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Enmendando rumbos los actores del desarrollo ante el poder

América del Sur/Perú/Octubre 2016/Eduardo Toche/http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/

Decía Chantal Mouffe que cuando la política democrática ya no puede ordenar la discusión sobre cómo deberíamos organizar nuestra vida común, cuando evidencia sus límites para asegurar las condiciones necesarias para el funcionamiento del mercado, es cuando las condiciones están dadas para que entren a tallar los demagogos que aspiran articular la frustración popular.

Así, deberíamos tomar nota de que el éxito de los populistas de derecha se debe al hecho de que proveen alguna forma de esperanza a la población, haciendo creer que las cosas pueden ser diferentes. Desde luego, es una esperanza ilusoria, fundada en falacias y mecanismos inaceptables de exclusión, en los que la xenofobia, por lo general, juega un papel central. Pero cuando estos personajes son los únicos que ofrecen una salida, sus argumentos pueden ser seductores .

En esa línea, una de las mayores paradojas actuales reside, de un lado, en que las expectativas democráticas casi no tienen competencia en el mundo pero, de otro lado, los regímenes que las reivindican provocan fuertes cuestionamientos .

son los casos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) , el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) , y otros, así como las encuestas anuales de Latinobarómetro , alertan sobre el desafecto a la democracia existente en algunos países —como Perú—, lo que de manera no tan indirecta, también refiere a la creciente diferenciación política, social y económica entre los países que conforman la región.

Los problemas identificados son, todos ellos, varios y complejos. Por ejemplo, se señala la predominancia de partidos políticos débiles, sistemas judiciales con baja confianza, pobres niveles de interés político por parte de la ciudadanía, permanentes bloqueos entre los poderes Legislativo y Ejecutivo, altos niveles de corrupción, entre otros. Como podrá notarse, lo que se tiene es un listado de cuellos de botella que invita a pensar que el problema no se localiza en el plano estructural, sino en la performance de los agentes y las disfunciones que deberían atacarse para lograr mejores rendimientos.

Lo mismo sería, dicho en otras palabras, que la democracia exige tener claro lo que implica extensamente la categoría de «ciudadanía», para derivar de ello prácticas concretas, con objetivos definidos en términos de adquisición de poder. Es decir, el reconocimiento de derechos no implica el ejercicio de los mismos, y para plasmar esto último debe tenerse en cuenta el entrecruzamiento y la colisión de intereses que se forman dentro de la sociedad, así como entre esta, el Estado y el poder económico. En efecto, ante la desconfianza frente al sistema democrático, debido a la precariedad de sus procedimientos de legitimidad, y la creciente sospecha de un aprovechamiento privado de los recursos públicos, la ciudadanía debe dejar de ser recurso retórico y pasar a ser un factor esencialmente político.

Como señala Rosanvallon , hay dos dimensiones que deben tenerse en cuenta para comprender correctamente el movimiento de las diversas experiencias democráticas: el funcionamiento y los problemas de las instituciones electorales-representativas, por un lado, y la constitución de un universo de la desconfianza, del otro.

En fin, todos estos cambios enfatizaron la necesidad de que activistas, investigadores, diseñadores de políticas, así como las agencias de cooperación para el desarrollo, prestaran atención a los procesos en marcha, para analizar y entender las transformaciones que estaban experimentando las relaciones de poder. La necesidad de un enfoque nuevo se debió, en gran medida, al uso cada vez mayor de categorías, conceptos e instrumentos, para generar capacidades en los actores del desarrollo, que a su vez, empezaron a revelar carencias clamorosas, pues —centradas en los aspectos «técnicos»— no prestaron la atención suficiente a las relaciones dentro y en torno al poder.

Bajo estas consideraciones, entonces, ¿cómo podía formularse la acción, o mejor dicho, qué tipo de investigación podía levantarse, dirigida hacia qué tipo de acción? Como premisa, tenemos que el foco debe localizarse en las intersecciones existentes entre el ejercicio del poder y los procesos ciudadanos que generan gobernanza en los niveles locales, nacionales y globales. En ese sentido, una de las claves radica en cómo se fomenta la voz ciudadana, de manera tal que sea efectivamente influyente. Así, el objetivo no es solamente plantear —«decir»— una posición, sino otorgarle probabilidades hegemónicas, en otras palabras, disputarle la dirección moral, intelectual y política, a los detentadores cuasi-monopólicos del poder.

De esta forma, Gaventa intentará poner en relación dinámica la distribución de poder (espacios), la dimensión del ámbito en que juegan los actores (lugares) y el tipo de poder que ejercen.

Una manera de describir los componentes incorporados sería concibiendo «los espacios» como oportunidades, momentos y canales donde los ciudadanos pueden actuar para potencialmente afectar la política, discursos, decisiones y relaciones que afectansus vidas e intereses.

Como afirma Andrea Cornwall14, los espacios para la participación no son neutrales, sino que están configurados por relaciones de poder, que los rodean y penetran. Para el efecto, Cornwall se apoya en los argumentos de Lefebvre, Foucault y Bourdieu, entre otros, quienes comparten la idea de que el poder y el espacio están profundamente ligados.

Entonces, a modo de conclusión, puede afirmarse que las múltiples formas de poder plantean serios desafíos para los actores de la sociedad civil, que tratan de cambiar las relaciones que entablan habitualmente. Algunos grupos pueden desafiar las formas visibles de poder en arenas públicas, en la investigación y trabajando para incidir e influir en los agentes estatales y públicos. Otros pueden enfocarse en la movilización y estrategias de acción colectivas, desafiando las barreras que previenen el ingreso de ciertos actores en los ámbitos públicos.

Otros pueden enfocarse más en el cambio de las formas invisibles, interiorizadas de poder, generando conciencia crítica y campañas que construyen conocimiento alternativo. Sin embargo, a menudo estas son diferentes estrategias que implican organizaciones e intervenciones diferentes, para cambiar los sentidos del poder. La transformación tiene mejores probabilidades cuando los movimientos, o actores sociales, son capaces de trabajar simultáneamente las dimensiones mencionadas.

Sin embargo, no encontramos una acción más integral. El asunto no es generar solamente conciencia crítica, conocimiento alternativo, cambiar normas o controlar autoridades. Es todo eso, en simultáneo y coordinado. Esto último es seguramente el meollo de la propuesta de Gaventa y su cubo. Vistas de esa manera las cosas, el cubo del poder no es una fórmula sino un instrumento, como el mismo Gaventa advierte, para poder actuar políticamente.

En esa fórmula de Butler está contenida la elaboración política de la categoría de no-ciudadano, una manera de calificar a los sin-Estado, a los privados de las garantías para el ejercicio de sus derechos. Ahora bien, se pregunta Butler, ¿puede hablar un sujeto de estas características? El habla —la voz— instituye nuevas posibilidades para la vida social y política, y, como podría deducirse de evidencias tan obvias como las encuestas referidas al inicio del presente artículo, los Estados nacionales no pueden reclamar legitimidad si expulsan —excluyen— importantes contingentes de personas fuera de sus límites. Sin embargo, la paradoja democrática reside precisamente en que sin esta operación perdería sus fundamentos17.

Fuente:http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Peru/desco/20100313082146/01_Toche.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/OJQAAzRCQ3a4R-t88AeJdCzKHWTUp8MNjpnShq0NDkmOX7kJJLgfvFRDo-ZkxNDy5kZTHA=s125

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Libro: Educación, valores y ciudadanía

Educación, valores y ciudadanía

  • Autores : Obra coordinada por Bernardo Toro y Alicia Tallone
  • Editorial:OEI Fundación SM
  • ISBN: 978-84-7666-220-5 (OEI) /978-84-675-2487-1 (Fundación SM)

Sinopsis: Esta publicación surge de la reflexión compartida por diversos autores Iberoamericanos sobre el sentido de la educación en valores para la ciudadanía en el mundo actual, marcado por la globalización, la sociedad del conocimiento, las innovaciones científicas y tecnológicas y las crecientes desigualdades. Su objetivo principal es suscitar el debate, la reflexión y el impulso a las políticas públicas y a las acciones sociales que refuercen la formación en valores y el ejercicio de la ciudadanía.

El libro se enmarca en el programa de la OEI Metas Educativas 2021 que entiende que la educación para una ciudadanía activa, democrática, multicultural, solidaria y responsable es una de las grandes tareas de la sociedad y de los sistemas educativos. En una sociedad tan desigual como la iberoamericana, la formación de ciudadanos libres, cultos y solidarios constituye una de las estrategias principales que puede conducir, por el compromiso colectivo de los diferentes sectores sociales, a superar la pobreza, la marginación y la inequidad.

Descargar el libro:http://www.oei.es/metas2021/valoressm.pdf

Fuente de la reseña: https://jalexp1.wordpress.com/2011/09/28/libro-para-descargar-educacion-valores-y-ciudadania/

Fuente de la imagen: http://www.oei.es/historico/noticias/IMG/jpg/valsm1.jp

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España: Día Mundial de toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez

BlogsFuniber/15 de junio de 2016/

Se estima que uno de cada diez adultos mayores ha sufrido maltrato en el último mes.

Los adultos mayores actualmente no reciben atención, son excluidos del círculo familiar o se les maltrata física o psicológicamente en el 10% de hogares, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS). El Grupo de Profesionales de la Maestría en gerontología de FUNIBER se une a la campaña de sensibilización de la OMS hoy 15 de junio por la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato de Personas Mayores.

Es necesario que la sociedad tome conciencia que se debe cuidar de las personas de la tercera edad, y brindarles una atención que les permita llevar una vida plena y llena de sentido. Sin embargo, el maltrato es bastante común en nuestro entorno. De acuerdo a la OMS indica que se pueden encontrar índices de hasta 4,9% de maltrato físico, 0,82% de abuso sexual, 6,3% de maltrato psicológico, 9,2% de abuso económico y un 5,5% de desatención, en países de ingresos medios o elevados.

En la página de la campaña de sensibilización de la OMS (Maltrato de las personas mayores, 2015) se indica que el maltrato es: “un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza. Este tipo de violencia constituye una violación de los derechos humanos e incluye el maltrato físico, sexual, psicológico o emocional; la violencia por razones económicas o materiales; el abandono; la negligencia; y el menoscabo grave de dignidad y la falta de respeto”.

Los profesores de la Maestría en Gerontología de FUNIBER se encuentran comprometidos con este problema social, por ello analizan en forma de debate con sus alumnos, diversos temas que genera el Maltrato, con el fin de identificar, cuantificar y atajar el problema.

Se requiere sensibilizar a la población sobre el problema del maltrato a los adultos mayores, porque solo 1 de 24 casos se notifica, casi siempre porque las personas de la tercera edad tienen temor de informar a sus familiares, amigos o autoridades, de acuerdo a la OMS.

El maltrato a las personas de la tercera edad debe hacerse visible. Los profesores de la Maestría en gerontología de FUNIBER consideran importante que el conocimiento y la sensibilidad hacia este tema, serían las claves para disminuir esta problemática invisible y tan silenciada. Ahora es tarea de cada uno de nosotros tomar acción ¿Qué medidas crees necesarias en tu país para mejorar esta situación? ¿Qué podrías hacer directamente para paliar el problema?

Tomado de: http://blogs.funiber.org/gerontologia/2016/06/15/funiber-dia-mundial-abuso-maltrato-vejez

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Educación Ciudadana y Transformación Cultural de la Escuela

DOCENCIA 58 / MAYO 2016 REFLEXIONES PEDAGÓGICAS

Moacir Gadotti

En el presente artículo, Moacir Gadotti, uno de los protagonistas de las grandes transformaciones educativas vividas en Brasil en las últimas décadas, sintetiza los principales rasgos del Proyecto Escuela Ciudadana, una corriente de pensamiento pedagógico que tuvo diversas concreciones en el sistema educativo del país. Sus fundamentos fueron enunciados por Paulo Freire: la escuela concebida como un centro de derechos y deberes, comprometida con una educación democratizadora y liberadora, y gestionada desde la corresponsabilidad y colaboración del poder público, la escuela y la comunidad.

Una invitación a actualizar mi reflexión, así es como recibí la propuesta del Colegio de Profesores de Chile, pidiéndome que escribiera sobre educación ciudadana. Acepté con gusto. El tema es un desafío y cada invitación, una nueva oportunidad de volver a examinarlo y mantener vivo un debate necesario. Para lograr esta tarea, lo mejor es reflexionar críticamente sobre la propia práctica.

Es cierto que hay quienes ya no quieren hablar o escribir sobre la ciudadanía, pues en las últimas décadas, a esta palabra se le han asignado sentidos muy diferentes de aquel en el que nosotros creemos. El proyecto neoliberal, como una manera perversa de acabar con nuestros sueños y nuestra resistencia, ha usado estrategias como la despolitización, la naturalización de lo social, el culto al sector privado, las críticas al sector público, la destitución de la memoria y de la historia, y la resignificación de conceptos clave como ciudadanía, autonomía, derecho, solidaridad, democracia y calidad¬. Las corporaciones económicas han determinado el escenario político, social, ambiental y económico en todos los rincones del mundo. Se han apropiado de nuestros conceptos y luchas, dándoles otro contenido, intentando convencernos de que aquello por lo cual luchamos es una causa perdida.

Ante esto, constatamos la necesidad de mantener vivo el debate y persistir en la defensa de las causas que nos mueven, como una manera de enfrentar los nuevos desafíos planteados por el capitalismo globalizado, y para no perder de vista el carácter político y emancipatorio de la educación ciudadana que defendemos. Por eso, necesitamos entender el concepto de ciudadanía a partir de un contexto histórico y, en el caso de una educación para y por la ciudadanía, eso se hace aún más necesario.

Trato de comprender la educación para la ciudadanía a partir de un movimiento educacional concreto que se inició a finales de la década de los ochenta, acompañado de una particular corriente de pensamiento pedagógico. Ese pensamiento y esa práctica se caracterizan por la democratización de la educación en términos de acceso y permanencia, por la participación en la gestión y la elección democrática de los líderes educacionales, por una determinada concepción de currículum y evaluación, y por la democratización del Estado mismo. Fue dentro de este movimiento que surgió en Brasil el concepto de “Escuela Ciudadana”, una escuela que forma para y por la ciudadanía (Gadotti, 2013).

Educar para y por la ciudadanía
Se puede decir que la ciudadanía es esencialmente conciencia de derechos y deberes, y ejercicio de la democracia: derechos civiles, como la seguridad y la movilidad; derechos sociales, como trabajo, salarios justos, salud, educación, vivienda; derechos políticos, como libertad de expresión, de voto, de participación en partidos políticos, en sindicatos, y en movimientos sociales y populares. No hay ciudadanía sin democracia. Sin embargo, el concepto de ciudadanía, es ambiguo. En 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano establecía las primeras normas para garantizar la libertad individual y la propiedad. Nacía así la ciudadanía como una conquista liberal. Hoy en día, en cambio, el concepto de ciudadanía es mucho más complejo.

Con la ampliación de los derechos, nace también una concepción más amplia de la ciudadanía. Por un lado, hay una concepción consumista y liberal, la del consumidor; y por el otro, una concepción plena, que se manifiesta en la movilización de la sociedad para la conquista de nuevos derechos y en la participación directa de la población en la gestión de la vida pública a través de, por ejemplo, la discusión democrática del presupuesto del Estado. Esta ha sido una práctica, especialmente a nivel de gobierno local, que ha ayudado a la construcción de una democracia participativa, superando los estrechos límites de la democracia representativa. Adela Cortina (1997) afirma que existen dimensiones complementarias que constituyen los requisitos de una ciudadanía plena: la ciudadanía política, o el derecho a participar en una comunidad política; la ciudadanía social, que entiende la justicia como una exigencia ética de la sociedad del buen vivir; la ciudadanía económica, o la participación en la gestión y utilidades de una empresa, la transformación productiva con equidad; la ciudadanía civil, o la afirmación de valores cívicos como libertad, igualdad, respeto activo, solidaridad, diálogo; y la ciudadanía intercultural, entendida como la afirmación de la interculturalidad como un proyecto ético y político contra el etnocentrismo.

Pareciera que fue Paulo Freire quien mejor ha definido una educación para y por la ciudadanía cuando, en el Instituto Paulo Freire, Sao Paulo, el 19 de marzo de 1997, en una entrevista con TV Educativa de Río de Janeiro, habló de su concepción: “La escuela ciudadana”, dijo, “es aquella que se asume como un centro de derechos y deberes. Lo que la caracteriza es la formación para la ciudadanía. La escuela ciudadana, entonces, es la escuela que viabiliza la ciudadanía de los que están y de los que vienen a ella. No puede ser una escuela ciudadana en sí y para sí. Es ciudadana en la medida en que se ejercita la construcción de la ciudadanía de los que usan su espacio. La escuela ciudadana es una escuela coherente con la libertad. Es coherente con su discurso formador, liberador. Es toda la escuela que, luchando por ser ella misma, lucha para que los educandos-educadores también sean ellos mismos. Y puesto que nadie puede ser en soledad, la escuela ciudadana es una escuela de la comunidad, del compañerismo. Es una escuela de la producción conjunta del saber y de la libertad. Es una escuela que vive la experiencia tensa de la democracia”. Paulo Freire concebía la ciudadanía en el contexto de una sociedad radicalmente democrática, asociándola con la autonomía (Freire, 1997).
La Escuela Ciudadana freiriana es una y diversa, una escuela en la perspectiva unitaria de la sociedad y la educación. Unitaria no significa uniformadora, al contrario, significa síntesis de lo diverso.
La Escuela Ciudadana se ha venido desarrollando en Brasil desde el principio de la década de los noventa, en el contexto de un movimiento de renovación educacional y de prácticas concretas de educación para y por la ciudadanía, especialmente en los municipios que realmente priorizan en sus políticas la escuela pública, ofreciendo una respuesta concreta al deterioro de la enseñanza. Paulo Freire fue uno de sus principales inspiradores.
La Escuela Ciudadana freiriana es una y diversa, una escuela en la perspectiva unitaria de la sociedad y la educación. Unitaria no significa uniformadora, al contrario, significa síntesis de lo diverso. Pero la diversidad solo es democrática cuando existen condiciones igualitarias de producción social de la existencia, por eso es una escuela que lucha por la superación de las desigualdades frente al derecho a la educación.
Escuela Ciudadana: movimiento y proyecto
La Escuela Ciudadana está profundamente arraigada en el movimiento de educación popular, que en la década de los ochenta se traducía por la expresión “escuela pública popular”, tal como aparece en los primeros documentos de la gestión de Paulo Freire en la ciudad de Sao Paulo (Freire, 1991).
En 1994, sobre la base de las primeras experiencias de educación ciudadana, el Instituto Paulo Freire sistematizó las líneas fundamentales de un proyecto de educación para y por la ciudadanía: el Proyecto de la Escuela Ciudadana (Projeto da Escola Cidadã), acentuando la corresponsabilidad en la gestión de la educación pública entre el poder público, la escuela y la comunidad, un verdadero “régimen de colaboración” conforme a lo dispuesto por la Constitución de 1988, llamada “Constitución Ciudadana”. Aun cuando el objetivo es la formación para y por la ciudadanía, estas escuelas y las políticas educacionales que han promovido, tienen su propio formato en cada realidad. Lo que tienen en común, además de su objetivo principal, es el respeto por las características histórico-culturales de la región, los ritmos y las coyunturas específicas.
En la propuesta inicial del Instituto Paulo Freire la concepción e implementación de una Escuela Ciudadana es precedida por un diagnóstico de la situación de las escuelas, frecuentemente realizado a través de instrumentos como la carta escolar ¬¬–un informe detallado en el cual se confrontan los datos de la oferta y la demanda educacional en una determinada área–, una investigación etnográfica, que tiene en cuenta los elementos culturales de los sujetos y los grupos que en ella actúan, y una planificación socializada ascendente o participativa, que se construye a partir de la integración de todos los sujetos, segmentos o grupos comunitarios y sociales que conviven y actúan en la escuela (Gadotti y Romão, 1997). Esta es la propuesta del Instituto que fue llevada a la práctica en diferentes municipios como los de Bicas, Mercês, Oliveira Fortes, Guarará y Resende Costa, en el Estado de Minas Gerais, bajo la coordinación de José Eustáquio Romão, que era Secretario Municipal de Educación en el municipio de Juiz de Fora, en el mismo Estado.
Como líder y responsable de la escuela, el director tiene un papel decisivo en la construcción del proyecto eco-político-pedagógico de la escuela. La forma de su elección es, por lo tanto, también muy importante. En Brasil, el director de la escuela es escogido por diferentes mecanismos: designación directa o por medio de listas que se ofrecen a los designadores, concurso, esquemas mixtos y también a través de la elección directa. El tipo de vínculo y la relación del director con la institución educativa y con la comunidad escolar es diferente dependiendo de la forma en que es escogido.
Otro tema importante de la gestión democrática en la perspectiva de la Escuela Ciudadana es la institución de los consejos escolares, los gremios estudiantiles y otras formas de colaboración entre profesores y estudiantes en el ejercicio de la participación y la expresión de su pensamiento. La idea de los consejos o juntas colegiadas surgió a fines de la década de los setenta con el objetivo de democratizar las relaciones de poder en el interior de las escuelas. El consejo escolar es un organismo colegiado formado por todos los segmentos de la comunidad escolar: padres, alumnos, profesores, directivos y demás funcionarios. A través de este, todas las personas relacionadas con la escuela pueden ser representadas y decidir sobre los aspectos administrativos, financieros y pedagógicos, volviendo este colectivo no solo un canal de participación, sino también un instrumento de gestión de la propia escuela. Normalmente, los consejos escolares desempeñan cuatro funciones: consultiva, deliberativa, normativa y fiscal (Antunes, 2002).
Cada escuela es única, fruto de sus propias contradicciones y luchas, pero solo será verdaderamente ciudadana si se alía y solidariza con todas las demás escuelas. Por eso, los consejos escolares no se quedan aislados en su propia escuela, también actúan organizados en inter-consejos por medio del Consejo de Representantes de los Consejos Escolares, el Crece. Autonomía no significa aislamiento. Para que la escuela sea realmente creadora, instituyente y no burocrática, pasiva, debe superar el localismo y el particularismo, y establecer, con autonomía, relaciones en el ámbito nacional y global.
Cada escuela es única, fruto de sus propias contradicciones y luchas, pero solo será verdaderamente ciudadana si se alía y solidariza con todas las demás escuelas.
Muchas experiencias de educación cívica se inspiran en el pensamiento de Paulo Freire. Algunos de sus principios pedagógicos se encuentran fácilmente en estas experiencias de educación ciudadana, fundadas en relaciones eminentemente democráticas. Estos son algunos de esos principios: 1) partir de las necesidades de los estudiantes; 2) establecer una relación de diálogo profesor-alumno; 3) considerar la educación como producción, y no como transmisión y acumulación de conocimientos; 4) educar para la libertad y la autonomía; 5) defender la educación como un acto de diálogo en el descubrimiento riguroso, y a la vez creativo, de la razón de ser de las cosas; 6) ser una ciencia abierta a las necesidades populares; y 7) realizar planificación comunitaria y participativa.
No se puede hablar del movimiento de la Escuela Ciudadana, sin mencionar la reorientación curricular asociada a ella. El currículo de la Escuela Ciudadana es considerado como un espacio de relaciones socioculturales (Padilha, 2007). Además de ser el espacio del conocimiento, es también el espacio de debate de las relaciones sociales y humanas, el espacio del poder, del trabajo y del cuidado, de la gestión y de la convivencia. Por eso el currículo tiene que ver con la ética, la sustentabilidad y la cultura de paz. Currículo y proyecto eco-político-pedagógico de la escuela son realidades inseparables. El currículo revela la trayectoria político-pedagógica de la escuela, sus aciertos y desaciertos, sus fracasos y victorias. Por lo tanto, no puede ser reducido a contenidos disciplinares.
Otro punto central de la Escuela Ciudadana es la formación docente. El profesor es mucho más un mediador del conocimiento, un “problematizador” en palabras de Paulo Freire, y no un “facilitador”. Facilitador es el computador, la tecnología. Eso no sustituye al profesor. El estudiante necesita construir y reconstruir permanentemente sus conocimientos; para eso, el profesor también debe ser curioso, buscar sentido a lo que hace y señalar nuevas direcciones para el quehacer de sus estudiantes (Gadotti, 2008), dejar de ser un aleccionador para ser un organizador del conocimiento y del aprendizaje. Por eso Paulo Freire creó el neologismo “dodiscencia” (Freire, 1997, p. 31), docente + discente, para designar esta relación dialógica entre el acto de enseñar y el de aprender.
Para avanzar en la construcción de la Escuela Ciudadana necesitamos superar los actuales modelos instruccionistas de formación de profesores, en los cuales su saber no se tiene en cuenta. Los maestros están excluidos de la discusión sobre el tema de la calidad. No tienen voz. Lo que se busca es la estandarización de la calidad, de la evaluación, del aprendizaje.
Desmercantilizar la educación
En las últimas décadas, la concepción de la Escuela Ciudadana fue enriquecida por la ecopedagogía, diseñando el nuevo currículo basado en la idea de la sustentabilidad, entendida como el buen vivir, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza (Gadotti, 2002). La educación para y por la ciudadanía es también una educación para una sociedad sustentable, para la vida sustentable, para un otro mundo posible (Gadotti, 2012). No se trata de una escuela y de una pedagogía “alternativas”, en el sentido de que deberían ser construidas por separado de la escuela y la pedagogía actuales, se trata de, a partir de la escuela y de la pedagogía que tenemos, dialécticamente, construir otras posibilidades sin aniquilar todo lo que existe. El futuro no es la destrucción del pasado, es su superación (Gadotti, 1996).
La mayor ambición de la Escuela Ciudadana es contribuir a crear las condiciones para el surgimiento de una nueva ciudadanía, como espacio de organización de la sociedad para la defensa de los derechos y la conquista de otros nuevos, es educar al “pueblo soberano” (Tamarit, 1996). Se trata de formar por y para la ciudadanía, para la gestión de un nuevo espacio público no-estatal, que lleva a la sociedad a tener una voz más activa en la formulación de las políticas públicas y así poder participar en la transformación del Estado que tenemos hacia uno radicalmente democrático. No se puede transformar la escuela pública de hoy sin una nueva concepción de Estado. Una escuela pública democrática supone la existencia de un Estado democrático y viceversa. De igual manera, educar para y por la ciudadanía supone una concepción democrática de la educación. No tendría sentido hablar de gestión democrática, por ejemplo, en el contexto de una educación tecnocrática o autoritaria. Esta debe ser coherente con una concepción democrática y emancipatoria de la educación.
La mayor ambición de la Escuela Ciudadana es contribuir a crear las condiciones para el surgimiento de una nueva ciudadanía, como espacio de organización de la sociedad para la defensa de los derechos y la conquista de otros nuevos, es educar al ‘pueblo soberano’.
Como ha argumentado István Mészáros (2005) la globalización capitalista neoliberal robó de las personas el tiempo para el buen vivir y el espacio de la vida interior, robó la capacidad de producir dignamente nuestras vidas. Cada vez más personas son reducidas a máquinas de producción y reproducción del capital. El neoliberalismo niega el sueño y la utopía, y concibe la educación como una mercancía, reduciendo nuestras identidades a la de meros consumidores, despreciando el espacio público y la dimensión humanista de la educación. Pero otra globalización es posible, otra educación es posible.
El neoliberalismo, al transferir a la relación profesor-alumno la lógica de la rentabilidad y el lucro del mercado, causa tensión en las relaciones sociales y humanas dentro de la escuela. La relación profesor-alumno se torna tensa y agresiva, y la escuela acaba reproduciendo las relaciones de producción dominantes en la sociedad. La educación no puede estar subordinada a las exigencias del mercado. Necesitamos sustituir esas relaciones mercantiles por nuevas relaciones y una cultura de paz. Oponiéndose a esa concepción, la Escuela Ciudadana es parte de la lucha por la desmercantilización de la educación, por la afirmación del derecho universal a una educación emancipadora, entendida como educación para la justicia social. Su referencia es la ciudadanía y no el mercado.
El proyecto de la Escuela Ciudadana, como alternativa al neoliberalismo se ha tratado en diferentes estudios e investigaciones. Destaco la tesis doctoral de José Eustáquio Romão (2000), que contrapone el proyecto de la Escuela Ciudadana al proyecto educativo neoliberal, y la tesis doctoral de José Clovis de Azevedo (2007) que, basada en la experiencia político-pedagógica del municipio de Porto Alegre, contrapone dos polos constitutivos de los movimientos educativos de nuestro tiempo: la mercoescuela, o la escuela liberal que convierte la educación en una mercancía; y la Escuela Ciudadana, un movimiento y acción pedagógica contrahegemónica. Para él, la Escuela Ciudadana consiste en la conversión cultural de la escuela en un proyecto político-pedagógico basado en los principios emancipatorios de democratización política, social, económica y cultural. Clovis de Azevedo fue secretario municipal de educación de Porto Alegre, capital del Estado de Rio Grande do Sul, en dos gestiones (desde 1993 a 2000), donde implementó la educación para la ciudadanía a partir de la experiencia concreta del proyecto “Escuela Ciudadana”, como parte del proyecto político desarrollado en los 16 años de Administración Popular en aquel municipio.
Educación Ciudadana como Educación en Derechos Humanos
La participación ciudadana es un principio pedagógico, pero también es un derecho humano. Paulo Freire, como secretario municipal de Educación de la ciudad de São Paulo, instituyó en 1989 una política de educación en derechos humanos, valorizando el diálogo y la participación popular, firmando un acuerdo de cooperación técnica con la Comisión de Justicia y Paz de São Paulo, y repensando el currículo escolar. Uno de los ejes básicos de su reorientación curricular fue la participación social a través de organismos colegiados, entendiendo la educación en derechos humanos como educación para la ciudadanía (Pontuschka 1993, p. 132). La educación para la ciudadanía es una educación en derechos humanos, y viceversa. La educación para la ciudadanía, buscando fortalecer la participación y el control social, y empoderando a las personas como sujetos de derechos, forma en la lucha para garantizar los mismos.
Como toda educación, la educación en derechos humanos no es neutral (Pini y Moraes, 2011). Paulo Freire no defendía cualquier educación en derechos humanos. Para él, esta era la educación popular, entendida como un proyecto político de construcción de poder popular. Él demostró, como secretario municipal de Educación, que este es un proceso que se construye, al mismo tiempo, dentro y fuera del Estado (Freire, 1991). Por eso la educación popular puede y debe inspirar las políticas públicas de educación. Como concepto general, la educación popular no se limita al campo de la educación no formal. Se trata de una de las más bellas contribuciones de América Latina al pensamiento pedagógico universal, y en las últimas décadas está siendo entendida como “una concepción de educación que debe ser extendida al conjunto de los sistemas educacionales” (Brandão, 2006, p. 54).
No hay una sola concepción de educación en derechos humanos: hay una concepción popular, emancipatoria, integral (interdependencia de los derechos), transformadora; y hay una concepción “bancaria”, instruccionista, fragmentada, que separa los derechos políticos de los derechos sociales, económicos, etc. La Educación Popular en Derechos Humanos se centra en la transformación y no en la mera instrucción en derechos humanos. Es una formación para una cultura de valores (Pini y Moraes, 2011). Eso supone la superación de una visión reformista de los derechos humanos por una visión transformadora, como está planteado en la Pedagogía del oprimido.
Una de las principales tesis defendidas por Paulo Freire en su libro más famoso, Pedagogía del oprimido (Freire, 1970), que escribió en Santiago de Chile entre 1966 y 1968, podría tener el siguiente enunciado: “Cuando la educación no es transformadora, el sueño del oprimido es ser el opresor”. La educación capitalista, “bancaria”, no forma para emancipar, sino para domesticar: el domesticado, recibiendo esta educación, busca convertirse en domesticador, condicionado por su situación vivida. Incluso porque, como dijo Paulo Freire, el oprimido puede “hospedar” al opresor dentro de él. Los oprimidos, dice, “realmente para ellos el ideal es ser hombres. Pero serlo, dentro de la contradicción en que siempre estuvieron, y cuya superación no tienen clara, significa ser opresores” (Freire, 1970, p. 33). El oprimido acaba asumiendo los valores de los opresores y deseando ser como ellos. Al soñar ser como el opresor y no conseguirlo, el oprimido pasa a avergonzarse de su situación, a considerarse incompetente, incapaz. Para superar la relación de opresor-oprimido, los oprimidos necesitan una educación transformadora, emancipadora. No basta incluir, es preciso emancipar.
Paulo Freire nos enseñó que el diálogo es la principal práctica de la educación en derechos humanos. Pero el diálogo y la participación solo pueden ser enseñados a través de su práctica. De ahí la importancia del fortalecimiento de los consejos escolares y de la gestión democrática en las escuelas y en todos los consejos representativos de la sociedad civil, para promover la conciencia de los derechos y deberes, y para ampliar el control social y la participación como un método de gobierno.
La Educación Ciudadana, como educación popular, se centra en la participación popular, la ciudadanía y la autonomía de los ciudadanos, y engloba el respeto y la defensa de los derechos humanos, la pedagogía crítica, los movimientos sociales, la comunicación y la cultura popular, la educación de adultos, la educación no formal y la educación formal en todos los niveles y la educación ambiental; en definitiva, la educación integral e inclusiva (Antunes y Padilha, 2010). Esta tiene en cuenta las diferentes expresiones de la vida humana, sean artísticas o culturales, ligadas al desarrollo local y a la economía social, a la sustentabilidad socioambiental, a la afirmación de las identidades de los diferentes sujetos y sus colectivos, a la inclusión digital y al combate de cualquier tipo de prejuicio.
Referencias
Antunes, A. y Padilha, P. R. (2010). Educação cidadã, educação integral: fundamentos e práticas. São Paulo: Instituto Paulo Freire.
Antunes, A. (2002). Aceita um conselho? Como organizar o colegiado escolar. São Paulo: Cortez/Instituto Paulo Freire.
Azevedo, J. C. (2007). Reconversão cultural da escola: mercoescola e escola cidadã. Porto Alegre: Sulina.
Brandão, C. R. (2006). O que é Educação Popular. São Paulo: Brasiliense.
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Crédito de la imagen: Pintura del artista chileno José Santos Guerra (1938-2016).Pintura del artista chileno José Santos Guerra (1938-2016).

Fuente del artículo: http://www.revistadocencia.cl/educacion-ciudadana-y-transformacion-cultural-de-la-escuela/

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La importancia de impulsar la Educación para una Ciudadanía Global en nuestras escuelas

UnoiNews on 17 mayo, 2016

La Educación para una Ciudadanía Global va más allá del estudio de algunos contenidos concretos enmarcados en una asignatura menor dentro del inmenso currículum de la educación obligatoria; e incluso de “incursiones” ocasionales de actores extraescolares que introducen itinerarios de sensibilización en espacios no propiamente curriculares. Es una opción educativa que, a partir de la pregunta de para qué educar, intenta elaborar una propuesta coherente sobre cómo educar.

Como dice el Informe Delors en su inicio, frente a los numerosos desafíos que plantea nuestra época, “la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social, y una vía al servicio de un desarrollo humano y armonioso, que podrá contribuir al retroceso de la pobreza, las incomprensiones, la injusticia, las desigualdades, la opresión y la guerra”.

Por eso hace falta cambiar la visión instrumental de la educación y reconsiderar su función globalmente: la realización de una persona que toda entera tiene que aprender a ser, pensar, sentir y actuar. La educación tiene que recuperar la dimensión humanizadora e integral, dando un sentido a nuestras vidas, a nuestras acciones, a nuestras relaciones, y asumiendo como tarea central la construcción de un mundo más justo y sostenible.

Estamos a favor de una educación que promueva una comprensión amplia de sí mismo y del mundo, proporcionándole elementos para que pueda contribuir a una sociedad justa, que se interrogue sobre las causas estructurales de la pobreza y la exclusión y pueda, en consecuencia, atajarlas, y concebimos la escuela como un actor social relevante en este proceso.

Para conseguir este objetivo es necesario cambiar, avanzando hacia una práctica crítica basada en el diálogo, haciendo hincapié en la metodología, generando relaciones más dialógicas y participativas, espacios de aprendizaje a escala humana en los que niños, niñas y jóvenes sean conocidos y apreciados como individuos, flexibilizando los tiempos y espacios de la escuela y estableciendo unas relaciones más democráticas en los roles de profesores y alumnos, que les faciliten asumir el papel de sujetos de los procesos educativos.

En resumen, se trata de transformar la escuela en un espacio de intercambio, reflexión, socialización y elaboración de proyectos, que promueva el conocimiento como construcción colectiva (que valore los saberes y las experiencias de todos los actores de la comunidad educativa), y no como mero esfuerzo individual. Se trata de cambiar la escuela para que tanto el currículum escolar como la institución misma se transformen en una comunidad de comunicación y participación que integre a estudiantes, profesores y profesoras, familias, gobiernos locales, territorios, comunidad y ONG. Se trata de cambiar la escuela para que, respecto a los desafíos de nuestra contemporaneidad, sea parte de la solución y no del problema.

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El documento completo La Educación para una ciudadanía global en la escuela de hoy se puede consultar o descargar en:http://www.oxfamintermon.org/sites/default/files/documentos/files/091224_posicionamiento_es.pdf

Fuente: http://mx.unoi.com/2016/05/17/la-importancia-de-impulsar-la-educacion-para-una-ciudadania-global-en-nuestras-escuelas/

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