Page 11 of 36
1 9 10 11 12 13 36

Pueblos indígenas, sus vivencias frente al coronavirus/México

América/México/ 24/06/2020/Autor y Fuente: UNAM Global

La pandemia de COVID-19 aumentó las distintas problemáticas que los pueblos indígenas de América Latina han enfrentado históricamente, tales como la desigualdad en sistemas de salud, educación y economía, principalmente.

Así lo manifestaron especialistas de Guatemala, Chile, Colombia y Argentina durante la conferencia Lecciones para los pueblos a partir de la pandemia, organizada por la Red de Comunicación Indígena Internacional (RCCI), Servindi y el programa PUIC de la UNAM. Aquí un resumen de sus participaciones.

Por Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia – UNAM

22 de junio, 2020.- Para Abadio Green Stocel, de la Organización Nacional Indígena de Colombia, la pandemia lleva a reflexionar sobre qué tipo de educación es mejor construir a partir de estos momentos, ya que el sistema educativo que hoy permea en los Estados es racista, machista e individualista.

En su opinión, una transformación educativa podría incorporar conocimientos milenarios y el valor de lo colectivo.

Andrea Ixchíu, periodista y activista de Guatemala, compartió el caso del pueblo de Totonicapán, en donde ella nació y ha vivido. Ahí han encontrado sus propias formas de organización, de distribución de alimentos y de cuidado durante esta pandemia.

Destacó que las autoridades indígenas del lugar colocaron cercos comunitarios propios para evitar contagios y garantizar la propia seguridad de los habitantes del lugar.

También buscaron formas de organizar mercados comunales, estableciendo días específicos para ellos, se ha impulsado la creación de desinfectantes biodegradables y maneras de mantener vivas sus formas sociales de organización, así como el cuidado y la protección de los bosques comunitarios.

José Aylwin Oyarzúnlicenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad de Chile, relató que en su país la pandemia está afectando seriamente a distintos sectores de la sociedad y con particular fuerza a los pueblos indígenas.

“Las 10 comunas más pobres de Santiago de Chile son las que concentran, por un lado, los mayores niveles de contagio y, por otro lado, entre el 10 y el 20% de población indígena, entonces, hay una correlación entre pobreza, desplazamiento e impacto de la  COVID.”

Nilo Cayuqueo, Werken, mensajero actual de la Comunidad Mapuche La Azotea, comentó que en Argentina se vive una política extractivista a través de la cual se promueve la explotación de recursos naturales como petróleo, gas y la minería en comunidades donde viven los pueblos indígenas. “En medio de esa violenta arremetida se produce la llegada del coronavirus.”

Dijo que los pueblos indígenas han tenido que migrar a Buenos Aires; viven en villas de miseria y en estos lugares el virus se propaga por el hacinamiento, la falta de agua y otras condiciones adversas.

“El COVID-19 no se detiene y es impredecible lo que ocurrirá en el futuro, los pueblos originarios y gran parte de la sociedad en Argentina están tomando conciencia contra todo ese tipo de injusticias».

«El pueblo no quiere volver a la normalidad y seguir siendo oprimido, explotado y ninguneado, nos hemos echado a andar para construir una nueva sociedad basada en el equilibrio y armonía con la naturaleza, las distintas culturas y todas las vidas que están en este planeta.” finalizó.

Este material se comparte con autorización de UNAM Global

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/pueblos-indigenas-sus-vivencias-frente-al-coronavirus/

Comparte este contenido:

Entrevista a Juana M. Sancho: «Me han sorprendido quienes afirman que la pandemia ha revelado la desigualdad, ¿De verdad no lo sabían?»

Comparte este contenido:

Pandemia por COVID muestra desigualdades hacia mujeres/México

América/México/17/06/2020/Autora: Anayeli García Martínez/Fuente: https://desinformemonos.org/

Ciudad de México. La pandemia del COVID 19 dejó al descubierto las desigualdades de género y los impactos sociales y económicos para las mujeres, y esta crisis nos debe llevar a un cambio profundo del modelo de desarrollo.

Así lo dijeron la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet y la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, durante el conversatorio virtual “Derechos Humanos de las mujeres: retos ante el COVID19″, organizado este viernes por el Senado de la República.

En el foro, en el que también participaron la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrad Casaubón y la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman, las diplomáticas coincidieron en que la salida de esta pandemia debe ser con medidas de igualdad de género.

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, aseguró que la pandemia es un problema global que requiere una respuesta global y destacó que esas acciones sólo serán efectivas si los Derechos Humanos son su eje rector.

La ex presidenta de Chile aseguró que ante esta emergencia sanitaria tenemos dos deberes esenciales: superar la pandemia y reconstruirnos mejor, porque, dijo, no podemos volver al día cero.

Si recordamos las protestas del año pasado, expuso, la gente no está contenta con el actual sistema económico porque siente que la democracia no ha mejorado su vida. “Al reconstruirnos mejor tenemos que pensar en las mujeres, pero también en una nueva economía inclusiva y sostenible”.

Bachelet aseguró que el virus no discrimina pero sus impactos diferenciados ha dejado al descubierto las desigualdades sociales y económicas de las que se alimenta. “El COVID ha desnudado la realidad pero además la ha exacerbado, ha exacerbado las desigualdades”.

Para la exdirectora de ONU Mujeres las consecuencias de la pandemia han sido catastróficas, por ejemplo, mujeres y niñas corren riesgos, pero no debido a vulnerabilidades inherentes sino a las consecuencias de la discriminación y desigualdad preexistentes.

Un dato que llamó la atención a la política, es que mujeres y hombres pueden contraer el virus por igual, pero mueren más hombres y aunque las teorías no están confirmadas, hay algunas que indican que las mujeres tiene dos cromosomas X y por tanto más capacidad de respuesta inmunológica.

Además de este tema, dijo, se debe entender que no todas las mujeres son iguales y que unas viven condiciones de desigualdad más profundas como pobreza, trabajar en la informalidad, ser parte de un grupo discriminado, ser indígena o tener una discapacidad. “La respuesta no puede ser neutra ni igual para todas”, advirtió.

Uno de los problemas de la respuesta a la pandemia es que los países no tienen datos desagregados por sexo y género para cada una de estas características. “Un consejo es mirar el tema sin dejar a nadie atrás, o esas personas seguirán atrás”, dijo Michelle Bachelet al dirigirse al Senado y a las autoridades mexicanas presentes.

Agregó que la pandemia está afectando a las mujeres de manera distinta, en particular las víctimas de violencia, quienes están en confinamiento y sin recursos para buscar apoyo. El UNFPA estima que si las medidas de confinamiento continúan, en 6 meses se tendrán 31 millones de casos adicionales de violencia de género, y en 3 meses se sumarán 15 millones más.

Si antes del COVID, una de cada tres mujeres era víctima de violencia de género en América Latina, Bachelet advirtió que hay señales del aumento de la violencia doméstica, como ha sucedido en Brasil, Argentina, Chile y México, donde también aumentaron las llamadas de emergencia al 911 por casos de violencia en el hogar.

La diplomática chilena consideró que en esta pandemia son esenciales los servicios para víctimas. Expuso que en otros países se han tomado medidas como sistemas de llamadas de emergencia, sistema de claves para pedir ayuda en lugares públicos como farmacias, rentar hoteles para usarlos de albergues o contactar a quienes habían denunciado violencia para asegurar que están seguras durante el confinamiento.

En el caso de México, la alta comisionada dijo que se debe seguir capacitando al personal que atiende las llamadas del 911 y fortalecer otros servicios, por ejemplo, para asegurar interpretación para mujeres y niñas sordas, o bien, promover campañas mediáticas para sensibilizar sobre este problema social, pero que integren mensajes claros, que sean representativas de mujeres y niñas, que se realicen con expertas y que sean ampliamente difundidas.

Por otro lado, Bachelet dijo el rol preponderante de las mujeres y niñas en el cuidado de la salud, aumenta el riesgo de infección. En la región, más de la mitad del personal médico y 80 por ciento del de enfermería son mujeres, por lo que consideró que el equipo de salud debe contar con equipo protección y condiciones para trabajar sin temor a agresiones físicas por su labor o a que se les nieguen servicios como guarderías.

Un tema más que puso sobre la mesa fue el presupuesto público. Los países tienen recursos limitados y al desviar recursos para atender la pandemia han dejado de lado el acceso a servicios de salud materna, anticoncepción y aborto. Mencionó que se ha documentado que las mujeres no son atendidas por falta de ambulancias o de hospitales, los cuales han sido reconvertidos para atender a pacientes con el nuevo virus.

A pesar de que se pueden notar los efectos de la pandemia, la alta comisionada aseguró que el impacto real aún no lo hemos visto. Explicó que las predicciones indican que el índice de Desarrollo Humano tendrá un deceso histórico, un retroceso de al menos siete años en lo ganado, además de que se espera la más grande contracción de la economía.

Al respecto, la la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, expuso que durante las últimas tres décadas los países han tenido un modelo de concentración de riqueza y desigualdades. Esta cultura de privilegios que normaliza la desigualdad, dijo, debe cambiar.

En su participación, la diplomática mexicana mencionó que el impacto social del COVID tiene rostro de mujer porque alrededor de 110 millones de mujeres en América Latina y el Caribe se encuentran en situación de pobreza y la caída económica por la pandemia sumaría 12 millones de personas desempleadas y 15.9 millones de personas en pobreza extrema.

En su presentación mencionó que son necesarias políticas para garantizar los derechos de las mujeres y la igualdad de género, en especial de las mujeres jóvenes. Entre estas políticas se encuentran ampliar el espacio fiscal y aumentar la progresividad de los sistemas tributarios; reforzar el financiamiento de servicios integrales contra la violencia de género. En este contexto, la Cepal apoya la propuesta de otorgar un ingreso básico de emergencia, equivalente a una línea de pobreza, durante seis meses. Esta iniciativa promovida por el organismo ha sido retomada en la Cámara de Diputados, donde actualmente se discute como un llamado al Ejecutivo federal y como reforma en materia económica a futuro.

Bárcena coincidió con la alta comisionada de la ONU al señalar que las medias de confinamiento están profundizando la crisis de cuidados, especialmente para las mujeres con menores ingresos y además han provocado situaciones de violencia.

En el tema de la salud, expuso que la cobertura presenta una segregación según el nivel de ingresos de los hogares en la región. En el primer décil de ingreso, sólo 33.7 por ciento de las mujeres ocupadas cotiza o esta afiliada a un sistema de salud. A esto se agrega que una cobertura limitad de servicios de cuidado, hace que esta carga se traspase a las los hogares, reforzando el trabajo no remunerado de las mujeres.

También mencionó que 72.8 por ciento de las personas profesionales de la salud son mujeres y enfrentan una brecha salarial.

En tanto, en el terreno laboral, 54.3 por ciento de las mujeres se encuentra ocupada en sectores que presentan precariedad, desde el punto de vista de los salarios, sin formalidad en el empleo ni seguridad en el punto de trabajo y mucho menos protección social.

Entre las propuestas que propuso de la secretaria ejecutiva de la Cepal están renovar los acuerdos del multilateralismo, generar datos desagregados por sexo, transformar los privilegios de derechos y promover un futuro feminista, con igualdad y sostenibilidad.

Fuente e imagen: https://cimacnoticias.com.mx/2020/06/12/pandemia-por-covid-muestra-desigualdades

Comparte este contenido:

Mundo: 2030 Internet para todos

Mundo/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Suena a slogan de campaña política. Pero esa es la propuesta que Naciones Unidas presentó ayer en un informe sobre acciones urgentes para que las nuevas tecnologías beneficien a todo el mundo y se controlen algunos sus riesgos, además de poner como objetivo que en 2030 todos los ciudadanos tengan un acceso asequible a Internet.

Las prioridades delineadas por el jefe de la ONU, António Guterres, se basan en una serie de recomendaciones que le presentó hace un año un “grupo de sabios” presidido por Melinda Gates y el fundador de Alibaba, Jack Ma.

Cooperación es la salida

Se necesita un refuerzo de la colaboración entre Gobiernos, empresas, académicos y sociedad civil para que las oportunidades de la tecnología desemboquen en más prosperidad y más oportunidades.

19% en países menos desarrollados Naciones Unidas, tras consultar con los Estados miembros y más de 300 entidades, ha asumido ese eje central y plantea ocho prioridades de actuación, que van desde garantizar que para 2030 todos los ciudadanos tengan un acceso asequible a internet hasta un proceso global para mejorar la seguridad digital.

El diplomático portugués subrayó que la crisis de la COVID-19 hace más evidente la necesidad de mejoras.

Población con acceso a Internet (2019) 87%  en países ricos Guterres destacó que la tecnología digital es clave en la respuesta a la pandemia -desde la investigación de una vacuna al hecho de que millones de personas puedan trabajar y estudiar desde casa- y que amenaza con aumentar la desigualdad en el mundo.

En 2019, un 87 por ciento de la población en los países ricos utilizaba internet, un porcentaje que en los países menos desarrollados cae hasta el 19 por ciento.

A la vez, Guterres advirtió que la COVID-19 está ofreciendo «pruebas dramáticas de las amenazas que plantea el uso sin gobierno de la tecnología», con cibercrimen y abusos de derechos humanos, y que ha desencadenado «algunas de las técnicas de vigilancia más intrusivas» vistas nunca.

Agenda planteada

Para impulsar igualdad y protección de DDHH en lo digital

  • Conectividad universal para 2030
  • Facilitar ‘inclusión digital’ para los más vulnerables’
  • Reforzar formación y capacitación
  • Promover el ‘código abierto’
  • Implementar ‘bienes digitales públicos’
  • Cooperación en inteligencia artificial
  • Mejorar seguridad en Internet
  • Construir arquitectura eficaz de cooperación digital

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102320397/2030-internet-para-todos

Comparte este contenido:

El fin del sueño americano

Por: Daniel Seixo

Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía

«Cuando la injusticia se convierte en ley, la resistencia se convierte en deber.»

Thomas Jefferson

A estas horas las calles de Washington arden a escasa distancia de la Casa Blanca, fruto de la rabia y la indignación por el asesinato racista de George Floyd hace apenas una semana. A su vez, a medida que las balas de goma, las porras y los gases lacrimógenos comienzan a ocupar su lugar en la ignominia que incrédulamente presenciamos, la rabia y la frustración contra el sistema y la flagrante injusticia que representa, se hacen patentes ante la enésima provocación infantil del pirómano en jefe Donald Trump.

Biblia en mano e invocando una ley de 1807 contra insurrecciones, el presidente de Estados Unidos ha actuado como un auténtico estadounidense. Al menos ha actuado como un auténtico hijo y representante del neoliberalismo de su país, anteponiendo sus propios intereses a los de su nación. A fin de cuentas, ¿a quién diablos le importa el estado cuando hay unas elecciones en juego?

Las imágenes del ejército, la Guardia Nacional, arribando en convoyes militares a sus propias ciudades para intentar sofocar una indignación y rabia profundamente justas, suponen la cruel realidad de un país gestado y mantenido con vida por la violencia y el amor a un ideal que apresuradamente se desvanece, sin que en esta ocasión estén ahí los comunistas, los rusos, los bolivarianos o los yihadistas para culparlos. No al menos para nadie con dos dedos de frente. Las imágenes de la sede de la CNN siendo atacada por manifestantes que claramente la identifican como un enemigo, deberían hacernos reflexionar a todos acerca del papel jugado por los medios de comunicación en todo esto y su continuada negligencia a la hora de enfocar la realidad de la sociedad estadounidense. La trama rusa, Ucrania, los líos de faldas, sus tours por Asia con Kim Jong-un, las payasadas diarias o su reciente delirio de considerar como organización terrorista a algo que ni existe como tal, ni puede ser declarado como tal… Cualquier cosa ha valido a la prensa para desviar la atención de un país en el que quienes nacen en la pobreza, tienen más posibilidades que nunca antes para seguir siendo pobres. En el país de la opulencia, los grandes eventos deportivos, las estrellas de rock, Hollywood, las series de televisión, la MTV o las Kardashians, resulta que millones de estadounidenses se están hundiendo en la absoluta pobreza y nadie se ha molestado en documentarlo o mucho menos denunciarlo.

Hoy Estados Unidos se incendia por la desigualdad y la extrema pobreza, simplemente resulta necesario ser uno de los perdedores del mejor de los mundos para lograr comprenderlo

Estados Unidos, una de las naciones más ricas del mundo, dista ya mucho de ser la “tierra de oportunidades” y lenta, pero inexorablemente, camina cara a una distopía en la que la desigualdad y la violencia suponen los grandes rasgos definitorios del sistema. Según el propio censo de Estados Unidos, más de 40 millones de estadounidenses viven en la actualidad en la pobreza y más de 5 millones soportan condiciones similares a las del tercer mundo, la llamada pobreza absoluta. Más de 46 millones de estadounidenses dependen directamente del banco de alimentos, entre ellos, unos 13, 3 millones de niños. Todo esto antes de los efectos de la crisis del coronavirus, una crisis que ha dejado la escalofriante cifra de 40 millones de estadounidenses desempleados, escalofriante porque en el país de las oportunidades, no tener trabajo significa no tener seguro médico o prestación alguna que lo sostenga a uno más allá de lo que hayas podido reunir por iniciativa propia.

Por eso el fuego de hoy es distinto al prendido en tantas y tantas ocasiones antes en Detroit, Chicago, Tulsa, Los Ángeles, Ferguson o en un sin fin de ciudades con focos menores de indignación y rabia en los barrios pobres. Aquellos que nunca salen en las películas si no es para mostrar la detención de un traficante o las miserias de esa otra sociedad, esos no estadounidenses de total derecho, la población con más posibilidades de acabar pisando una cárcel o un cementerio fruto de una bala perdida o dirigida directamente a ellos, los que tienen menos posibilidades de acabar sus estudios y pisar una universidad. Aquellos cuya tasa de mortalidad infantil resulta similar a la de países subdesarrollados y en los que la obesidad, el alcoholismo y las drogas suponen una pandemia mayor que el COVID.

El desprecio por la población pobre en Estados Unidos ha generado un sistema ciego y sordo ante las necesidades de estas comunidades. Un sistema excesivamente burocrático, adelgazado y plagado de corrupción, incapaz de responder al descontento si no es con armas y mano dura. En un país cuyos niveles de violencia en sus grandes urbes son similares a los de Colombia o Brasil, la policía se ha acostumbrado al «dispara primero y pregunta después«, especialmente si eres negro. Y no, el racismo no es un invento o una paranoia de una comunidad especialmente violenta, el racismo es una realidad dibujada en la menor esperanza de vida de los afroestadounidenses o en su menor capacidad para encontrar un empleo. Mientras que la esperanza de vida de un universitario blanco es de 80 años, la de un afroamericano con escasa formación académica se sitúa en los 66 años, catorce años con el doble de posibilidades de perder un hijo al nacer o de que su familia termine en la pobreza, catorce años bajo la amenaza de la brutalidad policial, los arrestos arbitrarios o la cárcel. Catorce años de profunda y continua desigualdad racial. El bienestar en Estados Unidos se encuentra profundamente estratificado y los afroamericanos siguen ocupando a día de hoy el eslabón más débil del sistema.

Las imágenes del ejército, la Guardia Nacional, arribando en convoyes militares a sus propias ciudades para intentar sofocar una indignación y rabia profundamente justas, suponen la cruel realidad de un país gestado y mantenido con vida por la violencia y el amor a un ideal que apresuradamente se desvanece,

No resulta preciso ser negro para pasarte el día trabajando en uno, dos o tres empleos mal remunerados que apenas te alcanzan para sobrevivir, ni tampoco lo resulta para terminar en una comisaria con el cuerpo lleno de golpes o para sucumbir antes las facturas médicas o la tentación de los opiáceos. No resulta necesario, pero sin duda el sistema ayuda y provoca que tengas más posibilidades para ello cuando eres negro. Hoy Estados Unidos se incendia por la desigualdad y la extrema pobreza, simplemente resulta necesario ser uno de los perdedores del mejor de los mundos para lograr comprenderlo. Tan solo eso. Pero también en esto, ser negro «ayuda».

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/el-fin-del-sueno-americano/

Comparte este contenido:

Panamá: Pobreza limita la educación a distancia por falta de tecnología

Centro América/ Panamá/ 09.06.2020/ Fuente: www.panamaamerica.com.pa.

 

Los colegios particulares y públicos que dicten educación a distancia deben ajustarse a las necesidades especiales y a las condiciones de acceso a la tecnología de los estudiantes.

Padres de familia del sector particular se quejan de los problemas tecnológicos que enfrentan sus acudidos para recibir estas clases, mientras que gremios docentes advierten que el sector público no cuenta con las herramientas necesarias para dictar este tipo de educación.

El Meduca plantea varias opciones: cursos o programas no presenciales con apoyo tecnológico, semipresenciales, con o sin tecnología, virtuales o telepresenciales.

Y la Dirección Nacional de Evaluación Educativa del Meduca recordó que solo reconocerá la educación a distancia que dicten los colegios públicos y privados avalados previamente y que cumplan con los cinco criterios mínimos exigidos.

 

 

Estos criterios son: interacción pedagógica, elementos curriculares, recursos tecnológicos, educación especial y satisfacción con el proceso.

Fuente de la  noticia: https://www.panamaamerica.com.pa/sociedad/pobreza-limita-la-educacion-distancia-por-falta-de-tecnologia-1165238

Comparte este contenido:

¿Medir el bienestar?

Por: Pedro Miguel

Las críticas al indicador del producto interno bruto (PIB) per cápita como indicador estrella del desarrollo de un país no son nada nuevo. El economicismo es un mal enfoque cuando se trata de aplicar a todos los aspectos de la vida de una sociedad. El propio Simon Kuznets, inventor del sistema de contabilidad nacional y uno de los primeros economistas que relacionó de manera hipotética el crecimiento económico como causal de distribución del ingreso, admitió, en fecha tan temprana como 1934, que resultaba improcedente calcular el bienestar de un país a partir del incremento a su renta nacional individualizada.

Sin embargo, la pretensión devino parte integrante de la ideología dominante, hasta el punto de que el PIB fue adoptado como rasero prácticamente único del éxito o el fracaso de las administraciones nacionales. Así, por ejemplo, la sempiterna animadver-sión de los medios occidentales hacia el régimen chino fue hecha de lado por una babeante admiración a los elevados índices de crecimiento de la potencia asiática y las elevadas cifras de su PIB mataron la atención sobre la represión de Tiananmen.

La más obvia de las objeciones a la asociación mecánica entre PIB per cápita y bienestar tiene que ver con que tal indicador es una abstracción matemática y que el promedio no refleja el grado de equidad en la distribución de la riqueza generada: mil dólares de PIB per cápita puede indicar un reparto igualitario de un millón de dólares entre mil personas a razón de mil dólares para cada una, pero también una realidad en la que 999 personas acceden a 100 dólares cada una, en tanto que un solo individuo se queda con 900 mil 100 dólares. La observación aplica directamente a México, donde el PIB per cápita correspondiente a 2018 (cifras del Banco Mundial) fue de 20 mil 616 dólares; en plena igualdad distributiva, esto habría debido significar un ingreso de mil 718 dólares mensuales para cada habitante del país. El célebre coeficiente de Gini tendría que ser un complemento indispensable al PIB para determinar el contexto de igualdad o desigualdad en el que se presenta el crecimiento económico.

Sin duda, la de disfrazar la desigualdad no es la única objeción al PIB y acaso no la más importante. Curiosamente, uno de los primeros que denunciaron en este siglo la absurda inferencia de bienestar a partir de ese indicador fue un reconocido promotor del malestar social: el ex presidente Nicolas Sarkozy, quien en 2008 convocó al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y a otras eminencias, las cuales confirmaron, en un informe de 300 páginas, la improcedencia del disparate. Incluyeron en el documento un ejemplo descarnado y crudo: los embotellamientos pueden hacer crecer el PIB debido al mayor consumo de gasolina, pero empeora el humor de los habitantes de las urbes, por no hablar de la calidad del aire.

Es claro que la medición del ingreso no necesariamente refleja grados de bienestar, que no toma en cuenta factores como salud (física y mental), educación, armonía con la sociedad y con el mundo ni grado de satisfacción personal o colectiva. Hay multimillonarios profundamente infelices y personas que con recursos materiales limitados, modestos e incluso escasos manifiestan un grado razonable de bienestar. Y es que si bien existen factores que son universalmente indispensables para lograrlo –alimentación, vivienda, educación, salud–, muchos otros difieren de país a país, de región a región y de cultura a cultura.

Hasta ahora, el principal problema al que se han enfrentado los múltiples intentos por determinar el bienestar de los países es la dificultad intrínseca de cuantificar algo que existe y es real, pero que escapa a toda medición posible porque pertenece al terreno de una experiencia personal o colectiva en la que los parámetros varían de persona a persona, de familia a familia, de municipio a municipio e incluso de religión a religión.

Una primera consideración derivada de esta dificultad es que tal vez resulte imposible determinar el bienestar nacional a partir de un modelo predeterminado por una autoridad y que deben ser las colectividades de la base social las que diseñen sus propios instrumentos para calificar su satisfacción o insatisfacción con el entorno inmediato, con las instituciones, con las condiciones materiales y con la vida en general. De esa forma, el censo de bienestar, por llamarle de alguna manera, tendría que ser un ejercicio colectivo y de abajo hacia arriba que necesitaría, más que métodos de medición, criterios de homologación para lograr una evaluación nacional consistente. De todas formas, acaso el producto principal del procedimiento no sería una cifra ni una flecha en una escala, sino un mapa tridimensional, o de múltiples capas, en el que se reflejaran los estados de ánimo del conjunto de la nación.

Puede ser así o de otras maneras, pero es un desafío muy estimulante.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/29/opinion/019a1pol

Imagen: https://pixabay.com/

Comparte este contenido:
Page 11 of 36
1 9 10 11 12 13 36