Page 1 of 2
1 2

Dejar de temblar

Por: Alana Portero

Lo visteis el 8 de marzo y lo visteis ayer: miles de mujeres demostrando nuestro amor y nuestro compromiso inquebrantable con una de nosotras. 

Esa víbora dormida, la rebeldía, saltará 
como cuero viejo caerá la esclavitud, 
de obedecer, de callar, de aceptar. 
Como víbora relampagueando nos moveremos, mujercita. 
¡Ya verás! No se raje, chicanita. Gloria Anzaldúa.
Esa víbora dormida. Esa nausea sorda. Esa rabia domesticada. Esa miseria tuerta que nos observa con su único ojo desde el espejo. Ese vacío irrespirable.

Mi primera reacción tras conocerse la sentencia de los violadores de San Fermín fue la propia de quien lleva la condición de víctima enroscada en el alma como un parásito que sustituye a la conciencia. Sentí un alivio irreflexivo, casi infantil, el equivalente a taparse la cara con las sábanas para conjurar terrores nocturnos, el desahogo instantáneo de dejar de ver al monstruo, la huida, la rendición, la urgencia.

Después llegó la culpa, porque a nosotras, tarde o temprano, siempre acaba mordiéndonos la culpa. Adopta formas múltiples, es parte de nuestra construcción como género, la gran baza del patriarcado, educarnos en la culpa hasta que esta se transforme en instinto.

Culpa por habernos sentido aliviadas de una forma tan pulsiva, por haber encontrado una fantasía de justicia en lo que, una vez asumido, tragado y reflexionado, supone un gesto violentísimo de afirmación de poder patriarcal maquillado de legalidad y garantías.

La truculencia de la sentencia habla sola; las apreciaciones morbosas que el juez Ricardo González creyó necesario incluir en el texto son de una viscosidad insoportable, propias de quien no distingue la coacción de la complicidad porque no le hace falta y porque parece acostumbrado a no tener que distinguirlas. Son el lenguaje mismo de la misoginia. La sonrisa incipiente y la mirada vidriosa del depredador. Violencia sin matices.

Todas sabemos de ese temblor herrumbroso que nos enfría la piel cuando recordamos, porque algo que debe quedar claro a todos esos monstruos que saludan en los descansillos es que nosotras nunca olvidamos. Del mismo modo que llevamos anclada a las retinas y las vísceras la presencia de nuestros agresores, su resonancia, también vamos a recordar siempre la cara de estos cinco buenos chicos, de estos jueces colaboracionistas, de todos y cada uno de los periodistas, divulgadores, tuiteros, compañeros de trabajo, vecinos o conversadores casuales que por acción u omisión han construido esta humillación pública contra las mujeres. Y vamos a decir sus nombres, y vamos a transmitirnos este relato unas a otras para protegernos, y vamos a usar las ataduras como red de seguridad y tela de araña, únicamente nuestra.

No estáis a salvo, agresores, como no lo hemos estado nosotras nunca. Ante vuestro pacto patriarcal que dura milenios estamos respondiendo con sororidad, con aquelarres multitudinarios que gritan al viento los nombres de nuestras víctimas para convertirlas en genealogía. Y no hay nada que podáis hacer para negarlo o evitarlo. Os estamos desbordando.

Lo visteis el 8 de marzo y lo visteis ayer: miles de mujeres demostrando nuestro amor y nuestro compromiso inquebrantable con una de nosotras. Porque esto ya no se trata de vosotros. Nunca más se tratará de vosotros. Esta es la revolución de las que estamos dejando de temblar.

Encontraremos el modo de cambiar el sistema, de detonar esa legalidad machista para siempre, de ocupar nuestro legítimo lugar político, de atravesar las bóvedas de hormigón en las que nos habéis encerrado. Mientras tanto, nos ocupamos de curarnos, de atendernos, de acompañarnos, de hacernos sólidas, de lamernos las heridas y ahora también: de desafiaros.

No apelo al análisis, no apelo a la estrategia, no apelo a lo político. Apelo a la demostración de amor entre mujeres que estamos estampando en la cara del sistema. A la emoción que aún me recorre la garganta desde ayer. Al agradecimiento infinito a todas y cada una de las mujeres que reaccionaron —de cualquier manera, callada o a gritos— ante la brutalidad y la mezquindad. A la promesa que hago a las que aún no pueden dejar de temblar. Yo gritaré por ti hasta que estés lista. Yo sí te creo. Yo sí te veo. Yo sí te quiero.

*Fuente: https://www.elsaltodiario.com/violencia-machista/alana-portero-dejar-temblar-sentencia-violadores-san-fermin

Comparte este contenido:

España: La educación para la Igualdad llegará a más centros educativos este curso

04 de Febrero 2018/Fuente y Autor: lavanguardia

La Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias ha publicado la convocatoria para participar en los proyectos «Diversidades en construcción», «Hiparquia», «Tándem» y «Guaxara», iniciativas con las que el departamento autonómico aporta herramientas para mejorar la enseñanza en materia de Igualdad en centros de Primaria, Secundaria y Formación Profesional.

Este curso, la Consejería ha ampliado el número de centros educativos destinatarios en sus proyectos de Igualdad, pasando de 139 ofertados el curso pasado a 181 este año, ha informado hoy en un comunicadio.

En total, 24 centros de Primaria podrán participar en «Tándem», 30 en «Hiparquia, somos diferentes somos iguales», 22 en «Diversidades en construcción» y 37 de Educación Primaria, Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional de Canarias podrán implantar el proyecto «Guaxara».

A esta convocatoria cabe sumar, además, «La fábrica de valores: construyendo relaciones», que inicia su andadura este curso escolar y se oferta para 24 centros de Secundaria, «Pluraleando», 22 plazas, y «Diversigualdad», que también se oferta para 22 centros.

Con estos proyectos se trabaja, de forma integrada, la igualdad de género y la diversidad afectivo-sexual, para que los alumnos y alumnas comprendan la complejidad de los roles de género establecidos a nivel social, los estereotipos asociados y las consecuencias que de ellos derivan tanto en el ámbito de la igualdad de género como en la propia aceptación de la orientación sexual.

Así, con «Hiparquia: somos diferentes somos iguales», que la Consejería desarrolla en colaboración con la Asociación Desea3, el alumnado de 3º y 4º de Primaria aprende a reconocer estereotipos y roles de género a partir de diferentes situaciones de aprendizaje.

El proyecto «Tándem» está dirigido de forma específica al alumnado de Primaria, y concretamente a los niveles de 5º y 6º. Desarrollado en colaboración con la Asociación Desea3, este proyecto se adentra más particularmente en el ámbito afectivo-sexual e integra a las familias en el proceso educativo para garantizar que el trabajo en la escuela se vea reforzado también en los hogares.

Las situaciones de aprendizaje de «Tándem» están dirigidas a comprender de qué modo afectan los estereotipos y roles de género a la propia orientación sexual: respeto, responsabilidad y conocimiento de la diversidad sexual son los valores principales de este proyecto, que acerca claves de Igualdad al alumnado durante su primera fase de cambios de la adolescencia.

«Diversidades en construcción», enfocado a centros de Educación Secundaria, Bachillerato y a los ciclos formativos de Educación Infantil, Integración Social y Promotor de Igualdad, parte también de la enseñanza del concepto de género para erradicar la discriminación por motivo de orientación sexual y eliminar los estereotipos en este sentido.

Por último, el proyecto «Guaxara», también convocado a través del portal de la Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias, se dirige tanto a Primaria como Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional.

Impartido por la asociación por el desarrollo integral de la mujer «Mercedes Machado», la iniciativa se desarrolla a través de talleres o charlas dirigidas específicamente a la etapa educativa del centro participante.

También en esta materia profundiza el nuevo proyecto «Fábrica de valores: construyendo relaciones», cuyo objetivo es la prevención de la violencia de género en la adolescencia, con una propuesta de trabajo basada en la detección de estereotipos y formas de expresión de la violencia psicológica y física en la pareja. EFE

 

Fuente de la noticia: http://www.lavanguardia.com/local/canarias/20180202/44468439503/la-educacion-para-la-igualdad-llegara-a-mas-centros-educativos-este-curso.html

Fuente de la imagen:http://unitelformacion.com/wp-content/uploads/2014/02/educacion_igualdad_op

Comparte este contenido:

El Congreso vota contra diferenciación sexual de los uniformes escolares

El Diario la Educación

La iniciativa de Unidos Podemos cuenta con el apoyo de todos los grupos parlamentarios a excepción de Ciudadanos que se abstuvo y del PP que votó en contra.

La proposición no de ley de Unidos Podemos plantea la corrección de la  Ley 3/2007 de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, así como de las leyes educativas, para que se garantice que niñas y niños puedan ejercer la libertad de vestimenta y se garantice “la no imposición de uniformes por sexo”.

La propuesta llegó a la Comisión de igualdad de Congreso en donde la diputada de Unidos Podemos pidió que “la vestimenta sea de libre elección, que los uniformes no estén segregados por género y no se obligue a llevar falda”.

La discusión entre los partidos se centra en la concepción de cómo se lucha contra a discriminación de las mujeres. Desde Unidos Podemos entienden que el uso de uniformes diferenciados por sexos suponen la perpetuación de los roles de género, mientras que para Ciudadanos y Partido Popular, el principio de no discriminación entre hombres y mujeres ya está defendido en la legislación.

La iniciativa, aprobada por el Congreso, asegura que la diferenciación en la vestimenta podría vulnerar el principio constitucional de igualdad, además de participar en el fomento de los roles de género. “Hay un claro vínculo entre la falda y el vestido, afirma el texto, y el estereotipo de una feminidad tradicional en la que resultaría impropia la vestimenta considerada masculina como son los pantalones”.

Fuente del articulo: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/09/29/el-congreso-vota-contra-la-diferenciacion-sexual-de-los-uniformes-escolares/

Fuente de la imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/wp-content/uploads/2017/09/faldas-uniforme.jp

Comparte este contenido:

To fight radicalisation in Southeast Asia, empower the wome

Asia/Julio del 2017/Noticias/https://theconversation.com

Women have always been a quiet force to be reckoned with in uprisings worldwide. But, until recently, most studies focused on their roles as suicide bombers and combatants.

Terrorism research is now seeing a notable shift, with analysis examining the role women play as possible instigators of violence: mothers and mother-figures who are raising the next generation of soldiers.

Women as radicalisers

In Southeast Asia, for example, over the past year, there has been a rise in the number of stories of women involved in planning acts of terror and declaring support for extreme religious beliefs.

And ISIS is known to actively indoctrinate women in order to nurture young holy warriors.

Networks of women who pledge allegiance to the cause – whether ISIS’ or other extremist ideology – can exchange radical ideas among themselves and inculcate their children through a sustained domestic radicalisation strategy.

This suggests that terrorism prevention efforts should target not just extremist elements themselves, but also women, as possible vectors of radicalisation.

In Southeast Asia, home to 25% of the world’s Muslims, however, this proposition may sound particularly offensive. Here, women are often portrayed as symbols of virtue, selflessness and purity; entire sermons and treatises are dedicated to reverence for mothers.

A selection of hadiths, or Islamic teachings, about revering mothers are often cited as the reason for this inculcated respect, but even before the advent of Islam, Southeast Asian cultures treated mothers with great reverence.

Asian myths of various origins often feature a mother goddess who is deemed the personification of motherhoodfertility and creation.

Malay communities, for example, espouse a mother’s cherished status, and it is commonly believed that the pathway to heaven is in the footsteps of the mother.

The notion that it might lead instead to extremist thought and violent action is a dramatic departure from traditional thinking.

Nonetheless, across Muslim Southeast Asia, there are clear indications of increasing religiosity, from the controversial election, in April, of a conservative Muslim as Jakarta’s governor to purported support and empathy for ISIS in Malaysia.

Could mothers, those glorified beings, be part of the problem? Given dramatic economic and cultural changes underway in the region, the notion is not unfounded.

From distress to reprieve

As many parts of rural and coastal Southeast Asia undergo rapid development and urbanisation, many communities are quickly losing the natural habitats upon which their traditional livelihoods, like fishing and farming, depended.

Some families have been forced to migrate or commute to urban areas to seek employment in manufacturing, but volatile economic conditions and increasing automation have cast doubt on the longevity of even these jobs.

As a result, societies in which men have typically been the main breadwinner are now leaning on women to put food on the table.

To do so, mothers often rely on informal women’s networks . These provide information on bargain shopping or bartering for food. They might also resort to income-generating activities that men disdain as too difficult (such as the sale of homemade products) or too demeaning (such as collecting snails and greens in the forests).

When people are displaced for economic reasons, the women are in charge of feeding the family. Edgar Su/Reuters

Even as women in Southeast Asia increasingly serve as the family backbone, they receive little recognition or support for this role. Mental health services and financial assistance for women under pressure, such as those provided in some rural parts of India, are rarely, if ever, available here.

On the contrary, research has shown that that when men perceive that their public standing has been diminished by the inability to provide for the family, they may seek to exert more control in the personal sphere, translating into even more prohibitions on their wives and children.

Such economic and psychological burdens may leave poor, isolated women with religion as virtually their only reprieve.

Women as the family’s beacon of religion

A 2009 study of upper middle-class urban Malaysian women by Sylvia Frisk found that in spite of societal patriarchy, mothers and mother-figures are primarily responsible for disseminating and enforcing religious knowledge and rituals within their families.

And, in a decade of fieldwork in Malaysian coastal areas, we have seen that women who are most constrained by their husbands or families also most proactively take command of religious enforcement in their homes.

In other words, women who are under the most mental, physical or emotional pressures seem to find a sense of power that they are unable to exercise in other parts of their lives by compelling religious compliance in those closest to them.

Dictating religious practice becomes a way to exercise some form of control. The promise of a happier afterlife may also provide some sustenance.

The danger is that, unlike the upper middle-class women in Frisk’s study, poorer women have limited access to religious information. Their social circles are smaller, their movements more limited and they are less likely to read widely and critically question what they are taught.

If such women rely on a single source of Islamic learning, and that source is a radical one, they can be convincingly poisoned by extreme teachings. From here, it is not difficult to envision children being imbued with radical thought as well.

Empower the mothers

Women enforcing religious thought is innocuous on its own. But it becomes a concern when considered alongside the rise in female engagement with Islamic extremism.

In the Middle East, the existence of radical Muslim women’s networks has been documented. In several high-profile cases, mothers have encouraged their sons to fight the “holy war”.

At times, mothers appear to have even celebrated their children’s deaths as martyrs.

This is now happening in Southeast Asia too. As the recent case of Malaysian women selling their property to be with their ISIS loversshows, radicalisation among women is on the rise.

Muslims across Southeast Asia are becoming more religious. Edgar Su/Reuters

We also found that it is increasingly socially unacceptable to speak out against or disagree with a religious entity – a religious school or a faith leader, for example – in Malaysian society today, which allows venues for extremist education to flourish unchecked.

Among Malay Muslim, the fear that not abiding by anything taught by a religious teacher can lead to a loss of pahala, the reward of heaven, encourages compliance with religious instruction – no matter its source or content.

All of these factors combined create the perfect setting for women to disseminate radical Islamic beliefs, both intentionally and unintentionally. Their offspring may then fulfil their filial duty to obey.

To reduce the likelihood that radical thought will be spread in Southeast Asia, empower the mothers. Providing socioeconomic support where it is most needed – among women – is the best insurance against future terrorism, ensuring that mothers and families remain vectors for positive action and tolerant beliefs, not hotbeds of distress and discontent.

Fuente:

https://theconversation.com/to-fight-radicalisation-in-southeast-asia-empower-the-women-79387

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/ycMtzRQPAG–IJfaOWc28_CsD5_iEFKy3BMw6YztymZpfcjWOwb2A358E7K-R7KrVjvVxQ=s85

 

Comparte este contenido:

Transgredidas, testimonios de sobrevivientes de la violencia de género

Ilka Oliva Corado

Transgredidas es uno de los libros que más me ha costado escribir,  me ha dolido,  lo he llorado y lo  he sentido en carne viva, porque son relatos de testimonios e historias de niñas, adolescentes y mujeres que sufrieron abuso sexual, ya sea en su camino como migrantes indocumentadas hacia Estados Unidos o bien fueron víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual.

Abusadas por familiares y desconocidos, no por su origen, no por su clase social,  pero por ser mujeres en una sociedad que irrespeta y desvalora a la mujer por su género, en una sociedad que mulita y la seca, estas son historias ocurridas en distintas partes del  mundo porque el abuso hacia el género femenino no tiene edad, color, religión ni nacionalidad.

Todo comenzó en noviembre de 2012, con un texto titulado Transgredida, al cual le siguieron  otros a medida que fui obteniendo testimonios para publicar en la serie Transgredidas de mi blog Crónicas de una Inquilina. Esta serie se ha convertido en libro.  Son testimonios de mujeres marcadas de por vida por el abuso, los golpes, mujeres violentadas en sus derechos, niñas a quienes robaron la niñez.

No es un libro dulce ni luce la perfección de la ficción, es un libro crudo, descarnado, como la realidad que le ha tocado vivir a sus protagonistas y a  miles de mujeres a través del tiempo y de la historia.

La violencia de género no es un asunto de ficción ni de literatura, es un problema real que nos está matando, nos desaparece y  nos estigmatiza. Todas hemos sufrido violencia de género en alguna de sus tantas formas, los relatos escritos en Transgredidas muestran los extremos de lo que es capaz de hacer una sociedad patriarcal y machista en la vida de niñas, adolescentes y mujeres en el marco de un sistema sociopolítico que nos trata como mercancía.

Las historias incluidas en este libro son reales, aunque los nombres de las protagonistas han sido cambiados y también algunas ubicaciones territoriales, para proteger sus identidades y su seguridad. Lo medular de este libro es contar las historias de abuso que han vivido mujeres anónimas, tan anónimas como cualquiera en cualquier lugar del mundo. Son historias que suceden todos los días, en todos lados, a todas horas.

Historias que en la mayoría de los casos nos llevamos hasta la tumba, porque contarlas significa perder familiares, ponerlos en riesgo, poner en riesgo nuestras propias vidas.  También en una sociedad estereotipada  guardamos silencio por temor a ser señaladas por la familia, amigos y sociedad. Porque ser abusadas nos marca y la misma sociedad nos señala y nos excluye.

El abuso emocional, físico y sexual  nos mutila en muchas formas, nos roba la vida de tajo, no seca por dentro, nos invisibiliza. Transgredidas son las voces de miles de mujeres que han sido silenciadas a través del tiempo.

Fuente del articulo: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/04/26/transgredidas-testimonios-de-sobrevivientes-de-la-violencia-de-genero/#more-6551

Fuente de la imagen:

https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/04/unadjustedraw_thumb_11e4d.jpg?w=584&h=380

Comparte este contenido:

Entrevista: Elena Poniatowska, escritora, activista y periodista mexicana: “Las mujeres estamos mucho más dispuestas a protestar”.

América del Norte/México/20.12.2016/Autor y Fuente: http://www.nodal.am/

Las pupilas de Elena Poniatowska sonríen, como sonríe su boca, sus pómulos y hasta sus pestañas, cuando recuerda a la persona que la hizo sentirse mexicana, Josefina Bórquez, una sencilla lavandera que le permite crear uno de los personajes más entrañables de la literatura mexicana y latinoamericana: Jesusa Palancares, una mujer que más que vivir sobrevive, como millones de pobres y marginales del mundo, esos que si no trabajan, no comen. Elena Poniatowska visitaba a Jesusa los miércoles de cuatro a seis de la tarde para que le contara cómo era su vida. Muchas veces andaba de mal humor. Si se enojaba, la regañaba o le pedía que se fuera porque “usted tiene dos años de venir y estar chingue y chingue y no entiende nada”. En una de esas ocasiones en que la echó, la periodista y escritora se fue con su libreta contra el pecho a modo de escudo y pensó: “¡Qué padre vieja, Dios mío! No tiene a nadie en la vida, la única persona que la visita soy yo, y es capaz de mandarme al carajo”. En los ensayos de Las indómitas (Seix Barral), que presentó en la 30° Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), Poniatowska rescata a un puñado de mujeres olvidadas, pero nunca silenciadas, como la propia Josefina, las soldaderas de la Revolución, Nellie Campobello, narradora y precursora del ballet en México; escritoras como Rosario Castellanos y Josefina Vicens; militantes políticas como Rosario Ibarra de Piedra, que visibiliza la lucha de las madres de desaparecidos en las décadas del 60 y 70; Alaíde Foppa, poeta que desapareció en Guatemala, y la feminista Marta Lamas.

“Elenita, ¿me permite una foto?”, le pregunta un lector cincuentón grandote que pronto se abraza a la escritora y sonríe para la cámara de su teléfono celular. En una sala al fondo del stand de Paidós, Poniatowska, descendiente de la realeza polaca que nació en París el 19 de mayo de 1932, recibe a los periodistas mexicanos y latinoamericanos con una sonrisa y una calidez excepcionales. “Cómete una almendra; dicen que da la energía que no da la carne”, sugiere Poniatowska a PáginaI12. A los 84 años, cuenta que está escribiendo una novela en la que explorará la vida de sus ancestros polacos. “Yo vine cuando tenía 10 años y no volví a saber nada de los Poniatowski que quedaron en París. El año pasado me empecé a preguntar cómo era Estanislao Poniatowski, que fue el último rey de Polonia. Y comencé a leer sobre él, pero tengo una enorme desventaja: no sé polaco y además no sé historia”, confiesa la autora de Hasta no verte Jesús mío, La noche de Tlatelolco, Querido Diego, te abraza Quiela y Tínisima, entre otros títulos, que recibió el Premio Cervantes de Literatura en 2013. “Quiero contar cómo fue el reinado de Estanislao Poniatowski, qué hizo bien y qué hizo mal, porque en su época los rusos, los alemanes y los austríacos se repartieron Polonia. Quiero escribir esto y ligarlo una niña que 300 años después llega a México, a un país enorme, sin saber nada de su pasado. Los polacos son todos sentimentales y lloran y cantan. Ellos odian a los rusos, pero yo siento que se parecen”.

–¿Por qué en el ensayo sobre Jesusa plantea que ella le permitió descubrirse y sentirse mexicana?

–Piensa que nací en Francia, de origen polaco, así que llegué aquí a los diez años; entonces sentí tanto amor por ella, tanta admiración, tanta sorpresa de que hubiera un ser humano así, que dije: ¡qué bueno pertenecer a México! Cuando finalmente podrías pensar que el pertenecer a Europa es un grado más, quizá es mejor, porque es la vieja cultura. Una vez platiqué con una puertorriqueña que me dijo: “yo tengo la mala suerte de pertenecer a un país chiquitito”. Lo puedes pensar; qué piensan los centroamericanos de su país, qué piensa Puerto Rico poseído por los Estados Unidos. Pertenezco a un gran país como México en que hay mucho por hacer. Yo creo que en Europa no hay tanto por hacer ya, ¿o tú que crees?

–Los países latinoamericanos son más “nuevos” y no tienen el peso de la historia de los europeos, ¿no?

–Sí, somos más nuevos y además somos países hechos de migrantes también, porque no me digas que Poniatowska es súper mexicano. No me llamo López, no me llamo Pérez, mi apellido incluso es hasta difícil retener.

–En el texto sobre Jesusa demuestra que fue una mujer muy dura, incluso hay momentos en que la maltrata bastante a usted.  ¿Cómo explica esta reticencia de Jesusa?

–Yo creo que había con ella una cierta idea del tiempo: el tiempo de ella no era el tiempo de nosotros. Nosotros tenemos el tiempo como un privilegio, hacemos con él lo que queremos. Si tú hoy no quieres trabajar, pues te quedas en tu cama. Si te quieres desvelar hasta las tres de la mañana, tienes tu derecho de hacerlo y toda la posibilidad. Si ella tiene que entrar a trabajar en un taller, tiene que estar a las ocho y  tiene que salir de su casa a las seis de la mañana, su condición de vida es totalmente distinta a la tuya o a la mía. Finalmente, creo que lo que va a suceder con mujeres como Jesusa es que más tarde van a poder escribir ellas sus propias historias, que es lo deseable, que no necesiten un intermediario para darlas a conocer.

–En el ensayo sobre las soldaderas, enumera mujeres que fueron fusiladas, murieron en combate, fueron ahorcadas y apresadas o vejadas. Y propone repensar la frase que gritan cada 15 de septiembre a voz en cuello: “¡Vivan los héroes que nos dieron la patria!”. ¿Cómo reescribiría la frase?

–Parece que los héroes son sólo hombres y hay muchísimas mujeres. ¡Que vivan las heroínas que nos dieron la patria! En América Latina es todo para el hombre, salvo el 10 de mayo en México, que es el día de la madre, es el día que sentimos que cumplimos con llevar a comer a nuestra a madre a un restaurante o al cine, ese tipo de cosas. Si tú piensas cuál ha sido la suerte de las mujeres en México pues ha sido muy menor, muy al lado de los hombres, muy olvidadas.

–¿Por qué han sido olvidadas estas mujeres? ¿Por machismo?

–En parte por machismo y en parte porque las mujeres están ocupadas haciendo todas las tareas para que puedan vivir los hombres. Y las mujeres siempre están como la escopeta: cargada y en un rincón. Los roles femeninos están muy devaluados, son los de las casas. Ahora ha cambiado la situación por una razón económica, si tú te quieres casar, tener hijos y vivir con tu pareja, las tareas y responsabilidades son el sueldo de dos: el sueldo de ella y el sueldo de él. En nuestros países desaparecer a una niña o a una mujer tiene mucho menos consecuencias que desaparecer a un hombre. A una mujer es muy fácil que se la borre. No ves presencias femeninas fuertes; en Estados Unidos Hillary Clinton no logró ser presidenta. Yo creo que en Argentina sí hubo una gran presencia de mujeres en una época con Evita Perón. Ella tenía las agallas para decir: “Aquí estoy, esta soy yo”.

–¿Tuvo las agallas para ganarse un lugar en el periodismo y la literatura?

–Sí, más bien creo que tuve tenacidad. Cuando una mujer joven, más o menos como tú, entraba a un periódico, le ponían MMC (mientras me caso), que quiere decir que solamente iba a durar lo que durara su capacidad de conseguir a un hombre. La tenacidad la he tenido. Pero no basta la tenacidad, también tienes que tener la aceptación. Es mucho más fácil rechazar a una mujer que a un hombre.

–¿Las mujeres que retrata en “Las indómitas” fueron rechazadas en cierto sentido?

–Sí, claro. Rosario Castellanos era una blanca en medio de indígenas, ella tuvo varios intentos de suicidio y su propia muerte en Israel fue un poco misteriosa, sin saber por qué… Yo creo que fue aterradora. Y luego Josefina Vicens hizo sólo dos libros, pero se leen; está como punta de flecha de lo que puede ser el homosexualismo en México, aunque ella jamás hizo proselitismo de ningún tipo.

–Llama la atención que entre las mujeres no esté Elena Garro, cuando usted acaba de participar de un homenaje por el centenario de su nacimiento…

–Yo la hubiera podido meter en el libro, he escrito mucho sobre ella. Sí quisiera hacerlo, si me queda tiempo, toco madera (toca la madera de la mesa con un golpecito). He escrito muchísimo sobre ella, pero quise que fuera un libro más flaco porque la gente no compra libros caros. Es una figura muy polémica la de Elena, pero fue una extraordinaria escritora. Ella creía que la querían perseguir todo el tiempo, tenía delirio de persecución. Quizá no es bonito decir esto, pero es verdad… Ella misma se inventó esa persecución del mundo contra ella, que es medio triste, y lo fomentó en su hija. No puedes vivir así porque te acabas delirando, ¿no? Ya es bastante difícil la vida sin inventar peligros. Y Elena te decía: “fíjate que hay en la esquina unos que me están esperando, asómate por la ventana a ver si ya se fueron”. Y yo le decía: “Elena, no hay nadie”… ¿Cómo luchas contra eso? Finalmente ese es el gran problema de Elena Garro, nada más que no se lo suele decir.

–¿Cómo cree que impactará el triunfo de Donald Trump en la vida de los mexicanos?

–Trump es terrible para los mexicanos y también para los cubanos. Las declaraciones que hizo con la muerte de Fidel Castro son aterradoras. Después de ganar “le echó agua a su vino”, como se dice. Pero la amenaza está ahí. ¿Qué van a hacer todos los migrantes que regresen a México? Se fueron porque no tenían trabajo. ¿Qué trabajo les espera aquí? Es gravísimo…

–¿Qué hay que hacer ante el discurso racista y xenófobo de Trump? ¿Cómo se resiste?

–No sé… yo siento que hay que reinventar una capacidad de defensa que no hemos tenido, una capacidad de decir no somos nosotros los que podemos invadir Estados Unidos, aunque finalmente a través de la migración hemos recuperado muchísimos territorios. Los más pobres al irse a Estados Unidos y al poblar Texas y la frontera recuperaron territorios que fueron de México. Mediante la migración recuperamos cosas que ni siquiera imaginábamos que los menos afortunados podían hacer, ¿verdad? Pero no sé cómo será esa resistencia. Lo que se está generando es una indignación en los jóvenes universitarios. Al final del año pasado, los jóvenes organizaron una enorme marcha al Zócalo por los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Si se organizan bien, puede ser muy eficaz la presencia de los jóvenes y de las mujeres. Las mujeres estamos a veces mucho más dispuestas que los hombres a marchar y a protestar. La protesta de los jóvenes puede ser un dique en contra de Trump, mucho más que el gobierno que no hace nada… En México pedimos permiso para todo. Aunque en el fondo seamos unos malditos, el lenguaje tiene un poco de vasallaje.

–Daría la impresión de que aquí, en la Feria, ya no se habla ni se recuerda a los jóvenes de Ayotzinapa, ¿no?

–Pero fíjate que hace dos años, aquí, a cada hora oías: “uno, dos, tres…” hasta llegar a los 43. Eso fue muy impactante… La responsabilidad por la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa es del gobierno.

–¿Qué significa la muerte de Fidel Castro para los países latinoamericanos?

–La muerte de Fidel es el fin de una etapa muy importante de América Latina. Lo que hizo Fidel al enfrentarse como lo hizo a los Estados Unidos a partir de una islita, un caimancito como le dicen, cambió a toda América Latina, que tuvo que tener otra actitud hacia Estados Unidos. Eso fue valiosísimo. Después se quedó en el poder y yo no puedo creer que no haya alguien que lo pueda hacer igual o mejor que él, en el sentido de permitir que otros lleguen a la presidencia. No sé qué va a suceder, pero desde luego con Trump no se puede predecir nada bueno.

Fuente: http://www.nodal.am/2016/12/elena-poniatowska-escritora-activista-y-periodista-mexicana-las-mujeres-estamos-mucho-mas-dispuestas-a-protestar/

Imagen: http://www.nodal.am/wp-content/uploads/2016/12/na31fo01_2-600×350.jpg

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2