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La afectualidad como expresión fratriarcal emancipadora de los arquetipos patriarcal y matriarcal

Por: Iliana Lo Priore

Para iniciar este artículo, quiero afirmar que nos reconocemos, junto a otros y otras, como FRATRIOTAS GLOCALES.  Fratriota proviene del término fratria que significa hermandad o fraternidad y glocal es un acrónimo compuesto por sílabas de  las palabras global y local.  Ello quiere decir que estamos comprometides afectualmente con la prevalencia de la fraternidad o solidaridad hermanadora como práctica vital y existencial de realización al lado de las otredades o alteridades eco-socio-naturales en la Tierra, a diferentes escalas  espaciales o territoriales.

El fratriarcalismo es un arquetipo mediador y superador, a la vez, de los arquetipos  patriarcal y el matriarcal; así lo ha argumentado en sus investigaciones en torno a la cultura simbólica el reconocido hermeneuta Andrés Ortiz-Osés.  Los arquetipos son configuraciones simbólicas que habitan el inconsciente colectivo e individual que articulan tipos de imaginarios arcaicos o primitivos, mitos, con representaciones ideológicas y actuaciones socioculturales actuales en los hombres y mujeres, dotándolas de significaciones y sentidizaciones. El símbolo, o lo simbólico, es una relación de analogía ambivalente y coimplicante entre un primer sentido atribuido a algo con un segundo sentido que demanda interpretación o comprensión.

El patriarcado, el matriarcalismo y el fratriarcalismo se pueden considerar como  estructuras psicosociales simbólicas que inducen actuaciones de sociedades, grupos e individuos alrededor de sus arquetipos dominantes en una cultura dada.  Los cuales propician creencias, prejuicios, estereotipos, valoraciones y otras significaciones en la psique que inciden en las prácticas sociales.

Las estructuras psicosociales simbólicas han atravesado un tránsito histórico que  según Ortiz-Osés (1993), se ha evidenciado en las antiguas confrontaciones de Oriente y Occidente, en las que  Oriente influyó sobre Occidente, siendo el primero prevalecientemente matriarcal y naturalista, y el segundo, patriarcalista y racionalista.  Sin embargo, con el tiempo el patriarcado avasallará al maternalismo y se impondrá de modo hegemónico.

Tales avasallamientos tuvieron primordialmente escenario en la Grecia antigua. El surgimiento y desarrollo del patriarcalismo conllevará a la supremacía de lo suprasensible u objetivista en detrimento de la sensibilidad matriarcal; así la relevancia de las diosas terrenales fue opacada por los dioses del Olimpo; se transfiguró el derecho natural matriarcal en derecho civil patriarcal; se sobrepuso el mundo tecno-lógico masculino al mito-lógico femenino; se impuso la cultura de la competitividad o autosuperación prometeica sobre la cultura de la paz y la igualdad maternalista, y el Logos del patriarcado subordinó al Eros femenino.

Este último aspecto es retomado en el presente por quienes abogan a favor de recuperar el eros maternal para fusionarlo con la razón técnica paternal con el propósito de humanizar la tecnología  y contrarrestar su utilización por la racionalidad instrumental que convierte todo en medio, recurso o instrumento, cosificando al entorno-mundo, depredando la naturaleza y alienando a hombres y mujeres.  Asimismo, nosotros hemos planteado que hay que reivindicar la afectividad matriarcal neutralizada por la suprasensibilidad u objetividad antisubjetiva de la razón tecnocrática del patriarcado, para potenciarla y transfigurarla en afectualidad o empatía hermanadora (Lo Priore y Díaz, 2019), es decir, pensar, sentir y sentirse juntos, como expresión del arquetipo del fratriarcado emergente ante la sustitución  histórica que sufrió en el pasado remoto el arquetipo matriarcal y el agotamiento que sufre en la actualidad el patriarcado en crisis.

Por otra parte, consideramos que el naturalismo vinculado a la matriarcalidad está asociado como antecedente también histórico,  a los planteamientos ecosóficos o de ecología integral de relaciones ambientales, sociales y mentales  para proteger y redefinir la vida planetaria o local en la actualidad, que contemple a la naturaleza recuperada como otredad, y civilizatoriamente a las sociedades proyectándolas en otro mundo posible para el habitar contrario a la explotación de la Tierra o Pachamama y de los seres humanos.

La matriarcalidad en el pasado remoto estuvo  imbricada con  la producción o economía agraria debido a la división social del trabajo con los hombres en esas épocas,  lo que conllevó a la relación estrecha de las mujeres con las plantas y el conocimiento de sus propiedades culinarias y curativas, asumiendo la condición de ser una forma de conciencia de la naturaleza, lo que le ocasionó a las mujeres su persecución patriarcal acusadas de prácticas de brujería o hechicería por preparar brebajes, pócimas y ungüentos naturistas. En consecuencia, el matriarcado  sería fundante de  la ecoprotección naturalista preventiva inmunizadora y medicinal de los enfermos o contagiados por las enfermedades y pestes de la época.

Simbólicamente el matriarcalismo será omniabarcante al establecer nexos desde relaciones imaginarias fundamentales sacras o religiosas (la madre-virgen en el cristianismo) hasta cosmogónicas (las estrellas, la luna, la energía, el agua, la tierra, los animales, las plantas, etcétera).  Aquí es oportuno aclarar que la educación de los hijos, o de los niños y niñas, es de origen  matriarcal o femenino afectivo e igualitario, luego a través de la educación formal y escolar, se entroniza el autoritarismo o el patriarcado estatal, desafectivo y desigualador

Todo ello, históricamente, estructuró culturalmente una psique en la que simbólicamente se afianzó el arquetipo paternalista o masculino sobre el maternalista o femenino de origen arcaico y mítico de las madres-divinidades,  en el mundo Occidental, occidentalizado o colonizado.  No obstante, lo femenino no ha dejado de manifestarse como  renuencias, resistencias y luchas feministas por la igualdad y equidad de género ante las imposiciones y arbitrariedades del poder patriarcal que ha ocasionado, entre otros aspectos condenables, feminicidios.

La aproximación a la comprensión de los arquetipos culturales infraestructurales de la sociedad occidental de Ortiz-Osés (1993) es antropológico-hermenéutica-simbólica que parte de los tres enclaves de Matria, Patria y Fratria, que se corresponden con  tres concepciones de los discursos configuradores del imaginario socio-cultural y de su confrontación ideológica y política conflictiva:  naturismo, autoritarismo y democracia auténtica.

Disputa simbólica que aparece como lucha subyacente entre un patriarcal poder omnipresente y la búsqueda de la seguridad y protección cuasi maternal, que puede converger perversamente en la identificación de la protección con la dependencia del autoritarismo y vigilancia panóptica estatal-paternalista,  sacrificando o postergando alcanzar  la emergente emancipación o liberación de la autonomía libertaria, comunalista, justiciera e igualitaria fratriarcal o afectual.

Esa emergencia o insurgencia emancipadora se anuncia como rebelión de las fratrías, insurgencias de las hermandades o grupos afectuales que comparten intereses comunes en contra del autoritarismo patriarcal o estatal y de los intereses oligárquicos o capitalistas dominantes.  Esta comunidad de aspiraciones fratriales (obreras, feministas, juveniles, sexuales, etcétera)  aparece reclamando reconocimientos, espacios y transformaciones debido a la crisis del paternalismo y a la debilidad del maternalismo.  Por ello, el fratriarcalismo o la afectualidad se presenta como una opción convivencial o societal alternativa a la sociedad capitalista y la “socialista” existentes.

De allí que el fratriarcalismo se manifiesta como mediación relacionista  dialógica  alternativa  al matriarcalismo y al patriarcalismo,  el logos y  eros, la razón tecnológica y la razón  sensible, objetividad y subjetividad, racionalidad instrumental y afectualidad, modernidad y posmodernidad, desigualdad y justicia social, mercantilismo y solidaridad, individualismo y reconocimiento de los otros, inhumanidad y derechos humanos, anticultura monologa y diálogo pluricultural, valoraciones pragmáticas y ética, capitalismo neoliberal y capitalismo de Estado o socialismo,  narcisismo e intersubjetividad/trans-subjetividad, indefensión pandémica y protección panóptica o disciplinaria-normalizadora, educación neoliberal y educación emancipadora, etcétera.

Con esta interpretación se puede hacer frente a la crisis del raciocinio dominador simbólico del patriarcado y superarlo al socavarlo en sus fundamentos infraestructurales arquetípicos, favoreciendo el relaciocinio dialógico-afectual simbólico de la insurgencia del fratriarcalismo democrático radical, comunitarista y ecoprotector inmunitario emancipador.

Referencias

Lo Priore, I. y Díaz, J.  (2019). Emancipación de las subjetividades en las infancias y juventudes. Afectualidad, uso de las TICs y educación liberadora. México: Ediciones MASFE.

Ortiz-Osés, A.  (1993). Las claves simbólicas de nuestra cultura: matriarcalismo, patriarcalismo, fratriarcalismo. Barcelona: Editorial Anthropos.

ilianalopriore11@gmail.com

Fuente: https://insurgenciamagisterial.com/la-afectualidad-como-expresion-fratriarcal-emancipadora-de-los-arquetipos-patriarcal-y-matriarcal/

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Homicidios, corrupción y apropiación de tierras: violaciones de los derechos humanos de la población rohinyá en la actualidad

Han pasado tres años desde que alrededor de 740.000 personas de etnia rohinyá huyeron de la campaña de violencia selectiva de las fuerzas armadas myanmaras en el estado de Rajine para dirigirse a los campos de personas refugiadas en Bangladesh. Sin embargo, la población rohinyá que se quedó en Myanmar sigue enfrentándose a múltiples peligros en su vida, y las violaciones de derechos humanos no han cesado.

En enero, como parte de una causa abierta contra Myanmar por presunto genocidio, el máximo tribunal de las Naciones Unidas ordenó que el Estado myanmaro protegiera a los rohinyás. Aun así, igual que en 2017, Amnistía Internacional continúa recibiendo vídeos y fotografías de violaciones de derechos humanos en el estado de Rajine. En este blog explicamos cómo se ha verificado la localización de algunas de las imágenes de vídeo recibidas recientemente por Amnistía Internacional, y cómo revelan el alcance de los abusos que siguen cometiéndose actualmente contra la población rohinyá.

Crímenes contra la humanidad

En 2017, un equipo de investigación de Amnistía Internacional estaba trabajando sobre el terreno en Cox’s Bazar (Bangladesh), destino de muchas de las personas refugiadas rohinyás. Entrevistamos a personas en los campos, dejándoles espacio para contar su historia. También verificamos los vídeos que llevaban consigo en sus teléfonos móviles, utilizando imágenes de satélite para confirmar lo que nos contaban. Todo ello llevó a Amnistía a calificar la violencia sistemática de “crímenes contra la humanidad”. La Corte Penal Internacional puso en marcha una investigación, y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU estableció la Misión Internacional Independiente de Investigación sobre Myanmar. El gobierno de Myanmar pasó a ser un paria en la escena internacional.

Desde entonces, la vigilancia todavía resulta más difícil. Uno de los motivos ha sido el prolongado bloqueo de Internet móvil, que ha durado más de 12 meses en muchos municipios del estado de Rajine, y continúa con unos servicios limitados de telefonía 2G. Donde hay conectividad actualmente, es lenta o ineficaz. No obstante, las imágenes de vídeo recibidas, verificadas y publicadas por Amnistía Internacional demuestran que la situación sobre el terreno sigue siendo grave en el norte del estado de Rajine. De hecho, la población rohinyá que no cruzó la frontera para huir a Bangladesh continúa en estado de sitio: asediada por el gobierno, que no ha desmantelado el régimen de segregación que rige todos los aspectos de su vida; asediada por el conflicto, ya que los enfrentamientos armados entre las fuerzas armadas de Myanmar y el Ejército de Arakan, grupo armado étnico de Rajine, continúan en forma de sangrientas batallas y la población civil —rohinyás y otras minorías diversas— está atrapada en el fuego cruzado; y asediada por la amenaza que representa la pandemia de COVID-19, en un estado donde ya soportan unos servicios médicos vergonzosamente desiguales e inadecuados. Además, Myanmar está haciendo modificaciones del paisaje en varias zonas del norte del estado de Rajine que dificultarán aún más el retorno al hogar de la población refugiada rohinyá.

Las pruebas que hemos publicado para conmemorar el tercer aniversario provienen de activistas del norte del estado de Rajine que corren riesgos a diario para grabar estos hechos. Los vídeos reflejan muertes de rohinyás, corrupción y nuevas estructuras administrativas extendiéndose por las tierras de esa comunidad. Este contenido, grabado en 2020, se entregó a Evidence Lab, del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía, y al equipo de investigación sobre Myanmar de Amnistía, que han trabajado juntos para verificarlo de manera independiente.

El proceso de verificación siempre es importante, ya que en Myanmar es habitual que circule contenido sobre casos anteriores con la pretensión de que corresponde a atrocidades recientes. Además, dado que gran parte del contenido ha sido grabado por personas que han corrido graves riesgos, es primordial preservar su seguridad. En muchos casos no podemos revelar el lugar ni el momento de las grabaciones. Sin embargo, en el caso de un vídeo grabado desde las inmediaciones del pueblo de Nan Yar Kone, en el distrito de Kun Taing, municipio de Buthidaung (estado de Rajine), sí podemos.

Pruebas en vídeo de apropiaciones de tierras

En el citado vídeo aparece una zona de obras. Activistas nos contaron que es la sede de una nueva escuela tecnológica pública en terrenos que pertenecen a la comunidad rohinyá. Pero, desde la distancia, ¿cómo confirmamos que este vídeo realmente se grabó cerca del pueblo de Nan Yar Kone y que es reciente?

El primer paso de este proceso es averiguar si el pueblo existe realmente y, si es así, determinar sus coordenadas geográficas. La Unidad de Gestión de la Información sobre Myanmar ha creado una base de datos con los nombres y localizaciones de muchos pueblos y municipios.

Descargado como hoja de cálculo, el archivo es grande y difícil de manejar pero, si se dedica un tiempo a estudiarlo, buscar las coordenadas de pueblos myanmaros nombrados es relativamente sencillo. Averiguamos que existe el pueblo de Nan Yar Kone, en el distrito (subdivisión de los municipios rurales de Myanmar) de Kun Taing, municipio de Buthidaung. El nombre al menos coincide con el que nos dijeron nuestras fuentes. Las coordenadas de Nan Yar Kone son: 20.875150, 92.5463027.

Google Earth Pro

Sin embargo, no basta con encontrar el nombre del pueblo y sus coordenadas geográficas para confirmar la localización del vídeo. Introduciendo las coordenadas en Google Earth Pro pudimos acceder a imágenes satelitales del pueblo y examinarlas. Justo al este del pueblo vimos lo que parecía una zona de obras.

Pero, ¿era reciente? Para averiguarlo utilizamos la función de imágenes históricas de Google Earth Pro. Examinando las imágenes históricas observamos que las obras ya estaban en marcha en septiembre de 2019 y que el terreno era un solar en 2017. Sin embargo no había imágenes disponibles de 2017 a 2019, por lo que no podíamos saber la fecha exacta del inicio de la construcción. Enseguida volveremos sobre eso…

¿Coinciden los edificios?

El siguiente paso era confirmar que los edificios coinciden. En el vídeo —que, según nos dijeron, se grabó en enero de 2020— pueden verse tres estructuras principales. Todos se corresponden con las imágenes de satélite.

Si se observa atentamente el edificio situado en el extremo izquierdo, se ve un tejado azul que aparece en las imágenes satelitales de marzo de 2020 pero no en las de noviembre de 2019. Las imágenes de satélite establecen el marco temporal en que se grabó el vídeo, que confirma lo que nos contaron.

¿Cuándo comenzó la construcción?

Como ya se ha dicho, las imágenes históricas sólo nos permitían remontarnos hasta septiembre de 2019, cuando las obras ya estaban en marcha. Entonces, ¿cómo podemos saber cuándo comenzó realmente la construcción? En Evidence Lab, del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía, aprovechamos nuestra asociación con Planet Labs para utilizar imágenes de inferior resolución y descubrimos que la construcción empezó entre el 28 de marzo y el 3 de abril de 2019.

Más pruebas

El siguiente paso es descubrir más información que esté públicamente disponible. Mediante una serie de sencillas búsquedas en Google utilizando palabras clave surgió una historia publicada en el sitio web The Stateless en febrero de 2019, según la cual en Nan Yar Kone se habían usurpado más de nueve hectáreas de terreno para construir una “escuela secundaria pública de tecnología”. En primer lugar, como con todas las fuentes, abordamos la información desde el prisma de la verificación. En este artículo destaca un dato: una apropiación de más de nueve hectáreas de terreno para construir la escuela.

En Google Earth Pro es posible delimitar la zona de obras. Usando la herramienta de medición de Google Earth Pro podemos medir el área. Con la herramienta Polígono se puede medir el vallado perimetral de las obras, y el resultado, prácticamente idéntico al dato publicado en el artículo, son nueve hectáreas.

Consideraciones éticas

En este vídeo describimos varias de las violaciones de derechos humanos que sigue sufriendo la población rohinyá en el estado de Rajine. Muchos de los vídeos que recibimos, que suman casi dos horas de contenido, muestran los momentos inmediatamente posteriores a explosiones de proyectiles de artillería o minas terrestres, a incendios provocados en pueblos, a desplazamientos y a extorsiones.

Seleccionamos cuidadosamente imágenes que contaran la historia de lo que está pasando actualmente en el norte del estado de Rajine —sin revelar identidades ni poner en grave peligro a quienes sufren estas situaciones— pero también tuvimos muy en cuenta que la gente necesita que el mundo conozca sus historias. Aunque la tragedia de los rohinyás en Myanmar ocupó titulares hace tres años, hoy está lejos de salir en las portadas. Contar estas historias durante un bloqueo de Internet móvil, cuando la gente corre riesgos para obtener vídeos y fotos que demuestren los abusos, es difícil. Se lo debemos a personas valientes que asumen tales riesgos para compartir sus historias. Garantizar la verificación exhaustiva en todo el proceso es fundamental para transmitir correctamente estas historias.

Con los problemas generales de acceso a que tienen los observadores independientes en el estado de Rajine, agravados por las restricciones del gobierno myanmaro y la pandemia de COVID-19, las grabaciones de vídeo, imágenes satelitales y otros datos para monitorear los acontecimientos son herramientas que aumentan nuestra capacidad de recopilar pruebas y exigir responsabilidades a las autoridades de Myanmar.

La población rohinyá no puede seguir esperando justicia, y la comunidad internacional de derechos humanos no puede dar la espalda a su terrible situación.

Fuente: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/violaciones-de-los-derechos-humanos-de-la-poblacion-rohinya-en-la-actualidad/

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Mujeres y niñas en Kenia doblemente golpeadas por la covid-19

África/Kenia/27 Agosto 2020/elpais.com

La mutilación genital femenina, los embarazos y los matrimonios infantiles han aumentado de manera alarmante durante la pandemia y no se están aplicando políticas eficaces de protección

“He estado recibiendo cada día llamadas de socorro de las comunidades diciendo ‘muchas niñas están siendo cortadas (mutiladas), por favor haz algo, por favor haz algo, contacta con las autoridades, por favor, rescátalas’”, explica Chesang Domtila en una conversación telefónica que se corta cada dos minutos. Es activista por los derechos de las niñas, fundadora de la organización I_Rep Foundation, y vive en el condado de West Pokot, fronterizo con Uganda, uno de los más golpeados por la mutilación genital femenina (MGF) durante la pandemia.

La MGF es la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos por motivos no médicos. Hay cuatro tipos diferentes de mutilación según el grado de agresividad y se suele practicar entre la infancia y la adolescencia. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Kenia hay un 21% de mujeres entre 15 y 49 años que han sufrido algún tipo de MGF, cifra que se sitúa por debajo de otros países como Somalia (98%), Guinea (97%) o Yibuti (93%), pero que sigue siendo alarmante ya que se trata de una práctica ilegal en el país desde 2011.

Domtila asegura que los casos de mutilación en West Pokot habían bajado mucho, pero durante la pandemia se han disparado y se ha dejado atrás el secretismo para hacerlo en público mediante ceremonias. “Los padres se imaginan que pueden esconderse detrás de la covid-19 para cortar a las niñas y salir impunes; se piensan que el gobierno está demasiado ocupado como para arrestarles”, comenta la activista. La topografía de la zona hace difícil el acceso a muchos de los pueblos pero se ha conseguido arrestar a algunas de las personas responsables gracias a la movilización de líderes locales como Domtila.

A menudo, los rituales de ablación se hacen durante las vacaciones escolares para no llamar la atención y para que las niñas tengan tiempo de curarse. Hay diferentes tradiciones y creencias que envuelven esta práctica y su grado de incidencia varía según el grupo étnico —los somalis tienen un 94% de incidencia, por ejemplo, mientras que los luo tan solo un 0,2%—. Suele ser una práctica más prevalente en las áreas rurales que las urbanas (un 25,9% ante un 13,8%) y entre las comunidades con menor escolarización (un 58,2% ante un 8,6%). Supone un ritual del paso de niña a mujer, aumenta las posibilidades de contraer matrimonio y lleva asociadas una lista de connotaciones culturales de pertenencia a la comunidad que en caso de rechazarlas, acarrea exclusión y estigma.

“Había programas en las escuelas que protegían a las niñas pero ahora estas están cerradas y la comunidad no tiene otra alternativa que celebrar el rito de paso. Las mutilan y así están listas para casarse en dos o tres años”, comenta Domtila, que estima que los casos de ablación femenina en West Pokot han subido a 800 entre marzo y junio. En situaciones de crisis como la actual, el matrimonio es visto como una transacción económica que puede ayudar a la familia de la mujer a mejorar su situación económica gracias a la dote.

En cada comunidad las afectaciones y las medidas están siendo distintas y, de hecho, debido a la limitación de la movilidad por la pandemia y la dificultad de acceder a zonas remotas, no se dispone del número real de chicas afectadas por este o cualquier tipo de violencia. “El impacto actual de la covid-19 se verá realmente cuando las escuelas reabran (en 2021) y todo vuelva a la normalidad; es entonces cuando veremos cuantas niñas regresan al colegio”, dice Tony Mwebia, activista por la igualdad de género y fundador de la organización Men End FGM, centrada en educar a los niños y hombres en torno a la mutilación genital femenina y al matrimonio infantil. Asimismo, cuando se tiene constancia de un caso sigue siendo muy difícil llegar a una condena, ya que depende de la evidencia presentada en el juicio “y eso lo complica porque se supone que las niñas que han sido circuncidadas tienen que testificar y a veces se sienten amenazadas porque quien se lo ha hecho son vecinas o miembros de su propia familia”, añade Mwebia.

Convivencia forzosa con familiares abusadores

Son varios los esfuerzos de la Administración y la sociedad civil para acabar con la incidencia de cualquier violencia contra niñas y mujeres, pero faltan recursos y una mejor organización. “Las estrategias deben ser dirigidas; qué hacer en qué comunidades, ya que no todas tienen las mismas necesidades», explica Eva Komba, investigadora y especialista en género.

“Necesitamos conocer cada casa donde haya niñas entre cuatro y 18 años y ponerlo en una base de datos, de manera que si vas a esa comunidad podrás implementar respuestas específicas”, comenta Komba, que añade que la violencia contra las mujeres forma parte de todo un espectro que debe ser modificado, incluyendo el cambio climático, la seguridad alimentaria, la mejora de la cobertura sanitaria, la escolarización de las niñas, etcétera.

En los últimos meses, Kenia se ha enfrentado no solo a un incremento de la ablación sino también a una subida preocupante de los embarazos adolescentes. En el condado de Machakos, bordeando Nairobi, se registraron 4.000 embarazos  de niñas menores de 19 años tan sólo de enero a abril. Los casos se concentraron sobretodo a partir de marzo cuando los colegios cerraron por el coronavirus, y se especula que puede haber más.

La convivencia forzosa con familiares abusadores ha sido una de las causas, pero también el intercambio de sexo sin protección con hombres mayores por productos de higiene menstrual que antes ofrecía el colegio y ahora son de difícil adquisición para las chicas sin recursos. La menstruación no desaparece ante una pandemia, las ayudas sí.

Recientemente en el condado de Kajiado, el gobierno local junto con organizaciones comunitarias lanzaron una campaña de sensibilización para dar respuesta a este problema. La iniciativa lleva el nombre de “Funga Miguu”, que se traduce en un “Cerrar las piernas”. Y va dirigida exclusivamente a mujeres, hecho que ha generado críticas, ya que, de nuevo, se está responsabilizando a las víctimas del abuso sufrido.

“Involucrar a los hombres en esta lucha es vital”, comenta Tony Mwebia. “Necesitamos transformar la masculinidad de los chicos jóvenes para que puedan entender que las mujeres son seres humanos iguales y que tienen sus derechos y debemos respetarlos y cuidarlos”. Esta es su tarea en la organización Men End FGM, que en situación de normalidad imparte talleres presenciales a grupos de chicos y hombres de todo el país sobre su papel en la desigualdad y la violencia contra las mujeres, y genera un espacio de debate y reflexión.

Iniciativas en red  o puerta a puerta

Las comunidades hace años que trabajan conjuntamente para combatir estas prácticas que amenazan los derechos de las niñas y las mujeres, pero durante la pandemia han visto como su radio de acción ha quedado gravemente afectado y han tenido que extremar sus lazos y buscar alternativas para seguir protegiendo este colectivo.

En algunas localidades rurales los jefes comunitarios van puerta por puerta para controlar que no se circuncide ni se case a ninguna niña, y también se han lanzado campañas de sensibilización por radio, uno de los canales más accesibles para la sociedad. No obstante, hay demandas para una actuación policial más eficaz, ya que parece que todos los esfuerzos van dirigidos únicamente a hacer cumplir las restricciones impuestas por la covid-19.

Las personas que tienen Internet y smartphones disponen de más recursos para hacer frente a estas prácticas durante la pandemia. No sólo es más fácil mantener un contacto directo con líderes locales y centros de rescate sino que también facilita el acceso a aplicaciones como i-Cut, creada en 2017 por un grupo de adolescentes, que permite acceder a ayuda medica y legal antes o después de sufrir la mutilación genital femenina. El principal problema es que aún hay muchas zonas rurales que no tienen acceso a Internet, por lo que cuesta hacer un rastreo o seguimiento de las menores más vulnerables.

Este es uno de los obstáculos con los que se ha encontrado la activista Selina Nkoile desde que empezó la pandemia. Gestiona un internado para niñas llamado Naning’oi en la ciudad masai de Mosiro (Kajiado), el mismo al que ella acudió siendo pequeña y que la salvó de un matrimonio ya pactado. La institución tuvo que cerrar en marzo y Nkoile ha enviado a casa de su madre a las niñas más vulnerables que no podían volver con sus familias y ha intentado mantener contacto telefónico con el resto. Asimismo, trata de tejer una red de colaboración con los líderes locales y las autoridades, pero es un trabajo duro y lento para una sola persona y reconoce estar preocupada porque “las niñas saben que Naning’oi es un sitio seguro donde pueden acudir en caso de violencia o si las van a casar, pero (…) ahora no hay ningún sitio donde puedan escapar si hay un problema, están encerradas en casa con los mismos padres abusivos”.

Para coordinar esfuerzos entre activistas, Tony Mwebia ha creado un ciclo de conversaciones en línea llamado “End FGM Live” en el que participan activistas de todo el país y ponen en común los problemas y las estrategias de sus comunidades. Las llamadas se comparten en directo a través de las redes sociales. «Y de esta forma amplificamos sus voces e intentamos responsabilizar al Gobierno”, explica.

Acabar con la ablación en 2022

Kenia había fijado el año 2022 para la eliminación total de la MGF, y el 2030 para la de todas las formas de violencia de género, pero parece que las actuaciones no están yendo por ese camino, siendo el coronavirus un importante obstáculo. Se realiza mucho trabajo por parte de la sociedad civil pero se necesita más compromiso y apoyo gubernamental para amplificar su incidencia. “No hemos visto los sistemas ni los recursos ni la movilización para asegurar que este objetivo se consiga”, comenta Mwebia.

Se trata de un proceso complejo que requiere la unión de fuerzas de todos los sectores de la sociedad para conseguir una infraestructura externa eficiente que responda a un cambio de mentalidad de la comunidad. La activista Masai Selina Nkoile no duda en su valoración: “En vez de aplicar normas duras desde arriba, introduzcamos medidas en la comunidad para que un padre no llegue ni a plantearse la idea de cortar a su hija”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/12/planeta_futuro/1597247467_508576.html

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Palestina, ¿vencedores o vencidos?

Por: Daniel Seixo

«Tras 63 años de sufrimiento: basta, basta, basta. Es hora de que el pueblo palestino consiga su libertad y sus derechos. Ha llegado la hora de la primavera palestina, de la independencia.«

Mahmud Abbas

«Voy con la corriente de la historia, y aquellos que van con la corriente de la historia ganarán. Los que van en contra desaparecerán.»

«El sionismo es una encarnación del neo-nazismo …, terrorismo intelectual y explotación racial.»

Yasser Arafat

«El objetivo de la operación es que Gaza vuelva a la Edad Media. Sólo entonces Israel mantendrá la calma durante 40 años.«

Eli Yishai, ministro del Interior de Israel

«Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el arma de los que luchan por la libertad»

Aviones de combate, helicópteros de ataque y tanques son usados como represalia por el supuesto lanzamiento de múltiples globos incendiarios desde Palestina. La sobreactuación y la crueldad del ejército israelí contra la Franja de Gaza, hace tiempo que han dejado de resultar un acontecimiento digno de ocupar los grandes titulares de la prensa occidental, pero tras 8 días consecutivos de bombardeos indiscriminados contra distintos puntos de la franja, el dolor, la desesperación y la barbarie siguen siendo tan reales como el primer día de esta interminable pesadilla para los dos millones de palestinos que resisten heroicamente el desmedido envite del ejército sionista.

Asegura el gobierno israelí que la acción responde a las provocaciones del movimiento islamista Hamás, argumenta que las acciones militares se deben a la necesidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos y tras esto pretende con grandilocuentes declaraciones y orquestadas presiones económicas y diplomáticas, hacer olvidar al mundo la realidad de un pueblo acosado, humillado y ocupado. Los cantos de sirena que procuran que Trump establezca a Jerusalén como capital de Israel ante el mundo a cambio de unos acuerdos de paz que suponen simplemente una rendición impuesta sobre el pueblo palestino o los recientes acuerdos con Emiratos Árabes Unidos para intercambiar reconocimiento por una supuesta «ocupación comedida», responden a la misma lógica que la que se oculta tras el uso de la violencia y el terror por parte del ejecutivo sionista.

Tras el asesinato de Mohamed Al-Dura y las continuas campañas de manipulación y desprestigio sobre el joven asesinado y la causa palestina, el inevitable futuro del conflicto quedó totalmente constatado para todo aquel que quisiera abrir sus ojos a la total locura en la que se ha transformado el proyecto nacional israelí. Ningún acuerdo va a evitar que salga adelante el mega plan de asentamiento para lograr conectar los principales bloques de asentamientos ilegales en la región y tampoco eso supondrá el fin del plan de anexión de Netanyahu. El radicalismo extremo de la teocracia capitalista del sionismo, no se detendrá hasta que ningún palestino se atreva a defender como propia la tierra que legítimamente hoy habitan. La verdad apenas oculta es que no hay espacio real para el acuerdo o la paz, Israel siempre encontrará un motivo para atacar de forma desproporcionada al pueblo palestino y bien sea por agotamiento o por el poder de las armas, confían en la total eliminación de Palestina. Las puntuales negociaciones con las diversas delegaciones árabes, las fotos tras raquíticos acuerdos o los brindis al entendimiento con las autoridades palestinas, no son para ellos sino una necesidad tediosamente inevitable de cara a no perder definitivamente el rédito que la comunidad internacional les ha otorgado por el sufrimiento injusto e innecesario de sus antepasados. Un rédito que debemos percatarnos hace ya mucho tiempo resulta inmerecido y ha sido dilapidado por la sed de sangre de los falsos herederos políticos de las víctimas del holocausto.

No se trata de explicar una vez más la diferencia entre ser antisionista y antisemita, no pienso entrar aquí en esas burdas manipulaciones dialécticas a estas alturas únicamente interesantes para los propios sionistas en su campaña de manipulación o para aquellos cercanos proyectos independentistas trasnochados que llegarían a acostarse con el diablo por una pizca de reconocimiento fútil, se trata por tanto simplemente de lograr discernir entre verdugos y víctimas y no me salgan con evasivas en este caso intentando comprar dos extremos inexistentes, porque pocos conflictos sobreviven en la actualidad con una desproporción de fuerza y violencia tan clara como el que tiene lugar en Palestina.

Más de 50 000 niños palestinos detenidos desde 1967, viviendas arrasadas, asesinatos selectivos, un férreo bloqueo económico sumado al boicot diplomático internacional, un asedio digno de las campañas medievales y la brutal e incomprensible capacidad de encadenar violaciones a los Derechos Humanos sin apenas consecuencias legales para un estado que parece vivir al margen de la justicia, aun cuando inmerso en el delirio de la violencia se considera digno heredero de la atención de Dios. Personalmente no llego a comprender que clase de Dios podría aceptar en su seno a aquellos que bombardean una escuela de la ONU o paralizan infraestructuras básicas para el desarrollo de la vida diaria de la población civil. No logro comprenderlo y no creo que me equivoque cuando por ello me atrevo a asegurar que ningún Dios más allá del puro dinero se mostraría capaz de aceptar tal afrenta a nuestra humanidad más básica.

Desde que en 2007 Hamás se hiciese con el poder político en Gaza, Israel mantiene sobre el territorio palestino un bloqueo por tierra, mar y aire que sigue cobrándose vidas inocentes al tiempo que enquista irremediablemente un conflicto mucho más terrenal de lo que ambas partes se podrían llegar a permitirse reconocer, sin con ello poner sobre la mesa la inhumanidad y la responsabilidad tras cada nueva víctima. Hasta el momento, no se han registrado heridos o pérdidas materiales considerables en lado israelí por esta nueva escalada de tensión, mientras que las autoridades palestinas oficialmente reportan numerosos heridos e importantes daños materiales en la Franja de Gaza. Una desproporción demasiado habitual en este conflicto y que curiosamente señala a todo aquel que lo quiera llegar a ver, que hace tiempo que la víctima se ha convertido en el peor reflejo posible del verdugo.

Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/palestina-vencedores-o-vencidos/

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Mundo: Países Garantes de paz piden frenar muertes de líderes en Colombia

Mundo/23-08-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

224 excombatientes han sido asesinados desde la firma en 2016 del Acuerdo de Paz en Colombia, según el partido FARC.

Las naciones garantes de la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia, Cuba y Noruega, llamaron este jueves al Gobierno de Iván Duque a reforzar medidas que contribuyan a frenar el asesinato de excombatientes y líderes sociales.

“Cuba y Noruega (…) comparten la preocupación de muchos actores políticos en Colombia -gubernamentales y no gubernamentales-, del Sistema de Naciones Unidas y de la comunidad internacional, por el creciente número de excombatientes de las FARC asesinados desde la firma del acuerdo; así como de líderes sociales y defensores de derechos humanos”, afirma el documento.

El texto hace referencia al continuo exterminio de excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo,(FARC-EP), situación que ha empeorado desde la firma del Acuerdo de Paz.

También, alude a los asesinatos que le han cobrado la vida a centenares de líderes sociales y defensores de derechos humanos y a la población en general, de lo cual es una muestra las tres masacres contra jóvenes y menores de edad ocurrida en los últimos días.

El documento fue firmado por Javier Camaña, representante garante por Cuba ;y por Jon Otto Brødholt, por Noruega, quienes dejaron manifiesta su posición con respecto a la crisis de violencia que vive Colombia  y pone en peligro la implementación del Acuerdo de Paz.

De acuerdo con información publicada en la cuenta oficial del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, (FARC), en la red social Twitter, 224 exguerrilleros han sido asesinados desde la firma en 2016 del Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el Gobierno colombiano

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Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/garantes-paz-piden-frenar-muertes-lideres-colombia-20200820-0033.html

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Rutas africanas de personas migrantes y refugiadas: una travesía mortífera

En busca del paraíso europeo 16.724 personas migrantes y refugiadas llegaron al viejo continente por mar entre enero y abril, informó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas, un 16% más que en el mismo periodo de 2019; de las 256 muertes registradas en las tres rutas del mediterráneo, 146 corresponden a la denominada central, cuyo destino es Italia y Malta. Pero no se trata de balances contables ni de gélidas estadísticas. El pasado 7 de agosto la OIM y ACNUR dieron cuenta del fallecimiento en el mar de 27 personas que habían partido de Dakhla (Sáhara Occidental) rumbo a las Islas Canarias; tuvieron problemas con el motor de la embarcación, “los pasajeros a bordo –la mayoría de origen subsahariano- quedaron varados en alta mar y empezaron a sufrir deshidratación extrema”, destacaron las citadas fuentes.

Es el contexto en el que ACNUR presentó a finales de julio un informe –En este viaje a nadie le importa si vives o mueres– realizado junto al Centro de Migración Mixta (CMM) del Consejo Danés para los Refugiados, sobre la muerte y “abusos extremos” en las rutas (terrestres) entre los países del África Oriental y Occidental así como en la costa mediterránea africana. Basado en cerca de 16.000 entrevistas, principalmente a personas que se desplazaron por estas rutas, el documento detalla que un mínimo de 1.750 migrantes y refugiados habrían muerto durante 2018 y 2019 en estas travesías (un promedio de 72 decesos mensuales). Pero la cifra no ha de considerarse el número absoluto de víctimas.

“Se trata de una de las rutas más mortales para migrantes y refugiados en todo el mundo”, concluye ACNUR. En el itinerario occidental, los migrantes transitan por Mali, Burkina Faso o Níger antes de cruzar el desierto; en la ruta oriental y el Cuerno de África pasan por Sudán (ciudades como Gadarif y Kasala) y atraviesan el desierto en dirección a Egipto y Libia; en cuanto a la ruta del norte –Egipto y Libia-, uno de los rasgos principales es la dependencia de los contrabandistas (en Libia las personas migrantes pueden estar durante dos años en manos de los traficantes).

El foco principal de las muertes (28%) fueron los territorios del desierto, según el reporte, principalmente entre Níger y Libia, pero también en el desierto entre Sudán y Libia, y entre Sudán y Egipto. Otros puntos con elevado número de muertos son Sabha, Bani Walid y Trípoli (Libia), Agadez (Níger), la ciudad de Tamanrasset, en el sur de Argelia, y Bamako (Mali); los entrevistados (42%) señalaron como principal causa las enfermedades y la falta de acceso a medicamentos, muchas veces sumados a la deshidratación, el hambre y la falta de un refugio adecuado; además el 19% apuntaron como factor determinante el accidente de los vehículos y el 13% los disparos y apuñalamientos. “Asesinados 30 migrantes en Libia en venganza por el linchamiento de un traficante de personas”, tituló Europa Press el pasado 28 de mayo, respecto a la matanza de migrantes bangladesíes en la ciudad libia de Mizda.

ACNUR ha dado cuenta de otras escabechinas. En junio de 2018 los tratantes asesinaron en Bani Walid, al sureste de Trípoli, a más de una docena de personas después que un grupo de migrantes eritreos, etíopes y somalíes intentaran escapar de la cautividad (algunos de ellos permanecían en esta situación durante tres años). En julio de 2019 el escenario de los ataques fue el centro de detención de Tajoura (cerca de la capital libia), “que albergaba al menos a 600 personas refugiadas e inmigrantes”; así, el bombardeo al centro de Tajoura, en el contexto del conflicto interno en Libia, causó decenas de muertos.

Y atravesando el desierto –sobre todo desde Níger a Libia, y entre Sudán y Egipto- también se produjeron el mayor número de agresiones y actos de violencia sexual (18%), seguido de Trípoli, Jartum y Bamako, según el reporte En este viaje a nadie le importa si vives o mueres; los entrevistados atribuyeron la autoría principal de estos ataques –consideradas las tres rutas- a los contrabandistas (45%), seguido de policías y militares (19%), individuos desconocidos (12%), bandas criminales (11%) y otros migrantes (10%). Se da la circunstancia que el 31% de las personas entrevistadas fueron testigo o sufrieron la violencia sexual en más de una ocasión. En el este de Sudán, ACNUR registró –entre 2017 y 2019- más de 630 casos de trata de refugiados y cerca de 200 mujeres y niñas que sobrevivieron a los ataques machistas.

La agencia de la ONU y el CMM han recogido testimonios sobre torturas, trabajos forzados y personas obligadas a prostituirse durante el periplo hacia el Mediterráneo Central; también de quemaduras con aceite caliente, plástico derretido y objetos metálicos; electroshocks o personas atadas en “posiciones estresantes”. El recorrido por el desierto, principalmente de Níger a Libia (11%), constituyó el eje de la violencia física, además de Bamako, Trípoli, la región de Segú, en Malí, y Agadez; a las fuerzas de seguridad, ejércitos, oficiales de inmigración y guardas de frontera se les atribuyó el 47% de los casos, mientras que a los contrabandistas, el 29%. Por el contrario fueron los traficantes quienes perpetraron la gran mayoría de los secuestros (79%), con epicentro en la ruta de Sudán a Egipto.

No son historias que puedan insertarse en la última hora mediática, ni en la actualidad al rojo vivo. Hace menos de un año la OIM detallaba que entre 2014 y 2019 habían muerto, en las rutas de tránsito a través de África, 7.400 personas, aunque la cifra podría ser muy superior; la información se complementaba con el testimonio de Patrick, de origen Nigeriano y entrevistado en Dirkou (Níger): “Tras una semana en el desierto, no pude seguir más, de modo que le dije a mi grupo que me dejaran ahí… Después de hallar a 23 sobrevivientes, ellos me encontraron, un poco alejado del montón de cadáveres…”. Los “terribles abusos”, concluyen ACNUR y el CMM, tal vez hayan quedado ensombrecidos por otro hecho: la reducción –desde mediados de 2017- del número de migrantes y refugiados que han logrado franquear el Mar Mediterráneo, de Libia a Europa (ruta del Mediterráneo Central).

Los atropellos y las penalidades no terminan en el desierto ni en las rutas terrestres. Tras ser rescatados en el mar o interceptados por los guardacostas libios, muchos de los migrantes son retornados al país norteafricano (14.300 refugiados y migrantes fueron desembarcados en Libia entre enero de 2019 y junio de 2020); ACNUR explica en un comunicado la continuación del itinerario: “Estas personas a menudo son recluidas de forma arbitraria en centros de detención oficiales, donde se enfrentan a abusos diarios y condiciones deplorables. Otros terminan en centros ‘no oficiales’ o almacenes controlados por los traficantes y redes de trata, que los someten a abusos físicos para sacarles más dinero”.

La Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) y la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos han señalado que Libia no es un país “seguro” para las personas rescatadas en el mar,  ante el riesgo de que se violen los derechos humanos (informe Desperate and dangerous, diciembre 2018); añaden que los países de la UE aplican políticas “para impedir que alcancen las costas europeas, lo que contribuiría a atrapar en Libia a miles de personas desesperadas”.

Es la llamada externalización de las fronteras de la Unión Europea (UE). ¿En qué consiste? Más allá de los programas oficiales de formación, asistencia, protección y fondos fiduciarios, los 50 colectivos sociales que organizaron una concentración el pasado 23 de noviembre en Madrid (Fronteras en venta) difundieron la siguiente definición: “Se traduce en pagar a los países del sur para que hagan el ‘trabajo sucio’: la UE transfiere fondos y hace favores políticos a terceros países (Libia, Turquía, Marruecos) para la construcción de muros, concertinas y centros de detención, formación de policía fronteriza y suministro de barcos”. Y de ese modo –con la apariencia de la cooperación internacional- blindar las fronteras.

Fuente: https://rebelion.org/rutas-africanas-de-personas-migrantes-y-refugiadas-una-travesia-mortifera/
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México: Organizaciones de derechos humanos inician campaña «43 días por los 43»

Ciudad de México | Desinformémonos

Están por cumplirse 6 años de la desaparición forzada de los jóvenes de Ayotzinapa, es por esto que a partir del 14 de  agosto y durante 43 días los nombraremos junto con el colectivo @letrasmarchando, para exigir justicia y verdad.

 

Como cada año, organizaciones defensoras de derechos humanos iniciaron el pasado viernes la campaña «43 días por los 43», esta vez con el lema «Ay6tzinapa: Hacia la verdad», en el marco del sexto aniversario de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, Guerrero.

Este año, la campaña eligió como símbolo una espiral en representación de un atecocolli o caracol marino, para referir «la integralidad de dos movimientos en ambas direcciones: hacia el centro profundo (conocer la verdad) y hacia el exterior (los efectos de saberla)». Al mismo tiempo, el símbolo figura un 6 por el aniversario de los hechos.

La campaña, que inició este 14 de agosto y concluirá el 26 de septiembre, se compondrá de videos animados, ilustraciones, artículos de opinión, podcasts y música, así como incluirá las demandas de otros colectivos de búsqueda de desaparecidos.

Desde el primer aniversario de la desaparición de los normalistas, el Centro Prodh, el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, Fundar y Serapaz han impulsado la campaña para unirse a la exigencia de los familiares de los normalistas de dar con el paradero de los 43 y tener acceso a la verdad y la justicia.

Fuente:  https://desinformemonos.org/organizaciones-de-derechos-humanos-inician-campana-43-dias-por-los-43/

Foto: Notimex

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