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El circo de la crueldad de Joe Arpaio y el declive de la democracia en EEUU

Por: Paul Mason

El indulto de Trump al ultraderechista exsheriff de Arizona no solo legitima sus métodos sino que deja ver un sistema democrático en decadencia

La cárcel era un campamento: llena de lonas de color verde militar de la época de la Guerra de Corea. Los hombres reclusos (las mujeres estaban en un edificio aparte) vestían monos de trabajo de rayas blancas y negras y, como ya sabe todo el mundo, ropa interior rosa chillón. El mismísimo Arpaio nos firmó un póster en el que se veía a un recluso de aspecto tosco usando ropa interior rosa diseñada, como todo en aquel lugar, para humillar y acrecentar la tortura mental.

El malestar físico era evidente. El termómetro de nuestro coche indicaba 45 grados centígrados. Los reclusos yacían desplomados y apáticos bajo el sofocante calor. “Todo se hace lo más barato posible. Los reclusos tienen dos comidas al día: salsa boloñesa con pan blanco barato. Nosotros, los guardias, tomamos solamente Gatorade caducado para hidratarnos”, nos dijo el guardia que nos escoltaba. Para demostrarlo, mostró con orgullo la fecha de caducidad en la botella de la que bebía. Al menor movimiento no autorizado, como taparse la cabeza con una toalla rosa para protegerse del sol camino al baño, el guardia lanzaba un grito insultante al infractor que le dejaba petrificado en el lugar.

No vimos las celdas de aislamiento ni al grupo de trabajo de mujeres encadenadas, aunque Arpaio nos lo habría mostrado si hubiera tenido tiempo. El objetivo del pequeño infierno construido por Arpaio en claro desafío a las leyes y normas federales era desalentar la migración.

La cárcel, las implacables redadas y la detención de personas de aspecto hispano (además de las diatribas que salieron de la boca de Arpaio durante la entrevista, llenas de desprecio y estereotipos raciales) formaban parte de un plan diseñado para hacerle la vida tan difícil como fuera posible a las comunidades migrantes de Arizona.

Pero ese circo de la crueldad era sólo un pretexto para un mensaje aún mayor: las acciones de Arpaio, sheriff del condado de Maricopa (Arizona) durante más de 20 años, servían para probar que la extrema derecha de EEUU podía desafiar impunemente a la Constitución y al Gobierno federal. Eso es lo que realmente ha aprobado el presidente Trump concediendo el perdón a Arpaio: la posibilidad de desafiar abiertamente a la ley.

Trump indulta al polémico exsheriff Joe Arpaio

Roger Stone, un asesor de Trump que fue clave en la exoneración de Arpaio, está ahora trabajando en un indulto para el preso Cliven Bundy, cuya milicia de extrema derecha se enfrentó en 2014 a las fuerzas gubernamentales. Además de pensar en la importancia que tiene que un hombre de confianza del presidente se confabule con el líder de una milicia armada que cree justificada la violencia contra el Gobierno, debemos detenernos a reflexionar sobre la predicción de Stone, que habló de un “arrebato de violencia en este país, un levantamiento como jamás se ha visto” si llega a haber un intento de moción de censura contra Trump.

El reportaje que hice desde la cárcel de Arpaio no cambió nada. Ni siquiera cambió nada la investigación ganadora del premio Pulitzer sobre los altos costos en que se incurrieron debido al fracaso de Arpaio para combatir el crimen de verdad. Arpaio fue encasillado (del mismo modo que Trump) con la etiqueta “cosas extrañas en los márgenes del estilo de vida estadounidense”.

Hoy, igual que ocurrió con el ejército de zombis en Juego de tronos, todos los raros y trastornados personajes de la derecha estadounidense han cruzado el muro. Stone, Trump, Arpaio y Steve Bannon se pasean impunemente entre la sociedad civil estadounidense dando un guiño de complicidad a los fascistas, los miembros del Ku Klux Klan, los grupos de misóginos violentos y las milicias armadas; y señalando a los medios de comunicación como los enemigos del pueblo.

Sería aterrador que estos fueran nuestros enemigos, pero se supone que EEUU es nuestro aliado: la autoproclamada tierra de la libertad, los luchadores de la democracia y demás autobombos que ahora no significan nada.

La semana pasada fue posible percibir cómo el republicanismo tradicional perdía su tradicional confianza cuando el secretario de Defensa de Trump, James Mattis, dijo a sus soldados en Jordania que debían “resistir” hasta que EEUU recupere su capacidad de inspirar al mundo. Trump está ahora tan en desacuerdo con un gran sector de la élite empresarial que, en cualquier democracia progresista normal, la primera oportunidad de destituirlo sería bien recibida.

Pero (y debemos obligarnos a enfrentar esto) EEUU se está convirtiendo en una democracia anormal. Las viejas y férreas instituciones del país parecen iguales, pero el Estado de derecho y la imparcialidad de la justicia se están esfumando. Las fuerzas que defienden la democracia estadounidense (el periodismo serio, las fundaciones y ONG respaldadas por multimillonarios, los sindicatos, los grupos de protesta y, sobre todo, los demócratas) jamás se habían enfrentado a una amenaza como la actual. Hay un fuerte clima de negación y autocomplacencia.

La advertencia de Stone fue una señal para los senadores republicanos que podrían sentir la tentación de apoyar una destitución ( impeachment). “El político que vote a favor de la destitución estaría poniendo en riesgo su vida”, dijo Stone. También fue una advertencia indirecta para los líderes empresariales que dimitieron de los consejos creados por Trump tras Charlottesville. Muy pronto, ellos también pasarán a formar parte de la lista de enemigos a ser vilipendiados y amenazados.

No han pasado ni siquiera 20 años desde que la derecha estadounidense proclamara la unipolaridad del mundo: EEUU era amo y señor y podía moldear el sistema, imponiendo la democracia y el orden en los mercados emergentes. Qué gracioso suena eso ahora.

Estados Unidos ni siquiera puede autoimponerse la democracia. Toda persona que entienda de geopolítica debe temer las consecuencias. Las normas de comportamiento establecidas en Arizona (amenazas a opositores políticos, redadas contra agencias rivales encargadas del orden público, hostigamiento de la prensa) se están convirtiendo en moneda corriente en Washington. Que Trump recurra a decisiones arbitrarias también es un mensaje para todos los cleptócratas y estados policiales del mundo: todo está bien, sigan adelante.

Lo único que podemos hacer es reformular los principios del derecho y la libertad. Y confiar en que, si tenemos que pelear por esas cosas en Europa, lo hagamos mucho antes y de manera más eficiente que los maltrechos progresistas de EEUU.

Traducido por Francisco de Zárate

Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/Joe-Arpaio-crueldad-Trump_0_681382186.html

 

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Entrevista a Jon E. Illescas: ‘La dictadura del videoclip’

04 Junio 2017/Fuente:elviejotopo /Autor:  José Durán Rodríguez

La clase dominante ha encontrado en la industria cultural una herramienta perfecta para imponer sus valores: el videoclip musical. Es la tesis que defiende Jon E. Illescas. En enero de 2016 le entrevisté por su ensayo La dictadura del videoclip (El Viejo Topo, 2015). En esta entrada recupero íntegras sus jugosas respuestas, ya que en el artículo publicado en Diagonal hice un extracto de las mismas. Espero que os resulte interesante.

¿Los videoclips son una herramienta de transmisión ideológica sobre la juventud más eficaz que otras?

Desde luego, por esa razón instituciones tan poderosas como el Pentágono o personalidades tan importantes como el Primer Ministro de Reino Unido, se esfuerzan por insertar su propaganda en ellos. Hay que considerar que los protagonistas de estos vídeos, las estrellas del pop, son las celebridades más admiradas por los jóvenes de todo el mundo. En Twitter, la red social con el público más joven, el principal tema de conversación es la música y las tres cuentas más seguidas pertenecen a estrellas del pop, la cuarta a Barak Obama, y la quinta, a YouTube, empresa que a la postre es el canal de streaming más popular donde sus diez vídeos más vistos son todos videoclips.

¿Cómo lo consiguen?

Con una irresistible mezcla de música, sexo y espectáculo. Irresistible, se entiende, para el público principal al que se dirigen los vídeos: jóvenes en plena revolución hormonal. El videoclip dominante explota dos temas que los adolescentes no pueden sacarse de la cabeza: el sexo y la música. A esas características hay que sumar la aparente gratuidad de su consumo y la brevedad de un metraje que tan bien se adapta a estos tiempos presididos por el fast food cultural y la debilidad de las atenciones.

¿Dirías que tienen una influencia directa en la conducta de los jóvenes o influyen de una manera más sutil?

Depende. A veces sí es directa, por ejemplo, cuando los jóvenes imitan a sus estrellas en el baile o compran los productos y servicios que se anuncian en su contenido audiovisiaul mediante la técnica publicitaria del product placement que afecta ya a casi la mitad de los vídeos dominantes. También en cuanto al consumo de drogas. En las entrevistas que realicé, muchos jóvenes afirmaron imitar el ocio nocturno que observaban en los vídeos incluso comprando el mismo tipo de bebidas que aparecían en el metraje. Otra veces, sin embargo, la influencia puede ser más indirecta pero igual o quizás incluso más poderosa. Por ejemplo, cuando el flujo de videoclips más comerciales silencia o censura temas que importan a los adolescentes y que tratan las miserias del sistema como la crisis, la desigualdad, la pobreza, las guerras o el cambio climático mientras que sobrerrepresenta otros aparentemente “positivos” como el lujo, el consumismo, el escapismo, etc. En estos últimos casos la influencia es más lenta y se produce por acumulación inconsciente antes de emerger al terreno verbalizable o a la arena política de cada cual.

¿Se podría establecer una relación causa-efecto?

Depende de la intensidad y de lo diferente que sean el resto de influencias culturales que circunden al joven y construyan su cosmovisión, ideología, sentido común, etc. En definitiva, las fuentes de donde se provea para consolidar sus valores y contravalores. Si el espectador adolescente tiene unos padres que valora positivamente y unos amigos con pensamiento a contracorriente, el flujo del videoclip dominante hallará su poder más atenuado y el joven, por sí mismo, podrá rechazar los efectos de gran parte de este flujo. Aunque ello no signifique que no le afecte, debido a su omnipresencia en muchos espacios de sociabilización (discotecas, pubs, gimnasios, centros comerciales, etc). Sin embargo, si la mayoría de su entorno afectivo próximo tiene un pensamiento prosistema, el flujo del videoclip dominante funcionará como un seductor y poderosísimo continuo de adoctrinamiento disfrazado de entretenimiento.

¿Cómo se pueden defender/proteger los adolescentes de los mensajes que transmiten los videoclips, siendo algo aparentemente inocuo?

En primer lugar, lo prioritario es que la sociedad y en particular la comunidad educativa se conciencie del impacto que el videoclip dominante tiene en sus vidas y entiendan que su producción es fruto genuino de la cultura juvenil financiada con criterios capitalistas. Éste es uno de los objetivos fundamentales del libro. En segundo lugar, fomentando una educación crítica con ejemplos positivos contrarios a los mensajes negativos más recurrentes del flujo del videoclip. En este sentido, desde el sistema educativo, es urgente alfabetizar audiovisualmente a la juventud. Del mismo modo que se enseña a leer y a escribir a los alumnos se les debe enseñar a “leer” y a crear audiovisualmente para que sean menos manipulables a este tipo de lenguaje que, a la postre, es el más poderoso de todos como viene demostrando desde hace decenios la televisión. De este modo, ellos mismos podrán rechazar los mensajes más zafios de los videoclips dominantes, aquellos que son claramente misóginos, racistas, sexistas, clasistas, antihumanistas, etc.

Desde luego la censura no es la solución y en ningún caso abogo por ella. Otra cosa es que estuviera bien que las instituciones públicas catalogaran los videoclips por edades antes de comenzar el metraje, para dar información a los padres, tutores, etc., y a los propios jóvenes que quisieran hacerles caso. Otra posibilidad es que las instituciones obligaran a las empresas difusoras a ceñir la emisión de videoclips según sus contenidos a diversos horarios previamente estipulados para niños, adolescentes, adultos, etc. como sucedía con la televisión offline. Actualmente, YouTube, como verdadera televisión global online, emite para todas las franjas horarias dada la amplitud internacional de su mercado y hacerlo para diferentes franjas según territorio de consumo le supondría, hoy día, un coste adicional que sin obligación gubernamental de por medio no asumirá.

Desde el sistema educativo es urgente alfabetizar audiovisualmente a la juventud. Del mismo modo que se enseña a leer y a escribir a los alumnos se les debe enseñar a “leer” y a crear audiovisualmente para que sean menos manipulables a este tipo de lenguaje. De este modo, ellos mismos podrán rechazar los mensajes más zafios de los videoclips dominantes, aquellos que son claramente misóginos, racistas, sexistas o clasistas.

¿Qué peso tienen los videoclips frente a otras instituciones de socialización, como la familia, la escuela, las amistades,…?

Frente a la familia cada vez mayor, pues las familias, en especial las de clase trabajadora, cada vez educan menos a sus hijos. En las últimas décadas, como no se produjo una reducción de la jornada laboral equivalente, debido a la progresiva incorporación de las mujeres al mercado laboral, esto dio como resultado una menor presencia educacional de los progenitores en casa. En especial de las madres que, tradicionalmente, eran las encargadas de esas tareas de cuidado y reproducción familiar. Es decir, si antes cada núcleo familiar dedicaba 8 horas a trabajar para el capital y 8 horas para las tareas del hogar (entre ellas la educación de los menores), ahora tenemos 16 horas de trabajo para el capital y… ¿cuántas para la reproducción del hogar y la educación de los pequeños? La incorporación de las mujeres al mercado capitalista, que supuso una innegable mejoría para muchas de ellas al hacerlas menos dependientes de los hombres, como no se acompañó de una reducción de la jornada laboral de las y los asalariados, supuso un aumento de la masa del tiempo familiar dedicado a garantizar los beneficios de la clase empresarial.

Además, los crecientes procesos de automatización de las actividades productivas gracias al desarrollo de la tecnología y las revolucionarias mejoras en los procesos de inteligencia artificial, aumentaron el paro estructural en todo el mundo e hicieron que al crecer el ejército de parados, las jornadas, de facto, aumentaran en las empresas (más horas extras, más jornadas en negro, menos vacaciones, etc.) tanto para hombres como para mujeres. Ahora padres y madres no sólo están menos tiempo con los hijos sino que cuando llegan a casa, la calidad de su tiempo es menor pues se hallan más agotados tanto física como psicológicamente. Y como sabe cualquiera que tenga hijos, educar requiere de mucho tiempo y esfuerzo. Si se acorta el tiempo y se sustraen la mayoría de fuerzas de los progenitores porque se desvían para la reproducción ampliada de capital, los menores serán educados por otros agentes ajenos a quienes les dieron la vida. Y aquí entran la escuela y las amistades, pero, sobre todo, la industria cultural.

La primera, pese a que todavía es muy importante y cuenta con excelentes profesores, cada día se halla más devaluada a los ojos de los adolescentes, pues debido a la crisis les ha quedado meridianamente claro que conseguir títulos no garantiza tener un buen puesto de trabajo, ni siquiera un trabajo a secas. Entonces, ¿por qué van a dedicar tanto esfuerzo a estudiar? Así, la cultura no cotiza al alza en sus cosmovisiones. La segunda, las amistades, continúan siendo una importantísima fuente de producción y reproducción de valores e ideologías, lo que ocurre que se nutren de los mismos agentes que nutren a cada joven, es decir: la familia, la escuela, las industrias culturales, etc. De este modo, nos encontramos que en un contexto de reducción de la presencia parental en el hogar y devaluación de las instituciones educativas, la industria cultural se ha transformado en la principal educadora de los jóvenes. Y aquí la dictadura del videoclip, es decir, los videoclips dominantes, funcionan como poderosos reproductores de hegemonía pues son la principal herramienta comunicacional sobre la que se construye el estrellato de las celebridades del pop, como señalé anteriormente, los ídolos de la industria cultural más admirados por la juventud global. A años luz de celebridades de otros sectores. Sirva como ejemplo que de las 100 cuentas más seguidas en Twitter, por cada as del deporte o cada celebridad del cine, hay nueve estrellas de la música. Ellas son las encargadas de educar a los jóvenes con un currículum muy diferente al utilizado en los centros educativos y con un público que trasciende los límites de los Estados-nación o las diferentes regiones, dado el alcance del mercado mundial capitalista.

Hay videoclips que plantean otros mensajes y han conseguido gran éxito (por ejemplo, All about that bass de Meghan Trainor es una defensa de la aceptación del cuerpo frente a los cánones de belleza impuestos), ¿cómo los evalúas?

Como la excepción que confirma la regla y como una farsa (como lo fue Adele antes de su abrupto adelgazamiento). Meghan Trainor trabaja para Sony Music, una de las tres grandes discográficas que controlan más del 92% del flujo dominante de videoclips y All About That Bass es propiedad de Vevo, la empresa que posee el canal mayoritario de este flujo en YouTube. O sea, las mismas empresas que transmiten los cánones que supuestamente Trainor critica en el vídeo. ¿Curioso, verdad? Y digo “supuestamente critica” porque en un  vídeo posterior de la cantante (Dear future husband) todos los chicos que en la trama la pretenden son modelos de cuerpos atléticos, no hay ningún hombre de su fisonomía. Entonces, ¿en qué quedamos?

En realidad, todo se trata de una estrategia de promoción para llegar a ese público que no se identifica con las esculturales mujeres que salen de protagonistas de los videoclips y además se sienten incómodas con que sólo haya este tipo de arquetipos. Una vez atraído ese sector del público femenino, se le podrá vender con mayor éxito redes sociales para ligar como POF (que Trainor anuncia), donde se les invitará a pensar que pueden lograr citarse con chicos tan guapos como los que intentar conquistar a la cantante en el vídeo. Es un negocio que se basa en criticar hipócritamente las reglas que siguen los dueños de ese mismo negocio. Entiendo que a muchas adolescentes con cuerpos considerados como “no deseables” y dotes musicales les pueda parecer inspirador que una cantante como Trainor, con un físico distinto al arquetipo dominante del videoclip más comercial, pueda triunfar en la industria de la música. Eso fortalece el mito de “el que vale, triunfa”. Seguro que es alentador para ellas. El problema es que es un espejismo prefabricado por la misma oligarquía mediática que margina a las cantantes según su físico, aunque tengan grandes dotes musicales. Es un espejismo que cumple su objetivo. Del mismo modo ocurre cuando los obreros piensan que podrán abandonar la desdichada vida que padecen en el sistema porque puede caerles la lotería que compran todas las semanas y hacerse ricos. Tienen menos posibilidades, matemáticamente, que les caiga un rayo en la cabeza. Pero la lotería y Trainor funcionan igual: consuelan y llenan determinados bolsillos.

Lo cierto es que el flujo del videoclip dominante está gobernado por lo que llamo la dictadura de los guapos. En sólo uno de cada cuatro vídeos aparecen personas con físicos que pudiéramos considerar “mayoritarios”, es decir, todo lo que no son atractivos y bellos modelos. Con una larga lista que incluye personas con sobrepeso, obesas, muy delgadas, bajas, muy altas, “feas”, mayores, discapacitados, etc.  Pero es que cuando aparecen representantes de ese gran colectivo de gente corriente, en la mayoría de casos son como secundarios, malvados o perdedores de las tramas. Cantantes con grandes voces y con mucho talento son marginados por la gran industria de la música por tener un aspecto físico considerado sexualmente no atractivo. Se llega al extremo de eliminarlos del vídeo y substituirlos por atractivos modelos que incluso a veces simulan cantar la canción. Los cantantes también pueden “ceder” su protagonismo a púberes. Justo lo que ocurre con la célebre Sia en todos sus vídeos de éxito. Toda esa leyenda de que su rostro no aparece en los vídeos porque ella no quiere ser famosa es un cuento de la industria reproducido obedientemente por ella misma. No aparece porque tanto ella como los empresarios que la auspician saben que si lo hicieran correrían el riesgo de no atraer al mismo público y por tanto, ganarían mucho menos dinero. Hoy en día, clásicos de la música popular que triunfaron hace décadas como Elton John, Freddie Mercury, Prince, Cindy Lauper o el fallecido David Bowie no hubieran podido triunfar como lo hicieron en la primera liga de la música de masas porque las nuevas reglas del negocio musical les hubieran impedido el paso al público mayoritario. ¿La razón? No eran lo suficientemente guapos ni físicamente atractivos. Ni las discográficas querrían apostar por ellos lo suficiente para que alcanzaran al gran público ni las empresas anunciantes querrían promocionar sus mercancías en sus vídeos. Las y los guapos producen una disonancia cognitiva en el público llamada efecto halo que la industria explota para el único fin que para ella cuenta: acumular beneficios.

Hoy en día Elton John, Freddie Mercury, Prince, Cindy Lauper o el fallecido David Bowie no hubieran podido triunfar como lo hicieron en la primera liga de la música de masas porque las nuevas reglas del negocio musical les hubieran impedido el paso al público mayoritario. ¿La razón? No eran lo suficientemente guapos ni físicamente atractivos.

¿Consideras que los videoclips son uno de los peajes que impone la industria para poder llegar a un público masivo?

Por supuesto. Hoy en día no hay una canción de éxito sin su videoclip mainstream. Cada vez más, la música se consume por la vista y el posterior consumo exclusivamente auditivo que podamos tener en nuestros hogares o en los espacios públicos está fuertemente condicionado por los recuerdos visuales anexos a sus conocidas melodías. Por ejemplo, es imposible haber visto un videoclip de Rihanna y luego escuchar esa misma canción sin que el recuerdo visual de Rihanna o el vídeo asome por nuestras mentes. ¿Qué mejor publicidad?

¿Se puede lograr esa hegemonía de otros modos, sin pagar esos peajes?

Es imposible acceder al mercado musical mayoritario sin entrar al flujo del videoclip dominante. Sólo tres grandes discográficas que también son distribuidoras controlan el negocio, si no aceptas sus reglas te quedas fuera del Olimpo manufacturado de Dioses y Diosas del pop. Si un músico desoye sus órdenes, quedará fuera de la iconosfera-mundo, es decir, será un completo desconocido del imaginario colectivo compartido por la mayoría de habitantes del planeta. Su carrera quedará, en el mejor de los casos, restringida a nichos de mercado.

¿Cómo se podría crear una industria cultural que se rija por otros presupuestos y consiga ser mayoritaria?, ¿es posible o hay que abandonar esa idea?

En mi opinión no sólo creo que no hay que abandonar esa idea sino que considero que hay que considerarla como prioritaria en nuestra agenda política. Si queremos superar el capitalismo (o el neoliberalismo, que sólo es su forma actual unido a aquel como nuestra piel a nuestro esqueleto), es urgente que las organizaciones anticapitalistas unan sus fuerzas bajo un programa de mínimos y financien una industria cultural contrahegemónica con vocación de ser mayoritaria. Una industria cultural, que es lo mismo que decir una industria de las conciencias por mal que suene, ya que al final de eso se trata. Una industria a contracorriente que difunda sus propios valores e ideología. Una industria cultural compuesta de diversas industrias culturales como la cinematográfica, musical, literaria popular, etc. Así tendríamos nuestras propias películas, discos, videoclips, bestsellers, etc., contrahegemónicos. De ese modo llegaríamos a las mayorías.

No se puede competir con productos audiovisuales como los videoclips dominantes consumidos por miles de millones de jóvenes en todo el mundo con artículos o libros izquierdistas apenas leídos por miles de ellos en diferentes regiones. Es una relación de 1.000.0000 contra 1. No hay posibilidad de victoria. De ahí que las posiciones de izquierda en el mundo se vayan continuamente debilitando desde la popularización de la cultura audiovisual de masas, en especial entre los jóvenes, que paradójicamente son y serán los mayores afectados de su inacción política con el aumento incontenible del paro estructural en el sistema-mundo capitalista. ¿Has visto la composición demográfica de las asambleas de las organizaciones de izquierda de las últimas décadas? ¿Cuántos de sus miembros tienen entre 15 y 24 años? Es necesario que construyamos una hegemonía cultural e ideológica socialista o de lo contrario, de continuar del mismo modo, iremos a peor en el marco del capitalismo que, no lo olvidemos, sigue sus propias leyes. Para ello tenemos que alcanzar a las mayorías y requerimos unir fuerzas, pues con las mismas personas que ahora están trabajando divididas en multitud de medios alternativos, organizaciones políticas de izquierda, etc. tendríamos una fuerza mucho mayor que superaría la mera suma de organizaciones gracias a las ventajas de la economía de escala y al efecto multiplicador de concentrar esas producciones bajo una misma “marca” socialista, anticapitalista y, en definitiva, contrahegemónica. Eso no significaría el fin del debate o las diferencias entre las agrupaciones que constituyeran esta industria cultural socialista, sino simplemente alcanzar mejores resultados uniendo fuerzas en aquello que estuviéramos de acuerdo contra un enemigo que, de no hacerlo, acabará por fagocitarnos a todos. Incluso, a gran parte de sus componentes.

Por lo pronto te diría que no soy moralista, al menos no como se suele entender ese adjetivo cuando se utiliza popularmente a modo de crítica. Si alguien quiere comprobarlo sólo tiene que buscar por internet el tipo de obra plástica que realizo, donde la sexualidad y ciertas provocaciones son temáticas y actitudes comunicativas recurrentes. El problema no son los temas, motivos o actitudes que se traten en o revistan las producciones culturales sino la forma de abordarlos, las intencionalidades, los públicos, el marco, sus funcionalidades sistémicas, etc.

Normalmente, cuando alguien considera moralistas las posiciones de otra persona es porque, curiosamente, la moral que quiera o no hace pública difiere de la suya propia. Es parte del mito de la secularización de la moral, parcialmente ligado al quimérico intento de privatización de la religión al espacio personal. Sin embargo, por mucho que suene antipático para ciertos sectores de izquierda, en realidad, moral tenemos todos, aunque la (mal) disfracemos con el nombre de ética. La ética es la reflexión sobre la moral (o morales) de cada individuo, sociedad o época particular. Pero los que reflexionan sobre ella también tienen su propia moral. No son seres etéreos e impolutos de toda moralidad que sobrevuelan los cielos en medio de un nirvana infinito donde su interactuación con el mundo no esté definida por unas jerarquías perceptivas y emocionales que les orienten sobre lo que para ellos está bien o mal.

Te pondré un ejemplo con el caso del videoclip. Imagina que dentro de 30 años siguiésemos viviendo en el marco del capitalismo (algo desgraciadamente bastante probable) y ya se hubieran popularizado entre el gran público un nuevo tipo de videoclips dominantes: el porno. Algo que tarde o temprano, de continuar así las constantes actuales, muy posiblemente, sucederá. En estos vídeos, las estrellas musicales cantarían mientras realizarían sexo explícito con otras personas y/o estrellas de la canción. Llegados a este punto, ¿cuál sería el siguiente paso? ¿cómo podría la industria seguir llamando la atención mediante esta hipersaturación sexual? ¿cómo podría rizar el rizo? Imagina que en ese contexto, diez años después y hastiados de los videoclips porno dominantes, como otra vuelta de tuerca más, comenzaran a lanzarse “rompedores” vídeos donde las estrellas del pop, los Pitbull y los Justin Bieber del futuro, aparecieran manteniendo relaciones sexuales en extrañas orgías con diversos animales y con niños y niñas de seis años mientras cantaran alegres canciones evasivas. Disculpa la dureza de la imagen pero si hoy nos trajeran esos vídeos en una máquina del tiempo, nadie, después de verlos, apuntaría con la frialdad del analista: ¡Eso no es ético! Sino por el contrario, la mayoría exclamaríamos consternados… ¡Es repugnante!, ¡una salvajada!, etc. ¿Seríamos moralistas por ello? Desde luego, nuestro juicio se emitiría en relación con una moral particular establecida en nuestra cosmovisión, en un sentido común dependiente de aquella. Un buen sentido común gramsciano e implícito que rechazaría esas producciones audiovisuales porque en la actualidad afortunadamente afirma que los niños no tienen la madurez física ni psíquica necesarias para mantener relaciones sexuales, menos con adultos. Por lo cual deben ser protegidos por la sociedad y especialmente cuidados para desarrollar actividades propias de su etapa vital. Y ese mismo buen sentido común del presente condenaría esos vídeos musicales por entender que cuando los seres humanos copulan con animales estamos tratando una parafilia particular muy poco sana para una persona adulta y, por cierto, nada respetuosa con los propios animales.

Si en 1981, año que se estrenó la MTV, hubiera aparecido un vídeo donde la cantante principal apareciera torturando a una mujer y asesinando y descuartizando a su marido por dinero, mientras en la escena final luciera desnuda recostada triunfalmente fumando un puro, cubierta de sangre y billetes de dólares, muchos habrían rechazado el vídeo tildándolo de inmoral. Pero ese videoclip existe en la actualidad y a la gran mayoría de sus jóvenes consumidores no les parece mal. Se llama Bitch Better Have My Money (“Zorra, más vale que tengas mi dinero”) y está protagonizada por la estrella más importante del vídeo musical: Rihanna. Ningún medio mayoritario, hasta donde conozco, ha cuestionado la validez de su mensaje para el público adolescente al que va dirigido. Muchos jóvenes incluso celebran lo “atrevido” de su trama. El sentido común se ha modificado y comportamientos anteriormente considerados poco instructivos o rechazables se han naturalizado mediante el espectáculo de su representación en la industria cultural. Hay más ejemplos: vídeos que animan a los jóvenes a traficar con cocaína, otros que insistentemente proclaman que lo más importante de la vida es el dinero advirtiendo a sus seguidores que nada ni nadie los debe alejar de él u otros que aconsejan desde los estribillos que los hombres no se fíen de las mujeres porque son todas “unas putas”. Tal cual. En fin, la lista, desgraciadamente, es muy extensa. ¿Sería moralista preocuparse por el hecho de que cantantes promocionados por millones de dólares y seguido por millones de jóvenes canten en sus vídeos que todas las mujeres son unas “putas”, “zorras”, etc.? ¿Es moralista pensar que este ejemplo pueda aumentar los índices de violencia machista y sepultar todos los programas públicos habidos y por haber a favor de la igualdad entre los y las adolescentes?

La moral, como la ideología, la tenemos todos y se modifica a lo largo del tiempo como el resto de la cultura humana incidiendo en ella tanto las vicisitudes del modo de producción dominante como el estado de la lucha de clases en cada contexto histórico. El problema es que es un asunto del que se suele hablar poco porque puede suscitar desencuentros y retratarnos públicamente ante la moral de los demás. Y eso siempre es peligroso. En particular, frente a la moral de los poderosos, que, con gran diferencia, suele destacarse por su sorprendente laxitud respecto a la suerte de los dominados.

Fuente de la entrevista: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-dictadura-del-videoclip/

Fuente de la imagen: http://www.elviejotopo.com/wp-content/uploads/2017/01/ilustraciocc81n-219-copia.jpg

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Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre la Revolución de Octubre (y II).

Realizada por: Salvador López Arnal

“La revolución tuvo también sus figuras femeninas, con actuaciones de primer plano»

Codirector de la revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història del Socialisme de la Fundació Rafael Campalans, historiador, investigador y profesor (no le gusta que citen su condición de catedrático) de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su investigación en los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y España. Coordinó una Historia del socialismo español dirigida por Manuel Tuñón de Lara (redactó el volumen cuarto) y publicó igualmente una Historia de la Unión General de los Trabajadores (1998 y 2008). Sobre la historia del PSUC ha publicado hasta el momento Los orígenes del PSUC en Cataluña, 1930-1936 (1977) y Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002). Entre sus publicaciones más recientes, Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937); La reraguarda en guerra. Catalunya, 1936-1937, L’Avenç, Barcelona, 2012; Territori capital. La guerra a Catalunya, 1937-1939 (2015); El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España(2016).

Pocas personas tan autorizadas como él para hablar de la revolución soviética de 1917.

***

-Estábamos aquí, en la AC, has hablado antes de ello. La Asamblea Constituyente que se convocó tras los resultados, en 1918 si le memoria no me falla, fue disuelta. ¿Fue un acto autoritario?

-La convocatoria de la Asamblea Constituyente fue una promesa no cumplida del gobierno provisional, que respondía a la lógica de la configuración de un nuevo estado nacional –en el sentido amplio– parlamentario. Correspondía al proyecto político liberal y era apoyado por los mencheviques y los socialistas revolucionarios, que habían decidido que no era el momento de la revolución social y que por el momento había que esperar a que la “revolución burguesa” cumpliera su cometido. Era una propuesta ideológica, más que política y Gramsci llegó a calificarla de “mito vago y difuso”. No era la propuesta de los bolcheviques y de la izquierda del Socialismo Revolucionario, que impulsó la salida de la revolución social y la constitución de un estado de clase, refrendado y legitimado por los soviets. La discusión ideológica de la cuestión es compleja, sobre todo porque además hemos de incorporar toda la experiencia posterior de la historia de la URSS y del movimiento comunista; no lo puedo abordar aquí, por lo que me ceñiré a su aspecto político, enmarcado en el proceso revolucionario de 1917.

-De acuerdo, cíñete al aspecto político.

-En la movilización opositora al gobierno provisional Lenin y los bolcheviques había incluido también, en un segundo plano con respecto a la tríada de “paz, pan y tierras”, la denuncia del incumplimiento de la convocatoria de la Constituyente; de manera que en octubre de 1917, el nuevo poder revolucionario debatió qué hacer con esa promesa reclamada e incumplida. No hubo un criterio unánime, Sverdlov el máximo cuadro entonces del partido bolchevique después de Lenin, se manifestó contrario a su convocatoria considerando que la lógica de clase que había triunfado en octubre no podía subordinarse a una lógica “nacional”. Parece que tuvo una percepción más realista y más prudente que Lenin en este caso. Lenin pensó por el contrario que, dada la facilidad con la que se había impuesto inicialmente la insurrección de octubre y el apoyo popular que sentían -que iba muchísimo más allá del que nunca habían sentido los bolcheviques– las elecciones a la Constituyente le daría la ocasión de un refrendo electoral, positivo sobre todo a efectos de las difíciles relaciones internacionales del nuevo estado, tanto con los anteriores aliados del Imperio Ruso como con los que continuaban siendo enemigo hasta que no se firmara la paz, Alemania, el Imperio Turco.

-¿Se equivocó entonces?

-Lenin se equivocó, cometió un importante error de cálculo y subvaloró las referencias políticas tradicionales del campesinado, que eran el Socialismo Revolucionario, aunque fuera el gobierno de octubre el que les dio la tierra. Las elecciones celebradas en la segunda mitad de noviembre, por sufragio universal, con un porcentaje de participación de unos 2/3 del censo (las deficiencias de ese primer censo no afectan a la imagen general de éxito de participación) dieron una amplia victoria a los SR, que con prácticamente la mitad de los votos obtuvieron una mayoría absoluta aplastante en la Asamblea Constituyente, minimizando además la presencia en ella del ala izquierda del socialismo revolucionario. Los bolcheviques quedaron en segundo lugar, con el 25% de los votos; el hundimientos de los mencheviques, 3% de los votos, y la absoluta minoría del partido KDT, 7% -gestores principales de la formación del gobierno de febrer – fue una consolación insuficiente. Los SR liderados por Chernov consideraron que las elecciones habían desautorizado al Sovnarkom y que éste habría de entregar el poder al gobierno que eligiera la Asamblea Constituyente, al día siguiente de constituirse. En otras palabras Chernov devolvía la jugada estratégica a Lenin, planteando un conflicto de doble poder, ahora entre Soviets y el Sovnarkom por un lado y Asamblea Constituyente y gobierno constituyente – por crear – por otro; los proyectos políticos de cada uno de ellos eran claros y antagónicos. Al Sovnarkom no le quedó otra opción que autodisolverse, y anular la solución política dada en octubre a la revolución –todo lo que viniera después sería imprevisible– o disolver la Asamblea Constituyente, lo que hizo en enero antes de que el segundo día de sesiones eligiera gobierno rival, y asumir el riesgo de una mayor fractura con la oposición –que no se convirtió en guerra civil hasta que ésta no tuvo la cobertura de la intervención internacional.

No creo que pueda zanjarse el episodio con una mera calificación, aunque formalmente fue un gesto autoritario. Rosa Luxemburg, en una de sus críticas más acertadas a Lenin –otras sobre la cuestión campesina o la cuestión nacional no lo fueron, en mi opinión- le recriminó que para ese viaje no hacía falta tales alforjas; que el error había sido convocar una Asamblea Constituyente que, de una manera u otra, constituiría un factor de competencia por la legitimidad con la Asamblea de los Soviets. A Lenin le perdió esta vez un exceso de táctica, un tacticismo electoralista, que pagó caro en términos políticos.

-¿Cuáles fueron, en tu opinión, más allá de las fuerzas populares, las verdaderas protagonistas, los grandes líderes o dirigentes de la revolución?

-Lenin y Trotsky, en primer término. Bujarin, como el miembro más destacado de la nueva generación. Luego una amplia nómina de personajes en la que habría que incluir a Lunacharski, Stalin, Zinoviev, el malogrado Sverdolv –muerto por la “gripe española” en marzo de 1919 -, Radeck…

-¿Qué papel jugaron las mujeres en el proceso revolucionario? ¿Fue una revolución masculina-muy-masculina?

-Y Alexandra Kollontai, Inés Armand,… (enlazando con la pregunta anterior).

-De acuerdo, de acuerdo, añadimos los dos nombres.

-La revolución tuvo también sus figuras femeninas, con actuaciones de primer plano pero no con las máximas responsabilidades dirigentes que los hombres. En el proceso de base habría que entrar en un detalle, que yo no controlo. Los hombres predominaron, como correspondía a las pautas culturales de la época, pero la presencia de la reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres fue una novedad de la revolución rusa, que no había estado presente en ninguna revolución anterior –con el peso que tuvo– ni en los estados que surgieron de tales revoluciones. Tanto es así que influyó de manera importante en el sufragismo británico, una de cuyas activistas Sylvia Pankhurst se integró en el Partido Comunista.

-¿De qué murió Lenin? ¿De depresión como a veces se ha dicho ante lo que se estaba construyendo?

-No. Arrastraba un importante problema de salud –creo que vascular, pero no estoy seguro– que fue agravado por el atentado que sufrió en 1918. En 1922-1923 estuvo todo lo activo que su enfermedad se lo permitió, lo cual no casa con un cuadro depresivo; y dejó importantes inicios de reflexión autocrítica de la política bolchevique-comunista, no del proceso revolucionario.

-Nos explicas un poco el atentado. ¿Quiénes fueron los responsables?

-Ya había sido objeto de un atentado, en enero de 1918, sin consecuencias. Si las tuvieron el llevado a cabo el 30 de agosto de 1918 por Dora Kaplan, vinculada al movimiento de los Socialistas Revolucionarios, con pasado anarquista, que dejó herido a Lenin, agravando con ello la dinámica de estrés que aceleraba su enfermedad. Dora Kaplan fue objeto de un juicio sumario y ejecutada, y su vinculación a los SR acentuó la confrontación con ese movimiento que, a través de Chernov ya se había erigido en Omsk base de un poder alternativo al estado soviético.

-Por cierto, ¿qué inicios de reflexión autocrítica dejó Lenin?

-Los escritos de 1922, sobre las consecuencias de la guerra civil, la burocratización y al propio tiempo la ineficiencia del aparato del estado, el gap tecnológico con el capitalismo, sobre la función del cooperativismo en el período de transición… que culminan y concluyen con un texto famoso y de título contundente: “Mejor poco, pero mejor”.

-¿Qué pasó con el testamento Lenin? ¿Por qué, según afirman algunos historiadores, este fue un asunto muy importante?

-Es un documento que envió al Comité Central PC(b)Ruso, en el que sintetizaba su visión del momento de la revolución y de lo que había que hacer y, sobre todo, apuntó el problema de liderazgo que se estaba planteando. Criticó duramente a Bujarin y a Trotsky, pero lo más importante fue su desautorización a Stalin, del que dijo, negro sobre blanco, que había que desplazar de la secretaría general del partido. Por eso fue un documento importante; por eso y porque Stalin hizo todo lo posible por que fuera lo menos conocido, y en cualquier caso fuera considerado como el acto de una persona enferma al que mandó embalsamar cuando murió –con gran enfado de Krupskaia, su viuda– al tiempo que, es obvio, mandaba no considerar sus instrucciones.

-¿La NEP fue un paso atrás?

-Hay dos momentos de distanciamiento que para algunos sectores campesinos será finalmente ruptura. El primero es a raíz de la guerra civil, cuando los frentes interiores se confunden, el Ejército Rojo ha de alimentarse sobre el terreno y todo ello es en perjuicio del campesino, que be ocupadas sus tierras por tropas e incautadas sus cosechas. El distanciamiento fue mayor con las áreas de agricultura más desarrolladas de la franja que va desde el sudeste y el sur del Imperio, pasando por Ucrania, hasta el oeste bielorruso. La guerra destruyó cultivos y el “comunismo de guerra” obligó al campesinado propietario a la tributación en especie. La respuesta campesina fue la clásica: producir lo mínimo y esconder la máxima producción. La situación, respecto a la tributación es algo diferente en las regiones centrales de Rusia, el territorio de las grandes haciendas, donde también se situaron las explotaciones estatales, pero la presión productiva fue la misma; y por otra parte las explotaciones estatales incluían entonces una parte pequeña del campesinado, antes de la colectivización forzosa impuesta por Stalin, las explotaciones del estado solo ocupaban a un 1,5% de la población campesina.

El alejamiento entre el estado soviético y el campesinado, el evidente deterioro de la alianza obrero-campesina, se atajó con la Nueva Política Económica impulsada por Lenin y proseguida por Bujarin. Hasta que Stalin, ante el peligro de que el fin del ciclo de estabilidad y expansión capitalista en 1929 llevara a un nuevo intento de intervención contra la URSS, decidió acelerar el proceso de industrialización y controlar por completo el mundo campesino y su producción e impulsó la colectivización general, forzada, y luego el terror, como método de liquidación del adversario y de control disciplinario de la fuerza de trabajo. Esa decisión rompió el núcleo fundamental de la revolución soviética, la alianza obrera y campesina, y todos los equilibrios entre economía y política desembocando en la transmutación despótica del comunismo en la URSS.

-Pero había otra, existían caminos alternativos.

-Ante el peligro de guerra, no despreciable, no había solo esa alternativa; Bujarin propuso la que mantenía el proyecto bolchevique, seguir con la NEP, reforzar y no romper la alianza social, y preparar desde la política y no desde el economicismo la defensa de la revolución.

-Una pregunta del millón de páginas: ¿cabe hoy, sabiendo lo que sabemos, teniendo en cuenta el estalinismo, la burocratización, los desmanes ecológicos, las apuestas atómicas, el militarismo no sólo defensivo, Katyn, Hungría, Praga, la disolución de la URSS, cabe hoy, decía, vindicar la revolución de octubre? ¿Por qué?

-Yo pienso que la revolución de 1917 es absolutamente vindicable por la izquierda; y añadiría por toda la izquierda que siga considerando que su identidad es alternativa e irreconciliable con el capitalismo. Lo demás, que apuntas, ya no corresponde directa y determinadamente a la revolución; es la historia de la URSS y su historia a partir de 1929 cuando Stalin consigue asumir el poder en solitario, derrotando a Bujarin. Interpretar la revolución de 1917 a partir de ello sería como interpretar la revolución francesa a partir de Napoleón o la revolución inglesa de mediados del XVII por el desenlace de la rebelión parlamentaria de 1688.

-Vale, tocado y hundido. ¿Fue esencial la URSS en el triunfo contra el nazismo?

-Sin ninguna duda. Pero para ese triunfo no era necesaria la propuesta estalinista; la de Bujarin habría puesto a la URSS también en posición de defensa frente al nazismo, y quizás –esto ya es una especulación– en una mejor posición de defensa.

-No abuso más. Unas recomendaciones bibliográficas esenciales, tres como máximo.

-No es fácil. Hay una muy abundante historiografía, pero escasean obras de síntesis que combinen análisis clásicos con aportaciones de las investigaciones recientes en archivo. Así que te voy a proponer no tres obras, sino tres autores y lo hago de manera muy personal; no pretendo que sean los más indiscutibles, sino los que a mí me han sido más útiles, por razones diferentes: E.H.Carr, una visión clásica perfectamente revisitable, Moshe Lewin un relectura de la revolución con atención particular a la cuestión campesina, y Stephen F. Cohen, autor de la biografía de Bujarin que es toda una interpretación de la revolución. Y, perdona, no quiero dejar de citar un pequeño trabajo de Lukács sobre Lenin, de síntesis de la mejor.

-Manuel Sacristán, como sabes, habló muy bien del libro de Lukács que acabas de citar. Salvo error de mi parte, fue Jacobo Muñoz quien lo tradujo. Una lectura imprescindible de Lenin; también de Trotski o de otros autores que merezcan tu interés.

-Otra pregunta difícil. De Lenin, el libro sobre el imperialismo y sus escritos de 1921 en adelante; pero es que hablamos de un líder político, no de un ensayista y es difícil aislar una obra, que responde a un momento, del resto de momentos y obras. De Trotsky, el clásico sobre la revolución permanente y su autobiografía.

-¿Quieres añadir algo más?

-Me parece que sería excesivo por mi parte.

-No, no lo sería. Pero muchas gracias.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218718

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Brasil: 51 anos do golpe civil-militar: recomendações de livros para conhecer e estudar a história

51 anos atrás, no dia 1° de Abril de 1964, as elites e os militares derrubaram Jango instaurando 20 anos de regime fechado, terror, torturas e assassinatos. A Expressão Popular, comprometida com a História, tem produzido ao longo dos anos uma série de livros sobre o período e sobre a herança nos dias atuais do golpe que destituiu direitos democráticos e perseguiu os movimentos sociais, partidos de esquerda e grupos progressistas.

– A imprensa de esquerda e o movimento operário (1964-1984) de Celso Frederico.

Trecho do livro: «O golpe militar de 1964 marca uma nova etapa histórica nas relações entre o Estado e o movimento operário. Até 1930, a questão social era considerada uma simples questão de polícia; no período que se estende de 1930 a 1964, ela se torna uma questão política; a partir de 1964 os militares no poder enquadram a questão social como um assunto referente à segurança nacional.
Nesse novo contexto, o movimento operário foi alvo da repressão sistemática comandada pela polícia política. Logo após o golpe, uma das primeiras medidas tomadas foi a repressão ao sindicalismo. Sessenta e três dirigentes sindicais tiveram seus direitos políticos cassados; houve intervenção em quadro confederações, 45 federações e em 383 sindicatos»

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– O combate nas trevas de Jacob Gorender

Trecho do livro: «[os militares] não perderam tempo no desmantelamento da rede de organizações em que se apoiava a FMP [Frente de Mobilização Popular]. Centenas de sindicatos caíram sob intervenção, as Ligas Camponesas foram dispersadas e as chamas de um incêndio televisado queimaram a sede da UNE (…) Cassações de direitos políticos, iniciadas com o primeiro Ato Institucional, inquéritos policial-militares e processos administrativos expurgaram das Forças Armadas e do serviço público civil mais de dez mil pessoas (…) Torturas e assassinatos deram início ao terrorismo de Estado»

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– Trabalhadores e sindicatos no Brasil de Marcelo Badaró Matos

Trecho do livro: «A repressão aos sindicatos mostrava bem o caráter da ditadura que se instalava. A articulação de militares com empresários ligados ao grande capital nacional e estrangeiro, apoiada pelos latifundiários e políticos conservadores, deu-se em torno da contenção dos avanços dos movimentos organizados de trabalhadores no campo e na cidade. Por outro lado, a crise econômica, que só fazia crescer desde o fim do governo JK, seria combatida pela ditadura com uma receita cujo principal remédio era o arrocho salarial. Para tanto, controlar os sindicatos era fundamental [para a ditadura e para a burguesia]»

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– A esquerda e o golpe de 64 (Denis de Moraes)

Sinópse: Originalmente em 1989, seu objeto é o elenco de concepções, táticas e projeções (e, sobretudo, de ilusões e equívocos) com que os diferentes setores da esquerda brasileira se movimentaram especialmente sob o governo João Goulart, derrubado a 1º de abril de 1964.

Reconstruindo o processo político que culminou nos idos de 1964 como que num roteiro fílmico, o autor reconfigura o protagonismo de sujeitos coletivos e de personalidades da esquerda – cujos depoimentos comparecem em seguida – que jogaram papéis relevantes naquela conjuntura.

Para as gerações que não experimentaram o drama dos anos 1960, a dinâmica daquela história, sem a qual não se pode compreender o Brasil dos dias de hoje, surge límpida na grandeza da sua esperança e na tragédia dos seus limites.

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– Memórias da resistência (Marco Escrivão, Tito Flávio Bellini e Pedro Russo – orgs.)

Trecho do livro: «Mas não seria perigoso, insistamos reavivar conflitos capazes de colocar em risco as conquistas democráticas das últimas décadas? Diante de tal pergunta, apenas uma resposta é eticamente aceitável: se devemos relembrar, esclarecer e julgar casos de prática sistemática de violência de Estado contra sua população civil é pelo simples motivo de que tais práticas não apenas continuam existindo, como tampouco perderam em constância e brutalidade.
Se as torturas e assassinatos praticados por agentes estatais deixaram de ser realidade para a classe média, movimentos como as Mães de Maio nos impedem de esquecer que o mesmo não pode ser dito sobre os moradores das periferias e outras minorias anômalas que transitam pelo espaço público»

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Nunca más, Nunca más

Publicado originalmente en el Blog Contrapuntos de El Pais

Hace 40 años comenzaba una de las más brutales dictaduras de la historia latinoamericana.

Las dictaduras suelen ser indulgentes sólo para definirse a sí mismas, para narrar sus supuestas conquistas estabilizadoras, su perversa y asesina vocación por el orden, su obsesión macabra por el silencio y su sepulcral pulsión para subordinar la vida al imperio del terror. Esta, la dictadura que comenzó el 24 de marzo de 1976, se autoproclamó “Proceso de Reorganización Nacional” y arrasó la Argentina, 40 largos, dolorosos y heroicos años atrás.

Nunca Más

Las dictaduras esconden sus brutalidades, pretenden maquillarlas con eufemismos de redención y sangrientas promesas de libertad. La dictadura argentina dejó miles de muertos, 30 mil desaparecidos, centenas de niños y niñas expropiados por torturadores, por policías, militares y civiles asesinos que hicieron del secuestro de la infancia uno de sus crímenes más repugnantes, una de sus perversiones más inconfesables. La dictadura argentina dejó miles y miles de exiliados, familias destruidas, personas iguales a Ud, a mi y a cualquier otra, sumergidas en el sufrimiento y en el dolor más infinitos, si es que hay un límite o una medida para el sufrimiento y el dolor humanos. La dictadura dejó un país destruido, arrasado por el atraso, por la mentira y el oprobio, herido por la vergüenza y marcado por la ignominia, pero dispuesto a renacer, a revivir y a superarse. Un país capaz de crearse a sí mismo, a inventarse una vez más, como tantas otras, sabiendo que le podían haber robado casi todo, menos su dignidad.

Y la Argentina se reinventó, construyendo su democracia, como todas las que conocemos, incompleta, defectuosa e imperfecta, pero que supo defender en las calles, movilizando a los que siempre habían luchado para conquistarla y a los que aprendieron a defenderla, sabiendo que de ella dependía su futuro de esperanza y libertad.

No siempre es fácil ni quizás sea necesario reconocerle a un país su capacidad para superar la barbarie, para regresar del abismo del horror. Sin embargo, cualquiera que tenga la osadía de entender lo que ocurrió en la Argentina en los últimos 40 años, deberá tener también la capacidad de no perder de vista la complejidad, los intersticios y curvas, las opacidades y claroscuros del proceso de afirmación de una identidad nacional que debió reponerse del brutal genocidio comandado desde su propio Estado.

La Argentina renació y lo hizo gritando “Nunca Más”. Se atrevió a hacer lo que pocos países hicieron con sus genocidas: los juzgó y los condenó. Hizo también después, lo que muchos países hicieron con sus genocidas: los perdonó sin otra justificación que la de proclamar el triunfo de la impunidad. Más tarde, empecinada en rehacerse a sí misma, hizo lo que ningún país probablemente tuvo el coraje de hacer: deshizo la impunidad, se recompuso del nocaut que el silencio le había propinado a la verdad, y con la valentía que esgrimen los que no se conforman con el falso perdón de la historia, volvió a condenarlos. Y lo sigue haciendo, aún hoy, 40 años después, por asesinos, por expropiadores de niños y niñas, por genocidas, por haber usado el Estado como instrumento de terror, por haber violado en todos y cada uno de sus actos, la base que debe sustentar una república democrática: los derechos humanos.

No creo que la Argentina deba ser considerada mejor que cualquier otro país por hacer de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia uno de los pilares de su nueva identidad como nación soberana. Sin embargo, si se multiplicara su ejemplo en el combate a la impunidad, podría ayudar, y mucho, a que América Latina fuera una región más justa.

La Argentina que juzgó y sigue juzgando a los genocidas y dictadores, rememora hoy los 40 años del golpe militar de 1976, en un contexto especial. Pocos seguramente imaginaron que una parte de los homenajes a la lucha contra la dictadura fueran realizados por el gobierno de un partido conservador, el PRO, formado por dirigentes que poco y nada han hecho en la lucha contra la dictadura, que ha expresado su decisión de enfrentar con mano dura las manifestaciones populares y que cuenta con el apoyo de una de las fuerzas políticas democráticas que promovió el histórico juicio a las juntas militares que comandaron la última dictadura militar, el Partido Radical de Raúl Alfonsín. Menos aún, quizás nadie haya imaginado que un día tan emblemático en la lucha por los derechos humanos, sería recordado en la Argentina por la visita del presidente Barack Obama, primer mandatario de un país que, hasta la llegada de Jimmy Carter a la presidencia, apoyó, promovió y dio la cobertura internacional necesaria a todas las dictaduras latinoamericanas. Un país que carga sobre sus espaldas la oprobiosa historia de un continente que vivió bajo la violencia de los golpes de estado y la intervención militar externa buena parte de sus más de 200 años de independencia. ¿Quién hubiera dicho que sería Barack Obama el que, ante el mundo, recordara nuestros muertos, paseando en silencio por el Parque de la Memoria, a orillas de ese río inmenso e inmutable, donde centenas de argentinos y argentinas fueron lanzados desde aviones militares con el apoyo o la complicidad de la Casa Blanca?

El gobierno norteamericano ha prometido desclasificar los documentos que ponen en evidencia las relaciones entre ese país y la dictadura argentina. El Vaticano, también. Surgirán así nuevas y valiosas evidencias acerca de cómo se construyó la arquitectura de un Estado asesino. Pruebas que servirán para hacer justicia y no olvidar. Quizás, cuando estos documentos se conozcan, el gobierno de Estados Unidos y el Vaticano pedirán perdón al pueblo argentino por la violencia cometida y porque no siempre evitaron que se llevaran a cabo las atrocidades que le costaron la vida a miles de ciudadanos inocentes. O quizás no dirán nada, aunque la información desclasificada ayudará a seguir exigiendo el necesario castigo a todos los culpables, dentro y fuera del país. Las violaciones a los derechos humanos no pueden prescribir porque, cuando lo hacen, la impunidad se institucionaliza como un perverso y macabro salvoconducto que protege a los homicidas e inmuniza a las sociedades del horror que deberían generar los delitos cometidos.

Hoy, mientras Barack Obama esté viajando a la ciudad de Bariloche, rodeada de lagos y montañas de una belleza incomparable, centenas de miles de argentinos y argentinas saldrán una vez más a la calle a gritar “Nunca Más”, Irán a la Plaza de Mayo, a las plazas de cada ciudad y de cada pueblo, junto a las Abuelas y a las Madres de la esperanza, a exigir que los golpes y las dictaduras jamás se repitan en la Argentina ni en ningún otro sitio. Marcharán, sabiendo que la justicia no es necesaria sólo para reparar las heridas, sino fundamentalmente para evitar que la barbarie vuelva a repetirse. Caminarán, juntos, tomados de la mano, abrazados, como siempre lo hicieron, soñando con un país mejor, con el país que ellos, sus hijos y sus hijas merecen. Marcharán hacia el futuro, iluminados por la memoria.

Posdata: Rindo aquí homenaje a tres grandes intelectuales a quienes he tenido el honor de suceder en la dirección del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales: Aldo Ferrer, Enrique Oteiza y Francisco Delich. Ellos comandaron CLACSO durante los sucesivos golpes de estado que tuvo América Latina entre 1967 y 1983. Hace ya 50 años, CLACSO fue creada a instancias de la UNESCO como una institución que debía contribuir con la cooperación académica y el desarrollo de las ciencias sociales en el continente. Las dictaduras e intervenciones militares impidieron que se cumpla plenamente esta función, aunque hicieron de CLACSO una organización internacional que, aprovechando su relativa inmunidad, con sus programas y acciones, permitió salvarle la vida a centenas de intelectuales que escapaban de la persecución dictatorial en sus propios países. Fueron años difíciles y peligrosos, en los que Ferrer, Oteiza, Delich y sus equipos de trabajo cumplieron una valiente e imprescindible función. No fueron, claro, los únicos. La historia de nuestras dictaduras es también la historia del heroismo de los que lucharon contra ellas, defendiendo la vida y la libertad. Nuestros países han cambiado mucho. CLACSO, también. Sin embargo, somos herederos y deudores del coraje y de la convicción con que ellos lucharon por permitirnos llegar hasta aquí. Fueron esos los años en que aprendimos que si las ciencias sociales no sirven para luchar por la memoria, la justicia y la verdad, corren el riesgo de transformarse en cómplices de la opresión. Hoy, CLACSO marchará y se movilizará, como siempre, en defensa de la democracia, los derechos humanos y la igualdad.

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