España/ La razón/ 25 de Mayo de 2016.
Nos debería hacer reflexionar que la Real Academia Española sea una de nuestras instituciones más prestigiosas. Su misión es estar al cuidado de la lengua española y de su uso, siguiendo el principio de que el idioma debe hablarse correctamente, estar al tanto de las maneras expresivas de la calle –que es, al fin y al cabo, quien la utiliza– y dictar las normas gramaticales para su correcto empleo. La lengua es una herramienta de comunicación, pero para los pueblos que usan la que les es propia es también, y sobre todo, la palabra misma, la manera de nombrar las cosas del mundo, los sentimientos y las esperanzas. Es comprensible, por lo tanto, que exista un respeto hacia la RAE. A lo largo de los más de trescientos años de historia (fue fundada en 1713) ha sabido mantener su independencia bajo regímenes políticos diferentes. Su trabajo está plasmado en las ediciones del Diccionario, la Gramática y el Hispánico de Dudas. Parece insustancial, pero las culturas importantes y sólidas se basan en el trabajo serio y constante de sus científicos. El director de la RAE, Darío Villanueva, recibió ayer «LA RAZÓN de…» en reconocimiento por el trabajo de esta institución. En su discurso, hizo especial hincapié en las 46 Academias de la Lengua que trabajan en el conjunto de la comunidad hispanoamericana, en Estados Unidos y, de manera reciente, en África a través de Guinea. Villanueva anunció la creación de la Academia del ladino o judeoespañol en Israel. Recordemos que México es el país con más hispanohablantes (115 millones) y que Estados Unidos es el segundo; ya lo hablan 41 millones de forma nativa, más 11,6 de forma bilingüe. EE UU, además, puede convertirse, según algunos estudios, en el primer país con más hablantes de español del mundo. En todo caso, es una tendencia creciente que el español haya dejado de ser una lengua vinculada con la emigración, las minorías étnicas y la pobreza, para ser de prestigio. En estos momentos es el segundo idioma hablado en el mundo, así como el más empleado en los negocios y el tercero en internet. Sólo aquellos que desconocen la historia, o la utilizan para sus intereses, pueden seguir hablando de «lengua de conquista». Villanueva recordó que fueron las repúblicas recién independizadas de España las que apostaron por una lengua común, a pesar de que sólo un 20 por ciento la hablaba. El director de la RAE llamó la atención sobre un hecho que no suele tenerse en cuenta: la conciencia de que se comparte una misma lengua y que se pertenece a una vastísima unidad de pueblos. Pero no hay que obsesionarse con la expansión del inglés; la primera lengua del mundo no tiene una academia que vele por su uso, ni le hace falta. Sin embargo, no hay que perder de vista que junto al desarrollo tecnológico viajan las palabras. Como institución central de la cultura española, la RAE aboga por un gran pacto de Estado sobre Educación –que ya rubricó en el manifiesto de las Reales Academias del pasado mes de febrero– y que aspira a sellar un proyecto común que esté por encima de los cambios políticos. Villanueva apostó por una enseñanza equilibrada entre Humanidades y Ciencia bajo el criterio de que lo fundamental para la formación debe adquirirse en un determinado momento del plan educativo, mientras que los saberes específicos siempre pueden adquirirse posteriormente. La RAE sigue siendo un ejemplo de gestión y responsabilidad en los momentos en los que la crisis económica ha afectado a su presupuesto.