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Los jóvenes argentinos, con los niveles más bajos de bienestar emocional del mundo

Por: Luciana Vázquez

Según una encuesta, apenas un 20% dice sentirlo; el país ocupa el segundo lugar en el ranking de malestar emocional.

Son pocos. Ni siquiera llegan al 20%. El porcentaje de adolescentes y jóvenes argentinos de entre 15 y 21 años que dicen que sienten un buen grado de bienestar emocional apenas alcanza el 18%.

Es decir, más de cuatro de cada cinco chicos y chicas de la llamada generación Z, los nacidos entre 1995 y 2001, la están pasando mal en la Argentina, que así se convierte en el segundo país, después de Brasil, en el ranking de malestar emocional que experimentan sus adolescentes y jóvenes. En Brasil, el porcentaje de adolescentes y jóvenes que dicen que disfrutan de bienestar emocional es de tan sólo 16 puntos, mientras que el promedio mundial es de 30 puntos.

Así surge del estudio global «Generación Z: encuesta de ciudadanía mundial. Lo que piensan y sienten los jóvenes del mundo», realizado en veinte países a más de 20.000 jóvenes, mil por cada país, y divulgado hoy en todo el mundo. La encuesta, implementada de forma online, es una iniciativa de la Fundación Varkey, una ONG con base en Londres que desde hace tres años entrega el Global Teacher Prize.

El trabajo es el primer estudio comparativo internacional a gran escala de las actitudes de jóvenes y adolescentes. Se trata de un intento abarcativo de comprender cómo piensan y sienten los adolescentes y jóvenes de hoy, los «bebes del milenio», según los llama el estudio, que serán los protagonistas del rumbo que el planeta tome en los próximos sesenta años.

La encuesta recoge información valiosa acerca de las actitudes, los comportamientos y los valores de adolescentes y jóvenes de Brasil, además de la Argentina, en América latina; de Estados Unidos y Canadá; de Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia; de Rusia, China, Corea del Sur y Japón; de la India, Indonesia, Turquía e Israel, y de Australia y Nueva Zelanda.

¿Hasta qué punto los jóvenes y los adolescentes de hoy se sienten felices con sus vidas? Ésa es la primera cuestión que instala el reporte, que tiene en cuenta una serie de factores que impactan en esa percepción de felicidad, cuantificados a partir de frases positivas a las que los encuestados responden asignándoles una frecuencia: «nunca experimenté» o «siempre».

En términos generales, el 68% de los adolescentes y los jóvenes del mundo se sienten felices. En la Argentina, ese porcentaje llega al 70%, lo que la deja sexta en el ranking mundial de felicidad de los jóvenes. En Brasil, un 69% de los adolescentes y los jóvenes se siente feliz. El porcentaje más alto se da en Indonesia, con el 92%, y el más bajo, en Japón, con el 45%.

La foto es menos optimista cuando se ve el resultado de la percepción de las distintas variables que hacen a la felicidad. El bienestar emocional, el segundo entres los más bajos del ranking en el caso argentino, es uno de esos factores y registra el grado en que los adolescentes y los jóvenes no piensan demasiado en problemas y no se sienten en general ansiosos, acosados, poco amados o solos.

El porcentaje de jóvenes que experimentan bienestar emocional es mayor en Indonesia, con 40%. Le siguen Israel, con 38%; Alemania, con 36%; China, con 36%, y Nigeria, con 34%. En países como Estados Unidos y Canadá, el porcentaje es de 30% y 27%, respectivamente.

Las relaciones personales con padres y amigos son otra variable clave para la felicidad general. En la Argentina, el porcentaje de chicos que sienten que tienen una buena relación con sus padres y un vínculo sólido con sus amigos llega al 61%, y aunque es de los más bajos registrados por el estudio, está cerca del promedio mundial, de 67 puntos porcentuales. Además de la Argentina, Brasil y Rusia, con 60 y 57% de sus jóvenes expresando esta insatisfacción, respectivamente, son los que presentan menor cantidad de casos de vínculos sólidos.

En Indonesia y China, en cambio, la proporción de jóvenes que responden positivamente es mucho mayor, con el 81 y el 80%, respectivamente. En Canadá y Estados Unidos, la proporción es de 68 y 62%, respectivamente.

La relación con los padres

La relación con los padres es central para la generación Z en todo el mundo, para la cual en promedio los padres son el factor con más influencia en sus valores: un 89% destacó esa influencia. El 70% encontró en los docentes el factor de mayor influencia. Sólo el 30% atribuye ese poder a las celebridades, factor que pesa menos en la Argentina que en ningún otro país. Y para apenas un 17% de los adolescentes y los jóvenes los políticos influyeron en sus valores.

La autopercepción del bienestar físico, sentir que se duerme y se ejercita lo suficiente y se dedica suficiente tiempo a descansar y reflexionar, es otro factor que hace a la felicidad, de acuerdo con el reporte.

En ese caso, el 16% de los adolescentes y jóvenes de la Argentina dice que goza de bienestar físico, casi en el promedio mundial, del 17%. La proporción mayor de jóvenes con esta percepción se da en Nigeria, con un 41%. Rusia, con el 12%; Corea del Sur, con el 11%, e Israel, con el 8%, están entre los lugares más bajos del ranking. En Estados Unidos, el porcentaje de jóvenes que se sienten bien físicamente es del 18%, y en Canadá, del 14%, lo mismo que en Brasil.

En cualquiera de los casos, la proporción de chicos que dicen que gozan de bienestar físico es alarmante por los bajos niveles que alcanza: menos de una quinta parte de los jóvenes encuestados.

En otras dimensiones la excepcionalidad argentina resulta destacable. Por un lado, en el altísimo grado en que sus adolescentes y jóvenes apoyan la libertad de expresión. El 70% de los argentinos de entre 15 y 21 años apoya la libertad de opinión aun cuando resulte ofensiva para una religión y el 64%, aun cuando pueda ofender a una minoría. En este caso, la Argentina ocupa el segundo puesto en el ranking mundial de apoyo a la libertad de expresión por parte de jóvenes y adolescentes. Lidera Turquía, con 78 puntos porcentuales.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1982977-los-jovenes-argentinos-con-los-niveles-mas-bajos-de-bienestar-emocional-del-mundo

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¡Háblame bonito! La importancia de usar el lenguaje afectivo con los niños

Valeria Sabater

Háblame bonito, sin levantar la voz pero con la firmeza de quien puede convencerme de todo lo que soy capaz. Háblame con sonrisas un vez más, para que aprenda rápido que en este mundo manda el amor y no el miedo. Regálame palabras de afecto siempre que puedas para que así domine cuanto antes el lenguaje de las emociones…

Vivette Glover, psicobióloga perinatal del Imperial College de London, nos indica que la educación emocional se inicia ya desde el útero materno. Nos puede parecer algo sorprendente e incluso difícil de creer, pero a lo largo del tercer trimestre, el bebé es muy sensible a las voces que escucha del exterior. El líquido amniótico es un gran conductor del sonido, y aunque el feto no entienda el lenguaje como tal, sí tiene una gran sensibilidad a la carga emocional que se desprenden de esas tonalidades, de esas palabras.

Cuando venimos al mundo estamos íntimamente vinculados a la voz de nuestra madre y a ese mundo emocional que la ha acompañado a lo largo de esos meses de delicada gestación. No somos por tanto extranjeros en tierra extraña. El bebé ya atisba el gran poder que encierra el lenguaje afectivo. De hecho, Michel Odent, el prestigioso obstetra francés, nos recuerda que igual de importante es atender el mundo emocional de la embarazada como preocuparnos de que las revisiones médicas se cumplan.

Lo mismo ocurre con ese niño de 2, 3 o 5 años. Podemos darle lo mejor, buena ropa, alimentación equilibrada, juguetes que potencien su estimulación temprana… Sin embargo, si no lo nutrimos de afecto, de seguridad y confianza a través de un lenguaje sabio en emociones, ese niño no crecerá como debe. Su cerebro desarrollará carencias y experimentará vacíos que, llegada la adolescencia o madurez, llenará de otro modo.

Te proponemos reflexionar sobre ello.

Háblame bonito, háblame sin hacerme daño

Las palabras no matan, pero tienen un gran poder para herir. Todos lo sabemos, todos lo hemos vivido de algún modo, sin embargo, a pesar de tenerlo muy claro, en ocasiones descuidamos el modo en que nos dirigimos a nuestros niños e incluso a nuestros adolescentes. El lenguaje tiene el poder de crear un tipo de arquitectura determinada en los cerebros más jóvenes, y esto es algo que como padres, madres, abuelos o educadores jamás debemos descuidar.

Una mala palabra, un desprecio, un “todo lo haces mal”, “eres el más tonto de la clase” o un “me agotas, déjame en paz”, deja una impronta en el mundo emocional del niño hasta el punto de generar estados de indefensión, estrés o incluso depresión infantil.

Experimentos, como el realizado en el centro de Atlanta Speech School, demuestran que algo tan sencillo como hacer uso del lenguaje positivo promueve en los alumnos conductas más comprometidas. Les empuja ante todo, a tener una visión más positiva de sí mismos para superarse.

Lo más complicado de todo esto es que, lamentablemente, no todos los padres son hábiles a la hora de hacer uso de un lenguaje emocional efectivo y trascendente. Hablar “bonito” requiere intuición, voluntad, requiere tiempo, paciencia y sobre todo, haberse sanado como mujer o como hombre para poder ejercer una paternidad digna, respetuosa y que permita a ese niño no solo crecer en altura, sino crecer en seguridad, autoestima e Inteligencia Emocional.

Las claves de la comunicación afectiva con los niños

Daniel Goleman nos explica en su libro “Inteligencia Emocional infantil y juvenil” que a veces, los adultos, llegamos a abusar del refuerzo positivo hasta el punto lograr que pierda todo su valor. Los niños diferencian muy bien la autenticidad del cansancio o de la simple falta de interés.

Cuando un papá o una mamá le dice aquello de “sí, sí es un dibujo muy bonito” a su hijo de 8 años sin ni siquiera mirar el propio cuaderno porque tiene prisa, ese niño no se queda con el mensaje. Se queda con la actitud de los padres. Porque un “háblame bonito” no es hacer uso de las muletillas positivas de rigor. Es detenernos, es atender y ante todo, saber conectar.

La comunicación afectiva tiene como principal estrategia este mismo elemento: saber conectar con la mente, las emociones y el cerebro de nuestros niños. Te explicamos cómo.

Principios para conectar con los niños mediante el lenguaje emocional

En ocasiones, casi sin darnos cuenta, hacemos uso de estrategias muy poco pedagógicas con los niños. Cabe decir, eso sí, que no lo hacemos con mala intención. Simplemente, no entendemos aún cómo procesan la información o qué necesidades presentan en cada etapa de su crecimiento personal.

Estas son unas sencillas estrategias.

  • Evita los discursos largos. Si tienes que enseñarle algo a tu hijo, corregirlo o explicarle una cosa en concreto, recuerda la regla de los 30 segundos. Es el tiempo máximo en que un niño de pocos años mantendrá la atención.
  • Dar múltiples advertencias no sirve de nada. Algo bastante común es que todo padre o toda madre con grandes presiones en el día a día, tengan niños que tardan mucho en “reaccionar”. Esto es así porque se pasan la mayor parte del tiempo apremiándolos: date prisa, levántate, vístete, haz esto, haz lo otro…
  • Este tipo de verbalizaciones en forma de orden nunca permitirán que conectemos con nuestros hijos. Los niños saben que tras una orden llega otra más, así que no merece la pena obedecer a la primera. No es lo adecuado. A los niños no se les educa con prisas, sino con paciencia y cercanía. A veces, basta con una sola indicación dicha con firmeza, cercanía y razonando bien la finalidad para promover y asentar una conducta.
  • Escucha cuando te hablan tus hijos, demúestrales que cada palabra que digan es importante para ti. Deja que el mundo se detenga a vuestro alrededor. No hay prisas, cultiva la paciencia.
  • Pronuncia el nombre del niño con afecto y no hagas uso de respuestas simples o condescendencientes cuando les respondas.

El diálogo con tus hijos debe despertarlos, darles una inyección de curiosidad, de descubrimiento y de sentido afecto para que desarrollen una conciencia más segura, plena y feliz día a día, momento a momento.

Fuente del articulo: https://lamenteesmaravillosa.com/hablame-bonito-lenguaje-afectivo/

Fuente de la imagen:https://lamenteesmaravillosa.com/wp-content/uploads/2016/06/niño-en-barco.jpg

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¿Como aprender mis alumnos? Los hallazgos de la neurociencia para la educación.

Por: Marcela Paz Muñoz I.

Pese a que no son la panacea, es esencial que los docentes estén al día sobre los hallazgos neurocientíficos. Como el hecho de que las percepciones que tienen los estudiantes sobre sus capacidades y el contexto en que el niño se desarrolla son factores clave para un aprendizaje de calidad.

Según las últimas investigaciones de la neurociencia, alumnos en educación parvularia estarían capacitados para aprender matemática de una manera compleja y sofisticada. El problema es que no todos cuentan con las oportunidades para desarrollar esas habilidades.

Al parecer, “lo más importante para el desarrollo de un niño, no es la cantidad de información que se consigue incorporar en su cerebro. Lo crucial, más bien, es si somos capaces de ayudarlo a desarrollar un conjunto diverso de cualidades, entre las cuales se incluyen: la perseverancia, el autocontrol, la curiosidad, la meticulosidad, la determinación y la autoconfianza”, dice Paul Tough en “Cómo triunfan los niños”.

Coincide con aquello Howard Gardner, quien recientemente visitó nuestro país. En aquella oportunidad, señaló estar convencido de que la educación que se enseña hoy sigue siendo básicamente una actividad para el pasado, “en lugar de ser una preparación para los posibles mundos del futuro”.

Por ello, es relevante, dice el destacado científico y profesor chileno Sergio Mora, comprender que “las capacidades esenciales para el aprendizaje, como la atención, la memoria, la inteligencia y el razonamiento surgirían, según las recientes investigaciones, de la organización, evaluación e interpretación de la información que cada individuo hace a través de esquemas o estructuras mentales”.

A su juicio, el aporte de las neurociencias modernas está revolucionando la manera en que entendemos la conducta y, lo que es más importante aún, “cómo aprende nuestro cerebro, cómo guarda la información y cuáles son los procesos biológicos que facilitan el aprendizaje. Ahora; se sabe que el aprendizaje es algo físico que se puede ver y dimensionar y que no depende de constructos inmateriales como la “mente”. En efecto, se produce como consecuencia de una serie de procesos químicos y eléctricos; y está posibilitado por las estructuras del cerebro, ya que la memoria se almacena en redes neuronales que están siendo modificadas constantemente por nuevos aprendizajes”.

Coincide con lo anterior la psicóloga Isidora Mena, para quien “las ciencias neurocognitivas han sido muy importantes para mostrar el efecto del aprendizaje y de la no estimulación, como también para apoyar teorías pedagógicas que ya se habían formulado”.

Un ejemplo de aquello, dice María Inés Susperreguydocente de la Facultad de Educación UC y experta en Psicología del Desarrollo, es el hecho de que “las creencias o percepciones que sostienen los estudiantes sobre sus capacidades (por ejemplo, si creen que la inteligencia es una entidad fija o si, por el contrario, consideran que la inteligencia es maleable) afectan sus procesos cognitivos y su aprendizaje. Recientes investigaciones revelaron que el aprendizaje de los estudiantes no está supeditado a etapas fijas del desarrollo, sino que se relaciona con el contexto en que el niño aprende”.

En esa misma línea, agrega Isidora Mena, es crucial el interés que tenga el alumno por aprender. “Esto se relaciona con el hecho de que el aprendizaje sea significativo para la vida del estudiante y tenga un desafío cognitivo; es decir, que implique cierto esfuerzo creativo, investigativo e imaginativo para él”.

Asimismo, los últimos estudios muestran que los niños en educación parvularia están capacitados para aprender matemática de una manera compleja y sofisticada. “Sin embargo, no todos cuentan con las oportunidades para desarrollar esas habilidades desde la educación parvularia, por lo que las oportunidades tempranas de aprendizaje que se les ofrezcan son centrales”, señala la académica de la Facultad de Pedagogía UC.

Otros hallazgos explican que los alumnos pueden potenciar sus habilidades de autorregulación, que son centrales para el aprendizaje, gracias a las estrategias que implemente un profesor en el aula, tales como la organización y estructura de los contenidos. Por ello, según el profesor Mora, “el gran desafío para los profesores es conocer los principales hallazgos neurocientíficos aplicables a la educación, comprenderlos e implementarlos”.


La importancia de motivar 

Dentro de las investigaciones más significativas está la importancia que se debe otorgar a la atención y motivación de los alumnos para que se produzca el aprendizaje. “Sin ella, la información ni siquiera es capaz de ingresar a la memoria de corta duración y simplemente no es considerada por el cerebro. Para que esto suceda los contenidos deben poseer componentes atractivos para los alumnos,  y ser lo suficientemente novedosos para despertar la curiosidad”, dice Sergio Mora.

“Aquellos alumnos que se involucran en actividades académicas por motivos intrínsecos (por ejemplo, porque disfrutan desarrollar una tarea o participar de una actividad) muestran una mejor retención de la información a lo largo del tiempo y menor ansiedad, lo que afecta positivamente sus resultados académicos”, dice la académica de la UC.

A ello se suma el hecho de que “las creencias que sostienen los estudiantes sobre sus propias capacidades, como por ejemplo su inteligencia, se relacionan con la forma con la que enfrentan las tareas, persisten en ellas, y asumen desafíos académicos. Los estudios de Carol Dweck han mostrado que los jóvenes que consideran que la inteligencia es maleable e incremental, sostienen metas de aprendizaje. Es decir, esos alumnos se interesan en aprender, se involucran en actividades que requieren mayor esfuerzo, y asumen nuevos desafíos, lo que favorece su aprendizaje y resolución de problemas”, dice María Inés Susperreguy.

En ese sentido, admite el doctor Mora, para los profesores “no hay recetas únicas y, probablemente, cada uno tenga la suya propia. Por ejemplo, iniciar la sesión con una pregunta, planteando un problema a resolver, presentando un caso o mostrando un video sobre el tema. Particularmente, pienso que una buena estrategia es plantear el tema de la clase como una historia, en la cual se genere un suspenso y el alumno se sienta partícipe de ella y sienta la necesidad de aprender para llegar a la solución de algún problema”.

Educación y los “neuromitos”

Otro de los avances más importantes de las neurociencias  es acerca de la neuroplasticidad; es decir, el hecho de que el cerebro, y en particular el de los niños, tiene una extraordinaria y sorprendente capacidad de cambiarse a sí mismo como consecuencia de la experiencia y del aprendizaje. “Las neurociencias han demostrado que cada vez que conocemos algo nuevo se genera una conexión neuronal cuya fuerza se incrementa con la repetición, llegando así a formarse redes que almacenarán la información por tiempo indefinido. Aprender no es otra cosa que generar conexiones, y enseñar consiste en facilitar las condiciones para que se produzcan estas conexiones en el cerebro de nuestros alumnos”, indica Sergio Mora.

Por ello, para la académica de la Facultad de Pedagogía UC, María Inés Susprreguy, uno de los mayores desafíos del campo denominado “neurociencia educacional” es que sus hallazgos no sean traducidos a la práctica educacional a partir de concepciones erradas. “Es muy común encontrar ‘neuromitos’ en la población. Uno de los más comunes es creer que los estudiantes tienen estilos de aprendizaje (visual, auditivo y kinestésico) y que los profesores deben identificar esos estilos para beneficiar el aprendizaje de los niños. Por lo tanto, los profesores deben estar atentos a los resultados que se traducen desde las neurociencias a la práctica educacional, poniendo especial atención en la simplificación que a veces se realiza de los hallazgos”.

Resulta central que los profesores, tanto en formación como en ejercicio, conozcan a cabalidad los hallazgos que las neurociencias han aportado a la comprensión del aprendizaje de los niños. “Las investigaciones han avanzado en identificar las bases neurológicas de los procesos de lectura, escritura y aritmética. Asimismo, han permitido comprender cómo la ansiedad y los procesos de atención afectan el aprendizaje. Más recientemente, incluso se han focalizado en otros aspectos que afectan el aprendizaje, como, por ejemplo, motivación y procesamiento socioemocional”, dice María Inés Susperreguy.

Otro de los factores que han recibido mayor atención en las investigaciones es el efecto de las expectativas de los profesores en los estudiantes. Cuando los profesores tienen expectativas altas sobre el desempeño de sus estudiantes, estos se involucran en las tareas y muestran mayor motivación. De esta forma, los estudiantes que trabajan con profesores que sostienen altas expectativas de sus capacidades, son capaces de persistir en sus actividades académicas y evidenciar mejores resultados de aprendizaje.

Asimismo, dice el doctor Mora, el aprendizaje tiene que ver con la etapa de desarrollo o maduración en que se encuentra el niño. “La neuroplasticidad está presente durante toda nuestra vida; sin embargo, es mayor en ciertos periodos, considerados ‘sensibles’: entre los 2 y 3 años de edad, y al inicio de la pubertad. “En esas etapas, el cerebro es extraordinariamente permeable a los estímulos externos, como la estimulación temprana, el aprendizaje adecuado y la nutrición, pero también está expuesto a daños provenientes de su entorno. El cerebro y sus capacidades cognitivas dependen en gran medida de cómo este fue modificado por las experiencias tempranas”.

Por último, advierte el doctor Mora, las emociones tienen un gran impacto sobre el aprendizaje. “Esto que ahora nos parece tan obvio no era considerado por las teorías del siglo XX. Se pensaba que, por el contrario, las emociones atentaban contra la cognición. El principal requisito para que se produzca el aprendizaje en el cerebro de nuestros alumnos es que quieran aprender y esto ocurre solo si lo que tratamos de enseñarles tiene un componente emocionalmente significativo para ellos, que tenga que ver con sus deseos y necesidades”.

Factores que perturban 

 “El conocimiento requiere el funcionamiento normal de todos los dispositivos cerebrales que procesan la información y generan el aprendizaje. Es fundamental la integridad anatómica y funcional de los órganos de los sentidos, por lo que es necesario revisar tanto la capacidad visual como la auditiva de los niños, ya que la miopía y la hipoacusia pueden ser causales de dificultades de aprendizaje, aunque no dan origen a dificultades específicas del aprendizaje” dice Mora.

En cambio, existen trastornos genéticos, enfermedades virales de la madre, deficiencias nutricionales en el embarazo, exposición a niveles elevados de estrés o ansiedad, alcoholismo, tabaquismo y drogas que sí causan alteraciones en el aprendizaje. “Un alto consumo de alcohol durante el embarazo se ha ligado al síndrome alcohólico fetal, una condición que puede llevar a bajo peso al nacer, debilidad intelectual, hiperactividad y algunos defectos físicos. Algunos investigadores creen que las dificultades de aprendizaje, como el síndrome deficitario atencional, pueden estar relacionadas con consumo de drogas, como cocaína, durante el embarazo”.

Especial mención hay que hacer de los factores emocionales. “Es casi totalmente reconocido por docentes que los aspectos emocionales pueden interferir negativamente en los procesos de aprendizaje. El maltrato, la falta de cariño maternal, el abandono y el estrés durante los primeros años de vida generan huellas profundas en el cerebro que afectan las capacidades cognitivas del niño y el adolescente y, a veces, no se borran. Cuando se trata de explicar por qué unos niños aprenden y otros no, generalmente nos remitimos a teorías cognitivistas y se escucha decir: Ese niño aprende porque es inteligente”, explica el investigador de la U. de Chile.

Finalmente, a juicio del doctor Mora, no basta tener un cerebro sano para aprender, así como no basta tener piernas sanas para caminar o un aparato fonador sano para hablar. “El niño necesita de adultos que lo consideren capaz de aprender y deseen que aprenda a caminar y a hablar. En consecuencia, un desarrollo emocional sano es un factor primordial para asegurar un aprendizaje exitoso”.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/como-aprenden-mis-alumnos-los-hallazgos-de-la-neurociencia-para-la-educacion/

Imagen: http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2017/01/plataforma.jpg

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La otra cara de la moneda: La psicología positiva & TEA

Por:Elaime Maciques

“La misión de la Psicología Positiva no es decir a las personas que deben ser optimistas, o espirituales, o amables, o estar de buen humor; sino describir las consecuencias de tales rasgos. Lo que cada uno haga con esa información dependerá de sus propios valores y objetivos.” (M. Seligman).

Este artículo, surge de una conferencia dada en la Universidad Católica de Honduras, “Nuestra Señora de la Paz”, Campus San Pedro y San Pablo, el pasado mes de julio en el marco de su convocatoria anual al Congreso de Psicología.

El ser humano, es por naturaleza, un ser social, que se desarrolla a través de la interrelación con el entorno y sus pares, lo que le da un sentido de socialización al proceso de maduración y aprendizaje, así como a la interiorización de vivencias socio-emocionales. Vigostky, en su Teoría Socio Histórico Cultural, plantea que los fenómenos psíquicos son sociales desde su mismo origen, y no son dados de una vez y para siempre al momento del nacimiento, sino que ellos se desarrollarán en dependencia de las condiciones de vida y educación a la que el sujeto se exponga.

Desde que el niño nace, lo hace en un contexto social y se establece una relación tríadica padre-madre-niño, que marca una pauta significativa en el desarrollo emocional. La mirada mutua, la progresiva capacidad de prestar atención conjunta a eventos del mundo externo y el juego de expresiones afectivas transmitidas a través del rostro, son modos de relacionarse y actúan como precursores de dos aspectos fundamentales del desarrollo infantil: la capacidad para la formación de símbolos (uso del lenguaje) y la capacidad de empatía (capacidad para comprender los estados emocionales del otro). En ese intercambio son importantes: el contacto visual, el diálogo sonoro (el adulto escucha al niño y le contesta), el diálogo tónico (donde se alterna la tensión-relajación durante el juego y la alimentación), el sostén físico y el contacto (caricias, manipulación).[1]

Premack y Woodruff acuñaron el término “teoría de la mente” la cual nos permite utilizar estrategias sociales, ya que posibilita, como señalan Rivière y Núñez[2] “ponerse en la piel” del otro, “calzarse sus zapatos”, dando lugar a la interpretación de las interacciones humanas no en términos netamente conductuales, sino en base a estados mentales. Es esa “mirada mental”, la que permite encontrarnos con la mente de los otros, interpretar su conducta y realizar predicciones, comprender que tienen deseos, creencias e intenciones, un mundo de emociones y experiencias diversas, ser empáticos e intersubjetivos.

niños felicesLa Psicología Positiva como ciencia joven, se enfoca al estudio de las emociones positivas, el desarrollo de las virtudes, donde el ser humano va potenciando sus propias fortalezas y la búsqueda de la felicidad o estado de bienestar, para conseguir una mejor calidad de vida y bienestar. El bienestar positivo hace referencia a lo que pensamos y sentimos en relación a nuestras vidas y las conclusiones cognoscitivas y afectivas que alcanzamos cuando evaluamos nuestra existencia. Tiene un componente subjetivo e intersubjetivo. Traduce, o interpreta, la “felicidad” como ese bienestar subjetivo experimentado cuando sentimos más emociones agradables y pocas desagradables, cuando estamos comprometidos en actividades interesantes y cuando estamos satisfechos con nuestras vidas y lo que hemos logrado.

Esta joven rama de la psicología tiene varios enfoques, como el clínico que va hacia la prevención y tratamiento de enfermedades mentales como el estrés, ansiedad y otras, un enfoque pedagógico que busca en primer lugar la motivación intrínseca del niño hacia el aprendizaje, en crear ambientes de aprendizaje motivadores y adecuados a las necesidades de cada estudiante y hacia la orientación familiar, en relación al desarrollo de hábitos, que promuevan conductas adaptativas adecuadas.  Bajo la vertiente de la Psicología Educativa, se toman en cuenta la atención que debe darse a las fortalezas individuales y colectivas de cada niño, enfatizar los logros que éste tiene sobre el desarrollo de habilidades, así como identificar y fortalecer las cualidades predominantes de cada estudiante.  Al respecto Terjesen, Jacofsky, Froh & DiGiuseppe (2004) expresan: “Promover las fortalezas de los niños y jóvenes puede incrementar cambios que favorecen el manejo exitoso de las dificultades actuales y las que deberán afrontar en el futuro” ¿Es una paradoja?, ¿será una utopía?

Martin Seligman habla sobre la psicología positiva

¿Qué pasa con la otra cara de la moneda?

Las personas con dificultades para la construcción de los procesos intersubjetivos, que tienen una forma diferente de entender las emociones, que son inflexibles, que se les dificulta la comunicación social, ser empáticos y que en muchas ocasiones son ajenos a ese constructo “positivo y feliz. No quiero que me mal interpreten, no es que no sean felices, claro que lo son, expresan emociones y en los casos de alto funcionamiento van más allá.

Ramón es un joven de 18 años con Síndrome de Asperger que asiste a la Universidad, ha estado en tratamiento psicológico en dos ocasiones porque se deprime frecuentemente, debido a que no puede hacer amigos, porque en su concepto de amistad, tienen que haber valores, deportes, y las matemáticas, porque no se da cuenta que escribir veinte mensajes en una hora a una chica no es adecuado y tampoco entiende que la chica no quiera ser su novia cuando el sí. El amor en todas sus manifestaciones, la amistad, se complejizan en sus pensamientos negativos y entonces llora y expresa “no soy feliz”.

Marcos, es feliz hasta que llega a la escuela, donde no se potencian sus habilidades, donde no se adecuan los espacios del aula y los contenidos educativos a su funcionamiento y desajuste sensorial, cuando no es motivado a que ese entorno le sea agradable y confortable.

A veces lo que es diferente nos asusta, o lo rechazamos, cuando todos estamos inmersos en una diferencia permanente, en las formas de construir la felicidad, en las formas de caminar, de sonreír, de amar. Es tarea de las nuevas generaciones empezar a promover un cambio positivo, dejar atrás los estereotipos, las etiquetas, los no se puede y los “déjalo ahí que no hay nada que hacer”, es hora de vender asombros, de provocar felicidad, de motivar para que así sea.

cisneEs importante desde esta postura psicológica, estar mentalizados y tener la capacidad de ver “la otra cara de la moneda”, como diría Szatmari, (2004) Todo depende del modo en el que mires las cosas. Una vez entiendas cómo piensan y como ven el mundo, aquello que un día parece una discapacidad, otro día puede ser un talento o un don”. [3]

Agradezco que me hayan leído hasta aquí, los dejo con un pasaje de un cuento maravilloso: El patito feo

Se dirigió entonces hacia ellos, con la cabeza baja, para hacerles ver que estaba dispuesto a morir. Y entonces vio su reflejo en el agua: el patito feo se había transformado en un soberbio cisne blanco.” (H. C. Andersen).

Referencias:

[1] Maciques, E: Desarrollo infantil y particularidades en los TEA. Parte III. Desarrollo social

[2] Reyna, Cecilia (2011): Desarrollo emocional y trastornos del espectro autista

[3] Citado por Girón, A en El lado bueno de las cosas. Síndrome de Asperger

Fuente: https://autismodiario.org/2016/08/26/la-otra-cara-la-moneda-la-psicologia-positiva-tea/

 

 

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Siria: Defendiendo los derechos universales de los niños

Asia/Siria/22 de noviembre de 2016/Fuente: corresponsables.com

Con motivo de la celebración este 20 de noviembre del Día del Niño, varias ONG han defendido los derechos de miles de niños y la situación de riesgo en la que viven.

Save the Children ha aprovechado la ocasión para denunciar la situación de 2,7 millones de niños sirios que están fuera de las aulas y ven vulnerado uno de sus derechos más fundamentales: el derecho a la educación.

La situación dentro de Siria es alarmante. Las últimas armas explosivas usadas por las partes en conflicto, incluyendo las bombas de racimo, han matado a centenares de niños. Los niños en Alepo ya no están seguros ni en sótanos ni en refugios subterráneos por el uso de las bombas antibúnker.

Fuera de Siria la situación no es mucho mejor. Según los últimos datos de julio de 2016, 1,6 millones de niños sirios viven en alguno de los 5 países que mayoritariamente están acogiendo a los refugiados de la guerra. El 52% de los sirios en edad escolar que viven en Turquía, Líbano, Jordania, Iraq y Egipto no van al colegio.

Para denunciar esta realidad y exigir el respeto a los derechos de los niños, especialmente del derecho a la educación, Save the Children ha puesto en la Puerta de Alcalá de Madrid una instalación que pretende sensibilizar sobre la situación de los colegios en Siria. Los ciudadanos que se acerquen verán que no es posible estudiar en un entorno de escombros, pupitres y pizarras destruidas. 2,7 millones de niños sirios quieren ir al colegio pero no pueden, ya que todas las infraestructuras educativas están destruídas y el riesgo de bombas es alarmante dentro de Siria.

LA MOCHILA QUE LLEVAN LOS NIÑOS A SUS ESPALDAS

En el Día del Niño, Unicef ha querido poner el foco en la mochila que millones de niños cargan a sus espaldas y no precisamente con niños. La organización recuerda que en el interior de estas “mochilas”, “solo encontramos una continua vulneración de derechos que les impiden llevar una infancia feliz, como la que muchos de nosotros hemos tenido”.

Una mochila en la que, además de libros y educación como denunciaba Save the Children, Unicef también recuerda que falta salud, agua, juegos y muchos amigos y familiares que han perdido a consecuencia de la guerra o desastres naturales.

NIÑOS QUE CRECEN SOLOS

Uno de cada diez niños crece en el mundo sin el cuidado y la protección que necesita. Una situación que pone en grave riesgo su desarrollo emocional, físico y mental y, por tanto, su futuro. Con motivo del Día Universal del Niño, Aldeas Infantiles SOS ha lanzado la campaña “Ningún niño nace para crecer solo”, con el objetivo de alertar sobre los 220 millones de niños, un 10% de la población infantil mundial, que crecen solos.

Para la organización, las tres condiciones necesarias para considerar que un niño no está solo en el mundo son: disfrutar de una atención estable y del cariño de al menos un adulto; un hogar en el que se garantice su seguridad y su bienestar; y alimentación adecuada, atención sanitara, educación y satisfacción de otras necesidades básicas. Sin embargo, según los indicadores manejados por Aldeas Infantiles SOS, de los 2.200 millones de niños que hay en el mundo, 220 millones carecen de al menos una de estas tres condiciones.

Desde 1989, se celebra en todo el mundo el Día Universal del Niño para recordar la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño. Este tratado internacional dice que todos los niños y niñas tienen los mismos derechos, independientemente del país donde hayan nacido, de si su país se tambalea o se rompe en pedazos, o de si se encuentran sin patria. Las denuncias de estas tres ONG ponen de manifiesto que estos derechos no se están cumpliendo.

Fuente:http://www.corresponsables.com/actualidad/internacional/defendiendo-derechos-ninos

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¿Por qué los niños necesitan tener amigos?

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Las amistades son importantes para ayudar a los niños a desarrollarse emocionalmente y socialmente.

Además, mediante las relaciones de amistad, aprenden a establecer normas, sopesar alternativas y tomar decisiones.

Introducción

Los seres humanos somos seres sociales. Venimos al mundo programados para responder y relacionarnos con los demás. Incluso los niños más pequeños giran la cabeza como respuesta al sonido de una voz humana. Ya en los primeros años de vida, los niños comienzan a interactuar con otros niños fuera del ámbito familiar. La amistad entre los pequeños es diferente a la amistad que establecen con los padres y con otros familiares. Las relaciones familiares proporcionan un sentido de intimidad más profundo y cercano, pero no sustituyen a las otras relaciones. Desde la infancia hasta la adultez, pasando por la adolescencia, la amistad es uno de los aspectos más importantes de la vida.

¿Para qué están los amigos?

Las amistades son importantes para ayudar a los niños a desarrollarse emocional y socialmente. Proporcionan un campo de entrenamiento para probar diferentes maneras de relacionarse con los demás. A través de la interacción con los amigos, los niños aprenden a establecer normas, sopesar alternativas y tomar decisiones. Experimentan miedo, enojo, agresión y rechazo, aprenden a ganar y a perder y entienden lo que es apropiado y lo que no. También adquieren conocimientos sobre el posicionamiento social y las clases de poder: quién está dentro, quién está fuera, cómo dirigir y cómo seguir, qué es justo y qué no, etc. Los niños aprenden que diferentes personas y diferentes situaciones requieren diferentes comportamientos, y llegan a comprender los puntos de vista de otras personas.

Los amigos proporcionan compañerismo y los niños descubren quiénes son al compararse con otros niños: quién es más grande, quién es más rápido, etc. Aprenden que son similares a otros niños, pero que cada uno tiene sus particularidades. En los pequeños, la amistad y el hecho de formar parte de un grupo mejora el sentimiento de autoestima.

El consuelo y el apoyo que dan los amigos ayudan a los niños a hacer frente aafrontar momentos difíciles o periodos de transición, como el cambio a una nueva escuela, el comienzo de la adolescencia, asuntos familiares complicados, decepciones, etc.

Las amistades no son un lujo, son una necesidad para un desarrollo psicosocial sano. Estudios previos demuestran que los niños con amigos disfrutan de un estado de bienestar óptimo, de una mejor autoestima y tienen menos problemas sociales en la edad adulta que los niños que no tienen amistades. Por otro lado, los niños con problemas para hacer amigos tienen más posibilidades de sentirse solos, de recibir burlas de los compañeros, de tener problemas académicos y de adquirir malas conductas.

Tener amigos

Cuanto más pequeños sean los niños a la hora de empezar a tener amigos, más probable será que tengan amistades en edades posteriores. Un 75 % de niños en edad preescolar tienen amistades, y en la adolescencia, entre un 80 % y un 90 % afirman tener amigos, normalmente indicando que uno o dos son los mejores amigos y los demás buenos amigos.

Niños y adolescentes de todas las edades piensan en la amistad en términos de reciprocidad, es decir, lo que uno hace por el otro, pero las relaciones de amistad cambian con la edad. El niño pequeño ayudará a un compañero a reconstruir una torre de bloques, el niño en edad escolar ayudará al amigo a hacer los deberes, y el adolescente dará consejo a un amigo sobre un tema que éste no quiere hablar con los padres. Aunque los términos de la reciprocidad se mantienen constantes, el concepto de amistad y del comportamiento asociado a esta cambia a medida que el niño crece.

La amistad según los grupos de edad

En la edad preescolar, los niños comienzan a establecer contacto con los compañeros, a desarrollar los fundamentos de comportamiento del juego y a hacer visibles las preferencias por ciertos compañeros. Identifican niños específicos como amigos e interactúan de manera diferente con ellos. Dentro de este grupo de edad, la amistad no se refleja a través del lenguaje, pero durante el tiempo que pasan juntos están inmersos en una misma actividad.

Durante la etapa escolar, los niños, generalmente, eligen amigos que presentan alguna similitud con ellos y con los que comparten intereses. A esta edad, los niños se suelen orientar a un grupo determinado de amigos. Los grupos reflejan muchos de los problemas que existen en cualquier relación social: inclusión, exclusión, conformidad, independencia, miedo o rechazo. También reflejan diferencias de género. Cuanta más edad, los grupos se vuelven cada vez más determinados por el sexo: las chicas suelen manifestar relaciones más íntimas y de apoyo con las amigas. Los chicos tienden a formar grandes grupos de amigos, centrados sobre todo en el deporte, mientras que las chicas, en general, prefieren formar grupos más pequeños y mantener conversaciones más personales. Los grupos de niñas suelen ser más pequeños y exclusivos que los de niños durante la infancia, pero en la adolescencia la situación se revierte.

La formación de grupos es un fenómeno natural. Pertenecer a un grupo, ya sea de deporte, político, etc. proporciona un sentimiento de pertenencia. Entre los 10 y los 12 años se empiezan a formar los grupos, y a medida que los niños crecen, se apoyan más en los amigos, y los toman como guía a seguir, en detrimento de los padres. Los grupos se pueden formar en base a la apariencia, a las habilidades atléticas, a los resultados académicos, al estatus económico o social, al talento, a la habilidad para atraer al sexo opuesto, etc. Para algunos niños, no pertenecer a ningún grupo es un motivo de preocupación. Algunos de ellos pueden sufrir sentimientos de rechazo si no son incluidos e, incluso, pueden ser motivo de burlas y bullying.

La cantidad de tiempo que los niños pasan con los amigos es mayor durante la escuela primaria, la secundaria y la adolescencia. Los jóvenes pasan casi un tercio de su tiempo en compañía. La mayoría de adolescentes tiende a alejarse de los padres y de otros familiares y, en cambio, desarrolla unos vínculos más estrechos con los compañeros.

Mientras que la amistad entre los niños pequeños se basa, generalmente, en el compañerismo, los mayores prefieren compartir inquietudes, pensamientos y sentimientos personales. Las características de la amistad en la preadolescencia, como el compañerismo, la ayuda, la validación, el cuidado de los amigos y la confianza son determinantes, pero, además, las amistades adolescentes se vuelven significativamente más íntimas. Los adolescentes reconocen y valoran la complejidad de las relaciones humanas: consideran la amistad un fuerte vínculo perdurable en el tiempo.

Los amigos y los resultados académicos

Parece lógico que tener amigos en la escuela potencie el progreso académico de los niños. La escuela puede convertirse en una fuente de experiencias gratificantes y en un espacio natural de reforzamiento de comunidades. Los amigos pueden ayudarse mutuamente con las tareas escolares y los deberes, y lo que es más importante, hacen que la escuela sea más divertida.

Diversos estudios demuestran que los niños que tienen amigos y cambian de grado escolar, tienen mejores resultados escolares y les es más fácil conservar y hacer nuevos amigos. Paralelamente, los adolescentes que tienen amigos experimentan menos problemas psicológicos a la hora de cambiar de curso o de instituto.

Cuando la amistad no ayuda

La calidad de la amistad es importante. La conocida expresión «presión de grupo», que comienza en la adolescencia, aunque positiva para muchos, puede comportar también consecuencias negativas. Los niños que se relacionan con compañeros que muestran conductas antisociales corren el riesgo de seguir este mismo patrón de comportamiento. Los amigos antisociales no son un buen modelo a seguir.

Especialmente durante la adolescencia, los jóvenes que tienen un historial de comportamiento difícil y unas relaciones pobres con los compañeros tienen más riesgo de involucrarse en conductas delictivas. Por el contrario, los adolescentes que tienen un historial de buenas relaciones y son socialmente maduros tienen más capacidad de resiliencia y mejores aptitudes para hacer frente a los cambios y al estrés.

Fomentar la amistad entre los niños

¿Qué pueden hacer las escuelas?

Para los niños que necesitan ayuda individualizada:

  • Enseñar a los niños habilidades sociales a través de un coach o de un asesor, y practicar con ellos las nuevas estrategias.
  • Terapia en pareja: 2 niños con dificultad interactúan el uno con el otro mientras reciben feedback de un adulto.

Intervenciones de grupo en la clase:

  • Realizar programas de resolución de conflictos que enseñen a los niños a encontrar alternativas para gestionar los problemas.
  • Trabajar en tareas de cooperación, organizar juegos, etc. que fomenten la interacción y fortalezcan las alianzas entre los compañeros.
  • Mediante un refuerzo de las habilidades sociales adecuadas se puede mejorar la sociabilidad del niño.

¿Qué pueden hacer los padres?

  • Explica a tu hijo qué representa para ti la amistad. Esta transmisión es importante y hay que dedicarle esfuerzo.
  • Respeta el estilo de sociabilidad de tu hijo. Algunos niños se desarrollan mejor con muchos amigos, otros con menos pero más íntimos, etc. Algunos hacen amistades de manera más rápida mientras que otros necesitan más tiempo.
  • Ayuda a tu hijo a que dedique tiempo a hacer amigos. Esto es especialmente importante si el niño es tímido o reticente a mantener interacciones con otros niños. Por ejemplo, ofrece tu casa para que el niño pueda invitar a compañeros de clase, queda con otras familias con niños o sugiérele directamente que invite a algún amigo.

Aunque, a menudo, muchos padres sienten que pueden estar forzando demasiado estas estrategias, estudios recientes indican que los niños que fueron reconducidos socialmente tenían padres que estaban involucrados en sus actividades sociales.

Si tu hijo tiene problemas con algún amigo, fomenta que hable con él o ella y piensen de qué manera pueden gestionar situaciones similares si vuelven a aparecer.

Es importante ayudar al niño a manejar la situación de forma positiva y a entender sus reacciones y sentimientos.

Referencia bibliográfica

Do Kids Need Friends?. NYU Child Study Center , 2013 [acceso: 31 de enero de 2013].

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ninos-necesitan-tener-amigos

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El método danés para criar niños felices

Dinamarca/03 noviembre 2016/Fuente: La Prensa

Dos especialistas explican cuáles son las claves de la educación y el cuidado de los niños que han llevado a que Dinamarca lidere el ranking internacional en materia de felicidad durante más de 40 años. Una guía que ya están poniendo en práctica padres de todo el mundo.

No existe una receta exacta para asegurarle a nuestros hijos una vida feliz, pero sí hay una serie de ingredientes que tienen que estar presentes para ofrecerles las condiciones apropiadas para desarrollarse en una dirección feliz o satisfactoria.

Así lo afirma la especialista en terapia narrativa, Iben Sandahl, coautora -junto a la psicóloga Jessica Alexander- del libro que está siendo furor a nivel mundial entre los padres: El estilo danés de crianza: qué saben las personas más felices del mundo sobre criar niños seguros de sí mismos y capaces (The Danish Way of Parenting: What the Happiest People in the World Know About Raising Confident, Capable Kids).

Desde hace más de 40 años, Dinamarca se encuentra entre las sociedades más felices, según los informes anuales de la felicidad en el mundo elaborados por El Instituto de Investigación de la Felicidad (Happiness Research Institute) y la Universidad de Columbia. Mientras diversos estudios se han propuesto identificar la razón de la felicidad danesa sin hallazgos del todo contundentes, el libro de Sandahl y Alexander parece haber develado el secreto: la clave está en la crianza, aseguran.

«Lo más importante es que tu hijo crezca en un ambiente seguro y estable, con amor y cuidado a montones. Además de eso, debemos procurarles desafíos físicos, mentales y sociales», subrayan las escritoras.

En el libro, Sandahl y Alexander hacen hincapié en la necesidad de construir una potente brújula interna en los hijos para que puedan desarrollarse y convertirse en niños felices, resilientes y empáticos, que no se derrumben sin importar cuánto la vida «les tire encima».

Según señala Sandahl, el estilo pedagógico de enseñanza en Dinamarca se basa principalmente en el trabajo del especialista ruso en psicología del desarrollo Lev Vygotsky y su teoría sobre la «zona de desarrollo próximo».

«Esto implica que el niño, con el apoyo de otra persona, puede llevar adelante acciones prácticas y mentales que no puede hacer por sí solo, y de esta manera contribuye a su propio aprendizaje. Por ejemplo, cuando el niño aprende a caminar», detalla.

La autora de El estilo danés de crianza argumenta que el sostén de este proceso está vinculado con lo que pasa dentro del organismo: «La experiencia de tener éxito en algo nuevo libera endorfinas en el sistema de recompensa del niño, lo cual lleva a tener sentimientos de felicidad y satisfacción. De esta manera, hay una energía renovada para probar otras áreas nuevas e inexploradas, donde se ubicarán la próxima vez las zonas más cercanas de desarrollo», puntualiza.

De acuerdo con Sandahl, esto ayuda a que el niño desarrolle una creencia sobre su propio valor y un sentido de autoestima saludable. Sostiene que esta es la mejor manera de estimular a los niños.

«Si el niño siente que está demasiado lejos de su verdadera zona de desarrollo -por ejemplo, cuando se siente presionado o percibe un miedo que excede el nerviosismo normal de los padres- puede perder su sentido del control y su parte activa en la «zona»», grafica.

JUEGO LIBRE

El juego ayuda a desarrollar la autoestima. «Mi mejor consejo es que los padres jueguen todo lo que puedan con sus hijos. Vayan al bosque, a la playa, en el jardín de la casa y en todo tipo de lugares donde el niño se sienta feliz, pero también en aquellos lugares que brinden la oportunidad de ser curiosos, usar su imaginación y poner a prueba su zona de desarrollo próximo», subraya la psicoterapeuta danesa.

Entre los tres principales beneficios del juego libre, menciona:

* Los niños aprenden a superar el estrés y ser más resilientes. Se ponen a sí mismos a prueba para ver cuánto estrés pueden manejar y esto los hace mejores para afrontar las situaciones estresantes más tarde en la vida.

* Aprenden el autocontrol. Los niños que juegan con otros niños realmente quieren que el juego continúe, esto significa que incluso si hay niños difíciles o si las reglas tienen que ser negociadas y renegociadas, tienen que practicar el autocontrol (una valiosa herramienta para la vida) y así mantenerse en el juego.

* Están aprendiendo. En especial cuando hay niños de diferentes edades, el juego les está enseñando mucho. Esto se ha pasado por alto en muchos países: cuánto aprenden los niños por sí solos.

ESCUCHARLOS

Sandahl enfatiza que como padres también es importante «detectar» la zona de desarrollo próximo del niño. «No la zona de desarrollo en la que uno como padre quiere que el niño esté, sino aquella en la cual el niño se encuentra a sí mismo (no siempre son las mismas)», aclara.

Para lograrlo, la psicóloga sugiere escuchar las iniciativas e ideas que surgen de los niños, tales como «¡lo puedo hacer solo!», «¿puedo pasear al perro?», «vos papá sentate ahí y yo me siento acá», «mirá cómo puedo escalar», «podés apagar la luz cuando me duerma»…

«Estas afirmaciones indican una instancia activa en cuanto a probar algo nuevo, para lo cual el niño se siente listo», apunta, para luego agregar: «Hay que tratar de no interferir en esto, sino que en cambio hay que ayudar a nuestros hijos a que lo hagan de manera segura, sin involucrarlos en nuestros planes. Se debe permitir al niño creer que tiene el control, hay que mostrarles que confiamos en ellos: los chicos crecen cuando les mostramos que pensamos que pueden tener éxito».

En opinión de la psicoterapeuta, estos pequeños «tips» ayudan a promover la independencia de los niños, la cual será una herramienta para enfrentar los obstáculos que se encuentren en su camino en el futuro.
Asimismo, Sandahl dice que enseñarles a los niños a usar las palabras y expresar sus sentimientos y darles la oportunidad de aprender a lidiar con el conflicto, son otros ingredientes fundamentales en la receta para alcanzar la felicidad.

MOTIVACION Y SENTIMIENTOS

Un aspecto también crucial en la crianza de niños felices consiste en brindarles la motivación adecuada. En ese sentido, las autoras del libro aclaran que elogiar las habilidades innatas de los niños, diciéndoles por ejemplo «¡Qué inteligente que sos!», hace que se den por vencidos más fácilmente ante un problema por creer que su habilidad no depende de su trabajo.

«Los daneses se centran en motivar a los niños, elogiando el proceso y el esfuerzo en lugar de la habilidad, con expresiones como ¡Trabajaste duro y estoy orgulloso de vos! Esto fomenta la idea en los hijos de que lo importante está en el trabajo y el proceso y que, por lo tanto, la habilidad es el resultado de eso», insisten.

Por otra parte, mencionan que no se debe tratar de evitar que los niños tengan sentimientos desagradables, ya que esto solamente limita su crecimiento y madurez. Al contrario, aconsejan hablar con los hijos de sus sentimientos y explorar diferentes emociones para que así desarrollen una mayor inteligencia emocional.

Del mismo modo, sugieren cultivar la empatía, «que siempre es vital en la educación de los hijos como personas, pero más aún cuando vivimos en una sociedad que cada vez valora más el narcisismo».

«Saber entender sus propias emociones es el primer paso para aprender a observar y respetar las ajenas», remarcan Sandahl y Alexander, quienes instan a los padres a que hagan razonar a los niños sobre las emociones de otros por ejemplo con preguntas como «¿Por qué creés que tu maestra se enojó hoy con vos?».

SIN ULTIMATUMS

Asimismo, las autoras destacan la importancia de evitar los ultimátums. «Poner a un niño un ultimátum coloca a los padres en una posición en la que tiene que haber un ganador y un perdedor. A nadie le gusta que le pongan un ultimátum porque es siempre una lucha de poder», explican.

«Lo que los padres no se dan cuenta -prosiguen- es que ellos son con frecuencia quienes terminan perdiendo con este método, incluso si en el momento piensan que ganaron. Pierden cercanía, porque gobernar con amenazas y miedo no genera acercamiento. Pierden respeto, porque los niños aprenden que los límites no significan nada si los padres no cumplen sus amenazas. Y, pueden perder la perspectiva al enfrascarse en las batallas en vez de en la guerra, los grandes fundamentos de la crianza».

Por el contrario, recomiendan «gobernar con respeto y no recurrir a los gritos, azotes o a avergonzar para obtener resultados. Se trata de ver a los niños como intrínsecamente buenos y en basar las reacciones hacia ellos con base en ello».

En cambio del castigo fácil, Sandahl y Alexander hablan de los beneficios de hablar con nuestros hijos cuando se portan mal sobre por qué lo hizo y cómo debería comportarse la próxima vez. «Es conveniente elegir una opción que sea más o menos igualitaria: si el niño quiere jugar, pero el padre quiere que se vaya a la cama, se puede negociar con él para jugar solo un poco y luego dormir».

SANA PRACTICA

Por último, las autoras de El estilo danés de crianza dedican un capítulo a una práctica extendida entre las familias de Dinamarca: el «hygge». Se trata de una expresión para la cual no existe una traducción exacta en otros idiomas y que consiste en dedicar un tiempo especial para compartir en familia en un ambiente cálido, acogedor, libre de discusiones, malos humores y cualquier otra situación que pueda empañar el momento.

«Hygge es un verbo y también un adjetivo, es un sentimiento y un estado mental, e incluso tiene implicancias morales. Los niños en Dinamarca crecen sabiendo cómo practicar hygge porque es visto como algo esencial para una buena vida», describen las psicoterapeutas.

«Tiene que ver con el poder de estar presentes y conectarse verdaderamente con otros, sin problemas de por medio, es enfocarse en lo que es realmente importante: estar juntos», agregan.

De acuerdo con las escritoras, sentirse conectados con otros otorga significado a la vida. «Está comprobado que aumenta los niveles de oxitocina (la hormona de la felicidad) y hace que las personas se sientan más felices», subrayan.

Existen ciertas reglas tácitas cuando comienza el momento «hygge». «Todos deben sacarse las caretas y dejar el dramatismo fuera, éste es un lugar seguro donde nadie trata ni quiere ser mejor que otro. Es un lugar para estar juntos sin la necesidad de probar nada. Cuanto más acogedor sea el lugar, mejor. Lo importante es que todos se sientan cómodos. Hay que dejar de lado el «yo» y pensar más bien en el «nosotros», puntualizan. En definitiva, la consigna es disfrutar -durante un tiempo limitado- al 100 por ciento de la compañía mutua en familia, como si nada más importase

Fuente:http://www.laprensa.com.ar/448691-El-metodo-danes-para-criar-ninos-felices-.note.aspx

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