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América Latina amenazada con retroceder

Por: Frei Betto.

En ningún otro continente hay, en las últimas tres décadas, cambios tan significativos como en América Latina y el Caribe.  Son grandes los desafíos que se presentan en los 33 países, con 600 millones de habitantes.

Después del fracaso del TLCAN (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, y Chile como asociado), y el rechazo de la propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) por la mayoría de los países del Continente, éste inició su recorrido por un camino propio.  América Latina y el Caribe alcanzaron, al fin, su mayoría de edad.

Muchos factores contribuyeron a este avance.  Primero, la resistencia de la Revolución Cubana, que no sucumbió frente a las agresiones de EEUU ni como consecuencia de la caída del Muro de Berlín y del fracaso de la Unión Soviética.

Vino luego el rechazo electoral a los candidatos que encarnaban la propuesta neoliberal y la victoria de aquellos identificados con las demandas populares, en especial de los más pobres: Chávez, Daniel Ortega, Lula, Bachelet, Kirchner, Mujica, Correa, Morales, etc.  Varios organismos fueron creados para fortalecer la integración continental: Alba, Celac, Telesur, Unasur, Caricom, Aladi, Parlatino, Sica, etc.

Muchas dificultades, sin embargo, se configuran en el horizonte.  En esta economía globalizada y hegemonizada por el capitalismo neoliberal, la crisis de monedas fuertes, como el dólar y el euro, afecta negativamente a los países del continente.  Aunque hay avances en el combate a la pobreza extrema, aún hoy la región alberga millones de miserables; los salarios pagados a los trabajadores son bajos frente a los costos inflacionarios de las necesidades vitales; la desigualdad social crece vertiginosamente (de los 15 países más desiguales del mundo, 10 se encuentran en el Continente).

En Europa, donde la crisis económica desempleó a más de 30 millones de personas, la mayoría jóvenes, ya no hay una izquierda capaz de proponer alternativas.  El Muro de Berlín se derrumbó sobre la cabeza de partidos y militantes de izquierda, casi todos cooptados por el neoliberalismo.  Y ahora, los atentados terroristas refuerzan la xenofobia, la política de puertas cerradas a los refugiados, y los partidos de derecha que defienden una “Europa para los europeos” y un Estado policial.

En los países de Celac, la histórica dependencia de sus economías al mercado externo da indicios de una crisis que tiende a agravarse.  Los índices de crecimiento del PIB caen; la inflación resurge; y se agravan la desindustrialización y el éxodo rural con la consiguiente expansión del latifundio.

El ‘pobretariado’

No basta con tener discursos y políticas progresistas si no encuentran correspondencia y adecuación en los programas económicos.  Y nuestras economías siguen bajo presión de países metropolitanos; de organismos completamente controlados por los dueños del sistema (FMI, Banco Mundial, OCDE, etc.); de un sistema de tarifas, en particular del precio de los alimentos, intrínsecamente injusto, y según el cual los beneficios privados del mercado tienen más importancia que la vida de las personas.

El Banco Mundial (BM) alerta que 241 millones de latinoamericanos pueden caer en la pobreza.  Es lo que Bauman llamó precarización y yo, ‘pobretariado’.  Estos 241 millones ni son pobres, ni pueden ser considerados de clase media.  Y constituyen el 38% de la población del continente, en la que se consideran pobres todos los que se ven obligados a sobrevivir con menos de 4 dólares al día.

Hoy, la mitad de la población adulta de América Latina vive del trabajo informal, debido a la crisis económica que afecta a países emergentes como Brasil, México, Argentina y Venezuela.

Desde que los españoles y los portugueses llegaron a nuestra tierra natal, la economía continental depende de la exportación de productos primarios, hoy conocidos como materias primas.  Sin embargo, los grandes importadores, como China y Europa Occidental, dan señales de declive.

Hoy, se consideran pobres, en América Latina, 167 millones de personas, y 71 millones son miserables (sobreviven con un máximo de US $ 1 por día).  En Brasil, la miseria ya alcanza el 12% de la población, y se agrava por el ajuste fiscal del gobierno golpista de Temer, que afecta a las políticas sociales e inhibe el crecimiento del PIB.

Todos los gobiernos progresistas que hoy se congregan en la Celac, saben que fueron elegidos por los movimientos sociales y por los segmentos más pobres que constituyen la mayoría de la población.  Sin embargo, ¿hay un efectivo trabajo de organizar los segmentos populares? ¿Los movimientos sociales son protagonistas de políticas de gobiernos o meros beneficiarios de programas de carácter asistencialista y no emancipatorio de combate a la pobreza?

¿Cómo los gobiernos democráticos populares de América Latina tratan a los segmentos de la población beneficiados por las políticas sociales? ¿Hay un empeño de intensa alfabetización política de la población o se disemina una mentalidad consumista?

Individualismo y el conservadurismo

Es innegable que el nivel de exclusión y miseria causado por el neoliberalismo exige medidas urgentes que no escapan al mero asistencialismo.  Sin embargo, tal asistencialismo se restringe al acceso a beneficios personales (bono financiero, escuela, atención médica, crédito facilitado, dotación de productos básicos, etc.), sin que haya complementación con procesos pedagógicos de formación y organización políticas.

Se crean, así, reductos electorales, sin adhesión a un proyecto político alternativo al capitalismo.  Se dan beneficios sin suscitar esperanza.  Se promueve el acceso al consumo, sin propiciar el surgimiento de nuevos protagonistas sociales y políticos.  Y lo que es más grave: sin percibir que, en el seno del actual sistema consumista, cuyas mercancías reciclables están impregnadas de fetiche que valoran al consumidor y no al ciudadano.  El capitalismo post neoliberal introduce “valores” – como la competitividad y la mercantilización de todos los aspectos de la vida y de la naturaleza, reforzando el individualismo y el conservadurismo.

Nuestros gobiernos progresistas, en sus múltiples contradicciones, critican al capitalismo financiero y al mismo tiempo promueven la bancarización de los segmentos más pobres, a través de tarjetas de acceso a beneficios monetarios, a pensiones y salarios, y de la facilidad de crédito, a pesar de la dificultad de pagar los intereses y la liquidación de las deudas.

El peligro es fortalecer, en el imaginario social, la idea de que el capitalismo es perenne (“La historia acabó”, proclamó Francis Fukuyama), y que sin él no puede haber proceso verdaderamente democrático y civilizatorio.  Lo que significa demonizar y excluir, aunque por la fuerza, todos los que no aceptan esa “obviedad” son considerados terroristas, enemigos de la democracia, subversivos o fundamentalistas.

Esta lógica se refuerza cuando, en campañas electorales, los candidatos de izquierda acentúan, enfáticamente, con la confianza en el mercado, la atracción de inversiones extranjeras, la garantía de que los empresarios y banqueros traerán mayores ganancias, etc.

¿Hacia reformas estructurales?

Por un siglo la lógica de la izquierda latinoamericana jamás se enfrentó a la idea de superar el capitalismo por etapas.  Este es un dato nuevo, que exige mucho análisis para implementar políticas que impidan que los actuales procesos democráticos populares sean revertidos por el gran capital y por sus representantes políticos de derecha.

Este desafío no puede depender sólo de los gobiernos.  Se extiende a los movimientos sociales y a los partidos progresistas que, cuanto antes, necesitan actuar como “intelectuales orgánicos”, socializando el debate sobre avances y contradicciones, dificultades y propuestas, para ensanchar siempre más el imaginario centrado en la liberación del pueblo y en la conquista de un modelo de sociedad post-capitalista, verdaderamente emancipatorio.

La cabeza piensa donde pisan los pies.  Nuestros gobiernos progresistas corren el serio riesgo de verse sucumbidos por la contradicción entre política de izquierda y economía de derecha, si no movilizan al pueblo para implementar reformas estructurales.  Y el principio del violín, que se aferra con la izquierda y se toca con la derecha…

Como decía Onelio Cardozo, las personas tienen “hambre de pan y de belleza”.  La primera es saciable; la segunda, inagotable.  Eso significa que el deseo humano, que es infinito, sólo dejará de ser rehén del consumismo y del hedonismo –tentáculos del neoliberalismo– si ha saciado su hambre de belleza, o sea, de sentido de existencia.

Esto no se alcanza apenas con más frijoles en el plato y más dinero en el bolsillo.  Será un sí, si existe una formación capaz de imprimir en cada ciudadano y ciudadana, la convicción de que vale la pena vivir y morir para que todos tengan vida, y vida en abundancia, como dijo Jesús (Juan 10, 10).  (Traducción CEAAL).

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/193879

Fotografía: Alai

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Mozambique: Sobran ganas de aprender, pero les faltan hasta las sillas para sentarse

Mozambique / 2 de septiembre de 2018 / Autor: AFP / Fuente: Chispa TV

A los pequeños les encanta responder las preguntas de la maestra

Cerca de 50 niños se sientan en el suelo de una clase frente a su maestra en lo que podría ser una lección en Mozambique, excepto que no están aprendiendo en portugués, el idioma oficial del país.

La clase se imparte en Changana, un idioma local hablado en el sur de Mozambique y en la capital, Maputo, que está estrechamente relacionado con Tsonga, que se habla en todo el sur de África.

Llevando mochilas y rodeado por una pila de libros, los niños de seis y siete años se ven atrapados por cada palabra del profesor, un nivel de concentración casi imposible de lograr en portugués.

«Los niños son amamantados por madres que hablan Changana y crecen hasta los cinco años hablando en Changana», dijo Helena Joaquim Arguenha, su maestra de la escuela primaria Mitilene en el distrito rural de Manhica, a unos 80 kilómetros de Maputo.

 

Es muy importante que los niños aprendan en su lengua materna porque abre al niño para aprender más, comentó la maestra.

Arguenha ha enseñado en la escuela pública durante seis años, pero solo el año pasado comenzó a enseñar en Changana como parte de un proyecto de Alimentos para el Conocimiento (FFK) financiado por la ayuda de los EE. UU. Y el grupo de acción local ADPP Mozambique.

Casi todas las enseñanzas en Mozambique están en portugués, un legado de la era colonial del país antes de la independencia en 1975, pero la mayoría de los mozambiqueños hablan uno de más de 40 idiomas locales.

En la clase de Arguenha, solo un niño hablaba portugués a comienzos de año.

Pero hablando en Changana, la comunicación entre el profesor y los alumnos es rápida y animada, con los niños levantando las manos para responder preguntas.

Foto: AFP

 

En Changana los estudiantes son más creativos, entienden mejor y no son tímidos. Hablan libremente, se expresan, dijo Arguenha.

 

«Cuando está en portugués son muy tímidos, tienen miedo de hablar y esconderse» agregó.

 

La agencia de educación de la ONU, la UNESCO, ha alentado durante mucho tiempo la enseñanza de la lengua materna en la educación primaria, con investigaciones que demuestran que es el lenguaje óptimo para la alfabetización y el aprendizaje.

Foto: AFP

En el mundo en desarrollo, los niños son más propensos a inscribirse y tener éxito en la escuela. En particular, las niñas y los niños de zonas rurales con menos exposición a un idioma dominante permanecen más tiempo en la escuela y repiten las calificaciones con menos frecuencia si aprenden en su lengua materna.

Fuente de la Noticia:

https://www.chispa.tv/relajate/ninos-estudian-en-el-suelo-piso-africa-aprender-idioma-portugues-necesidades-escuela-africa-20180716-0001.html

ove/mahv
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Lectura contra el fascismo

La historia del fascismo ofrece un sistema de alerta temprana y nos enseña que el lenguaje que opera al servicio de la violencia, la desesperación y los turbulentos paisajes del odio conlleva el potencial de resucitar los momentos más oscuros de la historia.


por Henry A. Giroux

(14 de julio de 2018, Boston, Sri Lanka Guardian ) El crítico cultural marxista Walter Benjamin sostuvo una vez que cada ascenso del fascismo es testigo de una revolución fallida. Benjamin no solo abordaba elementos de una revolución política fallida, sino también el fracaso del lenguaje, los valores, el coraje, la visión y una conciencia crítica. En medio de un momento en que un orden social más antiguo se está desmoronando y uno nuevo está luchando por definirse a sí mismo, siempre hay un momento de confusión y peligro. Hemos llegado a un momento en el que dos mundos están colisionando.

Primero, está el mundo duro y desmoronado de la globalización neoliberal y sus pasiones movilizadoras que alimentan un fascismo al estilo estadounidense. En segundo lugar, hay un movimiento contrario con su búsqueda de una nueva política que pueda repensar, reclamar e inventar una nueva comprensión del socialismo democrático, no contaminado por el capitalismo. En medio de esta lucha, nacerá un nuevo movimiento político y orden social, aunque sin garantías. Algo siniestro y horrible está sucediendo en las democracias liberales de todo el mundo. La arquitectura global de la democracia está dando paso a tiranías autoritarias. Por alarmantes que puedan ser las señales, no podemos apartar la mirada y permitir que los terrores de lo imprevisto se den rienda suelta. No podemos permitir que el poder de los sueños se convierta en pesadillas.

Es difícil imaginar un momento más urgente para desarrollar un lenguaje de crítica y posibilidad que sirva para despertar nuestros sentidos críticos e imaginativos y ayudar a liberarnos de la pesadilla tiránica que ha caído sobre los Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump. En una era de aislamiento social, desbordamiento de la información, cultura de inmediatez, consumo excesivo y violencia espectacularizada, lectura de libros críticos y otros textos representacionales junto con el pensamiento analítico siguen siendo necesarios si queremos tomar en serio la noción de que una democracia no puede existir o defenderse sin ciudadanos informados y comprometidos. Esto es especialmente cierto en un momento en que la negación se ha convertido en un pasatiempo nacional igualado solo por la creciente normalización de una de las administraciones más alarmantes que jamás haya tomado posesión de la presidencia de Estados Unidos.

Contra la indiferencia, la desesperación o la abstinencia que anestesian las órbitas privadas del ser aislado, existe la necesidad de crear esas culturas formativas que humanizan, fomentan la capacidad de escuchar a los demás, suscitan pensamientos complejos y abordan los problemas sociales. No tenemos otra opción si queremos resistir la creciente desestabilización de las instituciones democráticas, el asalto a la razón, el colapso de la distinción entre hechos y ficción, y el gusto por la brutalidad que ahora se extiende por los Estados Unidos como una plaga. Leer críticamente significa no solo aprender a leer el mundo, sino también aprender a pensar analíticamente mientras se niega a sucumbir a lo impensable. La lectura no solo es valiosa como una forma de traducción, sino que, como observa George Steiner, sigue al lenguaje como «el principal instrumento de rechazo [del pueblo] para aceptar el mundo tal como es. «La lección pedagógica aquí es que el fascismo comienza con palabras odiosas, la demonización de otros considerados desechables, y pasa a un ataque a las ideas, la quema de libros, la desaparición de intelectuales y el surgimiento del estado carcelario y los horrores de la detención cárceles y campos Como Jon Nixon sugiere , leer como una forma de «educación crítica» nos proporciona un espacio protegido dentro del cual pensar en contra de la opinión recibida: un espacio para cuestionar y desafiar, para imaginar el mundo desde diferentes puntos de vista y perspectivas, para reflexionar sobre nosotros mismos en relación a otros y, al hacerlo, entender lo que significa «asumir responsabilidades». Leer a contrapelo ofrece oportunidades para que las personas salgan de sus propias experiencias en un momento en que la ideología neoliberal no solo limita nuestra imaginación, sino que también encarcela a ellos en órbitas casi impenetrables de interés propio e hiperindividualismo.


En una época en que la memoria está bajo ataque, la lectura crítica se convierte en una fuente de esperanza y una herramienta de resistencia .


La presidencia de Trump puede ser solo un síntoma del largo declive de la democracia liberal en Estados Unidos, pero su presencia significa uno de los mayores desafíos, si no peligros, que el país ha enfrentado en más de un siglo. Una cultura formativa de mentiras, ignorancia, corrupción y violencia ahora está impulsada por una serie de ortodoxias que configuran la vida estadounidense, incluyendo el conservadurismo social, el fundamentalismo de mercado, el nacionalismo apocalíptico, el extremismo religioso y el nacionalismo blanco, todos los cuales ocupan los centros de poder en el más alto niveles de gobierno. La memoria histórica y el testimonio moral han dado paso a una nostalgia en bancarrota que celebra los momentos más regresivos de la historia de los Estados Unidos.

Las fantasías del control absoluto, la limpieza racial, el militarismo desenfrenado y la lucha de clases están en el corazón de un orden social estadounidense que se ha vuelto letal. Este es un orden social distópico marcado por palabras huecas, una imaginación pillada de cualquier significado sustantivo, limpia de compasión y utilizada para legitimar la noción de que los mundos alternativos son imposibles de entretener. Lo que estamos presenciando es un abandono de las instituciones y valores democráticos y un ataque a gran escala contra la disidencia, el razonamiento reflexivo y la imaginación radical. Trump ha degradado la oficina del presidente y ha elevado el ethos de corrupción política, hipermasculinidad y mentir a un nivel que deja a muchas personas entumecidas y exhaustas. Él ha normalizado lo impensable, legitimado lo inexcusable y defendido lo indefendible. Bajo tales circunstancias,glorificación de soluciones agresivas y violentas a problemas sociales complejos «.

La historia del fascismo ofrece un sistema de alerta temprana y nos enseña que el lenguaje que opera al servicio de la violencia, la desesperación y los turbulentos paisajes del odio conlleva el potencial de resucitar los momentos más oscuros de la historia. Erosiona nuestra humanidad y hace que muchas personas se adormezcan y callen frente a ideologías y prácticas que imitan y legitiman actos horrendos y atroces. Este es un lenguaje que elimina el espacio de la pluralidad, glorifica los muros y las fronteras, odia las diferencias que no imitan a una esfera pública blanca y hace que las poblaciones vulnerables, incluso los niños pequeños, sean superfluas como seres humanos. El lenguaje de Trump, como el que caracterizó a los regímenes fascistas más antiguos, mutila la política contemporánea, desdeña la empatía y la crítica moral y política seria, y hace que sea más difícil criticar las relaciones de poder dominantes. Su lenguaje tóxico también alimenta la retórica de la guerra, una masculinidad súper cargada, antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y Su lenguaje tóxico también alimenta la retórica de la guerra, una masculinidad súper cargada, antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y Su lenguaje tóxico también alimenta la retórica de la guerra, una masculinidad súper cargada, antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y antiintelectualismo y una resurgente supremacía blanca. Pero no es solo suyo. Es el lenguaje de un naciente fascismo que se ha venido gestando en los Estados Unidos por algún tiempo. Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos 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ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y Es un lenguaje que se siente cómodo viendo el mundo como una zona de combate, un mundo que existe para ser saqueado, que considera a los que se consideran diferentes por su raza, etnia, religión u orientación sexual como una amenaza que debe temerse, si no eliminarse. . Cuando Trump usa la retórica tóxica de «animales», «infestar» y «alimañas», está haciendo más que utilizar epítetos desagradables; también está materializando ese discurso en políticas que arrancan a los niños de los brazos de sus madres, ponen a los niños pequeños en jaulas, y fuerza a niños tan pequeños como uno  a presentarse ante los jueces de inmigración.

Y aunque no existe un espejo perfecto, cada vez es más difícil para muchas personas reconocer cómo los «elementos cristalizados» del totalitarismo han surgido en nuevas formas en la forma de un fascismo al estilo estadounidense. En parte, esto puede deberse a que la historia ya no se trata con seriedad, especialmente en un momento en que la necesidad de placer instantáneo y el lenguaje de los tweets anulan la disciplina necesaria y el placer potencial que conlleva la desaceleración del tiempo y el arduo trabajo imaginativo contemplación. Además, como observa Leon Wieseltier , vivimos en una era en la que «las palabras no pueden esperar por pensamientos [y] la paciencia es … una responsabilidad». En una era de gratificación instantánea, la historia se ha convertido en una carga para ser tratada como una reliquia descartada que ya no merece respeto. El pasado ahora es demasiado desagradable de contemplar o es delegado al abismo de la ignorancia voluntaria y consignado al agujero de la memoria. Por atemorizante y aparentemente imposible en una democracia liberal, ni la historia ni el fantasma del fascismo pueden ser descartados porque Trump no ha creado campos de concentración ni diseñado planes para actos genocidas, aunque ha enjaulado a niños y les ha negado la inmunidad. a sus países, enfrentan una muerte casi segura. El fascismo no es una reliquia del pasado o un sistema político e ideológico fijo.


Leer el mundo de manera crítica es la condición previa para intervenir en el mundo.


Renombrado historiador de la Alemania moderna Richard Evans observa que la administración Trump puede no replicar todas las características de Alemania e Italia en la década de 1930, pero el legado del fascismo es importante porque se hace eco de una peligrosa «advertencia de la historia» que no puede descartarse. El fascismo no es estático y los elementos proteicos del fascismo siempre corren el riesgo de cristalizarse en nuevas formas. Los fantasmas del fascismo deberían aterrorizarnos, pero lo más importante es que los horrores del pasado deberían educarnos e infundirnos un espíritu de justicia cívica y coraje colectivo en la lucha por una democracia sustantiva e inclusiva. La conciencia histórica es una herramienta crucial para desentrañar las capas de significado, sufrimiento, búsqueda de comunidad, la superación de la desesperación y el impulso del cambio dramático, por desagradable que pueda ser a veces. Ningún acto del pasado puede ser considerado demasiado horrible u horrible para contemplar si vamos a ampliar el alcance de nuestra imaginación y el alcance de la justicia social, lo que nos puede impedir mirar hacia otro lado, indiferentes al sufrimiento que nos rodea. Esto sugiere la necesidad de repensar la importancia de la memoria histórica, la alfabetización cívica y la importancia de la lectura como un acto crítico central para un sentido de agencia informado y crítico. En lugar de descartar la idea de que los principios organizadores y los elementos fluctuantes del fascismo todavía están con nosotros, una respuesta más apropiada al ascenso de Trump al poder es plantear preguntas sobre qué elementos de su gobierno señalan el surgimiento de un fascismo adecuado a un estilo contemporáneo y distintivo Paisaje político, económico y cultural de los Estados Unidos

En una época en que la memoria está bajo ataque, la lectura crítica se convierte en una fuente de esperanza y una herramienta de resistencia. Leer críticamente es fundamental para conectar el pasado con el presente y para ver el presente como una ventana a esos horrores del pasado que nunca deben repetirse. Estados Unidos se está hundiendo en el abismo del fascismo. Las señales nos rodean, y no podemos darnos el lujo de ignorarlas. Una lectura crítica de la historia nos proporciona un recurso vital que ayuda a informar el fundamento ético de la resistencia, un antídoto contra la política de desinformación, división, desviación y fragmentación de Trump. La memoria como forma de conciencia crítica es crucial para desarrollar una forma de responsabilidad histórica y social para contrarrestar una ignorancia voluntaria que refuerza la  pesadilla estadounidense.. En la cara de esta pesadilla, pensar y juzgar debe estar conectado a nuestras acciones.

Vivimos en un momento en que la corrupción del discurso se ha convertido en una característica definitoria de la política, reforzada en gran medida por una administración y un aparato de medios conservadores que no solo miente, sino que también trabaja arduamente para eliminar la distinción entre fantasía y realidad. Como ha argumentado Hannah Arendt, aquí se trata la creación de modos de agencia que son cómplices de los modos de gobierno fascistas. Ella escribe en  The Origins of Totalitarianism : «El sujeto ideal del régimen totalitario no es el convencido nazi o el comunista convencido, sino personas para quienes la distinción entre hechos y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, los estándares de pensamiento) ya no existe «.

El terror de lo imprevisto se vuelve ominoso cuando la historia se utiliza para ocultar el pasado en lugar de iluminarlo, cuando resulta difícil traducir los asuntos privados en consideraciones sistémicas más amplias, y las personas se dejan seducir y atrapar en espectáculos de violencia, crueldad y impulsos autoritarios. Leer el mundo de manera crítica es la condición previa para intervenir en el mundo. Es por eso que la lectura crítica y la lectura crítica son tan peligrosas para Trump, sus acólitos y aquellos que odian la democracia. La democracia solo puede sobrevivir con un público atento al poder del lenguaje, la lectura y los libros y textos que importan. Solo puede sobrevivir cuando nos negamos a emplear el poder para pensar lo contrario con el fin de actuar de otra manera.

La crisis del neoliberalismo -con su ruina financiera para millones, su eliminación del estado de bienestar, su desregulación del poder corporativo, su racismo desenfrenado y su militarización de la sociedad- debe ir acompañada de una crisis de ideas, que abraza la memoria histórica. rechaza la normalización de los principios fascistas y abre un espacio para imaginar que los mundos alternativos pueden surgir. Mientras que la corrosión a largo plazo de la política y el fascismo emergente en los Estados Unidos no terminará simplemente aprendiendo a leer críticamente, los espacios abiertos por la lectura crítica crean un baluarte contra el cinismo y fomentan una noción de esperanza que puede traducirse en formas de resistencia colectiva Es por eso que leer y pensar críticamente es tan peligroso y tan necesario.

Una versión anterior de este artículo aparece en  The Seminary Co-op . 

Fuente: https://www.slguardian.org/reading-against-fascism/

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EEUU: Could protest curb school violence? Lessons from the opt-out movement

Por: theconversation.com/27-06-2018

In the wake of the Santa Fe, Texas, school shooting, former Secretary of Education Arne Duncan voiced support for a school boycott. The boycott – which Duncan has said could take place in September – would involve keeping kids out of school until changes are made to the nation’s gun laws to make America’s schools safer. It is unclear how long the boycott would last.

If parents, students and others decide to stage a national school boycott, it would pay for them to take a few pages out of the playbook from a different protest: the opt-out movement that seeks to reduce burdensome testing. I make this observation as the author of books on political dissent in schools and the state of public education.

A more compelling argument

The opt-out movement draws attention to the suffering of children, reveals political and economic concerns with individuals and corporations who benefit from testing, and exposes the learning time lost to testing. Since school safety carries more significance than testing, a school boycott to change gun laws may employ similar justifications in an even more compelling way.

The opt-out movement has effectively raised awareness about problems introduced by testing, including the stress inflicted on teachers and students. It has done so through public demonstrations at sites such as the Department of Education, but also by generating smaller local conversations with other stakeholders.

Importantly, opt-out leaders have invited a wide and diverse collection of parents into their movement. They have proposed alternative forms of assessment. They have effectively pressured legislators to reduce testingin states like New York and to remove “zero score” penalties for children who do not take the test.

Overcoming complacency

The consciousness-raising actions of opt-out organizations have forced some people who see testing as an unavoidable part of life in schools to rethink their assumptions. A school boycott could lead to rethinking among those who feel powerless to stop school shootings.

The school boycott cannot just focus on troubling, but rare mass shootings. Based on what I know about effective political dissent, boycotters would need to expose widespread smaller forms of violence in our schools in order to paint a more complete picture of the problem and spur change. Like the Opt Out movement, boycotters would also need to highlight related practices, such as lock down drills and the arming of teachers, to expose ways in which those practices deprive classrooms of educational time, concern teachers, and cause fear in children. Boycotters should reveal how insecurity due to violence create a climate that lacks the stability and focus children need to learn well.

More than just skipping school

Finally, boycotting doesn’t mean simply staying home. It requires public demonstrations to raise awareness and to pressure legislators by letting them see the dissatisfaction and demands of the public. It entails a call to deliberate with other citizens, gun advocates, teachers, legislators and others to reach moments of compromise and consensus as well as to craft alternatives.

These alternatives might take the form of particular gun laws, but may also relate to other aspects of school culture that impact school violence, such as bullying, stress and exclusion.

How do we preserve educational opportunity if classrooms are empty? At a minimum, boycotters must model quality political dissent for students so that they learn how to be effective citizens, one of the most longstanding and widely accepted educational aims.

Moreover, parents should join up with students who’ve already led the charge through staging national school walkouts in the wake of Parkland and other shootings. And they should collaborate with organizations like Black Lives Matter, who have already been championing the need for safety in schools, in order to craft better informed plans for change.

A sufficiently robust boycott could prompt new forms of gun legislation and bring new practices to curb violence to America’s schools. All the while, parents may become more active citizens in the democratic process of public education and students may witness – and participate in – political dissent in action.

*Fuente: https://theconversation.com/could-protest-curb-school-violence-lessons-from-the-opt-out-movement-96975

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Congress Needs To Follow The Research And Prioritize Higher Education

Por: Kim Cassidy

Worldwide, we have seen a trend towards increasing investment in traditional higher education, including and especially liberal arts programs like philosophy, economics, mathematics, biology and chemistry. But in the U.S., we’re questioning not just the dollars-and-cents value of a four-year degree but the developmental, intellectual and societal value.

The tax bill passed in December placed a 1.4% excise tax burden on the investment income of select private colleges, which will reduce funds available for scholarships, academics and facilities. And the overhaul of the Higher Education Act (PROSPER Act) currently making its way through Congress notably increases funding and access to short-term, vocational programs and at the same time cuts $15 billion in federal student aid for college students over the next decade.

While students should have the option to gain the immediate skills they need through vocational programs, the long-term benefits of higher education cannot be pushed aside. Since the end of the Great Recession,college graduates have captured most of the new jobs and pay gains. But the benefits of a college education are not just economic: they’re also neurological.

As a college president and professor of psychology, I am attuned to educational outcomes. I have seen how a college education exposes students to new modes of thinking, pushes them to challenge received ideas, teaches them to make evidence-based arguments and asks them to integrate different kinds and levels of information to solve complex problems (popularly known as systems thinking). I have watched students grow exponentially and become fundamentally different thinkers and learners.

Recent work on adolescent brain development, especially that of neurologist Frances Jensen and psychologist Laurence Steinberg, supports what I have seen myself – that a college education not only imparts information and skills to students, but may change the very structure of their brains.

Using various forms of imaging to study brain function, researchers find that in adolescence (the period between ages 10 and 25) the brain has an increased capacity to build new neurons and new and stronger connections among neurons, contributing to the development of higher-level thinking capabilities such as planning and abstract thinking. In this period, learning is faster and the capacity for new ways of thinking is enhanced. Neuroscientists call this potential for change “plasticity.”

In other words, plasticity creates a heightened ability to benefit from increased intellectual engagement, problem solving, and exposure to novel concepts and skills – exactly like those taught and experienced in college. Failing to maintain exposure to new challenges will ultimately fail to build or expand brain matter in the same way.

*Fuente: https://www.forbes.com/sites/kimcassidy/2018/05/29/congress-needs-to-follow-the-research-and-prioritize-higher-education/#52c0c5ec5d42

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Chino estadounidenses mantienen liderazgo en conclusión de educación superior en EEUU

China / 10 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: spanish.china.org

Ahora que están a punto de acabar su último año escolar, los chino estadounidenses mantienen el impulso como uno de los grupos étnicos que más concluye sus estudios de educación superior.

Por ejemplo, de los 4.300 estudiantes que egresaron la semana pasada de Queens College en Nueva York, el nueve por ciento son chino estadounidenses de primera generación y el 21 por ciento son chinos nacidos en Estados Unidos.

La cifra nacional de este año de chino estadounidenses egresados de educación superior aún no se ha calculado, pero las más recientes estadísticas muestran una tendencia al alza.

Alrededor del 26,7 por ciento de los asiáticos en Estados Unidos son chino estadounidenses universitarios y hasta el 28,5 por ciento cuentan con posgrado, indicó en mayo el Buró de Estadísticas de Estados Unidos, el cual añadió que el 23 por ciento de los asiático estadounidenses han obtenido un título universitario o de posgrado.

Los asiático estadounidenses son uno de los grupos étnicos mejor preparados en Estados Unidos. El 53,2 por ciento de ellos con más de 25 años ha obtenido título universitario o superior, lo que supera el nivel nacional de 31,2 por ciento, según el buró.

Wang Xiaochen, de 26 años de edad, se graduó de Queens College después de estudiar ciencias informáticas durante cuatro años. Wang dijo al diario local World Journal que a través de la experiencia en la universidad y en Nueva York, superó los obstáculos lingüísticos y logró su independencia.

Zhao Jiayi obtuvo un título en contabilidad. Su familia inmigró hace más de 40 años de Hong Kong, China, a Estados Unidos. A su madre le dio gusto ver que su hija cumplió su sueño de terminar la educación superior y encontrar un trabajo que le gusta justo después de graduarse.

Li Jianqiang, de 33 años de edad, fue transferido a un colegio comunitario a Queens College para estudiar ciencias informáticas. Después de graduarse fue contratado y sus padres vinieron para compartir su éxito.

Queens ha sido considerado durante mucho tiempo uno de los barrios más diversificados de la ciudad de Nueva York, dado que la mitad de su población son inmigrantes.

El total de asiático estadounidenses supera los 21,4 millones. Los chino estadounidenses encabezan este espectro demográfico con 5,08 millones miembros en total, según el buró.

Fuente de la Noticia:

http://spanish.china.org.cn/science/txt/2018-06/04/content_51628440.htm

Fuente de la Imagen:

http://cctv.cntv.cn/2014/09/17/VIDE1410916324374746.shtml

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El camino del fascismo

Un movimiento despertado de su latencia capaz de destruir todo sentimiento humanitario.
Por: Carolina Vásquez Araya
A Claudia Patricia la condenaron su pobreza, su país y el fascismo revivido
Europa, Estados Unidos y ahora América Latina viven bajo la sombra de uno de los movimientos más destructivos de la historia de la Humanidad. El fascismo revivido hace estragos con cualquier intento de humanizar las políticas de los Estados y carcome el alma misma de las sociedades, creando una ola de rechazo por todo lo considerado “diferente” y segregando a los grupos más pobres como si fueran estos los culpables por todos los males del planeta.

En ese ambiente de desprecio y represión contra las personas por motivos de etnia, religión, nivel socio económico o simplemente por hablar otro idioma, son los cuerpos de choque –uniformados o mercenarios- quienes realizan la tarea de hacer saber cuáles son las reglas del juego. Por esas reglas de la discriminación y el racismo es como niñas, niños, hombres y mujeres del triángulo norte de Centro América sufren persecuciones, violaciones, tortura y muerte, por la sola audacia de haberse atrevido a cruzar fronteras que supuestamente los llevarían a encontrar mejores condiciones de vida. Así fue como una jovencita de apenas 20 años –Claudia Patricia Gómez González- perdió la vida de un balazo en la cabeza disparado por un guardia fronterizo al ingresar a territorio estadounidense.

Claudia Patricia encontró la muerte por mandato desde la cabeza misma del imperio, desde el momento que el presidente del país más poderoso del planeta emprendió la misión de “limpiar” su territorio de latinos y toda clase de extranjeros “indeseables” para sus planes de imponer un estilo fascista de gobierno. Al parecer ignorante de su propia historia, este mandatario se ha empeñado, con una persistencia digna de mejores causas, a la tarea de transformar a la sociedad estadounidense en una especie de modelo de su concepto de comunidad en la cual no tiene cabida la diversidad.

Claudia Patricia no encaja en el perfil aceptable para las leyes de inmigración de Estados Unidos. Tampoco encajó en los grupos objetivo de los planes de desarrollo de su país, Guatemala, en donde no tuvo oportunidad de tener acceso a una educación de calidad que le permitiera progresar en la vida. De haberla tenido, hoy probablemente viviría. En su pueblo, San Juan Ostuncalco, tal y como suele suceder en las áreas rurales guatemaltecas, los servicios estatales son deficientes; la población carece de agua potable, letrinas y cobertura educativa suficiente para una población en creciente aumento, con niveles inaceptables de pobreza y abandono.

Así como ella no encajaba en los planes de su gobierno, tampoco lo han hecho los miles de niños, niñas y adolescentes migrantes desde estas tierras, quienes atrapados en una cadena de horrores desde su nacimiento y ávidos de encontrar una ruta hacia el futuro, se lanzan en una aventura demencial. De ese desfile interminable hacia la tierra de la abundancia son pocos quienes logran su cometido. Muchos quedan en el camino sometidos a los más atroces abusos por las organizaciones criminales, dedicadas -con complicidad de las autoridades de todos los países involucrados- al muy productivo negocio de la trata de seres humanos. Otros, simplemente, son víctimas de su propia fragilidad y quedan tirados en el desierto, ahogados en los ríos durante una travesía para la cual nunca estarían preparados o muertos de un balazo, pero sin quien registrara el hecho para denunciarlo.

De este lado del continente su familia la llora y las redes hierven de justa indignación por este absurdo hecho de sangre. Las autoridades, por su parte, muy atareadas en luchar contra la Cicig para poner atención a este “hecho aislado”.

Blog de la autora: www.carolinavasquezaraya.com

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