Población mundial > 8.000 millones

Por Javier Belda/-

El pasado 15 de noviembre la Tierra alcanzó los 8.000 millones de habitantes, solo 11 años después de que se alcanzaran los 7.000 millones. De nuevo –desde hace ya más de 300 años– las voces del malthusianismo vuelven a las andadas, presumiendo de filantropismo futurista.

Thomas Malthus fue un clérigo anglicano y economista nacido en 1776. Las ideas de Malthus influyeron en la construcción de la teoría de la evolución de Charles Darwin.

El problema que Malthus identificó hacia finales del siglo XVIII fue que el ritmo de crecimiento de la población superaba, con creces, la capacidad de la sociedad de producir alimentos suficientes para abastecerse. Este ritmo respondía a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hacía en progresión aritmética.

Esta diferencia, según Malthus, generaría inexorablemente hambrunas, conflictos y muerte. El británico desarrolló sus ideas en una serie de escritos de los que el más famoso fue el que publicó en 1798, bajo el título Ensayo sobre el principio de población.

Fue miembro desde 1819 de la Royal Society –aquí es dónde empezamos a ver que Malthus no está muerto, como no lo está el colonialismo europeo–. La Royal Society of London for Improving Natural Knowledgees es la sociedad científica más antigua del Reino Unido y una de las más antiguas del mundo.

Karl Marx ya expuso en El capital (1867) la necesidad esencial de un cambio de paradigma frente a la visión tradicionalista y lineal, incapaz de proyectar un futuro cualitativamente distinto a lo conocido e institucionalizado.

En la actualidad, el malthusianismo encuentra su mejor expresión en el «Ecofascismo».

Esta visión promueve que llegará un momento en que no tendremos bosques, praderas, desiertos, tierras agrícolas… Nada, excepto los paisajes urbanos más densos que podamos imaginar, altos edificios en todas partes. Cada centímetro cuadrado cubierto de asfalto y hormigón. Muy pocas plantas o animales, si es que quedará alguno. Tampoco habrá lugares tranquilos para escapar del ajetreo.

Careceremos de espacio para cultivar alimentos, por lo que necesitaremos de otros planetas solo para la agricultura, sin mencionar la extracción de todas las materias primas necesarias para construcción y la industria terrestre.

Finalmente, la Tierra por sí sola será claramente incapaz de alimentar a los humanos. Dado que llevará años conseguir comida aquí, incluso con naves espaciales que viajarán a la velocidad de la luz, la mayoría de la población morirá de hambre, entre otras variadas causas de mortalidad.

En 1968 resurgieron las preocupaciones sobre la sobrepoblación global, cuando un profesor de la Universidad de Stanford, Paul Ehrlich, y su esposa, Anne Ehrlich, escribieron La bomba demográfica.

También en 1994, cuando la población mundial era de apenas 5.500 millones, un equipo de investigadores –de la misma universidad en California–, calculó que el tamaño ideal de nuestra especie estaría entre 1.500 y 2.000 millones de personas.

En 2013, Attenborough explicó su punto de vista a la revista Radio Times: «Todos nuestros problemas ambientales se vuelven más fáciles de resolver con menos personas, y más difíciles y en última instancia imposibles de resolver con cada vez más personas».

Tokyo – Pixabay

Se espera que alcancemos los 10.000 millones de personas en el planeta entre los años 2070 y 2080, según estimaciones de la ONU. [1]

El Fondo Mundial para la Naturaleza achaca la disminución de vida silvestre (en dos tercios entre 1970 y 2020) al crecimiento de la población mundial.

Paradójicamente, Elon Musk tuiteó que «el colapso de la población debido a las bajas tasas de natalidad es un riesgo mucho mayor para la civilización que el calentamiento global». [2]

Algunos de los nuevos adalides –visibles– del viejo malthusianismo son Bill Gates, Klaus Schwab o George Soros; a saber: esta gente no trama nada bueno, lo cual es visible en sus mismos sitios de referencia. [3]

-Bill Gates, vinculado a la esterilización transgénica de semillas y a los experimentos bacteriológicos sobre humanos #BillGatesBioTerrorist.

-En cuanto a Klaus Schwab, ya sus distinciones denotan un entramado ultranacional profundamente oscuro. [4]

-Sobre George Soros, nada que añadir a sus propias declaraciones, en las que sostiene a menudo que únicamente le interesa hacer dinero, a costa de lo que sea.

La salud de la población mundial no esta segura en las manos de estas personas y sus respectivos entes. Nuestra supervivencia pasa por una visión no genocida sobre el viejo tema del crecimiento demográfico.

El Documento Humanista (1993) sostiene:

Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.

El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos. [5]

Solo hemos que desplazarnos por una carretera entre ciudades distantes para ver las grandes extensiones de terreno en las que no vive nadie. En muchos casos estas extensiones son áridas y descuidadas (no bosques frondosos).

Podemos desarrollar nuevos núcleos poblacionales atuosostenibles sin necesidad de vivir todos hacinados en la proximidad en las grandes metrópolis. Y lo más importante: debemos cambiar nuestro estilo de vida tecnoconsumista por un nuevo paradigma humanista.

[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-62130982

[2] https://cnnespanol.cnn.com/2022/08/30/elon-musk-poblacion-colapsara-demografos-trax/

[3] www.gatesnotes.com

www.weforum.org

www.opensocietyfoundations.org

[4] Klaus Schwab:

1988 Cruz de la Orden Nacional del Mérito de Alemania – 1995 Cruz de Comandante de la Orden Nacional del Mérito de Alemania – 1997 Caballero de la Legión de Honor de Francia – 1997 Gran Cruz de Oro de la Orden Nacional de Austria – 1997 Medalla de la Libertad de la República de Eslovenia – 2002 Orden Nacional de la República de Polonia, Cruz de Comandante con Estrella – 2002 Orden de la Amistad de más alto nivel de la República de Kazajstán – 2003 Orden de Stara Planina, Primera Clase, Bulgaria – 2005 Condecoración de Primer Grado por Donación Sobresaliente, Jordania – 2006 Caballero por SM la Reina Isabel II: Caballero Comandante de la Orden de San Miguel y San Jorge (KCMG) – 2008 Premio «Por méritos a la República de Lituania», Grado – Cruz de Comandante – 2011 Orden de la Estrella Polar de la República Popular de Mongolia – 2012 Gran Cruz con Estrella de la Orden Nacional del Mérito de Alemania – 2012 Mexican Order del Aguila Azteca – 2013 Gran Cordón de la Orden del Sol Naciente de Japón  – 2014 Orden Colombiana de San Carlos – Medalla de la Amistad 2018 por su destacada contribución a los 40 años de las políticas de reforma y apertura de China.

[5] https://www.cmehumanistas.org/es/documento-humanista

https://www.institutohps.org/

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Ecofascismo, modernidad y educación

Redacción:  AIM

La calificación de “fascista” dirigida con indignación a los adversarios sin importar su mayor o menor acercamiento al fascismo histórico, es un síntoma más de adoctrinamiento y  decadencia.

Además del autoritarismo, el nacionalismo y el militarismo, el fascismo histórico tenía otras características definitorias, como el corporativismo que extrajo de las experiencias de las ciudades del norte de Italia en los inicios de la modernidad, justamente el embrión del capitalismo.

Podríamos definir, dejando lado a Benito Mussolini, al fascismo como un gobierno autoritario que elimina derechos y libertades individuales bajo el peso de un fin  superior, definido por el Estado. La naturaleza de este fin es en buena medida irrelevante: puede ser racial, como en el nazismo; económico como en tantas dictaduras liberales modernas; social y también medioambiental.

Los ecologistas que han apurado sus planteos buscan imponer una economía en manos de un gobierno mundial -un sueño de la élite que tiene sus traspiés pero es muy tenaz-  y la planificación (eliminación) del “exceso” de población para evitar la presión sobre el ambiente.

En esta dirección, los  llamados ecofascistas o ecototalitaristas han elaborado pautas, premisas y guías de acción que podemos resumir en algunas citas, desconocidas antes de la caída del muro de Berlín en 1989 y promovidas abiertamente después.

1-“Cualquier tipo de tecnología compleja es un atentado contra la dignidad humana. Sería una catástrofe para nosotros si se descubriese una fuente de energía rica, limpia y barata, si pensamos en lo que el hombre haría con ella”.

Amory Lovins, fundador del Rocky Mountain Institute, un think-tank ecologista.

  1. “La perspectiva de poder contar con energía barata a partir de reactores de fusión es lo peor que le podría ocurrir al planeta”.

Jeremy Rifkin, Foundation on Economic Trends (FOET).

  1. “Poner en manos de la sociedad energía barata y en gran cantidad sería como darle a un niño idiota una ametralladora”.

Paul Ehrlich, profesor de la Universidad de Stanford, Estados Unidos

  1. “Mis tres metas fundamentales serían reducir la población mundial a unos 100 millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobre en todo el mundo”.

Dave Foreman, cofundador de Earth First!

  1. “La Tierra tiene cáncer, y ese cáncer es el hombre”.

Club de Roma. (El Club de Roma, fundado en 1968 entre otros por David Rockefeller, ha cumplido la misión de confundir la crisis capitalista con la crisis de la humanidad).

  1. “La extinción de la especie humana no sólo es inevitable, es una buena cosa”.

Christopher Manes, Earth First!

  1. “Buscando un nuevo enemigo frente al que recobrar la unidad de acción se nos ocurrió la idea de que la polución, la amenaza del calentamiento global, el déficit de agua potable, el hambre y cosas así cumplirían muy bien esa labor”.

Club de Roma

  1. “Necesitamos un amplio apoyo para estimular la fantasía del público… Para ello debemos ofrecer escenarios terroríficos, realizar declaraciones dramáticas y simples y no permitir demasiadas dudas… Cada uno de nosotros debe decidir dónde está el balance entre efectividad y honestidad”.

Stephen Schneider, Profesor de climatología en la Universidad de Stanford,

  1. “Estamos al principio de una transformación global. Lo único que necesitamos es la correcta gran crisis”.

David Rockefeller, miembro de la dirección del Club de Roma.

  1. “No importa lo que es verdad. Sólo cuenta lo que la gente cree que es la verdad”.

Paul Watson, cofundador de Greenpeace.

La explosión infantil

Un hecho que llamó la atención del mundo sobre el ecofascismo fue el atentado el 15 de marzo de este año contra dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelandia. Brenton Tarrant, de 28 años, entró disparando con una ametralladora en las mezquitas y mató a 51 personas. Se identificó como “ecofascista” para no dejar dudas.

En el caso de Tarrat, su ecofascismo sintetizaba el supremacismo blanco y el activismo ecologista, en la convicción de que la hecatombe medioambiental que se aproxima se puede evitar mediante la pureza racial.

El ecologismo es acá un pretexto, pero está creciendo en todo el mundo de forma que nos invita a tomar el pulso a la sociedad moderna y a la manera como se representa el  calentamiento global, la degradación de la naturaleza y la posible extinción de las especies, incluida la humana.

La severa confusión ideológica de Tarrant se evidencia en el largo manifiesto que envió momentos antes de los atentados al gobierno neozelandés, en que se declaró “ecofascista por naturaleza” y afirmó haber sido antes comunista y anarquista.

Sus ideas son una traducción a su nivel de las del filósofo francés Renaud Camus, que fue militante socialista luego desencantado por el curso que tomaron las cosas. En 2012 Camus publicó “El Gran Reemplazo”, fuente de las ideas de Tarrant, donde afirma que la Europa “blanca y cristiana está siendo invadida por hordas de inmigrantes negros o de tez oscura”.  Una advertencia en el mismo sentido ya había sido formulada por el Papa Ratzinger.

Camus condenó el ataque de Tarrant pero celebró la aceptación de sus ideas en los Estados Unidos, donde las víctimas de los balazos suelen ser mexicanos que viven en un territorio que alguna vez fue de México.

No se  ve clara la relación entre la pureza racial  y la salvación del ambiente, pero el manifiesto de Tarrant dice que no hay nacionalismo sin medioambientalismo. Asegura que el ambiente natural de su tierra (nació en Australia) lo forjó tal como es. “Nacimos de nuestras tierras y nuestra cultura fue moldeada por ellas. Su protección y preservación tiene la misma importancia que la de nuestros ideales y creencias”. Sin embargo, él mismo pertenece a una población tan oriunda de Oceanía como los kelpers de las Malvinas.

Los europeos del Norte no se formaron en Australia ni en Nueva Zelandia sino quizá en los bosques escandinavos y si alguien podría reivindicar en alguna medida haber sido moldeados por el ambiente neozelandés son los maoríes, polinésicos que llegaron a la isla en el siglo IX seguramente ya formados culturalmente.

Tarrant expresa su dependencia del pasado con estas palabras: “Los orígenes de mi idioma son europeos, mi cultura es europea, mis creencias políticas son europeas, mis creencias filosóficas son europeas, mi identidad es europea y, lo más importante, mi sangre es europea”. En Oceanía era entonces un desarraigado, quizá tanto como los musulmanes que ametralló.

El Estado de Bienestar

Esta irrupción del ecofascismo tiene por contraste la desorientación de la izquierda, que siente que muchas de sus certezas, algunas sostenidas dogmáticamente, han naufragado. Tras la caída del “peligro rojo” cayó también el Estado de Bienestar, una dádiva transitoria a las masas para conjurar el peligro mientras el enemigo soviético se sostenía en pie.

La izquierda trata de reivindicarlo a pesar de que nunca fue más que un cálculo, una adaptación táctica a las circunstancias.  La izquierda, poniendo de manifiesto inoportunamente sus raíces ilustradas, propone la  intensificación del crecimiento material: más consumo de recursos energéticos, más consumo de materiales, de modo de acelarar el momento del colapso.

Mientras tanto, los estados imperiales, las grandes potencias, se preparan para asegurarse el acceso a materias primas y energéticas y adueñarse de tierras fértiles; pero destruyendo campos,  edificios, máquinas y trabajadores.

Una explicación perenne

El terapeuta chileno Claudio Naranjo, influido por las sabidurías de oriente, propone un cambio cultural de base para superar este estado de cosas.

Naranjo, muerto en julio pasado a los 87 años, entiende que los males contra los que chocan el ecofascismo y la izquierda son muy antiguos, tanto como el ocaso prehistórico del matriarcado que descubrió Bachofen en el siglo XIX y que el mismo Naranjo propone llamar “matrística” para quitarle la relación con el poder que contiene el nombre original.

Para él, hay una sociedad opresiva que genera personas infantiles que sufren sin alcanzar a explicarse, a argumentar, que solo se enfurecen y en ocasiones estallan en matanzas como las que suelen ser noticia de tanto en tanto en los Estados Unidos.

“Los colegios roban a los niños al separarlos de sus padres para llevarlos a trabajos forzados intelectuales con el fin de que sean parte de las fuerzas productivas. A estas cosas no las entienden los niños ni tampoco los profesores, que han sido educados para profesores”, dice.

“La gran bestia está empezando a mostrar la cara, monstruosa pero todavía oculta. El mundo enarbola la bandera de la democracia, pero es un despotismo de mercado con no menos efectos destructivos que el despotismo de los tiranos”.

Hay que “apuntar al corazón de la bestia”, que Naranjo identifica con una estructura patriarcal que ha secuestrado a los atributos maternos y los muestra de tanto en tanto.

La crianza es entonces un “no, no, no” hasta que el niño aprende a desconocerse a sí mismo. El ser socializado, que suele llamarse “educado”, es el que ha desarrollado un falso  yo para vivir en un mundo de mentiras.

Naranjo advierte que después de la era de la abundancia que está terminando habrá que atravesar el desierto, “la noche oscura del alma” que prevenía el poeta místico español Juan Yepes, Juan de la Cruz.

Será posible que sobreviva un quinto de la población, con menos tecnología, en una sociedad pequeña pero con seres más sabios y amorosos que nosotros.

“Solo la educación puede cambiar el rumbo de la historia”, resume, pero antes habrá que cambiar la educación. Por eso, uno de sus libros se titula “Cambiar la educación para cambiar el mundo”.

En la perspectiva de Naranjo, las propuestas ecofascistas son consecuencia de la norma patriarcal  que se pretende imponer por la fuerza, y crímenes como los de Tarrant son el estallido de fuerzas ciegas que no han encontrado el camino hacia la expresión elaborada.

Fuente: http://www.aimdigital.com.ar/ecofascismo-modernidad-y-educacion/

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