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Provincia siria de Alepo reconstruye mil 620 escuelas

Asia/Siria/Octubre 2020/prensa-latina.cu

A mil 620 llegaron las instalaciones educacionales reconstruidas en la provincia siria de Alepo luego de la liberación de la región en el 2018, informaron hoy fuentes del sector.
El director regional de Educación, Ibrahim Maso, afirmó que se pondrán en servicio además 40 nuevas escuelas antes del comienzo del segundo semestre y se trabaja con intensidad en otras dos mil 300 a más largo plazo debido a los daños que tienen.

Hasta el 2012, Alepo poseía cuatro mil 40 centros educacionales, parte de los más de 22 mil centros educacionales que mantenía Siria, incluídos en los distintos niveles de enseñanza.

De acuerdo con datos oficiales, en casi 10 años de guerra impuesta a esta nación, fueron destruídas total o parcialmente más de cinco mil instalaciones docentes, con una cifra de pérdidas que llega a los cinco mil millones de dòlares.

Dicha pérdidas incluyen además los insumos como computadoras, libros de texto, imprentas y otras afectaciones causadas por las acciones terroristas, indicaron las fuentes.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=404045&SEO=provincia-siria-de-alepo-reconstruye-mil-620-escuelas
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Ratios, semipresencialidad y derecho a la educación

Por: Guadalupe Jover 

Además de espacios de custodia y de espacios seguros, las escuelas deben ser espacios educativos. La enseñanza semipresencial mutila este derecho

Ni siquiera una pandemia ha podido garantizar una bajada de ratios. Esperábamos que la emergencia sanitaria impusiera, siquiera por criterios de salud, la disminución del número de estudiantes por aula. Mas ni por esas. En lugar de reducir las ratios y aumentar las plantillas, en lugar de limitar el número de estudiantes por grupo y dignificar los espacios, se ha optado por cercenar el derecho a la educación de los adolescentes.

La semipresencialidad impuesta al alumnado de 3º y 4º de Secundaria y de bachillerato no es (solo) consecuencia de una pandemia. Es consecuencia de años y años de ratios inasumibles, masificación consentida, espacios saturados, recortes de plantillas.

Niñas y niños de 14 y 15 años asisten ahora a la escuela la mitad de los días, la mitad de su horario, con la pretensión de que asuman a solas la responsabilidad que a la escuela corresponde. Y ello, además, sin tocar una línea en los currículos. ¿No era esto también algo urgente?

¿Qué chicas, qué chicos podrán hacerse cargo de todos aquellos aprendizajes que antes se propiciaban en clase? ¿Quiénes cuentan con las condiciones necesarias para hacerlo? ¿Con qué dispositivos, además, si los 500.000 que hacen falta no llegarán hasta navidades? El entorno socioeconómico duplicará un peso ya insoportable en el mal llamado éxito o fracaso escolar. También en el acceso a la Universidad.

Con pandemia o sin pandemia necesitábamos una bajada de ratios. No hay manera de atender de manera personalizada a 30 estudiantes por clase. No hay manera de hacerlo a razón de 200 o 300 por docente. Pero pretenderlo a distancia es sencillamente imposible. Ahora, los profesores tenemos las mismas horas de clase de siempre, pero entrevemos a nuestros estudiantes la mitad de su jornada escolar. A otros ni eso. Mantener los grupos burbuja en espacios sobresaturados confina al alumnado de las optativas a clases online aunque no estemos formalmente confinados.

Da igual que no contemos con una buena red wifi en los centros, plataformas seguras para las videoconferencias o dispositivos móviles en muchos hogares. Por esta y por otras muchas razones el streaming no es la solución. ¿A qué tipo de clases, además, nos aboca? La semipresencialidad ―cualquiera que sea la fórmula explorada― está marcando a fuego la desigualdad entre los más afortunados y los más vulnerables.

Si a todo ello sumamos los muchos docentes que faltan ―hasta ocho en mi centro de los prometidos por Ayuso y Ossorio, además de las bajas covid que quedan también sin cubrir―, la sensación de abandono es sangrante. Pero las escuelas están formalmente abiertas y eso es al parecer lo único que importa.

El mensaje de los responsables políticos sigue siendo el de normalidad absoluta: las escuelas son espacios seguros, afirman, y el derecho a la educación está plenamente garantizado. Cuando las familias constatan que esto no es así, lo atribuyen a alguna disfunción específica del centro en que tienen escolarizados a sus hijos o hijas. ¿Cómo explicarles que la responsabilidad no es nuestra, como no es responsabilidad del personal sanitario la saturación de los Centros de Salud?

Quienes estamos a pie de aula ya estamos viendo cómo el barco hace aguas. Y quienes están en el puente de mando algo han debido también de vislumbrar, puesto que han decretado flexibilización de criterios en junio de cara a la evaluación, promoción y titulación del alumnado. Medidas necesarias sin duda, pero que en nada inciden en la mejora de las condiciones de educación de niñas y niños ni en sus procesos de aprendizaje, y más bien se nos antojan un lavado de conciencia anticipado. Porque es cierto que España tiene unas tasas de repetición inasumibles, pero su reducción exige ir a la raíz de los problemas: ratios, currículos, formación docente e inversión. Lo demás son juegos malabares.

Y todavía hay quien sostiene que la mejora educativa tiene poco que ver con una mayor inversión. Siempre podrán aducir como ejemplo la Comunidad de Madrid: docentes y familias nos preguntamos en qué diablos se están gastando los fondos covid.

Fuente e imagen: https://elpais.com/educacion/2020-10-14/ratios-semipresencialidad-y-derecho-a-la-educacion.html

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“Golpes no, cariño sí”: el llamado para que el castigo físico se prohíba cuanto antes

Por: Semana Educación

El castigo físico quedó a un paso de ser prohibido, lo que preocupa a algunos padres por considerar que limita su autonomía. Ángela Rosales, directora de Aldeas Infantiles SOS Colombia, organización que apoya esta ley, explica por qué no se debe criar a ‘correazos y palmadas’.

“Si quieres ciudadanos buenos, cría niños felices”, decía el famoso escritor británico Óscar Wilde. Para que los niños y niñas sean felices, tenemos que librarlos de la violencia y el maltrato.

Un paso adelante en ese camino es la aprobación del proyecto de Ley contra del castigo físico, humillante y denigrante contra niños, niñas y adolescentes, que actualmente se debate en el Senado.

Una ley de ese tipo se vuelve tan necesaria cuando la violencia contra los niños y niñas es una situación normalizada en muchas familias. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, 2018) el 64 % de los niños y niñas menores de 15 años en América Latina experimentan regularmente algún tipo de disciplina violenta y casi 1 de cada 2 niños y niñas experimentan el castigo físico.

En Colombia, las leyes para proteger a los niños y niñas existen, pero son insuficientes. Tanto así que los indicadores de violencia infantil crecen año tras año. La Constitución en su artículo 44 establece la vida, la integridad física y la salud como derechos fundamentales de los niños, señalando que serán protegidos de toda forma de abandono y violencia física o moral. También, el Código de Infancia y Adolescencia habla de la protección de los niños y niñas, aunque no es clara la prohibición del uso de la violencia.

En concordancia, el proyecto de Ley contra el castigo físico contiene lo que se conoce como ACCIONES AFIRMATIVAS, que se utilizan en el mundo entero para lograr la igualdad y disminuir los índices de violencia contra determinados grupos poblacionales, como se hizo, por ejemplo, a través de la Ley 1257 de 2008 en favor de las mujeres.

Más allá de lo que existe en la norma, hay suficiente evidencia científica que muestra el daño que este tipo castigo hace en la vida del niño, no solo a corto, sino a largo plazo. Así, las repercusiones negativas del castigo físico no se limitan a la niñez, sino que la persona las vive aún en la adultez. El castigo físico constituye una violación de los derechos del niño y la niña, atropellando su dignidad humana e integridad física, y en muchos casos, poniendo en peligro su vida. A pesar de constituir una práctica común en muchas familias, que consideran que la educación requiere de violencia, en definitiva, los castigos físicos y humillantes producen daños emocionales, baja autoestima, resentimiento, rabia, miedo, sentimientos de tristeza, soledad y abandono, y les enseña que la violencia es la forma adecuada para resolver conflictos.

Los niños y niñas no comprenden cómo a quienes más aman es a quienes más deben temer y terminan por asociar el amor con el dolor. Por tanto, las evidencias científicas son un llamado al Estado, las familias y la sociedad civil en su corresponsabilidad, para que comprendan la necesidad de tomar medidas preventivas y legales.

Por estas y otras razones, el articulado que defendemos no es para limitar, recriminar o castigar a los padres o madres. Por el contrario, sus derechos, sus deberes y su autonomía son respetados. Lo que se busca es impulsar toda una estrategia pedagógica de transformación cultural, mediante la cual, padres, madres y cuidadores puedan contar con herramientas para la crianza sin violencia. Precisamente, una crianza positiva, a través de la cual, los padres y madres amen a sus hijos e hijas por lo que son y no por lo que hacen, y así se lo expresen. Para ello, se valen de la comunicación, la reflexión y el apoyo emocional como los principales medios educativos. Sin duda, la crianza positiva también establece normas y reglas para la convivencia familiar, mismas que son explicadas clara y sencillamente a niños y niñas, y que se cumplen de manera consistente. En muchos países hay generaciones que han sido criados sin violencia, y constituyen sociedades más pacíficas.

Ya es hora que la violencia contra los niños y niñas deje de ser normalizada en nuestro país y pasemos a formar parte de los 56 países a nivel mundial que ya han adoptado este tipo leyes, en concordancia con las obligaciones internacionales de protección de los niños y niñas. Existen formas positivas de enseñar, corregir o disciplinar a los niños, que son mejores para su desarrollo y que contribuyen a forjar unas relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo. Este tipo de leyes fortalecen el rol de la familia, y dan un lugar preponderante a las relaciones positivas entre padres e hijos. Claro, este cambio depende de que los adultos estén dispuestos a salir de sus formas aprendidas de relacionamiento con los niños, para empezar a mirarlos desde el respeto y los consideren prioritarios. Estamos ante un escenario en donde muchos que vivieron la violencia y hoy la justifican, deben hacer conciencia para dar una oportunidad a una niñez sin golpes.

Es evidente que la educación genera desarrollo, por tanto, familias más educadas en una crianza positiva serán capaces de desarrollar mejores niños y niñas y, a futuro, una mejor sociedad, respetuosa de los derechos humanos de los niños y niñas. Golpes, no. Cariño sí.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/golpes-no-carino-si-el-llamado-para-que-el-castigo-fisico-se-prohiba-cuanto-antes/202027/

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Entrevista a José Ramon Ubieto: «Sin el maestro o la maestra presentes en cuerpo y alma no se puede educar bien»

Entrevistas/15 Octubre 2020/Autor: Siscu Baiges/eldiariolaeducacion.com

  • “Muchos jóvenes se preocupan poco por la pandemia, igual que mucha gente mayor que tampoco le preocupa demasiado el cambio climático”, explica José Ramon Ubieto. Con él hablamos sobre el riesgo de confinarnos en nosotros mismos por el miedo al virus y el auge del mundo online.

Las emergencias -catástrofes naturales, atentados o pandemias como la actual- siempre hacen aparecer actitudes y sentimientos diversos», escribió el psicólogo clínico y psicoanalista José Ramón Ubieto en un artículo reciente en Catalunya Plural. Y es de las actitudes, los sentimientos, las reacciones de los ciudadanos y la sociedad ante la pandemia que estamos sufriendo de lo que hablamos aquí con este profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), articulista, escritor y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Cita a Freud cuando le dijo a un amigo que «el optimismo es un presupuesto; el pesimismo, un resultado». Usted dice que lo mejor es ser «pesimistas advertidos»…

Pesimista advertido quiere decir que hay algo en la vida que es siempre imposible. Freud tomó una frase de Kant. Kant decía que en la vida hay dos cosas imposibles, una es educar y la otra es gobernar. Y Freud añadió una tercera, que era curar. Imposible quiere decir no que no se pueda hacer ni que falten candidatos –porque no faltan candidatos ni para políticos, ni para maestros, ni para terapeutas– si no imposible. Imposible en el sentido lógico al que se referían Kant y después Freud, quiere decir que son prácticas, tareas para las cuales no tenemos un plan programado y una ciencia exacta. No sabemos cómo hay que educar con precisión. Siempre hay algo que uno tiene que inventar en la educación y además siempre hay algo ineducable. Tú puedes hacer todo lo posible para que tu hijo o hija sea de una determinada manera pero siempre hay un punto en el que ellos van a decidir, algo en que se educarán a su manera. Eso ocurre en el gobierno. Por eso hay cárceles, porque hay personas que no responden a ningún criterio de contrato social, de cumplir objetivos… Reconocer lo imposible quiere decir que uno no puede pensar que las cosas siempre irán bien porque está lo que no va a ir bien, está lo imposible. Pesimista advertido es, simplemente, alguien que acepta que en la vida hay ese punto de imposible y porque lo acepta, se pueden hacer cosas. Sabemos que no todo va a ser educable y podemos enfocar la educación hacia todo lo que es posible educar, sabiendo que habrá una parte de la educación que no se va a realizar. Parte del ideal educativo no se va a realizar, igual que no se realiza con personas que vienen a curarse aunque sabemos que no quieren curarse del todo, que hay una parte de su funcionamiento que no quieren cambiar, que les va bien así. Todos tenemos un incurable. A eso me refiero con ‘pesimista advertido’: saber que hay algo de lo incurable, de lo ineducable, de lo ingobernable, que forma parte de la vida.

Hemos renunciado a muchas cosas estos días: reuniones, abrazos, comidas fuera de casa, deportes… ¿Lo acabaremos aceptando como normal?

Espero que no. Estoy escribiendo un libro sobre cómo está cambiando el mundo y cómo lo hará, en el post-covid, la salud, la educación, los lazos sociales. En él planteo que no debemos olvidar nunca lo presencial. Hace poco, el profesor Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial de Davos decía que casi que se tenía que dar la bienvenida al Covid porque gracias a él se podría resetear el capitalismo y a partir de ahora lo presencial sería un poco obsoleto, se podría automatizar todo, la salud, la educación. De hecho, ese será el título del próximo encuentro de Davos en 2021: “Covid-19. El Gran reinicio”. Estamos en el dilema entre olvidar lo presencial y entregarnos a lo virtual o mantener lo presencial como algo irrenunciable. El cuerpo en la pedagogía es irrenunciable. Sin el maestro o la maestra en cuerpo y alma no se puede educar bien.

Siscu Baiges y José Ramón Ubieto, durante la entrevista | Pol Rius

¿Soportamos la situación actual pensando que es transitoria y que pronto podremos volver a abrazarnos?

Todo el mundo piensa eso. Tiene esa ilusión. Lo que nos está castigando ahora, lo que nos está produciendo la tristeza Covid, es que, no tiene dead line claro. Cuando hay un atentado terrorista, un huracán, una catástrofe natural, un terremoto, todo el mundo sabe que hay un dead line. Puede tardar unos días, pero cuando detengan al terrorista, cuando el huracán pase, recogeremos los restos del naufragio, pero ya se habrá acabado, será un lapso de tiempo corto. El problema con el que nos encontramos ahora es que, como que no hay un dead line, no sabemos cuándo acabará. Iba a ser a final de año, ahora ya seguramente será entrado el año 2021, quizás en abril, quizás en junio o septiembre… Como hay esa imprecisión, eso hace que nos esté costando un poco más mantener los ánimos, porque se está alargando, pero todo el mundo cree que esto volverá a ser como era.

La pandemia ¿ha acentuado la solidaridad entre las personas o nos hemos vuelto más egoístas, encerrados en nosotros mismos, en nuestros países?

Daniel Defoe escribió el texto El diario de la peste que es muy interesante porque te das cuenta de que, en realidad, no hemos cambiado tanto. Habla, por ejemplo, de la caridad que se generó en Londres en relación a las personas más vulnerables, pero explica también que tan pronto como terminó la peste también se acabó la caridad. Cada uno volvió a lo suyo. Y aquí no será muy distinto. Espero que quede parte o alguna de estas cosas nuevas que se van creando –no de caridad, porque eso no tiene mucho futuro–, de colaboración, de prácticas colaborativas. Que quede, por ejemplo, una sensibilidad clara de qué es lo esencial para nuestras vidas: la sanidad, la educación, el cuidado de los trabajadores en el teletrabajo y todas las formas de precariedad laboral… Eso sí lo espero. Grandes cambios subjetivos, no creo.

Ha escrito que «no hay una experiencia colectiva compartida. Cada uno lo vive de una manera» y señala tres tipos de efectos: la depresión, la inhibición social y la rabia. ¿Predomina alguno de estos tres efectos?

Normalmente los afectos se suceden cuando una crisis dura un cierto tiempo. Es como una especie de recorrido que todos hacemos. Lo primero que todos tuvimos fue perplejidad. ¿Qué es eso que está ocurriendo? ¿Es algo de los chinos? ¿Algo que puede venir aquí? Cuando vimos que podía venir aquí empezamos a angustiarnos, a tener miedo. ¿Qué será eso? Después ya empezamos a tener, por un lado, rabia por no haber podido evitarlo y, por otro lado, también tristeza porque empezamos a ver las pérdidas, la gente que se moría, los trabajadores que se quedaban en paro… No es que una vaya necesariamente detrás de otra y mucho menos colectivamente. Aparecen siempre simultáneamente y con intensidades diferentes. La rabia extrema es una negación de todo lo demás. Es el caso de los negacionistas. Muchos de ellos no quieren aceptar ninguna de las pérdidas y, por tanto, desarrollan una postura de negación absoluta, que es una negación psíquica muy evidente. Cuando uno tiene un problema grave puede pensar que no existe y negarlo. La negación es el fruto de una rabia intensa, sumada, lógicamente, a otra serie de influencias ideológicas, tecnológicas… Las redes sociales están impactando en la pandemia. Es muy importante cómo las fake news, las burbujas de filtro, todos estos sistemas de la vida algorítmica están influyendo en la percepción que tenemos y en los sentimientos.

Que los más vulnerables sientan esa rabia parece comprensible. Están más maltratados que nunca. Los confinan en hogares donde no pueden guardar ningún tipo de distancias. Se juegan más la vida.

Sí, claro. Lo que nos ha demostrado la pandemia es que las clases sociales todavía existen. Eso ha ocurrido en todas las epidemias. Daniel Defoe explica muy bien cómo rápidamente, cuando en Londres se empezaban a tomar las medidas de confinamiento por la peste, se iban a la campiña inglesa todos los que podían y se quedaban en la ciudad los que no podían hacerlo porque tenían que trabajar con su cuerpo y su presencia en el día a día y no tenían gente que lo hiciera por ellos. Si bien el virus no distingue entre clases sociales –puede contagiar al presidente de los Estados Unidos y al último refugiado de Lesbos- las respuestas a la pandemia sí que dependen de las condiciones sociales. Si uno tiene acceso o no a la sanidad, en qué condiciones, cómo vive el confinamiento, qué conexión tiene para poder mantener su trabajo y su educación… Eso es evidente.

La precariedad laboral lleva a eso.

Yo tengo contacto con Latinoamérica porque participo en jornadas y conferencias y en muchos lugares de allí, sobre todo en los barrios periféricos de grandes metrópolis, como Buenos Aires o Santiago de Chile, si no vas a trabajar cada día, no comes. La posibilidad de mantener la distancia y el confinamiento afectan a la vida, a la supervivencia. Justo al contrario, para nosotros el confinamiento, la distancia nos puede dar la vida, pero las personas que necesitan salir a trabajar porque no tienen ninguna cobertura tienen que elegir entre enfermar o vivir.

El teletrabajo se ha disparado. ¿Qué repercusiones tiene esta explosión del teletrabajo? ¿Cómo afecta nuestra psicología?

El teletrabajo será uno de los grandes cambios de la pandemia. Tras ella quedará un aumento de lo virtual, en muchos ámbitos. En el de la salud, ya estamos viendo ahora mismo cómo la gente se contacta telefónicamente con sus médicos. En el de la educación, las universidades ya ofrecen mucha enseñanza on line. En el mundo del trabajo habrá una generalización del teletrabajo en todos los sectores donde sea posible. Lógicamente hay ámbitos en los que no lo será. Hay que cultivar el campo, transportar la comida, cocinarla… hay aspectos que no se pueden afrontar con teletrabajo. En todo lo demás va a ser muy importante. Las empresas verán sus ventajas para disminuir sus gastos de viajes, inmobiliarios… La duda es en qué condiciones quedarán los teletrabajadores. Hay muchas personas que tienen buenas condiciones laborales si teletrabajan pero la precariedad en el teletrabajo ya existía antes: las teleoperadoras y mucha otra gente. Empieza a haber legislación. Hay que ver cómo se regula. Desde el punto de vista psicológico, el mayor desafío del teletrabajo es el aislamiento que puede provocar. Los profesores que se dedican exclusivamente a la docencia on line ya hace un tiempo que lo experimentan: desde la obesidad por pasar tanto tiempo en casa hasta el burn out (quemado profesional) por no tener el contacto presencial directo con otros compañeros en la oficina y no poder compartir una discusión, un conflicto, un dilema. Todo eso tiene efectos. El aislamiento siempre tiene efectos sobre las personas. Los otros son una referencia. A la que nos hemos desconectado de los otros ha habido efectos de tristeza, de desorientación, de confusión… seguro que el teletrabajo tendrá ese tipo de efectos.

José Ramón Ubieto, durante la entrevista | Pol Rius

¿Los ciudadanos se sienten protegidos por sus gobernantes o tienen la impresión de que los han abandonado, por incompetencia o mala fe?

La desconfianza en los dirigentes ya venía de antiguo. Eso es lo que, entre otras cosas, dio tantos éxitos al populismo y a líderes como Trump, Bolsonaro, Orban… estos líderes se apoyaban en una desconfianza generalizada de la población respecto a sus dirigentes. Apelaban a que sólo ellos se preocupaban por los ciudadanos de sus países. En realidad, era un cinismo porque hemos visto que lo que les preocupaba era su propio bienestar, en primer lugar. Ese cinismo, encarnado por los dirigentes y sustituyendo a la legitimidad democrática tradicional, ya nos indicaba que la desconfianza era un sentimiento creciente. La pandemia ha puesto de relieve las insuficiencias de los dirigentes. Es llamativo que ya sabíamos que esta pandemia se iba a producir. Hay muchos informes que lo advertían. La CIA, en 2015, elaboró un informe que pronosticaba que alrededor de 2025 habría una infección respiratoria muy grave que acabaría siendo una pandemia. Se ha adelantado un poco. También lo predijeron la Fundación Bill Gates y muchos estudios que nos decían que eso iba a ocurrir. La sorpresa es que prácticamente no había planes de contingencia. Nadie sabía dónde encontrar mascarillas. Nadie sabía cómo organizar una respuesta sanitaria de emergencia. Lo cual quiere decir que la imprevisión de los dirigentes ha costado vidas y ha hecho que las cosas fueran peor. La gente es consciente de todo esto y, por tanto, hay una indignación y una rabia que se tendrá que ver cómo manejan los responsables políticos. Eso pasará factura cuando todo esto acabe.

Se ha acentuado el conflicto entre los jóvenes y el resto de la sociedad. Se les acusa de no tomar en serio la gravedad de la pandemia porque a ellos la Covid-19 les hace menos daño que a los adultos y los viejos

Otro cronista de la peste es Giovanni Bocaccio. Su Decamerón es un relato de la peste bubónica, que asoló toda Europa, también Italia. Bocaccio habla de la pasión de los jóvenes por gozar la vida intensamente puesto que sabían que muchos de ellos iban a morir. Ahora lo que ha ocurrido no es la resignación ante una muerte que no era percibida así pero sí la mezcla de varios aspectos. Por un lado, la necesidad que tienen los jóvenes del contacto social, que es una necesidad diferente de la que tenemos los mayores. Nosotros podemos aislarnos pero para los jóvenes el contacto es fundamental para reconocerse entre ellos. Los jóvenes son sus propios influencers. Para ellos, los que marcan los itinerarios de sus vidas son sus otros, los otros iguales, sean influencers famosos o sean compañeros de su grupo. Y luego están en una edad en la que se tienen que iniciar en todo, en los consumos, en la sexualidad, en la diversión, en el riesgo. Además coincidió que era el verano. Para ellos, la distancia social tiene que ver más con la pérdida de vida que con la supervivencia. Para ellos, perder la vida es perder el contacto. Tenemos que tener una visión un poco comprensiva. También hay una cierta hipocresía. ¿Por qué no nos preocupamos los mayores por el cambio climático, cuando todos sabemos que es el próximo desastre al que vamos a asistir? Ya lo estamos viendo en los incendios y en muchos fenómenos climáticos. Los mayores no nos preocupamos por el cambio climático porque muchos de nosotros pensamos que esto apenas nos va a tocar. En cambio, las manifestaciones de Fridays for Future y otros movimientos parecidos son de gente joven porque saben que sí que les va a tocar. Cuando a veces criminalizamos a los jóvenes diciéndoles que no están respetando las normas hay una parte de razón evidente en lo que decimos pero también tenemos que esta pandemia nos preocupa sobre todo a los mayores porque afecta a nuestra existencia pero no nos preocupamos del futuro de los jóvenes. Hay que tratar esta pandemia con una cierta perspectiva y hay que ayudarles a protegerse. Por otro lado, hay que evitar hablar de ‘los jóvenes’. ‘Los jóvenes’ no existen, como no existen ‘los de 60 años’. Hay personas de 60 años de muchas clases. Hay jóvenes que se han saltado todas las normas y han sido muy irresponsables pero también hay jóvenes que llevan mascarilla, que han creado muchas iniciativas cooperativas en relación a la pandemia, a ayudar a los otros. Matizaría esas visiones simplistas que salen en los medios criminalizando a un sector. Es como si habláramos de ‘los chinos’. Hay mil y pico millones. No podemos hablar de ‘los chinos’.

El SIDA provocó graves problemas en las relaciones sexuales entre personas homosexuales. ¿El Covid-19 está provocando un efecto parecido en el conjunto de los ciudadanos, especialmente los más jóvenes?

Ha producido un efecto curioso. La pandemia ha promovido el consumo de porno on line, que ya era muy alto. Lo ha aumentado. Ha favorecido muchos contactos via on line. Pero también es muy interesante lo que explican compañías como Badoo, Tinder y las aplicaciones de citas que se han dado cuenta de que muchos usuarios han mantenido el uso de esas aplicaciones como lugares de conversación o una mezcla de conversación y algunas prácticas sexuales on line. Se ha visto que el sexo también necesitaba de algún añadido. Ya lo sabían. Tinder tuvo que recordar a la gente que esa aplicación era para que se encontrasen y tuviesen sexo, no para que hablasen. Incluso hicieron una campaña con testimonios de usuarios de Tinder que decían que se habían encontrado y tenido sexo. Se dieron cuenta de que la gente, en realidad, no siempre quiere solo sexo sino también una conversación, sentirse en intimidad con el otro, sentir algo de afecto, de amor. No todo se reducía al sexo. La pandemia ha demostrado que algunas de estas aplicaciones se han mantenido porque la gente quería fantasear con otros a distancia.

El psicólogo clínico y psicoanalista José Ramón Ubieto | Pol Rius

 

¿Hay algún consejo, algún criterio a seguir para combatir el miedo? Hay personas, sobre todo gente mayor, que hace muchos meses que prácticamente no salen de casa

Por mi trabajo hablo con muchas personas. Algunas son mayores. Algunas han perdido a su pareja. Y me comentan las dificultades que tienen para salir. Hay cosas que no deberíamos hacer y algunas que podríamos hacer. Lo que no deberíamos hacer es quedarnos paralizados y entregarnos a la nostalgia, pensar qué bonito era el mundo antes de esto. Eso aumenta la desazón. A las personas mayores siempre les digo que retomen las actividades ajustadas a las posibilidades actuales. Si antes salía tranquilamente sola a dar la vuelta a todo el barrio, ahora salga acompañada y dé una vuelta a la manzana. Haga algo. No se quede en casa. Aunque sea poco, eso le ayudará. No olvidar lo presencial. No renunciar a los encuentros. Es mejor vernos seis que no vernos ninguno. Es mejor vernos en el exterior, con mascarilla y con distancia, que no vernos. Mantener lo presencial es fundamental. No hay que renunciar tampoco a todos los placeres que podamos obtener, sean sexuales hasta cocinar o ir a la montaña. El miedo y la culpa engordan siempre con la renuncia. Contra más nos confinemos nosotros mismos, contra más renunciemos, más culpables y más miedosos nos sentiremos. La manera de combatir el miedo es mantener una cierta normalidad, limitada en los objetivos –lo imposible que decía al principio- , pero porque aceptamos lo imposible podemos lo posible. Si nos encerramos, eso no nos ayudará nada.

¿Cómo se imagina el fin de esta pesadilla? ¿Nada volverá a ser como antes de la pandemia, como avisan algunos?

Cada gran cambio de estos deja cosas que quedan. No ha sido el fin de un mundo. El filósofo coreano Han hablaba del fin de un mundo, no del fin del mundo. No ha sido el fin del mundo y tampoco estoy seguro de que haya sido el fin de un mundo. Habría que ponerse de acuerdo en lo que quiere decir eso. Está claro que habrá cosas que cambiarán y me parece que lo que cambiará es un aumento de lo virtual sobre lo presencial, pero también está en nuestras manos, porque el destino no está escrito, matizar esos cambios. La gente va a seguir tomando decisiones que influirán un poco en ese futuro que no está escrito. Si todos los profesores aceptan que lo on line sirve mejor que lo presencial eso traerá efectos dañinos para la educación. Si la gente acepta que es mejor que los periodistas no hagan entrevistas presenciales y que todo se resuelva por mail eso afectará al periodismo, a los lazos sociales… El teletrabajo cambiará inevitablemente el mundo laboral. Eso es seguro. Ya lo está haciendo. Habrá cosas de salud y de educación que también pero el grado de cambio dependerá de las respuestas de la gente. Imagino que el final, el dead line, lo pondrán las vacunas, cuando el miedo al contagio sea escaso. Quedarán las últimas personas que les costará un poco salir y volveremos rápidamente a la normalidad, con algunos cambios, inevitablemente. Pasó con el Sida. Se volvió a la normalidad pero la gente se lo pensaba dos veces antes de no usar preservativo al tener relaciones sexuales. Ahora pasará lo mismo.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/14/sin-el-maestro-o-la-maestra-presentes-en-cuerpo-y-alma-no-se-puede-educar-bien/

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Semipresencialidad en Madrid: jaque a la igualdad de oportunidades

Europa/España/eldiariolaeducacion.com

  • El formato semipresencial está asestando un duro golpe a la equidad educativa. La atención online al alumno varía enormemente según sea su hogar y el centro al que acude. Miles de estudiantes siguen sin poder sacar provecho alguno del aprendizaje remoto, que en condiciones ideales ya ofrece numerosas dudas. El alejamiento del aula podría suponer para muchos chavales su condena definitiva al fracaso. Analizamos el caso de Madrid.

Pensemos, por ejemplo, en Julián. Demos nombre ficticio a un alumno prototípico en la cuerda floja del abandono. Julián lleva sobre sí el peso de la adversidad. Recibe escaso apoyo familiar y en su barrio no abundan los referentes de éxito en los estudios. Con casi 18 años, no tiene aún la ESO y está matriculado en FP Básica. El último trimestre sin clase del pasado curso frenó en seco su creciente implicación escolar. Antes del cerrojazo le gustaba, por primera vez en su vida, ir a clase.

Este curso ha vuelto a su instituto con ganas. Pero pasa la mitad de su tiempo lectivo en casa, sin wifi ni dispositivos con que realizar el sucedáneo práctico que le envía el centro. Una idea ronda su cabeza: buscarse la vida con lo puesto.

Son muchas las caras de la semipresencialidad, modelo que impera a partir de 3º de ESO en Madrid. Para la mayoría de chavales supone un intermitente alto en el camino. Tienen clase cuando acuden al centro y se limitan a hacer tareas a mansalva desde casa. Algunos afortunados notan menos sus efectos: desde sus habitaciones se conectan —manteniendos horarios— a lecciones virtuales que retransmite en streaming el colegio o instituto. Para otros, sin embargo, podría representar el punto de inflexión que marcó su futuro con el estigma del fracaso.

Centros, sindicatos y asociaciones de familias no se cansan de alertar sobre el tremendo retroceso para la igualdad de oportunidades que conlleva este formato. La experiencia híbrida, denuncian, varía enormemente según el contexto socioeconómico del alumno. Y un mantra emerge diáfano: a menor tiempo de escuela, mayor relevancia de la variable hogar.

El factor suerte también se extiende al centro. “Dependiendo de dónde esté el alumno matriculado, de la dedicación de profesores y equipo directivo, así será la atención educativa que reciba”, subraya Carmen Morillas, presidenta de la FAPA Giner de los Ríos. Máxima eterna que la distancia y su consiguiente necesidad de soluciones creativas acrecientan.

Al sesgo de partida y las dudas pedagógicas de base (menor concentración y motivación), se une un rosario de escollos técnicos y logísticos. Algunos inevitables. Otros, al parecer, derivados de la falta de previsión de la Consejería. “Estamos agotados. Han sido unas semanas de locura. Si todo esto se hubiera empezado a preparar en julio, el comienzo de curso hubiera sido mucho más fácil”, lamenta Marian González Martín, directora del IES Juan de Mairena, en San Sebastián de los Reyes.

Mundo feliz en la concertada

Las diferencias en el impacto educativo del modelo mixto dependen también de la titularidad del centro. Muchos privados se las están apañando para sortear la semipresencialidad y aun así garantizar los estrictos protocolos sanitarios. En principio, la exigencia de alternancia para los centros financiados con fondos públicos no les atañe. Con claustros abudantes y amplias instalaciones, están en condiciones de conjugar presencialidad plena y distancia social.

Aunque no es un todo homogéneo, la concertada procura transmitir a las familias una sensación de armonía y control. “Asegura que todo les funciona genial. Te hablan de un mundo feliz en el que ningún estudiante tiene problemas de conexión”, afirma Esteban Álvarez León, presidente de ADIMAD, la asociación de directores de la pública en la Región. Al frente del IES Sierra de Guadarrma, en Soto del Real, Álvarez León ve en este mensaje una cierta operación cosmética. Pero ante todo la constatación de un hecho: la pública escolariza en Madrid a la inmensa mayoría del alumnado más vulnerable.

Los directores del Juan de Mairena y el Sierra de Guadarrama admiten que, dentro de la red pública, parten con ventaja. Sus institutos se ubican en zonas de clase media, con madres y padres por lo general comprometidos y tecnología decente en los hogares. La semipresencialidad, aseguran, supone un trastorno sobrellevable para sus comunidades educativas. La directora González Martín cifra en un 10% su población estudiantil vulnerable. “Ya durante el confinamiento conseguimos salvar la brecha digital. Colaborando con el AMPA y las administraciones, hicimos llegar portátiles a todos los alumnos. La brecha social es más difícil de abordar, aunque también procuramos llevar a cabo un seguimiento y prestar ayuda personalizada”.

Ambos IES cuentan además con un parque tecnológico adecuado para seguir enseñando a distancia. Tras un gran esfuerzo, mezcla de planificación y ensayo-error, están simultaneando sus sesiones presenciales con la retransmisión en directo para los chicos y chicas a los que ese día o franja les toca casa. El Sierra de Guadarrama apostó fuerte por las TIC hace años, incluida una potente red wifi. De forma que ha logrado una transición suave hacia los nuevos formatos impuestos por la pandemia y su gestión educativa desde arriba. “Somos la excepción”, destaca el presidente de ADIMAD, “pocos institutos cuentan con infraestructura para soportar 20 clases en streaming al mismo tiempo”. Así que recurren a la fórmula habitual: presencialidad + deberes.

González León cuenta que su centro vive semanas gloriosas de colaboración docente. Mediante la formación en cascada, los profesores más tecnófilos comparten conocimiento con sus compañeros menos duchos en competencias digitales. Intercambian soluciones imaginativas y de aplicación directa. “La oferta de la Consejería es escasa y excesivamente teórica”, afirma. Tampoco ayuda, en su opinión, “el empeño de la Administración por centralizar la actividad online desde el portal EducaMadrid, que ha mejorado pero sigue mostrando importantes deficiencias”. Otras comunidades (Canarias, Extremadura, Cantabria…) sí han alcanzado acuerdos con gigantes como Google o Microsoft, que canjean afán promocional por libre acceso a sus productos y servicios educativos. Estos funcionan soportados por servidores “con los que la Consejería no puede competir”, añade el director del Sierra de Guadarrama.

Por su parte, el Juan de Mairena sí ha precisado de una reconversión de urgencia, un poco a matacaballo. Ha adquirido portátiles y cámaras en tiempo récord, rebuscando en un mercado al borde del agotamiento. Las conexiones empiezan a fluir sin contratiempos, pero siguen cogidas con alfileres. “Este fin de semana [la entrevista se produjo el pasado viernes] vienen unos padres a revisar el wifi”, destaca su directora.

Redes de solidaridad

El panorama se antoja muy distinto en amplias zonas del sur de la capital y la región. Allí se concentra la mayoría de familias madrileñas con recursos escasos. Los institutos gueto, con carencias socioeducativas de toda índole, son moneda común.

Desde que empezó la crisis en marzo, el imperativo tecnológico se eleva sobre el resto. Y es condición sine qua non para los alumnos con mayor desventaja. Sin equipamiento TIC, el tiempo lectivo que el chaval pasa en casa es tiempo perdido. “Durante el confinamiento se repartieron unos 3.000 portátiles a cuenta del MEC, un número totalmente insuficiente. Para el resto, solo quedó la opción de recurrir a las redes de solidaridad, muchas veces promovidas por las AMPA, que han hecho un trabajo excelente”, explica Isabel Galvín, secretaria de Enseñanza en CCOO.

Cuando se decantó a última hora por la semipresencialidad, con el inicio de curso a tiro de piedra, la Consejería prometió 70.000 dispositivos. “Nos comunicó el consejero [Enrique Ossorio] que empezarían a repartirse gradualmente en octubre, pero aún no ha llegado ninguno”, destaca Álvarez León. Galvín se sorprende de la contradicción surgida tras la reciente prohibición de usar el móvil en las aulas madrileñas: “No permites utilizarlo en clase pero a miles de chavales no les dejas otra alternativa que hacerlo para aprovechar algo el tiempo que se quedan en casa”.

Con la semipresencialidad en Madrid, llueve doblemente sobre mojado. Los formatos a distancia ensanchan, como en cualquier otro lugar, el inmenso tajo que abrieron los tres meses de confinamiento el pasado curso. Y lo hace en una región especialmente golpeada por la desigualdad, “tal y como atestiguan recientes informes de Save the Children o el mismo PISA”, dice Galvín. Según Morillas, el propio consejero Ossorio sabe que la presencialidad es la única opción para un sistema que aspira a la igualdad de oportunidades: “Lo dijo en la última Comisión de Educación en la Asamblea de Madrid del 15 de septiembre”.

Galvín y Morillas enfatizan su preocupación por el alumnado de FP Básica. “Son el eslabón más débil, más de la mitad no promocionan. Necesitan enfoques integrales que solo puede garantizar la escuela presencial”, sostiene Morillas. Como Julián, nuestro alumno ficticio, unos 12.000 estudiantes madrileños caminan sobre el alambre, aferrándose al estudio en este programa salvavidas esencialmente práctico. Si la semipresencialidad se prolonga durante meses, quizá vean pasar —víctimas de la desidia y la indiferencia— al último tren.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/13/semipresencialidad-en-madrid-jaque-a-la-igualdad-de-oportunidades/

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Claves para lograr la igualdad de género en la educación

Por: Educaweb

Garantizar que las niñas accedan a una educación de calidad y aumentar su presencia en los estudios STEM resulta fundamental para conseguir la equidad de género en el ámbito educativo, según un informe publicado por la UNESCO con motivo del Día Internacional de la Niña

El acceso a la educación de las niñas ha mejorado en los últimos 25 años a nivel mundial, con 180 millones más en la Educación Primaria y Secundaria desde 1995, lo que supone que la tasa de matriculación femenina ha aumentado del 73% al 89% a nivel mundial. No obstante, ellas continúan teniendo más probabilidades de sufrir exclusión educativa que los niños.

Así lo señala la UNESCO en su reciente informe Global Education Monitoring Report 2020. Gender Report. A new generation: 25 years of efforts for gender equality in education, publicado con motivo del Día Internacional de la Niña, que se celebra el 11 de octubre. En el estudio, el organismo asegura que resulta fundamental que los gobiernos y la comunidad educativa en general persistan en lograr la igualdad educativa de género para las próximas generaciones de niñas.

«Todos sabemos que la educación es la piedra angular de la igualdad, y que la educación de las niñas y las mujeres es el primer paso hacia un mundo más igualitario en lo que se refiere al género. En este momento crítico, en el que la COVID-19 está exacerbando las desigualdades de género, debemos renovar nuestro compromiso con la educación de las niñas y las mujeres», ha señalado la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, en un comunicado.

El informe afirma que se ha comprobado que las hijas de madres educadas permanecen más tiempo en la escuela. Por tanto, si se apoya a esta generación de niñas para que estudien y continúen con su educación, «también se estará apoyando a la próxima generación, sumando así beneficios en salud, empoderamiento y participación femenina» en todos los ámbitos de la sociedad.

6 propuestas de la UNESCO para lograr la igualdad de género en educación

En su estudio, la UNESCO hace un llamamiento mundial para actuar a favor de la igualdad de género en la educación y propone las siguientes acciones. Estas actuaciones también se debatirán en el próximo Foro Generación de Igualdad 2021, una reunión mundial a favor de la igualdad de género y centrada en la sociedad civil que organiza ONU Mujeres junto con los Gobiernos de México y Francia.

1. Garantizar 12 años de educación segura y de calidad para todas las niñas

En el 4% de los países del mundo hay menos de 9 mujeres matriculadas por cada 10 hombres en Primaria, el 9% en el primer ciclo de Secundaria, el 15% en el segundo y el 21% en la enseñanza superior.

Para mejorar la matriculación de las niñas en todas las etapas educativas y asegurar su permanencia, resulta necesario eliminar las disparidades entre los géneros en el acceso a la educación, así como fomentar la participación en ella y la finalización de los estudios.

2. Aumentar la representación de niñas y mujeres en los campos de la tecnología y la ingeniería

La UNESCO considera fundamental aumentar la presencia de niñas y mujeres en los campos de la tecnología y la ingeniería, porque a nivel mundial el porcentaje de chicas que realizan estudios en estas áreas de conocimiento es inferior al 25% en más de dos tercios de países, entre ellos España. De hecho, la proporción de mujeres en la enseñanza técnica y profesional disminuyó del 45% en 1995 al 42% en 2018.

Que las mujeres tengan poca presencia en estudios o profesiones tecnológicas o relacionadas con la ingeniería reduce sus oportunidades de empleo, dado que el mercado laboral requiere cada vez más profesionales de estas disciplinas.

Una manera de incrementar la presencia femenina en las áreas de ingeniería y tecnología es combatir los estereotipos de género, especialmente en el ámbito educativo, por lo que la UNESCO propone que todos los docentes reciban una formación para evitar que los prejuicios negativos de género condicionen la enseñanza y la elección de asignaturas de las estudiantes.

3. Eliminar los estereotipos de género en los materiales pedagógicos

El informe insta a los Gobiernos a que en todos los currículos y libros de texto se representen a las mujeres igual que a los hombres, para que no se perpetúen los estereotipos de género.  Por ejemplo, al analizar los libros de texto de muchos países se comprobó una mayor presencia masculina en el texto y las imágenes. Además, en ellos no se representaba a las chicas en posiciones sociales y económicas activas, sino en las funciones tradicionales de los hogares.

En España, por ejemplo, solo el 10% de los personajes que aparecen en los libros de texto de Primaria y el 13% en Secundaria son femeninos, según el estudio.

4. Garantizar que las escuelas sean espacios seguros y libres de violencia de género

La violencia de género en los centros educativos constituye un obstáculo para lograr una educación inclusiva y equitativa, ya que provoca daños graves a la salud física y psicológica, además de que es motivo de abandono escolar por parte de las niñas. Por ello, la UNESCO insta a desarrollar políticas, programas e iniciativas para combatir la violencia de género en las escuelas.

En su informe, la UNESCO pone como ejemplo de las consecuencias de la violencia de género en las escuelas el caso de Honduras, donde el 55% de las niñas no asiste a la escuela en algún momento de su formación debido a la violencia física y psicológica provocada por sus propios maestros y compañeros.

La formación docente en igualdad de género, así como cambios en los planes de estudio para abordar esta problemática y crear una cultura no violenta desde la educación pueden ser útiles para combatir la violencia de género, apunta el informe, que también señala que es necesario formar a las familias en este aspecto.

La UNESCO destaca el proyecto Lights4Violence como una buena práctica de programa educativo contra la violencia de género en las escuelas. Desarrollada en 2017 por un grupo de universidades en Italia, Polonia, Portugal, Rumanía, España y Reino Unido, la iniciativa busca prevenir la violencia de género entre los adolescentes mediante el desarrollo de competencias de comunicación y resolución de conflictos, el manejo de la ira y la no violencia.

  1. Hay que implantar una educación sexual integral en las escuelas

Todos los estudiantes deben tener acceso a una educación sexual integral porque se ha comprobado que esta previene la violencia de género, dado que promueve la comprensión y el respeto de género entre el alumnado, insta el informe.

Una educación sexual integral en todas las escuelas ayuda a conseguir la igualdad educativa y también a reducir los embarazos precoces, que pueden ser un obstáculo para que las niñas continúen su educación.

El informe recuerda que las tasas de embarazos precoces siguen siendo altas en África Subsahariana. Por ejemplo, en Guinea Ecuatorial y la República Unida de Tanzania se prohíbe    que las niñas embarazadas vayan a la escuela. Al respecto, la UNESCO considera que todas las niñas embarazadas y los padres jóvenes deben recibir apoyo de los Gobiernos y la sociedad para continuar estudiando.

6. Más presencia femenina en puestos de dirección y liderazgo en la educación

Para que más niñas quieran estudiar y titularse resulta necesario que tengan referentes femeninos en el ámbito de la educación. Sin embargo, existe una escasez de profesoras en la enseñanza superior, lo que alimenta los estereotipos negativos de la mujer como no apta para ser líder, según el estudio.

En España, las maestras y profesoras son mayoría en la educación obligatoria, ya que representan el 66% del cuerpo de docentes. Esta cifra se eleva al 72,1 % dentro del profesorado de enseñanzas de régimen general no universitarias, y al 97,7 % en la Educación Infantil. Sin embargo, en las enseñanzas universitarias, el porcentaje de profesoras es del 41,8 %, frente al 58,2 % de los hombres, según Las cifras de la educación en España. Curso 2017-2018 e Igualdad en Cifras 2020.

«Hay alentar a que más mujeres ocupen puestos de liderazgo, lo que ayudará a cambiar las normas sociales y de género. Además, estas mujeres podrán actuar como modelos de conducta para las estudiantes», apunta el informe.

*Fuente: https://www.educaweb.com/noticia/2020/10/09/claves-lograr-igualdad-genero-educacion-19326/

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ONU: La pandemia es una oportunidad para repensar la educación y lograr un aprendizaje de calidad para todos.

Por: https://news.un.org

En la crisis del COVID, los docentes han demostrado, como lo han hecho tantas veces, un gran liderazgo e innovación para garantizar que el aprendizaje no se detenga y que ningún alumno se quede atrás. Los países deben invertir más en su capacitación e invertir en la educación para crear un futuro mejor para todos después de la pandemia.

Ahora es el momento de «pensar más allá del COVID-19», reinventar la educación y lograr el objetivo de brindar acceso a un aprendizaje de calidad a todos los estudiantes, aseguraron varias agencias de la ONU en una declaración conjunta para conmemorar el Día Mundial de los Docentes, que se celebra este lunes.

La conmemoración de este año destaca la contribución fundamental que han hecho los maestros para garantizar que el aprendizaje continúe durante la pandemia, así como su apoyo fundamental a la salud mental y el bienestar de los estudiantes.

“En esta crisis, los docentes han demostrado, como lo han hecho tantas veces, un gran liderazgo e innovación para garantizar que el aprendizaje no se detenga y que ningún alumno se quede atrás”, expresaron la UNESCO, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Sindicato Mundial de Docentes, entre otros.

Agregaron que los maestros de todo el mundo han trabajado individual y colectivamente para encontrar soluciones y crear nuevos entornos de aprendizaje para sus estudiantes, y que su función de asesorar sobre los planes de reapertura de las escuelas y apoyar a los estudiantes en su regreso es igualmente importante.

© UNICEF/Ahmed Mostafa
Un salón de clases es desinfectado en Egipto, cuando las escuelas se preparan para reabrir durante la pandemia.

Millones de estudiantes y profesores afectados

Los cierres de escuelas por el COVID-19 han afectado a más del 90% de la población estudiantil del mundo, o casi 1600 millones de estudiantes, informaron las agencias.

Unos 63 millones de docentes también se han visto afectados, mientras que la crisis ha puesto de relieve debilidades persistentes en muchos sistemas educativos y agravado las desigualdades, con “consecuencias devastadoras” para los más vulnerables.

© UNICEF/Everett
Un estudiante de 11 años revisa sus libros de estudio en casa ya que no tiene acceso a clases virtuales. Su hogar no tiene acceso a internet ni a un telefono móvil..

La pandemia agrava las desigualdades

Un estudio conjunto de la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial sobre la respuesta al COVID-19 encontró que solo la mitad de los países encuestados ofrecen a los maestros capacitación adicional sobre educación a distancia. Asimismo, menos de un tercio de las naciones cuenta con apoyo psicosocial para ayudar a los docentes a manejar la crisis.

La encuesta halló que el 81% de los maestros de primaria y el 86% de sus colegas de educación secundaria tienen solo los títulos y requisitos mínimos requeridos, con variaciones regionales sustanciales, según los datos publicados por el Instituto de Estadística de la UNESCO.

© UNICEF/Nahom Tesfaye
Un niño en Etiopía atiende a clase a través de la radio debido al cierre de las escuelas por el COVID-19.

Más allá del COVID-19

Las agencias recomendaron pensar más allá de la pandemia y trabajar para construir una mayor resiliencia en los sistemas educativos, de manera que se pueda responder rápida y eficazmente a otras crisis similares.

Hacerlo exige proteger el financiamiento de la educación e invertir en una formación docente de alta calidad, así como en el desarrollo profesional continuo de esta fuerza laboral.

“Sin una acción urgente y una mayor inversión, una crisis de aprendizaje podría convertirse en una catástrofe del aprendizaje”, advirtió a declaración. “Incluso antes del COVID-19, más de la mitad de los niños de diez años de los países de ingresos bajos a medianos no podían entender una simple historia escrita”.

UNICEF/Yuyuan Ma
Voluntarios descontaminando el pasillo del edificio de una escuela secundaria en Beijing, China, unos días antes de que los estudiantes reanudasen las clases el 27 de abril de 2020.

Proteger a los profesores del mundo

Las agencias instaron a los gobiernos y otras partes interesadas a proteger la seguridad, la salud y el bienestar de los docentes, así como su empleo.

Otras recomendaciones incluyen mejorar las condiciones de trabajo e incluir a los maestros y sus organizaciones representativas de manera más completa en la respuesta y recuperación de COVID-19.

“Ahora es el momento de reconocer el papel de los profesores para ayudar a garantizar que una generación de estudiantes pueda alcanzar su potencial, y de subrayar la importancia de la educación para el estímulo a corto plazo, el crecimiento económico y la cohesión social, durante y después del COVID-19”, expresó el comunicado.

Agregó que el presente es una oportunidad para reinventar la educación y lograr la visión de acceso equitativo a un aprendizaje de calidad para todos los niños y jóvenes.

*Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/10/1481832

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