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Venezuela: Universidad: ¡última trinchera!

Venezuela / www.elnacional.com / 27 de Septiembre de 2017

Por: Pablo Aure

La grave crisis de la educación en Venezuela es una de las grandes preocupaciones que nos aquejan. No abarcaré toda el problema ni mucho menos todos los niveles del sistema educativo, solo me referiré a algunos aspectos de la educación superior en la cual me he desempeñado como gerente en la Universidad de Carabobo desde hace más de tres lustros. En efecto, desde director de la Escuela de Derecho, pasando por el decanato de su facultad primogénita (la de Ciencias Jurídicas y Políticas) y ahora ocupando el cargo de secretario. La Secretaría de las universidades de acuerdo con la ley son las encargadas de certificar los documentos que de ellas emanan. Pudiéramos decir que casi todos los documentos que emite la universidad pasan por las manos del secretario.

Hago esta introducción para que se entienda que no escribiré sobre especulaciones, sino con pleno conocimiento de causa. Es decir, relataré lo que he vivido, no solo como gerente sino también como docente, pues estoy activo en mis horas de clases desde hace casi treinta años. La universidad de ayer no se parece en nada a la que tenemos hoy. Sus carencias y dificultades cada día se multiplican. Gerenciar la universidad del pasado –cuando en Venezuela se invertía en la educación– no es ni la sombra de esta universidad de guerra. Hoy, literalmente: sobrevivimos. Son muchas las causas para decir esto. Desde lo económico hasta cualquier otro motivo que ustedes se puedan imaginar. A pesar de la gravedad existente, nuestros trabajadores están allí, llenos de preocupaciones al igual que los estudiantes. Todos sabemos que estamos muy mal, pero lamentablemente nos quedamos solo en la preocupación y no logramos avanzar, por lo que hemos retrocedido. Las constantes luchas son para exigir salarios o becas dignas, que sinceramente están muy lejos de la dignidad en el trato que merecen trabajadores y estudiantes.

Hoy es imposible pensar que un profesor haga sus estudios de cuarto o quinto nivel en una institución de Europa. Es impensable porque el euro y el dólar al cambio son inaccesibles. Antes, que los profesores viajaran era lo común durante los años sabáticos o planes conjuntos. Mis profesores, casi todos, hicieron sus maestrías o doctorados en Italia, Inglaterra, Francia o España. Estudié Derecho. Daba gusto escuchar una exposición de mis maestros recién llegados de cursar estudios en el exterior, nos traían exquisitas enseñanzas. Criterios con experiencias vividas en el primer mundo. Con dolor lo digo: esa universidad desapareció. Hoy nuestros colegas profesores estudian en la misma universidad y aunque son de buena calidad esos estudios, no es lo recomendable, porque se produce lo que los colombianos llaman “la promiscuidad académica”. Lo interesante del posgrado es realizarlo en otras universidades y si es posible en otros países.

Universidad, herida de muerte

La universidad venezolana, si se mantiene bajo el mismo esquema, está condenada a morir. Lo escribo con angustia. El desvelo de sus autoridades no puede ser mendigar que le asignen presupuesto para poder mantenerlas abiertas. Eso es lo que a diario hacemos. Suena feo, pero debo decirlo. La mayoría de los salones tienen los aires acondicionados dañados, las oficinas prácticamente igual, a oscuras o con poca iluminación, las becas de los estudiantes son miserables: 15.000 o 18.000 bolívares, dependiendo del tipo de beca. ¿Sabrá el régimen cuánto cuesta alquilar un cuarto, o el pasaje en autobús, sin pensar en un cachito, una empanada, un sándwich, un jugo o cualquier otra chuchería? La respuesta es: sí lo sabe, pero ellos, el régimen, insiste en su propósito de destruir la moral burguesa. Para ellos –el régimen–, quienes estudian y se superan son burgueses y en consecuencia su moral deben destruir.

Hablar del sueldo de los trabajadores, solo por mencionar el de los profesores, es vergonzoso. Claro que da pena si lo comparamos con lo que gana un docente en los países donde valoran la educación. Al cambio amigos míos, un profesor universitario en Venezuela no gana ni siquiera un dólar diario.

Todos los días hablo con mis alumnos, con los empleados, obreros y profesores, también lo discutimos en las reuniones de autoridades. Concluimos que hay que asumir la verdadera lucha, no solo para defender la UC, mantenerla abierta y reimpulsarla, sino para rescatar la democracia en Venezuela.

He hablado muchísimo con mi rectora y amiga Jessy Divo de Romero, a quien la historia reconocerá como una ciudadana ejemplar, honesta, universitaria que dedica el tiempo que sea necesario para mantenernos unidos (a las autoridades). Solo así ha sido posible que la UC continúe activa. Nuestra UC se mantiene funcionando por ella, por su dedicación y por su permanente acercamiento con los distintos gremios. Su regio, decente y convincente discurso ha hecho posible lo que para otros quizá era irrealizable. A ella, nuestra rectora, mi respeto y admiración. Pues bien, en esas conversaciones siempre el tema que sale al tapete es la falta de recursos, la renuncia de trabajadores y la deserción estudiantil. Esos aspectos, al igual que los constantes hurtos, falta de transporte, deficiencia proteica para el comedor, reparación de la infraestructura, falla de los servicios públicos como el agua o la luz eléctrica; ya parecen una letanía, pero son problemas que debemos atender constantemente. Desde luego, una universidad en esas condiciones difícilmente puede ser productiva; y eso para no tardar en explicar los mecanismos para la reposición de material que cada vez son más engorrosos. Lo son, porque la UC, por ser una institución pública, debe regirse por procesos de contratación que están regulados en la Ley de Contrataciones y, tal como está el costo de la vida, con una inflación exorbitante, hasta para comprar una caja de papel bond hay que hacer un llamado a licitación. En definitiva amigos, la gerencia de esta universidad es una tarea cuesta arriba. A eso también hay que sumarle las rendiciones periódicas de cuentas a la auditoría interna y luego a la Contraloría General de la República. De cada bolívar que ingresa a las arcas universitarias debe explicarse cuál será su destino final. Eso está muy bien, si los recursos fueran suficientes y no viviéramos agobiados por la inflación. El presupuesto que hoy nos dan para adquirir un producto tiene una vigencia a lo sumo de tres días, lo que quiere decir que, cuando se abre el proceso de contratación, el precio ha variado y bastante.

Universidad, cuna de libertades

Hemos venido diciendo que la universidad hay que reinventarla, pero es menester decir también que ninguna modificación que le hagamos podrá subsistir bajo este sistema político que padece el país. Mientras estemos en dictadura, quizá seguiremos administrando nuestra alma máter con los parámetros que nos impone una especie de economía de guerra, pero sin embargo urge cambiar nuestro comportamiento personal. Me explico. Si queremos salvar la universidad y transmitir nuestro reflejo hacia el país, cada miembro de la comunidad universitaria debe convertirse en un líder para los cambios. Ustedes se preguntarán ¿cómo es eso? Muy sencillo: cumplir con nuestros deberes laborales y estudiantiles hasta convertir la universidad en nuestra trinchera de lucha para vencer la indiferencia ciudadana, para alertar el peligro que acecha no solo al alma máter sino también al país de continuar este régimen de oprobio que ha empobrecido al pueblo venezolano.

La universidad no se rinde

Sin miedo tenemos que defender las ideas, sin miedo hay que alzar nuestra voz libertaria: en los salones, en los laboratorios, en el transporte, en los pasillos y en las comunidades donde residamos. No nos detengamos en pensar que no hay condiciones mínimas para el trabajo o para el estudio, lo que tenemos que tener es agallas y talento para esgrimir nuestras ideas, que trasciendan más allá de los espacios universitarios. Tenemos que estar muy claros que el principal enemigo de los regímenes de talante dictatorial son los universitarios. Somos los llamados a recuperar el país.

No perdamos más tiempo. ¡Es ahora o nunca! Que nadie falte a clases, que nadie falte a sus puestos de trabajo, solo así recuperaremos y transformaremos nuestra UC y desde allí conquistaremos la libertad venezolana. Todavía podemos decir que el único espacio con indicio republicano lo tenemos en nuestras universidades. ¡A estudiar y a luchar!

Fuente: http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/universidad-ultima-trinchera_205160

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Estudiantes exigen presupuesto para educación en Costa Rica.

Estudiantes de todo el país marcharon en defensa del presupuesto para la educación pública, que podría ser recostado el 2018.

Centroamérica/Costa Rica/26.09.2017/Autor y Fuente: http://www.hispantv.com

Una movilización nacional de estudiantes de todo el país demanda el presupuesto constitucional del 8 % del producto interno bruto para la educación pública y del 1,5 % para las universidades estatales, sin embargo un acuerdo firmado a puerta cerrada aprobaría recortes para el 2018.

Los estudiantes de la Universidad de Costa Rica marcharon por las calles capitalinas al encuentro del resto de las universidades en la Asamblea Legislativa, para entregar un pliego de peticiones.

Los sonados casos de corrupción en la administración pública y la excesiva evasión fiscal que supera el 8 % se contraponen al mensaje de austeridad que justificaría los recortes.

Esta lucha de los estudiantes por un justo y constitucional 8 del PIB para la educación se mantendrá vigilante de las discusiones que se darán en la comisión de hacendarios durante este mes de septiembre para la aprobación del presupuesto nacional.

Fuente: http://www.hispantv.com/noticias/centroamerica/353305/estudiantes-exigen-presupuesto-educacion-costa-rica

Imagen: https://i.ytimg.com/vi/Wma096wx_1o/maxresdefault.jpg

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Universidad dominicana por desarrollar enseñanza de la Matemática.

Centroamérica/República Dominicana/26.09.2017/Autor y Fuente: http://www.prensa-latina.cu
El IX Congreso Internacional para la Mejora de la Enseñanza de la Matemática comienza hoy en la Universidad de Acción Pro Educación y Cultura (Unapec) en la República Dominicana.

Según medios de prensa, el evento tendrá una duración de dos días y su sede será un céntrico hotel capitalino.

La directora del Departamento de Matemáticas de la Unapec, Génova Félix Marrero, explicó que el foro debatirá sobre el desarrollo a partir de la enseñanza de las Matemáticas, como matriz del perfeccionamiento intelectual, cultural y tecnológico.

Asimismo, añadió, propiciar el manejo y uso adecuado de esa ciencia, pues la Dominicana está inmersa en un proceso de desarrollo que solo puede cimentarse a través del pensamiento matemático, de la lógica y el razonamiento.

Para que el país pueda encaminarse por ese sendero debe comenzar con la formación de los docentes, estableciendo nuevos criterios de enseñanza que permitan atraer al alumno hacia una materia que en muchos causa terror, agregó Marrero.

El tema general del congreso es Enseñanza de la Matemática: ¿un reto para el desarrollo nacional?, y sobre el tema disertarán matemáticos de Cuba, Venezuela y el país anfitrión.

Este viernes se ofrecerá la conferencia magistral La Matemática en el siglo XXI y su influencia en el desarrollo humano sostenible, a cargo del cubano Roberto Portuondo, de la Universidad de Camagüey.

El congreso incluirá sesiones de talleres, en los cuales se desarrollarán temas como las aplicaciones móviles como herramientas de comprobación en la Matemática, el valor del lenguaje algebraico y simbólico en la resolución de problemas y la aproximación a las demostraciones por inducción matemática.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=118016&SEO=universidad-dominicana-por-desarrollar-ensenanza-de-la-matematica
Imagen: http://imagenes.universia.net/gc//net/images/institution/27032/Universidad-Dominicana-O-M2_Carrusel.jpg
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Francia: mira cómo funciona esta escuela de programación sin profesores

Francia/25 septiembre 2017/Fuente: América Economía Tecno

École 42 no tiene tutores presenciales y los estudiantes aprenden a través de proyectos, gratuitamente y sin lecciones al uso.

Imagina una universidad sin profesores. Los alumnos solo aprenden en base a la realización de proyectos. Cada uno de ellos tiene que terminarse en el plazo de 48 horas y cada mañana los estudiantes reciben un nuevo encargo. Los trabajos se acumulan, hay que lidiar con la disparidad, atajar la desorganización que se desparrama con la afluencia de tareas y optimizar el tiempo.

Todo esto suena mucho al mundo real, más cerca del mercado de trabajo que del acolchado limbo académico. Y todo esto ocurre en École 42. Esta atípica escuela francesa de programación funciona desde hace cuatro años en París.

No hay profesores que enseñen las materias y los estudiantes se organizan su trabajo. A medida que se completan los proyectos se estimula un aprendizaje de alumno a alumno. La formación se divide en módulos, como integración, algoritmos o inteligencia artificial, y en lenguajes, como Python, C, o Java.

La formación en École 42 es gratuita. Para entrar en la escuela los candidatos pasan varios test. El último de ellos es una especie decampamento que dura un mes. En este los aspirantes tienen que demostrar ser los mejores. La inscripción se gana por meritocracia, según los responsables del centro.

Los que acceden a la enseñanza en École 42 disponen de entre tres y cinco años de formación gratuita. Alrededor del 80% de los estudiantes consigue un empleo antes de acabar sus estudios, según apunta la escuela, y todos tienen trabajo al terminar.

El fundador y benefactor de École 42 es el empresario francés Xavier Niel. Ha gastado 48 millones de euros de su fortuna en el campus de París y otros 46 millones en otra escuela que abrió el pasado año en Silicon Valley.

El objetivo de Niel es que el campus de Silicon Valley crezca hasta los 10.000 estudiantes. A partir de ahí se pensará el abrir una sucursal de la escuela en China. El empresario no revela ningún interés económico detrás de las escuelas. Al contrario, su intención ha sido crear una posibilidad de educación gratuita y combatir las deficiencias en el sistema tradicional de enseñanza.

Pero lo cierto es que mantener las escuelas supone 7 millones de euros al año. Una factura de la que en el futuro se hará cargo uno de los alumnos de la escuela, cuando alguno de ellos despunte como el próximo emprendedor digital. Al menos así piensa Niel.

Por cierto, el nombre no es casualidad sino una referencia de lo más freaki. El número 42 hace referencia a la popular novela Guía del autoestopista galáctico, después convertida en película. En el disparatado mundo creado por Douglas Adams, el 42 es la respuesta al sentido de la vida, el universo y todas las cosas.

Fuente: https://tecno.americaeconomia.com/articulos/mira-como-funciona-esta-escuela-de-programacion-sin-profesores

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China se esfuerza por crear universidades y cursos de primera categoría

Asia/China/23 Septiembre 2017/Fuente: La Estrella

El proyecto está comprometido con la promoción del desarrollo coordinado regional de la educación superior

Las autoridades chinas iniciaron hoy jueves un proyecto que pretende elevar a la primera categoría 42 de sus instituciones de educación superior.

Otras 95 instituciones han sido designadas para desarrollar cursos de primera clase, según una circular emitida conjuntamente por los Ministerios de Educación y Hacienda y la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma. Nombrado «Doble Primera Categoría», el proyecto incluye a la Universidad de Peking, la Universidad Renmin de China y la Universidad Tsinghua, entre otras.

Las instituciones fueron seleccionadas después de un proceso de concurso entre sí, una revisión por parte de expertos y una evaluación gubernamental, de acuerdo con la circular.

Se hará un seguimiento y gestión dinámicos, dado que el título de «Doble Primera Categoría» no es un estado inmutable, añade el documento. Antes de este plan, el gobierno chino evaluó sus universidades a través de los proyectos «211» y «985», realizados en los años 90.

El proyecto 211 tenía como objetivo elevar los estándares de la educación en unas 100 universidades durante el siglo XXI, de ahí el número 211; y el proyecto 985, llamado así por la fecha en la que se puso en marcha, en mayo de 1998, se centró en seleccionar a las mejores de entre esas instituciones.

El nuevo proyecto se basa en los dos proyectos anteriores y está comprometido con la promoción del desarrollo coordinado regional de la educación superior.

Fuente: http://laestrella.com.pa/vida-de-hoy/familia/china-esfuerza-crear-universidades-cursos-primera-categoria/24023902

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Las universidades no están formando mejores ciudadanos

Por: Julián de Zubiría 

Las instituciones de educación superior colombianas privilegian la enseñanza académica y dejan de lado la formación integral. Si queremos construir la paz, hay que equilibrar esta situación.

Hace dos décadas, la Comisión de Educación de los Estados Unidos invitó a las universidades a promover entre los jóvenes estrategias que les permitieran cualificar el manejo del dinero y seleccionar las ideas más relevantes al interpretar la información que circula a diario en las redes. Los expertos que la conformaban insistieron en que eran competencias muy poco trabajadas en la educación superior. Un estudio similar en Colombia realizado por Corpoeducación y la Universidad de Antioquia seleccionó doce competencias esenciales para trabajar en todas las carreras profesionales, la gran mayoría socioemocionales y comunicativas tales como trabajo en equipo, autodisciplina, inteligencia emocional, planeación, escucha, lectura y escritura.

La conclusión de los dos estudios anteriores es significativa: a juicio de los empresarios, lo que se enseña en las universidades no es esencial para desempeñarse en el mundo laboral y, en cambio, lo que sí que requieren las empresas de sus trabajadores, las instituciones de educación superior no lo abordan.

Una reciente investigación elaborada también en Estados Unidos concluye que mientras el 96 % de los directores académicos de las universidades están satisfechos con la formación ofrecida, tan sólo el 10 % de los líderes empresariales la considera pertinente. La queja es similar a la que años atrás presentaban investigadores y miembros del gobierno, aunque ahora enfatizan en la carencia de pensamiento crítico, creatividad y capacidad para enfrentar problemas complejos y semiestructurados. Aun así, la crítica más generalizada sigue siendo la misma: en las universidades –dicen los empresario– no se desarrolla la inteligencia emocional de los jóvenes, debido a lo cual suelen presentar serios problemas de empatía, tolerancia, persistencia y capacidad para trabajar en equipo.

 Varios grupos sociales también comparten esta queja. Les preocupa la ausencia de formación en competencias ciudadanas vinculadas con el respeto a la diferencia y la responsabilidad social de los egresados del sistema.

Lo extraño es que, pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no parece haber ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi de manera exclusiva, en un trabajo técnico y académico. Pero las evidencias de que esta lógica formativa no funciona no podrían ser más dramáticas: buena parte de los estafadores de “cuello blanco” han sido formados en universidades del país y la mayoría de ellos posee títulos de pregrado y maestrías. Un hecho desconcertante y simbólico en esta paradoja es el grado con honores que recibió Guido Nule en 2002 después de culminar su tesis titulada “Ética y responsabilidad social de las empresas”. Las instituciones de educación superior se defienden con el argumento de que son “casos aislados”. Pero no es cierto.

Hay que reconocer que las universidades fueron creadas bajo un enfoque tradicional que suponía que el papel de la educación era transmitir las informaciones científicas y que la formación ética y ciudadana debería realizarse por fuera de las instituciones educativas. Por eso, en ellas no hay evaluación ni mediación de actitudes: ser solidario o autónomo no incide en la promoción de semestre y los docentes dejan por completo de lado el trabajo ético. No se orienta a los estudiantes para que mejoren el conocimiento de sí mismos, no se cualifica el trabajo en equipo, ni se analizan los dilemas éticos que plantean la ciencia y la vida. Tampoco existe algún tipo de apoyo para construir de manera mediada el proyecto de vida personal. Más grave aún: el docente universitario realiza un trabajo casi por completo aislado e independiente. En este contexto de amplia fragmentación es imposible asumir la tarea colectiva de la formación de mejores ciudadanos.

Lo extraño es que, pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no parece haber ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi de manera exclusiva, en un trabajo técnico y académico. Pero las evidencias de que esta lógica formativa no funciona no podrían ser más dramáticas: buena parte de los estafadores de “cuello blanco” han sido formados en universidades del país y la mayoría de ellos posee títulos de pregrado y maestrías. Un hecho desconcertante y simbólico en esta paradoja es el grado con honores que recibió Guido Nule en 2002 después de culminar su tesis titulada “Ética y responsabilidad social de las empresas”. Las instituciones de educación superior se defienden con el argumento de que son “casos aislados”. Pero no es cierto.

Hay que reconocer que las universidades fueron creadas bajo un enfoque tradicional que suponía que el papel de la educación era transmitir las informaciones científicas y que la formación ética y ciudadana debería realizarse por fuera de las instituciones educativas. Por eso, en ellas no hay evaluación ni mediación de actitudes: ser solidario o autónomo no incide en la promoción de semestre y los docentes dejan por completo de lado el trabajo ético. No se orienta a los estudiantes para que mejoren el conocimiento de sí mismos, no se cualifica el trabajo en equipo, ni se analizan los dilemas éticos que plantean la ciencia y la vida. Tampoco existe algún tipo de apoyo para construir de manera mediada el proyecto de vida personal. Más grave aún: el docente universitario realiza un trabajo casi por completo aislado e independiente. En este contexto de amplia fragmentación es imposible asumir la tarea colectiva de la formación de mejores ciudadanos.

Los seres humanos somos el resultado de múltiples procesos de mediación sociocultural, histórica, familiar, institucional y personal, de ahí que sería equivocado responsabilizar sólo a uno de ellos de los resultados. Lo que haga un docente y una universidad en un momento dado es sólo uno de los factores que influyen el desarrollo. Lo que sí sería muy grave es que no hiciéramos todo lo posible para garantizar una mejor formación integral en la universidad. Desafortunadamente, no lo estamos haciendo.

No basta formar contadores si al mismo tiempo no analizamos los costos morales de la doble contabilidad. De nada sirve formar buenos abogados, si ellos creen que el derecho no tiene que ver con la ética. De muy poco le sirve a la sociedad un administrador cuya finalidad es la maximización de las utilidades, si ella implica la subfacturación de costos y la evasión tributaria. Nuestros científicos sociales le agregarían poco a la sociedad si creyeran que la corrupción es natural a la vida y salieran a hacer política pensando en las próximas elecciones y descuidando a las próximas generaciones. Nuestros científicos naturales quedarían en deuda con la sociedad si fueran indiferentes al cambio climático o si, ante el dilema ético que representa botar desechos, primaran exclusivamente los intereses económicos de las empresas para las que trabajan.

Las universidades colombianas tienen que asumir de manera íntegra el compromiso que el momento histórico les demanda. La tarea para la educación en las próximas décadas tendrá que ligarse a la construcción de la paz e impulsar un cambio que permita superar una cultura heredada de las guerras y las mafias. Pero esto es válido desde la educación inicial hasta el doctorado. Estamos ante la infinita posibilidad de superar un pasado bañado en sangre y se requiere de un esfuerzo colectivo y conjunto de toda la sociedad para lograrlo. Obviamente no será una tarea exclusiva de los educadores, pero universidades y colegios tendrán necesariamente un rol protagónico en las nuevas condiciones históricas que nos correspondió vivir. Se trata de garantizar una formación más integral, que garantice un trabajo que involucre el cerebro, el corazón y el cuerpo. Se trata de reconocer que el papel esencial de toda educación es formar un mejor ser humano y que ello sólo se garantizará si todos los docentes, de todas las asignaturas y carreras, entendemos que la formación de mejores ciudadanos es una responsabilidad colectiva.

Un trabajo integral exigiría abordar propósitos y contenidos que ayuden a los jóvenes a pensar, valorar y hacer en cada una de las carreras y asignaturas. No se trata de crear cátedras formales, aisladas y desarticuladas, como ha sido la costumbre equivocada en Colombia, sino de asumir colectivamente y de mejor manera nuestra profunda responsabilidad con la historia.

Lo primero que hay que entender es que el propósito de la educación universitaria, necesariamente debería consistir en desarrollar procesos y competencias de carácter más general y no aprendizajes de carácter particular y fragmentado. Eso implica que la educación –tanto en la básica como en la universidad– debe estar focalizada en el desarrollo integral y no en el aprendizaje particular. Sin embargo, ello no será posible de alcanzar con currículos diseñados desde la fragmentación y la súper especialización. Por ello, una condición previa es elevar la reflexión pedagógica en las universidades colombianas –la cual es hasta el momento muy baja– para gestar nuevos currículos y nuevos modelos pedagógicos.

Somos seres que pensamos, sentimos y actuamos. De allí que una educación universitaria que no le asigne el mismo valor a la formación de mejores ciudadanos, seguirá en deuda con la sociedad. Esa deuda histórica debe ser saldada, sin falta y de manera general y estructural, por las universidades colombianas en las próximas décadas. De lo contrario, estaremos dejando que nos roben la esperanza de vivir en un país en paz, tal como de manera inspiradora, ética y profunda nos recordaba el papa Francisco en su reciente visita a Colombia.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/formacion-en-competencias-socioemocionales-en-universidades-colombianas/540281

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Un centenar de nuevos doctores

Por: Ignacio Mantilla

En el marco de la conmemoración de los 150 años de la Universidad Nacional de Colombia, hemos venido preparando una serie de eventos con los cuales pretendemos honrar el papel protagónico que la institución juega en la vida cotidiana de los colombianos.

En esta oportunidad quiero referirme en especial a un hecho que nos llena de orgullo: la graduación, en una misma ceremonia, de 102 estudiantes que han obtenido el título de doctor. La simbólica cifra nos ha impulsado a realizar, por primera vez, una ceremonia de grados a nivel nacional, exclusiva para los doctorandos, sus familiares y amigos, pero, muy especialmente, también para sus directores de tesis, quienes merecen un especial reconocimiento, pues no es fácil asumir la responsabilidad de hacer o dirigir investigación de punta en Colombia. Su presencia en la ceremonia era un mensaje especial de exaltación.

De acuerdo con las cifras de los últimos años, la Universidad Nacional aporta el 40 % de los doctores que se forman en Colombia. Muchos de ellos, además, se preparan como docentes durante sus estudios de doctorado, bajo la figura de asistentes o auxiliares docentes, asumiendo una pequeña carga de enseñanza en cursos de pregrado. Actualmente, el 50 % de la planta de profesores de la Universidad Nacional ostenta el título de doctorado. Éste es, hoy en día, un requisito para ser profesor universitario de planta en la mayoría de las universidades colombianas.

Mientras firmaba uno a uno los 4.721 diplomas de quienes se han graduado como profesionales, especialistas, magísteres y doctores durante estas dos semanas en la Universidad Nacional, me surgieron algunas preguntas que formulé a los doctorandos en el discurso en la ceremonia de su graduación: ¿por qué han decidido recorrer el largo camino de la formación académica? ¿Por qué han invertido tanto tiempo de sus vidas entre laboratorios, bibliotecas y referencias bibliográficas? ¿Por qué han aceptado perseguir a un director de tesis durante meses? ¿Por qué han dejado de compartir con sus seres queridos y sus amigos para entregar avances e informes?

Las respuestas son variadas y, con seguridad, dentro de una década, al sumar distintas vivencias, las razones que ellos darán para motivar a otros a iniciar estudios de doctorado serán otras, porque las expectativas que hoy tienen no se habrán podido validar plenamente. No obstante, estoy seguro de que ninguno de ellos se arrepentirá de haber terminado un doctorado, porque no lo han cursado para colgar un diploma más en las paredes del estudio de su casa, sino para contribuir al desarrollo científico de nuestro país. Ese es su verdadero propósito. Pero, lamentablemente, allí es donde precisamente están las mayores dificultades, pues son tantas las barreras para llevar a cabo la investigación que el trabajo científico en Colombia comúnmente se asemeja a una carrera de obstáculos.

La situación de un doctor recién graduado resulta paradójica, pero muy llamativa. Al tiempo que se alcanza el grado máximo que una universidad puede otorgar, con lo cual se pierde formalmente la calidad de estudiante, ese título lo “obliga” a iniciar una carrera en el mundo académico. Es decir, que justamente por haber dejado de ser estudiante, en adelante nunca podrá dejar de estudiar, o sea, de ser un auténtico estudiante.

La curiosidad debe haber impregnado sus vidas, de lo contrario no hubiesen podido ser estudiantes de doctorado para explorar hipótesis, evaluar métodos, clasificar resultados, pero también para sortear todas las vicisitudes que se agregan en una tesis.

Nosotros, sus profesores y directivos, tenemos la certeza de haberlos formado correctamente, es decir, de prepararlos para resolver los problemas que aún no se han formulado, porque la verdadera formación universitaria es la que nos queda cuando hemos olvidado los temas que estudiábamos para aprobar los exámenes.

La formación de doctores es una labor que en nuestro país se debe estimular para generar innovación y nuevo conocimiento. Las estadísticas muestran que en Colombia aún no alcanzamos a graduar 10 doctores por cada millón de habitantes, mientras que la media en América Latina es de 40 por millón de habitantes, y en algunos países desarrollados este número llega a 400.

Con estas cifras no cabe duda de que los nuevos doctores forman parte de una élite académica privilegiada en la que ponemos muchas esperanzas y a la que confiamos la gran responsabilidad de nuestro propio avance científico. Pero en la formación de los doctores no hay que olvidar un apoyo que es fundamental y que pasa desapercibido: en efecto, a diferencia de los estudiantes de pregrado, que en la mayoría de casos reciben apoyo económico de sus padres, en el caso del doctorado muchos ya tienen hijos y son responsables del sostenimiento de una nueva familia que además debe soportar su falta de tiempo, las horas de estrés, la alta presión y el desánimo por los resultados fallidos. Si a eso se suman eventuales dificultades económicas en ausencia de becas, es natural la explosión frecuente del estudiante ante la pregunta común de familiares y amigos: “¿Y te falta mucho para terminar esa tesis?”.

Felicitaciones y éxitos a los nuevos doctores formados en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/un-centenar-de-nuevos-doctores-columna-713417

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