Page 2 of 5
1 2 3 4 5

Ecador: Escuelas clandestinas, el último recurso de los que no tienen nada

En las zonas más necesitadas de Guayaquil, en Ecuador, proliferan las clases presenciales improvisadas en patios y descampados, con adolescentes que hacen las veces de maestros para que los estudiantes con mayor riesgo de exclusión no pierdan el curso.

Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. “Envié un oficio al municipio para que vinieran a limpiar”, resuelve con una normalidad y soltura impropia de su edad Dennisse Toala. Tiene 17 años y acaba de terminar Bachillerato.

Es una de las profesoras que improvisó clases en una de las zonas más inhóspitas y descuidadas de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, a la que no llega ni el agua ni la luz: Monte Sinaí.

Ese espacio al aire libre en el que los niños repasan las vocales y los números es el punto más remoto de ese sector de asentamientos irregulares. Antes de llegar, las calles asfaltadas de la ciudad se convierten en vías con un cemento precario que luego pasan a ser caminos de piedra y polvo y, justo al acabarse la ruta, un barrizal arcilloso.

Pero ahí, hay un rayo de oportunidad para que los estudiantes con mayor riesgo de exclusión no pierdan el curso. Sin internet, es imposible que sigan las clases oficiales virtuales que impuso Ecuador cuando comenzó la pandemia de covid-19 hace un año.

Liam y Gael son dos gemelos de tres años. Saltan a la rayuela mientras cuentan los números. Los otros niños de su nivel esperan el turno. No se pelean. Sonríen. Es improbable que, por su edad, sean conscientes de la importancia de la labor que un día asumió la joven graduada sin que nadie se lo pidiera. Gracias a ella, todos los alumnos que han pasado por sus clases han aprobado el curso y, si comienza un nuevo año lectivo en mayo de forma presencial, no habrán quedado atrás.

Una evaluación oficial, tras entregar el portafolio de deberes completo de cada alumno a su escuela, avala los diez meses que han recibido asignaturas, rodeados de tierra y monte verde. “Yo, en realidad, quiero ser fisioterapeuta”, cuenta Toala.

―¿Con lo que has conseguido aquí no has pensado en ser profesora?

―No, no es algo que me motive tanto. Si no me llama la atención, no lo voy a hacer bien, ―responde, vestida aún con el pantalón corto de su uniforme colegial deportivo. ―Lo hago ahora porque me entusiasma estar ayudando y cubrir esta necesidad. El lema es aprender para enseñar y cada niño enseña a sus hermanos y hasta a sus padres, ―razona con el aplomo de un adulto y el cuerpo de una adolescente. Hace una semana organizó una fiesta de graduación que daba inicio a las vacaciones.

Cuatro alumnos hacen sus deberes al aire libre en una de las clases que se imparten de manera informal en Monte Sinaí, uno de los barrios más pobres de Guayaquil. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa.
Cuatro alumnos hacen sus deberes al aire libre en una de las clases que se imparten de manera informal en Monte Sinaí, uno de los barrios más pobres de Guayaquil. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa. MIGUEL CANALES LEON

El próximo curso empieza el 7 de mayo en la región Costa del país andino, pero no hay certeza de que se puedan retomar las clases presenciales. En la región Sierra y en la Amazonía, el curso arrancó en septiembre; en marzo, las autoridades ecuatorianas permitieron que 77 escuelas recuperasen la educación presencial como parte de un plan piloto al que Guayaquil, de momento, ha renunciado.

Mientras, Ecuador, que acaba de recibir el primer lote de vacunas AstraZeneca de la iniciativa Covax, mantiene el aumento de contagios de coronavirus: el país acumula 307.000 casos confirmados y 16.333 fallecidos por el virus desde el inicio de la pandemia, con una media diaria de más de 1.300 nuevos enfermos en los últimos siete días.

Ni Liam, ni Gael, ni Sebastián ni los otros chicos y chicas de hasta 15 años que han repasado lecciones con la profesora Toala están hoy en las descorazonadoras estadísticas de deserción escolar que acaba de presentar Unicef en Ecuador. Más de 90.000 niños —de 4,4 millones— han dejado sus estudios por las dificultades de seguir clases virtuales, y el 61,2% reconoce que este año ha aprendido menos.

Unos no tienen internet en su casa o deben compartirlo con sus hermanos; otros no tienen un ordenador o una tableta electrónica; otros, como muchos de los que viven en Monte Sinaí, no tienen ni mesas en sus casas. Solo dos de cada 10 alumnos ecuatorianos poseen equipos electrónicos de uso personal. “Hice una especie de evaluación previa a todos los niños para ver si presentaban dificultades en alguna asignatura.

Había una niña de siete años que no sabía ni las vocales ni los colores. Con ella, repasamos todo el abecedario. Sus padres no saben leer y no podían ayudarla”.

El empeño de la improvisada profesora le llevó a aprender kwicha para que el avispado de Sebastián pudiera avanzar en su escuela intercultural. “Alli puncha”, saluda. “Eso es buenos días”. Los demás están tan entretenidos, pese a que solo están para reforzar materias, que ni se distraen con la presencia extraña de los periodistas.

Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa.
Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa. MIGUEL CANALES LEON

Hay tres mesas. Una para cada nivel. Los de primaria en una. Los más pequeños pintan y los otros pasan fichas plastificadas con números y letras. Los de secundaria, en otra, escriben en un cuaderno lo que han desayunado y recuerdan la composición de la pirámide de alimentos. Los mayores se enredan en multiplicaciones y potencias. No hay ni un padre alrededor. No necesitan que les vigilen.

“Empecé en mayo en el patio de mi casa con mis sobrinos y luego nos vinimos bajo el árbol. Los otros niños se acercaban y decían que querían pertenecer, pero yo les decía que no era una escuela”. En noviembre, cuenta, apareció personal del Municipio de Guayaquil. ¿Tuviste algún problema por dar clases presenciales a todos juntos estando en pandemia? “No, todos usan mascarilla y nos ponemos alcohol en las manos. Vinieron a ayudarnos. Enviaron a dos docentes que dedicaban media hora al día a cada niño por separado”.

Lo mismo ocurrió con las clases improvisadas que daba Nicole Rosero, también en Monte Sinaí, pero ladera abajo. Un par de profesores, enviados por las autoridades municipales, impartían clases y llevaron material escolar. “Les prometieron a los niños que les iban a entregar tabletas, pero les dejaron desilusionados. A mí me dieron un ordenador portátil, pero era de segunda mano y enseguida se dañó. No lo utilicé”.

Ella tiene 19 años y lleva dos intentando entrar en la universidad. Busca trabajo, pero “está difícil”. Ha empezado un curso de Educación Infantil para ver si hay más opciones. Ni Toala, ni Rosero, ni Rubí Vallejo, otra joven comprometida con la educación de los más desfavorecidos, han cobrado nada por tantos meses de dedicación. “Hay padres que me ofrecieron algo, aunque yo nunca lo acepté; sé que aquí hay pan para el desayuno, pero no para la cena”, resume Toala.

Más de 90.000 niños —de 4,4 millones— han dejado sus estudios en Ecuador por las dificultades de seguir clases virtuales

Vallejo vive en la otra punta de Guayaquil. Con condiciones similares. Una zona de viviendas de caña y láminas de chapa que creció en un terreno lodoso de forma irregular frente a la cárcel más grande de Guayaquil. Hace escasas dos semanas, tuvo que interrumpir las clases por los violentos amotinamientos en tres prisiones de Ecuador que se saldaron con 81 muertos. “Como estamos tan cerca de la prisión, los inhibidores de señal hacen que tengamos una cobertura muy mala. Se interrumpe a cada rato”.

Entre sus alumnos, hay niños con necesidades especiales. Uno no sabe aún hablar bien a sus siete años. Pero él interrumpe sonriente cuando la miss (señorita) hace preguntas sobre geografía. “¿Cuál es la capital de Ecuador?”, pregunta en medio de una de las sesiones con una veintena de alumnos apilados en sillas de plástico. Nadie responde. La timidez de la cámara de fotos les cohíbe. El más resuelto dispara desde la fila de atrás: “Quito”. Pasa al pizarrón, que es en realidad una cartulina con el rótulo “Luceritos del Vivir” por el nombre del grupo que han formado. “¿Y la de Colombia?”, le requiere Vallejo. Se queda en blanco y todos se ríen cómplices, con las fichas aún en blanco que les han repartido al inicio de la clase. A ese sector no ha llegado ninguna ayuda oficial, reprocha la maestra. Ni profesores de refuerzo ni atención social. Pero todos los estudiantes van a clase peinados y vestidos como si una pandemia no les hubiera aislado del resto de chicos de su edad.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-03-25/escuelas-clandestinas-el-ultimo-recurso-de-los-que-no-tienen-nada.html

Comparte este contenido:

Jaime Barrios Carrillo: ¿Quién mata a los niños?. Guatemala

Los recientes hechos de extrema violencia, como la eliminación de una familia entera o el brutal asesinato de niños, confirman trágicamente la situación del país y sus precarias instancias policiales, ausencia de cohesión social y un espíritu de miedo que se generaliza.

Qué se dirá en el futuro sobre esta época bárbara, ahora que ser niño o joven resulta un delito, castigado con la pena de muerte por inanición o por enfermedad o el castigo del trabajo forzado en lugar de la escuela, el juego y la seguridad de un hogar.

La juventud y la infancia guatemalteca son explotadas y se les induce, directa o indirectamente, a la criminalidad. Se exportan niños, se envían a los coyotes en Tijuana, solos e indefensos y son miles. Se abusa sexualmente de los niños. Se roban niños. Se asesinan niños. El infanticidio prolifera entre la pobreza y la ignorancia. Y las drogas, la prostitución, el abandono y la violencia. ¿Qué puede esperarse del futuro si no se cambian las estructuras del infanticidio estructural?

Los problemas de fondo no pueden seguir abordándose por las ramas. Con inventivas graciosas a lo Jimmy o populismo agresivo a lo Giammattei, coyotes de la misma loma. A cualquier conciencia civilizada le horrorizan los asesinatos de niños y niñas y el grado de salvajismo y violencia en Guatemala. Pero también espanta escuchar que la solución sea matar a los que matan, que muchas veces son menores. No se trata de eliminar a unos cuantos asesinos sino ir a la raíz para superar las causas de la pobreza y la falta de educación. Es moralmente condenable eso de “limpiar a la sociedad” o “limpieza social” como si la sociedad estuviera limpia de pecado. ¿Existirá mayor escoria y ultraje que la corrupción? Mayor afrenta social que pagar bajísimos salarios y a la vez no pagar impuestos. No resulta difícil el razonamiento, y está clarísimo que la corrupción estructural del Estado no solo hace ricas a las mafias políticas sino empobrece más a los pobres, debido a la mala calidad del gasto público.

Ya cansa la cantaleta de que denunciar la injusticia es “castro chavismo” y es obra de los chairos. Repetir esto como un mantra solo es una muestra de la falta de argumentos y de escrúpulos para defender un sistema que produce pobres y la pobreza impide que Guatemala entre a la modernidad y se democratice.

El sistema no funciona o funciona solo para pocos. Por ejemplo, en educación el promedio de escolaridad es de 5.60 años en el ámbito urbano y más baja aún en el área rural, donde apenas llega a 3.84. Todas estas cifras nos ponen entre los últimos lugares del continente.

El presidente de Guatemala, doctor en Medicina Alejandro Giammattei, afirmaba en un derroche de irresponsabilidad retórica que la medicina contra el infanticidio en el país es la pena de muerte. Matar a los asesinos de niños y se acabó el problema, según el doctor Giammattei. Así de fácil. Al mandatario no le preocupan las causas estructurales que azotan a la infancia. No menciona la desnutrición que mata más niños, el maltrato, la drogadicción, la falta de educación, en una palabra, a Giammattei no le interesa cerrar la gran fábrica antiniños que es el sistema social que tenemos sino pedirle a sus aliados en el Congreso que reactiven la pena de muerte contra todas las convenciones que el país ha firmado. En otras palabras, se trata de una obvia y lamentable maniobra populista que no solucionará el problema del infanticidio estructural.

Pero ¿quién está matando a los niños en Guatemala? Para responderlo debemos hacer un acercamiento histórico. No es cosa de hace un mes o unos años sino décadas de violencia y pobreza.

La criminalidad y los homicidios no han disminuido en Guatemala. El país es considerado uno de los más violentos del mundo con más de 50 mil asesinatos en los últimos diez años. Es una problemática de décadas que ha hundido al país en el ámbito internacional y a nivel nacional ha producido la República del Miedo aunque lo niegue alguna personera del actual Ministerio Público que parece preguntar con arrogancia “¿quién dijo miedo?”, porque considera que en Guatemala no existe un problema de temor de la ciudadanía y que todo funciona a la maravilla.

De vuelta al Presidente, ya en octubre pasado había negado que hubiera una ola creciente de asesinatos de niños y secuestros. Entonces dijo que se trataba de “una campaña bastante peligrosa con intereses más políticos”, Y se atrevió a desmentir estadísticas, informes y testimonios afirmando lo contrario: “Había una disminución”.

Las estadísticas de la muerte, la desnutrición y la falta de escolaridad resultan dolorosas y concretas comprobaciones que el sistema social y político de Guatemala hace rato ha colapsado. No es fácil ser niño en Guatemala ni mucho menos ser padre.

Los padres pobres ven con aflicción la enfermedad de sus hijos, la falta de medios para una infancia feliz, la falta de distracciones y juegos, la carencia de seguridad social. Agreguemos la mala salud relacionada con la desnutrición.

Las historias de infanticidio sobrepasan la literatura del horror. Hace 15 años, un pandillero de 18 años, apodado el Black, fue detenido por agentes de la Policía Nacional Civil, acusado de haber participado en la muerte de cuatro menores y la madre en San Miguel Petapa. El Black mismo había perdido la pierna izquierda a los 14 años, en una balacera con miembros de una mara rival. El pandillero confesó que había dado muerte “solo” a uno de los niños, sin precisar a quién. En estado de drogadicción afirmaba no sentir nada, aunque repetía como aduciendo una defensa: “Yo solo maté un niño no a los cuatro”. “Solamente maté a uno”, insistía.

El sicariato juvenil, incluso infantil, viene siendo una realidad tenebrosa en Guatemala. La actitud y perspectiva de matar a los criminales también ha venido opacando los análisis serios y balanceados que ven en el sistema social y político la esencia del problema. Asimismo preocupa la falta de cultura social y democrática cuando no se ve ni se considera que existe una relación entre pobreza, criminalidad e infancia en Guatemala.

Un país que no apuesta por la infancia y la mantiene en condiciones flagrantes de precariedad social, escolar y sanitaria no puede pretender llegar al desarrollo. No se llega pasando por encima de miles y miles de infantes que ven sus vidas frustradas, acabadas, maltratadas.

La imagen del país no cambiará nunca si no se cambia primero al país. No puede esperarse que a base de ponerse como el avestruz, con la cabeza metida en la arena, se solucionarán los graves problemas. Los partidos evaden la problemática porque a la clase política nacional le importa muy poco la infancia.

La infancia es un periodo corto que, sin embargo, afecta el resto de la vida. Un país de niños desgraciados se labra un futuro incierto. La infancia debe ser una etapa maravillosa de la vida. Para todos y no solo para una minoría que desconoce el significado de la solidaridad y la empatía.

En Guatemala, 25 de cada mil niños que nacen mueren antes de cumplir un año. La mayoría fallece por enfermedades curables y por la desnutrición que azota nuestros campos. Un porcentaje grande de los niños y niñas sufren de anemia. Muchos morirán antes de llegar a los 10 años y antes de llegar a la vida adulta. Y de los que lleguen a la vida adulta, si no cambian las cifras actuales, solo una minoría llegará a pisar una universidad.

A los niños guatemaltecos los está matando ese sistema que el Presidente y el Pacto de Corruptos defiende y utiliza para sus propios fines. Giammattei niega la realidad y se aboca al patíbulo. A castigar directamente a los autores materiales, unos cuantos asesinos. Pero los verdaderos asesinos son gente de camisa blanca y corbata, con maletín de ejecutivo, con grandes empresas, con automóviles blindados, con curules, con casas en Miami y lugares aledaños. ¿Quién les pide cuentas? La historia en todo caso no los absolverá. Ni a Giammattei que se queja de ser el presidente más criticado de la era democrática. Tiene razón, pero sus críticos también la tienen, y de sobra.

¿Qué habrá sido de la vida del Black? ¿Cuántos Black están naciendo cada día?

Fuente: https://elperiodico.com.gt/noticias/domingo/2021/02/21/quien-mata-a-los-ninos/

Comparte este contenido:

Más del 60% de los venezolanos menores de 17 años que vive en Perú no va a la escuela

Un informe de Unesco reporta que solo el 1% de jóvenes migrantes tiene acceso a educación superior en el país sudamericano.

Un informe de la Unesco revela que más del 60% de venezolanos en edad escolar no está matriculado en Perú, el país con más solicitudes de refugio de venezolanos en el mundo, cuyo Gobierno impulsó una política migratoria que facilitó el ingreso en 2017 y 2018, pero que endureció el año pasado, al imponer una visa para personas de esa nacionalidad. Tomando como cifras de 2018, el estudio Derecho a la educación bajo presiónde la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de Unesco, muestra que de los venezolanos que han conseguido ingresar, el 68% manifestó como su mayor preocupación alimentación, mientras que el acceso a la educación aparece en décimo lugar.

Un 74% de los niños de la diáspora venezolana en el país andino no asiste a educación inicial, un 54% no va a primaria y un 60% no está matriculado en secundaria. Unesco señala que aunque en Lima antes de la pandemia había 339 colegios habilitados para recibir a migrantes, el Ministerio de Educación calcula que, en la capital, 37.400 venezolanos no están cubiertos por el sistema educativo.

Sin embargo, el acceso a la educación superior es mucho más complicado. Mariana termina la secundaria este mes en Lima y su madre, una migrante venezolana con empleo formal, le ha hecho notar que el dinero no alcanza para inscribirla en una academia preuniversitaria. La adolescente no sabe aún dónde buscar una opción gratis en los próximos meses para estudiar. Ella se encuentra entre el 99% de los migrantes venezolanos de 17 a 25 años que en Perú no tienen acceso a la educación superior, un problema que se ha agravado durante la pandemia.

Según la plataforma de coordinación de migrantes y refugiados de Venezuela, hasta agosto había en Perú más de un millón de venezolanos, y 394.195 peticiones de refugio de personas de esa nacionalidad. Una encuesta de OIM, Unicef y Unesco refiere que el 63% de los venezolanos consultados en un control migratorio de la frontera norte de Perú no fue admitido. Unesco indica que una parte de ellos intenta entrar de manera ilegal.

A mayo de 2020, cuando el desempleo empezó a aumentar debido al confinamiento y la pandemia del nuevo coronavirus, había 80.541 escolares venezolanos matriculados en Perú, el 88 % en colegios públicos y el 11 % en privados. El chef Rómulo Landaeta llegó a Lima con su esposa y dos hijos en 2017. “Antes de la pandemia trabajaba como mesero en un restaurante en Lima Norte, ganaba unos 340 dólares mensuales, sumando propinas; pero el establecimiento cerró. Tengo un hijo de 15 y una de cuatro años y tuve que retirar a mi hija de un colegio inicial privado”, comenta a EL PAÍS en una avenida, mientras vende tapabocas. Landaeta encontró como solución los contenidos del sistema Aprendo en casa y él mismo revisaba las tareas de su hija.

El informe de Unesco, basado en 69 documentos y las opiniones de funcionarios del ministerio de Educación de Perú, especialistas y representantes de la sociedad civil, abarca la realidad educativa desde enero de 2017 hasta febrero de 2020, antes del impacto de la pandemia en el sector.

Estrategia diferenciada

Unesco destaca la necesidad de ampliar a otras regiones del país el programa Lima aprende, que identificó escuelas que podían recibir a escolares venezolanos —evitando las que tuvieran infraestructura inadecuada— e invirtió en ellas casi cinco millones de dólares.

Angélica Zevallos, una de las funcionarias que puso en marcha Lima Aprende, indica que en el primer año —2019— abrieron 10.000 vacantes para educación inicial y primaria de escolares venezolanos, y en 2020 hubo 16.000 vacantes adicionales, incluyendo secundaria.

Zeballos explica que el financiamiento, además del pago a los profesores y auxiliares, incluyó el personal de limpieza y guardianía, y los gastos de luz, agua y material educativo. El presupuesto cubrió también el costo de diez equipos interdisciplinarios e itinerantes de convivencia escolar, cada uno integrado por dos psicólogos, un trabajador social y un docente, anota la especialista. Con ellos trabajaban para lograr escuelas interculturales e inclusivas.

Desde 2013, el Ministerio de Educación peruano registra denuncias de acoso escolar en la web Sí se ve, que clasifica agresiones psicológicas, físicas o sexuales, precisa en qué distrito ocurrieron, quién fue el agresor y el “motivo”. En las estadísticas hasta noviembre pasado, cientos de casos de agresión tuvieron como causa “el lugar de origen del escolar”; en 49 de ellos, la violencia, humillación o discriminación ocurre “por ser de otro país”, y en muchas ocasiones, el agresor es el personal del colegio.

Lima Aprende capacitó a docentes y directores de las 120 escuelas con mayor población extranjera de la capital en prácticas de autocuidado, resolución de conflictos y prevención de la violencia y discriminación, comentó Zevallos. “Para ello se consideró la información recogida en la plataforma Sí se ve sobre casos reportados de violencia escolar”, agrega.

La funcionaria informó a Unesco que el trabajo de los equipos itinerantes de convivencia escolar en las escuelas fue muy valorado por los directores y docentes, pero no pudieron continuar en 2020, debido a recortes presupuestarios originados por la pandemia.

Unesco consultó al ministerio de Educación, como complemento al reporte, sobre las variaciones en la matrícula por causa de la crisis sanitaria y económica. Aunque el año escolar empieza en Perú en marzo, en mayo el sistema educativo público reabrió la matrícula para los niños que tuvieron que abandonar las escuelas privadas por razones económicas. Recibió entonces 110.000 nuevos escolares en el sistema público, de los cuales más de 4.000 eran de niños, niñas y adolescentes extranjeros, destaca Zevallos.

Comparte este contenido:

Colombia: más de 1.800 niños han desertado de colegios públicos por dificultad en virtualidad en Cali

La denuncia la hizo la concejal de la ciudad, Ana Erazo, quien asegura que el aumento en la deserción escolar en Cali se debe a la falta de herramientas tecnológicas, especialmente en zonas vulnerables de la capital del Valle.

El cabildante señaló que son más de 1.800 niños que han desertado de las instituciones educativas oficiales, lo cual sucede en los sectores más vulnerables: el oriente y la ladera, donde los padres tienen que salir a trabajar y por no dejarlos solos en casa estudiando, deciden retirarlos.

“Pero los casos más graves que vemos con la conectividad tienen que ver con los corregimientos, es decir la zona rural, porque por más que se han llevado simcards para que los niños puedan tener acceso, no llega la cobertura de internet”, aseguró Erazo.

De acuerdo con cifras del Sistema de Matrículas (Simat), se calcula una deserción del 1,1%, sin embargo, la cifra se puede consolidar solo hasta finalizar el año lectivo.

El secretario de Educación de Cali, William Rodríguez, señaló que se trabaja en la campaña ‘Cali educa desde casa’, en alianza con Emcali, para la entrega de simcards de internet en sectores vulnerables.

“Con Emcali la alianza hay que mirarla en el corto, mediano y largo plazo. Evidentemente, en el corto plazo es una medida de choque que ha tenido todas las dificultades asociadas a la pandemia, pero también hay que entenderlo en el mediano plazo en tanto que, estamos orientando toda la estrategia para que la red que se está constituyendo hoy, que se está fortaleciendo en su plataforma, tenga mayor conectividad y articulación”, explicó el funcionario.

La concejal Erazo añadió que este tipo de estrategias, además de fortalecer la cobertura en materia digital, deben involucrar a las familias que conocen poco de tecnología.

Fuente: https://www.radionacional.co/noticia/regiones/cali/desercion-escolar-pandemia

Comparte este contenido:

Informe del Meduca afirma que todavía hay 57,526 estudiantes fuera del sistema

El Ministerio de Educación (Meduca) anunció que tras esfuerzos realizados por la institución y algunas organizaciones aliadas, se logró disminuir el número de estudiantes que no habían sido localizado por el sistema educativo y que según los últimos informes todavía hay 57,526 alumnos que no reciben las clases.

La información fue suministrada por la directora Nacional de Evaluación Educativa, Gina Garcés quien señaló que esta cifra equivale al 8% de la población estudiantil que se había matriculado al inicio del año escolar.

“Junto al Consejo Permanente Multisectorial para la Implementación del Compromiso Nacional para la Educación (COPEME), las direcciones regionales y los docentes, oportunamente, hemos realizado la campaña de retención y reinserción escolar para lograr sumar a la mayor cantidad de estudiantes en el sistema educativo, pues cada niño y joven que no reciba educación es preocupación para esta institución”, expresó Garcés.

Dijo que los niveles en que menos se han localizado a los alumnos son primero, segundo y séptimo grado, y se reporta que las áreas con mayor porcentaje son las comarcas Ngabe Buglé y Emberá y las regiones educativas de Panamá Oeste (en las áreas de difícil acceso) y Panamá Centro.

Fuente: https://www.metrolibre.com/nacionales/185052-informe-del-meduca-afirma-que-57526-estudiantes-fueron-reinsertados-al-sistema.html

Comparte este contenido:

Cómo una generación de niños sirios en el Líbano fueron despojados de su Educación

El racismo, la xenofobia y la corrupción convirtieron a cientos de miles de niños sirios en «una generación perdida».

l Día Mundial de los Refugiados de este año se celebró en medio de un aumento en los movimientos antirracistas en todo el mundo.

Pero, la respuesta humanitaria a la crisis de los refugiados todavía está muy influenciada por la geopolítica, el racismo y la xenofobia, que fueron explotados por muchos políticos en el Líbano para obtener sus ganancias económicas.

Nueve años después del comienzo de la crisis de refugiados sirios, con cientos

de millones gastados en educación pública en el Líbano por donantes, los resultados son decepcionantes por decir lo menos.

¿CUÁL FUE EL IMPACTO DE LOS ACUERDOS ENTRE DONANTES INTERNACIONALES Y POLÍTICOS LIBANESES SOBRE LOS POSIBLES RESULTADOS DE LA ESCOLARIZACIÓN DE LOS NIÑOS SIRIOS EN EL LÍBANO?

Por desgracia, los niños refugiados sirios fueron víctimas de este acuerdo informal que comprometió sus oportunidades de escolarización.

El periodista libanés Riad Kobeissi realizó una investigación sobre el plan de respuesta educativa dirigido por el Ministerio de Educación y Educación Superior de Líbano (MEHE), que se emitió el 28 de mayo de 2020.

Kobeissi alegó que el ministerio malversó fondos de donantes destinados a la educación de niños refugiados sirios.

Durante su investigación, Riad Kobeissi se centró en el número de estudiantes sirios matriculados en escuelas públicas libanesas que MEHE ha inflado en un intento de obtener más fondos de los donantes. Sin embargo, las tasas de inscripción presentan solo una pieza del rompecabezas.

Si examinamos otros indicadores de la Unidad de Gestión del Programa (PMU), encontramos que el 40% de los niños en edad escolar no tienen educación, mientras que el 1% de los matriculados están en el grado 9, y menos del 4% llegan a la etapa secundaria.

El acuerdo entre los donantes y los políticos libaneses se resume mejor por el ex ministro de Educación, Elias Abu Saab, quien se dirigió al ex primer ministro británico, David Cameron, en su visita a Beirut, declarando: “Una de cada 50 personas que vinieron a Europa era miembro de ISIS «.

LOS PAÍSES RICOS DEL NORTE GLOBAL TIENEN UNA POLÍTICA CLARA, MOTIVADA POR EL RACISMO Y LA XENOFOBIA, DE PAGAR A LOS PAÍSES PARA MANTENER A LOS REFUGIADOS ALEJADOS DE SUS FRONTERAS.

Esta compensación fue bien entendida por los políticos libaneses que ahora podrían exigir cualquier precio para seguir «acogiendo a los refugiados», incluso si esto fue a expensas del derecho a una educación de calidad para muchos niños sirios.

En una entrevista realizada con un funcionario de una agencia de la ONU que pidió permanecer en el anonimato, señaló que un funcionario de la Unión Europea, durante el pico de la crisis de refugiados en 2015, le dijo que la Unión Europea está dispuesta a cubrir los costes del Programa de educación infantil sirio en el Líbano a cualquier coste, siempre y cuando permanezcan allí.

LAS DONACIONES

Si bien la decisión de los donantes de invertir en el sector público puede generar resultados y desarrollo más sostenibles, esto ha sido a expensas de la educación de los niños sirios.

Que la educación llegase a todos los niños fue el primer plan de 3 años desarrollado por agencias de la ONU y el Ministerio de Educación.

Fue financiado por donantes como el Banco Mundial, el DFID, la UE y otras embajadas, lo que sin duda es un paso necesario en la dirección correcta.

El ministerio limitó el acceso a la educación formal a las escuelas públicas, incluso cuando solo podía absorber a la mitad de los niños sirios en edad escolar.

Según el plan RACE I, el ministerio necesita duplicar su capacidad para poder inscribir a la mitad de los estudiantes, lo cual es bastante ambicioso considerando las debilidades que ha sufrido la educación pública libanesa durante décadas.

Para absorber a este gran número de estudiantes, el ministerio lanzó turnos por la tarde en muchas escuelas públicas y cobró a los donantes 600 dólares por estudiante, mientras que el costo de inscribir a los estudiantes sirios por la mañana aumentó de 150 a 300 dólares.

Sin embargo, los padres sirios estaban menos interesados. para inscribir a sus hijos en el segundo turno, que consideraron de menor calidad en comparación con el turno de la mañana, algo que está respaldado por las estadísticas de PMU.

LA EXPLOTACIÓN DE LOS LIBANESES DE LA CRISIS SIRIA

Hasta la fecha, la hegemonía del ministerio, que fue apoyada y financiada por los donantes, dejó al 40% de los niños sirios fuera de la escuela debido a la falta de escuelas, aulas superpobladas y costes de transporte.

Todas estas razones revelan que la participación de escuelas privadas podría haber aumentado la capacidad de las escuelas en el Líbano para inscribir a más niños sirios.

El racismo, la xenofobia y la corrupción, ya sea en el Norte Global o entre algunos políticos libaneses que explotaron la crisis siria para obtener ganancias financieras o ganar favores con su base electoral local, convirtieron a cientos de miles de niños sirios en «una generación perdida».

Una reforma educativa inclusiva y estructural podría haber arrojado mejores resultados para los refugiados y los nacionales.

La magnitud de la crisis siria requiere la colaboración de todas las partes, públicas, privadas, ONGs y la comunidad de donantes.

Fuente: https://timis.es/como-una-generacion-de-ninos-sirios-en-el-libano-fueron-despojados-de-su-educacion/

Comparte este contenido:

Save the Children: Diez millones de niños en el mundo podrían quedar sin clases por pandemia

Save the Children ha dado este lunes la voz de alarma ante lo que considera «una emergencia educativa mundial sin precedentes» por la pandemia de coronavirus, que podría dejar a unos 10 millones de niños fuera de las aulas por los recortes presupuestarios.

En su informe ‘Salvad nuestra educación‘, la ONG calcula que 9,7 millones de niños están en riesgo de abandonar la escuela definitivamente en lo que queda de año, un riesgo que es especialmente elevado en doce países, principalmente de África occidental y central, aunque también en Yemen y Afganistán.

La organización señala como una de las causas la reducción del presupuesto de educación. En un escenario de «rango medio», Save the Children estima que podría haber un déficit de 77.000 millones de dólares en la partida educativa de «algunos de los países más pobres del mundo», mientras que en «el peor de los escenarios», es decir que los gobiernos directamente transfieran el dinero de educación a otras partidas para combatir la pandemia, podría dispararse a los 192.000 millones de dólares.

La ONG ha indicado que, más allá de los «efectos devastadores que el brote de covid-19 tendrá en el aprendizaje», «el cierre de escuelas significa mucho más que la pérdida de educación, ya que deja a los niños sin espacios seguros donde jugar, comer y acceder a servicios de salud, y donde se detectan posibles abusos en el hogar y se ofrece protección a las víctimas». «Con el cierre de las escuelas, estas salvaguardas desaparecen», ha alertado.

En este sentido, ha recordado que «los niños de estos países viven atrapados en un círculo vicioso», por lo que augura que «el cierre de las escuelas les empujará a incorporarse al mercado laboral y, en el caso de las niñas y adolescentes, estarán más expuestas a la violencia de género, al matrimonio infantil y al embarazo adolescente». «Estos riesgos aumentan cuanto más tiempo están fuera de la escuela y reducen directamente su posibilidad de regresar a ella», ha explicado.

Además, ha incidido en que antes de la pandemia 258 millones de niños estaban sin escolarizar en todo el mundo, una cifra que actualmente asciende a 1.600 millones. Aisha, 15 años, de Etiopía, es una de ellos. «Hace tres meses iba a clase todos los días, aprendía, jugaba con mis amigos y comía allí. Extraño mucho mi escuela y mis amigos. Ahora paso la mayor parte del tiempo cuidando del ganado y algunas veces ayudo a mi madre con tareas de casa como limpiar y cocinar», ha contado.

Save the Children ha señalado asimismo que, «a pesar de los esfuerzos de gobiernos y organizaciones, 500 millones de niños no han tenido acceso a la educación a distancia, en muchos casos sin familiares alfabetizados que pudieran ayudarles en casa». «Como consecuencia de esta pérdida», ha afirmado, «muchos tendrán dificultades para ponerse al día, lo que aumentará sus probabilidades de abandono».

En este contexto, la organización ha proporcionado materiales y recursos para la educación a distancia, entre ellos lecciones y apoyo a través de la radio, la televisión, el teléfono y las redes sociales, en los países donde opera. También está trabajando con los padres y las madres para que «sepan cómo apoyar el aprendizaje y el bienestar de sus hijos en el hogar» y con las autoridades educativas para «ayudar a planificar el regreso seguro a la escuela».

Llamado internacional

Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes, por lo que Save the Children ha instado a gobiernos y donantes a responder a esta «emergencia educativa mundial sin precedentes, que hace peligrar el cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que fija para 2030 garantizar el acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos los niños».

En concreto, ha pedido «poner a disposición del Banco Mundial un fondo de 35.000 millones de euros para invertir urgentemente en educación, de modo que se garantice que los niños tengan acceso a la educación, ya sea a distancia o presencial». En este último caso, ha abogado por «una vuelta a las aulas segura e inclusiva, con acceso a comidas escolares, servicios de salud y clases de recuperación para compensar el aprendizaje perdido».

Igualmente ha solicitado «suspender el pago de la deuda de los países de bajos ingresos, una medida que podría liberar 14.000 millones de dólares para ser invertidos en educación. «Sería desmesurado permitir que recursos tan necesarios para mantener viva la esperanza que viene con la educación se desvíen a pagar la deuda», ha considerado el director ejecutivo de Save the Children, Inger Ashing.

Fuente: https://www.dinero.com/internacional/articulo/coronavirus-pandemia-podria-dejar-a-10-millones-de-ninos-fuera-de-las-aulas/292447

 

Comparte este contenido:
Page 2 of 5
1 2 3 4 5