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Ministro de Educacion de Ghana: No vamos a crear ciudadanos de segunda clase

Africa/Ghana | Myjoyonline.com

El Viceministro de Educación ha dicho que todos los estudiantes, a pesar del estatus socioeconómico o la competencia académica, merecen ir a las escuelas de grado A.

«Ya no vamos a crear ciudadanos de segunda clase donde se atiende a los más brillantes para dejar atrás a los débiles», dijo el Dr. Yaw Osei Adutwum en «Scorecard», un programa de Joy FM diseñado para evaluar el desempeño del gobierno bajo la presidencia. Nana Akufo-Addo.

El Dr. Adutwum reaccionó ante una sugerencia del profesor Peter Quartey, quien dijo que aunque apoya enviar a cada niño a la escuela, el gobierno debería hacer que los estudiantes de las escuelas de Grado C se conviertan en beneficiarios del SHS gratuito y permitir que los padres de los estudiantes de las escuelas de Grado A paguen las tarifas.

Agregó que «las escuelas de Grado C no tienen los números que ayudarán a reducir la pesada carga de SHS en el gobierno para ayudar a sostener la iniciativa».

«Permitir que los padres con estudiantes en las escuelas de Grado A paguen para mantener a sus hijos, porque están dispuestos a pagar», afirmó.

Sin embargo, el viceministro de Educación no estuvo de acuerdo con la sugerencia.

«Lo que significa es que los niños de hogares pobres deben ser enviados a las escuelas con bajo rendimiento».

Afirmó que la sugerencia es terrible porque los estudiantes que no pueden ir a la escuela o son académicamente débiles, tampoco pueden tener acceso a una educación de calidad.

El Dr. Adutwum declaró que el sistema no se suscribirá al sistema que atendió al brillante y dejó a los estudiantes con el agregado 36 o inferior.

Explicó a los padres que quieren ayudar, pueden donar a las escuelas donde se encuentran sus barrios.

También aconsejó a los padres que sean consistentes en sus pagos de impuestos para agregar a los recursos asignados para Free SHS.

Fuente: https://www.myjoyonline.com/news/2018/November-28th/we-arent-going-to-create-second-class-citizens-dep-education-minister.php

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Aprender a ser: educación y ciudadanía

Por Beatriz Villarreal

La educación tiene como función esencial  iniciar y hacer crecer en las personas el significado de la libertad como principio y como derecho fundamental para ser una persona y un ciudadano pleno, independiente e inteligente que le permita realizar sus pensamientos y sus acciones que lo lleven a expresar su juicio propio, a fortalecer sentimientos hacia los demás y a desplegar la imaginación que se necesita para el crecimiento dentro de sí mismo de una gran diversidad de talentos para la vida y el trabajo, durante toda la vida, que le haga posible a cada uno alcanzar la plenitud de su destino, demostrando sus capacidades personales e individuales. En los contextos sociales actuales se requiere de una amplia gama de visiones y dimensiones en las sociedades conectadas, donde la comunicación ha adquirido un papel fundamental para el establecimiento de relaciones sociales permanentes que le permiten y amplían su cotidianeidad. Las tecnologías de la comunicación (tics) deben estar al servicio de una mejora en los procesos de enseñanza- aprendizaje. Para que estas tics no se conviertan en un fin de la educación deben ir acompañadas de las habilidades cognitivas y de la alfabetización correspondiente a las capacidades de acceso a los usuarios, a las capacidades de integrar, evaluar y generar información y comunicación, que hagan posible pasar de adquirir conocimiento a crear conocimiento.

Para J. Delors el desarrollo tiene por objetivo hacer posible el despliegue completo en cada uno de nosotros  de toda su riqueza en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos. Cada uno es un individuo, es un miembro de la familia y de una colectividad, es un ciudadano, un productor, un inventor de técnicas y un creador de sueños. En palabras de Delors “la educación es ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a la maduración constante de la personalidad. En el caso de una experiencia profesional positiva, la educación como medio de realización, es a la vez un proceso extremadamente individualizado y una interacción social interactiva… para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con una creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal”.

El concepto de competencias educativas  adquiere revuelo al ser la educación un marco de referencia para la renovación  de la misma educación y de la democracia, por su dependencia de la ciudadanía como protagonista  del fenómeno político y de la democracia que se fortalece  en las sociedades que buscan ser más igualitarias.

Para Robert B. Kozma las competencias son capacidades de comunicación eficaz, de trabajo en equipo y de colaboración, de flexibilidad y resolución de problemas complejos y de gestión de información. Esto ha generado mucha resonancia en sociedades en las que la madurez democrática ha sido más difícil, como por ejemplo Guatemala donde aún  es una aspiración para las grandes mayorías sociales. Así como asegurar  un consumo adecuado para todos que sea visto y garantizado como un derecho social. El acceso a la alimentación, al salario y a un ingreso mínimo es una prioridad a establecer y garantizar para la población de bajos ingresos, igual que votar y contar con educación ciudadana. Trabajo, educación y consumo son los derechos humanos que tienen que ser mayormente fortalecidos en este país. Son estas tres las mayores demandas y ausencias que se tratan de resolver desde hace varias décadas pero que aún  no tienen respuesta  a nivel interno.

Para Simon Rychen Dominique por ejemplo, la comprensión de temas de política pública, la participación en procesos democráticos en sus instituciones  y la aplicación de los derechos humanos exigen una ciudadanía bien educada e informada para todos, al ser convertida en una realidad para la población, no tomada como bandera o derecho de las organizaciones de izquierda, ni del ciudadano de izquierda, sino de todos los ciudadanos y ciudadanas sin distingo político, como pareciera que se está iniciando muy tímidamente  en Guatemala. Donde es el ciudadano de a pie, que ante sus limitadas condiciones sociales, económicas y políticos, tome su destino en sus manos y está luchando por él, ante los limitados avances de la denominada “sociedad civil”.

Para hacer realidad esta ciudadanía de acuerdo con la propuesta de  Symon Rychen, recientemente un representante de La Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) comunicó y fundamentó la importancia del planteamiento y ejecución de políticas públicas en diferentes campos, pero en especial en educación para hacer frente a la Cuarta Revolución Industrial que pronto será una realidad en este subcontinente. Son las políticas públicas las llamadas a la formación y a la educación  del recurso humano para paliar los peligros que sufrirá el mundo del trabajo en estos países, pues  sino se ejecutan serán los robots los encargados de llevar a cabo una gran cantidad de funciones que hasta ahora estaban en manos de obreros, técnicos y profesionales. La economía sufrirá un cambio fundamental  en lo que a demanda de mano de obra se refiere.  Por lo que se tiene que pensar y renovar las carreras profesionales y técnicas creativas con  formación  e instrucción tecnológica necesaria a los estudiantes para no quedar excluidos de este proceso. Si esto no se hace  nos convertiríamos en los marginados de sus avances y beneficios.

Fuente del artículo: https://www.horizontegt.com/beatriz-villarreal/aprender-a-ser-educacin-y-ciudadana

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Two Hong Kong students kicked out of graduation ceremony after not standing for national anthem

China/Diciembre de 2017/Fuente: South China Morning Post

Resumen:  Los estudiantes de trabajo social del Colegio de Tecnología de Hong Kong se sentaron en silencio mientras March of the Volunteers tocaba durante la ceremonia en el campus de Ma On Shan, desafiando una nueva regla escolar que define el irrespeto del himno nacional como mala conducta. El personal de la escuela cortó el himno corto no mucho después de que había comenzado, habiendo notado que no todos estaban de pie. Los dos graduados sentados recibieron la orden de irse. Más de 10 estudiantes en la ceremonia se retiraron para mostrar su apoyo a la pareja. Según los informes, a todos los estudiantes no se les otorgaron sus certificados. La ceremonia se reanudó después de algunas interrupciones, que duraron aproximadamente 20 minutos. El presidente y director de la institución, Chan Cheuk-hay, habló con los estudiantes después de la ceremonia.

 

The social work students from Hong Kong College of Technology sat silently while March of the Volunteers played during the ceremony at a Ma On Shan campus, defying a new school rule which defines disrespecting the national anthem as misconduct.

School staff cut the anthem short not long after it had begun, having noticed not everyone was standing. The two seated graduands were ordered to leave.

More than 10 students at the ceremony walked out to show support to the pair. All of the students were reportedly not awarded their certificates. The ceremony resumed after some disruption, which lasted about 20 minutes.

The president and principal of the institution, Chan Cheuk-hay, spoke to the students after the ceremony.

One student told him: “That we sat down [during the anthem] did not mean we don’t respect the national anthem. And if we sang the song, it would not mean we loved the country.

“We don’t understand why the school rejected the social work students it trained up during the graduation ceremony just because of a national song.”

The students said they understood the situation in the country well and held that the Chinese government was not serving the people and that they, as social work students, should speak out.

But Chan said the institution, established as Mongkok Workers’ Night School in 1957 and led by a board with Beijing-friendly members, had always loved the country and the city.

He said: “The [college] is an institution which loves the country and Hong Kong. It has been upholding the patriotic flag and this is uncompromising.

“And we never retreated even under colonial rule, during which we were suppressed … if you didn’t know about this during your admission, you have picked the wrong school.”

Pro-establishment lawmaker Priscilla Leung Mei-fun said she was glad to see a school setting rules to make it clear to students how to respect the national anthem. She said it was in keeping with a law against disrespecting the national anthem, which the government hopes to enact soon.

“School regulations are the best way to make students get used to respecting their own country. I appreciate the principal very much,” Leung said.

Pan-democratic legislator Shiu Ka-chun, who opposes the anthem legislation, said educators should not serve their political ends over educational goals.

“The biggest problem here is that the school is covering up the educational missions with their political missions,” Shiu said. “Should a Catholic school demand all students convert?”

In recent years different forms of protest during the anthem at graduation ceremonies have become common. But Saturday’s was the first case of students being kicked out for insufficient respect.

At the graduation ceremony on the same site in November last year, Chan scolded students for “insulting the anthem”after some social work graduands raised signs during the song, protesting 2016’s interpretation of the Basic Law, Hong Kong’s mini-constitution, by the National People’s Congress Standing Committee.

Fuente: http://www.scmp.com/news/hong-kong/education/article/2124697/two-hong-kong-students-kicked-out-graduation-ceremony-after

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Reseña de Película: El escritor de cartas .

Europa/Alemania.

Maggy Fuller, es una adolescente rebelde y problemática que recibe por correo una carta de alguien que no conoce y que dice cosas maravillosas sobre ella.

   Después de todo, ella es casi invisible a su padre y una decepción para su madre. Así que se dispone a localizar al misterioso autor de la carta y descubre que no se conocían, pero la conoce mejor que nadie en su vida. 

Fuente: https://youtu.be/75rYcINcxCI

Imagen: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/4f/04/5a/4f045a68ca2798b12797c188f8813d91.jpg

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Las universidades no están formando mejores ciudadanos

Por: Julian De Zubiria

Hace dos décadas, la Comisión de Educación de los Estados Unidos invitó a las universidades a promover entre los jóvenes estrategias que les permitieran cualificar el manejo del dinero y seleccionar las ideas más relevantes al interpretar la información que circula a diario en las redes. Los expertos que la conformaban insistieron en que eran competencias muy poco trabajadas en la educación superior. Un estudio similar en Colombia realizado por Corpoeducación y la Universidad de Antioquia seleccionó doce competencias esenciales para trabajar en todas las carreras profesionales, la gran mayoría socioemocionales y comunicativas tales como trabajo en equipo, autodisciplina, inteligencia emocional, planeación, escucha, lectura y escritura.

La conclusión de los dos estudios anteriores es significativa: a juicio de los empresarios, lo que se enseña en las universidades no es esencial para desempeñarse en el mundo laboral y, en cambio, lo que sí que requieren las empresas de sus trabajadores, las instituciones de educación superior no lo abordan.

Hay que enseñar a los niños a ser felices. 

Una reciente investigación elaborada también en Estados Unidos concluye que mientras el 96 % de los directores académicos de las universidades están satisfechos con la formación ofrecida, tan sólo el 10 % de los líderes empresariales la considera pertinente. La queja es similar a la que años atrás presentaban investigadores y miembros del gobierno, aunque ahora enfatizan en la carencia de pensamiento crítico, creatividad y capacidad para enfrentar problemas complejos y semiestructurados. Aun así, la crítica más generalizada sigue siendo la misma: en las universidades –dicen los empresario– no se desarrolla la inteligencia emocional de los jóvenes, debido a lo cual suelen presentar serios problemas de empatía, tolerancia, persistencia y capacidad para trabajar en equipo.

Varios grupos sociales también comparten esta queja. Les preocupa la ausencia de formación en competencias ciudadanas vinculadas con el respeto a la diferencia y la responsabilidad social de los egresados del sistema.

Lo extraño es que, pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no parece haber ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi de manera exclusiva, en un trabajo técnico y académico. Pero las evidencias de que esta lógica formativa no funciona no podrían ser más dramáticas: buena parte de los estafadores de “cuello blanco” han sido formados en universidades del país y la mayoría de ellos posee títulos de pregrado y maestrías. Un hecho desconcertante y simbólico en esta paradoja es el grado con honores que recibió Guido Nule en 2002 después de culminar su tesis titulada “Ética y responsabilidad social de las empresas”. Las instituciones de educación superior se defienden con el argumento de que son “casos aislados”. Pero no es cierto.

 ‘¿Cómo educar para no formar corruptos?‘

Hay que reconocer que las universidades fueron creadas bajo un enfoque tradicional que suponía que el papel de la educación era transmitir las informaciones científicas y que la formación ética y ciudadana debería realizarse por fuera de las instituciones educativas. Por eso, en ellas no hay evaluación ni mediación de actitudes: ser solidario o autónomo no incide en la promoción de semestre y los docentes dejan por completo de lado el trabajo ético. No se orienta a los estudiantes para que mejoren el conocimiento de sí mismos, no se cualifica el trabajo en equipo, ni se analizan los dilemas éticos que plantean la ciencia y la vida. Tampoco existe algún tipo de apoyo para construir de manera mediada el proyecto de vida personal. Más grave aún: el docente universitario realiza un trabajo casi por completo aislado e independiente. En este contexto de amplia fragmentación es imposible asumir la tarea colectiva de la formación de mejores ciudadanos.

Lo extraño es que, pese a las reiteradas críticas de los sectores sociales y empresariales, no parece haber ningún cambio significativo en las universidades que siguen concentradas, casi de manera exclusiva, en un trabajo técnico y académico. Pero las evidencias de que esta lógica formativa no funciona no podrían ser más dramáticas: buena parte de los estafadores de “cuello blanco” han sido formados en universidades del país y la mayoría de ellos posee títulos de pregrado y maestrías. Un hecho desconcertante y simbólico en esta paradoja es el grado con honores que recibió Guido Nule en 2002 después de culminar su tesis titulada “Ética y responsabilidad social de las empresas”. Las instituciones de educación superior se defienden con el argumento de que son “casos aislados”. Pero no es cierto.

‘¿Qué tipo de ciudadano queremos formar?‘

Hay que reconocer que las universidades fueron creadas bajo un enfoque tradicional que suponía que el papel de la educación era transmitir las informaciones científicas y que la formación ética y ciudadana debería realizarse por fuera de las instituciones educativas. Por eso, en ellas no hay evaluación ni mediación de actitudes: ser solidario o autónomo no incide en la promoción de semestre y los docentes dejan por completo de lado el trabajo ético. No se orienta a los estudiantes para que mejoren el conocimiento de sí mismos, no se cualifica el trabajo en equipo, ni se analizan los dilemas éticos que plantean la ciencia y la vida. Tampoco existe algún tipo de apoyo para construir de manera mediada el proyecto de vida personal. Más grave aún: el docente universitario realiza un trabajo casi por completo aislado e independiente. En este contexto de amplia fragmentación es imposible asumir la tarea colectiva de la formación de mejores ciudadanos.

Los seres humanos somos el resultado de múltiples procesos de mediación sociocultural, histórica, familiar, institucional y personal, de ahí que sería equivocado responsabilizar sólo a uno de ellos de los resultados. Lo que haga un docente y una universidad en un momento dado es sólo uno de los factores que influyen el desarrollo. Lo que sí sería muy grave es que no hiciéramos todo lo posible para garantizar una mejor formación integral en la universidad. Desafortunadamente, no lo estamos haciendo.

No basta formar contadores si al mismo tiempo no analizamos los costos morales de la doble contabilidad. De nada sirve formar buenos abogados, si ellos creen que el derecho no tiene que ver con la ética. De muy poco le sirve a la sociedad un administrador cuya finalidad es la maximización de las utilidades, si ella implica la subfacturación de costos y la evasión tributaria. Nuestros científicos sociales le agregarían poco a la sociedad si creyeran que la corrupción es natural a la vida y salieran a hacer política pensando en las próximas elecciones y descuidando a las próximas generaciones. Nuestros científicos naturales quedarían en deuda con la sociedad si fueran indiferentes al cambio climático o si, ante el dilema ético que representa botar desechos, primaran exclusivamente los intereses económicos de las empresas para las que trabajan.

Las universidades colombianas tienen que asumir de manera íntegra el compromiso que el momento histórico les demanda. La tarea para la educación en las próximas décadas tendrá que ligarse a la construcción de la paz e impulsar un cambio que permita superar una cultura heredada de las guerras y las mafias. Pero esto es válido desde la educación inicial hasta el doctorado. Estamos ante la infinita posibilidad de superar un pasado bañado en sangre y se requiere de un esfuerzo colectivo y conjunto de toda la sociedad para lograrlo. Obviamente no será una tarea exclusiva de los educadores, pero universidades y colegios tendrán necesariamente un rol protagónico en las nuevas condiciones históricas que nos correspondió vivir. Se trata de garantizar una formación más integral, que garantice un trabajo que involucre el cerebro, el corazón y el cuerpo. Se trata de reconocer que el papel esencial de toda educación es formar un mejor ser humano y que ello sólo se garantizará si todos los docentes, de todas las asignaturas y carreras, entendemos que la formación de mejores ciudadanos es una responsabilidad colectiva.

 ¿qué no es necesario enseñar hoy en día en la escuela?

Un trabajo integral exigiría abordar propósitos y contenidos que ayuden a los jóvenes a pensar, valorar y hacer en cada una de las carreras y asignaturas. No se trata de crear cátedras formales, aisladas y desarticuladas, como ha sido la costumbre equivocada en Colombia, sino de asumir colectivamente y de mejor manera nuestra profunda responsabilidad con la historia.

Lo primero que hay que entender es que el propósito de la educación universitaria, necesariamente debería consistir en desarrollar procesos y competencias de carácter más general y no aprendizajes de carácter particular y fragmentado. Eso implica que la educación –tanto en la básica como en la universidad– debe estar focalizada en el desarrollo integral y no en el aprendizaje particular. Sin embargo, ello no será posible de alcanzar con currículos diseñados desde la fragmentación y la súper especialización. Por ello, una condición previa es elevar la reflexión pedagógica en las universidades colombianas –la cual es hasta el momento muy baja– para gestar nuevos currículos y nuevos modelos pedagógicos.

Somos seres que pensamos, sentimos y actuamos. De allí que una educación universitaria que no le asigne el mismo valor a la formación de mejores ciudadanos, seguirá en deuda con la sociedad. Esa deuda histórica debe ser saldada, sin falta y de manera general y estructural, por las universidades colombianas en las próximas décadas. De lo contrario, estaremos dejando que nos roben la esperanza de vivir en un país en paz, tal como de manera inspiradora, ética y profunda nos recordaba el papa Francisco en su reciente visita a Colombia.

Fuente del artículo: http://www.semana.com/educacion/articulo/formacion-en-competencias-socioemocionales-en-universidades-colombianas/540281

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Argentina: Convocan a Seminario Internacional sobre “Educación ciudadana y conocimiento social”

Del 14/09/2017 al 16/09/2017

Los días 14, 15 y 16 de septiembre se desarrollará el Seminario Internacional sobre “Educación ciudadana y conocimiento social” organizado por la Maestría en Psicología Cognitiva y Aprendizaje y los Diplomas Superiores en Constructivismo y Educación y Enseñanza de las Ciencias Sociales y de la Historia. El mismo contará con la participación de ponentes internacionales y nacionales.

Lugar: Aula Magna de la Facultad de Derecho UBA. Av. Presidente Figueroa Alcorta 2201, CABA.
Inscripción y presentación de posters: ciudadania@flacso.org.ar
Más información: www.maestriapsicog.org.ar

En los últimos años ha crecido el interés por el compromiso cívico de los jóvenes. De esta manera, en el marco de las Ciencias Sociales se han planteado los siguientes interrogantes: ¿Cómo piensan y ejercen sus derechos? ¿Cómo se relacionan con las prácticas políticas? ¿Cómo y por qué votan los jóvenes? ¿En qué tipo de acciones cívicas -formales o informales- participan y qué los motiva a hacerlo? ¿Qué problemas sociales los llevan a la acción o al desinterés? ¿Qué promueve u obstaculiza su empoderamiento?, entre otras cuestiones. A su vez: ¿Cuáles son los objetivos de la educación ciudadana en una sociedad democrática? ¿Qué contenidos debería abarcar? ¿Qué son realmente la identidad y el compromiso cívico? ¿Cómo posibilitar la formación de ciudadanos proactivos?

Estas son algunas de las preguntas claves que han motivado la organización de este encuentro internacional, estructurado en torno a los siguientes objetivos:

  • Analizar los problemas mencionados desde una perspectiva interdisciplinar que incluya los aportes de la Psicología, la Educación, la Filosofía, la Ciencia Política y la Historia, y la Didáctica.
  • Comparar críticamente estas cuestiones entre diferentes contextos internacionales.
  • Discutir un modo renovado de concebir el ámbito de lo cívico junto con nuevas estrategias que promueven su comprensión y análisis.
  • Discutir el papel en la formación de los ciudadanos de los dispositivos tradicionales como las efemérides en comparación con otros más recientes como son las conmemoraciones de diversos tipos y contextos.
  • Analizar la relación entre los estudios sobre desarrollo moral, socialización política y compromiso cívico. En este sentido se discutirá la contribución de cada una de estas áreas de trabajo para el esclarecimiento de la relación presente y futura entre ciudadanía y educación escolar.
  • Analizar la relación entre el conocimiento social e histórico y el compromiso cívico: cómo se comprenden, aprenden y enseñan los problemas sociales e históricos (incluidos los de la historia reciente y sus violentos conflictos) y cuál es su papel en el desarrollo de nuevas visiones de la ciudadanía.
Comité Científico

  • Dr. Mario Carretero
  • Dr. José Antonio Castorina
  • Dra. Alicia Barreiro
  • Dra. Ángela Bermúdez
  • Dra. Floor Van Alphen
  • Dr. Jorge Rolland
  • Dra. María-Fernanda González
  • Dr. Edgardo Etchezahar

Comisión Organizadora

  • Alicia Barreiro
  • Cristian Parellada
  • Floor Van Alphen
  • Jorge Rolland
  • Daniela Bruno
  • Edgardo Etchezahar
  • Joaquín Ungaretti
  • Rosa Rottemberg

Ponentes Internacionales

  • Alberto Rosa, Facultad de Psicología, UAM
  • Angela Bermudez, Centro de Ética Aplicada, Universidad de Deusto
  • Antonio Maldonado, Facultad de Educación, UAM
  • Cecilia Wainryb, Psychology Dpt., University of Utah
  • Helen Haste, Graduate School of Education, Harvard University
  • Liliana Jacott, Facultad de Educación, UAM
  • María Loreto Martínez, Pontificia Universidad Católica de Chile
  • Mario Carretero, UAM y FLACSO-Argentina
  • Sergio Salvatore, Psychology Dept., Universitá di Salento

Ponentes Nacionales

  • Alicia Barreiro, Facultad de Psicología, UBA CONICET y FLACSO
  • Beatriz Aisenberg, Facultad de Filosofía y Letras, UBA
  • Gustavo Faigenbaum, Universidad Autónoma de Entre Ríos
  • Gustavo Schujman, Facultad de Filosofía y Letras, UBA
  • Isabelino Siede, Universidad Nacional de La Plata y Universidad Nacional de Moreno
  • Jorge Biglieri, Facultad de Psicología, UBA
  • José Antonio Castorina, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, CONICET
  • María Belen Mesurado, Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental (CIIPME), CONICET
  • María-Fernanda Gonzalez, Universidad Nacional de Entre Ríos
  • Silvina Brussino, Universidad Nacional de Córdoba, CONICET
Jueves 14 de septiembre

9:00 Palabras de apertura: Miembros del Comité Científico

9:30  Conferencia: Sergio Salvatore

10:30 Intervalo – Café

11:00 Mesa de discusión 1: Construcción de la ciudadanía, desarrollo y educación.
Alberto Rosa (Universidad Autónoma de Madrid), Gustavo Faingenbaum (Universidad Autónoma de Entre Ríos), María Fernanda Gonzales (Universidad Nacional de Entre Ríos). Gustavo Schujman (Universidad de Buenos Aires). Coordina: Rosa Rottemberg (FLACSO-Argentina)

12:30 Intervalo – Almuerzo

14:00 Mesa de discusión 2: Enseñanza de la historia y ciudadanía.
Mario Carretero (UAM, Flacso-Argentina); Angela Bermudez (Universidad de Deusto); Beatriz Aisenberg (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Coordina: José Antonio Castorina (Universidad de Buenos Aires, CONICET y UNIPE)
15:30 Intervalo café y Sesión de Posters.

17:00 Cierre de actividades


Viernes 15 de septiembre

09:00 Mesa de discusión 3: Desarrollo moral y educación ciudadana.
José Antonio Castorina (Universidad de Buenos Aires, CONICET); Belén Mesurado (CIIPME-CONICET), Isabelino Siede (Universidad de Buenos Aires).
Coordina: Alicia Barreiro.

10:30 Intervalo – Café

11:00 Conferencia: Cecilia Wainryb

12:30 Break para el almuerzo

14:00 Posters y café

15:30 Mesa redonda 4: Educación para la justicia social
Alicia Barreiro (FLACSO-Argentina, CONICET, Universidad de Buenos Aires, UBA), Antonio Maldonado (Universidad Autónoma de Madrid), Liliana Jacott (Universidad Autónoma de Madrid). Coordina: Edgardo Etchezahar (Universidad de Buenos Aires, CIIPME-CONICET).

17:00 Cierre de actividades


Sábado 16 de septiembre

09:00 Posters y café

11:00 Mesa de discusión 5: Participación política y formación ciudadana
Silvina Brussino (Universidad Nacional de Córdoba); Jorge Biglieri (Universidad de Buenos Aires) María Loreto Martinez Guzman, Pontificia Universidad Católica de Chile. Coordina: Floor Van Alphen.

12:30 Intervalo almuerzo

14:00 Conferencia: Helen Haste

15:00 Balance del encuentro a cargo del Comité Científico.

Se aceptará el envío de propuestas hasta el 20 de agosto.

Para poder presentar el póster, todos sus autores deben haber abonado la inscripción al seminario.
Debido a la capacidad limitada para las presentaciones sólo se recibirá un póster por autor.

  • Enviar un resumen con una extensión máxima de 350 palabras vía mail a ciudadania@flacso.org.ar, indicando en el asunto “envío de resumen”.
  • La estructura del resumen y el estilo de redacción de debe adecuarse a las normas de la APA 6ta Edición.
  • Los resúmenes deben ser enviados en formato Word, tamaño A4, utilizando letra Arial cuerpo 12, interlineado 2.

Una vez aprobado el resumen por el Comité Científico del evento, los posters serán presentados en el seminario.

La impresión de los posters queda a cargo de los investigadores que los presenten. El material del póster deberá ser ligero y susceptible de ser pegado en los paneles destinados para tal fin en el área asignada dentro del Congreso. Los mismos deben tener diseño vertical y las dimensiones deben respetar las medidas de 0.90 cm (ancho) X 120 cm (alto).

Puede preinscribirse completando el formulario de inscripción AQUÍ.

Una vez realizada la preinscripción se le enviará información para el pago del arancel correspondiente (según cuadro de tarifas). Al efectuar el pago de la inscripción, le será adjudicado a la persona un cupo entre los asistentes al seminario. Recordamos que no se aceptarán pagos más allá del 10 de septiembre.

Si desea resolver dudas o consultas, puede efectuarlas vía mail a ciudadania@flacso.org.ar o telefónicamente al +54 11 5238 9458 / 9388 de Lu a Vie de 9 a 16 hs. Se recuerda que los cupos son limitados y la inscripción será confirmada sólo mediante el pago de la misma.

Se entregarán certificados de asistencia al final de la jornada.

Aranceles:

  • Alumnos regulares de la Maestría en Psicología Cognitiva y Aprendizaje FLACSO: inscripción gratuita.
  • Alumnos regulares de Diplomas Superiores – Enseñanza de las Ciencias Sociales y la Historia; Constructivismo y Educación:
    • $800 hasta el 20/08/17
    • $1100 hasta el 10/09/17
  • Asistentes Generales:
    • $1100 hasta el 20/08/17
    • $1400 hasta el 10/09/17

Ver modalidades de aquí.

Fuente: http://flacso.org.ar/seminario-internacional-sobre-educacion-ciudadana-y-conocimiento-social/

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Educación para la ciudadanía

Por: Daniel Buzón

A decir verdad, apenas lo conocían. El tío Hernando, todavía con el zahón, los llevó a la alberca donde se abrevaban dos mulos: las manos venosas y calludas sobre el lomo eran más elocuentes que el gaznate fibroso y ríspido de los cuadrúpedos. Cruzaron el valle tras la cañada del riacho, que vadearon mojándose el calzado, y se acercaron al establo de las vacas pasiegas, a las que los tábanos martirizaban. Bosta entre pajas, más fresca que reseca, apestaba y dificultaba el pasaje. El tío Hernando pegó un manguerazo hercúleo contra el suelo y arrinconó la mezcolanza de inmundicia hacia una pared, cerca de un desagüe y un capazo.

Los dos muchachos caminaban junto a su tío con desigual porte. Uno, seguro de su ascendiente y méritos, hombreaba con gallardía, serenamente ávido de emulación respetuosa. El otro, conformado con su posición de segundón, de ningún modo intentaba ya presentar una figura resuelta, sino que evitaba ser al menos un lastre a causa de su ligera adiposidad. Sancho echaba de vez en cuando un vistazo ensoñador al horizonte punteado de olivares, mientras su primo Alfonso mantenía una presuntuosa conversación con aquel centauro fajado, quien a las duras penas contestaba directamente sin añadir algo incomprensible, que pasaba enseguida a explicar de modo también esquivo, por sobrentendidos. Si bien Alfonso departía ralamente y con dificultad con el tío de ambos, no desaprovechaba cualquier ocasión para animar a su primo a no quedarse atrás pensando en las musarañas. Sancho no respondía porque había amortiguado ya en el propio su carácter dominante.

Sancho fue ridiculizado por algunos de aquellos sujetos hasta el desahucio de su amor propio.

Tras el establo se desplazaron hasta la ribera del pantano, tupida de lentiscos, hojarasca, y jalonada de varios chopos. El tío Hernando se abrió camino, expeditivo, hasta una roca que a su modo flotaba sobre el agua y que le servía de espigón para pescar a menudo, en los hondos recodos de su jubilación sempiterna.

—Mañana nos traemos las cañas si queréis y echamos aquí el día.

—Si a este lo dejan los papás —añadió Alfonso a traición.

Tuvo Sancho la lejana debilidad, por un momento, de comparar a los padres de ambos, hermanos más jóvenes del tío Hernando, que habían medrado en la capital y que poco parecido guardaban con él. Su padre no era menos, pero su persona le infundía en el bazo el reconcomio de una deuda, sobre todo estos días de vacaciones en el pueblo junto a la familia, que pensó que serían distraídos, la deuda de haberle privado de una instrucción más funcional y tangible, menos afectuosa, que le desembarazara de la caries de cierto trato social. Nada, sin embargo, que su inteligencia no juzgara ya vano y previsible: en el instituto, un grupo dispar de muchachos de tercero y cuarto de la ESO amedrentaban y humillaban periódicamente a otros alumnos de segundo y tercero, entre los que se contaba Sancho. El singular placer que encontraban en privarle del recreo y en perseguirle por las calles aledañas al instituto (detalle este último inconfesado) lo había arrojado a la mudez y a la desmotivación, que alarmaron al tutor. El psicopedagogo, que dirigía el programa Tenunamigo, perfectamente encuadrado en el proyecto de centro, había hecho votar, entre los acosadores y las víctimas, un comité integrado por dos alumnos que organizaban bajo su supervisión charlas de reconciliación. La tranquilidad había vuelto, por tanto, al jefe de estudios, en cuyas clases de valores éticos, durante una exposición para las unidades de solidaridad y emprendeduría digital, Sancho fue ridiculizado por algunos de aquellos sujetos hasta el desahucio de su amor propio. Todo el entusiasmo que, en vaga relación con la materia y por inducción de su padre, había puesto por su cuenta en la lectura de algunos textos legales de carácter fundamental, fue pisoteado como una larva.

El tío miró de soslayo, suavemente, al más soturno de sus sobrinos, y se los llevó a los dos de vuelta al establo, en cuya parte trasera les mostró la porqueriza donde comía la piara hocicando tumultuosa en el pilón. Alfonso estaba encantado de ver la obscena voracidad de los cerdos, porque a él se le presentaba como un paradigma de torcida incivilidad, si bien no había sido educado en la violencia. Indeciblemente cariñoso con su hermana, podía concebir un mezquino afán de competencia acaso inculcado por (o contra) su padre, que sólo sabía desahogar, sin darse cuenta, mediante felones puyazos. Sancho en cambio dejaba flotar su ánimo desceñido sobre la franca corpulencia alborotada y rosácea de los animales, permitiendo que un relajo de súbita inocencia le invadiera.

Durante la comida, Sancho echó de menos a sus padres, que aún iban a tardar dos días en volver. Cuando la tía Marga, esposa de Hernando, quiso cocinarle otro segundo plato porque notó que el estofado de ternera no le apetecía, aprovechó Alfonso para zaherirle, ya por deporte, pero con tal sutileza que la madre de éste no se dio cuenta o no juzgó necesario amonestarle, mientras el padre miraba por la ventana con aire suficiente y desentendido. La prima jugaba en el sofá con la gata.

Más tarde, hacia el crepúsculo, el tío Hernando acompañó a los dos muchachos y al padre de Alfonso al cerro desolado, desde donde se avistaba, bajo torturados celajes, una hondonada formidable, frondosa de soto, que atravesaba el río brumoso frente a la hierática sierra enmantada de robles y pinos. Recordó a su hermano cómo, cuando él y el padre de Sancho apenas habían nacido, debía traer a pacer por esos andurriales, con diez años, las ovejas del abuelo. Si merodeaba algún lobo se quedaba lejos, pero cierta vez brotó del amanecer uno de entrecejo muy prieto, carnoso, con grandes ojos de vidrio amarillo. El hombre se entretuvo en los aderezos dramáticos de la anécdota, puede que para vanagloriarse. También para impresionar a los críos con cierta opaca aspiración. Si bien la manada no se acercaba al cortijo, lo cierto es que aquel ejemplar jugueteó con el perro pastor como lobo ojeador que hostiga al jabalí a la espera de que lleguen sus compañeros para perpetrar la carnicería. Al niño que era lo había hendido el terror, al rayar del alba, del inminente torbellino de predadores. Aunque no lo pareciera, en el cortijo era difícil que se oyeran voces de auxilio dadas desde aquella cima. Señaló entonces un otero de módica altura a la izquierda, donde descollaban una encina y una escuálida borda derruida que él reedificara después, junto a la cual habían asomado de pronto dos siluetas lobunas. Cuando Alfonso se protegía con una sonrisa incrédula y Sancho miraba de hito en hito a su tío, los lobos, súbitamente, desaparecieron de escena en el relato y el niño recogió el rebaño a la majada en relativa calma.

Alfonso suspendió sobre Sancho una sonrisa lánguida mientras envolvía en una frase inane el cintarazo de una alusión a su peso.

Las cuatro figuras descendieron también por la ladera suave, vestida de forraje, hasta el caserío, a tramos encalado de blanco y a trechos de obra vista, empenachado por una torre no muy airosa. El padre de Alfonso se golpeó en la espinilla contra el poyo de la entrada y profirió algún reniego que disparó la risa de su hijo. Por la noche, Sancho apenas pegó ojo: acechó desde la cama a las tinieblas, que dormían plácidas sobre la dehesa, la colina, el viento, los olivos. Se sentó en la salita del televisor cuando alboreaba. Durante el desayuno, el tío Hernando trajo tres cañas de pescar bajo un semblante dadivoso. El padre de Alfonso se entusiasmó con la idea, de la que no sabía nada. Tras calzarse todos unas botas quizá prescindibles y pertrecharse con cestos y fiambreras, alcanzaron la ribera, embalsamada en una luz radiante y tierna. Les acompañaba un lebrel todavía muy joven. Sancho se vio desplazado educadamente a la derecha del tío Hernando, que le cedió un buen rebaje de la roca. Se montaron ninfas y se pescaron dos nutrias y alguna trucha. Se convirtió en un espectáculo algo bochornoso el monopolio que Alfonso hacía de la sacadera, por lo que Sancho, poco interesado en competir, se llevó un resbalón en el bajío y caló en el agua media pierna, al mismo tiempo que se magullaba una mejilla con la tierra. Más que el tirón físico fue otra vez una bofetada la fresca altanería con que su primo, menos corpulento, infligía estos agravios.

Mientras se comían los bocadillos, si alguna avispa acudía, el tío Hernando la dejaba corretear tranquilamente por sus manos, hasta que, harto, mató dos de dos palmadas que acababan en una fricción rotunda. Tras el café en tetera, el padre de Alfonso tuvo que irse y se volvió al cortijo con algunos aperos, dejando de súbito a los dos muchachos en una suerte de tierra incierta, en la cual Sancho parecía abocado a una lóbrega expectativa de alevosías insospechadas de parte de su primo, puesto que el otro tío se alejó unos cuantos metros a lo largo de una poza adyacente. Alfonso suspendió sobre Sancho una sonrisa lánguida mientras envolvía en una frase inane el cintarazo de una alusión a su peso. Aun más, incitó al galgo, que por allí merodeaba, a morderle, no del todo en broma, recreándose en infundirle miedo. Las hojas de los álamos temblones chirriaron un movimiento convulso, un pájaro irreconocible cruzó el río como la sombra de una pedrada. Era el anverso del temor más que el temor mismo lo que en el fondo inquietaba a Sancho, como una parodia verde de cualquier intimidación que pudiera sufrir. Y eso le estaba empezando a hormiguear en la tráquea. No obstante, el horror a los aguijonazos seguía vivo en virtud de una estructura a la que se sentía encadenado y de la que su primo conocía todos los resortes.

Rompió una rama de tomillo y el aroma le alentó. El tío Hernando volvió zigzagueando por la orilla. Mientras el perro se le arrimaba a una pierna, Alfonso le pidió que los llevara a los dos de nuevo a la cima del monte, donde viera a los lobos. Aunque empezaba a atardecer, el tío finalmente transigió y Sancho no quiso negarse, acaso por vergüenza. Desde aquel apartadero del río, ascendieron por una senda flanqueada por monte bajo que tras varios escalones de piedra los llevaba a una especie de risco. Desde ahí pudieron avistar la choza. Eran todavía las cuatro de la tarde, el sol se desparramaba con majestad. Las chicharras, agarradas a la corteza de algunas encinas y robles, cantaban rabiosamente. El galgo se lanzó a la carrera por la otra falda de la montaña hasta perderse entre los arbustos que limitaban el campo. Los tres caminaron en dirección al cerrillo mientras Alfonso pedía más detalles sobre la experiencia de marras. El tío callaba, como si la historia hubiera sido una linda filfa o como si ahora ya no pudiera confundirse con el paisaje, es decir, como si la mirada sobre ella ya no fuera civilizada, ni siquiera natural, sino animada.

El tío Hernando se sentó en un rodillo de era, en desuso, mientras echaba la vista a los matorrales por donde correteaba el can. Al cabo de un rato, suspiró mientras apoyaba las manos sobre los muslos, en ademán de levantarse, y advirtió a los muchachos de que debía bajar junto a la casa a segar una de las últimas hazas de cebada, puesto que era la mejor hora. Alfonso insistió en quedarse un poco más, porque, al parecer, no podía dejar de rodear la barraca con un palo en la mano. El tío accedió, no sin reservas, siempre que bajaran ellos solos al cabo de un cuarto de hora. De todas maneras, se llevaba al galgo para que no se les extraviara. Sobre Sancho osciló el vislumbre de un dilema, entre acompañar sin más ambages a su tío, puesto que no le encontraba sentido a permanecer, o probar la comezón que le bullía en el pecho. Esto último le extrañaba, porque la sensación parecía arraigada en sus distantes fobias, esas que crecían a pesar de su personalidad circunspecta y cada vez más resistente. ¿Es que le gustaba que le humillaran, como había llegado a barruntar alguna vez?

Colocó una mano sobre el pecho de Alfonso, que tendido en el poyo pateaba con furia y braceaba queriendo golpearle la cara.

El perro acudió al silbo ronco y la faja salvó de un salto renco la pared de un bancal. Se perdieron ambos por otra trocha que pasaba tras de varias pitas hasta alcanzar más por lo derecho las cercanías del cortijo. Alfonso rodeó otra vez la choza y pareció vagamente sorprendido de la candidez de su primo, que volvía a darle campo ancho para alguna perrería. Sólo que ahora, en lo alto de la loma, acaso el mayor aliciente de sus envites, la presencia de otras personas que evidenciaran su superioridad sobre Sancho se había desvanecido. No había, pues, más estímulo que jugar con su pusilanimidad. Acercarse con el palo o recordarle los lobos podía servir. De todos modos, esa necesidad de asistentes le hizo sentir la importancia de una urdimbre social. Ahora estaban en los lindes. No podía entender muy bien el sentido de ese matiz pero en cualquier caso aún fue capaz de clavar una mirada de guasa sobre el otro.

Sancho respiraba tranquilo, perfectamente desahogado. Percibía que ahora no sólo no tenía el menor valor el afán de burla de Alfonso, pero es que se esfumaban de un soplo cuantos abusos hubiera experimentado. No habían sido nunca físicos, ni siquiera reales, sino meras convenciones en un medio artificial. Al resquebrajarse esa especie de velo, Sancho se vio caer en la misma cerrazón previa al alba en que se subieron al otero aquellos dos lobos. Devolvió entonces la mirada a su primo. Éste se detuvo desorientado. Estaba a unos cinco metros, con la vara. Durante unos segundos se comunicaron en silencio. Alfonso comprendió qué había entrevisto hacía poco. El semblante de Sancho se ensombreció, con decisión, como algo necesario. Su primo abrió los ojos con cierto espanto y corrió unos metros hacia atrás. Sancho se alzó rápidamente para alcanzarle. Ninguna palabra medió, persiguió uno y huyó el otro calladamente. La fragilidad súbita de esa escapada tropezó con una raíz y, quizá sin sentido, confió encontrar refugio en la choza, cuando el agro se extendía, acaso salvador. O quizá no. Sancho trepó el cerrillo pisando los talones a su primo y al entrar en la caseta vio caer a Alfonso, del todo indefenso, sobre un poyo desigual colocado junto a la pared derecha. Había dentro un trillo roto y una hoz, vieja, al parecer embotada y oxidada. Sólo una luz tenue, decadente e indecisa se colaba por la puerta y una abertura en el techo. Alfonso empezó, de pronto, a gritar bien fuerte, de puro terror. Sancho pensó un instante en el galgo. Le pareció oírlo llegar a todo correr, apostarse a la puerta y ladrar alborotado en su contra. De todos modos, colocó una mano sobre el pecho de Alfonso, que tendido en el poyo pateaba con furia y braceaba queriendo golpearle la cara, amarrándosele a la camiseta, arañándole los brazos. Agarró la hoz, que no tenía mango, y la soltó dos veces con un tiro macizo sobre su primo, quien chilló más allá de toda esperanza. El tercer golpe fue certero, sobre la sien, donde se clavó unos centímetros la punta algo roma de la curva cuchilla. La sangre salió apenas vigorosa, con un simple borbotón y cuatro regueros que les mancharon a ambos en la cara y en el tronco. A Sancho también en las manos. La última percusión le había tumbado sobre Alfonso, porque éste también, al final, le tiraba del brazo con que le sujetaba.

El cuerpo agonizante de su primo cayó definitivamente al suelo. Todavía no se había girado pero estaba convencido de que el lebrel le esperaba a la puerta, desafiante, aunque sin proferir un ladrido. Esto le devolvía ladera abajo y la antigua red de temores se anudaba de nuevo. Por fin se rodeó, pero no había absolutamente nada. Sólo se divisaba a lo lejos la vieja senda que conducía al soto de la ribera. Algunas ramas de la encina pendían intemporales sobre esa vista serena.

Fuente: http://letralia.com/letras/2016/11/12/educacion-para-la-ciudadania/

imagen: http://1.bp.blogspot.com/

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