Ser músico y enamorarse de la pedagogía: entrevistamos al actor que dará vida a “Wena Profe”

Chile / Autor: Lorena Tasca / Fuente: Elige Educar

Bajo el título de “Wena Profe” Televisión Nacional de Chile prepara una nueva teleserie, que tiene como protagonista a un músico que termina enamorándose de la pedagogía. Conversamos con el actor chileno Marcelo Alonso para conocer cómo prepara el personaje y cuáles son sus impresiones sobre el rol docente.  

“Wena Profe”, la teleserie que sucederá a “La Colombiana” en la franja de las 20:00 horas del canal Televisión Nacional de Chile (TVN), tiene como eje central la educación escolar. Uno de los personajes más importantes es el que interpreta el actor chileno Marcelo Alonso, quien caracteriza a Javier Meza, un músico que con el paso del tiempo se enamora de la docencia.

Dentro del establecimiento, llamado Bristol School, Meza deberá enfrentar diversos obstáculos al querer crear una banda de rock con los alumnos -al mejor estilo de Jack Black en “Escuela de rock”. Además de enfrentarse a los retos propios de la pedagogía y los conflictos que tendrá con la directora del colegio -interpretada por Mane Swett-, una mujer se resiste a las innovaciones pedagógicas. “Todo en tono de comedia”, advierte Alonso.

— ¿Cómo preparó el personaje? ¿Tuvo que investigar o hacerle seguimiento a algún profesor?

— Sabes que más que seguir a un profesor en particular, me acordé de todos los profesores que tuve, me acordé también de mi papá y mi mamá que son profesores. La educación es algo súper cercano a mi familia. Por eso entiendo muy bien lo difícil que es, todo lo rico que uno aprende, toda la frustración que llega, sé cuánto ganan los profesores, todo.

— ¿De qué daban clases tus padres?

— Mi mamá era profesora de artes plásticas y mi papá fue profesor de contabilidad en muchas universidades. Ambos están jubilados ahora.

— Al saber que conoce tan de cerca la docencia, ¿cuál su opinión sobre la profesión y qué valor le das a la misma?

— Mi opinión es la mejor de parte de las personas que hacen el oficio. Pero siento que el lugar que ocupa en el país está pobre, muy poco considerados, se les paga tan poco y ocupa un lugar tan poco importante en el país, es lo que encuentro. Yo soy de los que opina que los profesores deberían ganar muy bien para que pudiesen tener una muy buena calidad de vida, para que pudiesen trabajar menos, para que pudiesen tener acceso a todo lo que está pasando, para que sus familias estuvieran contentas. Encuentro que es un trabajo muy importante para una sociedad, fundamental. El lugar que ocupan los profesores para los japoneses es algo súper importante, súper potente y en nuestro país es súper malo.

— Al tener esta experiencia de interpretar a un músico que pasa a ser profesor, ¿cuál crees que ese el gran aporte que le da la música a la educación?

— Más allá de la música, siento que el arte aporta. Yo soy actor y entonces tengo mucha relación con eso y bueno, da creatividad. Que es una creatividad que viene a partir de ti y desde ahí se generan preguntas, y de ahí la posibilidad de generar tus propias respuestas. De hecho, yo no sé si lo que necesita hoy día nuestra sociedad es más instrucción, porque lo que yo creo que lo que necesita es más niños creativos.

— ¿Cómo cree que los docentes se verán reflejados en “Wena profe”?

— Yo pienso que en muchas cosas, pues imagínate. En el tener que hacer clases frente a los cabros, que los cabros escuchen, que unos no pescan, que está el profesor de física, que está la directora, que hay que tener una educación súper formal, pero también se dan cuenta de la importancia de que sean súper creativos. También se van a mostrar todos los problemas de los colegios y se reflejarán ahí los profesores y los alumnos respecto a la problemática de la duración. Ahora, insisto, esto es en un formato de teleserie de las 8:00 de la noche, que es una comedia romántica, no es “El reemplazante”, porque ahí la problemática era mucho más potente.

— ¿Y qué mensaje le daría usted a los jóvenes que tienen entre sus opciones profesionales la docencia?

— Más que nada que sí… Es que sabes que a mi me da tanta rabia el asunto de las pocas políticas estatales, que dan ganas de que nadie fuera profesor para mostrar de alguna forma lo importante que es la profesión. Pienso que a la gente que quiere ser profesor, yo le diría que trate de encarar desde el comienzo de su trabajo las reformas necesarias que hay que hacer en el lugar que ocupa la profesión dentro del Estado, dentro del país, como prioridad dentro de su trabajo digamos. Confío en las nuevas generaciones, en que desde ya empiecen a preocuparse en modificar la situación.

La visión de los docentes

Lilian Sepúlveda (32) y Miguel Roble (30) son dos profesores de música que durante sus años de experiencia han impartido clases desde preescolar hasta 8vo básico. Roble, quien ya suma siete años como docente y actualmente trabaja en el colegio Cree de Cerro Navia, y Sepúlveda, que está desde 2013 en el Puelmapu de Peñalolén, consideran que la idea de TVN es positiva, porque podría mostrar cómo la pedagogía cambia las formas de ver el mundo de un músico.

“Hay muchos músicos que descubren tarde esta veta más social en la educación y que requiere meterse en un mundo más social y no individualista, es todo un mundo el que hay por descubrir en la pedagogía”, expresa Roble.

En tanto, Sepúlveda espera que “Wena profe” muestre la transformación que se puede producir en el personaje al “descubrir el valor que tiene compartir tus conocimientos con otros, ese es un ejercicio muy valioso”.También esperan que con la llegada de esta nueva teleserie la música como cátedra sea tomada en cuenta.

“A mi me pasó que nunca tuve un profesor de música, ni en preescolar ni en básica. Sólo en media, ahí tuve una profesora que me llevó más a esto de la música y ella fue la que descubrió mis habilidades, sin ser profesora de música, era de historia. Por eso, yo muchas veces me pregunto cuáles serían mis habilidades si hubiera contado con profesores especialistas en música”, dice Sepúlveda.

Para Roble, la música cobra vital importancia en la formación de nuestros estudiantes dado su aporte al desarrollo de habilidades cognitivas y sociales.

“La música es importante porque ayuda a los niños a desarrollar muchas habilidades cognitivas. Les ayuda con las habilidades sociales, con el conocerse, con la coordinación, hasta con las matemáticas, porque la música tiene mucho que ver con las matemáticas. Es una actividad cerebral distinta y muy valiosa, que debería tomarse más en cuenta”

Con “Wena profe” se espera eso, que el valor del ejercicio docente y la importancia de la vocación se instale como tema en la cotidianidad chilena, sin importar si se trata de profesores de música o no. Que se hable de todos aunque sea en tono de comedia, porque son ellos, los que preparan el futuro y algunas veces, a los grandes músicos de los próximos años.

Fuente de la Entrevista:

http://www.eligeeducar.cl/musico-enamorarse-la-pedagogia-entrevistamos-al-actor-dara-vida-wena-profe?utm_content=buffer8e42d&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

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“Lápiz, tinta”… y tiza.

«Tenemos a los que denominamos con ironía y cierta sorna como ‘desertores de la tiza’, algunos de los cuales, tras olvidar rápido que han sido compañeros de faenas educativas, vienen a sentar cátedra a los colegios e institutos y sermonearnos con las cuatro consignas gubernamentales bien aprendidas y a darnos lecciones de cómo se debe enseñar, precisamente ellos, los que han abandonado todo contacto con las aulas ¡Tiene miga el asunto!»

Europa/España/Fuente: http://www.eldiario.es/

Por:Jose Jeronimo Rodriguez Carrasco.

Al llegar a una determinada edad “en el limbo del tiempo que se nos va” y con un buen trecho ya recorrido, tanto en el itinerario de la vida como en el del ejercicio profesional, toca pararse en la vera del camino, mirar hacia arriba, decir al viento “libro, nube, este es mi destino” y recogerse “en la templanza  que (…) da la anestesia del recuerdo” para reflexionar sobre todo aquello que ha quedado atrás.

Lejos del manido tópico de: “¡qué largas vacaciones tienen los profesores!”, la realidad educativa del día a día en un centro educativo es muy distinta a la que mucha gente imagina ya que esta se manifiesta como compleja, poliédrica, llena de matices…y, algunas veces, frustrante.

Durante los últimos años los profesores en la Enseñanza Pública hemos sufrido una cascada de leyes y medidas preventivas que estigmatizan de entrada a todo el profesorado con la etiqueta de “malos”. Por unos pocos, la Administración ha puesto el ventilador parar tratar de esparcir el olor a podrido que genera una minoría absentista y despreocupada sobre todo el colectivo docente. ¡Qué podemos esperar si hasta una antigua ministra del ramo nos ha puesto en la picota! ¡La misma que dice no haberse enterado de tener como mano derecha a un corrupto durante su etapa como gobernante madrileña!

No obstante, mi impresión en los distintos centros donde he trabajado durante más de dos décadas ha sido la de toparme con un nutrido grupo de excelentes profesionales que siempre han dado lo mejor de sí para explorar nuevas vías  didácticas con las llegar mejor a sus alumnos.

Por otra parte, tenemos a los que denominamos con ironía y cierta sorna como “desertores de la tiza”, algunos de los cuales, tras olvidar rápido que han sido compañeros de faenas educativas, vienen a  sentar cátedra a los colegios e institutos y sermonearnos con las cuatro consignas gubernamentales bien aprendidas y a darnos lecciones de cómo se debe enseñar, precisamente ellos, los que han abandonado todo contacto con las aulas ¡Tiene miga el asunto!

Mientras escribo este artículo me viene a la mente el oportuno comentario que hizo una chica de 2º de Bachillerato durante el Acto de Graduación del pasado curso 2015 -2016 en mi Instituto. Comenzó su intervención diciendo que se consideraba como una auténtica superviviente del mareo producido por esa legión de leyes educativas de los últimos tiempos…LOCE, LOE, LOMCE. Ese mismo sentimiento de ser una especie de náufragos perdidos en el mar de la ausencia de un marco legal estable y duradero en materia educativa es una percepción muy extendida entre el profesorado.

A ello habría que sumar algunas limitaciones insalvables propias de las infraestructuras de los centros y que condicionan de forma grave las estrategias didácticas. ¡Cuántas veces en las reuniones de tutores nos hemos lamentado por esas mesas absurdamente ancladas al suelo en las aulas para sostener unos ordenadores obsoletos! ¿En esas condiciones y con clases llenas hasta la bandera, en las que no hay un espacio libre, cómo trabajar en grupos con los alumnos?

Además,  en los últimos tiempos estamos inmersos en un serio retroceso en las condiciones laborales y de pérdida de derechos del profesorado. El aumento de las horas lectivas de unos ha sido la excusa perfecta para meter las tijeras en los puestos de trabajo de otros. En el caso de retraimiento de derechos tan solo un botón de muestra entre otros muchos: la progresiva falta de control de los claustros de profesores sobre las direcciones de los centros educativos, las cuales han pasado de ser elegidos primero por el propio profesorado, más tarde por la comunidad educativa a través de los Consejos Escolares y ahora de forma directa por la Administración.

Por si esto fuera poco, se constata que no hay una verdadera voluntad política y de la sociedad en general para coger el toro por los cuernos de los auténticos males que aquejan a la Enseñanza Pública, en especial, la todavía alarmante tasa de fracaso escolar.

Otro aspecto a  resaltar es el de la progresiva burocratización de la vida del enseñante en la que cada vez se exigen más “papeles” (programaciones, memorias, informes, evaluaciones…), que son completamente inoperativos y que, a mi parecer, encubren  el fracaso de unas políticas educativas que no quieren ir a la verdadera raíz de los problemas de la enseñanza. Decía Carandell, el antiguo y brillante cronista parlamentario ya desaparecido, que los políticos del signo que fueran cuando querían que un asunto durmiera el sueño de los justos creaban una comisión. Ahora tenemos esas comisiones convertidas en montañas de papeles inútiles.

En mi opinión, las verdaderas reformas educativas son las que se emprenden desde abajo por un puñado de quijotes que, por su cuenta y riesgo, de forma altruista, con muy pocos recursos y escaso apoyo, tratan de explorar nuevas vías educativas que se salgan de la inercia en la que está metida este gigantesco mastodonte desfasado que es nuestro actual sistema educativo. Uno de estos valientes innovadores es César Bona, quien en el libro la “Nueva Educación” trata de recuperar para las aulas principios básicos como la estimulación de la imaginación, la creatividad, la curiosidad… También nos recuerda este maestro ejemplar la necesidad de fomentar la empatía  hacia los alumnos, de promover en  niños y jóvenes la formación y la expresión  de opiniones libres y críticas  y de favorecer modelos que convivencia en los que compartir prevalezca sobre competir.

Pero también toca entonar el “mea culpa” y asumir nuestra propia responsabilidad en todo que ha ocurrido por la gran pasividad y desunión que hemos mostrado el profesorado de la Enseñanza Pública, curso a curso, sin ser capaces de articular una única voz de protesta contra esta situación continuada de degradación y de abuso, -a excepción de esas combativas “mareas verdes”-; e igualmente debemos reconocer que, bien por comodidad o desidia,  no intentamos ir más allá y dar alternativas a este modelo caduco de repetición de conocimientos, de “examinitis” y de “notitis”.

Por otra parte, después de años y años de asistir como convidados de piedra a esa dilapidación de recursos públicos en forma de evaluaciones externas de “diagnóstico”,  que, por mucho que se hagan una y otra vez, siguen mostrando de forma terca los mismos síntomas de una enfermedad, para la que no hay más remedio desde arriba que “la cebada al rabo del burro muerto”… ahora, encima, nos vienen con las reválidas. ¡Si no quieres evaluaciones, pues tres  cazos de revalidas!

En las aulas cada vez se ve un creciente ambiente de competición entre los alumnos por la nota pura y dura y los profesores observamos  alarmados el aumento de casos de ansiedad entre los chicos y chicas jóvenes  por la calificación de un examen de dos temas o una mala nota, ¿qué ocurrirá con un niño de Primaria o un chaval de Secundaria que se juegue en un examen el tener o no un título?, y además  ¿qué valor tendrán a partir de ahora las calificaciones dadas por los maestros y profesores frente al negocio de unos evaluadores privados  externos pagados con dinero público?

Me perece una auténtica locura meter a los alumnos desde una temprana edad dentro de esta espiral insana de competición a la que nos están encaminando estos gurús del individualismo y del neoliberalismo político y económico y que, para mayor desgracia, es aceptada de forma acrítica y preocupante por una mayoría  social ¿En qué quedará el placer de saber, de descubrir, de caminar y crecer junto a otros, si todo se limita una combate feroz por la mejor nota de examen en examen, de prueba en prueba y de reválida en reválida?

Sin embargo, a pesar de los recortes de profesores, del empeoramiento de las condiciones laborales, de la falta de respuesta desde el poder político a los acuciantes desafíos de la educación,  de la desunión del colectivo docente, de sufrir el escarnio de una parte de la sociedad… a partir de septiembre, con el comienzo de un nuevo curso escolar intentaré convertirme en un “maestro salmón”, como dice César Bona, para saltar y sortear los obstáculos, y me podré con ilusiones renovadas delante de nuevos grupos de alumnos para cantar junto al “Ultimo de la Fila”:

“Ahora quiero sentir, caminar; ahora quiero pintar, percibir; lápiz, tinta,…tiza y el placer de reencontrar”.

Fuente: http://www.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/Lapiz-tinta-tiza_0_545945745.html

Imagen: 

http://images.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/Lapiz-tinta-tiza_EDIIMA20160808_0246_5.jpg

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