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La violación, la violencia sexual y el maltrato son fenómenos que afectan a mujeres y niñas de manera generalizada; una de cada tres la ha sufrido en algún momento de su vida. En el día dedicado a promover la eliminación de ese flagelo, el Secretario General llama a los Gobiernos y a todos los sectores de la sociedad a rechazar la misoginia.
Ocurren todos los días en todo el mundo y en todas partes: desde las instalaciones universitarias hasta los conflictos armados, las agresiones sexuales contra las mujeres y las niñas son tantas y tan cotidianas que no se pueden ignorar o silenciar. Según los datos de la ONU, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida.
Para alertar sobre ese flagelo y combatirlo, la Asamblea General aprobó en febrero de 2000 una resolución en la que declaró el 25 de noviembre de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Desde entonces, cada año los Gobiernos, las organizaciones internacionales y las ONG coordinan actividades en esa jornada con el objetivo de elevar la conciencia pública y buscar soluciones políticas al grave problema.
Dominación masculina
En su mensaje para la ocasión, el Secretario General António Guterres reiteró el compromiso de la ONU con poner fin a todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, afirmando que esos abusos son una de las transgresiones más atroces, persistentes y generalizadas de los derechos humanos.
Guterres dijo que esa violencia tiene sus raíces en siglos de dominación masculina.
“No olvidemos que las desigualdades de género que alimentan la cultura de la violación son esencialmente una cuestión de desequilibrio de poder. El estigma, los errores conceptuales, la falta de denuncia y la aplicación deficiente de las leyes no hacen sino perpetuar la impunidad”, apuntó.
También recordó que la violación se usa como arma de guerra y llamó los Gobiernos y a todos los sectores de la sociedad a adoptar una postura firme de rechazo a la violencia sexual y la misoginia.
El Secretario General pidió acabar con el estigma, a mostrar mayor solidaridad con las víctimas y con quienes las defienden y a respetar las garantías de las mujeres.
Generación Igualdad
Por su parte, ONU Mujeres consideró que es hora de alzar la voz para desterrar la cultura de la violación, cuestionar los desequilibrios de poder históricos y poner fin a la violencia sexual.
Con este propósito, presentó el paquete de acciones de la campaña Generación Igualdad, que condena la violación y advierte que es un atropello cuyos afectos devastadores duran varias generaciones, que destruye cuerpos y mentes y pone en peligro la paz.
La iniciativa aboga por no trivializar o permitir que la violación quede impune porque eso da pie a que la violencia sexual se normalice y a que se siga infravalorando a las mujeres y las niñas, dejando fracturados a comunidades y países enteros.
ONU Mujeres acusa la falta de denuncia o cuestionamiento de la cultura de la violación imperante en el mundo.
“Con palabras, acciones e inacciones; con leyes discriminatorias o tolerancia hacia los agresores; con los medios de comunicación que consumimos, los chistes de los que nos reímos y las actitudes que no discutimos, nos convertimos en parte de una cultura que permite que la violación y la cultura de la violación continúen”, alerta.
“No es no”
“No dijo que no”, “habíamos bebido mucho”, “lo provocó por vestirse así” o “hay que ser más tajante al rechazar” son frases que se usan para desdibujar los límites del consentimiento sexual y justificar las agresiones sexuales.
De esta manera se culpa a las víctimas y se exime de responsabilidad a los agresores, pese a que hayan cometido un delito flagrante.
Es por esta razón que el primer punto del paquete de acciones de la iniciativa Generación Igualdad sostiene que cuando se trata de consentimiento no hay límites difusos: “no es no”, enfatiza.
ONU Mujeres destaca que la mayoría de las agresiones sexuales no las cometen personas extrañas en callejones oscuros, sino que es frecuente que el verdugo sea alguien a quien la víctima conoce o, incluso, que sea una pareja sentimental.
Erradicar la violencia contra las mujeres implica obtener el consentimiento en todas las situaciones, incluso en el ámbito del matrimonio y las relaciones de largo plazo, puntualiza la agencia de las Naciones Unidas.
Paquete de acciones
La campaña Generación Igualdad lista 16 medidas concretas para contribuir a la lucha contra la cultura de la violación:
- Crear una cultura del consentimiento convencido
- Denunciar las causas profundas
- Redefinir la masculinidad
- Dejar de culpar a las víctimas
- Mostrar tolerancia cero
- Profundizar en lo que significa la cultura de la violación
- Adoptar un enfoque intersectorial
- Conocer la historia de la cultura de la violación
- Invertir en las mujeres
- Escuchar a las sobrevivientes
- No reírse de la violación
- Implicarse
- Poner fin a la impunidad
- Ser un testigo activo
- Educar a la próxima generación
- Iniciar la conversación o unirse a ella
Dieciséis días de activismo color naranja
Para promover estas medidas, Generación igualdad dio inicio este lunes a 16 días de activismo global contra la violencia por motivos de género, que usa el color naranja como símbolo de esperanza de un futuro brillante y libre de ese lastre.
La movilización “Pinta el mundo de naranja: Generación Igualdad condena la violación” incluirá eventos múltiples en todo el mundo: marchas, exhibiciones y concursos de arte, maratones y carreras ciclistas, entre otras actividades coordinadas por el Sistema de la ONU con la participación de los Gobiernos y grupos del a sociedad civil.
La directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, recordó que la violación no es un acto aislado y breve.
“Puede tener efectos que cambian la vida, efectos que no se eligen: un embarazo o una enfermedad transmitida sexualmente, un trauma enorme y un injusto sentimiento de vergüenza. Tanto en los conflictos como en escenarios de paz suele influir la decisión de las mujeres de dejar sus comunidades por temor a ataques o estigmatización. Si se me concediera un deseo, ese sería el fin para siempre de las violaciones”, apuntó Mlambo-Ngcuka.
Millones de víctimas
Aunque es muy difícil determinar el número exacto de las violaciones y asaltos sexuales, en parte porque las víctimas tienen miedo a reportarlos, se estima que 15 millones de adolescentes entre 15 y 19 años han tenido alguna relación sexual forzada en algún momento.
Peor aún, unos 3.000 millones de mujeres y niñas viven en países donde la violación dentro del matrimonio no se penaliza explícitamente.
Además, la violencia sexual y las violaciones son armas de guerra y llegan a cometerse de una manera deliberada como parte de una estrategia tal como sucedió en Bosnia y Herzegovina y Rwanda.
En Myanmar, por otra parte, esas atrocidades se han utilizado como parte de las tácticas para desplazar a la población rohingyá, mientras que en Siria se han utilizado para obligar a las mujeres a revelar información y para forzar a sus familiares hombres a rendirse.
Fuente: https://news.un.org/es/story/2019/11/1465761