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El ‘shokuiku’, la educación nutricional que convierte a los comedores escolares de Japón en todo un ejemplo

Japón/30 marzo 2017/Fuente: La Sexta

El ‘shokuiku’ es una parte fundamental en la educación de los niños en Japón. Significa «educación alimentaria y nutricional» y se inculca a los pequeños ya desde la escuela primaria.

En Japón, el almuerzo escolar es una prioridad y tratan de hacer entender a los niños la importancia de los alimentos que ingerimos.

Durante la hora del almuerzo los niños tienen el tiempo sólo para sentarse y comer. Se sirven unos a otros para reforzar una cultura de autosuficiencia. En muchas escuelas, incluso, recogen sus platos ellos mismos.

Kids serve one another in an effort to reinforce a culture of self-sufficiency. In many schools, there is no janitor. Kids learn to pick up after themselves.

El almuerzo consiste en un plato principal, arroz, y una sopa lateral. Suelen servir sopa de miso, un pequeño paquete de pescado, leche, arroz y cerdo frito con verduras.

En la escuela primaria Jinego, en Akita, un almuerzo típico incluye pollo, arroz, sopa wakame miso, ensalada de verduras, leche y mandarina.

At Jinego Elementary School, in Akita Prefecture, a typical lunch includes chicken, rice, miso wakame soup, vegetable salad, milk, and a tangerine.

La esperanza de vida de Japón está entre las más altas del mundo, mientras que la tasa de obesidad está muy por debajo del promedio mundial.

Lunchtime in Japanese primary schools is almost sacred. It isn't hurried or hasty — kids get the time just to sit and eat.

Fuente:http://www.lasexta.com/noticias/sociedad/shokuiku-educacion-nutricional-que-convierte-comedores-escolares-japon-todo-ejemplo_2017032858da349f0cf2f510fd858c49.html

 

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Perú: La sangrecita, un remedio ancestral andino contra la anemia

América del Sur/Perú/24 Septiembre 2016/Autor: Pablo Pérez/Fuente: El país

Un programa de Acción Contra el Hambre recupera la deshidratación de sangre y vísceras de animales para compensar la falta de hierro en la dieta infantil

Cuando había matanza de un carnero en su casa, en la humilde comunidad indígena de Yanapampa, en los Andes peruanos, Maruja Orejón recogía la sangre y el pulmón y los cocinaba inmediatamente para elaborar algunos platos. Incluso invitaba a los vecinos para acabar rápidamente con el exquisito pero perecedero manjar. No sabía que esos alimentos eran, por su altísimo contenido en hierro, un potente antídoto contra la anemia que afecta a la mayoría de los niños de la región.

Y aunque lo hubiera sabido, no habría sido capaz de conservarlos para hacerlos parte de su dieta cotidiana, ya que ni siquiera tiene un frigorífico en su casa de adobe y rápidamente se hubiera echado a perder. Ignoraba que sus ancestros, ya en tiempos prehispánicos, tenían un método bien simple para que durase.

Hasta que la ONG internacional Acción Contra el Hambre implementó un programa contra la anemia en la zona y descubrió que algunas familias todavía lo practicaban, pero que era desconocido para la mayoría: salar las vísceras y deshidratarlas.

El charqui (que es como se denomina en quechua a la cecina) de carne es algo muy extendido en la mayoría de las regiones andinas de Perú, debido a la ausencia en las comunidades rurales de electrodomésticos para mantener fríos los alimentos. Lo que se había perdido, sin embargo, es el charqui de vísceras como el hígado, el bazo, el bofe (el pulmón de la vaca), el corazón o incluso la sangre, que deshidratada recibe el nombre de sangrecita.

Mediante la promoción de estos alimentos ricos en hierro, el programa Anemia no de Acción Contra el Hambre, que recientemente fue reconocido con el premio a la mejor iniciativa en promoción por la salud de la Fundación Mapfre, ha contribuido a que se reduzcan notablemente los niveles de esta condición de los niños de las 19 comunidades del departamento de Ayacucho (en el sur andino de Perú) en las que intervino.

Perú tiene una tasa de anemia en niños de entre seis y 36 meses de edad del 43,5% y el índice es todavía en zonas rurales (51,1%) y de mayor pobreza (50,4%), según datos oficiales. En zonas andinas, como Huamanguilla —donde se encuentra Yanapampa— y los otros tres distritos de la región de Ayacucho donde se llevó a cabo el proyecto es aún mayor debido a una dieta poco variada y baja en alimentos de origen animal (la mayor fuente de hierro), a base principalmente de patata, legumbres, trigo, maíz y verduras, y una serie de malos hábitos alimenticios e higiénicos.

Esto repercute en el desarrollo de los niños, pues los bajos niveles de hemoglobina en la sangre (la causa directa de la anemia) hace que sean propensos a enfermarse, poco activos, menos inteligentes y con dificultades para concentrarse y retener conocimientos en la escuela.

La promoción del charqui de sangrecita y de vísceras en coordinación con otros programas que fomentan hábitos como el lavado de manos, la estimulación temprana o cocinas más saludables (sin animales de corral, con extractores de humo…) han logrado reducir en Huamanguilla de un 74,3% a un 62,1% el índice e anemia. “Pero tenemos información más precisa de que hay familias que han desarrollado esta práctica, han recibido información de este tipo, y en ellas es un poco más notoria la disminución”, asegura Henry Torres, coordinador del proyecto.

En Yanapampa, en concreto, que es un pequeño grupo de casas, “cuando llegamos había cinco o seis niños con anemia y al final del proyecto, lo hemos dejado con dos, que son anemias leves”, especifica Lourdes Callañaupa, una enfermera que fue responsable de comunicación del programa.

Aunque la primera vez que los padres de las zonas andinas oyen hablar de anemia no entienden de qué se trata, pues no tiene unos síntomas claramente identificables, Maruja ha percibido en sus seis hijos la diferencia que ha supuesto la mejora en la dieta y en las prácticas de higiene para los más pequeños, beneficiados por programas como el de Acción Contra el Hambre.

“En la escuela mi hija mayor y el otro varón no captaban bien. Los chiquitos son más hábiles. Ahora han mejorado todos”, dice con orgullo. “Este”, afirma señalando a Roy, el más pequeño, “había nacido con menos de 2,5 kilos y era anémico cuando aparecieron las Chispitas (unas dosis diarias de micronutrientes repartidas en zonas pobres por los servicios de salud peruano) y la sangrecita”. El pequeño, de cinco años, se ve saludable, vivaz y lleno de energía, no para de jugar con sus hermanos.

La técnica de charqui de vísceras de sangre, que se practicaba en tiempos prehispánicos, se había perdido y las familias sólo consumían algunas de ellas frescas

“El otro día estuve viendo un desfile escolar y me dejó muy feliz porque vi que los niños son más hábiles y cada vez están terminando la educación primaria más chiquitos”, comenta Victoria Cárdenas. Antes, en Yanapampa, “los niños terminaban primaria con 15 o 16 años y ya no estudiaban secundaria porque tenían vergüenza, mientras que ahora con 12 años ya acaban”, añade.

“Nosotras, a pesar de ser adultas, como no hemos sido bien alimentadas de niñas, somos propensas y nos ponemos constantemente enfermos”, dice la mujer, de 45 años, mientras prepara charqui con la sangrecita de una gallina que acaba de sacrificar. La hierve en agua hasta que se forman grumos y se solidifican. Luego los pone en un plato, les echa sal, los tapa con una tela para protegerla de los mosquitos y deja el plato al sol sobre el techo metálico de un pequeño cobertizo que tiene entre la casa y el huerto para que se seque.

Los cinco hijos de Victoria son ya mayores (la menor tiene 13), pero ella se apuntó al proyecto de Anemia no para mejorar la alimentación de sus nietos. “Yo veo bastante cambio en mi nieta. Desde que le doy sangrecita, que tiene bastante hierro, ella está mejor. No conoce la anemia”. La niña, de dos años, come con avidez el charqui de hígado de cordero que le ha preparado su abuela, mientras ésta la mira con una sonrisa de oreja a oreja. “Es bien inteligente. Con dos años ya distingue los colores, sabe contar hasta cinco…”. Le muestra un vaso rojo y le pregunta: “¿Este qué color es, mamá?”. “Dojo”, le responde. Los niños de antes, recuerda, con dos años no podían casi ni ponerse de pie, ni hablar bien.

“Alimentándolos así estoy segura de que más adelante todos van a alcanzar una profesión, van a estar más sanos y más alegres”, sostiene. Los que todavía no están bien alimentados, lamenta, “cuando van a la escuela, están tristes, somnolientos, la profesora está hablando y no están atendiendo”.

En vez de llegar a Huamanguilla y los otros distritos ayacuchanos a imponer soluciones ideadas desde fuera, incluso aunque puedan haber tenido un buen resultado en otros lugares pero que son difíciles de sostener en el tiempo una vez terminada la intervención, Acción Contra el Hambre se propuso buscar remedios junto con la población local. Al sentirlos esta como propios, es más fácil que los interioricen y que los mantengan una vez que se termina el proyecto de cooperación.

“Incorporamos un componente cultural a este proyecto de manera más fuerte”, explica Torres. “Desarrollamos un trabajo con las familias en lo cultural para ver qué elementos podían mejorar los niveles de hemoglobina y, por ende, de anemia. Hubo personas viviendo con las familias y descubrieron que había un grupo de mujeres que tenía esta forma de deshidratar, no sólo la carne, sino las vísceras y la sangrecita”.

El programa Anemia noha enseñado a las mujeres a moler elcharqui de sangrecitapara hacer una harina con la que pueden hacer varias recetas, incluso postres

“Era un conocimiento ancestral, pero la mayoría lo perdió”, relata. “Puede ser por la introducción de nuevos patrones alimentarios, o porque no veían tanto la utilidad”. La única diferencia respecto a la elaboración delcharqui de carne es el tiempo de secado y la limpieza de las vísceras antes de darles un hervor.

Este enfoque cultural le ha permitido alcharqui de sangrecita superar algunos de los problemas que tienen las Chispitasque reparte el gobierno en sobres con dosis diarias. Estos micronutrientes en forma de polvo tiene un sabor fuerte que provoca el rechazo de algunos niños y algunos efectos secundarios, como diarreas, náuseas o estreñimiento. Además, algunas madres no tienen claro cómo deben incorporarlos a la comida.

Callañaupa recuerda que al principio algunos niños rechazaban el charqui por su textura y color. Pero en colaboración con las propias madres locales, Acción Contra el Hambre encontró la forma de molerlo y convertirlo en una harina fina que se puede añadir a cualquier alimento y elaboró una serie de variadas recetas adaptadas a los gustos autóctonos. “Ahora se pueden hacer preparaciones tanto en los segundos platos como en los postres y el niño no se da cuenta de que está comiendo la sangrecita”, indica la enfermera.

“Es un polvo muy fino y se agrega a los purés, a las sopas o a las papillas”, indica Torres, por lo que incluso se lo pueden dar a los bebés a partir de los seis meses, antes de que les salgan los dientes.

Maruja Orejón le pone harina de sangrecita a sus niños todas las mañanas en el desayuno. Si no lo añade a la avena, prepara con la licuadora un batido al que se la agrega. Pero su receta especial es la mazamorra de calabaza, un postre tradicional peruano a base de leche, canela y azúcar, con la sangrecita.

Marlene Yaranga, otra vecina de Yanapampa, utiliza por ejemplo el charqui de bofe para hacer uno de los platos más típicos de la zona, la chanfainita. Con ajo, pimiento, cebolla, pimentón, cacahuete molido, orégano, patata y zanahoria, elabora un consistente plato que su sobrina Damaris, de seis años, devora con fruición. Cuando acaba, su hermana Betsabé se lo da a su bebé de año y medio.

“Nosotros sólo comíamos fresco. Ahora ya constantemente les damos a nuestros hijos y sabemos que tiene mucho hierro”, señala Betsabé, que le dacharqui tanto de carne como de vísceras a sus niñas de tres a cuatro veces por semana.

“Normalmente a los niños les dábamos quinua, arveja, haba, trigo, papa… que sembramos aquí. De vez en cuando comprábamos carnecita, pero poca. La sangre se tiraba”, recuerda Betsabé.

Gracias al programa “ha mejorado bastante la alimentación”, celebra la mujer. “Ahora ya constantemente les damos charqui de vísceras a nuestros hijos y sabemos que tiene mucho hierro. A veces compro el mercado el charqui y poco a poco lo cocino para mis hijos, tres o cuatro veces a la semana. Si están frescas (las vísceras y la sangre) no se puede, porque empieza a oler feo, pero el charquise conserva más tiempo”.

Mujeres como Maruja, Victoria, Marlene y Betsabé se han convertido en mamás-líder del programa. Y aunque la ONG ya no está presente en el lugar, ellas se coordinan con el centro de salud de la zona para ir a enseñar a mujeres de otras localidades, e incluso de otros distritos, a utilizar el charqui para alimentar mejor a sus pequeños.

“Cuando he ido a hablar con otras madres, se sorprendían porque antes todas tiraban la sangre”, explica Victoria. “Ahora casi ya no tenemos anemia aquí. Nos organizamos y cuando está un niño con anemia vamos a visitarle y decirle a la familia cómo puede hacer”, añade Betsabé.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/22/planeta_futuro/1474550665_668844.html

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Honduras: La FAO acompaña XX Congreso Infantil para promover programas de alimentación escolar

Centro América/Honduras/20 de agosto de 2016/Fuente: latribuna

Promover iniciativas para la universalización del programa de alimentación escolar, la lucha contra el zika, la seguridad ciudadana, entre otros, son los temas que se discutirán en la instalación del XX Congreso Infantil, el próximo mes de septiembre, informó María Julia Cárdenas Barrios, Representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO).

El Congreso Infantil es una iniciativa que promueve el Congreso Nacional, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Secretaría de Educación y en esta edición la FAO en Honduras que se incorporará para contribuir a fortalecer capacidades en los parlamentarios infantiles en temas de seguridad alimentario.

La FAO en el país ha venido impulsando la metodología de un Programa de Alimentación Escolar, bajo el modelo de escuelas sostenibles que contempla la construcción de espacios adecuados para la preparación y consumo de alimentos, la educación alimentaria nutricional y las compras locales de productos a la agricultura familiar para dinamizar la economía de los territorios, señaló Cárdenas Barrios.

Los 128 parlamentarios infantiles, provenientes de las diferentes regiones de Honduras, del 3 al 5 de septiembre debatirán sobre el tema de alimentación escolar y otros de prioridad para la población infantil.

Por su parte, el Presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, agradeció a la FAO su incorporación a este proyecto, manifestando que representaba un mayor compromiso para continuar impulsando las iniciativas a favor de la niñez hondureña.

Es importante destacar que de acuerdo a las autoridades parlamentarias el 90 por ciento de las mociones presentadas por los diputados infantiles incidieron para la aprobación de importantes leyes en beneficio de la población infantil.

FAO-alimentos

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/08/19/la-fao-acompana-xx-congreso-infantil-promover-programas-alimentacion-escolar/

Imagen: http://cdn.latribuna.hn/wp-content/uploads/2016/08/congreso-infantil.jpg

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La estafa de los Cereales: ¿qué hay realmente en el desayuno de nuestros niños?

08 junio 2016/ Fuente : Ecoportal

Por Ecoportal.- “Cuando pensamos en el desayuno de los niños y nos influye el marketing, lo asociamos de inmediato a la presencia de cereales, un producto que nos han vendido como “sanísimo”, pero que si miramos sus componentes no siempre resulta así.”

¿Sabemos qué comemos?

Es importante saber qué se esconde exactamente detrás de los componentes de los cereales que les damos a nuestros hijos y los que muchos de nosotros consumimos asiduamente en el desayuno, creyendo erróneamente a veces, que estamos tomando una comida saludable.

Estos son los componentes que debemos cerciorarnos que no estén presentes en los cereales que compramos, por más naturales que nos digan que son. Debemos tomarnos un momento y revisar las etiquetas para saber qué estamos consumiendo.

Muchos cereales tienen un alto contenido de azúcares (de hecho los “inflan” con esta sustancia) y en general cuando en las etiquetas dice “azúcares” el de maíz o fructosa está casi siempre presente. Pero lo que no aclaran es el origen de estos endulzantes ni que muchos de ellos están hechos con maíz  transgénico u OMG; así que a menos que se especifique lo contrario, no hay más remedio que dudar.

Aceites hidrogenados

Este tipo de aceites contienen grasas trans, que están relacionadas con el cáncer, las enfermedades del corazón y los problemas inmunológicos. Los aceites hidrogenados están llenos de grasas saturadas.

Además, algunas empresas etiquetan simplemente «aceites hidrogenados», por lo que no se puede estar seguro de si hay grasas trans en el producto y en general si hay menos de 0.5 gramos de grasas trans por porción, las empresas pueden escribir «0 gramos de grasas trans».

BHA

Este aditivo se ha relacionado con el cáncer en algunos estudios. Los Institutos Nacionales y los Programas Nacionales de Toxicología de la Salud de EEUU han llegado a la conclusión de que «es razonable predecir que el BHA es un carcinógeno humano».

Lecitina de soja

En general es un derivado de la soja transgénica y de acuerdo con el Instituto Cornucopia este aditivo a menudo contiene toxinas. El procesamiento de la lecitina de soja muchas veces implica el uso de hexano del que es posible que queden trazas o residuos y es un elemento que está registrado por la OMS como un carcinógeno potencial y neurotóxico.

Achiote

Este saborizante natural está resultando bastante polémico ya que la WebMD alerta de que puede afectar los niveles de azúcar en la sangre, por lo que no debería ser consumido por personas con diabetes y menos aun si son niños. También se lo ha relacionado con las alergias, la intolerancia, los dolores de cabeza y la irritabilidad.

Procesamiento

La mayoría de los cereales se fabrican utilizando un proceso llamado “de extrusión” que expone a los granos a altos niveles de calor y presión, lo que cambia la naturaleza química de los mismo, convirtiéndolos en alimentos procesados y destruyendo la mayor parte de los nutrientes naturales de los granos. Por esta razón, muchos cereales se fortifican con vitaminas y minerales, aunque la extrusión puede destruir los nutrientes añadidos también.

Alimentos fortificados

Algunos fabricantes de cereales tratan de encubrir su alto contenido de azúcar con la fortificación, es decir la adición de nuevos nutrientes después de hechos, ya que la extrusión puede eliminar estos agregados también.

Otro de los problemas con los alimentos enriquecidos es que algunos pueden contener demasiados nutrientes y acabar siendo tóxicos. Un Grupo de Trabajo Ambiental hizo un estudio de los principales cereales infantiles y encontró que en una porción normal el contenido de cinc, niacina y Vitamina A era mucho mayor que la DDR (dosis diaria recomendada) para un niño.

Colorantes

Muchos cereales utilizan colorantes artificiales de los que a veces solo mencionan una cantidad de números y letras que en realidad es la codificación del mismo, pero en la etiqueta en realidad no dan información fiable de qué es lo que realmente están poniéndole al desayuno de nuestros hijos.

Saborizantes

Con los saborizantes pasa igual que con los colorantes o los aromatizantes (éstos últimos también pueden contener ftalatos y las empresas no están obligadas a mencionar este “detalle” en las etiquetas), solo se pone un código, pero no sabemos los componentes ni el grado de toxicidad que éstos puedan tener.

Una reflexión final

No hay dudas que el desayuno es la comida principal y que debe ser sano, abundante y nutritivo, pero ¿tiene que tener cereales de coloridas cajas y prestigio televisivo? Un desayuno de frutas de temporada, pan integral, mermeladas naturales, jamón o embutidos ecológicos y/o verduras orgánicas, puede contener todos los nutrientes necesarios y ninguno de los elementos que mencionamos antes.

Debemos comenzar a ser conscientes de que no todo lo que sale en la TV es sano porque sus anunciantes lo digan y que como consumidores y compradores tenemos derecho a decidir qué es lo que comemos y qué no. Al fin y al cabo somos nosotros los que pagamos lo que llevamos a nuestra mesa, elijámoslo bien.Ecoportal.net

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¿Política transgénica sostenible?

Por Dr. Alejandro Villamar /RMALC

Desde finales de la década de los 80, cuando el informe sobre Nuestro Futuro Común, popularizó el adjetivo sostenible y lo aplicó al desarrollo, se ha empleado miles o millones de veces para calificar procesos u objetos y hasta para lo más increíble e inapropiado, tratando de volverlo irrelevante .

Como es conocido, el adjetivo sostenible se incorporó oficialmente en el principio 3 de la Declaración de Río, 1992, durante la Cumbre de la Tierra, y se refiere a “un crecimiento económico sostenible, que no agote los recursos naturales ni ponga en peligro la supervivencia del planeta; que permita satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y las posibilidades de sobrevivencia de las generaciones futuras”.

Pero el colmo de la incongruencia es que en el Capítulo II sobre Bio y nanotecnologías para la sostenibilidad (páginas 59 y 60) del reciente documento central de la CEPAL: Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible, la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de CEPAL, dirigido por el Sr. Mario Cimoli, le hayan metido tal absurda calificación de sostenible a las biotecnologías que al menos son consideradas polémicas o sin fundamento científico para cumplir con el criterio establecido por la ONU.

El Documento de CEPAL, aprobado en lo general en su recién concluido 36 periodo de sesiones en México 23 a 27 de mayo), no es un documento cualquiera, sino una guía de consensos intergubernamentales para definir políticas y coordinaciones orientadas a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible para el horizonte 2030. Por lo tanto resulta absurdo este error de hacerse eco del falso discurso e intereses de la industria trasnacional biotecnológica y de sus instituciones.

Fuera o no casualidad, el documento de CEPAL fue dado a conocer en la misma fecha en que se celebraba el día internacional de la biodiversidad y dos día después de que en el mundo se realizaron más de 400 marchas de protestas contra la trasnacional Monsanto, promotora de los cultivos transgénicos.

Es posible que los “expertos” en desarrollo productivo y empresarial de CEPAL, ignoren los llamados y declaraciones de cerca de 250 científicos de más de 50 países del mundo que desde hace 3 años afirmaron que No hay consenso científico sobre la seguridad de los OGM. Sin embargo, es difícil creer que “expertos” tan informados por la propia industria, ignoren las derrotas legislativas que esa industria biotecnológica ha sufrido ya en tres estados, en el propio Senado de los EE.UU. y que el 88% de la población de EE.UU. apoya el etiquetado obligatorio, no sólo como derecho a la información sobre los alimentos consumidos, sino para protegerse contra la inseguridad y riesgos que entraña la contaminación por OGM.

La demanda del etiquetado OGM, vigente en al menos 65 países, pero no a nivel federal en EE.UU., más conocida por el derecho de saber que comemos ha sido respaldada por cientos de pequeñas y medianas empresas estadounidenses y demandada en Carta al Presidente Obama, desde 2014.

Y aún más, por si estos “expertos” de CEPAL y sus posibles promotores quisieran ocultarlo: con motivo de la obligatoriedad en el estado de Vermont de etiquetar a los OGM en los alimentos a partir del próximo 1º de julio, los monopolios agroalimentarios como ConAgra, General Mills, Mars, Kellogg y Sopas Campbell han terminado por aceptar el etiquetado sobre OGMs.

Uno se pregunta cómo es posible que “expertos” tan proclives a emitir juicios del gusto de las trasnacionales, e inclusive con posición ideológica a favor de las novedades tecnológicas, ignoren las contradicciones políticas y desacuerdos actuales entre los EE.UU. y la Unión Europea, precisamente sobre la biotecnología y sus impactos en la seguridad e inocuidad alimentaria…

¿Ignorarán estos “expertos” de CEPAL que se ha exhibido y demostrado públicamente el preocupante conflicto de interés que pesa sobre biotecnólogos y algunas de sus principales instituciones y su atadura a los millonarios recursos que de manera condicionada les proveen las trasnacionales como Monsanto, Bayer, Syngenta y otras? Y que precisamente por eso hay una fuerte mancha de duda sobre la objetividad que presumen de sus investigaciones, y por consiguiente una credibilidad que cada día decae más.

En el plano legal, la lucha de la campaña mexicana Sin Maíz No hay país (pues siendo centro de origen y de su biodiversidad cultural, esta amenazado por la contaminación de maíz transgénico), y la demanda colectiva contra el maíz transgénico ha demostrado la presencia ilícita de transgénicos en cultivos, logrando su suspensión desde el 2013, y detenido el otorgamiento de permisos oficiales para introducirlo. Así, en México la biotecnología de transgénicos es “sostenible” pero por la red de corrupción tejida por las empresas transnacionales y los funcionarios en turno.

Respecto de la supuesta prospectiva de “sostenibilidad” de la nanotecnología, existen numerosas alarmas encendidas por científicos y redes sociales en el mundo, y en América Latina en particular, sobre su incertidumbre, sus Implicaciones sociales, ambientales, en salud, y la necesidad de regularla.

Esta demostrado que de manera irresponsable los productos nanotecnológicos se ha introducido comercialmente a todos los ámbitos de la vida, violando el elemental Principio 15 de Precaución, acordado internacionalmente de la Cumbre de Río-1992, reafirmado en Montreal, 2000 y adoptado como nueva norma legal para la edad tecnológica, Roberto Adorno, dixit. Es obvio que éstas violaciones a declaraciones, protocolos, y leyes han sido en beneficio de los intereses corporativos de la industria química y agroquímica.

Por eso y más, señala una carta de redes sociales y personalidades mexicanas y latinoamericanas, enviada el mismo día de la edición del documento de CEPAL a la Secretaría General:

Es inexplicable que el documento omita e ignore los numerosos llamados que crecientes instituciones e investigadores académicos, lo mismo que organizaciones ambientalistas, campesinas y sociales en general hemos hecho sobre la naturaleza insustentable, contaminadora y destructora de ecosistemas y culturas de la biotecnología promovida mediante organismo genéticamente modificados, y de los componentes de su paquete biotecnológicos.

Hacer generalizaciones de las nano y biotecnologías o de la biología sintética como avances para la sustentabilidad, sin siquiera admitir los impactos y riesgos sobre los ecosistemas, la salud, la economía campesina y las capacidades de los estados para regularlos, debilita e incluso nulifica peligrosamente los esfuerzos que en materia de equidad y sustentabilidad había desarrollado la CEPAL.

Hacemos un llamado a la Secretaria General de CEPAL, coordinadora del documento, lo mismo que a las personas que colaboraron en este capítulo II, a corregir el rumbo, y al menos incluir de manera explícita la naturaleza polémica del uso de las nano y biotecnologías y de la biología sintética en campo de la agricultura, la salud, la biodiversidad, y las culturas y economías campesinas e indígenas.”

Existen ya demasiados argumentos y pruebas para afirmar que la actual política e impactos de la biotecnológica, la nanotecnología y la biología sintética, no sólo no merecen el adjetivo de sostenibles, sino de preocupantes e incluso de aberrantes.

Seguimos esperando la corrección oficial del error en el documento de la CEPAL citado, pues no deseamos que en el recién creado Foro latinoamericano sobre desarrollo sostenible (mediante el cual se establece el marco de monitoreo regional y subregional para el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible), algunos “expertos” de CEPAL o similares nos insistan con falsas verdades científicas “sostenibles” sólo por los intereses corporativos, o con novedades tecnológicas atentatorias a la vida en el planeta.

Ciudad de México, 1 de junio de 2016

alermalc@gmail.com

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Venezuela: ¿Y los transgénicos qué? Educación ambiental y alimentaria

Venezuela, 14 de abril de 2016, Autor: Javier Nouel, Fuente: El Mundo

 

Los Organismos Modificados Genéticamente (GMO por sus siglas en inglés) están en el centro de la discusión de grupos ambientalistas
Una importante discusión con respecto al tema ambiental y alimentario se ha venido suscitando a nivel mundial desde las organizaciones sociales en los últimos años. Los alimentos transgénicos, también conocidos como Organismos Modificados Genéticamente (GMO por sus siglas en inglés), están en el centro de la discusión de grupos ambientalistas.
El tema de los organismos modificados genéticamente ha llegado a tal punto que el 8 de abril se estableció como el día de la lucha contra los transgénicos.
La palabra transgénicos es utilizada para nombrar especies que han sido modificadas por el humano en laboratorios a través de la incorporación de genes de otros organismos para cambiar sus características.
Posiciones encontradas
A pesar de la denuncia insistente contra los transgénicos, importantes sectores científicos y comerciales aseguran que estos alimentos son seguros para los seres humanos y el ambiente.
Empresas de envergadura han publicado trabajos donde se afirma que una de las ventajas de las semillas transgénicas es que los alimentos se podrán hacer más resistentes a los cambios climáticos, según un diseño de ingeniería genética bien direccionado.
Por su parte, instituciones como la Organización de Naciones Unidad para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés), tiene una apostura poco crítica y muy permisiva con respecto a los transgénicos.
¿Y qué hay de malo con ello?
Los científicos y organizaciones sociales que luchan en contra de los alimentos modificados genéticamente aseguran que existen una serie de amenazas en su utilización desmedida, entre ellos, importantes problemas ambientales, humanos y culturales.
Con respecto al tema ambiental, recalcan que los alimentos transgénicos se producen en el marco de paquetes tecnológicos donde la empresa vende la semilla en conjunto a los herbicidas, fertilizantes, fungicidas e insecticidas. Un ejemplo interesante de esto es el desarrollo del glifosato, un herbicida poderosísimo, para ser utilizado con la semilla de soya transgénica.
El herbicida acaba con cualquier planta que pueda competir con el cultivo, salvo la soya que ha sido modificada genéticamente para ser resistentes al químico. El herbicida tiene importantes efectos que desequilibran a los delicados ecosistemas, contaminando el suelo, que pronto se hace “adicto” al veneno, ya que pierde sus características y se empobrece, lo que genera que la única forma de producir sea con la incorporación de los paquetes tecnológicos de las grandes empresas.
Así mismo, estos venenos están relacionados a gran cantidad de enfermedades de los campesinos que los vierten directamente, y  muchas investigaciones están vinculando su consumo con los altos niveles de enfermedades crónicas no transmisibles como cáncer, dolencias autoinmunes, etc.
Con respecto a su impacto cultural, la mejor imagen es la usada por la activista y física originaria de la India Vandana Shiva, que asegura que detrás de este modelo, que impulsa el monocultivo, es decir, el cultivo de una misma especie en grandísimas extensiones, que homogeniza las formas de producir en el mundo, y que impactan la salud humana y ambiental, generan una monocultura, es decir, que niega la diversidad cultural agroalimentaria y productiva.
Así, los mercados imponen unos pocos rubros que benefician intereses económicos, pero marginan muchos alimentos tradicionales. En el caso venezolano se han perdido variedades de maíz, de plantas como el lairén, la pericaguara, el cotoperí, entre muchos otros, que fueron hasta mediados del siglo XX, importantes alimentos de nuestra cultura.
La imposición de un solo modelo agroquímico hace altamente dependiente a los productores, a las comunidades y a las naciones del mundo, a una veintena de empresas transnacionales.
Según Carlo Petrini, presidente y fundador del movimiento italiano Slow Food, sólo cinco empresas transnacionales manejan el 80 por ciento de los insumos agrícolas en todo el planeta.
Ante este y otros argumentos, países como China, Rusia y Dinamarca, entre otros, tienen fuertes regulaciones en contra de la incorporación en sus mercados de alimentos derivados de la ingeniería genética; algo que no ocurre en las Américas. Los gigantes productores de alimentos como Estados Unidos, Brasil y Argentina, son a su vez, los grandes productores de alimentos transgénicos del hemisferio.
Transgénico en Venezuela 
Para  2006, el presidente de Venezuela de aquel momento, Hugo Chávez, se pronunció en contra de las semillas transgénicas llamadas terminator, por considerarla un peligro para la vida.
En la ley de Salud Agrícola Integral del 2008 se regula el uso de esta tecnología salvo para estudios científicos y bajo estricta vigilancia del Estado. En diciembre del 2016, luego de varios años de lucha se aprobó la Ley de Semillas, donde se prohíbe taxativamente el uso de semillas transgénicas en el territorio nacional.
Sin embargo, la aprobación de la ley no garantiza la transformación social necesaria. Para ello, se necesita, además de campañas informativas y educativas, formación de técnicos y científicos, así como instituciones gubernamentales que cuenten con la infraestructura y la tecnología, para alcanzar la capacidad de detectar la importación de semillas y alimentos transgénicos.
Esto parece que no se está impulsando con el rigor necesario, sobre todo en el marco de una fuerte situación económica, cuyo reflejo en lo alimentario hace que el énfasis del gobierno y las organizaciones sociales, siga siendo el tema de cantidad, más no de calidad, en el más profundo sentido de la palabra.
Así mismo, los sectores empresariales deben dejar de depender ciegamente de las empresas de otras latitudes, que suelen enviar a nuestros mercados muchos de los productos que en otros países están prohibidos por sus leyes.
Se trata de construir un nuevo paradigma ético, que considere lo ambiental y lo social, para lo cual, exige empresarios inteligentes, informados y no dogmatizados por las ideologías importadas del mercado transnacional.
Leer más en: http://www.elmundo.com.ve/Firmas/Javier-Nouel/-Y-los-transgenicos-que—1-.aspx#ixzz469bUIZZX
Fuente Noticia: http://www.elmundo.com.ve/firmas/javier-nouel/-y-los-transgenicos-que—1-.aspx
Fuente imagen 1: http://diarioelnortino.cl/wp-content/uploads/2013/08/Tomates-transgenicos.jpg
Fuente imagen 2:http://www.eluniverso.com/sites/default/files/styles/nota_ampliada_normal_foto/public/fotos/2014/05/gmo.jpg
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