Eulàlia Lledó: «La RAE tiene la idea curiosa de que manda sobre la lengua y eso es demoledor»

A través de un informe confiado a la RAE, Carmen Calvo ponía contra las cuerdas a nuestro templo de la lengua, conocido por su apatía en materia de género, mientras que mostraba en público su «respeto» por el mismo. Pero la política fue clara y, si no responde como se espera, hay «muchos hombres y mujeres expertas que nos podrían ayudar».

Los argumentos de la institución son los mismos: la economía del lenguaje y lanzar una norma que se use en altas instancias y se ignore en la calle. Pero para Eulàlia Lledó (Barcelona, 1952) es solo una explicación oportunista. Esta doctora el Filología románica se especializó durante décadas en la investigación de los sesgos sexistas y androcéntricos de la literatura y de la lengua y, si bien aplaude la propuesta política, no entiende que el Gobierno haya inmiscuido a la RAE.

Sobre todo porque, aunque han prometido que el informe será «objetivo y apolítico», estará firmado por un académico que ya reconoció en su estudioSexismo lingüístico y visibilidad de la mujer que, con el lenguaje inclusivo, «no se podría hablar».

La RAE le ha encargado el informe de la reforma de la Constitución a Ignacio Bosque, académico que ya desaprobó en 2012 las guías públicas que apuestan por un lenguaje más inclusivo. ¿Qué podemos inferir de su elección?

El de 2012, conocido como informe Bosque, era un documento destinado a criticar y desprestigiar las guías, era bastante específico. Y en él, además, confundía gramática con uso. Era un escrito que tomaba las guías como si fueran la palabra de dios, y casi nunca hablan de norma o gramática, sino de uso. En este sentido, Bosque erró el tiro y confundió las dos cosas.

Como detalle, uno de los puntos que más se tocaba en aquel informe era una crítica muy radical a las dobles formas, y en el texto las utiliza tres veces. En su día escribí un artículo y di una conferencia sobre esto, sobre criticar una cosa en la que luego se incurre. Era bastante curioso.

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ya ha insinuado que se lo dijo a la RAE por deferencia, pero que si no se muestra colaborativa se lo encargará a otros expertos.

Es que directamente no comprendo cómo encargaron el informe a la Real Academia. Cuando, lo primero, la postura de la RAE al respecto es una y es clara, y lo segundo, estamos hablando de una cuestión política no lingüística. Si fuese favorable, todavía. Pero no entiendo que se traspase esta responsabilidad y este poder a la Academia, más del que ya cree que tiene sobre la lengua. Y que además se le dé potestad sobre decisiones políticas que no son propias de esta institución.

Me resulta extraño que una propuesta del Ministerio de Igualdad, que es ya política dura y que en todo caso debería recabar el sentir la ciudadanía, se deje en manos de la Academia.

Hay algunos han mostrado su disconformidad sobre este informe, como Pérez Reverte. ¿Por qué la vieja guardia (masculina) de la RAE se siente amenazada por estas medidas?

La RAE tiene la idea curiosa de que manda sobre la lengua, lo cual es demoledor. El inglés, por ejemplo, no tiene academia. La lengua hace como todas las demás, que es evolucionar a partir de muy distintos factores. Las que tienen instituciones, como la nuestra o la francesa, se molestan mucho cuando los hablantes se saltan sus preceptos.

Por ejemplo, en un momento decidieron que no se podía decir Primera Ministra. Ahora, visto con el tiempo, es un poco ridículo, ¿no? Por eso es gente especialmente reaccionaria a que alguien, al margen de la RAE, proponga modificaciones, análisis de los diccionarios, etc. Hay una cosa que se llama la misoginia ilustrada que es de lo peor que hay. De todos modos, están empezando a alzarse voces que disienten.

Recuerdo que hubo un académico que se opuso cuando la RAE dijo que a Angela Merkel se le debía llamar «la canciller» no «la cancillera». Es un despropósito porque es un femenino regular, por lo tanto es cancillera seguro. O Soledad Puértolas, que hace unas semanas se mostró partidaria de incluir «machirulo» en el diccionario. Pero, en general, la RAE es una academia con una inercia y una carga reaccionaria muy grande.

Esta inercia tiene que ver con que solo haya ocho mujeres de los 46 académicos. Sin embargo, hace meses entrevistamos a tres de ellas y se mostraron en contra de las cuotas.  

Aquí hay una confusión que nos hace mucho daño. Lo que hay en la Academia es cuota masculina, que es una cuota extendida de forma agobiante. Tiene que ver con los esquemas del corporativismo masculino para enraizarse y que no cambien las cosas. Yo no sé cómo, con la desproporción tan flagrante que hay, alguien se puede atrever a hablar de cuota femenina. Pero normalmente entramos en este trato.

Hablando ahora del desdoblamiento del lenguaje. ¿Es cierto, como dijo Bosque, que está pensado para usarse delante de micrófonos o en textos oficiales y que es difícil que sea más usado en la calle que el masculino genérico?

A mí me gustaría desdramatizar esta cuestión. Se habla de las dobles formas como si fueran un invento artificioso que no tienen nada que ver con las lenguas. Cuidado. Es un recurso más de la lengua. Ha estado siempre aquí. Los romanceros utilizan dobles formas, El cantar del Mio Cid también. Y estamos hablando de poesía, que sí que es un lenguaje delicado. El Antiguo Testamento está lleno de dobles formas. De verdad que no entiendo los aspavientos.

Es muy difícil no utilizar una doble forma cuando se habla de la posibilidad, por ejemplo, de que en el PP haya una nueva presidenta o presidente. Antes no cabía la posibilidad de que hubiera una mujer al frente y entonces el masculino servía, pero no porque fuera genérico, sino porque ni se contemplaba a las mujeres. Como ahora ocupamos los rangos que nos corresponden, las dobles formas se usan cada vez más.

De hecho, la RAE dictaminó que lo correcto era decir Consejo de Ministros, aunque la mayoría sean mujeres e incluso los hombres jurasen el cargo con el doblete.

Ese es un ejemplo muy bueno. Pero es mucho exigir que las ministras juren el cargo como ministros. ¡Es que no lo son! Ya no se puede obviar la presencia femenina en este Consejo, y la lengua lo refleja. Lo raro es que se hubiera reflejado en el primer gobierno de Felipe González, donde no había ni una sola mujer. Simplemente la lengua se adecua a la realidad, como hace siempre.

Los académicos siempre aluden a la economía del lenguaje como el principio fundamental de nuestro idioma. Si esto es verdad, como indica Elena Álvarez Mellado, ¿no estaríamos abocados a expresarnos con gruñidos mínimos?

Exacto. El principio de economía solo es la base del lenguaje cuando les interesa. La lengua por definición es redundante, marcamos las cosas las veces que hace falta. Si yo digo «una periodista alta y espabilada» estoy marcando el femenino tres veces. Si el principio de economía fuera el que rige nuestra lengua, usted me diría: «¿le puedo hacer una entrevista?» y yo le diría, «sí», nada más.

O cuando negamos una cosa, podemos decir «no», y la Academia diría que con un «no» ya basta. No, no, en absoluto, de ninguna manera, ni hablar del peluquín. ¿Ve? La lengua es así. O la cantidad de veces que usamos el diminutivo, que siempre son más largos que la palabra. En Andalucía te tomas un cafelito, y yo una vez fui a que me pusieran un panecillo, y la señora me dijo que eso era un mollete de Antequera. ¿Donde está la economía de la lengua ahí? Ese principio se utiliza una vez cubiertas las necesidades comunicativas.

¿Y qué opina de las alternativas al desdoblamiento, como el uso de la «e» en «ciudadanes» o el de la «x»? Villanueva las llamó ridículas e inoperativas.

No diría nunca que una propuesta es ridícula. Pero sí que creo que la lengua tiene suficientes mecanismos y recursos para facilitar la presencia de quien sea. Y esta es una intervención quirúrgica sobre la que veo poco futuro. Y me puedo equivocar, eh. La diferencia es que la doble forma ya existe, no es lo mismo.

Respecto al principio de economía, además, hay derroches que no molestan en absoluto. Entre la clase política se ha puesto de moda hablar de la «ventana de oportunidad», que es un anglicismo, cuando con oportunidad vamos que chutamos. En cambio, a este respecto la RAE no parece concernida.

Dijo que en su día el uso de «diputada» o «abogada» fue objeto de mofa y ahora está normalizado. ¿Cree que ocurrirá lo mismo con «portavozas» y «miembras» y por el que también han sido ridiculizadas algunas políticas?

A mí entender, portavoza es innecesario, porque el género de quien habla ya lo indica el artículo: el o la portavoz. Hace una semana, también en la radio se referían a Corinna Wittgenstein como «la testaferra». ¿Qué quiere decir esto? No es necesario, pero indica la gran tendencia que tiene el castellano de marcar el femenino con «a». En muchos casos es innecesario, pero al mismo tiempo es imparable. Hacer mofa con esto es ridículo. Me recuerda al escándalo con las primeras diputadas. La hemeroteca hoy haría enrojecer a mucha gente.

Con miembras, en cambio, es posible que ocurra lo que pasó entonces con diputadas o abogadas. Además, en la palabra «miembro» hay un plus masculino, y a muchas les molesta ser reconocidas así. Esto es interesante porque muestra la complejidad de todo lo que influye sobre la lengua. Pero la RAE solo se rasga las vestiduras cuando las propuestas vienen de fuerzas progresistas en general y feministas en particular.

En el informe anterior, Bosque reconocía que había usos misóginos del lenguaje pero en casos como “los dirigentes acudieron con sus mujeres”, porque se da por hecho que los que dirigen son solo hombres. ¿Qué peligro hay en confundir la elección sexista del lenguaje con su herencia misógina?

Aquí tendríamos que distinguir entre contenido y forma. Si dices: «la población blanca tiene mayor cociente intelectual que la población negra», la lengua no tiene nada que ver, lo único que indica es que la persona que dice esto es racista. Nadie diría que la lengua es racista. En la frase, «los dirigentes fueron con sus mujeres», la lengua no tiene ninguna culpa porque podrías decir la frase que quieras.

Esta confusión está muy extendida: confunden el pensamiento sexista de alguien con la lengua sexista.

Por último, ¿cree que está usando el Gobierno de Pedro Sánchez esta reforma con fines políticos o por un verdadero compromiso con el lenguaje inclusivo?

No lo sé, supongo que habrá de todo en este intento. Está teniendo ciertos gestos muy buenos que se tendrían que haber realizado hace mucho, como la exhumación de los restos del dictador, intentar darle un nuevo sentido al Valle de los Caídos (aunque creo que es muy difícil) o volver a atender a los muertos de las cunetas de este país.

Este puede ser un gesto más, pero no tengo por qué suponer que es solo de cara a la galería. El hecho de que hayan recuperado el Ministerio de igualdad, sin ir más lejos, es más que un gesto.

Fuente; https://www.eldiario.es/cultura/Eulalia-Lledo-RAE-lengua-demoledor_0_794420886.html

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La libertad, el respeto y la educación

Por Daniel Mcevoy 

Los que tienen la amabilidad, y la paciencia, de leer esta sección de los viernes en el diario INFORMACIÓN sabrán que se sostiene en dos hilos conductores: la literatura y la crítica política y social. Siempre, por descontado, desde una perspectiva constructiva, e intentando ejercerla dentro de unos parámetros del máximo respeto personal hacia los personajes públicos a los que, en ocasiones, aludo en mis artículos. Por eso quiero comenzar advirtiendo que esta semana les voy a ofrecer menos literatura y menos crítica que en otras ocasiones pero, quizás, más reflexión.

En cualquier caso, para no perder la costumbre de realizar una referencia literaria, sí me gustaría citar a cinco escritores: Federico García Lorca, Oscar Wilde, Walt Whitman, Virginia Woolf y James Baldwin. Como ven, cinco autores que no tienen, aparentemente, nada en común, salvo su innegable talento: diferentes nacionalidades, épocas diversas, géneros contrapuestos. Una sola circunstancia personal les es común: su homosexualidad.

Muchos de ustedes argumentarán, y no estarán en absoluto exentos de razón, que el hecho de que fueran homosexuales es totalmente irrelevante a la hora de juzgar su producción literaria, y que ese hecho se circunscribe a sus respectivas vidas privadas y no debería ser siquiera mencionado. Yo no puedo sino compartir ese argumento. Pero debemos tener en cuenta que los cinco autores mencionados, a lo largo de sus vidas, sufrieron no sólo la incomprensión de su sociedad, sino también, como en el caso de Oscar Wilde, la persecución y la cárcel sólo por sus inclinaciones sexuales.

Se podría pensar que las actitudes que tuvo que padecer Oscar Wilde eran fruto de la sociedad victoriana, en la que le tocó vivir, y que hoy están felizmente superadas. La cuestión, sin embargo, es que no lo están. Si miramos un mapamundi, aún podemos comprobar que la lista de países en los que la homosexualidad está perseguida, e incluso penada con la cárcel, y hasta con la pena de muerte, es mayor que la de aquellos que cuentan con una legislación que, al menos de iure, promueve la igualdad entre las personas, con independencia de su orientación sexual.

Por fortuna, en España contamos con una de las legislaciones más avanzadas en materia de igualdad en ese campo. De hecho, el tres de julio de 2005, nos convertimos en el tercer país del mundo que promulgó una ley que permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo. En aquel momento, la medida no estuvo exenta de polémica. Hubo incluso quien, para oponerse a esta norma, arguyó que el Diccionario de la Real Academia definía el matrimonio como la «Unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses».

En la actualidad, ya nadie en su sano juicio es capaz de oponerse al derecho a contraer matrimonio a personas del mismo sexo. De hecho, ahora ni el argumento del Diccionario de la RAE es válido, puesto que, en el año 2012, se añadió una segunda acepción al término matrimonio, aceptando también la de «En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses».

En este contexto, muchos argumentan que si tenemos un corpus legislativo de los más avanzados del mundo en materia de igualdad y de derechos de la comunidad LGTBI, por qué se hace necesario que existan determinadas fechas, como la de ayer mismo, Día Internacional LGTBI, en las que se llame la atención sobre la necesidad de salvaguardar los derechos de este colectivo.

La respuesta es bien sencilla. Aunque la legislación haya equiparado los derechos de todas las personas, esa igualdad de facto aún no se ha logrado. Ni en el caso de este colectivo ni, por desgracia, en muchos otros aspectos de nuestra sociedad, como en el de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, en el de muchos colectivos de personas con diversidad funcional, o en el de determinadas minorías étnicas.

En muchas ocasiones, tendemos a hablar del progreso de un país en términos meramente de su producto interior bruto o de sus variables macroeconómicas. No digo que esas cuestiones no sean importantes, pero creo que la grandeza de un país se debería medir también por la igualdad en el trato a todos sus ciudadanos y por el cuidado que preste a sus colectivos más desfavorecidos o a los que cuenten con un rechazo social fruto de actitudes anacrónicas.

En el caso de la igualdad de todas las personas, sea cual sea su orientación sexual, yo me siento feliz de los avances conseguidos en nuestro país y en nuestra ciudad. Los actos organizados ayer por el Ayuntamiento para la conmemoración del Día Internacional LGTBI en Elche, son una muestra de los pasos que se están tomando en esa dirección.

Llegará un día en el que no hará falta la celebración del día internacional de ningún colectivo. Ese día significará que habremos conseguido una sociedad realmente justa y ecuánime para todos. Para que llegue ese día hay tres valores que todos debemos cultivar con especial ahínco: la libertad, el respeto y la educación.

Fuente del artículo: https://www.diarioinformacion.com/opinion/2018/06/29/libertad-respeto-educacion/2037813.html
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España:El compromiso de la RAE con la educación y la cultura

España/ La razón/ 25 de Mayo de 2016.

Nos debería hacer reflexionar que la Real Academia Española sea una de nuestras instituciones más prestigiosas. Su misión es estar al cuidado de la lengua española y de su uso, siguiendo el principio de que el idioma debe hablarse correctamente, estar al tanto de las maneras expresivas de la calle –que es, al fin y al cabo, quien la utiliza– y dictar las normas gramaticales para su correcto empleo. La lengua es una herramienta de comunicación, pero para los pueblos que usan la que les es propia es también, y sobre todo, la palabra misma, la manera de nombrar las cosas del mundo, los sentimientos y las esperanzas. Es comprensible, por lo tanto, que exista un respeto hacia la RAE. A lo largo de los más de trescientos años de historia (fue fundada en 1713) ha sabido mantener su independencia bajo regímenes políticos diferentes. Su trabajo está plasmado en las ediciones del Diccionario, la Gramática y el Hispánico de Dudas. Parece insustancial, pero las culturas importantes y sólidas se basan en el trabajo serio y constante de sus científicos. El director de la RAE, Darío Villanueva, recibió ayer «LA RAZÓN de…» en reconocimiento por el trabajo de esta institución. En su discurso, hizo especial hincapié en las 46 Academias de la Lengua que trabajan en el conjunto de la comunidad hispanoamericana, en Estados Unidos y, de manera reciente, en África a través de Guinea. Villanueva anunció la creación de la Academia del ladino o judeoespañol en Israel. Recordemos que México es el país con más hispanohablantes (115 millones) y que Estados Unidos es el segundo; ya lo hablan 41 millones de forma nativa, más 11,6 de forma bilingüe. EE UU, además, puede convertirse, según algunos estudios, en el primer país con más hablantes de español del mundo. En todo caso, es una tendencia creciente que el español haya dejado de ser una lengua vinculada con la emigración, las minorías étnicas y la pobreza, para ser de prestigio. En estos momentos es el segundo idioma hablado en el mundo, así como el más empleado en los negocios y el tercero en internet. Sólo aquellos que desconocen la historia, o la utilizan para sus intereses, pueden seguir hablando de «lengua de conquista». Villanueva recordó que fueron las repúblicas recién independizadas de España las que apostaron por una lengua común, a pesar de que sólo un 20 por ciento la hablaba. El director de la RAE llamó la atención sobre un hecho que no suele tenerse en cuenta: la conciencia de que se comparte una misma lengua y que se pertenece a una vastísima unidad de pueblos. Pero no hay que obsesionarse con la expansión del inglés; la primera lengua del mundo no tiene una academia que vele por su uso, ni le hace falta. Sin embargo, no hay que perder de vista que junto al desarrollo tecnológico viajan las palabras. Como institución central de la cultura española, la RAE aboga por un gran pacto de Estado sobre Educación –que ya rubricó en el manifiesto de las Reales Academias del pasado mes de febrero– y que aspira a sellar un proyecto común que esté por encima de los cambios políticos. Villanueva apostó por una enseñanza equilibrada entre Humanidades y Ciencia bajo el criterio de que lo fundamental para la formación debe adquirirse en un determinado momento del plan educativo, mientras que los saberes específicos siempre pueden adquirirse posteriormente. La RAE sigue siendo un ejemplo de gestión y responsabilidad en los momentos en los que la crisis económica ha afectado a su presupuesto.

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El bluyín, el jersey y el órsay: La curiosa falta de lógica con que la Real Academia incorpora al español los vocablos del inglés

POR LEONARDO GARNIER /  07 MAY 2016

Me gusta el buen uso del idioma y entiendo, además, que este no puede ser estático. También comprendo la difícil tarea de la Real Academia Española (RAE) cuando debe decidir qué nuevos vocablos se van incorporando a su versión oficial de nuestro idioma y cómo incorporarlos: su sonido, su grafía.

Lo que no me gusta ni entiendo tanto es que la RAE haga su tarea exhibiendo una lógica tan peculiar que a mí más bien me parece una ausencia total de lógica.

Por ejemplo, para referirse a esa “prenda de vestir de punto, cerrada y con mangas, que cubre desde el cuello hasta la cintura”, la RAE agrega al español dos vocablos. Uno, el que más usamos en la América hispana es suéter, escrito así, tal y como suena la misma prenda en inglés: sweater. Y otro, el que resulta de uso común en España: el jersey.

En el primer caso se trata de una adaptación usando la lógica de la sustitución fonética: “escribir un vocablo tal y como se lee en la lengua de partida”. Lo mismo hicieron más recientemente, cuando incorporaron al español el vocablo bluyín, del inglés blue jean, al que define como pantalón vaquero. O con aquel “licor alcohólico que se obtiene del grano de algunas plantas” al que sugieren llamar güisqui –aunque también aceptan whisky (pero no whiskey). Y si bien la sustitución fonética puede ser una forma bastante aceptable de incorporar a la lengua extranjerismos como fútbol, resulta casi ridícula cuando a partir de una pronunciación más que cuestionable del idioma original se agrega oficialmente al español un vocablo como “órsay” –del inglés offside – para denominar un fuera de juego en este deporte (ya que iban a usar el anglicismo ¿por qué no ofsaid?). Y si en el estadio usted quiere un emparedado con tocineta, haría bien según la RAE en pedir un sánwich con beicon, ambos catalogados como español oficial, pero también podría pedirlo – aunque le cueste creerlo – con bacón, sí… bacón: español oficial.

En el segundo caso, sin embargo el suéter se define como sinónimo de otro anglicismo – jersey – para el que se mantiene la escritura inglesa pero no su pronunciación (yersi), que se transmuta en jersei. Para esto los Académicos de la RAE han aplicado la lógica de la pronunciación ortográfica que trata de leer el vocablo tal y como se escribe. Lo mismo hicieron con el enorme iceberg que, en lugar de pronunciarse con la lógica fonética (aisberg), se debe pronunciar tal y como se  escribe: i-ce-berg (a ver, inténtelo). Y por supuesto, con el famoso Wifi que casi suena güi-fi según la RAE, aunque los latinoamericanos, siempre revolucionarios, insistamos en llamar “guai-fai”.

¿Y la lógica? Pues de lógica nada. Uno habría pensado que por lógica la RAE habría debido seguir en forma consistente uno de dos caminos: O bien usar siempre la pronunciación ortográfica, respetando la escritura original y cambiando radicalmente el sonido de las palabras (como hacen con iceberg y jersey). O bien usar siempre la sustitución fonética manteniendo el sonido en detrimento de la escritura original (como en suéter, bluyín y beicon). Cabría esperar algunas excepciones, siempre que hubiera un buen argumento que les diera ese carácter excepcional.

Pero, más que excepciones, lo que hoy parece caracterizar al Diccionario de la RAE en la adopción de vocablos del inglés, son las ocurrencias. Porque una cosa es discutir si una palabra se escribe en español tal y como se escribe o como se pronuncia en inglés y otra muy distinta es hacerlo a veces así, a veces asá y a veces ni así ni asá: como cuando el diccionario oficial de nuestra lengua incorpora palabras como baby-sitter parking o backstage, escritas así tal cual, como en inglés. ¿Y la pronunciación? ¿beibi o babi? ¿bacstaje o bacsteich? Ah… en esos casos, juéguesela.

Ni qué decir, para terminar, de las palabras que se adoptan del inglés con un significado diferente al que tienen en su lengua original, como cuando el vocablo “Christmas” se incorpora oficialmente al diccionario español pero no para significar Navidad – que es lo que significa en inglés – sino ¡como una tarjeta de navidad! Ahí sí, mejor “apague y vamonós” o, como podría decir algún día la RAE “ternof an letosgó”.

Fuente: http://www.elfinancierocr.com/blogs/subversiones/Espanol-logica-Real_Academia-jersey-bluyin-orsay_7_952774714.html

Fuente de la imagen: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b9/Diccionario_de_la_Lengua_Espa%C3%B1ola,_on_side.jpg

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