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Los vuelcos de la historia

Por: Marisol Vicens Bello

Hace un siglo la gripe española que afectó al presidente Wilson afectó su psiquis y según algunos historiadores esto incidió en el contenido del Tratado de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial, lo que pudo contribuir a provocar el surgimiento del nazismo, y ahora probablemente otra pandemia sea recordada como el hecho que dio un vuelco a la historia, afortunadamente positivo en esta ocasión, asestando un golpe al populismo.

El asalto al Capitolio perpetrado por seguidores del todavía presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump, que dejó atónitos y avergonzados a sus espectadores en el mundo entero, irónicamente quizás actuará en favor de la democracia y significará un brusco freno para su insólito liderazgo populista que ha fomentado el odio, la segregación y el irrespeto.

Lo que aconteció la semana pasada en esa penosa irrupción, retrató de cuerpo entero a donde pueden llegar los fanatismos y obligó a muchos colaboradores de Trump a tomar distancia “in extremis” de su líder, al que le permitieron un sinnúmero de acciones impropias. Es como si milagrosamente las oprobiosas escenas acontecidas luego de una manifestación convocada y arengada por el presidente que continúa negándose a aceptar su derrota electoral, los hizo descubrirse ante un aterrador espejo de cuya imagen no querían seguir siendo parte, o no les convenía políticamente seguirlo siendo.

Este es el triste colofón de un capítulo de la historia que no debió de haber sucedido, cuyo inicio muchos lamentamos por lo que avizorábamos y que otros muchos celebraron, porque pensaron más en la economía, en sus intereses, sus creencias o sus ideologías, que en el daño colectivo que significaría el ascenso al poder de una persona que había dado muestras ya, de toda la megalomanía, irracionalidad y malas conductas que exhibió en su mandato. Y el daño provocado no ha sido solo a los Estados Unidos sino al mundo pues, así como los buenos líderes expanden su obra, impactan vidas positivamente e inspiran acciones, los malos penetran y sacan a flote el lado oscuro de la naturaleza humana.

Aunque para muchos el hecho de que bajo la administración Trump se dieran acciones similares a las acontecidas en las “repúblicas bananeras” le restará moral a ese país para criticar cualquier acción futura en contra de la democracia, hay que reconocer que sus instituciones y sus principios democráticos como el emblemático “rule of law” o imperio de la ley se impusieron, y se convirtieron en el valladar que detuvo casi todas sus desatinadas y populistas medidas, y que a pesar de su cuestionada decisión de designar poco tiempo antes de las elecciones una juez de la Suprema Corte para inclinar la balanza hacia el lado conservador, no logró que esta, ni ninguna corte complaciera sus acciones judiciales por revertir su derrota electoral que obstinadamente no aceptaba como válida.

Todos aquellos que se cegaron por ser republicanos o simpatizar con dicho partido en ese país o en el mundo, o por ser empresarios y entender que sus medidas fortalecerían las finanzas y bajarían los impuestos, o por ser practicantes de una religión y entender que el conservadurismo estaba garantizado con él a pesar de una trayectoria salpicada de faltas a la moral, o por entender que sus ideas anti inmigrantes, xenófobas y racistas les convenían, a pesar de ser él mismo descendiente de inmigrantes y casado con inmigrante; y decidieron poner al frente de la primera potencia del mundo a una persona díscola que a todas luces no reunía el perfil de un buen líder, deberían reflexionar y comprender que no solo de pan vive el hombre.

Por fortuna la historia no solo la escriben los hechos humanos, y las fuerzas de la naturaleza y otros acontecimientos provocan a veces giros inesperados, como el hecho de que a Trump en gran medida lo derrotó su mal manejo del inesperado covid-19, que trató de minimizar y desafiar convirtiendo el uso de mascarillas, la principal prevención contra la enfermedad, en un símbolo de debilidad y su no uso de coraje. Hace un siglo la gripe española que afectó al presidente Wilson afectó su psiquis y según algunos historiadores esto incidió en el contenido del Tratado de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial, lo que pudo contribuir a provocar el surgimiento del nazismo, y ahora probablemente otra pandemia sea recordada como el hecho que dio un vuelco a la historia, afortunadamente positivo en esta ocasión, asestando un golpe al populismo.

Fuente:  https://acento.com.do/opinion/los-vuelcos-de-la-historia-8901911.html

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Vea cómo ardieron el Capitolio y la democracia estadounidense en Washington D.C.

Concentrados desde la mañana a las afueras del Capitolio, los seguidores de Donald Trump iniciaron el desarrollo de lo que se convirtió en un motín de republicanos dentro del Congreso.

Concentrados desde la mañana a las afueras del Capitolio, los seguidores de Donald Trump iniciaron el desarrollo de lo que se convirtió en un motín de republicanos dentro del Congreso.Foto:Twitter @MaxBlumenthal

En una ola descontrolada de violencia, fueron cruzadas barricadas y escaladas las paredes del Capitolio en Washington D.C., para interrumpir la sesión de certificación del nuevo presidente.

En una ola descontrolada de violencia, fueron cruzadas barricadas y escaladas las paredes del Capitolio en Washington D.C., para interrumpir la sesión de certificación del nuevo presidente.Foto:Twitter @rolandoteleSUR

Personalidades políticas, intelectuales y artistas nacionales e internacionales calificaron los disturbios como un intento de golpe de Estado.

Personalidades políticas, intelectuales y artistas nacionales e internacionales calificaron los disturbios como un intento de golpe de Estado.Foto:Twitter @rolandoteleSUR

Los integrantes de las protestas volcaron parte de su furia contra medios y periodistas que cubrían los hechos en el lugar.

Los integrantes de las protestas volcaron parte de su furia contra medios y periodistas que cubrían los hechos en el lugar.Foto:Twitter @rolandoteleSUR

Tras ingresar al recinto, los manifestantes se aglomeraron en los pasillos del Congreso con banderas y gritos violentos en apoyo al presidente saliente.

Tras ingresar al recinto, los manifestantes se aglomeraron en los pasillos del Congreso con banderas y gritos violentos en apoyo al presidente saliente.Foto:EFE

La turba rompió ventanas, amenazó a periodistas y superó a los guardias de seguridad que resguardaban el edificio.

La turba rompió ventanas, amenazó a periodistas y superó a los guardias de seguridad que resguardaban el edificio. Foto:EFE

El recién electo presidente Joe Biden declaró que los hechos no conforman una protesta, sino una insurrección.

El recién electo presidente Joe Biden declaró que los hechos no conforman una protesta, sino una insurrección. Foto:Twitter @PaolaRojas

Entre armas y barricadas improvisadas, legisladores se refugiaron en las oficinas mientras los insurrectos se mantenían en los pasillos del órgano.

Entre armas y barricadas improvisadas, legisladores se refugiaron en las oficinas mientras los insurrectos se mantenían en los pasillos del órgano.Foto:Twitter @rolandoteleSUR

El desborde de violencia dentro y fuera del Congreso de los Estados Unidos en rechazo a los resultados electorales, finalizó con la muerte de cuatro personas, decenas de heridos y 68 detenidos registrados hasta los momentos.

El desborde de violencia dentro y fuera del Congreso de los Estados Unidos en rechazo a los resultados electorales, finalizó con la muerte de cuatro personas, decenas de heridos y 68 detenidos registrados hasta los momentos.Foto:EFE

Fuente e imagenes:  teleSUR
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Con B(a)iden, toda cambia/nada cambia para Latinoamérica y el Caribe

Por: Aram Aharonian

Nadie tenía dudas de que nada iba a cambiar para América Latina y El Caribe si Donald Trump lograba su reelección. El triunfo de Joe Biden abrió la caja de una cantidad de interrogantes: entre ellas, si logrará asumir el mando y para qué lo asumirá. La gran ventaja que tiene ante su predecesor es que al menos sabe dónde queda su patio trasero.

El nuevo presidente recibirá enormes presiones para dar marcha atrás a muchos de los cambios radicales en temas que van desde la política exterior hasta la crisis climática. Pese a que lo intentó hasta los últimos días, Trump buscó algún logro en materia de política exterior, que incluían un acuerdo de paz para Medio Oriente, retirar las tropas de distintos países y lograr la liberación de rehenes estadounidenses que se cree se encuentran cautivos en Siria.Joe Biden alcanza los votos electorales necesarios para ser presidente de los Estados Unidos | El Economista

Pero no hay que olvidar que Biden, exvicepresidente de Barack Obama, es un anciano, incapaz ya de hablar coherentemente. Será la cara del gobierno, no quien tome las decisiones, de lo que se encargará el lobby de la élite globalista, el gran capital trasnacional, la Red Atlas y su red de think tanks de la derecha, Wall Street, el Deep State y, obviamente, el aparato armamentista-militar.

Él puede parecer tonto, pero es tan poderoso como el propio globalismo. Por suerte, Kamala Harris, la primera vicepresidenta electa de EEUU, tiene 56 años, 22 menos que el próximo presidente. Y, para cuando asuma, en enero de 2021, podrían haber muerto más de 350 mil estadounidenses debido al coronavirus.

Las relaciones con el patio trasero

Si gana Biden, habrá una aceleración de la reubicación de industrias, muchas de ellas en Latinoamérica, que queda mucho más cerca desde un punto de vista no solo geográfico sino también ideológico. Industrias en sectores como la tecnología, el almacenamiento de datos, la fabricación de material médico, e incluso energía.

Argentina, Chile y Bolivia en particular, son muy importantes porque uno de los sectores estratégicos para la economía verde norteamericana son los minerales estratégicos como el litio, y también las tierras raras, que se encuentran en Latinoamérica (y no se necesita importarlas de China), imprescindibles para el desarrollo del sector estratégico como en armamento y supercomputadores.trump

Biden cree que se debe apostar por un gran Plan Marshall para Centroamérica y generar empleo en estos países. Así mejoraría la economía… y terminaría con la inmigración ilegalLo que propone  es «rebuilt better», reconstruir mejor. No se puede  volver a lo de antes, porque el mundo ya no es ni será igual

Para el equipo económico del demócrata, a nivel de sostenibilidad, se debe basar la recuperación económica en un eje verde, apostar por infraestructuras, eficiencia energética, energías renovables, almacenamiento de energía, o sea, todos estos sectores, innovación y I+D que son absolutamente estratégicos. Y eso, que viene de la mano de las grandes trasnacionales estadounidenses, tiene un impacto en Latinoamérica, también.

Expectativas

Cuatro años después de sacudirse con la llegada de Donald Trump al poder, muchos esperan que la política estadounidense hacia América Latina volverá a dar un giro brusco, dadas las declaraciones de Biden sobre aumentar la cooperación continental en problemas que causan ese éxodo en la región, como la violencia y la pobreza, elevar la importancia de otros asuntos en la agenda hemisférica, incluidos los derechos humanos, el medioambiente y la corrupción.

Ésto pondrá a prueba el vínculo de Washington con países como México o Brasil, según expertos. Diplomáticos y ex altos funcionarios estadounidenses sostienen que sus posiciones en materia de comercio, derechos humanos, cambio climático y lucha contra la corrupción podrían resultar incómodas para algunos de los gobernantes de la región, acostumbrados a un Trump, que hacía la vista gorda.

Se teme que la posición de Biden sobre comercio, trabajo y medio ambiente, sea mucho más dura que Trump.

América latina no será una prioridad, especialmente para un presidente que enfrentará una grave emergencia económica y sanitaria. México sería el principal foco de atención debido a su larga frontera terrestre -fuente de inmigración ilegal y contrabando de drogas- y a su condición de gran socio comercial y de inversiones. Biden prometió poner fin a muchas de las políticas inmigratorias de Trump y dejar de construir el muro en la frontera mexicana. Ya veremos.

Eso conlleva sus propios riesgos. Thomas Shannon, un ex alto funcionario del Departamento de Estado, dijo: «El mayor desafío al principio quizás sea el tema de la inmigración. Hay una verdadera presión para que se reviertan las medidas sobre migración, refugiados y asilo, pero si no tienen cuidado en cómo lo hacen, podría llevar a muchos centroamericanos a decidir que éste es el momento de dirigirse al norte».

Las opiniones de Biden sobre la deforestación de la Amazonia y la promesa de “consecuencias económicas importantes” si Brasil no cumple con el plan de 20 mil millones de dólares para recuperar la selva tropical, ya molestaron a Jair Bolsonaro, émulo de Trump, quien afirmó que el electo presidente había mostrado una «clara señal de desprecio hacia la coexistencia cordial y fructífera».

En Washington midieron la respuesta: Para los asesores de Biden, la problemática del clima es muy importante y la idea es aislar a Bolsonaro y a sus socios, sobre todo considerando que  perder a su gran amigo en el norte podría ser un gran problema para un gobierno como el de Bolsonaro, que tiene todos los huevos en esa canasta.

Pero Bolsonaro no es único que se jugó por Trump. También lo hizo el colombiano ultraderechista Iván Duque, que ahora teme la reducción y/o fiscalización de los miles de millones de dólares que recibe anualmente para –supuestamente- combatir el narcotráfico y la violencia.

Desde su círculo de asesores se sostiene que en cuanto a Venezuela, al igual que con Cuba, es poco probable que un gobierno de Biden vuelva directamente a la tregua de la época de Obama; la influencia de los votantes latinos ultraderechistas en el estado clave de Florida se encargará de eso. Es más probable que se avance con pasos cautelosos para crear confianza.

Dado que los presidentes de las naciones andinas (Chile, Perú y Ecuador) dejarán su cargo durante el primer año de un nuevo presidente el pragmático (y cada vez más moderado) argentino Alberto Fernández es uno de los que pueden beneficiarse de un gobiero de Biden.

Rusia y China

El principal desafío para Biden en política exterior será la redefinición de la actitud hacia China y Rusia. El 95% de los antibióticos que se venden en EEUU, se producen en China. El 62% de todo el material médico que se usa en los hospitales del país se fabrican en China. Eso difícilmente vuelva a volver a ocurrir en un gobierno demócrata.

El mensaje histórico de que a EEUU le va mejor económicamente con los republicanos no deja de ser un mito. Nunca ha sido cierto –aunque ha sido bien vendido-  y cuando se mira históricamente, los periodos de mayor bonanza y riqueza económica en EEUU. han sido siempre bajo mandatos demócratas.Estados Unidos vs Rusia, ¿Quién es más poderoso militarmente?

George Bush padre dejó al país con el mayor déficit fiscal en la historia del país. Ocho años más tarde, Bill Clinton dejó a EE.UU. con el superávit fiscal más grande en la historia del país. Con Bush hijo, ocho años más tarde, al país termina con el mayor déficit en la historia, superando el récord de su padre.

Obama recogió la batuta y sacó a EEUU de la peor crisis económica que se vivió desde los años 1930, recupera al país y lo deja otra vez en una situación muy bien encaminada, y ha sido Trump en cuatro años el que ha llevado al país ahora a  batir todos los récords de endeudamiento público.

Cambio de paradigma

Biden propone un cambio de paradigma, un momento decisivo y disruptivo en la historia de EEUU, un cambio de modelo económico y de modelo energético. El objetivo es que para 2050 EEUU sea un país de cero emisión, carbono neutral… teniendo en cuenta que es hoy el segundo país que más contamina del mundo.

Para que eso ocurra, el cambio es disruptivo y se basa en avances tecnológicos, en innovación, en un cambio total donde EE.UU. pasa de ser parte del problema, que es hoy un país que sigue liderado por un negacionista que no escucha la evidencia científica, a tener un presidente que impulsa toda la recuperación económica basándose en un eje de economía sostenible. 

A diferencia de Trump, Joe Biden conoce Latinoamérica in situ y sabe bien de la importancia que tiene para la seguridad nacional de Estados Unidos. Y una de las lecciones que deja la pandemia de coronavirus es que EEUU precisa acercar sus cadenas de suministro, tras verse absolutamente contra las cuerdas cuando varios países tuvieron que salir a mercados internacionales a mendigar barbijos y equipo médico.

Rusia y China

Si no se produce una guerra civil, lo que no es de descartar en las circunstancias actuales, Biden se opondrá al auge de la multipolaridad. Las posibilidades de una nueva guerra mundial son mucho mayores, porque una potencia nuclear cuya soberanía se basa en la capacidad militar es designada como su principal enemigo desde el principio.

Biden actuará en el marco de la geopolítica clásica tratando de atacar Rusia y de alguna manera seducir o neutralizar por lo menos a China(China).

Entre Rusia y China, Biden elige a Rusia como principal enemigo y China como una preocupación neutral o secundaria. A los globalistas les molesta más el poder militar de los polos alternativos que su poder económico. Rusia es una gran potencia geopolítica con armas nucleares y política conservadora. Ese es el principal obstáculo para el establecimiento del orden mundial liberal.

Biden intenta rebajar en Pekín la tensión por la nueva zona de defensa aérea china | Internacional | EL PAÍSCon Biden, Rusia será el principal objeto de presión, ataques y posibles conflictos. La hegemonía global del Occidente liberal está asegurada por la debilidad del poder de la tierra, es decir, de Rusia como Eurasia. Entonces, a los ojos de Biden, China puede considerarse como una parte orgánica del sistema liberal internacional y la expansión internacional de la economía china no es la principal amenaza para el globalismo.

Para Biden, Estados Unidos es la vanguardia del globalismo, la fortaleza de la hegemonía mundial liberal, del imperio global con la misión principal liquidar los estados nacionales, impedir el surgimiento de nuevos polos, e instalar un gobierno global liderado por los capitalistas internacionales, las élites y los monopolios de forma generalizada, incluidos segmentos occidentales y no occidentales.

Las urgencias

La tarea principal y más urgente de Biden en sus primeros 100 días en la Casa Blanca será poner en marcha un nuevo plan nacional de lucha contra el coronavirus, que en EEUU ha contagiado a millones de personas y se ha cobrado más de 220.000 vidas (más que en ningún otro país del mundo). Deberá también tomar medidas para reparar sus desastrosas consecuencias económicasBlack Lives Matter - Wikipedia, la enciclopedia libre

El moderado Biden también recibirá la presión del ala progresista de su propio Partido Demócrata, que ejerce una influencia creciente y aspira a grandes cambios institucionales para responder a las cuestiones más urgentes del futuro del país. Recibe una depresión económica y una pandemia, y lo estarán eligiendo para que resuelva todo esto y haga algo grande..

Tras las multitudinarias protestas por el asesinato de George Floyd a manos de un policía en Minneapolis, también hay mucha expectativa por un posible paquete legislativo en el Congreso que reforme a las fuerzas del orden. Biden también recibiría muchas presiones para poner fin a una anticuada regla del Senado estadounidense conocida como ‘filibusterismo’, que permite al partido en la oposición paralizar los nombramientos y el proceso legislativo.

Los demócratas también dicen que Biden hará que Estados Unidos reingrese de forma inmediata en la Organización Mundial de la Salud reanudando sus contribuciones financieras; que unirá nuevamente a Estados Unidos al Acuerdo de París por el clima; y que anulará las prohibiciones de entrada impuestas por la Administración Trump a los viajeros de países musulmanes.

Biden ha prometido que también volverá al acuerdo nuclear de 2015 con Irán, llamado Plan de Acción Integral Conjunto aunque para decidir cuándo habrá que negociar antes el listado de requisitos a cumplir por Teherán para regresar al pleno cumplimiento de los límites a sus actividad nucleares definidos en el plan

El equipo de campaña de Biden propuso convocar una cumbre de democracias para su primer año de mandato. El ala más progresista del partido presionará para no se limite a replicar el orden internacional de antes de Trump, especialmente en lo referido a las relaciones con aliados autocráticos como Arabia Saudí, y firmar cuanto antes una ley, ya acordada por el Congreso, para frenar el apoyo de EEUU a la guerra dirigida por los saudíes en Yemen..

.Especulaciones

Si gana Biden, seguramente implosione definitivamente el farsesco “gobierno” del autoproclamado presidente Juan Guaidó en Venezuela, arrastrando a la Unión Europea, que le retirará el reconocimiento después del 5 de enero, un mes después de las elecciones parlamentarias en el país caribeño.

Biden reabrirá la apertura con Cuba para facilitar relaciones con Venezuela y promover la paz en Colombia. Los acreedores negocian con la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez para aliviar las sanciones. La idea del equipo de Biden es aliviar las sanciones a Cuba y Venezuela, obviamente no levantarlas todas…Once tesis sobre Venezuela y una conclusión escarmentada | Cubadebate

Thomas Shannon, ex subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental y Roberta Jacobson, ex secretaria de Estado,  regresarán seguramente a Foggy Bottom, el Departamento de Estado.

La ecuación regional para el próximo gobierno es utilizar el «hándicap» favorable en el terreno militar para negociar el control del «lomito» de los recursos estratégicos de la región (los mejores yacimientos de hidrocarburos de Venezuela, el litio de Bolivia, el agronegocio de Brasil y Argentina, la biodiversidad amazónica)

Para lograrlo y hacerlo sostenible, negociará en «términos chinos»: Usando el paradigma boliviano: industrialización local del litio, control estricto del impacto ambiental, participación accionaria y/o fiscal congrua, beneficios para las comunidades circunvecinas y de la provincia)

Shannon es considerado como el más inteligente funcionario que ha pasado por el Departamento de Estado en unos cuantos años, y es parte del equipo de Biden. Con volvería la diplomacia como medio de transición, que es más racional y lógico ya que se eliminará toda amenaza de invasión, una de las amenazas permanentes de la administración Trump.

Con la administración Biden, los expertos señalan que cambiará la dinámica en la Organización de Estados Americanos (OEA) y Claver-Carone saldrá del Banco Interamericano de Desarrollo, donde fue impuesto por Trump hace poco tiempo. Significará, asimismo, el respeto a la soberanía nacional y no interferencia en los asuntos internos.

Este es el «New Deal» que le conviene a los EEUU (e incluso a las Fuerzas Armadas estadounidenses, que demasiados retos tienen en Asia). El problema es que este New Deal no es el que le conviene al «swamp» (pantano) de Washington, Miami ni al iceberg sumergido del mundo financiero que sobrevive gracias al lavado, y otros grandes  negociados financieros.

Es la lógica hora de las especulaciones y cada uno narrará su historia y su análisis. La interrogante está en el título: Con B(a)iden, toda cambia/nada cambia para Latinoamérica y el Caribe

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/11/08/con-baiden-toda-cambia-nada-cambia-para-latinoamerica-y-el-caribe/

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Más allá de los imperios, la Nación Humana Universal.

Por: Javier Tolcachier. 

El escenario poselectoral de los Estados Unidos de América muestra un espectáculo indecente. Se confirma, una vez más, la discrepancia entre el discurso que propaga valores democráticos y la real práctica política en aquel país.

Diversos analistas han señalado en no pocas ocasiones la poca relevancia objetiva del resultado electoral, dado que los lineamientos a seguir suelen ser pergeñadas e implementadas por el verdadero poder, el complejo militar-industrial-financiero.

De allí que en un rapto de sinceridad no habitual se denomine “administraciones” a las autoridades electas. Este hecho admite una sencilla explicación histórica. Luego de la crisis especulativa que sumió en la miseria al pueblo estadounidense en los años 30 del siglo pasado, la recuperación económica se produjo mediante una inyección sideral de recursos del Estado en el aparato militar, cuyas partidas para defensa llegaron a ser del 90% del presupuesto total en 1945.

No por nada, en su discurso de despedida de la presidencia en 1961, Eisenhower – él mismo un halcón al comando de las fuerzas aliadas en Europa – advirtió: “Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos».

El devenir mostró que no era una advertencia infundada. El militarismo, que ya había mostrado sus garras con anterioridad con numerosas invasiones y anexiones, pasó a ser la columna vertebral de la política estadounidense  y la democracia fue desde entonces secuestrada por ese poder en combinación con el interés corporativo.

Sin embargo, la derrota electoral de Donald Trump – cualesquiera sean las argucias dilatorias con las que se intente ocultar el fiasco – tiene un alto contenido simbólico, por tanto, político y social. Significa el sano rechazo de la mayoría de ese pueblo, hoy ya pluricultural. a la soberbia, al racismo y la misoginia, el repudio a la altanería irracional y al desprecio por la otredad.

El triunfo demócrata refuerza en el imaginario de los pueblos – tal como lo demostraron antes Bolivia y Chile – la posibilidad de que la voluntad de los postergados triunfe frente al cinismo y el ensimismamiento de las minorías, al par que debilita mundialmente la avanzada de extrema derecha.

Pero la victoria de Biden es pírrica. Será presidente de una sociedad fracturada, carcomida por un individualismo hedonista, cuya violencia interna se ha proyectado al mundo con infinita destrucción mediante  invasiones e intrigas, fomentando guerras fratricidas, desarrollando, hasta hoy, una carrera armamentista cuyo único propósito es aumentar las ganancias de las corporaciones de la guerra.

Si Estados Unidos prosigue ese rumbo, Biden quedará probablemente a cargo de un imperio en disolución, por lo que su mandato estará atravesado por numerosas contradicciones y adversidades. De escalar el conflicto actual por la presidencia, incluso podría llegarse a la situación de un quiebre institucional total, ahora o en el transcurso del período de gobierno.

El estertor imperial

Si bien los imperios suelen ser caracterizados en los libros escolares por su superioridad militar, este no es el único elemento determinante de su expansión, quizás ni siquiera el más relevante.

En su período fundacional, el avance imperial es en general bien acogido por pueblos que se encuentran en situación de vasallaje de sátrapas locales o bajo la férula de otro poder extranjero. De este modo, las poblaciones no comprometidas con el poder de turno colaboran o al menos son neutras ante la nueva colonización.

La supremacía tecnológica, cuestión clave en la irrupción del nuevo poder, suele constituir incluso un factor de admiración y hasta de esperanza de mejor vida para los conquistados. En otros casos, las contiendas por la dominación de territorios por una u otra facción son vistas con similar desconsuelo y alejadas del interés propio de los sojuzgados, deseosos de alejar por fin la destrucción y el conflicto de su vecindad.

Pero el aspecto decisivo en la consolidación de un  nuevo imperio es su propuesta civilizatoria, que cimenta una etapa de transformación de los valores, conductas y usos anteriores.

La adhesión, voluntaria o forzada, a este proyecto común marca las etapas de inicio y desarrollo de cualquier imperio, constituyendo la argamasa que relaciona a sus componentes.

De allí que el elemento clave en la caída de los imperios es la implosión interna. Al desgaste y corrupción de los ideales que impulsaron el surgimiento, se suman la descomposición producida por una expansión desmesurada, las luchas de poder intestinas y la imposibilidad de reacomodar en su seno a sus legiones, las que además de vector de batalla sirven como válvula de despresurización social, dando ocupación y cierta cuota de prestigio a los sectores socialmente excluidos.

Al mismo tiempo, los pueblos sometidos comienzan a reclamar derechos y soberanía, asumiéndose como resistencia al imperio de turno. Del mismo modo, la diversidad y la afirmación de valores propios han logrado atravesar ya la barrera de imposición cultural erigida a través del monopolio de comunicación y entretenimiento.

Tal es la situación actual del imperialismo estadounidense.

La cohesión china frente a la fragmentación estadounidense

China ha sido un imperio desde hace unos 22 siglos, con la violenta unificación producida por lo que fue la breve pero mortífera dinastía Qin (o Ch’in, a la cual debe probablemente su nombre).

A partir de su consolidación posterior bajo la dinastía Han, que duró cuatro siglos, el imperio atravesó guerras civiles, rebeliones, fue invadido y conquistado, tuvo períodos de esplendor, desarrollo y decadencias, acumulando una gran experiencia histórica.

Uno de los principales objetivos de la cultura y la política china fue siempre, con mayor o menor éxito, lograr la cohesión interna. Si bien alberga en su seno a cincuenta y cinco minorías étnicas, su mayoría pertenece a la cultura fundacional Han, peso demográfico que ha favorecido aquel propósito.

No es por nada que el gobierno centralista pone en la actualidad el máximo esfuerzo para integrar a las culturas diferentes que residen en la periferia como los tibetanos o los uigures, cuya resistencia es aprovechada por el Occidente para intentar avivar el fuego y el disenso.

El caso de Hong Kong es diferente, ya que sus habitantes son culturalmente homogéneos con el grueso de la población de China, pero su vivencia en el seno del imperio británico, junto a los aires de autonomía y secesionismo alientan su inconformismo frente a las directivas verticalistas de Beijing.

Pese a todo, la sociedad china emerge fortalecida por esa unidad alcanzada en base a un mandato cultural de armonía, pero también a fuerza de reprimir históricamente a lo diferente y divergente.

Esa cohesión es la que le permite hoy descollar en el escenario mundial, frente a la situación de desintegración interna de los Estados Unidos.

¿Habrá de desplazar la potencia emergente a la anterior, como ha sucedido antes? ¿Será el destino del mundo una nueva colonización, esta vez desde el Oriente?

Si bien la actual dependencia crediticia y de inversión de la mayor parte de los países, la multiplicación de institutos Confucio en el mundo, el incremento en el gasto armamentista, el proyecto de infraestructura mundial de la Franja de la Ruta y de la Seda -entre otros indicadores-, podrían ser perfectamente interpretados en esa dirección, hay factores internos que atenúan esa posibilidad. Básicamente la dolorosa experiencia de millones de muertos en conflictos armados y la tendencia milenaria de mirar hacia adentro de sus propios muros, siendo la apertura y las Cuatro Modernizaciones proclamadas por Deng Xiaoping en 1978 apenas un factor táctico propio de esta época.

Por lo demás, si bien también puede darse crédito o desconfiar  de las intenciones del actual gobierno chino de promover como idea central de su política exterior “una Comunidad de Destino compartido para la Humanidad”, es bueno saber que dicha premisa ha quedado anclada en su última reforma constitucional.

Así en el artículo 35 de la misma, se lee: “El futuro de China está íntimamente ligado al futuro del mundo. China lleva adelante una política exterior independiente y adhiere a los cinco principios de respeto mutuo para la soberanía e integridad territorial, no agresión mutua, no interferencia en asuntos internos, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica, la senda del desarrollo y estrategia de apertura recíproca en el desarrollo de relaciones diplomáticas y económicas e intercambios culturales con otros países, impulsando la construcción de una comunidad de destino compartido para la humanidad”.

En todo caso, la principal resistencia a la emergencia de nuevos imperios está, sin duda alguna, en el crecimiento de la conciencia soberana de los pueblos y en su necesidad de emancipación.

Más allá de los imperios, la Nación Humana Universal

Hoy está naciendo una civilización planetaria, en la que pueblos y culturas se van interconectando. La mundialización cultural es un transcurso diferente al de la mezquina globalización económica dirigida por las corporaciones multinacionales. Esta mundialización impulsada por el incremento migratorio y la conectividad, supone el intercambio de información, el aprendizaje mutuo, el contacto entre hábitos y usos diferentes. Está emergiendo lentamente un nuevo sujeto intercultural, que acoge en su interior la experiencia de toda la historia humana.

Además de la lucha contra la imposición imperial occidental, la extrañeza ante este fenómeno inédito sea el motivo de las reacciones nacionalistas y fundamentalistas en curso.

En este nuevo entretejido multicultural, un nuevo imperio difícilmente encuentre eco o adhesión.

Sin embargo, entre tanta fragmentación y disolución de estructuras sociales y políticas, ante tanto enfrentamiento e incomprensión mutua ¿qué proyecto cohesor podría dar una dirección de crecimiento colectivo a la Humanidad en este momento histórico? ¿Cuál es la imagen alrededor de la cual puede surgir ese “otro mundo posible”, cuál la utopía sin regreso, cuál el objetivo hacia nuevos horizontes aún no transitados?

¿Cómo podrían acometerse los problemas globales desde nuevas estructuras que se asienten en un poder popular real, en reemplazo de las caducas instituciones en cuya representatividad hoy ya nadie confía?

En ese sentido, es preciso valorar la idea de construir una Nación Humana Universal, en la que converjan todas las culturas, cada una con sus particularidades, fundando su convergencia en el reconocimiento de su común humanidad.

El concepto, acuñado por el pensador humanista Silo (seudónimo de Mario Luis Rodríguez Cobos), reconoce como pasos de proceso sucesivas integraciones regionales, hasta llegar a una suerte de federación mundial multiétnica paritaria, colaborativa y solidaria, a través de la cual puedan resolverse los problemas a través de la cooperación de las virtudes acuñadas históricamente por los pueblos.

La clave de la propuesta es que los pueblos recuperen su soberanía arrebatada y asuman el rol protagónico en instancias decisorias colocando como prioridad al ser humano.

La utopía del futuro entonces, dará por tierra toda pretensión imperial de encolumnar,  uniformar y poseer.  La civilización humanista será diversa, de poder descentralizado, será fruto de la intención de seres humanos libremente solidarios. Será un mundo “múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.[1]

Sin embargo, entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.”

Notas:

[1] El texto entrecomillado es  un extracto del Documento Humanista, incluido en el libro Cartas a mis Amigos (Silo, 1993).

(*) Javier Tolcachier es investigador en el Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en agencia internacional de noticias Pressenza.

Fotografía: Gaceta Intercultural.

fuente:  https://insurgenciamagisterial.com/mas-alla-de-los-imperios-la-nacion-humana-universal/

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Trump y sus bloqueos económicos

Por: Hedelberto López Blanch

La política agresiva y desmesurada llevada a cabo en los últimos cuatro años por el presidente de Estados Unidos Donald Trump contra los países del mundo que no profesaban su ultraderechista ideología, causó graves daños a esas naciones pero en la mayoría de los casos no pudo doblegarlas.

Constantes bloqueos económicos y extorsiones financieras aplicadas contra disímiles países fueron uno de los principales derroteros de su política internacional.

Esas medidas de fuerza, llamadas eufemísticamente “sanciones”, ha atacado a más de una veintena de naciones entre las que aparecen China, Rusia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, Irak, Yugoslavia, Birmania, Zimbabwe, Bielorrusia, República Democrática del Congo, Siria, Somalia, Libia, Costa de Marfil, Líbano, Ucrania, Yemen, Sudán del Sur, y también sus propios aliados occidentales.

Con mucha más saña las ha profundizado contra Caracas y La Habana debido a los ejemplos de soberanía e independencia que representan sus respectivos gobiernos y pueblos.

El ministro de Relaciones Exteriores de La Isla caribeña, Bruno Rodríguez Parrilla, al presentar un reciente informe sobre el impacto del bloqueo contra Cuba, denunció que de abril de 2019 a marzo de 2020 esa inhumana política “ha causado al país pérdidas  por 5 570 millones de dólares”.

A precios corrientes, explicó el canciller, los daños acumulados durante casi seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 144 413.4 millones de dólares, mientras que teniendo en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, la cifra asciende a más de un billón 98 800 millones de dólares.

A partir de junio de 2017 y durante un mitin en Miami con miembros de la ultraderecha de origen cubano, Trump divulgó un nuevo memorando que derogaba la anterior directiva del presidente Barak Obama, (14 de octubre de 2016) que ofrecía cambios en la política de medidas coercitivas unilaterales de Washington hacia la Isla.

Obama había reconocido que el bloqueo era «una carga obsoleta para el pueblo cubano y un impedimento a los intereses estadounidenses».

A partir de julio, Trump incrementó las restricciones a las visitas de estadounidenses a Cuba; decretó el fin de los viajes «pueblo a pueblo» y anunció la entrada en vigor de lo que faltaba de la Ley Helms-Burton de 1996 (al final se ejecutó en 2019).

Asimismo, en 2017, impuso nuevas multas a bancos foráneos que operaban activos financieros relacionados con La Habana, una práctica que ya venía de la época de Obama.

A la par y para tratar de justificar sus arbitrarias medidas, la Casa Blanca desató el escándalo de los «ataques sónicos», que utilizó como pretexto para cerrar la embajada estadounidense en Cuba, lo cual provoca afectaciones a las familias cubanas, pues para realizar trámites migratorios las personas deben viajar a terceros países con el incremento de costos y hasta de su seguridad personal.

Para cerrar el cerco financiero a finales de ese año, Trump amplió la lista de organismos y instituciones cubanas que no pueden tener contactos con homólogas estadounidenses, medida que se ha incrementado constantemente.

Durante 2018 arreciaron todas las acciones agresivas: se amenazó a los ciudadanos estadounidenses para que no viajaran como turistas a la Isla y se creó una llamada Fuerza de Tarea (Task Force) cuyo propósito es influir por Internet para provocar un cambio de gobierno en Cuba.

Con la excusa de que el Estado cubano respaldaba al hermano pueblo de Venezuela, la Casa Blanca limitó el monto y la frecuencia de las remesas que envían los familiares residentes en Estados Unidos, a la par que impide cualquier ayuda humanitaria que pueda llegar a La Habana.

El título III de la Ley Helms-Burton fue activado en mayo de 2019 el cual implica la posibilidad de demandas contra compañías internacionales que operen en Cuba por «traficar» con propiedades que fueron nacionalizadas a inicios de la Revolución y se prohibió que marcas cubanas entraran al vecino del Norte.

A lo largo de 2019 se vetaron los viajes culturales y educativos, se eliminó la autorización para el envío de donativos y fueron cercenadas aún más las posibilidades de remitir remesas, sobre todo a funcionarios cubanos.

Para el cierre de ese año, el régimen trumpista inició acciones para interrumpir la llegada de petróleo y sus derivados a Cuba al imponer “sanciones” a compañías de terceros países que mantienen relaciones con La Habana.

En la continuidad de esa política de ahogamiento, el Departamento del Tesoro multó a seis empresas navieras extranjeras que transportaban combustible al país caribeño.

La enfermiza política encaminada a dañar al pueblo isleño arreció entre 2019 y 2020. Una fuerte campaña difamatoria se llevó a cabo contra las humanitarias misiones médicas la cual provocó que regímenes afines a Washington declinaran esa ayuda como fueron los casos de Brasil, Ecuador, El Salvador y Bolivia (después del golpe de Estado al presidente Evo Morales).

A pesar de las afectaciones económicas que ha provocado la pandemia de la Covid-19 a la Isla, Estados Unidos incrementó su brutal política y prohibió que la Western Union continuara tramitando los envíos de remesas por lo que esas oficinas deberán cerrar sus agencias en Cuba.

Por último, el 22 de octubre en Miami, durante un acto de campaña como candidato a la presidencia (cuyas elecciones perdió inobjetablemente frente al demócrata Joe Biden), declaró la prohibición a los estadounidenses de hospedarse en hoteles cubanos propiedad del Gobierno y comprar tabaco o rones cubanos.

Como expresó el canciller cubano al divulgar el informe que será presentado en 2021 por vigésima octava ocasión a la Asamblea de Naciones Unidas: “el bloqueo, por su aplicación extraterritorial violenta la soberanía y afecta los intereses de todos los Estados del planeta”.

La moraleja es que la maldad del derrotado presidente Donald Trump no pudo doblegar al pueblo cubano.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/trump-y-sus-bloqueos-economicos/

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Conspiranoia política

Por: Leonardo Díaz

Gracias a la cultura digital, los usuarios conforman mundos de datos personalizados reforzando sus creencias y deseos a partir de la información que proporcionan a los sistemas algorítmicos de las redes sociales.

Ante el asombro internacional, el proceso electoral estadounidense ha sido enrarecido por una atmósfera de conspiranoia creada por el 45to presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente candidato ha “denunciado” un supuesto fraude perpetuado por el Pardido Demócrata, con el apoyo de todos los medios de comunicación que han proyectado la victoria de su opositor, Joe Biden, y por implicación, con el contubernio de miles y miles de personas que se requerirían en cada Estado de la Unión Americana para ejecutar la infamia.

Durante la campaña electoral el presidente había diseñado una estrategia de descrédito sobre el proceso y sus rivales. “Advirtió” que intentarían robarle las elecciones mediante el voto por correo que, debido a las características de grandes segmentos de la población con intención de voto demócrata en los Estados Unidos, favorecía mayoritariamente a Joe Biden.

“¿Por qué Trump denuncia fraude electoral?” es el título de un artículo publicado en este mismo periódico por el psiquiatra Raj Persaud, https://acento.com.do/opinion/por-que-trump-denuncia-fraude-electoral-8880105.html?fbclid=IwAR3WwTCOCkaInssFqZz-3eBY7-mjJxEThM2eLrGh7Ef1n68Q5NAmdqO6J2Y interrogante que muchas personas habrán realizado en los últimos días.

En su artículo, Persaud reseña un estudio realizado durante las elecciones del año 2016, publicado recientemente en la revista Research & Politics, acerca de los efectos producidos por la retórica conspirativa relacionada con la interferencia electoral en adultos norteamericanos con edad de votar. (https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/2053168020959859).

Los resultados del estudio son preocupantes. La exposición a una retórica conspirativa relacionadas con interferencias electorales aumenta los sentimientos de ira, frustración e indignación reduciendo la credibilidad en las instituciones democráticas.

Las teorías conspirativas tienden a prosperar, como señala en una reciente entrevista el psicólogo evolutivo Steven Pinker, https://elpais.com/ideas/2020-11-07/steven-pinker-el-partido-democrata-debe-distanciarse-de-la-palabra-socialismo.html?ssm=FB_CC&fbclid=IwAR3wlLvy1Nwy3zcMxWv_rPPzE3WUK3BWeTKAGwzKx9dq2AED33QBcndtj64 porque los seres humanos nos nutrimos de narraciones para lidiar con los problemas de la vida cotidiana.

Estas narrativas simplifican el mundo comprendiéndolo en dicotomías: bueno-malo; seguro-amenazante; pro-vida-anti-vida; entre otras dualidades. Estos relatos han sido útiles para nuestra sobrevivencia como especie.

Las referidas narraciones refuerzan el sentido de co-pertenencia a la tribu donde los individuos se interpretan a sí mismos como encarnaciones del lado positivo de las dicotomías y colocan al integrante del otro grupo (étnico, religioso, ideológico) en el lado negativo de las mismas.

Gracias a la cultura digital, los usuarios conforman mundos de datos personalizados reforzando sus creencias y deseos a partir de la información que proporcionan a los sistemas algorítmicos de las redes sociales. En esta atmósfera, se propagan los prejuicios conspirativos de los colectivos más predispuestos a ellos, como los derrotados de una contienda electoral.

Así, la conspiranoia poselectoral estadounidense es comprensible, pero no deja de ser injustificable que una tendencia irracional de los seres humanos sea explotada de manera ególatra e irresponsable por un líder autoritario, apoyado por una maquinaria partidaria que intenta obtener capital político a costa de las instituciones, las leyes y la ciudadanía.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/conspiranoia-politica-8881879.html

 

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La herencia política de Trump


Cualquiera que sea el resultado final de esta elección, el de las urnas y el del litigio judicial que seguramente tendrá lugar, hay una conclusión insoslayable y preocupante: el desempeño electoral de Donald Trump fue excepcional para un presidente que es responsable de una tragedia sanitaria como la de la Covid-19 que al momento de escribir estas líneas causó 239.012 víctimas fatales, cuatro veces el número de soldados caídos en la guerra de Vietnam. Malos o mediocres indicadores macroeconómicos en ocupación, salarios, caídas en manufacturas, minería y construcciones que se comparan desfavorablemente con la presidencia de Barack Obama y contrastan con estridencia ante la expansión de los negocios especulativos en Wall Street y las obscenas reducciones en los impuestos a los más ricos. 

La beligerancia de Trump: guerra comercial con China, deterioro de la Alianza Atlántica y los bloqueos y sanciones económicas a varios países crearon un clima de zozobra, al cual se unió el estallido de las protestas sociales más multitudinarias y violentas desde 1968 y el vigoroso resurgimiento de la “cuestión racial” catapultada por reiterados guiños desde la Casa Blanca a las policías locales para reprimir con todo el rigor posible a los descontentos, y si eran afroamericanos mejor aún. Sin embargo: ni la vitalidad del “Black lives matter” y todo lo enunciado más arriba alcanzaron para precipitar una derrota aplastante de Trump, como pronosticaban la gran mayoría de las encuestas.

El secreto de este desempeño es la mutación del partido republicano “reformateado” por Trump al ampliar su base social y solidificar un apoyo “plebeyo” del que antes gozara sólo marginalmente. En los ochentas del siglo pasado Ronald Reagan había cosechado un importante apoyo en algunos sectores de las clases populares, pero nada comparable en extensión e intensidad con lo del magnate neoyorquino. En extensión, porque penetró en amplios segmentos de los obreros manuales antes cotos de caza de los demócratas; a ellos sumó a los agricultores más pobres, a la olvidada gente del interior profundo del país y las empobrecidas capas medias.

En intensidad, además, porque Trump demostró ser un comunicador excepcional: en los mítines públicos de Estados Unidos no hay mayores registros de multitudes de 30 o 45 mil personas gritando, como en una asamblea de cultos milenaristas, ‘te amamos, te amamos’, como lo consigna un asombrado David Sherfinski en una nota del Washington Times este miércoles. Un demagogo desatado, poseído por una nietzschiana voluntad de poder que exalta como patriotas a los automovilistas que acosaron y bloquearon al bus en que viajaba Joe Biden por Texas; que desafía la legislación electoral y cualquier otra, incluida la tributaria; que se burla de la “corrección política” tan cultivada por sus rivales; que maneja con perversa maestría las redes sociales; que se enfrenta e insulta a los medios concentrados (CNN, el New York Times, el Washington Post y toda la prensa culta), que se construye como el gran defensor del “little guy”, de la gente común, olvidada por el elitismo gerencial de los republicanos tradicionales y el globalismo neoliberal de los demócratas y que cristaliza el apoyo de un imponente bloque social pulsando las potentes cuerdas del resentimiento, el odio, el temor que abren la Caja de Pandora del racismo y la xenofobia; que exalta la perdida grandeza de su país amenazada por los pérfidos chinos que “inventaron al coronavirus para poner a Estados Unidos de rodillas”, grandeza que él se propone recuperar a cualquier precio.

El principal saldo, por ahora, de esta elección –que será recordada como un parteaguas en la historia política de Estados Unidos y sobre el cual habrá mucho que analizar- es la consolidación de una derecha populista radical pero que ahora, por obra de Trump, adquiere una resonancia de masas que jamás tuvo el Tea Party ni ninguna otra expresión de los republicanos desde la época de Teodoro Roosevelt, a comienzos del siglo veinte y, en parte, Ronald Reagan. Esta es una mala noticia. La buena es que esta construcción gira exclusivamente en torno a su persona y no hay sucesor a la vista. De todos modos, habrá que tener cuidado porque si Trump llegara a perder la presidencia esa masa plebeya y furiosa quedaría huérfana pero, ¡atención con esto!, disponible para nuevas interpelaciones populistas y de derecha de otro líder carismático. Que por ahora no se ve, pero que puede estar al acecho en los pliegues de una sociedad exasperada y enfurecida.

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/303810-la-herencia-politica-de-trump

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