España: Más de 3.300 alumnos aragoneses en el Programa de Educación al Consumidor

España/20 de junio de 2017/Fuente: http://www.diariodelaltoaragon.es

Más de 3.300 alumnos de 64 centros educativos de Primaria y Secundaria de Aragón han participado este año en el Programa ‘Educar para un consumo responsable’ del Gobierno de Aragón. El objetivo de esta iniciativa es formar a los estudiantes para que sean consumidores conscientes, críticos y solidarios.

Así lo ha indicado el director general de Protección de Consumidores y Usuarios, Pablo Martínez, quien ha incidido en que hay que apostar por «un consumo responsable». Por provincias, en esta actividad han intervenido 39 centros de Zaragoza, 11 de Huesca y 12 de Teruel, con 1.818, 557 y 732 alumnos, respectivamente.

A través de esta iniciativa, los técnicos de Consumo del Gobierno de Aragón han impartido un total de 123 talleres en diversos espacios educativos sobre cuestiones como cambio climático, etiquetado de alimentos, educación financiera y seguridad vial.

Pablo Martínez ha hecho entrega esta semana de los premios de concurso ‘Consumópolis 12’, que se enmarca este programa de educación al consumidor. Los galardones han sido para el equipo ‘Jajaja2’ del Colegio Luis Turón de Híjar (Teruel), ‘Lospitufos’ del Instituto Pablo Serrano de Andorra (Teruel) y ‘Tobillos’ del Colegio Sansueña de Zaragoza.

La primera parte de este concurso es online y los integrantes del equipo deben completar el recorrido por la ciudad ‘Consumópolis’, resolviendo diversas pruebas de carácter lúdico y pedagógico. La segunda pretende fomentar el trabajo en equipo y consistía en la elaboración de un blog en el que se reflejara un uso responsable de internet y de las tecnologías de la información y la comunicación desde el punto de vista del consumo.

Fuente de la Noticia:

http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasDetalle.aspx?Id=1068042

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Consumo responsable hecho a medida

Isabel Benitez

Una de las limitaciones con las que se encuentra el sector de las “alternativas” es presentarse de una manera tan sectaria que muchas personas ni siquiera se atreven a entrar. Es lo que yo sentí, por ejemplo, la primera vez que me topé con la gente de la Cooperativa Integral Catalana. De repente, pese a sentirme muy cercana a la mayoría de sus principios, me di cuenta de que ni mi temperamento ni mi forma de la ver la vida eran tan radicales como para que me aceptaran en un grupo tan selecto.

Creo que no soy la única que se ha visto en este tipo de situaciones. Por eso, me gustó la aproximación que Andrea Deodato, responsable de Haciaotroconsumo.es, ofreció en la última Feria del Mercado Social de Madrid. Nada de criterios rígidos, nada de estándares imposibles de cumplir y solo al alcance de una minoría, nada de tener que luchar contra todos los elementos para poder lucir el distintivo de consumidor responsable – si es que acaso importa llevar la etiqueta colgando de la solapa.

Deodato propone entender el consumo consciente “no como un punto al que llegar, sino como un proceso continuo e individual”, personalizado.

Si bien uno de los rasgos que caracterizan el modelo de consumo actual es la búsqueda de placer, quizás es más sencillo empezar por tomar decisiones que incidan en la satisfacción de esa necesidad. Si nos gusta la cerveza, ¿por qué no comenzar a ser más responsable bebiendo cerveza ecológica o de producción local? Si nos gusta cuidarnos, ¿por qué no buscar cosméticos o tratamientos más naturales que, aparte de mejorar nuestro aspecto, nos aportan salud?

Dicen los estudios que nos mueven a la acción nuestras emociones más fuertes, especialmente, la ira y la frustración. Por eso, otro punto desde el que actuar es, como explica Deodato, el de “nuestros dolores”, es decir, aquello que nos irrita. ¿Somos amantes de los animales? Tal vez nuestra aportación como consumidores responsables comienza por algo tan simple como no comprar productos que experimenten con ellos.

“Se trata de no pensar tanto en lo que hacen los otros, sino en lo que estamos haciendo nosotros a título individual”

En muchas ocasiones, solo hace falta pararse a reflexionar -algo que hacemos poco- y conectar con uno mismo; saber qué es aquello que de verdad odiamos o adoramos. Y, de ahí, pueden surgir acciones como moverse en bicicleta -que, además, es bueno para la salud- o aprender a reparar los electrodomésticos que se estropean, en vez de tirarlos, si somos manitas.

Es más, si sabemos elegir aquello que se adapta a nuestras inquietudes y pasiones, nos daremos cuenta de que el consumo responsable ni siquiera es tan caro como nos cuentan. Siempre hay opciones. Siempre hay alternativas.

 

Fuente del articulo: https://isabelrbenitez.wordpress.com/2016/06/24/consumo-responsable-hecho-a-medida/

Fuente de la imagen:https://isabelrbenitez.files.wordpress.com/2016/06/mercado-social-madrid.jpg

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Estados Unidos. La educación de élite produce “borregos excelentes”, según un profesor de Yale

RedEducativaMundial(REDEM)/Por: El Confidencial.com / Héctor G. Barnés

 

Según James Atlas, son “súper personas”. Según el profesor William Deresiewicz, son niños mimados que sólo conocen el éxito, lo que termina por deprimirlos.

Los nuevos licenciados son perfectos… para las empresas que los contratarán. Son “súper personas”, el nombre que les dio James Atlas, editor de The New York Times Magazine y presidente de Altas & Company. Tienen varias carreras, practican deporte como si fuesen profesionales, pueden hablar en varios idiomas, manejan a la perfección un instrumento musical, han ofrecido ayuda en los rincones más desfavorecidos del planeta, y han convertido sus hobbies en una provechosa afición. Han estudiado en las grandes universidades, y el futuro está en sus manos. Tiene que estarlo, con tan brillante currículum. Pero también están llenos de miedo, inseguridad, angustia y timidez. Apenas muestran preocupaciones intelectuales y desconocen qué quieren hacer con su vida, más allá de ganar dinero a espuertas, seguir el camino que profesores y padres han construido para ellos, y conseguir la aprobación de los demás.

Esta es la paradoja que late en la vida de los universitarios de los centros de élite americanos, mantiene el profesor de Yale William Deresiewicz, que ha expuesto su tesis en un ya célebre artículo publicado en The New Republic y en su libro Borregos excelentes: la mala educación de la élite americana y el camino a una vida plena, publicado por Free Press. Deresiewicz ha comprobado con sus propios ojos y ha vivido en su propia piel la frustrante experiencia del estudiante de Harvard, Yale o el resto de centros de la Ivy League, que los convierte en esos “borregos excelentes” del título: “Son excelentes porque cumplen todos los requisitos para entrar en una facultad de la élite, pero es una excelencia muy limitada.Son chicos que cumplirán todo aquello que les mandes, y que lo harán sin saber muy bien por qué lo hacen. Sólo saben que volverán a pasar por el aro”. No se trata de un nombre inventando por el escritor. Al contrario, fue el concepto con el que uno de sus alumnos se describió a sí mismo.

Ganado para alimentar la máquina

Desde los años 60, asegura Deresiewicz, los valores que rigen los grandes centros educativos han cambiado por completo aunque, en apariencia, sigan defendiendo la excelencia y el auxilio de los más desfavorecidos. “Auto exaltación, estar a servicio nada más que de ti mismo, una buena vida pensada sólo en términos del éxito convencional(riqueza y estatus) y ningún compromiso real con el aprendizaje, el pensamiento, y con convertir el mundo en un mejor lugar” son los valores que, según el profesor, rigen el comportamiento de sus alumnos. Pero ellos no son los culpables, sino las víctimas. Entre la larga lista de responsables, Deresiewicz señala a los institutos privados, a los ambiciosos padres, al sistema de admisión, a las grandes marcas universitarias, a los empleos donde estos serán contratados y, en general, a la mentalidad de clase media-alta.

Cada vez que ven que la luz roja se enciende, tienen que pulsan el botón, pero hay un momento en el que dejan de decirles lo que tienen que hacer

El producto –es decir, los nuevos licenciados– parece perfecto. Pero, debajo de esa imagen homérica y dinámica del que algún día se convertirá en CEO de una gran empresa se encuentra latente una gran inseguridad. Esta se caracteriza, sobre todo, por una enfermiza aversión al riesgo. “Por definición, nunca han experimentado algo que no sea el éxito”, explica Deresiewicz. Y está en lo cierto. Los requisitos académicos y personales para ser admitido en cualquiera de estos centros son tan elevados que conseguir menos que un sobresaliente no es una opción. Por ello, “al no tener margen para el error, evitan los posibilidad de cometerlo”. Uno de sus alumnos miró a su profesor como si fuese un alienígena cuando le sugirió que quizá dedicar menos tiempo para el estudio le serviría para reflexionar sobre lo que ha aprendido. Otro manifestaba sentirse completamente inseguro ante la posibilidad de verse obligado algún día a comer solo.

Algo que se refleja en las estadísticas de salud mental de los estudiantes, que se encuentran en su momento más bajo de los últimos 25 años. “Es casi como un experimento cruel con animales”, explica en una entrevista con The Atlantic. “Cada vez que ven que la luz roja se enciende, tienen que pulsar el botón”. Entre todos esos requisitos se encuentran la música o participar en una organización caritativa, algo que Deresiewicz explica que no hacen para los demás, sino para sí mismos y sus currículos. “La experiencia ha sido reducida a su función instrumental”. Por ello, durante cuatro años, los que aspiran a matricularse en una gran universidad se dedican exclusivamente a tachar de su lista todos esos hitos que deben haber alcanzado, pero nunca llegan a reflexionar sobre si realmente desean ser ricos y poderosos.

El terrible mundo real

Una vez llegan a la universidad, esta no plantea ningún problema. No tienen más que seguir el camino preestablecido y todo irá bien. Además, los cursos no son muy exigentes, recuerda Deresiewicz. Se ha llegado a un “pacto de no agresión” entre profesores y estudiantes, por el cual los alumnos son “clientes” que reciben altas calificaciones a cambio de un esfuerzo mínimo. Mientras tanto, los profesores siguen profundizando en sus proyectos de investigación, lo que realmente garantiza que reciban incentivos económicos.

Es después de abandonar los estudios cuando la realidad se presenta amenazadora. “Por supuesto que están estresados”, recuerda el profesor. “Nunca han tenido la posibilidad de encontrar su propio camino. El problema es que hay un momento en el que dejan de decirles qué tienen que hacer”.Delirios de grandeza y depresión son dos de los grandes problemas a los que tienen que enfrentarse. El primero, ocasionado por el hecho de que sus padres les hayan dicho que son los mejores y los más listos desde su infancia, un refuerzo positivo que desaparece en el momento en que se dan cuenta de que, como decía David McCullough, no son especiales. Han dejado de medir su valía de forma realista, lo que provoca que su autoestima se desmorone a la primera de cambio.

Wall Street se dio cuenta de que las facultades están produciendo licenciados muy listos y completamente centrados en el trabajo, que no tienen ni idea de lo que quieren

Irónicamente, las personas que tendrían la posibilidad de hacer todo lo que quisieran, terminan siguiendo carreras muy similares. Que son justo aquellas en las que son necesarios trabajadores y líderes que sigan caminos preestablecidos, que se muevan únicamente por las ansias de dinero, estatus e influencia, y que no cuestionen el estado de las cosas. Es el caso de la bolsa americana. Como señala una cita del periodista deNewseek Ezra Klein que reproduce Deresiewicz, “Wall Street se dio cuenta de que las facultades están produciendo una gran cantidad de licenciados muy listos y completamente centrados en el trabajo, que tienen una gran resistencia mental, una buena ética de trabajo y ni idea de lo que quieren”.

En última instancia, recuerda el autor, se trata de lucha de clases. Pero no entre las clases bajas y las altas, sino entre los diversos escalones de las élites, a los que cualquier otro camino les parece una excentricidad. Como recuerda el periodista, el número de estudiantes de la mitad menos rica de la sociedad se ha reducido en la educación de élite desde el 46% de 1985 al 15% actual. Y como explicaba el fundador del Proyecto Minerva Ben Nelson, los habituales métodos de selección de los estudiantes de las universidades de élite no hacen nada más que dar preferencia a los más ricos, puesto que ellos son los que tienen el dinero para contratar a los mejores profesores y enrolar a sus hijos en las clases de música, fútbol americano, matemáticas, francés, béisbol, viajes al extranjero, economía y literatura que necesitan para garantizarse su puesto en la élite.

Fuente: http://www.redem.org/la-educacion-de-elite-produce-borregos-excelentes-segun-un-profesor-de-yale-leer-mas-la-educacion-de-elite-produce-borregos-excelentes-segun-un-profesor-de-yale/

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Para não reduzir crianças a consumidores

STJ classifica publicidade infantil como abusiva e rechaça esforço de empresas para “fidelizar” seres humanos desde cedo, associando-os a marcas e produtos

Por Lais Fontenelle

Nesta semana, quando celebramos 25 anos do Código de Defesa do Consumidor, uma notícia nos faz acreditar que a transformação é não apenas possível, como está próxima. Em 10 de março, pela primeira vez o abuso da publicidade voltada ao público infantil chegou a um tribunal superior e foi analisado em seu mérito. Por decisão unânime, o Superior Tribunal de Justiça (STJ), conhecido por ser o Tribunal da Cidadania, julgou abusiva uma publicidade de biscoitos da Bauducco.

A vitória é resultado de uma longa trajetória. Em 1983, a ONU reconheceu os direitos do consumidor e tornou a causa internacionalmente legítima. No Brasil, o Código de Defesa do Consumidor, um dos mais completos do mundo, foi publicado em 11.09.1990, mas só entrou em vigência em 11.03.1991, três anos após a promultação da Constituição Federal – uma resposta do poder público aos anseios da sociedade em relação aos avanços desgovernados da atual sociedade de consumo.

Data também do início dos anos 90, segundo alguns autores, a crise conceitual da infância – quando as crianças, que eram tidas como um vir-a-ser e precisavam ser preparadas para o mundo adulto, foram elevadas pelo mercado ao status de consumidoras, antes mesmo de estar aptas ao exercício pleno de sua cidadania. Vale destacar que a criança nem sempre foi vista da mesma forma no decorrer da História. A sociedade medieval, até aproximadamente o século XII, não costumava nem retratar as crianças – indicando que elas pareciam não fazer parte do espaço social. A infância era vista como um período de transição, logo ultrapassado.

De lá para cá, o cenário mudou. A criança perdeu o anonimato e tornou-se foco das atenções do mercado, que passou a enxergá-la como consumidora final, além de alguém com forte influência sobre amigos e família. É o que indica pesquisa da Interscience, segundo a qual elas influenciam 80% dos processos decisórios das compras da família, funcionando como promotoras de venda dentro de casa (1). Nesse contexto é que ganhou força a publicidade dirigida às crianças.

Hoje, a publicidade infantil não só invadiu a web, as escolas e os parques, como também passou a endereçar à criança mensagens sobre objetos do universo adulto, somadas às de produtos infantis. Além de porta de entrada para influenciar os hábitos de consumo da família, o mercado considera que, quanto mais cedo uma criança é fidelizada a uma marca, mais chances há de ela manter-se fiel por toda a vida. Assim, vendem-se para elas coisas como carros e seguros de vida, roubando-lhes a infância – fase essencial de desenvolvimento da capacidade crítica, intelectual e afetiva do ser humano.

Cabem aqui algumas perguntas. Como podem as crianças, antes mesmo de autorizadas a trabalhar ou compreender totalmente a persuasão contida nas mensagens publicitárias, exercer relações de consumo que envolvem diretamente trocas monetárias? Ou ser alvo de mensagens que necessitam de compreensão crítica e capacidade de abstração, que a maioria das crianças ainda não têm formadas até cerca de doze anos? Não podem. Tanto que o próprio Código de Defesa do Consumidor Brasileiro previu protegê-las, como fica evidente no Art. 37 ao afirmar que “é proibida toda publicidade enganosa ou abusiva”, e explicar, no parágrafo §2º, que “é abusiva, dentre outras, a publicidade discriminatória de qualquer natureza, a que incite à violência, explore o medo ou a superstição, se aproveite da deficiência de julgamento e experiência da criança, desrespeite valores ambientais ou seja capaz de induzir o consumidor a se comportar de forma prejudicial ou perigosa à sua saúde ou segurança. (…)”.

Vale destacar a declaração de voto do ministro Herman Benjamin, do Superior Tribunal de Justiça, na decisão que considerou a publicidade infantil abusiva:

“O julgamento de hoje é histórico e serve para toda a indústria alimentícia. O STJ está dizendo: acabou e ponto final. Temos publicidade abusiva duas vezes: por ser dirigida à criança e de produtos alimentícios. Não se trata de paternalismo sufocante nem moralismo demais, é o contrário: significa reconhecer que a autoridade para decidir sobre a dieta dos filhos é dos pais. E nenhuma empresa comercial e nem mesmo outras que não tenham interesse comercial direto têm o direito constitucional ou legal assegurado de tolher a autoridade e bom senso dos pais. Este acórdão recoloca a autoridade nos pais”.

O resultado de 5×0 na decisão do STJ é fruto de ação movida pelo Ministério Público de São Paulo contra a Pandurata, dona da marca Bauducco. A ação, de 2007, teve origem numa denúncia do Projeto Criança e Consumo do Instituto Alana contra promoção de venda casada em que cinco embalagens do pacote de biscoitos, cada um ao custo de R$ 5, davam direito a um brinde. O processo foi julgado também pela ministra Assussete Magalhães, presidente da Segunda Turma do STJ, que considerou “um caso típico de publicidade abusiva e de venda casada, igualmente vedada pelo Código de Defesa do Consumidor, numa situação mais grave por ter como público-alvo a criança”. Se a Pandurata recorrer, o processo seguirá para o STF (Superior Tribunal Federal).

Desde já, contudo, a decisão é um marco a ser comemorado, uma vez que poderá influenciar novas decisões para casos semelhantes que cheguem a esse tribunal superior e certamente influenciará tribunais estaduais, juízes de 1ª instância e quem mais tem autoridade para fiscalizar ou coibir os abusos publicitários.

Esperamos ainda que influencie as decisões das empresas que atuam no país, para que cumpram a legislação vigente e repensem a comunicação dirigida às crianças.

A conquista é fruto do trabalho de gente comprometida com a causa, mas também de uma sociedade que não tolera mais abusos, fruto de um momento histórico muito particular em nosso país em que a sociedade – e aí incluem-se as empresas – estão tendo de pensar mais na ética e na sustentabilidade, e menos no lucro. Vale lembrar também que, há duas semanas, a Abir (Associação Brasileira das Indústrias de Refrigerantes) anunciou que, a partir de agora, recomendará às marcas de refrigerantes que façam publicidade apenas para o público acima de 12 anos, e deixará de veicular propaganda em programas de tevê que tenham mais de 35% do público abaixo dessa faixa etária.

Como observou o advogado Pedro Hartung, do Instituto Alana, as empresas e as pessoas que nelas trabalham não podem mais se furtar à obrigação de cumprir a lei, mesmo que ela represente uma contrariedade aos seus interesses e uma suposta ameaça a seus ganhos econômicos. Ele explica: “Diz-se suposta ameaça, pois as normas existentes, inclusive a Resolução 163 do Conanda, não regulam a veiculação comercial de determinado produto ou serviço, mas sim seu direcionamento. Portanto, qualquer produto que hoje é massivamente direcionado às crianças – como macarrões instantâneos, frangos empanados, brinquedos ou até mesmo seguros ou carros –, continuará a ter publicidade, mas eticamente redirecionada aos adultos.”

Nesses 15 de março, Dia Internacional dos Direito do Consumidor, façamos então um brinde. Que essa decisão do STJ seja a primeira de muitas outras que honrem as crianças – não só como sujeitos de direitos, mas também como consumidoras. Façamos valer o que já está previsto na legislação.

Nota
(1) Interscience. Informação e Tecnologia Aplicada. Outubro de 2003

 

Publicado originalmente en http://outraspalavras.net/destaques/para-nao-reduzir-criancas-a-consumidores/

 

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