La soledad del maestro.

Por: Antonio Abril.

La de maestro, es, sin duda una de las profesiones más hermosas y peor pagadas que existen, a pesar de tener que trabajar con las mujeres y hombres que conformarán el mañana. Históricamente ha sido respetada, considerada; un referente para la gran mayoría de nosotros. Del aquel maestro o maestra, recibimos las primeras lecciones de vida; de su sabiduría, los primeros conocimientos de nuestra realidad; de su bondad los primeros mensajes de tolerancia; de su ejemplaridad, nos llegaron valores como el respeto, la solidaridad, la responsabilidad o el esfuerzo frente a las dificultades. De aquella silueta que se proyectaba, casi a diario, ante nosotros, con el fondo negro de una pizarra, surgían nuestros sueños e ilusiones de futuro, un deseo de libertad a pesar del ambiente gris, opaco en el que vivíamos.

Hoy, la vieja y respetada profesión de maestro, pasa por uno de sus peores momentos, como mínimo de ingratitud. Escrutados los docentes con desconfianza por su entorno, se encuentran en el centro de la diana, a los que se les disparan frustraciones y fracasos sociales y administrativos. Cada día se les exige más y mejores respuestas al sistema, sin ni siquiera enterarnos de la terrible soledad con la que conviven. Soledad frente a un alumnado, cuando cada mañana se enfrentan a la difícil tarea de educar, la de formar a personas, a niños y niñas que llegan de casa con una actitud imprevisible o negativa hacia él o hacia ella. Soledad que perciben los maestros de los padres que lejos de unirse a él, se alían con el hijo de forma crítica y hostil, cuando no salvaje. Y así, como afirmaba el jesuita José María R. Olaizola en una ponencia sobre la vocación de educar bajo el título de Samaritanos, Maestros y Testigos, el educador ha de afrontar, en silencio y sin grandes titulares, la batalla diaria con alumnos cada vez más diferentes; afrontar una necesidad de innovación que requeriría un tiempo que, a veces no se tiene; pelea con la burocratización asociada a reformas educativas con más directrices que horizonte; y ha de lidiar con el propio cansancio que en ocasiones sobreviene.

La sociedad actual, rota, no valora el trabajo del maestro, desconoce su función, la gran responsabilidad que tiene de educar hombres y mujeres competentes, ignora que ese educador recibió una formación de ayer para unos jóvenes de hoy que desarrollarán su vida en el mañana, lo que le implica, como se decía en ese encuentro, una gran generosidad por su parte para ‘desaprender para aprender’ y, sobre la marcha, adquirir nuevas herramientas y adaptarse a los nuevos tiempos y a unos cambios de vértigo. Y eso sólo se hace con vocación porque los profesionales de la enseñanza, a pesar de las incertidumbres que puede deparar el futuro, trabajan, de una forma impagable, como siempre, para un mundo mejor. Ellos son los que programan, enseñan, organizan el trabajo, evalúan, prevén ayudas individuales para quienes lo necesiten, mantienen la disciplina, están en contacto con los padres o apoyan al alumnado en sus momentos delicados, son, incluso, sus confidentes o el consuelo que se les niega.

Pues bien, esta sociedad nuestra, de chiste fácil, no es inteligente cuando maltrata a sus maestros y maestras con tópicos y frases despectivas («tienes más vacaciones que un maestro de escuela» o «trabajas menos que un maestro de escuela») o cuando se irrumpe en un centro con gritos e insultos hacia quienes tienen que generar valores en los más jóvenes, porque lo único que se consigue es inculcarles miedo, desengaño, estrés, depresiones y les apartan de su difícil, pero imprescindible, función de educar a nuestros jóvenes a la par que los padres, actores éstos imprescindibles para que sus hijos sean parte de una nueva sociedad que, como mínimo, será diferente.

Decía Mario Benedetti: «Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas».

Así es la labor del maestro o de la maestra, del profesor o de la profesora, sometidos a un proceso de cambio continuo que no da tiempo a asimilar.

Fuente: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/25/soledad-maestro/808751.html

Imagen: http://cdne.diariocorreo.pe/thumbs/uploads/img/2016/10/23/arequipa-la-soledad-de-un-m_6EgfR1Y-JPG_976x0.jpg

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Los maestros y el deseo de conocer.

Por: Javier María Prades López.

Educar es una tarea decisiva para cualquier sociedad y en cualquier época. En nuestro tiempo, sin embargo, ha llegado a ser frecuente hablar de una «emergencia educativa». ¿Por qué se habla ahora de emergencia?, ¿qué diferencias hay respecto al pasado? Los estudios nacionales e internacionales ofrecen datos que justifican esa valoración. En un informe publicado por la Fundación Europea Sociedad y Educación y la Fundación Areces (2015), Pau Balart y Antonio Cabrales señalan que «en una comparativa internacional, los malos resultados que obtiene España en las pruebas PISA son en gran parte consecuencia de su alto decaimiento en el rendimiento». Para ambos autores esa debilidad de los estudiantes puede estar relacionada con «las habilidades no cognitivas como podrían ser el esfuerzo, la motivación o la perseverancia».

No es poco identificar una causa de los malos resultados del sistema educativo precisamente en el ámbito de las «habilidades no cognitivas». Nos permite sugerir que educar no se limita a instruir. Así lo apunta el psicoanalista italiano Massimo Recalcati: «¿Puede contentarse la práctica de la enseñanza con quedar reducida a la transmisión de la información -o, como prefiere decirse, de competencias-, o debe mantenerse viva la relación erótica del sujeto con el saber?». ¿En qué consiste esta erótica del saber? Él mismo lo aclara: «La erótica de la enseñanza se sustenta sobre el amor por el saber que es amor por una carencia que nos atrae y causa el deseo de conocer».

Los datos de los informes sobre nuestro país podrían abrumarnos. Nadie duda de que los aspectos técnicos e institucionales del sistema educativo son indiscutibles a la hora de buscar remedios a través de una posible reforma legislativa. Entonces, poner en primer plano el deseo de saber ¿significa, acaso, minusvalorar el sistema de instrucción, sus estructuras y sus leyes? En absoluto, se trata exactamente de lo contrario: ver cuál es el mejor modo posible de volverlo útil para que cumpla su finalidad.

La inversión estatal y la de iniciativa social en el campo educativo, así como una legislación adecuada, son imprescindibles para ofrecer más y mejores recursos a los educadores. A partir de ahí, ¿qué margen queda para retomar con confianza el proceso educativo?, ¿sigue siendo posible educar? La respuesta será positiva si se trata, como señalan los expertos, de reforzar habilidades no cognitivas, y si la educación reclama una erótica, es decir, avivar el amor por el saber. He aquí un punto de partida sólido para afrontar la situación, realmente urgente, que describen los informes PISA sobre España.

El verdadero reto para quien educa es el de despertar el deseo. ¿Cómo enseñar a nuestros estudiantes a no temer la búsqueda de la verdad? ¿Cómo educarlos en la libertad? ¿Cómo hacer para que estén inquietos en la búsqueda? George Steiner no se ha resignado nunca a una postura derrotista o quejumbrosa. Sostiene que la relación entre maestros y discípulos puede siempre renacer y ofrece esta justificación: «La libido sciendi, el deseo de conocimiento, el ansia de comprender, está grabada en los mejores hombres y mujeres. También lo está la vocación de enseñar». Nuestro gran recurso es, precisamente, el deseo de conocer, deseo que mueve tanto a los educadores como a los educandos.

Es posible compartir el diagnóstico de Steiner porque tenemos un formidable aliado que nos permite afrontar la tarea con esperanza, incluso en tiempos de emergencia educativa: el corazón humano. Podríamos enumerar muchos factores que empeoran el decaimiento en el rendimiento, es decir, esa «anestesia» a la que ha aludido el papa Francisco para denunciar que el poder mundano busca adormecer el corazón y privar al estudiante de su ímpetu original. Pero nada podrá impedir que en cualquier joven o cualquier adulto perviva esa extraña desazón que el entonces cardenal Jorge Bergoglio describía con claridad: «el hombre no es un ser tranquilo en sus propios límites sino que es un ser en camino y cuando no entra en esa dinámica se anula como persona, o se corrompe. Ponerse en camino se debe a una inquietud interior que empuja al hombre a salir de sí. Hay algo fuera y dentro de nosotros que nos llama a emprender el camino».

La acumulación de factores adversos no podrá nunca silenciar por completo esta llamada. En la tarea educativa Steiner lo apuesta todo sobre la capacidad de identificar y acompañar esa inquietud: «Hasta en un nivel humilde -el del maestro de escuela-, enseñar, enseñar bien, es ser cómplice de una posibilidad transcendente. Si lo despertamos, ese niño exasperante de la última fila tal vez escriba versos, tal vez conjeture el teorema que mantendrá ocupados los siglos». Si lo despertamos… ¡Este es el meollo de nuestro desafío como educadores! El punto de Arquímedes en el que apoyar una revolución educativa, desde la escuela más humilde a la universidad más sofisticada, consiste en despertar el corazón del estudiante, poniendo en marcha su razón y su libertad.

Es de todo punto esencial el modo en que acompañamos la relación de cada estudiante con la vida entera, a través de las materias y las actividades académicas, precisamente, para que perciban su profundidad, su apertura al significado completo hasta llegar a descubrir el Misterio oculto y manifiesto en todas las cosas. De otro modo, la realidad perderá su atractivo y el estudiante se empobrecerá porque el corazón se anestesiará. No hay otra vía para lograr una educación a la altura del reto que afrontamos. Ahora bien, podremos acompañar a los estudiantes de este modo si también nosotros estamos implicados personalmente en la búsqueda del significado de la realidad entera.

La verificación de este planteamiento no puede consistir en una comparación abstracta entre varios sistemas de ideas ya confeccionados, para ver cuál incluye más elementos que los demás y así demostrar su adecuación. Se trata de emprender la tarea concreta, invitando a comprobar libremente una hipótesis, recorriendo un camino humano: pongamos manos a la obra y comuniquemos unos a otros lo que sucede. Bien lo entendió María Zambrano al describir la educación como un proceso nunca terminado: «Pues una lección ha de darse en estado naciente (…) la pregunta del discípulo, esa que lleva grabada en su frente, se ha de manifestar y hacerse clara a él mismo. Pues el alumno comienza a serlo cuando se le revela la pregunta agazapada dentro, la pregunta que, al ser formulada, es el inicio del despertar de la madurez, la expresión misma de la libertad. No tener maestro es no tener a quién preguntar y, más hondamente todavía, no tener ante quién preguntarse». Tener alguien a quien preguntar y, más aún, ante quien preguntarse puede ser una forma distinta de aludir a la «erótica del saber».

El profesor abre al estudiante el vínculo entre sus preguntas y las posibles respuestas, en la medida en que también él se pregunta y tiene a quien preguntar. Un estudiante que haya estado alguna vez delante de un maestro, que haya aprendido con él a preguntar y preguntarse, no sólo recordará siempre a su educador, sino que deseará seguir comprendiendo cada vez más el enigma fascinante y siempre dramático del Misterio de la vida. En consecuencia, podrá mejorar sus habilidades cognitivas y así contribuir a que los informes internacionales sobre España cambien de tendencia.

Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2017/02/24/58af24eee2704edf2f8b45dc.html

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Entrevista a Carmen Pérez Saussol: “Es posible educar sin gritar”

12 Junio 2016/Fuente y Autor: Educaciontrespuntocero

Una filosofía de la educación basada en el sentido común, aportando la fuerza y energía necesarias para educar a nuestros hijos sin perder la sonrisa. Este es el mensaje que la psicóloga Carmen Pérez Saussol, con formación en psicología clínica y educativa, propone en su obra ‘Educar con una sonrisa’.

Según su experiencia, ¿la manera en la que educamos a nuestros hijos ha cambiado respecto a cómo lo hacían nuestros padres y abuelos?

La forma de educar a nuestros hijos claro que ha cambiado, la sociedad es distinta y con ella la manera en la que nos relacionamos con ellos. Han variado en gran medida los valores, los principios que nos rodean y la forma en la que imponemos los límites. Actualmente la mayoría de las familias nos organizamos de manera diferente a como lo hacían nuestros padres o abuelos, existe otra forma de relacionarnos, realizamos otro tipo de actividades y aprendemos de forma distinta, pero esto no significa que sea ni mejor ni peor, simplemente es diferente. Muchos padres echan de menos que los niños de hoy en día tengan un mayor respeto por los mayores, sean más solidarios, trabajadores o estén más motivados por el aprendizaje, pero esa falta de valores no está en todos los hogares así que no podemos generalizar. Los educadores deberíamos contar con una filosofía de la educación incluso antes de ser padres, pues así nos aseguraríamos haber reflexionado sobre el tipo de enseñanzas, valores, principios y límites que queremos trasmitir a nuestros futuros hijos.

¿Cuáles son las principales dudas y miedos que manifiestan los padres a la hora educar a sus hijos?

Estas dudas están relacionadas con las redes sociales, el fracaso escolar, el consumo de drogas y el bullying. En el caso de las redes sociales existe una parte de información reservada a su intimidad que debemos respetar, pero la supervisión y el seguimiento son necesarios, conocer claves, poner horarios y limitar accesos. Mientras, en relación al fracaso escolar, hay saber que detrás de un bajo rendimiento intelectual se esconde la causa que lo está provocando y su detección es necesaria para resolver el problema. Un buen psicodiagnóstico revelará si la dificultad es provocada por un déficit de atención, falta de base, baja motivación, problemas en la lectoescritura, dificultades personales o una baja capacidad intelectual, y así poder intervenir lo más rápido posible. En el tema drogas, es importante actuar desde la primera sospecha y si se intuye algún problema acudir a un especialista.

Ante el bullying, lo primero es observar a nuestros hijos frecuentemente para detectar si están contentos. Tanto los niños como los adolescentes deben ir tranquilos al colegio.

En el momento en que muestran reticencia a ir a clase o salir a la calle, describen continuos dolores de cabeza o de barriga, vomitan de forma continuada o se observan cambios de comportamiento, debemos estar alerta. Cuando un menor recibe malos tratos por parte de sus iguales, estos provocan importantes problemas en su estructura de personalidad (miedos, inseguridades, baja autoestima, problemas de relación… ).

¿Son necesarios los límites en la educación?, ¿cuáles son y cómo se pueden aplicar de forma adecuada?

Los límites son necesarios e imprescindibles. Cuando un niño actúa de una manera que no beneficia su estado de salud -y que por tanto conlleva peligro-los adultos debemos enseñarle la forma adecuada de actuar, ya que nuestras orientaciones harán que consiga sus objetivos sin dañar su persona. Enseñar  a nuestros hijos lo que es adecuado y lo que no lo es forma parte de nuestra labor como educadores, y enseñarles también a ‘limitarse’ es algo que les beneficiará de por vida. Considero que los conflictos que surgen en torno a este tema se encuentran en la palabra límite, pues está vinculada a castigo, represión o autoritarismo, y esto ha hecho mucho daño. Cuando marcamos un límite a un niño le estamos enseñando a dosificar sus fuerzas, sus descansos, a planificarse, a organizar sus recursos, a conocerse…  Los padres guiamos las conductas de nuestros hijos para favorecer su crecimiento, no para molestar. Pero para limitar de una forma adecuada es fundamental tener despierto el sentido común. La fuerza física no es aceptable en una educación adecuada.

En su libro habla sobre aquellas herramientas que ayudan a resolver dificultades relacionadas con problemas de comportamiento, adolescencia, alimentación… ¿En qué consisten estas herramientas?

Partimos de la base de que cada niño es único. Nacemos con una carga genética particular, vivimos experiencias afectivas y relacionales que nada tienen que ver con aquellas que experimentan otras personas, por tanto es ridículo pesar que hay recetas únicas para cada problema. Si aplicamos el sentido común, al que tanto hago referencia, y tenemos en cuenta que cada niño, cada padre y cada madre y cada contexto son diferentes, tendremos la respuesta a porqué hay casos en los que una intervención determinada funciona y otros en los que no. Herramientas son estrategias, soluciones que proponemos, alternativas de comportamiento, trucos, cambios de perspectiva o de pensamiento que proponemos para resolver posibles dificultades que podemos encontrarnos en nuestra labor como padres.

¿Es posible educar con una sonrisa permanente?

Estar con una sonrisa permanentemente por supuesto que no, pero una filosofía de la educación donde el buen humor y el optimismo estén presentes claro que puede acompañar nuestras actuaciones. Ojala fuésemos conscientes de la importancia que tiene contar con un modelo educativo ’sonriente’ que guíe la forma de intervención con nuestros hijos y nos ayude a marcar los límites. Tener presente qué versión de padre o de madre quiero ser, como ya indiqué anteriormente, nos ayudará a retomarnos en los momentos de tensión e incertidumbre. Pero si su pregunta es si se puede educar sin gritar o sin gruñir, yo digo que sí es posible.

Fuente de la entrevista: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/carmen-perez-saussol-educar-sin-gritar/32824.html

Fuente de la imagen: http://www.educaciontrespuntocero.com/wp-content/uploads/2016/02/carmen-p%C3%A9rez-saussol-500×333.jpg

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Libro: La alegría de educar

La alegría de educar

  •  Autor: Josep Manel Marrasé
  • Colección: Actual
  • Formato: Rústica con solapas
  • ISBN: 978-84-15750-28-4
  • Páginas: 160

Sinopsis: Tras muchos años dando clases en diferentes niveles y ámbitos, el autor ofrece un conjunto de claves prácticas para mejorar los resultados en el aula a través de recursos como el teatro o la música con el fin de detectar las ilusiones de los alumnos. De esta forma, anima a hacer de la práctica docente un verdadero placer superando el desencanto actual con el sistema.

¿Cómo redescubrir día a día el universo de la educación? ¿Cómo seguir vibrando al entrar en el aula? ¿Cómo hacer de la práctica docente un verdadero placer? Tras muchos años dando clases en diferentes niveles y ámbitos, el autor ofrece un conjunto de claves prácticas para mejorar los resultados en el aula y, por tanto, la satisfacción personal y profesional del educador. Se trata de incorporar recursos del mundo del teatro, la música, la ciencia…, todo vale con el fin de detectar las ilusiones de los alumnos, que conforman el motor mental que los incita a la superación. ¿Un objetivo demasiado ambicioso en épocas de altas tasas de fracaso escolar y desencanto con el sistema docente? Por el contrario, el autor está convencido de que, para superar esta sensación de abatimiento y desencanto con el sistema educativo, precisamente hay que poner el listón más alto y aprovechar el potencial y talento de todas las personas que lo integran.

Fuente de la reseña:http://www.plataformaeditorial.com/ficha/271/1/3321/la-alegria-de-educar.html

Fuente de la imagen: http://www.plataformaeditorial.com/uploads/RESG3321laalegria.jpg

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Colombia: Nueva facultad de Educación de los Andes se enfoca en los licenciados

El programa estará orientado principalmente en la educación media. Decano habla del proyecto.

El Tiempo/20 de mayo de 2016

Este jueves, la Universidad de los Andes lanzó su nueva facultad de Educación, que se especializará en la formación de licenciados para educación media. EL TIEMPO habló con su decano, Eduardo Escallón.

¿Por qué deciden crear una facultad de Educación?

La facultad nace del Centro en Educación y Formación que hay en la Universidad de los Andes desde hace 15 años. En ese tiempo hemos desarrollado una maestría para docentes en ejercicio, un doctorado y cinco grupos de investigación que llevan tiempo produciendo conocimiento para el área de la educación.

Ser profesor es una profesión, no una ocupación y por eso creemos que se necesita construir un saber pedagógico que les permita a los docentes desempeñarse de la manera más competente.

¿Qué tipo de estudiantes van a formar en esta nueva facultad?

Personas activas y dinámicas en el salón de clases y en las instituciones, que sean capaces de proponer, identificar y formular maneras de mejorar lo que hacen dentro de las aulas y lo que ocurre por fuera. Eso no quiere decir que ellos se van a inventar lo que van a enseñar, sino que serán creativos e innovadores para que sus estudiantes aprendan aquello que tienen que aprender.

¿En qué tipo de licenciaturas se enfocarán?

Las licenciaturas están dirigidas a preescolar y educación básica y media, sobre todo a la media. Las tenemos en biología, física, química, matemáticas, historia, filosofía, arte, literatura, lengua castellana y estamos diseñando la de música.

Estamos viendo cómo cumplir con los lineamientos de la nueva resolución para las licenciaturas en inglés, que son prácticamente inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos.

¿Qué retos deben enfrentar los maestros actualmente?

Conocer la disciplina que enseñan, desarrollar unos saberes pedagógicos que les permitan comprender sus retos. Comprender cómo aprenden las personas y evaluar si lo han aprendido o no. Es decir, generar un aprendizaje integral.

¿Cómo van a preparar a los licenciados para todo lo que pasa fuera de las aulas?

El profesor debe ser una persona más humana, más solidaria y más pluralista. Hasta cierto momento debe ser consejero guía.

El profesor no es el psicólogo, el sacerdote, ni el guía espiritual. Tampoco es el policía que combate el microtráfico, ni el juez de familia que ataca el maltrato intrafamiliar. Para eso se deben conocer las líneas de apoyo pero jamás debe suplir las funciones que nombré anteriormente.

Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/facultad-de-educacion-de-la-universidad-de-los-andes/16598022

Imagen: Universidad de Los Andes. Archivo personal

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