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El gran reset de la educación

Por: JORDI SOLÉ-BLANCH | MARTA VENCESLAO

El capital no descansa, siempre al acecho de nuevos nichos de mercado, ¿cómo dejar de lado un sector globalizado como el de la educación? Vean las inversiones de las grandes multinacionales , que no hacen más que multiplicarse. Startups de reciente creación, diseñadas para colonizar los nuevos “mercados tecnoeducativos” (Saura, Cancela y Parcerisa, 2023), atraen a inversores de capital riesgo dispuestos a obtener grandes beneficios. Mientras tanto, actores privados de todo tipo adquieren un protagonismo inusitado en la tecnológicasformulación de políticas educativas. Empresas que no operan en el sector educativo como área de negocio ofrecen programas formativos y experiencias piloto a fin de construir con sus discursos y acciones una nueva educación. La política educativa intensifica las dinámicas, los actores y las formas de privatización a través de la expansión del capitalismo en su era digital. De hecho, estos nuevos desarrollos de la privatización están avanzando incluso de manera más determinante que el proceso de privatización de la propia oferta educativa.

Sin duda, los objetivos son muy ambiciosos. Está en juego el diseño tecnológico y social del futuro inmediato, la instauración de nuevas formas de vida, la posibilidad de imponer un nuevo orden social. Y un negocio muy suculento. Para ello, el papel de la educación es fundamental. Todas las iniciativas en curso, imparables, pretenden darle la vuelta al sistema educativo, transformarlo de arriba a abajo en todos sus niveles, etapas y ámbitos formativos. Hay que poner en marcha un nuevo modelo pedagógico, o sea, el desarrollo de un programa institucional capaz de ordenar las prácticas escolares (el currículum, el discurso pedagógico, las metodologías, el rol docente, las psicologías del niño, la investigación educativa, etc.) a fin de producir el tipo de personas que requieren la época y los desafíos que se avecinan.

Todo debe cambiar. “La ciudadanía reclama un sistema educativo moderno, más abierto, menos rígido”, dice el preámbulo de la última ley educativa de nuestro país (LOMLOE, BOE, núm. 340, sec. 1, p. 122872). La “ciudadanía reclama”. ¿Hacia dónde hay que dirigir esos cambios? Visiones de “futuros deseables” en función de los avances científicos y tecnológicos de última hora proyectan nuevas formas de gobernanza global y administración burocrática en las que, en realidad, no se espera ningún tipo de deliberación pública y, mucho menos, nuestra participación. Ya se encargan de ello los defensores de la Global Education Industry o Industria Educativa Global (IEG), que funciona hoy a pleno rendimiento. Ellos marcan la agenda política, diagnostican la realidad, definen los problemas, aportan las “evidencias”, movilizan el conocimiento y, sobre todo, proponen el “imaginario sociotécnico” (Jasanoff, 2015) de soluciones que el mercado ya puede proporcionar: plataformas de enseñanza y aprendizaje electrónico, recursos de aprendizaje digitales, dispositivos tecnológicos, softwares y aplicaciones didácticas, servicios de gestión escolar y universitaria, análisis de datos de aprendizaje, servicios de marketing educativo, aplicaciones para la gestión del comportamiento del alumnado, programas de capacitación del profesorado, etc.

La gama de bienes y servicios tecnológicos dirigidos a la educación es innumerable. El cierre escolar que se produjo a escala mundial en el año 2020 a raíz de la crisis generada por la pandemia de la covid-19 les proporcionó la cobertura definitiva. Se recordará muy bien. La educación digital devino la solución de emergencia para garantizar, no sin muchas deficiencias que tanto agravaron las desigualdades educativas, una cierta continuidad escolar y académica. Las estrictas normas de confinamiento decretadas por los diferentes gobiernos impidieron otro tipo de iniciativas. Se impuso el relato de la digitalización como una necesidad inevitable, sin poder plantear soluciones alternativas, otro campo de posibilidades. Doctrina del shock en pleno estado de excepción. Y ahí seguimos, ahora bajo el imaginario programático de los Fondos Next Generation de la Unión Europea, un conjunto de programas y ayudas cuyo objetivo es impulsar la inversión en áreas clave, como la innovación, la investigación y, por supuesto, la educación, para activar la recuperación económica y la transformación digital y ecológica de la UE tras la crisis de la pandemia. El “Gran Reinicio” del mundo, tal y como defiende el Foro Económico Mundial, “sin intenciones políticas e ideológicas específicas”, pero que funciona como un paradigma e implementa un plan a fin de “construir un futuro más sostenible, resiliente e inclusivo” 1.

Conocemos muy bien la jerga, todo ese conjunto de palabras vacías con las que se define hoy el espacio de realización de lo posible, la captura paradigmática. “El poder es la sujeción de todo contenido posible a un código generativo” (Bifo, 2017: 17). El Great Reset debe empezar, entonces, por la educación. La digitalización (una posibilidad entre otras) se ha convertido en el instrumento más eficaz para llevarlo a cabo. No hay marcha atrás. Ordenadores, pizarras digitales, pantallas interactivas, dispositivos móviles, robótica, pensamiento computacional, hiperaulas, etc., forman parte desde hace tiempo del discurso y el attrezzo escolar. Antes de la pandemia, las plataformas digitales de Google y Microsoft, por poner un ejemplo, estaban siendo ampliamente utilizadas en muchas escuelas, institutos y universidades. Ahora es ya una obligación. ¿Cómo desaprovechar su potencial transformador? Los autores de los últimos informes de la OCDE lo tienen claro. Los expertos y consultores de la UNESCO, decenas de grupos de investigación especializados en e-learning y “transformación digital”, fundaciones privadas dispuestas a “dinamizar el debate educativo” y a “incidir en las políticas educativas” por un “cambio de paradigma”, también. ¿Vamos a desatender sus propuestas, las evidencias que aportan las investigaciones más rigurosas, los informes que dibujan un sistema educativo estancado y cada vez más desigual?

¡Por supuesto que no! Los propósitos son nobles. Las tecnologías forman parte de la cotidianidad, habitamos en la tecnosfera. ¿Cómo vamos a dar la espalda a una realidad plenamente integrada en nuestras vidas? Debemos imaginar, entonces, la educación del futuro. Los (tecno)optimistas dibujan un horizonte luminoso. Lo conocemos bien, porque se distingue muy poco de lo que ya nos ofrece hoy la industria del entretenimiento y del ocio digital. En cierto modo, ésta marca el camino. En ella podemos entrever la base de una educación tecnocrática capaz de extenderse al ritmo de los dispositivos, el software, las plataformas digitales y sus canales de comunicación y distribución: formación a la carta, economía colaborativa, algoritmos predictivos, ubicuidad, personalización, divertimento. ¿Nos hallamos ante el desplazamiento definitivo de la escuela tal y como la hemos conocido hasta ahora?

Es obvio que la escuela se ha visto desbordada por múltiples contextos de aprendizaje. No solo tiene que ver con la consabida certeza de que la enseñanza tiene lugar fuera de sus muros, donde se multiplican las oportunidades formativas, los encuentros, la información, los conocimientos, otras instituciones, nuevos dispositivos, etc., y se diluyen las fronteras entre la enseñanza y el aprendizaje. Lo que de verdad la desborda es el modelo de negocio que es capaz de producir el avance del capitalismo en su era digital; un sistema de enseñanza programada y multimodal dispuesto a cumplir, principalmente, dos objetivos: por un lado, ofrecer experiencias formativas a lo largo de la vida en un contexto en el que las nuevas tecnologías pueden mantenernos siempre ocupados y, por el otro, prometer la adquisición de aprendizajes medibles que avalarán la consecución de competencias profesionales acreditadas por múltiples operadores educativos sometidos al mercado de la libre competencia.

¿Se trata de una operación desescolarizadora o de una propuesta de hiperescolarización sin principio ni final? ¡Qué más da! La red es ya el medio principal en el que poder hallar las tramas de aprendizaje emancipadas de las aulas con las que había soñado Ivan Illich en los años setenta, pero también el lugar en el que vemos surgir esas otras tramas formativas y nodos de conocimiento que adoptan la forma de microcredenciales digitales para que cada cual, convertido en emprendedor de sí mismo, pueda actualizar permanentemente sus competencias, generando así un avance de la subjetividad neoliberal digitalizada, a fin de no quedar descabalgado del mundo laboral. ¿Cómo dejar pasar esas nuevas oportunidades formativas con las que uno podrá renovar sus habilidades, recuperar la confianza, aprovechar todo su potencial y mejorar su competitividad? Digitalizar la educación es una fuente de equidad que la brecha digital y algunas preguntas incómodas de viejos humanistas no van a empañarla.

Hacia un nuevo modelo pedagógico
Mientras tanto, ¿qué modelo pedagógico cabe esperar tras ese sistema de enseñanza? Puesto que su arquitectura se anclará en la economía política del mundo digital, la fórmula es conocida. Su justificación didáctica, basada en el principio doctrinal de que el alumno es el agente activo y responsable de su propio proceso de aprendizaje, es ampliamente aceptada. Solo hay que revisar los planes de digitalización de la educación de cualquier administración pública, estatal o autonómica. Tras esa doxa tecnocrática se hallará el nuevo sentido común pedagógico.

Analizar este tipo de documentos nos permite vislumbrar el alcance de la devastación pedagógica impulsada en nombre de la innovación educativa tecnocrática. Encontramos en ellos una caja de resonancia de las directrices de diferentes organismos internacionales (OCDE, 2019, 2018, 2016; UNESCO, 2017; UE, 2006; CE, 2019) que han instaurado la competencia digital como uno de los ejes fundamentales del aprendizaje. Hay que preparar a la ciudadanía. Sin dejar de recordarnos que nos enfrentamos a “un mundo complejo y cambiante” (perífrasis con la que referirse al horizonte de precariedad dibujado por la progresiva pérdida de derechos y la precarización de la esfera laboral), señalan que los sistemas educativos deben adaptarse y dar respuesta a los retos que supone aprender en la “era digital”. Lo inquietante es que estos nuevos requerimientos están transformando algunos de los puntos de flotación pedagógicos que han hecho de la educación ese acto político que posibilita el acceso a la cultura, al conocimiento y al pensamiento. Digámoslo de nuevo, la entrada de las tecnologías digitales en los sistemas educativos no solo implica la trasferencia de fondos públicos a las grandes corporaciones tecnológicas trasnacionales; es también, y principalmente, un mecanismo pedagógico cuyos efectos los hallamos en la desmovilización intelectual generalizada.

Fijémonos, al menos, en tres aspectos de los planes de digitalización educativa que ya están en marcha. Lo primero que llama la atención es el modo en el que el discurso tecnológico entronca con la conceptualización instrumental que se hace de la educación. Ésta queda reducida meramente a cuestiones técnicas y metodológicas orientadas a la eficacia, la eficiencia, el éxito y toda esa discursividad pedagógica empresarial de los retos, la motivación, el empoderamiento, los incentivos y la excelencia en los resultados del aprendizaje. Toda una tecnologización que busca criterios y garantías técnicas orientadas a la optimización del rendimiento, algo que nada tiene que ver con hacer de la educación una forma de abrir el mundo y hacerlo interesante para poder conocerlo y transformarlo.

La segunda observación nos permite considerar, como ya hemos señalado, el privilegio que las tecnologías digitales otorgan al aprendizaje, desplazando el lugar que debe ocupar la enseñanza. Merece la pena detenerse en este aspecto. En el discurso del aprendizaje el acento está puesto en el sujeto que aprende, mientras que en la enseñanza está colocado en la materia de estudio y en quién la transmite. Esta distinción entre aprender y enseñar nos parece crucial, porque en ella se juega un particular modo de comprender el propósito de la educación, es decir, la relación con el conocimiento, con el mundo y con los otros, incluido el papel del profesor. La nueva doxa desplaza la relevancia de las actividades del maestro –que aparece como un simple “facilitador del aprendizaje”–, y pone en el centro de la escena las actividades del estudiante, entre ellas, las relacionadas con el fomento de la llamada competencia digital.

El discurso educacional de la “aprendificación”, nos dice Gert Biesta (2016), no solo se queda corto como lenguaje educativo, sino también vacío de contenidos y dirección. Sabemos que la cuestión educativa va mucho más allá del aprendizaje. No es solo que los niños aprendan, sino que aprendan algo, que lo aprendan para un propósito particular y que lo aprendan de alguien (2016: 121). La incorporación de las tecnologías digitales al lenguaje del aprendizaje omite estas dimensiones y reduce el proceso educativo a una cuestión individualista e individualizante, donde cada estudiante debe –citamos textualmente– “gestionar su aprendizaje”. La escuela ya no es un lugar para la enseñanza, esto es, para impulsar, animar y despertar el deseo de saber, sino un lugar para realizar aprendizajes “autónomos” y “auto-regulados” que conduzcan a “construir su propio conocimiento”. El alumno queda así librado a su suerte o, lo que es lo mismo en esa construcción autónoma del conocimiento, a unas pocas búsquedas arbitrarias y sin brújula por Internet acompañadas ahora de alguna conversación con el ChatGPT de última generación. En cualquier caso, él será el último responsable, cuando no culpable, de eso que la discursividad contemporánea llama fracaso o éxito educativo.

El tercer elemento de los planes de digitalización que quisiéramos abordar está relacionado con la exaltación de las virtudes de los dispositivos tecnológicos y la expansión de su uso en las aulas. Por cierto, un estudio reciente de U.S. PIRG señala que millones de portátiles de Google vendidos a las escuelas desde que se produjo la pandemia han sido programados para fallar en tres años 2. No se podía saber, ¿verdad? Sea como fuere, vemos con preocupación cómo ejercicios escolares indispensables para la conformación de las estructuras cognoscitivas en la infancia como, por ejemplo, la memoria, la caligrafía, o el trabajo sobre la atención, hoy son menospreciados por anacrónicos e inútiles. Pensemos en el modo en que se está trasfiriendo el sistema mnémico del alumnado a los instrumentos digitales. ¿Qué sentido tiene aprenderse las tablas de multiplicar si están a un golpe de clic en Internet? ¿Para qué memorizar ciertos conocimientos si podemos disponer de ellos en la red de forma instantánea? Pensemos también en el impulso que estos planes dan a la utilización de herramientas tecnológicas, como los teclados físicos y virtuales, y sus efectos en el aprendizaje de la escritura (e incluso del dibujo, mediante tabletas y pantallas digitales interactivas), incorporadas ya desde la enseñanza infantil (Generalitat de Catalunya, 2021). Diversos estudios han alertado en los últimos años de importantes alteraciones y retrasos en el aprendizaje escolar debido a la utilización de estos aparatos. Sin duda, el caso de la escritura es paradigmático. El uso de los dispositivos tecnológicos ahorra trabajo y esfuerzo a los mecanismos cognitivos del cerebro. Escribir a mano con caligrafía ligada es un ejercicio infinitamente más complejo que teclear mecánicamente en un ordenador. La primera implica una acción psicomotora compleja que moviliza el proceso educativo, la segunda no (tanto).

Completemos este escenario de desmantelamiento pedagógico con un último aspecto: el trabajo sobre la atención, una de las operaciones centrales de la escuela que, como veremos, no corre mejor suerte. Desde nuestra posición educativa, seguimos pensando que es el profesorado quien cultiva la atención de las y los estudiantes a través de prácticas disciplinadas que requieren cuidado, observación, repetición y esmero (Larrosa, 2018: 56), ejercicios todos ellos que la instantaneidad y el aturdimiento de los dispositivos digitales ponen seriamente en peligro. Resulta cada vez más difícil lograr que la infancia y la juventud fijen su atención más allá de un breve lapso de tiempo, especialmente si eso que queremos enseñar no viene acompañado de elementos visuales. Esta gimnasia de la distracción (con sus estímulos fugaces e incesantes) no hace más que aumentar las dificultades que el alumnado enfrenta para poder comprender, elaborar y reflexionar en torno a un texto. Gustavo Dessal (2019: 43) señala con acierto la aparente paradoja que existe en un momento marcado por la expansión de la economía de la atención –motor fundamental del mercado digital– y el aumento exponencial de los trastornos del aprendizaje, traducidos en el diagnóstico abusivo del denominado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, para mayor beneficio de la industria farmacéutica. Y podríamos añadir: para mayor beneficio de los tecnócratas que nos quieren más tontos, por decirlo con el título que Pilar Carrera y Eduardo Luque (2016) le dan a su libro sobre la escuela neoliberal.

Una industria pedagógica tecnocrática a pleno rendimiento
La educación digital se nos cae encima, nos arrolla. Toda una industria pedagógica tecnocrática trabaja a toda máquina en el diseño de propuestas formativas personalizadas. Datos procesados por algoritmos son capaces de ofrecer ya playlists adaptadas a los gustos y comportamiento virtual de cada cual. Pronto se prescindirá de las pesadas materias con las que el encorsetamiento curricular de la instrucción escolar había troceado las disciplinas científicas, esa institucionalización del saber que se había constituido como la piedra angular de todo un sistema de institucionalización de la enseñanza, de los niveles educativos y de la asistencia a clase. En esa nueva estructura del saber, más horizontal y democrática, importará menos el contenido que la creación de “situaciones de aprendizaje auténticas”, contrapunto inevitable del modelo anterior, que se presenta como un simulacro mortificante.

¿Qué lugar le cabe esperar, entonces, al profesorado? Sometido a un proceso definitivo de proletarización, de él se espera que organice las experiencias de aprendizaje. Su rol será el de un mediador, un gestor del conocimiento, un curador de recursos y contenidos presentados en múltiples formatos, un animador de los espacios virtuales; en el mejor de los casos, un coach que ayudará a mantener la motivación y, en los momentos más críticos, a gestionar las emociones. Para resolver las dudas, solo hará falta activar el chatbot de cualquier procesador de textos o buscador. Programas de inteligencia artificial generativa, etc., interactuarán con los estudiantes con relativa eficacia. También alentarán sus avances, sin la severidad o el mal humor de un profesor desencantado, vencido en su deseo de despertar la curiosidad por el saber, sobre todo si se lo compara con el potencial que tienen los algoritmos a la hora de conocer nuestros intereses, prever nuestros comportamientos y ofrecernos aquello que queremos.

Así las cosas, el desarrollo de tecnologías educativas e infraestructuras digitales no solo está renovando las estrategias formativas de la escuela con todo tipo de innovaciones muy celebradas (educación disruptiva, flipped classroom o aula invertida, smart classroom, blended learning, etc.), sino que está logrando configurar una industria de servicios educativos personalizados que amenaza claramente la estructura actual del sistema educativo, considerado desde hace mucho tiempo como un sistema burocrático, costoso e ineficaz. ¿Para qué se va a financiar un sistema público de educación si lo pueden proveer las multinacionales tecnológicas y las empresas de comunicación?

Por lo pronto, aquello que se conserve de la financiación pública servirá, sobre todo, para mantener esas empresas, para consolidar sus negocios, independientemente de los efectos educativos que produzcan, pero que las nuevas generaciones, y no solo ellas, ya padecen. Poco importa lo que digan los estudios neurocientíficos más recientes, aunque no hacía falta que nos lo confirmara la investigación científica más avanzada para concluir que el exceso de pantallas tiene un impacto negativo en el neurodesarrollo infantil, en la atención, en el desarrollo emocional y social.

Está en juego algo más que el diseño tecnológico de un nuevo ecosistema de aprendizaje y un nuevo mercado de rentabilidad. Se trata de orientar el deseo, de capturar la subjetividad, de promover una disponibilidad, una competencia adaptativa hacia el mundo que está creando el capitalismo digital. Y no salir de metaverso.

Jordi Solé-Blanch es profesor de la Universitat Oberta de Catalunya,
Marta Venceslao es profesora de la Universitat de Barcelona

Referencias
Biesta, Gert (2016) “Devolver la enseñanza a la educación. Una respuesta a la desaparición del maestro”, Pedagogías y saberes, pp. 44, 83-91.

Bernardi, Franco, Bifo (2017) Futurabilidad. La era de la impotencia y el horizonte de la posibilidad. Buenos Aires: Caja Negra.

Carrera, Pilar y Luque, Eduardo (2016) Nos quieren más tontos: la escuela según la economía neoliberal. Barcelona: El Viejo Topo.

Comisión Europea (2019). Digital Education at School in Europe. https://eurydice.eacea.ec.europa.eu

Dessal, Gustavo (2019) Inconsciente 3.0. Lo que hacemos con las tecnologías y lo que las tecnologías hacen con nosotros. Barcelona: Xoroi Edicions.

Generalitat de Catalunya (2020) Pla d’Educació Digital de Catalunya. http://ensenyament.gencat.cat

Generalitat de Catalunya (2021) L’ús de les tecnologies digitals a l’educació infantil. http://ensenyament.gencat.cat

Jasanoff, Sheila (2015) “Future imperfect: Science, technology, and the imaginations of modernity”, en Jasanoff, Sheila and Kim, Sang-hyun. (eds.), Dreamscapes of Modernity (pp. 1-33), Chicago Press.

Larrosa, Jorge y Rechia, Karen (2018) P de profesor. Buenos Aires: Noveduc.

OCDE (2016) Innovating Education and Educating for Innovation: The Power of Digital Technologies and Skills, OECD Publishing, Paris. http://dx.doi.org/10.1787/9789264265097-en

(2018) The future of education and skills. Education 2030.

(2019) OECD Skills Outlook 2019: Thriving in a Digital World.

Saura, Geo, Cancela, Ekaitz y Parcerisa, Lluis (2023) “Privatización educativa digital”, Profesorado, 27 (1), pp. 11-37.

UNESCO (2017) Digital Skills for Life and Work. Broadband Commission for Sustainable Development’s Working Group on Education.

Unión Europea (2006) Recomendación del Parlamento y del Consejo de 18 de diciembre de 2006 sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente (2006/962/CE).

  • 1 https://es.weforum.org/focus/el-gran-reinicio
  • 2 https://pirg.org/edfund/resources/chromebook-churn-report-highlights-problems-of-short-lived-laptops-in-schools/

https://vientosur.info/el-gran-reset-de-la-educacion/

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Costa Rica: Inteligencia artificial en la educación, oportunidad o amenaza

Por: Leiner Vargas

La reciente noticia en la Universidad de Costa Rica acerca de la penalización de estudiantes por utilizar Inteligencia Artificial (IA) en sus exámenes ha generado un debate importante: ¿Debemos prohibir o aprender a utilizar estas herramientas tecnológicas emergentes?

La IA, y en particular las herramientas de lenguaje regenerativo como ChatGPT de OpenAI, han experimentado avances exponenciales en los últimos años. Los sistemas de lenguaje artificial han demostrado una capacidad extraordinaria para procesar y generar contenido, desde responder preguntas basadas en una amplia gama de información hasta mantener conversaciones fluidas. Prohibir algo que resulta tan útil y que en medio de la mediocridad de muchas de nuestras clases y exposiciones, resulta claramente superior, generará algo aún peor, el uso abusivo de la misma.

Pero aquí yace la paradoja de nuestro tiempo, aunque estos sistemas pueden ser mal utilizados para eludir el aprendizaje y el trabajo personal, también pueden ser una herramienta poderosa para mejorar y expandir nuestra educación. En lugar de rechazarlas por completo, deberíamos explorar maneras de incorporarlas en nuestras aulas de manera responsable. Primero, es importante reconocer que cualquier tecnología tiene potencial para el abuso. En el caso de la IA, uno de los usos indebidos más evidentes es utilizarla para generar respuestas en pruebas o tareas, como se vio en la UCR. Sin embargo, la respuesta a estos desafíos no debería ser la prohibición, sino la educación sobre el uso adecuado de la tecnología y la adaptación de nuestras metodologías de enseñanza y evaluación.

Podemos hacer que las evaluaciones sean menos susceptibles a la ayuda de la IA. Podemos diseñar pruebas que evalúen el pensamiento crítico, la solución de problemas y otras habilidades que las máquinas aún no pueden replicar completamente. Podemos incorporar componentes de presentación oral y discusión en clase para evaluar la comprensión del estudiante de los temas de estudio.
https://www.mundiario.com/articulo/costa-rica/inteligencia-artificial-educacion-oportunidad-amenaza/20230711205436273765.html
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“Nadie lo ignora todo, nadie lo sabe todo. Por eso aprendemos siempre”

Por: Karina Fuerte

 

El aprendizaje es un proceso que nunca acaba, todas las personas somos aprendices de por vida.

La semana pasada pude finalizar un objetivo que tenía pendiente desde hace mucho tiempo: la publicación del reporte Edu Trends sobre aprendizaje a lo largo de la vida. Inicié el primer borrador del reporte en el 2019, empecé a hacer entrevistas, visité varias universidades (principalmente en España), tuve un sin fín de videollamadas con personas interesantísimas, intercambié información por correo con otras tantas, y leí. Leí mucho. Pero luego llegó el 2020 y con él, la pandemia.

Con la llegada de la pandemia guardamos en una carpeta este reporte para dar prioridad a lo que acontecía en ese momento. Cuando por fin pude retomar el proyecto, habían pasado tantas cosas que no me fue posible simplemente continuar donde me quedé. ¿Cómo retomarlo así nada más, cuando el mundo había cambiado tanto?

Retomar el reporte me costó mucho más trabajo que iniciarlo. Tenía todavía más preguntas que cuando lo empecé a escribir. Pero este proceso de relectura y reescritura, en un mundo pospandemia, me reafirmó la importancia de escribir sobre este tema.

No quiero extenderme mucho más, pues me parece raro escribir sobre algo que yo misma escribí. Si quieren saber más sobre este reporte antes de descargarlo, les recomiendo el artículo que Andrés García Barrios escribió al respecto. Él, mejor que nadie, pudo resumir en un par de cuartillas, de qué va este reporte y su relevancia. Aprovecho para agradecer a Andrés por sus palabras, pero sobre todo, por el acompañamiento durante los últimos meses.

Para quienes quieran echar un vistazo previo a este reporte Edu Trends sobre aprendizaje a lo largo de la vida, a continuación, les comparto el prefacio.


Prefacio

Nadie ignora todo,
nadie sabe todo.
Por eso aprendemos siempre.

Paulo Freire

Inicio este mensaje con palabras del filósofo y educador brasileño Paulo Freire, no solo porque quedan como anillo al dedo al tema que analizaremos en las siguientes páginas, sino para que nos sirvan como humilde recordatorio de que el aprendizaje es un proceso que nunca acaba, que todas las personas somos aprendices de por vida.

El primer esbozo de este reporte nació en 2019, en aquel mundo prepandemia que hoy parece tan lejano, y en el que ignorábamos la crucial experiencia que estábamos por vivir como humanidad. Durante los peores meses de la pandemia de COVID-19 este reporte pasó a modo hibernación, pues había muchas otras prioridades que atender; sin embargo, el tema estuvo siempre rondando en mi cabeza (y creo que nunca saldrá de ella).

Cuando retomé el proyecto y reinicié mis lecturas de investigación, fue agridulce darme cuenta de lo mucho que ignoraba sobre la historia del aprendizaje a lo largo de la vida. Escribir este reporte fue un proceso fascinante e incómodo a la vez, pues advertí que conocía solo una mínima parte de lo que abarca ese concepto, ese nombre de moda que tanto escuchamos últimamente: lifelong learning. Durante este tiempo aprendí mucho y desaprendí todavía más. A cuatro años de aquel primer borrador, les presentamos el resultado de ese proceso intermitente de aprendizaje/desaprendizaje que culmina en este reporte.

El aprendizaje es una necesidad social, nos dice Peter Jarvis; los seres humanos aprendemos a ser y a estar en el mundo. Solo recientemente ―quizás a raíz del alud de información que permite la tecnología― la humanidad empieza a revalorar la sencillez de la vida diaria y de sus lecciones permanentes. Las enseñanzas de la vida, la escuela de la vida, han vuelto a hacer su aparición con gran fuerza. Hoy más que nunca, después de lo vivido desde 2020, necesitamos reaprender todo esto. He ahí la relevancia de la tendencia que esperamos poder reivindicar en el presente reporte. Demostrar que se trata de mucho más que una palabra de moda es el objetivo de las páginas que vienen a continuación.

 

Karina Fuerte
Editora en jefe, Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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República Dominicana: Plantean educar desde las escuelas y universidades para frenar los feminicidios

Por: Deyanira Polanco

La República Dominicana se sitúa en el segundo país donde más violencia se ejerce contra la mujer en América Latina, seguida de Honduras, por lo que se requiere una educación para la convivencia pacífica e igualdad desde la primaria hasta las universidades.

Según las estadísticas del 2021, del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Cepal, las mayores tasas de femicidio o feminicidio se registraron en Honduras (4,6 casos por cada 100.000 mujeres), República Dominicana con 2,7 casos, y El Salvador con 2,4 casos.

Las estadísticas locales indican que en lo que va de año, 41 mujeres han sido asesinadas, y el mes de julio se inició con la muerte de una mujer de mano de su expareja y un filicidio, donde un padre mató a su hija de 14 años. Hace falta educar desde básica hasta la universidad en la igualdad, según coincidieron, al ser entrevistadas por Listín Diario, de forma separada, Syra Taveras, directora Ejecutiva del Centro de Investigación para la Acción Femenina (CIPAF) y Virtudes de la Rosa, del Centro de Género de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Para Syra Taveras hay que ir a la raíz del problema que es educar para la igualdad desde la primaria.

“Mientras no integremos la perspectiva de igualdad de género, haciendo visible la igualdad de hombres y mujeres desde la escuela y deconstruir los estereotipos sexistas para poner fin a los roles de género, educar a la ciudadanía en igualdad, promoviendo la participación de distribución del poder, esto no va a cambiar. Porque este es un problema cultural y de cómo el patriarcado ha trabajado nuestras sociedades y ha normalizado esa distribución del poder donde las mujeres están limitadas a lo privado y los hombres a lo público, y esa relaciones de poder se están viendo contradichas en este momento”, expresó.

Considera que en el país hay muchas políticas públicas correctas, como enfrentar la violencia de género, donde los ministerios, sobre todo el de la Mujer, hace un gran trabajo para mejorar las condiciones para las denuncias, las casas de acogida, hace campaña para tratar de eliminar la violencia, tener líneas de denuncia, pero se requiere abordar el problema desde la educación, donde se erradiquen los mitos culturales de roles asignados a uno y otro género.

Igual refirió que esa educación para la igualdad, debe incluir la educación sexual integral, que no solamente tiene que ver con conocer su cuerpo y que tiene muchas ventajas como tomar decisiones más correctas y responsables, tener más tolerancia y respecto.

La posición de la UASD

Virtudes de la Rosa, del centro de Estudios de Género de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), también valora los esfuerzos desde el Ministerio de la Mujer, pero entiende que el abordaje no se está haciendo desde las universidades, sobre todo con los que egresan de las carreras de Derecho y Medicina.

El currículo de las carreras Derecho y Medicina no tienen integrados, como una asignatura a ser estudiado, el tema de la violencia, “a pesar de que el primer paso por donde entra al Estado el tema de la violencia son los hospitales”, ya que las mujeres llegan golpeadas, a veces por los propios maltratadores, sin embargo, en la formación de médicos y médicas de este país no está como abordar el tema de la violencia contra la mujer.

Explicó que “las políticas públicas se mide por el resultados de las mismas y el crecimiento de la violencia contra la mujer en el país, que se evidencia con que solo en los últimos 10 días del mes de junio 13 mujeres fueron asesinadas por sus parejas y exparejas, y que en tres días del mes de julio tenemos una mujer asesinada por su expareja y un caso filicidio, donde un padre asesina a su propia hija con el fin de que le duela a la madre, eso demuestra que está siendo deficiente la política públicas a pesar de que el Poder Ejecutivo a través del Ministerio de la Mujer está haciendo grandes esfuerzos en inversiones , programas y planes en ejecución, no tenemos resultados esperados”.

Igual citó al Congreso Nacional que Congreso Dominicano que tiene “engavetado” el proyecto de ley que crea el sistema integral de atención, prevención y sanción y reparación de la violencia contra la mujer, y que aún no aprueba el Código Penal que tipifica el feminicidio.

Los medios de comunicación

La catedrática universitaria también reprocha la forma en que algunos medios de comunicación abordan los temas de violencia y feminicidio.

No podemos seguir abordando el tema como si fuera un espectáculo. Los medios también tienen una gran responsabilidad para educar a la población, no de manera sensacionalista… ni re victimizando”.

https://listindiario.com/la-republica/justicia/20230705/plantean-educar-ninez-frenar-feminicidios_761954.html

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No todo vale con la Inteligencia Artificial en la educación

Mientras no haya una legislación sobre el uso de la inteligencia artificial en la educación, son los docentes los que deben establecer límites y poner normas en sus clases. Así lo cree Carmen Navarro, docente de Secundaria, que reflexiona en este artículo sobre las consecuencias de no hacerlo.

Seguro que no imaginan a Steve Jobs (si aún estuviera entre nosotros) ni a Bill Gates dejando a sus hijos en manos de la inteligencia artificial: estos grandes gurús de la tecnología no permitían las pantallas en casa. En la actualidad, y con la irrupción masiva de la IA en la sociedad se ha vuelto a generar un intenso debate en las escuelas: ¿permitir o prohibir?

Hay que tener en cuenta que no es lo mismo la enseñanza obligatoria que el alumnado que se encuentra en la universidad. Por lo tanto, es una decisión que en el ámbito educativo no puede ser universal. Por otro lado, tampoco es válida la excusa de que ‘los estudiantes ya la están usando’ para justificar que desde la escuela se permita e, incluso, se recomiende el uso de herramientas de IA como ChatGPT para ‘ayudar’ durante la realización de tareas escolares.

‘No todo vale’

Nadie duda de la eficacia y el potencial de la aplicación de la IA en los procesos de enseñanza-aprendizaje para la personalización de la educación, la accesibilidad de los materiales, la atención a la diversidad… Sin embargo, ¿existen beneficios demostrados derivados del uso directo de estas herramientas por parte del alumnado de enseñanzas medias? En mi opinión, prohibir ciertas cosas en determinadas edades no tiene nada de malo. Ya está bien del ‘todo vale’ sin medir las consecuencias. Como docentes y como centros educativos es nuestra responsabilidad poner normas mientras llega la esperada legislación y regulación oficial de la IA. Creo en el potencial transformador de la juventud y es por esta razón que debemos proteger su derecho a cultivar la creatividad, el espíritu crítico y la inteligencia.

Inteligencia Artificial

Así, los docentes que hemos optado por ‘prohibir’ o no recomendar hemos sido tildados de antiguos mientras que el consejo de nuestros compañeros ha sido que «debemos enseñar a nuestros jóvenes a discernir entre fake e información veraz». No obstante, olvidan que la tecnología ha avanzado tanto que estamos siendo sometidos continuamente a un ‘Test de Touring’, es decir, esa especie de experimento con el que determinar si la inteligencia artificial puede imitar las respuestas humanas, de dimensiones sobrecogedoras. Por ejemplo, son muchos los artículos publicados en Internet en los que al final de los mismos aparece la siguiente afirmación: “escrito por ChatGPT” (y tantos otros generados así que ni siquiera lo mencionan). Otro ejemplo es el que le ha ocurrido a Chema Alonso, experto en ciberseguridad, que ha comentado cómo se han publicado diversos artículos demostrando la cantidad de mentiras que esta IA generativa ha inventado sobre él y que yo misma habría creído. ¿Cómo vamos a enseñar a nuestros jóvenes a discernir si ni nosotros mismos sabemos cómo hacerlo?

Descubrir lo que hay debajo de la IA

Más allá de los contenidos curriculares, la escuela debe proporcionar a los jóvenes las herramientas necesarias para preocuparse y (ocuparse) de asuntos que las máquinas nunca podrán (o al menos no por ahora): la ética, la moral, el cuidado común, el conocimiento y cumplimiento de los ODS, como puede ser el mismo cuidado del medioambiente, entre otras cuestiones.

Estoy completamente a favor de introducir la IA en la escuela, pero con un enfoque totalmente distinto al de simplemente ‘preguntar y esperar las respuestas’. Mientras los estudiantes entrenan su espíritu crítico, podemos trabajar con ellos para descubrir lo que hay debajo de estas inteligencias artificiales: qué modelos matemáticos subyacen, cómo se construye y se entrena una IA, los diagramas de flujo…, de forma que ellos mismos tomen el control de esas herramientas siendo capaces de predecir su comportamiento y adaptar su uso a sus propias necesidades.

Como docentes, seamos más inteligentes que las máquinas. En el aula dejemos que los algoritmos se encarguen de ‘lo artificial’, de manera que tengamos más espacio para lo humano: desarrollando habilidades y competencias que nos permitan afrontar como comunidad global los desafíos que nos vendrán, entrenemos la mirada apreciativa que nos ayude a descubrir en nuestros estudiantes aquellos talentos que los diferencian de los demás y que a veces ni ellos mismos saben que tienen. En definitiva, sepamos como sociedad inteligente superponer los valores, la moral y la ética a cualquier evolución y revolución tecnológica.

https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/no-todo-vale-inteligencia-artificial/

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Venezuela: Infancias, Educación y Trabajo: miradas desde el Pensamiento Decolonial

Te invitamos a este espacio académico  presencial y virtual para la reflexión y el análisis de las diferentes categorías sociales, culturales e históricas  relacionadas a las infancias desde una mirada otra, critica y pro-positiva‍♀️. Con la participación de ponentes nacionales e internacionales y dirigido a estudiantes de pregrado y posgrado, movimientos sociales, instancias del sistema de protección y público en general.

 Regístrate a través de este enlace: http://Linktr.ee/spyea

Coordinadora Regional de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores (CORENATS)

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Estrenan «Antropoceno en México. Historias de evolución, biodiversidad y cambio climático»

Por: TV UNAM

 

Antropoceno en México. Historias de evolución, biodiversidad y cambio climático es una serie de TV UNAM y Claro Video que sigue la evolución del Homo sapiens para documentar cómo ha transformado el planeta de manera dramática en muy poco tiempo, al grado de poner en riesgo la vida en la Tierra. Explora la enorme biodiversidad del planeta y muestra cómo ha cambiado a través de millones de años para adaptarse a las condiciones del medio. Pero también examina las soluciones que se plantean desde la ciencia y el desarrollo tecnológico para enfrentar los enormes retos ambientales de la humanidad.

Desde el Pabellón Nacional de la Biodiversidad, con la conducción de la escritora Yael Weiss y el director del Instituto de Geografía, Manuel Suárez Lastra, Antropoceno en México tendrá transmisiones los miércoles, a partir del 5 de julio, a las 21:30 horas, con retransmisión los domingos, a las 17:00 horas.

Cada uno de los programas centrará su atención en dos factores antagónicos que han dado lugar a las adaptaciones indispensables para la supervivencia de ciertos organismos:

  • Agua y tierra. La crisis de agua y empobrecimiento de suelos
  • Luz y oscuridad. Consumo energético y contaminación por acción humana
  • Frío y calor. Calentamiento global y cambio climático
  • Reproducción y sexualidad. Equidad y violencia de género
  • Viento y fuego. Manejo y prevención de desastres naturales
  • Aire y vida subterránea. Causas y efectos de la contaminación atmosférica y de residuos químicos en el subsuelo
  • Depredadores y presas. ¿Es la violencia la pandemia del siglo XXI?
  • Local y global. Cómo los grandes desplazamientos humanos afectan la faz de la tierra
  • Enanos y gigantes. Sobrepoblación y escasez de recursos naturales
  • Larga vida para la vida en la tierra. De la salud del planeta depende la salud de la especie humana

La serie Antropoceno en México, conformada por veinte programas de media hora, se integra a partir de piezas uniconceptuales que dan cuenta de sorprendentes adaptaciones de los seres vivos. Se explica cómo la investigación básica ha permitido comprender esos mecanismos y se resalta la importancia de que México sea un país megadiverso. La serie explora el origen y evolución del Homo sapiens que, como ninguna otra especie, es capaz de modificar su entorno. Se consignan logros relevantes de la humanidad en el aprovechamiento de los recursos naturales, así como las distintas actividades humanas que han dado lugar a daños, catástrofes y crisis ambientales, sobre todo a partir de la Revolución Industrial.

La serie cuenta con opiniones de expertos en cada tema, que documentan la gravedad de la crisis ambiental actual producida por acciones humanas. A manera de epílogo, y con base en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, se dan a conocer las propuestas que la ciencia y la tecnología ofrecen para mitigar los efectos del cambio climático.

Antropoceno en México, un proyecto de TV UNAM y el Programa de Arte, Ciencia y Tecnologías, en coproducción con Fundación Telmex Telcel y Claro Video, cuenta con la colaboración del Pabellón Nacional de la Biodiversidad del Instituto de Biología, el Instituto de Astronomía, el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, el Instituto de Ecología, el Instituto de Fisiología Celular, el Instituto de Geografía y el Instituto de Geofísica, así como con el auspicio de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno de la CDMX, la Universidad de Arizona, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), Fundación UNAM y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

No te pierdas por la señal de TV UNAM el estreno de la serie Antropoceno en México.Historias de evolución, biodiversidad y cambio climático, los miércoles, a partir del 5 de julio, a las 21:30 horas, con retransmisión los domingos, a las 17:00 horas. Cada miércoles se estrenará un nuevo capítulo por la señal de TV UNAM y su respectiva retransmisión y salida en la plataforma de Claro Video será el domingo siguiente.

El Pabellón de la Biodiversidad también contará con una copia del programa cada domingo, después de la retransmisión por TV UNAM, para proyectarlo de manera presencial en las actividades que considere pertinentes. También contará con las cápsulas por separado para conformar una base de datos bajo el nombre de Historias de evolución, biodiversidad y cambio climático.

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org

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