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La educación científica en la era de la anticiencia

Por: Paulette Delgado

En un mundo pospandemia, comprender la importancia de la educación científica para transformar la sociedad y promover la alfabetización científica es más importante que nunca.

Recientemente, publiqué en el Observatorio un artículo que hablaba sobre cómo estamos en “la era de la anticiencia”, en la que muchas personas deciden no creer en los datos o información proporcionada por expertos. Una de muchas de las problemáticas que esto conlleva es una dificultad al enseñar ciertos temas científicos.

En su publicación Scientific Literacy and Social Transformation, la Dra. Liliana Valladares explica que “para cambiar la sociedad a través de la educación científica, es importante comprender qué aspectos de la sociedad se desean modificar y por qué. Esto implica conocer cómo está estructurada la sociedad, cómo funciona y qué lugar ocupan la educación, la cultura y la educación científica en dicha estructura social”. A propósito de esta educación científica, en su artículo Can we teach people what science is really like?”el profesor Harry Collins escribe al final de su publicación “gracias a Dios, mi trabajo no es enseñar”, un sentimiento compartido por  muchos expertos, ya que es difícil decidir qué conceptos o parte de la ciencia enseñar.

La realidad es que muchos ciudadanos no se sienten capacitados para comprender o tomar decisiones sobre problemas sociales o ambientales y, al mismo tiempo, no confían en sus representantes políticos o en los llamados “expertos”. Es por eso por lo que el contenido de lo que se enseña en el aula es tan importante, es el medio para combatir esta problemática.

 El desconocimiento de una parte significativa de la población sobre lo que es la ciencia, asociado a la desinformación difundida por ciertos grupos o redes sociales, crea un entorno propicio para la aparición y proliferación de visiones distorsionadas y erróneas, además de movimientos anticientíficos. ¿Cómo se puede contrarrestar esta situación desde la perspectiva de la educación científica?

Las olas de la educación científica

Collins, en otro artículo del 2002, ofrece un marco para la ciencia y la educación científica donde explica que existen tres olas epistemológicas sobre el conocimiento científico y su práctica a lo largo de los años. Esto con el propósito de abordar los desafíos identificados del área y ofrecer un marco del panorama y cómo ha ido cambiando.

La primera ola se centró desde principios del siglo XX, aunque ciertos elementos permanecen hasta hoy en día. Esta se basó en el positivismo, donde los científicos eran vistos como expertos o buscadores de la verdad en el mundo. Este paradigma alcanzó su apogeo alrededor de las décadas de 1950 y 1960, donde se desarrollaron las computadoras comerciales, las naves espaciales, la bomba de hidrógeno y el armamento nuclear. A veces, la experimentación en la búsqueda de información y de la verdad eclipsaba la ética, dando paso a la experimentación humana. Se prestaba poca atención a las implicaciones de las elecciones científicas o a las posibilidades de error y sesgo en las interpretaciones.

En cuanto a la educación, el plan de estudios era dirigido por científicos y profesores, centrándose en métodos y conocimientos más que en contextos o conocimientos locales. La enseñanza de este tema en el aula fue diseñada como un microcosmos de la ciencia real, destinada a capacitar a los estudiantes para que sean científicos en el futuro.

La segunda ola comenzó en 1980 hasta finales de 1990. Aquí se enfatizan los enfoques constructivistas de la educación científica. En esta época la experiencia y la veracidad de los descubrimientos y los expertos se vuelven cada vez más cuestionados, algunos incluso los consideran como agentes de partidos políticos o industrias. El aspecto de la educación se ve impulsada por pruebas estandarizadas y requisitos políticos. A la vez, también permite y prioriza la crítica a los investigadores, mientras que los laboratorios y experimentos en las aulas se centraban menos en la formación de científicos y más en el desarrollo de conocimientos científicos prácticos.

En estos años la evidencia empírica no es suficiente para la toma de decisiones, se necesita conocer el contexto, las implicaciones sociales, los prejuicios humanos. Esto porque existe una desconfianza en los científicos, el público necesita saber que los informes no están sesgados por intereses políticos o económicos.

En esta ola, los educadores deben enseñar a los estudiantes a valorar la experiencia científica y al mismo tiempo responsabilizarla. La ciencia puede ser vista como una vocación que debe entenderse como un proceso colaborativo de indagación y exploración, con estándares profesionales y prácticas transparentes. Toda aquella que sea poco ética o esté sesgada se presenta como ciencia “mala”, el enfoque en la educación es comprender qué es la ciencia “buena” y cómo el campo de la ciencia en general trabaja en conjunto para buscar descubrimientos y lograr consenso.

Por último, la tercera ola empezó a principios del 2000 y busca un punto de equilibrio entre los científicos como expertos y la necesidad de responsabilidad y transparencia en el trabajo profesional de la ciencia. Esta se centra en la confusión entre los expertos y el público. A medida que la ciencia se vuelve más compleja, no está claro quién tiene derecho a tomar decisiones basadas en evidencia científica. El autor describe que las dos primeras olas no abordaron adecuadamente la cuestión de quién puede ser considerado experto y cómo los diferentes tipos de experiencia contribuyen al conocimiento científico.

A menudo, la segunda ola borra la línea entre la experiencia científica y la participación pública en el área, la tercera explica que no todos tienen la misma experiencia, así que no todos comprenden o contribuyen por igual. Esto se vuelve problemático a la hora de tomar decisiones y dejarlas en las manos de personas que no tienen evidencia científica para respaldarse. Para contrarrestar esto, la última ola tiene como objetivo categorizar experiencia entre interactiva, que es la de científicos capacitados formalmente que pueden debatir y perfeccionar las afirmaciones de conocimiento dentro de su campo y la contributiva, que se refiere a la del público general, que tienen experiencia con una tecnología o fenómeno en particular.

Dentro de estas olas epistemológicas, el discurso sobre la percepción pública de la ciencia se posiciona como una dicotomía entre la confianza en la evidencia y los científicos como expertos, versus la desconfianza en los expertos como profesionales y agentes políticos sesgados. Esta división se ha ido agravando en los últimos años, ya que los cambios en la comunicación debido a la tecnología y la medicina, al igual que el acceso al internet y más información tanto verdadera como falsa, han impactado en cómo se percibe la ciencia y cómo las personas confían o no en los “expertos”.

La educación sobre la ciencia ha ido cambiando también según el contexto para alinearse con la percepción pública del tema a lo largo del tiempo. Esto da como resultado lecciones que se ven limitadas por la capacidad de hacer y enseñar ciencia real y significativa sin ser afectados por los prejuicios e impactos sociales.

Urge cambiar el enfoque de la educación científica de la transmisión de conocimientos a la promoción de capacidades que asegure no solo la formación de científicos y especialistas, sino también que llegue a todos los ciudadanos, ya que muchos tienen una visión obsoleta de la ciencia. Lo ven como un cuerpo de conocimiento definitivo e incuestionable construido por científicos a través de un proceso neutral y objetivo.

Una buena educación científica debe fomentar una concepción de la misma como un proceso de construcción de conocimiento, condicionado por contextos sociales, históricos y culturales y en constante interacción con la tecnología, la sociedad y el medio ambiente. Además, incentiva una actitud de autonomía crítica, que cuestiona y es intelectual frente a las noticias publicadas por los medios de comunicación, a las propuestas de grupos particulares y a los acontecimientos de la vida cotidiana.

¿Qué pueden hacer las y los maestros de ciencias para apoyar a sus estudiantes? Enseñarles alfabetización científica.

La alfabetización científica

La ciencia es un proceso que genera conocimiento provisional que puede ser refutado o que va evolucionando. La metodología científica es la fase donde investigadores rectifican hallazgos anteriores o los rechazan por medio de pruebas e investigación. Este tipo de procesos es familiar para los investigadores pero desconocido para el público general.

El problema es que, como no se puede aportar una verdad definitiva, ya que siempre hay nuevas tecnologías, científicos, investigadores u otros elementos que afectan los resultados, lo que genera desconfianza en el público general al ver tanta incertidumbre y cambio. Parte de esa sospecha proviene de no tener control, pero los ciudadanos necesitan comprender y confiar en el proceso que es la metodología científica y tener la apertura de revisar continuamente los hallazgos científicos es lo que hace que la ciencia sea tan poderosa. Además, los científicos no solo saben cómo analizar datos, sino también saben cómo sintetizarlos en aplicaciones prácticas. Estas son habilidades que a menudo faltan en la sociedad, pero que la alfabetización científica puede ayudar a desarrollar.

En el 2020, la UNESCO presentó nueve grandes ideas para construir las bases de la educación pospandemia y una de ellas era la necesidad de “garantizar la alfabetización científica dentro del plan de estudios». La organización además señaló que la pospandemia «este es el momento adecuado para una reflexión profunda sobre el currículo, particularmente mientras luchamos contra la negación del conocimiento científico y la desinformación”.

Pero, ¿por qué es importante? Actualmente, es más relevante que nunca comprender la ciencia y utilizar esos conocimientos en la vida diaria. Es como una guía que ayuda a las personas a tomar una decisión informada sobre cualquier tema. La organización Hudson Alpha describe la alfabetización científica como si la ciencia fuera un rompecabezas gigante, donde cada descubrimiento representa una pieza y este término ayuda a los expertos a ver cómo las nuevas piezas encajan con las que ya tienen, “creando una imagen más clara y completa del mundo”. Comprender estas piezas ayuda a entender el vínculo desde como los combustibles fósiles y la contaminación hasta leer la etiqueta de un medicamento.

La alfabetización científica ayudará al estudiantado a ser más racionales en dos aspectos: de manera epistémica, ya que podrán fomentar sus propias creencias basadas en evidencia, y la racionalidad instrumental, que implica comportarse de la manera más favorable para alcanzar sus objetivos, especialmente en una sociedad que es impulsada por esta área y la tecnología.

La Dra. Liliana Valladares, explica que este término tiene dos sentidos: el fundamental, que incluye la capacidad de leer y escribir textos, y el derivado, que se refiere a la comprensión de la ciencia y sus aplicaciones en la vida diaria. A lo que también asegura que aunque la lectura y escritura son importantes, el énfasis suele estar en el sentido derivado, que incluye hábitos mentales, carácter, valores, ciencia como actividad, metacognición y autodirección.

La alfabetización científica se enfoca en el aprendizaje de contenidos y procesos del tema para su aplicación futura, en comprender la utilidad del conocimiento de la misma en la vida y la sociedad. Actualmente, debido al avance de la ciencia, tecnología y de la misma sociedad, se necesita en las aulas una alfabetización científica que incorpore una comprensión amplia de la interacción entre ciencia y sociedad.

Además, la Dra. Valladares describe que, después de la pandemia, ha habido un consenso en diferentes países sobre la importancia de la alfabetización científica para entender desafíos globales, especialmente porque la participación de las infancias y jóvenes en materias de ciencia está disminuyendo. El mundo actual es volátil, incierto, complejo y ambiguo, por lo que se requiere una educación científica que amplíe la capacidad de los estudiantes para responder de manera adaptativa, resiliente y sostenible a los cambios impredecibles de hoy.

La educación científica debe garantizar que todas las personas tengan la oportunidad de adquirir conocimientos en esta área, sin importar su punto de vista sobre temas como las vacunas, el COVID-19, cambio climático u otros temas controvertidos. Sin embargo, ya sea por sus propias creencias, la de sus familias, o el acceso desigual a una educación de calidad, muchos estudiantes carecen de la oportunidad de desarrollar una sólida alfabetización científica. Se debe dar prioridad a una educación inclusiva y accesible para todos, independientemente de sus antecedentes o circunstancias, que garantice que una gama más amplia y diversa de personas pueda desarrollar bases sólidas en conocimiento científico y habilidades de pensamiento crítico.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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La importancia de la educación científica: cómo fomentar el pensamiento crítico desde temprana edad

Por: Francisco Maria 

La educación científica en niños es fundamental para su desarrollo integral. ¿Cuáles son los beneficios que les aporta

El pensamiento crítico es más que aceptar información; implica analizar, evaluar y cuestionar de manera reflexiva lo que se recibe. En un mundo lleno de información y desinformación, esta capacidad se vuelve aún más crucial.

El pensamiento crítico también implica la habilidad de formular preguntas inteligentes y buscar respuestas fundamentadas a través de la investigación. Desarrollar esta habilidad desde temprana edad es determinante para favorecer el desenvolvimiento efectivo en diferentes ámbitos de la vida.

Utilidad de la educación científica en niños

La educación científica en niños es fundamental para su desarrollo intelectual y su capacidad de comprensión del mundo que les rodea. A través de la enseñanza de conceptos científicos y de interesantes experimentos, los niños pueden adquirir habilidades de pensamiento crítico, resolución de problemas y experimentación que les serán útiles a lo largo de su vida.

En la práctica, fomentar la curiosidad y el interés por la ciencia desde la infancia puede despertar en los niños una pasión por el aprendizaje y la investigación. Además, la enseñanza de conceptos científicos les ayuda a desarrollar habilidades cognitivas como la observación, la clasificación, la inferencia y la predicción.

Niños coman verduras

Uno de los beneficios más importantes de la educación científica en niños es que les permite comprender mejor el mundo que les rodea. A través de la experimentación y la observación, los pequeños pueden descubrir cómo funcionan los fenómenos naturales y cómo se relacionan entre sí. Esto les ayuda a comprender conceptos complejos de manera más sencilla y a desarrollar una visión crítica y analítica de su entorno.

Además, esta forma de educarse en ciencia potencia el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Al enfrentarse a desafíos científicos,los niños aprenden a analizar la información, hacer deducciones lógicas y buscar soluciones creativas. Estas habilidades son esenciales en la vida cotidiana y en el ámbito académico, ya que les permiten afrontar situaciones complejas con confianza y determinación.

Estrategias para promover el pensamiento crítico

Una de las estrategias más efectivas es estimular la curiosidad y el cuestionamiento activo en los niños. Hay que animarlos a hacer preguntas, investigar y buscar respuestas por sí mismos. Esto les ayuda a desarrollar habilidades de análisis y evaluación de información.

Otra estrategia útil es el fomento del debate y la discusión de diferentes puntos de vista. Al exponer a los niños a diferentes opiniones y perspectivas, se les enseña a pensar críticamente. Les permite considerar múltiples opciones y a argumentar sus propias ideas de manera coherente.

Además, es importante proporcionarles oportunidades para resolver problemas de manera creativa. Los juegos de mesa, rompecabezas y actividades de resolución de problemas son excelentes herramientas para desarrollar el pensamiento crítico mientras los niños se divierten.

También es necesario enseñarles a cuestionar la información que encuentran en línea y en los medios de comunicación. Es muy adecuado promover en ellos un escepticismo saludable y la capacidad de discernir entre hechos y opiniones.

Niños y ciencia

Herramientas y recursos

Para fomentar el desarrollo del pensamiento crítico en niños y adolescentes en internet, hay diversas herramientas y recursos. Algunos de ellos son los siguientes.

Promover la lectura

Al leer diferentes tipos de textos, los niños aprenden a analizar y comprender información, desarrollando así su capacidad de evaluar y cuestionar lo que leen. Fomentar el debate y la reflexión sobre los libros también es beneficioso.

Juego de roles o dramatización

Esto les permite ponerse en el lugar de otra persona y considerar cómo actuarían en diversas situaciones, promoviendo el razonamiento desde diferentes perspectivas y la consideración de las consecuencias antes de tomar decisiones.

Los rompecabezas y juegos lógicos

Son herramientas útiles que requieren habilidades como la observación, la deducción y la resolución de problemas, lo cual favorece el desarrollo del razonamiento lógico.

Actividades creativas

Dibujar o hacer manualidades también puede promover el pensamiento crítico. Los niños deben planificar cómo llevar a cabo estas actividades y tomar decisiones sobre qué materiales utilizar o cómo dar forma a su creación.

Uso de recursos en línea

Las plataformas educativas en línea ofrecen una variedad de cursos y lecciones sobre diferentes temas. Esto les permite a los niños desarrollar habilidades como el análisis, la evaluación de información y la toma de decisiones fundamentadas.

Incluso las redes sociales pueden ser una herramienta para fomentar el pensamiento crítico si se utilizan adecuadamente. Siguiendo cuentas o grupos relacionados con temas interesantes, los niños tienen acceso a diferentes perspectivas e ideas diversas que les permiten pensar críticamente sobre diversos asuntos.

La importancia del pensamiento crítico

El pensamiento crítico tiene múltiples utilidades que influyen en el desarrollo integral de las personas desde una edad temprana. Mediante este, los niños aprenden a pensar, decidir y actuar con juicio crítico, desarrollando empatía y compasión por los demás e interactuando asertivamente con el mundo que les rodea.

Los niños que emplean el pensamiento crítico son capaces de generar reflexiones asertivas frente a conflictos académicos o personales. Esta habilidad les permite analizar distintos factores y encontrar soluciones creativas, considerando la perspectiva del otro y resolviendo los problemas de forma adecuada.

Con el tiempo, los problemas se vuelven más complejos, por lo que evaluar la diversidad de la información y tener la capacidad para cuestionar conceptos y datos se vuelve relevante. Estas habilidades son fundamentales para enfrentar situaciones futuras.

https://okdiario.com/ciencia/importancia-educacion-cientifica-como-fomentar-pensamiento-critico-desde-temprana-edad-12397697

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Educación problematizadora

Por: Leonardo Díaz

Los días de la COVID-19 han motivado que algunos opinantes dediquen una mirada de afecto a la ciencia, objeto de culto y de olvido, en la sociedad moderna.

Dentro de las opiniones más llamativas se encuentran aquellas que, además de recordarnos el deber de los Estados con el financiamiento de la investigación científica, priorizan la educación científica como base de los programas educativos.

No tendríamos ninguna objeción a las referidas afirmaciones sino fuera porque, usualmente, ese amorío epistémico viene acompañado de una mirada de desdén hacia las disciplinas académicas que no son ciencias naturales, a las que se les tiene como un complemento prescindible o una forma de instrucción cultural anecdótica.

Todavía hay opinantes quienes, negándose a reflexionar sobre la atmósfera intelectual que nos ha colocado en una profunda crisis espiritual, siguen pensando que debemos orientar nuestra educación adecuándola a criterios como los del Informe PISA. Pero estos criterios forman parte de una cosmovisión del mundo que debemos seguir replanteando en un mundo pospandemia.

Antes que el SARS-CoV-2 iniciara su recorrido desde Oriente, veníamos cuestionando un modelo que piensa la educación solo en función de su capacidad para aumentar la rentabilidad. Los programas educativos, los rankings y los informes como PISA responden a este concepto de la educación relacionada con el crecimiento económico, no interesado en formar personas que desarrollen muchas de sus potencialidades dentro del contexto de una sociedad democrática.

En este sentido, la valoración de la ciencia que escuchamos y leemos ahora no es una excepción. Se acude a ella, por razones instrumentales, porque la necesitamos para producir una vacuna contra una pandemia que no nos deja volver a nuestra ansiada normalidad económica, sin preguntarnos si esa normalidad no es problemática y si la ciencia, entendida en esos términos instrumentales, es realmente lo que debemos promover.

A una concepción del mundo economicista e instrumentalista responde una visión instrumental de la educación donde la ciencia no es necesaria porque ayude a ampliar nuestra comprensión del mundo y a refutar las supersticiones que nos embrutecen, sino porque contribuye a entrenar trabajadores que sostegan la dinámica del modelo económico neoliberal.

Y por supuesto, dentro de este modelo, las disciplinas no científicas, como la filosofía, no encajan, o se ajustan mal. Mucho más en las escuelas, el centro de adoctrinamiento biopolítico por excelencia, donde resultan molestas; a lo sumo, mero decorado dentro del gran escenario de las “ciencias duras”. ¿Por qué dedicar horas a estudiar disciplinas filosóficas en vez de dedicarlo a las matemáticas, la física y la biología? Ya es suficiente con las ciencias sociales.

Pero la enseñanza de las ciencias naturales y las ciencias sociales se articulan en una concepción del mundo basada en supuestos sobre la realidad, sobre el conocimiento, y también, con implicaciones éticas. Por ello, debemos reflexionar sobre esas cosmovisiones que fundamentan nuestros aprendizajes y acciones desde muy temprana edad.

La ciencia debe estar al servicio de la vida humana, no solo desde el punto de vista biológico, cuando nos sentimos amenazados por la muerte. Debe estarlo todo el tiempo, en todas las dimensiones que nos hacen humanos. Para ello, se requiere someterla a la autorreflexión problematizadora de las disciplinas humanísticas, con el fin de explicitar nuestras ideas y acciones, mientras ampliamos nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8825234-educacion-problematizadora/
Imagen: https://pixabay.com/
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Entrevista a Alberto Enciso: “Invertir en ciencia produce riqueza”

Entrevista/16 Enero 2020/Autora: Lucía Ramos Aísa/Elpais.com

El investigador Alberto Enciso acaba de recibir una Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación, lo que supone una subvención de 1.800.000 euros

El investigador Alberto Enciso (Guadalajara, 39 años), físico y matemático de formación, se dedica a explicar con matemáticas cómo funciona el mundo: desde cómo rompe una ola hasta por qué suena un tambor. Su trabajo ha sido reconocido con una Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación, lo que supone una subvención de 1.800.000 euros. “No me interesa el agua o el tambor en sí, sino sacar ideas de los comportamientos explosivos en fenómenos naturales”, explica. Los folios y la pizarra de su despacho, en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT-CSIC),, están llenos de letras, números y fórmulas incomprensibles. Para él, son ideas que pueden ayudar a predecir un tsunami o la formación de un agujero negro, o en realidad casi todos los avances modernos de la tecnología.

Se centra en el comportamiento de los fluidos, ¿por qué le interesa este campo?

¿A usted le gusta Juego de Tronos?

No, pero puede ponerlo de ejemplo.

Hay varios episodios donde una ola enorme se come a un barco. Los actores no se ahogan de verdad, el sindicato no lo permitiría. Esas olas son simulaciones que se hacen gracias a las ecuaciones diferenciales a las que yo me dedico, la herramienta matemática con la que modelamos cómo se comportan los fenómenos naturales en Física. Si nos gusta ver esto en el cine, o nos gustan los aviones y los coches, nos gusta la mecánica de fluidos. A mí lo que me gusta de verdad es entender qué demonios están haciendo las cosas, y aún hay muchas cosas que no entendemos.

¿Cuáles?

Por ejemplo, no sabemos por qué suceden las turbulencias. Cuando pasas por una zona inestable climáticamente notas turbulencias en el asiento del avión, pero hoy en día solo lo entendemos a medias. Es un comportamiento complicado de un fluido. Hemos resuelto por ejemplo, mi amigo Dani Peralta y yo, qué estructuras hay detrás de las turbulencias, pero aún no sabemos por qué pasa.

¿Qué aplicación práctica tiene saber cómo funciona una ola?

A mí me interesa entender por qué aparecen comportamientos explosivos en muchos fenómenos naturales, como una ola o las turbulencias porque cuando lo entiendes puedes predecirlo, es decir, podemos saber con qué frecuencia aparece un problema.

¿Qué problemas?

Un tsunami, por ejemplo. O si la evolución de una galaxia va a dar lugar a un agujero negro o no.

¿Qué supone este premio?

En España tenemos muy pocos fondos para investigar. Un empuje de casi dos millones de euros para un proyecto que está dando resultados, permite mantener un equipo de gente muy buena que merece una oportunidad, y que gracias a este premio puede tener un salario digno por un trabajo espectacular.

¿Por qué no se prioriza la inversión en investigación?

Yo tengo esperanza en que el nuevo Gobierno vaya a ser capaz de ver que un país que no invierte en investigación es subdesarrollado o lo será. En cualquier país que funciona bien, la investigación es un motor económico. Aunque la ciencia que hagas sea básica, está demostrado que a medio plazo obtienes beneficio, tanto por la gente que formas como por las técnicas que se desarrollan. Tenemos la idea de que si somos ricos, podemos invertir en ciencia, pero no es así: invertir en ciencia produce riqueza.

¿Tenemos una educación científica adecuada?

A la educación científica que recibimos le falta conocimiento procesado que forme una cultura científica y una capacidad de entender cómo funciona el mundo y el papel de la ciencia en él. Tras muchos años estudiando, pensamos en matemáticas y solo nos imaginamos una pizarra negra donde se soluciona si X vale tres o siete. Que no seamos capaces de ver que está debajo de todos los avances de nuestra vida, nos limita muchísimo como sociedad.

¿En Madrid se fomenta la investigación?

Hay comunidades como Cataluña o el País Vasco que tienen programas de excelencia como Icrea, que emplean fondos para captar investigadores de primer nivel y funcionan de maravilla. Me gustaría que aquí hubiera un programa ambicioso, porque sí que da rédito económico. Se está formando una generación de científicos en España, en especial en Madrid, de primer nivel. Tenemos que aprovecharlo, tanto por la ciencia como por el país.

Fuente e imagen: https://elpais.com/ccaa/2020/01/13/madrid/1578931508_703572.html

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La ciencia crece desde el pie

Por: Ricardo Braginski.

«Para que el país crezca y se desarrolle necesitamos más científicos, mejor formados y más productivos. Más centros de investigación en todo el país y con más presupuesto». En los debates públicos suele escucharse todo el tiempo este tipo de frases, desde uno y otro lugar de las múltiples grietas. Pero a pesar de semejante consenso, lo más notable es que son muy pocas las voces que parecen realmente interesarse por una cuestión central para que haya más científicos e investigación: la educación científica, es decir, la enseñanza de las ciencias desde la escuela primaria.

Porque si estamos todos de acuerdo en que queremos más y mejores científicos, ¿de dónde creemos que los vamos a obtener?  A veces pareciera que aspiramos a la mejor ciencia desde el pensamiento mágico.

cada 3 alumnos tiene bajos resultados en ciencias y hay muchas desigualdades en el país

Lo que pasa es que por el bajo desempeño de los alumnos argentinos en las pruebas estandarizadas, desde hace años que funcionarios y especialistas han puesto energías en mejorar en Matemática y en comprensión lectora. También se ha puesto el foco en la “educación digital” y, en algunas escuelas, en el dominio de una segunda lengua. No se escucha casi ninguna preocupación por mejorar los aprendizajes científicos.

Enseñar ciencia hoy va mucho más allá de llenar las cabezas de los chicos con datos enciclopédicos como suele hacerse en los colegios, según se desprende de algunas investigaciones. Incentivar el pensamiento científico implica que los chicos aprendan a analizar situaciones desconocidas, a resolver los problemas que se presentan, a tomar decisiones sobre la base de la información que obtienen. Preguntarse, preguntarse y buscar las respuestas sobre la base de un razonamiento basado en evidencias.

El pensamiento científico nos mejora como personas, nos hace más críticos e independientes. Además de sumar al crecimiento económico, una buena educación científica contribuye, en definitiva, a la cultura democrática.

Los resultados no acompañan

Las pruebas Aprender de 2017 mostraron que uno de cada tres alumnos terminan aquí la escuela primaria con bajos resultados en ciencia.

En las escuelas se dictan pocas horas de ciencia y con un bajo nivel de exigencia

Pero peor les va a los chicos argentinos si se los compara con el mundo. En el último estudio TERCE de la Unesco, por ejemplo, casi el 80% de los estudiantes argentinos (en la primaria) no fue capaz de interpretar información variada para hacer comparaciones y extraer conclusiones, analizar actividades de investigación y utilizar conocimientos científicos en diversas situaciones. Datos similares se obtienen en PISA, aunque en la escuela secundaria.

Si realmente queremos mejor la ciencia como decimos, empecemos por mirar al semillero.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/ciencia-crece-pie_0_sVETcr68W.html

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El sistema de enseñanza en Cuba: un modelo alternativo para la educación

Cuba – España / 24 de marzo de 2019 / Autor: Miguel Manzanera Salavert / Fuente: Rebelion

Frente al proyecto representado por la ley educativa promulgada por el gobierno de la derecha, LOMCE –Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza-, todavía vigente en su mayor parte, se han levantado las protestas de la comunidad educativa, agrupadas en las Redes por una Educación Alternativa; y ha sido diseñado un modelo educativo alternativo a partir de las aportaciones de un grupo de profesores de la Universidad de Sevilla, conocido como Foro de Sevilla. Si bien la evolución política parece encaminada a consolidar el sistema escolar programado por el gobierno conservador, la insatisfacción con esa ley es importante para amplios sectores sociales. Por ello, no es posible considerar definitivo el actual ordenamiento educativo. Esa situación crítica ha sido recogida en un artículo publicado en la revista Educación de la editorial cubana Pueblo y Educación (Manzanera 2018, 19-30).

La crítica situación política en el Estado español, y las dificultades presentes en la economía y en la organización social, se muestran de modo paradigmático en los problemas detectados en la educación española. Pensamos que esos problemas exigen un debate social amplio para diseñar un sistema escolar de futuro, recogiendo aquellas aportaciones que puedan presentarse sobre el mejor modelo posible. Entre esos modelos, el sistema de enseñanza en la República de Cuba ha alcanzado importantes logros, reconocidos internacionalmente. Este artículo es una invitación a conocer algunos rasgos importantes de ese sistema, en aras de contribuir a ese debate –en parte bloqueado por la actitud intransigente de la derecha política en nuestro país-.

El modelo educativo cubano aporta pruebas a favor del sistema alternativo para la enseñanza propuesto por los sectores críticos de la comunidad educativa en el Estado español. Este sistema ha sido capaz de construir una educación universal de calidad reconocida, contando con la participación de todos los agentes de la comunidad educativa, y con características plenamente modernas de universalidad, laicidad, inclusividad y cientificidad. Al respecto conviene recordar el compromiso de la comunidad internacional con la agenda 2030 para educación, establecida por las instituciones de la UNESCO.

La estructura social del Estado español, fuertemente impregnada por el tradicionalismo, dificulta la adopción del modelo republicano de escuela pública; por el contrario, en el caso cubano el carácter republicano de las instituciones políticas es la razón fundamental para someter la economía de mercado a fuertes controles públicos. Se debe subrayar este aspecto: el Estado republicano de justicia social no es un accidente sobrevenido a la sociedad cubana, sino su aspiración máxima establecida por su tradición intelectual más relevante. La República de Cuba configura su ideario a partir de la obra de José Martí, junto con las aportaciones de otros importantes intelectuales cubanos –José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Varona, Fernando Ortiz, etc.-, cuyos rasgos principales han sido el humanismo, desde el punto de vista cultural, y el anti-imperialismo desde el político. El humanismo cubano fue actualizado a través del materialismo dialéctico tras el proceso revolucionario de 1959-61; y por su parte el anti-imperialismo de Martí se identifica con el de Lenin en la síntesis realizada por Fidel Castro. De ese modo, el proceso revolucionario culminó las aspiraciones a la soberanía del pueblo cubano y llevó a la adopción del marxismo como marco filosófico del desarrollo social en la República.

La excelencia del sistema educativo cubano

La circunstancia de que se la República de Cuba mantenga el carácter socialista de la Revolución, tras los acontecimientos de finales del siglo XX con el derrumbe de sus aliados en Europa del Este, tiene su explicación en la profundidad histórica del compromiso con la independencia y la soberanía del pueblo cubano a lo largo de los últimos siglos. Uno de los logros reconocidos de esa Revolución ha consistido en crear un sistema educativo de calidad, que ha producido profesionales cuya capacidad es reconocida mundialmente, instruyendo a miles de estudiantes nacionales y extranjeros que cursan estudios en la Universidad cubana. Los profesionales cubanos han alcanzado logros importantes en el deporte, el arte, la medicina y la educación, demostrando una alta preparación en su especialidad, al mismo tiempo que una desarrollada conciencia social de carácter humanista.

Ese nivel de conciencia es necesario para mantener el compromiso cubano con los derechos humanos, que se extiende a la solidaridad internacional, especialmente con América Latina. La República de Cuba destaca en la defensa y promoción de los Derechos Humanos y la legislación emanada de la ONU y demás instituciones de consenso internacional. La contribución de los profesores cubanos en misiones de solidaridad, para colaborar con el desarrollo de la educación en diferentes naciones, ha sido reconocida por la UNESCO con distinciones especiales, así como su participación en los principales foros internacionales para el desarrollo de la educación.

Debe tenerse en cuenta que esos éxitos se han conseguido en un país considerado subdesarrollado y con un PIB per capita que cuenta entre los 70 más pobres del mundo. La escasez de recursos no es un obstáculo para conseguir avances significativos en el terreno educativo, donde lo principal es el factor humano. Hay que subrayar que el Estado dedica entre un 13 y un 15% de sus presupuestos a la educación –teniendo en cuenta que se trata de una economía fuertemente estatizada-. En España en el año 2018 solo se destinó poco más del 9% de los presupuestos estatales, lo que significó menos del 4% del PIB. Esas diferencias muestran la importancia que los cubanos otorgan al proceso de enseñanza, así como la relatividad de los indicadores económicos basados en el sistema de mercado, fundado en la disponibilidad de recursos financieros.

El sistema escolar cubano es un proceso expansivo que transmite sus saberes y logros hacia otras naciones y regiones en los cinco continentes, que adoptan sus métodos pedagógicos –como el conocido programa de alfabetización ‘Yo sí puedo’-, y acogen a sus pedagogos y profesores que realizan misiones de solidaridad. Para la mayor parte de las naciones del mundo, y especialmente para los países más pobres, la República de Cuba representa un modelo a seguir y su éxito en las relaciones internacionales se muestra todos los años en las votaciones de la Asamblea General de la ONU contra el bloqueo dictaminado por la administración de los EE.UU.

Desde el punto de vista de su éxito en la elevación cultural de la población, no solo en Cuba sino también en otros países donde han trabajado los profesionales cubanos de la educación, así como por sus contribuciones al desarrollo de la ciencia pedagógica, el sistema de enseñanza cubano puede considerarse modélico. Valga como dato relevante la tasa bruta de matriculación universitaria, que en Cuba superó a todos los demás países en la primera década de este siglo, y en Venezuela llegó a situarse en el quinto lugar del mundo (Instituto de Estadística de la UNESCO, mayo 2009).

Características del sistema escolar cubano

Voy a considerar brevemente algunas características de ese modelo que considero fundamentales: universal, inclusivo, participativo, laico, científico. En primer lugar, es un sistema universal que se dirige a elevar el nivel cultural de toda la población desde principios fuertemente igualitarios. La Revolución cubana estuvo íntimamente ligada al objetivo de alcanzar el desarrollo cultural de la población, considerando que la resolución de los problemas sociales habría de conseguirse a partir de la toma de conciencia ciudadana. La campaña de alfabetización del año 1961 consiguió erradicar el analfabetismo en la isla, y al mismo tiempo creó una acción social que ayudó a consolidar el proceso revolucionario. En poco tiempo se establecieron metas cada vez más ambiciosas: educación primaria universal, educación secundaria para todos, generalización de la enseñanza universitaria a todas las capas de la población, incluidos los trabajadores manuales.

Frente a los modelos pedagógicos que fomentan la competencia y el individualismo, el sistema escolar cubano se funda en la solidaridad y la cooperación desde una concepción profundamente igualitaria del ser humano. Por eso mismo es también un modelo inclusivo. Si entendemos la inclusión de forma amplia, la educación se dirige a eliminar cualquier forma de discriminación social. Es cierto que existen desigualdades de diverso tipo en la sociedad, derivadas de las características de las personas y los colectivos –género, etnia, clase, extracción social, etc.-, las cuales provienen de costumbres y tradiciones que perviven del pasado y cuya erradicación es un proceso lento de toma de conciencia mediado por la educación; en ese contexto las instituciones sociales y las directrices políticas en la enseñanza combaten todas las prácticas excluyentes, sin conseguir erradicarlas del todo –como ha sido repetidamente denunciado por las capas discriminadas: negros/as, mujeres, LGTB, etc.

Entendiendo el término inclusión en sentido más restringido –tal como es utilizado técnicamente por la pedagogía actual-, esta inclusión se dirige a integrar a las personas con discapacidad en los procesos de enseñanza, evitando separarlas del resto de los alumnos. Hasta el proceso de perfeccionamiento actualmente en marcha los éxitos de la educación cubana, en la integración de las personas discapacitadas en la vida normal de la sociedad, se han conseguido a partir de escuelas especiales donde se atendía las discapacidades con métodos de enseñanza apropiados. Ahora el reto consiste en que esa integración se realice desde el propio proceso de aprendizaje en el sistema escolar, siendo este otro de los objetivos del proceso de perfeccionamiento. De ese modo, el alumnado con problemas de aprendizaje tienen escuelas propias, pero participan también de la enseñanza general con el resto de los alumnos al menos un par de días a la semana.

Debe subrayarse que la República de Cuba está construyendo un sistema político de democracia participativa, tal como se puede corroborar en el proceso de elaboración de la recientemente aprobada Constitución de 2019. Esa experiencia pionera, que ha permitido a la ciudadanía introducir numerosas enmiendas en el texto constitucional, cambiando el 60% de la redaccion inicial, es una muestra del vigor del proceso revolucionario en la Cuba. Esta característica del Estado cubano se produce también en el sistema de enseñanza que sigue un modelo participativo. El proceso de perfeccionamiento que está actualmente en marcha tiene como uno de sus objetivos principales involucrar a los diferentes agentes de la Comunidad Educativa en los procesos educativos. Se entiende que el aprendizaje de las nuevas generaciones es el resultado de la interacción entre la escuela, la familia y la comunidad social en la que se inserta la escuela. En opinión de los pedagogos cubanos, para mejorar el aprendizaje se hace necesario que estas tres instancias mantengan una estrecha colaboración, lograda mediante el diálogo y el compromiso.

Es de subrayar que el Estado cubano se proclama laico, quedando la religión fuera de la enseñanza. Ello no obsta para que se produzca una gran pluralidad religiosa en la sociedad cubana; una observación superficial corrobora la variedad de creencias religiosas que adoptan y practican los cubanos –cristianas, judías, musulmanas, africanas, etc.-, puesto que sus templos y ceremonias están a la vista del público; ello implica su reconocimiento social y jurídico. Como dato interesante para ilustrar este punto, se puede aducir que la presión de las iglesias cristianas –católica, evangélica, metodistas, etc.-, apoyándose en prejuicios tradicionales de la población cubana, ha conseguido suprimir un artículo previsto para la Constitución recién aprobada, el artículo 68 que reconocía el matrimonio igualitario. La posibilidad de realizar matrimonios entre personas del mismo género ha quedado subsumida en otro artículo de la Constitución, el 82, lo que prolonga el debate para una posterior determinación en el Código de Familia.

La cientificidad en la educación

Finalmente, mi interés principal en la actual fase de la investigación dirige a establecer el grado de cientificidad de la educación cubana, averiguando como se produce la interacción entre la ciencia pedagógica y sus orientaciones con la práctica educativa en el sistema de enseñanza. Actualmente el sistema cubano de enseñanza se encuentra inmerso en el tercer proceso de perfeccionamiento, para introducir mejoras controladas en los procesos educativos, realizándose a partir de experimentaciones en escuelas seleccionadas y generalizando los resultados de forma progresiva.

En Cuba como en otras sociedades modernas, el reto principal de la educación y otras instituciones sociales consiste en lograr superar las resistencias tradicionales para instaurar una práctica científica en la acción colectiva. La actividad de enseñanza/aprendizaje está mediatizada a menudo por modelos educativos del pasado, interiorizados por el profesorado a partir de su propio aprendizaje en la escuela. Es lo que voy a denominar modelo artesanal de la educación, por cuanto la artesanía supone la imitación del modelo que representa el maestro o la maestra que enseñan una profesión. El modelo artesanal reproduce actitudes y estructuras sociales a menudo obsoletas, se manifiesta como resistencia ante la innovación educativa y se opone a la práctica científica de la profesión.

Esas resistencias a la innovación fueron evidentes en nuestro país cuando se quiso implementar la LOGSE en el sistema de enseñanza. Independientemente de los errores que esa Ley educativa pudiera tener, generó una actitud de rechazo por parte de una parte del profesorado, incapaz de asumir el contenido progresista de la Ley. La ausencia de participación en la elaboración y la falta de un auténtico debate en la comunidad educativa sobre los objetivos y métodos de la educación, fueron también causas de la incomprensión de las tareas que hubieran hecho posible una buena implementación de la ley. Como consecuencia en la enseñanza española se han producido siete leyes diferentes de educación en 30 años, sin haber alcanzado todavía el consenso sobre el modelo educativo adecuado.

El desacuerdo en la sociedad española, acerca de la educación de las nuevas generaciones, afecta también a la consideración de los métodos y objetivos de la propia ciencia social. El punto de vista aquí adoptado considera que una ciencia social emancipadora exige la participación de los agentes envueltos en la acción social, como sujetos activos del cambio. Este principio rector de la ciencia social está recogido en la Educación Popular, como paradigma educativo en Latinoamérica, y está incorporándose a la práctica pedagógica cubana a partir del proceso de perfeccionamiento que se lleva a cabo estos años. Si bien ese proceso es incipiente, los resultados iniciales son alentadores y permiten prever un mejoramiento de un sistema educativo, cuya calidad reconocida está relacionada con las aspiraciones a una constante superación de sus límites y dificultades.

La educación popular tiene su principal mentor en Paulo Freire, y ha recibido apoyo de numerosos intelectuales latinoamericanos, entre los que cabe destacar a Frei Betto, quien considera el pensamiento de José Martí como precursor de ese importante paradigma educativo latinoamericano. La educación popular está integrándose en el sistema escolar cubano a través del proyecto ‘transformar para educar’, coordinado por la Asociación de Pedagogos de Cuba, que ha sido implementado actualmente en más de mil escuelas; gracias a ello la educación popular ha sido reconocida por el Ministerio de Educación como metodología para el desarrollo de la educación cubana.

Desde otro punto de vista, la revolución tecnológica del siglo XX, basada en la informática y la computación, ha transformado la construcción y el desarrollo del conocimiento, afectando a los procesos de enseñanza/aprendizaje, tanto como al desarrollo cultural y las relaciones sociales económicas y políticas. Se requiere un debate acerca de la adaptación de la escuela y el sistema educativo a las nuevas tecnologías, pero en Cuba el aprendizaje y manejo de la informática están incorporados a la enseñanza desde la etapa pre-escolar. Desde este punto de vista existen propuestas innovadoras por parte de los pedagogos cubanos como puede verse en la siguiente reflexión:

El desarrollo de las tecnologías de la información ha significado un nuevo paradigma de la gestión, producción y divulgación del conocimiento. Su llegada ha transformado los métodos de trabajo, las estructuras, las formas de aprendizaje, el diseño de los planes de estudio, todo ello en correspondencia con los cambios sociales, que incluyen la educación, la que no siempre ha evolucionado con la debida celeridad ante tales cambios, lo que podría afectar las competencias de los futuros profesionales (Gálvez 2018: 16)

La autora propone un nuevo modelo educativo basado en la semipresencialidad, apoyada por la selección de lecturas significativas para el aprendizaje de los/as estudiantes en la especialidad requerida, de modo que el profesorado sea capaz de orientar el progreso autónomo de sus alumnos/as. Una propuesta que recuerda el modelo anglosajón de enseñanza universitaria.

Debe destacarse la importancia que el sistema educativo concede a las actividades artísticas, a partir del humanismo que constituye el fundamento de la filosofía cubana. La importancia del arte y las humanidades reside en su papel cultural, como conformadoras de los valores e ideales que configuran el sentido común, y ese sentido común constituye el fundamento de la solidaridad y la cooperación en sociedad. Construyendo valores e ideales, el arte promueve actitudes colectivas al influir en la formación de la conciencia personal a través de los sentimientos y emociones que despierta en el público espectador. El sentir común construido a partir de la experiencia artística y la cultura humanística hace posible la unanimidad en la acción social cooperativa, conseguida a partir del diálogo y el compromiso entre los actores sociales; por eso, la cultura humanística (y dentro de ella el arte) es un elemento formativo indispensable (Salas, Blanco, Figueroa 2018: 11).

Sin embargo, esa determinación en la propuesta humanista no siempre alcanza la claridad de ideas que exige una actitud racionalista. Puede afirmarse que otras elaboraciones de la intelectualidad cubana adolecen de imprecisión epistemológica, deslizándose hacia una comprensión pre-moderna y dogmática de las relaciones entre las ciencias y las humanidades. Esa deficiencia se muestra, por ejemplo, en la denominación ‘Ciencias Filosóficas’ para la Facultad de Filosofía, mezclando la ciencia y la filosofía en una síntesis poco clara, puesto que la filosofía no puede considerarse una ciencia –a menos que la palabra ‘ciencia’ tome un sentido diferente del usual en la cultura hegemónica anglosajona como ciencia positiva, lo que puede crear dificultades de comprensión de la actividad científica-.

Esa confusa interpretación de las enseñanzas artísticas y humanísticas se presenta también en el ensayo de reinventar la crítica del arte a partir de una investigación científica de las actividades artísticas, bajo la idea de que el arte produce un saber del mismo modo que la ciencia… Lo que pasa es que la forma de exponer ese conocimiento es diferente (Sánchez, Juan-Carvajal, Vdovina 2018: 2). Puede interpretarse que el arte lo mismo que la ciencia utilizan un método de innovación que no puede ser limitado por normas externas al propio método. Pero la impresión es que no se distingue el conocimiento de hechos, obtenido por la experiencia contrastada objetivamente, y la exposición de aquellos objetivos y metas deseables para la sociedad que son expresados simbólicamente en el arte. Una sociología del arte nos puede rendir un conocimiento de los condicionamientos históricos de la producción del arte, que nos ayuden a descifrar su significado. Pero la crítica se dirige a especificar los objetivos que el arte nos propone, partiendo de la comprensión de la libertad fundamental del ser humano. No se revalorizan el arte y las humanidades en general, intentando parasitar el prestigio que tiene la ciencia en nuestra cultura, sino señalando su fundamental función específica en la construcción de la cultura.

Sea como fuere es de alabar la atención que el sistema de enseñanza cubano concede a las humanidades, y entre ellas las enseñanzas artísticas, inspirándose en el pensamiento humanista de José Martí, a quien se considera como el artífice intelectual de la independencia y la revolución cubanas. Ese humanismo tiene importantes consecuencias en la cultura cubana, no solo en la riqueza de su producción artística, sino también en la fortaleza de las relaciones sociales y la capacidad de resistencia frente a las adversidades.

BIBLIOGRAFÍA

GÁLVEZ 2018: Norma Gálvez Periut, La selección de lecturas en la era de internet, en Educación nº 155, septiembre/diciembre 2018, 2ª época, La Habana, Pueblo y Educación, 16-18.

MANZANERA 2018: Miguel Manzanera Salavert, Crisis en la educación española, en Educación nº 155, septiembre/diciembre 2018, 2ª época, La Habana, Pueblo y Educación, 19-30.

MANZANERA 2019: Desde el sur, La Habana, Editorial Sur- UNEAC.

SÁNCHEZ, JUAN-CARVAJAL, VDOVINA 2018: María José Sánchez, María Lioba Juan-Carvajal, María Vdovina Vdovina. Las artes y la investigación científica: acercamiento, conciliación y consenso. En Educación nº 155, septiembre/diciembre 2018, 2ª época, La Habana, Pueblo y Educación, 2-8.

Fuente del Artículo:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253122

Fuente de la Imagen:

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ove/mahv

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