El progreso de los gobiernos en África no ha respondido en la última década a las expectativas y necesidades de una creciente población compuesta principalmente por jóvenes, señala hoy el Índice Ibrahim de Gobernanza Africana (IIAG) de 2018.
«A pesar del fuerte crecimiento del PIB (producto interior bruto) en los últimos diez años, África no ha generado oportunidades económicas para su población juvenil en auge», recoge el informe divulgado hoy por la Fundación Mo Ibrahim en Dakar.
Las islas Mauricio, Seychelles y Cabo Verde encabezan la lista en cuanto al buen desempeño de sus gobiernos, mientras que Sudán del Sur y Somalia son los países del continente donde es peor, detalla el texto.
El documento destaca un avance en la gobernanza global del continente, donde un 71, 6 % de los ciudadanos han visto una mejora en este parámetro en la última década, un hecho que, sin embargo, no alcanza las expectativas de la población, especialmente en el terreno económico y de la educación.
«Los jóvenes de África necesitan esperanza, perspectivas y oportunidades, por lo que sus líderes deben acelerar la creación de empleos para mantener el progreso», dijo el millonario sudanés y líder de la fundación, Mo Ibrahim, en un comunicado.
Una de las mayores preocupaciones es la educación, ya que ha empeorado en la mitad de los países del continente en los últimos cinco años.
Según el informe, la calidad de la educación está empeorando para más de la mitad de los jóvenes africanos, lo que dificulta también su acceso al mundo laboral.
La población africana se ha incrementado en un 26 % en la última década y cerca de un 60 % de los habitantes del continente tienen una edad inferior a los 25 años.
«África cuenta con una amplia fuerza de trabajo juvenil capaz de transformar el continente, pero esta oportunidad está a punto de ser desperdiciada. Este es el momento de actuar», concluye el empresario sudanés.
Creada en 2006, la fundación está encabezada por el magnate de las telecomunicaciones sudanés y trata de promover el buen gobierno y el desarrollo en África.
El futuro del trabajo y una educación más flexible son los temas que coparon la agenda de la cumbre del Youth 20 -el grupo de jóvenes del G20- que se desarrolló el lunes y martas en esta ciudad con la participación de 72 líderes de entre 18 y 30 años provenientes de 25 países. Las conclusiones serán entregadas a los presidentes del G20 y, además, el objetivo es construir un banco internacional de proyectos escalables y replicables.
El campus de la Universidad Siglo 21 se convirtió en un festival de colores e idiomas, con jóvenes de todo el mundo que compartieron experiencias y escucharon a disertantes que abordaron temas asociados al empleo como emprendedurismo, desafíos del siglo 21 y educación y sustentabilidad.
Agustín Batto Carol, chair del Youth20 y uno de los fundadores de Eidos (fundación dedicada al diseño de experiencias educativas) aseguró a LA NACION que la idea de armar un banco de proyectos escalables se basa en que «son acciones validadas en territorio y que, por lo tanto, fundamento de las recomendaciones» a elevar a los gobiernos. «Queremos decirles qué hacer, no sólo darles un diagnóstico».
El banco incluye 15 iniciativas «implementables, replicables y de impacto real, creados por jóvenes y dirigidos a jóvenes» que pueden ser insumos de organizaciones y gobiernos. Entre las propuestas está la desarrollada por la iraní-canadiense de 23 años Raya Bidshahri, Awecademy. Es una plataforma que trabaja en el campo educativo a partir de tecnologías disruptivas.
«Me gustaba aprender pero era aburrido y eso es un fenómeno global», explicó su impulsora a este diario. El portal -que tiene una mirada multicultural- apunta a recuperar el «asombro» en la educación y a conectar pensadores e innovadores. Ofrece programas para estudiantes, educadores y talleres de aprendizaje.
La tecnología fue el denominador común en las ponencias y en las propuestas. El presidente de la Universidad Siglo 21, Juan Carlos Rabbat, planteó que es lo que «hoy da más posibilidades de educar a toda la sociedad. Cada vez más nos alejamos de la idea de que la educación es sólo un privilegio para unos pocos; es esencial que la educación se desarrolle con la mirada puesta en el futuro y en las necesidades de la juventud».
Martín Rebour, gerente de Formación del proyecto socioeducativo uruguayo Ceibal, enfatizó que el mayor desafío en la actualidad es admitir que los trabajadores están «en tránsito», que se requieren no sólo cada vez más saberes acreditados sino pasar por diferentes campos disciplinarios. «Poder aprender a aprender; ser interdependientes y trabajar en equipos» fue la definición de Nicolás Brodtkorb, de JP Morgan.
El futuro es hoy
Mentalidad global, ciudadanía digital, nuevos paradigmas, trabajo en base a proyectos y liderazgo distribuido fueron los conceptos más repetidos a lo largo de las presentaciones y debates. También la preocupación por la igualdad de género estuvo presente. Las demandas coinciden con las que a diario plantean educadores y expertos en recursos humanos; el punto es el «cómo».
Para Batto Carol «nadie mejor que los jóvenes para diseñar nuevas reglas y relaciones en el ámbito laboral». Entiende que el documento final de la cumbre colaborará a «despejar el concepto instalado de que la tecnología se comerá todos los puestos de trabajo».
Elba López Mourelo, oficial en Mercados de Trabajos Inclusivos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), «el valor del empleo cambia pero no se dejan de crear puestos; los jóvenes saben que en el futuro no habrá más amenaza de la que hay hoy».
«Muchas veces el diseño de la tecnología incluye nuestros prejuicios; lo vemos en los robots -advirtió Marcela Werutsky, investigadora de Plan Internacional, organización enfocada en niñas y mujeres-. Hay que ser conscientes de que la tecnología también puede exacerbar las diferencias».
La representante de Asuntos Públicos para Latinoamérica de la consultora Adecco, Ana Montanari, enfatizó en que para las nuevas generaciones de trabajadores el «reconocimiento» laboral es tan importante como el salario y en que la «diversidad» que presenta el mundo global incluye el desafío de «más compromiso y empatía».
Cómo emprender y sobrevivir en el intento fue otro de los ejes de la reunión. Alessandro Lanteri, docente de Emprendedurismo en la Universidad de Abu Dabi, dijo a LA NACION que las claves pasan por proyectos caracterizados por la inteligencia colaborativa (habilidades y talentos de humanos y robots); el uso de la big data para eficientizar las decisiones; la aplicación de tecnología exponencial; la focalización en lo intangible y en la ética.
Los datos desmienten el tópico de los ‘millenials’ como una generación malcriada: leen más libros, visitan más museos y votan más que sus mayores a su misma edad
Sí que hay una diferencia: al ser los más afectados por la crisis, ha crecido su implicación en huelgas y manifestaciones, además de su interés por el ensayo político
Un día Matilda acompañó a su padre al trabajo. Cuando la protagonista del cuento de Roald Dahl cuestionó la forma de trabajar de su progenitor, éste le espetó: «Yo soy listo, tú tonta; yo soy mayor, tú pequeña; yo tengo razón, tú no. Y no puedes hacer nada por evitarlo».
Esta frase de la versión cinematográfica de la historia explica el escenario más radical del choque entre generaciones. El desencanto con los que llegan después se parece a la aversión irracional al pueblo de al lado. Vagos, quejicas, egoístas, acomodados… son algunos de los adjetivos con los que se ha definido a sucesivas camadas: los baby boomers, la generación X y, ahora, los millennials. Las críticas le llegan a cada uno cuando le toca y, por lo general, parten de personas con la superioridad que les otorga la experiencia de haber vivido más años.
Con todo, la también llamada ‘generación Y’, enmarcada entre 1981 y 1996, tampoco difiere tanto de la anterior. Ante el mito del millennial como sujeto que acabaría con la cultura, los que llegaron después compran más libros y visitan más museos de lo que sus predecesores lo hacían a su edad. Aunque se ven menos jóvenes en las salas de cine, éstos lideran el consumo del séptimo arte en internet. Frente a la imagen del sujeto sin valores, es la generación que mayor interés muestra por la política en la juventud. Y pese al estereotipo del joven desinformado, leen periódicos o escuchan la radio en niveles similares a los de la anterior generación y dedican menos tiempo a la televisión.
Un ejemplo. En abril de 2016, el New York Post señalaba a los millennials por matar el negocio cinematográfico. «Los niños simplemente van menos al cine», explicaba la autora del artículo haciéndose eco de la preocupación creciente en Hollywood. La encuesta de hábitos y prácticas culturales cifraba en 10 puntos menos la asistencia al cine de los jóvenes de entre 25 y 34 años en comparación con quienes tenían esa edad en 2002, de la generación X. Y sí, van menos a las salas, pero consumen cine en plataformas como Netflix, que supera los 100 millones de suscriptores en todo el mundo, y es la opción preferida por los millennials para ver la televisión.
La lectura de prensa sí ha caído, no obstante, entre los millennials más jóvenes. Según el análisis a partir de datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en 1996 hasta un 45% de la población de entre 18 y 24, miembros de la generación anterior, leía alguna noticia en el periódico de forma diaria. En 2013, para la misma franja de edad, la cifra se había desplomado al 31%. Las diferencias se recortan cuando se acerca la treintena, aunque la tendencia es a la baja: en 1996 el 47,4% de los españoles mayores de 25 y menores de 34 leían prensa habitualmente, en 2001 la cifra bajó al 45,1% y en 2013, cuando la generación Y llegaba a esa franja de edad, se quedó en el 44,4%.
Sin embargo, pese a su aparente apatía ante las noticias, esta generación tiene un mayor interés por la política de lo que en su día mostraron generaciones anteriores. En los últimos años se han sucedido muestras de actividades políticas protagonizadas por jóvenes, con el 15-M como máximo exponente. Los datos del CIS que recoge el libro El muro invisible (Ed. Debate) revelan que la participación de los jóvenes en huelgas y manifestaciones ha aumentado igualmente, aunque su explicación, en este caso, puede estar más en el contexto que en la generación.
A la hora de votar, que los millennials se abstengan más que sus mayores no es nuevo, sino un comportamiento sistemático de los jóvenes que cambia según cumplen años. De hecho, las encuestas preelectorales del CIS revelan cómo la intención de renunciar al voto disminuyó entre 2008 y 2015 para los jóvenes de entre 18 y 34 años. Esta mayor conciencia política tiene su reflejo en los libros. En los últimos 20 años, aquellos sobre ciencias políticas y economía son los que más han crecido: en 2015 se editaban 2.653 títulos, prácticamente el doble que en 1995, según se extrae de la estadística de producción editorial.
Para el desarrollo de este artículo, aceptamos desde el principio que los millennials son aquellos nacidos entre 1981 y 1996, siguiendo al centro de estudios sociológicos Pew Research Center (EEUU). Sin embargo, la línea de tiempo varía según a quién se le pregunte y puede abarcar desde los nacidos en 1980 hasta los de 2000.
Pew revela, además, que los millennials rechazan el término con el que se les agrupa. Sólo el 40% de las personas que por edad se enmarcan en esta generación se identifican a sí mismas como millennials. Según el mismo estudio, el arraigo generacional es superior en la generación X (58%), los nacidos entre 1965 y 1980, y aún mayor para los babyboomers (79%), fruto del pico de nacimientos tras la Segunda Guerra Mundial. Es difícil saber si estos grupos, que han tenido más tiempo para acostumbrarse a sus etiquetas, estaban conformes con la catalogación cuando los jóvenes eran ellos.
Dentro de cada grupo, y en esto tampoco son distintos los millennials, un amplio porcentaje se identifica con generaciones distintas a la que le corresponde. Dicho esto, la siguiente pregunta es inevitable: ¿tiene sentido hablar de millennials? ¿Tiene sentido, en fin, hablar de generaciones?
Los límites, en cualquier caso, no son arbitrarios. Cuestiones como los momentos históricos o la relación con la tecnología ayudan a determinar dónde se pone la línea. En palabras de Malcom Harris, autor del libro considerado como la mayor aportación sobre esta generación, Kids these days: human capital and the making of millennials, lo que caracteriza a una generación son las crisis. Y, en este caso, la economía lo ha marcado todo.
«Cada generación se enfrenta a sus propios retos. Siempre es difícil ser joven, y más en momentos de crisis», explica María Ramos, investigadora postdoctoral en la Universidad Carlos III de Madrid y especializada en el estudio del mercado laboral. «Pero han pasado diez años y todavía no se han recuperado los niveles de empleo de previos a la crisis«, añade. Ramos es también editora de Politikon y coautora del último libro del grupo de académicos y profesionales, El muro invisible, sobre la brecha generacional.
En España, la tasa de paro para los jóvenes en los 90 era prácticamente la misma que hoy, la edad de emancipación no ha variado en 20 años y los hijos se tienen prácticamente a la misma edad, según datos del INE y Eurostat. Eso sí, los millennialsasalariados son menos y sus sueldos, teniendo en cuenta la variación del IPC, están cerca de 2.000 euros anuales por debajo de lo que sus predecesores inmediatos cobraban a su edad, según datos de la Agencia Tributaria. Además, ha sido también el grupo de edad más afectado por la crisis en términos de empleo.
«Es el mercado, amigo». Fue la frase que empleó el ex vicepresidente del gobierno y de Bankia, Rodrigo Rato, condenado por delito de apropiación indebida en el caso de las tarjetas ‘black’, cuando a principios de este año declaró ante el Congreso de los Diputados, en la comisión de investigación de la crisis bancaria. La excusa de Rato sí podría explicar qué define no solo a los millennials, sino a todas las generaciones: la coyuntura económica.
Aunque algunos autores minimizan el impacto del mercado y hablan de una generación cuyo problema, argumentan, es la falta de problemas, Shierholz apunta a un contexto de inestabilidad en cuanto al empleo como un inconveniente a largo plazo. También la economía es determinante para Harris, nacido en 1988. El autor centra sus tesis en el capital humano, aunque su generación sea ‘la más preparada’ en términos educativos, vive más endeudada y con menos perspectivas de trabajo estable que las generaciones anteriores.
¿Y los que siguen? La denominación grupal de los nacidos después del 2000 -o de 1995, o de 1997- está aún por consensuar. A principios de este año, The New York Times les preguntó a ellos mismos cómo les gustaría llamarse. Era el mismo experimento que había realizado en 1997 ABC News para saber con qué nombre preferían ser llamados la entonces generación más joven y que en aquel entonces tuvo como segunda respuesta más frecuente un incuestionable «no nos etiquetéis».
En la consulta más reciente las contestaciones siguieron la misma línea y una de las respuestas más habituales fue «¿Por qué?». «No nos llaméis nada», espetó un joven a The New York Times. «El concepto de generación cohesionada no tiene sentido».
Quizá es pronto para adjudicarles una etiqueta definitiva. Quizá la sociedad debe acabar de descifrar a los millennials antes de intentar entender a un nuevo grupo. Sólo una cosa está clara: la nueva, también, será la peor generación de la historia.
Una investigación de la realidad socio demográfica, comunicativa, educativa de los sordos, sus necesidades y competencias para el empleo
En el marco de la educación inclusiva, la comunidad educativa panameña, especialmente los docentes y padres, necesita información sobre las grandes perspectivas que orientan los modos de comunicación en la atención y la enseñanza de los niños y jóvenes sordos, de acuerdo con las necesidades de aprendizaje y el desarrollo integral de los mismos.
En primer lugar, la modernidad socio científica y tecnológica y los cambios en la educación especial hacia un enfoque inclusivo impulsan nuevas estrategias de atención a los niños y jóvenes sordos partir de dos grandes visiones sobre la sordera, a saber:
La Perspectiva Clínico-médica que se centra en el hecho biológico y orgánico de la discapacidad, el déficit, la etiología o causas, el diagnóstico, las clasificaciones y el tratamiento de la pérdida auditiva para prevenirla y dirigir su rehabilitación y educación con perspectiva conductista, a la oralidad, es decir, a hablar.
En la enseñanza, desde dicha perspectiva se privilegia el modelo auditivo-oral, que concibe a la persona sorda como un ser limitado e incompleto, carente de la audición normal que necesita de entrenamiento auditivo-oral, lectura labial, de procedimientos de amplificación mediante audífonos o el implante coclear.
La perspectiva socio-antropológica o socio-cultural de la sordera (Skliar, Massone y Veinberg, 1995), como una característica socio-cultural, considera al sordo como un ser sociolingüístico integrante de una comunidad minoritaria, la comunidad sorda, que tiene derechos y deberes sociales, en lugar de apreciarle como una persona que debe ser rehabilitada.
Entonces, del enfoque exclusivamente oralista, los sistemas educativos de los países, en Europa y en Norteamérica, modificaron los programas en las escuelas para dar paso a la educación bilingüe-bicultural de los sordos, reconociéndolo como sujeto bilingüe, dentro de una comunidad, culturalmente, diferente. Esta evolución es asignatura pendiente en Panamá.
El correspondiente modelo educativo bilingüe-bicultural, conocido como bilingüismo, reconoce la lengua de señas como la lengua materna natural de los sordos, visual y gestual, que debe adquirirse primero, antes que la lengua nacional, oficial del país o de los oyentes, la segunda lengua. En la práctica, no es fácil, porque con frecuencia, los niños sordos tienen padres y hermanos oyentes.
El biculturalismo significa una cultura Sorda (con mayúscula), diferente a la general, tiene sus modos de estar, asociarse, por ejemplo, en la Asociación Nacional de Sordos, y convivir como una cultura minoritaria, como otros grupos existentes en el país.
Estas concepciones son reafirmadas con el movimiento de defensa de los derechos de las personas con discapacidad, el liderazgo de sus asociaciones y las organizaciones internacionales, que promovieron los principios de inclusión y participación.
La Udelas (1997) es una institución clave en la formación, capacitación y perfeccionamiento de las competencias del talento humano destinado a la prevención, la atención y la valoración de riesgos en el funcionamiento y la autonomía de las personas y las comunidades.
Como tal, su misión, visión y valores, la identifican, en el desarrollo de sus grandes funciones, con las necesidades de las personas con discapacidad, particularmente, en la atención temprana, la educación centrada en la familia, el seguimiento pedagógico y clínico, la rehabilitación logopédica y adaptación de implantes cocleares a infantes y niños sordos.
Dichas funciones se desarrollan en dos grandes programas: el CIAES y el Centro de Atención a la Diversidad (CADI), el último de los cuales coordina intraprofesionalmente con las instancias de docencia, el apoyo a los estudiantes Sordos que siguen carreras diversas en la universidad.
Una investigación de la realidad socio demográfica, comunicativa, educativa de los sordos, sus necesidades y competencias para el empleo, cimenta el diseño y el desarrollo de una política social, educativa y lingüística integral hacia la comunidad sorda, tan diversa, como incomprendida.
El pasado 1 de abril entró en vigencia la nueva normativa que contempla una cuota de al menos 1% de empleados con discapacidad en las empresas. Expertos y autoridades opinan respecto a sus beneficios y los detalles que aún deben ser pulidos.
Al consultarle si considera que será un aporte para el país, Natalia Donoso es enfática en señalar: “Creo que si se implementa en función desde la perspectiva de los derechos, sí. Pero si es sólo para cumplir con metas para dar cumplimiento, no”.
Su respuesta se vincula directamente a la puesta en marcha de la Ley de Inclusión Laboral en Chile el pasado 1 de abril, y es que esta asistente social puede opinar con propiedad respecto a esta esperada normativa. En 2007 sufrió una lesión medular tras un accidente automovilístico. Luego de dos años de rehabilitación, logró reinsertarse en su antiguo empleo.
Pero esta no es la realidad de la mayoría. Según el Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad, un 20% de las personas mayores de 18 años padece una discapacidad, más de 2.700.000. De ellas el 39,3% trabaja, generando una importante brecha considerando el número de personas que tiene un empleo sin padecer discapacidad, que alcanza el 69%.
Natalia tiene claro que la ley es una oportunidad al permitir ejercer uno de los derechos fundamentales, sin embargo le preocupa que “la implementación establezca plazos que al final lleven a los empleadores sólo a cumplir con el número de personas a contratar y se deje de lado lo que inspira la ley”.
Y es que la normativa contempla que las empresas privadas y organismos públicos con más de 100 trabajadores tengan una cuota de al menos 1% de personas con discapacidad. Pero, en una primera etapa, las entidades que superen los 200 empleados deberán acatarla hasta abril de 2019 para así, iniciar su implementación de forma progresiva.
¿Cumple con las actuales necesidades?
Daniel Concha, director nacional de Senadis, afirma que sí. “Esto se refleja en que hay un grupo de personas con discapacidad que está capacitado y que quiere oportunidades de igualdad para mostrar que cuando se hacen adecuaciones en los procesos de selección y se presta apoyo en los lugares de trabajo, se pueden desempeñar como cualquier profesional”.
Y este es el punto donde se deben derribar mitos. Un estudio realizado por la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde se encuestaron a 100 empresas, llegó a la conclusión que la inclusión de personas discapacitadas mejoraron los sistemas de producción, las cadenas de servicios según los rubros y por sobre todo, el ausentismo laboral.
“Creo que a medida que avancemos, vamos a ir derribando mitos y vamos a tener más personas con discapacidad en puestos de trabajo y en empresas más preparadas para acogerlas”, agrega Concha.
Una tardía respuesta a la problemática
La realidad es que Chile es el penúltimo país en América Latina en tener una Ley de Inclusión Laboral. Brasil por ejemplo, lleva más de 20 años rigiéndose por esta normativa, y Perú y Ecuador a pesar de que la implementaron en 2017, llevan una clara delantera en la materia.
Mirla Arcos, académica del Departamento de Educación Diferencial de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), asegura que si bien la ley es un avance importante para el país, aún deben eliminarse determinadas barreras.
“En materia de inclusión se requiere voluntad para visualizar a las personas en situación de discapacidad como un sujeto de derechos y deberes en una mirada de igualdad, que permita a quien toma la decisión final de una contratación, decidir por este postulante no porque presenta discapacidad, sino porque tanto la empresa como la persona se benefician de dicha contratación”.
Con esto dice, la institución gana un buen postulante que reúne los requisitos para dicho empleo y la persona con discapacidad logra desplegar las habilidades adquiridas a través de los años.
Detalles que deben profundizarse
La implementación de la normativa es un paso definitivo en la materia pero Arcos insiste en que los esfuerzos deben enfocarse ahora en fortalecer las distintas áreas que intervienen en su puesta en marcha. En primera instancia se refiere a orientar políticas enfocadas en la entrega de soportes apropiados para promover la formación profesional y acceder a empleos competitivos.
“No basta que un joven hoy día esté cursando una carrera universitaria pues si presenta discapacidad física, se debe garantizar y a lo menos facilitar el transporte hacia su casa de estudio, puesto que esta acción que puede ser tan cotidiana, podría llevar a la deserción de este estudiante. Así mismo, una persona en situación de discapacidad puede obtener un empleo, sin embargo para el empleador significa realizar una serie de ajustes para brindar las condiciones que permitan a la persona desempeñarse, por lo que resulta vital recibir aportes del Estado”, asevera.
Una sociedad más inclusiva
Esta nueva ley busca que Chile se transforme en un país más inclusivo, “es una apuesta importante para todas aquellas empresas que quieran abrir sus puertas a las personas en situación de discapacidad y un cambio de paradigma importante” agrega la académica de la UMCE.
El llamado que realiza es a asesorarse por personas idóneas, a enriquecer los ambientes laborales, a respetar toda forma de participación activa de los miembros de la sociedad.
A esto, el director nacional de Senadis agrega que “es un proceso de aprendizaje de algo que es totalmente nuevo, por lo que modificar el reglamento es algo de sentido común que debemos hacerlo en diálogo con la sociedad civil y con las asociaciones de personas con discapacidad”. En definitiva, potenciar la cooperación público y privada.
República Dominicana/ 24 de abril de 2018/Fuente: https://www.eldinero.com.do
Experto pide mejorar la calidad del sistema educativo para garantizar la empleabilidad de los jóvenes.
El coordinador regional de la iniciativa Nuevas Oportunidades de Empleo para los Jóvenes (NEO), Francisco Larra Bujalance, aseguró que para entender “las dificultades de inserción laboral de los jóvenes en República Dominicana, en particular de aquellos que pertenecen a grupos en situación de mayor vulnerabilidad, es indispensable conocer su perfil educativo al momento de ingresar al mercado de trabajo”.
Además de la calidad en la formación, afirma que los empleadores reclaman que los jóvenes “sin experiencia laboral refuercen las habilidades para la vida como: trabajar en equipo, seguir instrucciones o saber expresarse”.
Larra Bajulance explicó las acciones que desde NEO han implementado, a través de la Guía de estándares de calidad NEO, para que las instituciones que ofrecen servicios de formación y empleo puedan medir su calidad y pertinencia.
Con esta iniciativa, buscan verificar la relevancia del contenido de un curso de formación para el mercado de trabajo local; la efectividad de un sistema de seguimiento de jóvenes formados para analizar si se lograron insertar en el mercado de trabajo, y la validez de un modelo de orientación vocacional o un servicio de intermediación laboral.
“Es un producto muy novedoso en sí mismo, es una especie de norma ISO 9000 para servicios de formación y empleo enfocados en jóvenes, especialmente los más vulnerable”, afirmó. Este proyecto se desarrolla con la colaboración del Fondo Multilateral de Inversiones y la división de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la International Youth Foundation.
El represente de NEO en el país informó que se está “implementando una experiencia piloto con 28 instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil dominicana que son pioneras en realizar un proceso de autoevaluación para desarrollar una cultura de mejora continua de sus servicios”.
Otra iniciativa, es la capacitación de 200 profesiones con el primer Diplomado en Intermediación Laboral, ofertado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Este programa tiene por objetivo mejorar la calidad de los servicios de formación, orientación vocacional e intermediación laboral.
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