Hacer escuela hoy

«Nuestros malos alumnos (de los que se dice que no tienen porvenir) nunca van solos a la escuela. Lo que entra en clase es una cebolla: unas capas de pesadumbre, de miedo, de inquietud, de rencor, de cólera, de deseos insatisfechos, de furiosas renuncias acumuladas sobre un fondo de vergonzoso pasado, de presente amenazador, de futuro condenado.» Daniel Pennac. Mal de Escuela. p.58

Por Carlos Magro

No podemos vivir sin la escuela. Nos hicieron falta solo unos días para darnos cuenta. Nos hicieron falta solo unos días para comprobar lo importante que son las escuelas en nuestras vidas y los problemas que produce abandonar las aulas y cerrar físicamente las escuelas. Problemas de sociabilidad, bienestar, equilibrio emocional, salud, integridad física, convivencia y conciliación, pero también, evidentemente, de aprendizaje. No solo por las dificultades para sostener la enseñanza y el aprendizaje a distancia, sino, sobre todo, por las dificultades que supone tratar de aprender solos. Porque si algo caracteriza al aprendizaje es que es una actividad esencialmente social. La escuela es, dejando a un lado la familia, el primer lugar donde aprendemos junto a otros.

En la escuela aprendemos con los otros y de los otros. En la escuela, aprendemos simultáneamente, dice Philippe Meirieu, a decir yo y a hacer el nosotros. En la escuela aprendemos a estar juntos para hacer cosas en común.

«No enseñamos cosas, sino nuestra relación con las cosas. Daniel Brailovsky» 

La relación didáctica encierra, de hecho, una triple relación, la del profesor con el contenido, la del alumno con el contenido, y la que se establece entre alumnos y profesores (Basabe, L. y Cols, E., 2007). Todo en la escuela es una cuestión de relaciones. No enseñamos cosas, sino nuestra relación con las cosas, dice Daniel Brailovsky (2019, p.78). Sin relación, sin relaciones, no hay escuela posible. Tampoco aprendizaje. Somos en relación y hacemos en relación (Duschatzky, L. y Skliar, C., 2014). Necesitamos la doble vinculación con los otros y con los saberes que propicia la escuela.

«En la escuela aprendemos a estar juntos para hacer cosas en común»

Nicolás Alejandro cc y https://flic.kr/p/qx623D

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La escuela no es un lugar cualquiera de aprendizaje. La scholè griega significó tiempo libre. Para los romanos era el lugar destinado a la enseñanza. Un tiempo (libre) y un espacio (público) desvinculado del tiempo y del espacio tanto de la sociedad, como del hogar. Un tiempo y un espacio que nos pone en relación y vincula con el mundo y con los mundos de los saberes (las disciplinas en tanto que lenguajes de apropiación del mundo), que nos permiten comprender y actuar sobre el mundo. La escuela surgió cuando decidimos que “para hacer y aprender ciertas cosas y de determinada manera había que salir de casa, dejar la plaza, el mercado o el trabajo por un tiempo e ir a otro sitio, a un espacio separado, a un lugar despejado e iluminado”.

La escuela surgió para ponernos en contacto con lo común. Con aquello que hemos decidido salvaguardar y compartir. Con nuestra historia, pero también con nuestros futuros comunes posibles. En la escuela aprendemos además porque alguien nos enseña. La enseñanza es una acción orientada hacia los otros y realizada con el otro. En la escuela aprendemos porque alguien quiere enseñarnos algo.

La escuela es un espacio social especializado, en el que se enseña de manera descontextualizada. El tipo de aprendizaje que se produce no es natural, no tiene nada que ver con los aprendizajes informales que muchas veces se le contraponen. Aunque cada día es más cuestionada, la escuela permite una suspensión del orden usual de las cosas (Masschelein y Simons, 2014, p.11).

Un tanto a contratiempo, en un mundo crecientemente acelerado y obsesionado con los resultados, la escuela aún nos permite demorarnos, darnos tiempo, entretenernos con el conocimiento y con el mundo, prestar atención a las cosas, dar valor a lo inútil (Ordine, 2013).

«La escuela aún nos permite demorarnos, darnos tiempo, entretenernos con el conocimiento y con el mundo, prestar atención a las cosas, dar valor a lo inútil»

AJ vdHorst cc by-nc-sa https://flic.kr/p/swpUNd

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En estos meses de encierro con la ausencia de ese espacio y tiempo diferencial desapereció el llamado efecto escuela. Un efecto, advierten Xavier Bonal y Sheila González, “casi irrelevante para aquellos colectivos con capacidad de sustitución inmediata, pero fundamental para aquellos con menor capital cultural”. Durante el confinamiento ese lugar diferenciado se quebró y, a pesar de los esfuerzos de unos y otros por mantenerlo, también “se puso en riesgo la posibilidad que otorga la escuela de lograr una autonomía intelectual y afectiva, tanto de los niños respecto a sus familias como de las familias respecto a sus niños”, dice Inés Dussel.

Durante el confinamiento, quedó claro, que la escuela no es solo lo que sucede en el aula, y aunque pudimos, en algunos casos, rearmar aulas virtuales (que no las dinámicas que proponen los maestros a los estudiantes, o no todas), no pudimos en ningún caso recuperar la escuela. Nos faltaron los compañeros y, consecuentemente, el efecto positivo que éstos producen en el aprendizaje.

A pesar de su aparente igualdad, el desarrollo de la covid19 ha hecho evidente que la enfermedad no afectaba a todos por igual, mostrándonos, como dice Boaventura de Sousa Santos, que la incertidumbre, el miedo y la esperanza no están igualmente distribuidos entre todos los grupos sociales, y cuestionando argumentos habitualmente utilizados en el debate educativo como el de la ideología del esfuerzo o el de la meritocracia.

«La incertidumbre, el miedo y la esperanza no están igualmente distribuidos entre todos los grupos sociales»

El confinamiento ha visibilizado las múltiples desigualdades sociales, económicas, de capital cultural y tecnológicas que atraviesan y condicionan lo educativo; y, a pesar, de las dificultades crecientes que la escuela tiene para compensarlas, nos ha ayudado a comprender mejor el papel insustituible que juegan las escuelas y los maestros luchando contra las desigualdades naturalizadas y negándose a aceptar las profecías del fracaso y los destinos prescritos.

De hecho, la escuela es, junto con la sanidad pública, “el instrumento más poderoso que tenemos hasta ahora para luchar contra la desigualdad y dar pasos a favor de la equidad” (Rivera y Coll, 2019, p.16). “La escuela es el tiempo y el espacio en el que los estudiantes pueden abandonar todo tipo de reglas y expectativas relacionadas con lo sociológico, lo económico, lo familiar y lo cultural…hacer la escuela tiene que ver con una especie de suspensión del peso de todas esas reglas” (Masschelein y Simons, 2014, p.15).

Cappugino cc by https://flic.kr/p/rWckQF

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Hicieron falta solo unos días para darnos cuenta de lo difícil que es escolarizar los hogares, pero también para comprender, que la escuela sola no puede. No podemos vivir sin la escuela, pero la escuela por sí sola no es suficiente. La educación en casa no es, no puede ser la escuela, porque, precisamente, la escuela es lo que rompe con las desigualdades familiares y sociales, lo que permite acceder a la alteridad. Pero la escuela aislada tampoco es capaz de combatir esas desigualdades. Desigualdades que están en la base del que es,probablemente, el principal reto que tiene, a día de hoy, nuestro sistema educativo, el fracaso escolar en sus múltiples expresiones: repetición, desafección escolar, desvinculación, absentismo, no titulación, abandono escolar temprano.

«No podemos vivir sin la escuela, pero la escuela por sí sola no es suficiente»

Hay, además, un acuerdo generalizado en que a la crisis sanitaria le va a suceder una crisis, social y económica profunda, que va a acrecentar unas desigualdades que ya estaban previamente desbocadas, generando aún más diferencias educativas.

La pandemia nos ha mostrado que el principal reto educativo no es realmente (o exclusivamente) educativo, sino social. No es solo, como dice César Coll, “que se herede la pobreza o la riqueza, es que se heredan las oportunidades de aprender” (Coll, 2017).

«El principal reto educativo no es realmente (o exclusivamente) educativo, sino social»

Uno de los aspectos que ha evidenciado la pandemia es que necesitamos políticas educativas integrales y no solo políticas escolares. Tiene poco sentido pensar exclusivamente en políticas educativas como si la escuela actuase en un vacío social. Aminorar al máximo las consecuencias que la crisis va a generar en muchas familias, niños y jóvenes implica también hacer intervenciones educativas fuera de la escuela que impacten en familias y sus entorno. Las políticas educativas deben ser en primer lugar políticas sociales, de distribución, reconocimiento y participación.

«No es solo, como dice César Coll, que se herede la pobreza o la riqueza, es que se heredan las oportunidades de aprender»

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Durante estos meses hemos hablado mucho de las brechas tecnológicas que afectan a la educación. Siendo cierto que la brecha primaria (la del acceso) se ha mostrado mayor de lo esperado, no lo es menos que para la continuidad de la enseñanza y el aprendizaje ha sido aún más determinante la brecha secundaria (la del uso), que tiene que ver con las capacidades de escuelas, docentes, estudiantes y familias para utilizar la tecnología para enseñar y aprender, y que reproduce, amplificadas, las viejas brechas sociales y de capital cultural conocidas por los sociólogos de la educaión desde hace décadas.

Hay, además, un aspecto que apenas ha sido discutido. Las actuales tecnologías, lejos de constituir simplemente una caja de herramientas, definen un nuevo entorno de enseñanza y aprendizaje, que va más allá de la escuela; amplía nuestro concepto de alfabetización; modifica nuestra relación con los contenidos; demanda nuevas formas de enseñanza y aprendizaje; y difumina las fronteras entre el aula y el hogar, lo formal y lo informal. Un escenario que compromete, queramos o no, ese espacio y tiempo especial y diferencial que hemos descrito en los primeros párrafos de este texto.

«Las actuales tecnologías, lejos de constituir simplemente una caja de herramientas, definen un nuevo entorno de enseñanza y aprendizaje»

Las tecnologías constituyen “una ecología de medios en la cual conviven aparatos y prácticas diferentes, a menudo combinados entre la escuela, el hogar, el espacio de ocio y las sociabilidades con pares” (Dussel, 2010, p. 22) y conforman “el ecosistema en el que ya se desenvuelven la información y la comunicación y, por consiguiente, el aprendizaje” (Fernández Enguita, 2018, p.170), y planteándonos tres grandes desafíos: 1) la puesta en valor de las trayectorias individuales de aprendizaje; 2) la personalización del aprendizaje y su ubicuidad; y 3) la falta de demarcación nítida entre los diferentes espacios físicos e institucionales en los que tiene lugar este aprendizaje (Coll, 2013).

Mindaugas Danys cc by https://flic.kr/p/6JMMkb

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En este contexto, las escuelas se constituyen como un nodo fundamental, pero ya no exclusivo, en un entramado de entornos y espacios abiertos al aprendizaje, en el que, sin ser totalmente nuevo, ni una consecuencia exclusivamente de la tecnología, la existencia de otros contextos de actividad no escolares y otros agentes que ofrecen recursos y oportunidades para aprender suponen un nuevo desafío para la educación desde la perspectiva de la equidad.

«Las escuelas se constituyen como un nodo fundamental, pero ya no exclusivo»

Cuanto más nos apoyemos en la tecnología, más tendremos que compensar, desde las políticas públicas, las desigualdades que se generan. Por tanto, no se trata solo de dotar de tecnología a los centros, sino de proveer de tecnología y de recursos a docentes, alumnos y familias. Tampoco es solo un reto tecnológico, es también un desafío en términos de sentido y significatividad de lo enseñado y lo aprendido.

«Cuanto más nos apoyemos en la tecnología, más tendremos que compensar, desde las políticas públicas, las desigualdades que se generan»

La frontera entre lo escolar y lo no escolar, lo formal y lo informal, ya no se define por los límites del espacio y el tiempo de la escuela. Hay mucho de no-escuela en el horario escolar, y hay mucho de escuela en el espacio y tiempo posterior al horario escolar (Pérez Goméz, 2012, p.44). Es necesario volver a pensar, una y otra vez, qué es la escuela y cuál es su sentido en este nuevo ecosistema. Necesitamos, simultáneamente, desescolarizar la vida, pero también dar un sentido educativo integrado a partes de esa vida.

The Naked Ape cc by-nc-sa https://flic.kr/p/fy2ypE

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Resolver los retos educativos actuales va más allá de diseñar políticas escolares. Necesitamos diseñar medidas que tengan en cuenta las redes de actividad por las que transitan y a las que acceden los niños y los jóvenes. Redes que no están igualmente distribuidas, ni accesibles. Atender a los retos educativos que hemos planteado supone diseñar políticas que actúen sobre lo escolar, pero que tengan también en cuenta el contexto familiar y vital de los niños y jóvenes. La educación necesita políticas que involucren a las familias, la comunidad y las escuelas. Quitar presión a la escuela pasa por abrir la escuela.

«Resolver los retos educativos actuales va más allá de diseñar políticas escolares»

Aprender es más que nunca un asunto no circunscrito a unos espacios concretos (las instituciones educativas, las aulas), ni a unos tiempos (los de escolaridad, la educación formal), ni a unos ámbitos de conocimientos determinados (conocimientos declarativos, abstractos o factuales), ni a unas habilidades (cognitivas), ni, por supuesto, a un único currículo ni a unas metodologías únicas.

Los centros educativos “deben dejar de pensar exclusivamente en términos de aprendizaje de contenidos escolares y empezar a pensar en términos de aprendizaje del alumnado, más allá de donde tenga lugar este aprendizaje” (Rivera y Coll, 2019, p.17). “Ayudar a los alumnos a construir significados sobre sí mismos como aprendices que les habiliten para seguir aprendiendo es probablemente una de las funciones más importantes de las instituciones de educación formal y escolar en el marco de esta nueva ecología del aprendizaje” (Coll, 2013, p. 166).  El reto es enorme y no lo pueden hacer las escuelas, ni los docentes solos.

Fumigraphik cc by-nc-sa https://flic.kr/p/pG56FZ

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Hacer escuela y estar en la escuela hoy pasa por abrir la escuela y salir al barrio, al museo y al campo, pasa por no quedarnos solos en la escuela. Hacer escuela hoy implica mucha más coordinación entre instituciones (comunidades, ayuntamientos, distritos o, incluso, barrios en ciudades grandes) y mucho más trabajo entre equipos multidisciplinares y personas especializadas en distintos ámbitos.

Hacer escuela hoy es también hacer una sociedad más justa. No hay mejora posible de lo escolar sin una mejora de lo social. Como no hay mejora de lo social sin una mejora de lo escolar. Son dos caras de la misma moneda. Garantizar el derecho a aprender de todas en la escuela es también apostar por garantizar los aprendizajes de todos fuera de la escuela.

«No hay mejora posible de lo escolar sin una mejora de lo social. Como no hay mejora de lo social sin una mejora de lo escolar»


Referencias:

Basabe, L. y Cols, E. (2007). La enseñanza. En Alicia Camilloni et al. El Saber didáctico. Buenos Aires: Paidós

Bonal, X. y González, S. (6 de abril de 2020). Confinamiento y efecto escuela. El Periódico. Recuperado de https://www.elperiodico.com/es/opinion/20200406/efecto-coronavirus-desigualdad-escuelas-xavier-bonal-sheila-gonzalez-7919442

Brailovsky, D. (2019). Pedagogía entre paréntesis. Buenos Aires: Noveduc.

Coll, C. (2013). La educación formal en la nueva ecología del aprendizaje: tendencias, retos y agenda de investigación. pp.,160-161 en José Luis Rodríguez Illera (Comp.). Aprendizaje y educación en la sociedad digital. Universidad de Barcelona.

Coll, C. (2017). Tecnologías, educación y construcción del conocimiento. p.136 En Rivera-Vargas, P., Sánchez-Sánchez, E., Morales-Olivares, R., Sáez-Rosenkranz, I., Yévenes, C. y Butendieck, S. (coords). (2017). Conocimiento para la equidad. Santiago de Chile: Colección Políticas Públicas – USACH.

Duschatzky, L. y Skliar, C. (2014). Los vínculos en las escuelas. Pensar la composición de las relaciones en tiempos digitales y abismales. Revista de Educação, Ciência e Cultura v. 19 n. 1 jan./jun. 2014

Dussel, I. (2010). Educación y nuevas tecnologías. Los desafíos pedagógicos ante el mundo digital. Madrid: Fundación Santillana. Disponible en  https://www.fundacionsantillana.com/PDFs/documentobasicoviforo.pdf

Dussel, I. (2020). Esto no es una escuela, ¿o sí? https://laescuelaqueviene.org/esto-no-es-una-escuela-o-si/ La Escuela que viene. Fundación Santillana

Fernández Enguita, M. (2018). Más escuela y menos aula. Madrid: Morata.

Larrosa, J. (2019). Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio del profesor. Barcelona: Candaya.

Masschelein, J. y Maartens, S. (2014). Defensa de la escuela. Una cuestión pública.

Meirieu, P. (18/4/20). La escuela después… ¿con la pedagogía de antes? http://www.mcep.es/2020/04/18/la-escuela-despues-con-la-pedagogia-de-antes-philippe-meirieu/

Ordine, N. (2013). La utilidad de lo inútil. Barcelona: Acantilado.

Pennac, D. (2009). Mal de escuela. De Bolsillo

Pérez Gómez, A. (2012). Educarse en la Era Digital. Madrid: Morata.

Rivera Vargas, P. y Coll, C. (2019). Repensar la educación escolar en la sociedad digital. En Políticas Públicas para la Equidad Social (Vol. 2)., Colección Políticas Públicas, Universidad de Santiago de Chile., pp.13-22

Sousa Santos, B (2016). La incertidumbre: entre el miedo y la esperanza. pp. 161-169, en Trotta, N. y Gentili, P. (2016). América Latina. La democracia en la encrucijada. Buenos Aires: Clacso. Disponible en http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20161226111424/America_Latina_Encrucijada.pdf

Fuente: https://carlosmagro.wordpress.com/2020/07/06/hacer-escuela-hoy/
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España: El Congreso aprueba un incremento de la inversión en la educación pública en la Comisión de Reconstrucción

Europa/España/Diariodelaeducacion

El punto 18 del borrador se dedica exprofeso a la cuestión educativa de cara a la reconstrucción tras el confinamiento provocado por la pandemia de COVID-19 de estos meses. Buena parte de este punto pone la mira en la situación del alumnado y de las familias en peor situación socioeconómica, pero no solo.

El documento habla de un aumento de la inversión educativa que acerque la cifra actual a la media de la Unión Europea (de poco más del 4% hasta el 6%). La polémica ha saltado esta mañana por el hecho de que el documento especifica que este aumento repercuta en el sistema público, dejando fuera a la red concertada.

También pide el aumento de los puestos escolares en la educación pública así como la mejora de las condiciones laborales de los profesionales del sector. O el refuerzo de los centros en los que se dé una alta concentración de alumnado en desventaja socioeconómica o de minorías o el aumento de profesionales como PT, AL, PTSC o trabajadores sociales en centros con alumnado con necesidades educativas especiales o con dificultades de aprendizaje.

En este sentido apela al apoyo a las comunidades autónomas para la redacción de planes de recursos para los centros de alta complejidad que pudieran contemplar el incremento de la dotación de personal docente y no docente para poder dar apoyo social y emocional intensivo a chicas y chicos. Y buscar el consenso en la Conferencia Sectorial para crear un plan de choque de inicio de curso para la detección de desigualdades generadas por la situación de pandemia y para revertirlas.

En dicho plan podría contemplarse un aumento de la formación docente en la dirección de mejorar sus competencias digitales; el equipamiento de las familias y la mejora de la competencia digital de estas y del alumnado; el impulso para cubrir los costes indirectos de la escolarización obligatoria como libros y material escolar, comedores o transporte; el fomento de las actividades extraescolares, y, por último, la lucha contra el acoso y el ciberacoso.

Otro de los puntos de este artículo 18 pide la universalización del 0-3 con carácter público y gratuito. Hoy por hoy la mayor parte de plazas en esta etapa con privadas o concertadas por todo el país y no es capaz de absorver una eventual universalización. Están matriculados en escuelas infantiles de 0-3 algo menos de la mitad de las criaturas.

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Venezuela: El retorno a la escuela no será igual

Por Carmen Victoria Inojosa @victoriainojosa  25 junio, 2020

A la escuela le toca rediseñar espacios, preparar protocolos, evaluar riesgos, avanzar en la innovación tecnológica. El Ministerio de Educación asomó la posibilidad de reabrir los planteles en septiembre. Especialistas en Políticas Públicas Educativas destacan que se debe hacer una evaluación de la infraestructura, una consulta ciudadana, garantizar las medidas de higiene y limpieza, fortalecer la enseñanza de la educación virtual.Caracas. No es tan fácil imaginar el retorno a las aulas. La educación ya no podrá ser la misma. A la escuela le toca rediseñar espacios, preparar protocolos, evaluar riesgos, disminuir la cantidad de estudiantes por salón, organizar turnos de recreo, idas al baño, la llegada a clase, garantizar productos de higiene, profundizar en las medidas de higiene y de distanciamiento. Pero, sobre todo, la necesidad —ya urgente— de avanzar en la actualización tecnológica y de sus contenidos. Es un nuevo modelo de escuela que ya no puede esperar.La pandemia amplió las brechas, las desigualdades: estudiar desde casa no ha sido igual para todos. El salón de clases, que da las mismas oportunidades de acceso al conocimiento, no ha estado habilitado durante más de cuatro meses. Del Ministerio de Educación ya asomaron la posibilidad de volver en septiembre a la escuela. El 10 de junio el ministro de ese despacho, Aristóbulo Istúriz, anunció que tenían “algunas propuestas sobre la transición de la pospandemia en educación”. Venezuela ya supera los 4000 contagiados por COVID-19. En las últimas semanas, los casos que reportan diarios suelen superar los 100.

La Escuela Técnica Industrial San José Obrero de Fe y Alegría, ubicada en Antímano, abrió sus puertas a los estudiantes el 10, 11 y 12 de junio para aplicar una prueba de conocimiento a 150 aspirantes a estudiar primer año en esa institución. La prueba estaba programada para marzo. El director Rafael Peña cree que la experiencia fue “un ejercicio piloto que se aprovechó para ver cómo podría ser el regreso a clases”.

Fueron 150 estudiantes de aproximadamente 18 colegios de Antímano, atendieron a 50 cada día entre miércoles, jueves y viernes. Por día, los dividieron en dos grupos de 25 personas, distribuidos a su vez en dos horarios. “Pensamos todos los días en la dinámica”, dice Peña. Leyeron protocolos aplicados en otros países para reabrir los planteles y la organización del espacio.

En los salones hay menos de 13 pupitres, el resto fue amontonado en las esquinas. Entre cada mesa hay más de un metro de distancia, apenas cuatro estudiantes por fila. La semana previa, Protección Civil desinfectó la escuela. También les dejaron hipoclorito para continuar la limpieza durante los días de evaluación.

“Se tomaron todas las medidas para que ustedes estuviesen aquí”, le dice Peña a los padres y representantes que esperan que sus hijos pasen a los salones. Hay rayas fluorescentes a lo largo del pasillo que orientan el distanciamiento. La institución elaboró un instructivo que fue enviado a los padres sobre las previsiones, cómo sería el proceso y cómo debían ir los estudiantes.

Los niños se miran entre ellos, algunos visten de uniforme. Mientras caminan hacia los salones, varios retrasan el paso, cada tanto una pausa y vuelven a avanzar. “El distanciamiento”, se escucha. “Cada quien tiene que tener su lápiz, sacapuntas, borra, porque no podemos pedirlo al compañero por medidas de seguridad”, les repite Peña.

Los estudiantes fueron divididos en pequeños grupos para presentar la prueba. Foto: Luis Morillo

Entran en fila al salón, uno a uno. Lucen extrañados, como si faltara algo más. Al sentarse ya las piernas no quedan flexionadas, las estiran. Quienes tienen guantes, se los quitan para responder la prueba que ya está en el pupitre. “Mamá, ¿y cuándo se va el coronavirus?”, leen.

“Yo que soy kinestésico, no sé qué haré”, dice el profesor Domingo García, encargado de aplicar a un grupo la prueba diagnóstica. Él también luce extrañado, después de 30 años dando clases, el confinamiento rompió su rutina de planificación de día a día en el plantel. “La escuela es un medio de contingencia”, es su respuesta sobre la necesidad del retorno a la escuela. Pero entiende que para eso deben garantizarse la medidas de bioseguridad.

Ahora el pensamiento está en cómo iniciar el año escolar 2020-2021. Peña cree que la atención será por grupos pequeños de entre 13 y 15 estudiantes por salón durante una semana, mientras que el resto continúa con actividades en casa. Luego la siguiente semana se intercambia. También han pensado en un modelo interdiario. “Tendrá que ser en doble modalidad: virtual y presencial”, asegura Peña.

Los estudiantes consiguieron un nuevo salón, con menos pupitres y mesas distanciadas. Foto: Luis Morillo.

Para el profesor José Castro es necesario evaluar la experiencia que empezó el 16 de marzo cuando comenzaron a atender a los estudiantes por teléfono, correo, WhatsApp. “Se trata de ver lo que funcionó y lo que no”.

Castro se hace muchas preguntas sobre el retorno: ¿Quién va a proporcionar el antibacterial y las mascarillas? ¿Cómo vamos a desinfectar cada día? ¿Quién va a tomar la temperatura? También tiene certezas: “En el recreo no podrán salir todos, tampoco podremos trabajar actividades grupales”.

“Tenemos que entrar en un discusión porque nadie tiene una respuesta clara, hay que tomar medidas que eviten el mayor riesgo posible”, opina Peña. Él ya adelanta un proyecto para pedir a España materiales de seguridad para la escuela: alcohol, mascarillas, gel antibacterial, entre otros. Fe y Alegría se encuentra en un proceso reflexivo sobre cómo será el nuevo año escolar.

Ya había una emergencia

“Entraríamos al proceso de reanudación de clases pero partiendo del contexto previo al coronavirus”, dice Olga Ramos, especialista en Políticas Públicas en Educación. Se refiere a la crisis de servicios y a la emergencia educativa que día a día interrumpía la rutina escolar.

En Venezuela, según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de 2018, “la regularidad en la asistencia es un privilegio que beneficia solo a la mitad de los escolarizados”. A diario, cientos de estudiantes no asisten o no reciben clases por falta de agua, alimentos, transporte, electricidad.

Los estudiantes incorporaron nuevos implementos a sus materiales de estudios: guantes y mascarillas. Foto: Luis Morillo

El Instituto Nacional de Estadística muestra en números este drama: de 2013 a 2017, unos 683.203 niños y adolescentes de inicial, primaria y media salieron de las aulas. La Unicef también reconoce el deterioro al afirmar en 2019 que un millón de niños están sin escolarizar.

“Además de las cosas que habría que hacer por el coronavirus, tendríamos que ver en qué condiciones estaban las escuelas antes de cerrarlas y el deterioro adicional que se ha producido”, dice Ramos. La evaluación a la que apunta consiste en revisar el estado de la infraestructura y los servicios, disponibilidad de los recursos pedagógicos y de oficina. Más un inventario del personal.

De volver al modelo de escuela que teníamos antes de la cuarentena, alerta Luis Bonilla, especialista en Políticas Públicas en Educación y exviceministro de Planificación Estratégica en Educación Universitaria, “va a haber problemas por las limitaciones en cuanto a dotación y recursos”.

Reconoce errores del pasado: “Se lo dije al presidente Chávez que era un error dar computadoras a los estudiantes —que, aunque era justo— si primero no estaban fortalecidas las escuelas”. Para Bonilla, era necesario dar capacidad tecnológica a los planteles, dotarlos de computadoras y conectividad. Bonilla se refiere al Proyecto Canaima Educativo, reconoce el esfuerzo de entregar millones de equipos, que según datos oficiales fueron 5.421.401. “No ha tenido suficiente impacto en la escuela”.

Los estudiantes terminaron el año escolar en casa. No todos han tenido las mismas oportunidades para acceder a los contenidos educativos a través de Internet. Foto: Luis Morillo

Hay un problema de actualización en las escuelas que hoy la pandemia ha puesto en evidencia, hay una presión para que sea capaz de estar actualizada. Hay que ir a un modelo de escuela que sea capaz, día a día, de incorporar la novedad si queremos que la escuela pública sobreviva”, destacó Bonilla.

El último proyecto tecnológico en educación que recuerda Bonilla fue un plan de 2011 cuando se pretendió un plan de cobertura de 100 % Internet en las universidades y que se planteó extender a las escuelas. En 2013 se frenó por la crisis económica del país. Bonilla no tiene datos sobre el avance del plan.

Con el modelo de educación virtual la desconectividad ha sido protagonista en las casas de los estudiantes. El 21 de abril Nicolás Maduro dijo: “El 44 % de los estudiantes tiene acceso a los contenidos educativos por internet”. Según el mapa de Seguimiento mundial de los cierres de escuelas de la Unesco, en Venezuela están afectados 8.989.863 estudiantes. Es decir, que 56 % de ellos no ha tenido acceso a las clases por Internet.

Esta es una de las preocupaciones de Bonilla, los estudiantes que han sido silenciados, que piden prestado equipos, que no se pueden conectar. Refiere que el país, como muchos de la región, no cuenta con una plataforma autónoma capaz de soportar a 1500 personas conectadas en el modelo de educación en casa.

“Esto es un problema que hay que resolver pronto. La pandemia nos encontró sin contenidos interactivos digitales, a mí me preocupa muchísimo, porque lo que hemos intentando hacer con el modelo de educación por televisión, no tiene nada que ver los principios de virtualidad”, expresa Bonilla. Quizá, piensa, experimentar con un modelo de radio y televisión educativa por Internet que permita la migración y acompañar la innovación del siglo XXI. También en el diseño de contenidos educativos interactivos, juegos, bibliotecas en línea.

Hasta el 30 de marzo, el Programa Cada Familia Una Escuela había llegado a 2,2 millones de estudiantes a través de la televisión. El 21 de abril Nicolás Maduro decidió convertir al canal nacional Vive TV en una plataforma escolar.

La nueva escuela

Es atender lo viejo y adaptar a los planteles a las nuevas necesidades y cambios tecnológicos. La aglomeración de estudiantes en el patio durante el acto cívico y los saludos en la entrada tendrán que ser modificados en el retorno a la escuela.

Para Ramos, hay que construir una cultura de relación y de dinámica social en las organizaciones educativas. “Lo primero es pensar cómo ir construyendo esa lógica con pautas que se puedan discutir en casa para que las familias tengan claro que llegar a la escuela no va a ser lo mismo de antes”.

La distribución de los estudiantes, piensa Ramos, dependerá de la capacidad del plantel y de su infraestructura, un diseño propio bajo pautas obligatorias dictadas por las autoridades. Además de una inversión para la dotación de insumos como termómetros, antibacterial, agua, mascarillas.

La pandemia ha empujado a las escuelas a la actualización tecnológica para fortalecer la educación virtual. Foto: Luis Morillo

“La escuela ha cambiado mucho desde febrero de este año al desarrollo de la pandemia”, piensa Bonilla. Para iniciar un año escolar, todavía en pandemia, hará falta aplicar tres ejes: una consulta ciudadana sobre el tipo de educación que necesita el país en el marco de la pospandemia, qué tipo de modalidad se podría dar, las inquietudes de los padres y una consulta a los docentes sobre las necesidades educativas y en el aprendizaje.

La escuela del retorno vivirá la dualidad de educación virtual y educación presencial. Allí la importancia, en la palabras de Bonilla, de acelerar el sistema educativo para que sea capaz de acompañar la innovación. De manera que si es necesario un cierre, la continuación del año escolar esté asegurada.

Para ello, hay que convocar a los mejores talentos del país que trabajen en la actualización y en crear las condiciones. “La educación viene a ser una prioridad en el debate, que los políticos están llamados a dar”, sugiere Bonilla. Agrega: “Estamos a una década de un cambio radical y profundo que va a comenzar en 2021, en que sólo si logramos unidad en el país podemos enfrentar este desafío”.

En palabras de Bonilla el tipo de escuela que viene en el mundo en la pospandemia es distinta, acompañada de la aceleración tecnológica. “La escuela tiene que ser útil para los sectores económicos, pero también para la sociedad, en la medida que sea capaz de enseñar algo nuevo que se está generando”.

 

El nuevo año podría ser en dos modalidades: educación virtual y presencial. Foto: Luis Morillo
Fuente: https://cronica.uno/el-retorno-a-la-escuela-no-sera-igual-i/
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La fraternidad no puede esperar. La brújula educativa del aprendizaje-servicio.

Por Roser Battle

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Declaración Universal de los Derechos Humanos

¿Por qué nos está pasando todo esto?

Hace apenas unos meses, apenas podíamos imaginar que nos íbamos a encontrar con la que muchos expertos han calificado como la mayor crisis de nuestra generación. Una crisis sin precedentes.

Y cuando estamos dentro de un pozo oscuro, podemos perder la visión objetiva del contexto. Es posible que no podamos analizar todavía con todo detalle cómo hemos llegado hasta aquí, pero no podemos negar que durante los últimos años hemos recogido bastantes pistas acerca de las causas.

Parece que hay bastante consenso en atribuir la magnitud de la pandemia a la pérdida de biodiversidad y la destrucción de hábitats. Fernando Valladares, biólogo investigador del CSIC explica cómo la desaparición de ecosistemas, la deforestación, el comercio de animales salvajes… han provocado que los agentes infecciosos no encuentren los límites de propagación que ofrece la biodiversidad y, en consecuencia, se vuelvan más peligrosos, saltando con mayor facilidad a las personas. Por contra, cuando hay muchas especies distintas, unas controlan a otras, se regula su población y se controlan los virus que entre ellas circulan.

Este maltrato a la naturaleza se explica como parte integrante de un sistema económico y social extractivo e injusto, que busca el crecimiento económico por encima de todo lo demás, priorizando el beneficio privado sobre el beneficio colectivo, aún a costa de despilfarrar los recursos y depredar el entorno… Y esto no es ninguna novedad, sino que lo arrastramos desde hace décadas.

El desprecio al bien común se concreta también en los recortes sociales, las dificultades de acceso a la vivienda, la situación de pobreza incluso entre personas que tienen trabajo, pero cuyo salario no les alcanza para vivir dignamente… Las profundas desigualdades sociales explican porqué, aunque la pandemia nos afecta a todos, son las clases populares las más castigadas por ella.

Como afirma el arqueólogo Eudald Carbonell, el capitalismo está demostrando ser un sistema caduco que no soluciona los problemas que genera. O, dicho de manera drástica, el catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Vicenç Navarro, avisa que las políticas económicas neoliberales matan y hay que cambiarlas.

La pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto no sólo hasta que punto nos hemos convertido en vulnerables a pesar de estar en una sociedad de la opulencia, sino también hasta qué punto parecemos incapaces de aprender de los errores cometidos en crisis anteriores y de prever las consecuencias desastrosas del despilfarro, la avaricia y el egoísmo.

Ha puesto de manifiesto lo frágil que es el hombre y el mundo en que hasta ahora hemos vivido.

¿Qué clase de mundo queremos cuando pase la pandemia?

Como si la humanidad sólo pudiera reaccionar tocando fondo, parece que esta pandemia nos lleva al límite de la necesidad de provocar un cambio profundo en la sociedad.

Markus Gabriel, filósofo alemán, avisa de la urgencia de reaccionar, puesto que en caso contrario, a la crisis del coronavirus le sucederán crisis peores: sanitarias, económicas, sociales y, en especial, la crisis climática que hemos estado alimentando.

El economista Antón Costas comparte su visión de que la pandemia puede ser un experimento extraordinario para construir una sociedad más justa y solidaria, una economía más productiva e inclusiva, y una política más orientada al bien común que al interés partidista.

¡Debemos permitirnos el soñar con una sociedad mejor!

Teniendo esta oportunidad por delante, nos enfrentamos a dos elecciones particularmente importantes, según el filósofo Yuval Noah Harari. La primera es entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano y la segunda es entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial. Carolin Emke añade la tentación del cálculo darwinista que pone precio a la pérdida de los cuerpos más viejos, más débiles, menos entrenados.

Dejarnos llevar por el miedo, la desconfianza y el odio nos llevaría a escoger regímenes autoritarios, profundizar la exclusión social y minusvalorar la democracia.

Si por el contrario apostamos por la esperanza en el ser humano, en su capacidad de superar colectivamente las dificultades, en su innata empatía y resiliencia, vamos a escoger construir una sociedad cuidadora, que protege a todas las personas, vamos a optar por la responsabilidad ciudadana, por el capital social de las redes comunitarias, por valorar la confianza y los bienes relacionales, no solo los materiales. Vamos a optar, en definitiva, por el bien común.

Pero ¿nos ha servido el confinamiento para aprender la lección, nos está siendo útil? Hay que pensar en el día siguiente, pero el día siguiente también es hoy.

Lo cierto es que están emergiendo señales positivas en medio del desastre. Por todas partes vemos muestras de civismo, de ayuda mutua entre el vecindario, de revalorización de lo público y del papel del Estado, del descubrimiento de que las labores de cuidados son vitales, no periféricas y que las personas que a ellas se dedican han sido injustamente minusvaloradas.

Para una sociedad nueva necesitamos también una nueva ciudadanía. Como describe Antoni Gutiérrez Rubí, consultor político, debemos prepararnos para la prudencia como norma, la moderación como actitud y la responsabilidad como principio. Una responsabilidad de cada uno, que no se diluya en la masa. Valores como la disciplina personal, la resiliencia colectiva, la solidaridad transversal se sobreponen en ese mundo egoísta y, por ello, tan inseguro por insostenible.

Mujeres y hombres con inteligencia crítica, con sentido del deber hacia los demás, con compromiso social elevado, con respeto y agradecimiento hacia el planeta Tierra, capaces de cuidarse y de responsabilizarse los unos de los otros.

¿Qué puede aportar el aprendizaje-servicio?

Los niños y niñas de 6º de Primaria del CEIP Virgen de la Vega, de Moraleja, Cáceres, sensibilizados por el impacto negativo de la pandemia en su localidad, están llevando adelante el proyecto Moraleja, una empresa de tod@s, con la finalidad de fomentar el consumo local en el post-coronavirus y de revitalizar el pequeño comercio de la población, muy castigado por la crisis. Su profesor vertebra este proyecto solidario con las materias de Matemáticas, Lengua, Ciencias Sociales y Plástica.

Este es un ejemplo de proyecto de aprendizaje-servicio (ApS) nacido en pleno periodo de confinamiento. A través de prácticas ApS como esta los chicos y chicas aprenden conocimientos, habilidades, actitudes y valores haciendo, al mismo tiempo, un servicio a la comunidad.

En nuestro país los proyectos de aprendizaje-servicio se han extendido a lo largo de la última década. Muchos de ellos se han reinventado a raíz de la pandemia:

Los niños y niñas de la Escuela Solc de Barcelona han respondido a la demanda #Cartesambcor («Cartas con corazón») de diversos hospitales de esta ciudad y han elaborado y enviado mensajes de apoyo, dibujos, poemas, cartas o vídeos a los enfermos confinados y al personal sanitario. Con estas acciones no solo se han sensibilizado hacia las personas vulnerables, sino que han mejorado su escritura, su comunicación, su capacidad organizativa, su creatividad…

Los chicos y chicas de Formación Profesional del centro educativo Proyecto Ergos en Dos Hermanas (Sevilla) en el marco del proyecto ErgosScapeVirus han diseñado actividades de animación en balcones y preparado sesiones deportivas adaptadas a los hogares, para diferentes edades y perfiles de actividad. Son estudiantes de los ciclos formativos de Actividades Físico-deportivas y de Animación Socio-deportiva y este proyecto también les ayuda a ellos a consolidar y aplicar sus aprendizajes profesionales.

En el aprendizaje-servicio chicas y chicos detectan un problema, piensan soluciones, se organizan y llevan a cabo su proyecto, aplicando y movilizando de esta manera aprendizajes no solamente curriculares, sino también vitales y significativos para toda la vida.

El aprendizaje-servicio no es solo una metodología educativa. No es solo una herramienta motivadora para estimular el aprendizaje de los chicos y chicas. Es una manera de aprender y de enseñar, efectivamente, pero está fuertemente vinculada al deseo de una sociedad más justa y a un modelo de ciudadanía comprometida en ello, con clara inspiración en la ética del cuidado.

La fraternidad está en la raíz de la ética del cuidado. Ambas nos mueven a ser generosos, no sólo justos, en la convicción de que el otro es también mi hermano, por tanto, me intereso por él, sus problemas son también mis problemas y el hecho de que pueda superarlos es también una ayuda para mí mismo.

En la situación actual, en la que nos planteamos que la vieja sociedad ya no sirve y hay que construir una nueva, el aprendizaje-servicio funciona más que nunca como una brújula educativa:

  • Ilumina la función social de la educación, que no es otra que cambiar el mundo.
  • Coloca el compromiso con la sociedad de manera explícita en el corazón del proceso educativo de los niños y niñas.
  • Enfatiza y entrena los aprendizajes relacionales, el pensamiento crítico, la generosidad y la solidaridad.

Los niños y niñas no son el futuro de la sociedad, ya son sociedad. No son futuros ciudadanos, ya son ciudadanos. Es preciso protegerlos, porque son vulnerables y dependientes, pero también es preciso acostumbrarlos a la generosidad.

Fomentar la generosidad implica que, en algún momento de la infancia o la adolescencia es preciso levantar los ojos del ombligo y mirar el entorno para ver quién sufre, quién está lejos del bienestar, quién está solo, quién está amenazado…

Los niños y niñas tienen derecho a ser educados en la generosidad. Tienen derecho a contribuir a mejorar la sociedad, a hacer de este mundo un lugar más fraternal y más habitable.

No podemos negarles este derecho. Y no podemos esperar. Porque, como nos recordaba el filósofo Leonardo Boff y como nos ha demostrado esta crisis, sin generosidad, sin fraternidad, sin responsabilidad hacia los demás, en definitiva, sin cuidados… la vida perece.

Referencias

Raúl Rejón: Reportaje en eldiario.es (13/04/20): Destrucción de la naturaleza y COVID19.
https://www.eldiario.es/sociedad/destruccion-naturaleza-provocada-enfermedades-COVID-19_0_1016299124.html

Fernando Valladares. Blog La Salud de la Humanidad (05/04/2020): Desafío al modelo social
https://www.youtube.com/watch?v=hENe_R_Xfmw&feature=youtu.be

Fernando Valladares. Entrevista en El Confidencial (28/04/2020): La vacuna del coronavirus ya la teníamos y nos la hemos cargado.
https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2020-04-28/entrevista-fernando-valladares-coronavirus-vacuna_2569143/

Eudald Carbonell. Entrevista en eldiario.es (30/04/2020) El capitalismo es un sistema caduco que no soluciona los problemas que genera.
https://www.eldiario.es/catalunya/sociedad/Eudald-Carbonell-antropologo-capitalismo-soluciona_0_1022248098.html

Vicenç Navarro. Público (3/04/20): Las políticas económicas neoliberales matan. Hay que cambiarlas.
https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2020/04/03/las-politicas-economicas-neoliberales-matan-hay-que-cambiarlas/

Markus Gabriel. El País (13/03/2020). El orden mundial previo al virus era letal.
https://elpais.com/cultura/2020/03/21/babelia/1584809233_534841.html

Antón Costas. El Periódico (13/03/2020). La pandemia como oportunidad.
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20200313/articulo-anton-costas-pandemia-coronavirus-como-oportunidad-economia-crisis-7888379

Yuval Noah Harari. La Vanguardia (5/04/20): El mundo después del coronavirus.
lavanguardia.com/internacional/20200405/48285133216/yuval-harari-mundo-despues-coronavirus.html?utm_term=botones_sociales_app&utm_source=social-otros&utm_medium=social

Carolin Emcke. Entrevista en El País (19/04/20): La pandemia es una tentación autoritaria que invita a la represión.
https://elpais.com/cultura/2020-04-19/carolin-emcke-esta-es-una-tentacion-autoritaria-que-invita-a-la-represion.html

Antoni Gutiérrez-Rubí. Revista Telos (08/04/2020): El día después es hoy.
https://telos.fundaciontelefonica.com/el-dia-despues-es-hoy/

Leonardo Boff. Ética planetaria desde el Gran Sur (2001)

Roser Batlle
Red Española de Aprendizaje-Servicio

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Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/05/la-fraternidad-no-puede-esperar-la-brujula-educativa-del-aprendizaje-servicio/

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