Europa/Irlanda/13 Agosto 2017/Fuente:portaluz/Autor:Infocatolica
Arlene Foster afirma que su administración hará «todo lo que esté a su alcance» para resistirse a las presiones del gobierno británico que busca cambiar las estrictas leyes contra el aborto de la provincia.
En una reunión con los responsables de la campaña pro-vida Precious Life, la Sra. Foster se comprometió a proteger las leyes de Irlanda del Norte, enfocándose además en la mejora de la atención de los centros hospitalarios donde se atienden a los recién nacidos y sus madres.
El Partido Uniónista Demócrata de Irlanda del Norte (DUP, por sus siglas en inglés) es objeto de un creciente escrutinio en el resto del Reino Unidos después de acceder a apoyar al debilitado gobierno conservador de Theresa May tras las elecciones de junio.
Los comentaristas y políticos de izquierda han criticado duramente la oposición del DUP al aborto y al matrimonio civil entre personas del mismo sexo, pero el partido norirlandés se mantiene firme y se ha negado a aceptar esas cuestiones en su región autónoma.
La Ley de Aborto de 1967, que legalizaba la práctica en Gran Bretaña, nunca se aplicó en Irlanda del Norte, que sólo permite abortar cuando peligra la vida de la mujer, o existe un riesgo permanente o grave para su salud mental o física.
Recientemente, la ministra de igualdad del gobierno británico, Justine Greening, anunció que las mujeres de Irlanda del Norte que viajen a Inglaterra para abortar podrán hacerlo gratuitamente a través del Servicio Nacional de Salud NHS. Los partidarios del aborto también quieren que el gobierno financie los vuelos a territorio inglés.
Precious Life ha explicado en un comunicado que la Sra. Foster reconoció que Irlanda del Norte «está claraamente bajo presión para cambiar sus leyes pro-vida». Sin embargo «nos aseguró firmemente que el DUP hará» todo lo que esté en su poder «para salvaguardar nuestras leyes actuales y proteger los más vulnerables de nuestra sociedad».
Tradicionalmente, el DUP es un partido protestante radical y anticatólico. Sin embargo, algunos católicos están empezando a votar a dichas siglas como la única opción para defender la enseñanza social tradicional.
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Fuente de la imagen: http://www.portaluz.org/imagenes/fotosdeldia/2619_foster_.jpg
Por: La Izquierda Diario. Virginia Espeche y Julieta Azcarate
La injerencia de la Iglesia en la educación no es nueva. Las docentes también marcharán este 3 de junio, para continuar peleando por la educación laica y el derecho a la educación sexual sin intromisión de la Iglesia.
Este sábado 3 de junio se cumplen dos años de la gran movilización por Ni una Menos, contra toda forma de violencia hacia las mujeres.
Las docentes se movilizarán nuevamente junto a sus estudiantes y las familias de las escuelas, en defensa de la educación pública, laica y gratuita; por la separación de la Iglesia y el Estado y para terminar con los subsidios millonarios a la educación privada religiosa; porque con toda esa plata, podrían construirse escuelas, financiarse planes por los derechos de las mujeres, garantizar las capacitaciones gratuitas y en servicio y generar las condiciones para que los y las estudiantes puedan acceder a su derecho a aprender.
Religión y educación, un debate con historia
La injerencia de la Iglesia en el Estado no es nueva. Y en las últimas décadas volvió a dar un salto: desde los nefastos años de dictadura militar y durante todos los gobiernos democráticos, atravesando los 12 años de gobiernos kirchneristas y ahora con el gobierno de Macri, el Estado no sólo garantizó enormes sumas al financiamiento de la Iglesia Católica sino que le otorgó grandes privilegios.
Esos privilegios y aportes estatales son los que le han dado poder para incidir en los contenidos educativos. Sin ir más lejos, en 2015, el kirchnerismo derogó la ley 1420 que establecía la laicidad de la educación estatal, habilitando que se pueda impartir religión en las escuelas. Como antecedente, en 2008, el gobierno de Urtubey en Salta hizo obligatoria la educación católica en escuelas públicas.
Más plata para religión y menos para educación pública
El gobierno de Macri no se queda atrás. Para incentivar la injerencia de la Iglesia en los asuntos estatales, el año pasado Cambiemos y el FPV le destinaron la módica suma de $134 millones, sin contar las partidas presupuestarias que recibe de las provincias y municipios. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, alrededor del 20 % del presupuesto educativo provincial es destinado a colegios privados católicos.
Por su parte, el Ministro de Educación Esteban Bullrich declaró públicamente que “vendría muy bien que todas las religiones tengan su espacio en las escuelas”, mientras que -no casualmente- se suspendieron las jornadas de reflexión y capacitación docente en Educación Sexual Integral (ESI) en la Ciudad de Buenos Aires.
En el mes de mayor aumento de femicidios, el gobierno elimina dichas jornadas de reflexión, que son muy importantes en las escuelas, ya que no sólo se debate sobre cómo implementar la educación sexual en las aulas, sino que son espacios de organización entre los docentes y también con las familias.
Es todo un gesto político, hacia los docentes, las mujeres, y las familias de la escuela pública.
Cabe recordar que desde la promulgación de la ESI en 2006, los docentes vienen realizando un reclamo histórico de capacitación en servicio para su aplicación en las escuelas, con asignación de presupuesto, planes, contenidos y su reglamentación, y ahora, como “castigo” se eliminaron las jornadas destinadas a tal fin como compensación de los días de paro.
Pero, ¿qué presupuesto puede destinar el gobierno para la ESI si está más dispuesto a financiar a la Iglesia que garantizar la educación sexual en las escuelas? ¿Cómo conquistarán las mujeres el grito por #NiUnaMenos si el Estado continúa dándole poder a la Iglesia y a sus curas pedófilos y abusadores, si los financia y les permite influenciar con sus contenidos retrógrados, misóginos y patriarcales la educación de miles de jóvenes?
Nuestra educación vale más que sus ganancias
Los millonarios subsidios a la educación religiosa se podrían destinar para construir nuevas escuelas, refaccionar y mejorar las existentes, generar programas y capacitaciones gratuitas y en servicio para las y los docentes sobre educación sexual y hasta tener comedores de calidad para todos los estudiantes.
Desde las bancas del PTS en el Frente de Izquierda, con Patricio del Corro como legislador en CABA, se presentó un proyecto para aumentar de forma urgente el presupuesto educativo, la construcción de escuelas y también un Plan de emergencia contra la violencia hacia las mujeres.
También Nicolás Del Caño y Myriam Bregman, precandidato a diputados por provincia de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires, respectivamente, proponen reducir la jornada laboral docente a un cargo de 6 horas, con 4 horas frente al curso y 2 horas para corregir, planificar, para tener más tiempo para recreación y estar con las familias, con un salario igual a la canasta familiar.
Porque una mejor educación es con docentes que puedan dedicar tiempo de su jornada también a capacitarse. Las mejores condiciones para enseñar son las mejores condiciones para aprender. Por eso este 3 de junio las y los docentes vuelven a marchar, por Ni una Menos, por la separación de la Iglesia y el Estado y por la educación pública, laica y gratuita.
Autores/as: CINEP/PPP, Centro de Investigación y Educación Popular/ Programa por la Paz, Fundaciòn Tierra y NITLAPAN/UCA
Responsables: Asociación para el Desarrollo de la Mujer Negra Costarricense
Año: 2016
Ciudad/País: Bogotá, Colombia
Editorial: CLACSO
ISBN: 978-958-644-210-7
Sinopsis: l Programa Mujer y Tierra de la Coalición Internacional por el Acceso a la Tierra —ILC— América Latina y El Caribe fue desarrollado durante 15 meses en los años 2013 y 2014. En él participaron la Asociación Comité de Desarrollo Campesino —CODECA—, de Guatemala; la Asociación para el Desarrollo de la Mujer Negra Costarricense (Centro de Mujeres Afrocostarricenses); el Instituto de Investigación Aplicada y Promoción del Desarrollo Local —NITLAPAN/UCA—, de Nicaragua; la Fundación TIERRA, de Bolivia; y la Corporación de Desarrollo Solidario —CDS— y el Centro de Investigación y Educación Popular/Programa por la Paz —CINEP/ PPP—, en Colombia. Contó con el apoyo logístico y financiero de la Secretaría Global y de la Coordinación Regional para América Latina y el Caribe de la ILC y se desarrolló a partir del trabajo colectivo realizado en dos reuniones presenciales (Bogotá, febrero de 2014, y Cartagena, diciembre de 2014) y varias virtuales, así como a partir de actividades autónomas de las instituciones involucradas. El Programa tenía como objetivo promover el empoderamiento social y económico de las mujeres rurales y sus organizaciones en Bolivia, Colombia, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala. De esta manera, se planteó la realización de tres acciones para cada uno de los países: (i) construcción de diagnósticos locales sobre la gobernanza responsable de la tierra frente a las mujeres rurales, usando herramientas Presentación El Programa tenía como objetivo promover el empoderamiento social y económico de las mujeres rurales y sus organizaciones en Bolivia, Colombia, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala. 6 como las Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques en el contexto de la seguridad alimentaria nacional —DDVV—. Además, se desarrollaron (ii) ejercicios de formación y acompañamiento a organizaciones de mujeres rurales, en los que se incluyeron temas relativos a la gobernanza responsable de la tierra y otros recursos naturales y a la evaluación de género de políticas agrarias, así como a derechos específicos de este grupo.
Netflix está a punto de estrenar su primera serie totalmente producida en España, ‘Las chicas del cable’, que narra las vivencias de un grupo de telefonistas en los años 20. De la mano de tres operadoras reales, descubrimos los secretos de este disciplinado oficio que permitió a cientos de mujeres incorporarse al mercado laboral. «Me espabiló mucho la Telefónica», señala Magdalena Martín, la última telefonista de España. El cierre de su centralita manual la dejó sin trabajo en 1988.
“¿Qué población desea?” “Con Barcelona hay dos horas de demora, cuelgue y le llamaremos”. A sus 93 años, Celina Ribechini no solo recita de memoria las frases que repetía una y otra vez en su trabajo de telefonista hace más de siete décadas, cuando las manos femeninas conectaban cables de las centralitas para establecer las llamadas.
Esta bilbaína también recuerda con exactitud el examen que aprobó en 1942 para conseguir un puesto en la central de Pamplona de la joven Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), fundada en 1924. Además de cumplir los requisitos para presentarse a las oposiciones (ser soltera, tener entre 18 y 27 años, no utilizar gafas, ser capaz de separar los brazos 1,55 metros o mostrar un certificado de buena conducta), realizó una prueba con los auriculares, dos dictados (“uno deprisa y otro despacio”) y respondió a unas “cuantas cuestiones de geografía, un poco de historia y de cultura general”.
“En aquella época no pude estudiar y económicamente mi casa estaba muy mal, había que sacar dinero”, explica Celina a HojaDeRouter.com. Hoy doctora en Historia por la Universidad de Deusto (defendió su tesis después de jubilarse), aquellas pruebas a las que se presentó tras realizar el Servicio Social obligatorio marcarían su futuro y el de muchas otras jóvenes que pasaron a trabajar delante de un panel repleto de clavijas y luces.
Tiempo atrás, en 1928, el año en que Alfonso XIII realizó la primera llamada transoceánica desde el Edificio Telefónica de la Gran Vía madrileña, comenzaban a trabajar en la capital las cuatro protagonistas de la primera serie de Netflixenteramente producida y rodada en España.
‘ Las chicas del cable’, cuyos nueve primeros episodios verán la luz este viernes de forma simultánea, refleja el día a día de las mujeres que ponían en contacto a los abonados, manejando los cables con asombrosa rapidez. Un oficio exclusivamente femenino (si bien los primeros operadores eran hombres) que permitió a muchas mujeres incorporarse al mundo laboral, lo que no era lo habitual en la época.
MUJERES, SOLTERAS Y JÓVENES
Organizadas por turnos, las operadoras de la central telefónica de Pamplona permitían que los abonados se comunicaran las 24 horas del día en cualquier momento del año. La disciplina era casi militar: unos minutos antes de su hora de entrada, se cambiaban para ponerse su uniforme azul. Una sucesión de timbres les avisaba de que debían prepararse y, poco después, entrar en la sala.
En correcta formación y con “la vigilanta al frente” (la encargada de controlar el tráfico), cada operadora se dirigía a su “posición” en el cuadro de conexiones, sustituyendo a la anterior, que también salía en rigurosa fila.
En un primer momento, Celina desempeñaba su labor en una “torrecilla”, una mesa apartada del cuadro de operaciones. Recibía las llamadas, recogía los datos del abonado y los anotaba en un tique para que otra compañera pusiera después la conferencia, un labor que ella también realizó posteriormente. “Cuando tenías que ir al servicio se lo tenías que decir a la vigilanta para que viniera otra. El cuadro no se podía dejar libre”, rememora Celina.
Aunque reconoce que el trabajo “era duro”, le satisfacía realizar un trabajo que le permitía ser independiente en lo económico. “Mi madre murió, mi padre se casó otra vez, sin eso no sé qué hubiera sido de mí. No me tuve que humillar ante nadie. Con lo que he tenido, he salido y he podido llegar a la situación en la que estoy hoy”, aprecia Celina.
Ser soltera le permitió conservar ese trabajo, pues las casadas, en aquellos años, eran obligadas a dejar su puesto de telefonistas (en el Fuero del Trabajo de 1938ya se hablaba de “liberar a la mujer casada del taller y de la fábrica”). “ Mi hermana, que desgraciadamente murió por aquel entonces, tenía novio, se iba a casar y sabía que iba a tener que dejar el trabajo. Podía pedir una excedencia en el caso de que se quedara viuda o el marido enfermara”, recuerda.
Que algunas mujeres se quedaran solas trabajando por la noche también era algo excepcional en la dictadura. Según nos cuenta Celina, muchas aprovechaban la tranquilidad nocturna, frente al ritmo frenético que llevaban durante el día, para llamar a sus novios o charlar con los redactores de periódicos que “terminaban a esas horas y se aburrían”.
También había hueco para el puritanismo en las centralitas. “‘Tilín! ¡Tilín! Campanitas de la Virgen”, anunciaba una operadora desde la central de Logroño a las cinco de la mañana. Tras contactar con todas las centrales de España, convocaba con esa llamada a las telefonistas para que rezaran el rosario poco antes de que los transportistas comenzaran a coger el teléfono al alba.
Las mujeres que desempeñaban el oficio también tenían que pasar los festivos delante de las luces y clavijas. Celina aún recuerda que, en Nochevieja, los mecánicos y ellas lo celebraban juntos “un poco”, minutos antes de la doce. Pasada esa hora, la sala se volvía “un incendio de llamadas”.
UNA VIDA INDEPENDIENTE EN MADRID
Lola Blasco también tiene el recuerdo de comerse las uvas delante del cuadro de conexión. Esta operadora comenzó a trabajar en Telefónica años después que Celina, ya en los 60, aunque su trabajo era similar. Tras estudiar el bachillerato (un hecho que, según nos cuenta, extrañó al jefe de personal), consiguió un puesto en la central de Alicante con tan solo 18 años.
Tiempo después pidió el traslado para trabajar en Madrid, como ‘Las chicas del cable’ de Netflix. “Yo es que era un poco adelantada a mi tiempo. Me gustaba vivir y me fui a Madrid”, asegura. Más de doscientas telefonistas trabajaban en su misma unidad del Edificio Telefónica, destinada a atender las llamadas de la provincia de Madrid. “Un señor marcaba el 09, ‘póngame con Alcorcón’, y entonces dices: ‘¿qué número quiere usted de Alcorcón?’”, recuerda Lola.
Tras conectar un extremo del cable a la clavija de la luz que se encendía, la telefonista se comunicaba con el abonado y conectaba el otro extremo con el centro al que deseaba llamar. Mientras los interlocutores conversaban, ellas manejaban una llave que les permitía oír la conversación. “Había que observarlo porque antiguamente se cortaban mucho las comunicaciones”, justifica Lola.
No obstante, durante los seis meses del cursillo de formación que tuvo que pasar para ser operadora, la enseñaron que debía guardar secreto. Tampoco es que tuviera tiempo para fijarse en los detalles. A la telefonista le faltaban manos para atender varias llamadas a la vez, y cuando no daba abasto, las luces comenzaban a parpadear para alertarle de las que tenía pendientes.
A ello se sumaba la presión de las observadoras, un grupo de mujeres que paseaban detrás suya, sin que se percatase, para comprobar si trabajaba y se dirigía correctamente a los abonados. Pese al frenético ritmo de trabajo y al control férreo y constante, Lola no supo de ningún despido.
“En los años que he vivido en Telefónica, nunca, porque aunque no quisieras trabajar, del ‘trabajazo’ que había tan tremendo tenías que hacerlo […] Y sin aire acondicionado, cariño. Aquí en Alicante yo he visto cómo se caía la gente en el mes de agosto mareadas”, rememora.
Lola cree que las jornadas duraban siete horas precisamente por la intensidad de la labor (“ocho no había cuerpo humano que lo hiciera, era a tope desde que entrabas sin parar”), aunque eso sí, disponía de dos emergencias para ir al servicio y un descanso de media hora en una sala donde las telefonistas se reunían para tomar un bocadillo o un café.
Pese a la disciplina casi militar, el ambiente de compañerismo ayudaba a que el trabajo en Telefónica se hiciera más llevadero. Las jefas de sala y unidad eran como “madres” para Lola, y las otras telefonistas se convirtieron en sus amigas. “Las compañeras éramos una piña”, recuerda.
Además, los sueldos permitían “vivir bien”, aunque la mano de obra femenina fuera más barata, y en Madrid gozaba de independencia, ya que vivía en un piso compartido con unas amigas. Como no le gustaban los domingos, cambiaba a sus compañeras esas jornadas para tener días libres entre semana y poder pasear más tranquila por las calles de la capital o visitar el Museo del Prado, ya que la pintura es una de sus pasiones. “La experiencia que he tenido en Madrid ha sido maravillosa”, considera.
LA TRISTEZA DE LA ÚLTIMA TELEFONISTA
Magdalena Martín también ponía en contacto a los abonados, aunque a diferencia de Celina y Lola, no lo hacía en una gran capital, sino desde su propia casa en Polopos, un pueblo de la Alpujarra granadina que contaba con 260 habitantes y tan solo 46 abonados. “Llamaban desde sus casas y en mi casa se encendía una ‘lucecica’ y sonaba un timbre, y entonces yo iba corriendo, le metía la clavija a la luz y decía ‘dígame’ ”, describe Magdalena, la última telefonista de España.
Los que no disponían de teléfono iban a su casa a solicitar la llamada. Si alguno de ellos era el destinatario, la propia Magdalena se desplazaba al lugar donde estuviera el vecino para decirle un “venga usted a las 4 que le va a llamar su hija”. Un trabajo que le permitía conocer de primera mano las buenas y malas nuevas del pueblo, desde los nacimientos a las muertes, aún sin escuchar las conversaciones: los propios abonados le informaban al charlar con ella. Tanta confianza llegaba a tener con los que visitaban su centralita que acabó sabiendo de memoria los números a los que solían llamar.
El primer centro local se abrió en Ajofrín (Toledo) en 1893, y desde ellos se podía acceder a un centro superior (en el caso de Polopos, Albuñoz) para conectar con cualquier punto del mundo. “ Aquí hay muchos extranjeros ”, explica Magdalena. “Entonces pedían conferencias a Dinamarca, a Estados Unidos, a Andorra…”
Ella heredó la centralita de su suegro y se volcó en un trabajo que, a diferencia del que realizaba las telefonistas en la capital, no tenía horarios: había que estar pendiente de las llamadas en todo momento. “ Las 24 horas, aquí no se podía quitar nadie«, recuerda. «Cuando fui a dar a luz tuve que enseñar a una chica para que se quedara con mi suegra, porque era mayor. Si yo iba a misa, mi marido se tenía que quedar en la centralita”.
Pese al crecimiento de las centrales locales (en 1924 había menos de 300; en 1969, más de 10.000), la progresiva automatización hizo que el trabajo de las telefonistas fuera desapareciendo. La última centralita manual fue precisamente la de Magdalena. Las autoridades decidieron celebrar una gran fiesta en Polopos el día de la clausura, el 19 de diciembre de 1988.
Mesas llenas de jamón y vino se llevaron a la plaza, amenizada con música, para los invitados de excepción : José Barrionuevo, el ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones, y Luis Solana, por entonces presidente de Telefónica, que llegaron en helicóptero a la localidad. Los dos se presentaron en casa de Magdalena, que realizó la última conexión para llamar al mismísimo Felipe González, presidente del Gobierno. “Yo estaba muy nerviosa porque mi voz sonó en la plaza”, rememora.
Ella no tuvo ocasión de disfrutar el ambiente festivo de una jornada que se narró en las crónicas de aquel momento y que aún es recordada en Polopos gracias a una placa conmemorativa. “Siempre he atendido el teléfono para luego lo mal que se portaron”, protesta.
Magdalena se quedó en el paro. Al ser una empresa “familiar”, Telefónica se limitó a indemnizarles, pero, según su relato, no le ofrecieron ningún puesto de trabajo. Lo que sí hizo la compañía fue llevarse el cuadro y la silla en la que Magdalena había pasado tantos ratos, incluso el bloc de notas donde apuntaba las llamadas, con el fin de preservar esos objetos que hoy son parte de la historia de las telecomunicaciones.
Tras acabar la fiesta, las autoridades invitaron a comer a su marido, pero no a Lola (“podían haber dicho ‘véngase usted’”), que se quedó en casa sin tener ya abonados a los que poner en contacto. “Me llamaron desde Barcelona y una operadora me dio la enhorabuena porque era la última de España. No se me olvidará nunca”.
Para entonces, Celina y Magdalena llevaban años alejadas del oficio de telefonista. La primera pasó a ser supervisora del Servicio de Abonados, un puesto administrativo que le gustaba menos que el trabajo en el cuadro. “De todos los años que he estado en Telefónica, que han sido 40, los que más me han gustado han sido los que he estado de telefonista”, destaca Celina, una mujer incombustible que, ya nonagenaria, ha publicado el libro ‘Retazos y pinceladas. Historia en Euskalherria’.
Lola, que tiene ahora 68 años, se prejubiló hace una década, tras ser administrativa o asesora comercial, un puesto que la obligó a volver a Alicante. Al igual que la historiadora, recuerda con cariño su etapa como telefonista: “ Fueron los mejores años de mi vida. Dentro del trabajo, los mejores. Éramos amigas y compañeras”.
Como amigas y compañeras son las ‘chicas del cable’ que protagonizan la serie de Netflix, cuatro mujeres que en los felices años 20 lograban incorporarse al mundo laboral desempeñando el extinto y tristemente olvidado oficio de telefonista.
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Las fotografías han sido cedidas por Celina Ribechini (1 y 2), Lola Blasco (3), Francisco Page (4) y Magdalena Martín (5)
Ponencia de Miriam Nobre en el XI Curso OMAL (Bilbao, UPV/EHU, 30 de noviembre de 2016)
La segunda ponencia del XI Curso OMAL estuvo a cargo de Miriam Nobre (SOF-Sempreviva Organización Feminista, Brasil) y trata sobre «Mujeres feministas frente a las grandes corporaciones: el caso de Brasil».
El curso está propuesto con la intención de conocer de primera mano contextos, sectores y procesos de especial relevancia hoy en día en la disputa con el poder corporativo a nivel global, tanto desde una lógica social como institucional. A la par que debatir cuales podrían ser algunas claves comunes para enfrentar actualmente el poder atesorado por las empresas transnacionales.
El Parlamento de la república rusa de Chechenia añadió al proyecto de ley de educación un artículo que autoriza a los alumnos de las escuelas llevar vestimentas y símbolos religiosos, informó a Sputnik el servicio de prensa del Parlamento.
«Ese proyecto representará un apoyo jurídico indisputable para mejorar el funcionamiento de las organizaciones educativas y garantizar el respeto por los derechos constitucionales de los alumnos», dijo el presidente del Parlamento, Magomed Daúdov, citado por el servicio de prensa.
La fuente indicó que el nuevo artículo no contradice la Ley Federal sobre la Educación en la Federación de Rusia.
El uso de vestimentas religiosas en las escuelas desató acalorados debates en la sociedad rusa en más de una ocasión.
La provincia de Stávropol, en el sur del país, fue la primera en vetar el llamado velo islámico (hiyab) en los colegios, una decisión ratificada por el Tribunal Supremo de Rusia en 2013.
En 2015 el Supremo avaló un veto similar declarado un año antes en la república de Mordovia.
La polémica se reavivó en enero de 2017, después de que la ministra de Educación rusa, Olga Vasílieva, afirmara que el auténtico creyente no se empeña en resaltar su fe con atributos.
Vasílieva recordó, además, que la enseñanza en Rusia es laica.
Por su parte, el dirigente de Chechenia, Ramzán Kadírov, manifestó su «desconcierto» por esas declaraciones y rechazó la prohibición del hiyab en las escuelas.
Más tarde Daúdov comunicó que los legisladores de la república se plantean aprobar una ley que permita a las alumnos llevar en las aulas el hiyab, el crucifijo o la kipá, si lo desean.
Abril 2017/Noticias/http://ecodiario.eleconomista.es/
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha anunciado la designación como Mensajera de la Paz de la activista paquistaní y Nobel de la Paz Malala Yousafzai por su trabajo en favor de la educación de las niñas en todo el mundo.
MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
«Incluso frente al mayor de los peligros, Malala Yousafzai ha mostrado un compromiso inquebrantable hacia los derechos de las mujeres, las niñas y todas las personas», ha aseverado Guterres, que ha indicado que la ceremonia de nombramiento tendrá lugar el 10 de abril.
«Su activismo y su coraje en favor de la educación de las niñas ha impulsado a muchas personas en todo el mundo. Ahora, como la Mensajera de la Paz de la ONU más joven de la historia, Malala tendrá una mayor influencia y ayudará a crear un mundo más justo y pacífico», ha manifestado.
El pasado lunes, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció que hará entrega de la ciudadanía honorífica a Malala Yousafzai, que visitará el país el 12 de abril y se dirigirá al Parlamento en un discurso.
«Me satisface anunciar la visita de Malala Yousafzai a Canadá. La valiente respuesta de Yousafzai a los que amenazaron su vida y su defensa de la educación de las niñas ha inspirado a millones de personas de todo el mundo», ha dicho.
«Su historia es una de determinación y dignidad, y Canadá está orgulloso de nombrarla ciudadana honorífica de este gran país», ha manifestado, expresando su deseo «de presenciar el momento histórico en el que se convierta en la persona más joven en dirigirse al Parlamento de Canadá».
Por su parte, Yousafzai ha destacado que «el pueblo de Canadá lidera al mundo en su respuesta ante la crisis de refugiados», afirmando que se «siente honrada por la invitación del Parlamento (canadiense)».
Yousafzai fue premiada en 2014 con el Premio Nobel de la Paz junto al activista indio Kailash Satyarthi «por su lucha contra la opresión de los niños y los jóvenes y por el derecho de todos los niños a la educación».
La joven sobrevivió en octubre de 2012 a un atentado de los talibán, que dispararon contra ella cuando viajaba en un autobús escolar en el valle del Swat, donde residía entonces. Yousafzai resultó herida de gravedad y fue traslada a Reino Unido, donde se recuperó de las heridas. Los talibán paquistaníes afirmaron en diciembre de 2013 que intentarán asesinar a Yousafzai si ésta se dispone a regresar al país.
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