera energía eléctrica para cargarlas o los maestros desconocen el uso de las mismas?

 

“La introducción de las nuevas tecnologías en la escuela es un problema económico de primer orden. El mercado ha visto que la población escolar es el cuerpo más numeroso de ciudadanos que hay en ninguna otra situación. Entonces, es un bocado muy apetecible el mercado de las nuevas tecnologías. ¿Por qué han implantado tabletas y no computadores que costarían lo mismo que una tableta? Porque esta reclama un mercado capturado de sometimiento a un sistema de uso y no a otro. Por la tableta no te puedes expresar, prácticamente están cerradas las vías de la impresora. Sí por vía internet, por el ordenador podrías completar todas las funciones que quieras. ¿Por qué se pone en marcha un invento y no otro? Porque es económicamente más rentable. También hay que hacer una precisión. ¿Qué son las nuevas tecnologías? El teléfono móvil es una cosa e internet otra, este va por el teléfono pero no solo es eso y la escuela históricamente pasó de largo por las nuevas tecnologías tipo televisión, cine, fotografía, máquinas de escribir, rotativa. Estas pasaron de largo por la escuela y esta no cambió su lápiz y papel; su pizarrón y su tiza, pero tienes razón en que suponen un reto muy importante y es que no poder acceder a ello costará muy caro”.

Colombia atraviesa por un momento muy interesante con respecto al debate social. Hoy están en la mesa el Gobierno Nacional, las Farc y grupos muy fuertes de ciudadanos tratando de llegar a un acuerdo general para poner fin a más de 50 años de conflicto. ¿Cómo desarrollar un currículo en una sociedad tan marcadamente violenta como la nuestra, que realmente aporte desde la escuela a reencontrarnos como ciudadanos?

 

“Los currículos escolares tienen la tendencia de tapar aquello que es molesto o aquello que es conflictivo o polémico. La escuela opera sobre consensos culturales y no sobre los aspectos de conflicto. En el caso de Colombia, con el tema del terrorismo de las Farc, introduce un grado de gravedad mayor al de otros temas que han tenido en el currículo y eso es lógico aunque no deseable que conflictos como este, que marcan la historia de este país, no tengan tratamiento en la institución escolar. Lo que ha habido es falta de currículo sobre este tema. No es que haya estado deformado el mensaje sino que ha estado mutilado y eso es un problema que afecta a todo el país y que el ciudadano no tendrá, seguramente, la información suficiente como para abordar un reto que implica un reto social, político, económico, cultural y educativo”.

¿Si se trata de comprometer a todos los estamentos en el fortalecimiento democrático del país, el reto debe ser igual de importante para la universidad pública como para la privada?

 

“Sí, claro, todas las instituciones se verán demandadas de responder de alguna forma. Es de esperar que la educación pública sea más sensible que la privada, que no suele progresar por tener temas de interés social, al menos la privada que yo conozco, que no es la de este país. Es evidente porque la privada contribuye al bienestar de aquí y en España esto sería imposible. El currículo siempre presenta manchas oscuras donde no hay información para los ciudadanos. Es tan sencillo como que en los libros españoles la Revolución Francesa ocupa menos lugar que la reconquista contra los moros, o lo que llamaron la Conquista de las Américas. Los currículos recogen deformaciones provocadas por la valoración social. En el caso vuestro, ese era un tema muy delicado y no creo que se haya tocado nunca en las instituciones escolares, ofreciendo temas tan importantes como la ética y la política. ¿Qué va a pasar en este país con los niños ahora que se les habla de igualdad de derecho a la educación, la salud?, ¿quién financiará eso en esa dinámica de construir un país más incluyente?, porque el país cobra una nueva dimensión ética y política”.

Usted que es considerado una persona clave en la transformación de la educación española, en el periodo de transición de la España franquista, ¿qué le recomendaría a nuestra escuela que carga con una dolorosa historia como víctima del conflicto armado?

 

“Habrá que reconvertir todo el sistema de valores, evitar los prejuicios, hablar de la verdad, poner el acento en aquello que explica la división del país, hablar del origen, de cómo se originó esto, de cómo ha desembocado, por qué la situación ha fracasado en el primer intento a nivel legal después de todo ese espectáculo internacional para apoyar la firma del acuerdo final, algo que supongo que la mayoría de la población colombiana lo apoya también.

Nosotros desde afuera vemos que es una oportunidad que la escuela tendrá que plantearse, qué papel cumple para explicar la historia reciente de este país y convertirse en un agente esclarecedor de lo que ha sido, de lo que ha ocurrido. Eso es clave, porque también tendrá que ver con las responsabilidades de otros, no solamente de las Farc, también de los que han actuado de paramilitares, etcétera, etcétera”.

En ese sentido, el currículo tendrá que ser producto de un gran pacto social o corresponderá a los técnicos y académicas definir qué es importante para la escuela en esta nueva historia que se comienza a escribir en Colombia…

 

“Tendrá que participar el profesorado, el de ciencias sociales, filosofía, ética, pero tendrá que acometerse un gran plan de sensibilización general. Los niños de las Farc se unirán con los que no eran de las Farc, qué escuela se plantea, qué tipo de aprendizaje realizará un niño que no ha estado en zona de conflicto y el que está en zona de conflicto; habrá que prever asistencia a niños con algún problema de identidad, jóvenes que del fusil pasan al lápiz y al bolígrafo. Ahí se plantea un problema duro de transición inevitablemente y se puede hacer caso omiso y aislar las culturas o hacer un esfuerzo de fusión y de interculturalidad para hacer una situación más justa y los medios de comunicación son fundamentales, mucho más que la escuela”.

¿Qué hacer en una coyuntura como la actual en la que se ha avanzado al punto de que se logró un primer acuerdo, en décadas, entre el Gobierno y las Farc para la reintegración de estas a la civilidad, a la política sin armas?

 

“Como dice Hannah Arendt (filósofa alemana), puedo perdonar pero no puedo ni debo olvidar. Puedo perdonar y hacer la convivencia posible pero no puedo olvidar lo que pasó porque entonces me escribirá alguien la historia y no la contará como sea necesario y eso implicará un diálogo entre las dos culturas, que pueden salir con sentido de no derrota para que se incorporen, pero creo que la convivencia política demandará un gran debate social hasta construir un nuevo país. Cuánto por ciento de la población representa ese territorio que ocuparon las Farc y en el que impusieron sus doctrinas, creo que fue extensísimo, eso ustedes lo saben. El problema no fue asunto de una plaza amurallada que se hunde, sino que es toda una cultura, en vastos territorios del país, 50 años es medio siglo, y allí en aquellas zonas no ha habido información sobre ello, nada más que cuando hay atentados, si lo hay, pero no se habla nada. En España no es posible hablar de Franco, lamentablemente, después de 40 años de su muerte, la última semana en Valencia y Madrid adoptaron la medida de quitar los símbolos franquistas de las calles y las plazas, expresiones de la derecha antidemócrata y ello todavía provoca reticencias en el Partido Popular, lo que se llama la defensa de la memoria histórica. Es decir, la guerra la perdió la República, pero la ganaron los dictadores y los antidemócratas y Franco mató más gente después de la guerra que durante la guerra. Eso lo sabemos porque la historia lo ha contado”.

Colombia hoy tiene una enorme aspiración por ser parte de los países de la OCDE. Uno de nuestros escollos gruesos es la calidad educativa. ¿Qué sentido tiene que a nuestros estudiantes se les evalúe en las Pruebas Pisa con el mismo examen que se hace a estudiantes de países desarrollados como uno de los requisitos para acceder a ese grupo de naciones?

 

“Creo que Colombia, Argentina y Brasil al entrar a la OCDE están condenados a ser los peores de la tabla. Considero que el informe Pisa no aporta nada a la educación y poco podría aportar. En primer lugar, la OCDE está constituido en su cuadro directivo por representantes de los gobiernos o gente que sea de aceptación de los gobiernos. En España, al ministro de Educación más nefasto que ha habido en la historia de la educación, el famoso José Ignacio Wert Ortega,lo han premiado como embajador de España en la OCDE para quitárselo de encima. Esto para que veas que el mundo de la OCDE no es el paraíso intelectual. Refiriéndome concretamente a los Pisa, toda información que venga sobre los sistemas educativos es buena, tener información sobre cómo es Colombia y cómo Estados Unidos es buena. Los países no pueden dejar de reflejarse en lo que son y lo que son es que son realidades educativas donde el desnivel de los alumnos es igual y la OCDE refleja a los ricos como los primeros y los pobres como los últimos. España está en una posición intermedia, pero en términos generales está por debajo del nivel económico que tenemos. Es decir, somos más ricos que cultos, estamos más altos en la escala de la renta percápita que en los rendimientos escolares”.

¿Acaso la información que se logra con los puntajes de la OCDE no conduce a la solución de los problemas educativos locales?

 

“La información que da la OCDE no soluciona nada porque no da apenas información. Lo que quiero decir es que si deseas saber algo del sistema de educación colombiana, no te vayas por los datos de la OCDE, que trae unas tablas donde jerarquiza a los países. ¿Qué me importa a mí que yo tenga el puesto 30 o el 40, o estar al lado de Francia? Eso solo me sirve para consolarme. Los países ricos dan resultados mejores en términos generales. Estados Unidos es el más potente económicamente y tiene un sistema educativo que da pésimos resultados. Es decir, Estados Unidos no es fiable de lo que realmente es como país y en los datos de la OCDE. Y en cualquier caso no son suficientes para determinar un diagnóstico. Por ejemplo, España da malos resultados en la variable de lectura comprensible. Es decir, los niños españoles no tienen la capacidad de decodificar textos en la medida de los niños italianos o los países antiguos del Este, que tenían un alto nivel educativo. Entonces, no damos buenos resultados en lengua pero el gobierno nunca ha tomado una medida para mejorar eso. En España, hasta hace poco nadie sabía qué era el informe Pisa, los periodistas no hablaban de él desde hace dos años. Han aprendido a utilizar políticamente los resultados. Hoy el fracaso escolar ha disminuido y el Partido Popular, en particular, dice que eso es gracias a su política. Si empeora, entonces dice que fue gracias a la política educativa que ha recibido. Es decir, no hay diálogo, lo único que hay es arrojarse el resultado a la cara unos a otros. Por otra parte, Pisa comienza a decir cosas que es increíble que no se hicieran públicas, hechos tan sencillos como decir que el nivel educativo depende de las clases sociales, que los ricos sacan mejores notas que los pobres, que la mujer está discriminada con respecto al varón. Es decir, lo que es la sociología viva, pero a los gobiernos solo les interesa coger los datos que les importan. Colombia, que es un país que lee mucho, puede pero Brasil, Argentina y Perú están en la cola”.

¿El currículo puede convertirse en la estrategia de alcanzar la utopía
de una educación con calidad para todos?

 

“Sí, pero siempre y cuando me precise qué es calidad. La derecha entiende como calidad resultados brutos en los exámenes o las pruebas objetivas; mientras que la izquierda, la progresista o como la quieras llamar, siempre hay que verlo desde una dimensión ética y política. No me es suficiente con que los resultados aumenten, que es bueno que aumenten, sino que me digan los de quién aumentan. Porque eso no lo dicen nunca. Jamás la OCDE le hace una crítica a un gobierno por la política educativa que desarrolla. No lo puede hacer porque forma parte del comité de decisiones de la OCDE”.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

EL PERSONAJE

El catedrático José Gimeno Sacristán es uno de los autores en lengua castellana sobre Pedagogía y Ciencias de la Educación más influyente de las dos últimas décadas del siglo XX y lo que va del XXI. Fue protagonista del debate intelectual que sacó del desierto pedagógico en que sumergió el franquismo a España, para llevarla a un nuevo escenario con gran protagonismo en la academia europea y latinoamericana. Más de 20 libros y más de 100 artículos representan su extensa y relevante contribución intelectual en el ámbito académico de las Ciencias de la Educación. Sus textos: La pedagogía por Objetivos. Obsesión por la eficiencia, de 1980, y Comprender y transformar la enseñanza, de 1994, han alcanzado ya la duodécima edición.
 Fuente: http://www.elcolombiano.com/colombia/educacion/crear-un-curriculo-social-es-uno-de-los-grandes-desafios-para-la-colombia-del-posconflicto-XD5317154
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Jurjo Torres: “La clave del sistema educativo es que sirva para construir a las personas optimistas»

Luján Palacios entrevista a Jurjo Torres Santomé

Europa/España/LA NUEVA ESPAÑA,

Jurjo Torres, catedrático y director del departamento de Pedagogía y Didáctica de la Universidad de A Coruña, participó el pasado sábado en las jornadas educativas organizadas por el Colegio Andolina de Gijón. El experto habló sobre “Los centros escolares y las familias en las sociedades democráticas”, y advirtió de la necesidad de formar a las personas en valores por encima de otras materias.

“Tras los ‘papeles de Panamá’ hay buenísimos profesionales de finanzas y derecho, pero carecen de ética y formación humanística, lo que no miden las reválidas ni PISA”

Luján PALACIOS – ¿Qué papel juegan los centros educativos en las sociedades democráticas?

Jurjo – Tienen un papel fundamental porque son espacios fundamentales, donde socializamos a los chicos, donde aprenden a vivir con personas diferentes. Y eso es fundamental sobre todo en una sociedad donde las familias son cada vez más reducidas en su número de miembros y la socialización se hace rnás difícil. Los espacios que había externos como los parques, jardines, calles … o están privatizados o son peligrosos. Es un espacio en el que van a pasar mucho tiempo y donde les vamos a enseñar las cuestiones más elementales, desde conocer a las personas que están a su alrededor a desmontar los mitos, ayudarles a vivir con otras personas y capacitarlos para entender el mundo en el que estamos viviendo, para imaginar otros mundos y ser capaces de corregir los defectos de nuestro mundo presente. En ese sentido es una institución clave, para desarrollar las capacidades personales, para pensar críticamente y movernos en este mundo de la sociedad de la información. Nosotros tenemos como ciudadanos que aprender a leer y analizar críticamente.

Luján PALACIOS – ¿Es complicado en el sistema educativo actual?

Jurjo – Si es así quiere decir que este sistema educativo lo diseñó alguien con trampa. Para mí hay urna dimensión clave en el sistema educativo, que es construir a las personas optimistas. Y a todas, no sólo a determinado colectivo social.

Luján PALACIOS – ¿Qué quiere decir?

Jurjo – Una sociedad optimista es una sociedad en la que sabemos diagnosticar los problemas, pero sabemos que esos problemas tienen que tener solución. Y por lo tanto tenemos que dedicarnos todos a buscar soluciones para construir una sociedad más democrática, más justa, mucho más solidaria en la que podamos vivir todos más plenamente como seres humanos.

Luján PALACIOS – ¿Son conscientes las familias de la importancia del sistema educativo?

Jurjo – Yo creo que cada vez son más conscientes, entre otras cosas porque tienen menos hijos. Si sólo se tiene un hijo o dos es más fácil caer incluso en un problema, la sobreprotección. La inmensa mayoría de los chicos y chicas de las clases medias y medias altas se enfrentan al riesgo de que los protejamos tanto que los hagamos inútiles. No queremos que se esfuercen ni que se lastimen, que les hagan daño.

Luján PALACIOS – ¿Qué valoración hace de las sucesivas reformas del sistema educativo?

Jurjo – Tenemos que ser conscientes de que el sistema educativo está gestionado por un Ministerio de este gobierno. No es que el Ministerio de Educación esté haciendo una política peculiar. Se está haciendo la misma que en sanidad, en servicios sociales, en la reforma de la justicia. Van todas en la misma dirección, con un gobierno que aplica un tipo de política en todos los campos. En el sistema educativo alguien está condicionando y decidiendo cómo quieren que sean las personas del mañana, porque lo que se está haciendo es educar y formar el sentido común, que es 1o más importante que hace el sistema educativo. El gobierno está preocupado por hacernos ver lógico que la Sanidad tiene que estar privatizada, que la Justicia tiene que estar al servicio de quien tiene poder, que la precariedad laboral es lo lógico y que lo que estuvimos haciendo hasta ahora es vivir por encima de nuestras posibilidades. Así, se inculca que lo importante son sólo determinadas áreas de conocimiento como las matemáticas o las ciencias.

Luján PALACIOS – ¿Puede ser más concreto?

Jurjo – Sólo tenemos que pensar en el caso de los “papeles de Panamá”. Detrás de ellos debe de haber buenísimos profesionales para poder montar ese entramado financiero pala evadir impuestos, robar y delinquir. Saben mucho de finanzas, de matemáticas y derecho. Pero lo que les falta es ética; no tuvieron formación humanística, no son capaces de pensar en las condiciones y efectos de los actos que están haciendo, en las personas que sufren el hecho de que roben. Y eso no estaba en las materias que miden PISA y las reválidas.

Luján PALACIOS – ¿Qué hacer entonces?

Jurjo – La importancia de los sistemas educativos radica en su capacidad para desarrollar nuestras capacidades, nuestro pensamiento, para ayudamos, 1o primero, a ser personas y a saber que hay personas que lo pasan mal y de las que yo soy corresponsable en cierta medida.

Luján PALACIOS – ¿Cuánta frustración genera en el profesorado esta deriva?

Jurjo – Mucha. Vivimos en una sociedad en la que nos están diciendo que no se puede hacer otro tipo de proyecto. Los profesores tienen miedo a quedar mal, las evaluaciones externas son tramposas y sirven para construir la privatización.

.Entrevista La Nueva España

Fuente: http://jurjotorres.com/?p=4982

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Uruguay, capitalismo y crisis educativa

Por: Pablo Messina* y Agustín Cano**

Revista Hemisferio Izquierdo/ Nro 4

Nuestro país atraviesa importantes dificultades relacionadas a su educación. Dificultades que incluyen y trascienden a las instituciones educativas y sus actores. En una suerte de “consenso crítico” del que en mayor o menor medida participamos todos, destacan problemas como: bajos niveles de cobertura en educación media y terciaria; altas tasas de repetición desde la educación primaria; niveles de extraedad muy importantes como correlato de la alta repetición; altos índices de desafiliación escolar (en particular en la educación media) y por consiguiente un número muy elevado de jóvenes que no logra completar el ciclo educativo obligatorio; bajos niveles de aprendizajes (de los que, más allá de las mediciones PISA, dan testimonio los educadores), entre otros. A su vez, si se analizan las problemáticas según el origen socioeconómico de los estudiantes, los resultados arrojan la existencia de una marcada desigualdad. Las reflexiones que siguen a continuación parten del reconocimiento pleno de estos problemas y de su necesaria y perentoria atención. Para ello, entre otras cosas, entendemos fundamental ensayar explicaciones y propuestas alternativas al discurso hegemónico sobre la crisis educativa.

1) Crisis

“Educación, educación, educación” fue la frase de mayor resonancia del discurso de asunción presidencial de José Mujica y llovieron los aplausos. Nada casual: casi todas las encuestas de opinión ubican a la (in)seguridad y la educación como los principales problemas que azotan al país en la visión de uruguayas y uruguayos. No lo son otros con menos prensa como la desigualdad, la depredación ambiental o el retorno “blando” de los golpes de Estado que andan sobrevolando en la región como el viejo Cóndor.

Lo que comenzó siendo un tema de preocupación se convirtió pronto en “la crisis de la educación”. Proliferaron propuestas, opiniones y cumbres multipartidarias de carácter grave y urgente (con sus acuerdos y comisiones de seguimiento). Rápidamente el diagnóstico catastrófico se fue tejiendo de modo multilateral, transversalizando y articulando a casi todo el “sistema político”, los medios masivos de comunicación y una parte importante de los cientistas sociales expertos en educación (y otros que no lo son tanto). La importancia creciente que política y mediáticamente se fue otorgando a las pruebas PISA realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no hizo más que demostrar, edición a edición, que la crisis era cada vez más crítica. Y en poco tiempo, dicha idea quedó instalada de modo inamovible en la percepción social sobre nuestra realidad educativa.

Ahora bien: ¿en qué consiste la crisis? ¿cuándo comenzó? Si tomamos el camino que abren estas preguntas y trascendemos los límites inconducentes del relato apocalíptico y circular de la crisis educativa, las cosas se ponen más interesantes. La época anterior inmediata a la actual nos ubica en plena década de los noventa, caracterizada por presupuestos educativos raquíticos, reformas autoritarias y altos niveles de conflictividad. Nadie en su sano juicio la consideraría como la “época dorada” de nuestra educación. Tampoco podría serlo el período de la reapertura democrática, y muchísimo menos la dictadura, que sumió a la educación en el oscurantismo y expulsó a la inmensa mayoría de nuestros mejores docentes. ¿Entonces?

Antonio Romano (2015) recupera una serie de notas publicadas en junio de 1955 por el semanario Marcha, donde se recogía la opinión de diferentes intelectuales en torno a la pregunta “¿Está en crisis la enseñanza secundaria?”. Antonio Miguel Grompone respondió a esta encuesta diciendo: “Me parece que en sentido estricto desde hace más de treinta años [la] enseñanza secundaria está en crisis continua”. Romano cita también un artículo de Carlos Quijano publicado en el diario Acción 22 años antes, en 1933. En él, Don Carlos reflexionaba: “¿Y qué decir de nuestra enseñanza? De la Universidad anquilosada y torpemente utilitaria; de la enseñanza secundaria en crisis desde que fue implantada, de la primaria, ineficaz e insuficiente”. Concluye Romano que la idea de “crisis de la educación” (y en particular de la educación secundaria) ha estado presente al menos durante todo el siglo XX, por lo cual es una idea que en sí misma no dice demasiado. Es más interesante, en cambio, preguntarse qué sentidos se atribuye a “la crisis de la educación” en cada época histórica (Romano, 2015). En esta línea de reflexión: ¿qué sentidos se atribuye en la actualidad a la “crisis educativa”? ¿Qué discursos y concepciones se articulan o combaten en la definición del sentido, contenido, responsables y tratamientos a la crisis? Y por último: ¿qué hacer?

Construcción de la “crisis educativa” como “crisis docente”

La idea de “crisis educativa” no sólo no ayuda a comprender los problemas existentes, sino que en tanto construcción mediática y política, forma parte del problema.

Una de las características de la idea de “crisis educativa” en la actualidad es que se construye como equivalente a “crisis docente”. La educación está en crisis porque los docentes faltan, hacen paros, su formación es deficiente, son corporativos, rechazan las ceibalitas, frenan todas las reformas, etcétera. Toda una maquinaria mediática, política y académica construye y difunde cotidianamente este discurso. La tónica dominante en las coberturas mediáticas es la descalificación a los sindicatos, la presentación de información errónea y/o tendenciosa sobre el salario docente para ubicarlos como una casta privilegiada, o una construcción noticiosa en la cual los docentes aparecen como aquellos que toman de “rehenes” a los niños cada vez que protestan por mejores condiciones para educarlos con dignidad (instalando así una falsa oposición entre “docentes privilegiados” y “alumnos necesitados”). Por el lado del reformismo neoconservador los docentes son algo así como el principal obstáculo a vencer para implementar las reformas de la educación. Así había sido en el caso de la “reforma Rama”, así fue en el caso del promocionado “Pro Mejora”, así es en los discursos, cada vez más impacientes, del concierto tecnocrático actual.

El grado de avance de la concepción de la crisis como crisis docente puede medirse en el hecho de que, en un país que tuvo en su magisterio su mayor orgullo, hoy el gobierno designa a una ministra de educación por el único “mérito” de tener mano dura, intransigencia antisindical y la sensibilidad de una piedra. Una ministra que se golpea el pecho al afirmar “no saber nada” pero que no vacila en tomar medidas represivas extremas como el decreto de esencialidad (1).

El discurso de la crisis educativa como problema docente forma parte de un relato más amplio que identifica a la crisis con la educación pública (en rigor, es sólo ésta la que estaría en crisis) al tiempo que asocia lo alternativo con la educación privada. Las coberturas sobre temas educativos de medios como El Observador (2) o El País suelen repetir la misma fórmula: exaltación de los logros de un liceo privado (preferentemente ubicado en una zona empobrecida), comparación de ese éxito con “el fracaso” de los liceos públicos, y reflexión explícita o velada sobre la necesidad de generalizar a todo el sistema las experiencias “exitosas” privadas.

Lejos de ser un problema original de nuestro país, las campañas de estigmatización docente son parte de una estrategia internacional dirigida a destituir los sistemas educativos públicos, subsumir a la educación a las necesidades de la globalización capitalista y transformar radicalmente el sentido del quehacer docente (Giroux, 2012; Apple, 2012; Saltman, 2012). Al analizar las reformas neoliberales en la región, Adriana Puiggrós (2010) había advertido que el mecanismo de construcción de un sentido común reformista asociado a la ideología privatizadora requería estigmatizar a los docentes, y sobre todo a sus organizaciones sindicales, de modo de aislar a la principal fuerza de oposición y generar las condiciones para la aplicación de un ambicioso programa de privatización educativa. México es uno de los países donde esta estrategia se expresa más crudamente. Con Televisa a la cabeza y la intensa participación de poderosas cámaras empresariales, las campañas contra los docentes alcanzan una virulencia inaudita (se les llama “cárteles”, “delincuentes” y se instiga a reprimirlos y encarcelarlos). En este contexto, un equipo de investigadores de la UNAM publicó en 2015 un estudio sobre la percepción de los mexicanos sobre diversos temas relacionados a la educación de su país (Zubieta et al 2015). El estudio permite objetivar el peso de la campaña mediática en la construcción de opinión. Al ser consultados sobre su experiencia directa con sus maestros y profesores (o los de sus hijos) los mexicanos expresaron una opinión netamente positiva en las diferentes preguntas de la encuesta. Sin embargo, al desplazar su atención desde su experiencia directa hacia un plano general abstracto sobre las cosas que el gobierno debería cambiar en la educación, responden “la formación de los maestros”. En esta disociación entre ambas respuestas se puede ver reflejado el discurso mediático que instala permanentemente a los maestros como el problema educativo principal (3).

La crisis como producto del raquitismo presupuestal

Contraria a la explicación del reformismo neoconservador, casi como una reacción pendular, buena parte de la respuesta sindical ubica la principal causa de los problemas educativos en la insuficiencia presupuestal. Vale decir, en defensa de esta postura, que el gasto en educación sigue siendo muy bajo. De hecho, el esfuerzo relativo al PBI en nuestro país es menor al promedio mundial y no sólo está por debajo de los países con “mejores desempeños” sino que está sustantivamente por debajo de los países de la región.

Es así que en esta perspectiva, los principales problemas se ubican en los bajos salarios de los docentes y trabajadores administrativos y de servicios auxiliares, así como también, en muchos casos, en una mala (cuando no pésima) infraestructura edilicia. El bajo salario docente además de constituir en sí mismo una injusticia y dar un mensaje de desvalorización social de dicha labor, produce un conjunto de situaciones que tienen mucho que ver con nuestros problemas educativos, como el multiempleo, dificultades para dedicar tiempo a la profesionalización y la formación permanente, así como magras expectativas para las nuevas generaciones de educadores, lo que hoy se puede estar expresando en los bajos ingresos a la formación docente (4). No es necesario abundar en los problemas que produce el deterioro de la infraestructura educativa, lo cual también constituye un mensaje social de desvalorización.

El peso de estas razones es ineludible. Ninguna discusión medianamente seria sobre los problemas de la educación puede prescindir del factor presupuestal. Y en este punto todas las comparaciones son elocuentes. Tomando 53 países de los registrados en las encuestas PISA, los salarios docentes de Uruguay en relación al PBI per cápita se encuentran en el puesto 47 (es decir que en materia de salario nos va peor que en ciencia, matemática o comprensión lectora). Según dicho relevamiento de 53 países, un docente de enseñanza media gana en promedio el 123% del PBI per cápita, mientras que en nuestro país dicho guarismo es de un 78% (58% menos). Si además consideramos que los países de la OCDE vienen de varios años de recorte producto de la crisis internacional y en nuestro país venimos de una década de aumento, las diferencias son más preocupantes. Por último, tomando como base la estructura salarial de nuestro país y comparando la labor docente con la de otras actividades ajustadas según sexo, edad, nivel educativo, etcétera, verificamos que trabajadores con características similares que no se desempeñan en el sistema educativo tienen en promedio un salario 21,8% mayor al de los docentes (ver INEED, 2014). Asimismo, trabajos recientes muestran que aproximadamente la mitad de los docentes de la ANEP y la UDELAR tienen al menos dos trabajos, y los que están en situación de multiempleo trabajan en promedio 51 horas semanales (Castillo et al., 2015).

En lo que refiere al déficit edilicio, persisten problemas importantes. Desde 2011 hasta hoy se han registrado avances, que sin dudas fueron posible gracias a la movilización sindical y a la posterior declaración de “emergencia edilicia”. No obstante, sigue existiendo un déficit muy importante en algunos liceos de Montevideo y en varias zonas del interior como muestra el Informe reciente de FENAPES (5).

El límite principal de este eje explicativo de la crisis educativa es que no logra poner sobre la mesa los aspectos pedagógicos centrales. Defiende el salario y denuncia su insuficiencia pero no logra debatir pedagógicamente si se debe remunerar o no el trabajo extra aula o cuestionar en clave pedagógica los incentivos variables (como el incentivo por presentismo) que se vienen instalando en Uruguay desde 2008. Pelea por más y mejor infraestructura (mejora edilicia, ampliación de liceos y construcciones nuevas, tipologías de construcción dignas en vez de contenedores, entre otros) pero no logra hacerle preguntas pedagógicas de mayor envergadura al ambiente escolar. De esta forma, la necesaria defensa de la educación pública no logra al mismo tiempo articular una crítica profunda al discurso neoconservador, ni dar una respuesta a determinados temas que el discurso tecnocrático cuestiona y que en efecto deben ser cuestionados, pero de otro modo y desde otro lugar. Así las cosas, en la racionalidad dominante, la desigualdad educativa y la persistencia de resultados problemáticos quedan disociados de ciertos rasgos estructurales del Uruguay como sociedad de clases y sus especificidades dentro del capitalismo periférico. Por cierto: esto sucede, no porque en los sindicatos docentes y las ATD no existan propuestas pedagógicas, que efectivamente existen, sino porque dichas propuestas no logran por el momento articularse en un proyecto educativo alternativo capaz de responder al programa tecnocrático y ocupar un lugar central (como proyecto pedagógico) en el debate público.

La desigualdad de resultados educativos: ¿reproducción sistémica o ineficacia escolar?

La idea de crisis de la educación también se fundamenta a partir de visualizar un elemento transversal a las diferentes problemáticas: las grandes desigualdades tanto en el acceso como en los resultados educativos por nivel socioeconómico.

Los datos disponibles son contundentes. Según los aportados por el Anuario Estadístico del MEC del 2014, el 72% de los jóvenes de entre 21 y 22 años pertenecientes al 20% más rico de la población culminó la educación media superior, mientras que para el 20% más pobre ese porcentaje se reduce al 11%. Asimismo, con datos de la Encuesta Continua de Hogares podemos observar estos guarismos comparando barrios de Montevideo: en Casavalle los jóvenes que no terminaron la educación media superior rondan el 90%, mientras que para Punta Carretas dicho resultado es más cercano al 10%. También es cierto que cuando se indaga sobre la deserción se encuentra que, según la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (2013), el 35% de los jóvenes que abandonan la educación media lo hacen porque comienzan a trabajar.

Ante estas situaciones, el pensamiento neoconservador dominante carga las tintas contra las instituciones educativas, que serían las encargadas de brindar las herramientas a los alumnos para su incorporación al mercado de trabajo y ascenso social (algo en lo que evidentemente están fallando). En este marco, es hace indispensable fundamentar una lectura alternativa a la dominante para comprender en profundidad la desigualdad de resultados educativos en nuestro país. Intentaremos aportar algunas conjeturas en este sentido.

Para el pensamiento funcionalista, el sentido general de las reformas educativas debe ser el de acompañar, apuntalar y complementar el movimiento de la economía. Que los cambios en las fuerzas productivas y en las relaciones de producción tienen consecuencias educativas no es nuevo. De hecho, Adam Smith (1777), gran defensor de la división social del trabajo y su correspondiente especialización, advertía que uno de los peligros de ésta era reducir las operaciones productivas del trabajador a una actividad tan insignificante que lo tornara “tan estúpido e ignorante como sea humanamente posible”. En ese marco, al igual que sucede muchos años después, consideraba que la educación debía combatir (o al menos menguar) dicho embrutecimiento. El economista escocés, como muchos que le prosiguieron y le prosiguen dentro de la misma tradición intelectual, naturaliza las relaciones capitalistas de producción y subsume la reflexión educativa en el vínculo educación-empleo.

Por otra parte, desde fines de la década de 1960 proliferaron corrientes pedagógicas que impugnaron la idea de que la educación es la vía para el desarrollo individual y la movilidad social al garantizar poder político y económico para los desposeídos en desventaja. Conocidos como los “críticos – reproductivistas”, ubicaron en el sistema educativo las funciones de reproducción ideológica de la sociedad de clases (Baudelot y Establet, 1990), y distribución de la capacitación necesaria (en contenidos y comportamientos) para reproducir la división social del trabajo (Bowles y Gintis, 1976). Denunciaron la implicación de la educación escolarizada como mecanismo de imperialismo cultural y colonialismo interno al legitimar unas formas de conocimiento y negar otras (Carnoy, 2000). Y señalaron que la escuela consagra como conocimientos, valores y pautas de conducta deseables aquellos correspondientes a la cultura y la sensibilidad burguesa, estableciendo así mecanismos de reproducción ideológica y cultural al consagrar simbólicamente la distribución desigual del capital cultural de origen, es decir “elegir a los elegidos” (Bourdieu y Passeron, 2003, 1996).

En esta perspectiva, el sistema educativo es una agencia para la reproducción social y cultural de la clase dominante. Ya no son los docentes ni los estudiantes los responsables del fracaso escolar sino la dinámica propia del sistema capitalista, la sociedad burguesa y sus contradicciones constitutivas. Considerando la importancia de esta tradición crítica y su largo acumulado teórico y empírico para explicar las desigualdades educativas, es llamativo que en nuestro país hoy no abunden los desarrollos desde dicha perspectiva, mientras que proliferan las explicaciones de tipo funcionalista.

Siguiendo la lógica del análisis de Bowles y Gintis (1976) quienes establecen un estrecho vínculo de “correspondencia” entre la dinámica de acumulación de capital y los requerimientos que dicha dinámica plantea al sistema educativo, podemos esbozar al menos tres hipótesis reproductivistas sobre la crisis educativa en Uruguay:

Hipótesis 1: Nuestra estructura productiva, altamente primarizada y que agrega poco valor no requiere de un sistema educativo que transmita conocimientos complejos, salvo para una minoría. Galván y Giometti (2013) muestran que el 65% de la producción de bienes en Uruguay no agrega prácticamente ningún “valor” y por lo tanto no requieren de “formación específica” de envergadura. Asimismo, en contraposición a la teoría del capital humano, ubican los distintos niveles de remuneración y la forma en que se premia la formación, como absolutamente diferenciada según se trate de sectores de mayor productividad o no. Estos resultados albergan la idea de que, tal vez, la deserción temprana y la escasa completitud de la formación media tengan cierto correlato con la estructura productiva (y del empleo) en nuestro país, que no requiere de fuerza de trabajo calificada. Reforzando esta idea, un trabajo de Alma Espino (2012) muestra cómo un importante porcentaje de la fuerza de trabajo en Uruguay está “sobrecalificada” para su puesto: un 62% para el caso de las mujeres y un 46% para el caso de los hombres. Nuevamente, estos datos sugieren que, si se concibe al “fracaso educativo” como carencia de cualificaciones para el mercado de trabajo, esto no estaría siendo un problema de relevancia en nuestro país. Así las cosas: ¿en qué se basa y qué persigue la crítica neoconservadora a lo que llaman “contenidismo” de nuestro sistema educativo? (6)

Hipótesis 2: La educación sigue siendo un mecanismo de reproducción de la división sexual del trabajo. La sobrecalificación y el reconocimiento desigual de la formación a hombres y mujeres no parecería ser el único influjo de la cultura patriarcal en lo que hace a la educación. De hecho, el 72% de los docentes son mujeres, superando el 90% en Primaria. Esto está directamente relacionado a los mandatos fundacionales. Si se rastrea históricamente, podemos observar que ya en los textos de José Pedro Varela se fomentaba la feminización de la labor docente con un doble fundamento: 1) pagar salarios más baratos “…las mujeres, si obtuvieran un sueldo de 60 pesos mensuales, se sentirán más que satisfechas mientras que a los hombres no les sucedería lo mismo porque podrían obtener mejores resultados en otras ocupaciones”; y 2) asumiendo la división sexual del trabajo y, confinando a la mujer para el trabajo reproductivo, el oficio de maestra constituía en Varela un paso previo (y formativo) para el “fin último” de la mujer que consistía en desempeñarse como madre, afirmando: “la mujer que ha sido maestra en su juventud tiene mayores conocimientos y aptitudes para educar e instruir bien a sus hijos que aquella que no lo ha sido (…) es un medio indirecto de elevar las condiciones de madre…” (Varela citado en Caetano, 2013). ¿Qué incidencia tiene hoy la división sexual del trabajo sobre el sistema educativo? ¿Es inocua la feminización? ¿Importa que más del 60% de las mujeres educadoras tengan hijos menores de 18 años a cargo? ¿El multiempleo y las jornadas laborales extendidas sumadas a las tareas de cuidado en el propio hogar se vinculan con los altos niveles de estrés docente?

Hipótesis 3: La segmentación tendencial del sistema educativo en un sistema público con deficiente financiamiento, combinado con un sector privado beneficiado por una política de exoneraciones fiscales, es una consecuencia de la desigualdad social a la vez que la reproduce. Si tomamos en consideración que aproximadamente el 15% de la matrícula de los distintos subsistemas corresponde al sector privado: ¿qué vinculación encontramos entre la sociedad de clases y el sistema educativo? ¿Hay una segregación educativa amplificadora o al menos reproductora de dicha desigualdad? Algunos datos son elocuentes: la mayor parte de la exoneración fiscal a la educación privada es captada por el 20% más rico de la población. El monto total de dicha exoneración entre IVA, IRAE y aportes patronales (BPS y FONASA) supera el gasto en Asignaciones Familiares del Plan de Equidad y la Tarjeta Uruguay Social que otorga el MIDES. Asimismo, con esta diferenciación es difícil pensar que los sectores de mayores ingresos acepten fácilmente tributar más para financiar la educación pública: de acuerdo a la canasta que utiliza el INE (7) para calcular el IPC, las familias que forman parte del 30% con ingresos más bajos gastan 0,5% de los mismos en educación, mientras que las familias del 30% con ingresos más altos destinan un 3,5% de ellos en dicho rubro. Al tiempo que para unos la expansión del sistema público es vital para poder ejercer el derecho a la educación, las familias de altos ingresos compran servicios privados de enseñanza. La tendencia de los últimos años indica una segmentación mayor del sistema educativo, tanto por fuerza de los procesos de segmentación socioeconómica y su expresión territorial, como por vía del aumento de los estímulos al desarrollo de la educación privada combinada con la saturación de la educación pública (8). Esta tendencia estaría constatando que es el proceso de segmentación desigual de la sociedad el que está produciendo su correlato amplificador en las instituciones educativas. Y que no pueden abordarse ambos procesos por separado.

El discurso economicista subsume la educación a la economía y deposita en el sistema educativo las promesas de empleo asegurado, ascenso social y remedio contra la desigualdad. Sin embargo, siguiendo la tradición “crítico-reproductivista” intentamos esbozar tres hipótesis que ponen en tela de juicio dichas esperanzas ante el movimiento de la realidad del capitalismo periférico uruguayo. Entendemos necesario entonces analizar los problemas educativos sin perder de vista las totalidades que constituyen a la formación económico-social. No obstante, el recurso “reproductivista” no posee toda la verdad. A su vez, el desplazamiento de una comprensión reproductivista a una posición reproductivista conlleva el riesgo de caer en una postura de displicencia ante los importantes problemas de nuestra enseñanza, que no sólo se explican por la dinámica social y económica (aunque no se puedan explicar sin atender dicha dinámica) y que requieren importantes transformaciones en diferentes niveles del sistema educativo. Es necesario complementar el análisis del rol reproductor del sistema educativo con la consideración de la innegable potencia de la educación, la capacidad de agencia de docentes, trabajadores en general y estudiantes, para de esta forma relanzar un relato sobre la importancia de la educación como experiencia liberadora, como forma de emancipación cultural y humana, más allá del siempre variable valor de cambio del certificado escolar.

2) Del “empate catastrófico” al proyecto alternativo

La crisis de la educación es una noción en disputa. No tiene un significado obvio, aún cuando por fuerza de su repetición aparezca como algo obvio que la educación está en crisis. De este modo, la crisis de la educación se estructura como disputa político-pedagógica. De una parte de la disputa, el pensamiento neoconservador concibe a la crisis educativa en los términos de una “crisis de correspondencia” (en el sentido de Bowles y Gintis): la globalización económica, el capitalismo cognitivo y los cambios culturales de la sociedad de consumo requieren cambiar (adaptar) profundamente un sistema educativo edificado sobre las bases del proyecto capitalista del siglo XX. De la otra parte, el sindicalismo docente ha estructurado, desde hace décadas, su lucha como resistencia (en la que ha obtenido importantes conquistas) pero encuentra dificultades para formular y articular un proyecto educativo alternativo.

Entre estas dos fuerzas, la situación actual oscila entre el mutuo bloqueo y un reformismo tecnocrático que por momentos parece avanzar por vía de reformas graduales y parciales. Cuando prima el bloqueo, la situación podría describirse acudiendo (extrapolando) al concepto gramsciano de “empate catastrófico”: es decir, un bloqueo mutuo por la incapacidad de las fuerzas en pugna para resolver a su favor la correlación de fuerzas (9). De una parte del “empate catastrófico”, las fuerzas de la modernización neoconservadora tendencialmente dominante y con creciente expresión en el progresismo gobernante procura “reformar” la educación en la línea de lo que su proyecto económico reclama, ajustando una brecha, una distancia disfuncional, que es en el fondo la que produce la “crisis educativa”. De la otra parte del empate catastrófico, los sindicatos docentes, gremios estudiantiles y las fuerzas de izquierda (10) logran resistir los alcances más regresivos de la ofensiva neoconservadora (privatización directa, sistemas de escuelas charter, evaluación sujeta a estímulos, etcétera), pero quedan en general atrapados en la encerrona de la resistencia como conservación. No obstante, por momentos pareciera que la capacidad de bloqueo está también agotándose y el reformismo tecnocrático avanza por vía de reformas parciales, graduales, aparentemente dispersas, en una suerte de reformismo a cuentagotas.

En este escenario que tarde o temprano habrá de resolverse en algún sentido, hoy quien lleva las de ganar es la fuerza del neoconservadurismo pedagógico, que ha logrado apropiarse del discurso de la crítica a la situación actual, instituir la racionalidad de sus diagnósticos y generalizar la idea de que cuenta con un programa de “solución educativa” (que los sindicatos “conservadores” y “corporativistas” estarían impidiendo aplicar). Al lograr autoinstituirse como “la solución a la crisis”, la perpetuación de la sensación de bloqueo activa una cuenta regresiva que juega a su favor. Aquí está el centro de la disputa política por la educación en la actualidad.

Los problemas de/en nuestra educación existen, son profundos y multicausales, algunos de ellos se han arrastrado por mucho tiempo y no hay señales de que se estén revirtiendo. Una posición netamente defensiva que en los hechos devenga en conservación de las cosas como están no sólo no va a revertir los problemas, sino que es funcional a la estrategia neoconservadora. Esto es así porque el neoconservadurismo pedagógico tiene un diagnóstico, un programa y una agenda de transformación, que no sólo es sostenida por la derecha política, los sectores empresariales y organismos internacionales como la OCDE o el Banco Mundial, sino que también ha sido asumida (con sus gradientes) por el progresismo gobernante y buena parte de la academia. Para las fuerzas de izquierda no existe otra salida que la de formular y articular un proyecto alternativo que a la vez que frene la reforma tecnocrática en ciernes, logre responder a los principales problemas actuales de nuestra educación y proyectar una política educativa de largo plazo. Un proyecto educativo que se estructure como proyecto cultural, como diálogo permanente, como participación social, partiendo del rico legado histórico del magisterio nacional y de las innumerables experiencias que en todo el país ensayan hoy los educadores, muchas veces en los contextos más adversos. Si se pudiera expresar a modo de consigna, diríamos: defensa de la educación con crítica al sistema social y crítica al sistema con propuesta de transformación educativa.

* Profesor de Economía de América Latina y Economía del Uruguay. Integrante de la Cooperativa COMUNA.

** Docente del Programa Integral Metropolitano de la Universidad de la República.


Notas

1) Así las cosas, no debería sorprender a nadie que en ocasiones madres y estudiantes golpeen a maestras y profesoras, que la policía reprima duramente a un maestro en Casavalle, o que quienes se preocupan por los adolescentes que se aburren en el aula y culpabilizan a los profesores, quieran un día sí y otro también, buscar todo tipo de artilugios para meterlos presos.

2) En el caso de El Observador, a su vez, son notorios sus vínculos económicos con la educación privada, al menos con la Universidad de Montevideo y el Liceo Jubilar.

3) Como parte de las conclusiones del estudio, sostienen los investigadores: «Una de las figuras centrales del sistema educativo, la del magisterio, juega un papel muy trascendente en la concepción que tiene la población de la escuela y de la educación. Al respecto, la mayoría de los entrevistados percibe que la conducta de los profesores es favorable, pues consideran que siempre o con frecuencia son respetuosos, califican las tareas y actividades escolares de manera justa, captan la atención del grupo y generan interés en clase. Sin embargo, al ser cuestionados sobre los aspectos que el gobierno debería mejorar en la educación, más del 60% refirió, en primer término, mejorar la capacitación de los docentes» (Zubieta et al 2015: 167).

4) Cabe acotar que en el 2016 la matrícula a formación docente creció un 15% (de 19666 a 22463). No obstante, tomando como antecedente la última crisis económica, cuando formación docente “explotó” en ingresos (presumiblemente porque la formación docente ofrece una salida laboral más o menos segura), consideramos que este aumento reciente no necesariamente rompe con la tendencia sino que puede constituir cierta excepcionalidad en consonancia con el escenario económico crítico que se ha instalado en el país.

5 Ver: http://adesmontevideo.uy/informe-de-condiciones-y-medio-ambiente-de-trabajo-en-19-locales-de-ensenanza-secundaria/

6) Vale aclarar que este rasgo estructural del Uruguay no agota la explicación de los altos niveles de desvinculación en la enseñanza media. De hecho, otros países altamente primarizados de nuestro continente tienen menores tasas de desvinculación. Esto lleva a pensar que las características histórico-institucionales de nuestra educación secundaria (entre ellas el mandato fundacional de operar como “filtro” para el ingreso a la Universidad [Romano, 2015]) también constituyen uno de los factores explicativos. Lo que sí sostenemos es que la crítica al “contenidismo” del neoconservadurismo pedagógico se corresponde con las escasas exigencias de cualificación de nuestro mercado de trabajo y pretende resolver la “crisis de correspondencia” bajando los niveles de desafiliación en base a la sustitución de contenidos de aprendizaje (algunos de ellos necesariamente áridos) por un compendio de competencias, entretenimientos y destrezas.

7) INE: Instituto Nacional de Estadística.

8) Cabe señalar que la existencia de los liceos privados financiados por vía de exoneraciones fiscales (es decir, financiamiento público indirecto) se vio deliberadamente favorecida por la reforma tributaria del 2007 con la ley 18.083 y la readecuación de la vieja “ley de mecenazgo”, en el marco del primer gobierno progresista, así como también por el discurso ideológicamente favorable del segundo gobierno progresista.

9) Vale aclarar, por si acaso, que no estamos planteando que exista en Uruguay una situación del tipo de la que Gramsci describe cómo “empate catastrófico”, y que en el tiempo reciente ha sido utilizada con frecuencia para analizar otros procesos políticos latinoamericanos. Aquí estamos extrapolando dicha noción fuera de su contexto teórico y su referente empírico a fin de explicar mejor la situación de bloqueo de la que da cuenta la “crisis educativa” en nuestro país. Lo peculiar de este “empate catastrófico educativo” es que el antagonismo no produce efectos esclarecedores de dos grandes proyectos en disputa (como sucede en las situaciones descritas por Gramsci). Aquí la polarización, que desde el punto de vista teórico debería simplificar y esclarecer los polos en disputa al propiciar el cuestionamiento del consenso hegemónico, evidenciar contradicciones y abrir una etapa favorable a la acumulación de fuerzas, no tiene en la actualidad tales efectos, sino que por el contrario la discusión se caracteriza por la confusión y un relativo desconcierto sobre cómo intervenir desde la izquierda.

10) Utilizamos “izquierda” para nombrar formaciones políticas con vocación de transformación sistémica, independientemente del partido y organización en la que se encuentren.

Referencias

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Tomado de: http://www.hemisferioizquierdo.uy/#!Uruguay-capitalismo-y-crisis-educativa/nnsaa/5798eafa0cf218c3f173ae3b

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