Page 1 of 6
1 2 3 6

Libertad vs seguridad: ¿Un falso dilema?

A medida que los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales se ven inundadas por noticias, comentarios y opiniones sobre la delincuencia, crece el temor de la ciudadanía y el modelo del presidente de El Salvador, Nayib Bukele comienza a ser añorado como posible solución a los problemas de seguridad que vive Chile. Antes de avanzar en esa línea es necesario preguntarse si la única solución a los problemas de seguridad es la limitación de las libertades y derechos, o si este es un falso dilema.

La percepción de seguridad no sólo depende del número de delitos, sino que mayormente depende de otros factores tales como la cobertura en los medios de comunicación y redes sociales, la violencia de estos y otros factores subjetivos.

Según el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve y corroborado como verdadero por https://factchecking.cl/ de la Universidad Católica, «Las cifras muestran que, si uno toma los delitos de mayor connotación social, efectivamente vienen con una tendencia persistente a la baja. Pero los robos con intimidación, los robos con violencia, y los homicidios hace 10 años que tienen una tendencia persistente al alza. Cada día que pasa, Chile ha sido un país que tiene más delitos violentos».

En la percepción de inseguridad, el Índice Paz Ciudadana 2023 informa que la proporción de personas con temor alto al delito alcanzó 30,5%, la cifra más alta desde que se inició el registro hace 23 años. En la medida que el miedo siga aumentando habrá cada vez más personas que apoyen las limitaciones a las libertades señalando que “quien nada hace, nada teme”.

El gran problema radica, no en la condena al delincuente, sino que, sin la vigencia de un Estado de derecho, no hay contrapeso a las arbitrariedades y abusos que llevan a inocentes a vivir las consecuencias de una política represiva. Además, y quizás lo más grave, como la historia lo demuestra, el poder sin contrapeso es fuente de abuso y corrupción.

La delincuencia y la percepción de inseguridad también tiene una dimensión política. Nos encontramos en un punto de inflexión. Por un lado, nuestra sociedad y nuestro sistema político, está enfrascado en rencillas de poca monta y no ha sido capaz de lograr aprendizajes que vayan por delante de la nueva realidad delincuencial que enfrentamos. Y por el otro, la población ve que los presidentes Bukele en El Salvador y Noboa en Ecuador están logrando resultados en reducir la violencia en sus respectivos países con severas restricciones a las libertades y derechos.

Si la democracia y el Estado de derecho no muestran resultados en el combate a la delincuencia, nos enfrentaremos al dilema político de seguridad vs libertades porque, mientras más miedo tenga la población, más inclinada va a estar para apoyar un líder autoritario que limite sus derechos y libertades como canje por mayor seguridad.

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

Comparte este contenido:

Reclamar derechos no puede convertirse en delito

Por: Giorgio Trucchi 

Que desmontar el sistema corrupto e impune que dejaron instalado la narcodictadura y los sectores fácticos del país no iba a ser fácil, era de sobra sabido.

Un ejemplo de ello es la investigación penal que el Ministerio Público hondureño ha iniciado en contra de líderes garífunas y el abogado de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh).

El pasado 9 de agosto, en ocasión del Día internacional de los pueblos indígenas, una delegación de miembros de pueblos indígenas y garífunas, acompañada por organizaciones sociales y populares hondureñas, se movilizó hasta las oficinas del Ministerio Público en Tegucigalpa.

Después de más de un año de haber solicitado una entrevista con el fiscal general, esta institución nunca respondió a la petición.

Durante la actividad, la Ofraneh condenó la falta de avances en la investigación de los cuatro jóvenes líderes garífunas víctimas de desaparición forzada.

Asimismo, denunció los ataques sistemáticos que sufren miembros de las comunidades garífunas, así como el expolio de territorios ancestrales por la imposición de proyectos extractivistas, de generación eléctrica, turísticos y por la expansión de monocultivos.

También pidió el cumplimiento de la sentencia de la Corte IDH, que en 2015 ordenó al Estado de Honduras devolver a las comunidades de Triunfo de la Cruz y Punta Piedra los territorios sustraídos ilegalmente.

Años de discriminación y racismo institucional

Durante años, la organización ha venido denunciando el “racismo institucional” del cual ha sido víctima el pueblo garífuna, así como la falta de voluntad de esclarecer los tantos ataques sufridos y la impunidad que garantiza un sistema de justicia corrupto.

Menos de dos semanas después de la movilización, la Fiscalía contra Delitos Comunes y la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) informaron que se ha abierto una investigación penal en contra de Miriam Miranda, coordinadora de la Ofraneh, Luther Castillo, dirigente garífuna y actual ministro de Ciencia y Tecnología, Edy Tábora, abogado de la Ofraneh, y otros líderes que participaron de la actividad.

“Demandamos que, con la misma velocidad con que están actuando en contra de nuestra gente, investiguen las muertes, desapariciones y agresiones contra los pueblos indígenas de Honduras y sus territorios”, escribió la Ofraneh en un comunicado.

“Si el Ministerio Público piensa que con estas acciones de criminalización nos va a amedrentar, se equivoca. Seguiremos luchando por la restitución de nuestros derechos ancestrales y a exigir la investigación para dar con el paradero de nuestros compañeros desaparecidos”, concluye el documento.

“La justicia en Honduras no sólo es cómplice de criminales, sino ente persecutor de figuras altamente trascendentales que han aportado mucho más a la democracia que esta institución. Un pueblo se alzará si tocan a Miriam Miranda. ¡Si tocan a una, tocan a todas!”, aseguró Bertha Zúniga, coordinadora del Copinh.

Varias organizaciones, redes y articulaciones nacionales e internacionales han expresado su solidaridad con las personas que están siendo injustamente investigadas, y han condenado con fuerza este nuevo acto de criminalización de líderes sociales.

Fuente de la información e imagen: Rel UITA

Comparte este contenido:

A las niñas indígenas nadie las defiende

Por: Abel Barrera Hernández

En las comunidades pobres de la Montaña de Guerrero, principalmente en los municipios de Cochoapa el Grande y Metlatonoc, se arraigó la costumbre de los matrimonios forzados de niñas que truncan su vida desde los 12 años. Los padres han normalizado la venta de sus hijas fijando cantidades que oscilan entre los 100 mil a 250 mil pesos. Son los hombres mayores los que formalizan estas alianzas matrimoniales, ignorando la opinión de las esposas y de las mismas niñas. Las autoridades comunitarias son las que testifican y legitiman las uniones de las menores. Lo más grave es que las niñas quedan en total indefensión desde el momento mismo en que sus papás las entregan a quienes serán sus esposos. El mismo día que reciben el dinero y hacen la fiesta, las niñas-esposas son tratadas como sirvientas de los suegros y del marido. Las esclavizan por el precio que pagaron por ellas. Quedan sometidas a un régimen patriarcal en el que los mismos padres se vuelven cómplices de las violencias que padecen sus hijas. No pueden reclamar a los suegros las vejaciones que sufren, de lo contrario, tendrían que regresar todo el dinero con intereses, además de ir a la cárcel junto con la hija desobediente.

A las niñas indígenas les conculcan sus derechos. Le imponen marido y le ponen precio. Como esposas quedan silenciadas de por vida. Nadie se atreve a defenderlas porque puede costarle la expulsión de la comunidad o el encarcelamiento. Las autoridades municipales, por acción u omisión, forman parte de esta red de complicidades. Las autoridades estatales y federales no llegan a estos lugares. Los diputados y diputadas locales tampoco ubican las causas estructurales del problema. Sus reformas solo criminalizan a los padres de familia. Existe un gran abismo entre la visión que permea en la clase política y el drama económico que padecen las comunidades indígenas. Se invisibiliza la desigualdad social y se estigmatiza la cultura de los pueblos indígenas y afromexicanos. Las intervenciones que realizan quedan plasmadas en convenios y acuerdos burocráticos que no inciden en la esfera comunitaria. Para las niñas-esposas el matrimonio forzado es una condena de por vida. Las 4 paredes de la casa de los suegros es su cárcel y su marido el capataz. Mientras la burocracia gubernamental solo contempla la tragedia desde sus cubículos.

La ausencia de las instituciones del estado en las comunidades indígenas propicia estas prácticas denigrantes. Su inoperancia permite que los agresores de las niñas se ensañen, porque saben que nadie las defiende. Los funcionarios esperan que las menores acudan a sus oficinas, sin tomar en cuenta los riesgos que corren. El monolingüismo de muchas niñas es parte de las políticas racistas que violentan su derecho a la educación. Sus trágicas historias no se conocen porque viven en lugares inhóspitos y no aparecen en el facebook.

Su dependencia económica las supedita a los caprichos de los maridos. Como esposas realizan trabajos extenuantes. Nunca reciben una remuneración por todo lo que hacen. La sujeción está basada en el uso de la fuerza de los hombres. Los mayores imponen la costumbre de que ellas deben cuidar y mantener a la prole, tienen que preparar la comida, trabajar en el campo, lavar la ropa, hervir el nixtamal y poner la lumbre en la madrugada. No reconocen su aporte sustantivo en la cultura, la alimentación, la salud, el trabajo comunitario y su creatividad artística.

Los padres de familia de estos municipios aprendieron desde pequeños a sembrar maíz en el tlacolol, en condiciones sumamente precarias. Toda la familia tiene que realizar la tumba, la roza y la quema, porque no hay recursos para pagar peones. Cosechan por año alrededor de 300 a 500 kilos de maíz. El policultivo les permite saborear frutos frescos derivados de la calabaza, el frijol y el maíz. Han heredado saberes culinarios que son manjares de la cultura mesoamericana por la multiplicidad de sabores que logran extraer y mezclar en cada producto. En la fiesta de muertos comparten la comida en el cementerio con las abuelas y abuelos difuntos.

En la temporada de secas el hambre arrecia en la Montaña porque la cosecha es raquítica y solo dura 3 meses. Las familias indígenas se ven obligadas a abandonar sus comunidades para instalarse en los campos agrícolas. Al principio su desplazamiento era a los estados de Puebla y Morelos, para el corte de la caña. Posteriormente se dio el enganchamiento de los jóvenes para trabajar en los municipios de la Sierra y la Costa Grande del Estado, como sembradores y rayadores de amapola. Muy pronto la planta roja empezó a florecer en las laderas de la Montaña y en los patios de las casas. Su siembra reforzó la militarización e incrementó la violencia. La venta de la goma abrió las rutas del trasiego y alentó la disputa por el control territorial. La fragmentación comunitaria debilitó las redes de apoyo local y expulsó a las familias sin tierra. La ola migratoria se expandió hacia los estados de Michoacán, Jalisco, Sinaloa y Chihuahua donde están asentados grupos del crimen organizado y empresas agroexportadoras, que contratan mucha mano de obra barata en condiciones sumamente deplorables y riesgosas.

Con la migración jornalera la situación de las niñas, niños y mujeres empeoró, no solo por las olas del Covid 19, que causó más muertes de las que normalmente suceden en las comunidades indígenas, sino por el recrudecimiento de la violencia que ha segado la vida de esposas y niñas en municipios pobres. Los matrimonios forzados de niñas han incubado la violencia dentro de los mismos hogares. Este ambiente hostil es propiciado por los suegros y maridos y permitido por las autoridades municipales que se mantienen pasivas e indiferentes. Ante la embestida virulenta de los hombres mayores que acechan a las niñas-esposas, no les queda otra alternativa que huir de este infierno para refugiarse en la casa de sus padres.

El caso de Celia, es indignante y aberrante.  En julio del 2021 la forzaron a casarse con Raúl. Ante la ausencia del papá, los negociadores fueron el tío paterno y el abuelo materno. Fijaron la cantidad de 160 mil pesos. Doña Cecilia no pudo evitar que su menor hija fuera vendida. El botín se lo repartieron los hombres de la familia: 110 mil recibió el tío y 50 mil el abuelo. Los principales de la comunidad formalizaron el enlace matrimonial. Comieron y bebieron por su felicidad. Al siguiente día Celia viajó con la familia de Raúl a los campos agrícolas de Autlán, Jalisco. A sus escasos 13 años enfrentó las pruebas más difíciles de su vida. Fue la sirvienta del marido y de los suegros. En la galera donde vivían no le alcanzaba el tiempo para preparar el nixtamal y hacer las tortillas. Desde las 7 de la mañana se disponía para ir al corte de jitomate. El dinero que ganaba lo cobraba el suegro. Le decían que tenía que trabajar duro para que repusiera la cantidad que pagaron por ella. El marido, en lugar de ayudar a cubrir la supuesta deuda de Celia, se dedicó a tomar y a golpearla. Fueron 8 meses de sufrimiento, sin que nadie la defendiera.

Fue un alivio regresar a la Montaña. Por su embarazo de alto riesgo pudo llegar a la clínica de Cochoapa el Grande. Se reencontró con su madre y sus dos hermanas mayores. Al verlas no pudo contener el llanto. Por fin había llegado el momento de contarles todo. Como mujeres comprendieron el drama de la hija menor. El nacimiento de su bebé, en lugar de unir a la familia se distanciaron más porque la suegra le espetaba que no era su nieto. Celia prefirió guardar silencio y emprender la huida con su pequeño hijo, para refugiarse en la casa de su mamá. Aún convaleciente por el parto, la policía comunitaria entró a su domicilio para detenerla junto con su hermana mayor. La acusaban de haber abandonado a su esposo y por la deuda que tenía su familia por el pago de su matrimonio. Doña Cecilia, madre de Celia pidió el apoyo de la síndica municipal y de la juez de paz, sin embargo, las dos tuvieron temor de intervenir ante la policía comunitaria. Comentan que ellos se han erigido en los guardianes de la ley en el municipio. No forman parte de la coordinadora de autoridades comunitarias ni de los grupos de autodefensa, surgieron más bien por la ausencia de la autoridad municipal que tiene abandonadas a las comunidades indígenas.

Cecilia tuvo que vencer el miedo. Consiguió dinero para viajar 2 horas en taxi colectivo a la cabecera municipal de Tlapa. Solicitó la intervención del centro de derechos humanos de la Montaña, que interpuso una denuncia por la privación de la libertad de sus dos hijas. Se requirió también la comparecencia del tío paterno para que regresara los 110 mil pesos que recibió por la venta de Celia. Las reacciones subieron de tono. La policía comunitaria acusó a las hijas de Cecilia de que se habían robado una pistola de la comandancia. El tío paterno amenazó a la hermana y el hermano de Cecilia para que ellos pagaran la deuda, de lo contrario los expulsarían de la comunidad. El poder de los hombres no cedía ante la denuncia de las mujeres. La policía comunitaria no tuvo otra alternativa que trasladar a las dos hermanas a la fiscalía regional, que las puso en libertad. Por su parte, el tío sigue amenazando a los hermanos de la mamá de Celia para que paguen la deuda. Mientras tanto Cecilia, sus tres hijas y sus cinco nietas, que vivían en una casa de madera en Cochoapa huyeron del lugar, porque saben que en cualquier momento los policías comunitarios, el tío paterno, los suegros y el marido cobrarán muy caro su osadía. Deambulan fuera de la Montaña, sin que nadie las defienda.

Fuente de la información: https://desinformemonos.org

Comparte este contenido:

Derecho a defender derechos

Por: David Calderón

«Además de argumentar, reclamar y estudiar, tenemos derecho a defender derechos. Hagámoslo, porque después no hay después.»

Estamos por llegar a la pausa de primavera en el ciclo escolar, pero las soluciones para recuperar la jornada ampliada y la alimentación para millones de niñas y niños aún están en vilo.

Con tantas tragedias y desajustes en la vida nacional, es difícil que los temas educativos se queden en las primeras planas y en la conversación, que reúnan a los académicos y las familias, los maestros y los políticos… que sirva preguntarnos quiénes somos en realidad, por cómo tratamos a la generación joven.

Buena parte de los logros de la educación son una serie de triunfos intangibles; por ejemplo, la cohesión comunitaria, el sentido de propósito, la defensa de la propia dignidad y de la ajena, la sucesión de actos de honestidad, la comprensión del mundo natural, la disciplina en la práctica de un arte o un deporte. Esos logros se dispersan y se nombran con muchas etiquetas: talento, dedicación, suerte, apoyo; se consideran logros del movimiento ecológico, o de la organización política, o del derecho a la información, o de las políticas de salud… todo muy cierto, aun cuando hayan sido los procesos educativos su base misma, su fundamento, su raíz, su marco.

Lo que quiero decir es que los cambios educativos cuestan mucho trabajo, tardan mucho tiempo, son fáciles de revertir o bloquear, y –cuando dan fruto– es común atribuirlos a fenómenos más recientes en el tiempo, a veces con más renombre y prestigio. En un mundo que tiende a (mal) explicar todo en términos de causa/efecto lineal, de inversión/rentabilidad demostrable, tiene poca y breve publicidad la educación; menos aún tiene defensores y cultivadores tenaces, convencidos e interconectados.

Retóricamente, todos la alaban y reconocen, pero es más fácil –sin definir qué sea más meritorio, o menos– plantar un árbol, participar en una marcha, repartir juguetes o hacer un blog, comparado con trabajar sistemáticamente en el derecho a aprender (lo que puede incluir todas las actividades antes enunciadas, pero con una finalidad deliberada).

Por ello, se entiende que un despojo tan monumentalmente injustificado, algo tan brutalmente heridor de la vida plena de niñas y niños como la cancelación de la jornada ampliada y la alimentación escolar al mediodía haya convocado a tantas, a tantos. La educación recién ha sido tema, pero no como un derecho vigente, sino como un derecho que se cancela, que es mutilado, que está bajo asedio.

Apareció, en las últimas semanas, prácticamente en todas las primeras planas de los diarios; casi todas las estaciones de radio y televisión del país reprodujeron las cifras –3.6 millones dejados fuera–; se entrevistó a madres y maestras; los gobernadores fueron cuestionados, las y los titulares de educación en los estados dieron explicaciones fantasiosas, o enunciaron su desconcierto, o anunciaron coberturas con recursos propios, que se antojan temerarias y propician inequidad.

Los estudiosos han analizado impactos negativos, y han tomado las columnas de opinión; de nuevo, prácticamente todas y todos los editorialistas han expresado su pesar y su repudio. El presidente primero quiso justificar la cancelación, pero dio rápido volantazo de pesero al percibir que la medida no aguantaba achacarla a “superar la corrupción”, y ha ensayado versiones tranquilizadoras con argumentos destemplados, pero al fin reconociendo que se deberá reponer. Exigida por los representantes populares, la titular de la SEP ha sido convocada a explicar y resolver.

Desde Aprender Primero interpusimos un amparo, que logró la suspensión provisional de la medida; la justicia federal establece de ese modo que la autoridad NO puede aplicar el Acuerdo y las Reglas de Operación que eliminan los componentes mencionados. Es nuestro derecho, el de todos los ciudadanos, acudir a tribunales ante una medida que vulnera derechos; en el caso de Aprender Primero, con “interés legítimo”, es decir, con el reconocimiento establecido ya por la Suprema Corte que no se requiere armar amparos acumulados, escuela por escuela o niña por niña, para defender un derecho en conjunto; detiene una aplicación que puede dañar gravemente, en espera de que se aclare en definitiva el asunto.

¿Por qué recurrir al Poder Judicial? Porque es un deber. Para defender el derecho de terceros, que se encuentran en franca asimetría con las decisiones del Poder Ejecutivo, hay estas opciones, arduas pero transitables, que marca el orden constitucional de México. Hay otras vías muy valiosas, como las quejas ante las comisiones de Derechos Humanos; todo suma. Lo que está en riesgo es mayúsculo, desproporcionado, contrario al interés superior de la niñez. Además de argumentar, reclamar y estudiar, tenemos derecho a defender derechos. Hagámoslo, porque después no hay después.

Fuente de la información: https://profelandia.com

Comparte este contenido:

Inocencia perdida en la Amazonía

Por: SUSY G. DÍAZ GONZALES

Jóvenes, adolescentes y niñas en comunidades nativas se dedican a la cosecha de hoja de coca ilegal.

Las comunidades nativas Junín Pablo, Caimito, Nuevo Loreto y Buenos Aires forman parte del corazón del Área de Conservación Regional (ACR) Imiría, en Ucayali. Una podría pensar que los territorios comunales, al estar dentro de un área protegida, aunque sea de nivel regional, serían más seguros, sin embargo, no es así.

Para nadie es un secreto que los territorios de estas cuatro comunidades han sido usurpados por personas que se han asentado para instalar cultivos ilícitos de coca, aprovechando la poca vigilancia comunal y estatal que impera en la zona. Esta situación ha sido confirmada por las diversas autoridades, quienes señalan que saben que esta situación vulnera los derechos de todos los locales, pero sienten un temor natural por las represalias que puedan llegar a tomar en su contra aquellos delincuentes. Por ello se sienten maniatados, sin poder hacer nada.

Adicionalmente, la pandemia ha venido a precarizar aún más la ya complicada situación económica de las familias de estas comunidades. La actividad de las artesanías a la que muchas mujeres se dedican se ha visto enormemente afectada, debido a que varios de los puntos de venta han sido cerrados, además de la obvia ausencia de turistas. Adicionalmente, los varones no pueden realizar ciertas actividades económicas como el aprovechamiento forestal ya que los terrenos de sus comunidades se encuentran al interior de un ACR, la realización de la pesca comercial necesita de documentos que se consiguen con trámites engorrosos y en la ciudad, por lo que terminan desanimándose en medio de una maraña burocrática.

La pandemia también causó que las clases en las escuelas se suspendieran durante mucho tiempo y, por tanto, los niños, las niñas y adolescentes cuenten con demasiado tiempo libre que tienden a llenarlo con actividades nada provechosas.

Frente a esta situación, los y las comuneras han encontrado una opción para mejorar sus alicaídas economías, la cual consiste en aceptar la oferta de trabajo como jornaleros para cosechar la hoja de coca que se encuentra dentro de los territorios comunales, donde el pago por jornal es 100 soles. Los padres van con sus hijos e hijas a los jornales porque es más rentable, ya que al mes pueden ganar entre 2,000 a 3,000 soles aproximadamente. Este trabajo permite cubrir las necesidades más básicas de las familias. Sin embargo, en este contexto, son las niñas y adolescentes que se exponen más a los peligros de estas actividades, debido a que son potenciales víctimas de violencia sexual, física, trata de personas, entre otros.

Se podría estar en contra de los padres por la decisión de incluir a sus hijas en estas actividades y criticar también a las adolescentes por ir a estos trabajos, pero ¿es que se podrían dedicar a otras actividades?, ¿realmente tienen elección siendo que es un lugar en el que hay muy pocas oportunidades, por no decir que son inexistentes?

Esto se suma a que entre la población indígena es común que las mujeres desde los 12 años se unan como pareja de algún varón mayor de edad, inclusive se tenga hijos desde esa temprana edad. Ya estando en situación de pobreza, el tener familia tempranamente la perpetúa. Además, la dedicación a la familia hace que tenga poco tiempo e interés en acceder a estudios secundarios, mucho menos superiores.

Ya la falta de oportunidades, las dificultades para acceder a los servicios de educación, la urgencia de cubrir necesidades básicas para sobrevivir se confabula en contra de ellas y ahora es maximizado al sumarle el riesgo al que son expuestas por participar en una actividad ilegal, que las convierte en víctimas potenciales de sufrir las diversas violencias ¿Qué no es ya suficiente? ¿Qué puede hacer el Estado para disminuir su exposición al peligro? ¿Qué podemos hacer como indígenas para mejorar esta situación? Son preguntas que requieren ser contestadas si queremos empezar a cambiar esta realidad, y aumentar la posibilidad de que nuestras niñas y adolescentes tengan un camino más equitativo y justo.

Conmemoremos el Día Internacional de la Mujer reflexionando respecto a estos temas y generando oportunidades para que las condiciones de estas niñas y adolescentes mejoren. No romanticemos la pobreza. Los saludos y flores no alcanzan para aliviar la pobreza y la exclusión.

Fuente de la información e imagen: https://barinwesna.lamula.pe

Comparte este contenido:

ÁFRICA/MALAWI – Educación para niños de familias vulnerables, discriminadas o estigmatizadas

Karonga (Agencia Fides) – “Ayudar a un niño en la nutrición y la educación es un gesto concreto que da vida y construye un futuro”, afirma Sor Franca Zonta, Superiora General de la Congregación de las Hijas de María Inmaculada de Agen (Marianistas). “Un niño que es amado y apoyado en su crecimiento se convierte en un adulto capaz de actuar por su propio bienestar y el de la comunidad”, subraya en su invitación a colaborar en la emergencia educativa de los niños de Karonga.

“En esta zona rural de Malawi, los pequeños son totalmente ignorantes”. No hay ningún centro educativo para niños de entre dos y cinco años. Los misioneros quieren ayudarles poniendo en marcha una guardería para 60 niños de familias vulnerables, marginadas por la discriminación de género o estigmatizadas por padecer enfermedades como el VIH (SIDA).

En el país, los niños constituyen casi la mitad de la población y la mayoría de ellos suelen estar privados de derechos esenciales: alimentación, agua, salud, educación. “La educación primaria de 6 a 14 años es obligatoria, pero sólo la mitad de los alumnos completan este ciclo de estudios. Además, el hacinamiento en las aulas y la falta de profesores hacen que muchos niños sigan sin saber leer y escribir al llegar al cuarto grado.

Muy pocos terminan la escuela secundaria, y las niñas abandonan la escuela a causa de los matrimonios precoces. En este difícil escenario es donde trabajan las Hermanas Marianistas, comprometidas con la educación de los niños, niñas y chicos de las aldeas de Karonga.

La Congregación está presente en 16 países de cuatro continentes, tratando de llegar a los excluidos, a los marginados, a los olvidados de la sociedad con gestos de solidaridad y ayuda.
(AP) (Agencia Fides 2/3/2022)

Fuente de la información e imagen:  http://www.fides.org

Comparte este contenido:

Ministro de Educación y catálogo de derechos: “El punto es la señal que se da, cuál es la razón concreta para incorporar algunos derechos y excluir otros”. Chile

“He escuchado expresamente a constituyentes que han señalado están totalmente en contra que el estado financie a través de la subvención proyectos particulares subvencionados”, agregó el secretario de Estado.

Raúl Figueroa, ministro de Educación, se refirió a las discusiones sobre el catálogo de derechos, específicamente respecto a la libertad de enseñanza y el derecho de los padres a educar a sus hijos.

Esto fue lo que dijo el ministro de Educación:

 

 

Fuente: https://www.duna.cl/programa/nada-personal/2021/09/14/ministro-de-educacion-y-catalogo-de-derechos-el-punto-es-la-senal-que-se-da-cual-es-la-razon-concreta-para-incorporar-algunos-derechos-y-excluir-otros/

Comparte este contenido:
Page 1 of 6
1 2 3 6