Estados Unidos / 02 de noviembre de 2016 / Por: SANDRO POZZI / Fuente: http://economia.elpais.com/
Estados Unidos extiende los visados para los graduados extranjeros en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas
La economía de Estados Unidos tiene un problema: necesita profesionales de alta cualificación para ocupar los empleos vacantes en el ámbito científico, tecnológico, de la ingeniería y de las matemáticas. Esa vulnerabilidad, sin embargo, representa una oportunidad para los estudiantes extranjeros que están dispuestos a cruzar el Atlántico y, si las cosas les van bien, plantar las semillas de futuras empresas.
Esa puerta de entrada está en los programas de posgrado conocidos por el acrónimo STEM. La iniciativa parte del hecho de que los empleos en estas áreas del mercado laboral crecen 1,7 veces más rápido que en otras. Los estudiantes extranjeros recurren a estas disciplinas más que los estadounidenses, en una relación del 66% comparada con el 44%. Y cada uno que logra quedarse en EE UU crea una media de 2,62 empleos para estadounidenses.
Los estudiantes extranjeros suelen gravitar hacia programas STEM en el ámbito de la medicina y la computación. Son los sectores donde el índice de desempleo es el más bajo y en los que las compañías tienen más dificultad para dar con empleo altamente cualificado. Por eso se busca cada vez más talento fuera de EE UU. Como señalan desde la US Chamber of Commerce, “los estudiantes de fuera complementan, no desplazan a los estadounidenses”.
El 74% de los graduados con estos másteres STEM acaban además en empleos que no tienen que ver con el mundo de las ciencias. Por eso se están extendiendo a áreas de finanzas, salud o artes. La MIT Sloan School of Management acaba de recibir la clasificación STEM para su máster de finanzas que diseñó en respuesta a la crisis que desencadenó el derrumbe de Lehman Brothers hace ocho años, indica la responsable del programa, Heidi Pickett. Con el 88% de alumnos foráneos, es el segundo curso STEM de la escuela.
La Brookings Institution señala, por su parte, que no se trata solo de captar graduados en el extranjero. “El objetivo es evitar también que el talento se fugue cuando ya está formado”, explica. La clasificación STEM permite de hecho que cualquier ciudadano español con visado F-1 pueda permanecer en EE UU por un tiempo adicional después de la graduación si consigue unas prácticas de formación.
El Departamento de Seguridad Nacional acaba de extender ese plazo de 29 a 36 meses para los titulados en programas STEM. Como explican desde Harvard, los estudiantes internacionales, para beneficiarse de esta extensión, deben solicitar lo que se conoce como Optional Practical Training. Ese tiempo les puede servir para intentar conseguir el visado de trabajo H-1B.
El prestigioso centro universitario de Boston cuenta con una oficina internacional que trabaja con la Graduate School of Arts and Sciences, en la que hay inscritos más de 1.400 estudiantes foráneos. También pueden acudir para recibir asesoramiento a la Harvard Graduate Students Union-United Auto Workers, que celebra seminarios con expertos en inmigración que explican cómo funciona el sistema.
El 36% del programa de MBA de Wharton (calificado como STEM) son estudiantes internacionales. La prestigiosa escuela de la Universidad de Pensilvania, como la de Princeton, cuenta por eso con una oficina dedicada a ayudar a los matriculados a moverse por la burocracia del sistema de inmigración. Explican que los graduados durante los últimos 10 años en una de estas disciplinas son elegibles a la extensión del visado.
Para los alumnos de otras disciplinas, la extensión es solo de 12 meses. EE UU no tiene cupos para los permisos de estudios, pero sí para la H-1B. Cada año hay 65.000 graduados que solicitan este visado de trabajo, pero solo 20.000 lo logran. A partir de ahí se entra en una lotería con todos los solicitantes, que el año pasado ascendieron a 233.000 según la US Citizenship and Immigration Services.
Anthony Carnevale, de la Universidad de Georgetown en Washington, insiste en que este tipo de títulos son la mejor elección para poder prosperar en la economía actual. Londa Schiebinger, profesora de Stanford, dice que muchas universidades están cambiando la manera de enseñar para conseguir “diversificar” el tipo de estudiantes que se interesan por las ciencias.
Hay miembros del Congreso de EE UU que intentan facilitar que los graduados STEM puedan acceder a un permiso de residencia permanente, la conocida como Green Card. “Es crítico para el futuro de nuestra economía que capitalicemos a los estudiantes extranjeros que se educan y se forman en nuestras universidades”, señala Thomas Donohue, presidente del principal lobby empresarial.
“Pero, desafortunadamente, las leyes de inmigración son anticuadas y fuerzan a los creadores de futuros de empleo a irse y competir contra nosotros”, lamenta, por eso urge a los legisladores para que pongan en marcha un sistema “que asegure que los innovadores mejor formados, independientemente de su país de origen, crearán empleos y productos aquí en lugar de en otro sitio”.
La candidata demócrata a las presidenciales, Hillary Clinton, apoya que se dé permisos de residencia automáticamente a estudiantes con títulos avanzados en disciplinas STEM. Así se saltaría el paso intermedio de la H-1B. Si llega a la Casa Blanca y cumple su promesa, representará una mejora significativa para el modelo de educación en ciencias lanzado por Barack Obama.
La idea original es del republicano Mitt Romney, que la planteó en 2012 cuando se postuló a la presidencia. No obstante, es una iniciativa controvertida porque, según la Howard University, estos programas crean una discriminación entre estudiantes. El Economic Policy Institute se teme que las universidades se conviertan en fábricas de Green Card.
Donald Trump no tiene una propuesta concreta, pero sí dijo en campaña que “hay que hacer algo para contener la fuga de cerebros” y evitar que vuelvan a China o India para crear empresas que compitan con las estadounidenses. Los expertos, sin embargo, coinciden en que los candidatos deben definir mejor sus ideas y sus límites, para que no creen una distorsión en el sistema educativo.
EE UU acoge a casi un millón de estudiantes extranjeros, lo que representa menos del 5% de la población total matriculada en una enseñanza superior. Pero crece a un 10% y estas iniciativas son imán para atraerlos. Es el mayor incremento anual de estudiantes extranjeros en 35 años, como muestran los datos del censo. Hay 4,5 millones de estudiantes “móviles” en todo el mundo.
También Canadá
La competencia por el talento, de hecho, es global. Canadá también se está viendo forzada a mirar más allá de sus fronteras para reclutar empleados de alta cualificación en ingeniería y tecnología. No es solo que el tratado de comercio con EE UU se lo ponga más fácil. Es que la legislación de inmigración es también más abierta para los foráneos y las condiciones de trabajo son más favorables. Eso hace que muchos estudiantes extranjeros en EE UU miren hacia el vecino del norte.
La Universidad de Waterloo, por ejemplo, recibe anualmente 5.000 alumnos extranjeros. Las filiales canadienses de compañías tecnológicas como Google, Microsoft o Cisco Systems están en paralelo invirtiendo en programas centrados en el campo de las ciencias como Actua para generar interés entre los jóvenes estudiantes.
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