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Ecuador debe mirar al Sur

Por: Atilio A. Boron

El próximo domingo 19 de Febrero se celebrarán en Ecuador elecciones presidenciales. Será una nueva y decisiva prueba de fuego para los procesos progresistas y de izquierda que se abrieron en América Latina desde finales del siglo pasado. En el último año aquellos sufrieron varias derrotas a partir del aciago momento en que poco más de la mitad del electorado argentino decidió que era necesario cambiar -sin preguntarse en qué dirección y bajo cual liderazgo- y darle una oportunidad a una alianza de derecha que, en la campaña electoral, había jurado que mantendría “todo lo bueno” hecho por el kirchnerismo y corregir lo que estaba mal. Lo ocurrido después desnudó el carácter absolutamente demagógico de esas promesas porque una vez en la Casa Rosada el gobierno de Mauricio Macri puso en marcha un programa encaminado a desandar el camino transitado los doce años anteriores. La bien conocida “restauración conservadora”, que hoy abruma y oprime al pueblo argentino.

La derrota del kirchnerismo, en Noviembre del 2015, fue el preludio de un perverso “efecto dominó” cuyos principales hitos fueron el revés sufrido por el gobierno bolivariano de Venezuela en las elecciones de la Asamblea Nacional de Diciembre del 2015; el que experimentara el presidente Evo Morales en el referendo de Febrero del 2016 y el inesperado –y lamentable- resultado del convocado por el presidente Juan M. Santos por la paz en Colombia, en Octubre del año pasado. Esta sucesión de tropiezos adquiere una dimensión desoladora cuando a ellos se le suma el “golpe institucional”, o “golpe blando”, propinado al gobierno de Dilma Rousseff en Brasil, apelando a diversos dispositivos de carácter pseudo-legal y francamente inconstitucionales los cuales, sin embargo, no impidieron la destitución de la presidenta brasileña sumiendo a ese país en una crisis política y moral que potencia la ya de por sí gravísima crisis económica.

En este marco, la inminente elección ecuatoriana adquiere una importancia trascendental. Muchos latinoamericanos confiamos en que una victoria de la candidatura de Alianza País, presidida por Lenin Moreno, podría marcar el principio de la contraofensiva reaccionaria orquestada desde Washington y cuyo objetivo es volver a la situación en que América Latina y el Caribe se encontraban al anochecer del 31 de Diciembre de 1958, en vísperas del triunfo de la Revolución Cubana. Ese es el objetivo estratégico -expresado con uso y abuso de eufemismos para ocultar tan inconfesables designios- en diversos documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos cuando, con melifluo lenguaje, hablan de “restablecer la paz y la seguridad” en el Hemisferio Americano. Es por eso que la continuidad del gobierno de Alianza País tiene una proyección continental que excede el ámbito estrictamente ecuatoriano. Una nueva derrota de las fuerzas progresistas y de izquierda en Ecuador ratificaría el agotamiento del impulso ascendente de las luchas populares, aislaría a los gobiernos de Evo Morales y Nicolás Maduro, y robustecería las esperanzas de quienes, desde la derecha y con el concurso de alguna izquierda que hace tiempo perdió la brújula, profetizan con el apoyo de los medios de comunicación del imperio el “fin del ciclo progresista” y nos impulsan a dar un salto al vacío, optando por un “cambio” aparentemente inocente pero que nos colocaría, una vez más, bajo la férula de las feroces oligarquías de la región.

Esta apuesta por la continuidad del gobierno de Alianza País no significa ignorar las asignaturas aún pendientes, o los errores y problemas suscitados en la gestión gubernamental a lo largo de estos años –tema sobre el cual el heterogéneo arco opositor machaca sin cesar. Pero aún reconociendo esto es preciso preguntarse, con total honestidad, ¿cuál gobierno en este mundo está exento de críticas? Maquiavelo decía socarronamente en El Príncipe que ni siquiera los principados eclesiásticos, que contaban con la protección directa de Dios, estaban a salvo de los males de la política. ¿Cómo podría un principado común y corriente, terrenal, estar exento de ellos? Por eso es preciso valorizar los trascendentales cambios que tuvieron lugar en los últimos años en Ecuador. Los que hace muchas décadas visitamos ese país comprobamos que cambió mucho, y para bien, y que sería imperdonable que esas transformaciones no fuesen reaseguradas y fortalecidas, arrojándolas por la borda en búsqueda de un “cambio” que todos sabemos hacia donde se dirige: reconstruir la vieja trama social de desigualdad, inequidad y opresión que caracterizó a ese país durante siglos. Y quienes tengan dudas, miren al Sur. Miren lo que está ocurriendo en la Argentina o en Brasil y verán, en esos tenebrosos espejos, lo que podría esperarle al Ecuador en caso de que la derecha vuelva al gobierno. El Ecuador de hoy poco o nada tiene que ver con el que conociéramos en el pasado. Su gobierno es un ejemplo de que aún un país con una economía pequeña, altamente vulnerable, carente de moneda propia (y por lo tanto sin poder echar mano de un instrumento fundamental de manejo macroeconómico: la política monetaria) y rodeado de vecinos que se sometieron sin chistar a la hegemonía norteamericana y firmaron gravosos tratados de liberalización comercial que perjudicaron la competencia de las exportaciones ecuatorianas y con un gobierno acosado sistemáticamente por el imperio a través de un enjambre de organizaciones sociales, falsas ONGs, fuerzas políticas y medios de comunicación que atacaron sin respiro al presidente Rafael Correa; aún bajo esas condiciones, decíamos, el gobierno de Alianza País demostró que fue posible construir una sociedad mejor -reduciendo significativamente la pobreza, garantizando el acceso a salud, educación y movilidad a sectores secularmente privados de ello, desarrollando una impresionante infraestructura de transporte y comunicaciones y ejerciendo una política exterior latinoamericanista e independiente- y que, por lo mismo, no se debe escatimar esfuerzo alguno para garantizar la continuación y profundización de este vital proceso. La creencia de que, sobre la base del señalamiento de los yerros e insuficiencias que tiene todo proceso político real, un cambio político va a ser para mejor en el Ecuador; que la oposición actuará patrióticamente, sin ánimo revanchista y sin intenciones de revertir algunos de los más grandes logros del gobierno del presidente Rafael Correa, y que, como lo prometió Mauricio Macri en la Argentina, se consolidaría “lo que estaba bien” y se “corregiría lo que se había hecho mal”; una tal creencia, en síntesis, es una muestra de una virginal inocencia, en el mejor de los casos. Por eso exhorto a mis amigos y amigas ecuatorianas, varios de los cuáles me hicieron conocer su disgusto con el gobierno actual, que miren lo que nos está pasando en el Sur. Detrás de un lenguaje edulcorado esa derecha ecuatoriana y sus mandantes del imperio tienen el perverso propósito de regresar el reloj de la historia al pasado, encubriendo tan siniestros designios con una hueca palabrería progresista y republicana que engañó a muchos en Argentina y Brasil y que ahora, viendo al monstruo en acción destruyendo metódicamente los logros de la última década, están arrepentidos por haber caído en la trampa de que “todo es igual. Que Dilma era lo mismo que Aécio. Que Scioli era lo mismo que Macri”. Y no era así, no fue así, y ahora se están pagando las consecuencias de tan funesto error. Espero que en ese entrañable país que se llama Ecuador no se reitere lo ocurrido en el Sur. Los candidatos pueden, admitámoslo como una hipótesis, parecer lo mismo, pero no lo son porque personifican procesos históricos y fuerzas sociales muy diferentes, y sería un yerro fatal ignorar tal cosa. Por eso, por el Ecuador y su futuro; por América Latina y su futuro es imprescindible asegurar la victoria de Alianza País el próximo 19 de Febrero. Sería, tengo esa esperanza, el inicio de una contraofensiva popular destinada a erigir un dique a la “restauración conservadora” del imperio.

*Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=221627

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El ecologista Van der Bellen gana las presidenciales en Austria

Austria/05 de Diciembre de 2016/Aporrea

 

SU RIVAL, EL ULTRA NORBERT HOFER, RECONOCE SU DERROTA. LA VICTORIA DEL PROGRESISTA FRENA EL AUGE DE LA EXTREMA DERECHA EN EL PAÍS, QUE AÚN ASÍ CONSIGUE SU MEJOR RESULTADO.

Alexander Van der Bellen, candidato independiente y antiguo líder de Los Verdes, ha ganado las elecciones presidenciales en Austria. Su rival, Norbert Hofer, representante del partido de extrema derecha Partido Liberal de Austria (FPÖ), ha reconocido su derrota al comprobar los datos de los primeros sondeos.

«Felicito a Alexander Van der Bellen por su éxito y pido a todos los austríacos que sigan unidos y trabajen juntos. Todos somos austríacos, no importa cómo hayamos decidido en las urnas», ha escrito Hofer en un mensaje en Facebook. «Queridos amigos. Os doy las gracias, me habéis apoyado de forma maravillosa y estoy infinitamente triste de que no haya funcionado esta vez. Me hubiese encantado cuidar de nuestra Austria», ha agregado.

Anteriormente, el jefe de campaña de Hofer, Herbert Kickl, ya había reconocido la derrota del ultranacionalista FPÖ, no sin denunciar una «campaña del miedo». «Hofer ha rendido de forma inhumana, no fue una situación fácil, ya que fue uno contra todos. Esto no es el final de historia. El sistema ha logrado una última vez frenar el cambio», ha declarado Kickl. Por su parte, Eva Glawischnig, jefa de Los Verdes, el partido que Van der Bellen dirigió durante años, ha calificado la jornada electoral de un «día histórico».

En sus primeras declaraciones como presidente federal electo, Van der Bellen, un profesor universitario de 72 años, progresista e intelectual, ha subrayado que «Los resultados de estas elecciones son una señal de que mis posiciones proeuropeas son compartidas por la mayoría de los votantes». A su juicio, estas elecciones han enviado «una buena señal a las capitales de la Unión Europea (UE): se pueden ganar unas elecciones con un mensaje proeuropeo», ha afirmado a la televisión pública austríaca ORF.

«Es del mayor interés para Austria, para los trabajadores y el empleo, ser un miembro de la Unión Europea. Un miembro importante y que coopera de forma positiva», ha agregado el político progresista, que desea ser el presidente de todos los austríacos, también de quienes votaron por su rival. «Quiero acercarme de forma activa a los electores del FPÖ, que tienen miedos genuinos, que deben ser tomados en serio», ha declarado. «Mi deseo es que la gente que me encuentre en las calles diga ‘nuestro presidente’ y no ‘el presidente'», ha agregado.

Van der Bellen, que ha logrado reunir el apoyo tanto de su antiguo partido, como del socialdemócrata, los liberales e incluso sectores del Partido Popular, ha logrado mejorar con mucho sus resultados del pasado mes de mayo. Entonces ganó por la mínima unos comicios que fueron impugnados por Hofer y su FPÖ. El Tribunal Constitucional austríaco invalidó esas elecciones y ordenó una repetición por haber registrado irregularidades formales en el recuento del voto por correo. Si hace siete meses el progresista ganó con apenas 0,6 puntos de ventaja y 31.000 papeletas (en un país con 6,4 millones de votantes), en esta repetición su margen de victoria, a la espera de que este lunes se den los datos definitivos incluyendo el voto por correo, rondará los siete puntos porcentuales.

Detrás el 53,3% de votos logrado por Van der Bellen está principalmente el temor de muchos austríacos a un Hofer que durante la campaña jugó ambiguamente con la idea de un referéndum sobre la permanencia de Austria en la Unión Europea (UE). El presidente electo es consciente de que la sociedad austríaca se ha polarizado extremadamente durante esta campaña de casi un año, con mensajes especialmente duros por parte del FPÖ, y mucha violencia verbal en las redes sociales.

El FPÖ ha acusado a Van der Bellen de haber espiado para la Unión Soviética y a su padre, un ruso de origen holandés que se refugió en Austria huyendo de la revolución bolchevique de 1917, de haber tenido simpatías nazis. La llegada de refugiados de Oriente Medio a Austria, unos 90.000 en 2015 y ya casi 40.000 este año, también ha sido usado por Hofer para alimentar el miedo al terrorismo y la potencial islamización de la sociedad.

Van der Bellen, por su parte, no ha dudado en azuzar el temor a una salida de la UE si Hofer entraba en el Hofburg, la sede de la presidencia austríaca.

La elección del jefe del Estado de Austria, un cargo protocolario en un pequeño país de la UE, llevaba semanas siendo analizada como el nuevo campo de batalla del nacionalismo, tras los éxitos del Brexit y del republicano Donald Trump en EEUU. Casi mil profesionales de la comunicación de todo el mundo han estado acreditados para cubrir unos comicios que, en circunstancias normales, apenas despiertan interés fuera de Austria.

El FPÖ ha anunciado que esta vez no impugnará los comicios. A pesar de la derrota de este domingo, los ultras lideran todas las encuestas de opinión ante las próximas elecciones generales con una estimación del 33%. Se encuentran muy por delante de los partidos de la actual coalición de Gobierno, formada por socialdemócratas (27%) y democristianos (19%). Van der Bellen aseguró que si ganaba haría todo lo posible para no encargarle nunca al FPÖ la formación de un nuevo Ejecutivo, ni siquiera en caso de una victoria en las urnas. Hofer criticó esta advertencia por considerarla «antidemocrática».

Políticos de la extrema derecha de Francia, Alemania, Bélgica y Holanda, entre otros países, habían deseado suerte a Hofer, entre ellos el holandés, Geert Wilders, o el portavoz de Alternativa para Alemania (AfD), Christian Luth. También habían dado ánimos al ultra austriaco Marion Maréchal Le Pen, nieta del fundador del Frente Nacional (FN) francés, Jean-Marie Le Pen, y el presidente del partido de extrema derecha de la región belga de Flandes Vlaams Belang (VB), Tom Van Grieken.

Fuente: http://www.aporrea.org/internacionales/n301112.html

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Adiós al iPhone ‘Made in China’. ¿Lo conseguirá Trump?

Por. Marta Sofía Ruiz

La victoria de Donald Trump preocupa en el sector tecnológico, que ha recibido distintas amenazas del magnate durante la campaña.

El pasado 8 de octubre, y en contra de la mayor parte de los pronósticos, los estadounidenses que acudieron a las urnas le dieron la victoria a Donald Trump, quien pronto será investido como el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Atrás queda una campaña llena de exabruptos, insultos, declaraciones polémicas y guerras abiertas que le han enfrentado con distintos sectores de la sociedad que ahora se preguntan cuáles serán los cambios cuando Trump gobierne y cuánto de verdad había en sus polémicas futuras —y todavía supuestas— medidas.

Uno de estos sectores, ahora abiertamente preocupado por los resultados de la elección, es la industria tecnológica. Aunque el magnate no es precisamente un experto en ordenadores, y aparentemente ni siquiera sabe tuitear —llegó a afirmar que gritaba lo que quería decir y su equipo se encargaba—, su carrera hacia la Casa Blanca ha estado plagada de afirmaciones dirigidas hacia los gigantes tecnológicos y de promesas que podrían afectar al crecimiento de las startups.

«Trump llegó a afirmar que gritaba lo que quería decir y su equipo se encargaba de tuitearlo»

Uno de los grandes señalados por el dedo acusador de Trump es Apple. En el mes de febrero, el futuro presidente pidió que la ciudadanía se uniera a él en un boicot contra la compañía de la manzana mordida. Estaba en desacuerdo con la postura de los de Cupertino, que se negaban a crear una puerta trasera para que el FBI pudiera acceder al teléfono de uno de los supuestos autores del atentado de San Bernardino.

Un mes antes, el magnate realizaba las declaraciones que más deberían preocupar a la compañía que dirige Tim Cook. En una charla en la Universidad de Virginia, Trump afirmó que obligaría a Apple a fabricar sus productos en Estados Unidos. «Vamos a hacer que Apple construya sus malditos ordenadores y sus cosas en este país, en vez de en otros», dijo textualmente.

La posición de Trump, expresada eso sí de una manera muy agresiva y tajante, no es nueva. De hecho, en una cena en la que Obama se reunió con las principales figuras de Silicon Valley en 2011, el todavía presidente en funciones le preguntó al ya fallecido Steve Jobs qué sería necesario para que todos los empleos que Apple oferta en el extranjero —especialmente en China, donde se ensamblan todos los productos— se trasladaran a la nación de las barras y estrellas. La respuesta de Jobs fue clara: «Esos puestos de trabajo no van a volver».

Trump quiere que Apple fabrique sus productos en territorio estadounidense

Trump quiere que Apple fabrique sus productos en territorio estadounidense Dru Bloomfield

Aunque no se conocen los argumentos que el visionario esgrimió en dicha cena, los de Cupertino ha ofrecido varios motivos a lo largo de los años para justificar su producción en el extranjero: falta de ingenieros en Estados Unidos, la necesidad de una cantidad increíble de mano de obra y las posibilidades respecto a los plazos que ofertan las fábricas en China —derechos laborales conculcados mediante— son algunas de las principales.

Una de las anécdotas más citadas por la compañía para justificar la mayor capacidad de las empresas chinas se remonta a 2007. Apenas seis semanas antes del lanzamiento del iPhone, Steve Jobs decidió que los teléfonos se venderían con una pantalla de cristal, y no de plástico, indignado por las rayas que sus llaves habían causado en el prototipo que llevaba consigo. ¿Cómo sería posible un cambio tan grande en un plazo tan corto de tiempo? La respuesta estaba clara: China y sus fábricas en las que siempre hay empleados disponibles las 24 horas.

A todas estas razones expresadas públicamente hay que sumar el coste de la mano de obra, mucho menor en el país oriental. Si la amenaza de Trump se hiciera realidad, Apple podría verse en un gran apuro para llevar a buen puerto la producción de sus futuros productos manteniendo los mismos plazos y el mismo margen de beneficio.

Además, la amenaza no se dirige únicamente a los de Cupertino, aunque sea una de las declaraciones más recordadas de Trump. Parte de su plan para «hacer a América grande de nuevo» pasa por traer de vuelta toda la producción que las compañías estadounidenses tienen en el extranjero.

LOS OTROS OBJETIVOS DE TRUMP

Apple no es la única en la lista negra del magnate. Jeff Bezos, presidente de Amazon y dueño del Washington Post, tampoco es especialmente de su agrado. Trump ha acusado al empresario del comercio electrónico de utilizar su periódico a modo de panfleto, para moldear opiniones políticas que le favorezcan. También ha vociferado en distintos momentos que Amazon no paga todos los impuestos que debería. «Van a tener muchos problemas», afirmó Trump. «Compró ese periódico por prácticamente nada y lo está empleando como una herramienta de poder político, contra mí y contra otras personas. Y te diré algo, no podemos dejar que se salga con la suya», dijo en otra ocasión.

A pesar de la rotundidad de los ataques de Trump, Bezos ha sido bastante suave durante toda la campaña y ha tendido a rebajar el tono de la disputa. En una ocasión bromeó en Twitter con que todavía le iba a reservar un hueco a Trump en el cohete de Blue Origin —uno de los proyectos en los que está invirtiendo parte de su descomunal fortuna privada— junto al hashtag#sendDonaldtospace —»mandemos a Donald al espacio»—. En mayo, más serio, declaró que los comentarios de Trump no eran la forma correcta en la que un candidato presidencial debería comportarse.

Irónicamente, una de las medidas prometidas por el magnate podría beneficiarle. Trump ha afirmado que planea impulsar la exploración espacial, por lo que esta industria podría verse favorecida por distintos beneficios fiscales que afectarían al proyecto con el que Bezos bromeaba.

Más allá de ataques directos a empresas determinadas, Trump se ha mostrado contrario a muchas de las políticas que contribuyen al crecimiento de Silicon Valley. En particular, ha criticado abiertamente el programa de visados H-1B, que permite que trabajadores extranjeros altamente cualificados puedan ser contratados en los Estados Unidos y que les ayuda conseguir un permiso de residencia. Mientras los empresarios de la meca de la tecnología reclaman aumentar el número de visados de este tipo que pueden concederse al año, con el objetivo de poder contratar a más ingenieros, científicos y programadores de fuera de Estados Unidos, Trump quiere desmontar el programa.

En la misma línea, y empeñado en la creación de empleo americano, el próximo presidente también afirmó que planeaba aplicar impuestos muy altos sobre bienes manufacturados en China, algo que podría tener una fuerte repercusión en todas las compañías americanas que se nutren de componentes y piezas fabricados en el país. Esto quiere decir, que más allá de trasladar sus fábricas de vuelta a la nación americana, las empresas tampoco podrían adquirir los elementos necesarios para determinados montajes en el extranjero, a un precio más económico.

Según varios tuits de 2014, Donald Trump tampoco está de acuerdo con la neutralidad de la Red, el principio según el cual los proveedores de servicios y las autoridades que regulan internet deben tratar del mismo modo todo el tráfico, sin discriminar por franjas (reduciendo o aumentando la velocidad, por ejemplo) o cobrar al usuario de manera diferente en función del contenido que consuma.

Aunque todavía no se ha pronunciado claramente al respecto, sus críticas a las medidas impulsadas por Obama y aprobadas por la Comisión Federal de Telecomunicaciones, las quejas de otros republicanos y su firme postura antirreguladora hacen prever que esta barrera de internet, que la concibe como un servicio imprescindible y la protege de los intereses de las grandes empresas, podría desvanecerse.

Por otro lado, en función de las medidas que tome el candidato a lo largo de la legislatura y de la estabilidad que logre otorgar al país, las startupspodrían ver disminuida su financiación, sobre todo si disminuyera la confianza en la economía norteamericana o el país entrase en un periodo de incertidumbre política.

REACCIONES EN SILICON VALLEY

Aunque muchas de sus promesas, arengas y comentarios electorales están en el aire y de que Trump no ha presentado un plan concreto para la industria tecnológica, las reacciones de los empresarios del sector no se han hecho esperar.

Tras la victoria, los más agoreros, como Shervin Pishevar, cofundador de Hyperloop e inversor en empresas como Uber, se han lanzado a Twitter a pedir la independencia de California en lo que ya se conoce como #Calexit. El objetivo de esta iniciativa, que reclama la independencia del estado como una nación con entidad propia, sería que Silicon Valley no estuviera al alcance de las garras de Trump.

Sin embargo, la mayor parte de los grandes nombres de la tecnología han optado por una llamada a la unidad, a la calma y por ofrecerle al futuro presidente una mano tendida, o al menos, el beneficio de la duda.

Tim Cook ha escrito una carta conciliadora a sus empleados.

Tim Cook ha escrito una carta conciliadora a sus empleados. Mike Deerkoski

Tim Cook, en una carta remitida a sus empleados, ha afirmado que “más allá de a qué candidato se haya apoyado individualmente, el único modo de seguir avanzando es todos juntos”. Asimismo, les ha recordado que la suya es una compañía inclusiva, un mensaje destinado a tranquilizar a aquellos preocupados por el discurso del odio que ha mantenido el republicano durante la campaña: «Nuestra compañía está abierta a todos y celebramos la diversidad de nuestro equipo, aquí en los Estados Unidos, y alrededor del mundo, sin importar cuál es su aspecto, de dónde vienen, qué fe profesan o a quién aman».

En un comunicado titulado «Avanzado juntos: nuestros pensamientos sobre las elecciones estadounidenses», Microsoft ha declarado que «todo presidente electo merece sus felicitaciones» y que, como compañía, «están ansiosos de ponerse a trabajar con la nueva Administración y con el Congreso en asuntos de interés común».

Jezz Bezos, contra el que tan duramente ha cargado Trump, se ha servido de la red del pájaro azul para felicitar al nuevo presidente y comunicarle que tendrá la mente abierta y le desea éxito en su servicio al país. Por su parte, Mark Zuckerberg, en el punto de mira tras la victoria de Trump, debido a que su red social ha contribuido involuntariamente a extender bulos y noticias falsas que, según algunos sectores, han favorecido al republicano, ha publicado un breve texto en el que, sin mencionar el resultado de los comicios, ha afirmado que hay que trabajar «incluso más duro» y que es responsabilidad de todos «hacer un mundo mejor».

Al otro lado del espectro ideológico, el verso suelto de la industria en estas elecciones, Peter Thiel, cofundador de PayPal y uno de los primeros inversores de Facebook, ha celebrado en un comunicado la victoria del candidato republicano y ha afirmado que tiene un gran trabajo por delante. Firme defensor de Trump durante toda la campaña y posible miembro del equipo de transición que facilitará la llegada del empresario a la Casa Blanca, Thiel ha sido una de las pocas figuras destacadas del sector tecnológico que le ha prestado públicamente su apoyo, algo ampliamente criticado.

Con el Bitcoin disparando su cotización como valor refugio a causa del miedo provocado por la victoria del republicano y con una parte de la población horrorizada ante el que será su futuro líder, todavía está por ver si todas sus declaraciones subidas de tono y sus frentes abiertos se convierten en auténticas batallas una vez que llegue al Despacho Oval y si, realmente, la élite de Silicon Valley tiene motivos para estar preocupada.

Fuente: http://www.elespanol.com/ciencia/tecnologia/20161111/169983446_0.html

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Ortega gana las elecciones presidenciales en Nicaragua

Nicaragua/07 de Noviembre de 2016/

El recuento apunta a una gran victoria al ex guerrillero sandinista y su mujer, con el 72% de los votos.

Nadie en el Estado se salió del guión definido por el presidente Daniel Ortega en las elecciones presidenciales de Nicaragua. Las previsiones mencionaban un triunfo arrollador del sandinista, y los resultados lo confirmaron. Con el 66,3 % de las mesas de votación escrutadas, el recuento indica como ganadores a Ortega y su esposa, Rosario Murillo, con un 72% de los votos.

 Tras empezar el recuento, en varios puntos de Managua estallaron manifestaciones de celebración por parte de los simpatizantes del Frente Sandinista. Ortega lograba de esta manera su tercer mandato consecutivo, instaurando en este país centroamericano una nueva dinastía familiar, con su mujer, vicepresidente, en la línea de sucesión constitucional si el presidente llegara a faltar.

Con este resultado La oposición había informado horas antes que la participación en el proceso había sido escasa, con un “triunfo” de la abstención. Sin embargo, el magistrado Rivas informó que la participación superó el 65% y criticó a quienes hicieron campaña por la abstención. “Pese a que hubo una campaña negativa al no voto, aquí tenemos la votación democrática”, dijo. El Tribuna Electoral había anunciado que presentaría los resultados preliminares hacia las ocho de la tarde, hora local, pero los hizo público casi cuatro horas después. Es una institución seriamente cuestionada a lo interno, pero también por organismos como la Unión Europea y la OEA. Se le señala de contar los votos al ritmo que marca el presidente.tega intenta legitimar su mandato y demostrar apoyo a su modelo de gobierno autoritario, basado en una alianza con el sector empresarial, exclusión de la oposición, acoso a la prensa independiente y control total de todas las instituciones del Estado. Un modelo instaurado desde 2007, cuando regresó al poder tras 16 años liderando la oposición, y que ahora comparte oficialmente con su mujer. En Nicaragua, el poder queda en familia.

Ortega, sin embargo, se enfrenta a un país fracturado políticamente, con un contexto internacional cada vez más desfavorable. Los ojos están puestos ahora en las elecciones de Estados Unidos y sus resultados, después de que el Congreso de ese país aprobara una serie de sanciones contra Nicaragua, que están a la espera de ser ratificados por el Senado. Se trata de la Nicaragua Investment Conditionality Act, llamada “Nica Act”, que establece que Estados Unidos puede prohibir préstamos que organismos multilaterales como el Banco Mundial o el BID entregan a Nicaragua, valorados en 250 millones de dólares y básicos para financiar el presupuesto de infraestructuras en el país.

Además, el gran combustible que ha permitido a Ortega desarrollar un sistema de dádivas con los más pobres comienza a menguar. La crisis política en Venezuela ha hecho que se reduzca la tan necesaria cooperación petrolera, valorada en más de 3.500 millones de dólares manejados de forma discrecional desde 2007. A eso se une las presiones de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo secretario general, el uruguayo Luis Almagro, preparó un informe sobre la situación política de Nicaragua que no ha sido presentado públicamente y que ha obligado a Ortega a pedir una negociación directa con el organismo. Almagro llegará a Nicaragua el 1 de diciembre.

Ortega se reelige bajo esos nubarrones. Nadie espera que el mandatario haga una muestra de insólita sensatez y se abra a reformas que garanticen un sistema electoral medianamente confiable, que reintegre a la oposición al juego político o que respete las leyes y los derechos humanos. Ahora Ortega se mantendrá en el poder por cinco años más y está por verse qué maniobras políticas liberará para mantenerlo por más tiempo. Ya cuenta con su sucesora, la poeta Murillo, un personaje que sin embargo no tiene el visto bueno de los empresarios y sectores de influencia dentro del Frente Sandinista. “El capital le tiene miedo, porque ella es muy inestable y no saben cómo se puede llegar a arreglos, negociar, con ella”, dijo el analista político Óscar René Vargas.

La noche del domingo, sin embargo, los simpatizantes del FSLN festejaron en las calles de Managua, mientras el resto del país se sumía en la incertidumbre hacia el futuro y la certeza de que esta película ya la habían visto. El guerrillero que ayudó a derrotar una dinastía familiar hace ya 37 años se atornillaba en el poder con su mujer como cogorbarnante.

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/11/07/america/1478498299_310594.html

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La educación universitaria decide las elecciones presidenciales de Estados Unidos

Estados Unidos/07 de Noviembre de 2016/

El próximo 8 de noviembre se celebrarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Luego de extensos debates e intercambios televisados con repercusión mundial, estas enfrentarán a la candidata demócrata Hillary Clinton y al republicano Donald Trump.

Las propuestas educativas, claves en la elección, fueron el centro de muchos de estos debates. Sus políticas al respecto revelan las más claras diferencias entre los candidatos, y por ello, pueden hacer la diferencia al momento del recuento de votos.

Al lanzar su propuesta educativa, Hillary Clinton impactó a sus propios

seguidores y aún más a quienes hasta ese momento se oponían a su candidatura. En las elecciones primarias del partido demócrata su rival, Bernie Sanders, presentó una propuesta que Hillary incorporó a su propuesta de gobierno al vencer en las primarias. En conocimiento del aumento de la deuda estudiantil acumulada por los estudiantes americanos debido a la creciente solicitud de préstamos para financiar sus estudios, Clinton adoptó la peculiar propuesta de Sanders que insistía en garantizar la gratuidad de la enseñanza superior pública a todos los ciudadanos que cumplan con determinados requisitos de admisión. Con planes de financiación y análisis financieros consistentes, esta es una de las propuestas más destacadas de la demócrata, que ha generado grandes alegrías entre los estudiantes y sus familias.

Por su parte, Donald Trump se ha negado a revelar algunas de sus propuestas. Luego de la insistencia y de un cambio en sus jefes de campaña, habló de sus

planes educativos presentando una solución a otro de los problemas latentes en el sistema educativo local, pero algo menos impactante que la elaborada por su rival de turno. Trump propuso instaurar la libre elección de colegio, es decir, acabar con las restricciones geográficas que determinan que los estudiantes solo puedan optar por centros ubicados en su distrito de residencia.

Los planes propuestos por cada candidato respecto a la educación permiten identificar cierta ventaja de Clinton. Por si fuera poco, el voto de los estudiantes y egresados universitarios también respaldaría a la demócrata.

Las encuestas han revelado la existencia de una brecha de opinión entre los votantes que poseen algún tipo de estudio universitario y aquellos que no. Estas demuestran una ventaja de 23 puntos porcentuales por parte de Hillary Clinton, indicando así que los tradicionales votantes del partido republicano

apoyarían a la candidata demócrata en demérito del representante de su partido.

Los motivos pueden ser variados, pero de acuerdo a los expertos, la mayoría de los universitarios todavía piensa continuar sus estudios, o enviar a sus hijos a la universidad, por lo que espera obtener una mejor relación costo-beneficio con su inversión en educación. Invertir menos dinero y tiempo en obtener un grado, que a su vez permita más facilidades de acceso al mercado laboral es el deseo de quienes poseen estudios universitarios, deseo que podría alcanzarse si las propuestas de Clinton se vuelven realidad.

Fuente: http://noticias.universia.es/cultura/noticia/2016/11/01/1145115/educacion-universitaria-decide-elecciones-presidenciales-estados-unidos.html

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