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Kate Millet, ‘in memoriam’

Por: Lidia Falcón

Kate Millett ha fallecido con 83 años en París el pasado 6 de septiembre, y me ha dejado un poco más huérfana. Kate era, con otras feministas francesas y españolas, la representante estadounidense más conocida del feminismo radical, como ella misma se autodefinía, cuando a finales de los 60 perteneció al grupo llamado New York Radical Women fundado en 1967 por Pam Allem y Shulamith Firestone, otra de las grandes pensadoras estadounidenses materialistas, que con su obra La Dialéctica del Sexo, marcó el camino de un feminismo revolucionario.

Nacida Katherine Murray Millet en Saint Paul, Minnesota, EEUU, el 14 de septiembre de 1934, ha sido escritora, escultora, feminista, activista, profesora. Ideóloga de un feminismo materialista que no se conforma con las banales explicaciones de quienes reclaman únicamente igualdad de derechos entre hombres y mujeres, sin analizar las causas de esta permanente represión de los hombres contra las mujeres, que causa un feminicidio cada 13 segundos en el mundo.

Kate Millet es una autora clave del feminismo contemporáneo. Su obra Política sexual ​causó un enorme escándalo en el mundo universitario estadounidense, que más tarde se expandió por los medios de comunicación al resto del universo feminista, cuando se declaró bisexual. Sus memorias, Flyng, en inglés, que en Vindicación Feminista tradujimos al español con el título de En Pleno Vuelo, describe sin pudores sus relaciones sexuales con su marido japonés y las amantes que sucesivamente enamora.

Pero tanto Política sexual como en Pleno Vuelo, al  igual que sus otras obras sobre la prostitución, el régimen iraní, la crueldad y la represión, de las que no existen traducciones españolas, son mucho más que las confesiones escandalosas de una mujer sexualmente libre. Constituyen el inicio de un corpus teórico feminista que se ha difundido en todo el mundo feminista y que nos ha permitido a sus continuadoras ampliar, profundizar y enriquecer hasta crear una teoría materialista que explica claramente las causas y las raíces de la explotación femenina.

Cuando entrevisté a Kate Millet en 1984, en su estudio de escultura en el Soho neoyorkino, era una mujer madura, sabia, amable y cercana que coincidía totalmente conmigo en que la mujer era una clase explotada en un sistema capitalista y patriarcal. Una de sus definiciones fundamentales: “Todas las formas de desigualdad humana brotaron de la supremacía masculina y de la subordinación de la mujer, es decir, de la política sexual, que cabe considerar como la base histórica de todas las estructuras sociales, políticas y económicas”, era la declaración más trascendental que enlaza con el feminismo europeo que defendemos la definición de la mujer como clase social y económica.

De ella parte la consigna de que lo privado es público y el sexo es político. La frase “El sexo reviste un caracter político que, la mayoría de las veces, suele pasar inadvertido” inició el camino de la investigación de un feminismo materialista que transformó definitivamente los análisis y las investigaciones de las feministas liberales que siguen ancladas en la Ilustración.

Cuando Millet dictamina que “la gran masa de mujeres a lo largo de la historia ha sido confinada en el nivel cultural de la vida animal en la prestación al macho de servicios sexuales y en el ejercicio de las funciones de reproducción y cuidado de los jóvenes”, está describiendo claramente las explotaciones que sufren las mujeres del mundo.

Con una enorme lucidez analizó en pocas palabras las diferencias ideológicas y estratégicas del feminismo estadounidense y el europeo: “Las feministas norteamericanas no somos todas la misma cosa”. “Hay todo tipo de mujeres y de enfoques, pero no gastamos nuestra energía en luchas intestinas. La canalizamos en la lucha por la igualdad de derechos, por el aborto, por el salario igual”. La marca de fábrica del feminismo europeo es la lucha de clases, mucho más marcada en este continente que en América, y que condiciona todos los restantes movimientos, le comenté.”

Ése es, probablemente, uno de sus problemas”, ironiza Kate, “en Europa, naturalmente. En Estados Unidos apenas hay izquierda. Nuestra tradición es muy pobre, apenas se conoce a Marx o las cuestiones de la lucha de clases. La gente, de Reagan para abajo, se pasa la vida mirando las estupideces de la televisión. Esa gente, a quien Reagan ha jodido, despojándola de sus derechos, de sus ayudas económicas, sigue respaldándolo. Y nuestra clase obrera, medida por el criterio europeo, es la más inconsciente y la más confundida del mundo. Así que existe este enorme vacío en la izquierda norteamericana, lo que es una enorme tragedia y un gran fracaso, mientras que en Europa, donde la izquierda está tan bien desarrollada, el feminismo se identifica con la izquierda en gran medida. Pero eso también tiene problemas, puesto que dificulta la difusión y el desarrollo del pensamiento feminista, ya que siempre la izquierda le está diciendo lo que tiene que hacer”.

No se puede clarificar la situación del feminismo en sus relaciones con la izquierda con menos palabras.

Terminó la entrevista con estas palabras de aliento: “Es una verdadera pena que no tengamos un partido feminista en Estados Unidos, donde el movimiento es una fuerza política independiente y poderosa. Me parece estupendo que fundarais vosotras uno. Aquí haría falta primero establecer a las mujeres como clase política. Ésa sería la toma de posición política más fuerte que ninguna otra que conozca en Estados Unidos”.

En eso estamos Kate, ten la seguridad, y descansa en paz en ese Parnaso feminista donde debes filosofar con Hypatia y Safo y Flora Tristán y tantas otras pensadoras y activistas feministas que nos precedieron, que las españolas trabajamos esforzadamente  en hacer grande el Partido Feminista de España, en hacer comprender tanto a la ciudadanía como a los profesionales del pensamiento y de la política, que la vida privada de las mujeres es una cuestión pública, que el sexo es político, que la producción de hijos es una explotación de las mujeres y que solo alcanzando el poder político la mujer como clase con el feminismo como ideología, podremos cambiar este mundo donde el poder patriarcal está siendo el depredador de los seres humanos y del planeta.

Fue muy emocionante y alentadora su declaración: “Como feminista, me siento más optimista que como ciudadana, ya que estoy vinculada a un movimiento internacional. Es consolador el derecho del internacionalismo. Verdaderamente, el nacionalismo es una idea fatal, y en Estados Unidos es una especie de tumor maligno. La internacionalización del feminismo es una gran esperanza para todos, es lo que nos vincula con las mujeres de Nicaragua, de El Salvador, de Francia, de España”. Gracias a Kate, como a tantas otras pensadoras feministas que se separaron tanto de las melifluas teorías liberales de la diferencia y la igualdad como de la rigidez del análisis marxista de la clase proletaria como única en su enfrentamiento con el capital,  para reflexionar con sus propias herramientas del estudio y la experiencia que proporciona ser mujer, hemos podido elaborar una teoría científica sobre el feminismo. Esa que nos permite ahora afirmar que “nos constituimos como partido porque es la fuerza organizada de una clase social. Porque como clase explotada queremos acceder al poder. Porque hoy ya no somos un sexo, ni un género, ni las esposas, ni las amantes ni las compañeras de los hombres, ni las madres de nuestros hijos, ni seres humanos que piden ser iguales a los hombres. Hoy somos una clase en lucha.” Sevilla, 16 septiembre 2017.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/09/16/kate-millet-in-memoriam/

Imagen: http://mujericolas.blogspot.com/2016/09/kate-millett-escritora-activista-y.html

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Libro escolar turco enseña que la mujer debe obedecer al marido

Turquia/11 septiembre 2017/Fuente: La Revista

Un nuevo libro de texto del Ministerio de Educación de Turquía, que será utilizado este curso en una asignatura de contenido religioso, señala que la esposa debe obediencia al marido y que está prohibido casarse con ateos, informa hoy el diario turco Cumhuriyet.

El libro, parte de la asignatura «Vida del profeta Mahoma» y destinado a los dos últimos cursos de la enseñanza secundaria (para alumnos de 16 y 17 años), expone una serie de normas para la relación entre los sexos.

El texto dice que «el hombre está al cargo de la familia» y que la esposa «le debe mostrar afecto, respeto y obediencia», una sugerencia incompatible con la legislación turca, basada en la igualdad de los sexos.

También asegura, en contradicción con la ley, que está prohibido «casarse con ateos, politeístas o apóstatas» y pide «guardar la castidad hasta casarse» y «no encontrarse con el otro sexo salvo bajo el paraguas protector del matrimonio».

La reforma educativa de Turquía, llevada a cabo antes del verano, provocó serias polémicas en el Parlamento y entre el profesorado, ya que los sectores progresistas denuncian que ha supuesto un recorte de materias científicas y artísticas a favor de un mayor peso de la religión.

Entre los detalles más debatidos de la reforma estaba la promesa del Gobierno islamista turco de desterrar del currículo escolar las teorías «viejas y podridas» de la evolución formuladas por Darwin.

Fuente: http://www.larevista.com.mx/internacional/libro-escolar-turco-ensena-que-la-mujer-debe-obedecer-al-marido-17153

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Mujeres que huyen

Por: Lidia Falcón

Después de Juana Rivas una mujer de Málaga, Carmen P. ha huido de su casa con sus dos hijos para no entregárselos al padre que los reclama. Previamente, en mayo, Carmen había presentado una denuncia por maltrato contra su marido y obtenido incluso una orden de protección a su favor, pero que no debe de haber sido eficaz, ya que Carmen ha optado por garantizarse su propia seguridad poniendo la suficiente distancia entre ella y el padre de las criaturas.

Tanto la justicia como la legislatura de nuestro país deberían plantearse por qué estas mujeres han decidido abandonar su domicilio habitual y esconderse con sus hijos, con todos los problemas que podemos imaginar que tal situación conlleva, antes que permitir que el progenitor los tutele.

Para mantenerse en la clandestinidad, cuando las fuerzas de seguridad te están buscando, hace falta dinero, apoyo de otras personas, vivir en alojamientos poco preparados y tantas veces incómodos, abandonar familia, amigos, conocidos, vecinos, barrio habitual, si además se pierde el empleo las consecuencias son peores. Los niños viajan aturdidos dejando atrás colegio y amigos, abuelos y tíos y primos. Todos estos riesgos e inconvenientes los arrostran las madres porque quieren a sus hijos y necesitan alejarlos de un padre maltratador.

Claro está que el coro de defensores de los machistas –que ya se ha expresado estentóreamente- hablará de la maldad de la madre y la calificará de desquiciada. Calificativo este muy menudeado contra las mujeres. La prensa británica calificó de “locas” a las sufragistas durante 70 años. No las identificó por ningún otro nombre. La magistrada -¡hay que ver que plantel de juezas tenemos!- del proceso de Carmen ha dispuesto, a petición del Ministerio Público, que se emita un informe psicosocial para analizar la veracidad de la declaración judicial de la mujer desaparecida con sus hijas. Resolución que toman la mayoría de los miembros y miembras de la judicatura cuando se trata de actuar contra un delito de violencia machista. Si se tratara de cualquier otro de la larga lista que posee el Código Penal, jamás se les ocurriría pedir un informe psiquiátrico del ciudadano que denuncia un robo, una agresión, una estafa, un accidente de circulación, etc.

Pero las mujeres son por definición sujetos de maldad y desconfianza desde que el Código de Hanmurabí las calificó peores que el veneno, las serpientes, el viento del desierto, la enfermedad y la muerte. Repasar aquí la serie de insultos y maldades que les han atribuido a las mujeres los grandes hombres que han regido el poder político, religioso, cultural de todos los países, durante miles de años, es tarea imposible para un artículo. Les remito a mi libro Mujer y Sociedad, publicado hace 50 años.

A pesar de la Ley de Violencia de Género, que cumplirá pronto 13 años, a pesar de la Ley de Igualdad -¡que ironía!- que tiene 10, a pesar de todos los avances que el Movimiento Feminista ha obtenido en estos 42 años de la última etapa, las mujeres son consideradas sujetos de segunda categoría como corresponde a su estatus de clase explotada.

Del mismo modo que los negros en EEUU, a pesar de las Constituciones y leyes que garantizaban su igualdad fueron objeto de toda clase de discriminaciones y marginaciones, las mujeres –en el mundo entero- siguen viviendo en sociedades patriarcales que las esclavizan, las maltratan, las explotan, las humillan y no las consideran sujetos de derecho. En España hasta el año 2000 el Tribunal Supremo no decidió que el testimonio de una mujer tenía el mismo valor que el de un hombre.  

Pero ni esta declaración del más alto tribunal de nuestro país influye en el criterio de los jueces, aunque sean tan prestigiosos como José Antonio Martín Pallín, que ostenta todos los honores de haber sido Magistrado y fiscal del Tribunal Supremo y es magistrado emérito del mismo. Como ilustre jurista ha sido miembro del Comité de Bioética de España, miembro numerario del Instituto de Estudios Canarios, del Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía y la Democracia en el Paraguay, de la Asociación Hispano-Alemana de Juristas y de varias misiones especiales sobre derechos humanosorganizadas por Amnistía Internacional (Venezuela, México, Perú). Fue Premio Jurista 1996 de la Universidad Complutense de Madrid, Presidente de la Asociación pro Derechos Humanos de España, Presidente de la Unión Progresista de Fiscales, Portavoz de Jueces para la Democracia y Vicepresidente del Foro Milicia y Democracia.

Pues bien, José Antonio Martín Pallín ha terciado en la dramática polémica respecto a la situación de Juana Rivas y sus hijos defendiendo apasionadamente la necesidad de cumplir la ley y las resoluciones judiciales. Con un criterio gremialista y legalista que no le conocía, asegura que las resoluciones judiciales que la afectan han sido tomadas en estricta aplicación de la ley –lo que debe de ser cierto dada la escasa protección que la Ley de Violencia presta a las mujeres- y con criterios de equidad y justicia perfectos.

Esa defensa a ultranza no solo de la ley sino también de las resoluciones judiciales no la practicaba Martín Pallín cuando era uno de los valientes defensores de los Derechos Humanos, conculcados habitualmente por el sistema legal y las resoluciones judiciales. Se ha manifestado innumerables veces contra la tortura practicada en tantas ocasiones por las diferentes policías, contra sentencias injustas, contra leyes sin proporcionalidad ni equidad. Pero entonces estaba defendiendo a opositores al poder, a disidentes políticos, acusando a corruptos, etc. Ahora se trata de defender a mujeres de sus maltratadores, y con ellas a los niños, los más débiles, y esa es otra cuestión.

En este caso Martín afirma que: “No me entra en la cabeza que los servicios jurídicos de nuestro Gobierno o de la Junta de Andalucía no hayan valorado esta situación y no hayan aconsejado, con firmeza, que la situación exigía la entrega de Juana Rivas, voluntaria o ejecutada de manera coercitiva… ante determinados excesos y manipulaciones… (hay que afirmar) que un condenado por un episodio de malos tratos no es un reo de por vida, que tiene derecho a la reinserción, a la cancelación de sus antecedentes y a organizar su vida futura, sin que pesen sobre él, como una losa permanente, las condenas del pasado.… La petición de auxilio judicial para hacer cumplir la sentencia italiana, como era de esperar,  llegó a los juzgados españoles que, cumpliendo escrupulosamente los compromisos internacionales y con las normas, usos y costumbres del derecho internacional que rige entre las naciones civilizadas, pusieron en marcha los mecanismos para hacer ejecutar la sentencia italiana, acordando la devolución de los hijos al padre… El tono y la agresividad de grupos y sectores comenzó a elevarse llegando a violentar gravemente, hasta extremos que pudieran lindar con Código Penal, la libertad y la independencia de los jueces españoles, tachándoles poco más o menos de prevaricadores y llegando a presentar una denuncia del Consejo General del Poder Judicial para que se investigue a una jueza que no había hecho más que cumplir estrictamente con la ley para salvaguardar el Estado de derecho y el prestigio internacional de nuestro país. Juana está ahora en la casa construida sobre un espacio, formado por una comunidad de naciones, que tiene como lemas, la libertad, la seguridad y la justicia”. Ya ven.

Sin embargo, José Antonio Martín Pallín, estricto defensor de la legalidad española y europea,  en noviembre de 2016, acerca de las agresiones contra algunos miembros de la Guardia civil cometidas por vecinos de Alsasua manifestaba que: “El procesamiento de los nueve de Alsasua es desorbitado y está fuera de la realidad socia”. El magistrado emérito del Supremo cree que se ha producido una ‘sobreactuación judicial’ que complica los intentos de convivencia en el País Vasco y Navarra, tras el anuncio de ETA de dejar las armas. “El Derecho no está para crear conflictos, sino para solucionarlo”.

Pero naturalmente el caso de Alsasua es un tema político y el de Juana Rivas es un asunto privado; los acusados y las víctimas en Alsasua son todos hombres; la acusada Juana es una mujer y las víctimas son dos menores, y el ilustre jurista y defensor de la equidad y los derechos humanos José Antonio Martín Pallín se siente de pronto herido en su categoría varonil, retado por una débil y tonta mujer y los menores le importan un comino.

En vista de que ni las policías ni las juezas ni los psicólogos ni aún los más ilustres activistas de derechos humanos las defienden, las mujeres han decidido huir. Si continúa en vigor la misma Ley de Violencia e idéntica política judicial, tendremos decenas de madres escondidas viviendo en la clandestinidad con sus hijos, en busca y captura por orden judicial y consideradas delincuentes, mientras los maltratadores viven libertad como hombres decentes, considerados víctimas de la maldad de su mujer.

Y fabricaremos una generación de menores criados en el miedo y el odio a su padre y el total rechazo a la justicia de nuestro país.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/09/04/mujeres-que-huyen/

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Una de cada cuatro mujeres justifica y acepta las agresiones del marido en Angola

Fuente: ABC

Unos 2.000 casos de violencia doméstica al día sacuden la ex colonia portuguesa.

La violencia machistaalcanza niveles preocupantesen la ex colonia portuguesa de Angola, donde una de cada cuatro mujeres justifica y acepta las agresiones físicas que sufren por parte de su marido. Es decir, un 25% de la población femenina se flagela con una resignación que encuentra su caldo de cultivo en el bajo índice educativo reinante en un país gobernado con mano de hierro por el dictador José Eduardo dos Santos desde hace 38 años.

Los datos salen a la luz en vísperas de las «elecciones» que determinarán el 23 de agosto quién sucede al tirano en el poder, aunque se trata de un proceso con escasas garantías democráticas, de acuerdo con las advertencias y denuncias de la oposición en la clandestinidad.

El Instituto Nacional de Estadística de Portugal ha colaborado con el Ministerio de Salud de Angola para poner en pie tan alarmante estudiosobre el día a día de cientos de abnegadas esposas en ese enclave africano. Porque, además, se da la circunstancia de que ese porcentaje supera incluso al de hombres que opinan de manera similar, asentado en el 21%.

Aceptan las agresiones y les justifican

 Las mujeres en cuestión no solo aceptan el hecho de ser agredidas sino que piensan que ellos tienen razón en varios de los supuestos objeto de análisis, tal cual certifica un informe relativo a 2015 y 2016.

Los motivos que llegan a interiorizar las afectadas van desde atreverse a discutir hasta dejar quemar la comida en el fragor de las palabras, pasando por salir de casa sin avisar, descuidar la atención a los niños y rechazar al hombre cuando le proponga mantener relaciones sexuales.

Y todo en una nación con grandes diferencias entre la capital, Luanda (la ciudad más cara del mundo, en medio de la creciente pobreza que impera en el resto del territorio), y las provincias de Malanje o Bié, por citar solo dos ejemplos.

«Los casos de hombres y mujeres que están de acuerdo en que el marido pegue a su esposa disminuye en las regiones con un mayor nivel de escolaridad», refleja el estudio, realizado con la ayuda técnica de Unicef.

Los números lo refrendan: solo un 9% acepta la violencia doméstica en Cuanza Norte, mientras que el porcentaje se dispara hasta el 47% en el caso de Malanje.

Infidelidad del marido

No obstante, tampoco puede olvidarse otra de las conclusiones del informe: un 16% de los hombres y mujeres con título de enseñanza secundaria llega a asimilar los mismos argumentos que rigen las agresiones.

Más aún: un 53% de la población femenina del castigado país no ve los ataques en su contra como una justificación de peso para negarse a satisfacer los deseos sexuales de ellos. Y es que la sociedad angolana está habituada a comprender ese rechazo solo en caso de que se descubra lainfidelidad del marido.

El Foro de Mujeres Periodistas de la ex colonia lusa ha tomado cartas en el asunto con otras revelaciones añadidas para poner de relieve que ladesigualdad entre hombres y mujeres campa a sus anchas allí.

De acuerdo con sus estimaciones, unas 2.000 esposas sufren agresiones diariamente a lo largo de ese territorio de habla portuguesa.

Una de sus portavoces, Susana Mendes, declaró en la radio de Lisboa que esta cantidad es, en realidad, mucho mayor. ¿La razón? Se desconocen las verdaderas estadísticas, en vista de que muchas mujeres angolanas no se atreven a denunciar a sus agresores, en gran parte por falta de preparación y por desconocimiento de unos derechos que, con todo, apenas son reconocidos en Angola.

La policía no ayuda

La situación de falta de garantías queda retratada con el episodio de privación de libertad vivido por el rapero y activista Luaty Beirao, acusado de un delito de «conspiración» por el régimen de José Eduardo dos Santos.

Por si fuera poco, los momentos «kafkianos» aguardan a las mujeres que se deciden a acudir a las comisarías, asoladas por unos altos índices de corrupción.

De hecho, el mencionado Foro acredita que varias de las personas del género femenino que osaron dar el paso se encontraron con respuestas de los agentes tipo: «¿Por qué se te ocurre hacer cosas que desagradan a tu marido?».

El resultado es que las afectadas caen abatidas en un pozo de desesperación que las lleva a resignarse a convivir con semejantes grados de violencia.

En este contexto, en absoluto es extraño que las pocas organizaciones dedicadas a dar cobijo a las víctimas tengan que recurrir al sustento de los colectivos solidarios portugueses.

«Las agresiones no cesan porque continúa la impunidad de los agresores», reconoce desde Lisboa la activista Delma Monteiro, a quien le viene a la mente la muerte de la conocida periodista radiofónica Márcia Salupendo, toda una estrella en Angola y que perdió la vida después de ser salvajemente golpeada por su entonces compañero sentimental, Chimbalanga Mariano, un funcionario gubernamental de la dictadura.

Fuente: http://www.abc.es/sociedad/abci-cada-cuatro-mujeres-justifica-y-acepta-agresiones-marido-angola-201708071958_noticia.html

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La escuela en la India que libera a niñas de la prostitución y las convierte en abogadas

India/17 julio 2017/Fuente: Codigo Nuevo

Imagina una ciudad del tamaño de Barcelona en la que todos sus habitantes son vendidos cuando todavía son niños, maltratados sistemáticamente y obligados a ejercer la prostitución hasta con 20 clientes cada día. Sin derechos, sin voz y sin nadie que se preocupe por si podrán soportar un día más unas condiciones de vida inhumanas. Esta es la dura realidad de 1,2 millones de niñas que son víctimas de la prostitución infantil en la India. Un fenómeno que ni siquiera la estricta legislación del país ha conseguido frenar debido a la aceptación social en grandes regiones del país y que la Justicia apenas consigue condenar al 23% de los proxenetas denunciados.

Captura-de-pantalla-2017-07-17-a-las-12.22.17  -mileniales- La escuela en la India que libera a niñas de la prostitución y las convierte en abogadas

 Pero la fundación holandesa Free a Girl (Libera a una chica) se ha propuesto hacer algo para acabar con el infierno de estas niñas. Desde abril, la  School for Justice (Escuela por la Justicia) ayuda a 19 jóvenes que sobrevivieron al abuso de los proxenetas y sus clientes a conseguir la educación necesaria para acceder a la universidad y estudiar la carrera de Derecho. La estrategia es brillante. Según explica al diario Huffington Post la fundadora del proyecto, Evelien Hölsken, el objetivo del proyecto no es solamente rescatar a estas chicas de las garras de la prostitución sino convertirlas en las mejores abogadas y fiscales posibles para erradicar la impunidad de la que gozan los explotadores en la India.

En la India estas chicas no son vistas como víctimas sino como mujeres de mal vivir o simplemente demasiado vagas para trabajar”, resume Hölsken aclarando que esta oportunidad les permitirá lavar su imagen a la vez que contribuirá a que la sociedad entienda la gravedad del problema de la prostitución infantil. “La sociedad nos sigue tratando como algo ajeno, casi como un insecto que no tiene derecho a vivir o a formar parte de la sociedad. Mi familia sigue sin aceptarme”, sentencia Kalyani, una de las chicas rescatadas por la Escuela por la Justicia que, junto a sus compañeras, convive y estudia cada día bajo el mismo techo hasta que por fin pueda acceder a la universidad gracias a una beca.

Captura-de-pantalla-2017-07-17-a-las-12.18.50  -mileniales- La escuela en la India que libera a niñas de la prostitución y las convierte en abogadas

Pero salvar la vida de estas chicas no es gratis. Mantener a cada una de ellas cuesta 2.970 euros por año, es decir, 56.457 euros que la fundación Free a Girl obtiene a través de donantes en Holanda pero que muy pronto ampliará a otros países permitiendo el rescate y educación de más chicas en la Escuela por la Justicia. De hecho, es muy probable que el programa pronto comience a funcionar en Brasil un país en el que, según Unicef, existen al menos 250.000 niñas que son forzadas a ejercer regularmente la prostitución por sus familias que, en la mayor parte de las ocasiones, ejercen como proxenetas para garantizar una fuente de ingresos fija aunque suponga arruinar la vida de la próxima generación.

Fuente: http://www.codigonuevo.com/escuela-india-libera-ninas-prostitucion-abogadas/

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¿Y cómo lo hace?

Por: Gloria Hurtado

Esta mañana escuché la noticia y sentí el peso del absurdo. La policía de Bogotá encontró a 5 niños solos, en un cuarto, “al mando” de su hermana mayor de 13 años. Las edades son 11, 9, 7, 4 y 2. Preguntando por sus padres, la niña grande respondió: “papá nos dejó y mi mamá está trabajando en una bodega”. La policía junto a ICBF optaron por llevarse los niños a un hogar de paso mientras esperaban que la madre se presentara. Doce horas después llegó la señora. La denuncia de abandono la colocó el dueño del cuarto que la madre había alquilado para ella y sus hijos.

Sí, comenzará un proceso y posiblemente se los “quiten”. Posiblemente la censuren por el abandono a sus hijos. Muy posiblemente le den lecciones de maternidad y responsabilidad. Le harán ver el inmenso compromiso que tiene con esos niños y los riesgos a los que los expone al dejarlos solos. Muy seguramente la “castiguen” por su actitud “despreocupada” y socialmente sea catalogada como una “mala madre”. Pero, alguien me puede explicar ¿cómo hace una familia como estas para sobrevivir? ¿Cómo mantiene esta señora a sus hijos sino “los abandona” para ir a trabajar? Claro, la hermana mayor “ni soñar” con que pueda ir a estudiar. Ella es una madre “sustituta” y ya tiene la carga de sus hijos- hermanos y desde ya también deberá entender y sentir que la vida de una mujer es “eso”, sacrificarse por otros, renunciar a sus sueños y esperar que “aparezca” un príncipe azul que la “libere” de la carga. Ingenua ella, posiblemente lo que hará es “agrandarle” la responsabilidad con mas bocas que cuidar. A nombre claro del amor o de algo “parecido” al amor.

Pero no hay educación, ni planificación familiar, ni autorización para abortos cuando suceden “accidentes” desde la ignorancia. Mujeres como estas “atrapadas” por sus hijos porque alguna vez desearon tener un poco de placer, o de ilusión o de fantasía (o todas las anteriores) y se acostaron con un macho tan infantil como ellas y engendraron hijos. ¿Qué sigue? ¿Cómo detener esta cadena de absurdos?  Es entonces cuando vale preguntar por la “linda” maternidad que vende la cultura occidental, donde los niños, rollizos y sonrientes, “engrandecen” la vida de la mujer y la hacen sentirse orgullosa de su destino y de su misión. ¿Será que sí? ¿Usted cree que la mamá de estos niños puede atisbar de pronto lo que quiere decir felicidad, realización, optimismo, expectativas para el futuro? ¿Usted cree que la imagen idealizada de la maternidad es una idea que debe seguir fomentándose como el paradigma de realización femenino? ¿Cuántas mujeres como estas hay en Colombia? ¿Cuántas familias como estas se multiplican en nuestro país, para “honrar” la moral y las buenas costumbres?

Mientras nuestra cultura siga creyendo que el ideal femenino es la maternidad y además castigue socialmente a la mujer que no desee perpetuar este modelo, o la censure por ser “mala madre” y tener intereses personales o necesidades básicas diferentes, tendremos situaciones como estas en todo el país. ICBF se seguirá llenando de hijos “abandonados”, no reconocidos o no adoptados, cuyo futuro depende de lo que el Estado haga por ellos. La maternidad como ideal de vida femenino necesita una revisión. O usted tiene respuesta concreta para la “mala” madre de los 5 hijos de Bogotá.

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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Ser mujer bajo el franquismo

Por: Lidia Falcón

Esta mañana del 28 de junio el Grupo Parlamentario Unidos Podemos nos rindió un homenaje a los represaliados por el franquismo. Ha sido breve pero emotivo.

Con la asistencia de pocos de los supervivientes de aquella barbarie,  los discursos de alguna de las víctimas y de los representantes de los partidos que forman la coalición, más las aportaciones del PNV, PDCat, y Odón Elorza. Y fueron denunciadores de los horrores de la represión que se ejerció durante 40 años –en algunas regiones más- sobre los obreros, los políticos, los sindicalistas, los maestros, los luchadores vecinales y estudiantiles, los escritores y los artistas, los republicanos, los masones y los anarquistas. Y estuvieron bien.

Pero únicamente Julia Hidalgo, representante del PCE, recordó a las mujeres, que anónimamente, lucharon sin descanso y sin tregua contra la dictadura.  Y yo pregunto, ¿no hay manera de que algún dirigente político se acuerde de que existieron mujeres en el país? ¿Y que fueron perseguidas y encarceladas y torturadas y fusiladas? ¿Tiene que ser siempre, y únicamente, otra mujer –porque no todas las que hablaron las recordaron- la que rinda homenaje a sus compañeras? Ninguna pancarta portaba rostros de mujer. Ni siquiera las 13 Rosas fueron recordadas.

En mi libro En el Infierno – Ser Mujer en las Cárceles de España, escribí:

“Este libro va dedicado a todas las mujeres que sufrieron en el más indiferente anonimato, la persecución, el arbitrario encarcelamiento, el desprecio y la humillación de sus guardianes y de sus jueces, en el largo calvario de nuestro país bajo la dominación fascista…Las mujeres españolas, mientras dedicaban toda su energía a mantener con pleno rendimiento la industria de guerra y la producción de paz, la agricultura, la escuela y el hospital, soportaron, primero los bombardeos y el hambre en la catástrofe guerrera, sufrieron más tarde el derrumbamiento de sus hogares, la derrota de sus esperanzas, y con la muerte en el alma, enterraron a sus padres, a su marido, a sus hermanos, y siguieron cumpliendo el papel asignado desde siempre: parieron y criaron a sus hijos, trabajaron en los campos y en las fábricas, manteniendo vivo el fuego de los ideales por los que habían muerto los suyos.

Las mujeres de nuestro pueblo supieron ser fieles a sus héroes y mártires. Durante cinco, diez, veinte años ininterrumpidos esperaron a sus hombres en las puertas de las cárceles, haciéndoles más llevadera la prisión con sus visitas, con sus cartas, con sus paquetes difícilmente conseguidos. Educaron a sus hijos, garbanzo a garbanzo y remiendo a remiendo en la devoción a la padre preso. Y los hombres que ganaron el respeto y la admiración del mundo entero, pudieron mantenerse firmes y esperanzados gracias al sacrificio de las ignoradas mujeres que les dedicaron íntegramente los mejores años de su edad. Nunca se han contado un mayor número de fidelidades observadas, sin una vacilación, día a día.

Otras muchas, todas ignoradas, fueron y son héroes y mártires de esa lucha que es también la suya. Murieron en las ciudades incendiadas y en las largas caravanas de la huida. Colaboraron activamente en las organizaciones clandestinas que continuaron la batalla sin descanso. Llevaron los mensajes claves para los grupos de la resistencia, a través de las montañas, burlando los puestos de vigilancia, desafiando los controles y los registros, en el decenio de lucha guerrillera del país. Escondieron hombres y armas en los sótanos de las casas. Recaudaron peseta a peseta el dinero que permitía mantener la huelga, dar de comer a los militantes escondidos, sostener el aparato de propaganda, adquirir la documentación falsa que salvara la vida de los compañeros. Imprimieron octavillas y folletos y los repartieron a despecho del riesgo. Y en la misma medida que a los hombres, la represión las apaleó, las torturó, y por su condición de mujeres fueron violadas y ultrajadas en los cuarteles, en las comisarías, en las cárceles, en los campos de concentración.

Para ellas no hubo indulgencia sexista. Fueron fusiladas tras un simulacro de juicio y cumplieron condenas de decenas de años, bajo los gritos de los vencedores, en el frío, el hambre y la miseria. Dieron a luz en las enfermerías de las prisiones y lactaron sus hijos en sus exhaustos pechos, alimentados con pan remojado. Sobre el dolor de darles la vida sufrieron la desdicha de verlos morir entre las rejas, o de perderlos arrebatados por la insania de sus carceleros.

Nunca renegaron de sus creencias. Ni indultos ni remisiones de condena les fueron concedidos por mor de su condición de mujeres. Y nadie ha recordado sus nombres, nadie ha escrito su epopeya, porque la historia siguen escribiéndola los hombres. La ayuda económica y moral de los grupos y de los pueblos en lucha se ha volcado en las cárceles de hombres. Para ellos se han escrito los panfletos, se han levantado las masas en multitudinarias manifestaciones, se ha gritado en todos los idiomas la exigencia de justicia. Para ellos se han publicado las páginas literarias más hermosas y vibrantes. El recuerdo y el homenaje a los mártires de la lucha sólo incluyen a las mujeres en ese plural de las palabras que es siempre masculino.

Muchas otras mujeres han caído víctimas de la miseria, de la ignorancia, de la masacre social que ha machacado al pueblo español. Esas mujeres se han prostituido para comer y dar de comer a los suyos, favorecidas por el clima de corrupción, de mercado negro, de especulación y de estafa de un régimen que le señala a la mujer el burdel como única solución. Han abortado mientras la mortalidad infantil alcanzaba el más alto índice de Europa, y los escupitajos de la moral oficial las condenaba a la muerte civil.

La patria que las abandonó y las repudió primero, las amontona después en las cárceles. Las mujeres en prisión no mueven la política ni la sociología ni el arte ni la literatura. En un escalón más bajo, más despreciable, más olvidado que el preso, está la presa. Por ellas no se firman manifiestos, ni se escriben panfletos, ni se editan denuncias. Por ellas no hay interpelaciones en los Senados ni ruedas de prensa ni emotivas acusaciones de personajes influyentes al poder público.

Las últimas ventajas conseguidas en las prisiones de hombres no se han hecho efectivas hasta muy tarde en las de mujeres. Para ellas se dan unas condiciones muy especiales represivas, y su voz es débil y su fuerza escasa. Detrás de los muros carcelarios se ha tendido un impenetrable telón que las entierra.

A todas ellas va dedicado este libro. A las compañeras de luchas, a las compañeras de prisión, que han arrastrado meses y años los sufrimientos del encierra carcelario, sin que nadie las viera, ni oyera sus voces ni recordara sus nombres”.

Todo esto me hubiera gustado poder haber leído esta mañana.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/06/28/ser-mujer-bajo-el-franquismo/

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