Por: ABC
Tener una gestión estable de los horarios o instaurar ciertas rutinas son tan solo algunas de las prácticas beneficiosas para ellos.
El otoño supone la vuelta a la rutina y la adaptación a nuevos cambios. En el caso de los más pequeños, se trata de un reto todavía mayor. Pues, después de varios meses de vacaciones, tienen que volver a adquirir costumbres que, en mayor o menor medida, se habían perdido durante el verano. Todo ello, sumado a los retos del nuevo curso.
Tener una gestión estable de los horarios o instaurar ciertas rutinas son tan solo algunas de las prácticas beneficiosas para ellos. Sin embargo, para asegurar un desarrollo íntegro del aprendizaje, debemos fijarnos en todas las áreas de su desarrollo. Estas son las propuestas de Ana Marsá, de TEMS, The English Montessori School:
1. Para cuidar su bienestar físico: ejercicio casi diario y una buena alimentación.
Efectivamente, nada que no hayamos oído muchas veces. Sin embargo, un terreno aun complicado para muchas familias. Por un lado, en cada casa existen unas costumbres diferentes. Por otro lado, algunos niños lo ponen muy difícil, sobre todo, en el tema de la comida. De cualquier modo, para cuidar la salud de los más pequeños, es imprescindible atender especialmente a su dieta y procurar que hagan ejercicio físico, al menos, tres o cuatro días por semana.
Para ello, podemos aprovechar para hacer juegos. Por ejemplo, para que coman las cinco piezas de frutas y verduras diarias, podemos hacer rankings de los alimentos que más les gustan y cuáles menos (que irán variando), descubrir juntos sus texturas con los ojos cerrados o trabajar las presentaciones en los platos. Por supuesto, además, es importante no desistir y explicarles abiertamente la importancia de estos alimentos para la salud, así como lo perjudicial de otros. ¡Y no olvidar la importancia de probar! El gusto también se adquiere con el tiempo. Comer en familia nos ayuda a inculcar estos buenos hábitos ya que nuestros hijos también nos ven a nosotros comer las verduras y frutas. Además, es un momento muy bonito en el que podemos hablar de nuestro día y que compartan con nosotros sus experiencias y sentimientos.
En el caso del deporte, probablemente será más fácil. A los niños les encanta jugar y estar activos. Por ello, con que salgamos de casa al parque casi todos los días para que puedan correr, será suficiente. Igualmente, siempre es beneficioso también que participen en algún deporte, ya sea de manera individual o en equipo, para crear una rutina de ejercicio físico y que lo vean como momento de diversión, entretenimiento y beneficioso para ellos.
2. Para su bienestar emocional: preparar el medio, cuidar rutinas de orden, higiene y sueño y reforzar su autoestima.
En el caso de los niños, trabajar ciertos hábitos con el objetivo de desarrollar su autoestima y su capacidad de autocuidado debe ser prioritario. Para ello, una de las cuestiones más importantes son las rutinas de sueño. Aunque cada niño es un mundo, debemos ir adaptándonos y cuidando los horarios para que descansen el mayor tiempo posible. Es importante reducir el tiempo de pantallas, pero sobre todo nada de pantallas antes y una actividad relajada (baño, cuento…) antes de ir a la cama son básicos para adquirir un buen hábito y entrar en un sueño profundo y de descanso.
En este sentido, los hábitos de higiene diaria son igual de importantes para que aprendan a gestionar sus propios cuidados. Aunque comencemos con el ejemplo, probablemente, necesitaremos algo de paciencia y creatividad hasta que consigamos que se laven los dientes solos tres veces al día o las manos siempre antes de comer, entre otras cosas. Para ello, es importante que las cosas estén a su alcance para que lo puedan hacer solos; que haya un taburete para que lleguen a la pila, que puedan coger la pasta y el cepillo solos o que el espejo este a su altura para que se puedan ver.
Podemos probar a inventar canciones, bailes o utilizar música hasta que estas actividades se conviertan en algo divertido. También es importante explicarles la importancia de mantener una buena higiene, aunque, a veces, quizá por la edad del niño, pensemos que no sirve de nada.
Además de sus cuidados personales, para conseguir cierta estabilidad emocional en los niños, debemos buscar el orden en su entorno. Para ello, podemos por ejemplo encontrar razones para convencerles de que guarden sus juguetes y coloquen sus cosas en su sitio. Como siempre, de nuevo lo mejor es el ejemplo (nos ven activos en este aspecto y no nos quejamos cuando recogemos), pero también podemos facilitarles las cosas poniendo a su disposición cajas y lugares concretos para guardar. Así mismo, es esencial transmitirles la importancia de cuidar las cosas y todo lo que nos rodea.
En último lugar, para su bienestar emocional, debemos reforzar su autoestima. Motivarles y darles las oportunidades de equivocarse y de repetir las cosas hasta que consigan hacerlas solos.
3. Para su desarrollo intelectual: limitar el uso de la tecnología, realizar actividades creativas y dedicar tiempo a la lectura.
El desarrollo intelectual de los niños está atado a multitud de factores. No obstante, de forma independiente a su evolución académica, podemos realizar con ellos actividades que les ayudarán a potenciarlo.
En este sentido, una de las más importantes es la lectura. Para impulsar este hábito, podemos por ejemplo leer un breve cuento cada noche. Y, en el caso de que se activen en vez de dormirse, se puede buscar otro momento al día o acabar cada noche con el mismo cuento, para que relacionen que ha llegado el momento de dormir.
Por otro lado, existen muchas actividades y juegos didácticos que potencian la concentración y otras habilidades, como juegos de memoria, puzles, crucigramas, rompecabezas y otros juegos de mesa. Además de estos juegos, son muy beneficiosas las actividades artísticas como la pintura o la cerámica, que estimulan su creatividad.
Por otro lado, actualmente, es imprescindible limitar el uso de los aparatos electrónicos en los niños. Para ello, por ejemplo, podemos marcar el tiempo con una alarma. Si no tenemos un horario, querrán cada vez más tiempo con esos aparatos y se volverán más dependientes. De forma individual, debemos marcar el tiempo que creamos oportuno y respetarlo.
4. Para su desarrollo social: actividades en equipo, encuentros en casa y una comunicación fluida.
Otra de las cuestiones que es imprescindible que trabajemos con nuestros hijos es su proceso para aprender a relacionarse con los demás. Las relaciones sociales que nuestros hijos experimenten determinarán en gran medida su bienestar y felicidad.
En este caso, la edad es un factor fundamental. Por ello, debemos adaptarnos a su evolución y trabajar siempre con un enfoque que les ayude a mantener relaciones positivas, también fuera de casa. Para ello, en primer lugar, debemos mantener con ellos una comunicación muy fluida, lo que nos permitirá darles una confianza plena desde sus primeros años de vida. Dicha confianza, además, les servirá de aval en sus futuras relaciones.
Aparte, durante la infancia, podemos planificar ciertas actividades que nos ayuden a guiar a nuestros hijos, como encuentros grupales en casa o excursiones con compañeros de clase.
Como añadido, siempre es positivo incentivarles a participar en actividades deportivas y otras extraescolares.
5. Para su desarrollo ético y moral: hablar de consecuencias, recompensar comportamientos, centrarnos en atributos y apoyarnos de historias.
El desarrollo moral de los niños comienza muy temprano y depende en gran medida del entorno familiar y de las normas que se inculcan en el mismo. Puesto que a los más pequeños les resulta difícil entender ciertos conceptos, necesitaremos utilizar la práctica y el ejemplo.
Como para todos los casos, podemos apoyarnos de consejos y actividades que nos ayudarán a enseñarles a nuestros hijos buenos modales, valores y creencias. Una las más importantes es hablar de las consecuencias de incumplir las normas. Esto es, por ejemplo, del daño que podríamos causarles a alguien si le faltásemos al respeto mediante palabras desagradables o actitudes violentas.
Otros ejercicios positivos son, por ejemplo, valorar y recompensar sus buenos comportamientos, centrarnos en los valores y atributos que queramos destacar y repetirlos constantemente, escuchar pacientemente sus conclusiones y plantear dilemas para que reflexionen. Todas estas cuestiones, les ayudarán a comprender que es lo correcto o, simplemente, lo que deberían hacer.
Para llevar a cabo estas prácticas, podemos apoyarnos en ciertos trucos, como inventar historias y relatos cuyo protagonista se encuentre frente a una situación semejante a la que le presentamos a nuestro hijo. Esto mismo, podemos hacerlo con dibujos, manualidades o recortes.
En la medida en que el niño vaya creciendo, además de la familia, otros contextos de referencia adquirirán cada vez más influencia. No solo en el aprendizaje de valores y normas, sino en todas las áreas del desarrollo.
La escuela, los amigos o los medios de comunicación irán poco a poco cobrando importancia sobre la formación de nuestros hijos. Por este motivo, se hace necesario que, como padres y responsables de enseñanza infantil, prestemos atención a las prácticas de aprendizaje de los niños en todas las dimensiones del desarrollo. Pues, s i inculcamos ciertos hábitos en los primeros años de vida, conseguiremos que los adquieran para siempre.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-inculcar-buenos-habitos-ninos-guia-actividades-para-diferentes-areas-desarrollo-202110110045_noticia.html