Iria Marañón: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, serán libres”

Entrevista/05 Marzo 2019/Autor: Adrián Cordellat/elpais.com

La autora de ‘Educar a un niño en el feminismo’ centra su atención en la educación de los niños, en masculino, con el fin de detectar las injusticias que repetimos inconscientemente

Educar en el feminismo (Plataforma Editorial) de Iría Marañón se convirtió desde su lanzamiento en un manual de referencia para crear una sociedad más justa e igualitaria desde la infancia. Ahora la editora y filóloga madrileña ha dado un paso más con un nuevo libro, Educar a un niño en el feminismo (Plataforma Editorial), que centra su atención en la educación de los niños, en masculino, con el fin de detectar y cambiar muchos de los errores y de las injusticias que repetimos inconscientemente y que perpetúan los roles y los estereotipos de género; y de que los hombres del futuro se sumen, desde sus propios espacios, a una revolución feminista que es y debe ser un movimiento de mujeres. En ese sentido, Marañón, que dice no creer en la figura de los hombres “aliados” del feminismo (“lo que implica ser mujer solo lo sabemos las mujeres”), aboga por la abolición del género, porque en su opinión solo cuándo desaparezca el género desaparecerán todas las desigualdades entre hombres y mujeres: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, en que niños y niñas sean completamente libres, y en que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios”, afirma convencida de que el reto está al alcance de nuestras manos.

PREGUNTA. Dices en Educar a un niño en el feminismo que la primera pregunta en cualquier diálogo político con los hombres debería ser: ¿Qué pueden hacer ellos por nosotras? Me gustaría empezar devolviéndote de vuelta la pregunta: ¿Qué podemos hacer?

RESPUESTA. A mí me parece importante dejar claro que el movimiento feminista es un movimiento de mujeres y, por lo tanto, los hombres tenéis que buscar la manera de ayudarnos, pero siempre desde fuera del movimiento feminista. Creo que en vuestros espacios sociales, laborales, familiares y políticos tenéis una buena oportunidad para crear vuestros propios espacios feministas. Para mí es una gran aportación que podéis hacer.

P. A mí se me ocurre otra aportación: no tergiversar el movimiento feminista con ese argumento simple y ramplón de que el feminismo odia a los hombres.

R. Eso por supuesto. El feminismo no odia a los hombres, aunque es verdad que el sistema patriarcal y el machismo no brotan de las plantas, sino que hay personas que los perpetúan y esas personas sois los hombres. Pero eso no significa que odiemos a los hombres. Todo lo contrario, tenemos que entendernos. Pero sí que es importante identificar este hecho y que los hombres seáis conscientes de que sois vosotros los que estáis generando esta situación y los que tenéis que cambiarla.

P. En el libro afirmas que niegas que hoy en día puedan existir hombres aliados de la causa feminista. A más de uno le vas a dar una mala noticia, ya que viste mucho ponerse esa etiqueta en la bio de Twitter…

R. Dudo mucho que existan los aliados feministas. Y no porque tenga nada en contra de los hombres que se ven a sí mismos como aliados, pero hay una cosa que está clara: lo que implica ser mujer solo lo sabemos las mujeres. Toda la presión que nosotras sufrimos, solo la conocemos nosotras. Vosotros podéis, a través de la empatía y la solidaridad, intentar entendernos y apoyarnos, pero nunca vais a saber lo que significa ser una mujer. Por eso creo que no puede haber aliados feministas, ya que seguro que hay muchas cosas de las que pedimos y reivindicamos que vosotros no entendéis porque habéis sido socializados para no hacerlo.

P. La sensación que tengo yo es que muchos, más que aliados feministas, somos lo que me decía el escritor peruano Renato Cisneros: feministas en construcción. Es decir, machistas por estructura que intentamos erradicar en nosotros las taras machistas con las que crecimos. ¿Dirías que se ajusta más esta definición a la realidad?

R. Desde luego, porque los hombres habéis sido socializados para ser como sois, así que está en vuestra mano revertir todo eso, deconstruir vuestra masculinidad. Más que construiros en el feminismo, que insisto en que es un movimiento de mujeres, lo que tenéis que hacer es deconstruir vuestro género. Y lo mismo nosotras. Lo que pasa es que vuestro género oprime, así que la deconstrucción tiene que ser mucho más profunda.

P. Y qué difícil resulta erradicar esas taras, deconstruirse.

R. Es que es muy difícil, porque a todos y a todas nos han educado así, han construido nuestro género en función de una cultura machista. Por eso insisto tanto en el libro en la necesidad de abolir el género, porque solamente cuando desaparezca el género desaparecerán todas las desigualdades.

P. Nosotros hemos crecido en unas familias y una sociedad machista, así que algunos estamos en plena reforma interior, intentando reconstruirnos. Con nuestros hijos, sin embargo, tenemos la oportunidad de empezar desde cero gracias a esa mayor conciencia feminista que existe hoy en día. No obstante, como dices en el libro, seguimos haciendo cosas mal. ¿Qué sigue fallando?

R. Mi sensación es que no terminamos de identificar dónde están las desigualdades. Se sigue perpetuando el género sin que nos demos cuenta. Muchas veces ni siquiera somos conscientes de que estamos fomentando los estereotipos. Y eso pasa prácticamente a diario con cada palabra, con cada referencia que le llega a nuestras hijas e hijos. Todo lo que nos rodea va construyendo su género y ni siquiera lo percibimos. Ahí está el problema.

P. Es que hemos dado una especie de paso adelante con las niñas: “dejamos” que se disfracen de superhéroes, les compramos ropa en los “pasillos de chicos” de las grandes superficies comerciales, las animamos a jugar al fútbol o a otros deportes tradicionalmente vinculados al género masculino. Sin embargo, si nuestro hijo quiere disfrazarse de princesa, llevar tutú, pintarse las uñas o comprarse una sudadera rosa… ¡Ay!

R. Claro, porque la masculinidad tiene muchos más privilegios que perder. ¿Por qué la sociedad no acepta que un niño se salga de lo que es la masculinidad? Porque está hecha para perpetuar ese sistema de géneros y de roles. Con lo cual se castiga más a un niño que se viste de princesa o que se pinta las uñas que a una niña que se pone ropa “de chico”. Pero oye, también nos ha costado a nosotras nuestra lucha poder llevar pantalones, pero llevamos 300 años de feminismo y bastante hemos avanzado en la deconstrucción de nuestra feminidad y de nuestro género. El problema es que el género de los chicos sigue intocable, no se puede cambiar, porque es un tema de privilegios y de poder. En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, que niños y niñas sean completamente libres, y que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios. Y eso a muchos les cuesta aceptarlo.

P. ¿Ves ese objetivo de abolición del género viable hoy en día?

R. Por supuesto, pero hay que hacer mucha pedagogía. Si yo no creyera que la agenda feminista se puede cumplir, no estaría aquí hablando contigo de estos temas. Hay una cosa fundamental que dice Andrea Dworkin, que el movimiento feminista no es reformista, sino revolucionario. Aquí no venimos a cambiar cuatro cositas, sino que el objetivo es cambiar el sistema. Y sí, creo que se puede abolir el género.

P. Mientras llega esa sociedad sin género que señalas como objetivo del movimiento feminista, ¿qué valores dirías que son importantes que transmitamos desde casa para educar en el feminismo a nuestras hijas y, fundamentalmente, a nuestros hijos?

R. Es importante educar en la empatía, la generosidad, la asertividad, el saber escuchar, el respeto a niñas y mujeres. También poner ejemplos de niñas y mujeres referentes. Y, sobre todo, evitar las desigualdades: no hay juguetes de niños y de niñas, no hay ropa de niños y de niñas, no hay nada que sea de niños o de niñas. Eso lo tenemos que tener súper claro. Solo si rompemos con todas esas desigualdades los niños serán libres.

P. Como explicas en el primer capítulo del libro, educar a nuestros hijos en el feminismo no solo tiene beneficios para las mujeres, sino también para los niños, hombres y el conjunto de la sociedad. ¿Qué beneficios destacarías en ese sentido?

Hay una lista brutal, pero si pensamos en los hombres, te puedo dar datos que reflejan que el feminismo es bueno también para vosotros. De hecho, dedico un epígrafe en el libro que he titulado “hombres contra ellos mismos”.

P. Quiero escuchar esos datos.

R. Para que te hagas una idea, los hombres tenéis el doble de riesgo de sufrir lesiones medulares que las mujeres, tenéis tres veces más probabilidades de suicidaros, cuatro veces más de ser personas sin hogar; según la DGT sois más arriesgados al volante, sufrís más accidentes y estos son más graves que los que ocasionamos las mujeres. También tenéis más posibilidades de consumir drogas. En 2019 el 86% de los ahogados durante el verano en espacios acuáticos no vigilados fueron hombres. El 92% de los presos de nuestro país son hombres, el 62% de los homicidios son de hombres a manos de otros hombres, el 89% de los delitos homicidas son perpetrados por hombres… Y así podría seguir hasta el infinito.

P. Son demoledores los datos.

R. Obviamente el movimiento feminista vela por nosotras, las mujeres, que tenemos mucho que perder, pero es que vosotros también estáis perdiendo mucho por el camino por culpa de la construcción del género. Todo esto ocurre por cómo os construyen a los hombres: tenéis que ser más arriesgados, más valientes, emocionalmente inaccesibles, etc. Sé que esta no es la forma de convenceros, pero desde luego es un argumento para derribar la masculinidad y abolir el género.

P. Muchas veces, sin querer, como decías antes, somos los propios padres, y hablo en masculino, los que transmitimos estos valores machistas del género masculino a nuestros hijos varones. ¿Qué les dirías a los padres para que cambien el chip y piensen en esto cuando ejercen como tales?

R. Lo fundamental es que os miréis a vosotros mismos, hagáis autocrítica e identifiquéis aquellos rasgos de la masculinidad que estáis trasladando a vuestros hijos. Al final, por ejemplo, si vosotros no sois responsables de los trabajos domésticos y de los cuidados, ellos van a aprender que los hombres no se responsabilizan de estos temas y lo van a seguir perpetuando generación tras generación.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/27/mamas_papas/1582815100_655532.html

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Cuando el alumnado educa en la diversidad de género

Por: Evaristo González

¿Qué efectos tiene en un centro educativo cuando el alumnado se compromete a educar en el feminismo, contra la violencia de género y a favor de la diversidad dentro de la normalidad?

Hay alumnas (también alumnos) adolescentes muy implicadas en que la realidad de la vida forme parte de la educación en las aulas. Son personas inquietas y concienciadas que promueven actuaciones, cambio de sensibilidades, adaptación a los lenguajes normalizados y, sobre todo, actualización de determinadas mentalidades y formas de ser, tanto entre el profesorado como entre sus compañeros y compañeras.

En este caso, estudian en un centro público que lleva años acogiendo a todo tipo de alumnado (frase que debería ser más evidente de lo que los documentos educativos recogen, no siempre fieles a estos principios, según las explicaciones de algunas personas que han estudiado en otros centros), con una atención especial para el alumnado LGTBIQ. En el día a día de la educación esta apreciación también debería sobrar por obvia pero se remarca aquí porque, después de años de atención prioritaria en el centro, “la antigüedad es un grado” y las realidades educativas son muy diversas.

La normalidad está llena de diferencias, en entornos educativos complejos dentro de una sociedad en la que determinados grupos quieren imponer censuras diversas, se llamen ahora pines parentales, supresión de contenidos o de asignaturas, o imposición de temas concretos para ser tratados de una forma determinada en las aulas, mientras aspectos fundamentales para la convivencia democrática exigen permisos familiares. Suelen ser los mismos que, después, publicitan acusaciones de adoctrinamiento del profesorado, con un fariseísmo que produce miedo.

Análisis

¿Analizamos periódicamente los entornos educativos y aquello que se está haciendo para favorecer cambios en temas de género, lenguajes, normalizaciones diversas y actitudes? De verdad, ¿estamos implicados al máximo? Los curriculums y las normativas necesitan plasmaciones en la vida del día a día. Por otra parte, aún hay muchas carencias en educación afectivo-sexual, en igualdad de género y en diversidad, si bien aumenta el número de profesorado que se forma en estos temas para llevarlos a las aulas.

Hemos de sumar esfuerzos también con el alumnado más comprometido para que, entre todos juntos, se generen líneas educativas y sinergias que refuercen comportamientos correctos. Las lacras de la violencia de género, los clichés machistas y tantas interpretaciones subliminales o esquemas comunicativos contra alguien se han de combatir desde muchos frentes: sociedad en general, medios de comunicación, publicidad, familia. La educación juega un papel fundamental.

Presencia

En septiembre de 2019 un colectivo de alumnas creó un comité feminista en el instituto. La finalidad era, por un lado, consolidar el trabajo y las actuaciones tradicionales del centro en esta formación y, por otro, fomentar actuaciones que ayuden a potenciar una cultura de respeto e integradora, contra la violencia de género y para conseguir una visión feminista.

Además de los tradicionales actos de días señalados: 25 de noviembre (día contra la violencia de género) y 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer), tienen como objetivo llevar a cabo actuaciones en el patio y en las aulas, reflexionar con las delegaciones de alumnado de cada clase, mantener reuniones de seguimiento con la dirección del centro e implicarse al máximo en uno de los objetivos concretos de la Programación Anual del Centro para este curso: la utilización de lenguaje no sexista en las clases, en los documentos de centro y en las conversaciones habituales, incluida la interactividad en Internet, redes sociales y de mensajería.

Actuaciones

Después de una conversación en profundidad con el comité feminista y de efectuar una retrospectiva sobre actuaciones que se han llevado a cabo en el instituto, compartimos algunas líneas de trabajo y previsiones de este comité (que apoya las propuestas de la dirección) para conseguir cambios desde la práctica. Su difusión es con la finalidad de que puedan exportarse o adaptarse a otros centros u organizaciones:

  1. Impulso a actuaciones de grupos de alumnos y alumnas, muy concienciados, que participan en colectivos de la ciudad y que quieren incrementar la educación del centro educativo con propuestas importadas de los espacios en que colaboran. A menudo se desconoce el potencial real del alumnado adolescente, tanto en su proceso de aprendizaje no formal como informal. Aprovecharlo es fundamental para incrementar la calidad de la educación.
  2. La transversalidad de objetivos ha de ir acompañada con prácticas concretas y continuas, y con estrategias de vigilancia para conseguir una mayor efectividad. La teoría sin la acción pierde eficacia educativa.
  3. Las inquietudes del alumnado se han de tener en cuenta, y más cuando se comprometen a ser agentes de cambio educativo y social. En cierto modo, estamos ante la personalización del aprendizaje, impulsada también por los alumnos y las alumnas.
  4. En todos los centros educativos hay unos hechos diferenciales, que pueden ser el origen de cambios y que se han de aprovechar: en este caso, los bachilleratos artísticos: la potenciación de las artes plásticas, escénicas y musicales introducen “aire fresco” a las aulas. Otro factor diferencial, el uso intensivo de las TIC desde hace 26 cursos, permite el análisis de determinados discursos en Internet, seguir etiquetas y personas expertas que aportan ideas, fomentar la participación con argumentos de cambio, analizar textos y reflexionar sobre todo aquello que es tóxico para la educación feminista e inclusiva. A la vez, hay que predicar con el ejemplo y difundir mensajes positivos y educadores.
  5. Los grupos creados por el comité feminista en redes sociales con la finalidad de difundir e informar sobre el feminismo incrementan la libertad de expresión, el respeto y la mentalización a la hora de actuar: Whatsapp ha ayudado a centrar temas y a impulsar actuaciones. En este caso, uno es solo para el grupo impulsor y hay otro abierto, con un continuo incremento de personas que se quieren añadir.
  6. Los mensajes tratados por el comité necesitan de reuniones periódicas presenciales con delegaciones de clase y personas encargadas, para trasladar las ideas a las clases.
  7. Todas las personas han de estar en alerta para detectar lo que pueda atentar al respeto común y disponer de herramientas para provocar cambios.
  8. Cuando sea necesario, se pide colaboración de personas expertas, entidades y grupos del exterior para la contextualización y tratamiento de estas temáticas. Hace tres años vino a hablar con el alumnado Joana Biarnés (1935-2018), fotógrafa nacida en Terrassa, la primera mujer que ejerció como reportera gráfica en el Estado. Sus visitas a los campos de fútbol fueron muy hostiles, llenas de comentarios machistas por el hecho de ser mujer. Defendió el papel de la mujer con el ejemplo personal, en momentos históricos difíciles.
  9. El profesorado y el alumnado valoran muy positivamente el proceso de acogida de alumnos en las clases, para favorecer su integración y educación global en la normalidad afectiva y sexual.
  10. El lenguaje machista en conversaciones, clases o redes sociales exige un cambio profundo que ha de trasladarse al día a día, dentro y fuera del centro. Cada persona ha de predicar con el ejemplo para educar a la sociedad. Cuando sea conveniente deberían corregirse, en clase o fuera, lenguajes improcedentes que ya no tocan. Un ejercicio muy útil que se practica es construir un diccionario de palabras sexistas y su equivalente no sexista a lo largo del curso.
  11. El profesorado y el alumnado no pueden permitir en ningún momento comentarios, visualización de símbolos, frases en la ropa, dibujos, grafismos o lemas que inciten a comportamientos contrarios a la inclusión, la igualdad o al respeto de todos.
  12. Debe ser curricular todo contenido que mejore la sociedad, la democracia y el pensamiento crítico. Los temas de actualidad son auténticas asignaturas competenciales que se alimentan cada día, se reproduzcan en medios de comunicación o en redes sociales.

El potencial del alumnado adolescente es un gran aliado en el trabajo pedagógico de los centros educativos. Juegan un gran papel en el diseño de la educación. Ahora que tanto se habla de medidas represivas como el pin parental, es un buen momento para seguir ejerciendo el deber democrático de educar en todo aquello que ayude a consolidar una sociedad más justa, inclusiva e integradora. A pesar de una minoría.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/29/cuando-el-alumnado-educa-en-la-diversidad-de-genero/

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De 8M a 8M: la mujer gana en derechos en África

Redacción:  La Vanguardia

Desde una mujer presidenta hasta un Nobel a la lucha contra la violencia sexual, cinco avances en igualdad de género en el continente africano

Hace un año de la gran movilización del 8M alrededor del mundo por el Día Internacional de la Mujer. Aupadas por el movimiento internacional del #MeToo, millones de mujeres se manifestaron contra la desigualdad de género. En África siguen por detrás en muchos derechos básicos, pero poco a poco se impulsan políticas feministas. A continuación, un repaso a cinco de los mayores avances en favor de la mujer en el último año y una puesta en perspectiva de la situación de desigualdad de género en el continente africano.

Etiopía eligió presidenta

El pasado 25 de octubre, el Parlamento de Etiopía eligió por primera vez como jefa de Estado a una mujer, Sahle-Work Zewde. La nueva presidenta del país comenzó su mandato con una consigna clara: “Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir”. Zewde se convirtió así en la primera mujer presidenta en Etiopía y en la única actualmente en el continente. Aunque el Ejecutivo recae sobre el primer ministro, Abiy Ahmed, la elección tiene un alto valor representativo y muestra las intenciones feministas del nuevo Gobierno, que cuenta con un gabinete paritario en el que, además, una mujer dirige la históricamente masculina cartera de Defensa.

 

 

La elección de representantes políticas visibiliza a la mujer como líder en la toma de decisiones y da ejemplo a la sociedad para eliminar la brecha de género. En ese sentido, África está por delante de otras regiones del mundo. Ruanda, por ejemplo, es el país con más porcentaje de representación femenina en el Parlamento y el único que supera la barrera del 60%, con 49 diputadas en un hemiciclo de 80 personas. Un hecho que viene dado en parte por el genocidio de 1994, que dejó al país con más mujeres que hombres, e impulsó un liderazgo que va más allá de las fronteras del propio país. En total, de los veinte países con más mujeres en los parlamentos, seis son africanos: Ruanda, Namibia, Sudáfrica, Senegal, Mozambique y Etiopía.

Las mujeres salen a la calle

Muchas mujeres han dejado de callar los abusos y han pasado a la acción, liderando el cambio con manifestaciones por sus derechos y contra el poder. El caso más reciente ocurrió en la región de Puntland, en Somalia, donde cientos de mujeres y niñas protestaron por las violaciones a las mujeres tras el fallecimiento reciente de una niña de 13 años tras haber sido violada por cinco hombres. Contra la violencia sexual también marcharon mujeres en Senegal, bajo el lema #Nopiwouma, que en wolof significa “no me callaré”, y en Sudáfrica con la etiqueta #TotalShutdown.

 

 

Las mujeres siguen liderando protestas frente a medidas gubernamentales: en Sudán, las revueltas pacíficas contra el gobierno de Al Bashir las encabezan también cientos de mujeres hartas de sufrir abusos y de estar marginadas en una sociedad machista que las ignora.

Educar en el feminismo

En el colegio Safe School for Girls de Ruhango, en Ruanda, se educa en el feminismo. Durante el genocidio de 1994 más de 500.000 mujeres fueron violadas, un episodio que recuerdan ahora a los jóvenes para evitar que se repita. En total, más de 66.000 jóvenes aprenden día a día cómo lidiar con los retos a los que se enfrentan las mujeres en la actualidad. Mientras ellos aprenden a respetar a la mujer y a condenar la violencia y la brecha salarial, ellas aprenden a protegerse y reciben apoyo.

A pesar del gran avance en la escolarización de las niñas en África, sigue habiendo menos chicas que chicos en las aulas. Por cada 100 varones que no van al colegio en primaria hay 123 mujeres que tampoco lo hacen. Así pues, 9 millones de niñas no irán a la escuela por los 6 millones de niños, y más de un tercio de las mujeres dejan el colegio cuando son adolescentes. Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU se incluye, justamente, cerrar la brecha de género en materia educativa para 2030.

 

 

 

Nobel a la lucha contra la violencia sexual

Más que un avance en sí mismo, el Premio Nobel de Paz otorgado en octubre pasado a Denis Mukwege, ginecólogo y activista de la República Democrática del Congo, ha sido un impulso para la lucha contra la violencia sexual. El “doctor milagro”, como le llaman, recibió el galardón junto a Nadia Murad, activista iraquí, “por sus esfuerzos para acabar con el uso de la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados”, pues se dedica a hacer cirugías reconstructivas a mujeres para reparar el daño físico causado por las violaciones.

Mukwege, de 64 años y quien llega a hacer hasta diez operaciones al día, había recibido en 2014 el Premio Sajárov de parte del Parlamento Europeo por el mismo trabajo, al que se dedica de lleno desde hace más de dos décadas. Por esa labor ha sufrido amenazas y represalias en un país donde las mujeres han sido las víctimas principales de una guerra que, si bien terminó oficialmente en 2003, se sigue manifestando y ha dejado secuelas sistemáticas que continúan hasta hoy, dentro de las que se encuentra la violencia sexual contra las mujeres.

Frente a la mutilación genital femenina

 

 

El 25 de enero de este año, el Gobierno de Sierra Leona prohibió “con efecto inmediato” la mutilación genital femenina, que según la ONU sufren allí nueve de cada diez niñas, y que existe en casi una treintena de países, casi todos de África subsahariana. En la región, Chad, Liberia, Mali, Somalia y Sudán siguen sin penalizar la ablación del clítoris y, más allá de la legislación, la dificultad para combatirla pasa por su arraigo cultural, por ejemplo, en rituales de iniciación. No obstante, aunque queda mucho trabajo por hacer hasta erradicarla, esta práctica se ha reducido en las últimas décadas: de acuerdo con un artículo publicado en BMJ Global Health, entre 1995 y 2016, las niñas que sufrieron mutilación genital femenina pasaron del 75% al 25% en África occidental y del 71% al 8% en África oriental.

De hecho, según un estudio en el que trabajan investigadores de universidades estadounidenses e italianas, el origen en ambas costas de la mutilación genital femenina, o al menos parte de su proliferación inicial, estaría ligado al comercio y rutas de esclavos de hace siglos, más que a cuestiones relacionadas con la religión o las costumbres, que con el pasar del tiempo también se han asentado.

 

 

 

La desigualdad de género en el continente

En 2010, el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) introdujo en su Informe de Desarrollo Humano el Índice de desigualdad de género, que se incluyó formalmente desde 2014. Este índice se calcula en 160 países con base en el grado de aplicación de políticas en favor de la igualdad entre mujeres y hombres en tres ámbitos: salud reproductiva, empoderamiento y situación económica y laboral. África, como otros continentes, es tierra de contrastes, pero también de patrones:

En medio de toda su complejidad y diversidad, África subsahariana está al final en el Índice de desigualdad de género, con una media de 0,569 en 2017 (el promedio mundial es de 0,441). Sigue de cerca a los países árabes, y más adelante están, de peor a mejor, el sur de Asia, Latinoamérica y el Caribe y el este de Asia y el Pacífico, bajo el liderazgo de Europa y Asia Central. Pero más allá de las posiciones, el PNUD recalca que, en general, hay una correlación entre el IDG y el Índice de desarrollo humano, con lo cual la igualdad de género no es solo cuestión de políticas en favor de las mujeres, sino de la necesidad de sus repercusiones para el conjunto de la sociedad. Y con muchos retos por delante, pero con cada vez más protagonismo de las mujeres en los parlamentos y en las calles, hay países africanos que empiezan a notarlo.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20190308/46903839239/8m-mujer-gana-derechos-africa.html

 

 

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