Oihana Llovet: «El sistema EBI ayuda a los alumnos a encontrar un sentido del aprendizaje»

Oihana Llovet: «El sistema EBI ayuda a los alumnos a encontrar un sentido del aprendizaje»

La directora de Innovación de la Fundación Iruaritz Lezama detalla por qué han desarrollado su propio sistema pedagógico en el colegio «Santa María la Blanca» de Madrid, basado en la personalización.

“Las tecnologías de la información están transformando la Educación, configurando nuevos modos de trabajo en el aula, de búsqueda de información y de aprendizaje colaborativo para lo que son necesarias nuevas competencias”. Este fragmento está recogido en la obra Viaje a la escuela del siglo XXI del psicólogo e investigador Alfredo Hernando, que recorrió durante años diferentes países para conocer los métodos utilizados en los colegios más punteros del planeta. En este sentido, el norte de Madrid tiene el privilegio de contar con uno de los colegios más innovadores del mundo: “Santa María La Blanca”. Ubicado en el barrio de Montecarmelo, es uno de los cuatro centros educativos españoles recogidos en su libro.

¿En qué consiste el sistema EBI?
—Durante los últimos diez años el colegio “Santa María La Blanca” ha apostado por un modelo pedagógico, denominado sistema EBI, que busca dar respuesta a la misión de la Fundación Iruaritz Lezama. Se trata de una propuesta de personalización de la enseñanza en todos los niveles y de un compromiso por desarrollar un modelo que implique una mejora sistémica de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la Educación escolar. Este sistema está basado en la personalización del aprendizaje y busca comprender las habilidades, conocimientos y motivaciones de cada alumno para conseguir que desarrolle un aprendizaje significativo; es decir, que de sentido y valor personal a lo que aprende para que así desarrolle su máximo potencial. El sistema EBI ayuda a los alumnos a encontrar un sentido personal del aprendizaje.

¿En qué consiste el sistema EBI?
—Durante los últimos diez años el colegio “Santa María La Blanca” ha apostado por un modelo pedagógico, denominado sistema EBI, que busca dar respuesta a la misión de la Fundación Iruaritz Lezama. Se trata de una propuesta de personalización de la enseñanza en todos los niveles y de un compromiso por desarrollar un modelo que implique una mejora sistémica de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la Educación escolar. Este sistema está basado en la personalización del aprendizaje y busca comprender las habilidades, conocimientos y motivaciones de cada alumno para conseguir que desarrolle un aprendizaje significativo; es decir, que de sentido y valor personal a lo que aprende para que así desarrolle su máximo potencial. El sistema EBI ayuda a los alumnos a encontrar un sentido personal del aprendizaje.

¿Por qué es tan importante la personalización?
—Creemos que a través de ella el alumno puede dar valor y sentido personal a lo que aprende para dar respuesta a las necesidades del mundo futuro. Por eso, cada joven tiene que ir diseñando su itinerario personal de aprendizaje. Para conseguirlo les vamos dando distintas experiencias de aprendizaje en las que el profesor se convierte en acompañante de ese aprendizaje, puesto que es el corazón del sistema. Gracias a la implicación del profesorado tiene sentido esta personalización. Además, somos un centro de integración preferentemente motórica y estamos orgullosos de acoger a una gran diversidad de alumnado: con dificultades de aprendizaje, de movilidad, etc.

Apostamos por la inclusión, equidad y atención a la diversidad porque el centro siempre es el estudiante, con lo cual cualquier alumno tiene que ser el centro de su proceso de aprendizaje.

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Estamos basados en la personalización porque a través de la misma el alumno puede dar valor y sentido personal a lo que aprende

El sistema EBI se basa en dos criterios, ¿cuáles son?
—El primero es el perfil de aprendizaje del alumno. Somos conscientes de que cada uno de nuestros alumnos es diferente y por eso el profesorado busca conocer cómo aprende cada uno para así poderle ayudar a conocerse. Los alumnos desarrollan una competencia en autonomía porque se responsabilizan de su proceso de aprendizaje y van tomando decisiones según su edad. Por ejemplo, en Bachillerato no todos se examinan de las guías de aprendizaje a la vez. El segundo criterio son las relaciones significativas. Todo acto educativo debe facilitar la construcción de relaciones significativas. ¿Por qué? Porque cada uno aprendemos de forma diferente dependiendo de a quién tenemos alrededor. Así, se establece una relación especial entre profesor y alumno, entre los propios alumnos y el equipo docente. Además, se establecen relaciones con el entorno para que el alumno sepa para qué está aprendiendo y que debe aportar a la sociedad.

También se basa en cuatro principios.
—El primero es la planificación centrada en el alumno. La figura del tutor es clave porque le acompaña en lo personal, académico y social; se vuelve un referente. Se trata de psicólogos y psicopedagogos. El segundo es la comunidad de aprendizaje. Debemos estar atentos a familias, docentes, alumnos, generar entornos en que puedan ser  escuchados y participar. Por ejemplo, la familia participa en el proyecto educativo a través de los padrinos o madrinas de lectura. Padres, madres, abuelos, etc. acompañan a un grupo de alumnos de 1º y 2º de Primaria para que vayan cogiendo el gusto por la lectura. Acuden al aula en horario escolar acompañados por el profesor. El tercero es el fortalecimiento docente. Este no piensa el día anterior lo que va a hacer al día siguiente, realiza un trabajo previo con su departamento antes de empezar el curso para preparar las herramientas y material que va a utilizar. Con las guías de aprendizaje decide cómo quiere que sus alumnos aprendan a lo largo de las distintas unidades didácticas. El último es la transformación curricular. El currículum es el medio que nos ayuda a que los alumnos desarrollen un pensamiento crítico. Las guías de aprendizaje nos permiten desarrollar destrezas como las rutinas de pensamiento, organizadores gráficos que permiten andamiar los procesos de pensamiento.

¿Qué son las guías de aprendizaje?
—Es una herramienta que se utiliza durante toda la vida escolar del alumno y que los alumnos pueden utilizar también desde casa. Tenemos una biblioteca virtual de todas las guías de aprendizaje. En la guía vienen los objetivos, contenidos, criterios de evaluación y criterios de calificación. Está todo para que el alumno lo tenga desde el principio. No obstante, no todos los alumnos tienen que hacer todas las actividades. Por otro lado, trabajamos el portafolio en Secundaria y Bachillerato, donde los alumnos pueden ir recogiendo su forma de aprender, experiencias de aprendizaje, etc. para que puedan tomar decisiones a través de sus evidencias.

¿De qué forma se evalúa?
—Hemos convertido la evaluación en un momento de aprendizaje en el que trasmitirle al alumno qué hitos ha alcanzado y cuáles tiene que mejorar. Pero no desde una perspectiva de darle solo una calificación. Se trata de un momento en el que yo te comento o tú mismo te has evaluado y contrastamos lo que tú has visto y lo que yo he visto como docente, qué has aprendido y qué tienes que seguir mejorando. A nivel social se está viendo que hay que hacer un cambio en la forma de evaluar porque una mera calificación tiene que ser parte del sistema, pero no el todo. Por último, utilizamos las rúbricas de evaluación porque nos ayudan mucho.

Una nueva ecología del aprendizaje

  • Durante los últimos diez años el colegio “Santa María La Blanca” ha apostado por un modelo pedagógico, el sistema EBI, que busca dar respuesta a la misión de la Fundación Iruaritz Lezama. Su punto de partida es la Teoría de las Inteligencias Múltiples, desarrollada en la década de 1980 por Howard Gardner, profesor de la Universidad de Harvard. Así pues, el objetivo fundamental de este método es empoderar al alumnado para que su proceso de aprendizaje sea cada vez más autónomo, teniendo en cuenta que los elementos indispensables son la innovación, el uso de la tecnología y la personalización de la enseñanza.
  • En el sistema EBI se crea el horizonte de expectativas teniendo en cuenta el perfil de aprendizaje de los alumnos. Para poder llevar a cabo esta nueva ecología del aprendizaje este centro educativo ha decidido tomar como referencia el crecimiento de una planta; es decir, la raíz se extrapola a los niños con edades comprendidas entre uno y seis. El tallo hace referencia a los estudiantes de entre cinco y nueve años. El nudo, a los de ocho y 12 años. Las ramas se refieren a los alumnos de entre 11 y 14 años. Las flores, a los de 13 a 16. Y por último, los frutos que equivalen a los alumnos de entre 15 y 19 años. De esta forma, cada etapa está adaptada a las necesidades de cada alumno durante toda su vida educativa.
  • Por otro lado, Innedu y la Fundación Iruaritz Lezama han desarrollado la aplicación que da soporte tecnológico a la metodología EBI. Dicha aplicación se ha desarrollado sobre la API de Google Suite for Education con el objetivo de lograr una plena integración con el resto de aplicaciones Google que ya utilizan en el centro. En este sentido, la ‘Plataforma EBI’ sirve de apoyo para la comprensión de las características del aprendizaje de cada alumno.
  • Finalmente, este centro educativo puede presumir de haber recibido en el año 2018 uno de los galardones ‘Madrid Excelente’ en la categoría de sector educativo. Este reconocimiento, otorgado anualmente por la Comunidad de Madrid, quizá haya contribuido tanto a su creciente prestigio como al hecho de que preste servicio cada día a cerca de 2.200 estudiantes, puesto que a este centro educativo acuden a diario chicos y chicas con edades comprendidas entre los cero y los 18 años.
“Queremos aportar la visión de la Educación del siglo XXI”

Su proyecto EBI ha sido galardonado con el premio ‘Madrid Excelente’ 2018 en la categoría de sector educativo.
—La nuestra es una propuesta para aportar a la sociedad la nueva visión de la Educación del siglo XXI; es decir, una Educación centrada en la personalización del aprendizaje y que en “Santa María La Blanca” hemos ido trabajando a lo largo de estos últimos diez años. Así hemos ido generando distintas herramientas para atender a la diversidad de todos los alumnos.

La Universidad de Harvard también se ha interesado.
—Sí, porque hemos marcado nuestro horizonte de expectativas, que son los objetivos que queremos alcanzar en cada una de las etapas educativas.

¿Han recibido algún otro reconocimiento?
—El coordinador de la OCDE, Andreas Schleicher, visitó nuestro colegio y se sorprendió de la forma de trabajo de los alumnos. En este sentido, los resultados del informe PISA han sido buenos y siempre estamos pensando en cómo mejorar el impacto del sistema.

¿En qué consiste su departamento de Innovación?

Atendemos las necesidades del colegio y somos difusores del sistema EBI, vamos a otros centros educativos a explicar en qué consiste nuestro sistema. La misión de este departamento en el centro, por un lado, es servir al profesorado y, por otro, ser muy flexibles para ver que se pueden presentar nuevas oportunidades de aprendizaje desde dentro y fuera del colegio.

¿De qué forma trabajan con la tecnología en el aula?
—En Infantil y en los primeros años de Primaria se van trabajando unos prerrequisitos para desarrollar una competencia digital y el profesorado utiliza pizarras digitales en clase. A partir de 4º de Primaria los profesores van compartiendo con los alumnos en la pizarra las guías de aprendizaje. Después, en 5º todos tienen su propio dispositivo que utilizan cuando es necesario. Se trata solo de una herramienta, no es lo fundamental del sistema. La tecnología nos ayuda a que el alumno siga su ritmo de aprendizaje y así el profesor se pueda centrar en el acompañamiento personal del estudiante.

2º de Bachillerato es un curso muy importante, ¿cómo lo organizan?
—El profesorado de Bachillerato recoge todo lo que se ha sembrado en los cursos anteriores. A lo largo de la vida escolar de un alumno se ha ido poniendo mucho hincapié en que adquieran nuestras seis competencias básicas del sistema (personal y social, iniciativa y autonomía, digital, comunicativa, artística y científica).

Los espacios también son una herramienta de aprendizaje.
—Los espacios son muy importantes para nosotros. La configuración de las aulas generalmente está enfocada a crear una distribución de grupos de trabajo. El aprendizaje entre iguales tiene una potencia muy importante y durante las clases los alumnos se pueden preguntar entre ellos. También acuden a otros espacios de aprendizaje: biblioteca, clase de música, etc. e intentamos decorarlos para que cualquier lugar y momento se convierta en una oportunidad de aprendizaje y disfrute.

¿Qué valor dan al deporte y la música?
—El ideario del colegio tiene cinco puntos claves: la catolicidad, la innovación, el bilingüismo, la integración y la especial atención al tiempo libre. En el último punto tienen mucho poder las academias; es decir, se oferta una gran variedad de actividades que están encapsuladas en distintas academias (deporte, música, tecnología, etc.). Les brindamos a nuestros alumnos más posibilidades de desarrollo, aprendizaje y disfrute en distintos momentos a través de las academias.

Currículum Vitae

Formación. Arquitecta titulada por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Está finalizando un Máster Universitario en Estrategias y Tecnologías para la Función Docente en la Sociedad Multicultural por la UNED.

Trayectoria. Se ha desarrollado en los últimos 10 años en el entorno educativo como docente de Educación Secundaria y Bachillerato e impulsora de la innovación educativa a través del proyecto EBI.

Cargo. Es directora de Innovación de la Fundación Iruaritz Lezema. Sus intereses tienen como foco el análisis y documentación de las prácticas educativas al servicio de la personalización, así como la generación de redes de cambio y mejora educativa.

Fuente de la Información: https://www.magisnet.com/2020/01/oihana-llovet-el-sistema-ebi-ayuda-a-los-alumnos-a-encontrar-un-sentido-del-aprendizaje/

 

 

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La educación no encierra un tesoro, lo abre.

Pedagogía Red. Una educación para tiempos de internet

La pedagogía tiene el reto de entender la oportunidad educativa que supone internet. No obstante, el reto no implica una tarea mecánica. Existen muchos intentos bajo distintos nombres que dan cabida a este proceso (ciberpedagogía, pedagogía online y otros genéricos) que, estricto sensu, no representan una nueva pedagogía, sino más bien el afianzamiento de visiones educativas, algunas ya enunciadas o perfiladas, que empiezan a tomar fuerza en el entorno educativo que describe internet. Por tanto, en el continuum que representa el desarrollo de la pedagogía, internet es un estadio de desarrollo en el que utopías –y distopías– educativas encuentran rasgos de verisimilitud. 

Pero la reflexión pedagógica sobre internet es un ejercicio que no solo busca dar respuestas, sino también plantear preguntas. Muchos entienden internet como la respuesta adecuada a las inconsistencias educativas –más en el ámbito de la educación formal–, pero plantear buenas y adecuadas preguntas quizás sea el ejercicio menos común, aunque el más rico y complejo, en este proceso de apropiación de la tecnología por la cultura educativa. La pedagogía también tiene esa vocación por buscar, gracias a las preguntas, la movilidad de las ideas y la crítica para ir más allá de la moda o el automatismo con que a veces se puede asumir internet en la educación.

 

Por ello, la necesidad de pensar en internet no solo como la respuesta didáctica a la pregunta ¿con qué aprender?, sino ¿dónde está el cambio educativo con internet? Ni los recursos, ni los flujos de comunicación, ni el lenguaje, ni las dinámicas de interacción social en internet son las mismas que los recursos, flujos, lenguaje y dinámicas del aula. El cambio está en el modo de acción y pensamiento en red.

Internet viene afianzando visiones y acciones que favorecen aprender –y también enseñar– en un entorno y flujos de comunicación distintos a la organización escolar clásica. Como aprender no es aséptico al entorno donde sucede, algo debemos exigir a la reflexión educativa para ir más allá de la sustitución de un recurso por otro. Lo radical del cambio es comprender que aprender puede estar enmarañado en una nueva capa de acción y representación en red.

Pues bien, alojados en esta nueva capa tecnológica en red, otros procesos sociales vienen experimentado una serie de replanteamientos de la interacción en los procesos productivos y laborales, en el ejercicio de la democracia y la ciudadanía, en las manifestaciones artísticas, en el gobierno, en los modelos de consumo y producción cultural, en las alternativas de expresión afectiva, en las formas de comunicación periodística, en las opciones recreativas y en otras formas de participación social que, de forma general se puede reconocer, como señala Castells, en una sociedad red. Por ello, ¿qué sucede cuando internet empieza a formar parte de la visión del aprendizaje y de la educación? Esta es la pregunta que motiva las otras preguntas que mueven este libro. Es así que, en vez de ir directamente a la herramienta –el camino habitual–, en este libro se ha querido aprovechar internet desde las preguntas. Con la actitud de dejar abierta la puerta a la reflexión se ha convocado a investigadores de distintas especialidades para que añadan su comprensión en torno al potencial educativo de aprender en red.

En todos los capítulos las autoras y los autores –y damos gracias por ello–, antes de pensar en proponer el uso de una u otra herramienta de internet, se han preocupado de pensar qué hacer con las funciones sociales y culturales que añade internet a la educación. En cada capítulo se busca dar una respuesta a cada una de las ocho preguntas pedagógicas que, como editores, hemos buscado atender; preguntas básicas de cara a la construcción de un marco pedagógico en red.

Javier Onrubia en el capítulo inicial, “¿Por qué aprender en red?”, busca presentar algunas reflexiones en torno al sentido y las finalidades de la educación en la nueva ecología del aprendizaje que se dibuja en la sociedad actual, una ecología del aprendizaje en que las tecnologías digitales y las prácticas sociales de uso de las mismas desempeñan un papel central. Una de las aportaciones importantes del capítulo es el análisis de las finalidades educativas que debería cumplir la educación en la nueva ecología del aprendizaje, como pueden ser las capacidades y competencias propias.

En “¿Qué aprender en la red?, Julio Cabero y María del Carmen Llorente, se plantean como objetivo presentar algunas reflexiones sobre lo que se puede aprender en la red. El capítulo se organiza en dos apartados. El primero se dedica a revisar algunos de los rasgos que definen el sentido del conocimiento y a caracterizar el significado del contenido en la sociedad-red. El segundo se centra en el papel de los recursos educativos en abierto en un sentido amplio, desde recursos específicos a cursos masivos en línea (MOOC). Se reflexiona también sobre el nuevo papel del docente que debe seleccionar, socializar y organizador las experiencias de aprendizaje.

En “¿Cómo aprender en red?”, Begoña Gros y Xavier Mas presentan algunas reflexiones sobre la influencia de la red en el aprendizaje. En el capítulo se sostiene que hay un paralelismo entre las ideas y planteamientos pedagógicos anteriores a la aparición de la web –Anderson (2010) lo denomina pre-net theories of learning– y los que nacen bajo la plena influencia de la red –denominadas por este mismo autor como net-aware theories of Learning–. Las posibilidades que ofrecen las tecnologías digitales acentúan y aceleran ideas pedagógicas que tienen su fundamento en las teorías del aprendizaje anteriores a internet, dando lugar al nacimiento de nuevas teorías y enfoques basados en la asunción de su carácter ubicuo. En el capítulo se revisan las diferentes teorías y se concluye que es necesario aplicar el diseño pedagógico para articular los contenidos disciplinares, la teoría pedagógica, la experiencia basada en la práctica y el uso de recursos tecnológicos.

Ismael Peña-López, en “¿Con qué aprender en red?”, aborda el tipo de herramientas para aprender en red partiendo de una premisa importante: “Para aprender en red hay que estar en la red”. El autor propone no hacer una lista arbitraria de herramientas de la educación 2.0. A cambio, plantea poner el foco en las instituciones educativas y cómo dichas herramientas introducen cambios. De este modo, el autor pone de relieve que la disrupción que las instituciones educativas están sufriendo viene de la mano de determinadas estrategias y herramientas. Se analizan diez elementos claves del sistema educativo y se describen las principales herramientas que los modifican y transforman.

En “¿Con quién aprender?”, Cristóbal Suárez y Paola Ricaurte abordan la naturaleza social del aprendizaje y se analiza qué implica hablar de lo social cuando nos encontramos aprendiendo en Internet. Para dar respuesta y entender la importancia de lo social se indaga en la teoría sociocultural del aprendizaje. Internet es visto como entorno social de aprendizaje más que como una herramienta tecnológica. Aprovechar la dimensión social en el aprendizaje en internet implica que las personas reconozcan su rol dentro de la estructura reticular y sean capaces de enfocar el cambio educativo como cambio cultural. Internet es el entorno educativo donde, además de la enseñanza, caben otras formas de aprendizaje. Para mostrar ese potencial, en el capítulo se presentan una serie de casos que ejemplifican la amplitud de perfiles y experiencias existentes en la red.

En “¿Dónde aprender en red?”, Francesc Llorens retoma la idea del “aprendizaje en internet” y remite tanto al aprendizaje sobre la red como al aprendizaje en red. En el primer sentido son pertinentes las aproximaciones relativas a las plataformas de aprendizaje existentes. En el segundo se pretende resaltar el carácter ecosistémico de la red. El capítulo aborda el análisis de ambos territorios y analiza el alcance educativo de los nuevos formatos y narrativas propias de la red.

Diego Levis plantea la transformación del espacio y el tiempo en el contexto de la red en “¿Cuándo aprender en red?”. Se presta especial atención a la progresiva disolución del espacio/tiempo cerrado y limitado de la escuela, rasgo propio de la sociedad industrial, como ámbito exclusivo y reservado para la enseñanza y el aprendizaje. La movilidad e intemporalización electrónica de gran parte de nuestras actividades públicas y personales dan lugar a la emergencia de una forma de vida social a la que el autor caracteriza como tecnomadismo, entendido como la persona que se comunica, se entretiene, trabaja y estudia desde lugares cambiantes, en momentos variables, utilizando para ello dispositivos digitales provistos de pantallas electrónicas, conectada a una red telemática inalámbrica.

Y finalmente, en “¿Cómo valorar lo que se aprende en la red?”, Elena Barberàanaliza cómo aprender en red no es solo un hecho o una invención pasajera de la modernidad, sino una realidad. Puesto que el aprendizaje lleva intrínseco el proceso de validación del saber, eso nos lleva a plantear la valoración de lo aprendido y si, como en la época actual, se trata de una forma diferente de aprender, ello nos propulsa a nuevas maneras de abordar las estrategias valorativas. En este contexto, el capítulo analiza dos sentidos de la valoración de los aprendizajes en la red. El primer tipo de valoración se puede considerar más formalizado en el sentido de que mayoritariamente, hasta ahora, era el aprendizaje que se llevaba a cabo en contextos formales el que precisaba de valoración, pero, sobre todo, de una valoración normativa y formalizada. El segundo tipo de valoración, el relativo al aprendizaje en la red, se considera más informal porque el tipo de fuentes y mediadores resulta más alternativo, pero también debido a que no existen tantos recursos de apoyo a este proceso de valoración.

Lo ideal es que estas preguntas y sus respuestas generen otras tantas de distinto calado, que permitan, entre otras cosas, buscar encuadres pedagógicos que distingan que el objetivo es aprender, no usar internet, así como superar la tentación pedagógica de “trasladar” las didácticas validadas en el aula a la dinámica de internet sin tener en cuenta que diseñar el aprendizaje en internet es, literalmente, crear otra acción educativa. La actividad pedagógica también es un requisito para usar internet.

Presentación extraída del libro:

Gros, B y Suárez, C (Eds.) (2016). Pedagogía Red. Una educación para tiempos de internetBarcelona: Octaedro/ICE-UB (pp. 7-11).

Fuente de la Información: https://feedly.com/i/entry/WzTxghVTs+gyTxMDcgohJYYXLoDybNmZ2DKTqlfRCj0=_15a46fbe147:5d4980:97e9e09b

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